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TEMA Nº 9. LA CONSTITUCIÓN INGLESA, ORIGEN Y CARACTERÍSTICAS
INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA CONSTITUCIONAL INGLESA
ÍNDICE
I. Nociones previas.
II. La Inglaterra anglosajona (450 a 1066).
II.1. La llegada de los anglos y de los sajones (mediados del siglo V y siglo VI).
II.2. La “Heptarquía” anglosajona (siglos VII, VIII y dos primeros tercios del IX).
- La evangelización de Inglaterra (siglo VII).
II.3. La ocupación danesa (último tercio del siglo IX-1042).
II.4. Reunificación anglosajona bajo Eduardo el Confesor (1042-1066).
III. La Inglaterra Normanda: los orígenes del “constitucionalismo” (1066-1215).
III.1. Guillermo el Conquistador y el primer Estado inglés (1066-1087).
III.2. Enrique II Plantagenet o la consolidación del Estado y los orígenes del
“Common Law”(1154-1189).
III.3. Juan I “Sin Tierra” (1199-1216) y el primer texto constitucional de la Historia
de Inglaterra.
IV. Surge el Parlamento inglés (1264-1485).
IV.1. Enrique III (1216-1272) y los orígenes del Parlamento.
a) Impopularidad del rey.
b) De la Curia regis al Parlamento de Westminster (hacia 1250).
c) El golpe de estado de Simón de Monfort (1258-1259).
IV.2. Los representantes de las ciudades entran en el Parlamento de Westminster
(1264-1307).
a) Una primera entrada excepcional (1264).
b) Eduardo I (1272-1307) se apoya en las ciudades para contrarrestar el
poder de los nobles.
IV.3. El Parlamento depone al rey (1327).
IV.4. La Guerra de los Cien Años y la consolidación de la estructura bicameral del
Parlamento inglés (1346-1455).
a) El inicio de la Guerra de los Cien Años y la expansión inglesa en Francia.
b) Consecuencias constitucionales de la guerra: el surgimiento de la Cámara
de los Comunes (hacia 1350).
c) El Parlamento cambia de dinastía (1399).
IV.5. La Guerra de las Dos Rosas y la consolidación del papel arbitral del
Parlamento (1455-1485).
V. Los Tudor someten al Parlamento pero consolidan el Estado (1485-1603).
V.1. Orden, autoridad y formación de una burguesía pudiente.
V.2. La política religiosa de los Tudor.
V.3. El uso discrecional de la “prerrogativa regia”.
VI. El Parlamento se impone a la Monarquía: Los Estuardo y las dos revoluciones inglesas
(1603-1688).
VI.1. Los presupuestos del conflicto entre el Parlamento y el Rey.
VI.2. Estalla el conflicto bajo el reinado de Carlos I (1625-1649).
VI.3. La victoria de Cromwell y la Inglaterra republicana (1649-1660).
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VI.4. La restauración de los Estuardo y sus consecuencias constitucionales (16601688).
a) El Parlamento se organiza: surge el régimen de partidos.
b) La ley de Habeas Corpus (1679).
VII. La consolidación constitucional del principio de sumisión de la Monarquía al
Parlamento (1688-1714).
VII.1. La segunda (y última) revolución inglesa (1688).
VII.2. La Declaración de derechos (1689).
VII.3. La Ley del Establecimiento (1701) o cómo el Parlamento prohibió que los
reyes de Inglaterra pudiesen ser católicos.
VII.4. Ana I (1702-1714): la formación del “Reino Unido” y la consolidación de la
preeminencia legislativa del Parlamento.
a) Surge el Reino Unido (1707).
b) La consolidación consuetudinaria de la preeminencia legislativa del
Parlamento.
VIII. El advenimiento de la dinastía de Hanover y la formación del régimen parlamentario
(1714-1832).
VIII.1. La consolidación de la nueva dinastía: El final del "jacobismo".
VIII.2. El surgimiento del régimen parlamentario.
a) De la monarquía constitucional a la monarquía parlamentaria.
b) Los orígenes lingüísticos del régimen parlamentario.
c) Sir Robert Walpole (1721-1742) y la consolidación consuetudinaria de la
figura del "primer ministro".
d) William Pitt el viejo, ministro a pesar del rey (1757).
e) Jorge III y el último intento absolutista en Inglaterra.
El asunto Wilkes.
La independencia de los EEUU y el fin del absolutismo en
Inglaterra.
f) William Pitt el Joven (1783-1801), un ministro impuesto por el rey,
consolida el régimen parlamentario.
IX. La democratización del régimen parlamentario (1832-1928).
IX.1. El régimen parlamentario como instrumento político de la oligarquía inglesa.
IX.2. Los conservadores en el poder (1815-1830).
IX.3. La reforma electoral de 1832.
Renovación de los partidos.
IX.4. Hacia el sufragio universal.
a) La reforma electoral de 1867.
b) La normalización de la alternancia (1868-1880).
Las reformas de 1872 y 1884.
IX.5. Por fin el sufragio universal (1918-1928).
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INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA CONSTITUCIONAL INGLESA
I. Nociones previas.
Geográficamente Inglaterra se encuentra en la isla de Gran Bretaña. Por eso sus primeros
habitantes fueron los “Bretones”. Contra ellos lucharon los romanos. Primero con Julio
César que desembarcó en el 54 a. de C. Aunque Inglaterra no fue conquistada hasta el
siglo I de. C una vez que el emperador Claudio inició la conquista total de la isla, a partir
del 43 d. C. Al menos la parte central correspondiente a Inglaterra, pues el Norte se dejó
por imposible, hasta el punto de que el emperador Adriano en el 122 ordenó construir un
muro (limes hadrianus) para separar la Inglaterra romana de la tierra de los Pictos y
Escotos (hoy Escocia).
No puede hablarse de Inglaterra hasta que en el siglo V la isla es ocupada por invasores
germánicos los “Anglos” (Inglaterra es la “Tierra de los anglos”) y los “Sajones”. A partir de
1707, fecha de la incorporación política de Escocia se habla de “Reino de Gran Bretaña”.
También se habla de “Albión”. El término “albión” viene de “Albus” (blanco) y hace
referencia al color de los acantilados de Dover que se ven al llegar en barco desde el
continente.
II. La Inglaterra anglosajona (450 a 1066).
II.1. La llegada de los anglos y de los sajones (mediados del siglo V y siglo VI).
Hacia el 450 los romanos abandonan la isla de Gran Bretaña. Es el momento en el que
empiezan a llegar a la isla los primeros pueblos germánicos procedentes de Germania:
los anglos y los sajones. Los bretones son desplazados a las zonas montañosas: Escocia,
País de Gales –donde a su llegada se forma el origen de la leyenda del Rey Arturo y los
caballeros de la Mesa redonda-, Cornualles, Irlanda, e incluso en el Continente –
concretamente en “Armorica” hoy llamada Bretaña en la Francia actual-.
Hacia el año 500 las tribus germánicas se reúnen en pequeños reinos de límites
geográficos aún indefinidos, dirigidos por monarcas efímeros, por lo que estos reinos a
menudo desaparecen tras la muerte del rey que había conseguido formar la
correspondiente confederación de tribus en un territorio determinado.
II.2. La “Heptarquía” anglosajona (siglos VII, VIII y dos primeros tercios del IX)..
En el curso de los siglos VII y VIII los pequeños reinos van precisando sus límites. Pronto
va a consolidarse un reino en el Norte separado del Sur por el río Humer, motivo por el
que el territorio recibirá el nombre de “Northumbria”, que será ocupado por los anglos. En
el Sur se formarán hasta 6 reinos: Kent (ocupado por los Jutos), Mercia y Estanglia
(ocupados por los anglos), Essex, Sussex y Wessex (ocupados por los sajones). Al
conjunto de los 7 reinos los historiadores le han dado el nombre de “Heptarquía”.
Los reinos de la Heptarquía van tratando sucesivamente de imponer su hegemonía. En el
siglo VII esta corresponde a Nortumbria. En el VIII el reino más importante es Mercia que
se extiende hasta Cornualles. Entre el 802 y el 839 es el rey de Wessex, Egberto, -que
había sido educado en la Corte de Carlomagno- quien logra imponer su dominio al
conjunto de los reinos anglosajones.
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La evangelización de Inglaterra (siglo VII).
A partir del siglo VII llega –muy tardíamente si se compara con el continente- el
cristianismo a la isla de Gran Bretaña, gracias a la predicación de monjes procedentes del
sur de Europa. El movimiento evangelizador arraigará profundamente en Inglaterra e
Irlanda, donde se fundan entonces numerosos monasterios. A partir del siglo VIII serán
los monjes ingleses e irlandeses los que a su vez se desplacen al continente (Germania y
Europa del Norte) para iniciar una nueva oleada evangelizadora.
II.3. La ocupación danesa (último tercio del siglo IX-1042).
A partir del último tercio del siglo IX la isla de Gran Bretaña es invadida por pueblos
venidos del norte de Europa (normandos, hombres del norte), concretamente por
Daneses. Estos ocupan rápidamente el Norte y el Este de la actual Inglaterra, a pesar de
la resistencia que opone el rey de Wessex Alfredo el Grande (871-899).
Como consecuencia de la ocupación danesa a partir del siglo X Inglaterra queda dividida
en dos por una línea imaginaria que va de Chester a Londres. Al Este de dicha línea se
encuentra la tierra danesa (Danelaw), al Oeste el territorio anglosajón. La presencia
danesa en Gran Bretaña llega a su punto culminante con el rey Cnut el Grande (10161036) quien logra imponer su férula sobre el Norte de Gran Bretaña, Dinamarca y
Noruega.
La ocupación danesa contribuye a estructurar los reinos anglosajones del Suroeste ya
que a partir del reinado de Ethelred (978-1016) los reyes anglosajones logran percibir un
impuesto para tratar de comprar el fin de la expansión danesa (“Danegeld”).
II.4. Reunificación anglosajona bajo Eduardo el Confesor (1042-1066).
Los daneses son expulsados del territorio inglés por el monarca anglosajón Eduardo el
Confesor que los historiadores ingleses consideran el primer –y último- monarca
anglosajón que reúne bajo su égida a toda Inglaterra. Su reino termina sin embargo con
un conflicto sucesorio que dará pretexto al duque de Normandía, Guillermo el
Conquistador para ocupar militarmente la isla de Gran Bretaña. Lo que hace tras derrotar
al rey Harold, favorable a la vuelta de los Daneses, en la batalla de Hastings (14 de
octubre de 1066). La ocupación requiere sin embargo aún una serie de duras campañas,
como las que le llevan en 1070 a arrasar el Este de la isla para impedir una intervención
danesa. Para legitimar su derecho a ocupar el trono inglés Guillermo ordena la confección
del famoso “Tapiz de Bayeux” que es una especie de “comic” dirigido a contar a la
mayoría de la población -que no sabe leer- la historia de la ocupación desde la muerte de
Eduardo el Confesor hasta la batalla de Hastings. El tapiz, también llamado de la Reina
Matilde se conserva prácticamente intacto y es no solo una obra de arte sino una fuente
histórica apasionante para conocer la vida en el siglo XI.
III. La Inglaterra Normanda: los orígenes del “constitucionalismo” (1066-1215).
III.1. Guillermo el Conquistador y el primer Estado inglés (1066-1087).
Guillermo el Conquistador (1066-1087) crea el primer estado unificado en Inglaterra, que
es además uno de los primeros de Europa. Para ello no duda en expropiar sus tierras a
los nobles anglosajones y entregarlas a señores normandos, ni en renovar la cúpula
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eclesiástica para someter la Iglesia inglesa a la nueva monarquía. No obstante es muy
pragmático y mantiene las instituciones anglosajonas que le parecen útiles a la
monarquía, como por ejemplo los “sheriff” o agentes locales del rey. La rigurosidad con la
que Guillermo I organiza y administra su nuevo reino resultan patentes en la encuesta que
el Conquistador ordena en 1086 con objeto de hacer un inventario de todo su reino. El
resultado es el llamado “Libro del Juicio Final” (Domesday Book) una de las fuentes más
interesantes para conocer la historia rural, económica y social de todo el Occidente
medieval. En el mismo año 1086 preside la Asamblea de Salisbury en la que los nobles
normandos le juran fidelidad –siempre que el rey no viole el pacto feudal-. Guillermo crea
la “Curia Regis” donde se reúnen sus consejeros para ayudarle a gobernar.
Los sucesores de Guillermo no pueden mantener su obra, como consecuencia de las
sucesivas divisiones feudales. Hay que esperar hasta Enrique I (1100-1135) para que la
monarquía siga avanzando por la vía de estructurar el Estado con la creación en 1130 de
una Cámara de Cuentas (Scaccarium : “Exchequer”) ante la que los “sheriff” vienen a
rendir cuentas, entre otras cosas del antiguo impuesto del Danegeld, que se ha convertido
en el primer impuesto permanente de la monarquía normanda.
III.2. Enrique II Plantagenet o la consolidación del Estado y los orígenes del
“Common Law”(1154-1189).
La llegada al trono inglés del noble francés Enrique de Plantagenet –nunca aprendería
inglés en su vida-, dueño de la mitad occidental de la actual Francia (Normandía y
Bretaña por su madre, Anjou, Maine y Turena por su padre y de Aquitania por su mujer,
Leonor, que había sido repudiada por el rey de Francia Luis VII), va a permitir la
consolidación de la monarquía. Para ello Enrique II no duda en someter a la Iglesia, aún a
costa de ordenar el asesinato en 1170 de su antiguo compañero y amigo Thomas Beckett
quien se resistía a las presiones regias a pesar de que había sido el propio rey quien le
había nombrado arzobispo de Canterbury. Enrique II tuvo que hacer penitencia pública
pero la Iglesia quedó sometida.
Por otra parte Enrique II es un rey legislador que promulga las Ordenanzas (assize) de
Clarendon (1164) para afirmar entre otras cosas la preeminencia de la jurisdicción real
sobre la eclesiástica. Finalmente es el creador en 1178 de una sólida jurisdicción regia
integrada por los cinco tribunales regios de Westminster (que acabarían integrando bajo
Enrique III el “Banco del rey” Kings bench), en los que se sigue un procedimiento
unificado. Lo que permitiría la homogeneización del derecho consuetudinario del reino en
un solo cuerpo común de fórmulas procesales (“Common Law” o Derecho general de
Inglaterra), cuyas líneas generales serían definidas por los tratados de procedimiento de
los juristas Glanville (s. XII) y Bracton (s. XIII). Durante el reinado de Enrique II se
consolida también el principio del juicio decidido por un jurado elegido por el pueblo, así
como el del precedente judicial (principio del “stare decisis”) que será operativo a partir del
siglo XIII, cuando empiecen a recogerse por escrito las sentencias de los tribunales regios
en recopilaciones anuales (year books).
III.3. Juan I “Sin Tierra” (1199-1216) y el primer texto constitucional de la Historia de
Inglaterra.
A Enrique II le sucede su hijo Ricardo Corazón de León (1189-1199) que mantiene la
autoridad real. No obstante al morir sin herederos le sucede en el trono su hermano Juan I
quien se ve obligado a hacer vasallo del Papa Inocencio III al ser derrotado gravemente
en Bouvines (1214) por Felipe Augusto de Francia, lo que le hace perder sus dominios
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franceses situados al norte del río Loira. Estos desastres son la causa de una rebelión
nobiliaria que Juan I trata de atajar aceptando el 15 de junio de 1215, en la pradera de
Runnymede –cerca de Windsor- la Magna Carta Libertatum, un documento en el que los
grandes magnates limitan por escrito el poder del rey, que a partir de entonces
respetarían todos los monarcas ingleses.
IV. Surge el Parlamento inglés (1264-1485).
IV.1. Enrique III (1216-1272) y los orígenes del Parlamento.
a) Impopularidad del rey.
El hijo de Juan I, que subió al trono inglés con el nombre de Enrique III (1216-1272) no
contribuyó a mejorar la imagen de la monarquía. El nuevo rey era también una persona
débil de carácter que desde el principio estuvo totalmente sometido a su mujer, una
princesa provenzal que consiguió que los mejores oficios del reino recayesen en nobles
extranjeros y rodeó a su marido de consejeros franceses. Por si fuera poco el nuevo rey
se mostró extraordinariamente dócil frente al papado y no solo gastó sumas enormes del
erario inglés para apoyar la posición pontificia en el conflicto que enfrentó al papado con
el emperador Federico II (1220-1250), sino que permitió que los papas nombrasen
prelados italianos para ocupar los obispados y abadía inglesas. A todo lo cual debe
añadirse que todas las acciones militares que Enrique III dirigió contra Francia en el
continente se saldaron con estrepitosos fracasos, circunstancia esta última que más que
ninguna otra desprestigió a Enrique III frente a sus barones. El desprestigio y la debilidad
reales llevaron a los grandes prelados y barones a tratar de establecer un control cada
vez más estrecho sobre la monarquía. Para ello utilizarían una nueva institución: el
Parlamento.
b) De la Curia regis al Parlamento de Westminster (hacia 1250).
Desde mediados del siglo XIII, los grandes prelados y los barones empezaron a canalizar
sus protestas ante el monarca a través de la "Corte del Rey" (Curia Regia). Inicialmente
se trataba de un pequeño grupo de personas que aconsejaban al rey en los asuntos
ordinarios, esencialmente miembros de la alta nobleza civil y eclesiástica.
Progresivamente sin embargo el número de integrantes de la Curia fue cada vez mayor,
sobre todo desde el momento en que se dio entrada en la misma a la pequeña nobleza
(caballeros). Fue esta pequeña asamblea, que acabó teniendo su sede en Westminster1,
la que acabó recibiendo la denominación de "Parlamento" porque en ella se discutían los
asuntos con el rey: es decir se “parlamentaba”. Pronto el Parlamento se diferenció del
núcleo de los consejeros ordinarios del monarca de la Curia Regia y se convirtió en una
institución diferenciada que pasó a desempeñar dos funciones concretas: controlar el
nombramiento de los principales oficios de la Corona y otorgar las sumas dinerarias que
requería el rey, cuyo gasto era controlado posteriormente.
c) El golpe de estado de Simón de Monfort (1258-1259).
Los desastres de la política exterior y una presión fiscal creciente llevaron a los nobles
ingleses a rebelarse contra Enrique III en el año 1258. Encabezó la revuelta un cuñado
1
Desde finales del XIII el Parlamento fijó su sede en la Abadía de Westminster, ciudad próxima a Londres.
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del rey llamado Simón de MONFORT2, quien rompió con el monarca después de haber
sido uno de sus más íntimos colaboradores. En esta ocasión los nobles fueron más lejos
que en 1215 en la medida en que quisieron someter al rey a una estrecha tutela que
reflejaron en un documento concreto: las “Provisiones de Oxford” (1259). Concretamente
nombraron un Consejo integrado por 15 barones al que otorgaron todos los poderes.
Paralelamente se dispuso que los altos oficiales3 debían ser nombrados por el
Parlamento y responder ante él. Finalmente se acordó que cada "sheriff"4 estuviese
vigilado por cuatro caballeros.
IV.2. Los representantes de las ciudades entran en el Parlamento de Westminster
(1264-1307).
a) Las ciudades entran excepcionalmente en el Parlamento (1264).
Enrique III reaccionó contra el movimiento nobiliario aliándose con el rey de Francia Luis
IX (Tratado de París de 1259) y recurriendo al Papa, que le libera del juramento por el que
el monarca había aceptado las Provisiones de Oxford con el argumento de que había sido
constreñido a ello por la violencia (1261). El propio San Luis de Francia tras ser nombrado
árbitro en el conflicto que oponía a Enrique III a sus barones falló en Amiens (1264) a
favor del monarca. Algo que no fue aceptado por Simón de Monfort quien apoyado por la
pequeña nobleza y las ciudades infligió una severa derrota militar a Enrique III en Lewes.
Monfort tras hacer prisionero al monarca constituyó una regencia y convocó un
Parlamento del que formaban parte dos caballeros por condado y dos burgueses por cada
ciudad. Era la primera vez en la que los representantes de las ciudades entran en el
Parlamento de Westminster. Aunque no es sin embargo la primera vez que en Europa los
representantes de las ciudades se sientan en una asamblea de carácter estamental. Cien
años antes las ciudades envían sus representantes a las Cortes de León de 1188, que
son pioneras en este punto.
La presencia de los representantes urbanos en el Parlamento inglés sería sin embargo
efímera, pues Simón de Monfort se convirtió en un dictador despótico y cruel, lo que
provocó que buena parte de sus partidarios se pasasen al bando regio. Finalmente el hijo
de Enrique III, el Príncipe Eduardo derrotó y dio muerte a Monfort en la batalla de
Evesham (1265) y nada subsistió de su dictadura.
b) Eduardo I (1272-1307) se apoya en las ciudades para contrarrestar el poder de los
nobles.
La monarquía inglesa recupera su prestigio durante el reinado de Eduardo I (1272-1307),
quien logra asentar por la vía militar el poderío inglés sobre Gran Bretaña. En 1284
consigue anexionar el País de Gales, lo que le lleva a crear la figura del Príncipe de Gales
que desde finales del siglo XIII se convierte en el heredero del trono británico. Sus
constantes campañas militares en Gales y en Escocia (rebelión de William Wallace (12972
Se trataba del tercer hijo del famoso vencedor de los albigenses quien tenía un feudo en Inglaterra por su
madre que era inglesa.
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Quienes ejercían un cargo público (oficio).
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Oficial que representaba al rey en cada condado.
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1304) obligan sin embargo a Eduardo I a convocar a menudo el Parlamento para recabar
ayuda financiera. Para ello y con el fin de no quedar sometido a la gran nobleza, como
sus dos predecesores en el trono, Eduardo I opta por apoyarse en los pequeños nobles y
en las ciudades. Con ello la presencia de representantes de la burguesía urbana se
consolida en el Parlamento de Westminster durante su reinado.
IV.3. El Parlamento depone al rey (1327).
El hijo y heredero de Eduardo I fue un desastre como monarca en contraste con el
excelente papel desempeñado por su padre. Eduardo II (1307-1327) no solamente
carecía de la energía y decisión de su padre sino que no tenía gran interés en los asuntos
de gobierno prefiriendo la compañía de favoritos a la de su mujer Isabel de Francia, una
hija del gran rey francés Felipe IV el Hermoso. Así todo el terreno que había ganado su
padre a la hora de restablecer la autoridad y el prestigio de la monarquía inglesa se perdió
en este reinado. El desinterés de Eduardo II por los asuntos de gobierno tuvo una primera
consecuencia grave en Escocia donde los escoceses aprovecharon la indolencia y
pasividad del nuevo monarca para reconquistar un buen número de las plazas que había
ocupado Eduardo I. Cuando el nuevo rey trató de reaccionar era ya demasiado tarde y el
ejército inglés sufrió una humillante derrota en Bannockburn (1314). Escocia reafirma su
independencia con la llegada al trono de Roberto II, el primer monarca de la dinastía de
los Estuardo.
Los desastres militares provocaron entre la nobleza inglesa un gran descontento que se
convirtió en indignación cuando Eduardo II abandonó a su mujer por un favorito, un noble
Gascón llamado Pedro Gaveston, y se desinteresó desde entonces totalmente del
gobierno. La actitud regia provocó una nueva rebelión de los barones que encabezados
por Mortimer, el favorito de la Reina, mandaron asesinar a Gaveston (1327). La rebelión
acabó con el encarcelamiento del rey, quien fue obligado por el Parlamento a abdicar en
favor de su hijo Eduardo III. Eduardo II acabó siendo asesinado en prisión por sus
guardianes en 1327.
IV.4. La Guerra de los Cien Años y la consolidación de la estructura bicameral del
Parlamento inglés (1346-1455).
a) El inicio de la Guerra de los Cien Años y la expansión inglesa en Francia.
Eduardo III (1327-1377) a diferencia de su padre es un rey autoritario que pretende
consolidar la monarquía inglesa por la vía de la expansión territorial, incluso extrainsular.
Tras la derrota a comienzos del siglo XIII de Juan Sin Tierra frente a Felipe Augusto,
Eduardo III va a aprovechar la crisis sucesoria que se desata en Francia en 1328 tras la
muerte del último hijo varón de Felipe IV el Hermoso sin descendientes. Se extingue así la
dinastía directa de los Capetos y llega al trono con Felipe VI (1328-1350) como cabeza de
la nueva dinastía de los Valois que reinaría hasta 1589. Eduardo III de Inglaterra sin
embargo no acepta este estado de cosas en la medida en que su madre era hija de Felipe
el Hermoso, razón por la que entendió que tenía un mejor derecho para ocupar el trono
francés. En realidad la cuestión sucesoria no fue más que un pretexto, pues los motivos
de fricción entre la Monarquía francesa y la inglesa eran cada vez más numerosos5. Por
5
Cabe señalar entre otros el litigio sobre la Guyena, territorio continental ocupado por los ingleses desde el
siglo XI que fue invadido unilateralmente por el rey de Francia en 1337, y el intento de expansión francesa en
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todo ello Eduardo III acabó invadiendo Francia en 1346 con un ejército bien armado y
mejor organizado que derrotó sin paliativos al ejército francés en Crécy y ocupó la plaza
de Calais. Diez años más tarde los ingleses derrotaban nuevamente a los franceses en
Poitiers, logrando hacer prisionero al propio rey Juan II. La superioridad militar inglesa
permitió que Eduardo III impusiera a los franceses el oneroso Tratado de Brétigny-Calais
(1360) por el que el Delfín (futuro Carlos V) cedió a los ingleses partes importantes del
territorio francés (Aquitania, y parte del Artois y la Picardía).
b) Consecuencias constitucionales de la guerra: el surgimiento de la Cámara de los
Comunes (hacia 1350).
Eduardo III para llevar a cabo sus expediciones necesitaba dinero y por ello tuvo que
reunir frecuentemente al Parlamento. La generalización de las reuniones permitió
consolidar la presencia de los burgueses en la asamblea de Westminster que quedó
institucionalizada cuando el Parlamento quedó escindido en dos cámaras: la de los Lores
o Cámara alta, directamente heredera del parlamento nobiliario original, y la Cámara de
los Comunes o Cámara baja donde pasaron a reunirse los representantes de las ciudades
que desde la época de Eduardo I (finales del siglo XIII) venían asistiendo a las reuniones
nobiliarias. La novedad fue que a partir de mediados del siglo XIV la pequeña nobleza
rural y los habitantes de las ciudades pasaron a tener su propia Cámara en el Parlamento
con prácticamente los mismo derechos que la Cámara nobiliaria, ya que ninguna ley o
impuesto podía aprobarse sin el consentimiento de las dos cámaras. Lo cual resultaba
una novedad en Europa donde por lo general las asambleas estamentales tenían tres
brazos (clero, nobleza y tercer estado), lo que hacía que las ciudades estuviesen en
minoría porque por lo general el estamento clerical y el nobiliario votaban juntos. En
Inglaterra en cambio, desde mediados del siglo XIV los representantes de las ciudades
alcanzaron el mismo grado de influencia y la misma capacidad de presionar al rey que los
miembros de la alta nobleza.
Esta consolidación de la estructura bicameral del Parlamento de Westminster coincidió
con la institucionalización de sus funciones como órgano de control de la Monarquía
inglesa, por cuanto a partir de mediados del siglo XIV los reyes de Inglaterra se vieron
obligados a reunir el Parlamento para consultar a ambas Cámaras los asuntos de mayor
trascendencia para el reino. Sobre todo si el monarca necesitaba dinero, en cuyo caso
solía ser más receptivo a las opiniones e iniciativas de los parlamentarios tanto de la
Cámara nobiliaria como de la Cámara de las ciudades y miembros de la pequeña nobleza
rural. Por eso los burgueses tuvieron muy tempranamente en Inglaterra una influencia
política muy superior a la que tenían en el resto de Europa.
c) El Parlamento cambia de dinastía (1399).
Un paso más en el proceso por el que Parlamento tiende a limitar el poder del rey se da
cuando las dos Cámaras intervienen para destituir a Ricardo II en 13996. Existía el
Flandes primera potencia textil de Europa y el primer comprador de lana inglesa, situación que propició una
alianza militar entre flamencos e ingleses.
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En el ámbito de la política interna el reinado comenzó bien para el monarca en la medida en que Ricardo II
logró que el Parlamento le autorizase a recaudar un impuesto sobre la lana hasta el final de su reinado, lo que
le permitió no volver a convocar las cámaras. Liberado de la presión parlamentaria Ricardo II concentró sus
esfuerzos en someter a la nobleza inglesa que dirigida por los duques de Clarence y Lancaster pretendía
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precedente de la destitución de Eduardo II en 1327, no obstante entonces se trataba de
destituir al padre para nombrar al hijo y heredero. Se trataba en definitiva de adelantar la
sucesión. A finales del siglo XIV el Parlamento da un paso más ya que la destitución de
Ricardo II supone el advenimiento de una nueva dinastía, pues el Parlamento favorece la
entronización de la Casa de Láncaster en la persona de Enrique IV (1399-1413). Sin
contar con que la asamblea que 1327 destituyó a Enrique II era esencialmente nobiliaria,
mientras que la de 1399 estaba equidistantemente integrada por grandes señores y
representantes de las ciudades.
Tres monarcas ingleses sucesivos pertenecieron a la Casa de Láncaster. Además de
Enrique IV, Enrique V (1413-1422) y Enrique VI (1422-1471). La dinastía llega a su
apogeo con Enrique V, el segundo de sus monarcas, quien relanza brillantemente la
Guerra de los Cien años volviendo a invadir Francia por segunda vez, ya que
aprovechando el clima de guerra civil existente en Reino vecino, trató de conseguir
ventajas territoriales para Inglaterra. El pretexto fue la solicitud por parte del monarca
inglés de la mano de la hija del rey francés, Carlos VI (1380-1422) de quien se exigía
entregase como dote las provincias de Normandía, Turena, Anjou, Maine y Ponthieu. Ante
la lógica e inevitable negativa francesa Enrique V desembarcó en Normandía con un
ejército de 30.000 hombres al frente del cual logró una aplastante y sangrienta victoria de
Azincourt (1415) sobre el ejército francés. Gracias a esta batalla y a la traición de los
borgoñones, que se aliaron a los ingleses y les abrieron las puertas de París, Enrique V
acabó en poco tiempo dominando todo el Norte de Francia. El rey inglés consolidó su
triunfo casándose con la hija del rey francés Carlos VI gracias a la alianza que estableció
con la reina Isabel de Baviera que era de hecho quien gobernaba porque su marido había
perdido completamente el juicio desde 1392.
Los derechos dinásticos de Enrique V de Inglaterra sobre Francia se consolidaron con la
firma del Tratado de Troyes (1420). En dicho acuerdo la reina de Francia Isabel de
Baviera reconocía al rey de Inglaterra como legítimo heredero del trono francés y le
otorgaba con carácter inmediato la condición de regente vitalicio. La ocupación inglesa de
Francia no llegó sin embargo a consolidarse porque Enrique V falleció dos años más tarde
y el trono inglés recayó en un niño de 1 año de edad. Apareció entonces Juana de Arco,
una joven hija de campesinos acomodados que con 17 años logró en 1429 la liberación
de la plaza de Orleáns la última de las grandes ciudades que seguían fieles a Carlos VII y
que estaba a punto de caer en manos de los ingleses tras un asedio de varios meses.
Gracias a esta victoria psicológica las tropas francesas no tardaron en ocupar Reims y
Carlos VII pudo ser consagrado como rey de Francia el mismo año (17 de julio), antes de
que lo consiguiese el joven Enrique VI de Inglaterra que aún contaba 9 años. Juana de
Arco fue el revulsivo que necesitaban los franceses, pues a pesar de su detención,
proceso y ejecución (30 de mayo de 1431), la ofensiva francesa fue imparable. Carlos VII
controlar las actuaciones del monarca. Ricardo II expulsó del reino al hijo y heredero de Juan de Gante duque
de Lancaster, Enrique, quien se refugió en París. Tras el fallecimiento de Juan de Gante Ricardo II confiscó su
herencia, y ello llevó a Enrique de Lancaster a organizar desde París un golpe de estado dirigido a derrocar a
Ricardo II. Desgraciadamente para Ricardo II en su enfrentamiento con la nobleza no pudo apoyarse en la
burguesía ni en los campesinos pues las difíciles condiciones económicas provocadas por la guerra se
tradujeron en una revuelta campesina que el rey tuvo que reprimir con dureza (1381). No es de extrañar pues
que en estas condiciones cuando Enrique de Lancaster regresó a Inglaterra lograse una cadena de adhesiones
que aislaron a Ricardo II y permitieron su encarcelamiento. El Parlamento eligió entonces como rey a Enrique
de Lancaster con el nombre de Enrique IV y el nuevo monarca fue coronado por los arzobispos de
Westminster y Canterbury.
10
11
se dotó de un ejército numeroso y bien equipado con el que en el espacio de tres décadas
se dedicó sistemáticamente a expulsar a los ingleses de Francia. Al morir Carlos VII en
1461, sólo quedaba en poder de las tropas inglesas la plaza de Calais, que aún tardaría
un siglo en ser recuperada para la Corona de Francia.
IV.5. La Guerra de las Dos Rosas y la consolidación del papel arbitral del
Parlamento (1455-1485).
El relanzamiento de la Guerra de los Cien Años devolvió el protagonismo político al
Parlamento, ya que la monarquía empezó a necesitar recursos para financiar la guerra. El
proceso se consolidaría por la pérdida de prestigio que supuso para los Láncaster la
derrota definitiva en la Guerra de los Cien Años. De entrada porque el fracaso en Francia
provocó una sangrienta y agotadora guerra civil en Inglaterra, debida al enfrentamiento de
las Casas de York y de Láncaster por el trono inglés. Un conflicto llamado por la
historiografía la Guerra de las Dos Rosas por ser una rosa blanca el símbolo de los York y
una rosa roja el de los Láncaster7. La guerra de entrada propició el encarcelamiento de
Enrique VI en 1461 y la entronización en su lugar de Eduardo IV (1461-1483) de la casa
de York por el Parlamento de Westminster. La dinastía de los York ocuparía el trono
inglés de manera efímera pues Eduardo V sólo reinó unos meses, y Ricardo III (14831485) menos de dos años ya que fue depuesto por un levantamiento popular provocado
por la indignación que suscitó su orden de asesinar a sus dos sobrinos, los hijos de su
hermano Eduardo IV8. La sublevación fue pronto apoyada por el Parlamento y permitió la
llegada a Inglaterra del más directo descendiente de los Láncaster, Enrique Tudor duque
de Richmond. Ricardo III fue derrotado en Bosworth y Richmond accedió al trono apoyado
una vez más por el Parlamento con el nombre de Enrique VII (1485-1507). Por segunda
vez el Parlamento de Westminster sentaba en el trono inglés a una nueva dinastía. Los
Tudor reinarían en Inglaterra hasta 1603.
V. Los Tudor someten al Parlamento pero consolidan el Estado (1485-1603).
V.1. Orden, autoridad y formación de una burguesía pudiente.
Lo que no sabían los lores y los comunes era que los Tudor ejercerían un estrecho control
del Parlamento durante más de un siglo. De entrada porque Enrique VII se aprovechó de
que el país tras treinta años de anarquía necesitaba orden y autoridad y supo imponerlas9.
Además se dio la circunstancia de que las familias nobles habían quedado muy
mermadas como consecuencia del enfrentamiento. Algunas habían sido exterminadas y
sus bienes declarados vacantes pasaron a enriquecer el patrimonio de la burguesía y en
7
El duque de York se rebeló contra Enrique VI con el pretexto de que el monarca, (nieto de Carlos VI de
Francia) mostraba síntomas de locura. Eduardo de York recibió el decisivo apoyo de un noble ambicioso
llamado Warwick, quien finalmente logró coronar al pretendiente en Westminster con el nombre de Eduardo
IV (1461-1483).
8
Uno de ellos reinó brevemente como Eduardo V en 1483, antes de ser asesinado junto a su hermano por
orden de su tío Ricardo. Ricardo ha pasado a la historia como el más siniestro de los monarcas ingleses.
Concretamente su figura sirvió de inspiración a Shakespeare en la tragedia que lleva el nombre del monarca.
9
Entre otras reformas crea el tribunal de excepción llamado la “Star Chamber” para restablecer el orden
público.
11
12
parte el del monarca. Se inicia así un proceso de enriquecimiento de la clase burguesa
que va a transformar en un siglo completamente la estructura social de Inglaterra, un reino
que deja de ser un país de ganaderos y agricultores para convertirse en un país industrial
y comerciante.
V.2. La política religiosa de los Tudor.
El autoritarismo de Enrique VII se consolida claramente durante el reinado de su hijo
Enrique VIII (1507-1547), quien rompe con la Iglesia como consecuencia de que el Papa
no aceptaba su deseo de divorciarse de Catalina de Aragón (una hija de los Reyes
Católicos) para casarse con Ana Bolena, lo que finalmente el monarca hizo en contra de
la autoridad pontificia en 1533. Al declarar el Papa la nulidad de la unión Enrique VIII
impuso al Parlamento la “Ley de Supremacía” (Act of Supremacy) que en 1534 convirtió al
monarca en cabeza de la Iglesia anglicana, una situación que persiste en la actualidad.
Enrique VIII consolidó la situación porque además tuvo el acierto de abolir acto seguido
las órdenes religiosas que dependían directamente de Roma. Había en Inglaterra más de
800 monasterios que quedaron disueltos con la consecuencia de que sus bienes fueron
vendidos a los particulares con beneficio para la Corona, lo que acabó de consolidar el
poderío financiero de la nueva oligarquía burguesa que había empezado a ascender en el
reinado anterior. En este sentido Inglaterra es pionera en la desamortización eclesiástica
que en Francia no se produce hasta la Revolución con la venta de los bienes del clero, a
finales del siglo XVIII, y en España aún más tarde pues hay que esperar hasta el siglo XIX
a las sucesivas desamortizaciones que se inician con Mendizábal en 1836 para financiar
el coste de la primera Guerra carlista. El secreto de que Inglaterra se convirtiese en una
gran potencia desde finales del siglo XVII radica sin duda en que dicho Estado contó con
una poderosa clase de hombres de negocio y financieros mucho antes que la mayor parte
de los otros reinos europeos que siguieron durante mucho tiempo anclados en la
estructura estamental heredada de la Edad Media en la que los nobles y el clero llevaban
la voz cantante. La burguesía inglesa triunfante daría un empuje y un dinamismo
considerable a la expansión territorial e económica inglesa a partir del siglo XVII.
La reforma religiosa de Enrique VIII se debilita durante los reinados del luterano Eduardo
VI (1547-1553) y de la papista María Tudor (1553-1558), campeona de la ortodoxia
católica. No obstante la muerte de los dos primeros sin herederos dejó el trono de
Inglaterra en poder de Isabel I (1558-1603), una hija de Ana Bolena que era considerada
por Roma y los católicos como una soberana ilegítima. Ello forzó a Isabel a reforzar la
política religiosa de su padre mediante la promulgación de una nueva Ley de Supremacía,
que reforzó con la aprobación de una liturgia anglicana (Ley de Uniformidad y Confesión
de Fé de 39 artículos). La Monarquía consolidó así bajo su total control la cuestión
religiosa lo que reforzó su poder.
V.3. El uso discrecional de la “prerrogativa regia”.
Isabel I era además considerablemente autoritaria y por ello no dudó en utilizar
ampliamente la “prerrogativa real” en virtud de la cual disponía de poderes considerables.
Podía suspender la aplicación de las leyes o dispensar a algunas personas del
cumplimiento de la ley; en caso de necesidad el rey podía establecer impuestos sin contar
con el Parlamento, encarcelar ciudadanos sin necesidad de juzgarlos o someterlos a
jurisdicciones de excepción como la “Star Chamber”. Además para gobernar Isabel I no
recurrió al Parlamento sino que se apoyó esencialmente en su Consejo Privado (Privy
Council) integrado por sus hombres de confianza entre los que destaca William Cecil.
12
13
El Parlamento quedó pues en la época de los Tudor notablemente preterido. Primero
porque la política de apropiación de bienes nobiliarios vacantes y la de expropiación de
bienes eclesiásticos había enriquecido considerablemente una Monarquía que en
consecuencia no necesitaba convocar al Parlamento salvo para imponerles la aprobación
de una norma determinada. Los diputados de Westminster aceptaron este estado de
cosas porque la Monarquía supo imponerse en la política exterior. Enrique VIII frente al
papado e Isabel I frente a Felipe II cuya Armada Invencible derrotó en 1588, acabando
con el peligro de una invasión de Inglaterra por la Monarquía Católica, lo que aseguró la
supremacía marítima de Inglaterra que pudo así iniciar la expansión colonial en el siglo
XVII. Por otra parte los Tudor contribuyeron decisivamente al enriquecimiento de la
burguesía, lo que en gran parte explica la docilidad de la Cámara de los Comunes.
VI. El Parlamento se impone a la Monarquía: Los Estuardo y las dos revoluciones
inglesas (1603-1688).
VI.1. Los presupuestos del conflicto entre el Parlamento y el Rey.
Al morir sin descendientes Isabel I subió al trono una nueva dinastía en la persona de
Jacobo I Estuardo (1603-1625). El nuevo rey era hijo de María Estuardo -quien había sido
decapitada en 1587 por orden de Isabel I- y era rey de Escocia cuando subió al trono
inglés, por lo que con su advenimiento se produce la “unión personal” de Inglaterra y
Escocia10. Jacobo I defendía una concepción absolutista de la Monarquía en la que
entendía que recibía el poder de Dios y que desobedecer al rey era como desobedecer a
Dios. Inicialmente Jacobo I pudo pensar que el Parlamento acostumbrado por un siglo de
sumisión a la Monarquía seguiría la senda de la docilidad. Sin embargo los diputados de
la Cámara de los Comunes estimaban que la “prerrogativa real” debía ser limitada por el
Parlamento y que la Asamblea podía acusar a un ministro aunque contase con la
confianza del monarca11. El conflicto estaba servido.
En política exterior el Parlamento además reprochaba al rey su política de relativa
sumisión frente a la Monarquía española12, el no apoyar a su yerno elegido rey de
Bohemia tras la Defenestración de Praga en la Guerra de los 30 años y el fracaso de la
flota inglesa que había acudido a socorrer a los protestantes asediados por Richelieu en
La Rochela. Unos fracasos que contrastaban con los éxitos del reinado anterior. Aunque
lo que más enfrentaba al rey con el Parlamento era la cuestión religiosa. Jacobo I había
vivido en Escocia sometido a Iglesia presbiteriana y por tanto se encontraba muy a gusto
10
Aunque la unión política no se realizaría hasta 1707.
11
De hecho los Comunes pretendieron juzgar en 1621 al filósofo y jurista Bacon que era a la sazón canciller
de Jacobo I, revitalizando un procedimiento que el Parlamento no utilizaba desde 1459.
12
Pretendió casar a su heredero –el futuro Carlos I- con una hija del rey de España, la Majestad católica por
excelencia. Al final el matrimonio se celebró con otra princesa católica, Enriqueta de Francia, una hermana de
su Cristiana Majestad Luis XIII de Francia, que era hija de Ana de Austria, una hemana de Felipe IV de
España.
13
14
con la idea de tener un control sobre la Iglesia anglicana. Por otra parte era tolerante con
los católicos. Ambos extremos disgustaron a la mayoría de los miembros de la Cámara de
los Comunes que eran mayoritariamente “puritanos” –tendencia más próxima al
protestantismo que al anglicanismo- y que en consecuencia detestaban a los católicos y
eran partidarios de que la Iglesia se independizase de la Monarquía.
VI.2. Estalla el conflicto bajo el reinado de Carlos I (1625-1649).
El conflicto latente durante el reinado de Jacobo I estalló durante el de su hijo Carlos I. El
nuevo monarca para empezar estaba casado con una princesa católica, Enriqueta de
Francia, una hermana de Luis XIII. Por otra parte dejó el gobierno en manos de un
incapaz, el duque de Buckingham y no dudó en gobernar de modo arbitrario, obligando a
los ricos a suscribir empréstitos forzosos, recurriendo a los tribunales de excepción para
juzgar a sus enemigos políticos, estableciendo impuestos sin autorización del Parlamento
y protegiendo a los católicos. Pronto el Parlamento consideró la situación inaceptable y en
1628 aprobó un texto llamado “Reivindicación de Derecho” en el que denunciaba las
ilegalidades cometidas por el monarca. Carlos I optó por no convocar más el Parlamento.
Durante once años Inglaterra vivió sin Parlamento y fue gobernada solo por el monarca al
más puro estilo del Absolutismo Clásico.
Las cosas se complicaron para el rey cuando el arzobispo de Canterbury, Laud, la
máxima autoridad religiosa de Inglaterra después del rey, decidió aproximar el
anglicanismo del catolicismo13. Laud sin embargo cometió el error de tratar de imponer el
principio del anglicanismo en Escocia lo que provocó la rebelión de los escoceses
presbiterianos que invadieron Inglaterra. Carlos I entonces no tuvo más remedio que
convocar el Parlamento en 1640 para poder financiar la guerra. Este Parlamento es
conocido por la historiografía como el “Parlamento Largo” pues estuvo abierto hasta 1653.
El Parlamento desde el primer momento fue abiertamente hostil al rey. Los diputados en
su mayoría puritanos dirigidos por los líderes Hampden y Pym presentaron en 1641 una
relación de quejas y agravios (Queja Solemne)14 y votaron la condena a muerte y
decapitación de los ministros regios Strafford (1641) y Laud (1645). Cuando el rey quiso
detener a los diputados Hampden y Pym estalló la revolución, seguida de una guerra civil
(1643-1648) entre los partidarios del rey (los católicos de Inglaterra e Irlanda, los
anglicanos del Norte y Oeste y los lores) y los de la Cámara de los Comunes (puritanos,
pequeños propietarios rurales, burgueses y habitantes de las ciudades –por ejemplo
Londres-).
VI.3. La victoria de Cromwell y la Inglaterra republicana (1649-1660).
El ejército del Parlamento obtuvo al final la victoria gracias a que fue reorganizado por un
diputado llamado Oliverio Cromwell (1599-1658) quien organizó un regimiento llamado de
los “hombres piadosos” en el que el mando se encomendaba por mérito y no en función
13
Fue esta actitud la que provocó la emigración de disidentes religiosos ingleses a América, siguiendo el
ejemplo de los puritanos del Mayflower. Hacia 1650 había ya más de 100.000 ingleses en el Nuevo Mundo.
14
En la que exigían entre otras cosas que cada ministro del rey tenía que ser aceptado por el Parlamento y
que el “Libro de rezos” oficial del anglicanismo debía ser modificado en el sentido puritano. Además se pedía
la supresión de los tribunales de excepción, los actos arbitrarios, el establecimiento de impuestos sin
autorización del Parlamento y se exigía que el monarca convocase el Parlamento una vez cada tres años.
14
15
del origen social. Pronto todo el ejército parlamentario siguió el modelo cromwelliano,
gracias a lo cual derrotaron decisivamente a los realistas en Naseby. Carlos I acabó
cayendo prisionero en 1647. Cromwell sin embargo no las tenía todas consigo y pronto se
enfrentó con el Parlamento que tenía miedo que el absolutismo regio fuese reemplazado
por una dictadura militar. El nuevo dueño de Inglaterra reaccionó expulsando a 150
diputados de Westminster y con este Parlamento reducido juzgó al rey que finalmente fue
condenado a muerte y decapitado (1649). Inglaterra dejó de ser una monarquía y se
convirtió en República.
Los temores del Parlamento se confirmaron sin embargo y Cromwell estableció una
dictadura. En 1653 disolvió lo que quedaba del Parlamento y se autootorgó el título de
“Lord Protector de la República”. Así gobernó sin oposición hasta su muerte, ocurrida en
1658. Previamente sin embargo había hecho votar la “Ley de Navegación” (1651) en favor
de la marina inglesa15, una medida que acompañó de una política expansionista dirigida a
satisfacer el orgullo de los ingleses. Intervino en Irlanda expropiando las mejores tierras
que entregó a ingleses protestantes, derrotó a los escoceses y proclamó en 1651 la Unión
de Inglaterra, Escocia e Irlanda. Se alió con Mazarino y obligó a la Monarquía Católica
española a firmar la Paz de los Pirineos (1659). Finalmente adquirió para Inglaterra la
ciudad de Dunkerke y la isla de Jamaica.
No obstante Cromwell no logró que su régimen perdurase. Su hijo le sucedió a su muerte
pero no tenía ni la capacidad ni la energía del padre. Los ingleses por otra parte estaban
hartos de la dictadura de los Cromwell y por eso el hijo de Oliverio no pudo hacer frente a
la rebelión del general Monk, el jefe del ejército de Escocia, quien entró en contacto con el
hijo de Carlos I que estaba refugiado en Holanda. Cuando éste aceptó gobernar de
acuerdo con el Parlamento y promulgar una amnistía, se reunió una Asamblea
Extraordinaria que votó el restablecimiento de la Monarquía en la persona de Carlos II
Estuardo. Once años después de la ejecución de su padre el nuevo rey entró
triunfalmente en Inglaterra.
VI.4. La restauración de los Estuardo y sus consecuencias constitucionales (16601688).
Carlos II (1660-1685) aceptó en principio las medidas aprobadas por el Parlamento Largo
en 1641 en la Queja Solemne. Se suprimieron las jurisdicciones de excepción, se prohibió
que el rey publicase ordenanzas contrarias a las leyes del Parlamento, que eximiese a
personas determinadas de la obediencia a las leyes o que estableciese impuestos sin
acuerdo del Parlamento. Por otra parte también se limitaron las represalias políticas y el
rey promulgó una amnistía. No obstante pronto el Parlamento entró en conflicto con el rey
por su política exterior ya que el monarca se alió con Luis XIV y sobre todo era
complaciente con los católicos. De hecho el monarca promulgó en 1672 una “Declaración
de indulgencia” en virtud de la cual suspendía por su propia autoridad las leyes dirigidas
contra los no anglicanos. El Parlamento replicó aprobando la Ley de la Prueba (“Bill of
test” (1673) que impedía a los católicos ser diputados u ocupar un cargo público.
15
El “Act of Navigation” establecía que cualquier mercancía proveniente de Asia, África o América debía de
ser transportada en barcos ingleses, y las provenientes de Europa por barcos ingleses o del país productor.
15
16
a) El Parlamento se organiza: surge el régimen de partidos.
La beligerancia parlamentaria contra el rey pronto se tradujo en la formación en la Cámara
de los Comunes de dos partidos que recibieron el nombre de “tories” y “whigs”16. Los
primeros eran anglicanos y fieles al monarca, mientras los segundos eran esencialmente
burgueses y opuestos a los Estuardo. Ello facilitó la formación de mayorías y encauzó la
acción del Parlamento que a partir de entonces pudo presionar al rey de un modo mucho
más eficaz.
b) La ley de Habeas Corpus (1679).
El hecho de que las mayorías de tories o de whigs se formasen independientemente de la
voluntad del monarca acentuó el control de la monarquía por parte del Parlamento. Así
por ejemplo en 1679 la Cámara de los Comunes pasó a ser controlada por los whigs lo
que propició la aprobación de una ley fundamental en la tradición constitucional inglesa: la
ley de Habeas Corpus que prohibía las detenciones arbitrarias sin intervención judicial. El
Rey decidió no convocar el Parlamento durante los últimos años de su reinado en protesta
por la aprobación unilateral de la norma, lo que pudo permitirse gracias al dinero que
recibía de Luis XIV. No obstante el conflicto entre Monarquía y Parlamento estaba
nuevamente servido. El pretexto iba a ser una vez más la cuestión religiosa.
VII. La consolidación constitucional del principio de sumisión de la Monarquía al
Parlamento (1688-1714).
VII.1. La segunda (y última) revolución inglesa (1688).
Al morir Carlos II en 1685 le sucedió Jacobo II. El nuevo rey era católico y estaba
dispuesto a restablecer el papismo. No obstante fue aceptado por el Parlamento porque
solo tenía dos hijas y las dos estaban casadas con príncipes protestantes. María con
Guillermo de Orange Estatúder de Holanda y Ana con el rey de Dinamarca. Se trataba
pues de esperar tranquilamente la muerte del rey. No obstante Jacobo II enviudó y
contrajo un segundo matrimonio con una princesa italiana católica. Lo peor para los
parlamentarios es que tuvo un hijo varón, lo que abría de nuevo la posibilidad de que el
trono inglés quedase en manos de una dinastía católica. Por ello en el Parlamento se
decidieron a reaccionar y ante el peligro del restablecimiento del “papismo” muchos tories
se unieron a los whigs para pedir a Guillermo de Orange, Estatúder holandés y yerno de
Jacobo II que se hiciese cargo del trono.
VII.2. La Declaración de derechos (1689).
Guillermo que necesitaba dinero para financiar la guerra que dirigía contra Luis XIV
aceptó y llegó en noviembre de 1688 a Inglaterra. Jacobo II sin embargo en vez de
enfrentarse a él optó por huir y refugiarse en Francia. Con ello dio pie a que el Parlamento
se reuniese en 1689 para constatar que el trono de Inglaterra había quedado vacante y
afirmar el derecho de la nación a escoger un monarca. Finalmente los parlamentarios
decidieron ofrecer la Corona a Guillermo de Orange, consorte de María la hija mayor de
Jacobo II, quien ostentaba desde la segunda mitad del siglo XVI el cargo de Estatúder en
16
Ambas denominaciones eran los motes con que despectivamente los designaban los adversarios. Los tories
eran los rebeldes irlandeses y los whigs los fanáticos presbiterianos de Escocia.
16
17
los Países Bajos17. No obstante antes de que los nuevos reyes se convirtiesen en
Guillermo III de Nassau, príncipe de Orange y rey de Inglaterra y Escocia (1688-1702), y
en María I, ambos hubieron de jurar solemnemente ante el Parlamento la Declaración de
derechos ("Bill of rights", 1689), una relación legislativa de libertades reconocidas en la
Carta Magna y en leyes posteriores que se convirtió en el tercer texto constitucional
escrito de la historia de Inglaterra18.
A esto se limitó la pomposamente llamada Revolución de 1688, una revolución más
pacífica y rápida que la primera, pero con efectos mucho más decisivos y rotundos desde
el punto de vista de la historia del constitucionalismo inglés19, por cuanto supuso la
victoria definitiva del Parlamento sobre el rey en Inglaterra.
VII.3. La Ley del Establecimiento (1701) o cómo el Parlamento prohibió que los
reyes de Inglaterra pudiesen ser católicos.
Guillermo III de Orange era yerno del depuesto Jacobo II al estar casado con la hija mayor
del ex monarca, María. Como la reina María murió en 1692 sin descendencia, el
Parlamento de Westminster, en previsión de que Guillermo III muriese sin descendencia como de hecho ocurrió-, aprobó en 1701 la llamada Ley del establecimiento
("Establishment Act"), una norma dirigida a evitar que el trono inglés pudiese ser ocupado
por un monarca católico. Se trataba pues de un nuevo texto jurídico de naturaleza
constitucional, esta vez concretamente dirigido a regular la sucesión al trono, un aspecto
esencial del derecho público inglés. En virtud de la citada norma, al morir Guillermo III sin
descendencia se designó como heredera del trono a la segunda hija de Jacobo II, Ana,
viuda del rey de Dinamarca y también protestante como su hermana mayor la reina María.
17
Tras la sublevación contra Felipe II las Provincias Unidas –los Países Bajos del Norte- se habían constituido
en República. No obstante pronto se reinstauró una nueva monarquía en los descendientes de Guillermo de
Orange, el héroe de la revuelta antiespañola, aunque inicialmente no se llamaron reyes sino que ostentaban el
poder ejecutivo que recaía en el funcionario más importante del nuevo estado: el Estatúder. Los holandeses
eran el símbolo de la resistencia protestante frente a las monarquías católicas (España, Francia y el Imperio).
18
Entre otras cosas la “Declaración de Derechos” establecía que “el rey no puede suspender la aplicación de
las leyes, recaudar impuestos ni tener un ejército permanente en tiempo de paz sin permiso del Parlamento.
Las elecciones y las discusiones en el Parlamento deben ser libres. El Parlamento debe ser convocado con
frecuencia. Nadie puede ser molestado por las peticiones que dirija al rey. La justicia debe ser pura y
clemente. Todos los cultos protestantes deben poder ser practicados libremente”.
19
El término constitución no hace referencia necesariamente a la existencia de una “constitución” escrita en
sentido estricto, sino a la organización de los poderes públicos en un Estado concreto, cuyos rasgos básicos
pueden estar perfilados por el uso consuetudinario, como es el caso de Inglaterra que en el siglo XXI sigue sin
tener una constitución escrita, pero si tiene desde luego derecho constitucional y derecho público. Aunque el
“Bill of rights” no se refiere directamente a la organización del Estado inglés si puede considerarse un
documento constitucional en la medida en que recoge una relación de principios fundamentales que al tener
.
carácter jurídico deben ser respetados por el rey.
17
18
VII.4. Ana I (1702-1714): la formación del “Reino Unido” y la consolidación de la
preeminencia legislativa del Parlamento.
a) Surge el Reino Unido (1707).
Durante el reinado de Ana I tiene lugar un acontecimiento trascendental. Concretamente
ocurre en 1707 cuando se produce la definitiva unión de Inglaterra y Escocia20, pues el
Parlamento de Westminster temiendo que los escoceses a la muerte de Ana I escogiesen
como rey al hijo católico de Jaime II propusieron a los escoceses un pacto de integración
en virtud del cual Escocia conservara su Iglesia estatal presbiteriana, sus leyes y sus
tribunales pero se les ofreció que sus diputados y sus lores se sentaran en el Parlamento
de Westminster al lado de sus colegas ingleses. La aceptación escocesa permitió la
aprobación de la Ley de Unión (Union Act) y el surgimiento del "Reino de Gran Bretaña".
Se pasa así de una mera unión personal a una unión política y quedó así fijada la nueva
bandera del Reino Unido, el “Union Jack” que incluye tres enseñas en una: la de
Inglaterra, la de Escocia y la del País de Gales.
b) La consolidación consuetudinaria de la preeminencia legislativa del Parlamento.
Con todo, desde el punto de vista del derecho público, lo más trascendental para la
historia constitucional inglesa fue que Ana I consolidó la preeminencia legislativa del
Parlamento de Westminster, pues siguiendo la costumbre instaurada por su cuñado y
predecesor, jamás opuso su veto a ley alguna votada por las dos cámaras del
Parlamento. Desde entonces ninguno de los sucesivos monarcas ingleses vetaron las
leyes aprobadas en Westminster. Un principio tan fundamental sin embargo nunca se
puso por escrito en una ley, lo que no ha impedido que el referido uso constitucional haya
sido desde entonces respetado por la monarquía.
VIII. El advenimiento de la dinastía de Hannover y la formación del régimen
parlamentario (1714-1832).
Tras consolidarse en el curso del siglo XVII como monarquía constitucional, la monarquía
inglesa se convierte paulatinamente en el curso del siglo XVIII en un "régimen
parlamentario", expresión que significa que el Parlamento es el poder preponderante en
detrimento del rey. El proceso no fue sin embargo el resultado de unos planteamientos
teóricos sino una vez más la consecuencia de las circunstancias históricas que atravesó
Inglaterra en el siglo XVIII.
20
Esta unión había sido formada por Cromwell de modo pasajero entre 1651 y 1660. Ambos reinos estaban
unidos por unión personal –en la que cada reino conservaba su propio derecho y sus instituciones públicas
constitucionales- desde que en 1603 Jacobo I Estuardo –VI de Escocia- accedió al trono inglés. Entre 1651 y
1660 esta unión se había convertido en territorial gracias al Lord Protector, pero el fin de la dictadura
cromwelliana devolvió a la unión entre Inglaterra y Escocia su carácter estrictamente personal. El
destronamiento en 1689de Jacobo II Estuardo puso en tela de juicio incluso el principio de la unión personal.
Ello se resolvió finalmente en 1707 por virtud de la “Union Act” (Ley de la Unión”).
18
19
VIII.1. La consolidación de la nueva dinastía: El final del "jacobismo".
En 1714 tras la muerte de la reina Ana, en virtud de la Ley del Establecimiento, se
convirtió en rey de Inglaterra el elector de Hanover con el nombre de Jorge I (1714-1727).
Fue el primero de los tres Jorges que reinarían en Inglaterra hasta bien entrado el siglo
XIX, pues A Jorge I de Hanover le sucedieron Jorge II (1727-1760) y Jorge III (17601820); aunque los últimos años del largo reinado de éste último fueron marcados por la
promulgación de una ley de regencia (1811) debida a un ataque de enajenación mental
del monarca.
A pesar de la Ley del Establecimiento de 1701 buena parte de los "tories" seguían siendo
"jacobitas", esto es partidarios de Jacobo Estuardo, hijo de Jacobo II (Londres 1633- Saint
Germain en Laye 1701) el rey depuesto en 1688. Su hijo Jacobo Eduardo Estuardo,
llamado el Pretendiente o el Caballero de San Jorge (Londres 1688- Roma 1766) fue
reconocido en 1701 rey de Inglaterra por Luis XIV de Francia y desde entonces trató
infructuosamente de hacerse con el trono inglés. Los jacobitas ingleses protagonizaron
sendos levantamientos en 1715 y 1746 pero fueron aplastados en ambas ocasiones.
Hacia 1760 el partido jacobita había desaparecido.
VIII.2. El surgimiento del régimen parlamentario.
Como consecuencia de todos los acontecimientos descritos la monarquía abandonó en
Inglaterra gradualmente su carácter absolutista, no sólo en espíritu y filosofía, sino
también formalmente y desde un punto de vista político y jurídico por cuanto el rey dejó de
dirigir el gobierno y se convirtió en una figura simbólica que se limitaba a representar al
Estado. El rey pasó a reinar sin gobernar. El gobierno quedó en manos de los ministros,
dirigidos por uno de ellos que pasó a denominarse primer ministro, y cuya función inicial
fue rendir cuentas al rey de lo tratado en las reuniones del gabinete. En la medida en que
el gobierno a su vez debía contar con la confianza de la mayoría de los diputados que
formaban parte de la Asamblea de representantes o Parlamento, este nuevo sistema
jurídico público de gobierno pasó a llamarse "parlamentario". El sistema, surgido en
Inglaterra en el siglo XVIII, acabaría imponiéndose en Europa en el curso del siglo XIX y
sigue siendo el sistema que por ejemplo tiene actualmente la España democrática. .
a) De la monarquía constitucional a la monarquía parlamentaria.
A pesar de los evidentes progresos constitucionales que reflejaba el Estado del Reino
Unido
en 1714, cuando accede al trono inglés la dinastía de Hannover, es innegable que el rey
conservaba aún en Inglaterra grandes poderes. Dirigía personalmente la administración y
la diplomacia, nombraba y revocaba a su antojo a sus ministros, que no eran solidarios
entre sí. Por otra parte ninguno de ellos ejercía la dirección del gabinete por lo que la
única cabeza visible del gobierno era el propio rey. En el curso del siglo XVIII este estado
de cosas evolucionaría sin embargo en el sentido de desvincular de la figura real la
función de gobierno que pasó a estar en manos no del monarca sino del Parlamento,
razón por la que este modelo de Estado es conocido como régimen parlamentario21. Tal
21
Se entiende por régimen parlamentario aquél sistema de gobierno en el que los ministros del poder
ejecutivo son elegidos entre los miembros del partido que tiene mayoría en el Parlamento, y más
concretamente en la Cámara de los Comunes, por haber ganado las elecciones. El gabinete ministerial aparece
19
20
transformación fue el resultado de todo un concurso de circunstancias. La primera de ellas
el desconocimiento de la lengua inglesa por parte de los primeros monarcas ingleses de
la dinastía de Hannover.
b) Los orígenes lingüísticos del régimen parlamentario.
En el curso de los reinados de Jorge I (1714-1727) y Jorge II (1727-1760) Inglaterra se
adentró sin embargo tímidamente en la vía del régimen parlamentario. Lo que se debió
inicialmente a la condición de extranjeros de estos dos primeros monarcas de la casa de
Hannover22. Ni Jorge I ni Jorge II hablaban inglés y por ello no podían presidir las
reuniones de sus ministros. Esta circunstancia tuvo una consecuencia esencial en la
historia constitucional inglesa pues durante 46 años los monarcas no asistieron a las
deliberaciones del gobierno, lo que de hecho supuso dejarlo en manos de sus ministros.
Surgió así la costumbre de que uno de ellos informase a los reyes - en francés o en latínacerca de lo tratado en las reuniones del gabinete ministerial y recíprocamente hiciese
llegar a sus colegas el punto de vista del soberano.
c) Sir Robert Walpole (1721-1742) y la consolidación consuetudinaria de la figura del
"primer ministro".
Durante más de veinte años (entre 1721 y 1742) esta función de intermediario fue
desempeñada por una misma persona sir Robert WALPOLE, conde de Oxford (Houghton
1676-Londres 1745) y entonces el jefe del partido Liberal. Tal longevidad resultó
determinante para que el carácter de Walpole y su ideario político permitiesen la
consolidación del régimen parlamentario. Walpole era de natural autoritario gracias a lo
que poco a poco consiguió que el rey cesara a aquellos de sus colegas ministros que no
compartían sus ideas. Gracias a ello logró constituirse en director de un gabinete
homogéneo, presidido por él como "Primer ministro". Por otra parte, Walpole consideraba
que los ministros deben poseer no solo la confianza regia sino también -y ello era
profundamente novedoso- la del Parlamento. Por este motivo, cuando la mayoría de los
diputados de Westminster le reprocharon su política pacifista frente a Francia dimitió, a
pesar de que contaba con la confianza de Jorge II.
d) William Pitt el viejo, ministro a pesar del rey (1757).
Otro paso decisivo en la instauración del régimen parlamentario en Inglaterra ocurrió en
1757 cuando la opinión pública inglesa, tras una guerra en la que Inglaterra había sido
severamente derrotada por Francia, impuso al rey el nombramiento de William Pitt "el
viejo", también conocido como Lord Chatham (Westminster 1708-Hayes 1778), en un
movimiento de ardor patriótico. La elocuencia de Pitt, su absoluta honestidad y sobre todo
dirigido por uno de sus miembros que recibe el nombre de Primer Ministro. La esencia de este sistema de
gobierno radica en que la designación del gobierno no depende del rey sino del órgano representativo, de
forma que si el gabinete pierde una votación parlamentaria en alguna cuestión importante todos sus miembros
deben presentar la dimisión por entender que han perdido la confianza de la mayoría de los parlamentarios
que sostienen el gobierno.
22
Tanto Jorge I (1714-1727), como su hijo Jorge II (1727-1760) eran príncipes alemanes -como Catalina la
Grande Rusia, por cierto- preocupados por su estado de origen: el electorado de Hanover- hasta un punto en el
que ni siquiera llegaron a aprender a hablar correctamente inglés y preferían expresarse en francés o en su
idioma materno el alemán.
.
20
21
su ardiente patriotismo, unido a la fe que tenía en el destino de su patria habían
convertido a Pitt en el político más popular de Inglaterra. Por ello Jorge II, a pesar de la
antipatía personal que el monarca sentía por el carácter independiente y autoritario de
Pitt, se resignó a confiarle el ministerio de la Guerra y el de Asuntos Exteriores. Pitt
desempeñó ambas carteras entre 1757 y 1761 con absoluta eficacia pues en esos
primeros cuatro años consiguió que Inglaterra recuperase el control de los mares y
extendiese sus dominios coloniales en la India y el Canadá.
e) Jorge III y el último intento absolutista en Inglaterra.
Con la llegada al trono de Jorge III (1760-1820) la actitud real frente al Parlamento cambió
radicalmente. El nuevo rey tenía un carácter autoritario que chocó desde el primer
momento con el de William Pitt, a quien el monarca obligó a dimitir en 1761. Jorge III
además había nacido en Inglaterra y por ello, a diferencia de sus dos predecesores,
hablaba inglés perfectamente. Ambas circunstancias le llevaron a tratar de gobernar por sí
mismo y a imponer a sus ministros su real criterio. Para ello tuvo inicialmente que
doblegar al Parlamento. Inicialmente no pudo hacer frente a la Asamblea de Westminster
y tuvo que admitir nuevamente a Pitt como Primer ministro entre 1766 y 1768. No
obstante gracias a que se dedicó a comprar sin complejos de ninguna índole a electores y
diputados Jorge III acabó por conseguir un Parlamento dócil al que consiguió imponer
como primer ministro a Lord North. Este intento de restablecer el sistema de gobierno
existente en 1714 fracasaría sin embargo por dos razones: el asunto Wilkes y la Guerra
de la Independencia de las colonias americanas (1776-1783).
El asunto Wilkes y el nacimiento de la opinión pública (1770).
El asunto Wilkes supone el surgimiento por vez primera de la opinión pública en Inglaterra
como fuerza política. John Wilkes (1727-1797) era un diputado de la Cámara de los
Comunes que comenzó a atacar en su periódico "The North Briton" la política del rey,
motivo por el que Jorge III decidió ordenar su arresto. La actuación real fue sin embargo
considerada injusta por la mayoría de la opinión pública inglesa contraria a la violación de
la inmunidad parlamentaria y de la libertad de prensa. En 1768 Wilkes fue reelegido
diputado, pero por orden del rey el Parlamento declaró nula su elección. Elegido una
segunda vez, su elección fue nuevamente invalidada por las Cámaras. Aunque esta vez el
escándalo en la opinión pública fue de tal envergadura que aparecieron multitud de
panfletos en los que se reprochaba de modo violento al rey y a la Cámara de los
Comunes su falta de respeto al derecho de los electores a elegir libremente a un
candidato. La presión fue eficaz pues consiguió que el Parlamento aprobase en 1770 una
ley en virtud de la cual se permitía a los periodistas publicar las sesiones parlamentarias.
Ello se tradujo en la fundación de algunos periódicos importantes, entre los que destaca el
Times de Londres. La prensa se convirtió de este modo en el instrumento político de la
opinión pública que hizo así su irrupción en la vida política inglesa.
La independencia de los EEUU y el fin del absolutismo en Inglaterra (1783).
La autoridad de Jorge III, bastante debilitada por el asunto Wilkes, se debilitó aún más
cuando las colonias inglesas de América del Norte lograron independizarse de la Corona
inglesa tras la rebelión de 1776, un movimiento que fue sobre todo el resultado de la
intransigencia de Jorge III quien se negó a no hacer concesión alguna a los colonos
americanos. Así cuando en 1782 Jorge III se vio obligado a reconocer la independencia
de las trece colonias, el gran descontento general le obligó a aceptar como Primer
21
22
ministro a uno de los jefes de la oposición, quien, se atrevió a formar su gobierno sin
consultar previamente su composición con el monarca.
f) William Pitt el Joven (1783-1801 y 1804-1806), un ministro impuesto por el rey,
consolida el régimen parlamentario.
Jorge III inicialmente logró orquestar una violenta campaña de opinión contra el nuevo
ministerio hasta que consiguió su caída. Después, en contra de la opinión de las Cámaras
puso al frente del gobierno al segundo Guillermo Pitt, llamado "el joven" (Hayes 1759 Putney 1806), un hijo de lord Chatham que fue puesto en minoría por el Parlamento hasta
16 veces. No obstante el joven Pitt no solo no accedió a presentar su dimisión sino que
disolvió la Cámara de los Comunes y convocó unas elecciones en las que gracias a la
corruptelas electorales el partido realista obtuvo una amplia mayoría. Pitt lograría de este
modo estar al frente del gobierno inglés 18 años (1783-1801). No obstante Pitt no
consolidó el absolutismo regio pues su talante personal le hizo buscar el apoyo no solo
del rey sino también del Parlamento y de la opinión pública. Una actitud que determinó
que en el curso de su largo mandato se consolidaran los mecanismos del régimen
parlamentario.
g) Incorporación de Irlanda al Reino Unido (1801).
Irlanda, un territorio duramente colonizado por Cromwell, estaba mayoritariamente
poblado por católicos y mantenía su propio Parlamento en Dublín, aunque la asamblea
estaba más o menos controlada por el Gobierno de Londres gracias a los terratenientes
protestantes instalados en Irlanda desde el siglo XVII. Una rebelión (1797-1798)
constituyó el pretexto para que el Gobierno inglés forzase la integración política en el
Reino Unido. El sometimiento de la rebelión por la fuerza de las armas fue consolidado
por la intervención de Pitt quien emprendió la tarea de sobornar al Parlamento de Dublín;
algo en lo que empleó la impresionante suma de 20 millones de libras. Una política que
sin embargo dio sus frutos por cuanto el 22 de enero de 1799 el Gobierno irlandés
introdujo la propuesta de unión legislativa entre Inglaterra e Irlanda y el 21 de mayo de
1800, Castlereagh, cuyo patriotismo se había esfumado hacía tiempo logró una mayoría
de sesenta votos a favor del bill unificador. El 2 de julio el Parlamento de Westminster
confirmó la unión y el 7 de julio desapareció el Parlamento irlandés. Un decreto real
decretó que la unión entrase en vigor el 1 de enero de 1801. Irlanda estaría oficialmente
unida a Gran Bretaña hasta 1949, aunque con graves problemas desde la segunda mitad
del siglo XIX, que aún siguen en relación con la Provincia del Ulster (Irlanda del Norte)..
h) Descrédito de la Monarquía y consolidación del régimen parlamentario.
Terminado el período de la Revolución Francesa23 y superado el enfrentamiento con
Napoleón, Inglaterra en 1815 se encuentra paradójicamente con una monarquía
desacreditada por la locura de Jorge III y la conducta indecorosa de su hijo, el regente,
futuro Jorge IV (1820-1830). Esta circunstancia acaba de consolidar el régimen
23
Ideológicamente la Revolución francesa tuvo sus partidarios en Inglaterra como Thomas Paine (17371809) defensor del radicalismo democrático y partidario de la soberanía popular y la abolición de la
monarquía, autor de una obra llamada “Derechos del Hombre” (1792). Frente a él surgió el conservador
Edmund Burke (1729-1797) que se había opuesto a la violencia revolucionaria en su obra “Reflexiones sobre
la Revolución en Francia (1790), una obra que tuvo gran repercusión en Europa.
22
23
parlamentario favoreciendo el control del Gobierno por parte del Primer Ministro nombrado
por la mayoría parlamentaria. Faltaba sin embargo dar un paso más cual era el de
democratizar el propio Parlamento que en las primeras décadas del siglo XIX era una
asamblea dominada por la oligarquía inglesa, sin que la mayor parte de la población del
Reino Unido tuviese opción a elegir sus representantes en Westminster.
IX. La democratización del régimen parlamentario (1832-1924).
IX.1. El régimen parlamentario como instrumento político de la oligarquía inglesa.
Si el triunfo del Parlamento sobre la monarquía por la vía de la instauración del régimen
parlamentario constituye el final del absolutismo, sin embargo no supone en absoluto la
instauración de un sistema democrático en Inglaterra. Sencillamente porque el
Parlamento inglés que toma el poder en el siglo XVIII no era en absoluto democrático en
el sentido actual del término. En realidad se trataba de una asamblea que mantuvo
durante toda la centuria la misma organización medieval y que se encontraba dominada
por la oligarquía terrateniente y mercantil, un porcentaje muy pequeño de la población
total del Reino Unido.
La Cámara de los Lores seguía estando integrada por aristócratas cuya condición era
hereditaria, mientras que los miembros de la Cámara de los Comunes eran elegidos por
condados y ciudades. No obstante, los electores distaban mucho de votar libremente,
pues estaban sometidos -por intimidación o corrupción- a la influencia del rico
terrateniente de turno que les imponía su candidato. Algo que era sobre todo frecuente en
las poblaciones más pequeñas, llamadas "burgos de bolsillo" o "burgos podridos" (rotten
boroughs). Por otra parte en las Cámaras los diputados se agrupaban en torno a una
persona influyente al que llamaban "patrón" y del que eran los "amigos". Había así
"amigos" del rey, "amigos" de los distintos ministros, o "amigos" de determinado lord o
diputado.
En estas condiciones los ministros procuraban vincularse el mayor número posible de
"amigos" para reforzar su poder. Lo que conseguían la mayor parte de las veces
mediando ante el rey para que otorgase oficios en la administración o el ejército,
pensiones, monopolios, o simplemente, dinero. Este sistema, que los ingleses llamaban
"patronato" (patronage), fue una práctica común en la vida política inglesa hasta bien
avanzado el siglo XIX.
IX.2. Los conservadores en el poder.
Si durante la mayor parte del siglo XVIII los whigs habían controlado el Parlamento, la
derrota inglesa en América del Norte (1783) determinó la vuelta de los tories al Gobierno.
La mayoría conservadora se consolida tras el estallido de la Revolución Francesa y sobre
todo tras el rebrote patriótico que provoca el enfrentamiento con Napoleón. Es a este
respecto significativo que Wellington, el vencedor de Waterloo24 llegara a ser uno de los
primeros ministros conservadores de este período que se extiende hasta 1830, momento
24
Sir Arthur Wellesley duque de Wellington era un noble irlandés. No obstante, desde 1801 Irlanda estaba
integrada en el Reino Unido.
23
24
en el que la revolución burguesa que sustituye en Francia la monarquía absoluta por la
Monarquía constitucional de Luis Felipe de Orleáns permite el regreso de los whigs al
poder con Charles Grey (1830-1834). El gobierno de los whigs será trascendental ya que
entre otras cosas logrará que el Parlamento de Westminster apruebe una trascendental
reforma electoral que abrirá el camino de la democratización de la Asamblea.
IX.3. La reforma electoral de 1832.
Frente a los dos partidos tradicionales de los whigs y de los tories aparecidos en la
segunda mitad del siglo XVII, apareció hacia 1760 otro partido minoritario, el de los
radicales que defendían el sufragio universal, la igualdad religiosa y la supresión de la
esclavitud en las colonias. A partir de la radicalización de la Revolución Francesa en 1792
fueron expulsados de Inglaterra como “jacobinos”, pero tras el Congreso de Viena (1815)
los radicales volvieron a estar presentes en el Parlamento de Westminster, en gran parte
por las dificultades económicas a las que se enfrenta Inglaterra en las primeras décadas
del siglo XIX, consecuencia en gran medida del bloqueo continental decretado por
Napoleón tras la derrota de Trafalgar (1805), que provocan agitaciones populares que son
duramente reprimidas por Wellington.
Tras el estallido de la revolución de julio de 1830 en Francia el Parlamento pone en
minoría a Wellington y vota la elección del aristócrata Earl Grey para encabezar el
Gobierno con objeto de poder hacer frente a la creciente agitación revolucionaria en
Inglaterra. Tras consolidar su mayoría parlamentaria en unas nuevas elecciones, las
primeras ganadas por los whigs tras cincuenta años de hegemonía tory, Grey logró que la
Cámara de los Comunes aprobase el principio de una reforma electoral. Le costó algo
más convencer a la Cámara de los Lores y al rey Guillermo IV (1830-1837), en principio
opuestos al cambio, pero el peligro de la agitación social permitió al final el triunfo de Grey
y la reforma electoral fue finalmente aprobada en junio de 1832.
Esta reforma electoral es trascendental por cuanto modifica el sistema electivo fijado
consuetudinariamente en la etapa medieval. Un sistema que aseguraba el total control de
las Cámaras por la oligarquía terrateniente y financiera. La nueva ley electoral modificaba
el sistema tradicional en dos puntos concretos: la redefinición de las circunscripciones
electorales y la rebaja de la franquicia electoral, esto es la suma dineraria de ingresos que
permitía acceder a la condición de elector.
En primer lugar perdieron su derecho a elegir diputado 143 “burgos podridos” (rotten
boroughs) que mantenían su representación desde la Edad Media a pesar de estar
prácticamente deshabitados. Estos escaños fueron redistribuidos en nuevos condados y
sobre todo en las nuevas ciudades industriales como Manchester o Birmingham. De esta
forma aunque persistía la preponderancia de la Inglaterra rural por vez primera entraba en
el Parlamento la nueva Inglaterra industrial. En segundo lugar la franquicia para acceder a
la condición de elector se rebajó de forma que Inglaterra pasó de 400.000 electores a
tener más de 650.000. Lo cual era una cifra respetable teniendo en cuenta que Inglaterra
con el País de Gales tenía una población de 14 millones de habitantes y que Francia,
incluso después de la Revolución de 1830, con una población de más de 32 millones
apenas sumaba 170.000 electores.
Fue sobre todo la burguesía la que se benefició de la reforma de 1832 y las masas
populares siguieron sin tener representación parlamentaria. Sin contar con que el voto no
fue secreto hasta 1872. No obstante el principio de un reparto de los escaños más
24
25
adecuado a la realidad económica, demográfica y social y el de la rebaja progresiva de la
franquicia electoral abrieron el camino para que en el curso del siglo XIX el régimen
parlamentario inglés avanzase hacia una clara democratización.
Renovación de los partidos.
Tras la reforma de 1832 los whigs siguieron en el poder casi una década25. Los tories
volvieron al gobierno con Robert Peel entre 1841 y 1846, quien fue sustituido por el
gabinete whig de Lord John Russell que gobierna entre 1846 y1852. A partir de esa fecha
desaparecen los partidos tradicionales, o mejor dicho cambian de denominación pues los
tories pasan a denominarse conservadores (conservative) y los whigs se transforman en
liberales. Estos últimos lograrían gobernar entre 1855 y 1865 gracias a que tuvieron como
líder a una persona muy destacado: el Vizconde Palmerston..
IX.4. Hacia el sufragio universal.
a) La reforma electoral de 1867.
En 1866 el canciller Gladstone, ministro del Gobierno liberal presidido por John Russell
propuso una modificación de la ley electoral de 1832 en un sentido más democrático. El
proyecto fue rechazado y el Gobierno cayó siendo reemplazado por otro presidido por el
conservador Derby. Los sindicatos (trade unions26) reaccionaron organizando
movilizaciones que en Londres fueron muy violentas. Fue entonces cuando el canciller
Disraeli, ministro del gabinete Derby, convenció a los miembros de su partido de la
necesidad de ampliar la base electoral de los conservadores por la vía de atraer
elementos populares, algo de lo que logró convencer a sus compañeros de partido.
Gracias a ello al final consiguió que se aprobase en 1867 una ley mucho más liberal que
la inicialmente propuesta por Gladstone27. La reforma impuso un nuevo reparto de
circunscripciones, que se tradujo en un aumento de escaños favorable a las regiones
industrializadas, y una nueva rebaja del censo electoral, sobre todo en las ciudades, que
duplicó el número de electores. Los beneficiarios de la ley fueron esta vez los obreros
cualificados de mayor nivel de renta.
b) La “normalización” de la alternancia.
25
Con una pequeña interrupción de algunos meses en que gobernaron los conservadores con Wellington y
Robert Peel. A partir de 1834 volvieron los whigs conb William Lamb vizconde de Melbourne quien estuvo
en el poder hasta 1841.
2626
En 1825 los sindicatos (trade unions) fueron tolerados aunque no legalizados plenamente. Gracias a ello
en 1851 se creó la Unión de los Mecánicos y en 1860 la de los Carpinteros. Ambas formaron una Junta para
coordinarse que acabó dirigiendo el movimiento obrero. No obstante la Junta no perseguía objetivos políticos
(ni siquiera tenían como objetivo pedir que el Estado interviniese a favor de los obreros) sino exclusivamente
buscaban ventajas corporativas (mejoras salariales y de las condiciones del trabajo). La Junta sin embargo
condenaba la violencia e incluso el recurso a la huelga.
27
El jefe del Gobierno, Edward Stanley Earl de Derby, calificó la reforma de “un salto hacia lo oscuro”.
25
26
Como consecuencia de la reforma electoral de 1867 el régimen parlamentario alcanzó su
velocidad de crucero lo que permitió que los dos partidos conservador y liberal se
alternaran en el poder de modo regular: Los liberales de Gladstone entre 1868 y 1874, los
conservadores con Disraeli de 1874 a1880. A esta “normalización” de la alternancia, que
tranquilizó considerablemente el debate político, no fue ajeno el creciente prestigio que
dio a la Monarquía el largo reinado de Victoria I (1837-1901), sin duda el momento
culminante del poderío y prestigio británicos. Ello permitió avanzar considerablemente en
el camino de la democratización del sistema gracias a dos reformas electorales claves
ambas debidas al liberal Gladstone: el voto secreto y la tercera reforma electoral de 1884.
.
c)Las reformas de 1872 y 1884.
El siguiente paso en al democratización del sistema electoral lo dio el primer ministro
liberal Gladstone (1868-1874 , 1880-1885, 1886 y 1892-1894) cuando adoptó el sistema
electoral australiano del voto secreto en 1872. En su siguiente mandato (1880-1885)
además logró que el Parlamento aprobase la cuarta reforma electoral desde 1832. La
Reforma de 1884 extendió a los condados las condiciones electorales fijadas para las
ciudades en 1867. Además el mapa político de las circunscripciones electorales se
uniformizó en todo el país de modo que, con la salvedad de las grandes ciudades que
recibieron el privilegio de elegir varios diputados, el Reino Unido fue dividido en una serie
de circunscripciones, cada una de las cuales elegía un diputado. Con ello el número de
electores pasó de tres a cinco millones.
A partir de 1885 Inglaterra tuvo un régimen razonablemente democrático en el que sin
embargo concurrían aún algunas anomalías sorprendentes ya que solo tenían la
condición de elector los propietarios o los arrendatarios. Lo que significaba que los hijos
mayores de una familia que vivían con sus padres, los miembros del servicio doméstico,
los obreros que residían en casa de su patrono (lo que representaba aproximadamente
una cifra cercana a los dos millones de adultos en 1885) no tenían derecho de voto. En
cambio quienes poseían o arrendaban inmuebles en circunscripciones electorales
distintas podían votar varias veces, lo que provocaba que las elecciones durasen varios
días.
d) Por fin el sufragio universal (1918-1928).
El régimen parlamentario británico no se democratizaría del todo hasta después de la
Primera Guerra Mundial, cuando desapareció el requisito de ser propietario o arrendatario
en nombre propio para acceder a la condición de elector. A partir de 1918 bastó con
cumplir una edad determinada: 21 años para los varones y 30 para las mujeres. A partir
de 1928 la edad de voto de las mujeres se equiparó a la de los hombres. Desde entonces
el régimen parlamentario del Reino Unido fue plenamente democrático.
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