Download Consecuencias del cambio climático en la salud de la
Document related concepts
Transcript
CONSECUENCIAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO EN LA SALUD DE LA POBLACIÓN MUNDIAL Manuel Vázquez Romero, septiembre de 2004 CONSECUENCIAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO EN LA SALUD DE LA POBLACIÓN MUNDIAL ÍNDICE 1.-INTRODUCCIÓN. 2.-EL CAMBIO CLIMÁTICO. 3.-CONSECUENCIAS SOBRE LA SALUD HUMANA: 3.1. Olas de calor. 3.2. Calor y contaminación ambiental. 3.3. Fenómenos climáticos extremos: sequías e inundaciones. 3.4. Alteración en la distribución geográfica de las enfermedades. 3.4.1. Enfermedades transmitidas por vectores. 3.4.2. Enfermedades transmitidas por el agua. 3.5. Consecuencias sobre la alimentación. 3.6. El sol, la radiación ultravioleta y el cambio climático. 3.7. El deshielo. 3.8. Efectos derivados de movimientos demográficos y geopolíticos. 3.9. Otras consecuencias. 3.10. Resumen. 4.-DISCUSIÓN DEL PROBLEMA: 4.1. La “cuestión energética”. 4.2. Problemática económica y modelo de desarrollo. 4.3. Las fuentes de energía alternativas. 4.4. El “falso ecologismo” y el rigor científico. 4.5. La opinión pública, la concienciación social y los medios de comunicación. 4.6. El papel de la clase política. 4.7. Costes económicos, importancia histórica y reflexión ética. 2 5.-PROPUESTA DE MEDIDAS: 5.1. Medidas para minimizar el calentamiento global. 5.2. Medidas para minimizar las consecuencias sanitarias del calentamiento global. 5.3. Algunas medidas específicas a nivel nacional. 6.-CONCLUSIONES. 7.-REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS. 3 1.-INTRODUCCIÓN 1.-INTRODUCCIÓN Desde la segunda mitad del siglo XX se viene hablando del desarrollo de un posible cambio en el clima de nuestro planeta. El clima es una combinación de diversas 4 variables físicas como son la temperatura, la humedad, el viento, la presión atmosférica o las precipitaciones, entre otras. Variables que se van sucediendo a lo largo del tiempo en las distintas regiones del globo. Por tanto parece difícil valorar si un fenómeno variable por definición está efectivamente cambiando o no. Sin embargo también se sabe que el clima sigue unos patrones característicos según el lugar y el tiempo en función de numerosos elementos como la proximidad al mar, la latitud, la altitud y muchos otros. De este modo los climatólogos definen distintos climas según las diferentes regiones por lo que finalmente sí es posible afirmar que nuestro planeta tiene un clima determinado compuesto por un sinfín de subclimas regionales. Y gracias a la medida de miles de variables es posible determinar si el clima de una región o del planeta sigue su patrón habitual o experimenta alguna variación. Por otro lado se sabe que a lo largo de la dilatada historia de nuestro planeta el clima no ha sido siempre el mismo y que ha ido variando según las épocas en función de las concentraciones de los gases en la atmósfera o de la distinta intensidad de la radiación solar. En este sentido es importante recordar el fenómeno de las glaciaciones para demostrar que el clima de nuestro planeta no es algo inmutable sino que puede cambiar y, de hecho, cambia. Diversos estudios han ido demostrando que en las últimas décadas se está produciendo un progresivo aumento de la temperatura del planeta, el cual a su vez está ocasionando diversas alteraciones climáticas secundarias. Lo anómalo de la situación es que, según los expertos, dicho calentamiento está ocurriendo a una velocidad mucho mayor que la explicable únicamente por causas naturales. El origen de todo ello es el progresivo aumento de la concentración atmosférica de unos gases que originan un curioso fenómeno denominado "efecto invernadero" y que más tarde se explicará con detalle. Dichos gases son un resultado directo de la actividad humana ya que proceden de la combustión de diversas fuentes de energía como el petróleo, el gas o el carbón. Esta situación descrita puede acentuarse durante el siglo XXI debido a un mayor aumento de la concentración atmosférica de dichos gases, motivo por el que existe una creciente preocupación sobre las posibles consecuencias que dicho cambio climático puede tener para la población humana. Algunos investigadores comienzan a detectar importantes consecuencias sobre la salud de las personas, por lo que cada vez existen mayor número de publicaciones que tratan de estudiar y determinar estos efectos negativos y las previsiones a lo largo del siglo XXI. En este trabajo se pretende realizar una exposición del fenómeno del cambio climático, un exhaustivo análisis de sus consecuencias sanitarias en la población mundial 5 y una discusión sobre las conexiones sociales, económicas, geopolíticas, estratégicas y éticas de esta situación, proponiendo una serie de medidas de actuación para reducir las consecuencias en la medida de lo posible. Sin pretender salirse del rigor de los datos científicos, sin embargo es inevitable la realización de una valoración global de esta situación por lo que en diversos momentos se presentarán opiniones personales que en ningún modo intentan despertar polémicas inútiles. Sin duda uno de los objetivos planteados consiste en el análisis sistemático y global de toda esta problemática pero además subyace una profunda preocupación del autor, por lo que este trabajo trata de ser un apoyo para el debate razonado y para el progreso a lo largo del siglo XXI. 6 2.-EL CAMBIO CLIMÁTICO 2.-EL CAMBIO CLIMÁTICO Desde la segunda mitad del siglo XX se ha observado que existe un peculiar fenómeno en virtud del cual se está elevando progresivamente la temperatura terrestre. El efecto más llamativo que se ha podido detectar ha sido un incremento de alrededor de 0,7ºC de la temperatura media del planeta a lo largo del siglo XX. Según las predicciones dicha elevación será aún mayor a lo largo de este siglo XXI de modo que según diferentes modelos climatológicos se estima que durante el presente siglo la temperatura media 7 puede subir de 1,5ºC a 5,8ºC con importantes variaciones geográficas. Quizá no parezca demasiado a primera vista pero sí que lo es si tenemos en cuenta que se calcula que la temperatura media del planeta durante la última glaciación era de sólo 7ºC menos que la actual y los efectos fueron devastadores. La temperatura media de nuestro planeta es de alrededor de 15ºC y esto se debe fundamentalmente a la acción protectora de la atmósfera, ya que sin ella la temperatura media sería de -18ºC. Una parte importante de la radiación solar choca en el suelo y se refleja hacia el espacio, pero gracias a los diferentes gases que hay en la atmósfera una porción de esta radiación se "atrapa" y no se pierde al exterior. Debido a esto la temperatura terrestre se mantiene en unos niveles en los que la vida puede ser viable. Lo que está ocurriendo en las últimas décadas es que la concentración atmosférica de determinados gases está aumentando de manera muy marcada. Estos gases tienen una gran capacidad de retener la radiación solar que rebota del suelo, y consecuentemente lo que está sucediendo es que el efecto (en principio positivo) de los gases de la atmósfera para mantener una temperatura viable se está acentuando intensamente. Es el denominado "efecto invernadero", lo que conduce inevitablemente a un incremento térmico del planeta. ¿Por qué están aumentando ciertos gases en la atmósfera? Se ha observado que a lo largo de la segunda mitad del siglo XX se ha ido produciendo un progresivo incremento en la concentración de los denominados gases con efecto invernadero, los causantes de todo este fenómeno. Y estos gases son fundamentalmente el dióxido de carbono (CO2) y en menor medida el metano, el óxido nitroso y los gases halocarbonados. De este modo el nivel de CO2 ha subido desde las 280 partes por millón (ppm) habituales hasta superar actualmente las 370 ppm con un incremento anual de 1 a 3 ppm. Algo similar ocurre con el resto de estos gases. Y la siguiente pregunta es obvia: ¿De dónde vienen estos gases? Fundamentalmente proceden de la quema de combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón) utilizados como las fuentes de energía universales indispensables para la industria, el transporte y el resto de las actividades económicas mundiales. Además estos gases provienen en menor medida de los incendios forestales o de los volcanes de nuestro planeta. Hasta este momento los niveles de CO2, el principal de estos gases, se podían mantener en cifras estables gracias a la acción compensadora de la fotosíntesis de los vegetales (que transforma este CO2 en oxígeno) y también a la acción del mar que atraparía parte de este gas. El problema ha surgido cuando la producción del CO2 es muy superior a la capacidad del planeta para reciclarlo y mantenerlo en márgenes estables. Ya 8 no existe duda en la comunidad científica internacional de que es la actividad humana mediante la quema de dichos combustibles la que causa el aumento progresivo de dichos gases y, por ende, de la temperatura global. El siguiente punto consiste en explicar que la elevación térmica no se traduce sólo en un aumento de las temperaturas en todo el globo sino que además desencadena otros efectos climáticos muy variados. El clima es un conjunto de variables interdependientes entre sí. Una variación en una de ellas induce consecuencias en el resto de modo que un incremento global de la temperatura ocasiona, a su vez, un aumento en la frecuencia y en la intensidad de algunos fenómenos climáticos extremos como sequías e inundaciones, exacerbación del fenómeno El Niño (fenómeno climático que ocurre en amplias zonas del planeta cada cierto número de años y que cursa con marcadas sequías o inundaciones en regiones específicas), olas de calor más largas y frecuentes y otras consecuencias diversas. Los efectos de todos estos procesos ya han ido apareciendo y desde hace años ya se ha demostrado un descenso de las capas del hielo polar y de numerosos glaciares de muchas cordilleras montañosas, una alteración en los ciclos biológicos de una gran variedad de seres vivos incluyendo especies animales, vegetales, algas, hongos y microorganismos, un aumento en la erosión del suelo, una elevación de varios centímetros del nivel del mar, una mayor frecuencia y severidad de las olas de calor, de las sequías y de las lluvias torrenciales. También están empezando a aparecer efectos en el ser humano, como iremos desgranando a lo largo de ese trabajo. Pero lo peor está por venir. La concentración atmosférica de dichos gases continúa su escalada imparable y las previsiones de diferentes modelos climáticos informáticos nos indican que la situación se agudizará a lo largo del siglo XXI. La polémica sobre este tema ha durado muchos años ya que al inicio numerosos expertos dudaban que realmente este fenómeno siguiera la línea de tesis aquí presentada. Sin embargo desde hace ya casi una década el consenso de la comunidad científica es apabullante y ya son muy pocos los que ponen en tela de juicio todo esto. Sin embargo son muchos otros sectores de la sociedad los que no quieren aceptar la existencia de esta situación. Sería inacabable tratar de demostrar en estas páginas todas estas afirmaciones pero sirvan como base algunos de estos argumentos: -La década de los 90 ha sido la década más calurosa del siglo XX. Nueve años de esta década están entre los 11 años más calurosos del siglo. -Sin tener en cuenta los 4 años del siglo XXI, el año 1998 ha sido el más caluroso desde que existen los instrumentos de medida. 9 -En los últimos 15 años la temperatura media del Mediterráneo ha subido 0,5ºC. -La concentración de CO2 es la más alta desde hace medio millón de años y un 34% superior a la que había anteriormente a la Revolución Industrial. Y sigue subiendo progresivamente año tras año. -Desde los años 60 ha existido una reducción del 10% de la superficie mundial cubierta por la nieve, según observaciones de los satélites. -El hielo perpetuo del Ártico se reduce un 9% cada 10 años. -Desde los años 70 el nivel de hielo en montañas de zonas tropicales ha subido unos 150 metros, lo que se corresponde con un aumento térmico medio de 1ºC. -Naciones Unidas estima en 60 mil millones de dólares (más de 10 billones de pesetas) el coste económico global del cambio climático sólo en el año 2003. Se podría continuar con largas series de datos pero el objetivo de este trabajo no es tratar de convencer de la existencia de este fenómeno. Ya lo afirman los mejores expertos mundiales del tema, Naciones Unidas, numerosos gobiernos, cualquier observador avispado, la comunidad científica global y muchos otros. 10 3.-CONSECUENCIAS SOBRE LA SALUD HUMANA 3.-CONSECUENCIAS SOBRE LA SALUD HUMANA El cambio climático está empezando a originar numerosos efectos nocivos en la salud de las personas. Así lo están detectando un elevado número de investigadores en trabajos recientes. Se cree que en las próximas décadas estos problemas se agravarán. El grupo de expertos de Naciones Unidas sobre el cambio climático afirma que no toda la población mundial se encuentra en la misma situación de riesgo frente a la amenaza del calentamiento del planeta y sus consecuencias, de modo que se han definido una serie de condiciones geográficas y socioeconómicas de alto riesgo para la salud de sus poblaciones (1): 11 -Poblaciones que viven en los bordes de las áreas de alta endemicidad de enfermedades sensibles a los cambios del clima, como la malaria o el dengue. -Regiones en las que se hayan observado brotes epidémicos en relación con fenómenos climáticos extremos como el fenómeno del Niño. -Áreas con deficientes infraestructuras sanitarias, con problemas medioambientales sobreañadidos o con subdesarrollo económico. -Regiones muy sensibles a fenómenos climáticos que afecten directamente a la salud. Amplias regiones de África, de Latinoamérica y de Asia, desembocaduras de ríos ampliamente pobladas, numerosas islas o diversas regiones áridas podrían verse muy afectadas. Sin embargo, como se irá comentando más adelante, también se sucederán graves problemas en los EE.UU., en amplias regiones de Europa y en otras áreas altamente desarrolladas. En muchos casos los problemas ya han ido apareciendo con una preocupante intensidad. Éste trabajo no es ni pretende ser, por tanto, un juego de predicciones catastrofistas y apocalípticas sino un riguroso análisis de la situación actual y de las futuras previsiones. Todo ello en base a numerosas evidencias científicas a las que inevitablemente ya no se puede dar la espalda. Recientemente leí lo siguiente en una revista de divulgación relacionada con la ecología: "El cambio climático es mucho más que un problema medioambiental. Un millón de especies podrían extinguirse antes del 2050, el deshielo de los glaciares aumentar el riesgo de inundación en muchas zonas del planeta, las sequías multiplicarse, y enfermedades como la malaria, extenderse más fácilmente ... Sólo en Europa, la ola de calor de 2003 costó la vida a cerca de 20.000 personas y ocasionó pérdidas evaluadas en más de 8.170 millones de euros sólo en agricultura ..." (2). ¿Es todo esto realmente cierto? Veámoslo poco a poco. 3.1.-Olas de calor El calor es normal en verano. Pero en ocasiones las temperaturas permanecen muy altas durante largos períodos de tiempo pudiendo durar varios días o incluso semanas. La situación se agrava aún más cuando se suceden varias noches con valores térmicos elevados. Este fenómeno climático se denomina “ola de calor”. Las altas temperaturas pueden afectar a la salud humana favoreciendo la aparición de cuadros de deshidratación, golpe de calor, agotamiento, “stress por calor”, trastornos 12 hidroelectrolíticos, calambres, lipotimias, arritmias, problemas renales, rabdomiolisis u otros. Estos problemas son más acusados y probables tras la realización de ejercicios y actividades físicas intensas, en niños pequeños, en ancianos, en pacientes con enfermedades cardiovasculares, respiratorias o renales, en obesos, en individuos que toman alcohol, drogas o algunos medicamentos (diuréticos, hipotensores, psicotrópicos, anticolinérgicos) y en otras situaciones menos frecuentes. No hay muchos estudios que hayan valorado el efecto sanitario global que provoca el fenómeno de las olas de calor. Sin embargo existen numerosos apuntes y datos parciales procedentes de diversos lugares del mundo que nos alumbran sobre su verdadera influencia en la salud. Pese a ser un problema importante, el tremendo impacto que ocasionan las olas de calor en la salud humana no recibe el interés que se merece tanto en la clase médica, como a nivel socio-político aunque al final ocasione más muertes que las inundaciones u otros desastres climáticos más espectaculares. Posiblemente la reciente ola de calor que sufrió gran parte de Europa en el verano del año 2003 sea la que haya alcanzado mayor relevancia mediática además de ser una de las que ha ocasionado mayor número de víctimas mortales. Se calcula que murieron más de 20.000 personas. Sólo en la agricultura se contabilizaron unas pérdidas superiores a 8.000 millones de euros. Aunque los datos son muy variables y de difícil valoración se estima que en Francia pudo haber hasta 15.000 fallecimientos directamente atribuibles al calor además de un espectacular repunte de las urgencias y de los ingresos hospitalarios (3). Las consecuencias también se hicieron notar en otros lugares de modo que en Roma al menos hubo unas 1.000 muertes achacables al excesivo calor (4) y bastantes más en el resto de Italia. En España hubo unas 3.000 víctimas mortales (5), cifras muy superiores a las que se dieron como oficiales (menos de 200). Recientemente el Instituto Nacional de Estadística indicó que en nuestro país durante el mes de agosto de 2003 se produjeron 7.447 defunciones más que en el mismo mes del año anterior, dato muy llamativo aunque sea meramente estadístico. En 1980 durante una ola de calor en los Estados Unidos se estima que fallecieron unas 1.700 personas por problemas relacionados directamente con las altas temperaturas (6). En la república Checa se observó un mayor número de fallecimientos en los períodos que coincidieron con las olas de calor que hubo entre 1982 y 2000 (7). En Osaka (Japón) durante el verano de 1994 se sucedieron 75 días consecutivos con máximas superiores a los 30ºC, situación excepcional respecto a años precedentes, objetivándose un número de fallecimientos 1,5 veces el habitual. En Chicago murieron al menos 600 personas durante la ola de calor de 1995 (8) y 80 personas durante la de 1999 (9). En Cincinatti, al menos 13 18 en la de 1999 (10). En Taiwan en 1998 se registraron varios casos de “golpe de calor” que ocurrieron coincidiendo con temperaturas excepcionalmente altas en este país, situación poco frecuente si tenemos en cuenta que en los países subtropicales las temperaturas son moderada y continuamente altas sin que suelan aparecer olas de calor (11). Iwamoto T y cols. (12) relacionaron una mayor incidencia de infarto cerebral en ancianos probablemente secundario a la deshidratación durante una ola de calor. Se sabe que el calor excesivo (13) puede producir hemoconcentración, aumento del número de hematíes, de plaquetas y del hematocrito, una mayor viscosidad de la sangre y una elevación del colesterol sérico, lo que puede desencadenar un aumento en la mortalidad por trombosis cerebral y por problemas coronarios a las 24-48 horas tras la exposición al calor. Por su parte, Bark (14) observó que durante las olas de calor el riesgo de mortalidad en individuos ingresados en centros psiquiátricos puede ser el doble que el de la población general. Diaz y cols. (15) estudiaron los períodos de calor extremo en Madrid entre 1986 y 1997 y concluyeron que la mortalidad puede aumentar hasta un 28,4% por cada grado que la temperatura supere los 36,5ºC, siendo las mujeres mayores de 75 años las más afectadas. Huynen MM y cols. (16) estudiaron la influencia sobre la salud de la temperatura ambiental de Holanda entre los años 1979-1997 y observaron que la mortalidad aumentaba significativamente durante las olas de calor siendo los ancianos los más afectados. Aumentaron sobre todo los problemas respiratorios pero también las muertes por problemas cardiovasculares y por enfermedades neoplásicas. El exceso calculado de mortalidad durante las olas de calor fue del 12,1% diario, equivalente a 39,8 muertes más de las esperadas cada día. Un estudio realizado en Japón demostró que el número de fallecimientos aumentaba claramente cuando la temperatura superaba los 38ºC y que dicha incidencia presentaba una dependencia exponencial del número de días consecutivos con intenso calor. En este trabajo se observó que el 50,1% de los fallecimientos correspondían a niños menores de 4 años y a ancianos (17). Sin duda todos estos datos son difíciles de valorar pues recogen momentos y lugares puntuales. Además sería necesario definir estrictamente cuáles son los criterios para achacar una muerte determinada al calor excesivo, ya que los datos se estiman a partir del exceso del número de fallecimientos en un período determinado respecto a la media habitual de fallecimientos en dicho período en los años anteriores. Es importante indicar que en ocasiones los datos oficiales de fallecimientos por calor se basan exclusivamente en el diagnóstico médico-hospitalario de “golpe de calor”, situación que 14 no es especialmente frecuente, olvidándose todos aquellos fallecimientos por otras causas también atribuibles directamente al calor (deshidrataciones, arritmias, trastornos hidroelectrolíticos o empeoramiento de patologías crónicas, entre otros). Situaciones que por otro lado son más difíciles de contabilizar. De hecho en muchas ocasiones se consideran las muertes relacionadas con el calor en base a la temperatura corporal subestimando así la incidencia real (18) al olvidar el resto de causas. Además, como ya se ha comentado, las altas temperaturas no sólo afectan a la mortalidad de la población sino también a la morbilidad de modo que además hay que tener en cuenta el aumento de complicaciones de gran número de enfermedades, el aumento de las urgencias domiciliarias y hospitalarias, el incremento de los ingresos hospitalarios y en unidades de cuidados intensivos y el impacto de todo ello en la estructura sociosanitaria y en el gasto económico de un país. Por ejemplo, se analizó la ola de calor de Chicago de 1995 (19) y se contabilizó el número de ingresos hospitalarios en 47 centros sanitarios de la zona, observándose que durante la semana que duró la ola de calor hubo un 11% más de ingresos globales (1.072 pacientes más) y un 35% más de ingresos en mayores de 65 años respecto a lo esperado según las medias de años previos. El 59% del exceso de ingresos se debió a deshidratación, a golpes de calor o a agotamiento. Hubo varias situaciones previas del paciente en las que el número de ingresos fue estadística y significativamente superior respecto a los períodos con condiciones climáticas habituales: diabetes, enfermedades del sistema nervioso, enfermedades cardiovasculares, enfermedades renales, enfisema respiratorio y epilepsia. Se ha observado que el impacto del calor es máximo en los ancianos que viven solos, en viviendas situadas en los últimos pisos y con escasa ventilación. Respecto a la edad se sabe (20) que existe una progresiva disminución de glándulas sudoríparas y un empeoramiento en su funcionamiento además de una capacidad inferior para producir vasodilatación periférica como defensa frente al calor. Otros factores que aumentan la susceptibilidad al calor son la escasez de medios económicos, vivir en ciudades grandes y no estar en ambientes con aire acondicionado. El impacto social de esta situación y su previsible incremento en los próximos años obligan a que los servicios sociales y de salud adopten las medidas oportunas, sobre todo en la población de edad avanzada (21). Son muchos los autores que defienden la eficacia de las medidas de intervención de los estamentos sanitarios (campañas de divulgación, normas para la vida cotidiana, establecer poblaciones de riesgo) y del uso del aire acondicionado en la reducción de las consecuencias del calor excesivo en la salud de las personas. De hecho el aire 15 acondicionado se ha demostrado la medida más eficaz (22) para disminuir la mortalidad debida a las olas de calor con una "odds ratio" de 0,3. Por último, debido a la falta de estudios adecuados se echan en falta los datos referentes a los países subdesarrollados o en vías de desarrollo, países que en muchas ocasiones presentan estos problemas multiplicados debido a las temperaturas a veces aún más altas, a sus deficiencias estructurales, a la escasez o falta de agua y de sistemas de aire acondicionado o a la falta de viviendas preparadas para el calor excesivo. Sirva lo expuesto sólo para mostrar que las olas de calor pueden tener serias repercusiones y afectar directamente a la salud humana. Sin poder cuantificar con exactitud el efecto real nadie puede negar que éste existe. El que dicho fenómeno esté aumentando en intensidad y el que pueda estar ocurriendo más habitualmente debido al calentamiento global del planeta es una controversia que ya se ha discutido en un apartado anterior. El aumento de la temperatura en las tres últimas décadas sigue una clara tendencia a incrementarse y, en este sentido, la OMS ya ha advertido que en los próximos 20 años se duplicará el número total de muertes relacionadas con el calor. 3.2.-Calor y contaminación ambiental Aunque está relacionado con el tema anterior esta cuestión se trata en un epígrafe aparte por sus peculiaridades. Se ha observado que la combinación del excesivo calor con la contaminación del aire de las ciudades puede resultar tremendamente deletéreo. A este respecto en Bélgica se detectó un marcado incremento de la mortalidad durante el verano de 1994, (especialmente en los mayores de 65 años) evidenciándose los picos de máxima incidencia en los días con temperaturas más altas y con niveles más elevados de ozono en el aire (23). A su vez durante la ola de calor que abrasó Grecia durante 1987, la mortalidad se incrementó un 27% en áreas no urbanas, un 33% en áreas urbanas exceptuando Atenas y hasta un 97% en la ciudad de Atenas lo que se relacionó con la interacción del calor y de los elevados niveles de dióxido de azufre en la ciudad (24). Muchos otros estudios en diversas ciudades muestran las graves consecuencias para la salud humana de la combinación del calor con la polución ambiental. Uno de los fenómenos que explican esta nociva interacción es la conversión del oxido nitroso a ozono. El oxido nitroso y otros gases que proceden de la quema de 16 combustibles fósiles para la actividad industrial y el transporte se pueden transformar en la atmósfera mediante diversas reacciones químicas en ozono, un gas muy peligroso para la salud humana. El hecho llamativo es que se ha visto que dicha reacción química depende de un umbral de temperatura de modo que a mayor número de días con temperaturas elevadas, más cantidad de ozono se generará. Por tanto es en las ciudades con temperaturas elevadas donde más oxido nitroso se transformará en ozono, multiplicándose los daños. Conviene recordar que no hay que confundir este aumento del ozono a nivel de la superficie terrestre con la deplección del ozono de las capas altas de la atmósfera como consecuencia de la acción de los gases CFC. El ozono es un gas altamente corrosivo que irrita el epitelio respiratorio agravando diversas patologías cardiorrespiratorias pudiendo reducir la función pulmonar (25) además de ocasionar molestas irritaciones oculares. Afecta con especial intensidad a los ancianos, a los niños pequeños y a los individuos con asma bronquial, EPOC u otras enfermedades pulmonares crónicas. En relación con esto se ha observado que los niveles elevados de ozono incrementan la sensibilidad a los alergenos respiratorios y pueden conducir al desarrollo de asma infantil (26). Este problema ya tiene una enorme relevancia en grandes urbes de regiones calurosas como Los Ángeles, Ciudad de México, Nueva Delhi, El Cairo (27) o Pekín. También afecta a ciudades europeas como Atenas, Madrid o Roma. Este peligroso fenómeno va a ir agravándose a lo largo del siglo XXI en muchas ciudades del planeta. El calentamiento global y la mayor frecuencia de las olas de calor como consecuencia del cambio climático junto con el desarrollo de ciudades más contaminadas y más populosas (especialmente en los países en vías de desarrollo, generalmente los más calurosos) convierten esta cuestión en un problema de salud mundial. Curiosamente se trata de un tema que ni siquiera se explica en los estudios de licenciatura, en la prensa o en los hospitales. Se requieren mejores medidas de detección y prevención, una mayor información y más estudios sobre el impacto global de este fenómeno. Por otra parte es terriblemente irónico observar que por una parte los gases con efecto invernadero ocasionan el cambio climático global que además potencia los efectos contaminantes de estos gases y que, por otro lado, éstos producen por sí mismos graves consecuencias en la salud humana. En este sentido Cifuentes y cols. afirman que la reducción en la emisión de estos gases en Nueva York, Sao Paulo, Ciudad de México y Santiago de Chile evitaría en los próximos 20 años un total de 64.000 fallecimientos prematuros, 65.000 casos de bronquitis crónica y la pérdida de 46 millones de jornadas 17 laborales sólo en estas 4 ciudades (28). Sobran las razones para tratar de reducir la emisión de estos gases. Este problema se tratará más adelante. 3.3.-Fenómenos climáticos extremos: sequías e inundaciones El calentamiento global del planeta ocasiona no sólo un aumento de la temperatura sino una mayor frecuencia de fenómenos climáticos extremos destacando entre ellos una mayor frecuencia e intensidad de las lluvias, tormentas e inundaciones en ciertas regiones, sequías más severas y duraderas en otras zonas y una agudización general de los trastornos climáticos relacionados con el fenómeno El Niño (29). Durante el último cuarto del siglo XX hubo una media de unas 120.000 muertes anuales achacables a catástrofes climáticas, la mayoría en África y Asia (30). Y por cada fallecimiento se estima que hay otras 1.000 personas damnificadas de algún modo (¡unas 120 millones de personas al año!). Los datos son escalofriantes pero aún es más preocupante escuchar las alertas de un empeoramiento progresivo de todo esto debido al calentamiento global. El agua: Una de las principales secuelas de estos fenómenos extremos es la alteración en la cantidad y calidad del agua destinada al uso humano. Dichas condiciones climáticas incrementan la contaminación de las aguas debido a las altas temperaturas, a las inundaciones, a las sequías y a un aumento en la concentración de agentes patógenos. En amplias regiones del planeta existen importantes problemas para el abastecimiento de agua potable para la población. Naciones Unidas estima que el nivel aceptable de agua para uso humano debe ser superior a 1.000 m3 por persona y año. Esta cantidad incluiría el agua para consumo doméstico, industrial y agrario. Aproximadamente la mitad de la población mundial no llega a esa cifra y al menos 350 millones de personas de 20 países no tiene acceso al agua potable (31). A lo largo del presente siglo la población con serios problemas de acceso al agua alcanzará los 1.000 millones de personas afectando a más de 30 países, por cierto los más pobres y subdesarrollados (27). Consecuentemente existe un elevado riesgo de aparición y desarrollo de trastornos gastrointestinales, cólera, infecciones transmitidas por mosquitos o deshidratación. Todo este panorama ocasionará un deterioro socioeconómico, agrario y alimentario, un aumento de la presión migratoria y un mayor número de conflictos. Y toda esta situación no sólo afecta a países subdesarrollados. Así, en los EE.UU., varios científicos han alertado sobre la necesidad de valorar los efectos negativos de la variación del clima en el agua y sus consecuencias 18 sobre la salud en este país además de proponer diversas medidas, incluyendo tecnología avanzada, para tratar de controlar, predecir y paliar estos efectos indeseables (32). A continuación se valorarán separadamente ambos fenómenos meteorológicos. Hay que volver a recordar que los dos están en algunas ocasiones íntimamente relacionados con el fenómeno El Niño. Inundaciones: uno de las situaciones climáticas más temidas por el hombre son las inundaciones. El cambio climático genera una mayor incidencia de tormentas intensas, precipitaciones torrenciales e inundaciones a nivel regional o local (33). Amplias áreas de Centroamérica, Europa o el este y sudeste asiático se encuentran en las zonas de mayor riesgo. Podemos recordar la gravedad de estos sucesos y su impacto directo en la vida y en la salud de miles de personas. Simplemente por las noticias de la televisión a todos nos vienen a la memoria las graves inundaciones del año 2002 en Centroeuropa, las casi permanentes inundaciones en China, el huracán Mitch que asoló recientemente Centroamérica, serias inundaciones en la península Ibérica, la sucesión incontable de tifones este año en Japón y muchos otros casos. Sólo con las imágenes ya se observa que el impacto de las inundaciones en la vida y en la salud de las personas es tremendo. Lo grave del asunto es que se viene observando un aumento en la frecuencia y gravedad de estos acontecimientos en los últimos lustros y, según los climatólogos, esto se agudizará aún más durante este siglo XXI. Las inundaciones producen efectos directos como son los traumatismos con objetos pesados y los cuadros de ahogamiento que en la mayoría de los casos son las principales causas de los primeros fallecimientos (34). Pero además pueden producirse brotes infecciosos por consumo de agua contaminada que conducen a epidemias por cólera, hepatitis A y E, gastroenteritis de diversa etiología, disentería, infecciones por parásitos intestinales o, incluso, intoxicaciones por beber agua que contenga sustancias químicas de origen industrial o pesticidas que han sido arrastradas por la corriente de los ríos (29). En las inundaciones que sufrió Bangladesh en 1988 se observó que la principal causa de mortalidad en la población joven y en los niños fueron los cuadros de diarrea acuosa y deshidratación (35). En las inundaciones de Nicaragua de 1995 se desarrolló un importante brote de leptospirosis que cursó con un cuadro de fiebre aguda y hemorragia pulmonar (36). El huracán Mitch ha sido el huracán más mortífero de toda América desde el año 1780, causando más de 10.000 muertos y miles de desaparecidos fundamentalmente en Honduras (37). En las inundaciones del verano de 2002, de las que 19 recordamos las impactantes imágenes de Praga y de Dresde tras los desbordamientos de los ríos Moldava y Elba, se registraron alrededor de 100 muertos y más de 200.000 personas perdieron sus hogares en una de las tragedias climáticas más severas padecidas en Europa en las últimas décadas (38). Éstos son sólo algunos datos que nos alumbran sobre la enorme magnitud del problema. Sequías: un aumento en la incidencia y duración de las sequías produce importantes consecuencias en la salud humana (39): pérdida de cosechas con problemas de malnutrición en países subdesarrollados, aumento de la incidencia de trastornos respiratorios de diversa índole, problemas derivados de la sequedad ocular, cuadros de deshidratación, contaminación de las aguas para el consumo humano e incluso desarrollo de brotes infecciosos como la coccidiomicosis (40) o el hantavirus (41). La intensificación de las sequías conduce a un mayor número de incendios forestales. En los útimos años podemos recordar fácilmente auténticas catástrofes por incendios en amplias zonas de los EE.UU., Australia, Rusia o Europa meridional, entre otras. Con las consiguientes consecuencias de un aumento de la erosión, pérdida de la biodiversidad, evacuaciones, destrucción de recursos naturales, etc. En algunos casos como en Malasia y en Brasil ya se han relacionado directamente con una mayor incidencia de trastornos respiratorios, problemas oculares, diversas lesiones y fallecimientos (38). El problema de los incendios es gravísimo si lo relacionamos con el tema del cambio climático. Nos encontramos ante un triple círculo vicioso. Por un lado el calentamiento global unido a una mayor frecuencia e intensidad de las sequías favorece la aparición de incendios. Por otra parte la combustión de los bosques produce una enorme cantidad de CO2 (el principal gas con efecto invernadero). Y, por último, la destrucción de los grandes bosques por los incendios hace disminuir la capacidad natural de la biosfera para reconvertir el exceso de CO2 atmosférico en oxígeno gracias a la fotosíntesis, un proceso químico que en este planeta sólo pueden realizar las especies vegetales. Conviene recordar aquí la severidad de algunos incendios forestales, que en ocasiones son capaces de producir un efecto calórico igual al de varias armas nucleares. Un apunte que invita a una seria reflexión es el escalofriante dato de un estudio que se llevó a cabo en Portugal: una superficie quemada de más de 100.000 hectáreas supone el 7% de las emisiones globales anuales de CO2 de este país (42). 3.4.-Alteración en la distribución geográfica de las enfermedades 20 3.4.1.-Enfermedades transmitidas por vectores: varios autores y organizaciones han dado la señal de alarma sobre el aumento del riesgo de las enfermedades transmitidas por vectores debido al incremento global de la temperatura del planeta. El clima es un elemento fundamental en la perpetuación y diseminación de muchas enfermedades epidémicas. De hecho, en muchas ocasiones es el elemento favorecedor más importante o el principal factor limitante. Enfermedades transmitidas por mosquitos Las infecciones transmitidas por los mosquitos son sensibles a factores climáticos como la temperatura ambiental o las precipitaciones. Es necesaria la combinación de unas condiciones climáticas y ambientales adecuadas para que el proceso de incubación, desarrollo-reproducción del mosquito y transmisión de la infección sean posibles. Se ha observado que el progresivo calentamiento del planeta junto con otras alteraciones climáticas secundarias al cambio climático global (como un cambio en el patrón regional de precipitaciones) están provocando una transformación en las distribuciones geográficas y estacionales habituales de diversas infecciones transmitidas por los mosquitos. La extensión de las zonas de riesgo a regiones antes no endémicas afectaría a poblaciones inmunológicamente “naive”, es decir, sin contacto previo con dichos agentes infecciosos, y por tanto sin anticuerpos, lo que puede conducir a brotes infecciosos masivos (43). Todos estos problemas se han estudiado con mayor intensidad en las siguientes situaciones: Paludismo: El paludismo o malaria es una enfermedad muy prevalente en extensas regiones del planeta. Se produce por la acción de varias especies de un parásito denominado Plasmodium que a su vez se transmite por picadura de mosquitos. Todo el ciclo infectivo depende muy sensiblemente de las condiciones climáticas ambientales. Se especula con la posibilidad de que el calentamiento global favorezca la extensión del paludismo a zonas actualmente no endémicas. El cambio climático facilitaría por ejemplo la expansión de la malaria en África especialmente en altitud (44). Se cree que el fenómeno El Niño podría favorecer la aparición de brotes (45). En este sentido en 1987 hubo un importante incremento de casos de malaria en regiones altas de Ruanda tras la sucesión de temperaturas inusualmente elevadas y abundantes precipitaciones (46) y algo parecido sucedió en Uganda (47). Se han descrito brotes similares en diferentes lugares del mundo como el subcontinente indio, Pakistán y zonas 21 de Sudamérica. Por otro lado, Australia actualmente no es una zona endémica aunque según Bryan y cols. el calentamiento global favorece el desarrollo del mosquito-vector con lo que podría extenderse la infección en amplias zonas de este continente a lo largo del siglo XXI (48). Finalmente Martens y cols. han estimado que a mediados del siglo XXI podría haber 1 millón más de casos de malaria al año atribuibles al cambio climático (49). De cualquier modo el tema de la influencia del cambio climático en esta enfermedad es muy debatido por lo que debe ser investigado con mayor profundidad debido a su importancia para la salud de la comunidad internacional. Dengue: el dengue es considerada la infección viral transmitida por vectores más importante en el mundo (50). Se trata de un trastorno infeccioso que afecta a millones de personas al año, fundamentalmente en regiones ecuatoriales y tropicales entre los 30ºN y 20ºS de latitud (51). Se trasmite por un mosquito llamado Aedes aegypti y no existe tratamiento ni vacuna eficaz, por lo que su manejo se basa fundamentalmente en las medidas de control de los mosquitos (52). El desarrollo y diseminación de esta infección requiere de un ambiente con temperaturas altas. En experimentos de laboratorio se observó que al tratar de infectar a este mosquito con elevadas cantidades del virus se conseguía mayor porcentaje de éxito a temperaturas elevadas (95% a 35ºC versus 67% a 26ºC) y también se demostró que el período de incubación del virus 2 del dengue en el mosquito disminuye de 12 días a temperaturas de 30ºC hasta 7 días a temperaturas de 32-35ºC (53). Se han realizado simulaciones informáticas de la distribución de los mosquitos vectores del dengue teniendo en cuenta el ascenso de las temperaturas y la evolución esperada hasta el año 2050 observándose un notable aumento en la distribución geográfica de dicha infección que se extendería progresivamente a altitudes y latitudes más altas (54). Siguiendo estas proyecciones, Hales y cols. en un brillante estudio (55) afirman que mientras que en 1990 había 1500 millones de personas (30% de la población mundial) viviendo en regiones con riesgo de transmisión del dengue, en el año 2085 esta cifra se elevará hasta 5000 ó 6000 millones (50-60% de la población mundial estimada en esa fecha) lo que se explica no sólo por el aumento de la población, especialmente en áreas tropicales, sino también por una extensión geográfica en altitud y en latitud del área de riesgo debido a las óptimas condiciones climáticas para el desarrollo del virus y del vector. Se estima que las nuevas regiones afectadas serían el sudeste de los EE.UU., zonas 22 del Mediterráneo y de Europa occidental, gran parte de Australia y extensas áreas de África y Sudamérica que hoy no son endémicas. Fiebre del valle del Rift (56): se trata de una enfermedad infecciosa fundamentalmente del ganado, descrita en el hombre a mediados del siglo XX y que se extiende por África oriental y meridional y, desde 1977, también en Egipto. Se transmite a través de diversas especies de mosquitos y en el hombre generalmente aparece en forma de brotes epidémicos. Hasta hace 50 años era una enfermedad prácticamente inexistente y en los últimos años se la considera una enfermedad infecciosa emergente (57). Se ha estudiado la influencia del fenómeno del Niño en la aparición y desarrollo de estos brotes y se han podido encontrar (58, 59) relaciones muy estrechas entre ambas situaciones. Como consecuencia de dicha alteración climática se producen excepcionales incrementos en las precipitaciones en estas regiones, habitualmente semiáridas, con lo que se favorece la incubación y el desarrollo de diversas especies de mosquitos y los consecuentes brotes epidémicos. Otras enfermedades transmitidas por mosquitos: en 1999 en Nueva York se describieron los primeros casos de fiebre del Nilo occidental ocurridos en América del Norte (60). Curiosamente coincidió con un verano excepcionalmente caluroso en el que se registraron temperaturas extremas y en algunos casos récords históricos a lo largo de la costa este de los EE.UU. En los años siguientes se ha extendido con rapidez a otros lugares de Norteamérica, incluyendo diversas regiones del Canadá (61). Según los datos del CDC, en EE.UU. en el año 2003 ya se declararon 9.862 casos, 2.862 de ellos con afectación neurológica, habiéndose producido un total de 264 fallecimientos (62). Los estados más afectados fueron Colorado, Nebraska, Dakota del norte y Dakota del sur. Este agente viral es un flavivirus que puede ocasionar cuadros graves de encefalitis, se transmite por mosquitos del género Culex y su reservorio habitual suelen ser los pájaros. Se distribuye típicamente en regiones cálidas del globo, habiéndose descrito escasos brotes en Europa (Rusia-1962-64, Bulgaria-1970s, Ucrania-1980s, Rumanía-1996-97, Chequia-1997 o Italia-1998). Varios autores han alertado sobre la posibilidad de que esta infección comience a extenderse a lo largo de los EE.UU. y de Europa favorecido por la sucesión de inviernos suaves, primaveras tempranas y fenómenos climáticos extremos achacables al cambio climático global (63, 64). 23 Por su parte el virus Ross River es un arbovirus que se extiende por Australia y que como otros arbovirus menos frecuentes posiblemente varíen su distribución geográfica con los efectos del cambio climático (65). Y por éste y otros motivos se cree que probablemente se desarrolle y extienda también en Nueva Zelanda, país donde también podría extenderse el dengue (66). Enfermedades transmitidas por garrapatas Uno de los vectores que se ha estudiado han sido las garrapatas. Entre otras infecciones estos arácnidos pueden transmitir al hombre la enfermedad de Lyme y un tipo de encefalitis denominada encefalitis transmitida por garrapatas. Se ha visto que dicha encefalitis puede estar aumentando en frecuencia en Europa central y septentrional. Esto estaría favorecido por la sucesión de inviernos más suaves en regiones del centro y del norte del continente, lo que conllevaría unas mejores condiciones para la incubación y desarrollo del proceso de transmisión. En Suecia se ha detectado un mayor número de encefalitis transmitida por Ixodes ricinus a lo largo de la década de los 90, la más calurosa de todo el siglo XX. Se demostró que dicho aumento se relacionaba significativamente con la sucesión de inviernos más suaves, primaveras más tempranas y otoños más duraderos (67). Por otra parte se ha observado también que los límites en la distribución de este trastorno no sólo han ascendido en latitud sino también en altitud sobre el nivel del mar. En este sentido, Zeman y cols. (68) estudiaron los casos de encefalitis de la República Checa desde 1971 y observaron que la distribución geográfica de los casos variaba de modo que se producían cada vez con un techo mayor de altitud (5,4±1,7 metros por año) en relación con el aumento de la temperatura (0,036±0,007ºC por año), por lo que planteaban la influencia del calentamiento global en este fenómeno. Por su parte, la enfermedad de Lyme es una zoonosis de amplia distribución, aunque con mayor importancia fundamentalmente en América del Norte. De hecho en los EE.UU. es la enfermedad transmitida por vectores más frecuente, con más de 15.000 casos en el año 1998. El agente causal es una bacteria llamada Borrelia burgdorferi que se transmite a través de una tipo de garrapata denominada Ixodes scapularis. Se ha observado un notable aumento en la incidencia de esta enfermedad en el nordeste del país entre los años 1993 a 2001, lo que algunos autores (69) han relacionado con cambios producidos por el calentamiento global, aunque otros (70) dudan realmente de que esto se deba a dicho fenómeno y lo explican por una mayor intensidad de las precipitaciones. También en algunas regiones de Europa se ha estudiado este tema y, en este sentido, 24 recientemente un grupo alemán (71) ha publicado un estudio en el que se destaca un llamativo incremento en la incidencia de esta infección en una amplia región de Alemania occidental durante los últimos 10-15 años, lo que explican como una probable consecuencia del cambio climático. De cualquier modo parece importante seguir investigando esta cuestión en otras regiones del hemisferio Norte. ------------------------------------------------Por último hay que insistir en llevar a cabo investigaciones más intensas sobre la influencia del cambio climático global en otras enfermedades transmitidas por vectores como la fiebre amarilla, la encefalitis japonesa, la oncocercosis, la esquitosomiasis o la leishmaniasis, entre otras. 3.4.2.-Enfermedades transmitidas por el agua: el incremento de la temperatura en el planeta conduce a un aumento de la temperatura en la capa más superficial de los océanos lo que a su vez produce consecuencias, algunas de las cuales pueden afectar a la salud humana. Se estima que lo largo del siglo XX la temperatura media de la superficie del mar ha aumentado 0,7ºC (72) y la tendencia es que dicha elevación será continuada y progresiva a lo largo del siglo XXI. Este incremento térmico favorece un cambio en el patrón geográfico de algunas enfermedades. A este respecto conviene destacar el caso del cólera y el fenómeno de las algas tóxicas. Cólera: el Vibrio cholerae, agente causal del cólera, es un microorganismo muy sensible a la variabilidad climática (73). Se ha observado que el incremento térmico del agua y el descenso de la salinidad de la misma son dos factores que favorecen el crecimiento y la diseminación del Vibrio cholerae por el agua (74). También podría conducir a una mayor diseminación de este agente el aumento del nivel de las aguas del mar por el calentamiento del planeta, especialmente en áreas superpobladas, llanas y con escasa higiene como Bangladesh. Algunos proponen que el calentamiento global podría aumentar el riesgo de desarrollo de brotes de cólera en Norteamérica (75) y otros han propuesto incluso la aparición de casos en lugares tan inhabituales como Noruega (76). Muchos investigadores han relacionado el desarrollo de importantes brotes de cólera en relación con la variabilidad climática debida al fenómeno El Niño (77, 78) y prevén un posible agravamiento en el futuro. 25 Por todo ello hay que tener muy en cuenta la influencia del cambio climático en el desarrollo de futuros brotes epidémicos de cólera con especial interés en Sudamérica, en el subcontinente indio, en Bangladesh y en nuevas regiones de aparición. Algas tóxicas: varios factores favorecen el crecimiento y el desarrollo de diversos tipos de algas, algunas de las cuales pueden tener efectos negativos sobre la salud. La actuación humana en las costas, la llegada al mar de aguas fluviales cargadas de fertilizantes utilizados para la agricultura, un mal control de la erosión y, sobre todo, el calentamiento de la superficie del agua del mar pueden favorecer el excesivo crecimiento de algunas especies de algas (79). Ya se ha comentado que el calentamiento global del planeta ocasiona un aumento de la temperatura del agua del mar. A su vez dicho aumento térmico conduce a una diseminación de dichas especies marinas a otras regiones donde antes no podían desarrollarse por las bajas temperaturas. Todo este fenómeno ha ido produciendo algunas consecuencias nocivas que se cree que se agravarán en las próximas décadas. Ya se ha explicado el papel que puede desempeñar este mecanismo en la aparición y propagación de brotes de cólera. Además el desarrollo excesivo y la migración de algas tóxicas se ha relacionado con diversos brotes de intoxicaciones en humanos. En 1987 aparecieron casos por Gymnodimium breve en la costa este de los EE.UU., siendo ésta una especie autóctona del golfo de México (80). En octubre de 1991 en la costa chilena se notificaron al menos 300 casos de intoxicación con 11 fallecimientos debido a varias especies de algas con toxinas neuroparalizantes (81). Lo curioso del hecho fue que las algas y las toxinas se extendieron hasta zonas muy meridionales ya cercanas al estrecho de Magallanes, situación inédita hasta ese momento. Por otra parte el aumento de las temperaturas de la superficie marina favorece a su vez el desarrollo de las “mareas rojas”, lo cual puede facilitar el desarollo de diversos microorganismos y toxinas. En relación con todas estas cuestiones, Ottesen y Lassen sostienen que el aumento de la temperatura del mar ocasionará a lo largo del siglo XXI la aparición y desarrollo de casos de intoxicacion por algas venenosas y, como ya se ha comentado, de cólera en las costas de Noruega (76). Se ha observado que el número de casos notificados por intoxicación por algas venenosas ha ido aumentando en los últimos 15 años así como sus extensiones geográficas atípicas. Sin duda éste es un fenómeno inquietante que debe seguir siendo investigado por los especialistas del tema. 26 3.5.-Consecuencias sobre la alimentación Una de las principales preocupaciones del mundo actual es la dificultad de mantener la producción alimentaria a nivel mundial frente al crecimiento exponencial de la población, algo que se ve agravado por la erosión de los suelos, la escasez de agua para el riego, el incremento de la radiación ultravioleta, la desertificación, diversas plagas (recuérdese la plaga de langostas que ha arrasado enormes terrenos de cultivo en África occidental este verano), las inundaciones y otras agresiones ambientales sobre los cultivos. Uno de los fenómenos que está cobrando especial importancia en los últimos años es el papel del cambio climático en la producción alimentaria a nivel mundial. Ya se ha observado que el calentamiento global puede afectar negativamente a las cosechas en algunas áreas del planeta, especialmente en regiones "alimentariamente inseguras", es decir con deficiencias previas en la producción de alimentos (82). Por ejemplo se ha detectado que el calentamiento global favorece el desarrollo de nuevas especies que afectan las áreas de cultivo. Además puede disminuir el valor nutritivo de determinadas gramíneas. Se ha observado a su vez que el aumento medio de las temperaturas nocturnas debido al calentamiento global se asocia directamente con un descenso en la producción de las cosechas de arroz (83). Evenson afirma que el cambio climático va a favorecer la sucesión de "crisis alimentarias locales" y las consecuentes hambrunas en muchos países en vías de desarrollo (84). McMichael relaciona todos estos problemas de modo que el cambio medioambiental con todos sus factores imbricados, incluyendo el calentamiento global, afectará negativamente a la producción alimentaria a nivel mundial (85). Y todo ello además debe conjugarse con el fenómeno del enorme crecimiento demográfico mundial (86). 3.6.-El sol, la radiación ultravioleta y el cambio climático El sol es vital para el funcionamiento correcto de todo el sistema biológico que llamamos biosfera. Pero también desde hace tiempo sabemos que tiene peligros derivados fundamentalmente de la radiación ultravioleta. La disminución de la capa de ozono por un lado, la emisión a la atmósfera de los gases con efecto invernadero por otro y la recién descubierta interacción entre ambos fenómenos aumentan la peligrosidad de la radiación solar y sus negativas consecuencias para la salud humana. Diffley predice un importante incremento en la incidencia de cánceres de piel en los próximos años en la población de Reino Unido. Sería un efecto indirecto del cambio 27 climático: el aumento de la temperatura global en países habitualmente templados o fríos ocasionará una mayor frecuencia de temperaturas extremas con veranos más calurosos, lo que motivará a la población a la realización de más actividades al aire libre y consecuentemente a un mayor número de horas de exposición solar. Ya se ha demostrado el efecto carcinogénico de la radiación ultravioleta del sol potenciado a su vez por la disminución progresiva de la capa de ozono de la atmósfera. A mediados de siglo se estima que puede haber 5.000 casos anuales más de cáncer de piel en la población británica (87). Algunos autores proponen que las interacciones físicas y químicas entre el aumento de la concentración de los gases de efecto invernadero con el aumento de la radiación ultravioleta por la deplección de la capa de ozono pueden favorecer no sólo el desarrollo de varios tipos de cáncer de piel (epidermoide, basocelular y melanoma) sino también de cataratas oculares y posiblemente de algunas enfermedades autoinmunes e infecciosas (88, 89). 3.7.-El deshielo Una de las primeras consecuencias visibles y comprobadas del calentamiento global del planeta está siendo la disminución progresiva de la superficie de los hielos polares y de determinados glaciares de algunas cordilleras montañosas. Todo ello está comenzando a ocasionar un aumento del nivel del agua del mar lo que va a conducir a problemas e inundaciones en zonas costeras superpobladas y muy llanas, en grandes deltas de ríos o en algunas islas y atolones. No hay que olvidar que 13 de las 20 ciudades más pobladas del mundo son ciudades costeras. Se ha establecido que las principales zonas de riesgo en la actualidad son Bangladesh, Vietnam, El Cairo (Egipto) y numerosas islas pequeñas (29). Se estima que la población actual en regiones de riesgo es de unos 75 millones de personas mientras que en el año 2080, asumiendo un modelo de cambio climático moderado, el nivel del mar subiría 40 cm y la población en riesgo sería de unos 200 millones de personas (1). Según Nicholls y Leatherman en el caso extremo de que el nivel del mar subiera un metro, las inundaciones afectarían directamente a 18,6 millones de habitantes en China, 13 millones en Bangladesh, 3,5 millones en Egipto y 3,3 millones en Indonesia, entre otros (90). Por otra parte una elevación del nivel del mar ocasionaría una invasión de agua salada en muchos acuíferos naturales de las costas además de alterar los drenajes, dañar 28 infraestructuras, interferir en los fenómenos de sedimentación natural y aumentar la erosión de las costas (91). Por último, como se comentará más ampliamente en un apartado posterior, todos estos fenómenos inducirán una fuerte presión sobre la población de estas zonas sucediéndose movimientos migratorios y conflictos entre las comunidades (92). Sin duda el aumento del nivel de las aguas del mar como consecuencia del deshielo tendrá efectos muy indeseables para la salud humana: aumento de infecciones, migraciones forzosas con evidentes consecuencias, malnutrición por contaminación y destrucción de cosechas o dificultades de acceso al agua potable, entre otros. 3.8.-Efectos derivados de movimientos demográficos y geopolíticos El cambio climático produce consecuencias directas e indirectas en la salud humana. Pero además existen una serie de efectos no tan evidentes para la salud humana pero que la afectan de manera notable y lo harán aún más en el futuro. Entre ellos destacan los movimientos migratorios y los conflictos entre distintas comunidades. La base de este argumento es que el cambio climático y sus consecuencias sobre amplias regiones del planeta ocasionarán series dificultades a millones de personas que se verán obligadas a emigrar de sus hogares debido a las consecuencias del calentamiento global del planeta: inundaciones, deterioro del suelo y alteraciones en los cultivos, problemas alimentarios, dificultades en el acceso al agua, contaminación por ozono, elevación del nivel del mar, erosión de las costas, altas temperaturas, etc. Sin contar con el agravamiento de otros problemas medioambientales, ya que muchos científicos han alertado que el cambio climático potencia el ya severo deterioro medioambiental de nuestro planeta. Secundariamente estas migraciones originan conflictos entre las comunidades con sus repercusiones políticas, socioeconómicas y sanitarias. El incremento de enfermedades infecciosas de todo tipo, los problemas de malnutrición o las severas consecuencias psicológicas son algunas de las nefastas consecuencias sanitarias de este proceso. Sin duda los efectos más acusados ocurrirán en los países subdesarrollados o en vía de desarrollo. En epígrafes anteriores ya se han comentado algunos aspectos de este tema. Ya hace unos años que surgió el término de “refugiado medioambiental” o “refugiado ecológico” refiriéndose a todas aquellas personas que debido a graves problemas medioambientales se ven obligadas a abandonar sus hogares de manera duradera o definitiva. Las previsiones que se hicieron hace 10 ó 15 años se van 29 cumpliendo. En 1994 había 25 millones de refugiados por problemas medioambientales y 27 millones de refugiados por los motivos “tradicionales” (políticos, religiosos o étnicos). Se estima que en 2010 la cifra de refugiados “medioambientales” ascenderá a 50 millones pudiendo alcanzar los 150 millones en el año 2050 (93, 94). Swain alerta sobre el riesgo de serios conflictos entre comunidades e incluso entre países por la presión creciente del fenómeno migratorio “medioambiental” (95). Lonergan propone como soluciones la lucha contra la pobreza en grandes áreas del globo así como la adopción de medidas que promuevan el desarrollo sostenible (96). 3.9.-Otras consecuencias Efectos psicológicos en la población: El calentamiento global y sus consecuencias climáticas pueden ocasionar diversos impactos a nivel psicológico. Un aumento de las migraciones debido a problemas derivados del cambio climático favorece la aparición y el empeoramiento de diversos trastornos psiquiátricos. En este sentido muchos autores han encontrado una incidencia aumentada de estos problemas en la población inmigrante y refugiada por cualquier motivo. Así Lambert y cols. describen en estos grupos de población una elevada incidencia de trastornos afectivos con síntomas psicóticos, trastornos esquizofrénicos, síntomas paranoides y otros (97). A lo que hay que añadir la sensación de desamparo y desarraigo que padece cualquier inmigrante o refugiado. Otros efectos bien conocidos son los serios trastornos por stress postraumático que acontecen tras catástrofes naturales de cualquier tipo. Así, por ejemplo, tras el huracán Andrew se observó que entre el 20 y el 30% de la población adulta de las zonas más afectadas desarrollaron síntomas compatibles con el trastorno por estrés postraumático (98). Además, como ya se comentó en un epígrafe anterior, hay que recordar la mayor frecuencia de complicaciones médicas y el incremento de la mortalidad en los pacientes psiquiátricos durante las olas de calor. Por último sería recomendable estudiar otros efectos menos evidentes pero que podrían tener importancia en un futuro como las sensaciones de inquietud e inseguridad de gran número de personas si la situación climática empeora a lo largo del siglo XXI, como ya anuncian numerosos expertos. El cambio climático y la salud infantil: Aunque ya se han comentado algunos aspectos sobre este tema a lo largo de los epígrafes anteriores es importante no olvidar el riguroso estudio de Bunyavanich y cols., ya que la relación entre el cambio climático y la salud infantil no ha sido suficientemente estudiada. En dicho trabajo se recogen las 30 principales consecuencias sanitarias del calentamiento global en la infancia: trastornos respiratorios como el asma, quemaduras solares, melanoma, inmunosupresión, deshidratación, golpe de calor, problemas gastrointestinales, malnutrición, trastornos transmitidos por vectores (malaria, dengue, encefalitis y enfermedad de Lyme), alergias y exposición a micotoxinas, inadecuado desarrollo psicosocial y enfermedades infecciosas emergentes, entre otras (99). Efectos del cambio climático sobre los tratamientos farmacológicos: Beggs indica que el cambio climático puede producir consecuencias indirectas sobre los tratamientos farmacológicos. La elevación de las temperaturas induce un deterioro en la conservación de los medicamentos, un aumento de los efectos secundarios debidos al calor en pacientes tratados con ciertos medicamentos (diuréticos, anticolinérgicos, psicotrópicos, etc) y una alteración en la farmacodinámica de algunos productos. Además indirectamente el aumento de radiación ultravioleta puede incrementar el número de casos de fotosensibilidad medicamentosa (100). Otras: El calentamiento global del planeta induce otros muchos efectos que no están directamente relacionados con la salud humana. Sin embargo no se puede descartar que afecten al ser humano por lo que parece necesario realizar investigaciones y estudios sobre las posibles consecuencias sanitarias de algunos fenómenos que ya se ha demostrado que están relacionados con el cambio climático. Entre ellos destacan el riesgo de extinción de numerosas especies y la consecuente pérdida de biodiversidad (101), el aumento de los incendios forestales (102) o el impacto en la degradación de los pesticidas en el suelo (103). Otro tema para investigar son las posibles consecuencias sanitarias negativas de una disminución del ejercicio y de la actividad física debido a una elevación sostenida de las temperaturas en regiones actualmente templadas (104). 3.10.-Resumen El objetivo propuesto al inicio del presente trabajo era valorar las repercusiones sanitarias del calentamiento global del planeta. Quizá no sea posible cuantificar con exactitud las consecuencias del cambio climático en la salud de la población mundial. Sin duda este trabajo presenta carencias. Se trata de una tarea ardua y compleja ya que este tema tiene numerosas vertientes y aristas, con muchos aspectos sin conocer y que deben ser investigados. Sin embargo cada vez son más los autores e investigadores que están 31 trabajando en este fenómeno y creo que la acumulación de evidencias es lo suficientemente preocupante como para otorgarle mucha mayor relevancia. No nos enfrentamos a un problema del futuro lejano sino de la más rabiosa actualidad. Un problema que además, como hemos visto, no afecta sólo a un continente determinado o a algunos países específicos sino que tiene repercusiones a lo largo de todo el planeta. Recordaba al inicio del epígrafe algo que leí recientemente y que podría parecer catastrofista y exagerado. Ya hemos visto que no se trataba de ninguna exageración. 4.-DISCUSIÓN DEL PROBLEMA 32 4.-DISCUSIÓN Ya se ha explicado en otros epígrafes que la combustión de las principales fuentes de energía (petróleo, carbón, gas) ocasiona la emisión a la atmósfera de una serie de gases que por diversos mecanismos acaban produciendo un calentamiento global del planeta y consecuentemente un cambio climático que, como también se ha explicado, origina importantes efectos negativos en la salud de las personas. Durante los próximos puntos se comentará la creciente escasez de dichas fuentes de energía y la necesidad de un elevado gasto energético para mantener el nivel de desarrollo alcanzado. También se explicará la necesidad vital de contar con otras fuentes de energía, el insuficiente interés de la inmensa mayoría de la sociedad y de sus dirigentes en estos temas, el papel del ecologismo y la enorme relevancia de la encrucijada histórica en la que nos encontramos. Finalmente en el siguiente epígrafe se propondrán una serie de medidas de actuación para prevenir y paliar los efectos sanitarios del cambio climático. 33 4.1.-La “cuestión energética” El modelo energético de los últimos 150 años se basa en los combustibles fósiles. Actualmente hay dos razones muy poderosas que invitan a ir cambiando este modelo energético: la primera es que estos recursos son la principal causa del cambio climático global y la segunda es que los recursos son limitados. Sobre la primera ya me he referido en puntos anteriores y también se comentará con posterioridad. Respecto a la segunda existe una enorme polémica en torno a las verdaderas reservas de petróleo que actualmente quedan en el mundo, por lo que no se va a entrar en esta discusión. Las cifras varían mucho según la fuente que se tome pero pueden rondar el billón de barriles de petróleo y, siendo muy optimistas, los 2 billones. Actualmente se queman más de 80 millones de barriles diarios y la tendencia es de un crecimiento anual que puede variar entre el 1% y el 3%. Se hagan como se hagan los cálculos se piensa que no hay suficiente petróleo para acabar el siglo XXI, ya que los cálculos menos optimistas señalan que quedaría petróleo para unos 30-35 años y los más optimistas no superan los 70-80 años. Creo que es absolutamente ocioso entrar en el debate de cuántos años faltan exactamente para agotarse. El hecho es que no son recursos infinitos y que no quedan muchos años para que empiecen los problemas de carencia con las consecuentes disputas geopolíticas y socioeconómicas Evidentemente un cambio de estas características no se puede hacer de la noche a la mañana por lo que parece necesario aceptar una premisa fundamental: cuanto antes se empiece a tomar conciencia de este asunto y antes se tomen las medidas oportunas menos problemas tendremos en el futuro próximo. Según varios expertos no queda mucho tiempo para que comience a haber serios problemas con el petróleo y precisamente este año ha quedado muy claro que estamos ante una fuente de energía muy sensible a problemas como el terrorismo, las guerras, las crisis locales de algunos países, la especulación económica, las economías emergentes ávidas de petróleo (China, por ejemplo), el control del crudo en manos de pocos países y de pocas megaempresas, etc. Hay veces que muchos detractores de esta tesis se refugian en una coraza de presupuestos ideológicos, datos económicos y financieros incomprensibles o simplemente en un optimismo invencible e inconvencible. Pero el hecho es que no creo que nadie pueda afirmar con pruebas que podemos llegar con petróleo al siglo XXII. Por tanto el que a lo largo de este trabajo se proponga un cambio en el modelo energético en base al grave problema medioambiental del cambio climático no debe 34 hacernos olvidar que existe además esta otra poderosa razón (la escasez y sus consecuencias geopolíticas) que refuerza la tesis. 4.2.-Problemática económica y modelo de desarrollo Sin duda uno de los principales problemas que preocupan a los ciudadanos y a sus dirigentes es la economía. Es evidente que desde que el hombre vive en este planeta las sociedades han sido progresivamente más y más complejas. De este modo tanto las estructuras sociales como las leyes, las relaciones comerciales y muchos otros elementos han sufrido importantes transformaciones a lo largo de la Historia. Y lógicamente algo parecido ha ido ocurriendo con las estructuras económicas de las distintas sociedades de modo que la economía y todas las vertientes asociadas son disciplinas cada vez más complejas, como también lo son las relaciones comerciales y financieras. Muchos han sido los modelos socioeconómicos y de desarrollo que se han ensayado a lo largo de los siglos, algunos de los cuales condujeron a fracasos estrepitosos con consecuencias muy negativas. El hecho es que nos encontramos al comienzo de un nuevo siglo con un modelo económico predominante: el capitalismo. Indudablemente el capitalismo presenta algunos problemas que no se discutirán aquí. Lo cierto es que actualmente vivimos en la sociedad del capitalismo, cuyas principales señas de identidad son el libre mercado, la creación de capital y el continuo crecimiento económico de los países como modelo de desarrollo. Y para que toda esta maquinaria funcione es imprescindible un gasto de energía cada vez mayor como ya se ha visto a lo largo del siglo pasado. El consumo de energía en las sociedades avanzadas aumenta progresivamente como se demuestra por ejemplo al observar el incremento anual del consumo de barriles de petróleo o del consumo de kilovatios-hora de electricidad. Todo esto no conduce más que a una reflexión: no es posible mantener el grado actual de desarrollo sin gastar cantidades muy elevadas de energía. Y no sólo muy elevadas sino además crecientes, ya que el ansiado crecimiento anual del PIB de cada país va ligado a un mayor consumo de energía cada año. De hecho las sociedades occidentales gastan más de 10 veces de energía per cápita si las comparamos con otros países más desfavorecidos, lo que demuestra que el desarrollo de las sociedades va ligado necesariamente a un mayor gasto de energía. De hecho uno los mayores impactos en el aumento del gasto energía a nivel mundial está siendo (y aún lo será más en los próximos años) el despegue económico mediante la lenta y progresiva “occidentalización” de dos países superpoblados que hasta hace pocos años tenían economía subdesarrolladas y que 35 están entrando poco a poco en la economía de mercado mundial: China y la India. Como dato clarificador se ha visto que en este año 2004 un elevado porcentaje del incremento mundial en la demanda de barriles de petróleo se debe a la explosión de la economía china. En conclusión se puede afirmar que indiscutiblemente el modelo económico actual requiere un consumo elevado y creciente de energía. 4.3.-Las fuentes de energía alternativas A lo largo de la Historia han existido diferentes modos de obtener energía. En la etapa previa al descubrimiento del fuego es evidente que la precariedad del hombre era enorme, tanto para su defensa como para su propia subsistencia. Sin duda se trataba de sociedades tremendamente básicas en las que la simplicidad de los objetivos era la norma. Prácticamente la única energía provenía del metabolismo de los alimentos unido a métodos para evitar la disipación de esa energía (cuevas, pieles de animales). Sin embargo tras el descubrimiento y gradual utilización del fuego ocurrieron innumerables cambios en la vida del hombre. La utilización posterior de otras fuentes de energía supuso una mejora en las condiciones de vida y una mayor complejidad en las estructuras sociales y en las relaciones humanas. De este modo el empleo de la fuerza motriz de los animales (ganadería y sedentarismo), del agua, del viento (transporte marítimo) y posteriormente de sustancias como el aceite (iluminación) han ido parejos al desarrollo de la especie humana a lo largo de la Historia. Sin duda, el carbón (base de la Revolución Industrial) y el petróleo (clave del despegue del siglo XX) han supuesto la mayor revolución energética de toda la Historia, traducidas en el empleo de la electricidad como energía-vehículo por excelencia. Ya se ha explicado el problema del calentamiento global y su relación con las emisiones de gases que proceden de la quema del carbón, del petróleo y del gas. Y también se ha insistido en la finitud de estos recursos naturales y las consecuencias geopolíticas consecuentes. Además se han apuntado las innumerables conexiones económicas, los problemas políticos y la necesidad de mantener un enorme y creciente gasto de energía para sostener el modelo de desarrollo. No parece muy aventurado asegurar que el patrón energético de los últimos 150 años puede estar más cerca de su fin que de su comienzo, por lo que más que nunca es imprescindible el desarrollo de otras fuentes de energía que cubran las necesidades actuales de nuestro mundo y que además sean más limpias, so pena de provocar un 36 retroceso histórico en el desarrollo de nuestra civilización y mayores desastres climáticos y, por tanto, sociales, económicos y sanitarios. La ecuación está muy clara: se necesita cada vez más cantidad de energía, las fuentes de energía más utilizadas se están agotando y además ocasionan un cambio climático con efectos muy nocivos para el hombre. La solución pasa lógica e inevitablemente por el uso masivo de otras fuentes de energía que no produzcan gases con efecto invernadero. El papel que pueda desempeñar cada una de estas fuentes de energía está escrito en el futuro, pero deberían ser investigadas y explotadas con más interés y rapidez de lo que se está haciendo. Cada una con sus ventajas y con sus inconvenientes. Todo ello, sin olvidarnos del necesario debate sobre la energía nuclear al que habría que acercarse de modo riguroso, sin prejuicios y con un amplio consenso público. Son ya muchos los expertos que consideran que posiblemente sea necesario volver a mirar hacia la energía nuclear para solucionar el grave problema energético y climático planteado. Si se resuelven los asuntos del destino de los recursos radiactivos y de la seguridad de las centrales nucleares, esta fuente de energía ofrece la ventaja de su eficacia, su enorme potencial energético y la ausencia de emisión de los gases con efecto invernadero. Queden aquí reflejadas algunas de las opciones y otras que deberán ser exploradas y explotadas próximamente: energía eólica, energía solar, energía nuclear, biomasa, energía del hidrógeno, energía maremotriz, fusión de núcleos de helio y otras que se deben desarrollar e investigar aún mucho más. Sin olvidarnos de la siempre limpia fuente que significa el ahorro y el aprovechamiento eficiente de la energía. Una de las posibilidades que se está estudiando con más interés es el hidrógeno. Hay muchísimo en la naturaleza y su combustión produce energía y agua, ni más ni menos. Una auténtica panacea, pero el problema es conseguirlo. El papel de los científicos en este punto será primordial. Próximamente iremos viendo si realmente es viable o no (105). Quizás en el futuro no usemos una única fuente de energía sino que nos apoyemos en varias de ellas. De cualquier modo, y pese a los detractores, los inconvenientes y las dificultades, el camino ha de pasar de una u otra forma por asumir que hay que desarrollar un cambio progresivo en el modelo energético a nivel mundial. Acercarse a estos problemas con prejuicios o con falta de interés sólo conduce a un retraso en la adopción de las medidas adecuadas ocasionando finalmente consecuencias más graves. Negar que estas fuentes de energía serán absolutamente esenciales no resulta 37 únicamente un mero prejuicio político o económico sino que significa dar la espalda a lo que ya son evidencias matemáticas. 4.4.-El “falso ecologismo” y el rigor científico La preocupación colectiva por los problemas ecológicos surgió hace varias décadas, aunque a nivel individual ya existía desde hace siglos. El desarrollo de las principales ideas sobre el tema se inicia en el siglo XIX generalizándose especialmente a lo largo del siglo XX. Como consecuencia de una innegable y gravísima sucesión de problemas medioambientales y fruto de una mayor sensibilidad en el mundo científico, socioeconómico y político se han ido organizando diversas corrientes y movimientos genéricamente denominados “ecologistas” o “verdes”. Y consecuentemente han ido apareciendo a su vez un gran número de organizaciones de todo tipo, algunas de las cuales son reconocidas a nivel mundial. Es un buen momento para reflexionar sobre la utilidad y el valor de dichas organizaciones que en muchas ocasiones no sólo han denunciado y divulgado problemas medioambientales muy serios sino que han conseguido una mayor concienciación en la sociedad civil, en la clase política, en los medios de comunicación y en el poder económico. Su papel en el pasado y en el futuro es innegable y sin ellas muchos problemas estarían en fases aún más destructivas. Sin embargo no es menos necesario recordar los excesos que en algunas ocasiones se han producido, la utilización partidista o interesada de algunos problemas y la falta de propuestas alternativas para ciertos males. Es importante que desde estos movimientos exista una permanente autocrítica que obligue a corregir ciertas desviaciones respecto a los ideales que deben guiar su actuación y que básicamente son la defensa del medioambiente y la búsqueda de soluciones a los problemas “ecológicos”. Por tanto es necesario reclamar rigor científico, eficacia y seriedad, ausencia de sectarismo político, máxima ilusión e interés por conocer bien los asuntos y plantear las posibles soluciones y un alejamiento de la violencia como método válido de reivindicación. Un movimiento que ha aportado innumerables avances a lo largo del siglo XX no se debe dejar llevar por tentaciones demagógicas, violentas o extravagantes que tanto han erosionado su credibilidad. Para lo que de verdad interesa, la defensa del medioambiente de este planeta, el ataque ha venido en ocasiones del “falso ecologismo”, ése que se olvida de los datos científicos, del debate serio, profundo y sinceramente preocupado, del espíritu de ayuda y del interés por el planeta y sus habitantes. Ese “falso ecologismo” que 38 cae en manos de la violencia gratuita, que se identifica automáticamente con ideologías extremistas o antisistema o que se emplea a conciencia en una estéril confrontación sin aportar una brizna de solución. El ecologismo debe ser un movimiento aceptado como propio por la inmensa mayoría de la sociedad, un interés que nos arrastre a todos en la defensa de nuestro planeta. Un planeta que no es patrimonio de nadie y que es patrimonio de todos. Pienso que sería lo lógico y lo deseable, pero es que además sería lo más eficaz. Para ello es imprescindible retirar todo lo que no tenga nada que ver con el medioambiente. Esos aderezos que mantienen a una amplia mayoría desinteresada y alejada de aquello que comience por “eco-“ o tenga color verde. 4.5.-La opinión pública, la concienciación social y los medios de comunicación Uno de los principales escollos que impiden conducir todos estos asuntos por unos cauces serios, lógicos y razonables es que la mayoría de la sociedad no se acaba de creer que todas estas cosas estén pasando realmente ni que tengan tanta gravedad. Es asombroso observar cómo la "conciencia social" salta casi de manera instantánea ante otros problemas objetivamente menos importantes mientras que cuando se habla de la cuestión energética o del cambio climático todo son miradas de incredulidad, actitudes de profundo desinterés o incluso claramente burlescas, manipulación demagógica, económica y política. En mi opinión esta actitud demuestra un marcado e irresponsable desinterés sobre el futuro de la próxima generación, nuestros niños de hoy. Es indiscutible que estos temas son tremendamente intrincados, que faltan muchas cosas por saber, que en ciertos aspectos puede haber distintas versiones o que no se debe caer fácilmente en el catastrofismo apocalíptico. Pero lo que es difícil de entender es que con todas las evidencias que han ido demostrando los científicos durante las últimas décadas todavía haya dudas de que "algo extraño le está pasando al clima" y que "este problema ya nos está afectando y aún nos afectará más en el futuro próximo". Quizá la clave para entender el por qué de esta incredulidad sea la que con enorme clarividencia y sencillez ha apuntado Donald Kennedy (editor jefe de la revista Science) en un editorial muy reciente: “la gente piensa que es lo mismo el tiempo que el clima” (106). Y así es: preferimos observar cualquier evento aislado del tiempo (un día de mucho calor, una lluvia torrencial, una helada en mayo…) como una prueba irrefutable que da o quita argumentos para hacerse “creyente de lo del cambio climático” o “definitivamente no creerse esa patraña porque siempre ha hecho este calor”. Hay que recordarlo una vez más: 39 el clima es un conjunto de muchos miles de datos y variables climáticas medidas, procesadas y estudiadas en todo el planeta durante varias décadas. Y los científicos ya no tienen ninguna duda sobre una cosa: el planeta se está calentando más rápidamente de lo que nunca antes lo había hecho y ello se debe al aumento de la concentración atmosférica de unos gases específicos, unos gases que son el resultado de la combustión del petróleo, del carbón y del gas. Mención aparte merecen los medios de comunicación actuales. Su impacto en las sociedades de hoy es enorme, mayor que en ningún otro momento de la historia reciente. Por tanto, independientemente de su capacidad de informar, de opinar o de influir en los distintos poderes, deben adquirir la responsabilidad ineludible de afrontar los principales temas que afectan a la Humanidad (y éste es uno de ellos) con mayor interés, profundidad, rigor y objetividad. En el mundo actual los medios de comunicación han adquirido un papel central por lo que se les puede y se les debe exigir algo más valioso y útil que no sólo la noticia fugaz del día a día, la opinión política interesada o el interés desmedido por el mercado y la publicidad. Se les debe pedir además la denuncia justificada, la búsqueda de la verdad, la capacidad de concienciar a la sociedad y, por qué no, una actitud más humana y altruista. 4.6.-El papel de la clase política El dirigente político siempre tiende a centrarse en los problemas más inmediatos y aparentemente más urgentes de la sociedad. No es mala cosa siempre que se ponga interés y se encuentren vías de solución. La cuestión espinosa aparece cuando nos enfrentamos a problemas a largo plazo. Problemas que no se solucionan en un mandato electoral o en una legislatura. Y ante esta situación hay dos tipos de políticos. Por un lado se encuentran aquellos que centran todos sus esfuerzos en los asuntos próximos y olvidan, acaso involuntariamente, las cuestiones que necesitan soluciones de largo alcance. Por otro lado están aquellos otros políticos que demuestran clarividencia, valentía e inteligencia para prevenir los problemas futuros aunque tomen medidas impopulares. Desgraciadamente los primeros son la inmensa mayoría mientras que son muy pocos los que pueden considerarse en el segundo grupo. Con el cambio climático, sus causas y sus consecuencias ocurre exactamente lo mismo. La mayoría de la clase política navega como puede cuando se trata del cambio climático sin que haya ningún líder mundial que realmente haya hincado el diente a este hueso. Se ha aceptado por muchos como la mejor solución (casi como un auténtico tótem) 40 el llamado protocolo de Kyoto, acuerdo internacional que trata de reducir las emisiones de gases en los países industrializados. Y, aunque loable, se trata de un esfuerzo que según muchos expertos es claramente insuficiente para afrontar y prevenir realmente el problema. Habría que ser aún mucho más ambicioso. Pero ni siquiera en este acuerdo de mínimos los distintos países se ponen de acuerdo y es más que probable que dicho protocolo no se llegue a cumplir en su totalidad. Importantes presiones de corporaciones industriales, ideologías políticas influyentes, desinterés supino, falta de coraje o infantiles partidismos políticos son algunos de los elementos que conforman el actual "cocktail" de desgana, pesimismo y derrota que ofrece la inmensa mayoría de la clase política mundial para afrontar el gravísimo problema del cambio climático. Es muy irritante observar la cantidad de excusas, falacias y engaños que algunas administraciones presentan en muchas ocasiones para negar realidades científicas absolutamente demostradas y probadas. En otras ocasiones los dirigentes comprenden y aceptan la grave realidad y, sin embargo, no adoptan medidas eficaces al respecto. Definitivamente se debe exigir de nuestros políticos mucho mayor interés y esfuerzo durante los próximos años. 4.7.-Costes económicos, importancia histórica y reflexión ética Como en muchos de los problemas humanos siempre gravita el problema económico, es decir los costes. Algunos argumentos en los que se apoyan los detractores de entrar siquiera en el debate del cambio del modelo energético son los económicos, es decir, que es un proceso caro que la sociedad, es decir todos nosotros, no estaría dispuesta a pagar. Los otros argumentos son los de la incredulidad sobre el efecto invernadero, el calentamiento global y el cambio climático. Sobre estos últimos las evidencias son tan abrumadoras que, en fin, poco a poco se irá tomando conciencia por una mayoría de la sociedad, de sus agentes económicos y de sus clases dirigentes. En esa discusión ya no se puede perder más tiempo ni más energías. Respecto al primer argumento no creo que nadie pueda afirmar con rotundidad que profundizar en la búsqueda de otro modelo energético sea más caro que seguir como estamos. El coste de un planeta amenazado y de la salud de millones de personas no se mide con cifras, pero sería muy presuntuoso afirmar que son asuntos que no valen, que no cuestan, que no importan. La valoración de todo esto parece un deber de toda persona informada y preocupada y no se puede acusar de demagogia a los que presentamos la otra cara de la moneda: la salud de millones de 41 personas y de nuestro planeta. Sinceramente pienso que el valor de esto es sencillamente incalculable. Por otro lado, ni siquiera hay que entrar a valorar a aquellos que niegan las evidencias científicas por simples intereses personales o espurios. Ya se ha visto muchas veces que son los primeros en subirse al carro del "ya lo avisé", o peor, "¿por qué no nos avisaron antes?". Quizás sea la inevitable parte negativa de toda sociedad. Siguiendo con la reflexión, en mi opinión nos encontramos ante una seria encrucijada histórica como algunas otras que han acontecido en siglos pasados de nuestra atormentada historia. La responsabilidad de afrontarla nos concierne a todos: científicos, políticos, economistas, periodistas, dirigentes políticos y, en fin, a todos los componentes de la sociedad. Cada uno debe jugar un papel. No cabe esconder la cabeza como el avestruz ni mirar para otro lado. Y finalmente, ¿debemos ser optimistas o pesimistas de cara al futuro? Lo fácil es caer en el catastrofismo pero esto puede ser muy poco útil. En el ser humano se conjugan las mejores virtudes aunque también los peores instintos. El inmenso valor de la inteligencia y de la dimensión ética del ser humano han demostrado en muchos momentos de la Historia que son capaces de las mayores hazañas, de los progresos científicos más impensables, de los sacrificios más heroicos. Esto nos debe proporcionar una profunda confianza en que finalmente irán apareciendo soluciones eficaces, que probablemente serán graduales y no espectaculares. El problema es que nos corre un poquito de prisa. Es la generación a la que ahora vemos dar sus primeros pasos, los niños que hoy aprenden a jugar y a reír, la que verá los resultados. Y estamos obligados a que estos resultados sean buenos. 42 5.-PROPUESTA DE MEDIDAS 5.-PROPUESTA DE MEDIDAS 43 Es imposible resumir en pocas páginas todas las posibles medidas para luchar contra este problema. De hecho muchas de ellas ya están en marcha. Pero hay que intensificarlas y conseguir una eficiencia mucho mayor para conseguir frenar la marcha del proceso. Hasta el momento los resultados son bastante desesperanzadores. Sirva esta breve lista para apuntar algunas líneas de debate y de trabajo. 5.1.-MEDIDAS PARA MINIMIZAR EL CALENTAMIENTO GLOBAL: 1.-La más importante es la concienciación social. Sin esto es muy complicado tratar de aplicar cualquier otra medida. Si la sociedad no se percata de que existe un problema grave, cualquier esfuerzo político, económico, científico o de otro tipo no será aceptado. El principal motor de las mejoras y reformas que han hecho progresar a la Humanidad ha sido la demanda social. Sin conciencia de que hay un problema, sin que la gente se sienta preocupada todo lo demás sirve de muy poco. Y una de las ideas importantes que hay que ir aceptando es que plantearse las soluciones supone un esfuerzo económico. 2.-Promover la divulgación y explicación del problema: -Papel de los medios de comunicación. -Papel de la clase política y de sus dirigentes. -Papel de los científicos y de los centros de investigación. -Papel de los profesores y de las universidades. -Papel de los organismos internacionales. -Papel del "verdadero ecologismo". -Papel de los pensadores, de los filósofos y de los intelectuales. 3.-Conocimiento y profundización del proceso del cambio climático: papel de meteorólogos, de los físicos y de los informáticos. 4.-Incentivar medidas para el progresivo cambio de modelo energético: 44 -Investigación de fuentes de energía alternativas con dinero público, iniciativa privada, donaciones, fundaciones, consorcios empresariales, coordinación internacional, etc. -Descubrimiento de nuevas fuentes de energia: papel de los químicos, de los biólogos, de los ingenieros y de los físicos. Incluye la investigación del fondo del mar, del espacio, de los volcanes y géiseres, de la energía del interior de la Tierra, de los polos, del polvo solar, de nuevas sustancias químicas, etc. Y es de justicia recordar aquí los muchos aciertos que ha supuesto ya la increíble clarividencia de Julio Verne. Y pienso que aún habrá algunos más. 5.-Necesario debate sobre la energía nuclear. 6.-Medidas para reducir la emisión de los gases con efecto invernadero: -Profundización, progresiva superación y mejora del protocolo de Kyoto. -Medidas económicas, políticas e industriales de ahorro de energía: promoción del transporte público, mejora en el aislamiento térmico de los edificios, etc. -Desarrollo de filtros específicos para los gases con efecto invernadero. -Papel de la industria automovilística en la innovación tecnológica. 7.-Medidas para "retirar" de la atmósfera los gases con efecto invernadero: -Papel de los químicos: investigación de sustancias químicas que permitan secuestrar o inactivar estos gases. Investigación exhaustiva de las reacciones de fotosíntesis vegetal y del papel del mar en la absorción de CO2. -Secuestro del CO2 por los árboles: promoción de una política forestal internacional que incluya un aumento de espacios forestales protegidos, programas de reforestación masiva y una lucha feroz contra los incendios. 8.-Papel de los expertos en economía y de la clase empresarial. -------------------------------------------------------------------------- 5.2.-MEDIDAS PARA MINIMIZAR LAS CONSECUENCIAS SANITARIAS DEL CALENTAMIENTO GLOBAL: 45 1.-Promover el conocimiento del problema en todos los estamentos sanitarios: medicina, enfermería, políticos de la Sanidad, servicios de emergencia o farmacéuticos. -Cursos de formación y de actualización. -Introducción de este tema en los programas de formación universitaria. -Mayor promoción de las publicaciones y de las actividades de investigación biomédica respecto al tema. -Desarrollo de reuniones nacionales e internacionales. 2.-Perfeccionamiento de los métodos de previsión meteorológica y de catástrofes, especialmente en países poco desarrollados, incluyendo material de alta tecnología con financiación internacional. 3.-Mayor coordinación internacional en el manejo y tratamiento de las catástrofes climáticas. Valorar la creación de agencias internacionales eficaces, empresas privadas dedicadas a este tema, nuevos empleos laborales e incluso un ejército internacional de rápida intervención. 4.-Promoción de medidas para paliar los efectos de las olas de calor incluyendo protocolos de aviso y emergencia, mejora de los sistemas de acondicionamiento de las viviendas, creación de unidades hospitalarias dedicadas a este tema y desarrollo de servicios de atención domiciliaria. 5.-Medidas para el mejor conocimiento y tratamiento de enfermedades infecciosas con tendencia al cambio en su patrón geográfico. Especial interés al desarrollo de tratamientos frente a la malaria y diversas enfermedades virales o al manejo de medidas de protección frente a vectores como los mosquitos y las garrapatas. 6.-Información y prevención del daño solar: protocolos de alerta, promoción de cremas protectoras, desarrollo de sistemas de medida de radiación ultravioleta, etc. 7.-Promoción internacional de medidas de potabilización, abastecimiento y uso eficiente del agua. Acciones especiales en los deltas superpoblados de algunos ríos. 46 8.-Mejora de los sistemas de producción y conservación de los alimentos, debate sobre los alimentos transgénicos, desarrollo de tecnología agraria avanzada e investigación básica para mejorar la resistencia de las cosechas frente a fenómenos climáticos y ambientales adversos. 9.-Creación de comités interdisciplinarios que favorezcan el intercambio de información entre los meteorólogos y los estamentos sanitarios. Sin duda hay varias decenas de ideas más que se pueden y se deben desarrollar. Es evidente que conociendo el problema mucha gente puede aportar todo tipo de soluciones. Por eso este trabajo es una invitación para que así sea. Por otro lado muchas de estas medidas exigen un apoyo político, social y económico a muchos países subdesarrollados o en vías de desarrollo. No es la misión de este trabajo intentar arreglar los problemas del mundo pero lo que es absolutamente indiscutible es que muchas de las secuelas sociales, económicas, alimentarias o sanitarias del cambio climático se imbrican con la idea de una promoción del desarrollo en muchas zonas deprimidas y también con el deterioro medioambiental global del planeta. Entrar en estos debates es algo tan arduo y complejo que no corresponde aquí. Pero si seguimos con algunas inercias (por lo que se ve aparentemente irresolubles) muchas de estas medidas no son más que papel mojado. Simplemente buenas intenciones. Nada más. -------------------------------------------------------------------------- 5.3.-ALGUNAS MEDIDAS ESPECÍFICAS A NIVEL NACIONAL: Gran parte de las ideas enunciadas anteriormente son perfectamente válidas para España y, de hecho, algunas se van desarrollando poco a poco desde hace tiempo. Además se exponen a continuación algunas medidas que serían más específicas para nuestro país dadas sus determinadas características geográficas y climáticas. 47 1.-Lucha sin cuartel contra los incendios: profunda investigación policial y judicial en las zonas siniestadas, endurecimiento de las penas, aumentar la superficie forestal no recalificable, reforestación masiva, uso de satélites, mayor papel del ejército, aumento de personal, etc. 2.-Profundización en los protocolos de alerta frente a las olas de calor. Tras la ola de calor del 2003 este año se han puesto en marcha interesantes iniciativas a este respecto que deben ser perfeccionadas. 3.-Crear una unidad médica especial frente a los efectos de la ola de calor en Andalucía. 4.-Incremento masivo del parque eólico e investigación y desarrollo de la energía solar y de la energia maremotriz. Debate sobre las centrales nucleares. 5.-Creación de una agencia integral y multidisciplinaria dedicada a las inundaciones mediterráneas, incluyendo la creación de puestos de trabajo destinados a todo este tema. 6.-Poner especial hincapié en la prevención del cáncer de piel, en las alertas a la población ante elevaciones en los niveles de ozono (Madrid, Sevilla, Zaragoza, Barcelona, Valencia u otras) y en la aparición de brotes esporádicos o epidémicos de malaria, fiebre del Nilo occidental o dengue, especiamente en el sur de la península. 7.-Fomentar mediante reuniones, congresos, conferencias de prensa, cursos, campañas publicitarias y cualquier otra vía posible la participación activa de la sociedad, de los principales medios de comunicación, de las asociaciones medioambientales, de los agentes económicos, de las profesiones sanitarias y de la clase política en el debate sobre el cambio climático. 8.-Formación especializada de la clase médica a través de la Universidad y de programas de formación de las distintas agencias de investigación como el CSIC, el Instituto de Salud Carlos III y cualquier otro. Especial interés merecen los internistas, los infectólogos, los dermatólogos, los médicos de atención primaria, los médicos cooperantes, la enfermería y los distintos servicios de emergencia. -------------------------------------------------------------------------48 Para finalizar quiero recordar una vez más la primera medida del inicio del epígrafe. Estamos ante un problema complejo para el que no hay una gran solución sino muchas "pequeñas" soluciones. Pero pienso que es absolutamente imposible lograrlo si no hay una preocupación general de toda la sociedad. Manos a la obra. 49 6.-CONCLUSIONES 6.-CONCLUSIONES Evidentemente éste es un tema muy difícil de abordar por sus innumerables conexiones, la dificultad de recopilar los datos, las cuestiones opinables y las complejas soluciones. Sin embargo sí que es posible extraer algunas conclusiones de todo lo anteriormente expuesto. Como se explicaba en la introducción estos apuntes esperan ser una base de apoyo para futuros debates, para futuros proyectos y, sobre todo, para futuras soluciones. Se finaliza este trabajo con las siguientes conclusiones: 1.-Está sucediendo un calentamiento global del planeta debido a la actividad humana. 50 2.-El calentamiento global ocasiona un cambio climático con efectos muy negativos para la salud humana (consecuencias directas por el aumento térmico, consecuencias en la alimentación, aumento de diversas enfermedades infecciosas y muchos otros). 3.-Según las previsiones este cambio climático se agravará a lo largo del siglo XXI. 4.-Este fenómeno se debe a la combustión de las principales fuentes de energía que, por otro lado, son limitadas. 5.-Es imposible mantener el grado actual de desarrollo sin consumir mucha energía. 6.-Cualquier medida que se tome para luchar contra este fenómeno no puede ignorar que la principal solución pasa por un uso masivo de fuentes de energía que no produzcan gases con efecto invernadero. 7.-Debe actuarse con más energía, más voluntad y más rapidez. 8.-Es exigible mayor conciencia social, periodística y política para afrontar el problema. 9.-Estamos ante uno de los retos históricos del ser humano. 51 7.-REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 7.-REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 1. McCarthy J, Canziani O, Leary N, Kokken D, White K. Climate change 2001: impacts, adaptation, and vulnerability. New York: Cambridge University Press, 2001. (UN Intergovernmental Panel for Climate Change. Third assesment report). 2. Revista trimestral I/04. Greenpeace. Página 9. 3. Dhainaut JF, Claesses YE, Ginsburg C, Riou B. Unprecedented heat-related deaths during the 2003 heat wave in Paris: consequences on emergency departments. Crit Care 2004; 8: 1-2. 4. Centers for Disease Control and Prevention (CDC). Impact of heat on mortality-Rome, Italy, June-August 2003. MMWR Morb Mortal Wkly Rep 2004; 53: 369-371. 52 5. Martínez Navarro F, Simón-Soria F, López-Abente G. Evaluation of the impact of the heat wave in the summer of 2003 on mortality. Gac Sanit 2004; 18: 250-258. 6. Centers for Disease Control and Prevention. Calor extremo: guía preventiva. (Accesed June 20, 2004, at http://www.cdc.gov/nceh/emergency/spanish/calorextremo.htm) 7. Kysely J, Kriz B. High summer temperatures and mortality in the Czech Republic 1982-2000. Epidemiol Mikrobiol Imunol 2003; 52: 105-116. 8. Dematte JE, O´Mara K, Buescher J, Whitney CG, Forsythe S, McNamee T, et al. Near-fatal heat stroke during the 1995 heat wave in Chicago. Ann Intern Med 1998; 129: 173-181. 9. Naiughton MP, Henderson A, Mirabelli MC, Kaiser R, Wilhelm JL, Kieszak SM, et al- Heat-related mortality during a 1999 heat wave in Chicago. Am J Prev Med 2002; 22: 221-227. 10. Kaiser R, Rubin CH, Henderson AK, Wolfe MI, Kieszak S, Parrot CL, et al. Heatrelated death and mental illness during the 1999 Cincinatti heat wave. Am J Forensic Med Pathol 2001; 2: 303-307. 11. How CK, Chern CH, Wang LM, Lee CH. Heat stroke in a subtropical country. Am J Emerg Med 2000; 18: 474-477. 12. Iwamoto T, Akazawa M, Ami M, Shimizu T, Umahara T, Takasaki M. Five elderly patients with cerebral infarctation seen during a heat wave. Nippon Ronen Igakkai Zasshi 1999; 36: 565-571. 13. Keating WR. Death in heat waves. BMJ 2003; 327: 512-513. 14. Bark N. Deaths of psychiatric patients during heat waves. Psychiatr Serv 1998. 49: 1088-1090. 15. Diaz J, Jordan A, Garcia R, López C, Alberdi JC, Hernández E, et al. Heat waves in Madrid 1986-1997: effects on the health of the elderly. Int Arch Occup Environ Health 2002; 75: 163-170. 16. Huynen MM, Martens P, Schram D, Weijenberg MP, Kunst AE. The impact of heat waves and cold spells on mortality rates in Dutch population. Environ Health Perspect 2001; 109: 463-470. 17. Nakai S, Itoh T, Morimoto T. Deaths from heat-stroke in Japan: 1968-1994. Int J Biometeorol 1999; 43: 124-127. 18. Shen T, Howe HL, Alo C, Moolenaar RL. Toward a broader definition of heat-related death: comparison of mortality estimates from medical examiner´s classification with those from total death differentials during the July 1995 heat wave in Chicago, Illinois. Am J Forensic Med Pathol 1998; 19: 113-118. 53 19. Semenza JC, McCullough JE, Flanders WD, McGeehin MA, Lumpkin LR. Excess hospital admissions during the July 1995 heat wave in Chicago. Am J Prev Med 1999; 16: 269-277. 20. Abrass IB. Disorders of temperature regulation. En: Hazzard WR, Blass JP, Halter JB, Ouslander JB, Tinetti MB, editors. Principles of geriatric medicine and gerontology. New York: McGraw-Hill, 2003. 21. Ruipérez I, Sepúlveda D. Temperatura y muerte en ancianos. Med Clin (Barc) 2004; 123: 19-20. 22. Semenza JC, Rubin CH, Falter KH, Selanikio JD, Flanders D, Howe HL, et al. Risk factors for heat-related mortality during the July 1995 heat wave in Chicago. N Engl J Med 1996; 35: 84-90. 23. Sartor F, Snacken R, Demuth D, Walckiers D. Temperature, ambient ozone levels, and mortality during summer 1994, in Belgium. Environ Res 1995; 70: 105-113. 24. Katsouyanni K, Pantazopoulou A, Toulomi G, Tselpidaki I, Moustris K, Asimakopoulos D, et al. Evidence for inteaction between air pollution and high temperature in the causation of excess mortality. Arch Environ Health 1993; 48: 235242. 25. Bernard SM, Samet JM, Grambsch A, Ebi KL, Romieu I. The potential impacts of climate variabiliy and change on air pollution-related health effects in the United States. Environ Health Perspect 2001; 109: 199-209. 26. McConnell R, Berhane K, Gilliland F, London S, Islam T, Gauderman W, et al. Asthma in exercising children exposed to ozone: a cohort study. Lancet 2002; 359: 386-391. 27. Beniston M. Climatic change: possible impacts on human health. Swiss Med Wkly 2002; 132: 332-337. 28. Cifuentes L, Borja-Aburto VH, Gouveia N, Thurston G, Davis DL. Assessing the health benefits of urban air pollution reductions associated with climate change mitigation (2000-2020): Santiago, Sao Paulo, Mexico City, and New York City. Environ Health Perspect 2001; 109: 419-425). 29. Patz JA, Kovats RS. Hotspots in climate change and human health. BMJ 2002; 325: 1094-1098. 30. Loretti A, Tegegn Y. Disasters in Africa: old and new hazards and growing vulnerability. World Health Stat Q 1996; 49: 179-184. 31. Shiklomanov IA, ed. World water resources at the beginning of the 21st century. Paris: UNESCO Publications; 2001. 54 32. Rose JB, Epstein PR, Lipp EK, Sherman BH, Bernard SM, Patz JA. Climate variability and change in the United States: potential impacts on water and foodborne diseases caused by microbiologic agents. Environ Health Perspect 2001; 109: Suppl 2: 211-221. 33. Intergovernmental Panel on Climate Change. In: Houghton J, Ding Y, Griggs M, Noguer M, van der Linden, Dai X, et al., eds. Climate change 2001: the scientific basis. Cambridge: Cambridge University Press, 2001: 881. 34. Malilay J. Floods. In: Noji E, ed. The public health consequences of disasters. New York: Oxford University Press, 1997. 35. Siddique A, Baqui A, Eusof A, Zaman K. 1988 floods in Bangladesh: pattern of illness and cause of death. J Diarrhoeal Dis Res 1991; 9: 310-314. 36. Trevejo RT, Rigau-Perez JG, Ashford DA, McClure EM, Jarquin-Gonzalez, C, Amador JJ, et al. Epidemic leptospirosis associated with pulmonary hemorrhageNicaragua, 1995. J Infect Dis 1998; 178: 1457-1463. 37. National Climatic Data Center. Mitch: The deadliest Atlantic Hurricane since 1780. Asheville, NC: NCDC, 1999. 38. Patz JA. Global warming. Health impacts may be abrupt as well as long term. BMJ 2004; 328: 1269-1270. 39. Greenough G, McGeehin M, Bernard SM, Trtanj J, Riad J, Engelberg D. The Potential Impacts of Climate Variability and Change Health Impats of Extreme Weather Events in the United States. Environ Health Perspect 2001; 109 (suppl 2): 191-198. 40. Kirkland TN, Fierer J. Coccidiomycosis: a reemerging infectious disease. Emerg Infect Dis 1996; 2: 192-199. 41. Engelthaler DM, Mosley DG, Cheek JE, Levy CE, Komatsu KK, Ettestad P, et al. Climatic and environmental patterns associated with hantavirus pulmonary syndrome, four Corners region, united States. Emerg Infec Dis 1999; 5: 87-94. 42. Miranda AI, Coutinho M, Borrego C. Forest fire emissions in Portugal: A contribution to global warming? Emviron Pollut 1994; 83: 121-123. 43. Patz JA, Reisen WK. Immunology, climate change and vector-borne diseases. Trends Immunol 2001; 22: 171-172. 44. Tanser FC, Sharp B, le Sueur D. Potential effect of climate change on malaria transmission in Africa. Lancet 2003; 362: 1792-1798. 45. Kovats RS, Bouma MJ, Hajat S, Worrall E, Hanes A. El Niño and health. Lancet 2003; 362: 1481-1489. 55 46. Loevinsohn M. Climatic warming and increased malaria incidence in Rwanda. Lancet 1994; 343: 714-718. 47. Linblade KA, Walker ED, Onapa AW, Katungu J, Wilson ML. Highland malaria in Uganda: prospective analysis of an epidemia associated with El Niño. Trans R Soc Trop Med Hyg 1999; 93: 480-487. 48. Bryan JH, Foley DH, Sutherst RW. Malaria transmission and climate change in Australia. Med J Aust 1996; 164: 345-347. 49. Martens WJM, Rotmans J, Niessen LW. Climate change and malaria risk: an integrated modelling approach. Bilthoven, the Netherlands: RIVM; 1994. Global Dynamics & Sustainable Development Programme, report series 3, report 461-5020031994. 50. World Health Organisation. WHO report on global surveillance of epidemic-prone infectious diseases. Geneva: WHO 2000. 51. Trent DW. Genetic variation among dengue 2 viruses of different geographic origin. Virology 1983; 128: 271-284. 52. Hales S, de Wet N, Maindonald J, Woodward A. Potential effect of population and climate changes on global distribution of dengue fever: an empirical model. Lancet 2002; 360: 830-834. 53. Watts DM, Burke DS, Harrison BA, Whitmire RE, Nisalak A. Effect of temperature on the vector efficiency of Aedes aegypti for dengue 2 virus. Am J Trop Med Hyg 1987; 36: 143-152. 54. Patz JA, Martens WJ, Focks DA, Jetten TH. Dengue fever epidemic potential as projected by general circulation models of global climate change. Environ Health Perspect 1998. 106: 147-153. 55. Hales S, de Wet N, Maindonald J, Woodward A. Potential effect of population and climate changes on global distribution of dengue fever: an empirical model. Lancet 2002; 360: 830-834. 56. Sanford JP. Infecciones por arbovirus. En: Isselbacher KJ, Braunwald E, Wilson JD, Martin JB Fauci AS, Kasper DL, editores. Harrison, Principios de Medicina Interna. 13ª Ed. Interamericana, McGraw-Hill 1994, 972-978. 57. Rweyenamu M, Paskin R, Benkirane A, Martin V, Roeder P, Wojciechowski K. Emerging diseases of Africa and the Middle East. Ann N Y Acad Sci 2000; 916: 6170. 58. Anyamba A, Linthicum KJ, Tucker CJ. Climate disease connections: Rift Valley Fever in Kenya. Cad Saúde Pública 2001; 17: 133-140. 56 59. Harvell CD, Mitchell CE, Ward JR, Altizer S, Dobson AP, Ostfeld RS, et al. Climate warming and disease risks for terrestrial and marine biota. Science 2002; 296: 21582162. 60. Lanciotti RS, Roehrig JT, Deubel V, Smith J, Parker M, Steele K, et al. Origin of the west Nile virus responsible for an outbreak of encephalitis in the northeastern United States. Science 1999; 286: 2333-2337. 61. Nosal B, Pellizari R. West Nile virus. CMAJ 2003; 168: 1443-1444. 62. Centers for Disease Control and Prevention. West Nile Virus update-current case count. Accesed July 22, 2004, at http://www.cdc.gov/ncidod/dvid/westnile/surv&controlCaseCount03_detailed.htm. 63. Epstein PR. West Nile virus and the climate. J Urban Health 2001; 78: 367-371. 64. Hubálek Z, Halouzka J. West Nile Fever-a Reemerging Mosquito-Borne Viral Disease in Europe. Emerg Infect Dis 1999; 5: 643-650. 65. Russell RC. Mosquito-borne arboviruses in Australia: the current scene and implications of climate change for human health. Int J Parasitol 1998; 28: 955-969. 66. Maguire T. Do Ross River and dengue viruses pose a threat to New Zealand? N Z Med J 1994; 9: 107: 448-450. 67. Lindgren E, Gustafson R. Tick-borne encephalitis in Sweden and climate change. Lancet 2001; 358: 16-18. 68. Zeman P, Benes C. A tick-borne encephalitis ceiling in Central Europe has moved upwards during the last 30 years: possible impact of global warming? Int J Med Microbiol 2004; 293: 48-54. 69. Subak S. Effects of climate on variability in Lyme disease incidence in the northeastern United States. Am J Epidemiol 2003; 157: 531-538. 70. McCabe GJ, Bunnell JE. Precipitation and the ocurrence of Lyme disease in the northeastern United States. Vector Borne Zoonotic Dis 2004; 4: 143-148. 71. Kampen H, Rotzel DC, Kurtenbach K, Maier WA, Seitz HM. Substantial rise in the prevalence of Lyme borreliosis spirochetes in a region of western Germany over a 10year period. Appl Environ Microbiol 2004; 70: 1576-1582. 72. Anderson DM. WESTPAC symposium and harmful blooms workshop, International Oceanographic Commission, UNESCO. Harmful Algae News 1992; 2: 4. 73. Lipp EK, Huq A, Colwell RR. Effects of global climate on infectious disease: the cholera model. Clin Microbiol Rev 2002; 15: 757-770. 57 74. Louis VR, Russek-Cohen E, Choopun N, River IN, Gangle B, Jiang SC, et al. Predictability of Vibrio Cholerae in Chesapeake Bay. Appl Environ Microbiol 2003; 69: 2773-2785. 75. Shope R. Global climate change and infectious disease. Environ Health Perspect 1991; 96: 171-174. 76. Ottesen PS, Lassen J. Health effects of climatic changes—possible consequences for Norway. Tidsskr Nor Laegeforen 1997; 117: 54-57. 77. Pascual M, Rodó X, Ellner SP, Colwell R, Bouma MJ. Cholera dynamics and El Niño southern oscillation. Science 2000; 289: 1766-1767. 78. Rodó X, Pascual M, Fuchs G, Faruque ASG. ENSO and cholera: nonstationary link related to climate change? Proc Natl Acad Sci U S A 2002; 99: 12901-12906. 79. Patz JA, Epstein PR, Burke TA, Balbus JM. Global Climate Change and Emerging Infectious Diseases. JAMA 1995; 275: 217-223. 80. Tester P. Red tide: effects on health and economics. Health Environ Digest 1991; 5: 4-5. 81. Lembeye G. Major PSP outbreak in Chile, 1991-1992. Harmful Algae News 1992; 2: 1-2. 82. McMichael AJ. Impact of climatic and other environmental changes on food production and population health in the coming decades. Proc Nutr Soc 2001; 60: 195-201. 83. Peng S, Huang J, Sheehy JE, Laza RC, Visperas RM, Zhong X, et al. Rice yields decline with higher night temperature from global warming. Proc Natl Acad Sci U S A 2004; 101: 9971-9975. 84. Evenson RE. Global and local implications of biotechnology and climate change for future food suplies. Proc Natl Acad Sci U S A 1999: 96: 5921-5928. 85. McMichael AJ. Environmental change and food production: consequences for human nutrition and health. Asia Pac J Clin Nutr 2004; 13: S19. 86. Pimentel D. Global warming, population growth, and natural resources for food production. Soc Nat Resour 1991; 4: 347-363. 87. Diffley B. Climate change, ozone depletion and the impact on ultraviolet exposure of human skin. Phys Med Biol 2004; 49: R1-11. 88. de Gruijl FR, Longstreth J, Norval M, Cullen AP, Slaper H, Kripke ML, et al. Health effects from stratospheric ozone depletion and interactions with climate change. Photochem Photobiol Sci 2003; 2: 16-28. 58 89. van der Leun JC, de Gruijl FR. Climate change and skin cancer. Photochem Photobiol Sci 2002; 1: 324-326. 90. Nicholls R, Leatherman S. Global sea-level rise. In: Strzepek K, Smith J, eds. As climate changes: international impacts and implications. New York: Cambridge University Press, 1997. 91. Patz J. Public health risk assesment linked to climatic and ecological change. Hum Ecolog Risk Asses 2001; 7: 1317-1327. 92. Myers N, Kent J. Environmental exodus: an emergent crisis in the global arena. Washington, DC: Climate Institute, 1995. 93. Myers N. Eco-refugees: a crisis in the making. People Planet 1994; 3: 6-9. 94. Myers N. Environmental refugees: a growing phenomenon of the 21st century. Philos Trans R Soc Lond B Biol Sci 2002; 357: 609-613. 95. Swain A. Environmental migration and conflict dynamics: focus on developing regions. Third World Q 1996; 17: 959-973. 96. Lonergan S. The role of environmental degradation in population displacement. Environ Change Secur Proj Rep 1998; 4: 5-15. 97. Lambert M, Haasen C, Halilovic H. Differential diagnosis of psychotic disorders in immigrants. Psychiatr Prax 1998; 25: 198-199. 98. Norris FH, Perilla JL, Riad JK, Kaniasty K, Lavizzo E. Stability and change in stress, resources, and psychological distress following natural disaster: findings from a longitudinal study of Hurricane Andrew. Anxiety, Stress Coping 1999; 12: 363-396. 99. Bunyavanich S, Landrigan CP, McMichael AJ, Epstein PR. The impact of climate change on child health. Ambul Pediatr 2003; 3: 44-52. 100.Beggs PJ. Impacts of climate and climate change on medications and human health. Aust N Z J Public Health 2000; 24: 630-632. 101.Harte J, Ostling A, Green JL, Kinzing A. Biodiversity conservation: climate change and extinction risk. Nature 2004; 430: 3 p. following 33. Comment in: Nature 2004; 427: 145-148. 102.Flanningan MD, Stocks BJ, Wotton BM. Climate change and forest fires. Sci Total Environ 2000; 262: 221-229. 103.Bailey SW. Climate change and decreasing herbicide persistence. Pest Manag Sci 2004; 60: 158-162. 104.Townsend M, Mahoney M, Jones JA, Ball K, Salmon J, Finch CF. Too hot to trot? Exploring potential links between climate change, physical activity and health. J Sci Med Sport 2003; 6: 260-265. 59 105.Kennedy D. The Hydrogen Solution. Science 2004; 305: 917. 106.Kennedy D. Climate Change and Climate Science. Science 2004; 304: 1565. 60