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LA ESTRUCTURA LÉXICO-SINTÁCTICA DE LOS VERBOS
PARASINTÉTICOS
Héctor Fernández Alcalde
Centro de Ciencias Humanas y Sociales - CSIC
1. Introducción
En este trabajo proponemos un análisis para una serie de verbos que han recibido un amplio
tratamiento en la bibliografía: los denominados verbos parasintéticos, que, de acuerdo con la
definición tradicional, son aquellos que se forman mediante la adición simultánea de un prefijo
y un sufijo a una base nominal (1), adjetival (2) o adverbial (3):
(1) a. Juan embotelló el vino.
b. Juan ensilló el caballo.
c. Juan adehesó el terreno.
(2) Juan engordó los pollos.
(3) Juan acercó la mesa.
Las similares propiedades morfológicas y sintácticas de estos verbos hacen deseable un
análisis unitario. Empezaremos haciendo un somero repaso por los trabajos que se han dedicado
a estudiar estos verbos en la sección 2 y dedicaremos el apartado 3 a exponer nuestra propuesta.
En la sección 4 se mostrarán las conclusiones y posibles extensiones de nuestro análisis.
2. Antecedentes y estado de la cuestión
El término parasíntesis se encuentra por primera vez en el estudio fundacional de A.
Darmesteter (1875), donde se define como el proceso de formación de palabras por el que los
mecanismos de «composición»1 y «derivación» actúan al mismo tiempo sobre un mismo
radical, sin que la acción individual de ninguno de ellos produzca un resultado válido. Pone
como ejemplo la formación en francés de los verbos embarquer y débarquer a partir de la base
barque, sin que existan ni los «compuestos» débarque, embarque ni el derivado barquer.
La mayor parte de los trabajos tradicionales que tratan el fenómeno de la parasíntesis
asumen sin grandes modificaciones esta definición. Así, R. Menéndez Pidal (1904), J. Alemany
(1920), V. Brøndal (1943), entre muchos otros (cf. D. Serrano 1995, para una revisión
exhaustiva), adoptan la visión de que una palabra se ha formado por parasíntesis si el prefijo y
el sufijo se han unido simultáneamente sobre una base, de modo que se distinguen de otras
formaciones en las que los afijos se han añadido de manera sucesiva.
Las aproximaciones más modernas a este fenómeno tienden a restar importancia a esta
condición sobre el concepto de parasíntesis establecido en la gramática tradicional. En distinta
medida, entran en los varios estudios dedicados al tema criterios de índole semántica, que se
1
apartan de un análisis puramente formal basado en la segmentación de los afijos, y conceptos
como palabra «posible» (frente a palabra «existente» o «atestiguada»). Por un lado, se defiende
la necesidad de aplicar criterios semánticos para determinar la estructura morfológica de las
palabras. Como señala D. Serrano (1995: 31), las dos interpretaciones semánticas del verbo
desnivelar deben corresponderse con otras tantas posibilidades de análisis estructural:
(4) desnivelar1 (‘hacer perder el nivel’): nivel > des+nivel+ar
desnivelar2 (‘acción opuesta a nivelar’): nivel > nivelar > des+nivelar
Por otro lado, los estudios de morfología orientados desde una perspectiva generativista,
como el de M. Halle (1973), empiezan a plantear la posibilidad de postular etapas intermedias
en la formación de palabras aunque estas no correspondan a palabras «existentes» en el léxico.
D. Corbin (1980) hace referencia explícita a esta posibilidad al estudiar la formación de los
parasintéticos, y propone la legitimidad de derivar una palabra de una base posible (esto es,
derivable a partir de las reglas de formación de palabras de una lengua determinada) aunque no
esté atestiguada en un corpus o diccionario.
Con estas dos premisas (la validez de emplear criterios semánticos en la descomposición
morfológica y la posibilidad de aceptar estadios derivativos no correspondientes a palabras
existentes) aceptadas de manera más o menos general, los trabajos que tratan la parasíntesis de
manera directa o tangencial pueden dividirse en dos grandes grupos. Por un lado, aquellos que
abordan el fenómeno desde un punto de vista eminentemente morfológico, esto es, los que
estudian principalmente los morfemas y mecanismos que intervienen en la construcción de la
palabra; entre ellos destacan D. Corbin (1980, 1987), S. Scalise (1984, 1986), L. Eguren (1991)
y D. Serrano (1995). Por otro, los estudios que lo enfocan desde una perspectiva léxicosintáctico-semántica, cuya característica común es que prescinden de un componente
morfológico que genere este tipo de formaciones y parten para su análisis de la estructura
sintáctica de los predicados y argumentos que participan en estas construcciones. Entre los
autores que estudian los parasintéticos desde este punto de vista, pueden destacarse I. Bosque
(1976), S. Alcoba (1987), K. Hale y S. Keyser (1998), S. Gumiel, I. Nieto e I. Pérez (1999), N.
Moreno y J. Romero (2000), J. Mateu (2001) y S. Padrosa (2005).
Pero, desde una perspectiva u otra, todos tienen en común dos problemas fundamentales
para los que se han propuesto soluciones muy diversas. El primero de ellos se refiere a la
naturaleza de los afijos que intervienen en la formación del parasintético y el orden en que se
unen a la base; en concreto, se ha intentado descubrir si el afijo que determina el cambio de
categoría de la base es el prefijo o, por el contrario, es un sufijo verbalizador, instanciado por la
vocal temática o por un sufijo Ø. La segunda cuestión que trata de resolverse es si el prefijo
aporta algún tipo de contenido semántico al parasintético o si se trata de un mero accidente
morfológico. A continuación veremos con algo más de detalle cada una de estas propuestas.
2.1. Naturaleza y orden de aplicación de los afijos
Sobre este aspecto se han propuesto casi tantos análisis como posibilidades lógicas de
segmentación ofrecen estas formaciones. Ante la primera pregunta que cabe plantearse: ¿cuál es
el afijo responsable del cambio categorial de la base?, las cuatro posibles respuestas (el prefijo,
el sufijo, ambos y ninguno) han recibido respaldo en la bibliografía.
Con mayor o menor vaguedad, son varios los autores que, contra lo que comúnmente se
acepta, han propuesto que el prefijo es el responsable de la verbalización de la base nominal,
adjetival o adverbial. Entre ellos puede destacarse, por la explicitud de su propuesta, el trabajo
de D. Corbin (1987), que llega a negar la existencia de la parasíntesis como mecanismo de
2
formación de palabras; para esta autora, la prefijación es el único procedimiento que interviene
en la construcción de los que denomina «pseudoparasintéticos» (D. Corbin 1987:129), y
considera que el resto de morfemas que se añaden (vocal temática, desinencias) no son sufijos
sino morfemas flexivos que se adjuntan a un tema verbal ya formado por [pref + N/Adj/Adv]V.
Sin embargo, la mayor parte de los autores suponen que sobre la base opera un sufijo
verbalizador (ya sea este la vocal temática o un morfema Ø) y que el prefijo se añade sin
cambiar la categoría. Dentro de esta visión existen también posturas enfrentadas acerca del
orden en que los afijos se unen a la base. Por ejemplo, S. Scalise (1984) propone que el sufijo
verbalizador se añade primero a la base, creando un conjunto al que posteriormente se une el
prefijo: [Pref [X Suf]V]V; S. Padrosa (2005), desde un marco teórico completamente distinto,
también apuesta por esta solución. En cambio, S. Alcoba (1987) defiende que la base toma en
primer lugar el prefijo, sin que este cambie su categoría, y después el prefijo convierte esta base
prefijada en verbo: [[Pref X]X Suf]V2.
La tercera opción de análisis, la de que ambos afijos intervienen a la vez en la formación
del parasintético, se apoya en el concepto de «circunfijo» o «morfema discontinuo»: para
autores como I. Bosque (1976, 1983), G. Booij (1977) o L. Eguren (1991), afijo y prefijo
constituyen una unidad y como tal se unen a la base. Los detalles del análisis son diferentes
según el enfoque de cada autor, pero todos ellos coinciden en formalizar la idea tradicional de
que el prefijo y el sufijo actúan al mismo tiempo sobre la base. De este modo, pueden prescindir
de fases intermedias en la derivación que no corresponden con palabras existentes.
Existe un cuarto grupo de autores que, bien consideran que ni el prefijo ni el sufijo son
responsables de la transcategorización de la base, bien analizan estos verbos desde una
perspectiva desde la que este aspecto resulta irrelevante. Dentro de este tipo de trabajos son
especialmente relevantes los que se encuadran dentro de la teoría de las Estructuras LéxicoRelacionales (ELR) de K. Hale y S. Keyser (1993, 1998). Estos autores proponen que los
elementos léxicos proyectan un tipo particular de configuración sintáctica, las ELR, que
determinan su significado fundamental y su estructura argumental. En este modelo, los
predicados se derivan de las ELR por medio de un proceso de «conflación», muy similar a la
«incorporación» de M. Baker (1988). Así, un verbo denominal como bottle «embotellar» se
deriva de una estructura como la de (5a), mientras que un verbo deadjetival como clear
«vaciar(se), despejar(se)» procede de una estructura como la de (5b):
(5) a. (John) bottled the wine.
b. The screen cleared. / (John) cleared the screen.
V
V
V
P
SN
the wine
SN
the screen
P
P
V
V
A
clear
N
bottle
De este modo, la categoría del verbo derivado no depende de la acción de ningún afijo, sino
de la matriz verbal vacía a la que se incorpora la base. En cuanto a la naturaleza del prefijo de
los parasintéticos, como los del inglés ennoble «ennoblecer», para estos autores formaría parte
de la matriz fonológica del verbo, al igual que determinados sufijos como los que aparecen en
verbos como redden «enrojecer» (Hale y Keyser 1998: 85). Ello no quiere decir, sin embargo,
que propongan que el prefijo es el responsable del cambio de categoría, sino que el verbo nulo
al que se incorpora la base puede estar fonológicamente vacío [ ]V, como ocurre con bottle o
clear, o puede tener algún contenido fonológico [en [ ]]V, [[ ] en]V, como en ennoble o redden.
3
Para otros autores que analizan los verbos parasintéticos del español dentro de este modelo,
los prefijos en- y a- serían materializaciones del núcleo preposicional. Ello es lo que defienden
N. Moreno y J. Romero (2000) para los verbos denominales y S. Gumiel, I. Nieto e I. Pérez
(1999) para los deadjetivales, dado que proponen para ellos una estructura como la de (5a) en
lugar de la de (5b), defendida por K. Hale y S. Keyser (1993, 1998). Otros autores, como J.
Mateu (2002), dejan abiertas ambas posibilidades, ya que no es relevante para su análisis
determinar si el prefijo es la materialización del núcleo preposicional o si forma parte de la
matriz fonológica del verbo.
2.2. El aporte semántico del prefijo
La postura más general en la bibliografía dedicada al tema es considerar que el prefijo no aporta
ningún significado (Corbin 1980, Scalise 1984, Alcoba 1987, Serrano 1995, Hale y Keyser
1998). Sin embargo, existen autores que defienden que los morfemas implicados en la
formación de los parasintéticos (especialmente el prefijo) codifican algún tipo de significado.
Entre ellos, por la influencia que tendrá sobre nuestra propuesta, destacaremos el análisis de los
verbos parasintéticos deadjetivales de I. Bosque (1976). Para este autor, el afijo discontinuo que
constituyen el prefijo y el sufijo de estos verbos es la manifestación de un predicado DEVENIR
que se encuentra en la estructura profunda del esquema sintáctico que proyectan estos elementos
y que selecciona la predicación formada por el adjetivo que sirve de base al parasintético y su
argumento. Tras una operación de «elevación del predicado» (predicate raising), el adjetivo se
une con el predicado DEVENIR y se lexicaliza como verbo (en el caso de (6), enfriarse):
(6)
S1
DEVENIR
S
pred. raising
S2
[en_arse]
DEVENIR
SN
frío
los
frío
los
macarrones
[en_arse]
macarrones
Por otro lado, los trabajos de S. Gumiel, I. Nieto e I. Pérez (1999) y N. Moreno y J. Romero
(2000) suponen también un significado para el prefijo de los parasintéticos, pero desde un
enfoque diferente. Para ellos, el prefijo es la manifestación fonológica de la preposición a la que
se incorpora el nombre en una estructura como la de (5).
3. La estructura léxico-sintáctica de los verbos parasintéticos
3.1. La teoría escueta de la predicación
En este trabajo propondremos un análisis léxico-sintáctico de la estructura de los verbos
parasintéticos, en la línea de K. Hale y S. Keyser (1993, 1998), pero fundamentado en la Teoría
Escueta de la Predicación (TEP) formulada en H. Fernández Alcalde (2005) y con aportes de la
propuesta de I. Bosque (1976) expuesta en el apartado anterior.
La hipótesis fundamental de la TEP se puede resumir de la siguiente manera: en el Lexicón
existe un conjunto de raíces léxicas, con o sin contenido fonológico, con las propiedades de un
predicado —es decir, con la posibilidad o necesidad de combinarse con argumentos—. Cuando
4
esas raíces entran en la sintaxis, seleccionan una serie de argumentos determinada por las
propias necesidades del predicado y, crucialmente, por el núcleo funcional con el que se
ensamblen. De la presencia o ausencia de estructura funcional, así como de su naturaleza,
dependerán sus diferencias sintácticas. Asumiremos, pues, que el núcleo de la predicación es
siempre una raíz léxica sin especificación categorial que se puede combinar con distintas
cabezas funcionales, últimas responsables de la variación estructural.
Un pilar básico de esta hipótesis es la suposición de que cada raíz léxica puede seleccionar
un máximo de dos argumentos, por razones que se discuten en H. Fernández Alcalde (2005). Si
se asume la Hipótesis del Sujeto Interno al Sintagma Verbal (Koopman y Sportiche 1991), el
argumento externo puede considerarse un argumento más de la raíz predicativa en cuestión. La
tradicional distinción entre argumento interno y externo queda preservada, simplemente, en
virtud de la aplicación de la operación Ensamblaje (Merge, Chomsky 2000, 2008). El
argumento interno (AI) es el que se ensambla en primer lugar con la raíz y, en consecuencia, el
que más íntimamente está ligado con ella. El argumento externo (AE) es el que se ensambla a
este conjunto R+AI, de manera crucial, a través de la mediación de una cabeza funcional que,
como se ha dicho antes, no va a considerarse un núcleo predicativo sino un conjunto de rasgos
formales (un morfema) añadidos a la raíz. Por lo tanto, esa cabeza funcional no presenta
requisitos argumentales (léxicos), sino simplemente formales y semánticos, y no introduce
ninguna relación predicativa nueva, sino que «da forma» a la estructura a la que se añade. En el
caso del verbo, el AE está legitimado por el núcleo v*, es decir, un elemento funcional que, en
términos de N. Chomsky (2001), es -completo o no defectivo, esto es, que requiere que dentro
de su dominio se asignen todos los papeles temáticos compatibles con el verbo. Es, pues, el
elemento que típicamente aparece en las estructuras transitivas introduciendo el argumento
externo en una posición donde canónicamente se le interpretará un papel de agente, causa o
experimentante y presentará unas propiedades sintácticas determinadas. La estructura básica de
la cláusula que asumiremos en este trabajo es la de (8), una ligera modificación de la propuesta
en N. Chomsky (2001: 33).
(8) [CP C [TP T [vP (arg) v [VP V (arg)]]]]]
Frente a H. Harley (1995) y K. Hale y S. Keyser (1998), entre otros, que proponen que los
verbos triargumentales seleccionan un SP con dos argumentos, defenderemos una propuesta
coherente con las ideas que sobre la proyección de los predicados y sus argumentos hemos
expuesto hasta aquí. En concreto, el argumento que selecciona este tipo de verbos es un nuevo
predicado, que adopta la estructura general de (8). La diferencia principal con la instanciación
de esta estructura que hemos visto hasta ahora es que en el caso que nos ocupa el predicado no
se asocia con ningún núcleo funcional y, por tanto, no está especificado categorialmente ni
alcanza materialización fonológica.3 Propondremos que se trata de un predicado abstracto (en H.
Fernández Alcalde 2005 se identifican tres: uno de estado BE (8a), uno locativo LOC (8b), y uno
posesivo POS (8c)) que toma dos argumentos:
(8) a. [AE v [V [SD BE SD]]]
b. [AE v [V [SD LOC SP]]]
c. [AE v [V [SD POS SD]]]
El primero de ellos está implicado en las construcciones de verbos como consider
«considerar», que seleccionan un predicado secundario (9a); el segundo aparece con verbos
como put «poner», que seleccionan una predicación locativa (9b); y el tercero, en las estructuras
de doble objeto que se encuentran en inglés con algunos verbos de transferencia, como give
«dar» (9c):
5
(9) a. Peter considers [John BE a good fellow]. ‘Peter considera a John un buen compañero’.
b. Peter put
[the book LOC on the shelf]. ‘Peter puso el libro en la estantería’.
c. Peter gave
[John POS a book]. ‘Peter le dio un libro a John’.
Las ventajas de este análisis sobre el que defienden Hale y Keyser son, creemos, varias:
1. Se postula un predicado único para los complementos locativos, dotándolos de un
significado básico. El sistema C-I interpretará un papel temático canónico para cada uno
de los argumentos de LOC, que serán, adoptando la propuesta de J. Mateu (2002),
tomada a su vez de L. Talmy (1978), el de «fondo» para el argumento que se ensambla
al predicado locativo en primer lugar y el de «figura» para el que resulta de segundo
Ensamblaje, ambos empleados en sentido muy general: en el caso del primero, el
«fondo» puede referirse tanto al escenario de un evento estativo como al lugar al que el
elemento singularizado como «figura» se dirige, o del que procede. Estas diferencias
dependen del significado de su complemento, concretamente de la preposición que lo
encabeza, del mismo modo que el significado básico de un verbo se completa con el
significado de su complemento.
2. Se sitúa como núcleo de este predicado locativo un elemento léxico sin categoría, de
acuerdo con la teoría que hemos expuesto anteriormente. La preposición que postulan K.
Hale y S. Keyser (1998) y H. Harley (1995) posee un estatus categorial problemático,
hasta el punto de que estudios recientes (véase, por ejemplo, D. Pesetsky y E. Torrego
2004, donde se equipara P con T) la consideran una categoría funcional. Ello no es de
extrañar dentro del modelo teórico en el que estamos trabajando, pues P es capaz de
legitimar rasgos de Caso y exhibe efectos de fase (propiedades atribuidas a las
categorías funcionales). En efecto, cuando en el nivel de la siguiente fase (cf. Chomsky
2001) se pretende practicar una extracción desde el complemento de P, la derivación
fracasa:
(10) *[CP de quién [C han vuelto los niños [SP de casa de quién]]]
En cambio, el elemento que en los autores mencionados se considera especificador
de P no presenta las mismas propiedades que los verdaderos especificadores de un
núcleo de fase, entre otros, el efecto «arista de la arista» de K. Hiraiwa (2004), pues la
extracción desde esta posición sí está permitida:
(11) [CP de qué autor [C has llevado [Sv [Sv ... [ [libros de qué autor] a la biblioteca]]]
A la vista de las razones teóricas y empíricas que acabamos de ver, la configuración
típicamente diádica que, para Hale y Keyser, proyecta P:
[Prepositions] specify a relation (spatial, temporal, or other) between two entities [... T]he
structure of a prepositional projection [...] involv[es] a kind of predication [... T]he head (P)
and its complement (a DP [...]) combine to form a predicate. By definition, a predicate
requires a «subject», which is supplied by the specifier. K. Hale y S. Keyser (2002: 8).
será reformulada para considerar que la relación entre esas dos entidades está codificada
de manera general en la raíz abstracta LOC que, efectivamente, se combina con un
complemento —en este caso, el SP— para formar un predicado que toma un sujeto en
6
su especificador, formando el conjunto etiquetado en (11) como α. Nuestra propuesta,
además, implica que la combinación de otras raíces con otros complementos (por
ejemplo, V y SD) también forma un predicado que, «por definición», requiere un sujeto
situado dentro de su proyección léxica (en ocasiones, a través de una categoría
funcional). La predicación, de esta manera, no es monádica o diádica según la categoría
léxica del predicado ni la estructura en la que se ensamble, sino en virtud de sus propios
requisitos de selección argumental.
3. Se obtiene un análisis uniforme del SP sin especificador, tanto para los casos que
acabamos de ver como para los verbos que toman un SP como único complemento, por
ejemplo, Mi padre sólo piensa en el dinero. Si P proyecta canónicamente una estructura
diádica, debe pensarse, bien que el especificador de P es un PRO controlado por el
sujeto, lo cual resultaría en cierto modo vacuo, bien que el sujeto se genera en Espec-P y
luego recibe Nominativo en Espec-T, contra la intuición de que se trata de un argumento
externo. Del mismo modo, se evita dar una estructura diferente al complemento de Me
compré [SD un libro] y Me compré [SP un libro de historia].
3.2. Análisis de los verbos parasintéticos
Las formaciones parasintéticas comparten una misma estructura, que consiste en una
combinación de raíces predicativas que configuran un predicado complejo, formado por un
predicado de transición BECOME, en cierto modo equivalente al DEVENIR de I. Bosque (1976),
materializado por el prefijo, que selecciona una predicación subordinada. Nuestra propuesta es
que la raíz BECOME se ensambla con el conjunto formado por el predicado subordinado y su
argumento interno, si lo tiene, que en este caso es también una raíz. El ensamblaje del segundo
argumento se retrasa hasta que este conjunto de raíces se ha formado, de modo que se interpreta
como sujeto de la predicación compleja [BECOME [PRED ARG]] y, a la vez, ocupa
estructuralmente la posición de complemento de la raíz compleja. En el curso de la derivación,
este conjunto que en las representaciones arbóreas hemos etiquetado «R», se asociará con un
núcleo funcional verbalizador (v), responsable de su categoría verbal. Veamos en detalle cómo
opera este proceso:
En los verbos «deadjetivales», el predicado subordinado seleccionado por BECOME será la
propia raíz del adjetivo, que constituye en sí misma un predicado. Se trata de los verbos del tipo
engordar, afear.
(12)
Sv
v
SR
R
BECOME
EN-
el pato
GORDO
En los verbos «denominales», BECOME selecciona uno de los tres predicados señalados en
(8), dando lugar a tres tipos de verbos parasintéticos coincidentes con los que se han distinguido
en otras clasificaciones de estos verbos (Labelle 2000, Padrosa 2005):
El predicado BE hace que la raíz que se sitúa en su complemento se comporte igual que las
raíces «adjetivas» analizadas en (12). Por lo tanto, predica sus propiedades del argumento
7
situado como complemento de R y da lugar a verbos con el significado de «convertir en»
(envalentonar, adehesar).
Sv
(13)
v
SR
el terreno
R
SBE
BECOME
A-
DEHESA
BE
El predicado LOC da lugar a los verbos llamados de locatio, caracterizados por equivaler a
la paráfrasis «poner X en Y» (arrinconar, embotellar).
(14)
Sv
v
SR
el vino
R
SLOC
BECOME
EN-
BOTELLA
LOC
El predicado POS subordinado a la raíz BECOME origina los verbos de locatum (ensillar,
acomplejar). Para estos verbos se ha propuesto en varias ocasiones una descomposición del tipo
CAUSE X BE WITH Y (Labelle 2000). N. Moreno y J. Romero (2000) defienden que la estructura
subyacente a estos verbos equivale a la de los verbos de doble objeto y que, por tanto, un verbo
como ensillar debe descomponerse como «hacer que el caballo tenga silla» más que como
«poner una silla en el caballo».4 Del mismo modo, en el análisis de los verbos de locatum
emplearemos la misma estructura que propusimos en (9) para los verbos de doble objeto en
inglés:
(15)
Sv
v
SR
el niño
R
SPOS
BECOME
APOS
COMPLEJO
8
4. Ventajas de nuestro análisis
En este apartado final del artículo nos detendremos a detallar las que nos parecen las principales
ventajas de este análisis frente a los que hemos repasado en el apartado 2.
En primer lugar, el análisis que hemos defendido propone una estructura unitaria para todas
las formaciones parasintéticas que consigue reflejar, por un lado, la configuración morfológica
común a todos ellos y, por otro, el significado de «cambio de estado» que comparten, del que es
responsable el predicado BECOME.
En segundo lugar, al emplear un sistema por el que las raíces adquieren categoría en el
curso de la derivación (Halle y Marantz 1993, Chomsky 2001, 2005), no es necesario lidiar con
el problema del orden de aplicación de los afijos: el «prefijo» se añade a una raíz y el conjunto
adquiere la categoría verbal tras el ensamblaje de v.
Del mismo modo, un análisis como el propuesto permite dar cuenta de los distintos
significados que aparecen con estos verbos haciendo uso de solo tres predicados secundarios ya
empleados para analizar otro tipo de construcciones: el predicado BE para el análisis de verbos
que seleccionan predicaciones secundarias como consider, LOC para los verbos de locación
como put y POS para los verbos de transferencia como give.
La estructura propuesta permite explicar la doble interpretación del objeto como argumento
interno del verbo (pues se ensambla como complemento de la raíz compleja) y como sujeto de
la predicación subordinada. Un indicio de que es esta la posición que ocupa el objeto se obtiene
del verbo parasintético deadverbial acercar: los argumentos de este verbo se ensamblan una vez
construido el predicado complejo, de ahí que aparezca la misma preposición que con otros
verbos de movimiento como ir o llegar —a— y no la que rige el adverbio cerca, de. La
estructura propuesta, pues, para Juan se acercó a casa sería:
(16)
Sv
v
SR
SLOC
R
BECOME
A-
CERCA
Juan
LOC
a casa
Por último, con la estructura propuesta se consigue un análisis uniforme de la formación de
verbos denominales, deadjetivales y deadverbiales, que podría hacerse extensible a otros verbos
parasintéticos con prefijos distintos (des-) e incluso a aquellos que con un significado similar
aparecen sin prefijo y a menudo alternan con los prefijados, como baldosar y embaldosar,
suponiendo para ellos un alomorfo Ø del predicado BECOME.
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1
Para este autor, la prefijación es un tipo de composición.
El autor advierte que este esquema no pretende reflejar las sucesivas fases de prefijación y sufijación, sino la
estructura que el componente morfológico asigna a estas formaciones. Los detalles de esta propuesta, sin
embargo, no afectan a la presente discusión.
3
La ausencia de estructura funcional en las configuraciones de este tipo hace que no se observen en ellas los
fenómenos sintácticos asociados a la distinción entre argumento interno y externo.
4
Sí, en cambio, como «ponerle silla al caballo», pues ellos defienden, siguiendo la idea original de V.
Demonte (1994), que las construcciones de transferencia con clítico dativo en español comparten
características con las estructuras de doble objeto en inglés.
2
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