Download VERBOS DENOMINALES LOCALES EN ESPAÑOL Un verbo se

Document related concepts

Transitividad (gramática) wikipedia , lookup

Gramática del pipil wikipedia , lookup

Verbo copulativo wikipedia , lookup

Rección (sintaxis) wikipedia , lookup

Teoría θ wikipedia , lookup

Transcript
VERBOS DENOMINALES LOCALES
EN ESPAÑOL1
JOSÉ LUIS CIFUENTES HONRUBIA
Universidad de Alicante
[email protected]
1. INTRODUCCIÓN
Un verbo se considera denominal porque ha sido formado a partir de una base sustantiva,
es un sustantivo el elemento a partir del cual se ha originado la formación verbal. Podría
parecer que un estudio sobre los verbos denominales debiera ser diacrónico; no obstante, este
trabajo tiene una perspectiva eminentemente sincrónica: mi interés no se centra en saber cómo
las formaciones nuevas se han formado por evolución desde sus respectivas bases, sino en
determinar cómo están integradas en estructuras asociativas interrelacionadas formal y
significativamente.
Un verbo denominal se puede formar mediante derivación o parasíntesis. No voy a entrar
en la problemática que supone la aceptación de estos procesos2, simplemente la asumo. En la
derivación, el proceso de verbalización se produce mediante la aplicación de un sufijo
verbalizador, bien de forma inmediata o mediata, es decir, bien uniéndose la terminación
verbal directamente a la base (archivo>archivar), o bien incorporando a la vez ciertos
interfijos (hospital>hospitalizar). En la parasíntesis, se produce la aplicación conjunta de un
sufijo y de un prefijo (barco>embarcar).
Serrano Dolader (1995: 71-73) señalaba la estrecha relación existente entre los verbos
tradicionalmente considerados parasintéticos y muchos de los verbos englobados dentro de la
derivación verbal mediata, en tanto que entiende que son manifestaciones posibles de un
proceso lexicogenético común. Nosotros los vamos a tratar conjuntamente; ello en modo
alguno quiere decir que la distinción entre verbo formado mediante parasíntesis, derivación
verbal mediata, o derivación verbal inmediata, sea irrelevante, sino que, para los procesos
«asociativos» que vamos a estudiar en este trabajo, es una cuestión que no consideramos. Es
más, y como señalan Varela y Martín García (1999: 5012), dado que el modelo parasintético
es, en muchos casos, el único productivo, hay verbos que se analizarán sincrónicamente como
denominales a pesar de que la historia de la palabra nos demuestre que son verbos simples
prefijados (encaminar(se), enmarcar, encuadrar).
Estoy de acuerdo con Serrano Dolader (1999: 4685-4686) cuando afirma que el carácter
sincrónico gramatical permite considerar verbos derivados de bases previas a todos aquellos
que puedan ser hoy interpretados como tales, aunque ello pueda chocar con una estricta
interpretación histórica de los mismos. Esta perspectiva le permite, por ejemplo, reinterpretar
como derivados verbos que han pasado directamente del latín al español, siempre que exista
una correspondiente base en español. Es decir, culpar ha pasado al español desde la forma
verbal latina culpare (derivada de la base culpa), pero hoy puede ser analizado
1
El presente trabajo forma parte del proyecto de investigación «Verbos de estado en español: modelos
cognitivos y procesos de estructuración categorial», referencia BFF2002-02442.
2
En Almela (1999: 24 y ss.), por ejemplo, puede verse una discusión sobre las distintas propuestas de
procedimientos de formación de palabras.
sincrónicamente como verbo derivado a partir de la base castellana culpa, pues su análisis
sincrónico es el mismo que corresponde a verbos de creación no latina. No obstante,
procuraremos ejemplificar nuestro trabajo siempre con casos de formación románica, no
latina, aun conscientes de que los principios que vamos a manejar en la formación románica y
en la formación latina son semejantes.
Es un principio común que toda formación lexicogenética implica forma y contenido3.
Pero mientras las relaciones formales que se establecen entre los constituyentes de la palabra
compleja han sido muy estudiadas, la relación semántica que se da entre los mismos,
motivada sincrónicamente (Piera y Varela, 1999: 4372-4373), ha sido poco tratada.
Reinheimer-Rîpeanu (1974: 50), citando a Marchand, señalaba que es la relación entre el
verbo y su base nominal la que debe constituir el análisis desde el punto de vista del
contenido. Por ello, y dentro del conjunto de aspectos semánticos que es posible tratar, y
adaptando las palabras de Santiago y Bustos (1999: 4511), es preciso señalar el conjunto de
propiedades semánticas que aparecen asociadas a la verbalización y que pueden ser
interpretadas en términos argumentales o lógico-semánticos. En ningún momento
pretendemos limitar lo que pudiera ser la formación de palabras a este tipo de análisis en el
nivel conceptual, pues, como muy bien dicen Santiago y Bustos (1999: 4512), este tipo de
relaciones semánticas no es suficiente para dar cuenta de toda la complejidad de los procesos
de extensión léxica4. En cualquier caso, la importancia de las relaciones semánticas en el
análisis de la estructura de la palabra compleja ha sido puesta de relieve, destacando,
sobremanera, las relaciones temáticas o argumentales que es posible descubrir también en su
interior. Así, se reconoce (Piera y Varela, 1999: 4386) que si el núcleo de una palabra es un
predicado —como en el caso de las formaciones verbales que venimos nosotros
comentando—, éste, en paralelo con las relaciones semánticas desplegadas por las unidades
sintácticas, puede llevar argumentos, es decir, complementos seleccionados, o exigidos,
semánticamente.
Salvando todas las distancias, creo que es esto mismo lo que quería decir Coseriu (1978)
cuando señalaba que, desde el punto de vista del contenido, la formación de palabras equivale
a una particular gramaticalización del léxico base de una lengua, correspondiendo los tipos de
procedimientos formativos a los tipos y condiciones de esa gramaticalización5. Las relaciones
gramaticales —o paragramaticales— que se darían en los productos de la formación de
palabras resultarían de las equivalencias semánticas entre esos productos y las construcciones
correspondientes desde el punto de vista del contenido. El caso concreto de los verbos
denominales serían un ejemplo de lo que Coseriu llamaba desarrollo (1978: 250 y ss.), donde
la función gramatical implicada sería semejante a una función oracional implícita, por
ejemplo un complemento de lugar: fr. en barque>embarquer (1978: 255).
Desde un punto de vista semántico, pues, los tipos de contenido expresables por los
distintos procesos de verbalización denominal en español, equivalentes a las relaciones
gramaticales de Coseriu o a la estructura argumental de los mismos, son variados. Parecen ser
genéricamente seis los tipos de contenido que pueden venir dados en los verbos denominales:
causativo, incoativo, instrumental, agentivo, privativo y local6. Dentro del causativo, es
3
Vid. Pena (1999: 4359), por ejemplo.
Algo ya señalado por Reinheimer-Rîpeanu (1974: 51) igualmente, aunque ella se refirirera a las relaciones
entre las construcciones analíticas y sintéticas efectivamente realizadas en una lengua.
5
La relación entre Coseriu y Marchand (1974) es evidente. De hecho, debemos recordar que el trabajo de
Coseriu estaba originalmente publicado en un homenaje a H. Marchand.
6
Nuestro trabajo se limita exclusivamente al análisis de los verbos denominales locales, no al resto de verbos
denominales, siendo su propia tipología cuestionable. Así, por ejemplo, Clark y Clark (1979) establecen una
tipología distinta, diferenciando, según entienden ellos el caso semántico en que se encuentra el sustantivo base,
los siguientes tipos de verbos denominales: locatum, localización y duración, agentivos y experimentantes, meta
y origen, instrumentales, y mixtos. Sin embargo, Chan y Tai (1995), al aplicar tal tipología a su corpus de chino
4
posible, a su vez deslindar valores frecuentativos (broma>bromear), iterativos
(sílaba>silabear) y efectivos (pedazo>despedazar). Junto a los incoativos como florecer
(<flor), podemos agrupar también resultativos (esclavo>esclavizar), incluso con valores
metafóricos (dios>endiosar). Dentro de los instrumentales (teléfono>telefonear) seguramente
también sería posible establecer distintos subtipos según factores diversos. El subgrupo de
agentivos (profeta>profetizar) podría vincularse con los resultativos, y los privativos, como
despiojar (<piojo) podrían relacionarse con un subtipo de locativo ablativo, como desterrar
(<tierra), pero, de momento, preferimos mantenerlos independientes. La clasificación que
hemos presentado, y a la que habría que añadir el grupo de verbos denominales locales, que es
el objetivo de nuestro estudio, es totalmente provisional, y necesita de futuros estudios.
2. CONSTRUCCIONES ANALÍTICAS Y SINTÉTICAS
Ha sido muy criticado, y con razón (Serrano Dolader, 1995: 107 y ss.; 1999: 4710 y ss.,
por ejemplo), el hecho de intentar aprovechar las evidentes relaciones entre formaciones
analíticas (paráfrasis explicativa) y sintéticas (verbo denominal), en casos como los que
estamos estudiando (engrasar-*poner grasa en; embarcar-*poner en el barco), como
mecanismo explicativo, en el sentido de pretender que la construcción analítica es la base a
partir de la cual se crea el verbo. De igual forma, el intentar valorar el prefijo de estas
construcciones según sea su función en la correspondiente paráfrasis explicativa analítica,
puede llevar a dobles interpretaciones: enmarcar: *poner en un marco vs. *poner un marco a,
aparte del hecho de que pueden producirse significados diversos: encastillar: *encerrarse en
un castillo vs. *fortificar con castillos un pueblo, así como que este tipo de mecanismos
explicativos no son aplicables al análisis de todos los verbos así creados. Sin embargo, no es
éste el planteamiento que utilizamos, pues a) no pretendemos que la construcción analítica sea
la base a partir de la cual se produce una formación sintética. b) Las dobles interpretaciones
del tipo de enmarcar, u otras más difíciles de resolver, sólo quieren decir que hay que refinar
el análisis hasta llegar a algún tipo de conclusión que pueda ser legítima. c) En cuanto a la
posible diversidad de significados, tipo se encastilló en un risco o encastillaron el pueblo, hay
que tener mucho cuidado en no confundir el funcionamiento usual de la lengua con un
problema, pues la diferencia entre ambas construcciones viene dada no por la incorporación
conceptual efectuada (los distintos conceptos sintetizados en una forma verbal, y que pueden
darse también léxicamente diferenciados), sino por el término origen de la formación, castillo,
que puede entenderse como «edificio fortificado», o, metafóricamente a partir de los rasgos
protección, defensa, etc., como «cualquier lugar o paraje que sirve de defensa y protección7.
Estamos de acuerdo, no obstante, cuando señala Dolader (1995: 111) que este tipo de
explicaciones pueden ser útiles para las formaciones con prefijos espaciales, y claro que este
tipo concreto de explicaciones no son aplicables al análisis de todos los verbos parasintéticos
o derivados, pero se podrán utilizar otros tipos de incorporaciones conceptuales, pues esta
idea es fundamental como mecanismo explicativo de la formación de palabras (Vera Luján,
1987; Baker, 1988).
También desde el paradigma generativista ha sido muy criticada la supuesta pretensión de
Hale y Keyser de pretender equiparar la formación sintética y la formación analítica, o
paráfrasis explicativa, llegando a emparentar dicha posibilidad con las propuestas de la
semántica generativa (Pullum, 1996; Jackendoff, 1997: 231 y ss.; Fodor y Lapore, 1997,
1999)8. Pero Hale y Keyser señalaron explícitamente (1999: 460) que no derivan el verbo
mandarín, encuentran que sólo son 4 los verbos denominales que encuentran en dicha lengua: locatum,
localización, meta e instrumentales.
7
Vid. Montoro Montalbán & Cifuentes Honrubia (1996) para una ejemplificación al respecto.
8
Para una respuesta a las críticas pro-semántica generativa, vid. Mateu (2002: 63-75).
denominal de la paráfrasis analítica9, sino que únicamente pretender conocer la estructura
argumental de los verbos. Otra cosa, evidentemente, es que forma analítica y forma sintética
compartan ciertas propiedades, derivadas de su estructura argumental emparentada. De igual
forma, desde la perspectiva tipológica, también se ha negado la equiparación entre formación
analítica y formación sintética (Gerdts, 1998: 86).
En cualquier caso, a) no se pretenderá nunca igualar el significado de la construcción
sintética con el de la construcción analítica, b) no se pretende volver al viejo análisis de
descomposición léxica de la semántica generativa, entre otras razones, y aparte de las dadas
en su momento para criticar a la que fue semántica generativa, porque equiparar el ejemplo
paradigmático de to kill, en tanto que cause to die, con un ejemplo como embarcar, es
absurdo: embarcar tiene una relación lingüística evidente con barco, pues deriva de él, matar
no deriva lingüísticamente de morir (al menos en español y en inglés, pero puede que sí lo
haga en otra lengua), y otra cosa es que pueda analizarse el verbo como causativo.
Quizás el principal problema que subyace a muchas de las críticas, generativistas, sobre la
relación entre las construcciones analíticas y sintéticas dadas por los verbos denominales,
viene por el hecho, subrayado entre otros por Wunderlich (2005: 42), de que la posibilidad de
derivar un verbo complejo semánticamente, como es un verbo denominal, a partir de un
sustantivo singular, constituye uno de los principales argumentos para la descomposición
semántica. Sin tener noción alguna de esquema semántico, puede parecer misterioso por qué
los hablantes pueden producir, tan productiva y regularmente, verbos a partir de nombres,
quedando abierta, evidentemente (y como hemos procurado ejemplificar en párrafos
anteriores), cuál de las distintas lecturas posibles de un verbo denominal es la preferida, es
decir, cuál es el esquema semántico usado. El hecho de que la descomposición léxica de los
verbos denominales pueda ser explicada semánticamente, o pueda ser explicada en términos
sintácticos o morfosintácticos, con todas las reminiscencias que trae esta dualidad, es el
principal caballo de batalla de muchas de las críticas y controversias generativistas
(Higginbothan, 2000), y que se repetirán a propósito de la incorporación, pero éste es un
aspecto en el que teóricamente no voy a entrar.
Volviendo a la relación dada entre construcción analítica y sintética, ha sido muy debatida
igualmente la equiparación entre el prefijo a veces existente en los verbos denominales
(trataremos únicamente los locales) y la preposición de la construcción analítica. De lo que no
parece caber duda es de que, al igual que en sintaxis, las dependencias semánticas son
jerárquicas y se reflejan en una estructura de constituyentes, de modo que la interpretación
semántica de la palabra creada se obtiene, habitualmente, a través de un proceso
composicional (Piera y Varela, 1999: 4373). Ahora bien, en la mayoría de los casos, la
interpretación semántica de la palabra compleja se puede derivar del significado de las partes
que la componen, y de la relación que las mismas establecen entre sí, pero en modo alguno se
trata de un proceso sistemático, pues, como ya hemos señalado, puede ocurrir que idénticas
configuraciones estructurales den lugar a relaciones semánticas variadas, además de casos de
polisemia-homonimia, o de pérdida de la relación semántica entre palabra base y derivada. No
obstante, no pretendemos equiparar el valor de las preposiciones y el de los prefijos, sino,
simplemente, señalar que ambos pueden expresar un contenido relacional local, contenido
que, en muchos casos, puede ser coincidente en un nivel conceptual, y, por ello, una «pista
semántica» en la interpretación del verbo denominal construido.
Así, en casos comentados10, como emprisionar o empalar, no puede pretenderse que el
valor de la preposición en coincida con el del prefijo en, y no ya porque dichos verbos puedan
ser parafraseables como «meter a alguien en prisión/llevar a alguien a prisión», «ajusticiar
con un palo/meter en un palo», sino porque la interpretación del valor del prefijo tiene que ser
9
Esto es algo que ya fue negado por los propios Clark y Clark (1979: 769).
Vid. Val Álvaro (1994: 232) y Serrano Dolader (1995: 75 y ss., 143 y ss.; 1999: 4710) al respecto.
10
conceptual. Cosa distinta es que el verbo pueda ser entendido como posicional o direccional,
en el caso de emprisionar, o como instrumental o posicional, en el caso de empalar. Pero,
primero, tenemos que ver cuál es la interpretación conceptual más adecuada de la estructura
(si posicional, direccional, etc.), y, en un segundo momento, establecer cuál es el valor del
elemento relacionante entre figura y base. Si la relación es de interioridad, o coincidencia,
podemos intentar parafrasear dicha relación por en, pero no queremos con ello equiparar
prefijo y preposición, sino, simplemente, señalar un posible valor de la relación conceptual
local que se establece entre el objeto localizante y el objeto localizado. Es exactamente el
mismo caso que se da en los verbos derivados, sin «pista prefijal»: si son verbos denominales
locales, deben establecer una relación local entre figura y base, pues es un principio semántico
asentado que un lugar no puede venir identificado por sí mismo, sino que siempre debe ser
identificado en relación a un objeto: si archivar debe entenderse de forma parecida a *poner
en un archivo, es porque entendemos que el verbo expresa una relación local (que podemos
parafrasear con poner, pero no identificar con el significado del mismo), y una relación de
interioridad respecto del objeto base, archivo, lo cual puede ser parafraseable por en un
archivo. Los elementos relacionantes ayudan a establecer la relación entre figura y base, entre
objeto localizado y objeto localizante: en la construcción he archivado el artículo, entiendo
que hay una relación local posicional de interioridad entre la figura (artículo) y la base
(archivo), y esa misma construcción la puedo intentar parafrasear como *he puesto el artículo
en el archivo, pero en modo alguno pretender que signifiquen lo mismo, y mucho menos
derivar el verbo de la estructura analítica. Pero si tengo razones para entender que archivar
supone una relación local de interioridad, tengo, obligadamente, que construir algún tipo de
contenido relacional que vincule figura y base, y si el verbo tiene un prefijo, este prefijo
supone una ayuda extraordinaria para la interpretación de la relación local, pero no para
igualar el valor de prefijos y preposiciones. Otra cosa, evidentemente, es que el significado
del verbo pueda haber evolucionado semánticamente desde su formación originaria, pero tal
cuestión no es nada raro ni ajeno a una lengua, y es el mismo proceso que también ocurre y
sucede con el léxico base, no derivado, de la lengua.
Así pues, si establecemos que la estructura argumental de archivar es parafraseable como
*poner en un archivo, no estamos repitiendo el análisis, y los errores, de equiparar to kill a
cause to die, pues no queremos señalar su identificación de significado, sino que, con poner,
queremos establecer que se trata de un verbo posicional, y con en un archivo, que se trata de
una relación de interioridad respecto del elemento base de la derivación.
Mateu (2002: 74-75), recordando a Hale y Keyser, intenta diferenciar el significado de
construcciones como archivar y poner en un archivo, señalando que en archivar el
componente nominal (archivo) pierde, total o parcialmente, su carácter referencial. Pero ello
mismo ya fue establecido por Vera Luján (1987: 125-127) a partir de los criterios propuestos
por Dik (1980: 42-50). Según Vera Luján todo verbo denominal (al igual que toda forma
léxica compleja) es una construcción cuyos constituyentes establecen entre sí una relación de
determinación, pero una determinación que no se realiza de manera descriptiva, es decir,
aportando el determinante una restricción a la extensión virtual del determinado, sino de
forma designativa, correspondiendo al tipo determinativo denominado por Coseriu
especificación informativa o identificación (1973: 306), y a través de la cual no se trata de
orientar hacia la denotación de lo real y particular un significado virtual y universal, ni de
limitar la denotación, sino de señalar ese mismo significado al oyente.
3. SOBRE LA ESTRUCTURA ARGUMENTAL DE LOS VERBOS DENOMINALES LOCALES
Para analizar la estructura conceptual de un verbo denominal local, partiremos del esquema
de Talmy sobre la localización. Según Talmy (2000), el esquema de acontecimiento básico
del desplazamiento consta de figura, base, trayectoria y movimiento (o localización). Junto a
estos componentes internos, el acontecimiento, o evento, puede tener un co-acontecimiento, o
acontecimiento de apoyo, normalmente en forma de la manera o la causa del mismo.
La figura es el objeto que se mueve, o que se localiza, con respecto a otro objeto (la base).
La trayectoria o dirección es el curso seguido o el lugar ocupado por el objeto figura con
respecto al objeto base. El movimiento, o localización, se refiere a la presencia per se en el
acontecimiento de movimiento o localización. La manera se refiere a una acción o estado
subsidiario al manifestado con la acción o estado principal. Los constituyentes que
especifican la figura y la base son nominales, los que especifican el camino o la trayectoria
son preposicionales, o relacionantes, y los que designan el movimiento, o localización,
verbales. Evidentemente este esquema puede dar cuenta tanto del desplazamiento como de la
ubicación, pues la ausencia de movimiento supone el estatismo de la ubicación, y la
trayectoria es el marcador preposicional que establece la relación local entre figura y base, si
se trata de una construcción analítica, y si se trata de una construcción sintética, es decir, de
un verbo denominal, tal función puede venir dada por el prefijo o, si no hay prefijo, hay que
suponerla contextualmente.
3.1. Fusiones
Todos estos elementos conceptuales pueden darse léxicamente diferenciados en distintos
tipos de estructuras, o bien pueden tener distintas posibilidades de incorporación o
amalgama11, y ello tanto en estructuras de desplazamiento (D) como de situación (E). Los
distintos tipos de estructuras en los que podemos encontrar fusionados, o amalgamados, dos o
más componentes de la estructura léxico-conceptual de la espacialización son los que a
continuación detallamos (a partir de la tipología propuesta en trabajos nuestros anteriores,
1999, 2004 y 2005. De momento, no hacemos diferenciación en las construcciones de
desplazamiento entre estructuras con sentido ablativo y estructuras con sentido ablativo. De
igual forma, aunque los principales casos de amalgama local tienen como resultado un verbo
denominal, hay también otros posibles resultados12:
Amalgamas locales en español
Manera Figura
DE
D E
Figura y relacionante
D
E
Base Relacionante y Base
DE
D
E
Relacionante
D E
La idea de que dos o más papeles temáticos (o componentes conceptuales) singulares
puedan ser amalgamados o fusionados parece firmemente asentada en la tradición lingüística.
Vogel (1998: 169) llegará a afirmar que no conoce teoría de interpretación temática que
discuta tal posibilidad. Lo que sí se puede discutir es si incorporación y amalgama o fusión
son fenómenos iguales, y si los verbos denominales son un tipo de amalgama.
Sin querer plantear las propuestas sobre la gramaticalización simplificadas en la idea de
que la morfología de hoy es la sintaxis de ayer (Cifuentes, 2003: cap. I), es incuestionable que
lo que es expresado sintácticamente en una lengua, a veces puede ser expresado
morfológicamente en otra. En ese sentido, y sin diferenciar, de momento, entre incorporación
11
12
Vid. a este respecto Cifuentes Honrubia, 1999, 2004 y 2005.
Piénsese, por ejemplo, en casos como alejar, acercar, adentrar, así como en otros tipos de posibilidades.
y amalgama-fusión, el reconocimiento del hecho de que la incorporación es principalmente un
proceso de formación de palabras, tiene varias ventajas (Mithun y Corbett, 1999: 68-70),
siendo quizás las más importantes el hecho de que, desde esa perspectiva, las idiosincrasias no
son sorprendentes13, la variación en la transparencia, semántica y gramatical, es habitual (por
los procesos de evolución léxica, fundamentalmente), y la productividad es variable.
La posibilidad de ejemplificar la incorporación morfológica en español, entendiendo como
tal los procedimientos de formación de palabras, no es algo nuevo, y ha sido señalado,
previamente a nuestros trabajos, por Wotjak (1990) y, especialmente, Vera Luján (1987).
Vera Luján, con anterioridad al trabajo de Baker (1988), parte de un nivel conceptual previo a
su manifestación en una lengua. Los distintos elementos diferenciados en ese nivel
conceptual, al ser expresados en una lengua, tienen distinta posibilidad de manifestación, pues
pueden expresarse diferenciados unos de otros, en lo que sería una formación analítica, o
pueden expresarse condensados, es decir, y en palabras de Vera Luján, sujetos a una relación
de incorporación, lo cual se puede ejemplificar en llamar por teléfono vs. telefonear. El verbo
denominal, por tanto, no deriva de la construcción analítica, ni son equiparados en su
significado. Vera Luján sólo aplica explícitamente la incorporación conceptual a procesos de
sufijación, pero es posible aplicar fácilmente tal posibilidad a cualquier procedimiento de
formación de palabras. De hecho, para Val Álvaro (1999: 4760) —y siguiendo la propuesta de
Baker, no de Vera— la posibilidad de explicar estructuras compositivas como resultado de un
proceso de incorporación (caso de maniatar, por ejemplo) es clara14. Es más, llegará a admitir
(1999: 4755-4756) la posibilidad de interpretar algunos casos como incorporación
preposicional, dada la relación existente entre prefijación y composición, y el valor relacional
de algunos prefijos (sobrevolar, entremeter)15.
La teoría de la incorporación supone que el elemento incorporado restringe uno de los
argumentos temáticos del predicado, es decir, que si lo implicado es la figura, ésta no debe
volver a aparecer, o si lo implicado es la base, no debe manifestarse, al igual que si la
incorporación es de relacionante, la base se unirá directamente al verbo, sin intermedio de
preposición, porque su papel lo cumplirá un prefijo16:
La luz se reflejaba en el agua (*localización de reflejos [figura]).
Excarceló a los presos etarras (*localización fuera de la cárcel [base]).
Antepuso el artículo al nombre (*localización delante de [relacionante]).
Y efectivamente esto puede ser así en muchos casos, pero no siempre, pues la historia de la
lengua puede ocasionar que la relación semántica entre la palabra simple y la derivada se haya
perdido, en el sentido de que no haya transparencia alguna, o haya cambiado el significado
originario, ampliándose o de cualquier otra manera, lo que puede hacer necesario que se
subespecifique el elemento incorporado:
Engrasó la puerta con aceite de oliva (*localización de grasa [figura])17.
13
Vid. Kelly (1998) al respecto.
Para Mithun (2000: 926), la incorporación puede comenzar como un proceso de composición léxica, cuya
función principal es derivar nuevos términos para nuevos conceptos.
15
Recordemos (Varela y Martín García, 1999: 5002) que los procesos de prefijación pueden ser sensibles a la
estructura argumental de los elementos involucrados en tales procesos, es decir, que algunos prefijos toman en
cuenta los argumentos que son seleccionados semánticamente por los predicados a los que se adjuntan. Vid.
también Val Álvaro (1993) para un acercamiento a estas cuestiones.
16
En español no parece suceder este aspecto exactamente así, pues si la figura es el complemento directo,
seguramente para diferenciar la base de la figura por la casuística del orden de palabras en español, la base suele
ir precedida de la preposición a: antepuso el artículo al nombre / antepuso al nombre el artículo / *antepuso el
artículo el nombre.
17
En este caso la localización es instrumental, no cumple la misma función temática que la figura.
14
El barco encalló entre las rocas (*localización en sitio estrecho [base]).
Debajo de la cama subyacía una sorpresa [*localización debajo de [relacionante]).
Es más, Harley (2004) llegará a afirmar que siempre es posible añadir una expresión
sintáctica correspondiente al elemento incorporado. No obstante, la afirmación de Harley debe
ser corregida de alguna manera, pues supongo que ella únicamente se refiere a los casos de los
denominados verbos locatum y de localización, que son un subtipo de verbo denominal local
(en los que el elemento incorporado cumple el papel de figura o de base, tipo engrasar o
embarcar)18, y quedaría por explicar no ya si el elemento añadido es adjunto o argumento,
sino el papel temático del mismo.
Rosen (1989) diferencia dos tipos de incorporación nominal: uno en el que la función
sintáctica del nombre incorporado se ve saturada por el propio verbo, y un segundo tipo en el
que el verbo vuelve a requerir un elemento coligado con el nombre incorporado, lo que
justificaría que los tipos comentados de verbos denominales, locatum y de localización,
pudieran repetir sintácticamente, de alguna manera, el elemento incorporado: el nombre
incorporado no satisfaría el argumento del verbo, y se ligaría semánticamente a otro elemento
dado sintácticamente. Esa ligazón semántica puede ser variada. Así, por ejemplo, en casos
como engrasó la puerta con aceite de coche o el barco encalló entre las rocas, la relación
dada entre el nombre incorporado y el argumento dado sintácticamente es de
subespecificación, es decir, el argumento sintáctico especifica, concreta, o detalla un tipo
específico del nombre incorporado, siempre más genérico: aceite de coche puede ser
entendido como un tipo específico de grasa, y entre las rocas puede ser entendido como un
tipo específico de paso estrecho. En casos como se enredó entre/con tanto artículo, la ligazón
semántica que existe entre red y entre tanto artículo es más complicada y simple a la vez:
evidentemente en el significado originario red tenía su valor pleno, donde lo enredado estaba
situado en la red, y como tal acción se efectuaba habitualmente para capturar algún elemento,
el significado del verbo, a partir de su conceptualización local, podría ser «prender con red».
Pero, como ya hemos señalado anteriormente, la visión léxica de la incorporación permite dar
cuenta de la evolución de los significados de las palabras, es decir, la relación metafóricametonímica entre «localización en red» y «prender con red, hacerse un lío, aturdirse,
sobrevenir complicaciones, etc.», es evidente, por lo que el significado del verbo cambia,
evoluciona, y el nombre incorporado ya no se transparenta como en el significado original,
por lo que tanto artículo es el elemento que ocasiona hacerse un lío, el aturdimiento o la
sobrevenida de complicaciones, bien sea concebido como un lugar metafórico donde tal hecho
sucede (entre), bien como la circunstancia que lo origina (con), pero, en cualquier caso, no se
trata del significado originario, sino de nuevos significados, que tienden a ir haciendo
desaparecer la relación de transparencia con el nombre incorporado, lo que explicaría que la
relación argumental cambie, de forma que enredar pueda concebirse localmente, si aparece en
una construcción con complemento de lugar (se enredó en la maleza, siendo maleza un
subtipo de elemento que funciona como si fuera una red), o no localmente (se enredó con la
explicación).
Cuestión distinta es explicar por qué determinados verbos, cuando aparecen con un
argumento sintáctico ligado semánticamente al nombre incorporado, aparecen con una
preposición aparentemente contradictoria con el proceso de incorporación conceptual local: 1)
engrasó la puerta con aceite / *localización [grasa] en la puerta con aceite, siendo aceite un
subtipo de grasa. 2) Aterrizó en Albacete / *desplazamiento a [tierra] en Albacete.
18
Vid. al respecto Cifuentes Honrubia (2005), donde replanteamos la tipología de verbos locatum y de
localización. En cualquier caso, hay ejemplos de verbos locatum, especialmente aquellos casos en los que el
elemento incorporado sólo es la figura, no la figura y el relacionante, construyéndose por tanto con
complementos de lugar, que no implican obligadamente una expresión sintáctica correspondiente al elemento
incorporado: el limo se sedimentó en el fondo del mar, la luz se reflejaba en el fondo del estanque.
Empezaremos por el segundo de los ejemplos, aterrizó en Albacete. Parece claro (o eso
quiero creer) por lo que llevamos dicho a propósito de la ligazón semántica entre nombre
incorporado y argumento sintáctico ligado semánticamente, que Albacete concreta o
especifica el lugar, la meta, del desplazamiento (tierra). Si eso es así, podría parecer
contradictorio que un desplazamiento se combinase con la preposición en (al no funcionar con
la dimensión interior), pudiendo pensar que la preposición que, lógicamente, debiera aparecer
fuera direccional, no posicional, como es en. No obstante, en modo alguno resulta
contradictoria la preposición en, y ello por dos razones, al menos: a) en Albacete supone una
localización de la acción del desplazamiento adlativo, la cual, lógicamente, debe darse con un
relacionante posicional, como en. b) Una expresión direccional describe un cambio de lugar,
es decir, un origen y una meta, y eso es lo que señalan las preposiciones direccionales. Ahora
bien, y sin entrar en la idea de que toda expresión direccional debe ser estudiada como
conteniendo una expresión local posicional, conceptualmente el desplazamiento puede
entenderse como un proceso verbalizado por el núcleo predicatorial que pone en relación dos
lugares ubi (posicionales): un origen y una meta, que son dinamizados de tal manera según el
semismo específico del verbo en cuestión. Es decir, si X se desplaza a algún sitio, quiere decir
que X está en Y, y deja de estarlo para estar en Z. Así pues, que la meta se subespecifique o
concrete con en no resulta contradictorio en modo alguno.
En cuanto al primero de los ejemplos, engrasó la puerta con aceite, parece perfectamente
normal que aceite, como subespecificación de un tipo de grasa, aparezca con la preposición
con (o de), pues grasa cumple el papel de tema en el esquema conceptual local: *localización
[grasa] en la puerta. Ahora bien, no creo que con determine el carácter posesivo de la
construcción, como parecen explicar Hale y Keyser (2002: 19 y ss.), pues en la oración vi a
Juan con un coche nuevo, con no parece determinar obligatoriamente de forma alguna una
relación posesiva entre Juan como poseedor, y coche nuevo como objeto poseído. La
interpretación posesiva viene dada por el origen conceptual local: si *ponemos grasa en algún
objeto, este objeto tiene el mencionado tema, por tanto lo posee. En español se ve más claro
todavía si nos dejamos ayudar por las paráfrasis analíticas: la grasa no se pone en la puerta,
se le pone a la puerta19. Engrasar no es un verbo local, un verbo local es aquel que se da en
una construcción con un complemento de lugar argumental. Sin embargo, en el origen de
engrasar hay una estructura conceptual local, donde el sustantivo incorporado es el tema, o
figura, de la localización. Para subespecificar ese tema, podemos servirnos de la preposición
con, y de otras.
Así pues, una construcción como Juan engrasa la puerta no perfila una relación posesiva,
si acaso la presupone, pues al actuar Juan sobre el objeto puerta, sirviéndose del medio grasa,
logra un cierto resultado sobre puerta, pudiendo entenderse entonces, de alguna manera, que
gracias al estado resultante de la acción, la puerta, en cierta forma, posee el medio.
La explicación a la interpretación posesiva de la oración anterior creo que puede descansar
en que posesivos y locativos comparten una caracterización conceptual abstracta basada en la
habilidad del punto de referencia que diría Langacker (2004: 112). La habilidad del punto de
referencia es nuestra capacidad para invocar una entidad concebida como un medio de
establecer contacto mental con otra, es decir, mentalmente se accede a una entidad a través de
otra (Langacker, 2004: 87). Esta ligazón abstracta es lo que permite a las construcciones
locativas ser usadas para la posesión, y al revés: en el caso de engrasa la puerta, la
interpretación posesiva viene dada por la relación metonímica, pues, como señalamos más
arriba, la relación de posesión que es posible establecer entre grasa y puerta viene dada como
consecuencia de una acción.
19
Vid. Cifuentes Honrubia y Llopis Ganga (1996) para una consideración de las relaciones entre complemento
de lugar y complemento indirecto.
Me gustaría creer, por lo que llevamos dicho, que no se puede plantear que la construcción
analítica sea el origen, formal y significativo de la formación denominal. Ya hemos señalado
que partimos de una estructura argumental lógico-conceptual, previa a su incardinación en
una lengua, como es el español, y esa puesta en lengua puede hacer que dicha estructura se
formalice de forma analítica, o de forma sintética, como verbo denominal. Evidentemente
ambas estructuras estarán relacionadas, pero en modo alguno significan lo mismo: engrasar
no significa *poner grasa en, a pesar de que pueda parafrasearse de esa manera su estructura
conceptual, ni enredar significa *poner en red, a pesar de que pueda parafrasearse,
igualmente, de esa forma su estructura argumental. Es claro que habrá casos en los que se
transparentará mucho más nítidamente la relación significativa entre el verbo denominal y su
estructura lógico-conceptual (sobrehilar, por ejemplo), pero no debemos confundir niveles.
Así, por ejemplo, los denominados verbos locatum, es decir, aquellos que llevan incorporada
la figura y el relacionante, y son transitivos por tanto, como engrasar, originariamente, es
decir, conceptualmente, su estructura argumental puede ser entendida como local. Ahora bien,
estos verbos, como unidades de lengua, no tienen un significado local, pues, por un lado, no
aparecen en una construcción local, con complemento de lugar, y, por otro, su significado ha
evolucionado hasta otros contenidos. De igual forma, verbos denominales originariamente no
locales, en tanto que producto de una incorporación conceptual no local, se considerarán
significativamente como locales si, lingüísticamente, no conceptualmente, se combinan
argumentalmente con un complemento de lugar: veranear puede ser parafraseable
argumentalmente como *pasar el verano, pero lingüísticamente esta construcción parece
requerir de forma argumental un complemento de lugar: veranear en la playa. Es más, hay
casos en los que el verbo denominal es lingüísticamente local, por darse en una construcción
con complemento de lugar, y su estructura argumental, lógico-conceptual, requiere la
incorporación conceptual de la figura, del tema, pero somos incapaces de decidir, de
momento, si se trata de una estructura causativa o local: domiciliar, puede ser entendido tanto
como *localización [domicilio], por tanto *poner domicilio, como *construcción [domicilio],
y por tanto *hacer domicilio. Seguramente podríamos establecer una vinculación entre las dos
posibilidades, lo que justificaría su relación, quizás a partir de la idea de Merleau-Ponty
(1975) de que «ser es sinónimo de estar situado, de ser en situación», pero, dejando filosofías
aparte, lo que podemos señalar de domiciliar, es que se trata de un verbo denominal local,
porque aparece en una construcción con complemento de lugar, y su origen viene dado por la
incorporación conceptual de la figura, tema, dejando abierta la especulación filosófica de la
relación entre ser, hacer ser y poner.
4. INCORPORACIÓN VS. AMALGAMA
La incorporación es un mecanismo mediante el que un sustantivo, que cumple una
determinada función respecto de un verbo, se convierte en un modificador de ese verbo,
obteniéndose un nuevo verbo complejo con un argumento menos que el verbo original, es
decir, se trata de la integración de sustantivos en el cuerpo sígnico, en el formativo de verbos,
por lo que podríamos entenderlo como un procedimiento de formación de palabras, como ha
establecido Baker (1988: 78). La incorporación, por tanto, se usa para describir
construcciones en las que un verbo y uno de sus argumentos forman una unidad. No obstante,
las amalgamas o incorporaciones no sólo afectan a contenidos nominales, sino a una variada
posibilidad combinatoria (como sugiere el análisis de Vera Luján, 1987), aspecto que ya
pusimos de manifiesto en Cifuentes, 1999, 2004 y 200520.
20
Baker (1996: 295) nos recuerda que la incorporación de sintagmas nominales no sólo se da como pacientes o
temas, sino también como instrumentales, locativos, predicativos y otros tipos de adjuntos. Es más, la
incorporación de preposiciones también está atestiguada (1996: 431-432).
De igual forma, se puede describir la incorporación en términos sintácticos, diciendo que
un objeto se mueve hacia dentro de una palabra que contiene el verbo de la oración, pero
también puede concebirse en términos de morfología léxica derivativa, según la cual de un
esquema predicativo verbal obtenemos un nuevo verbo con uno de los argumentos incluido
como morfema. Baker (1996: 280) recuerda la discusión de entender la incorporación como
un fenómeno fundamentalmente sintáctico, o como un fenómeno fundamentalmente
morfológico21. Así, Sadock (1980, 1991) y Baker (1988, 1996) defienden la idea de que la
incorporación tiene un componente sintáctico integral, mientras que autores como Mithun
(1984), Di Sciullo y Williams (1987) o Rosen (1989) han argüido que simplemente se trata de
un tipo algo diferente de composición léxica22. En la propuesta léxica, las configuraciones de
incorporación noinal son compuestos léxicos, y, por ello, átomos sintácticos; los nombres
incorporados no son visibles sintácticamente y, por ello, esta propuesta no puede mostrar de
forma semánticamente transparente las representaciones sintácticas. En la propuesta
sintáctica, la incorporación nominal es el resultado de una transformación sintáctica, esto es,
del movimiento del núcleo; la propuesta central de esta teoría es que los nombres
incorporados son sintácticamente visibles porque en la estructura profunda son el núcleo
nominal de un SN.
En cualquier caso, la perspectiva tipológica de lenguas que analizan todos ellos parece
desaconsejar la posibilidad de entender las formaciones denominales como un tipo de
incorporación. Así, para Mithun (2000: 917), la incorporación nominal es usada como un
mecanismo básico de formación de palabras, en tanto que provee un medio de creación de
nuevos lexemas para conceptos unitarios (algo parecido a lo que también decía Baker), pero
no acepta la posibilidad de entender los verbos denominales como un tipo de incorporación
nominal stricto sensu23. De hecho, Sadock (1991: 82) señala que en una formación neológica
denominal como verbify, si bien podemos encontrar las mismas relaciones morfológicas que
en la incorporación existente en la lengua eskimo (algo parecido señala también Malouf,
1999, para la lengua greenlandic), no le otorga esa denominación debido a las diferencias en
las ramificaciones sintácticas de la misma. Explícitamente así lo señala también Gerdts (1998:
97-98), lo cual nos conduce al interrogante de saber si el fenómeno de fusión semántica, en
términos de Talmy, que se encuentra en la representación semántica de los verbos
denominales locales, y que hemos equiparado a incorporación, debe ser entendido como
amalgama, simplemente, o como incorporación, entendiéndola entonces como equivalente a
amalgama.
Muy interesante es la propuesta de Hale y Keyser (2002), para quienes la amalgama es un
tipo específico de incorporación (2002: 11), un tipo que cumple una versión especialmente
estricta de la restricción del movimiento del núcleo, según la cual la matriz fonológica (del
núcleo) de un complemento reemplaza la matriz vacía del núcleo rector. No obstante, tanto la
incorporación como la amalgama comparten la propiedad de adecuarse a la restricción del
movimiento del núcleo y al principio de categoría vacía, al igual que comparten la propiedad
de formar una palabra adjuntando el núcleo de un complemento al núcleo del elemento que lo
rige sintácticamente (2002: 50).
A pesar de todo ello, Hale y Keyser prefieren usar la denominación de amalgama para
referirse al proceso semántico que interviene en la formación de los verbos denominales
21
Vid. Van Van Geenhoven (1998: 97 y ss.) para un enfrentamiento entre estas perspectivas.
Posteriormente, Baker-Aranovich y Golluscio (2004), reorganizan el enfrentamiento de perspectivas en torno a
la incorporación en tres apartados: la perspectiva funcionalista tipológica, que puede tener a Mithun como
principal representante, la perspectiva sintáctica generativa, con Baker como abanderado, y la perspectiva léxica
generativa, de la que podría ser partícipe Rosen. De igual forma, Van Geenhoven (1998: 108 y ss.) pretende
establecer su propuesta como intermedia entre la perspectiva morfológica o léxica, y la perspectiva sintáctica.
23
Vid. Mithun (1986) al respecto.
22
locales, y no sólo por diferenciarse de la utilización que Baker hace del concepto
«incorporación» (aun aceptando que se trata de nociones estrechamente relacionadas, y quizás
iguales), sino porque piensan que podría haber alguna diferencia entre ambos conceptos, la
cual (en caso de aceptarla) residiría en la rección, una relación que juega un papel en la
restricción de los dos procesos. En la amalgama, los elementos implicados en las relaciones
sintácticas cumplen la denominada complementación estricta (2002: 59), es decir, que los dos
se encuentran en la máxima categoría de la proyección de X, o, dicho de otro modo, que los
especificadores, o los determinantes, no se amalgaman, ya que la proyección categorial de los
especificadores nunca se hermana, nunca se encuentra en el mismo nivel, con la del potencial
objetivo, regido por V. La incorporación, por otro lado, no está sujeta a este requerimiento: un
verbo no puede amalgamarse con el especificador de su complemento, aunque sí incorporarse.
La explicación a este hecho, en el modelo generativista, es que la amalgama no es un proceso,
es decir, no es una operación de movimiento. En su lugar, el fenómeno que puede ser
entendido bajo ese nombre es, simplemente, una relación de ligamiento que se da entre los
rasgos semánticos de un verbo y los rasgos del núcleo nominal de su complemento. Esto, a su
vez, es resultado de una relación de selección entre el verbo y su complemento. La selección
ocurre entre el verbo y el núcleo de su complemento, pero la selección no es una relación que
se de entre el verbo y un especificador que puede estar presente en el complemento del verbo.
Por contra, la incorporación se ve determinada por la rección, una relación que subsume la
selección pero no se limita a ella: ya que el núcleo rige al especificador de su complemento,
no hay barrera alguna para incorporarlo desde esa posición (2002: 103).
Baker (2003: 167-169) trata también la diferencia entre amalgama e incorporación, y
considera, en línea con Hale y Keyser, que, evidentemente, son fenómenos muy relacionados,
pero en la incorporación, cuando un nombre se incorpora a un verbo, las dos categorías
retienen sus identidades distintivas sintácticamente. Por contra, en la amalgama no se produce
una independencia sintáctica de los elementos, sino que se produce una recategorización (lo
que explicaría las consecuencias señaladas anteriormente por Hale y Keyser). Y
efectivamente esto es lo que sucede con los verbos denominales: la falta de independencia de
los elementos fusionados puede comprobarse, entre otras razones, por el argumento repetitivo
que hemos estado usando al señalar que construcción analítica y construcción sintética no
significan lo mismo, y las particularidades que al respecto señalamos.
Así pues, es claro que incorporación y amalgama son fenómenos estrechamente
relacionados, pero pueden diferenciarse, pues la incorporación parece dibujada desde
perspectivas que valoran exclusivamente las consecuencias morfosintácticas del proceso, con
el mantenimiento diferenciado de los elementos afectados por la incorporación. En la
amalgama son los factores léxico-conceptuales los que priman, pues las consecuencias
morfosintácticas de la misma son una pérdida de independencia de los elementos
amalgamados, ya que se produce una recategorización. En el caso de los verbos denominales,
dicha recategorización supone un paso de sustantivo a verbo y, consecuentemente, un cambio
en el significado de la estructura sintética respecto de la construcción analítica, cambio que,
como ya comentamos, puede acarrear que no se transparenten en el nuevo verbo los
significados independentes de los elementos fusionados, ni su relación. En conclusión, y pese
a que en muchos momentos hemos identificado incorporación y amalgama, a partir de ahora
los diferenciaremos, y hablaremos exclusivamente de amalgama, o fusión, que recoge de
forma más precisa lo que queremos describir con los verbos denominales, y ello pese a que
siempre que nosotros hemos aplicado la noción de incorporación a las formaciones verbales
era desde una perspectiva conceptual, no morfosintáctica.
5. TIPOS DE AMALGAMAS LOCALES
Que los verbos denominales locales constituyen un tipo de amalgama o fusión es algo
plenamente reconocido24. Ahora bien, restringir dichos verbos exclusivamente a los verbos
locatum y de localización creo demostrado que es una visión empobrecedora del tema. Los
distintos procesos de amalgama o fusión que se dan en los verbos denominales locales son los
que expusimos en la figura 1 y ahora detallamos, con la consideración de que incluimos
dentro de denominales locales, tanto a los verbos que son resultado de una amalgama local, se
comporten lingüísticamente como locales o no, como a los verbos que, resultado de una
amalgama, se comportan como locales. De igual forma, es preciso recordar nuevamente que
no toda amalgama tiene como consecuencia un verbo denominal, puede haber otro tipo de
resultados, si bien los verbos denominales es la formación más habitual.
5.1. Amalgama de manera
5.1.1. Verbos de desplazamiento
Este tipo de amalgama supone que el verbo exprese tanto el hecho del desplazamiento
como su manera (Talmy, 2000: 27 y ss.), pudiéndolo hacer en ambos casos de forma
transitiva o intransitiva.
Juan rodó el bidón hasta el sótano.
El niño gateó hasta el salón.
En Cifuentes (1999) aislamos distintos subtipos dentro de esta categoría, según la manera
venga implicada por a) la forma en que el agente se desplace (gatear, rodar), b) una relación
de solidaridad léxica (bucear, volar), c) el instrumento o medio de que se sirve el agente para
efectuar el desplazamiento (patinar, carretear), o d) por el camino implicado (atajar,
costear).
5.1.2. Verbos estativos
Este tipo de amalgama supone que el verbo exprese tanto la situación local como la manera
de estar de la figura, posibilitando, en paralelo a las construcciones de manera de
desplazamiento del punto anterior, construcciones de manera de posición, con lo que
significamos que no sólo se indica una posición o localización, sino también una manera de
estar de la figura.
Acostó al niño en la cama.
Se arrodilló en la iglesia.
En Cifuentes (2004) aislamos algunos subgrupos dentro de este tipo: a) verbos de contacto
en la manera de posición (atar), b) verbos de sensación en la manera de posición (apalancar),
c) verbos de manera de posición física (arrodillar).
5.2. Amalgama de figura
5.2.1. Verbos de desplazamiento
Este tipo de esquema representa que el verbo expresa el hecho del movimiento junto con la
figura (Talmy, 2000: 57-60). Las lenguas que tienen este esquema característico como verbo
superficial expresan varios tipos de objetos o materiales que se mueven. En español es difícil
24
Vid. Cifuentes Honrubia 2004 y 2005 al respecto.
encontrar ejemplos de este tipo25, y más como formaciones denominales. Únicamente algunas
construcciones de acusativo partitivo de transferencia (Cifuentes, 1999, 2004) podrían ser
entendidas, metafóricamente, como amalgamas o fusiones de figura y desplazamiento (lo/le
besó en la cara, lo/le golpeó en el hígado).
5.2.2. Verbos estativos
Los verbos situativos que incorporan la figura en el contenido del verbo, teniendo éste una
lexicogénesis claramente local, son pocos, yo diría que excepcionales (y aún así sería posible
discutir su origen local):
Enraizar: *localización de raíces: enraizó en Alicante/*puso raíces en Alicante.
La tendencia general de las construcciones en las que el verbo lleva incorporada la figura,
y sólo la figura, quiero decir con ello que es necesario el complemento de lugar como tal (y,
por ello, la especificación del relacionante entre figura y base), es que la amalgama pueda
conceptualizarse de forma local o causativa, pero en cualquiera de los dos casos se hace
necesario el complemento de lugar26:
El limo se sedimentó en el fondo del mar / *hizo/localizó sedimento en el fondo del mar.
La luz se reflejaba en el agua / *hacía/localizaba reflejos en el agua.
Hay algún caso en el que la incorporación no es hecha sobre la figura exactamente, sino
sobre un predicativo que incide en la figura, por lo que la amalgama no es denominal: no es
un sustantivo, sino un adjetivo o participio el elemento fusionado (fijó su residencia en
Alicante: *hizo/puso fija su residencia en Alicante).
5.3. Amalgama de figura y relacionante
5.3.1. Verbos de desplazamiento
Talmy (2000: 61-62) señala que es posible la amalgama de dos componentes semánticos:
dos componentes del acontecimiento de desplazamiento se fusionan con el hecho del
desplazamiento en la raíz verbal, así, por ejemplo, la figura y el relacionante junto con el
desplazamiento. Pero no hemos encontrado en español posibilidad de este tipo de amalgama,
sea como verbo denominal o de cualquier otra manera, teniendo en cuenta, además, que el
relacionante, con los verbos de desplazamiento, funciona como indicador de la dirección de
los mismos.
5.3.2. Verbos estativos
Dentro de los verbos que incorporan la figura de la localización en el semismo verbal,
debemos insistir en distinguir aquellos que únicamente localizan la figura, de aquellos otros
que además de la figura señalan la relación local entre ésta y la base, que puede estar explícita
en forma de prefijo27:
Engrasar: *localización de grasa en: engrasó la rueda / *puso grasa en la rueda.
25
Vid. Cifuentes (1999) al respecto.
La conceptualización local y causativa son los dos casos más habituales, pero, como ya comentamos, también
son posibles otros: veranea en Alicante: *pasa el verano en Alicante.
27
Éstos serían los ejemplos más claros de verbos locatum.
26
Socalzar: *localización de calza bajo: socalzó la pared / *puso calzas bajo la pared.
Subrayar: *localización de raya bajo: subrayó la palabra / *puso rayas bajo la palabra.
Es preciso señalar que el relacionante puede estar incorporado explícitamente, como en los
casos anteriores (en-, so-, sub-), o puede venir implicado de forma genérica, con lo que el
localismo de la construcción queda en un plano todavía más subsidiario. En estos casos, la
relación local entre el término base de la formación verbal y el complemento directo, base de
la localización, debe inferirse contextualmente, siendo lo habitual que se trate de una relación
de interioridad:
Zulacó el arcaduz / *puso zulaque en el arcaduz.
Zumacó la piel / *puso zumaque en la piel.
Zunchó la armadura / *puso zunchos en la armadura.
5.4. Amalgama de base y relacionante28
5.4.1. Verbos de desplazamiento
A pesar de que en alguna ocasión se ha planteado este tipo de amalgama como
excepcional, lo cierto es que hay amalgama de desplazamiento y base con relacionante
(Cifuentes, 1999). Talmy explícitamente lo reconoce (2000: 61-62) al señalar que la base y el
relacionante juntos pueden amalgamarse con el desplazamiento, y pone de ejemplo los típicos
casos de verbos de localización. Ejemplos en español pueden ser los siguientes:
Aballar (*llevar al valle).
Aportar (*ir a puerto).
Aterrizar (*ir/llevar a tierra)
Acostar (*ir a la costa).
Como se puede comprobar por los ejemplos, es el prefijo la marca de relacionante que
acompaña a la base, constituyendo un grupo muy interesante aquellos casos que marcan ya no
el lugar de llegada (como los ejemplos anteriores), sino el lugar de origen (expatriar).
5.4.2. Verbos estativos
Es muy común el grupo de verbos que incorporan en el semismo del verbo la base de la
localización y la relación local que se da entre figura y base. Estos verbos son los más
propensos a desarrollar como complemento obligatorio otra base local, que es entendida como
subespecificación de la incorporada en el verbo:
Se embarcó en una goleta desaliñada / *Localización en barco > en una goleta
El barco encalló entre las rocas / *Localización en paso estrecho > entre las rocas.
Lo encasillaban siempre en los peores papeles / *Localización en casillas > en los peores papeles.
Se enredó entre las zarzas / *Localización en red > entre las zarzas.
Soterró el hueso/*Localización bajo tierra.
5.5. Amalgama de base
5.5.1. Verbos de desplazamiento
Todos los casos que tenemos inventariados de amalgama románica de la expresión de la
localización unde o quo transparentan, de alguna manera, el relacionante, es por ello que
28
Éstos sería los típicos ejemplos de verbos de localización.
tengamos que dejar vacío este conjunto dentro del esquema general de las amalgamas, si bien
Talmy (2000: 60-61) deja abierta la posibilidad de su existencia.
5.5.2. Verbos estativos
Este tipo de amalgama de localización estativa más base de localización es, tal cual,
imposible en español, pues los casos que nos encontramos suponen la necesidad de inferir
contextualmente una relación local respecto de la base de localización. Si hemos hecho un
subtipo aparte de construcciones es debido a que el relacionante no está marcado
morfológicamente como prefijo, o no se transparenta como tal en la formación verbal, pero
semánticamente es necesario, ya que de lo contrario la relación semántica sería imposible. Así
pues, estos casos que hemos diferenciado como amalgama de base, y sólo amalgama de base,
sin relacionante, son aquellos en los que no se transparenta ningún tipo de relación local entre
figura y base, debiendo inferir contextualmente el hablante dicha relación semántica que,
normalmente, será de interioridad:
Lo depositó en el banco/*localización en depósito.
Las mercancías se hacinan en los muelles/*localización en haces.
Lo posicionó delante de la estatua/*localización en posición.
En todos los casos se ha desarrollado un complemento local que subespecifica la
primigenia base de localización, la cual parece haber desarrollado valores modales a partir de
los supuestamente originarios locales.
5.6. Amalgama de relacionante
Este tipo de amalgama, lógicamente, no posibilita formaciones denominales, si la
mencionamos es únicamente por tener un diseño general de los distintos tipos de fusiones
locales posibles en español, y porque, de alguna manera, también está vinculada con las otra
fusiones anteriores de los verbos denominales, en tanto que los procesos de prefijación
también son sensibles a la estructura argumental de los elementos involucrados en tales
procesos.
5.6.1. Verbos de desplazamiento
Con esta amalgama Talmy (2000: 49-57) quiere señalar el esquema tipológico por el cual
el verbo expresa tanto el hecho del desplazamiento como la dirección, dirección que viene
marcada por algún relacionante .
Uno de los casos más característicos es el que muestra la posibilidad de formar un
desarrollo a partir de un relacionante que marca un tipo de dirección: entrar; sin embargo,
está claro que con estos ejemplos la combinatoria sintáctica debe hacerse con sintagmas
preposicionales que señalen nuevamente la dirección. En Cifuentes (1999) podemos encontrar
una gran casuística a este respecto.
5.6.2. Verbos estativos
Con esta amalgama se quiere señalar el esquema por el cual el verbo expresa tanto el hecho
de la localización como la relación entre figura y base. La mayoría de estos verbos, sean de
formación románica o latina, están compuestos por un prefijo local que especifica la relación
entre figura y base, o son resultado de un desarrollo a partir de un elemento que funciona
como relacionante local, igual que ocurría con los verbos de desplazamiento:
Antepuso el artículo al nombre: *puso el artículo delante del nombre.
Enfrentó la rueda a la pared: *puso la rueda enfrente de la pared.
Centra el cuadro en la pared: *pon el cuadro en el centro de la pared.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
Almela Pérez, R. (1999): Procedimientos de formación de palabras en español, Barcelona: Ariel.
Baker, M. – Aranovich, R. y Golluscio, L. A. (2004): «Two types of syntactic noun incorporation:
noun incorporation in mapudungun and its typological implications», Language, 81-1, págs. 138176.
Baker, M. C. (1988): Incorporation. A Theory of Grammatical Function Change, Chicago: University
of Chicago Press.
Baker, M. C. (1996): The Polysynthesis Parameter, Oxford: OUP.
Baker, M. C. (2003): Lexical Categories. Verbs, Nouns, and Adjectives, Cambridge: CUP.
Chan, M. K. M. y Tay, J. H. Y. (1995): «From nouns to verbs: verbalization in chinese dialects and
east asian languages», en J. Camacho y L. Choueiri (eds.): Sixth North American Conference on
Chinese Linguistics, NACCL-6, Los Ángeles: USC, II, págs. 49-74.
Cifuentes Honrubia, J. L. (1999): Sintaxis y semántica del movimiento. Aspectos de gramática
cognitiva, Alicante: Instituto de Cultura ‘Juan Gil Albert’.
Cifuentes Honrubia, J. L. (2003): Locuciones prepositivas. Sobre la gramaticalización preposicional
en español, Alicante: Universidad de Alicante.
Cifuentes Honrubia, J. L. (2004): «Verbos locales estativos en español», en J. L. Cifuentes Honrubia –
C. Marimón Llorca (eds.): Estudios de Lingüística: el verbo, Alicante, Universidad de Alicante,
págs. 73-118.
Cifuentes Honrubia, J. L. (2005): «Sobre verbos locatum y de localización», en L. Santos (ed.):
Homenaje al Prof. F. Lázaro Carreter, Salamanca: Universidad de Salamanca, (en prensa).
Cifuentes Honrubia, J. L. y Llopis Ganga, J. (1996): Complemento indirecto y complemento de lugar.
Estructuras locales de base personal en español, Alicante: Universidad de Alicante.
Clark, E. y H. Clark, 1979, «When Nouns Surface as Verbs», Language 55-4: 767-811.
Coseriu, E. (1973): Teoría del lenguaje y lingüística general, Madrid: Gredos.
Coseriu, E. (1978): Gramática, semántica, universales, Madrid: Gredos.
Di Sciullo, A. M y Williams, E. (1987): On the Definition of Word, Cambridge: MIT Press.
Dik, S. C. (1980): Studies in Functional Grammar, Nueva York: Academic Press.
Fodor, J. y Lepore, E. (1998): «Morphemes Matter; The continuing Case against Lexical
Decomposition (Or: Please Don’t Play that Again, Sam)», Ms. Universidad de Rutgers.
Fodor, J. y Lepore, E. (1999): «Imposible Words?», Linguistic Inquiry, 30-3, págs. 445-453.
Gerdts, D. B. (1998): «Incorporation», en A. Spencer y A. M. Zwicky (eds.): The Handbook of
Morphology, Oxford: Basil Blackwell, págs. 85-99.
Hale, K. y Keyser, S. J. (1999): «A Response to Fodor and Lepore, ‘Imposible Words’», Linguistic
Inquiry, 30-3, págs. 453-466.
Hale, K. y Keyser, S. J. (2002): Prolegomenon to a Theory of Argument Structure, Cambridge: The
MIT Press.
Harley, H. (2004): «Structural meaning and decomposing the VP. Reponses: Horvath/Siloni,
Kiparsky», Ms.
Higginbotham, J. (2000): «Accomplishments», Ms. USC y Universidad de Oxford.
Jackendoff, R. (1997): The Architecture of the Language Faculty, Cambridge: MIT Press.
Kelly, M. H. (1998): «Rule and indiosincratically derived denominal verbs: effects on language
production and comprehension», Memory and Cognition, 26, págs. 369-381.
Langacker, R. W. (2004): «Posesion, Location, and Existence», en A. Soares da Silva – A. Torres y
M. Gonçalves (eds.): Linguagem, cultura e cognição. Estudos de lingüística cognitiva, Coimbra:
Almedina, págs. 85-120.
Malouf, R. (1999): «West Greenlandic noun incorporation in a monohierarchical theory of grammar»,
Marchand, H. (1974): «Ableitung desubstantivischer Verben mit Nullmorphem», en D. Kastovsky
(ed.): H. Marchand. Studies in syntax and word-formation. Selected Articles, Munich: W. Fink.
Mateu i Fontanals, J. (2002): Argument structure: relational construal at the syntax-semantics
interface, Tesis Doctoral, Universidad Autónoma de Barcelona.
Merleau-Ponty, M. (1975): Fenomenología de la percepción, Barcelona: Península.
Mithun, M. (1984): «The evolution of noun incorporation», Language, 60-4, págs. 510-546.
Mithun, M. (1986): «On the nature of noun incorporation», Language, 62-1, págs. 32-37.
Mithun, M. (2000): «Incorporation», en G. Booij – C. Lehmann – J. Mugdan – W. Kesselheim y S.
Skopeteas (eds.): Morphologie/Morphology, 1, Berlín-Nueva York: Walter de Gruyter, págs. 916928.
Mithun, M. y Corbett, G. C. (1999): «The effect of noun incorporation on argument structure», en L.
Mereu (ed.): Boundaries of Morphology and Syntax, Amsterdam: John Benjamins, págs. 49-71.
Montoro Montalbán, R. M. y Cifuentes Honrubia, J. L. (1996): «Relaciones cognitivas de doble
proceso en verbos parasintéticos», Pragmalingüística, 3-4, págs. 659-668.
Pena Seijas, J. (1999): «Partes de la morfología. Las unidads del análisis morfológico», en I. Bosque y
V. Demonte (coords.): Gramática descriptiva de la lengua española, Madrid: Espasa-Calpe, págs.
4305-4366.
Piera, C. y Varela, S. (1999): «Relaciones entre morfología y sintaxis», en I. Bosque y V. Demonte
(coords.): Gramática descriptiva de la lengua española, Madrid: Espasa-Calpe, págs. 4367-4422.
Pullum, G. (1996): «Nostalgic views from MIT. Review article on The View from Building 20: Essays
in Linguistics in Honor of Sylvain Bromberger, ed. by K. Hale and S. J. Keyser», Journal of
Linguistics, 32, págs. 137-147.
Reinheimer-Rîpeanu, S. (1974): Les dérivés parasynthétiques dans les langues romanes, La Haya:
Mouton.
Rosen, S. T. (1989): «Two types of noun incorporation: a lexical analysis», Language, 65-2, págs.
294-317.
Sadock, J. M. (1991): Autolexical Syntax. A Theory of Parallel Grammatical Representations,
Chicago: The University of Chicago Press.
Santiago Lacuesta, R. y Bustos Gisbert, E. (1999): «La derivación nominal», en I. Bosque y V.
Demonte (coords.): Gramática descriptiva de la lengua española, Madrid: Espasa-Calpe, págs.
4505-4594.
Serrano Dolader, D. (1995): Las formaciones parasintéticas en español, Madrid: Arco/Libros.
Serrano Dolader, D. (1999): «La derivación verbal y la parasíntesis», en I. Bosque y V. Demonte
(coords.): Gramática descriptiva de la lengua española, Madrid: Espasa-Calpe, págs. 4683- 4755.
Talmy, L. (2000): Towards a Cognitive Semantics, II, Cambridge: The MIT Press.
Val Álvaro, J. F. (1993): «Prefijación verbal en la formación de predicados complejos (a propósito de
verbos prefijados con entre-, con- y sobre- en español), en Actas del IX Congreso de Lenguajes
Naturales y Lenguajes Formales, Barcelona, págs. 485-492.
Val Álvaro, J. F. (1994): «Formación léxica verbal y restricciones sobre la estructura oracional (verbos
denominales)», en F. Hernández Paricio (ed.): Perspectivas sobre la oración, Zaragoza:
Universidad de Zaragoza, págs. 229-255.
Val Álvaro, J. F. (1999): «La composición», en I. Bosque y V. Demonte (coords.): Gramática
descriptiva de la lengua española, Madrid: Espasa-Calpe, págs. 4757-4841.
Van Geenhoven, V. (1998): Semantic Incorporation and Indefinite Descriptions, Stanford: CSLI.
Varela, S. y Martín García, J. (1999): «La prefijación», en I. Bosque y V. Demonte (coords.):
Gramática descriptiva de la lengua española, Madrid: Espasa-Calpe, págs. 4993-5040.
Vera Luján, A. (1987): Aspectos sintáctico-semánticos en la sufijación, Murcia: Universidad de
Murcia.
Vogel, R. (1998): Polyvalent Verbs, Tesis Doctoral, Universidad Humboldt de Berlín.
Wotjak, B. (1990): «Acerca de incorporaciones lexemáticas en verbos españoles», en G. Wotjak y A.
Veiga (coords.): La descripción del verbo español, Santiago: Universidad de Santiago de
Compostela, págs. 259-264.
Wunderlich, D. (2005): «Towards a structural typology of verb classes», Ms.