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REVISTA YA,
EL MERCURIO
martes 26 de
agosto de
2014
Desde la neurociencia
Los efectos de la marihuana en el cerebro
adolescente
DANIELA MOHOR Y MARÍA CRISTINA JURADO.
Pérdida de memoria, falta de control de
impulsos, mayor tendencia a la adicción,
descenso del coeficiente intelectual: a nivel
internacional, estudios científicos están
demostrando que los efectos de la
marihuana sobre el cerebro de los
adolescentes son impactantes. Y podrían ser
de largo plazo. ¿La razón de la
vulnerabilidad de ese tramo etario? Hasta los
16-18 años, el cerebro está en pleno
desarrollo, y los componentes de la
marihuana alteran su maduración.
Parada en el escenario de la conferencia
AspenBrainLab, el 26 de julio pasado, la
doctora Staci Gruber, directora de la Unidad de Neuroimágenes
Cognitivas y Clínicas del McLean Hospital en Boston y profesora
adjunta de psiquiatría en la Escuela de Medicina de Harvard, usó una
imagen: la materia blanca, dijo, es como los vagones del "metro de
nuestro cerebro", que conecta las distintas regiones cerebrales para
que la comunicación entre ellas sea más rápida y eficiente.
La explicación precedía un dato duro: en los adolescentes que habían
comenzado a fumar marihuana antes de los 16 años, la materia
blanca estaba mucho menos organizada que en el resto de las
personas. ¿El resultado? Eran niños mucho más impulsivos.
Staci Gruber es una de las numerosas investigadoras de Estados
Unidos y el resto del mundo que -a través de acuciosos estudios
realizados a partir de tests psicológicos, imagenología y pruebas
cognitivas, entre otras cosas- se han dedicado a estudiar los efectos
de la marihuana sobre el cerebro adolescente. Y en el último tiempo,
el peso de esas investigaciones ha sido tal que a comienzos de
agosto, la American Psychology Association (APA) dio una señal de
alerta, indicando que el consumo de cannabis "puede tener un efecto
negativo significativo sobre el cerebro de los adolescentes y jóvenes
adultos".
La noticia surge en tiempos en que numerosos países -incluyendo
Chile- están registrando un alza en las cifras de consumo de
marihuana en los menores de edad y una baja en la percepción de
riesgos asociados. A su vez, distintos países han optado por
despenalizar la marihuana y otros como el nuestro se están abriendo
a discutirlo. En este contexto, lo que dice la ciencia podría ser un
aporte al debate.
¿Cuán inocua es realmente la marihuana en los adolescentes? ¿Tiene
efectos si se consume solo con moderación? ¿Qué tan graves son
esas consecuencias? Las respuestas están llegando: los estudios
muestran que, cuando es usada durante la adolescencia, la
marihuana puede provocar, entre otros, una disminución del
coeficiente intelectual, pérdida de memoria, problemas de atención y
mayores riesgos de adicción.
-Hoy tenemos suficiente evidencia como para decir que el uso crónico
y/o frecuente de marihuana puede perturbar el desarrollo normal del
cerebro y llevar a un daño cognitivo, malos resultados académicos, y
otros efectos negativos asociados. Y mientras antes se inicia el
consumo, más graves son esas consecuencias -resume desde Estados
Unidos, el doctor Ruben Baler, experto en salud del National Institute
on Drug Abuse (NIDA).
Un cerebro inmaduro
Los neurobiólogos saben hoy que el desarrollo del cerebro no se
termina con la llegada de la pubertad, como se pensó durante años.
Este continúa durante la adolescencia e incluso parte de la adultez.
En ese proceso, esa etapa de la vida es crucial.
-Durante la adolescencia se produce un proceso de especialización o
refinamiento del cerebro (poda sináptica), que conduce a que el área
relacionada con el autocontrol y la toma de decisiones -evaluando los
riesgos- vaya madurando de forma progresiva -explica la doctora
Paula Zomosa Cortés-Monroy, psiquiatra infanto-juvenil de la Unidad
de Adolescencia del Centro Nevería, una institución privada
especializada en el tratamiento de los problemas adictivos.
Concretamente, eso significa que durante la infancia el cerebro es
más grande y que durante la adolescencia se libera de las conexiones
que no usa, lo que permite que se haga más rápido y más eficiente,
en un proceso que lleva a desarrollar un mayor pensamiento crítico, a
recordar mejor lo que se aprende y a tomar mejores decisiones.
La última parte del cerebro en formarse, indican los expertos, es el
córtex frontal, que la doctora Staci Gruber llama el "CEO del cerebro",
porque es el encargado de las funciones ejecutivas. Es la parte que
nos permite controlar nuestros impulsos más primitivos y nuestra
emocionalidad. Es la que maneja la capacidad de monitorear y
cambiar de comportamiento cuando se necesita, de tomar decisiones;
es la que se relaciona con el pensamiento abstracto, la adquisición de
reglas y la inhibición de conductas inapropiadas.
-Si esa parte del cerebro no está intacta, como ocurre normalmente
en los adolescentes en pleno desarrollo, tendremos algunos
problemas para inhibir las conductas inadecuadas. Y si entran en
juego sustancias de abuso, entonces pasamos a un ámbito
completamente distinto -ha dicho la doctora Gruber.
La marihuana, explican los especialistas, tiene distintos componentes
cuyas concentraciones pueden ser variadas. Pero de manera general
produce el siguiente efecto sobre el cerebro: cuando se fuma
marihuana, el THC -tetrahidrocarbocannabinol, sustancia psicoactiva
presente en el cannabis- pasa rápidamente de los pulmones a la
sangre, que la lleva hasta el cerebro y otros órganos del cuerpo.
Cuando la marihuana es consumida en forma de bebida o comida, se
absorbe más lentamente. Una vez asimilado, el THC actúa sobre
receptores cerebrales llamados cannabinoides, mayormente
presentes en las zonas del cerebro relacionadas con el placer, la
memoria, el pensamiento, la concentración, la percepción sensorial y
del tiempo, y la coordinación motora. Estos receptores, que se
activan generalmente al contacto con otros químicos similares al THC,
producidos naturalmente por el cuerpo, se sobreactivan con la
marihuana, generando la sensación de estar "volado".
Lo que los estudios científicos han demostrado en el último tiempo es
que las consecuencias del THC no solo duran mientras el adolescente
experimenta la sensación de relajo y felicidad característica de
quienes consumen marihuana, sino que tiene consecuencias a largo
plazo.
-El THC de la marihuana interfiere con distintos tipos de programas
en el cerebro. Estos incluyen procesos importantes no solo para la
memoria, el aprendizaje, la coordinación motora y la toma de
decisiones, sino que también para el desarrollo y la maduración del
cerebro -explica el doctor Baler, del NIDA. Agrega: "Estos efectos son
similares en adultos y jóvenes, pero la habilidad de la marihuana de
alterar los procesos de maduración del cerebro afecta necesariamente
a los adolescentes de manera desproporcionada, porque están en un
estado de desarrollo activo. Esos efectos pueden ser importantes y de
largo plazo".
La doctora Marcela Babul, médico psiquiatra y jefa de la Unidad de
Adicciones de la Universidad Católica, complementa:
-Hay estudios descritos que en exámenes imagenológicos muestran
una disminución de la materia gris en la parte de la corteza cerebral,
donde uno integra la información, evoca datos o tiene la capacidad de
aprender nueva información.
El umbral de la edad
Según los especialistas, uno de los descubrimientos más importantes
en este ámbito tiene que ver con la edad de inicio del consumo. Las
investigaciones más recientes demuestran efectivamente que
mientras más joven se comienza a fumar marihuana, más intensos
son los efectos a corto y largo plazo. También indican que mientras
más cantidades de cannabis sativa se fuma, peor es para las
funciones cognitivas del cerebro.
Es algo que la doctora Gruber comprobó personalmente. Ella lideró un
estudio realizado con 46 personas, 23 de las cuales habían empezado
a fumar marihuana antes de los 16 años. Lo que descubrió es que
estos adolescentes no solo habían fumado 1,5 veces más que las
personas que se habían iniciado más tarde al consumo, sino que
además habían fumado 2,5 veces más cantidades de cannabis. Todos
los "fumadores tempranos" habían respondido deficientemente a los
tests de funciones cerebrales ejecutivas.
El efecto nocivo de la marihuana sobre el cerebro en formación ha
sido comprobado por otros estudios también. La Universidad de Duke
publicó hace dos años un trabajo que se fundó en datos recogidos por
el llamado Estudio Multidisciplinario de Salud y Desarrollo de Dunedin
en Nueva Zelandia. La investigación siguió a un grupo de más de mil
neozelandeses nacidos en 1972 y 1973, desde el nacimiento hasta
que cumplieron 38 años y los sometió a distintas pruebas cognitivas
destinadas a determinar qué efectos había tenido el consumo de
marihuana sobre ellos.
Esas pruebas medían la memoria, la velocidad de procesamiento, el
razonamiento y las capacidades de análisis visual. Las personas que
habían usado marihuana de manera regular durante la adolescencia
obtuvieron resultados muy inferiores a quienes habían empezado a
consumirla después. El estudio también comparó el coeficiente
intelectual de los participantes a los 13 y a los 38 años, y registró un
deterioro cognitivo de ocho puntos de coeficiente intelectual en
quienes habían fumado marihuana durante la adolescencia. Ese
descenso en las capacidades mentales, indicaron los expertos, no se
recupera aunque la persona deje de consumir cannabis.
-La marihuana no es inocua, particularmente en los adolescentes -ha
señalado Madeline Meier, la investigadora de la Universidad de Duke
que analizó el estudio de Dunedin-. Alguien que pierde ocho puntos
de CI de adolescente puede llegar a estar en gran desventaja
comparado con sus pares de la misma edad en los años venideros.
El córtex frontal no es la única área afectada por el uso de marihuana
en los adolescentes. En 2013, la Escuela de Medicina de la
Universidad de Northwestern en Chicago publicó un informe que
indicaba que los adolescentes que eran grandes consumidores de
marihuana (es decir, que llevaban aproximadamente tres años
fumando a diario) presentaban cambios en la estructura de su
cerebro en áreas relacionadas con la memoria de trabajo (o sea, la
habilidad de recordar y procesar información instantáneamente y de
convertirla, si fuera necesario, en memoria a largo plazo). Mientras
más jóvenes eran los individuos cuando habían empezado el uso
crónico de marihuana, más anormal era la forma de las regiones
cerebrales afectadas. Además, esas alteraciones se mantenían al
menos dos años después de que dejaran de fumar.
Un tiempo después, los investigadores de Northwestern, junto con
científicos de Harvard, dieron un paso más con una investigación
sobre jóvenes de 18 a 25 años que fumaban solo ocasionalmente. En
ellos también se podía notar -al observar sus cerebros con
resonancias magnéticas- anormalidades en el núcleo accumbens y la
amígdala cerebral, dos áreas del cerebro que regulan la emoción y la
motivación.
Los investigadores se preocuparon especialmente de escoger a
jóvenes -9 hombres y 11 mujeres- cuyo uso de la marihuana no
había demostrado tener consecuencias en su comportamiento: No
tenían dificultades en el trabajo, en el colegio, con la ley, en sus
relaciones, ni tenían problemas de adicción. Sin embargo, al publicar
los resultados del estudio, Hans Breiter, profesor de Psiquiatría y
Ciencias del Comportamiento en Northwestern y coautor de la
investigación, destacó que las dos regiones del cerebro afectadas
eran justamente las que les permiten a los jóvenes abrirse a nuevos
horizontes, ayudándoles a apreciar experiencias nuevas.
-Es una parte del cerebro que uno no quisiera tocar nunca. No quiero
decir que sean partes mágicas del cerebro, porque son todas
importantes. Pero estas son fundamentales, porque son las que nos
permiten determinar qué nos da placer en el mundo y compararlo con
las cosas malas.
Riesgo de adicción
El uso de marihuana a una edad temprana también incrementa el
riesgo de adicción. Paula Zomosa, del Centro Nevería, explica que la
marihuana también altera la corteza prefrontal que afecta la función
de control que tiene esa área del cerebro sobre las regiones
relacionadas con la gratificación, la recompensa y la búsqueda de
placer.
-Nuestro cerebro está programado para alentar conductas sanas y
que promuevan la supervivencia, a través del aumento de la
dopamina. Reforzantes cotidianos durante la adolescencia como
compartir con amigos, escuchar música o practicar deportes producen
un aumento de este químico -explica -.Lamentablemente las drogas
tienen el potencial de desviar este proceso, produciendo niveles
extremadamente altos de dopamina en el circuito de la motivación,
muy por sobre lo que logran producir los reforzantes naturales. Esto
produce un fuerte estímulo a repetir la experiencia del consumo de
drogas. El cerebro adolescente no tiene maduro el mecanismo de
control de ese circuito.
El doctor Ruben Baler, del NIDA, lo confirma. Dice que uno de los
efectos más preocupantes del THC de cannabis tiene que ver con "la
habilidad de la marihuana para cambiar la manera en que los centros
de gratificación del cerebro evalúan la importancia de los estímulos".
En algunos individuos, agrega, eso puede llevar a un mayor riesgo de
hacerse adicto a la marihuana y otras drogas.
-La importancia de esto es que en esta zona cerebral se origina el
Circuito de Recompensa, relacionado con gratificaciones fisiológicas
como los afectos, la alimentación y el funcionamiento de la
sexualidad. Cuando hay estímulos suprafisiológicos, como la
marihuana o el alcohol, este circuito presenta un aprendizaje
irreversible, que genera la búsqueda compulsiva de la droga.
Desatiendes los afectos, tu sexualidad y hasta tus relaciones
interpersonales. Y caes en el circuito de la adicción -concluye la
psiquiatra Marcela Babul, jefa de la Unidad de Adicciones de la
Universidad Católica y profesora adjunta de la Facultad de Medicina
de esa casa de estudios.
A pesar de estos avances en investigación, los neurobiólogos y
psiquiatras dedicados a estudiar los efectos de la marihuana en el
cerebro enfatizan que falta saber más. Uno de los elementos a
investigar, por ejemplo, tiene que ver con las nuevas consecuencias
que podría traer el hecho de que la marihuana actual tiene niveles
mucho más altos de THC que la que se consumía hace 20 años.
Además, fuera del estudio de seguimiento a los neozelandeses de
Dunedin, no existen estudios hechos sobre poblaciones importantes,
lo que lleva a muchos científicos a calificar sus trabajos de
preliminares. E incluso en el caso de ese estudio, los autores
indicaron que "se requiere más investigación para determinar si el
deterioro del coeficiente intelectual relacionado con el uso de
cannabis es reversible".
Paula Zomosa precisa:
-Se han encontrado asociaciones entre el uso de THC y los déficits
descritos previamente, pero es difícil establecer una causalidad, saber
si las alteraciones encontradas en los consumidores estaban
presentes antes del inicio del uso de la sustancia o han sido
potenciadas por ella o son estrictamente producidas por el uso de
marihuana. Por ejemplo, no es fácil definir si los adolescentes que
consumen THC eran previamente más impulsivos o tenían un menor
nivel de inteligencia.
Datos importantes:
SE COMPARÓ EL CI DE PERSONAS A LOS 13 Y A LOS 38 AÑOS,
Y SE REGISTRÓ UN DETERIORO COGNITIVO DE OCHO PUNTOS
DE CI EN QUIENES HABÍAN FUMADO MARIHUANA DURANTE
LA ADOLESCENCIA.
LA MARIHUANA INTERFIERE CON PROCESOS IMPORTANTES
PARA LA MEMORIA, EL APRENDIZAJE, LA COORDINACIÓN
MOTORA Y LA TOMA DE DECISIONES. TAMBIÉN PARA EL
DESARROLLO Y LA MADURACIÓN DEL CEREBRO
ADOLESCENTE.
EL USO DE MARIHUANA A UNA EDAD TEMPRANA INCREMENTA
EL RIESGO DE ADICCIÓN, PORQUE ALTERA EL CIRCUITO DE
RECOMPENSA DEL CEREBRO.