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Transcript
Progreso económico
con Insatisfacción
Social
Hugo Lavados Montes
Francisco Aravena Guzmán
Prólogo de Andrés Velasco
PROGRESO ECONÓMICO CON
INSATISFACCIÓN SOCIAL
Copyright
Hugo Lavados Montes
Francisco Aravena Guzmán
Publicación académica de:
Facultad de Economía y Negocios,
Universidad San Sebastián.
Bellavista 7, Recoleta, Santiago
Primera edición:
Enero 2014
1.000 ejemplares
ISBN
Nr° 978-956-7439-29-4
Ninguna parte de este libro puede ser
reproducida sin permiso previo del autor
y del editor.
Diseño:
Diseño de Portada y Matriz del libro:
Vicerrectoria de Comunicaciones
U n i ve r s i d a d S a n S e b a s t i á n ,
colaboración María Paula Díez
Libro impreso en Chile por:
Imprenta Nueva Imagen
2
A mi mujer, Mary Rose.
En memoria de mi padre, Tomás.
3
4
“Yo creo que habría que inventar un juego en el que nadie ganara”.
Jorge Luis Borges.
“No soy tan joven como para saberlo todo”.
Albert Einstein.
“La estadística es una ciencia que demuestra que si mi vecino
tiene dos coches y yo ninguno, los dos tenemos uno”.
George Bernard Shaw.
“La palabra progreso no tiene ningún sentido mientras haya
niños infelices”.
Albert Einstein.
“Si no hubiera quienes triunfan contra toda probabilidad, creo que
todo el mundo renunciaría”.
Stephen King.
“Eso de que el dinero no da la felicidad son voces que hacen
correr los ricos para que no los envidien demasiado los pobres”.
Jacinto Benavente.
“Es bonito tener dinero y cosas que puede comprar el dinero, pero
también es bonito tener las cosas que el dinero no puede comprar”.
George Horace Lorimer.
“Con más o menos experiencia y viajes a sus espaldas, el ensayista
español es una criatura prodigiosamente apta para prescindir de
la realidad”.
Antonio Valdecantos.
“Quienes dicen que el arte no debe propagar doctrinas suelen
referirse a doctrinas contrarias a las suyas”.
Jorge Luis Borges.
“Cuanto más conservadoras son las ideas, más revolucionarios
los discursos”.
Oscar Wilde.
“Nada destruye más el respeto por el Gobierno y por la ley de
un país que la aprobación de leyes que no pueden ponerse en
ejecución”.
George Bernard Shaw.
5
Progreso económico con insatisfacción social
6
Universidad San Sebastián
Índice
PRÓLOGO9
PRESENTACIÓN Y AGRADECIMIENTOS
13
INTRODUCCIÓN17
CAPÍTULO 1. CONTEXTO SOCIOECONÓMICO:
UNA PRIMERA MIRADA AL PROGRESO ECONÓMICO
25
Crecimiento Económico
28
Empleo30
Evolución de la pobreza
33
Acceso a agua potable y alcantarillado
34
Esperanza de vida
35
CAPÍTULO 2. DISTRIBUCIÓN Y DIFERENCIAS DEL INGRESO
Distribución del ingreso por grupo de ingreso familiar Evolución comparativa del ingreso real
Diferencias absolutas en el ingreso
Estructura del ingreso: Importancia de los ingresos del trabajo
37
44
47
49
50
CAPÍTULO 3. EMPLEO E INGRESO EN LOS JÓVENES
Empleo juvenil
Empleo juvenil por decil
Jóvenes que no estudian y no trabajan
Deserción en la educación media y superior
55
57
57
59
62
CAPÍTULO 4. EMPLEO E INGRESOS EN
LAS MUJERES. DESIGUALDAD DE GÉNERO
Diferencias en el nivel de ingreso: Hombres v/s mujeres
La desigualdad de género y la educación. Empleo femenino por decil
Diferencias por sexo en el nivel de empleo
Mujer jefa de hogar
Efectos en la empleabilidad femenina
Natalidad por composición etaria de la madre
65
67
71
72
74
75
78
79
7
Progreso económico con insatisfacción social
CAPÍTULO 5. EDUCACIÓN Y MOVILIDAD SOCIAL
83
CAPÍTULO 6. DEMOGRAFÍA Y TERCERA EDAD
Proporción de adultos mayores por quintil
Situación laboral de la tercera edad por quintil
Evolución del ingreso de la tercera edad
91
94
97
100
CAPÍTULO 7. ¿POR QUÉ ES IMPORTANTE LA INTERRELACIÓN
ENTRE PROSPERIDAD, DESIGUALDAD E INSATISFACCIÓN?
Desigualdad y estabilidad socio política
El bienestar y la percepción de la desigualdad
103
105
109
CAPÍTULO 8. CRECIMIENTO Y MAYORES INGRESOS = MALESTAR
¿Por quién doblan las campanas?
Insatisfacción y alza de expectativas
La estela de la desigualdad
Realidad y sensación de bienestar
Las redes sociales: un megáfono moderno
117
119
125
128
130
136
CAPÍTULO 9. POLÍTICAS SOCIALES: EL PAPEL
DEL ESTADO FRENTE A LA DESIGUALDAD
Políticas públicas en favor de la equidad
Políticas sociales en favor del empleo
Políticas sociales en favor del adulto mayor
Programas públicos que perjudican disminuir la desigualdad
139
143
144
145
146
CAPÍTULO 10. IDEOLOGÍA Y CAMBIO DEL MODELO
149
CAPÍTULO 11. ¿QUÉ HACER CON LA DESIGUALDAD?
159
BIBLIOGRAFÍA167
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Universidad San Sebastián
Prólogo
Si Chile y su economía han progresado tanto, ¿por qué hay tantas chilenas y
chilenos descontentos? Esa ha sido la pregunta que ronda las élites del país desde
el inicio de las movilizaciones el año 2011.
Para responderla se han derramado ríos de tinta. Pero muchas de las respuestas
han sido tan superficiales, tan frívolas o tan ideologizadas, que esos ríos de tinta
amenazan con ahogarnos en vez de arrastrarnos hacia un futuro esplendor.
Este libro de Hugo Lavados y Francisco Aravena es distinto. Los autores inician
el análisis con algo que muchos comparten: La insatisfacción de los ciudadanos
tiene que ver con la persistente desigualdad de Chile. Pero no se detienen ahí.
Hurgan, investigan y documentan para darle contenido a esa tesis, para precisar sus
definiciones y alcances, y para extraer lecciones útiles y sensatas de política pública.
Ya en el primer capítulo Lavados y Aravena derriban mitos. Suele afirmarse que
en Chile “los ricos son cada día más ricos y los pobres cada día más pobres”. Eso
es patentemente falso, dicen los autores: “Excepto casos muy puntuales, todos los
hogares han aumentado sus ingresos; además, la distancia relativa entre grupos se
ha mantenido, e incluso ha disminuido...”.
Sostienen que Chile ha sido exitoso en la lucha contra la pobreza, y eso se refleja
en los ingresos de los más pobres. Pero la tajada del ingreso nacional que se llevan
esas familias pobres ha variado poco o nada. Lo que sí ha ocurrido —y este es un
punto importante y novedoso— es que, a pesar que los ingresos han subido, las
participaciones en el ingreso nacional se han mantenido estables, por lo que las
brechas absolutas entre los grupos han aumentado.
Si una familia rica gana 4 millones, y una pobre 200 mil pesos, la brecha entre
ambas es de 3 millones 800 mil pesos. Supongamos ahora que ambas duplican su
ingreso, con lo cual mantienen su tajada relativa del total. La distribución del ingreso,
como suele medírsele, no ha cambiado. Sin embargo, la familia rica ahora gana 7
millones 600 mil pesos más que la familia pobre. Esa brecha al alza se siente, y causa
indignación. Allí entonces una primera clave para desentrañar el malestar de Chile.
9
Progreso económico con insatisfacción social
Los autores, además, resaltan –este es un punto que yo también he intentado
subrayar en mi trabajo académico y político— que las diferencias de ingresos no sólo
se derivan de la brecha salarial, sino que también, y crucialmente, de las diferencias
en el acceso al trabajo estable.
No está de moda hablar de empleo, porque hoy las tasas nacionales de cesantía son
relativamente bajas. Pero Chile sigue teniendo un problema gigantesco de empleo,
que afecta más que nada a mujeres y jóvenes. Y esas personas, a su vez, integran
los hogares que se encuentran en la parte más baja de la distribución de ingresos,
explicando así otro componente clave –y persistente—de nuestra desigualdad.
Valga otro ejemplo para ilustrar el punto. En las comunas más ricas de Chile, el hogar
promedio tiene casi 2 empleos estables. En las comunas más pobres de Chile, por
contraste, el hogar promedio goza de apenas medio empleo, es decir, hay que juntar
dos familias para tener una fuente completa de ingresos. Visto de otro modo, los
ricos tienen cuatro veces más acceso al empleo que los pobres, y eso los pone en
una situación inmensamente ventajosa en la distribución de oportunidades.
Una familia que tiene dos o tres ingresos estables no será nunca pobre, por bajas
que puedan resultar las remuneraciones de cada uno. Por contraste, una familia
donde hay solamente medio ingreso requiere que ese sueldo sea alto para alimentar,
vestir, cobijar y educar a todos los integrantes del grupo familiar, y salir así de la
pobreza. Mientras no corrijamos el problema del dispar acceso al empleo –y así lo
entienden muy bien Lavados y Aravena— nuestros avances contra la desigualdad
seguirán siendo magros.
Los autores de este libro también subrayan, y con razón, que no solo importa el
ingreso de una familia. Importa tanto o más la incertidumbre que rodea a ese ingreso.
Lo que está peor distribuido en Chile, apuntan, es la seguridad. O, dicho de otro
modo, nuestro peor flagelo es la inseguridad y, de su mano, el temor. El temor a ser
asaltados, a perder el trabajo, a enfermarnos y no gozar del cuidado necesario, a
entrar a estudiar y no tener plata para completar la carrera, a llegar a viejos y que
la pensión no alcance para vivir con dignidad. José Joaquín Brunner enfatizaba este
punto hace ya 15 años, y sigue siendo tan clave hoy como entonces.
La implicancia para las políticas públicas de este punto es clave: Para los sectores
medios, esta inseguridad es tanto o más difícil y dolorosa que el nivel mismo de sus
ingresos. Por lo tanto, lo que esos sectores medios más necesitan no son subsidios
o bonos, sí políticas que les den seguridad. Por ejemplo, seguros para no perder la
casa o la carrera si el jefe de hogar pierde el trabajo, mejores seguros de salud sin
letra chica ni listas de espera, un seguro de desempleo más generoso.
10
Universidad San Sebastián
En general, el enfoque de este libro hacia las recetas de política anti-desigualdad
es encomiable. Los autores citan una frase certera de George Bernard Shaw: “Nada
destruye más el respeto por el gobierno y la ley de un país que la aprobación de
leyes que no pueden ponerse en ejecución”. En Chile, poco sacamos con enumerar
una larga lista de derechos sociales si no contamos con los recursos, las instituciones
y las capacidades para asegurar que esos derechos se cumplan.
Desarrollar esas instituciones y capacidades es un proceso gradual. Los cambios,
si queremos que duren, hay que construirlos sobre cimientos resistentes. Debemos
poner piedra sobre piedra, con paciencia y perseverancia, y sin escatimar ni esfuerzo
ni sudor de nuestras frentes. Sólo así podremos dejar atrás el malestar actual y
alcanzar una sociedad en que las personas vivan como quieren vivir, no como les
tocó vivir. A esa labor nada de fácil, pero bella y noble al mismo tiempo, nos invitan
Hugo Lavados y Francisco Aravena.
Andrés Velasco.
11
Progreso económico con insatisfacción social
12
Universidad San Sebastián
Presentación y agradecimientos
Este trabajo es un intento por explicar por qué un país que ha experimentado
durante 25 años un proceso sostenido de crecimiento económico, que corresponde a
lo que definimos como prosperidad económica, presenta un cuadro de insatisfacción
o descontento social bastante generalizado, el cual ha influido en los planteamientos
económicos de todos los sectores políticos, especialmente en los últimos tres años.
Sin embargo, es importante dejar en claro que no profundizamos el análisis en torno
a los elementos culturales de esa insatisfacción, ya que el propósito de este trabajo es
estudiar la relación entre el crecimiento económico y la desigualdad con la insatisfacción
social existente. Nuestra hipótesis es que la desigualdad es causa del descontento
y puede también producir inestabilidad económica y política. Por supuesto, queda
mucho por investigar en ese sentido, especialmente sobre la interrelación entre la
desigualdad con la inestabilidad.
Tenemos la convicción de que existe tal malestar en la sociedad chilena, sabiendo
que nunca encontraremos una satisfacción plena en sociedad alguna. Es obvio que
se puede cuestionar este enfoque, pero sostenemos que es válido partir de esa
premisa, aunque no sea más que por el simple hecho que todo el espectro político
la acepta y es una base fundamental de los programas de gobierno. Además, por
cierto, no es solo cuestión de la coyuntura política, ya que desarrollamos argumentos
que sustentan ese malestar.
A lo largo del libro planteamos las cifras y razones que nos permiten afirmar que
hemos tenido un importante progreso económico, que se ha ido construyendo en
los últimos 25 años, así como las evidencias que muestran la situación, muy mala
por cierto, de la distribución de los ingresos. Analizamos por qué esta deficiente
distribución de los ingresos está en la base del descontento social.
Por ser un problema de enorme complejidad (multifactorial y multidisciplinario),
decidimos que lo más pertinente es asumir que la mala distribución de los ingresos
está directamente correlacionada, con coeficientes muy significativos, con casi todas
las manifestaciones de la desigualdad, sin establecer relaciones duras de causalidad,
por la misma complejidad del tema. Esto debería ser tema de investigaciones mucho
más profundas. En el desarrollo del trabajo usamos el concepto “correlación” en su
sentido estadístico, e indicamos cuando hacemos una interpretación de causa-efecto.
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Progreso económico con insatisfacción social
Posiblemente, las causas de este descontento social se retroalimentan y generan una
espiral negativa, lo que hace aún más difícil actuar con propuestas de política pública
que dejen contentos a todos y que, además, sean factibles y eficaces. Observamos
que se requieren programas de corto plazo, como transferencias y flexibilizaciones
laborales, junto a otros que aseguren la sustentabilidad del impacto en el largo
plazo. Más que un asunto de buenas intenciones y ganas de resolver el problema, el
verdadero desafío es el de hacer coincidir necesidades (lograr una clara mejora en la
distribución del ingreso y en otras manifestaciones de la desigualdad), con recursos
(programas eficaces y fondos disponibles para llevar a cabo estos programas).
Frente a la amplitud del objeto de análisis, es necesario elegir algunos factores, que
se ha demostrado son importantes. Una primera cuestión que veremos, es aclarar o
demostrar la afirmación que en 25 años en Chile ha coexistido el crecimiento económico
con mayores ingresos para todas las familias, lo que llamamos progreso económico,
con una pésima distribución. Estas secciones del libro están ex profeso dirigidas a
quienes no son profesionales de la Economía, ya que para estos seguramente serán
antecedentes conocidos.
Es importante estudiar las interacciones entre el crecimiento, la desigualdad con la
estabilidad social y política, lo que hacemos mediante el análisis de investigaciones
que han marcado esta área, que está en la intersección de la psicología, sociología
y la economía.
En el resto del trabajo, se abordan los que consideramos los temas de mayor relevancia
económica, que interactúan en las distintas facetas de la desigualdad, desde una
perspectiva del ciclo de vida de las personas, junto con comentarios sobre las políticas
que han tenido mayor impacto. Analizamos diferentes aspectos de la falta de equidad
en los jóvenes, las mujeres y las personas de mayor edad, con un foco más intenso
puesto en las disparidades de ingreso, y su correlación con el empleo y la educación.
Tocamos indirectamente la desigualdad en los niños, que produce efectos enormes
en las capacidades para aprovechar las mejorías en las oportunidades; ellos son
actores y afectados principales del fenómeno de jefas de hogar, en especial si son
mujeres jóvenes con bajo nivel de ingresos.
Este trabajo repite un fenómeno ya muy conocido en investigaciones de esta naturaleza
en ciencias sociales; habla mucho más de la problemática que de la “solucionática”,
en el sentido que las propuestas de políticas son de tipo general, sin abordar todas
las dimensiones del problema. Lo que podemos señalar es que, reconociendo ese
hecho, ayudar a develar un tema tan importante para el futuro de nuestro país, es
parte de la solución.
14
Universidad San Sebastián
Pero así como hay elecciones inevitables, como las diversas restricciones que hicieron
que ciertos temas no alcanzaran a ser discutidos en este libro, también hay otras razones
por las que se escogió el tema, el enfoque y las evidencias que aquí se presentan.
La primera es que es un análisis hecho por economistas, por tanto abordamos los
temas desde esa perspectiva, incursionando también en temas de política, que son
indispensables para pasar de la investigación académica a la praxis.
La segunda razón, se relaciona con un fenómeno conocido en ciencias sociales, cual
es que la elección de un tema de investigación no está exenta de las preferencias de
quien investiga ese problema, así como tampoco lo está la selección de la evidencia
que se presenta ni las investigaciones anteriores que se citan como respaldo a su
hipótesis. Es un antiguo sesgo, muy estudiado en epistemología y psicología, la cual
ha descrito este fenómeno como el “sesgo de la confirmación”, del cual no estamos
exentos.
El estudio de la desigualdad tiene para nosotros dos vertientes: Una es la mirada
ética sobre un hecho que consideramos muy negativo en nuestra sociedad, la otra
es la curiosidad intelectual por adentrarse en conocer las posibles causas y efectos
de ese fenómeno. Esperamos lograr que los lectores compartan con nosotros esas
dos miradas.
Agradecemos la colaboración de Claudia Díaz, estudiante de magíster en Políticas
Públicas, en el desarrollo del trabajo estadístico inicial, así como la revisión y comentarios
hechos a un borrador preliminar por Evelyn Córdova, profesora de Ingeniería
Comercial de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad San Sebastián.
El periodista Patricio Ojeda revisó y corrigió los capítulos finales. Las docentes de
Ingeniería Comercial, Paola Padilla y María Paz Sato, colaboraron con paciencia en
la elaboración de tablas y gráficos. El profesor de esta misma Universidad, Ramón
Berríos, aportó valiosas observaciones.
Por supuesto, los errores y omisiones son de nuestra absoluta responsabilidad.
Los autores.
Santiago de Chile, noviembre de 2013.
15
Progreso económico con insatisfacción social
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Universidad San Sebastián
Introducción
La marcha de Ricarte Soto por los medicamentos
“Tengo 71 años. Soy un jubilado por invalidez y vivo con un escaso sueldo, dinero al
que le sumo la pensión que mi “viejita” de 74 años, como profesora básica jubilada.
No obstante, las enfermedades que ambos padecemos nos llevan cerca de 100 mil
pesos de nuestros ingresos. (...) Según dijo el propio señor Lavín, el 2025 van a haber
más adultos mayores que menores de 15 años, y si sigue así la cosa, nuestra calidad
de vida se va a ir a las pailas (disculpando la expresión). Dedicamos toda una vida a
trabajar y aportar a nuestro país con esfuerzo y pagando impuestos diariamente, por
lo tanto lo mínimo que merecemos es que se nos trate con dignidad. Los políticos
se llenan de promesas para las clases más vulnerables, pero olvidan que la ficha de
protección social es inaplicable para gente como nosotros de la clase media, que
pese a recibir un dinero “decente”, no incluye en su medición gastos propios que los
adultos mayores tenemos que incurrir, especialmente en medicamentos. Porque de
pasada, para nadie es un misterio que las farmacias tienen un verdadero monopolio
de los remedios en este país. Y si no fuera por los bioequivalentes (algo bueno,
entre tanta sinvergüenzura), sería más terrible la situación. Y no creo ser el único
que piensa así, si no, revise cuánta gente apoyó a Ricarte Soto con su marcha por
los medicamentos, fueron miles a lo largo del país. Molesta que las decisiones se
tomen en base a números. Yo no soy una estadística, soy una persona con derechos
y deberes, estos últimos los cumplo, pero ¿cumple el gobierno con mis derechos?1
La deuda de Jenny:
Jenny tenía un buen comportamiento de pago y canceló sus cuotas de crédito por
más de cuatro años, pero la situación cambió una vez que quedó cesante. Cuando
intentó hacer efectivo el seguro de cesantía que la misma empresa la obligó a
tomar para darle el crédito, los representantes de la firma incurrieron en una serie
de estrategias para no darle el pago, pidiéndole diversos documentos para dilatar la
cancelación del beneficio. Como no estaba recibiendo ingresos y se encontraba a la
espera del pago del seguro por parte de la misma compañía, dejó de cancelar sus
(1) Biobiochile.cl, jueves 4 de julio de 2013. Señor Piñera: ¿Qué pasaría si a usted, o al señor Lavín le recortáramos un 20% de su
sueldo? http://www.biobiochile.cl/2013/07/04/senor-pinera-que-pasaria-si-a-usted-o-al-senor-lavin-le-recortaramos-un-20-desu-sueldo.shtml
17
Progreso económico con insatisfacción social
cuotas. Allí repactaron la deuda: ‘Creció y creció no más. Nunca me preguntaron,
nunca pude hacer efectivo mi seguro de cesantía, me sentí estafada porque nunca
pude hacer válido’. Señala que la tienda actuó ‘desde mi ignorancia, porque yo no
sabía que la deuda seguía creciendo’”2.
Cada vez es más frecuente encontrar en los medios de comunicación este tipo
de denuncias ciudadanas. El hilo conductor suele ser similar: Notas en televisión,
radio o artículos de prensa cuyo argumento se acompaña de adjetivos como
desigualdad, descontento, abuso, estafa o reclamo. Normalmente, quienes son
sindicados como responsables de estos hechos se percibe que pasan a llevar
derechos fundamentales, como acceso a la salud o a la educación. Se acusa que
las autoridades no cumplen, los políticos son calificados de ineptos o corruptos,
mientras se dice que jueces y policías amparan a los delincuentes; también las
empresas son acusadas de realizar cobros abusivos, de modificar contratos manera
unilateralmente o de no brindar las prestaciones a las que se habían comprometido.
Pero, últimamente también se han hecho escuchar quienes en la calle pregonan
conceptos en pos de la obligatoriedad de derechos sociales, gratuidad y calidad
en educación, cambios al modelo económico y en instituciones, apoyo a la clase
media, la necesidad de mayores facilidades para la movilidad social, acceso a la
salud y jubilaciones dignas, entre otras muchas demandas. Transformaciones,
derechos, demandas de los movimientos sociales, denuncias, son palabras repetidas
hasta la saciedad. ¿Por qué se construyó este panorama de insatisfacción social,
de descontento generalizado?
Reiteramos que uno de los fenómenos más evidentes en Chile, desde hace por
los menos 25 años, es la coexistencia de una creciente prosperidad económica,
que ha creado mayor bienestar material prácticamente para todos sus habitantes,
acompañada por claras manifestaciones de insatisfacción, en parte importante
de la población.
Pese a ello, la afirmación, tantas veces reiterada, que “los ricos son cada vez más
ricos y los pobres cada vez más pobres” es absolutamente incorrecta. Los datos
y estudios disponibles muestran que, excepto casos muy puntuales, todos los
hogares3 han aumentado sus ingresos; además, la distancia relativa entre grupos
se ha mantenido, e incluso ha disminuido, si tomamos el Ingreso Monetario4. de
los hogares.
(2) Radio Cooperativa, sábado 11 de julio de 2011. Víctima de
repactaciones unilaterales de La Polar: Me siento estafada. http://
www.cooperativa.cl/victima-de-repactaciones-unilaterales-dela-polar-me-siento-estafada/prontus_nots/2011-06-11/134635.
html
18
(3) Definición de Hogar según la encuesta de Caracterización
Socio Económica de Hogares, CASEN.
(4) Ingreso Monetario: Ingreso
transferencias. Ver CASEN.
autónomo
más
Universidad San Sebastián
Con tasas de inflación y desempleo de un dígito y cada vez más estables, más
un Producto Interno Bruto (PIB) con crecimiento sostenido y niveles de ingreso
que han aumentado para todos los segmentos socioeconómicos, se debería haber
producido una mejora en el nivel de vida y la satisfacción ciudadana; sobre todo
si se supone que un aumento en la riqueza material de los chilenos (medida por
el PIB per cápita), genera mayor bienestar.
A ello se suma un discurso político que en los últimos años ha puesto de relieve
el alto estatus en que se sitúa el país, con mensajes sobre lo cerca que estaría la
meta del desarrollo, el respeto que se tiene por Chile a nivel internacional y los
múltiples acuerdos comerciales que respaldan ese proceso. Se observan alabanzas
que provienen de otros países, donde notables hombres y mujeres de la academia,
de los negocios y de la política destacan y aplauden el progreso económico y la
estabilidad del país, resaltando la gran plataforma en que se habría convertido.
La educación escolar es prácticamente universal, con un 85% que termina
Educación Media, junto a una cobertura que ha llegado a ser muy alta - 45%- en
la educación superior. La evidencia apunta hacia una calidad todavía deficiente
pero con dirección hacia mejorar, aunque con mucha lentitud. Se observa que
los indicadores sanitarios y vitales alcanzan valores vigentes solo en países
desarrollados. Aspectos como la mortalidad infantil, la esperanza de vida, la
cobertura de servicios de agua potable y alcantarillado, la universalización de la
educación media y el fuerte crecimiento en la educación superior, entonces, han
sido parte integral del proceso de creciente prosperidad económica.
A pesar que, además de lo señalado, los indicadores macroeconómicos (tanto
de producción como de ingreso promedio) hablan de Chile como un país en
constante avance, se ha generado una grande y creciente brecha absoluta5 de
los ingresos entre grupos de hogares. Las proporciones del ingreso total que n los
diferentes segmentos de la población se han mantenido bastante estables; si ese
ingreso crece significativamente, medida en valor monetario, la distancia aumenta.
Una hipótesis central en esta investigación es que las personas viven, simultáneamente,
en un mundo de comparaciones relativas y también de comparaciones absolutas.
Los economistas tenemos un fuerte sesgo a la visión que lo relativo importa
más, especialmente al analizar la asignación de recursos. La percepción sobre la
posición comparativa con el grupo de referencia se hace en cuanto a la relación
(estamos o no al mismo nivel), como sobre el monto de las diferencias. Como
(5) Usamos “absoluto” en el sentido de un monto, de un valor, como diferente a lo “relativo”, que es una proporción entre
dos valores, como un porcentaje.
19
Progreso económico con insatisfacción social
veremos, la visión sobre lo que es “justo” y “equitativo” condiciona el juicio sobre
una situación. La sensación predominante es que tenemos una sociedad y una
economía con una desigualdad creciente, en montos comparativos de ingresos
que son “injustos” e “inequitativos”.
En ese contexto, se constata en la ciudadanía ese fuerte descontento del que ya
se ha hablado. ¿Por qué? Una explicación es que se percibe que los beneficios del
alumno aventajado en el camino al desarrollo llegan, en mayor medida, solo a un
grupo pequeño de personas, que componen el grupo de más altos ingresos en
el país; mientras una gran cantidad de habitantes, que se identifica con la clase
media o directamente con los estratos más bajos, no se siente identificado por este
momento “excepcional” que se estaría viviendo.
Es así como para muchos chilenos, que los economistas sostengan que estamos
a las puertas del desarrollo, o que el Banco Mundial diga que el país tiene un PIB
per cápita que nos hace estar entre los más ricos del mundo, no tiene importancia
alguna. No sienten los efectos, ni en su vida ni en su entorno, de lo que debiera
significar ser parte de un país de rentas altas. Por el contrario, ven en muchos casos
una bajísima probabilidad de entregar educación de calidad a sus hijos; conviven
con extenuantes jornadas de trabajo, en las que, además de las horas que le dedican
a su actividad, deben lidiar con extensos recorridos en un transporte público que
carece de calidad.
En muchas ocasiones deben dejar a sus hijos solos en sus casas o al cuidado de
algún familiar o vecino, con temor a un entorno que es percibido como uno marcado
por la droga o la delincuencia, lo que es reforzado por los medios de comunicación.
Pese a que la evidencia disponible muestra que esos problemas existen, pero que
son sustancialmente diferentes a los de hace dos o tres décadas, el malestar es
mayor, al ir aumentando la brecha entre la situación actual y las expectativas. Es lo
que denominamos la importancia de la desigualdad absoluta, en valor monetario.
A ese entorno debemos agregar el panorama en materia de empleo y remuneraciones,
que es mixto. Un alto número de trabajadores el salario mínimo; si este es el
único ingreso de una familia, ella queda bajo la línea de pobreza. Por otra parte,
los indicadores de desocupación pueden tener al país al borde del pleno empleo,
especialmente hombres con educación media completa, con más de 25 años;
pero al profundizar en esos números se ve que hay mucho por hacer en materia
de generar mejores condiciones y mayores oportunidades para el empleo juvenil y
para el acceso de las mujeres al mercado laboral.
20
Universidad San Sebastián
Otro gran tema aparece si observamos las importantes modificaciones en la estructura
demográfica del país. Tenemos una población que ha ido envejeciendo y requiere
de soluciones en cuanto a sus jubilaciones y la forma en la que pueden encarar
la última etapa de sus vidas. Entre otras cosas, deberían darse oportunidades de
empleo para adultos mayores, dado el cambio demográfico con mayor expectativa
de vida, acompañado de mejor atención sanitaria.
Existe una razón profunda para que la insatisfacción persista e incluso se agudice. En
nuestro país mantenemos una enorme desigualdad, que se manifiesta en múltiples
dimensiones de la vida de las personas. Además, las expectativas de acceso a bienes
y servicios han crecido, producto de diferentes factores culturales, económicos,
sociales y políticos que se han dado entre nosotros. Para los grupos de mayores
ingresos y de mejor posición social, la movilidad social descendente es baja, y las
barreras para ascender a ese grupo son altas.
Un tema central sobre la desigualdad es que la distribución y la composición del
ingreso en el país muestran grandes inequidades. Hay diferencias enormes entre
los ingresos familiares que recibe el 10% de menores recursos, que es el decil I6,
respecto al decil X, con la mayor concentración en la parte alta del grupo con
ingresos más altos.
A ello hay que sumar el escaso foco de las políticas públicas para favorecer una
mejor distribución del ingreso, pese a que la equidad ha sido bandera de lucha de la
mayoría de los candidatos presidenciales de las últimas dos décadas. Las políticas
se han concentrado, con mucho éxito, en disminuir la pobreza; ahora el reclamo es
por disminuir la desigualdad.
A veces se considera que este tipo de problemas no son centrales a la Economía,
como disciplina. El texto de Economía más usado en el mundo argumenta en dirección
contraria7: “Cabría muy bien preguntarse, ¿cuál es el objetivo de este ejército de
economistas que miden, analizan y hacen cálculos? El objetivo final de la ciencia
económica es mejorar las condiciones de vida de las personas en su cotidianidad.
Aumentar el producto interno bruto no consiste solamente en jugar con las cifras.
Mayores ingresos significan buena comida, hogares cálidos y agua caliente. Implican
(6) En líneas generales, un decil es la décima parte del total,
resultante de dividir en 10 partes iguales una distribución o
conjunto de datos. En este caso en particular, un decil según
ingresos se obtiene dividiendo el total de hogares en 10 grupos
de igual tamaño, cubriendo cada uno un 10% del total, de
modo que el primer grupo (primer decil) comprende a los
hogares de menores ingresos y el último grupo (décimo decil)
representa a los hogares con mayor ingreso per cápita. De la
misma forma, los quintiles son participaciones de 20% de un
total; la población que se encuentra en el primer quintil de
ingreso es la de menores ingresos, o más pobre, mientras que
la que está en quinto quintil es el 20% de ingresos más altos.
(7) Samuelson y Nordhaus. Economía. 19° Edición. McGrawHill, 2010.
21
Progreso económico con insatisfacción social
contar con agua potable y con vacunas contra las perennes plagas de la humanidad.
¿Para quiénes se producen los bienes? ¿Quién los frutos de la actividad económica?
¿La distribución del ingreso y de la riqueza es justa y equitativa? ¿Cómo se divide el
producto nacional entre los distintos hogares? ¿Existen muchas personas pobres y
unas pocas ricas? ¿Los ingresos elevados se destinan a los profesores o a los atletas
o a los trabajadores den las fábricas de automóviles o a los capitalistas de riesgo?
¿La sociedad proporcionará el consumo mínimo a los pobres o éstos deben trabajar
si han de alimentarse?”.
Es conveniente hacer notar que las legítimas manifestaciones de distintos grupos
sociales, que expresan sus intereses y descontentos, se pueden tornar riesgosas
para el proceso de progreso económico de Chile y podrían dificultar el camino hacia
un mayor bienestar social. Eso ocurre si no existe voluntad de diálogo por parte de
quienes ejercen el poder o de los dirigentes sociales, como cuando se afirma que la
única respuesta política válida es una de aceptación total de “nuestras demandas”,
que es el caso de los estudiantes, o de las “demandas sociales”, que es lo que ha
ocurrido con muchos en el mundo político. También, cuando se aceptan métodos
ilegítimos y no se rechaza con claridad, sin doble discurso, la violencia. O si la política
se transforma en un club cerrado, con un gran hándicap para los nuevos candidatos;
o cuando se percibe que el principal objetivo político es el cambio cosmético sin
modificaciones reales.
Desafortunadamente, no existe una vía expresa hacia la mayor equidad, aunque sí es
posible acercarse a la meta a una mayor velocidad. Sin crecimiento económico no
tendremos cómo mejorar las remuneraciones; y tampoco que los mínimos aceptables
en salud, vivienda, cultura y, especialmente, educación, estén al alcance de todos. Eso
es parte esencial de la “justicia social”, y se consigue con responsabilidad y políticas
macroeconómicas claras. En nuestra actual situación, con el nivel de ingresos que
tenemos y la gran desigualdad existente, plantear a corto plazo una sociedad de
derechos, sin límites claros ni un correlato de responsabilidades, es casi una utopía.
A menos que para alcanzar un grado mayor de igualdad se piense en el modelo de
Cuba o el de los países de la URSS antes de su derrumbe. Sin embargo, y como
ya bien lo dijo Jorge Ahumada en La Crisis Integral de Chile (1966): “No se trata
de postular una distribución igualitaria. La igualdad es imposible, incluso en una
sociedad socialista.” (p. 17).
En este estudio demostramos que un crecimiento sostenido del PIB ha significado
mejores tasas de empleo, mayor inversión que eleva la productividad de los factores
de producción, la posibilidad de establecer políticas más efectivas que ayuden a
mantener a la inflación en niveles sanos para la economía; y, sobre todo, un mayor
ingreso real para la población, usando como proxy el PIB per cápita. También,
22
Universidad San Sebastián
como es esperable, han crecido el ingreso disponible y el consumo, que permiten
sostener lo anterior.
Resulta clara, entonces, la importancia para los chilenos de tener un aparato
económico que sea capaz de mantener estas tasas de crecimiento del PIB; el cual
se sabe que fluctuará, por efectos del ciclo económico, pero cuya variación puede
ser atenuada, hasta cierto punto, de mantenerse políticas económicas consistentes.
Por cierto, el desafío es sostener una actividad económica con dinamismo, con
una importante mejoría en la distribución del ingreso, mayores oportunidades y
movilidad social, elementos claves para ir disminuyendo la desigualdad, que es el
gran problema de nuestro futuro.
Como podemos ver, el presente está cargado de desafíos en materia de políticas
públicas, al tiempo que son muchas las voces de sectores que se sienten desprotegidos
y que están expresando su descontento cada vez con mayor fuerza. La insatisfacción
siempre va a existir, lo importante es la significación que adquiere para las políticas
y estabilidad del país.
23
Progreso económico con insatisfacción social
24
Universidad San Sebastián
Capítulo
1
Contexto socioeconómico:
Una primera mirada
al progreso económico.
25
Progreso económico con insatisfacción social
26
Universidad San Sebastián
C
omo hemos repetido, durante los últimos 25 años Chile se ha mostrado como
un país próspero, consolidado en términos políticos, y con una promisoria
situación económica, caracterizada básicamente por su estabilidad con crecimiento.
Este último aspecto se valida esencialmente por los altos índices de crecimiento
obtenidos entre 1990-2012, lo cual permitió que adquiriera el estatus de miembro
pleno de la OECD (Organization for Economic Co-operation and Development) y
a partir del 1 de julio de 2013 ingresara al grupo de países de ingresos altos, según
el Banco Mundial.
Ahora bien, estos cambios en la situación financiera del país no sólo impactan en
términos agregados a la economía, pues las personas también se ven favorecidas
por el nuevo escenario imperante; lo cual puede verse a continuación, donde se
muestra cómo ha evolucionado la tasa de crecimiento del ingreso monetario real,
por decil de ingreso del hogar.
Es conveniente en este momento definir algunos términos, que se usan en todos
los capítulos de este libro.
El ingreso autónomo está conformado por los sueldos y salarios, ganancias
provenientes del trabajo independiente, auto-provisión de bienes producidos por
el hogar, bonificaciones, gratificaciones, rentas, intereses, así como jubilaciones,
pensiones, montepíos y transferencias entre privados.
Su ordenamiento de menor a mayor permite formar grupos de igual tamaño; si
son 10 grupos se habla de deciles de ingreso autónomo. A los hogares de esos
grupos se les analiza sobre ingresos monetarios, empleo y educación, entre otras
informaciones que contiene la base de datos de la encuesta sobre la que trabajamos.
El ingreso monetario es la suma del ingreso autónomo y los subsidios monetarios
(aportes en efectivo que distribuye el Estado a las personas y los hogares a través
de sus programas sociales).
27
Progreso económico con insatisfacción social
Tabla 1-1: Tasa de crecimiento del ingreso monetario real por decil de ingreso
autónomo del hogar, 1990 – 2011.
DECILES
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X
58%
68%
67%
57%
62%
47%
60%
56%
48%
33%
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta CASEN.
Como puede observarse en la Tabla 1-1, desde 1990 y hasta 2011 los distintos grupos,
ordenados por ingreso monetario, registran un incremento bastante evidente, hasta
el punto que todas las personas del país tienen cerca de un 50% de mayores ingresos
que hace 20 años, excepto el 10% más alto. Esto quiere decir que prácticamente
todas las familias de Chile ampliaron su poder adquisitivo, situación que se tradujo
en un mayor acceso a bienes y servicios, tal como se observa en el crecimiento del
consumo privado y, por tanto, han ido obteniendo una mejor calidad material de vida.
Ahora bien, quienes más han crecido, en términos de ingreso real promedio, son las
familias pertenecientes a los deciles II y III, cuya alza asciende al 68% y 67%; esto
implica entonces que uno de los segmentos más desprotegidos y vulnerables de
la población pudo aumentar su capacidad de consumo de bienes y servicios de
manera notable, lo que se traduciría no sólo en una mejora en cuanto a la condición
de vida sino también en seguridad e integración social8.
Crecimiento económico
Ha sido muy estudiado que el crecimiento en Chile se aceleró desde fines de los
80, por un conjunto de elementos que modificaron la trayectoria económica del país9.
Tenemos una mayor eficiencia en la asignación de recursos, como sucede al eliminarse
la represión financiera10 ; por un mejor uso de los recursos (a causa de inversiones que
incorporan innovaciones tecnológicas, por ejemplo); la creación de nuevas instituciones
y el funcionamiento más adecuado de las ya existentes; y la apertura al comercio
internacional. Se puede decir que hemos construido un país estable y próspero en
términos económicos, lo que se traduce en el crecimiento económico medido en términos
(8) Estos grupos se caracterizan por el alto valor que otorgan al
consumo de bienes y servicios, puesto que, para quienes tienen
menores ingresos, el acceso a bienes y servicios adicionales tiene
mayor impacto en su calidad material de vida.
(9) A este respecto se recomienda revisar el trabajo de Lanzarotti,
Mario (2003), “¿Chile: del Crecimiento Tranquilo a la Tranquilidad
sin Crecimiento?”, Textes de Recherche de l’IEDES, Nº 48; y el
de Schmidt-Hebbel, Klaus (2006), “Chile’s Economic Growth”,
28
Cuadernos de Economía, mayo. También se considera relevante
una breve pero muy completa revisión que hace Carlos Massad
de estudios sobre el crecimiento económico chileno, publicada en
2002 en la revista Economía Chilena, Volumen 5, Nº 1.
(10) Ver el estudio de Hernández, Leonardo y Parro,
Fernando (2004), “Sistema Financiero y Crecimiento
Económico en Chile”, Documento de trabajo Nº 291,
Banco Central de Chile.
Universidad San Sebastián
de la variación real del PIB.
De esta forma, es posible observar que durante estos últimos 25 años el efecto de una
serie de políticas estructurales orientadas al mercado, con un importante rol del estado
como regulador y generador de políticas de protección social, produjo en Chile altos
índices de crecimiento, que se vio afectado básicamente por eventos internacionales
negativos, que alteraron el financiamiento y la producción. La evolución de un índice
de crecimiento, con base 100 en 1988, puede apreciarse en el gráfico 1.1. Se presenta la
evolución del Producto Interno Bruto -PIB- en todo el período, construyendo un índice
con base 100 el 2008, al que se le aplica cada año la tasa de crecimiento económico
real, obtenida del Banco Central de Chile, en la base de datos del Banco Mundial.
Al ver el gráfico, se observan solo dos disminuciones, la primera está dada por la situación
entre los años 1997 y 1999, época en la que el país sufrió los efectos de la denominada
Crisis Asiática. En aquella ocasión, el desplome que se observó fue imprevisto, por lo que
el impacto de la recesión fue de alta percepción ciudadana. La fase contractiva del ciclo
económico fue superada lentamente, alcanzando en 2003 un cierto nivel de estabilidad.
En los años 2008-2009 una nueva crisis internacional afecta a la economía nacional.
340 380
Base Año 1987=100 y datos del PIB per cápita a PPP
US$ 18.500 (2012)
260 300
PIB p/c PPP
US$9.036 (1998)
US$4.025 (1988)
PIB p/c PPP
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
100 140
180 220
PIB p/c PPP
Año
29
Progreso económico con insatisfacción social
Su impacto en términos de crecimiento fue mayor que en la crisis previa, pero
la percepción de las personas al respecto no fue la misma. Esta vez la caida fue
enfrentada rápidamente con políticas contracíclicas, lo que permitió a las autoridades
ejercer un mejor control sobre la contingencia. Desde mediados del 2008 al tercer
trimestre del 2009 se produce un período de disminución de la actividad económica,
cuyos efectos fueron atenuados por el correcto uso de las políticas contracíclicas,
lo que permitió que la producción no cayera en grandes magnitudes (como ocurrió
en otros países) y, por ende, que los indicadores macroeconómicos comenzaran
a recuperarse el cuarto trimestre del 200911.
En todo el período que analizamos, desde 1998 adelante, podemos observar que
la evolución del producto llega a más que triplicar el nivel del PIB inicial. En el año
2013, el PIB superará los USD $250.000 millones; con un panorama de tasas de
inflación reducidas y estables (el promedio de los últimos nueve años ha sido un
3,16%), y hace que los efectos del crecimiento económico sean aún más beneficiosos
para todos los actores que intervienen en la economía.
Empleo
Hemos insistido en la creciente prosperidad económica durante los últimos
20 años. Junto a ese incremento se ha producido una clara mejora en materia
de empleo. Básicamente, el crecimiento económico sostenido y la aplicación de
algunas políticas en esta área, han permitido que en Chile el desempleo disminuya
progresivamente, hasta alcanzarse, en la fase más alta del ciclo económico, tasas
de empleo cercanas al llamado pleno empleo12.
Las situaciones más críticas en cuanto a desempleo, observadas durante los últimos
20 años, están determinadas, en gran medida, por fenómenos internacionales.
Entre 1998 y el año 2000, la denominada crisis asiática impactó súbitamente en la
economía nacional; lo que se tradujo en elevadas tasas de desempleo para todo
el período, como por ejemplo en el año 2000, donde los índices de desocupación
alcanzaron el máximo observado –para el rango de tiempo definido- al llegar a un
10,4%. Lentamente la economía nacional se comenzó a reponer del impacto, para
luego enfrentarse en el 2009 a una nueva crisis internacional (la crisis sub prime),
(11) Ver el “Estudio Económico de Chile, 2010”, realizado por
la OECD.
(12) En el año 2006, Jorge Restrepo publicó un documento
de trabajo del Banco Central de Chile (“Estimaciones
de NAIRU para Chile”, Documento de trabajo Nº 361),
donde expone cómo calculó la NAIRU para Chile; que se
ubicó en un intervalo de confianza entre 6,4% y 9,3%,
con estimaciones puntuales entre 7,6% y 8,1%. De ahí
que muchos economistas y otros estudios realizados
posteriormente al de Restrepo (p. ej., ver el reporte
30
publicado por el Banco Santander en junio de 2013,
“Mercado laboral en Chile: más allá del pleno empleo”),
afirmen que durante los últimos tres años Chile ha
estado cerca del pleno empleo, aunque debe advertirse
que esta afirmación no ha tenido pocos detractores,
sobre todo por las tasas de desocupación más altas en
mujeres, jóvenes y personas con menor calificación. En
hombres sobre 25 años, con educación media completa
o más, ha existido en esencia solo desempleo friccional.
Universidad San Sebastián
lo que alteró el panorama, incrementando nuevamente el nivel de desempleo.
La crisis de 1999 hizo crecer la desocupación del 6% al 13% en 2 años, y se demoró
varios años en bajar significativamente. La crisis del 2009 llevó a que en 12 meses la
desocupación subiera del 8% al 11%, disminuyendo al año siguiente al nivel anterior,
pese a que la crisis externa fue más violenta y todavía se manifiesta en los países
desarrollados. La desocupación ha continuado cayendo13, con incremento en las
remuneraciones reales. Para apreciar mejor la evolución del desempleo durante los
últimos 20 años, se presenta el gráfico 1.2.
5.5
6
6.5
tasa de desempleo (%)
7 7.5 8 8.5 9 9.5 10 10.5
Gráfico 1.2: Evolución tasa de desempleo, 1990-2013.
1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012 2014
Año
Fuente: Elaboración propia en base a datos del INE para el trimestre Marzo-abril-mayo de cada año.
Es así como puede verse que en Chile se ha estructurado una economía cuyo nivel
de empleo refleja capacidad de absorción del incremento en la fuerza de trabajo,
sobre todo de la participación femenina, aunque ese incremento no ha sido muy
alto, pero que evidencia una notable variabilidad, especialmente por su sensibilidad
a fenómenos foráneos. Considerando este antecedente, se ha intentado suavizar el
(13) Las cifras hasta el 2009 no son completamente comparables con las posteriores, por cambios metodológicos en
la Encuesta Nacional de Empleo del INE. Aquí se usan para indicar tendencias.
31
Progreso económico con insatisfacción social
impacto que las crisis de otros países nos generan, mediante la aplicación de una
serie de políticas contracíclicas, que apuntan directamente a la protección del nivel
de empleo e ingresos en los sectores más vulnerables.
Ahora bien, los programas de empleo directo poseen un gran problema de diseño,
y es la falta de exigencias de contraprestaciones efectivas de servicio laboral, por lo
que acceden a ellos muchas personas que estaban fuera de la fuerza de trabajo, y
se transforman en programas difíciles de desarmar una vez transcurridas las crisis.
Por otra parte, también es importante considerar lo que se refiere a la volatilidad
del desempleo, la productividad por trabajador, y cómo se distribuye el empleo por
género y por grupo etario. Según un reporte14 sobre el mercado laboral chileno, es
importante mirar más profundamente al fenómeno expansivo que ha registrado el
empleo en Chile en los últimos cuatro años, desde fines del 2009, ya que el tener
un ciclo de “súper-empleo” que se ha generado muy rápido, hace que tal vez pueda
terminar con la misma facilidad.
Esto revelaría un mercado laboral frágil, esta vez no por factores exógenos, sino
por asimetrías y fallas internas que tienen que ver con la productividad y la tasa
de participación en el empleo. La productividad promedio del trabajador chileno15
es de 20,95%, menos de la mitad del promedio de la OCDE (44,1%); y los niveles
de participación siguen siendo muy bajos, en especial para jóvenes (20-24 años) y
mujeres (55,5% y 47,6%, respectivamente), a pesar de haber aumentado en el caso
de las mujeres (desde 44.3% en marzo 2010)16
Además de todo esto, también podemos ver que una característica del desempleo
es que en los últimos 15 años ha variado con frecuencia, teniendo una alta volatilidad
respecto a los 10 años anteriores, lo cual reforzaría la idea de un mercado laboral
frágil. Esto introduce incertidumbre y sensación de mayor precariedad en el trabajo,
afectando especialmente a los grupos bajos y medios que han incrementado sus
ingresos, por la percepción de vulnerabilidad que tiene ese mayor poder adquisitivo,
unido al fuerte aumento de sus expectativas, o “derechos”.
Es así como puede verse que los desafíos en cuanto a políticas públicas estarían
encaminados hacia el aumento en la productividad laboral y la tasa de participación;
así como proteger, de cierta manera, al mercado laboral chileno de los choques
externos que pudiesen generarse.
(14) Banco Santander, Mercado laboral en Chile: más allá del
pleno empleo, Santiago 2013.
(15) Medido como producto por hora trabajada, en dólares
32
corrientes. Esta medida corresponde a la calculada por la OECD
para el año 2011.
(16) Banco Santander. Op. Cit.
Universidad San Sebastián
Un análisis más detallado sobre la participación femenina en la tasa de empleo, al
igual que la de los jóvenes, se hará más adelante. Por ahora es de interés seguir
presentando otros aspectos relacionados con el crecimiento económico y los
cambios en la pobreza y en indicadores sociales muy importantes, que reafirman
el progreso registrado en Chile durante las dos últimas décadas.
Evolución de la pobreza
La pobreza ha sido planteada como el principal problema a solucionar durante
los últimos años. Para ello se han tomado una serie de medidas bastante exitosas,
entre las que destaca la implementación de políticas gubernamentales, junto a
programas públicos encargados de la erradicación de dicha condición, lo que ha
complementado el dinamismo económico que el país ha tenido por más de dos
décadas. Se ha demostrado que el crecimiento y la creación de empleos para los
sectores más desposeídos, son factor clave en la superación de la pobreza.
Acorde a los últimos datos aportados por la encuesta CASEN, la pobreza ha pasado
de 39% en 1990 a 14% en el 2011, cifras que acreditan una innegable disminución.
Junto a la reducción de la pobreza, disminuyó con mayor fuerza la pobreza extrema,
pasando de 13% a 3% entre 1990 y 2011, respectivamente.
30
25
25.6
20
23.83
15
20.07
17.46
10
16.05
14.64
13.99
5
13.01
9.03
7.57
5.75
5.62
5.58
4.67
10.5
11.39
3.21
3.74
0
Porcentaje sobre la población
35
40
1990 - 2011.
11.66
2.79
1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012
Año
Pobres no indigentes
Indigente
33
Progreso económico con insatisfacción social
El contexto que ha vivido el país durante los últimos 25 años ha permitido, entonces,
mejorar los indicadores de pobreza. Sin embargo, a pesar de lo favorable que resulta
este panorama, es necesario tener en cuenta que aún existen en el país muchas familias,
cerca del 40% del total, cuyos ingresos no superan los $450.000, lo que son señales
claras de vulnerabilidad, por la probabilidad que tienen aquellas personas con ingresos
por debajo de esa cifra de caer o retornar a una situación de pobreza. Debe recordarse
que la línea de pobreza para un hogar de cuatro personas se estableció en alrededor
de $300.000 al mes.
Chile es reconocido como un país que cuenta con las capacidades necesarias para superar
esta situación y que, a su vez, tiene los recursos necesarios para transitar por la senda
de la disminución constante de la pobreza, con crecimiento económico. El progreso
de la sociedad para mejorar la calidad de vida de los sectores de ingresos más bajos,
requiere otorgar mejores oportunidades de acceso a educación de calidad e implementar
políticas y programas que contribuyan a la superación de la vulnerabilidad asociada a
la pobreza y mejoren la capacidad de generar ingresos autónomos.
Acceso a agua potable y alcantarillado
30
25
25.6
20
23.83
15
20.07
17.46
10
16.05
14.64
13.99
5
13.01
9.03
7.57
5.75
5.62
5.58
4.67
10.5
11.39
3.21
3.74
0
Porcentaje sobre la población
35
40
El acceso a sistemas de alcantarillado y agua potable se ha establecido como un
aspecto clave en materias de calidad de vida, pues permite a los sujetos mejorar su
11.66
2.79
1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012
Año
Pobres no indigentes
34
Indigente
Universidad San Sebastián
situación sanitaria y, a su vez, incrementar los estándares de vida asociados a los
problemas que genera su carencia. Está demostrado que, gracias al progreso de este
tipo de indicadores, se reduce la posibilidad de desarrollar enfermedades que puedan
afectar a la población. Al evitar aquella situación, las personas viven mejor y pueden
desempeñarse con menos dificultades en sus funciones productivas y, por tanto, subir
sus ingresos al contribuir al dinamismo económico.
Desde la década de los ‘90, la cobertura de estos servicios se ha ampliado
considerablemente, alcanzando al 2011 un 92,85% de cobertura en lo que respecta
al agua potable, y un 84,3% a redes de alcantarillado.
Las condiciones sanitarias que hoy existen, sitúan al país dentro de estándares
propios de países con mayores índices de desarrollo, lo que es una manifestación
de progreso y avance en la sociedad.
Esperanza de vida
La esperanza de vida en Chile ha evolucionado de una manera muy notoria, con un aumento
constante. Al 2010 la esperanza de vida llegó a los 79 años, cifra que está sobre el promedio
de 74 años de los países latinoamericanos, y por encima del promedio mundial, de 69 años.
Esta situación se debe esencialmente a las políticas de salud pública implementadas desde
hace décadas, junto al claro mejoramiento de las condiciones sanitarias (como se pudo ver
en el apartado anterior) y al incremento de los niveles de ingresos y educación.
35
Progreso económico con insatisfacción social
En cuanto a la tasa de mortalidad infantil, que indica en un año determinado el
número de niños menores de un año de edad fallecidos, por 1.000 nacidos vivos,
Chile ostenta uno de los niveles más bajos semejante a Argentina y Uruguay. En
nuestro país, la cifra es menor a 8, mientras Latinoamérica y el Caribe más que
duplica la cifra nacional, con 22 muertes por cada 1000 nacidos vivos. Este indicador
también es positivo al realizar la comparación con los países más desarrollados, ya
que en ellos la tasa es cercana a 6 por cada 1.000 nacidos.
Gráfico 1.6: Evolución tasa de mortalidad infantil: Chile, Latinoamérica y El Caribe,
países miembros de la OECD, 1980-2010.
Fuente: Elaboración propia en base a datos del Banco Mundial.
Las causas de este progreso son básicamente las mismas que en el aumento de la
esperanza de vida, es decir, políticas públicas de salud, mejoras sanitarias, mayor
cobertura en educación y aumentos en el nivel de ingreso. Es claro que Chile es un
país estable y avanzado en materias de indicadores sociales, y este hecho grafica
que la población accede a mejores condiciones de vida que en el pasado.
36
Universidad San Sebastián
Capítulo
2
Distribución y diferencias
del ingreso.
37
Progreso económico con insatisfacción social
38
Universidad San Sebastián
L
a distribución del ingreso en Chile se ha constituido una temática clave en las
discusiones sociales, políticas y económicas, especialmente desde el momento
en el que el país comenzó a crecer aceleradamente, pues junto a los altos niveles de
crecimiento comenzaron a ser evidentes situaciones de concentración de ingreso
y riqueza y, por ende, de desigualdad económica.
Durante los últimos 25 años, Chile ha registrado un significativo crecimiento
económico, lo que ha permitido alcanzar buenos estándares en diversos indicadores
de desarrollo. Incluso, en parte como resultado de esto, se ha convertido en el
primer país de América del Sur en formar parte de la Organization for Economic
Co-operation and Development (OECD) que agrupa a los países desarrollados, más
otras naciones, como Israel, México y Turquía.
A pesar del buen desempeño, existe una evidente condición de desigualdad en el
nivel de ingresos que, a lo largo de este período, parece no ceder. Esta situación
posee tal impacto que su disminución ha pasado a ser uno de los principales objetivos
de la sociedad chilena, pues la inequidad se produce por y profundiza una serie de
problemáticas sociales, entre ellas, la escasez de oportunidades, discriminación en
el acceso a puestos de estudio y trabajo, exclusión social, entre otras. Existe una
brecha muy grande entre quienes están en las posiciones más altas con respecto
a aquellos que disponen de menos recursos.
La existencia de la desigualdad adquiere especial relevancia básicamente por dos
fenómenos. En primer término, se generan diferencias sustanciales en la calidad de
vida de las personas, las que además, cuando no se basan en el mérito, están fuera
del ámbito de control de los individuos, lo que generaría una segunda característica.
Una sociedad que es considerada injusta, puede llegar a ser inestable, porque no
se han encarnado reglas de cooperación social que sean consideradas justas por
39
Progreso económico con insatisfacción social
gran parte de sus integrantes. En nuestro caso, la permanencia de la desigualdad
en los niveles de ingreso, contrasta con los avances que se registran en cuanto al
crecimiento económico y disminución de la pobreza.
Históricamente, Chile es un país cuyos indicadores de distribución y concentración
del ingreso han sido muy deficientes, incluso en una perspectiva mundial; es decir,
por muchos años hemos ocupado una alta posición en un ranking internacional en
el cual preferiríamos no estar.
50 100 150 200 250 300 350 400
0
Ingreso autónomo real (UF)
Pues bien, al observar el gráfico 2.1 es posible comprobar las ideas descritas.
La curva se construye con el ingreso autónomo (eje vertical) de cada 1% de los
hogares (percentil en eje horizontal). Para casi el 50% de la población el nivel de
ingreso es bastante similar, es decir, que al abandonar la situación de pobreza no se
observan grandes incrementos en el nivel de ingreso, por lo que la curva expuesta
es relativamente más plana en esos grupos. No obstante lo anterior, la situación
0
5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 70 75 80 85 90 95 100
Percentil de ingreso autónomo
Ing1990
Ing2011
40
Ing2000
Universidad San Sebastián
se vuelve radicalmente distinta cuando se analizan los percentiles más altos, puesto
que es ahí donde se producen brechas notables17.
En el 2011 la diferencia de ingresos de aquellos que pertenecían al percentil 70
con respecto al 80 fue de 32,8%. Al mismo año, la diferencia del percentil 80 con
respecto al 90 fue de 56,7%, mientras que entre el percentil 90 y 100 (corresponde
a los límites del 10% de mayores ingresos) la diferencia que se produce sobrepasa
el 340%.
50 100 150 200 250 300 350 400
0
Ingreso autónomo real (UF)
Es claro que existen profundas brechas en los niveles de ingreso de distintos
grupos del país, sin embargo, existen también notorias diferencias al interior
de los grupos más favorecidos. Por ejemplo, quienes componen el percentil 99,
tienen un nivel de ingreso autónomo 15% superior a aquellos del percentil 98.
0
5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 70 75 80 85 90 95 100
Percentil de ingreso autónomo
Ing1990
Ing2011
Ing2000
(17) López, R., Figueroa, E., & Gutiérrez, P. (2013). La “Parte del León”: Nuevas estimaciones de la participación de los súper ricos en
el ingreso de Chile. Santiago: Departamento de Economía, Universidad de Chile
41
Progreso económico con insatisfacción social
Sin embargo, el percentil 100 posee un ingreso 79% superior al del percentil 99,
lo que implica que la diferencia más grande –entre grupos de 1% adyacentes- se
da en el segmento más alto de la población.
Si realizáramos una especie de zoom en el último gráfico expuesto, con la idea
de observar qué sucede en los tramos de mayor riqueza, obtendríamos un
gráfico como el 2.2, en el que se puede observar como la curva se vuelve más
pronunciada en la medida que se acerca al 1% más rico de la población, fenómeno
opuesto –como ya se dijo con antelación- al que ocurre con el 99% restante.
En los últimos percentiles observados, los niveles de ingreso son cada vez más
altos respecto a quienes están inmediatamente atrás, lo que se traduce en una
difícil penetración en las denominadas clases sociales muy altas.
No cabe duda que Chile ha mejorado en términos de crecimiento, pues basta
observar en el gráfico que al año 1990 y 2000 los niveles de renta estaban por
debajo de lo observado en el 2011, sin embargo, junto al crecimiento, aumentaron
también las diferencias monetarias entre grupos socio-económicos, por lo tanto,
el aumento en el ingreso no ha sido percibido como sinónimo de desarrollo.
Utilizando otra fuente de información obtenemos resultados semejantes. En la
Encuesta de Presupuesto Familiar (EPF) VII del INE, con datos tomados desde
noviembre de 2011 hasta octubre de 2012, las condiciones de desigualdad que
vemos son semejantes a las ya analizadas. Al mirar el grafico 2.3, que muestra
el ingreso disponible del hogar medido en términos reales (UF18), se constata
que los hogares del decil 10 tienen ingresos casi 16 veces mayores que los del
primer decil. Esto es, 166 UF de ingreso promedio recibe el decil más alto y
10,5 UF el decil con menor ingreso, concentrándose una parte importante en
el segmento alto de la población. Si se eliminan las transferencia monetarias,
esto sube a 21 veces.
Los datos básicos de los bajos niveles de ingreso y de la enorme desigualdad en
la capacidad de compra que se vive en Chile, se observan en el siguiente cuadro,
que muestra los niveles de ingresos monetarios mensuales, en pesos de 2013, en
que se encuentran distintos grupos de hogares.
(18) La UF es una unidad de valor monetario que varía en forma idéntica al IPC, con un ajuste para obtener un valor diario. Por lo
tanto, comparar cifras en dinero transformándolas a UF, elimina la caída del poder de compra que produce la inflación. Al sacar el
efecto del cambio de precios, se dice que son valores en términos “reales”, que no significa que las otras sean “ficticias”. Al 31 de
Diciembre de 2013 una UF tenía un valor equivalente a $23.500, aproximadamente USD$ 450.
42
Universidad San Sebastián
100 120 140 160 180
80
60
40
20
0
Ingreso disponible del hogar en UF (sin arriendo imputado)
Gráfico 2.3: Ingreso disponible del hogar (UF) por decil de ingreso disponible.
1
2
3
4
5
6
7
8
Decil de ingreso disponible del hogar
9
10
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la VII Encuesta de Presupuestos Familiares (EPF) 2012. INE.
De acuerdo a estos números, siete de cada diez familias perciben menos de un millón
de pesos mensuales (US$ 1.950) y el 50% de las familias tiene ingresos mensuales
inferiores a $ 640.000 (US$ 1.200).
43
Progreso económico con insatisfacción social
Lo que resalta más es que sólo el 10% de hogares supera M$ 2.620 al mes (US$
5.000), mientras que, en el otro extremo, el 40% de más bajos ingresos percibe
menos de $ 440.000 (US$ 850) al mes. En la mayor parte de los países en América
Latina, que un hogar tenga ingresos de 1.000 o de 850 dólares al mes se consideraría
muy bueno; para el Chile de hoy, la capacidad de compra de esa cifra es baja y,
respecto a las expectativas, muy baja.
Las cifras del impuesto a la Renta, año 2012, declaradas en abril 2013, muestran una
situación semejante. Si bien no son comparables con las anteriores, apuntan en la
misma dirección, en términos de la fuerte diferencia en los ingresos percibidos por
diferentes grupos.
Tabla 2-2: Tramos de ingreso según cifras Operación Renta 2013.
Esos antecedentes indican claramente el muy reducido número de personas que
declaran ingresos en el tramo más alto, ya que solo 110.000 personas, que son el
1,4% del total de contribuyentes, tendrían ingresos mensuales sobre $4.150.000,
cantidad de personas muy inferior a lo que todos observamos en Chile. Para
nuestros propósitos cabe destacar que el 78,7 % declara ingresos mensuales por
debajo de $542.781.
Distribución del ingreso por grupo de ingreso familiar
Para abordar los efectos de la distribución, se analizarán los datos de los distintos
años en que se ha aplicado la Encuesta de Caracterización Socioeconómica
44
Universidad San Sebastián
Nacional, CASEN, junto a diversos indicadores que pueden desprenderse de ella.
Particularmente en este apartado, nos abocaremos a analizar los cambios y, por
supuesto, la evolución que han registrado entre 1990 y 2011 los ingresos autónomos
y monetarios. El objetivo de utilizar estas tipificaciones de ingreso está asociado
directamente al análisis que realizaremos en torno a las brechas que se generan
entre los distintos grupos de ingreso de la población. Focalizaremos la mirada en la
existencia de un cambio en la brecha cuando se analizan los ingresos provenientes
del trabajo y luego cuando se incorporan las transferencias fiscales.
La tabla 2-3 resume el promedio del ingreso autónomo19, que es aquel que percibe
un hogar sin considerar las transferencias, para los distintos grupos de ingreso.
Ahí podrá observarse que la inequidad ha sido un elemento persistente a través
de los años.
.
En 1990 el 30% inferior no alcanzaba a superar las 10 UF, y no es hasta el 70% que
se logra obtener 20 UF. En esa misma época, muy diferente es la situación que
ostentan los hogares del decil X, quienes registran ingresos promedios de 105.08
UF, cifra que excede considerablemente los valores registrados en los primeros
grupos mencionados. Entre 1990 y 2011 todos los segmentos crecieron en ingreso
autónomo. La variación es fuerte si miramos entre 1990 y 2000. Sin embargo, las
crisis de 1999, que afectó por varios años el empleo, y la de 2009, impactaron a
algunos grupos, por lo que al 2011 los cambios son más bajos.
Resulta claro observar que con el paso del tiempo, los ingresos autónomos de
los hogares se han incrementado, con variaciones que han sido afectadas por la
(19) El Ingreso autónomo está conformado por los sueldos y salarios, ganancias provenientes del trabajo independiente, auto-
provisión de bienes producidos por el hogar, bonificaciones, gratificaciones, rentas, intereses, así como jubilaciones, pensiones,
montepíos y transferencias entre privados. Su ordenamiento de menor a mayor permite formar grupos de igual tamaño; si son 10
grupos se habla de deciles.
45
Progreso económico con insatisfacción social
volatilidad del empleo ante bajas en la actividad económica, esencialmente de
origen externo. No obstante que el dinamismo económico ha favorecido a toda
la población del país durante los últimos veinte años,
. el cambio no ha sido igual
para todos. Es importante notar que, entre grupos, la variación ha sido distinta
en los ingresos absolutos y que el impacto de las transferencias monetarias hacia
los sectores de menos recursos les ha significado una parte muy relevante de su
incremento. En esos sectores, la capacidad de generar ingresos ha crecido poco y
sigue siendo muy baja, que es un tema que debemos atacar.
En el gráfico 2.4 se observa la evolución de las tasas de crecimiento de todos los
deciles desde 1990. La variación, como se ha especificado, es positiva para todos
los grupos, particularmente para el tercer y quinto decil, los que han aumentado
su ingreso en un 60% en los últimos 20 años. El primer decil en tanto, sólo registró
un incremento del 13% en su ingreso autónomo, mientras el décimo un 33%, cifras
inferiores respecto a los grupos restantes, atribuidas – como ya se dijo - a los efectos
de las crisis del período.
.4
.2
0
Tasa de crecimiento
.6
.8
Gráfico 2 4: Tasa de crecimiento del ingreso real monetario y autónomo, por decil
de ingreso autónomo del hogar, 1990-2011.
1
2
3
4
5
6
7
8
Decíl de ingreso autónomo del hogar
mon
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta CASEN.
46
aut
9
10
Universidad San Sebastián
En cuanto al ingreso monetario, es posible apreciar que el patrón de comportamiento
también es positivo, pero con tasas de crecimiento diferentes a las del ingreso
autónomo, lo que indica el impacto de las transferencias del estado.
Tabla 2-4: Promedio del ingreso Monetario real en UF por decil de ingreso
autónomo del hogar, 1990-2011.
Ingreso en UF por decil de ingreso autónomo.
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta CASEN.
Entre 1990 y 2011 todos los segmentos aumentaron su ingreso monetario, lo que nos
señala que las transferencias estatales evidentemente han beneficiado al segmento
más pobre del país. Las cifras indican que el primer decil obtuvo en 1990 un ingreso
monetario de 3,91 UF, al año 2000 éste era de 4,56 UF y el 2011 alcanzó 6,18 UF.
Evolución comparativa del ingreso real
Para profundizar el estudio de la evolución de los ingresos por grupos de hogares,
es necesario analizar ahora la relación entre el ingreso recibido por el 10% de los
hogares de ingresos más altos, y el 10% de los hogares más pobres. Esta es llamada
la relación 10/10, que mide el máximo del diferencial existente. Con este indicador
es posible presentar de modo simple y directo el grado de desigualdad que existe
en el país entre los extremos de la distribución usando deciles. Ahora bien, lo que
se pretende con estos datos es que, al no considerar los ingresos de los hogares
que no componen los extremos, obtenemos un indicador para realizar análisis
sobre diferencias de ingreso. Más adelante comparamos con la relación 20/20, que
lógicamente muestra diferencias menores.
Como es de esperar, las diferencias entre el primer y décimo decil son más profundas
cuando se analiza el ingreso autónomo. En 1990 el decil más alto tuvo un ingreso
30,3 veces superior a quienes pertenecen al primer grupo. Al año 2000, la diferencia
alcanzada fue de 34,22 veces. En el 2011, en tanto, es de 35,5 veces.
47
Progreso económico con insatisfacción social
40
35
30
25
20
Razón 10/10 autónomo y monetario
45
Gráfico 2.5: Evolución razón 10/10 para ingreso real monetario y autónomo,
1990-2011.
1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012
Año
Autónomo
Monetario
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta CASEN.
Los ingresos provenientes del trabajo, que son sueldos y salarios y otros derivados
del trabajo, se han ido separando con el tiempo, lo que indica una baja capacidad de
generar ingresos de los miembros de las familias de menores recursos, por escasas
habilidades y competencias laborales y falta de oportunidades.
Desde un punto de vista de políticas públicas, vimos que las transferencias en dinero
juegan un rol importante en incrementar los ingresos de los deciles más bajos. Al
observar la evolución de la razón 10/10 cuando al ingreso autónomo se le incorporan
las transferencias fiscales, que es lo que definimos como ingreso monetario, los
efectos son claros. En 1990 la diferencia entre ingresos con transferencias respecto a
los autónomos disminuye a 26,93 veces, que es todavía una cifra alta, pero muestra
aumentos de ingresos y menor desigualdad. El 2000 es de 30.9 veces, y al 2011 de
22.6; es decir, las transferencias reducen la brecha existente al analizar los ingresos
autónomos, pero no logran alterar la distribución del ingreso en estos 20 años.
48
Universidad San Sebastián
Diferencias absolutas en el ingreso
Otra forma de determinar y medir la desigualdad predominante en Chile, es analizar
las diferencias absolutas de los ingresos entre los distintos deciles. La brecha entre
el 10% más bajo respecto al 10% superior ascendía a 101,28 UF en 1990. El año 2000
el décimo decil obtenía 136,5 UF más que el decil más pobre. Al 2011 esa brecha
era 133,53 UF.
120
110
100
Dif (I-X)
130
140
Gráfico 2.6: Diferencias absolutas entre el decil de ingreso autónomo del hogar
I y X para el ingreso monetario real, 1990-2011.
1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012
Año
Es interesante analizar las diferencias entre grupos contiguos, en este caso el I y
II, junto al IX y X. Resaltan las diferencias entre el último par mencionado, pues al
comienzo de este estudio se planteó que una de las desigualdades más grande que
hay en Chile se da entre los grupos más pudientes del país.
49
Progreso económico con insatisfacción social
Tabla 2-5: Evolución de las diferencias absolutas del ingreso monetario entre
deciles de ingreso autónomo del hogar I-II y IX-X, 1990-2011.
Años encuestas CASEN
La diferencia porcentual entre segmentos de ingresos bajos aumenta 79.4%, que
es una brecha que sube 2.5 UF. En estos bajísimos niveles de ingreso, el impacto
que tiene una U.F. adicional es importante. En los grupos más altos, se produce
una ampliación de la brecha de 23,5 UF al comparar el 2011 respecto del año 1990,
que es un cambio del 21.4%.
Como se ha reiterado, en los últimos 25 años veinte años se ha producido en
nuestro país un proceso de crecimiento económico muy relevante, el que junto con
políticas sociales y de obras públicas han transformado la situación socio económica
de prácticamente todos los hogares chilenos, con incrementos de ingreso y de
indicadores sociales que hacen posible afirmar que estamos en un contexto de
prosperidad económica. El hecho de la concentración de ingresos y riqueza que
subsiste en el país, es un fenómeno presente por muchas décadas, que no hemos
podido cambiar; como es esperable, su principal manifestación externa es el gran
contraste en cuanto a calidad material de vida, especialmente lo que dice relación
con el consumo de bienes y servicios, la capacidad de ahorro y el acceso a servicios
de educación y salud. La brecha más importante, como analizaremos más adelante,
se produce entre la capacidad de compra y el acceso a servicios públicos con
respecto a las expectativas, que han crecido muy por encima de la expansión del
ingreso y calidad de esos servicios.
Estructura del ingreso: Importancia de los ingresos del trabajo
Veamos cómo se compone la estructura del ingreso de cada uno de los grupos, para
determinar si existen o no desigualdades en los distintos componentes del ingreso de
los hogares. Para analizar la estructura del ingreso, recurrimos a la información de la
Encuesta Suplementaria de Ingresos (ESI), un producto estadístico complementario
a la Encuesta Nacional de Empleo, que permite obtener información de ingresos de
hogares y personas. Esta encuesta, sirve para evaluar la distribución del ingreso de los
hogares, y permite distinguir y medir la importancia relativa de cada una de las fuentes
50
Universidad San Sebastián
de ingreso, tales como las provenientes del trabajo o las que tienen como origen la
renta de una propiedad, entre otras.
La ESI define dos grandes categorías para los ingresos: una es la ocupación y otra es el
generado por otras fuentes. La primera se subdivide en sueldos y salarios, empleadores
y cuenta propia, mientras que la segunda está categorizada en rentas de la propiedad,
arriendo estimado y transferencias. Para los fines de este estudio, sólo se revisarán
las cifras referentes a los sueldos y salarios. Esto, porque de acuerdo a la información
obtenida por la ESI, la mayor parte del ingreso total de los hogares tiene como fuente
el trabajo y, dentro de esta categoría, la mayor parte de los ingresos proviene del ítem
sueldos y salarios. Esto permite analizar el impacto del empleo en los ingresos, según
nivel socio económico de las personas.
La tabla 2.4 da cuenta de la participación de los sueldos y salarios en el total de ingresos
percibidos por cada decil, es decir, cuánto de los ingresos totales captados por cada grupo
corresponden a compensaciones económicas producto del trabajo que los sujetos realizan.
En el 2001, del total de ingresos obtenidos por el primer decil, un 42,8% correspondió
a sueldos y salarios. Al mismo período, para el décimo decil representaba un 28,7%.
Estas diferencias se atribuyen básicamente a otras fuentes de ingreso, proveniente del
capital, que el grupo más alto en términos del ingresos que posee.
El comportamiento de esta variable en el período cambia en forma que puede resultar
una sorpresa. El 10% más bajo sube sus ingresos totales pero baja la importancia de los
sueldos y salarios en el total; el gasto social del estado en transferencias estuvo fuertemente
orientado a los segmentos pobres y eso se refleja en la creciente participación de esas
transferencias, que se transformaron en una de las principales fuentes, lo que ocurre en
el 30% de recursos más bajos. Desde el 50% de hogares hacia arriba, las remuneraciones
aumentan su importancia como fuente de ingresos.
7
51
Progreso económico con insatisfacción social
Para visualizar cuánto aporta cada decil al total de sueldos y salarios del país
tenemos la tabla 2-9. En ella puede observarse que en el año 2001, 2,04% del total
de sueldos y salarios del país fueron captados por personas del primer decil, contra
el 29.3% de aporte del grupo de ingresos altos.
En el 2011, el aporte de primer decil al total de los sueldos y salarios nacionales
disminuyó a 1,5%, mientras el décimo decil, al mismo tiempo, se elevó al 31,8%. El
grupo más alto obtiene por sí solo más que los seis primeros deciles juntos. En el
gráfico 2.9 es posible evidenciar cómo al año 2011 los primeros 8 deciles han visto
mermada su participación en el ítem en cuestión, a diferencia del último 20%,
quienes han incrementado la misma.
Tabla 2-9:
8 Participación porcentual de cada decil de ingreso autónomo del hogar
en el total general de sueldos y salarios, 2001-2011.
Decil de Ingreso Autónomo %.
2001
2,04
4,15
5,77
6,8
7,92
8,97
9,43
11,62
13,94
29,37
2005
1,53
3,72
5,15
6,24
7,42
8,06
9,53
11,72
16,19
30,46
2010
1,73
3,62
4,81
5,78
6,66
8,33
9,3
11,44
16,11
32,22
2011
1,58
3,84
4,94
5,84
7,23
7,91
9,19
11,46
16,17
31,85
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la Encuesta Suplementaria de Ingresos.
La misma conclusión acerca de la gran concentración y significativas diferencias
se obtiene usando otra metodología para analizar la evolución de los ingresos del
trabajo (pay income) entre grupos ordenados según ingresos20.
Al analizar el desempleo por decil de ingreso autónomo, se confirman las ideas
previamente descritas. En 1990 la tasa de desempleo para el segmento más pobre
de la población fue de un 31%, al 2011 las cifras disminuyeron a 29%, sin embargo
siguen siendo valores muy altos, especialmente si se comparan con el 2.2% del decil
más alto, en el mismo año.
(20) Spagnolo, Laura; Alvaro Quezada and Viviana Salinas (2008) Growth with Equity? Pay Inequality in Chile during the Democratic
Era (1990-2006). University of Texas Inequality Project, Working Paper No. 46 (February 11, 2008), En general, los textos citados
cuyo original está en inglés han sido traducidos por los autores.
52
0
10
20
30
Participación por decil en el total de sueldos y salarios
Universidad San Sebastián
1
2
3
4
5
Decil
Año 2001
6
7
8
9
10
Año 2011
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la Encuesta Suplementaria de Ingresos.
Básicamente quienes integran el décimo decil tienen mayores oportunidades
de integrar y mantenerse en el mercado laboral y, a su vez, el mercado laboral
requiere del tipo de trabajo que realizan estos grupos, lo que explica el bajo nivel
de desempleo observado.
.25
.2
.15
.1
.05
0
Tasa de desempleo
.3
.35
.4
Gráfico 2.10: Tasa de desempleo en deciles I y X de ingreso autónomo del hogar
1990-2011.
1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012
Año
Decíl I
Decíl X
Fuente: Elaboración propia en base
a datos de la CASEN.
53
Progreso económico con insatisfacción social
Además de este contexto general, existen dos ámbitos del mercado laboral
donde estas diferencias – y manifestaciones de desigualdad en el acceso y en las
remuneraciones- se agudizan aún más: El mercado laboral juvenil y el femenino.
54
Universidad San Sebastián
Capítulo
3
Empleo e ingreso en
los jóvenes
55
Progreso económico con insatisfacción social
56
Universidad San Sebastián
Empleo juvenil
E
l empleo juvenil en Chile se caracteriza básicamente por tres elementos. El
primero hace alusión a las altas cifras del desempleo para el tramo de edad
que comprende los 15 y 24 años. En segundo lugar, los deciles más pobres son
los que presentan un mayor nivel de desocupación, lo que afecta la capacidad de
generar ingresos y, por ende, la satisfacción de necesidades básicas, produciendo
así un círculo de pobreza. Finalmente todo lo anterior se sustenta en la tendencia
de los empleadores por contratar trabajadores con mayores niveles de escolaridad,
calificación y experiencia.
Considerando entonces los argumentos del economista estadounidense Paul
Romer, quien indica que la tasa de empleo (el porcentaje de la población en edad
de trabajar que en efecto trabaja) es el mejor indicador de inclusión social en un
país (Romer, 2011) Chile es un país con una baja inclusión social.
Empleo juvenil por decil
La tasa de participación en la fuerza de trabajo junto con el desempleo en los
distintos deciles de ingreso, permite analizar el impacto que tiene en la población
las diferenciales en las oportunidades laborales.
La tasa de participación en la fuerza de trabajo de los jóvenes ha sido consistentemente
baja, con diferenciales entre grupos que se han acentuado desde el 2005. La
incorporación a la educación superior siempre ha estado presente en el decil X, y
siempre ha sido muy baja en los más pobres.
La inserción laboral parece presentar escasos incentivos para los jóvenes de sectores
con bajos ingresos, ya que ha venido cayendo desde 1999 adelante. Esto se relaciona
con el punto siguiente.
57
Progreso económico con insatisfacción social
.32
.3
.28
.26
.24
.22
Tasa de participación
.34
.36
Gráfico 3.1: Participación laboral juvenil por deciles de ingreso autónomo del
hogar. I y X, 1990-2011.
1990
1995
2000
año
Decil I
2005
2010
Decil X
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la CASEN.
En cuanto a la tasa de desempleo, las cifras no son para nada alentadoras. Durante el
período estudiado, esa desocupación ha oscilado entre el 40 al 60%, considerando
además que tienen una baja participación; es decir, pocos jóvenes buscan trabajo,
menos aún tienen trabajo remunerado, sobre todo aquellos de hogares con ingresos
más reducidos. En 1990 el desempleo juvenil para el primer decil bordeaba el 50%;
el año 2000 la situación prácticamente no cambió y tampoco lo hizo al 2011. En
cuanto al 10% más alto del país, también se producen cambios, ya que al 2011 la
desocupación se incrementó a un 14,1%.
El estudio del empleo en la población juvenil lleva a conclusiones bastante negativas,
especialmente si vemos la baja demanda de trabajo de este grupo y el fenómeno
de los jóvenes que no estudian ni trabajan.
58
Universidad San Sebastián
.4
.3
.2
.1
0
Tasa de desempleo
.5
.6
Gráfico 3.2: Tasa de desempleo juvenil para deciles I y X de ingreso autónomo
del hogar 1990-2011.
1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012
Año
Decil I
Decil X
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la CASEN.
Jóvenes que no estudian y no trabajan
Ya se ha observado que el mercado laboral juvenil se caracteriza principalmente
por su bajo nivel de participación, junto a las importantes cifras en materias de
desempleo, las que además afectan en particular a la población que pertenece a
los hogares con menores ingresos.
Teniendo en consideración los antecedentes previos, es posible detallar el estudio
de un segmento de la población juvenil, los denominados “NEET”. Esta tipificación
busca categorizar y caracterizar al grupo de jóvenes que no estudian, y además de
eso se encuentran inactivos. El término NEET proviene de la abreviación en inglés
“Not in Employment, Education or Training”, lo que en español significa “sin estudios,
sin empleo, sin formación”; en algunos países se denominan NINI, aludiendo a que
ni buscan trabajo ni estudian. Se trata de identificar la importancia relativa de los
59
Progreso económico con insatisfacción social
jóvenes que no están estudiando, no se dedican a tareas del hogar, no participan
en algún programa de capacitación y, además, no buscan trabajo.
Según datos de la OECD, cerca de un 56% de los jóvenes del país continuó en
el sistema educativo (educación superior), y alrededor de un 19% se encuentra
trabajando (y por ende no estudiando), con lo que tendríamos alrededor de un 20%
de NEET. A partir de esto Chile ocupa el cuarto lugar en este ranking tan negativo,
siendo superado por Turquía, Israel y México (OECD, 2013).
Analizamos la evolución de esta categoría con la misma encuesta de Caracterización
Socioeconómica Nacional ya utilizada; con esa base de datos se logra determinar la
evolución que ha tenido la proporción de jóvenes entre 15 y 24 años que están sin
estudios, sin empleo y sin formación. Específicamente, se ha recopilado información
para rangos de edad en quinquenios, por decil de ingresos autónomos, cruzando
las variables de condición de asistencia a establecimientos educacionales y de
actividad laboral (ocupado, desocupado o inactivo).
Resulta significativa la diferencia de este tipo de jóvenes, entre los dos grupos
extremos según ingresos. Es muy grande la diferencia del decil I respecto al 10%
de hogares de ingresos más altos.
60
Universidad San Sebastián
En 1990, un 34% de la población juvenil del primer decil eran jóvenes denominados
NEET, cifra bastante alta si se relaciona con que al mismo período, en el décimo
decil sólo había un 9% de jóvenes sin actividad laboral ni educacional. Diez años
más tarde el panorama pareciera mejorar, en la medida que la proporción de NEET
disminuye para la mayoría de los deciles de ingreso. Al año 2000 el primer decil
registró un 27% de población juvenil sin estudios ni trabajo, mientras que el decil
más alto registró sólo un 6%.
Durante los últimos 20 años se han creado una serie de condiciones que les
han permitido a los jóvenes ingresar con mayor facilidad al sistema educacional,
principalmente sistemas de financiamiento y una creciente oferta educativa. Esta
situación es considerada como una de las principales causas que ha logrado mitigar
el porcentaje de NEET en la población juvenil, para todos los deciles. De esta forma,
al 2011 esta categoría de jóvenes disminuyó al 24% en el primer decil, y a 4% en el
decil más alto.
.3
.25
.2
.15
.1
.05
Proporción de jóvenes NEET
.35
Gráfico 3 3: Proporción de NEETs respecto al total de la población juvenil para
deciles I y X, 1990-2011.
1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012
Año
Decil I
Decil X
61
Progreso económico con insatisfacción social
Ahora bien, aun cuando los datos tienden a mejorar con el pasar de los años, se
evidencia una profunda diferencia entre los grupos socio-económicos, pues la
situación es claramente más perjudicial para los más pobres del país, quienes tienen
menos posibilidad de empleo y de educación. La cantidad de NEETs es mucho
menor en el décimo decil, en la medida que son jóvenes con los recursos necesarios
para poder ingresar a buenos establecimientos de educación secundaria, lo que
habitualmente garantiza el paso a la educación superior. En este caso, se observan
jóvenes que en su mayoría están estudiando.
Los que no acceden a la educación superior o desertan tempranamente de ella,
enfrentan una situación compleja que se concentran en los sectores de más bajos
ingresos. Un trabajo reciente apunta que “Las trayectorias de los jóvenes excluidos
estarían marcadas por el sector social de origen y el entorno familiar de los jóvenes,
el cual se asocia principalmente a padres con bajos niveles de escolaridad que
promueven escasamente las potencialidades de aprendizaje de sus hijos. Asimismo,
esta condición se refuerza en entornos escolares precarios y de baja calidad, los
cuales no permiten que dichos jóvenes desarrollen las habilidades necesarias para
acceder a estudios superiores. Dado que las familias tampoco poseen los recursos
económicos para costear una institución de mejor calidad, la condición de origen
de los jóvenes no solo afecta sus oportunidades presentes, sino que también
permite abrir o cerrar las posibilidades de acceso a una mejor educación en el nivel
superior. Las diferentes trayectorias de los jóvenes demuestran que el nivel de éxito
del proceso educativo post-secundario se vincula al sector social. Específicamente,
ocurre que las trayectorias que podrían catalogarse como exitosas dentro del sistema
de educación superior -jóvenes que ingresan y que terminan-, presentan una mayor
proporción de individuos de sectores altos”21.
Deserción en la educación media y superior
Un tema que ha merecido muchos estudios es el análisis de cuáles son los
principales efectos negativos que tiene la necesidad de trabajar de los jóvenes, es
decir, qué consecuencias tiene que los jóvenes deban trabajar con el fin de contribuir
con el ingreso de sus hogares o de auto sostenerse desde una edad temprana. La
respuesta resulta ser casi inmediata: Deserción escolar.
La deserción escolar es el abandono temporal o indefinido del sistema escolar y
que no se debe a causas de enfermedad o muerte (Aros & Quezada, 2003, pág. 2);
(21) Mauna Madrid, Patricia; Trayectorias de inclusión y exclusión de la educación superior: en Aspectos estructurales y subjetivos.
En Acceso y permanencia en la educación superior: Sin apoyo no hay oportunidad AEQUALIS, Foro de Educación Superior.
Octubre 2013
62
Universidad San Sebastián
esta situación se genera principalmente por factores socio-económicos, tales como
la pobreza y la vulnerabilidad del grupo familiar, es decir, entornos de vida donde
los esfuerzos del grupo se concentran sustancialmente en la supervivencia diaria.
Prácticamente todos los niños chilenos asisten a la escuela hasta la edad de trece
años22, el abandono del sistema escolar posterior a esa edad se produce, como resulta
casi obvio pensar, en los primeros deciles de ingreso, es decir, en aquel segmento
de la población que posee más vulnerabilidad, que necesita más ingresos o que
no puede financiar a los jóvenes que estudian. Como no todos se incorporan a la
fuerza de trabajo, se produce el fenómeno de los NEETs; en este punto donde se
genera una especie de círculo vicioso, pues si se considera que la educación es un
mecanismo para abandonar la pobreza, en la medida que no se continúe estudiando
se seguirá siendo pobre, pero las necesidades que se producen propician el abandono
escolar y, junto a ello, lapidan de algún modo el futuro del adolescente.
La deserción escolar podría evitarse o al menos reducirse, si en Chile hubiesen
sistemas de trabajo de tiempo parcial con más oportunidades laborales abiertas.
La demanda de trabajo más flexible ha crecido, lo que también ha sido factor de
la mayor cobertura de la educación superior, pero no es suficiente para una gran
cantidad de jóvenes. Junto a ello está la rigidez del propio sistema educacional, pues
éste tampoco contribuye a la inserción de los jóvenes en el mercado del trabajo,
producto de su poca compatibilidad horaria con el desempeño de otras funciones
y la escasa preparación para el trabajo que les aporta.
Tenemos unos 300 mil jóvenes en esta condición de NEETs, concentrados en
los hogares de ingresos más bajos, lo que es para nada de trivial si observamos
manifestaciones de distinto tipo. No es posible generalizar, pero la insatisfacción muy
grande, transformada en rabia y “me da lo mismo” en un pequeño porcentaje de ellos
puede explicar la intensificación de fenómenos como encapuchados, delincuencia
y drogadicción. No es trivial ni irrelevante abordar en serio este problema.
(22) (Torche & Sapelli, 2004, pág. 173)
63
Progreso económico con insatisfacción social
64
Universidad San Sebastián
Capítulo
4
Empleo e ingresos en
las mujeres.
Desigualdad de género.
65
Progreso económico con insatisfacción social
66
Universidad San Sebastián
H
istóricamente, la inclusión de la mujer ha sido una temática revestida de controversia
e inequidad, particularmente en materias de empleo. Es de conocimiento popular
que en esta área las mujeres siempre se han visto más desfavorecidas respecto del
género masculino, ya sea por las diferencias en sueldos, jornadas laborales, formas
de contratación, acceso a puestos de empleo de calidad, etc.
En Chile existe un fenómeno estrechamente vinculado a la segregación ocupacional
y la menor valoración de las tareas a cargo de mujeres (Cerda Becker, 2012, pág.
4), situación que favorece una sensación de frustración e inconformidad dentro de
la población femenina del país, pues se cree que esto no cambiará, a pesar de ser
cada día más las mujeres que buscan integrar al mercado laboral.
Si una mujer que posee las herramientas técnicas necesarias para competir con otros
en el mercado laboral, siente marginación, ¿qué sucede con aquellas que no poseen
años de capacitación? Hablamos básicamente de las mujeres que conforman los
grupos más pobres del país, ¿qué posibilidades de empleo poseen estos grupos?
¿Cuánto intervienen en el mercado laboral?, son algunas de las preguntas que a
través de este capítulo se busca responder.
Las mujeres, enfrentan complejas barreras y peores resultados tanto en materia de
participación económica y previsional como política23. “Se encuentran rezagadas
frente a sus pares de la OECD y también de la región; están sub-representadas en
los altos cargos de toma de decisión: 22% en los sindicatos, 6% en otros gremios,
3% en las grandes empresas, 13,9% en el Congreso. Además, ellas viven más y
presentan lagunas previsionales más largas”.
Diferencias en el nivel de ingreso: Hombres v/s mujeres
Históricamente se ha observado en Chile una baja participación laboral de las
mujeres, comparada con otros países de nuestra región y más baja aún con la de
(23) Sepúlveda, Alejandra; directora ejecutiva de ComunidadMujer. Ver, ComunidadMujer – Estudios
67
Progreso económico con insatisfacción social
países desarrollados. Por otra parte, existe la discriminación laboral que afecta
principalmente las contraprestaciones recibidas por el trabajo, es decir, además de
la dificultad para competir en el mercado laboral, existe una menor valoración por
las tareas que están a cargo de las mujeres. Es importante destacar que el notable
aumento de jefas de hogar, hace que lo descrito tenga más efectos negativos.
Para este apartado utilizaremos como variable a medir el ingreso autónomo, pues
como hemos señalado éste entrega información de los ingresos provenientes del
trabajo, eliminando aquellos que tengan una fuente diferente. Se pretende determinar
la importancia del ingreso derivado del esfuerzo individual de las personas, sin
aportes del Estado ni ingresos del capital, pues así se podrá definir la brecha por
género que proviene del mercado laboral.
El gráfico siguiente da cuenta de las diferencias absolutas en el nivel de ingreso
(autónomo) de hombres y mujeres. En 1990 los hombres pertenecientes al primer
decil recibían en promedio 1,3 UF más que las mujeres del mismo segmento
socioeconómico. Diez años más tarde, en el 2000, la diferencia entre géneros para
el mismo decil se incrementó a 1,4 UF, hasta llegar en el 2011 a 1,7 UF, que es un 35%
de diferencia en el ingreso autónomo de ese grupo.
70
60
50
40
30
20
10
0
Diferencia |Hombres-Mujeres| ingreso autónomo (UF)
1990 - 2011
1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012
Año
Decil I
68
Decil X
Universidad San Sebastián
Las diferencias que se generan entre los deciles de ingreso restante se mantienen
dentro de un rango que podría ser considerado pequeño, por ejemplo: el quinto
decil al 2011 mantiene una diferencia de 4,1 UF; y al mismo período, el séptimo
decil registró una diferencia de 5.0 UF. Pues bien, aunque todos son valores nada
positivos, en el décimo decil la brecha se escapa considerablemente de la media. En
el año 1990 la diferencia entre el ingreso autónomo de hombres con respecto a las
mujeres fue de 43,9 UF. Al año 2000 la situación estuvo lejos de mejorar pues los
hombres registraron un ingreso de 63 UF superior al que tuvieron las mujeres. Este
incremento de la brecha en el nivel de renta estuvo vinculado directamente con la
crisis asiática, donde el nivel de empleo disminuyó considerablemente, afectando
por sobre todo al género femenino.
Durante los últimos 10 años del análisis, la diferencia disminuyó en este grupo,
resultado de los mayores niveles educacionales de las mujeres, la mayor presión de
las profesionales para bajar esas diferencias, la creciente socialización del concepto
de equidad de género, políticas sobre el tema, etc. Al 2011 la diferencia entre ingresos
autónomos –por género- había disminuido hasta ser de 33,2 UF, que representa un
38% de brecha, como se indica en el Cuadro 4.1. Es necesario recordar que el 2011
es un año de relativa “normalidad” en términos económicos, que no estuvo afectado
por fenómenos distorsionadores, por tanto los datos tienden a mejorar cuando se
comparan con los años de crisis, el 2000 y 2009.
Pues bien, de acuerdo a las cifras ya expuestas, es posible determinar que las brechas
del ingreso real entre hombres y mujeres no han cambiado considerablemente en
los últimos 20 años. Esto, porque tal como lo muestra la siguiente tabla, las mujeres
han mantenido patrones de ingreso inferiores a los hombres durante todo el período
citado. En promedio, las mujeres reciben entre un 60 a 70% del ingreso de los hombres,
brecha que existe en todos los deciles de ingreso, y no sólo en los extremos.
.
69
Progreso económico con insatisfacción social
Esos antecedentes son muestras claras de un nivel de diferenciación que trasciende
tanto al ingreso como al empleo, con factores culturales muy importantes y que,
además, es de lento cambio. La legislación sobre equiparidad de remuneraciones
no lleva el tiempo suficiente para sacar conclusiones claras; aparentemente no ha
logrado sus propósitos y es extremadamente compleja de fiscalizar. Otros beneficios
para las mujeres pueden afectarlas en forma negativa, sobre todo en contratación,
si no van acompañadas de políticas que las complementen, como el caso de mayor
plazo de permiso post natal; en mujeres profesionales en edad fértil ya existen
indicios de barreras para ser contratadas.
Si consideramos la situación actual con los datos del ingreso disponible de la EPF
VII, es posible confirmar que las diferencias proporcionales son importantes en todos
los deciles de ingreso, lo que apunta a que la diferencia de género sigue siendo un
factor relevante en la percepción de desigualdad y en la insatisfacción social. En el
primer decil la diferencia hombres-mujeres es de casi 3,5 UF y para el último decil
la diferencia es de 65 UF. Como es lógico, la diferencia absoluta se incrementa en
los deciles más altos, pero la proporción de esta diferencia sobre el ingreso de las
mujeres es muy similar.
4.2
Gráfico 4.2: Ingreso disponible real de hombres versus mujeres, 2013
70
Universidad San Sebastián
La desigualdad de género y la educación.
Este fenómeno puede también ser analizado desde la perspectiva de la educación.
Sabemos que, en promedio, la educación contribuye a mejorar los niveles de ingresos,
en cuanto los años de escolaridad se correlacionan con las remuneraciones y otras
fuentes de ingreso. Si se realiza el mismo análisis de modo comparado, es posible
notar que para las mujeres la educación no parece ser un mecanismo reductor
de brecha de género, por el contrario, en la medida que más educación posee una
mujer, más diferencia se genera con respecto a los hombres con el mismo nivel, tal
como se observa en la tabla 4-2, que indica los cambios en los ingresos reales del
trabajo[1], tanto para hombres como para mujeres. En 1990 los hombres con un
nivel de educación superior – entendido como universitario o técnico completoobtenían 35,69 UF, mientras que las mujeres al mismo tiempo, y con el mismo
nivel de preparación académica, sólo alcanzaron las 11,62 UF, que es un , es decir
que hace 20 años atrás las diferencias absolutas entre géneros para ese nivel de
educación era de 24,07 UF. Cuando el mismo análisis se hace para el segmento de
población que posee un nivel de educación menor o igual a 12 años de escolaridad,
la brecha entre hombres y mujeres es de 6,39 UF.
Tabla 4-2: Ingresos reales del trabajo en UF para hombres y mujeres por nivel
educacional, 1990-2011.
Veinte años más tarde, la situación refleja mayor crecimiento , pues los hombres con
educación superior registran –en promedio - un ingreso real del trabajo de 52,57
UF, mientras que las mujeres de la misma categoría educacional 31,27 UF, lo que se
traduce en una diferencia de 21,3 U.F. Esto puede hacer pensar que las diferencias
se redujeron, y eso es verdad, pues entre 1990 y 2011 los desiguales niveles de renta
entre hombres y mujeres con el mismo nivel educacional se redujeron, mas sólo
fue en 2,77 UF.
71
Progreso económico con insatisfacción social
A lo anterior debe sumarse que al 2011 las mujeres con educación superior no logran
registrar el mismo nivel de renta real que poseían los hombres en 1990, lo que se
debe a una fuerte proporción de mujeres en carreras de menor nivel de ingreso
relativo, como en áreas de la salud y educación. En tanto, si bien el grupo de sujetos
con un nivel de educación secundaria o menor, registra brechas entre hombres y
mujeres, éstas no son tan alarmantes como en el caso recién descrito. El mercado
laboral tiende a generar menos diferencias de género cuando se trata de mano de
obra con menor calificación.
Empleo femenino por decil de ingreso
Entre 1990 y 2011 la tasa de participación femenina ha aumentado para todos los
deciles de ingreso, sin embargo, como ha resultado ser la tónica de los antecedentes
expuestos, el crecimiento de la participación laboral femenina tiene una pronunciada
brecha entre grupos socioeconómicos.
De esta forma, en el primer decil la tasa de participación laboral pasó de 17,6%
en 1990 a 25,6% en el 2000. El último decil en tanto, incrementó su participación
de un 54,3% a un 58,7% para el mismo período. En 10 años, las cifras indicaron un
incremento para todas las mujeres en el nivel de empleo, sin embargo, esta mejora
favoreció en particular a los grupos más ricos del país.
.15 .2 .25 .3 .35 .4 .45 .5 .55 .6 .65
Tasa de participación
Gráfico 4.3
4.1: Tasa de participación laboral femenina para decil de ingreso I y X,
1990-2011.
1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012
Año
Decil I
72
Decil X
Universidad San Sebastián
Con estos antecedentes, es posible determinar que el mercado laboral requiere la
contratación de mujeres con mayores niveles de competencias técnicas, fenómeno
que tiende a marginar a los grupos que componen los primeros deciles.
Al año 2011 la situación no es diferente, pues si bien la participación laboral ha
crecido para gran parte de los deciles de ingreso, no lo ha hecho para el segmento
de ingresos más bajos del país. En el primer decil la intervención de las mujeres en el
mundo del trabajo disminuyó a un 24,1%, mientras que en el decil diez la participación
en el mercado laboral se incrementó a 63,1%. Así, las mujeres pertenecientes a
los grupos con mayor nivel de renta, integran sectores de empleo con mayores
posibilidades de crecimiento y estabilidad, lo que no se da para los grupos del
primer decil. A ello debe sumarse la naturaleza de los trabajos que se generan en
los primeros deciles, es decir, trabajos que usualmente tienen un requerimiento del
tipo físico, y donde las mujeres suelen ser marginadas con mayor facilidad.
Por otro lado, los salarios asociados a los trabajos tienden a ser tan bajos –para el
primer decil- que generan una especie de desincentivo ante la opción de trabajar.
Los salarios mínimos requeridos para trabajar se han incrementado con el paso del
tiempo, lo que favorece la preferencia de buscar ocupación. Por tanto, las mujeres
participan menos en el mercado laboral, y las que deciden participar, también lo
hacen menor proporción con respecto al género masculino.
En cuanto al desempleo, el contexto no es muy diferente, pues además de observarse
grandes diferencias entre el I y X decil, la situación resulta bastante más perjudicial
para las mujeres pertenecientes al 10% más pobre.
Hace veinte años el nivel de desempleo del primer decil era de un 39%, cifra
absolutamente contrapuesta al 2% del décimo decil. Diez años más tarde (2000) las
cifras no favorecen al grupo de los más pobres, quienes incrementaron el desempleo
a un 41%. Esta alza del desempleo femenino está estrechamente vinculada con la
crisis que el país vivió entre 1997 y 1998 (crisis asiática), donde el desempleo total
del país se incrementó; demostrando mayor vulnerabilidad el género femenino, y
mayor complicación para reinsertarse en el mercado laboral.
Es claro que la situación laboral –en términos generales- ha mejorado para la
totalidad de mujeres del país, sin embargo, junto al progreso laboral se mantiene
una brecha profunda que separa al grupo de mujeres más pobres de las más ricas
y durante veinte años estas diferencias no han podido mitigarse.
73
Progreso económico con insatisfacción social
.35
.3
.25
.2
.15
.1
.05
0
Tasa de desempleo
.4
.45
Gráfico 4.2: Tasa de desempleo femenino para decil de ingreso I y X, 1990-2011.
1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012
año
Decil I
Decil X
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta CASEN.
Diferencias por sexo en el nivel de empleo
Es importante ahora analizar la situación laboral desde la perspectiva del género,
y cómo las brechas socio-económicas se agudizan al segmentar de esta manera.
La tasa de desempleo para los hombres es menor para todos los deciles de ingreso.
Es así como en 1990 el desempleo de los hombres del grupo más pobre alcanzó
un 28,32% contra un 39% de las mujeres del mismo grupo. En el 2000 la situación
no es diferente, pues sigue dándose una pronunciada brecha entre hombres y
mujeres, la que no logra aminorarse. En el año 2011 las mujeres del 10% más pobre
del país registraban un desempleo del 31%, mientras que los hombres a la misma
fecha tenían un 26,4%.
En la contraparte, el décimo decil experimenta diferencias en cuanto al género, sin
embargo, estas diferencias no son igual de pronunciadas que en el decil uno, pues
74
Universidad San Sebastián
en 1990 las mujeres del décimo decil alcanzaron un nivel de desempleo que alcanzó
1,97%, mientras que los hombres tenían una tasa de 1,61%. Al 2011, si bien la diferencia
aumentó, no lo hizo de modo desproporcionado, pues la tasa de desempleo es de
1,37% para los hombres y 2,57% para las mujeres.
Es posible inferir que las mujeres del décimo decil tienen más aptitudes para
competir en el mercado laboral con los hombres. Básicamente el empleo del décimo
decil son trabajos que requieren mayores competencias intelectuales, por tanto
las mujeres tienen mayor capacidad de competencia. A diferencia del primer decil,
donde los trabajos son más bien físicos, y las mujeres tienden a ser marginadas de
modo casi natural.
Gráfico 4.3:
5 Evolución de la tasa de desempleo masculina y femenina para el decil
de ingreso I y X, 1990-2011.
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta CASEN.
Mujer jefa de hogar
A lo largo del tiempo una gran cantidad de mujeres han ingresado al mundo laboral,
lo que se refleja en las cifras previamente expuestas. Sin embargo, el ingreso de las
mujeres exige romper una serie de paradigmas, discriminaciones y barreras que se
75
Progreso económico con insatisfacción social
generan ante esta situación, pues existen muchas de éstas que buscan incorporarse
al mercado laboral por motivos que trascienden la realización personal, más bien,
porque necesitan mantener la familia que tienen a su cargo, es decir, porque son
jefas de hogar.
El número de mujeres jefas de hogar en Chile- técnicamente son las que están
socioenómicamente activas y constituyen un papel fundamental y principal en
el sustento económico del hogar, sin importar su estado civil o cargas familiares.
Esto ha aumentado en el período 1990–2011, producto de la necesidad de cubrir las
insuficiencias que pueda poseer el grupo familiar, especialmente ante la amenaza
de la pobreza.
En el año 1990 la cantidad de jefas de hogares que compuso el primer decil fue del
16,6%, mientras que en el décimo decil sólo un 8% conformaba la misma categoría. En
el año 2000 la proporción de jefas de hogar aumentó levemente para todos los deciles,
siendo un 17,2% para el primero y 15,5% para el último. Ahora bien, el año 2011 el número
de jefas de hogar no aumenta significativamente en términos generales, sin embargo, lo
hace más para el 10% de menores ingresos, pues un 36,5% de aquel decil está compuesto
por mujeres jefas de hogar, el 10% más rico en tanto, tiene un 23%.
.35
.3
.25
.2
.15
.1
Proporción de jefas de hogar
.4
Gráfico 4.4:
6 Proporción de jefas de hogares respecto del total de mujeres mayores
de 18 años para el decil de ingreso I y X, 1990-2011.
1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012
Año
Decil I
76
Decil X
Universidad San Sebastián
Todo esto, indica que la imposibilidad de acceder a una mayor cantidad de bienes
y servicios, ajunto a la contante vulnerabilidad a la pobreza, hacen que más mujeres
se hagan cargo de sus familias, especialmente en los grupos más desposeídos. Por
ello es tan importante disminuir la desigualdad a nivel de género, pues las brechas
entre las rentas de hombres y mujeres (para los mismos deciles) son preocupantes.
Con los datos de la EPF VII podemos constatar que las diferencias se mantienen
aún en este grupo especialmente vulnerable en los deciles con menos ingresos.
Las mujeres jefas de hogar del primer decil de ingreso reciben en promedio 7.5 UF
de ingreso disponible a una gran distancia de las jefas de hogar del decil más alto
de la población con casi 106 UF promedio.
10 20 30 40 50 60 70 80 90 100 110
0
Ingreso disponible del hogar en UF MUJERES JEFAS DE HOGAR
Gráfico 4.7
5: Ingreso disponible real por decil de mujeres jefas de hogar, 2013.
1
2
3
4
5
6
7
8
Decil de ingreso disponible del hogar
9
10
77
Progreso económico con insatisfacción social
Efectos en la empleabilidad femenina
La creciente inserción de la mujer en el mercado laboral inherentemente trae
consigo efectos, los que principalmente repercuten en materias asociadas al ser
femenino, es decir, la maternidad y natalidad.
La natalidad se constituye como uno de indicadores sociales más relevantes para el
país, en la medida que da muestra de la frecuencia con que ocurren los nacimientos en
una población determinada (INE, 2002). Este indicador da señas de las preferencias
de los habitantes del país, en lo que respecta a la decisión de tener hijos.
Entre 1990 y 2011, la tasa de natalidad pasó de 23 a 14 nacimientos por cada 1000
habitantes, es decir, que en poco más de veinte años, la natalidad en Chile cayó
un 38%.
.2
.19
.18
.17
.16
.15
.14
Tasa de natalidad
.21
.22
.23
8
1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012
Año
78
Universidad San Sebastián
Es probable que los requerimientos de la sociedad actual, adjunto el amplio acceso
a métodos anticonceptivos, hayan contribuido a la caída del indicador. Sin embargo,
uno de los principales determinantes de esta situación, es la necesidad de las mujeres
por insertarse en el mercado laboral y desde luego, el deseo de alcanzar un nivel
de madurez no sólo emocional sino también económica. Este último fenómeno se
constituye como una de los principales factores de postergación de la maternidad.
De esta forma la natalidad en Chile, como en muchos otros países desarrollados
y subdesarrollados, es pro-cíclica en el corto plazo, no obstante que presenta una
tendencia hacia el descenso en el largo plazo (Castañeda, 1996).
Natalidad por composición etaria de la madre
En el apartado anterior, pudo observarse claramente que la natalidad en Chile
va a la baja, es decir, que la decisión de ser padres se ha ido postergando cada vez
más durante los años. Ahora bien, al analizar el tema desde la arista de la edad de
la madre, los resultados vuelven a sorprender.
Entre 1990 y 2010 las mujeres cuya edad fluctúa entre los 20 y 34 años pasaron
del 76,2% al 68% (respectivamente) del total de madres del país, es decir que la
maternidad durante esos años, pasó a un segundo plano. Puede inferirse entonces que
durante dicho período, o más bien, durante aquella edad, las mujeres se encuentren
desarrollando algún otro proyecto, que les permite alcanzar otro tipo de madurez,
quizá académica y laboral, donde la opción de tener hijos queda relegada.
Al mismo tiempo, las mujeres de 35 años y más, aumentaron la tasa de natalidad
(respecto del total nacional) de un 10% a un 16,5% entre el mismo período de tiempo
mencionado. Esto implica, siguiendo la lógica previa, que las mujeres esperan alcanzar
un nivel de estabilidad emocional y económica al momento de conformar un hogar.
Distinta es la situación al observar el patrón de comportamiento del segmento
adolescente, es decir, aquellas mujeres cuya edad es inferior a los 19 años, donde
la proporción de nacimiento pasó de un 13,8% en 1990 a 15,6% en el 2010.
El patrón de conducta de las mujeres adolescentes –como ya se mencionó- escapa
un tanto de las lógicas que explican los comportamientos en cuanto a la natalidad,
sin embargo, es claro que este fenómeno (maternidad en mujeres precoces), genera
un impacto colateral en la economía.
Relacionando entonces los datos de maternidad adolescente con los años de
educación cursados, es posible encontrar el primer vínculo entre las tasas de
79
Progreso económico con insatisfacción social
nacimiento y la economía nacional, esto último sobre la base de la educación como
método de capacitación y perfeccionamiento en favor de un mejor desempeño en
el mercado laboral.
.6
.4
.2
0
Proporción de madres sobre el total
.8
9
1990
2000
Año
entre 20-34
menos de 19
2010
mas de 35
Es claro al observar el gráfico siguiente, que gran parte de las madres adolescentes
(entre 15 y 19 años) sólo logra terminar la educación media. Ahora bien, las cifras
difieren en la medida que exista un hijo adicional, es decir, un 69,5% de las madres
adolescentes con un hijo logra terminar los 12 años de escolaridad obligatoria, sin
embargo, el valor desciende a un 49,8% cuando se es madre de dos hijos. Básicamente
un segmento importante de la población en cuestión, no logra finalizar el ciclo de
escolaridad, fenómeno que tiende a anular las opciones de empleo, producto de la
precaria oferta laboral para mano de obra de escasa calificación, lo que finalmente
se traduce en insuficientes opciones de ampliar el nivel de ingresos.
80
Universidad San Sebastián
En razón de los datos expuestos, y considerando lo relevante del papel de la
educación, es posible determinar que las mujeres jóvenes, que abandonan los
estudios, merman sus posibilidades de mejorar la calidad de vida en razón del
precario desarrollo académico profesional.
Las mujeres con más de trece años de instrucción y un hijo ascienden al 4% del total
de las madres adolescentes, y aquellas con dos hijos constituyen sólo un 2%. Estas
cifras, que están bastante alejadas del segmento anterior, dan cuenta finalmente,
de lo complejo que resulta continuar la vida académica una vez que se es madre.
Los datos son claros y precisos: Sólo una pequeña minoría logra cursas educación
superior cuando tiene hijos, suceso que finalmente limita las expectativas de estas
mujeres, generando en ellas insatisfacción en razón de sus posibilidades futuras.
.8
.6
.4
.2
0
Proporción de mujeres madres (15-19) por años de estudio
Gráfico 4.10:
Mujeres madres
años,
con
uno
y dos
hijos,
clasificados
por
Gráfico
4 8: Mujeres
madresentre
entre1515y y1919
años,
con
uno
y dos
hijos,
clasificados
añosaños
de educación,
2010.2010.
por
de educación,
1
2
Hijos
entre 10-12
mas de 13
entre 7-9
Fuente: Elaboración propia en base a datos de las Estadísticas vitales del INE (2010).
81
Progreso económico con insatisfacción social
Finalmente, cabe señalar que la maternidad en condiciones de soltería para mujeres
adolescentes, altera la conducta de toda una familia, pues ésta debe ajustar su
patrón de ingresos y gastos al nuevo escenario imperante. Sin embargo un hecho
se puede desprender claramente: Mientras más bajo sea el decil al que pertenece la
madre adolescente (soltera), mayor impacto tendrá el nacimiento de un niño, pues
el nivel de ingreso es muy bajo, y las necesidades mínimas aumentan en demasía.
Y en la contraparte, las madres adolescentes que pertenecen a los deciles más
elevados del país, probablemente no ven alterada su vida en la misma magnitud,
pues tienen los recursos para cubrir las necesidades del infante, sin que ello cause
cambios en su situación económica final.
82
Universidad San Sebastián
Capítulo
5
Educación y
movilidad social
83
Progreso económico con insatisfacción social
84
Universidad San Sebastián
C
on el incremento de los niveles de ingreso real, comenzó a generarse otro
fenómeno que no era habitual: La población tendió a moverse entre un decil
de ingreso y otro, logrando en muchos casos dejar la situación de pobreza en el
pasado. Sin embargo, como se ha observado, la movilidad social es un proceso
más lento que una simple alza de ingresos monetarios. Así como existe movilidad
hacia arriba, también existe hacia abajo, lo que genera malestar entre quienes se
ven sobrepasados por quienes considera sus pares, pese a que también aumentó su
ingreso. La vulnerabilidad e incertidumbre profundizan este efecto. Por otra parte se
ha estudiado que existen importantes barreras a la movilidad ascendente, no solo
de tipo económico, sino social y cultural, lo que hace relativamente impermeable a
los sectores altos y medios altos. El aumento de cobertura en la educación media,
primero, y más recientemente en educación superior, sin duda contribuirá a bajar
barreras, pero con lentitud,
Parte de esta movilidad social ascendente se explica debido a que una proporción
creciente de la población en Chile ha ido accediendo a espacios que anteriormente
parecían vetados para ellos, como lo es su ingreso a la educación superior, cuya
matrícula se ha duplicado en la última década24. En 2013, la matrícula de todo el
sistema de educación superior alcanzó a 1.112.426 estudiantes25, lo cual representa
casi el 50% del tramo etario, lo que se conoce como tasa bruta de cobertura. Así,
para la población del primer quintil de ingresos la cobertura aumentó de un 7,6%
el año 1996 a un 17,3% el año 200626, mientras que para la población en el quinto
quintil de ingresos la cobertura se elevó desde un 63,2% el año 1996 a un 80% el
año 2006. De todas maneras, esas cifras reflejan un diferencial importante entre
ambos grupos27.
(24) Rolando, R., Salamanca, J., Aliaga, M. (2010). Evolución
Matrícula Educación Superior de Chile. Período 1990 – 2009. Editado
por el SIES y el MINEDUC, Santiago de Chile.
(25) SIES (2013). Matrícula 2013 de Educación Superior. Pregrado.
Editado por el SIES y el MINEDUC, Santiago de Chile.
(26) Meneses, F., Rolando, R., Valenzuela, M., Vega, M. (2010).
Ingreso a la Educación Superior: La Experiencia de la Cohorte de
Egreso 2005. Editado por el SIES y el MINEDUC, Santiago de Chile.
(27) International Journal of Educational Development. Volume
32, Issue 1, January 2012, Pages 132–144
85
Progreso económico con insatisfacción social
Una razón de lo anterior, vinculada a la deserción en educación superior, se encuentra
en los resultados de la Prueba PISA de 2012. La educación en Chile muestra avances
importantes, pero que todavía son lentos e insuficientes para acortar brechas, a nivel
internacional y dentro del país. Esto queda en evidencia al observar los puntajes
por tipo de establecimiento escolar.
El instrumento mide conocimientos de alumnos de 15 años en tres áreas: En
Matemáticas, los colegios municipales promediaron 391 puntos, por debajo del
promedio latinoamericano de 397; los particulares subvencionados 430, semejante
al promedio nacional de 423, y los particulares pagados 518 puntos, por encima
del promedio OCDE de 494.
En Lectura, los estudiantes de establecimientos municipales lograron 412 puntos,
muy parecido al promedio de los países latinoamericanos; los subvencionados
449, por sobre el promedio nacional de 445; y los privados, 522 puntos, de nuevo
superando el promedio OCDE de 496.
El fenómeno se repite en el caso de la prueba de Ciencias. Los municipales lograron
414 puntos, los subvencionados alcanzaron 453, con un promedio chileno de 445;
y los pagados alcanzaron 529 puntos, superando también el promedio OCDE.
Esto significa que el acceso a la educación superior por parte de los grupos de
mayores ingresos tiene brechas importantes a favor, respecto a los otros sectores28,
pero los grupos de recursos más bajos tienen una mayor probabilidad de “moverse”
hacia arriba que hace 2 o 3 décadas, por el mayor capital cultural y capital laboral que
adquieren con la educación superior. Pese a las dificultades de inserción en el trabajo
de egresados de la educación universitaria de algunas carreras y de instituciones
específicas, tenemos que para la gran mayoría los ingresos son mayores que su
grupo de referencia, y los retornos privados se estiman cercanos al 20%29 , lo cual
es bastante superior a las retribuciones obtenidas por profesionales equivalentes
en los países que integran la OECD, que alcanzan retornos promedio de 12%30
Por lo tanto, el ingresar a la educación superior representa una posibilidad para mejorar
el bienestar social de los estudiantes y sus familias, puesto que los estudiantes que
terminan la universidad obtienen de tres a cinco veces más que aquellos que sólo
terminan la educación media; los titulados en una carrera técnica de nivel superior
reciben en promedio un 50% más que quienes no estudian más allá de educación
(28) Mizala, Alejandra y Florencia Torche ; Bringing the schools
back in: the stratification of educational achievement in the Chilean
voucher system. International Journal of Educational Development
Volume 32, Issue 1, January 2012.
86
(29) Berríos, R., Duarte, J., Córdova, E. (2013). Retención y deserción
en la Educación Superior Chilena. ¿Por qué estudiarlas? Revista
Iberoamericana de Educación, Nº 61/3 - 15/03/2013.
(30) OECD. Education at a glance. Paris, 2013.
Universidad San Sebastián
media, y los que terminan una carrera en un instituto profesional, casi dos veces
más que aquellos que solo terminan el colegio. Obviamente, con una tasa promedio
de deserción cercana al 50%, y mucho más alta en carreras técnicas, sobre todo
vespertinas, esas cifras cambian para los que desertan del sistema; pero la deserción
es un fenómeno que merece más estudio y programas para disminuirla31.
Existe un debate sobre este punto, fundado en las diferencias de retornos entre
carreras, algunas de las cuales tienen una rentabilidad privada muy baja, si el gasto
de aranceles es sin subsidios. En la práctica, casi todos los estudiantes de los 4
primeros deciles financian los aranceles créditos subsidiados o becas, por lo que
la tasa interna de retorno (TIR) para ellos es mayor a la estimada.
Sin embargo, y a pesar de estos buenos resultados, el acceso aún no es equitativo,
pues sólo dos de cada diez alumnos del 10% de menores ingresos accede a la
educación superior, mientras nueve de cada diez jóvenes del 10% del grupo de
más ingresos acceden al sistema32. Considerando la deserción, esta desigualdad
se incrementa, porque en la educación superior existe menor retención de los
alumnos de ingresos más bajos, por dificultades económicas o por su menor base
de competencias, conocimientos y habilidades para proseguir estudios terciarios.
Un estudio reciente de comparaciones internacionales, es un informe que utiliza
la base de datos de la OECD33, analizando la rentabilidad de las inversiones en
educación superior. Con datos de 2007 se llega a la conclusión que un hombre, que
ha realizado estudios universitarios, en promedio recibe un valor actual de 175.000
dólares mayor al que sólo tiene estudios de bachillerato, que es el término de la
educación media. En el caso de la mujer, la rentabilidad de los estudios universitarios
es más baja: 110.000 dólares. El beneficio para la sociedad (evaluación social de
proyectos) de los estudios universitarios sería inferior al beneficio privado (para quien
ha estudiado), pero tiene, de todas maneras un valor positivo, de 91.000 dólares.
Estos datos no significan que la educación sea principalmente un bien privado;
por el contrario, muestra la alta rentabilidad social de la inversión en estudios
universitarios. Resulta lógico que en una estructura rígida de ingreso a carreras
muy definidas, los cambios en la demanda por carreras sea más lento que en una
estructura más flexible, tipo “College”; en todo caso, los cambios en la demanda de
(31) Elevar la baja tasa de egreso de estudiantes en Colleges
y Community Colleges es uno de los principales objetivos del
sistema en Estados Unidos, cuya cifra es similar a la chilena. Se ha
demostrado que los cursos “remediales”, fuera del curriculum de un
área, no tienen un efecto significativo.
(32) De acuerdo a www.mifuturo.cl, 2013.
(33) OECD. What Are the Returns on Higher Education for
Individuals and Countries? Paris, Junio 2013. Basado en Education at
a Glance 2011 indicators.
87
Progreso económico con insatisfacción social
quienes postulan a las disciplinas o carreras menos rentables nunca es rápido, y las
modificaciones por obsolecencia o menores posibilidades ocupacionales tienden
a producirse en la oferta de educación superior.
A partir de ahí el informe concluye que, pese a las limitaciones de este tipo de
estudios, se puede afirmar que el costo de la educación superior para un individuo
(matrículas financiadas por los estudiantes), que puede ser muy elevado, más el
esfuerzo, costo de oportunidad al no dedicar varios años al trabajo remunerado,
etc. es una inversión muy rentable a nivel personal, en especial en países como
Italia, Portugal, EE.UU. y Corea. Desde el punto de vista de la sociedad, los costos
que ésta asume (subvenciones a universidades, becas, etc.) representan un tercio
de los beneficios alcanzados en el promedio de países de la OECD y, por tanto, esos
costos son ampliamente cubiertos por los ulteriores beneficios sociales derivados
de los titulados del nivel superior (mayor productividad, más capital cultural, los
graduados universitarios pagan más impuestos, entre otros).
También existe el fenómeno de reducción en esa tasa de rentabilidad en el
tiempo, que se relaciona con el crecimiento de egresados mayor al crecimiento
de la demanda, que se conoce como “devaluación educativa”. La OECD concluye
afirmando que los beneficios económicos de la educación superior son importantes,
tanto para las “personas como para la sociedad”, pero advierte que la ampliación
creciente del número de graduados universitarios en todo el mundo y las mayores
tasas de desempleo entre éstos pueden, en algún caso, llegar a poner en tela de
juicio estas ventajas, ventajas que, como se ha analizado en diversos estudios, son
menos importantes en algunas carreras y universidades34. La movilidad social de
la educación, además está limitada por un conjunto de factores, sobre todo en los
grupos de ingresos más altos, como se muestra en países de América Latina.35 “La
alta reproducción intergeneracional de la riqueza y baja probabilidad de las personas
con orígenes en el quintil más rico de experimentar movilidad descendente larga
aparece como un patrón particularmente Latinoamericano. Por ejemplo, en Suecia
y Estados Unidos alrededor de un 37% de personas cuyos padres pertenecían al
quintil más rico permanece en dicho quintil. En Chile este porcentaje alcanza 46%
y en México llega a un muy alto 59%.” Urzúa indica un valor de 51% para el quintil
más alto y 56% para el decil superior.
(34) Urzua, Sergio. (2013) Desigualdad en Chile Seminario Desigualdad
y Desarrollo: Perspectivas va para Chile. Centro de Estudios Públicos,
Marzo 2013.
88
(35) Torche, Florencia (2009). “Sociological and Economic
Approaches to the Intergenerational Transmission of Inequality
in Latin America” Working Paper HD-09-2009-UNDP, New
York.
Universidad San Sebastián
Un aspecto que se resalta es la alta frecuencia de matrimonios y parejas entre
personas de los grupos más altos, y del mismo nivel educacional, lo que ha sido
ampliamente estudiado en Antropología Social. En el caso de Chile, se han encontrado
fuertes barreras en este sentido en la parte más alta de la distribución educacional,
combinada con mucha mayor fluidez en los niveles inferiores.
Un estudio de los flujos específicos de movilidad en nuestro país, encontró significativas
barreras a la movilidad descendente de largo plazo en la elite chilena, y pocas barreras
en los sectores de menores recursos. Eso llevó a Florencia Torche36 a concluir que
“La alta movilidad chilena, sin embargo, no tiene mayores consecuencias, porque
tiene lugar entre clases que comparten posiciones similares en la jerarquía social
de recursos y recompensas”
Como la correlación entre el nivel de ingresos y la pertenencia a la elite es fuerte,
significa que es difícil la movilidad ascendente hacia la elite, que pueden ser aminoradas
con mayor calidad y equidad en la educación. La evidencia de mejor distribución
de ingresos entre los jóvenes, atribuida a la mayor cobertura en educación superior,
es un elemento de optimismo en este panorama.
(36) Torche, Florencia ( 2010). “Educational Assortative Mating and Economic Inequality: A Comparative Analysis of Three Latin
American Countries” Demography 47(2):
89
Progreso económico con insatisfacción social
90
Universidad San Sebastián
Capítulo
6
Demografía y
tercera edad
91
Progreso económico con insatisfacción social
92
Universidad San Sebastián
D
urante los últimos 20 años se han evidenciado una serie de cambios en cuanto a
la calidad de vida de la ciudadanía, cambios que han determinado en gran parte
la prolongación de los años de existencia de las personas. Estos elementos están
asociados básicamente al incremento del nivel de renta y las mejoras sanitarias. El
primero ha concedido a miles de personas la oportunidad de acceder a una mayor
cantidad de bienes y servicios –los que permiten cubrir las distintas necesidades que
surgen acorde grupo etario-, y el segundo contribuye principalmente al progreso
en materias salud.
Gráfico 6.1: Estructura
demográfica de Chile,
1990-2011.
Fuente: Elaboración propia según datos de INE.
93
Progreso económico con insatisfacción social
Al analizar los cambios de la población entre 1990 y 2011 destacan de modo particular
dos fenómenos; los que conciernen a la población infantil y los relacionados a
los adultos mayores. El segmento de población que comprende a los sujetos con
edades de 0 a 10 años ha disminuido su crecimiento en un 9%, esto implica que
durante los últimos 20 años el número de nacimientos se ha reducido, y que,
progresivamente, hemos ido teniendo menos niños. En la contraparte, la población
cuya edad sobrepasa los 60 años se ha incrementado de modo tal que evidencia una
variación de 114% para el mismo periodo de tiempo, cifra que excede el crecimiento
de todos los rangos etarios.
Esta situación da cuenta de un cambio en la estructura demográfica del país, pues
si en 1990 la base de la población estaba compuesta por el grupo de menor edad,
hoy observamos una importancia creciente del grupo de población que sobrepasa
los 60 años. Por lo tanto, desde el punto de vista poblacional, el país está próximo
a tener una cantidad de adultos mayores que superará a la población infantil, a
menos que tengamos una inmigración que modifique estas tendencias, lo que no
parece muy probable.
Producto del estilo de vida actual los adultos mayores de hoy presentan un nivel
de vida muy diferente al existente hace 20 años. Hay una inquietud notoria de este
grupo por insertarse en la sociedad, participar en diversas actividades, de modo tal
que sea posible satisfacer las distintas necesidades que poseen. La problemática
que se plantea a partir de la situación descrita es determinar si la sociedad en su
conjunto, el estilo de vida predominante, el sistema económico y las políticas públicas,
tal como se conocen, están preparados para el cambio demográfico descrito. Desde
la perspectiva de las políticas, no se conocen o no existen planes dentro de una
estrategia para abordar este fenómeno, que impacta los servicios de salud, pensiones,
infraestructura y otros bienes y servicios, que son crecientemente demandados.
Proporción de adultos mayores por quintil
Es evidente que el país ha progresado mucho, sobre todo en materias sanitarias
y de calidad de vida. Gracias a aquello es que la esperanza de vida de los chilenos
ha aumentado durante los últimos veinte años. Básicamente las personas viven más
y mejor, que hace 25 o 30 años atrás. Resulta interesante analizar la evolución de
la proporción de adultos mayores desde 1990 adelante, según niveles de ingreso
de los hogares, que es nuestro análisis por percentiles. La proporción de adultos
mayores se ha incrementado para todos los grupos socioeconómicos, sin embargo,
las cifras más relevantes se dan entre los extremos.
94
Universidad San Sebastián
En 1990, cerca del 5% de la población que componía el primer quintil, el de menores
ingresos, era adulto mayor. Cifra bastante baja si se considera que en ese mismo
período, en el quintil más alto los adultos mayores conformaban el 13,7% de la
población correspondiente a ese grupo. Básicamente, la calidad de vida que en
1990 tenía el segmento más pobre de la población era muy desmedrada con los
parámetros actuales (elevados índices de pobreza y condiciones sanitarias deplorables,
entre otros). Teníamos una baja tasa de población de más edad en los primeros
quintiles; muy por el contrario, el 20% de los hogares con mayores ingresos tenían
condiciones de vida que les permitían prolongar su vida en varios años sobre la
sobrevida de los más pobres.
Las cifras descritas se tuvieron variaciones durante los años siguientes. Así, al año
2000, la proporción de adultos mayores que conformaban el quinto quintil era de 13,5%,
mientras que en el primer quintil, la cifra se incrementó a 7,2%. Como se ha mencionado
en reiteradas ocasiones, la calidad de vida de todos los chilenos mejoró, lo que resultó
principalmente beneficioso para los adultos mayores del primer quintil. Esto implica
que los adultos mayores de menores recursos también viven más tiempo, aunque la
sobrevida es mayor en los deciles de altos ingresos. Naturalmente, eso hizo crecer el
número de adultos mayores y su proporción en el total de la población.
.
95
Progreso económico con insatisfacción social
La proporción de personas mayores de 60 años que pertenecían el quintil superior
en el año 2011 se incrementó a 16%, es decir, en 20 años la proporción de la población
de adultos mayores con mayor capacidad de compra del país creció un 3%. En la
contraparte, al mismo año, la proporción de adultos mayores que integraban el
primer quintil era de un 14,8%. Esto indica que en 20 años hubo un incremento de
9,6 puntos porcentuales para este grupo.
El aumento observado en el nivel de ingreso de los hogares constituyó un aporte
fundamental para los adultos mayores del primer quintil, pues les permitió acceder
a diversos bienes y servicios, que antes resultaban ser inalcanzables. Esta capacidad
(que los de más edad de los quintiles más altos ya poseían) permitió a los adultos
mayores vivir más y en mejores condiciones. Ahora bien, aun cuando esta situación
es positiva -en la medida que la gente vive “más y mejor”- se debe tener en cuenta
que la existencia de un número más alto de adultos mayores genera un cambio en
cuanto a la estructura de las necesidades sociales, además de una inserción más
profunda del adulto mayor en todo plano de la vida social, especialmente el laboral.
No obstante lo anterior, todavía tenemos una brecha alta entre grupos de ingresos
distintos. Los promedios de expectativas de vida esconden diferencias según
ingresos o nivel socioeconómico. Este hecho es bastante universal, pero en Chile
la desigualdad es muy grande, mayor a lo que la sociedad y las políticas públicas
parecen considerar. De acuerdo a cifras entregadas por la Escuela de Salud Pública
de la Universidad de Chile, que hizo un estudio de seguimiento a personas de 60
años, la desigualdad es clara, tanto en probabilidad de sobrevida como en el período
en que enfrentarían problemas de salud. El caso de las mujeres es impresionante:
Expectativa de vida mujeres a los 60 años, según nivel socioeconómico:
Clase Baja: 17 años, de ellos 12 con problemas de salud.
Clase Media: 20 años, 9 con problemas de salud.
Clase Alta: 28 años, 8 con problemas de salud.
Según especialistas en salud pública, el proceso biológico del envejecimiento
interactúa con otros factores, lo que entrega las mayores o menores probabilidades
de años de vida y, dentro de ellos, el período con problemas de salud. El contexto
social, el acceso oportuno a atención de salud, la comprensión de la situación
o educación sanitaria, las posibilidades de mantener los tratamientos médicos
en especial los medicamentos, son los factores que más inciden. Como es
evidente, los ingresos pasados y presentes tienen alta correlación con todos
ellos, por eso, en la llamada clase media existen grupos de adultos mayores
con alta vulnerabilidad.
96
Universidad San Sebastián
Situación laboral de la tercera edad por quintil
Es factible pensar que si ahora las personas viven más tiempo de lo que se
estimaba en otra época, también se prolongan sus capacidades laborales, es decir,
que los adultos mayores tienen la posibilidad de ser por más tiempo parte de la
fuerza de trabajo, que es población laboral activa del país. En los últimos 20 años
la participación laboral de los adultos mayores se ha incrementado en términos
generales. Sin embargo, hay fuertes diferencias al respecto, puesto que dicho
incremento se da con mayor intensidad en el segmento de población que pertenece
al quintil de ingresos más altos.
En 1990 el nivel de participación laboral de los adultos mayores pertenecientes
al primer quintil era el 17,4%, esta cifra se mantuvo dentro de patrones similares
durante 10 años, alcanzando en el año 2000 el mayor valor observado (22,8%). Entre
el 2003 y 2011 la tasa de participación del grupo de personas en cuestión comenzó
a disminuir progresivamente, registrándose al 2011 sólo un 11,2% de participación
en el mercado laboral.
Todo lo contrario sucede en el quinto quintil, pues en 1990 el nivel de participación
de este grupo era de un 31,9%. La variable en cuestión se mantuvo al alza hasta el
año 2000, donde se genera una leve reducción del nivel de participación. El 2003 se
produce un alza notoria, de 36,3% a 43, la que se mantiene dentro de este parámetro
hasta el 2011, año en que la participación laboral de este grupo llega al 45%.
La existencia de una brecha entre los sectores de menores y mayores ingresos de la
población de adultos mayores es clara e innegable, y no se ha logrado mejorar con
el paso del tiempo. Básicamente, los adultos mayores que pertenecen a los grupos
socioeconómicos superiores tienen más posibilidades de encontrar empleo, en la
medida que logran insertarse con bastante más facilidad en el mercado laboral. No así
los adultos mayores del primer quintil, que en la medida que su edad es más avanzada,
ven también mermadas sus posibilidades de encontrar empleo. Esta situación resulta
un tanto paradójica, si se considera que los ancianos pertenecientes a los primeros
quintiles son quienes más necesidades tienen, y sus fuentes de ingreso son las más
precarias. El grupo de ingresos más bajos tiene problemas de salud importantes,
por encima de los sectores más altos, pero, además, el mercado laboral no parece
tener capacidad de absorción de la población sobre 60 años, lo que implica una
barrera al segmento más vulnerable en términos sociales y económicos y mayores
posibilidades a quienes ya poseen una mejor calidad de vida.
97
Progreso económico con insatisfacción social
Gráfico 6 . 3: Participación Laboral de personas mayores de 60 años para I y V
quintil de ingreso, 1990-2011.
En cuanto la tasa de desempleo, se registran fluctuaciones que pueden ser
catalogadas como positivas, si se considera que durante los últimos 20 años ésta
ha disminuido en términos porcentuales, mas resulta serio, y desde luego negativo,
que las brechas existentes entre grupos socioeconómicos sean muy significativas.
En 1990 el desempleo de los adultos mayores del primer quintil fue de 21,2%,
mientras que el quintil alto sólo registraba un 0,6%. La situación continuó igual al
año 2000, donde el primer quintil tuvo un 22,9% de desempleo, contra un 1,2% del
grupo más pudiente.
En el año 2011 se produce una baja considerable en el nivel de desempleo, pues en
dicho año el primer quintil mostró un 10,9% de desempleo, de todas maneras con
gran diferencia respecto al 0,9% del segmento con mayor nivel de renta. Así, el
desempleo ha mejorado sus índices para los adultos mayores del país, no obstante,
quienes resultan menos activos son los grupos de menores ingresos, los que
98
Universidad San Sebastián
.
paradójicamente son quienes requieren más ayuda, mientras que el adulto mayor del
grupo más alto logra mantenerse inserto en el mercado laboral de modo bastante
activo para quienes desean trabajar. Las brechas entonces son profundas y están
lejos de ser erradicadas, por el contrario, con el paso del tiempo las capacidades y
habilidades diferenciales entre grupos los separan con gran fuerza.
Es necesario tener en consideración la naturaleza de los trabajos de quienes componen
los quintiles primero y quinto. Los trabajos asociados a quienes están insertos en
el segmento de ingresos más reducidos del país tienen que ver principalmente
con un trabajo que involucra el esfuerzo físico, por tanto, al alcanzar cierta edad el
nivel de rendimiento ya no es el mismo y el mercado laboral comienza a dejarlos al
margen. Existen servicios que se expanden para quienes tienen pocas habilidades
asociadas a las nuevas tecnologías, como aseo o atención en el comercio formal
o informal, que tienen bajas remuneraciones por su escasa productividad, pero
también requieren esfuerzos físicos e intelectuales fuera de las posibilidades de un
grupo que, en su mayoría, es analfabeto funcional.
99
Progreso económico con insatisfacción social
Muy diferente es la situación en otros sectores, en la medida que los trabajos están
asociados al esfuerzo intelectual y no dependen casi exclusivamente del esfuerzo
corporal. Ello implica que el mercado laboral permite mantenerse activos a esos
adultos mayores quienes, por tanto, pueden mantenerse vigentes por más años.
Esto explicaría en gran parte la existencia de brechas de empleo y salarios entre
grupos según situación económica, apuntando a que los requerimientos del mercado
laboral para los adultos mayores mantienen o profundizan las desigualdades de
educación y capacidades.
Evolución del ingreso de la tercera edad
Si observamos el mercado laboral, es evidente la situación de desigualdad en
que viven los adultos mayores entre los distintos grupos socioeconómicos, por
ende, es válido pensar que las diferencias trascenderán también a la capacidad de
generación de ingresos y, además, se harán más profundas cuando no se considera
la intervención del estado. En primer lugar consideremos el ingreso autónomo; en
esta categoría, los adultos mayores del quinto quintil poseían en 1990 una renta 14
veces superior a la del primero. Dicha brecha disminuye a 12 cuando se considera
el ingreso monetario, con transferencias del Estado en dinero.
En el año 2000 se observa una situación similar, en cuanto el ingreso autónomo del
quinto quintil es 15 veces mayor al del primero, con una diferencia que disminuye
al considerar la renta monetaria, pues resulta ser 13 veces superior. Al año 2011, las
diferencias se reducen nuevamente al considerar el ingreso monetario, pues pasan de
15 a 10 veces, por los subsidios monetarios que reciben las familias de ingresos más
bajos. Esta es una doble mejora, pues el ingreso de los grupos altos ha subido. Las
transferencias del Estado pasan a ser un determinante fundamental para disminuir
las diferencias que se generan entre los grupos estudiados.
Es indudable la existencia de un cambio demográfico en el país, como también lo
es la falta de preparación que la sociedad tiene al respecto. En la actualidad ya es
posible observar efectos sobre las personas responsables de la mantención de los
adultos mayores, las que ven afectada su vida familiar, sus posibilidades de trabajo
e, incluso, el tiempo libre, producto de la atención que los más ancianos requieren.
Resulta necesario articular y adaptar la sociedad actual a los requerimientos de los
adultos mayores, pues los costos financieros son muy altos, y los costos sociales
inconmensurables. Es un tema extremadamente complejo, porque involucra factores
culturales y sociales difíciles de modificar, lo que hace que algunos programas, con
una visión voluntarista que confunde el ser con el deber ser, hayan fracasado.
100
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15
14
13
12
11
10
9
Razón 20/20 autónomo y monetario
16
Gráfico 6.5: Evolución razón 20/20 para el ingreso real autónomo y monetario
de los mayores de 60 años, 1990-2011.
1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012
Año
Autónomo
Monetario
Hemos visto que las desigualdades se mantienen, lo que no es sorprendente, en las
etapas finales de la vida. En el fondo, se observa que las diferencias se extienden,
finalmente, durante toda la vida. Podemos tomar como ejemplo, las desigualdades
causadas por diferencias educacionales; ellas permanecen durante la mayor parte
de la vida de los sujetos, es decir, la condición de vida de los adultos mayores está
dada, en gran parte, por la inequidad de la situación global en que han vivido. Por
tanto, al llegar a la tercera edad, sólo habrá una extensión de la condición previa,
y prácticamente muy bajas posibilidades de superación autónoma. Eso hace
indispensable tener políticas de distinto tipo, desde incentivos al trabajo hasta
subsidios para cuidados de aquellos que no son completamente autovalentes.
Las realidades entre un grupo de adultos mayores y otro son, como pudo observarse,
es completamente distintas. Tiende a darse que los adultos mayores que poseen
más necesidades son aquellos que presentan menores posibilidades de estar activos,
por problemas de salud, y si buscan trabajo les resulta muy difícil obtenerlo, y
101
Progreso económico con insatisfacción social
lógicamente generan menos ingresos. Por ello, las políticas públicas de ingresos,
salud, atención de salud y cuidado en las familias y en centros especializados son
un desafío enorme para el país, que ya han enfrentado los países más desarrollados,
que requiere una enorme cantidad de esfuerzos y recursos. Este es un tema que
creemos va a estar en primera línea de las manifestaciones de insatisfacción social,
como ya lo vemos en materias de atención de salud, especialmente en invierno por
el aumento de enfermedades respiratorias.
102
Universidad San Sebastián
Capítulo
7
¿Por qué es importante
la interrelación entre
prosperidad, desigualdad
e insatisfacción?
103
Progreso económico con insatisfacción social
104
Universidad San Sebastián
Desigualdad y estabilidad socio política
A
lgunos todavía citan el trabajo de Kuznets, publicado en American Economic
Review en 1955, que apuntaba a que si en un país se daba un proceso de
crecimiento sostenido, la distribución del ingreso empeoraba durante un lapso no muy
bien definido, para posteriormente generar menos desigualdad (relación graficada
con forma de U); el núcleo del argumento tenía que ver con la industrialización
y la acumulación del capital humano. Esta hipótesis no se ha sostenido con las
investigaciones posteriores37 , porque esa relación es diferente entre países, sin
regularidades como la explicada por la curva como una U.
Se ha enfatizado el impacto de la desigualdad en el crecimiento económico y
también su relación con la estabilidad social y política. La literatura económica
sobre la interrelación entre la desigualdad y la estabilidad institucional ha crecido
exponencialmente desde los años 90, como se demuestra en la bibliografía de los
trabajos citados.
En el año 2009, Richard Wilkinson publicó junto a Kate Pickett un libro38 donde
reunieron ensayos producto de sus estudios, donde se mostraba la existencia de
una correlación entre los problemas sociales y las inequidades en la distribución
del ingreso. Básicamente, planteaban que la desigualdad en el nivel de renta es un
factor determinante en lo que compete a la calidad de vida de un país. De este
modo, los países que poseen mayores desigualdades en el nivel de ingreso estarán
considerablemente expuestos a que se generen una serie de problemas sociales,
entre los que destacan: Una menor esperanza de vida, bajo rendimiento de los
niños en el área de lingüística y matemáticas, elevadas tasas de mortalidad infantil,
(37) Milanovic, Branko. (2011) The have and have not’s. A brief
and idiosyncratic history of global inequality. Basic Books,
(38) Wilkinson, R y Pickett, K. (2009), “Desigualdad. Un análisis
de la (in)felicidad colectiva”. Turner, Madrid.
105
Progreso económico con insatisfacción social
aumento en la tasa de homicidios, mayores proporciones de la población en prisión,
una mayor tasa de embarazos adolescentes, mayor cantidad de personas con
obesidad y enfermedades mentales y poca movilidad social, entre otros. Es decir,
Wilkinson y Pickett plantean que es de esperarse que en países con altos niveles
de desigualdad se registren indicadores sociales más bien deficientes. En nuestro
país tenemos un panorama mixto al respecto: Hay una gran mejoría en indicadores
duros, como mortalidad infantil y esperanza de vida, un poco mejor en movilidad
social, bajo rendimiento escolar de gran parte de niños y jóvenes, muchísimos en
prisión, tasa creciente de embarazos adolescentes, y altas tasas de obesidad y
enfermedades mentales. Lo que es notorio, a nuestro juicio, es la fuerte insatisfacción
que es causada en parte importante por la desigualdad.
En la contraparte, los países más pobres pero con una mejor distribución del ingreso,
no desarrollarían las mismas problemáticas (o al menos no a niveles elevados), pues
es la desigualdad en sí la que se convierte en un agente distorsionador, y no el
ingreso nacional o el crecimiento económico. Dicho de otro modo, un país rico pero
con una evidente brecha entre clases sociales es bastante más disfuncional, posee
mayores niveles de violencia y mayores tasas de enfermedades asociadas al nivel
o estatus socioeconómico; mientras que un país pobre, pero con una distribución
más justa, poseería una población más sana y feliz, en términos relativos.
Otra de las problemáticas que se derivan a partir de la disparidad en materias de
distribución, es la generación de una serie de efectos de tipo psicosocial, básicamente
fenómenos asociados a emociones de superioridad e inferioridad; es decir, personas
que buscan valorarse y degradarse entre sí. Wilkinson determinó que esta situación
se da a partir de una competencia de estatus, la que está definida esencialmente por
un fuerte contexto de consumo. Esta lógica indica que las personas que pertenecen
a sociedades con altos niveles de desigualdad están constantemente sometidas a
juicios sociales, los que finalmente modulan el actuar de los sujetos, haciendo que
las brechas ya existentes se acentúen y generen aún más malestar. Por consiguiente,
no importaría tanto la magnitud de la renta, si no cuán bien o mal distribuida se
encuentra ésta, pues la calidad de vida de las personas dependería de ello.
Como señalamos, este tema ha sido importante en los últimos 20 años. Un artículo
de 1993 escrito por Alberto Alesina de la Universidad de Harvard y Roberto Perotti
de la Universidad Bocconi39 estudió a 71 países entre 1960 y 1985, y encontró que
los niveles más altos de desigualdad en el ingreso se asociaron con un aumento
(39) Alesina, Alberto y Perotti, Roberto; Income Distribution, Political Instability, and Investment. NBER Working Paper No. w4486
Working Paper Series.
106
Universidad San Sebastián
de la inestabilidad social. Su explicación fue que los disturbios a menudo estallan
cuando se debilita una clase media acomodada.
Es importante citar in extenso un informe reciente del FMI40 , porque presenta un
estudio empírico acerca de la relación entre esas variables,
“La relación entre la desigualdad de ingresos y el crecimiento económico es compleja.
Una cierta desigualdad es esencial para el funcionamiento eficaz de una economía
de mercado y tener los incentivos necesarios para la inversión y el crecimiento.
Pero la desigualdad también puede ser destructiva para el crecimiento, por ejemplo,
amplificando el riesgo de crisis o haciendo difícil para los pobres a invertir en la
educación. También la evidencia es mixta: Alguno han encontrado que el crecimiento
promedio durante largos períodos de tiempo es mayor con más igualdad inicial; otros,
que el aumento de la igualdad hoy tiende a reducir el crecimiento en el corto plazo”.
“En la literatura empírica sobre el crecimiento y la desigualdad, sin embargo, ha faltado
una característica clave del proceso de crecimiento en los países en desarrollo: Su
falta de persistencia. El ingreso per cápita típicamente no crece en forma sostenida
durante décadas. Por el contrario, períodos de crecimiento rápido son a veces
interrumpidos por colapsos, o se observa el estancamiento, las colinas, valles y
mesetas del crecimiento... La cuestión más relevante para muchos países es: ¿Cómo
se relaciona la distribución de ingresos con estos fuertes saltos del crecimiento?”
“Esta nota se centra en la duración de los períodos de crecimiento -definida como el
intervalo a partir de un crecimiento positivo y terminando con una disminución— y
sobre los vínculos entre diversas políticas en la duración y características del país,
incluyendo la distribución de ingresos. Resulta que incluso los países más pobres
han logrado iniciar el crecimiento a tasas elevadas durante unos años. Lo que es
más raro -y lo que separa a los milagros de crecimiento de los rezagados- es la
capacidad para sostener el crecimiento. La pregunta que surge es: ¿Qué determina
la longitud del período de crecimiento, y cuál es el papel de la desigualdad de
ingresos en su duración?”
“Nos encontramos con que crecimientos prolongados están sólidamente asociados
con más equidad en la distribución del ingreso. Por ejemplo, cerrar, a la mitad la brecha
de desigualdad entre América Latina y los países emergentes de Asia generaría,
según nuestras estimaciones centrales, más del doble de la duración prevista de un
período de crecimiento. La desigualdad típicamente cambia con lentitud, pero un
(40) Berg, Andrew and Ostry, Jonathan, Inequality and Unsustainable Growth: Two Sides of the Same Coin? International
Monetary Fund Research Department. April 8, 2011.
107
Progreso económico con insatisfacción social
número de países de nuestra muestra ha experimentado mejoras en la distribución
de los ingresos de cierta magnitud en el curso de un período de crecimiento. La
desigualdad sigue siendo importante, por otra parte, aun cuando otros factores
determinantes de la duración del crecimiento — los shocks externos, ingreso inicial,
calidad institucional, apertura al comercio y la estabilidad macroeconómica — sean
tenidos en cuenta.”
“Una implicación clave de estos resultados es que es difícil separar el análisis de
la distribución de ingresos y crecimiento. La función inmediata de la política, sin
embargo, es menos clara. Un aumento de la desigualdad puede acortar la duración
del crecimiento, pero esfuerzos mal diseñados para reducir la desigualdad podrían
distorsionar groseramente los incentivos y, de tal modo, socavar el crecimiento,
dañando incluso el empleo.”
“Si existen o no tensiones a corto plazo entre las políticas de crecimiento y de
distribución del ingreso, las pruebas presentadas en esta nota no son decisivas.
Pero el análisis siguiente tal vez inclina la balanza hacia la noción que atender a la
desigualdad puede traer importantes beneficios de largo plazo para el crecimiento.
Sobre horizontes más largos, reducir la desigualdad y el crecimiento sostenido
pueden ser así dos caras de una misma moneda.”
En octubre de 2012, The Economist41, que siempre ha sido un tenaz promotor de una
economía de mercado y abierta al exterior, retrató de la siguiente forma el cambio
en la posición generalizada entre los economistas anglosajones:
“El consenso dominante desde hace mucho tiempo es que una economía creciente
levanta todos los barcos, con muchos mejores efectos que la redistribución de
incentivos. El Premio Nobel, Robert Lucas, resume la ortodoxia cuando escribió en
2003 que ‘de las tendencias que son perjudiciales para una economía sana, la más
seductora y... venenosa es centrarse en las aspectos de la distribución’. Pero, ahora,
el establishment económico ha comenzado a preocuparse acerca de quién qué. Las
investigaciones realizadas por economistas del FMI sugieren que la desigualdad de
ingresos ralentiza el crecimiento, provoca crisis financieras y debilita la demanda.
Las crecientes brechas en muchos países están comenzando a preocupar incluso a
los plutócratas. Una encuesta de la reunión del Foro Económico Mundial de Davos
señaló a la desigualdad como el problema más acuciante de la próxima década (junto
con los desequilibrios fiscales). En todos los sectores de la sociedad, cada vez hay
más acuerdo en que el mundo es cada vez más desigual, y que las desigualdades
de hoy y su probable trayectoria son peligrosos”.
(41) The Economist, “For richer, for poorer”. Publicado el 13 de octubre de 2012. Traducción hecha por los autores.
108
Universidad San Sebastián
El bienestar y la percepción de la desigualdad
Con el objeto de analizar la satisfacción de las personas respecto a su situación
económica, el sicólogo social Daniel Kahneman realizó una serie de estudios que
buscaron establecer una relación entre ambas variables42. Al respecto, Kahneman
señala en una parte de sus conclusiones que las personas, producto de su naturaleza,
buscan mantener sus condiciones de vida del modo más estable posible, mientras
éstas sean favorables. Vale decir entonces, que las personas tienden a ser reticentes
a los cambios en lo que respecta al nivel de vida, pues consideran que la desventaja
de abandonar una condición es mayor que la ventaja de cambiar. Las personas
tienen una clara aversión a las pérdidas y, por tanto, todas las decisiones que
toman están destinadas a minimizar el riesgo de hacer que una situación futura
sea peor que la actual; dicho de otro modo, que las medidas a tomar impliquen la
menor pérdida posible.
Desde una arista cuantitativa, Kahneman intenta medir la felicidad, especificando que
las personas que poseen un nivel de ingreso inferior a 60.000 dólares anuales son
infelices, y lo son aún más, cuanto más pobre se vuelven. El dinero, acorde al autor,
no logra comprar felicidad. No obstante, la falta del mismo produce con seguridad
desdicha, la que efectivamente puede ser medida según este investigador. Por lo
tanto, esto permitiría decir que mientras más dinero se gane, más satisfecho se estará.
Diferentes estudios indican que el bienestar aumenta con mayores ingresos, excepto
a niveles muy altos, que no son los de la inmensa mayoría de los chilenos, y se
ha demostrado que dentro de cada país existe una altísima correlación entre los
niveles de ingreso con casi todos los condicionantes del nivel de bienestar43. En un
análisis sobre las investigaciones sobre “felicidad”, se señala: “Las condiciones para
la felicidad no son las mismas en cualquier momento ni en cualquier lugar. Tampoco
lo son sus consecuencias. Aunque existen requisitos universales para una vida feliz,
algunos parecen contingentes a las características de la persona y de la situación.
Por ejemplo, felicidad se correlaciona fuertemente al ingreso en países pobres y
socialmente desiguales, y más aún entre personas materialistas”.
Sobre esa base, es posible afirmar que, en general, el dinero incrementa la felicidad.
Las investigaciones muestran que habría un punto de saciedad en cuanto al nivel
(42) Entre estos estudios destacan: Schkade, D. A.; Kahneman,
D. (1998). “Does living in California make people happy? A
focusing illusion in judgments of life satisfaction”. Psychological
Science 9 (5): 340–346; y: Kahneman, D.; Krueger, A.; Schkade,
D.; Schwarz, N.; Stone, A. (2006). “Would you be happier if you
were richer? A focusing illusion”. Science, 312 (5782): 1908–10.
Vale la pena mencionar que por las investigaciones en esta área
le fue otorgado el premio Nobel en Economía en el año 2002.
(43) Veenhoven, Ruut. Example of a focused ‘Findings Archive’
WORLD DATABASE OF HAPPINESS ,Erasmus University
Rotterdam; published as working paper No. 169, German Data
Forum RatSWD, Februari 2011.
109
Progreso económico con insatisfacción social
de ingresos que se , pero es muy alto. Por eso, se puede afirmar que una renta
más alta hace que prácticamente todo el mundo sea más feliz, aunque cada peso
adicional entrega menos felicidad que el anterior, que es la muy conocida utilidad
marginal decreciente al ingreso.
Eso sí, tendemos a sobrestimar el potencial del dinero en nuestra felicidad. Daniel
Kahneman44 , escribe: “El ingreso es un factor importante en la satisfacción de las
personas con sus vidas, pero es bastante menos importante que lo que la mayoría
de la gente cree. Es aún menos importante como un determinante de la felicidad
emocional”. “En promedio, las personas con altos ingresos tienen un mejor estado de
ánimo que las personas con ingresos más bajos, pero la diferencia es aproximadamente
un tercio del tamaño de lo que la mayoría de la gente espera. Cuando usted piensa en
los ricos y los pobres, sus pensamientos se centran inevitablemente en circunstancias
en que el ingreso es importante. Pero la felicidad depende de otros factores más
de lo que depende de los ingresos”.
En ciertos casos la correlación entre ingresos y satisfacción personal puede ser
baja45, como se ha indicado en un reciente informe46, que analiza la situación de
China, luego de la transformación radical de su antiguo sistema económico socialista:
“No hay evidencia de que el pueblo chino es, en promedio, más feliz, según los análisis
realizados. Están menos satisfechos que en 1990, y la carga de la satisfacción se
ha reducido más duro en el último tercio de la población. La satisfacción entre los
chinos, incluso en el tercio superior ha aumentado sólo moderadamente”.
Un documento del BID analiza la relación entre la satisfacción con el ingreso47;
hace uso de la Encuesta Mundial de Gallup de 2006, que contiene opiniones
sobre satisfacción en diversos aspectos de la vida en 130 países. Se señala que la
relación entre satisfacción e ingreso que se encuentra es muy sólida (tanto entre
países como entre individuos en los países), arrojando dudas sobre la conocida
paradoja de Easterlin. Pero, surge una nueva paradoja: La del “crecimiento infeliz”,
según la cual hay menos satisfacción en los países que crecen más rápido. Las
pérdidas de satisfacción asociadas al crecimiento son más pronunciadas en los
dominios materiales de la vida de las personas, y tienden a ser más fuertes en
sociedades más ricas y más urbanas. A nivel individual, aunque ingresos más altos
(44) Kahneman, Daniel. The Focusing Illusion, en This Will
Make You Smarter: New Scientific Concepts to Improve Your
Thinking, John Brockman (Author) HarperCollins, NY, 2010.
(45) Es una razón para que en este libro hablemos de “Calidad
material de vida” y no de satisfacción o felicidad.
110
(46) Easterlin, Richard A.; When Growth Outpaces Happiness.
The New York Times, Opinion, septiembre 27, 2012.
(47) Lora, Eduardo y Chaparro, Juan Camilo; La conflictiva
relación entre la satisfacción y el ingreso. Banco Interamericano
de Desarrollo Departamento de Investigación Documento de
trabajo #642, noviembre 2008.
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tienden a reflejarse en mayor satisfacción, el aumento del ingreso del grupo social
al que pertenece el individuo puede generar el efecto contrario en las dimensiones
materiales del bienestar.
Tanto Wilkinson y Pickett como Kahneman, hacen clara alusión a los problemas
-particularmente sociales- que se producen en razón de la concentración de la
riqueza y los ingresos. La mala distribución genera malestar en las personas, el que
además es fuertemente percibido y manifestado por las mismas.
Como resulta dable pensar, este es un panorama ya familiar de lo que sucede en
Chile, pues la situación de inequidad en cuanto a los niveles de renta ha generado
una sensación de frustración e insatisfacción respecto a la posición relativa de los
niveles socio-económicos. Como es obvio, las personas que pertenecen a los deciles
de ingreso más bajos del país poseen un acceso bastante más limitado al consumo
de bienes y servicios que aquellos con niveles más elevados. Adicionalmente, hay
toda una temática asociada a la calidad de vida que es bastante más precaria, junto
a un sistema educacional y atención de salud de peor calidad,
Es así como las diferencias que se generan entre grupos socio-económicos afectan
principalmente las posibilidades de progreso y desarrollo, lo que genera la idea en
las familias de más bajos recursos que no hay forma de salir de la pobreza. Cuando
se tiene esta percepción, las personas pierden el incentivo por mejorar su situación,
pues de algún modo se convencen que no podrán alcanzar los elevados niveles de
consumo a los que aspiran, lo hoy que inhibe las iniciativas que las personas puedan
tomar. Algunos autores llaman a este fenómeno “la desesperanza aprendida”.
A eso debe agregarse que los patrones de consumo actuales distan mucho de los
de hace 20 años atrás, en gran parte por los avances tecnológicos que han logrado
que el ser poseedor de determinados artefactos (como por ejemplo, teléfonos
inteligentes o smartphones, tablets, televisores LCD, entre otros) no sólo representen
la posibilidad de vivir más cómodamente, sino también de adquirir estatus socioeconómico frente a los demás.
En este sentido, y considerando los antecedentes, es necesario tener en cuenta
cuál es la opinión que tienen las personas respecto de la economía nacional, y cuál
es su percepción sobre la distribución. Para ello, la encuesta Bicentenario48(2012se
constituye como una buena aproximación inicial de la percepción que existe sobre
esas materias.
(48) La encuesta Bicentenario es un estudio cuantitativo realizado por GfkAdimark, empresa de renombre en cuanto a la
investigación de mercado y opinión pública. Mediante este estudio se busca estimar las preferencias y opiniones de los habitantes
del país en diferentes áreas.
111
Progreso económico con insatisfacción social
El estudio mencionado determinó que el 51% de los encuestados cree que Chile en
diez años será un país desarrollado; sin embargo, sólo 24% piensa que en ese mismo
período las desigualdades en el nivel de ingreso serán menores a las actuales. En
cuanto a las posibilidades de mejorar el poder adquisitivo, un 29% considera que una
persona de clase media podría llegar a tener una muy buena situación económica
(en contraste, 49% lo creía en el 2009), y un 17% cree que un pobre puede dejar
atrás esta condición.
Unos años antes (2009) el Programa Internacional de Encuestas Sociales49 (ISSP)
realizó una importante investigación respecto de la desigualdad social en diversos
países, entre ellos, Chile. Dicho trabajó buscó determinar la percepción y opinión de
diversos ciudadanos chilenos en materias de discriminación, origen social, educación
(calidad y acceso), desigualdad de oportunidades, niveles de ingreso y las diferencias
asociadas a éste, entre otros temas. Este estudio cobra especial importancia en la
medida que proyecta la opinión que tienen los chilenos respecto de la sociedad
actual, y enseña además la posición que éstos creen tener dentro de la misma.
Con los datos provistos por la encuesta del ISSP, fue posible agrupar a los sujetos en
tres grupos: Uno que comprende a las personas que en promedio ganan menos de
$180.000 mensuales; otro para aquellos que ganan en promedio más de $180.000
al mes, pero menos de un millón; y el grupo de quienes ganan más de un millón de
pesos50 mensuales. Con el objeto de hacer un análisis acorde a los lineamientos del
estudio que aquí presentamos, centraremos la atención en los grupos extremos,
es decir, quienes ganan menos de $180.000, y sobre $1.000.000 mensuales, pues
así será posible analizar la opinión de quienes n los mayores ingresos con respecto
a los más pobres.
En primer lugar, se analiza la percepción que tienen las personas sobre el ingreso
que posee un obrero con respecto a un gerente. Por ejemplo, se tiene que
quienes en promedio ganan menos de $180.000 creen que un gerente posee un
sueldo (reiteramos que en promedio) 32 veces mayor al de un obrero, lo cual es
aproximadamente unos $11.000.000 de diferencia en términos absolutos. Por otra
parte, quienes en promedio ganan más de un millón de pesos al mes, creen obtener
un sueldo 46 veces superior al del obrero; es decir, una diferencia absoluta cercana
a los $16.000.000 en promedio. Básicamente, estas percepciones demuestran
que los grupos más pobres del país aprecian las diferencias de un modo superior,
respecto de los con ingresos altos. El nivel de renta de los grupos más pobres es tan
(49) El Programa Internacional de Encuestas Sociales es una
iniciativa de cooperación transnacional, que reúne proyectos
de ciencias sociales con el objeto de realizar investigaciones.
112
(50) Estas agrupaciones están hechas usando valores promedios
de cada grupo.
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bajo, que consideran cifras cercanas al millón como altísimas51 , cuando en realidad
corresponden a ingresos que tiene más del 20% de la población total.
La alta correlación existente entre el ingreso familiar de los grupos más altos con el
nivel y calidad de la educación, junto con el mayor acceso a información, permite a
los sectores de altos niveles de ingreso conocer y comprender mejor el contexto, y es
uno de los factores que determinan que la brecha realidad expectativas sea menor.
Otro aspecto importante a analizar es la percepción que tienen los chilenos en
cuanto al tipo de sociedad en la que habitan. Quienes en promedio tienen un sueldo
inferior a $180.000 mensuales creen, en primera instancia que la sociedad es como
una pirámide, donde existe un pequeño grupo más rico en la cima, más gente en el
centro, pero principalmente muchos sujetos en la base. Gráficamente la llamaremos
sociedad del “tipo A” y podríamos ilustrarla de la siguiente forma.
Ilustración 7-1: Sociedad del tipo “A”, sociedad de estructura piramidal.
Fuente: “Social Inequality IV”, International Social Survey Programme 2009.
La misma percepción tienen aquellos que en promedio poseen un sueldo superior
a $1.000.0000 mensuales; lo que llevaría a decir que, independiente del nivel socioeconómico, existe una visión compartida respecto del tipo de sociedad imperante.
Ahora bien, al ser consultados por su segunda opción, las opiniones difieren
notoriamente, pues para los que en promedio son más pobres, la sociedad estaría
compuesta por una muy pequeña elite en el nivel más alto, muy poca gente en el
centro y la gran mayoría en el segmento más bajo (sociedad del “tipo B”). Por otro
lado, quienes poseen mayores recursos creen, en segunda opción, que la sociedad
más bien está conformada como una especie de rombo, es decir, la mayor parte
de la ciudadanía se concentra en el medio, y muy pocos en los extremos, en otras
palabras, pocos ricos y pocos pobres (la llamada sociedad “tipo C”).
(51) Al respecto, ver, Castillo, Juan Carlos (2012); “Contrastes entre la desigualdad económica objetiva y subjetiva en Chile”,
publicado por el Centro de Políticas Públicas UC.
113
Progreso económico con insatisfacción social
Gráficamente ambos tipos se representan de la siguiente manera:
Ilustración 7-2: Sociedad del tipo
“B”, población concentrada en el
segmento más pobre.
Ilustración 7-3: Sociedad del tipo
"C", con la mayor parte de la
población concentrada en el centro.
En materia de educación, 41% de aquellos que en promedio ganan menos de $180.000
dice estar de acuerdo con que sólo aquellos que van a los mejores colegios pueden
llegar a la universidad, mientras que un 44% determinó estar en desacuerdo con
la misma aseveración. En la contraparte, sólo un 34,3% de quienes en promedio
ganan más de un millón de pesos, dice estar de acuerdo con la premisa expuesta,
mientras que un 45,6% dice no estarlo. Es posible concluir entonces que en materia
de educación las posturas que se tienen en los grupos ya definidos difieren bastante,
lo que entrega entonces toda una percepción y opinión diferente respecto de la
sociedad en que se habita.
La idea de exponer estos datos tiene que ver con que los niveles de ingresos
condicionan la opinión y percepción que se tiene al respecto de diferentes temas,
por tanto, las diferencias en el nivel de renta generan mayores sesgos perceptuales,
es decir, se ve la sociedad desde donde se está situado, minimizando de algún modo
114
Universidad San Sebastián
las diferencias que realmente existen52 . Como se ve al analizar la distribución de
ingresos en nuestro país, las diferencias absolutas son muy grandes y crecientes.
Hoy existe una percepción más marcada de un contexto de profunda desigualdad
en el país (la cual objetivamente existe), y esta situación genera en las personas
una sensación constante de frustración. Diariamente se observa que hay personas
que logran acceder a mejores condiciones de vida, ampliando su acceso a bienes
y servicios; sin embargo, para parte importante del país acceder a éstos no es
factible, al menos en el corto plazo. Dicho de otro modo, las expectativas en cuanto
al acceso a bienes servicios crecen a mayor velocidad que el incremento del ingreso.
Por lo tanto, las personas se hacen altas expectativas respecto al nivel de calidad
material de vida el que, en realidad, está fuera de su alcance. Este fenómeno es el
que define en cierto modo un sesgo perceptual, en cuanto se cree estar inmersos en
una situación económica deplorable, peor que la de hace unos años atrás, cuando
en la realidad (medido cuantitativa y cualitativamente) todas las personas hoy
tienen ingresos mayores a los de hace veinte años, sólo que en términos relativos
no es así. Las diferencias exacerbadas en el nivel de ingreso, han generado entonces
distancias tan grandes entre grupos de la sociedad, que al compararse tienen la
percepción de estar en una posición peor que un pasado no muy lejano.
Teniendo estos antecedentes presentes, se considera necesario entonces, ampliar
la mirada que hasta ahora se ha empleado al momento de analizar la evolución de
los niveles de ingreso y su distribución, estudiando para ello cómo han sido éstos
durante los últimos 20 años en Chile. La intención de este trabajo es mostrar y
analizar qué ha sucedido realmente en términos de cuánto más están percibiendo
como ingreso los chilenos, y cuánto ha cambiado (o no) la distribución de estos
ingresos. Con esto no se pretende ofrecer fórmulas mágicas sobre cómo mejorar
lo que muchos creen que debe mejorarse, sino contribuir con la interpretación de
este fenómeno, que cada vez cobra más relevancia en las vidas de los chilenos, sin
importar su nivel de ingreso.
(52) Juan Carlos Castillo (2012) op. cit. señala los sesgos perceptuales y su tesis del espejo lo explicaría, ya que existe una gran
variación en la población con respecto a la percepción de variables relacionadas con la distribución del ingresos, entre esas los
salarios.
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Progreso económico con insatisfacción social
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Capítulo
8
Crecimiento y mayores
ingresos = malestar
117
Progreso económico con insatisfacción social
118
Universidad San Sebastián
¿Por quién doblan las campanas?53
“E
n nuestro país la velocidad del crecimiento es baja: 3,6% al año. Esto implica
que nuestro bajo nivel de vida promedio por habitante, se duplicaría cada
65 años. A esa velocidad se hace casi imposible cerrar el vacío que se ha estado
creando entre el incremento de las aspiraciones y las posibilidades materiales de
satisfacerlas, y nos iremos quedando atrás en el concierto de las naciones.”54
El libro del recordado economista fue escrito hace 50 años, pero parece muy
reciente. No nos hemos quedado atrás entre las naciones, porque los promedios
hoy están mucho mejor que medio siglo atrás. Tal como ya se indicó, el progreso
económico y la calidad material de vida han aumentado para prácticamente todos
los habitantes del país; toda la evidencia disponible apunta en ese sentido. En los
últimos 25 años, el incremento del producto se ha traducido en aumentos de los
ingresos reales, es decir, mayor capacidad de compra para todas las familias chilenas.
Pese a que siempre es posible encontrar situaciones que refuten esta afirmación, los
estudios sobre este tema demuestran que esos casos constituyen una proporción
pequeñísima de la población.
Conjuntamente con lo anterior, los datos proporcionados en este libro muestran que
han existido mejorías notables en indicadores sociales, sanitarios y demográficos.
Aspectos como la mortalidad infantil, la esperanza de vida, la cobertura de servicios
sanitarios, la universalización de la educación media y el fuerte crecimiento en la
cobertura de la educación superior han sido parte integral del proceso de creciente
prosperidad económica. Es así como no nos cabe duda que la calidad material de
vida ha mejorado significativamente.
Así lo señala el “Better life Index” desarrollado por la OECD55 , un indicador que
permite ver cómo los países se desarrollan de acuerdo a la importancia que se le
(53) Esta frase es el título del conocido libro de E. Hemingway;
aquí está en el sentido que se usa en el texto Economía de
Paul A. Samuelson, definiendo los objetivos que tiene el análisis
económico, sobre todo una de las conocidas tres preguntas
¿para quién se produce? (54) Ahumada, Jorge (1966); ‘La Crisis
Integral de Chile’: Santiago: Editorial Universitaria.
(55) “Your better life index”, OECD, 2013.
119
Progreso económico con insatisfacción social
asigna a once temas (comunidad, educación, medio ambiente, compromiso cívico,
salud, vivienda, ingresos, empleo, satisfacción, seguridad y balance vida-trabajo)
que contribuyen a su bienestar. Si se analizan los datos que ese informe contiene,
podemos observar que el nivel de ingresos está muy correlacionado con los factores
reales que se señalan como los de mayor incidencia en el bienestar social y personal.
Se comprueba que, aunque el dinero no puede comprar la felicidad, es un medio
importante para lograr estándares de vida más elevados.
Este no es un sesgo del análisis económico, ya que si se construye un indicador de
calidad material de vida con múltiples variables, la correlación del ingreso con las
otras dimensiones es muy alta, excepto en los casos con estructuras políticas, sociales
y económicas muy especiales, diferentes a las de la inmensa mayoría de países
emergentes y desarrollados, como las naciones del Golfo Pérsico y Cuba. Usamos el
término correlación y no relación de causalidad, porque en un sentido dinámico esos
elementos se entrelazan y condicionan unos a otros, teniendo siempre los factores
que condicionan el ingreso, que son esencialmente la propiedad de capital humano
(educacional, laboral, cultural, relacional) y de capital físico (riqueza), un rol protagónico.
En su versión 2013 plantea que “Chile ha progresado en gran medida en la última
década en lo que respecta a la calidad de vida de sus ciudadanos. Desde la década
de 1990, el país ha tenido un historial de crecimiento sólido y reducción de la pobreza.
No obstante, Chile tiene una baja clasificación en muchos temas en comparación
con la mayoría de los países en el índice”.
En nuestro país, de acuerdo a ese informe, el promedio del ingreso familiar disponible
neto ajustado es la mitad que el promedio de la OECD, y la cuarta parte del de los
países más avanzados, lo que representa un gran avance, ya que es una relación
que ha crecido. Sin embargo, la misma organización enfatiza que la brecha entre
los grupos con mayores ingresos y los más pobres es considerable: La población
situada en el 20% superior de la escala de ingresos obtiene doce veces lo que recibe
la población que ocupa el 20% inferior.
Salvo algunos años en los que se sufrieron las consecuencias de crisis mundiales
(como la crisis asiática a fines de los 90 y la crisis subprime de 2008), el PIB real
chileno ha aumentado sostenidamente durante el período 1988-2013. Desde 1988,
son ya 25 años de crecimiento económico, con un factor multiplicativo de 3,5 veces,
como se indicó en el Capítulo I, Contexto socioeconómico.
A esto deben agregarse tasas de inflación que han ido disminuyendo, junto a una
relativamente baja tasa de desempleo, lo que ha hecho que los ingresos reales
hayan mejorado para todos los segmentos.
120
Universidad San Sebastián
La distribución del ingreso ha variado poco en este período, como lo vemos en el
gráfico siguiente.
Si analizamos la evolución de los ingresos reales desde 1987, es decir, en unidades
monetarias de igual valor adquisitivo, como es la UF, se observan cambios importantes
para las familias de los distintos segmentos en que se descompone el total. En todos
los grupos ha habido aumentos notorios de sus ingresos, aunque también resalta
que el incremento ha sido dispar en algunos deciles.
Para analizar este punto, es conveniente observar los cambios relativos, es decir
variaciones en la participación en el ingreso total, y también los cambios absolutos,
expresados en unidades monetarias de capacidad de compra constante.
Como se explicó, el ingreso autónomo es aquél que se por concepto de sueldos
y salarios, ganancias provenientes del trabajo independiente, auto provisión de
bienes producidos por el hogar, bonificaciones, gratificaciones, rentas, intereses, así
como jubilaciones, pensiones, montepíos y transferencias entre privados. Refleja
la capacidad de generar ingresos de un hogar. El ingreso monetario incluye los
subsidios, bonos y otras transferencias en dinero que hace el Estado a las personas;
representa la capacidad de compra de los hogares.
Tabla 8.1: Crecimiento real del Ingreso Monetario por decil de hogares, 1991 a 2011.
En Chile, entre 1991 y 2011 el decil X (corresponde al 10% de población con ingresos
más altos) ha tenido un alza en sus ingresos monetarios, medidos en UF, de 33%,
versus un 58% del decil I y un 68% del decil II. La distribución, medida por el Índice
de Gini, ha mejorado levemente, de acuerdo a lo indicado, con diferencias absolutas
entre grupos que han crecido.
En una columna reciente56 , este punto ha sido destacado, apuntando a la metodología
para estimar la desigualdad. El Índice de Gini, que es el más utilizado para medir
la desigualdad de ingresos, cuantifica los porcentajes que cada grupo del ingreso
(56) Sanhueza, C. (2013). La engañosa manera de medir la desigualdad de ingresos. La Tercera 29 de Julio.
121
Progreso económico con insatisfacción social
total, con un valor entre 0 y 1; un valor más alto indica peor distribución. Un Índice
de Gini absoluto o corregido incorpora la distancia en ingresos entre grupos, por lo
que ambos deberían ser utilizados. La autora afirma que “la desigualdad relativa ha
descendido levemente entre 1990 y 2011, el Gini relativo cae de 0,56 a 0,52. Por otro
lado, el Gini absoluto, en la misma ventana de tiempo, pasó de ser 66.225 a 113.947”.
Tabla 8-2 Índice Gini
El cuadro siguiente muestra la distancia entre los grupos de menores ingresos
(deciles I y II) con respecto a los dos más altos. Observamos que las diferencias
en UF se han incrementado en forma significativa, tanto entre los segmentos de
los extremos (de UF 101 a UF 134) como entre el decil II respecto al IX.
Tabla 8-3: Diferencias en UF del ingreso monetario entre grupos.
Este hecho es una consecuencia aritmética de las pequeñas variaciones en la
desigualdad; sus efectos han sido analizados en investigaciones sobre cambios
en ingresos y su distribución en muchos países. Un artículo nos indica 57 “Si la
proporción del ingreso total que reciben los más pobres no cambia en promedio
con el crecimiento, no significa que el crecimiento eleve los ingresos de los pobres
tanto como los de los ricos. Dada la desigualdad existente, por supuesto que las
ganancias de los ricos serán mayores que las de los pobres si el crecimiento es
neutral con la distribución. Por ejemplo, en India el decil más rico subirá su ingreso
4 veces más que el quintil más bajo; en Brasil, 19 veces más”.
(57) Ravallion, Martin; Growth, Inequality and Poverty. Looking beyond averages. The World Bank Development Research Group
Poverty and Human Resources February 2001. Ravallion, Martin. 2003. “The Debate on Globalization, Poverty and Inequality: Why
Measurement Matters.” International Affairs 79, No. 4, pp. 739-754.
122
Universidad San Sebastián
En ese escenario, se ha encontrado que para un porcentaje de la población el
acceso al trabajo es fundamental para sus ingresos; esto es especialmente válido
en los sectores de menores recursos58. Desafortunadamente, si una persona el
salario mínimo, y es el único perceptor de ingresos en su hogar, pertenece al grupo
de pobres del país, porque su nivel de ingreso es menor al mínimo necesario para
superarla. Es decir, hay una fracción de la población para la que tener un trabajo
remunerado, no supone salir de la pobreza.
Al comparar el salario mínimo con la línea de pobreza, si una persona es la única
que trabaja en un hogar de cuatro miembros y percibe el salario mínimo, queda por
debajo de la línea de pobreza, que en teoría sería el nivel más bajo para acceder a
una calidad de vida mínima aceptable. Esto puede darse con mayor frecuencia en
hogares con mujeres jóvenes como jefas de hogar. De todas maneras, las posibilidades
de tener trabajo pagado son vitales para superar la pobreza.59
La brecha entre ingresos y expectativas es un elemento que influye en el hecho
que muy pocos se sienten parte de la clase alta, y muchos se ubiquen en la clase
media, a lo más en la clase media alta. También constatamos que la percepción
acerca de la ubicación de cada uno en la estructura de ingresos está distorsionada,
sesgada hacia abajo. La gran mayoría cree que por encima de su nivel de ingresos
está ubicado un porcentaje de población más alto que lo real.
Una manera de graficar lo anterior es analizar los niveles de ingreso mensual que
tienen distintos segmentos de las familias en Chile. Si lo vemos desde el punto de
vista de los estadígrafos más usados, tenemos que el bajo nivel de ingresos y la
concentración del mismo se grafican en el hecho que la media de los ingresos (o
promedio de ingreso) de los hogares chilenos está muy por encima de la mediana,
que es donde se ubica el 50% de esos hogares. Esa mediana es de $650.000
mensuales, moneda de 2013, que es un nivel mucho más alto que hace 25 años,
pero todavía muy bajo.
Daremos los ejemplos de dos grupos de familias:
Un grupo, que es el 10% del total, percibe entre $1.5 millones a $2.5 millones al mes.
Se autodefine de clase media y tiene problemas serios para lograr lo deseado. No
recibe subsidios monetarios; puede tener educación gratis, pero en colegios que
no quiere para sus hijos; salud en consultorios y hospitales, que están muy lejos
(58) Velasco, Andrés y Huneeus, Cristóbal; Contra la
Desigualdad el Empleo es la Clave, Ed. Debate, Santiago, Chile,
2012.
(59) Velasco, Andrés y Huneeus, Cristóbal; Contra la
Desigualdad el Empleo es la Clave, Ed. Debate, Santiago, Chile,
2012
123
Progreso económico con insatisfacción social
de satisfacerlo; gastos en dinero y tiempo en transporte, que considera excesivos.
Un imprevisto como una enfermedad compleja y larga lo dejaría endeudado o sin
vivienda. No se considera rico ni de clase alta, a lo más de clase media alta.
Muchos viven mejor que sus padres, pero en el límite de sus posibilidades. Otros,
si son hijos de profesionales, se sienten frustrados porque les costará mucho más
tener vivienda, educar a sus hijos y pensionarse que a sus padres. Cuando se habla
del 20% más rico de este país, frase habitual en política, no se sienten aludidos,
aunque estén en el borde del 10% más alto.
En una encuesta reciente60 , menos del 1% de la muestra se autocalificó como del
GSE Alto, que refleja lo antes señalado. Lo mismo ocurre con la clasificación de GSE
que realizan diversas empresas de encuestas o marketing61 , que si bien agrupan
considerando otras variables, el ingreso sigue siendo un pivote. Para analizar
fenómenos distributivos esta clasificación no es muy útil.
El otro caso es de un grupo que representa al 20% de los hogares chilenos, cada
familia percibe entre $450.000 a $650.000 al mes, siendo este último nivel la
mediana del ingreso familiar al mes en Chile. Las personas en este segmento, se
autodefinen de clase media o media baja. Lo más probable es que haya tenido
un incremento en sus ingresos en estos años, pero es muy vulnerable a cualquier
situación mayor, como cesantía, enfermedad costosa o un accidente. Tiene gran
incertidumbre por su trabajo, que es inestable, con bienes adquiridos a crédito que
dependen de mantener su ingreso. Está en el borde de volver a ser pobre o caer
en pobreza. Es el chileno que dice que “se saca la mugre” para pagar sus cuotas.
El bajo nivel de ingresos en Chile se grafica en que en este segundo caso se encuentra
una de cada cinco familias chilenas. Por supuesto, quienes tienen ingresos inferiores
a $ 450.000 se sienten pobres, y ese grupo es el 30% del total de la población.
Sin duda la pobreza ha disminuido y es muy distinta a lo que era hace 25 años.
Pero ese no es el punto que queremos tratar aquí. Lo que decimos es que, pese
a la mejoría, la distancia entre lo que se tiene y las expectativas (ahora derechos)
se han disparado. Nadie podría argumentar en contra de eso, pero sí sobre la
imposibilidad real de satisfacerlas aquí y ahora. Desafortunadamente, la escasez
de recursos públicos existe.
En el último tiempo, la vía pública se ha transformado en el escenario en que los
ciudadanos disconformes -de un país donde algunos insisten que está al borde del
desarrollo- expresan su malestar.
(60) Encuesta de Conocimientos Financieros, Universidad San
Sebastián, Escuela de Ingeniería Comercial, junio 2013.
124
(61) Adimark. Clasificación de Grupos Socioeconómicos.
Universidad San Sebastián
Pasamos de pedir cobertura a exigir calidad en la educación. De tener más hospitales
y consultorios, a requerir más especialistas y servicios de salud con mucho mejor
estándar. De sitios urbanizados, a exigir viviendas más amplias, con barrios equipados.
De pedir créditos para estudiar, a exigir gratuidad. Además, las expectativas se
consolidan si desde el sistema político se plantean como derechos sociales.
Insatisfacción y alza de expectativas
Los primeros episodios de descontento comenzaron a tener visibilidad en
manifestaciones aisladas a inicios de la década del 2000, y se tornaron más
masivas desde 2006. ¿El foco? La mala calidad de la educación escolar municipal
y subvencionada, con un correlato evidente en las diferencias de rendimiento de
la educación privada pagada.
A partir de ese hecho, también comenzaron a adquirir mayor visibilidad algunas
denuncias relacionadas a abusos empresariales, debido a la existencia de
comportamientos evidentemente incorrectos, que han dañado mucho la percepción
sobre las empresas, empresarios y el mercado. Esto ha ido acompañado, en muchos
casos, por una visión que sostiene que los servicios públicos deben ser financiados y
producidos por el estado, sin mucho análisis de cómo se haría ni de las experiencias
en Chile y otros países.
Además, el exitismo exagerado sobre la economía chilena ha llevado a obvias
interrogantes: “Si somos casi desarrollados, ¿por qué me toca tan poco?”. También
produce ese efecto el excesivo énfasis en derechos, con poco realismo económico y
escaso correlato de responsabilidades. Muchos derechos exigidos, pero poca toma
de consciencia sobre los deberes que conlleva poder exigirlos.
Como se dijo, tenemos un escenario de aumento de las diferencias absolutas de
ingresos (ya sea en pesos o en UF). Pese a que todos mejoran, eso puede ser
una causa de malestar social, ya que se incrementan constantemente los bienes y
servicios deseados -muy relevantes o aspiracionales- que pasan a ser “necesidades”
o “derechos”, pero solo se pueden adquirir a partir de un umbral mínimo de ingreso.
Los que están con una capacidad de compra por debajo de ese nivel, sienten
“malestar” y no el “bienestar” que se esperaría; insatisfacción si las expectativas
han ido creciendo a mayor velocidad que los ingresos.
Este planteamiento está de acuerdo con estudios y hallazgos recientes, respecto
a cómo las personas definen la percepción de su ubicación en el contexto social,
considerando no sólo la tradicional hipótesis, cercana a un dogma, que más es
mejor a menos. Las investigaciones de psicólogos, neurólogos y economistas, sobre
125
Progreso económico con insatisfacción social
todo luego de los trabajos pioneros de Kahneman y Tversky62 , y los de Layard63,
junto a los hallazgos de las neurociencias, indican que, en este tema al menos, las
interacciones y valoraciones entre los seres humanos son más complejas que el
análisis económico tradicional, ya que también importa el cómo se sitúa uno respecto
a sus grupos de referencia.
No se trata de egoísmo social, sino que es parte de la compleja red de interacciones
sociales de un individuo y cómo se ve respecto a sus pares. Así, podemos decir que
el efecto del crecimiento para todos, si bien es condición necesaria, no es suficiente
para identificar una situación como de mayor bienestar social.
Un ejemplo simple demuestra esa afirmación. Para un grupo de trabajadores puede
ser causal de mayor insatisfacción un aumento de salario en menor proporción
que sus compañeros. ¿Cómo se explica? Si $450.000 es el sueldo del grupo A
y se incrementa en un 10%, su nueva remuneración es de $ 495.000. El grupo B
percibe lo mismo al comienzo, pero un alza de 20% del salario. Los del grupo A
n $ 495.000, mientras que los del grupo B $ 540.000; es decir, la diferencia de 0
pasa a ser $45.000. No es raro que los trabajadores del A sientan que su esfuerzo
es menos recompensado que los otros, sin valorar el mayor acceso a bienes que les
generó su aumento de sueldo, dado que quienes pertenecen al grupo B ahora tienen
mayor poder de compra. En este caso, la definición clásica del óptimo de Pareto
no es aplicable, porque todos mejoraron, pero la percepción del bienestar social
podría, incluso, disminuir. Como se ha analizado desde hace mucho en Economía
del Bienestar, eso requeriría agregar alguna forma de compensación.
Es precisamente esta brecha más amplia entre expectativas y posibilidades reales
la que hace más notorias las diferencias entre los grupos socioeconómicos. Junto a
ello, pese a las evidentes mejorías en diversos ámbitos, se advierte una persistente
precariedad o vulnerabilidad.
Para ilustrar esto, tómese en cuenta lo siguiente: Muchos chilenos teniendo un
empleo aún se encuentran en el borde de la pobreza; hay una permanencia mucho
más corta en los puestos de trabajo, por ende, mayor percepción de inestabilidad;
una sensación de protección insuficiente, marcada, entre otras cosas, por un seguro
de cesantía poco fortalecido; fuerte incertidumbre, marcada frente a la aparición
de gastos inesperados, basada en una casi nula capacidad de ahorro.
(62) Ver una selección de artículos en Kahneman, Daniel
y Tversky, Amos; Choices, Values, and Frames Cambridge
University Press, NY 2000.
126
(63) A este respecto, es interesante revisar el trabajo de Layard,
Richard, “La Felicidad. Lecciones de una nueva ciencia”, Taurus,
2005.
Universidad San Sebastián
Todo ello genera una sensación de insatisfacción por eventuales “derechos” que no se
estarían cumpliendo; que se traducen, a su vez, en una reacción ante esa “injusticia”
que es canalizada, entre otras formas, a través del descrédito y la desconfianza
hacia las instituciones, principalmente de la esfera política.
Por eso, el Informe del PNUD sobre Desarrollo Humano en Chile64 , publicado en
el año 2012, señala que es conveniente mirar con atención los últimos fenómenos
sociales que se han presentado en Chile:
“En relación con ello, tres situaciones pueden resultar particularmente problemáticas:
1) Pensar que todo está mal, que las personas se movilizan solo desde la insatisfacción
con sus vidas personales y no atender al hecho de que hoy el malestar social coexiste
con valoraciones positivas sobre la propia vida;
2) Pensar que todo está bien, desestimar o minimizar el malestar pensando que en
realidad las personas están cada vez más satisfechas con sus vidas, pues se olvida
que ello puede ser perfectamente coherente con una visión crítica de la sociedad, y
3) Desperdiciar el potencial transformador del malestar: En la capacidad de expresarlo
y de reaccionar activa y organizadamente...”
En Chile, como hemos dicho, la llamada prosperidad económica ha estado acompañada
de una desigualdad que no ha cedido. Esto se ha dado en un período más bien
breve, en el que hemos observado un proceso de cambios sociales, culturales,
demográficos y económicos muy significativos. Como es obvio, todos los cambios
están correlacionados, y depende de la perspectiva del análisis la importancia que
se dé a cada uno. Lo que es claro es que esos cambios y la verdadera explosión
de expectativas han superado la velocidad de respuesta de las políticas públicas.
Ejemplos de esa asincronía se observan en el tema del financiamiento de los estudios
universitarios y en las políticas y recursos disponibles para la atención de los adultos
mayores, sobre todo aquellos con necesidad de cuidados permanentes.
Lo que las personas creen posible alcanzar siempre tiene gran importancia, pero
lo antes señalado, en presencia de alta desigualdad, hace que la mayor parte de la
población esté lejos de lograr ese horizonte, tanto porque muchos de esos anhelos
han estado permanentemente desplazándose hacia arriba, como por los todavía
bajos niveles de ingresos que todavía recibe la mayor parte de la población. Eso es
una importantísima fuente de insatisfacción.
(64) El informe completo puede encontrarse en http://www.desarrollohumano.cl.
127
Progreso económico con insatisfacción social
La estela de la desigualdad
La desigualdad en Chile es un tema de larga data: Por más de 80 años ha sido
una constante en los planteamientos de candidatos presidenciales y de mandatarios
en ejercicio. Los conceptos de desigualdad e inequidad de la sociedad chilena se
han expresado con fuerza en la historia reciente del país.
Este fenómeno ha sido descrito de diversas formas y asumido por insignes personajes
como bandera de lucha. Ya en 1934, el líder del Partido Radical y entonces futuro
presidente de Chile, Pedro Aguirre Cerda, escribía en una carta al periódico “La
Nación” que “los más variados sectores miran con dolor la miseria deprimente del
obrero y del empleado, en constante pérdida de energía física y moral, debida a una
habitación insalubre, a la sub alimentación en que viven y a sus escasos medios de
abrigo. Se comprometerá el porvenir de nuestra raza si no acudimos con urgencia
a remediar esta situación, que tan amplias y hondas consecuencias tiene en el
desenvolvimiento nacional”.
El recordado economista Jorge Ahumada65 señalaba que “Un país está experimentando
una crisis económica si la distribución del ingreso es demasiado desigual. En Chile
es demasiado desigual en conformidad con muchos criterios, pero especialmente,
en el sentido que algunos n una remuneración que es mucho mayor de lo que sería
necesario para que produjeran el esfuerzo que están realizando, mientras otros
reciben una remuneración que es mucho menor de lo que es indispensable para
que den de sí todo lo que potencialmente pueden dar. No se trata de postular una
distribución igualitaria. La igualdad es imposible, incluso en una sociedad socialista”...”
El candidato favorito para los comicios presidenciales de 1964, Eduardo Frei Montalva,
tenía un pensamiento económico-social muy influido por la doctrina social de la iglesia
católica, expresado por Jorge Ahumada. Ya en tierra derecha hacia la elección, en
su recordado discurso final de la Marcha de la Patria Joven -que congregó a miles
de personas en el Parque Cousiño (hoy Parque O’Higgins)- afirmaba que: “Vamos
a hacer un gobierno que no sólo va a garantizar el progreso económico, la justicia
y la incorporación del pueblo en forma responsable a la tarea y al beneficio, sino
que vamos a hacer esta tarea en libertad y en respeto a los derechos de la persona
humana”.
Pese a los avances del gobierno demócrata cristiano del Presidente Eduardo Frei
Montalva, su sucesor Salvador Allende el 5 de noviembre de 1970, un día después
(65) Ahumada, Jorge. “En vez de la miseria”. Santiago, Editorial Universitaria, 1958.
128
Universidad San Sebastián
de asumir la Presidencia y utilizando las categorías del análisis materialista histórico
del marxismo, aseveró que “heredamos una sociedad lacerada por las desigualdades
sociales. Una sociedad dividida en clases antagónicas de explotadores y explotados.
Una sociedad en que la violencia está incorporada a las instituciones mismas, y que
condena hombres a la codicia insaciable, a las más inhumanas formas de crueldad
e indiferencia frente al sufrimiento ajeno”.
El fenómeno descrito por Allende más que aliviarse se profundizó en los 20 años
posteriores, con una sociedad dividida a causa de la dictadura militar, con un
ingrediente adicional: la implementación de un nuevo sistema económico. En el
inicio del regreso a la democracia esto fue descrito por el ex Presidente Patricio
Aylwin así: “Países como el nuestro, donde subsisten profundas desigualdades y
que poseen aún grandes segmentos de población sumidos en extrema pobreza,
deben optar por un camino que concilie la búsqueda de un crecimiento constante
y sustentable con la necesidad de justicia en las relaciones sociales, sin lo cual no
puede haber estabilidad ni paz social”.
Este mandatario también reconocía la importancia del crecimiento económico, como
en la II Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado desarrollada en Madrid, España,
en julio de 1992, cuando señaló que: “La transformación de nuestras economías, abre
nuevas oportunidades, no sólo para nuestros países, sino para una interrelación más
fecunda con el resto del mundo. De ahí, la singular trascendencia que tiene para la
región, la consolidación del proceso de apertura al comercio internacional de los
principales centros de la economía mundial”.
Pero este proceso de progreso muy dinámico, con una visión de integración hacia
el mundo, también fue haciendo que algunos sectores de la sociedad se sintieran
postergados. La Presidenta Michelle Bachelet lo menciona en el prólogo del libro
“Contra la desigualdad el empleo es la clave”, del ex ministro de Hacienda Andrés
Velasco, y del economista Cristóbal Huneeus, publicado en diciembre de 2011,
cuando señala que siempre hubo “un contexto valórico que compartíamos en el
gobierno: Las vergonzosas discriminaciones que se dan en nuestro país, la ausencia
de meritocracia y cómo Chile desperdicia tantos talentos por el solo hecho de no
brindar mínimas oportunidades. En suma, la desigualdad como tema de desarrollo
pero también como un asunto ético”.
El Presidente Sebastián Piñera no ha dudado en calificar la desigualdad en el país
como “escandalosa e inaceptable”, lo mismo que todos los candidatos a las elecciones
presidenciales de noviembre 2013.
129
Progreso económico con insatisfacción social
Realidad y sensación de bienestar
Este diagnóstico de los últimos 80 años, sobre las causas y efectos de la
desigualdad, está más presente que nunca por estos días; se convierte en un
tema preocupante que, de no ser bien conducido por las autoridades, amenaza
con generar una inestabilidad sociopolítica que incluso puede llevar a detener el
tren del progreso económico.
Una muestra de ello se encuentra en el Barómetro de la Política, correspondiente a
junio de 201366 , que elabora el Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea
(CERC). Se consultó a los encuestados su percepción respecto a quiénes se
beneficiarían con el proceso de desarrollo económico chileno: Un 82% dijo que
beneficia sólo a los más ricos.
El mismo sondeo pregunta sobre las desigualdades existentes en el país; un 66%
opina que las diferencias entre ricos y pobres son mayores que hace 20 años. En la
misma línea, un 86% de las personas están de acuerdo con la afirmación “si la gente
fuera tratada con mayor igualdad, habría bastante menos problemas”.
Así también lo detectó el análisis del PNUD, que en su Informe sobre Desarrollo
Humano del año 2012, destacó la amplia gama de aspiraciones que están llevando
a que los chilenos se movilicen:
“…comenzó a dar cuenta de evaluaciones ambivalentes sobre la sociedad chilena y su
desarrollo: El país presenta muy buenas cifras macroeconómicas, con un crecimiento
del 6%, muy superior al promedio mundial. La tasa de desempleo cae bajo el 7%, y se
observan aumentos considerables en el nivel de inversión y emprendimiento. Estas
cifras son consistentes con una evolución positiva del Índice de Desarrollo Humano
(que refleja los avances del país en los ámbitos de salud, educación e ingresos) y
que ha pasado de 0,630 en 1980 a 0,805 en 2011, lo que sitúa al país en el primer
lugar de América Latina. Sin embargo, estas cifras se acompañan de un malestar
social que sorprende por la diversidad de sus aspiraciones y por su ubicuidad. En
cada hecho social de protesta –desde los referidos a aspectos micro a los temas
macrosociales– se advierte la estructura de una insatisfacción o un malestar con
la sociedad. En la mayoría de ellos aparece como telón de fondo el fenómeno de
la desigualdad”.
Y no es necesario bucear tanto en las cifras para mostrar que esta situación es
predominante en el país. En múltiples estudios se demuestra que por nuestra
estructura distributiva estamos en el grupo de países con mayor concentración.
(66) Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea. Barómetro CERC, junio 2013.
130
Universidad San Sebastián
Así aparece en escena un fenómeno que se explica precisamente por las diferencias
de ingresos: La prosperidad coexistiendo con la insatisfacción. Este hecho puede
ser atribuible a diferentes elementos. Entre ellos, está, sin duda, el hecho que los
ingresos de una alta proporción de las personas, aunque crecientes en los últimos
años, son muy bajos respecto a las expectativas de poder de compra, junto a la
percepción (basada en la realidad) de la mayoría de la población de una fuerte
desigualdad.
Existen analistas que no están de acuerdo con el contenido de ese planteamiento, pero
a lo largo de esta investigación encontramos amplia evidencia que esa percepción,
que por definición es subjetiva, tiene pleno asidero en los datos67 .
Parte de esta impresión se pudo plasmar en la encuesta realizada por el Consejo
Asesor Presidencial de “Trabajo y Equidad”, que en agosto de 2008 emitió un
informe cuyas principales conclusiones sobre la percepción de la equidad fueron:
“Un 60% estimó que las probabilidades de los pobres de salir de su condición es
baja o muy baja. Por otro lado, sólo un 18% consideró que dichas probabilidades son
altas o muy altas. En cuanto a las posibilidades de independencia, un 45% piensa
que éstas son bajas o muy bajas; mientas que sólo un 23% cree en la posibilidad
de independizarse. Entre los jóvenes (definidos como los menores de 30 años), un
27% se inclinó por la opción de una posible independencia, contra un 40% que
apuntó a que tenía una baja probabilidad”.
En promedio, el 41% de la población encuestada consideró que la probabilidad de
que un joven inteligente pero sin recursos pueda ingresar a la universidad es baja o
muy baja; en tanto el 30% creyó que esta posibilidad era alta. Los jóvenes son más
optimistas ya que más del 40% cree que la probabilidad que un joven inteligente
pero sin recursos pueda ingresar a la universidad es alta o muy alta, y un 33%
estima lo contrario.
En ese sentido, el buen desempeño a nivel macroeconómico de Chile, con niveles
de desocupación bajos, miembro de la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico (OCDE), dentro del grupo de países con altos ingresos, alzas
de salarios reales, inflación controlada y cifras fiscales relativamente saneadas, no
ha logrado mejorar la sensación de injusticia, y el clima en varios frentes es nuboso.
Pero el alto nivel de insatisfacción que se aprecia en un país estable y próspero como
el nuestro no es exclusivo de Chile. También se observa en países con altos ingresos,
(67) Varias encuestas y estudios apuntan en la misma dirección. Ver por ej. “Resultados Encuesta Nacional Bicentenario UC-
Adimark 2012”. Centro de Políticas Públicas PUC, Encuesta Bicentenario 20 de noviembre de 2012.
131
Progreso económico con insatisfacción social
fuerte desigualdad y bajo crecimiento, como Estados Unidos, o de ingresos medios
bajos, desigualdad creciente y alto crecimiento, como China. Es decir, la mayoría de
la población del orbe no está conforme ni satisfecha con la desigualdad existente68.
Como se dijo, en Chile uno de nuestros mayores problemas es que quienes están
bajo el nivel de ingreso absoluto que consideran “justo”, y no tienen acceso a ciertos
bienes y servicios que serían parte de sus “derechos”, sienten “malestar” y no el
“bienestar” que se podría esperar por el notorio aumento de ingresos en los últimos
años. El factor expectativas vuelve a marcar la diferencia y, sumado a la situación
de inequidad en los niveles de renta, ha generado una sensación de frustración e
insatisfacción respecto a la posición relativa de los niveles socio-económicos.
Adicionalmente, hay toda una temática asociada a la vida urbana, que es bastante
incierta y precaria, junto a un sistema educacional que se percibe como de peor
calidad, un acceso a la salud cuestionado por la atención que puede brindar y una
vida familiar cada vez más afectada por factores como el entorno, los tiempos de
viaje en un mal sistema de transporte, la contaminación, la inseguridad, la sensación
de “trabajar para sobrevivir”, entre otras.
De acuerdo a la medición, coexiste la percepción de progreso y mejoría, junto con
insatisfacción y malestar por el contexto social, es decir, esto complementa lo que
estudia el informe del PNUD ya mencionado. El resultado sobre el bienestar de esas
fuerzas contrapuestas no es claro, ni ha sido suficientemente estudiado, excepto en
análisis que buscan confirmar la conclusión ya definida. Es el sesgo de confirmación,
muy estudiado en psicología.
Así, el gran aumento en las expectativas y los crecientes sentimientos de derechos
sociales se enfrentan con ingresos familiares bajos y se convierten en insatisfacción,
a raíz de que una gran parte de la ciudadanía se siente más lejos del horizonte
material que se fue construyendo en los últimos años.
A ello se suman temas en que, indudablemente, se ha avanzado en las últimas décadas,
pero que están lejos de resolverse, como la alta tasa de desocupación entre los
jóvenes y la baja participación de las mujeres en la fuerza laboral; por otra parte, una
población con mayor esperanza de vida y, menor natalidad, va teniendo una población
más envejecida, lo que además genera desafíos nuevos para asegurar el bienestar.
(68) Con respecto a esto, se recomiendan los reportajes de The Economist: Cry Freedom y The march of protest, publicados el 29
de marzo de 2013, sobre las marchas y protestas registradas recientemente a nivel mundial.
132
Universidad San Sebastián
Esta arista fue abordada en un estudio69 que analizó los contrastes entre la
desigualdad económica subjetiva en Chile, planteando hipótesis y conclusiones
respecto a los motivos por los cuales en el país quienes están protestando en las
calles son los estudiantes universitarios, y no aquellos que no tienen acceso a una
mejor educación, y que tienen menos probabilidades de mayor movilidad social.
En el estudio, se preguntó en qué medida se percibe la desigualdad económica
en Chile, si existe consenso o disenso en la población respecto de los niveles de
desigualdad y si se percibe en Chile más o menos desigualdad que en otros países.
Las conclusiones indican una gran variación en lo que perciben distintos grupos de
la población en la desigualdad que se percibe en las remuneraciones . El autor afirma
que “la desigualdad en Chile en promedio es subestimada en términos perceptuales.
A pesar de ello, en un contexto internacional Chile es uno de los países donde se
percibe mayor desigualdad entre salarios entre ocupaciones de alto y bajo estatus”.
La investigación añade que junto con una subestimación de la desigualdad salarial,
el análisis refleja que existen variaciones en la percepción de salarios que se
relacionan con variables de nivel socioeconómico, ya que aquellos con mayor ingreso
y educación son capaces de notar la mayor desigualdad entre salarios.
En línea con esta hipótesis, es posible sugerir –dice el análisis- que no es casual que
quienes, finalmente, protagonizan las manifestaciones políticas en Chile en 2011 no
son precisamente aquellos de menor estatus socioeconómico, sino principalmente
estudiantes universitarios. ¿Por qué entonces si las relaciones entre educación y
percepción de desigualdad son similares tanto en 1999 y 2009, es en este último
periodo donde surgen mayores presiones hacia la redistribución? Una posible
respuesta es que se debería al aumento de personas en la educación superior,
cuya matrícula se ha duplicado en la última década70
Lo que indica ese estudio, puede ser una de las causas que explican las manifestaciones
sociales, pero varias de las consignas también han ido acompañadas por otros
planteamientos o “demandas”, como renacionalización del cobre, transformación
del modelo de desarrollo económico y modificaciones sustanciales al sistema
previsional. En síntesis, una lista extensa de demandas, con grandes dosis de
voluntarismo, que abre disyuntivas sobre las decisiones y el discurso que deben
adoptar las autoridades ante grupos que se sienten cada vez más empoderados.
(69) Castillo, Juan Carlos; Contrastes entre la desigualdad
económica y subjetiva en Chile, MIDE-UC Escuela de Psicología
de la Pontificia U. Católica de Chile. Centro de Políticas
Públicas UC. N°57, diciembre 2012.
(70) Rolando, Rodrigo; Salamanca V., Juan; Aliaga Q, Marcelo;
Evolución matrícula educación superior 1990 – 2009. SIES
2010.
133
Progreso económico con insatisfacción social
Hoy existe un contexto de profunda desigualdad en el país, y esta situación genera
en las personas una sensación de frustración. Diariamente se observa a sujetos
que logran acceder a mejores condiciones de vida, ampliando su acceso a bienes
y servicios. Sin embargo, para parte importante del país, dichos accesos no son
alcanzables (al menos en el corto plazo).
Los niveles de ingresos y la comparación intra e inter grupos de referencia también
determinan la opinión y percepción que se tiene respecto de diferentes temas. Por
tanto, las diferencias en el nivel de ingreso generan una espiral, ya que se observa
a la sociedad desde donde se está situado, con los sectores medios y medios
altos que sienten que las diferencias son mayores a las que realmente existen. Por
lo tanto, las personas se hacen altas expectativas frente a un prospecto de vida
que en realidad está fuera de su alcance. Este fenómeno es el que define en cierto
modo un sesgo, en cuanto cada uno se convence de la idea de estar inmerso en
una situación económica deplorable, peor que antes. En la realidad, prácticamente
todas las personas tienen ingresos más altos que hace veinte años, sólo que en
términos de las distancias absolutas entre grupos, no es así.
Las diferencias en los ingresos, que se sienten como muy grandes, han producido
distancias importantes entre distintos segmentos de la sociedad, con la relevante
observación que esto le ocurre al 90% de la población. Las distancias generan que
al compararse con quienes tienen ingresos muy altos, se tiene la percepción de
estar en una posición peor a la efectiva, incluso peor que la que se ocupaba en un
pasado no muy lejano.
La desigualdad puede tener efectos importantes en la movilidad social, ya que son
factores que se retroalimentan. No obstante, el mayor acceso y cobertura a la educación
superior mejora la movilidad intergeneracional, como ha argumentado Sapelli71, pero
ese efecto demora mucho tiempo en transformar la estructura distributiva global.
Además, sobre su impacto distributivo se ha argumentado que “La educación es un
importante determinante del ingreso- uno de los más importante-, pero es menos
importante que lo que la mayoría piensa. Si todos tuviesen la misma educación, la
desigualdad de ingresos se reduciría en menos de un 10%. Cuando uno se focaliza en
la educación se deja de lado la miríada de otros factores que determinan el ingreso.
Las diferencias de ingreso entre personas con la misma educación son enormes72”.
(71) Sapelli, Claudio (2011). Chile, ¿más equitativo?, Ediciones UC.
(72) Kahneman, Daniel. The Focusing Illusion, en This Will
134
Make You Smarter: New Scientific Concepts to Improve Your
Thinking, John Brockman (Author) HarperCollins, NY, 2010.
Universidad San Sebastián
En ese contexto, la influencia de la educación está condicionada por factores de
tipo sociocultural, que se tienden a enmarcar en los conceptos de “discriminación”
y “clasismo”, que han sido muy estudiados. De todos modos, cada vez es más
demostrado que una de las causas que ayuda a profundizar la desigualdad está dada
por el acceso a educación que tienen los niños en su primera infancia. Lo explica
Urzúa73 al señalar que, pese a las últimas reformas educacionales, las brechas entre
alumnos provenientes de hogares acomodados versus hogares pobres sigue siendo
amplia y que si bien se ha mejorado la cobertura, el impacto sobre el desempeño
académico es casi nulo. Este autor cita “la necesidad de realizar intervenciones
tempranas que, según evidencia a nivel internacional, cuando han sido correctamente
diseñadas han logrado éxito para aliviar algunas desigualdades iniciales en niños
que nacieron en situaciones adversas”.74
Estas experiencias a nivel internacional apuntan a entender el entorno del niño,
considerando factores ambientales, genéticos, familiares, acceso a sistemas de
salud, entre otras muchas variables, a fin de apuntar correctamente al programa
al que se debe incorporar el infante. Por ello, argumenta Urzúa, “es necesario
replantear el concepto de educación inicial, que los jardines infantiles y salas cuna
sean promovidos como centros de educación integral y no como guarderías, que
se fomenten las iniciativas público-privadas y aumentar la cobertura con una oferta
de calidad, lo que tiene directo efecto sobre la formación”.
Se plantea, en el fondo, que sin desarrollar estas políticas la posibilidad de igualar
oportunidades y elevar la movilidad social es muy baja. Eso ayuda a explicar, casi de
manera lógica, por qué en la mayoría de los países la correlación entre la desigualdad
de ingresos y la movilidad social es negativa, como lo muestra el siguiente gráfico,
que muestra la relación entre la desigualdad de ingresos (Índice Gini) y un índice
de movilidad social75 . Este último se a partir de la “elasticidad intergeneracional
de ingresos”, que es la diferencia porcentual de los ingresos en la generación de
los niños, asociados con la diferencia porcentual en la generación de los padres76.
(73) Urzúa, Sergio. La importancia de la primera infancia, CEP 13
de diciembre de 2010.
(74) Heckman, James (2008). Schools, Skills and Synapses,
Economic Inquiry, Western Economic Association International,
vol. 46(3), pp. 289-324. Citado por Urzúa (2011).
(75) El índice de movilidad es la elasticidad intergeneracional de ingresos
y sólo toma valores entre 0<Elasticidad intergeneracional de ingresos<1
(76) Por ejemplo, si la elasticidad intergeneracional es 0.6, esto
quiere decir que si uno de los padres recibe un ingreso 100%
superior a otro de menores ingresos, entonces el hijo del padre
de altos ingresos ganará un 60% más que el hijo de padres con
menores ingresos
135
.35 .4 .45 .5 .55 .6 .65 .7 .75 .8 .85
Índice de movilidad social
Progreso económico con insatisfacción social
DNK
NOR
FIN
CAN
AUS
SWE
JPN
NZL
ALE
ESP
FRA
PAK
SGP
SUI
EEUU
UK
ARG
CHL
BRA
CHN
PER
25
30
35
Países
40
Gini
45
50
55
Línea de tendencia
Los países de América Latina, de acuerdo con ese gráfico, están en el peor de los
escenarios, con baja movilidad y alta desigualdad de ingresos. Ese fenómeno de
escasa movilidad social y desigualdad de los ingresos ha sido detonante de una
serie de expresiones de descontento. Sin ir más lejos, se observa que países como
Argentina, Brasil y Chile se ubican en un lugar muy similar y, por distintas causas,
esas tres naciones se han visto envueltas en el último tiempo en una irrupción de
la sociedad exigiendo derechos.
Las redes sociales: Un megáfono moderno
“Twitter es un buen sitio para decirle al mundo lo que estás pensando antes de
que hayas tenido la oportunidad de pensarlo”, Chris Pirillo.
Los fenómenos de descontento no son temas que en el último tiempo solo preocupen
en Chile. Tienden a ocurrir en muchos países, y se manifiestan, por ejemplo, en una
de las principales consignas de las protestas más recientes en EE.UU. (el recordado
y fallido Occupy Wall Street), dirigidas especialmente contra el sistema financiero
136
Universidad San Sebastián
de ese país, y que se autodenomina “el otro 99%”, haciendo referencia a que el 1%
restante es el que concentra la mayor parte de la propiedad y percibe mayores
ingresos”.
Manifestaciones como la antes descrita adquirieron relevancia gracias a un factor que
ha venido a revolucionar las formas de protesta en los últimos años: La preponderancia
que han adquirido las redes sociales. Es difícil saber si la insatisfacción de hoy es
mayor a la de antes. Lo que sí es innegable es que se advierte más; la difusión del
malestar es mucho más amplia, pese a que quienes participan activamente en esas
redes no representan ni de cerca a la mayoría del país. Es lo que se llama en estos
tiempos activistas digitales o ciberactivistas.
Puede darse en Chile, en EE.UU., en Egipto, en Corea del Sur o en Brasil; las redes
sociales en la actualidad condicionan la agenda de los medios de comunicación.
Entre los usuarios más activos de esta nueva forma de comunicar aparecen los
periodistas, quienes desde sus tribunas publican o comentan los temas más viralizados
y convierten los trending topics77 en temas país.
Esto, a su vez, tiene un impacto mayor a nivel social, dado que la mayoría de las
veces, desde las redes sociales surge un cierto sesgo respecto de las dificultades
de acceso a servicios públicos, abusos hacia los consumidores o manifestaciones
públicas que se comentan, las que a menudo son una protesta por algo que no se
ha hecho o que no se quiere hacer.
Lo cierto es que el fenómeno impacta de manera relevante al sistema político. Esa
masificación de los temas influye fuertemente entre la clase dirigente no porque las
temáticas tratadas representen a la mayoría, sino porque los actores políticos no
tienen, en muchos casos, otros elementos como para percibir estas problemáticas.
Eso se suma a una falta de liderazgo entre quienes ocupan roles importantes en
la política actual, cuyos discursos se han planteado desde la vereda de recoger
lo que desea la ciudadanía, en vez de ofrecer un camino a seguir, lo que aparece
claramente como la antítesis del liderazgo.
(77) Los trending topics, o tópicos de tendencia, son los temas de mayor relevancia que están siendo tratados en tiempo real en
la red social Twitter.
137
Progreso económico con insatisfacción social
138
Universidad San Sebastián
Capítulo
9
Políticas Sociales:
El papel del Estado
frente a la desigualdad
139
Progreso económico con insatisfacción social
140
Universidad San Sebastián
“S
i un país quiere poner en práctica una política redistributiva, su capacidad
para diseñar mecanismos que simultáneamente mantengan o incrementen
los incentivos a la inversión puede determinar que tales políticas sean eficaces en la
reducción de la pobreza”, afirma un economista español78 , quien también centra la
atención en la necesidad de tener estabilidad en el marco de las políticas sociales
y económicas.
Un gran tema es cómo enfrentar la vulnerabilidad que existe para una proporción
altísima de la población, considerando los niveles de ingresos monetarios que definen
la ubicación en los percentiles de la distribución. Al respecto, podemos ejemplificar
con un caso de nuestra economía. En Chile, a comienzos de 2013, un 80% de los
hogares tiene ingresos monetarios mensuales inferiores a $1.250.000 (UF 53), por
eso, resulta evidente el impacto de eventos inesperados, como enfermedades largas
o muy costosas, pérdida de empleo, hijos que no n el crédito para pagar la educación
superior, etc. La sensación de vulnerabilidad no es solo un tema de los segmentos
de ingresos más bajos, sino crecientemente importante para los sectores medios,
precisamente porque no se desea bajar desde el nivel alcanzado.
En esa línea, continúa Novales, cabe destacar que “la reducción de la desigualdad
genera un ‘doble dividendo’, puesto que una política redistributiva acelera el
crecimiento y también la intensidad con la que el crecimiento reduce la pobreza. El
crecimiento económico es un objetivo razonable, pero asimismo importante es eliminar
la desigualdad en sus principales facetas posibilitando para todos los ciudadanos
el acceso a las mismas posibilidades educativas, el acceso al crédito que permita
desarrollar iniciativas empresariales y de estudios, y la igualdad en el tratamiento
por parte de la Administración y en el acceso a todos los servicios públicos”.
(78) Novales, Alfonso; El triángulo del desarrollo económico: crecimiento, desigualdad y pobreza, Universidad Complutense 25 de
Mayo de 2011.
141
Progreso económico con insatisfacción social
En Chile, las desigualdades son marcadas, en varios aspectos. La pregunta que surge
si queremos avanzar en este tema, es cómo lo logramos. Sergio Urzúa79 propone
las siguientes orientaciones para las políticas sociales, que compartimos:
-
Visión de largo plazo: Ejemplo: Educación pública básica y media de mayor calidad.
Mayor Calidad/Institucionalidad:
Incentivos: Es necesario considerar la naturaleza humana
Coordinación/Institucionalidad: Red de políticas sociales eficientes y dinámicas.
Focalización del Gasto: Justicia y eficiencia en la entrega de recursos.
En este país próspero, consolidado en términos políticos, y con una promisoria
situación económica, existe la tendencia a abordar problemas, nuevos o antiguos,
con programas sociales ad hoc, pero no ha existido la misma decisión para terminar
con aquellos que muestran un bajo impacto. Eso genera que el gasto público, que
de por sí tiene limitaciones y que, aunque se aumente, seguirá teniéndolas, debe
dividirse entre más programas con menos impacto y posibilidades de evaluación.
Por otro lado, también está enraizada en muchos economistas la visión que el
crecimiento es el principal objetivo, porque las políticas redistributivas muy intensas
impactarían negativamente el dinamismo económico, dejando sin recursos para
llevar a cabo esas mismas políticas. La evidencia empírica internacional avala la tesis
que esa relación depende del contexto de cada caso, y que la relación inversa entre
crecimiento y equidad (primer tramo de la curva de Kuznets) no es una constante,
sobre todo en países de ingreso medio.
Si observamos en los últimos 50 años los casos de países escandinavos, economías
emergentes de Asia y, más recientemente, de Europa Oriental, se pueden ver
experiencias muy exitosas en ambos objetivos, con mayor o menor grado de
intervención estatal en el proceso80 . Lo que sí se da es que en casi todos ha existido
una estrategia de desarrollo clara, apertura externa y mercados que funcionan. De
todos modos, la irrupción de nuevos actores en la economía mundial ha modificado
el panorama, ya que la creciente presencia de China, India, Vietnam, entre otros, ha
hecho que el escenario para crecer sea distinto.
El esfuerzo de desarrollar y fortalecer políticas redistributivas es indispensable. Porque
mientras las grandes diferencias económicas y sociales no disminuyan, no tendremos
el objetivo quizás más importante en una sociedad, que es el aumento del bienestar
(79) Urzúa, Sergio. (2013) Desigualdad en Chile, op. cit.
142
(80) Meller, Patricio. La Paradoja Aparente. Eficiencia y Equidad:
Resolviendo el Dilema, Taurus, Santiago, 2005, editor
Universidad San Sebastián
de sus habitantes. Tampoco es fácil el proceso de disminuir desigualdades, porque
sin inversión productiva o sin equilibrios económicos no existe crecimiento, que es
condición fundamental para tener recursos que puedan incrementar los ingresos
monetarios, acortando las diferencias absolutas de ingresos.
A continuación se mencionan los programas de políticas públicas cuyos objetivos
apuntan en la dirección correcta, sin hacer juicios acerca del impacto real que han
tenido.
Políticas públicas en favor de la equidad
Es claro que la pobreza en Chile ha disminuido, principalmente producto del
crecimiento que el país ha experimentado durante las últimas décadas. Sin embargo,
existe una profunda brecha que separa al grupo más pobre del más rico del país. Esta
brecha se ha mantenido casi constante en el tiempo, y es gracias a la intervención
del Estado que se ha conseguido mitigarla en algún grado. En razón de dicha
problemática, es que el Estado ha promovido una serie de políticas sociales, las
que han logrado acercar a los grupos extremos del país.
Son diversos los programas sociales que se han creado con el fin de mejorar los
problemas de la desigualdad, entre ellos destacan: El ingreso ético familiar, el
subsidio familiar, plan calle, bono solidario de alimentos, programa de asignación
familiar, entre otros. Sin embargo, considerando el nivel de importancia, situaremos
la atención en los dos primeros.
El proyecto del ingreso ético familiar fue aprobado en 2012, y busca entregar a cerca
de 170.000 familias –socialmente vulnerables- una serie de bonos y transferencias
monetarias. El objetivo de esta política es que las personas que se encuentran en
situación de pobreza (especialmente extrema) desarrollen competencias con el fin de
generar los ingresos necesarios para superar dicha condición, principalmente gracias
a su esfuerzo personal. Para ello, es necesario que los sujetos beneficiados cumplan
con una serie de deberes (mínimo de asistencia escolar, por ejemplo), pues así se
constituirán como agentes activos en el proceso de superación y desarrollo social.
El subsidio familiar en tanto, se conforma como un programa que busca fortalecer el
sostén económico de las familias de escasos recursos. Con este objetivo, se persigue
beneficiar a aquellos sujetos que se encuentran a cargo de otros, siendo estos últimos
los que generan el derecho a subsidio; entre los principales generadores de subsidio
destacan: Los menores de 18 años, personas con algún tipo de invalidez, de cualquier
edad; personas con discapacidad intelectual que no pueden proveer por sí solos a
una familia y embarazadas de escasos recursos. Al igual que el programa anterior,
143
Progreso económico con insatisfacción social
éste también es monetario, no obstante aquello, busca proteger adicionalmente a
todo aquel trabajador que no tiene la condición de dependiente, y que además no
está afiliado a algún sistema previsional, condiciones que excluyen a dichas personas
de otros programas sociales.
En ese sentido, son importantes propuestas tales como mecanismos que apoyen
la acumulación de activos. Una de ellas es “la concesión de seguros frente a
fluctuaciones de renta”, sobre todo en el caso de trabajadores en los tramos medios
de ingresos, que en una situación económica desfavorable eviten la necesidad de
utilizar sus ahorros o bien sacar a los hijos de la escuela para hacerles trabajar, y
permita asumir oportunidades productivas de autoempleo. Desde hace unos años
viene creciendo asimismo la importancia de las llamadas transferencias inteligentes
de renta (‘smart transfers’) que incluyen algún elemento de condicionalidad, como
el compromiso de asistencia de los niños a la escuela o las visitas al médico. Estas
son puras transferencias de renta para las familias que hubiesen cumplido las
condiciones en todo caso, pero inducen una mayor acumulación de capital humano
en aquellas que no lo habrían hecho, siempre que la oferta de servicios educativos
y sanitarios aumente con su mayor demanda.
Políticas sociales en favor del empleo
El Estado reconoce la necesidad que posee un importante porcentaje de la población
respecto de las oportunidades de empleo. Es por ello que durante mucho tiempo
se han implementado una serie de programas que buscan impulsar la inserción al
mercado laboral de diversos agentes, con el fin de mejorar las oportunidades de
empleo, emprendimiento, y así progresar en materias de ingreso.
Los principales programas que se han encargado de promover el empleo, o proteger
los ingresos son los siguientes: Fondo de cesantía solidario, Bono trabajador activo,
Mujer trabajadora y jefa de hogar, Subsidio al empleo joven, Subsidio previsional, y
Subsidio a la contratación de trabajadores jóvenes.
La primera iniciativa es un fondo de reparto, conformado principalmente por aportes
del Estado y de los empleadores. Este monto mensual es un porcentaje promedio
de la remuneración obtenida durante el último año de trabajo, y tiene como fin
beneficiar a los trabajadores que hayan perdido su empleo, una vez que hayan
agotado los fondos de sus cuentas particulares, siendo así posible cooperar con el
financiamiento de los compromisos personales de los mismos.
El Bono trabajador activo en tanto, es un programa que busca incrementar la
cobertura del sistema de capacitación respecto de los trabajadores dependientes
144
Universidad San Sebastián
y con baja productividad. Esto les permite mejorar la empleabilidad y la movilidad
laboral, pudiendo el trabajador elegir en qué y dónde capacitarse, acorde a una
oferta de calidad.
El programa Mujer trabajadora y jefa de hogar, busca proveer de mejores competencias
a las mujeres con esta calificación con el fin de superar los principales problemas y
barreras de acceso que éstas poseen cuando buscan componer el mercado laboral.
Las beneficiadas son aquellas mujeres –económicamente activas – que además
pertenezcan a los tres primeros quintiles de ingreso. El programa entrega a las
favorecidas capacitaciones en algún oficio con el fin de mejorar la empleabilidad
y las condiciones laborales, pudiendo así establecerse de manera dependiente o
independiente según corresponda.
El segmento juvenil históricamente ha presentado una serie de problemas en
cuanto a la inserción y desarrollo en el mercado laboral, es por ello que se han
promovido algunos programas con la idea de incentivar la contratación de éstos,
junto con mejorar sus condiciones de empleo. En primer lugar, observamos el
Subsidio al empleo joven, programa cuyo objetivo es incrementar la participación
de los jóvenes en el trabajo formal mediante la entrega de un subsidio a quienes se
encuentran desempeñando funciones en trabajos dependientes. Los beneficiados
son personas entre 18 y 25 años, que además integren las familias del 40% más
pobre de la población total del país.
Por otro lado resulta importante incentivar en los empleadores la idea de contratar
personas jóvenes en sus organizaciones, por lo que adquiere gran importancia el
Subsidio previsional a la contratación de trabajadores jóvenes. Este programa busca
promover la formalidad laboral de los jóvenes mediante la entrega de un subsidio
a los empleadores por cada persona entre 18 y 25 años contratada, además de
abonar en los fondos de capitalización individual de cada uno de estos el mismo
monto entregado al empleador.
Políticas sociales en favor del adulto mayor
Es evidente que las mejoras en la calidad de vida han impactado positivamente en
la sociedad, pues gracias a ello hoy las personas viven por más años. Sin embargo,
como ya ha podido observarse, gran parte de los adultos mayores que existen
en Chile, poseen escasas oportunidades laborales, lo que se traduce en elevadas
necesidades sin satisfacer en razón de la precaria capacidad para generar ingresos.
Ante dicha contingencia es que surge el Fondo Nacional del Adulto Mayor, iniciativa
que busca beneficiar a las personas mayores de 60 años, que se encuentren en
145
Progreso económico con insatisfacción social
situación de dependencia y vulnerabilidad. Básicamente este fondo financia proyectos
de integración social y de autogestión, los que son desarrollados por instituciones
que se encuentran a cargo de los adultos mayores, todo esto, con el fin de mejorar
la calidad de vida en ese tramo etario.
Otra de las temáticas que constantemente suscita preocupación en cuanto a la
tercera edad es la tenencia de un hogar, frente a esta inquietud el Fondo de servicios
de atención al adulto mayor componentes viviendas tuteladas busca proveer a las
personas en situación de vulnerabilidad de los requerimientos mínimos habitacionales
y de apoyo social. Se constituyen como beneficiarios los mayores de 60 años que
pertenezcan al I, II y III quintil, que sean autovalentes, y que además no posean una
red de apoyo social y/o familiar.
Programas públicos que perjudican disminuir la desigualdad
No todas las políticas públicas pueden tener un sentido redistributivo, eso sería
muy ineficiente. Sin embargo, es posible mencionar algunas que, sin necesidad
alguna, van en dirección opuesta al objetivo de mayor equidad, de las cuales se
señalan algunas que, a nuestro juicio, deberían corregirse.
Desde un punto de vista práctico, parece necesario y urgente ajustar reglas que hoy
permiten, por ejemplo, la elusión tributaria, o abordar no sólo el pago de aranceles
en la educación superior, sino que también la importancia de la innovación y la
investigación. Parece llegado el momento en debamos tener en Chile un financiamiento
mucho más alto que el actual para las actividades de investigación, científica
y de desarrollo de innovación, pero esto choca directamente con el sistema de
financiamiento imperante para las universidades. El desafío es mantener y acrecentar
las posibilidades de acceso a quienes no pueden pagar los aranceles. La desigualdad
se refuerza o atenúa dependiendo de las modalidades de financiamiento en la
educación; por eso, la universidad gratis para todos va directamente en contra de
mejorar la distribución del ingreso y disminuir las desigualdades.
Los alumnos de menor puntaje, que están extremadamente correlacionados con
bajos niveles de educación de los padres y de ingreso familiar, tienen muy poco
financiamiento público; sólo algunas becas para centros de formación técnica e
institutos profesionales.
Además de lo anterior, la conducta de las universidades es racional y predecible al
buscar estudiantes con las más altas credenciales. Hoy se premia a aquellos planteles
que reciben a los alumnos con mejores puntajes en la PSU, pero los alumnos con
mayores puntajes son, en su mayoría, los de mejor base escolar, que han estudiado,
146
Universidad San Sebastián
en su inmensa mayoría, en la educación media pagada. A esos colegios asiste el 7%
de la población escolar, que como es fácil colegir son niños y jóvenes provenientes
de los grupos socioeconómicos altos.
Se ha establecido una especie de club en las universidades con mayor prestigio,
fenómeno que es especialmente notorio en la admisión a las carreras de profesiones
tradicionales. Pero eso no es todo, ya que el financiamiento también premia la
investigación en las instituciones. Eso produce que entre las universidades estatales
también existan desigualdades y discriminación. Hay algunos planteles de regiones
que casi no hacen investigación, por lo tanto, tienen muy bajo acceso a esos recursos.
Luego, el sistema de financiamiento atenta contra mejorar las oportunidades a los
que tienen menos posibilidades monetarias; es una manifestación que, como siempre
sucede, el grupo de interés quiere mantener su ventaja. En todas las actividades ocurre
eso, porque es un comportamiento lógico y predecible, individual y grupalmente;
y dado que perjudica a la inmensa mayoría, debería modificarse.
Aun así, no es una buena política pública que a los planteles de más alto nivel se
les disminuyan sus recursos, porque sería redistribuir sin objetivos, más allá de la
equidad en sí misma. Este es un ámbito donde todos deberían tender a subir, en el
marco de objetivos y metas claras.
Ejemplos como ese también se dan en otros sectores. La tendencia a mantener
instituciones monopólicas, en cuanto a trámites y controles, perjudica a los
empresarios más pequeños, como ocurre con las notarías y conservadores de
bienes raíces, lo mismo que la gran cantidad de autorizaciones que deben hacerse
en las municipalidades. Se ha dado un paso importante al facilitar notablemente
la creación de una empresa, pero es extremadamente complejo iniciar actividades
productivas de bienes o servicios. Otro caso claro es el rechazo, en el trámite
legislativo, al proyecto que facultaba a comercios distintos a las farmacias a vender
medicamentos que no requirieran receta médica. No hay razón práctica alguna,
desde el punto de vista sanitario, económico y social, para prohibir eso pero siempre
hay “lobby” de los grupos de interés.
En Chile el sistema tributario en esencia está bien construido, lo que no significa
que sea completamente equitativo, pero todavía tiene algunos “espacios” que es
necesario cerrar, si se desea avanzar en la equidad tributaria y mejorar los resultados
distributivos de la acción del estado.
Un caso muy conocido es que existen personas y grupos, probablemente situadas
en el 5 o 10% superior de ingresos, cuya posición frente al Estado les permite obtener
147
Progreso económico con insatisfacción social
beneficios, los que por distintas razones históricas se han mantenido. Cuando eso
ocurre, hay recursos que dejan de estar disponibles y podrían ser utilizados por el
Estado en otros planes, por ejemplo, para los grupos de ingresos bajos o medios.
En esa línea, aparecen casos como el que permite a la agricultura y a otros rubros
pagar impuestos basándose en la renta presunta o estructuras de sociedades que
les posibilita pagar menos impuestos a profesionales, quienes en vez de tributar
por renta un 40%, sólo se les grava un 20% bajo esta modalidad.
Pero el Estado también tiene otros casos. Planea obras públicas claramente
ventajosas para ciertos grupos. Los beneficiados están definidos, acotados, tienen
gran beneficio privado y no pagan ni de cerca los costos que significa la obra. Esto
sucede, por ejemplo, con los tranques y, en general, con buena parte de la estructura
de riego en Chile.
Se puede alegar que cuando se construye un tranque o una represa se riegan miles
de hectáreas y beneficiar a muchos agricultores, pero los realmente favorecidos son
los que tienen más acceso a mejor tecnología, que aumentan su productividad, y
aportan mucho menos que el beneficio privado. Puede ser un beneficio social, que
genera empleo, pero eso pasa con casi todas las inversiones. Con esa argumentación,
entonces, los gremios industriales podrían solicitar que les sean entregados bajo el
precio de mercado los terrenos donde se construyen los galpones de sus empresas,
so pretexto de la generación de empleo para el país. Lo cierto es que hay grupos
específicos que no están pagando el costo económico de esas inversiones o servicios
del Estado.
148
Universidad San Sebastián
Capítulo
10
Ideología y cambio
del modelo
149
Progreso económico con insatisfacción social
150
Universidad San Sebastián
U
n elemento que se tiende a soslayar es que en los problemas claves para un país,
que definen la dirección de las políticas públicas, las propuestas de políticas, e
incluso los análisis sobre ellas, se hacen a partir de una visión de la estructura social
y económica que se desea predomine; eso es la ideología. Existen investigaciones81
que han indagado acerca de la relación entre posición ideológica y estar o no de
acuerdo con determinadas políticas económicas.
Resulta consistente la relación de las respuestas sobre políticas, los nombres de los
economistas más admirados, con la ubicación política de los encuestados. Revisando
varios estudios, se ha concluido que entre economistas de las universidades “existe
un acuerdo de un 80% en cuestiones de carácter microeconómico, que es superior
a los acuerdos sobre los temas de corte macroeconómico, como por ejemplo la
relativa al papel de la política monetaria, las causas de la inflación o al efecto de
los déficits comerciales”.
Es necesario reconocer82 que no existen verdades absolutas, que hay opiniones
distintas entre economistas sobre muchos temas. ¿Alguien puede decir cuál es EL
enfoque correcto sobre los efectos en la inversión y en el crecimiento de un alza en
el impuesto a la renta de las empresas? Por otra parte, es necesario reconocer que
los planteamientos sobre lo que se debe hacer dependen de la visión del economista,
de sus principios y enfoque teórico, pero también de su ideología.
No es que no exista un “corpus” de conocimiento científico, existe y es mucho
más sólido y avanzado que lo que la mayoría cree. Sin embargo, sobre los efectos
de medidas de política económica no pueden haber miradas únicas, porque
(81) Davis, William L.; Figgins, Bob G.; Hedengren, David, y
Klein, Daniel B.; “Economics Professors’ Favorite Economic
Thinkers, Journals, and Blogs (along with Party and Policy
Views)”. Economic Journal Watch, mayo 2011.
(82) Este párrafo está tomado de: Hugo Lavados, Diario
Financiero. ¿Por qué no nos quieren?, columna el 21 de
noviembre 2011.
151
Progreso económico con insatisfacción social
debemos hacer al menos dos consideraciones: Una es que el impacto depende
de los comportamientos de las personas afectadas, respecto de lo cual se conoce
bastante poco, sobre todo ante fallas sistémicas; dos, porque lo que se propone
tiene esencialmente que ver con los objetivos deseados. Sabemos que si existe por
mucho tiempo exceso de gasto fiscal sobre los ingresos, se producirá una crisis,
conocemos las razones y los mecanismos que las gatillan; lo que no es conocido,
sin embargo, es cuándo se producirán los problemas, ni cuáles son las políticas más
eficaces para resolverlos. Como se ha dicho, si se pide opinión a cuatro economistas
acerca de cómo resolver un problema, se tendrán al menos cinco opiniones; uno
de ellos dirá “depende” y dará dos respuestas.
La idea que se tenga acerca de la definición de equidad y de justicia afecta lo que
se plantea.83 “El mismo nivel de desigualdad puede ser más o menos aceptable
para distintos individuos en diferentes países, dependiendo de su percepción (idea)
que la riqueza ha sido acumulada con esfuerzo y habilidad antes que con suerte,
conexiones o aún corrupción. En una palabra, si los diferentes niveles de ingreso
y riqueza son “merecidos” o no. Esas visiones sobre desigualdad y justicia (que
podemos denominar “ideología”) determinan las tasas de impuestos y la evolución
de la distribución del ingreso y la riqueza. Esos resultados a su vez producen cambios
en la proporción de la desigualdad en la riqueza que se debe al esfuerzo, u otros
factores como la suerte y la intervención del Estado, produciendo variaciones en
las ideas sobre la distribución”.
En nuestro medio, resulta curioso que ese hecho tan elemental sea dejado de lado
como algo negativo: Se dice “es un enfoque ideológico”, asignando una valoración
negativa que desacreditaría a un planteamiento que, cuando se trata de objetivos
y propósitos sociales, no puede ser sino eso. Como lo define Pedro Güell84 : “La
noción de igualdad es un punto de vista normativo con consecuencias prácticas.
Esto es, crea categorías de actores o identidades y define relaciones entre ellas que
pretenden instaurarse como modelo del orden deseado de la sociedad”.
Desde hace mucho que hablamos de Economía Normativa (que postula el deber ser)
como distinta a la Economía Positiva (que intenta develar lo que es). Esa distinción
pierde sentido al plantearse problemas de qué hacer. También es irrelevante si se
“pasa gato por liebre”, como cuando se plantea un análisis como científico o técnico,
pero el punto de partida es una visión de los objetivos y forma de funcionamiento
básica de la economía lo que, que por definición, es ideológico. Un ejemplo lo
(83) Alesina, Alberto; Cozzi, Guido y Mantovan, Noemi; “The
Evolution of Ideology, Fairness and Redistribution”, NBER
Working Paper No. 15587, diciembre 2009.
152
(84) Güell, Pedro; “Igualdades y desigualdades en Chile hoy: de
la medición de la distribución a la politización de las relaciones
sociales”. Documento de Trabajo, CEP, marzo 2013.
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encontramos en el planteamiento que los servicios públicos tienen, por definición,
necesariamente que ser financiados y producidos por el Estado, sin mayor análisis
de cómo se haría, la experiencia de otros países o lo que ha sucedido en nuestro
propio país. Otro es que los mercados regulados son ineficientes.
Como es de esperarse, existen interrelaciones entre posición social y percepción
de desigualdad, así como respecto a la preferencia asignada a la redistribución.
Además, en un sentido dinámico la percepción puede cambiar si las políticas
producen variaciones en la situación inicial. Utilizando un modelo econométrico
un estudio indica85 “Estudiamos la evolución dinámica de diferentes economías,
en las que las políticas redistributivas, la percepción de “equitativo”, desigualdad
y crecimiento se determinan en conjunto. Se muestra que al incluir “equidad”
se explican varias correlaciones observadas entre desigualdad, redistribución y
crecimiento. También se muestra que diferentes ideas acerca de “equidad” pueden
mantener a dos países iguales en todo lo demás, y con trayectorias de desarrollo
distintas por mucho tiempo”.
En el último tiempo, se ha planteado con fuerza que el modelo de desarrollo de
Chile está en crisis, y que hay que cambiarlo radicalmente, focalizando los focos
críticos en las desigualdes existentes y cómo modificarlas. Una característica
del debate político respecto a este tema, es su aparente desconocimiento de la
gran y creciente cantidad de investigaciones, observatorios de datos, proyectos
gubernamentales de evaluación de políticas, etc. que se existe en este campo, con
análisis desde disciplinas o interdisciplinas, enfocadas en lo económico, sociológico,
político, cultural, sicológico, entre otros. En Chile esto mismo se está produciendo
con cierto rezago, y sin permear los planteamientos políticos antes señalados. Un
caso positivo es la atención prestada al desarrollo infantil desde su nacimiento, lo
que toma en cuenta estudios disponibles desde hace 20 años o más, y experiencias
en otros países que nos anteceden por un largo período.
En términos más generales, uno de los focos del debate que se dado desde fines
de los 90, es el llamado “modelo económico”. Frente a las crisis económicas
internacionales, algunos han augurado un derrumbe del modelo. En los últimos
meses el foco de la discusión pública ha estado en torno a los cambios, con algunos
análisis muy poco fructíferos al debatir si hablamos de cambios o reformas, cuando
el tema de fondo es qué cambios o reformas se proponen, estudiando su viabilidad
y sus efectos. A veces parece que resurge el famoso lema, tan conocido desde las
revueltas estudiantiles de París en 1968, “seamos realistas, pidamos lo imposible”.
(85) Alesina, Alberto; Cozzi, Guido y Mantovan, Noemi; “The Evolution of Ideology, Fairness and Redistribution”, NBER Working
Paper No. 15587, diciembre 2009.
153
Progreso económico con insatisfacción social
La insatisfacción y la desigualdad han tenido un profundo impacto en la agenda
política, como lo señala, por ejemplo, el Barómetro de la Política correspondiente a
junio de 2013 que elabora el Centro de Estudio de la Realidad Contemporánea (CERC),
quien consultó a sus encuestados respecto al desarrollo económico que evidencian
en el país y la disminución en las expectativas fue fuerte. Esto se ve reforzado en
la pregunta respecto de quiénes se benefician con el desarrollo económico: El 82%
dice que beneficia solo a los más ricos.
El mismo sondeo pregunta sobre las desigualdades existentes en el país, y un amplio
66% opina que las diferencias entre ricos y pobres son mayores que hace 20 años.
Además, un 86% de las personas están de acuerdo con la afirmación: “Si la gente
fuera tratada con mayor igualdad, habría bastante menos problemas”.
Pero esta situación está lejos de ser novedosa y claramente no representa un
hecho inédito en las últimas décadas. Encontramos ya en 1997 ideas articuladas
de lo que se llamó los Autoflagelantes de la Concertación, en contraposición a
los Autocomplacientes86 . José Joaquín Brunner planteó, en esa época, una visión
discrepante, describiendo los cambios positivos en múltiples aspectos entre 1989
a 1998, sin desconocer carencias o metas no alcanzadas87. Permítasenos citar con
extensión este documento, por su claridad y validez actual, ya que se ha señalado 88
que ese debate se resolvió a favor de los Autoflagelantes, lo que hemos argumentado
que no es así, y demuestra nuestro ya conocido sesgo de la confirmación, que
parece agudizarse en períodos pre y post electorales.
Brunner sostenía hace quince años: “En círculos político-intelectuales de la
Concertación existe la imagen de que la sociedad chilena no es feliz ni ha recuperado
la alegría. Por el contrario, se sostiene que una gran mayoría de la población vive a
disgusto, manifiesta inseguridad, no percibe un real progreso, es presa de temores
y malestares y experimenta un sordo desasosiego con su posición presente y una
intensa incertidumbre respecto del futuro. En suma, como se ha dicho recientemente:
‘Un difuso malestar recorre Chile’. Desde esta perspectiva, la sociedad chilena
aparece envuelta en miedos (…) Uno se pregunta si alguna vez las sociedades han
sido muy distintas; si no aparecen en todas las épocas -bajo distintas formas- miedos
e inseguridades. Más al punto todavía, uno se pregunta cómo hemos venido a
descubrir ahora, recién, que la modernidad capitalista es un sistema de desajustes y
(86) Como es más cómodo y fácil explicar posiciones muy
encontradas, en el debate público se ha mantenido la idea de
dos grupos, a veces identificados, desde la posición menos
positiva, como progresistas y conservadores. Como siempre, en
la práctica las visiones son más matizadas y complejas.
154
(87) Brunner, José Joaquín; “Malestar en la sociedad chilena:
¿de qué, exactamente, estamos hablando?” Estudios Públicos
Nº 72, CEP, 1998.
(88) Guido Girardi, senador re electo, entrevista El Mercurio, 23
de Noviembre 2013.
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asincronías, de cambios y riesgos, de amenazas e incertidumbres, de inseguridades
y desprotecciones. Y que todos esos síntomas se agudizan, precisamente, en épocas
de acelerada modernización y desarrollo de las sociedades. ¿Cómo interpretar
entonces esta desconfianza en las oportunidades?”.
Sentencia Brunner que frente a esa pregunta radical “no es extraño que surja
una visión que reclama la necesidad de un orden basado en certezas y capaz de
‘asegurar’ la vida material y subjetiva de las personas. Más bien, llama la atención
que esa reivindicación (neo-conservadora) aparezca formulada desde el lado
“progresista” de la dirigencia político-intelectual del país. ¡La confusión es un signo
de los tiempos! Aparece como si la Concertación, luego de hacerse cargo del
desarrollo y la modernización de la sociedad chilena, hubiera abierto su propia Caja
de Pandora de la cual han escapado todos los miedos y malestares de la modernidad
quedando adentro, solamente, la esperanza de poder restituir un orden de certezas
comunitarias, seguridades públicas y valores capaces de refundar una subjetividad
colectiva integrada”.
Brunner tiene una visión diferente. Si bien está referida a la situación de 1998,
no obstante eso, su análisis resulta muy útil y necesario para reflexionar sobre el
momento actual, y especialmente para analizar algunas de las visiones imperantes.
“Lo que hay, en cambio, es un cuadro matizado y complejo de percepciones y
opiniones, con reconocimiento de progresos que se corresponden con los indicadores
objetivos de mejoría en las condiciones de vida de las personas; altas expectativas de
mediano y corto plazo; nítida identificación de desigualdades y señalamiento claro
y concordante de problemas prioritarios, los cuales tienen que ver, principalmente,
con acceso a servicios esenciales y con las condiciones de vida en la esfera privada”.
La percepción respecto del desigual acceso y calidad de los servicios esenciales
está seguramente en la base de una difundida desconfianza en las oportunidades,
la cual coexiste con las altas expectativas de corto y mediano plazo. El autor indica
tres razones para ello:
1. El crecimiento socialmente desigual hace pensar a la gente que la pobreza, en
vez de disminuir, aumentará.
2. La mitad de la población considera como “muy desigual” el acceso a los servicios
esenciales.
3. Adicionalmente, las personas aspiran a ponerse a la altura de ciertas exigencias
familiares, como dedicar más tiempo y ofrecer mayores posibilidades y comodidades
a su grupo familiar.
155
Progreso económico con insatisfacción social
¿Cómo interpretar entonces esta desconfianza en las oportunidades? Sugiere la
siguiente hipótesis de trabajo: “La gente desea seguir mejorando sus condiciones de
vida -y de su familia- pero más rápido. Quiere ‘“más de lo mismo’, pero un en menor
tiempo, de manera de así satisfacer sus expectativas. Está dispuesta a trabajar duro,
incluso a endeudarse. Pero, al mismo tiempo, desconfía -por su propia experiencia de
las desigualdades- de que el crecimiento vaya a beneficiarlos directa y oportunamente
y brindarles acceso a los servicios esenciales que debe proporcionar la sociedad...
Junto a esa desconfianza la gente siente, en una dimensión específica de la vida, un
alto grado de inseguridad. Esta inseguridad tiene poco que ver con sentimientos de
malestar. Se trata, lisa y llanamente, del temor a ser asaltado o robado, uno de los
más antiguos miedos de la humanidad, aumentado ahora por las características de
la vida urbana y por la alta exposición de hechos delictuales a través de la televisión.
Incluso habiendo disminuido la tasa declarada de victimización durante los últimos
años, según se establece en un reciente estudio del CEP, igual la gente siente que
puede ser objeto de delitos y tiene poca o ninguna confianza en que los culpables
serán condenados en un tiempo razonable.”
Es destacable que quince años después los argumentos y debates políticos parecen
un calco de lo señalado, lo que frente a las múltiples evidencias de avances para
todos, resulta casi incomprensible que las posiciones sean casi las mismas Eso tiene
un aspecto positivo si miramos el mejoramiento experimentado en ese lapso en
las condiciones materiales de vida, porque pese a las diferencias de opiniones de
la elite política, el pensamiento mayoritario se impone, reconociendo ese progreso.
De todas maneras, esa misma mayoría está convencida, que, en la perspectiva de
la desigualdad y las consecuencias de ella, no hemos avanzado.
Las visiones más “polares” han mostrado características, que está fuera de nuestro
alcance analizar a fondo: Una representa el pensamiento de sectores de académicos
y políticos, que se autodefine como progresista, y tiene un anclaje importante
en la ideología de izquierda de los años ‘60. La versión más radical no ha tenido
impacto significativo en las votaciones a nivel nacional, como se ha demostrado en
elección tras elección, excepto entre algunos gremios y federaciones de estudiantes
universitarios.
Su conclusión, que se ha mantenido en análisis posteriores, es que el llamado
“modelo económico neoliberal” se derrumbaría, porque no daría respuesta a las
demandas o necesidades sociales. Se pueden citar trabajos de Tomás Moulián en
los años 9089 , y de Alberto Mayol más recientemente90 . Es posible señalar que, en
(89) Chile actual: anatomía de un mito (1997); Conversación
interrumpida con Allende (1998); y, El consumo me consume
(1999).
156
(90) No al Lucro. De la crisis del modelo a la nueva era política
(2012); El derrumbe del modelo. La crisis de la economía de
mercado en el Chile contemporáneo (2012).
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nuestra opinión, existe cierta circularidad en la argumentación, con poco soporte
empírico y sin un modelo teórico claramente explicitado.
Algo parecido suele observarse en el campo opuesto, que privilegia un modelo
con muy pocas regulaciones estatales, enfatiza la libertad para elegir, excepto en
asuntos que sostienen son “valóricos”, como si eso significara que son verdades
reveladas imposibles de debatir91.
Una exposición muy clara sobre las causas del malestar contra ese Modelo, se
encuentra en un artículo acerca de los cambios al “Modelo” de Andrés Sanfuentes92.
En él se enfatizan los problemas de la llamada clase media, indicando como factor
clave de su malestar y de los cambios necesarios el hecho que, para tener cierto
nivel de calidad de los servicios, las personas tengan que financiar privadamente
la educación y atención de salud, agregando la vulnerabilidad que produce la
relativamente baja cobertura de la protección social, el endeudamiento y la inseguridad
pública, como elementos a corregir. Señala que “Los componentes descritos pueden
sintetizarse en que la clase media tiene un profundo sentimiento de vulnerabilidad
ante la incertidumbre que le genera el mundo que enfrenta en su vida cotidiana (el
“Modelo”), especialmente el riesgo que experimenta de caer en la pobreza, cuando
ocurren fenómenos que no controla”.
Agrega que “El factor más importante que apareció en 2011 es que salieron a relucir
aspectos ocultos, que se venían arrastrando desde hace varios años y que obligan
al país a repensar su estrategia de desarrollo económico y social, porque los signos
de insatisfacción son demasiado evidentes y ciertos”.
La cuestión central es dilucidar qué entendemos por repensar la estrategia de
desarrollo económico y social y si en esa estrategia y, por tanto, en los cambios,
se incluyen las bases fundamentales de un sistema. Es distinto plantear cambios
al sistema que postular cambio del sistema, lo que es mucho más que un juego
de preposiciones. Si observamos lo que ha ocurrido en el mundo, de nuevo se nos
viene a la memoria lo que señala el viejo Samuelson, respecto a que el margen de
posibilidades de cambio no es tan amplio como algunos creen. Además, la intuición
y demandas “reveladas” por la gran mayoría, incluso los más descontentos, no van
en dirección de cambios radicales, sino modificaciones concretas en los temas
percibidos como los que generan mayor vulnerabilidad.
(91) Novoa, Jovino. (2013). Con la fuerza de la libertad, La
batalla por las ideas de la centroderecha en el Chile de hoy.
Editorial Planeta, Santiago.
(92) Sanfuentes, Andrés. “Todos contra el Modelo”. Asuntos
Públicos. CED, Informe 930, julio 2013.
157
Progreso económico con insatisfacción social
Una columna reciente resume muy bien este conjunto de temas, comentando los
estudios sobre discrepancias entre economistas, desde la perspectiva de lo que
ocurre en España.93“No cabe por supuesto esperar un acuerdo entre los expertos
económicos, ni siquiera un consenso mayor que en otras disciplinas. Sin embargo,
si los resultados de estos trabajos pudieran extrapolarse a nuestro país estarían
indicando que el exceso de politización y de doctrina en el debate sobre cuestiones
trascendentales para la superación de la crisis económica con el menor coste social
posible o para diseñar el papel de la economía española en el mundo tiene algunas
causas que podemos corregir… Esto no eliminará las diferencias de puntos de vista,
que tienen una saludable raíz ideológica -¡faltaría más!-, pero permitirá mitigar las
que están causadas por el desconocimiento”.
Todo lo analizado nos lleva a pensar en la conveniencia de introducir cambios al
modelo económico, sobre la base de mantener lo que se ha hecho bien y hacer
modificaciones en aquellos ámbitos en que han quedado al descubierto distintas
situaciones, generados con efectos negativos sobre el crecimiento o la equidad. Ellas
pueden ser de distinto tipo, más estructurales como las culturales y educativas, o
generadas por estructuras de mercado o comportamientos, tales como inadecuados
para que el mercado sea un eficiente mecanismo de asignación de recursos. En
estas últimas tenemos ineficiencias públicas y privadas, inequidades, abusos de
posición dominante o enormes asimetrías de información, incentivos insuficientes
en las regulaciones, entre ellas mala fiscalización y bajas penas.
Plantear modificaciones radicales a la estrategia de desarrollo, o decir que esta va
en franco camino de destrucción, o afirmar que no tenemos dificultades y malestar,
responde a postulados que, a nuestro juicio, no tienen asidero analítico, ya que no
existe evidencia acumulada, ni en Chile ni en otros países, que lleve a concluir tal
cosa. Muchas veces se aprecia que predomina el voluntarismo, apreciaciones con uso
erróneo de antecedentes sobre los hechos, datos e, incluso, afirmaciones antojadizas
respecto a las bases de las conductas y “demandas sociales” mayoritarias. Este
fenómeno, que podemos calificar como “ideas de lo que deseo” (wishful thinking),
está presente con cierta frecuencia en las conclusiones a las que llegan algunos
análisis de políticos y cientistas sociales, economistas incluidos, por cierto. Notamos
que ellos son planteamientos aparentemente neutros, pero es sólo una apariencia.
(93) Andrés, Javier: “Consenso entre los economistas … en Estados Unidos”. Nada es gratis. Netblog, Fundación de Estudios de
Economía Aplicada. 27 de marzo 2013.
158
Universidad San Sebastián
Capítulo
11
¿Qué hacer con
la desigualdad?
159
Progreso económico con insatisfacción social
160
Universidad San Sebastián
A
la sensación de insatisfacción y de disminución de bienestar en términos relativos
que se instaló en la población, se suma que una parte de la ciudadanía ve cómo la
brecha entre expectativas y capacidad de compra ha crecido de manera importante,
con un descalce mucho mayor a medida que se baja en la curva de ingresos. Ello
genera que subsistan y se amplíen diferencias importantes entre los segmentos de
mayores y menores ingresos, lo que, además, se traduce en inconformidad de una
clase media cada vez más amplia.
En ese sentido, postulamos que los cambios en el modelo de desarrollo tienen que
propender a una mayor equidad, manteniendo un modelo de economía mixta, en
el sentido de lo que escribió Samuelson en el 200994 . En ese texto “se proclama el
valor de la economía mixta, una economía en la que se combina la rígida disciplina
del mercado con la supervisión mesurada del Estado. Una vez que hemos explorado
el terreno, ésta es nuestra conclusión: La historia económica confirma que ni el
capitalismo sin reglamentación ni la planeación central con exceso de controles
pueden organizar una sociedad moderna con eficiencia”.
Esta definición tan tajante continúa. “Las locuras (sic) tanto de la derecha como
de la izquierda exigen ubicarse en el centrismo. La planeación central con exceso
de controles, que tuvo muchos defensores a mediados de la década pasada, fue
abandonada una vez que produjo estancamiento y consumidores infelices en los
países comunistas… muchos libros de texto se han excedido en su presentación
de un liberalismo excesivamente complaciente. Se unieron a celebrar las finanzas
del libre mercado y apoyaron tanto el desmantelamiento de las regulaciones como
la abolición de la supervisión del Estado. La amarga cosecha de esta celebración
ha sido evidente en los exuberantes mercados hipotecario y accionario, que se
colapsaron y provocaron la crisis financiera actual”...”
(94) Samuelson, Paul. Un manifiesto centrista, en Samuelson, Paul y Williams Nordhaus. Economía Edición 19. McGraw-Hill, 2010.
Como ya se señaló, no estamos libres del “sesgo de la confirmación”.
161
Progreso económico con insatisfacción social
Desde los años 80 se ha escrito mucho sobre esos cambios en Chile y en América
Latina, siendo muy interesante comparar la trayectoria de largo plazo con los países
que se consideran “benchmarks”, desde el punto de vista de compatibilizar libertad
política, equidad social y prosperidad económica, que son los tres ejes de lo que
habitualmente se denomina desarrollo en Occidente95 .
Pero la insatisfacción no parece apuntar a cómo está concebido el modelo de
crecimiento de Chile, sino que a las grandes desigualdades que éste mismo genera
en planos diversos, como la salud, educación, salarios y acceso a servicios públicos.
Más aún si se comparan los niveles de ingresos entre los más y menos favorecidos.
Por último, se han enfatizado los conceptos de derechos sociales y empoderamiento
de los consumidores, los que son parte indispensable de cualquier sociedad
democrática y sistema económico que pretenda ser desarrollado, pero que requieren
ir acompañados de un correlato de responsabilidades en el uso de esos derechos.
El análisis anterior apunta a que los planteamientos solamente basados en
prejuicios e ideología, tienen evidentes sesgos de confirmación, como los define la
psicología social y la neurobiología96 . El sesgo de confirmación es la tendencia a
favorecer información que confirma nuestras creencias, descartando aquella que
(potencialmente) podría refutarlas. Además, el sesgo de confirmación nos lleva
a interpretar de tal manera la información ambigua que ella refuerza nuestras
creencias, en lugar de rebatirlas.
Así, el sesgo de confirmación puede perpetuar puntos de vista erróneos sobre el
mundo, porque nos “ciega” a las evidencias que atentan contra nuestro sistema de
creencias. Procesar la información que recibimos sobre el mundo es un requisito
para poder actuar de la mejor manera posible, dentro del marco ideológico que
cada uno tiene, pero una consecuencia de este hecho es que la capacidad para
interpretar los hechos y tomar decisiones puede quedar delimitada a un marco
pre determinado.
De este modo, podemos encontrarnos con posiciones que hacen propuestas de
políticas definidas que tienen, en forma evidente, ese sesgo, muchas veces basado
en comparar los resultados que se desprenden de un modelo teórico con lo que se
ha obtenido en un país real. En ese sentido, hemos conocido estos años múltiples
(95) Blomström,
Magnus y Meller, Patricio (comps.)
“Trayectorias divergentes: Comparación de un siglo de
desarrollo económico latinoamericano y escandinavo”,
CIEPLAN-Hachette, Santiago de Chile, 1990.
162
(96) Por ejemplo, ver: Kahneman, Daniel: Thinking fast and
slow. Farrar, Straus and Giroux ed. New York 2011. Lavados.
Jaime. Neurobiología del Conocimiento. Ed. Universitaria,
Santiago, 2013.
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análisis hechos sobre un ineludible, necesario o inevitable cambio del modelo o
ajuste de políticas dentro del modelo. En este, como en la mayor parte de los temas
socioeconómicos fundamentales, es muy difícil que en el análisis se pueda hacer
abstracción de la visión ideológica y sus subsecuentes políticas.
Con una frecuencia creciente, en el último tiempo se expresan problemas sectoriales
o de grupos. Estas inquietudes se perciben en un contexto de un fuerte crecimiento
en las expectativas que, entre otras cosas, se ha retroalimentado del mismo proceso
de crecimiento económico y del discurso público muy exitista (“estamos en el umbral
del desarrollo”), muy orientado a la definición de gran cantidad de objetivos en las
campañas políticas, sin definir claramente prioridades ni objetivos operacionales
que sean verdaderamente alcanzables.
La presencia inevitable de las ideas del analista en la definición de los problemas y
en las propuestas de políticas públicas hace difícil ser inmune a los sesgos. También
que sea muy frecuente que la asepsia vaya acompañada de la irrelevancia, como
ocurre con muchos análisis en ciencias sociales. Por eso, preferimos indicar que
nuestra perspectiva es la de considerar que es un imperativo ético disminuir en
forma importante la desigualdad, junto a que también es una necesidad hacerlo
para mantener una economía dinámica, con crecimiento del producto, que entregue
mayor calidad material de vida, con estabilidad sociopolítica y reglas del juego
democráticas.
Una visión menos revolucionaria, más evolutiva, que es la que compartimos, es
que estamos enfrentando momentos de turbulencias, cambios que probablemente
generen momentos de inestabilidad, de agitación social, problemas. Es importante
reconocer un hecho; nuestra capacidad interna para crecer y tener recursos para
abordar esos nuevos objetivos, tiene limitaciones externas. La idea de la luz al final
del túnel es muy gráfica, porque enfrenta dos ópticas totalmente distintas: Que
realmente sea una salida o, en caso contrario, que sea un tren viniendo de frente.
Es innegable que el país ha experimentado un notable crecimiento económico
durante los últimos veinte años. A pesar de las crisis económicas mundiales y los
diversos fenómenos sociales, Chile se ha logrado constituir como un país estable y
económicamente próspero, donde las personas han mejorado su calidad y estándar
de vida.
Ahora bien, a pesar que prácticamente todas las personas han mejorado su estándar
de vida y que todos los niveles socioeconómicos han aumentado sus ingresos
reales, sigue existiendo una pronunciada brecha entre sectores, que define una
muy distinta capacidad de compra y de acceso a bienes y servicios de calidad.
163
Progreso económico con insatisfacción social
Por tanto, a pesar del crecimiento generalizado que ha tenido la economía nacional,
sigue habiendo una diferencia notable en términos de distribución de ingreso,
con una brecha creciente en los ingresos monetarios la que, a pesar de muchos
esfuerzos, no se logra mermar.
El principal problema que es posible asociar a la deplorable distribución que hoy
prima en el país, es la presencia de una serie de agudos problemas sociales, que
afectan a los individuos y su forma de vida. Bajo este punto de vista, los problemas
de concentración de riqueza en grupos reducidos, unido a la falta de la misma en
otros, se conforma como un motor de malestar social. Temáticas como los bajos
ingresos, malas condiciones laborales, precarios accesos a sistemas educativos de
cierta calidad, servicios públicos de salud llenos de carencias, escasa protección
al momento de envejecer, entre otros elementos, constituyen problemas claves en
una sociedad con muy fuerte inequidad, como es la chilena. La percepción que es
un derecho obtener servicios públicos con un alto estándar, configura un escenario
complejo y con muchas manifestaciones de insatisfacción, porque la brecha no
podemos cerrarla con rapidez, por decreto o con asamblea alguna. Aunque seamos
políticamente incorrectos, debemos afirmar que eso simplemente no es viable, por
la limitación de recursos que los economistas debemos enfatizar, aunque eso lleve
a ser mensajeros que deben ser atacados.
Resulta claro determinar que la desigualdad, como problema social, se extiende a
todas las áreas que afectan la calidad de vida de las personas, desde el nacimiento
(condición social de origen) hasta el envejecimiento, incluyendo educación y
empleabilidad, entre otros. Esto genera un círculo vicioso, porque las brechas
que separan a los grupos de la población entre sí, se pueden hacer cada vez más
profundas, desde todos los flancos posibles; por cierto, eso se debe y puede romper.
Es evidente la importancia de las políticas públicas para disminuir la situación de
concentración, pues gracias a ellas es que las diferencias entre grupos socioeconómicos
se reducen. Sin embargo, estas políticas requieren de mayor consistencia en
cuanto a su formulación e implementación, pues así podrían ser aún más efectivas,
solucionando la raíz de los problemas, y superando las medidas paliativas al respecto.
Básicamente, se requiere lograr equilibrio y permanencia en los programas, que
permitan a la ciudadanía, como gran propósito, abandonar de manera permanente
la situación de pobreza, y reducir la vulnerabilidad de los sectores medios.
En el largo plazo, los mayores dilemas están asociados al sistema educativo, ya
que éste es considerado una especie de motor de movilidad social. Lo que se
observa es que el acceso a los mejores establecimientos está considerablemente
restringido. Quienes no tienen la posibilidad de llegar a los niveles educacionales
164
Universidad San Sebastián
más altos poseen menores posibilidades de acceder a los niveles superiores de
ingresos y tienen una muy reducida movilidad socio económica. Un estudio ha
llegado a afirmar que la desigualdad se disminuye con mayor educación, pero se
incrementa cuando ésta no se concluye97 , lo que conforma una especie de círculo
vicioso para gran parte de la población.
Las oportunidades en Chile siguen estando muy injustamente distribuidas. Los más
pobres sufren exclusiones y discriminaciones inaceptables. Las mujeres, los jóvenes,
los adultos mayores, las personas con discapacidades, entre otros grupos sociales,
comparten condiciones que les impiden desarrollarse98 .
Un autor, Barry Schwartz 99, plantea que las personas incrementan sus expectativas
siempre que experimentan un crecimiento en las opciones que la vida presenta.
En base a esta lógica, sería posible inferir que en Chile los individuos están
constantemente bajo una sensación de frustración, puesto que el contexto actual
-como país- muestra diferentes opciones de vida, en términos de posibilidades
de acceder a mejores condiciones. Sin embargo, para parte importante del país,
la probabilidad de lograrlas es muy bajas, y dichas condiciones, al menos en este
momento, no son alcanzables. Dicho de otro modo, las expectativas en cuanto al
acceso a bienes servicios, crecen a mayor velocidad que el incremento del ingreso.
Por lo tanto, las personas se hacen altas expectativas frente a un prospecto de vida
que en realidad está fuera de su alcance.
Este fenómeno es el que define, en cierto modo, un sesgo en la apreciación de
lo que ha pasado y lo que está ocurriendo, en cuanto se forma la idea de estar
inmerso en una situación económica deplorable, más en la realidad, y como se
ha demostrado a lo largo de este estudio, todas las personas hoy tienen mejor
calidad material de vida que hace diez, quince o veinticinco años. Las diferencias
exacerbadas en el nivel de ingreso han generado una distancia tan grande entre
distintos grupos en la sociedad, que al compararse los sectores de ingresos bajos
y medios con los grupos más altos, tienen la percepción de estar en una posición
peor que un pasado no muy lejano.
A veces parece que hubiésemos vuelto a plantear dilemas que han sido superados por
los hechos, en todo el mundo. La equidad no puede ser contrapuesta al crecimiento,
ambos se necesitan, sobre todo en un mundo globalizado e interdependiente. Desde
el punto de vista de las políticas públicas para enfrentar y avanzar en resolver los
(97) Urzúa, op. cit.
(98) Velasco y Huneeus, op. cit.
(99) Schwartz, Barry; The Paradox of Choice: Why More Is Less,
HarperCollins NY 2004.
165
Progreso económico con insatisfacción social
problemas y los desafíos actuales, tanto la confianza casi ilimitada en la capacidad
del Estado, sin mucha referencia a sus limitaciones, como la creencia en el mercado
sin lineamientos ni muchas regulaciones, nos recuerdan el realismo mágico imperante
en Macondo. Afortunadamente, desde 1989 adelante en nuestro país ha predominado
una mirada menos voluntarista y más basada en las posibilidades y restricciones.
Es evidente que los objetivos hoy son distintos, porque la situación es distinta. Es
conocida la frase de Keynes, cuando afirmó que “solo una persona necia no cambia de
opinión si cambian los datos”. En cualquier caso, es fundamental definir con claridad
los objetivos y analizar su consistencia y factibilidad como conjunto. Es evidente que
los medios importan, lo que requiere plantearnos cómo lograr lo deseado, partiendo
desde donde estamos. Es una idea demasiado obvia para repetirla, pero muchas
veces parece olvidada. Lewis Carroll lo expresó magistralmente:
‘’Alicia: Sólo quiero saber qué camino debo tomar.
Gato de Cheshire: Pues depende a dónde quieras ir tú.
Alicia: Eso no importa, si tú me dices.
Gato de Cheshire: Entonces realmente no importa el camino que escojas’’.
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