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Teoría-Historia-Política
hacia los sectores menos organizados. En este sentido, el reciente golpe
de Estado en Honduras evidencia nuevos modos de encubrir y legitimar la violencia explícita efectivamente utilizada. De cualquier manera, los interrogantes futuros podrán desentrañarse únicamente a partir
del análisis de las formas estatales de construcción social de la crisis
para organizar las confrontaciones futuras. De ello depende, en gran
medida, la posibilidad del Estado de complementar los diversos tipos de
violencia, así como las posibilidades del Movimiento de Trabajadores
Desocupados y demás sectores populares de desarrollar una perspectiva de transformación radical de la sociedad.
Dossier: sobrepoblación relativa
Piqueteros y autonomismo:
notas acerca del Frente Popular Darío Santillán*
Soraia de Carvalho
Universidade Estadual de Londrina
Resumen
Discute la organización de los trabajadores, en especial los desocupados a
partir de la experiencia y formulaciones del agrupamiento piquetero Frente
Popular Darío Santillán, uno de los intentos de reorganización de los trabajadores argentinos después de la dictadura militar del 1976 al 1983. Analiza
temas presentes en sus formulaciones como: cambio social, revolución, poder,
Estado, organización y partido.
Palabras clave
Organización - Movimiento Piquetero - Autonomismo
Abstract
Discuss the organization of workers, especially the unemployed from the
experience and formulations of the group piquetero Popular Front Darío
Santillán, one of the attempts at reorganization of argentineans workers after
the military dictatorship from 1976 to 1983. It examines how they define issues
such as: social change, revolution, power, state, organization and party.
Keywords
Organization - Piquetero Movement – Autonomism
*Este artículo es resultado de la investigación que originó la disertación de maestría:
Lutas sociais, piqueteiros e autonomismo: a experiência político-ideológica da Frente
Popular Dário Santillán, Universidade Estadual de Londrina, 2008.
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Introducción
Desde la década de 1990, América Latina se ha transformado en un
verdadero “calderón” de luchas sociales, cuando las dictaduras militares fueron desalojadas. Aunque salen los militares e ingresan los civiles
mediante elecciones, se mantiene el carácter de clase del Estado. Al fin
de los años 1990, son elegidos gobiernos que despiertan ilusiones de
que tal “giro a la izquierda” podría formar un polo de enfrentamiento
al imperialismo: Chávez en Venezuela (1998), Lula en Brasil (2002),
Kirchner en Argentina (2003), Tabaré Vásquez en Uruguay (2005),
Michelle Bachelet en Chile, Evo Morales en Bolivia (2006), Rafael
Correa en Ecuador (2006) y Fernando Lugo en Paraguay (2008). A
pesar de las diferencias entre el “socialismo del siglo XXI” de la propuesta bolivariana de Chávez, del capitalismo andino-amazónico de
Evo y las variantes menos radicalizadas de los otros gobiernos con sus
pactos sociales entre organizaciones de trabajadores y patrones, todos
se asemejan en un punto fundamental: a pesar de sus discursos y vínculos con los “oprimidos” no se proponen a acabar con el modo de producción capitalista.
Tal escenario político, aunque de manera deformada, es reflejo de
un giro a la izquierda producido por las masas trabajadoras, que descontentas con los efectos del neoliberalismo protagonizaron importantes luchas contra el Estado. Son parte de este cuadro insurrecciones y
levantes populares, de las cuales destacamos: las guerras del gas y del
agua en Bolivia en 2003 y 2004; la exigencia de los ecuatorianos de que
los políticos renunciasen, en 2005; y la constitución de la Asamblea
Popular de Oaxaca, en 2006.
Argentina también compone este escenario. Casi al mismo tiempo que Carlos Menem toma posesión, en 1989, surge un movimiento
popular de desocupados que, en líneas generales, pasa a contestar la
implantación de las políticas neoliberales de aquel gobierno. Se trata
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del movimiento piquetero que ocupa la escena política del país a lo largo de los años 1990. La insatisfacción popular y de algunos sectores de
las clases medias gana fuerza a medida que avanza el neoliberalismo
en el país: desregulación del trabajo, apertura comercial, privatización
de los servicios públicos, entre otras. El ápice de este proceso ocurre en
diciembre de 2001, cuando las masas populares ocupan Buenos Aires
y provocan la caída del entonces presidente Fernando de la Rúa, juntamente con su ministro, Domingo Cavallo. Las consignas entonadas
en aquellos episodios expresaban el rechazo a la democracia formal y
resonaron en las luchas sociales posteriores: ¡Qué se vayan todos! ¡Que
no quede ni uno solo!
En este artículo, nuestro objetivo fundamental es contribuir para la
comprensión del significado político de las actuales luchas sociales que
se desarrollan en Latinoamérica, analizando un movimiento reciente,
que a mediados del año 2000 llamó la atención en los medios militantes y académicos: el movimiento piquetero. Colocando a los desocupados en el centro de la escena política argentina, este proceso ha traído cuestionamientos teóricos, políticos e ideológicos, atrajo también la
mirada de otros movimientos de la región y nutrió las formulaciones
que atribuyen a los “nuevos” movimientos sociales el lugar de los “viejos” sujetos revolucionarios.
En medio a toda la heterogeneidad del movimiento piquetero, atravesado por disputas políticas e ideológicas que hacen de la Argentina
un espacio de actuación de las más variadas corrientes de izquierda
(estalinistas, guevaristas, maoístas, trotskistas, nacionalistas, reformistas, anarquistas, entre otras) elegimos uno: el Frente Popular Darío
Santillán (FPDS) para ayudarnos a analizar las potencialidades y
límites del intento de reorganización del proletariado argentino.
Este agrupamiento de desocupados, que se sumó a intelectuales,
sectores estudiantiles y de trabajadores ocupados, es fruto de un de los
más combativos movimientos de la historia reciente de la Argentina: la
Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón (CTDAV). La
identificación del FPDS con la perspectiva autonomista nos permitirá
analizar en una realidad concreta los límites del autonomismo como
propuesta de organización de las clases trabajadoras. El esfuerzo del
FPDS para formar políticamente sus militantes y registrar su historia
se refleja en sus documentos públicos y en libros de militantes, posibilitando que identifiquemos su línea política.
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Surgimiento del movimiento piquetero
Fue en las ciudades en que los desocupados estaban concentrados
donde se dio la respuesta unificada inicial que pronto se expandió para
otros puntos del país. Así, el primer “grito” contra la desocupación
masiva partió de las ciudades petroleras devastadas por la privatización
de la YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales), en 1991. Este “grito” fue
seguido por los pobladores de asentamientos y barrios obreros del Gran
Buenos Aires y del entorno de otras grandes ciudades argentinas.
El nombre “piquetero” fue acuñado durante la pueblada de 1996,
cuando la población de Cutral-Có y Plaza Huincul, ciudades petroleras de la provincia de Neuquén, pasó a utilizar los llamados “métodos piqueteros”. O sea: los cortes de ruta, que más que el bloqueo de
rutas pueden ser definidos como toma y defensa de una posición con
barricadas;1 la acción directa; la combatividad en el enfrentamiento
con las fuerzas represivas del Estado; y los métodos anti burocráticos
de organización, pautados en la soberanía de asambleas masivas. Los
piquetes ya utilizados como una táctica huelguista para convencer o
impedir la entrada de “rompe-huelgas”, pasaron a ser utilizados con
otros objetivos. Imposibilitados de parar la producción de mercancías,
los manifestantes pasaron a bloquear la circulación de estas.
El Frente Popular Darío Santillán
El Frente Popular Darío Santillán (FPDS) es uno de los movimientos que se desprendieron de la Coordinadora de Trabajadores
Desocupados Aníbal Verón (CTD-AV), surgida a partir de movimientos
de desocupados organizados desde 1996, en el sur de la Gran Buenos
Aires y reconocida por su combatividad. Después de muchas divisiones,
motivadas por diferencias organizativas, peleas por recursos de ONGs
internacionales y relación con el gobierno, en marzo de 2004, algunos
grupos piqueteros crearon la FPDS. Aunque la convocatoria partió de
los desocupados, la propuesta pretendía reunir trabajadores ocupados,
estudiantes, campesinos, pequeños productores, y demás sectores con
los cuales tenían afinidad. Actualmente, la composición del FPDS es
básicamente de desocupados y estudiantes.
La articulación con campesinos y trabajadores ocupados ocurre
por medio del Movimiento Campesino Indígena (MCI) y Movimiento
Intersindical Clasista (MIC). El nombre del frente hace referencia a uno
de los militantes asesinados en una acción represiva del Estado argentino, el 26 de junio de 2002.
A partir de documentos publicados en internet, entrevistas y libros
del FPDS problematizaremos como definen: cambio social, revolución,
poder, Estado, organización y partido. Iniciaremos con la forma como
abordan la cuestión del cambio social. En la formulación del FPDS
hay dos cambios pretendidos: del sistema capitalista y de las relaciones
cotidianas,
“Queremos que toda la sociedad cambie porque mientras el sistema económico y social esté organizado por los capitalistas, éstos van a buscar mantenerse en el poder por todos los medios: el engaño, las leyes o la represión. Estos
poderosos no quieren que se organice una sociedad igualitaria, porque se les
acaban sus privilegios. Por eso hace falta un cambio revolucionario que reparta las ganancias de los grandes campos y las grandes empresas para que nadie
pase hambre o le falte trabajo.”2
La formulación de revolución del FPDS, por lo que se ve en sus
documentos denuncia las desigualdades en el reparto de las riquezas en
el capitalismo, pero no apunta su contradicción fundamental, o sea, la
producción social seguida por la apropiación privada. Por eso, no plantea la liquidación revolucionaria de la propiedad privada de los medios
de producción, sino una división igualitaria del producto social. Tal
posición es complementada por la “revolución en lo cotidiano”:
“Para que esa sociedad más justa sea posible, tenemos que empezar a practicarla desde ahora. Todos los días organizando nuestro trabajo, nuestras actitudes, nuestras relaciones, con igualdad. La tele, la iglesia, la escuela, nos
dicen todo el tiempo que tenemos que buscar la salida individual, y entonces nos peleamos con el que tenemos al lado, nos acostumbramos a obedecer
al que tiene poder, no nos respetamos ni siquiera a nosotros mismos... Pero
nuestra experiencia nos dice que tenemos que estar unidos y luchar. Tenemos
que cambiar los valores negativos que arrastramos (el egoísmo, la indiferencia, la ventaja sobre el compañero, la violencia familiar) en nuestras casas,
Frente Popular Darío Santillán: Nuestra Política para construir un presente y un futuro
con trabajo, dignidad y cambio social, s/l, 2004. Disponible en: www3.autistici.org/
mtdenelfrente//.
2
Iñigo Carrera, Nicolás y Cotarelo, Maria Celia: “Algunos rasgos de la rebelión en
Argentina 1993-2001”, PIMSA, Buenos Aires, año VIII, Nº 8, pp. 125-138, 2004.
1
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nuestro barrio, nuestra organización, y construir la solidaridad, la dignidad,
la igualdad todos los días. El cambio social empieza en casa, y ahora3.”
De ese modo, además de no postular la liquidación de la propiedad privada capitalista como premisa del “cambio social”, se condiciona también la llegada de esta “sociedad más justa” a la revolución
de los valores en lo cotidiano. Esto nos lleva a discutir el dilema: ¿qué
cambiar primero, los hombres o las circunstancias?4 Marx contestaba dialécticamente, como podemos observar en la tercera tesis sobre
Feuerbach. “La coincidencia de la modificación de las circunstancias
y de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria.” De esta manera, Marx y Engels
explicaban, en La Ideología Alemana que:
“[...]tanto para engendrar en masa esta conciencia comunista como para llevar
adelante la cosa misma, es necesaria una transformación en masa de los hombres, que sólo podrá conseguirse mediante un movimiento práctico, mediante una revolución; y que, por consiguiente, la revolución no sólo es necesaria
porque la clase dominante no puede ser derrocada de otro modo, sino también
porque únicamente por medio de una revolución logrará la clase que derriba
salir del cieno en que se hunde y volverse capaz de fundar la sociedad sobre
nuevas bases.5”
Es por eso que el momento de “instrucción” no debería estar separado, para Marx y Engels, de la acción revolucionaria. Lo que vemos
en los documentos del FPDS es una separación de dos momentos, inicialmente de formación, de cambio en los valores, para en un futuro
lejano pensar en una transformación más radical de la sociedad. Esta
separación, para Lenin es una manera utópica de “aplazar la revolución socialista hasta el momento en que los hombres sean distintos”.6
Por otro lado, la pretensión de cambio de valores en un cuadro de
relaciones objetivamente alienadas revela una perspectiva idealista,
pues parte de la premisa de que es posible practicar valores de una
“sociedad más justa” antes de la existencia real de esta supuesta
Idem.
Claudín, Fernando: Marx, Engels y la revolución de 1848, Madrid, Siglo XXI, 1975,
p. 60.
5
Marx, C. y Engels, F: La ideologia alemana. Disponible en: http://www.marxists.
org/espanol/m-e/1840s/feuerbach/2.htm.
6
Lenin, V.: El Estado y la revolución. Disponible en: http://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1910s/estyrev/index.htm.
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sociedad más justa. Opuestamente a lo que formulan los miembros del
FPDS, de acuerdo con Marx y Engels en la Ideología Alemana, “no es
la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la
conciencia”.
Otro punto que merece reflexión es la explicación del poder para
el FPDS. Según sus documentos, el poder es una relación social, así,
sería necesario fortalecer el poder popular por medio de cambios en
las relaciones humanas, sociales y políticas, avanzando en términos de
organización, luchas y consciencia. Así el “cambio revolucionario” es
más un paso en la construcción del poder popular. “Un paso importante, ya que solo podremos garantizar definitivamente ese cambio cuando todo el pueblo esté en condiciones de disputar el poder [...]”.
En los documentos del FPDS (2004) aparece una ilustración que
expresa como comprenden la relación entre “poder del gobierno” y el
“poder popular”.
Poder del
gobierno
Poder
popular
Fuente: www3.autistici.org/mtdenelfrente//
Se observa una visión gradualista de la transición al predominio del
“poder popular”. Esta discusión es importante, una vez que el mecanismo político de la revolución consiste precisamente en la transición
del poder de una clase para otra. Trotsky presenta ejemplos históricos
que indican que esta “transferencia” es precedida por un período de
doble poder, esto se manifestó en la revolución inglesa del siglo XVII,
en la Revolución Francesa y en la Revolución Rusa, precedida por la
constitución de los soviets. Esta situación, todavía, es provisoria. La
dualidad de poderes no puede mantenerse eternamente:
3
4
“La preparación histórica de la revolución conduce, en el período pre revolucionario, a una situación en la cual la clase llamada a implantar el nuevo
sistema social, si bien no es aún dueña del país, reúne de hecho en sus manos
92
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una parte considerable del poder del Estado, mientras que el aparato oficial
de este último sigue aún en manos de sus antiguos detentadores7.”
como una relación que se construye, que se hace, que construimos de manera
fraternal, en donde tienen que surgir nuevos valores10”.
La superación del doble poder puede resolverse en favor de la clase
dominante, coronando la victoria de la contrarrevolución, o avanzar
hacia el dominio de una nueva clase. La tendencia va hacia la recuperación de la unidad del poder, condición indispensable para la estabilidad de cualquier régimen. Pero el poder, en las formulaciones del
FPDS, no debe identificarse con el Estado. La adopción de un concepto más amplio impediría la “instrumentalización” de la lucha, aspecto
que coincide con el pensamiento de John Holloway:
Por eso, el poder popular del FPDS es indisociable de la idea de
generación de nuevos valores. Se puede notar un cambio en el enfoque
del poder con la creación del Espacio Social y Político del FPDS. Según
Guillermo Cieza11 este “espacio” correspondería a la formación de una
organización en los moldes de la Consulta Popular del Brasil. Un partido amplio, en permanente contacto con los movimientos sociales. La
disputa por el poder no estaría descartada, pero tendría que ser fruto de
un proceso de acumulación de fuerzas, de síntesis políticas de diversas
experiencias desarrolladas en Argentina y América Latina, “Nosotros
por esto decimos que hay posibilidades de disputar el poder. En lo local
hay grupos genuinos de construcción de base, por supuesto no es como
el MST, pero hay grupos con condiciones reales, tenemos asambleas
donde se puede discutir una política”12.
La disputa electoral es vista por Cieza, en la entrevista realizada,
como una discusión de coyuntura y no de principios o moral:
“No importa cuánto se defienda el movimiento y su importancia, el objetivo
de obtener el poder involucra inevitablemente una instrumentalización de la
lucha. La lucha tiene un objetivo: conquistar el poder político. La lucha es
un medio para alcanzar dicho objetivo. Aquellos elementos de lucha que no
contribuyen a alcanzar el objetivo, son considerados secundarios o bien suprimidos en conjunto: se establece una jerarquía de las luchas.8”
La definición de poder del FPDS está vinculada con su concepción
de “lucha prefigurativa”, en que se empieza a desarrollar dentro del sistema capitalista relaciones de un nuevo orden, que nunca se realizará
plenamente, pero tiene una importancia política de demostrar que la
transformación social es posible9.
“¿Que significa el poder como relación social? En este caso, cuando nosotros hablamos de la construcción de nuevos valores, de la pelea de los valores cotidianos en nuestras construcciones, cuando nosotros hablamos de que
tenemos que empezar a cambiar la sociedad hoy, nuestra manera de pensar
/ de construir / de conducirnos hoy; lo que estamos haciendo es anticipar la
sociedad que queremos, en esta idea de construcción de Poder Popular, no va
a empezar el día que tomemos el aparato del Estado, el día que se toma algún
poder, entre otras cosas porque no concebimos al poder como un objeto, sino
Trotsky, L.: Historia de la Revolución Rusa. Disponible en: http://www.marxists.org/
espanol/trotsky/histrev/cap_11.htm.
8
Holloway, J.: Mudar o mundo sem tomar o poder, São Paulo, Viramundo, 2003, p. 31
[versión en español tomada de Holloway, John: Cambiar el mundo sin tomar el poder,
Herramienta, Buenos Aires, 2002, p. 35].
9
Mazzeo, Miguel. ¿Qué [no] hacer?, Buenos Aires, Antropofagia, 2005, p.44.
7
“Vos podes ocupar espacios institucionales si tenés fuerza suficiente para
que estos espacios institucionales respondan a tu política. Y además también
podés cambiarlos.
[…] Pero es una cuestión de correlación de fuerza […] Esto incluye plantearse, desde este punto de vista, también en determinado momento, presentarse a las elecciones, pero esto tiene que ver con las etapas que tenemos que
quemar.”
De este modo, auque niegue en sus documentos la necesidad de
adoptar como estrategia la tomada del poder, se nota en la práctica
del Frente una alteración. Es el inicio de construcción de un partido
político (o al menos la intensión de hacerlo), concebido en un sentido
amplio, el cual sería un instrumento de disputa por el poder del Estado.
Esto es más evidente en las proyecciones hechas por Cieza, el militante
que en 2006 pronosticaba que después de 2008 habría que proyectar la
Frente Popular Darío Santillán: Construcción de Poder Popular, s/l, agosto 2006.
Disponible en: www3.autistici.org/mtdenelfrente//, p.17.
11
Militante de las coordinadoras fabriles y del peronismo de base de los años 1970,
fue fundador del MTD de Berisso, pasó por la CTD Aníbal Verón y hoy está en el
FPDS.
12
Entrevista a Guillermo Cieza, La Plata, 7/11/06, en poder de la autora.
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política del FPDS masivamente, lo que presuponía una herramienta
consolidada combinada con el momento político propicio.
“[...] creo que la ofensiva política del kirchnerismo seguirá hasta el 2007 y
después empezará a decaer. Proyectar la política impone hacer alianzas más
amplias y disputar en todos los terrenos, incluso en el electoral13.”
Este concepto ampliado de partido, identificado como movimiento
aparece en la formulación de los zapatistas en la Segunda Declaración
de la Selva Lacandona: “Replantear el problema del poder en este marco de democracia, libertad y justicia obligará a una nueva cultura política dentro de los partidos. Una nueva clase de políticos deberá nacer y,
a no dudarlo, nacerán partidos políticos de nuevo tipo” (EZLN, 1994).
El Movimiento Consulta Popular, que es adoptado como referencia por
el FPDS, surgió en Brasil en 1997, bajo la dirección del Movimiento
de los Trabajadores Sin Tierra-MST. Según Ricardo Gebrin, su surgimiento fue una respuesta de los militantes de los movimientos sociales,
principalmente de la juventud, a la izquierda electoral. La Consulta se
define como una “articulación de los luchadores del pueblo”. Gebrin
justifica la no adopción del término partido a partir de la enumeración
de “instrumentos revolucionarios” que no se denominaban partidos,
“Frente Sandinista de Liberación Nacional, Movimiento Popular por la
Liberación de Angola, Frente de Liberación de Mozambique, Movimiento
26 de Julio, Congreso Nacional Africano, Acción Libertadora Nacional,
Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros eran todas organizaciones
basadas en una concepción revolucionaria, aunque no utilizacen la denominación ‘partido’.” 14
Otra justificación es la cultura y tradición política brasilera, que
identificaría partido con los modelos institucionales, sin una concepción revolucionaria. “[...] El termino ‘Movimiento’, actualmente expresa mejor la capacidad de lucha y de enfrentamiento en la lucha de clases, el termino ‘partido’ es identificado como un instrumento de lucha
electoral” . Políticamente, la Consulta Popular se mantuvo y todavía se mantiene predominantemente alineada con el PT, Partido de
los Trabajadores, y tiene como programa el libro A opção Brasileira, de
César Benjamin y otros autores. Así, su estrategia es la constitución de
un proyecto popular para el Brasil y la defensa de la soberanía nacional. Coherente con la defensa del nacionalismo, otrora defendido por el
PT y antes por el PCB (Partido Comunista Brasilero), incluye en este
proyecto fracciones de la burguesía nacional16.
Sintéticamente, la Consulta Popular defiende el compromiso con la
soberanía, la solidaridad, el desarrollo, la sustentabilidad y la democracia ampliada17. Deducimos, por tanto, que a pesar del culto al anti partidarismo predominante en las organizaciones piqueteras que vinieron
de La Verón, el FPDS tiene una crítica clara a los partidos leninistas, pero indica tener afinidad con otras organizaciones partidarias.
Veamos como esto es analizado para América Latina:
“Hay que reconocer que en Bolivia y Venezuela los movimientos están participando del poder estatal, y el MST en Brasil apoyó la campaña del PT y el
triunfo de Lula. Parece que las experiencias más importantes están vinculadas a lo estatal, aunque no se subordinan. Hay que entender que la victoria
de Evo Morales en Bolivia, por ejemplo, es parte de la acumulación de poder
popular.18”
Partiendo de esto, el FPDS admite la posibilidad de transformar el
Estado desde adentro:
“Estas experiencias nos muestran que, si bien es imposible negar que el estado
capitalista es un instrumento de opresión, las clases populares pueden encontrar grietas y seguir transformando desde adentro. Entonces no hay que negar
para cualquier experiencia al Estado, no hay que negar procesos de transición
o formas que se vayan dando hasta abolir el capitalismo19.”
Miguel Mazzeo defiende que para identificar un proyecto emancipador no debemos fijarnos en los objetivos de este proyecto, pero si en
Idem, p. 4.
Benjamin, César et al.: A Opção Brasileira, Rio de Janeiro, Contraponto, 1998, p.
173.
17
Idem, pp. 150-151.
18
Frente Popular Darío Santillán, abril de 2006, p. 11.
19
Idem, p. 12.
15
Cieza, Guillermo: Borradores sobre la lucha popular y la organización, 2006 (mimeo),
p. 84.
14
Gebrin, Ricardo: Movimiento Consulta Popular, texto elaborado para el seminario
“Partidos de Esquerda na América Latina”, Fundação Rosa Luxemburgo, octubre
2005, p.2.
13
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sus medios, sus formas de organización, acercándolo a la misma conclusión de Berstein: que el objetivo final no es nada y el movimiento
es todo. El FPDS al mismo tiempo en que indica el deseo de caminar para relaciones horizontales, admite la existencia de desniveles de
experiencias, información y conocimiento que diferencian los militantes. El medio para superar los desniveles de experiencias sería la educación popular. Son elaborados cursos de formación y formas de participación democrática para que todos tengan condiciones de decidir las
cuestiones pertinentes al movimiento.
De cierta forma, a pesar de inicialmente depositar todas sus fuerzas
en la organización de los desocupados, con el alza de las luchas sindicales el FPDS se volcó también hacia el movimiento obrero, por medio
del MIC, Movimiento Intersindical Clasista, que en la práctica se mostró
como una variante más de apoyo a las burocracias sindicales y después
de una corta existencia se disolvió. En cuanto a la disputa por el poder
político, el FPDS, que inicialmente se declaraba contra el electoralismo y tenía un discurso anti-partido, si se confirmasen las proyecciones
de Guillermo Cieza, puede convertirse en una herramienta electoral
más. Por eso, a pesar de abocarse también a la lucha sindical y política,
lo que está delineado en la actuación del FPDS es una adecuación a la
participación en los marcos de la legalidad burguesa, con un programa
que, como vimos anteriormente, no se define claramente por el fin de
la propiedad privada de los medios de producción.
Consideraciones finales
Percibimos actualmente en el campo de las luchas populares, sobretodo en las explicaciones teóricas pautadas por el abordaje de los “nuevos” movimientos sociales, que hay una tendencia a ignorar o minimizar el papel político del proletariado. En este marco, experiencias
como las del movimiento piquetero, son utilizadas para justificar la
caducidad de este sujeto histórico y de su forma de emancipación, la
revolución social. El empirismo puede ser una das causas para que esta
postura sea adoptada por los movimientos. Una lectura inmediatista
de la realidad podría dar razón a Holloway y otros teóricos que propagandizan que la actuación de los partidos y sindicatos está superada,
y que la degeneración de la Unión Soviética probó la “ineficacia” del
marxismo.
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Sérgio Lessa describe este duro contexto vivido en los períodos contrarrevolucionarios: “Como la existencia determina la conciencia, la
vida cotidiana bajo la contrarrevolución confiere una fuerte apariencia de verdad a las tesis teóricas más conservadoras y, pari passu, parece
negar toda posibilidad a las revolucionarias”20. Así las propuestas que
parecen viables son aquellas que intentan adecuarse a las posibilidades
del capitalismo, como las de humanización del capital a partir de la
voluntad política, permitiendo una distribución de la renta más justa,
posibilitando “otro mundo” sin las llagas del capitalismo,
“[...] todas esta concepciones, rigurosamente irrealizables dados los límites
históricos impuestos por el sistema capitalista, adquieren la apariencia de
única posibilidad en tiempos de contrarrevolución. Y, por el mismo proceso,
lo históricamente tangible (superar el capitalismo, entendiéndolo como base
de la gigantesca contradicción actual entre propiedad privada y el pleno desarrollo de las fuerzas productivas) aparece como la más irrealizable de las utopías (en el sentido peyorativo de no tener validez histórica).21”
Percibimos en la práctica y en las formulaciones del FPDS justamente esta contradicción. Ellos rebajan las reivindicaciones, afirman
que las propuestas revolucionarias no corresponden al momento actual
y no superan el aspecto testimonial o dogmático.
El enfrentamiento concreto que los desocupados vienen sosteniendo, sea contra el gobierno de Menem, De la Rúa, Duhalde o Kirchner,
es una experiencia rica en potencialidades. Este sector heterogéneo demostró su combatividad, disposición de lucha, y sus militantes
sufren con la persecución, represión y asesinatos bajo el comando del
Estado argentino. El surgimiento del movimiento piquetero no despertó la atención de militantes y teóricos de todo el mundo por casualidad.
Tiene como mérito el hecho de traer al palco de la historia un sector
generalmente desconsiderado, el de los desocupados. Ante la desocupación estructural en el capitalismo, que tiende a acentuarse, hacer del
llamado ejército de reserva un ejército activo en la lucha de clases es
una tarea fundamental.
Evaluamos, sin embargo, que hay un riesgo concreto de que toda
la organización construida hasta el momento sea diluida. El negarse a plantear como objetivo explícito la alianza de la clase obrera
Lessa, Sergio: Trabalho e proletariado no capitalismo contemporâneo, São Paulo,
Cortez, 2007, p. 56.
21
Idem.
20
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(unificando ocupados y desocupados) con las demás clases oprimidas
por la burguesía para la toma del poder, aleja este agrupamiento de su
propuesta de transformar el sistema capitalista.
La experiencia argentina de organización de los desocupados
demuestra el acierto en incluir esta amplia capa de las clases trabajadoras en un proyecto político que se proponga superar el capitalismo.
Pero consideramos equivocada la idea de que estos movimientos sustituyan la necesidad de organización del proletariado activo. La superación del modo de producción capitalista es inviable sin la alianza de las
clases dominadas por la burguesía.
Debemos destacar la necesidad de que esta alianza sea dirigida por
el proletariado. De lo contrario, las potencialidades de transformación
identificadas en el movimiento piquetero terminarán condenadas a
una convivencia promiscua con el Estado burgués, sujetas a los “peligros” del electoralismo y del nacional-reformismo, ocultos bajo un discurso autonomista.
Documentos
El ojo abierto
Breve introducción a una vida militante:
Elías Castelnuovo (1893-1982)
Rosana López Rodriguez
Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales
(CEICS)
Un castillo nuevo en una esquina de Boedo
Elías Castelnuovo, nacido en Montevideo en 1893 y fallecido en
Buenos Aires en 1982, llegó a nuestro país siendo muy joven, conociendo ya desde dentro la vida del trabajo. De familia pobre, había caminado las calles de su ciudad natal vendiendo huevos cuando apenas
era un niño. Ya en Argentina, desempeñó los más diversos oficios. Un
compañero de toda la vida, el escritor César Tiempo, se refiere a la vida
obrera de su amigo en el prólogo a Tinieblas, en la edición de 1975, de
este modo:
“A los doce años eras aprendiz de buhonero en las calles de tu ciudad natal.
Luego linyera, mozo de cuadra, peón de saladero, albañil, frentista, constructor, tipógrafo, linotipista, maestro de escuela, asistente de cirujano y no sé
cuántas cosas más.”1
Se lo considera el escritor más representativo del grupo Boedo, cuyos
orígenes, caracterización e interpretaciones de las posiciones políticas,
tanto de los escritores ligados a ese grupo, cuanto de sus obras, son
objeto de investigaciones varias y explicaciones diversas. Dos situaciones confluyeron para la configuración inicial del grupo: por un lado, la
Tiempo, César: “¿Te acordás, Elías, qué tiempos aquellos?”, prólogo a Tinieblas.
Tomado de Eipper, John: Elías Castelnuovo. La revolución hecha palabra, Rescate,
Buenos Aires, 1995.
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