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MOVIMIENTOS SOCIALES Y UNIVERSIDAD:
“REFLEXIONES EN TORNO A LA ARTICULACIÓN ENTRE
MOVIMIENTOS SOCIALES Y LA CÁTEDRA DE TRABAJO
SOCIAL V DE LA FACULTAD DE TRABAJO SOCIAL DE LA
UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA”·
Autores:
Lic. MAMBLONA, Carolina
Profesora Adjunta Cátedra de Trabajo Social V, Facultad de Trabajo Social.
Universidad Nacional de La Plata. Argentina
Lic. REDONDI, Valeria
Profesora Adjunta Cátedra de Trabajo Social V, Facultad de Trabajo Social.
Universidad Nacional de La Plata. Argentina
Co- autores:
Lic. OBACH, Mariel
Auxiliar docente Cátedra de Trabajo Social V Facultad de Trabajo Social.
Universidad Nacional de La Plata. Argentina.
Lic. SCIARROTTA, Lorena
Auxiliar docente Cátedra de Trabajo Social V, Facultad de Trabajo Social.
Universidad Nacional de La Plata. Argentina.
Lic. UGARTE Lorena
Auxiliar docente Cátedra de Trabajo Social V, Facultad de Trabajo Social.
Universidad Nacional de La Plata. Argentina.
Palabras Clave: Movimientos Sociales, Universidad, Trabajo Social
RESUMEN
El presente trabajo tiene por finalidad presentar, en primer lugar, un conjunto de reflexiones
en torno a las experiencias desarrolladas en tanto equipo docente de la Cátedra “Trabajo
Social V” -materia troncal del ultimo nivel de la carrera de Licenciatura en Trabajo Socialde la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de La Plata de Argentina con
distintas expresiones regionales de los Movimientos Sociales.
Con esta intencionalidad se problematizarán los procesos de vinculación entre la
Universidad y los Movimientos Sociales, a partir de diversos espacios y proyectos creados
por la mencionada cátedra.
Cabe mencionar que la maduración de estas experiencias de prácticas de formación
profesional y los proyectos de Extensión y de Investigación que comienzan en los últimos
años de la década del noventa y continúan hasta el presente, nos reafirman en la necesidad
de crear instancias dinamizadoras de la articulación entre las áreas Enseñanza, Extensión e
Investigación Universitaria, ya no como experiencias aisladas y voluntarias de docentes,
graduados y estudiantes universitarios, sino como parte constitutiva de una política
universitaria profundamente ligada a procesos sociales más generales y dispuesta a
contribuir en la superación de los principales problemas de la sociedad contemporánea.
Más adelante presentaremos los aportes surgidos del trabajo en el Área de Movimientos
Sociales de esta Facultad, un espacio institucional que a su interior sintetiza debates y
producción de conocimientos sobre la temática de los Movimientos Sociales.
Por último, y ubicándonos en la perspectiva-histórico crítica en Trabajo Social, entendemos
que el mayor aporte que podemos realizar en estas experiencias sociales se encuentra en la
posibilidad de comprensión rigurosa del modo en que se presenta la cuestión social en la
actualidad, y en la profundización de la articulación entre la experiencia política de los
movimientos sociales y la Universidad Pública.
En este sentido entendemos resulta imprescindible comprender los acontecimientos propios
de nuestro tiempo histórico desde posiciones teóricas, metodológicas, ético-políticas sólidas
que nos recoloquen como profesionales “autorizados intelectualmente” para intervenir en el
escenario de los conflictos sociales.
Si la experiencia transitada junto a los movimientos sociales -organizaciones sociales
novedosas y altamente creativas-, nos aportan innumerables elementos en la comprensión
de la cuestión social contemporánea:
Cómo materializar entonces los aportes de la profesión Trabajo Social en la dirección de
fortalecer las formas de lucha de los sectores subalternos que reclaman condiciones de vida
digna y que a la misma vez, enfrentan desde su organización el carácter barbarizante y
excluyente del capitalismo en la actualidad?
Génesis y Desarrollo de las Prácticas de Formación Profesional en
Movimientos Sociales desde la cátedra Trabajo Social V
La experiencia de prácticas de formación profesional con los movimientos
sociales en el marco de la materia, comienza durante el año 1998 con las
primeras e incipientes organizaciones que nucleaban a trabajadores
desocupados, producto del proceso de cierre y privatización de numerosas
fábricas en Argentina, durante el apogeo de la implementación del
neoliberalismo.
El antecedente que permitió concretar esta posibilidad de desarrollar prácticas de
formación con las primeras organizaciones de desocupados del país, lo
encontramos en las prácticas que la misma cátedra había iniciado desde 1994
con los sindicatos de trabajadores de la construcción (UOCRA), trabajadores
gastronómicos y la Asociación de Trabajadores del Estado. (ATE)
Estas prácticas con sindicatos permitieron introducir en la formación, nuevos
interrogantes así como también visualizar posibilidades de trabajo profesional
con las organizaciones de la clase trabajadora, articulando en algunos casos en
las áreas de acción social de estos gremios.
Es por ello que, en 1998 comenzamos las prácticas de formación profesional con
el Movimiento de Trabajadores Desocupados “Aníbal Verón” (MTD),
organización que nuclea familias de trabajadores desocupados en más de veinte
distritos del gran Buenos Aires, una de las zonas de mayor concentración de
población en condiciones de pobreza del país.
Dos años más tarde se inician las prácticas con el Movimiento de Trabajadores
Desocupados del barrio “Villa Montoro” de la Corriente Clasista y Combativa
(CCC), perteneciente al Partido de La Plata. En el 2002 se incorpora la
Coordinadora de Trabajadores Desocupados “Aníbal Verón” (CTD). En el 2003
con el Movimiento “Barrios de Pie” y entre los años 2004 y 2005 se incorpora el
Movimiento de Unidad Popular (MUP).
Durante los años 2001-2003 se articula para el desarrollo de prácticas con las
asambleas barriales del Barrio Autonomía del Partido de Ensenada y la
Asamblea de Villa Elisa de La Plata. Las mismas se disuelven en el proceso de
descomposición acaecido en el conjunto de asambleas barriales a nivel nacional.
Se incorpora más tarde el Movimiento Campesino. Las prácticas comienzan en
el año 2004 con la “Asociación de Productores sin Agrotóxicos del Parque
Pereyra Iraola”, a las que se incorporan en el año 2007, la organización
“Asociación de Medieros y afines” (ASOMA). Con el Movimiento de Fábricas
Recuperadas, la experiencia se inicia en el año 2003, con la fábrica “Unión
Papelera Platense” hasta la actualidad y entre los años 2005 y 2007 se
constituye como centro de práctica la comisión de delegados de la fábrica naval
estatal Astilleros Río Santiago.
En el año 2008, la cátedra incorpora al proyecto de las prácticas, al Movimiento
Territorial de Liberación (M.T.L), el Frente Popular “Darío Santillán” (FPDS),
y las comisiones internas de trabajadores del Hospital Francés, de la ciudad
autónoma de Buenos Aires y la fábrica textil Mafissa, en el Partido de La Plata.
Las prácticas de formación y la configuración de espacios profesionales en
los Movimientos Sociales
Podríamos hacer referencia a un primer momento en el desarrollo de prácticas
de formación profesional con los movimientos sociales. El mismo consistió en
iniciar la experiencia de trabajo apuntando a reconstruir el origen y la incipiente
trayectoria política de cada
Movimiento. Esta etapa coincide con la
multiplicación de organizaciones de trabajadores desocupados en aquellos
puntos del país afectados por el cierre de fábricas estatales de la magnitud de
YPF (Salta, Jujuy y Neuquén) o de zonas cercanas a cordones industriales del
gran Buenos Aires, que se fueron desmantelando en el proceso de
privatizaciones. Maristella Svampa1 denomina a esta etapa como de constitución
de los movimientos (1996-1998) donde se dan “los estallidos en distintas
Svampa, Maristella- Pereyra, Sebastián “Entre la ruta y el barrio. La experiencia de las Organizaciones
Piqueteras”. Biblos. Buenos Aires, 2003
1
provincias y los cortes multisectoriales hacia la autonomización de
organizaciones de desocupados”.
Desde 1993 hasta el 2002 se abre un ciclo de protesta social en la Argentina que
algunos autores caracterizan como un proceso abierto en la pueblada de
Santiago del Estero (Santiagazo 1993) y que va a cerrarse después de las
jornadas de 2001.
En este período las formas de organización fueron adquiriendo mayor
sistematicidad dejando el escenario local para adquirir protagonismo a nivel
nacional. El historiador Nicolás Iñigo Carrera afirma que en las jornadas del 19
y 20 de diciembre de 2001 están contenidas todas las formas de rebelión
desarrolladas desde 1989 como proceso de resistencia a la política del gobierno
de Carlos Menem. Para el autor, se trata de un ciclo de protesta inaugurado en
1993 donde “reaparecen las formas más elementales y primitivas en que se
manifiestan los explotados”. Como parte de un ciclo que contiene avances y
retrocesos, el autor identifica un ciclo ascendente en el fortalecimiento y
propagación de las formas de lucha hasta el 2001 donde en este “Azo” de la
Argentina distintas “fracciones y capas sociales se movilizan en el país
produciendo la Insurrección espontánea que va a poner fin a un modo de ser
(“que se vayan todos”), de la clase dominante.
Con el Movimiento de Trabajadores Desocupados, primer movimiento donde
participamos desde la Universidad, las prácticas giraron en torno a esa
reconstrucción colectiva y al despliegue de proyectos ligados en un comienzo al
problema de la salud. Entendida en clave preventiva se realizaron talleres de
promoción de la salud en distintos barrios del movimiento. Más tarde, se
delinearon políticas que abordaron la Educación Popular. La propuesta contenía
cuatro niveles principales: Apoyo Escolar; Alfabetización de Adultos;
Capacitación Política con los responsables de áreas del movimiento (comedores;
huertas comunitarias, delegados generales); y Formación Política para militantes
populares. Esta última experiencia se desarrolló en la Facultad de Trabajo
Social, generalizándose para militantes de distintas organizaciones sociales,
sindicales y estudiantiles enmarcada en un programa de extensión universitaria.
En los primeros tiempos costaba visualizar cuál podía ser el aporte de
estudiantes y docentes de Trabajo Social a los movimientos. La práctica no
superaba un nivel de caracterización de los procesos organizativos que los
mismos desplegaban. Se trataba de acompañar todas las instancias de
organización interna, así como los planes de lucha de los movimientos
organizados, sin encontrar elementos claros desde la profesión que permitan
visualizar aportes específicos. Manteníamos una estrecha vinculación con los
integrantes, referentes barriales y dirigentes, sustentada en una relación políticoideológica; donde el trabajo social se fortalecía fundamentalmente desde una
clave militante. La cátedra acompañaba estos procesos desde una convicción
ideo-política sustentada en la importancia de la lucha como elemento
dinamizador de los cambios sociales necesarios para resistir al proyecto
neoliberal.
El trabajo social se fundía en esta etapa con los proyectos genuinos y diversos de
los movimientos; todavía no contábamos con suficientes elementos de la
experiencia, como de la teoría social para visualizar el proyecto profesional allí.
Cabe recordar que las producciones más fecundas acerca del papel de los
desocupados en la sociedad argentina como un nuevo tipo de movimiento social,
constituido en un actor social, se desarrollan recién a partir de 2002, momento
político donde la proyección de este movimiento alcanza el pico más alto, según
lo describen Daniel Campione y Beatriz Rajland.2
Considerábamos en aquel momento que desde el Trabajo Social debíamos dar
un salto superador de la experiencia y construir un espacio profesional para el
tratamiento de los problemas sociales que abarcara la totalidad del movimiento.
A partir de 2003, se conforman en distintos movimientos, espacios de
intervención profesional a los que denominamos Áreas Sociales3, conformadas
por profesionales y estudiantes de la disciplina.4 Comienza así, un segundo
momento de configuración del espacio de formación profesional dedicado a
trabajar las múltiples expresiones de la cuestión social, que tomaban cuerpo en
la particularidad de las organizaciones y se singularizaban en las problemáticas
sociales (desempleo, hambre, desnutrición, problemas de salud, judicialización
de la vida cotidiana) que afectaban a las familias integrantes de los
movimientos.
Emprender esta iniciativa desde el Trabajo Social tuvo condiciones de
posibilidad
debido al particular momento por el que atravesaban
fundamentalmente los movimientos de trabajadores desocupados y de las
fábricas recuperadas, que podría caracterizarse como de consolidación de estas
organizaciones. Para el caso de los movimientos de desocupados, es la etapa en
la que llegan a administrar entre los años 2002-2003 cerca de 200.000 planes
sociales o de empleo a nivel nacional.5
Los movimientos sociales alcanzaron un protagonismo central en el escenario
del conflicto social, recuperando y resignificando métodos de protesta de la
clase trabajadora en su devenir histórico, y constituyéndose en uno de los
2
Resulta significativo que durante las jornadas de protesta de junio de 2002 son asesinados dos dirigentes
piqueteros: Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, bajo responsabilidad del aparato represor estatal en el
gobierno de Duhalde, lo que le implicó a este último adelantar el llamado a elecciones y deponer su candidatura
presidencial.
3
Se denomina de esta manera tomando como referencia a la organización interna del movimiento que estaba
constituído por las áreas de administración, salud, alimentos, proyectos productivos, educación, y finanzas. Esta
organización nos permitió visualizar la necesidad de un espacio específico.
4
Espacio integrado por los estudiantes de la materia Trabajo Social V; por docentes, supervisores en terreno de
la misma cátedra y en algunos casos por egresados de la carrera.
5 Se denomina planes sociales a distintos planes como el ‘Trabajar’, ‘Plan de Empleo y Capacitación’, ‘Barrios
Bonaerenses’, y ‘Jefes y Jefas de Hogar Desocupados’ que fueron implementados con fondos nacionales o
provinciales como una política social orientada a hogares pobres con miembros sin trabajo. Esta política se
masifica durante el año 2002 debido a una presión sostenida de las distintas organizaciones al gobierno de
Duhalde.
actores sociales fundamentales que denunciaban las consecuencias sociales de la
política neoliberal.
Particularmente, los movimientos de desocupados irrumpen socialmente
llevando adelante un nuevo tipo de protesta en los cortes de ruta, que se asentará
en experiencias participativas, innovadoras para la etapa y en el desarrollo de
acciones comunitarias y productivas a nivel territorial.
Las áreas sociales se abocaron en cada movimiento a abordar las
problemáticas manifestadas en la dinámica de las condiciones concretas de
existencia de sus integrantes, en la búsqueda de ampliación de los derechos
sociales: la mejora de las condiciones de salud; la formación como una
estrategia de fortalecimiento de las organizaciones, y para el caso de las fábricas
y movimientos rurales, fundamentalmente las condiciones de trabajo, de salud y
vivienda.
En el plano de la implementación se realizaron múltiples actividades y proyectos
bajo estas líneas de trabajo, poniendo en práctica un conjunto de instrumentos
metodológicos algunos rediseñados y en otros casos, creados por los distintos
equipos. Se requería desplegar de un modo peculiar un instrumental: como
encuestas e informes sociales, registros de intervención, que permitiera
registrar, visibilizar, y constituirse en el insumo para analizar los problemas
sobre los que trabajamos y las propuestas de acción que fuimos construyendo
con los sujetos.
Tal como reconstruíamos en párrafos anteriores, la vinculación sistemática entre
los movimientos y la profesión -desde la Facultad de Trabajo Social- comienza
con las prácticas de formación profesional, aunque muy poco tiempo después se
elabora un proyecto de investigación sobre Movimientos de Trabajadores
Desocupados denominado “El movimiento de desocupados desde la perspectiva
del trabajo social.”6 En la actualidad su continuidad está dada por el proyecto:
“La especificidad del Trabajo Social en relación al
Movimiento de
desocupados”.El mismo se está desarrollando con un equipo integrado por
docentes de distintas cátedras de la carrera, realizando, entre otras actividades,
entrevistas en profundidad a referentes de movimientos de trabajadores
desocupados de la Región, a fin de caracterizar la presente etapa.
La extensión universitaria fue ocupando también un lugar de importancia para
desarrollar experiencias desde el Trabajo Social en articulación con otras
disciplinas. La Cátedra Libre “Soberanía Alimentaria”, se conforma en el
contexto de la crisis del 2001, para articular el trabajo de equipos docentes de
seis facultades de la universidad a fin de involucrarse en la conflictiva social,
desde la problemática alimentaria. De esta experiencia devienen las prácticas de
formación profesional con trabajadores rurales de la región y nuevos proyectos
de extensión; entre ellos, el proyectote extensión: “Vivienda y Salud: un
abordaje desde los derechos humanos con trabajadores rurales” (2006),
6
Proyecto financiado por el Programa de Incentivos a la Investigación y dirigido por el Dr. Antonio López,
docente de la Cátedra Epistemología de la Ciencias Sociales. FTS. UNLP.
“Consolidación de una red comunitaria en Salud con productores familiares del
Parque Pereyra Iraola” (2007) y en la actualidad fue aprobado el Programa de
Extensión: Hacia la construcción de Soberanía Alimentaria”. Con los
trabajadores desocupados se continúa la experiencia de formación política para
militantes de organizaciones sociales, estudiantiles y gremiales desarrollada
desde el año 2002, implementando hasta el momento seis cursos de formación
política.
Con los movimientos de Derechos Humanos, hemos mantenido una relación
estrecha desde comienzos de los años noventa por considerar que se constituyen
en una expresión fundamental en el proceso de resistencia a la última dictadura
militar hasta la actualidad. En el año 2007, en la convocatoria a Proyectos de
Extensión Universitaria se presentó y fue acreditado un proyecto en articulación
con uno de los organismos de derechos humanos de la región7.
Cabe resaltar que a partir del 2001, y teniendo en cuenta esta experiencia de la
Universidad Nacional de La Plata, comienzan a realizarse prácticas con
movimientos sociales para la formación de trabajadores sociales, en otras
unidades académicas del país.8
Fruto de estos proyectos definidos con mayor grado de pertinencia profesional,
pudimos sostener y acrecentar estas experiencias. En este sentido se logró la
incorporación de colegas profesionales rentados por el Estado para trabajar con
algunos movimientos sociales9. Podemos caracterizar este tercer momento como
la maduración de esta articulación junto a la necesidad de afianzar un estudio
continuo con mayor solidez teórica acerca de las distintas expresiones
regionales de los movimientos sociales.
Es esta dirección se viene desarrollando desde el año 2006, el seminario
curricular de grado: “Movimientos sociales: expresión del conflicto social”,
destinado a estudiantes de la carrera, a fin de abrir un espacio de debate teórico
respecto a los movimientos sociales.
Como maduración de estas
distintas iniciativas llevadas a cabo con
Movimientos de la región, surge la necesidad de crear un espacio institucional
que a su interior sintetice debates y producción de conocimiento sobre la
temática.
Este espacio denominado Área de Movimientos Sociales10, se propone
problematizar la relación tensional que se expresa en los procesos de
“Familiares de detenidos desaparecidos”. Sobre memoria y educación, denominado: “Construyendo la memoria
colectiva: de Distrito a Facultad.
Abordaje sobre la identidad y la memoria de la Facultad de Trabajo Social: un debate pendiente sobre el Ex
Distrito Militar”.
8
Se registran experiencias de extensión, investigación y docencia en la Universidad Nacional de Comahue en
Río Negro y Neuquén. En la Universidad de Buenos Aires, y la Universidad Nacional de Lanús se crearon
algunos centros de formación profesional. Se deberá analizar en particular el proyecto de la Universidad Popular
de Madres de Plaza de mayo desde el 2003 a la actualidad.
9
Se trata de la incorporación de trabajadores sociales en dos programas del Ministerio de Asuntos Agrarios
destinados a productores agrarios, quienes son seleccionados por el Movimiento y empleados por el Estado.
10
Este espacio se viene desarrollando desde el año 2006 conformado por docentes, graduados y estudiantes
abocados al estudio de los movimientos sociales.
7
articulación profesional con los movimientos sociales a través de
la
reconstrucción y análisis del conflicto social desde sus expresiones locales,
elaborando un mapeo regional del conflicto. Se busca consolidar el debate
teórico que permita producir aportes a la comprensión crítica de los
movimientos sociales desde la particularidad del Trabajo Social. Esta propuesta
se desarrolla en la actualidad, donde la situación de los movimientos de protesta
transita un momento de desarticulación y retracción de la conflictividad social.
Este proceso que afectó principalmente a los movimientos “piqueteros”, es
producido a partir de la intervención espacial y política que se viene
implementando desde el comienzo del gobierno de Kirchner y continúa con el
actual gobierno. Estos gobiernos inauguran un tipo de tratamiento del conflicto
sostenido por “… una política explícita de cooptación que ofreció a sectores
del movimiento piquetero y otras organizaciones (junto a su incorporación) a
una participación en la gestión estatal, y la inclusión en proyectos políticos
tendientes a ampliar las bases de sustentación de la gestión presidencial”…
Estos últimos gobiernos “se mostraron decididos a construir alianzas con parte
de los nuevos actores, a condición de que moderaran la modalidad y frecuencia
de sus protestas, y asumieran un grado de compromiso con la gestión pública.”11
Algunas reflexiones sobre la experiencia de articulación entre movimientos
sociales y el trabajo social en la formación profesional
Las características peculiares que fueron adquiriendo estas iniciativas, los
debates instalados acerca de nuestro lugar en tantouniversitarios insertos en
organizaciones sociales y la relación con el Estado; la importancia en la
definición de estrategias –pertinentes- de intervención del Trabajo Social en un
Movimiento Social, los condicionantes del ejercicio profesional en los mismos,
son los nudos problemáticos principales que identificamos.
Resulta necesario destacar que las experiencias con movimientos sociales
realizadas durante estos once años se han constituido en espacios de formación
para los estudiantes de Trabajo Social, como centros de práctica
institucionalizados de manera continua.
Las prácticas en estos espacios, vienen siendo fructíferas, no sólo para
desarrollar una comprensión rigurosa del modo en que se presenta la
radicalización de la cuestión social contemporánea, sino para el fortalecimiento
de procesos organizativos en perspectiva de transformación social.
En tal sentido, la cátedra tuvo la decisión político-académica de abrir y –
mantener- centros de práctica en las mencionadas experiencias, involucrándose
Campione, Daniel; Rajland Beatriz. “Piqueteros y trabajadores ocupados en la Argentina de 2001 en adelante.
Novedades y continuidades en su participación y organización en los conflictos. EN: Caetano Gerardo (comp).
Sujetos sociales y nuevas formas de protesta en la historia reciente de América Latina. CLACSO. Buenos Aires.
2006.
11
así, en los acontecimientos sociales y poniendo a disposición su conocimiento y
su práctica para articularlo a las “nuevas” demandas sociales que realizaban
estos grupos.
Se trató de contemplar las demandas que Carlos Montaño denomina como
demandas emergentes. En la medida en que la profesión reconoce e incorpora
las mismas, puede “establecer nuevas propuestas interventivas, nuevas
respuestas (y por lo tanto, nuevas prácticas y campos profesionales) y tal vez
una nueva racionalidad, funcionalidad y legitimación”.12
Desde la inscripción de estas experiencias como constitutivas de campos
emergentes para la profesión, las mencionadas prácticas generaron las
condiciones para la creación y desarrollo de las Áreas Sociales. Fruto de la
implementación se obtuvieron algunos logros como el reconocimiento estatal de
instrumentos metodológicos, como encuestas e informes sociales realizados
por los equipos de trabajo, dirigidos a viabilizar recursos materiales o
institucionales. Otro de los avances se relaciona con la articulación con
organismos estatales, -no sólo a nivel de las instancias decisorias, sino con
colegas trabajadores sociales y equipos interdisciplinarios de diversas
instituciones del Estado-, a fin de construir respuestas a necesidades de los
integrantes del movimiento en diferentes esferas como la educación, la salud, la
asistencia y seguridad social.
La dimensión política en estas prácticas, cobra preeminencia, por el hecho de
tratarse de organizaciones sociales que surgen y se desarrollan desde diversas
tendencias ideo-políticas, plasmada en programas que sumariamente podríamos
caracterizar como de tipo antineoliberales y/o anticapitalistas. La potencia de
estos proyectos hace que se establezca una aproximación o identificación
política de los estudiantes con los movimientos muchas veces idealizada, donde
se dificulta la construcción de mediaciones entre el pasaje de militancia y
práctica profesional.
Se nos presenta en este punto un desafío: potenciar el carácter profesional y
ubicar claramente la distinción y los puntos de encuentro entre práctica militante
y práctica profesional. Indagar esta cuestión nos remite a la trayectoria histórica
del Trabajo Social en su vinculación con las organizaciones sociales, donde
indefectiblemente aparece -y fue necesario desmontarlo en la praxis- que estos
grupos mantenían una relación conflictiva y de desconfianza hacia los
trabajadores sociales, asociada al control de familias. Revisar este lastre en el
que se reproduce con fuerza la tendencia conservadora, nos remite a lo que
Paulo Netto denomina conexión reactiva entre el trabajo social y el proletariado.
El tratamiento de los movimientos sociales no se encuentra por fuera del
desarrollo y devenir de las clases sociales subalternas que disputan la
direccionalidad social, y que buscan afirmarse como proyectos societales que
12
Montaño, Carlos. La naturaleza del servicio social: un ensayo sobre su génesis, su especificidad y su
reproducción. Cortéz Editora. San Pablo. 2000
construyan en su horizonte una sociedad con mayor apropiación de la riqueza
socialmente producida. Es decir, cómo pensar el encuentro de una profesión
que aún conserva un accionar de control y disciplinamiento, con los propios
movimientos que han sido en las últimas décadas quienes han enfrentado desde
su organización el carácter barbarizante y excluyente del capitalismo en la
actualidad?
Si se trata de una profesión cuya historia la colocó en la atención de las
problemáticas obreras como ejercicio de disciplinamiento, realizando un
tratamiento “disperso” y “pulverizado” de la cuestión social, ubicarnos en el
lugar opuesto, es decir, poder formar parte de procesos que multipliquen y
fortalezcan el desarrollo de la lucha de clases en forma abierta, no puede ser
realizado sin producir importantes rupturas con ese adjudicado lugar. Si las
rupturas abiertas en el período de la reconceptualización, se asentaron sobre
presupuestos políticos-ideológicos, hoy se hace necesario consolidarlas en
términos teórico-metodológicos y ético-políticos, para enriquecer la disputa de
proyectos al interior del colectivo profesional.
Estas rupturas profesionales, aún en procesos embrionarios, conllevan para la
práctica de los estudiantes, la condición de ocupar un lugar de vanguardia al
interior de la profesión al avanzar en una construcción relativamente novedosa
para este colectivo profesional.
En relación a las condiciones de las prácticas resulta significativo refirmar que
los referentes profesionales que orientan y acompañan los procesos formativos
de los estudiantes, son los propios docentes de la cátedra o egresados de la
Facultad. Hasta el momento sólo en casos aislados se ha obtenido
financiamiento estatal para la contratación de trabajadores sociales.
Aquí encontramos dos problemas de debate centrales. Por un lado la condición
de falta de salario para el profesional que interviene desde el área social en el
movimiento. La precariedad en este aspecto proviene de tratarse de un campo
abierto recientemente y que aún no logra su legitimación funcional en el estado.
El marco funcional es la propia Universidad Pública desplegada en sus áreas
básicas de docencia, extensión e investigación lo cual implica, desde el punto
de vista estrictamente de la condición de trabajador asalariado, un cierto grado
de voluntarismo. Por otro lado, resaltamos los problemas que esta condición
acarrea para la formación. La inexistencia del espacio socio-ocupacional al
interior de movimientos sociales produce un distanciamiento entre profesión y
ejercicio
profesional: los estudiantes formados en estos espacios no
encontrarán, al graduarse, hasta el momento, oportunidades de empleo a fin de
desarrollar la profesión en el seno mismo de las propias organizaciones.
Cabe aclarar que se trata de un campo nuevo desde la estricta óptica de trabajar
al interior de un movimiento social, pero no es novedoso desde la
implementación de políticas sociales que tienen como destinatarios a los
distintos movimientos.
Se han implementado, -y con más énfasis en los últimos años- un conjunto de
políticas sociales destinadas a los mismos, desde instancias centralizadas a nivel
gubernamental. Cabe resaltar que gran parte de estos programas se han
establecido a partir de las demandas sociales de las organizaciones, pero
absorbidas por el Estado, en los se reproducen relaciones clientelares y
asistencialistas. Es en estos programas en los que el trabajo social ha encontrado
ampliación de las ofertas laborales, constituyéndose en un campo de
intervención profesional permeado de condicionantes y al mismo tiempo de
oportunidades para ampliar su autonomía relativa en función de generar
estrategias dirigidas a la defensa y efectivización de derechos sociales con los
movimientos sociales con los cuales trabaja. Esta potencialidad cobra
fundamental importancia para el colectivo profesional, si partimos de la
necesidad de construir un diálogo crítico entre movimientos y trabajo social, ya
sea desde los espacios de formación académica como los que se configuran en
términos del ejercicio profesional.
Hacia un diálogo crítico entre movimientos Sociales y Universidad
A partir de estas reflexiones consideramos que podemos fortalecer un dialogo
crítico entre Movimientos Sociales y Trabajo Social propiciando:
 Fortalecer y profundizar desde el ámbito académico proyectos de formación
profesional ligados a movimientos sociales de diverso tipo.
 Fortalecer e impulsar desde el ámbito académico proyectos de investigación,
de extensión y tesis de posgrado con los movimientos sociales13.
 Promover el intercambio y la formación permanente entre los miembros del
colectivo profesional que trabajan con Movimientos Sociales.
 Impulsar al interior de los movimientos la configuración y consolidación
asesorías técnicas.
Las diferencias entre los espacios clásicos de intervención institucional,
direccionados por las políticas sociales que el Estado implementa y, en cambio,
lo que estos nuevos actores proponen, implica situarnos en un escenario
definidamente distinto. La dinámica de funcionamiento autónomo combinada
con modalidades de organización comunitaria les confiere a estos movimientos
sociales, características claramente participativas. Esto obliga a confrontar al
trabajador social con un espacio de intervención no institucionalizado, donde
recibe una demanda masiva (problemas de salud, alimentación, educación,
vivienda, etc.) que deberá abordar sin la contención institucional propia de la
intervención tradicional.
13
Si bien los mismos se han constituido en tema de investigación para las ciencias sociales en general, escasas
son las producciones desde el trabajo social.
Aquí se invierte la direccionalidad del proceso tradicional instituido por el
Estado; la Sociedad Civil adquiere protagonismo exigiendo la dialectización de
la relación. El ejercicio de su práctica profesional tradicional es puesto en
cuestión, al mismo tiempo que la sitúa frente a la trama que define las
peculiaridades de su intervención.
Ubicar estos rasgos distintivos, no supone comprender la relación entre
Movimientos Sociales y Trabajo Social, desde pares dicotómicos, vale decir
“un trabajo social con los movimientos” y “un trabajo social en las instituciones
del Estado”, sino desentrañar los elementos constitutivos de estas experiencias
profesionales, las cuales se prefiguran en tanto prácticas instituyentes para el
colectivo profesional.
Estas experiencias nos ofrecen los emergentes para la construcción de
mediaciones conceptuales que descifren los actuales procesos de organización
de los movimientos sociales y organizaciones de los trabajadores
y los
proyectos societales en los que estos se inscriben.
El Trabajo Social puede ubicarse en el universo de los derechos sociales,
fortaleciendo los procesos de organización y democratización de los grupos y
movimientos sociales y aportar a la defensa y reclamo por la efectivización de
los derechos humanos.
La experiencia del Trabajo Social en los movimientos sociales nos reafirma en
la idea que como organización social novedosa y altamente creativa, nos aporta
innumerables elementos en la comprensión rigurosa de la cuestión social. Las
formas de lucha de los sectores subalternos, en el ejercicio de derechos sociales
posibilita la construcción de estrategias de intervención acordes a la magnitud e
intensidad de los problemas que enfrentamos.
Entendemos que el mayor aprendizaje que pudimos realizar se asienta en la
posibilidad que el devenir de estas prácticas sociales se encuentre con los
proyectos sociales que contemplen en su horizonte aspiraciones societales para
la emancipación.
“No se contraponen los nuevos movimientos sociales con ese rol político e
histórico de la clase obrera, sino que son parte de un mismo torrente”
Bibliografía:
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