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CONTROL DE LA NATALIDAD: Del Control de la Natalidad a los Derechos
Sexuales y Reproductivos
Susana Checa
Antecedentes
En América Latina la década del 60 estuvo signada por los debates en torno
a los problemas de desarrollo y las distintas alternativas para superar la situación
de subdesarrollo de los países de la región. Una de esas alternativas fue la
propuesta de la “Alianza para el Progreso” impulsada por el gobierno de Estados
Unidos durante la administración Kennedy.
Para los propulsores de esta iniciativa el fuerte incremento de los problemas
de pobreza urbana que acompañan el crecimiento acelerado de la urbanización,
los procesos de migración interna, las pautas tradicionales de reproducción
familiar y el creciente aumento para el acceso a los servicios sociales urbanos,
darían como resultado una “explosión demográfica”.
Este panorama social y demográfico llevó al plantear la necesidad de
desarrollar políticas de planificación y control poblacional como condición
necesaria para superar los problemas de la pobreza y el subdesarrrollo.
A partir de este enfoque se presionó a los gobiernos de la región a adoptar
medidas tendientes a controlar la fecundidad de las mujeres durante su ciclo fértil,
adoptándolas como políticas de Estado justificadas en el marco político ideológico
del desarrollismo. Estas medidas se vieron favorecidas por el desarrollo
tecnológico para la producción de anticonceptivos seguros, eficaces y de bajo
costo que posibilitaran una distribución masiva. En este marco son varios los
países de la región -con la excepción de Argentina o Uruguay por su bajo
desarrollo demográfico-, que crearon medidas destinadas a controlar la natalidad
de las mujeres particularmente de las más pobres que son las que más hijos
tienen.
“La idea de valor económico de los “nacimientos evitados” era tan atractiva
que en 1965 el presidente de EEUU, Lyndon B.Johnson, en una conferencia ante
la organización de Naciones Unidas (ONU), declaró que una inversión de menos
de U$S 5 dólares para controlar el crecimiento de la población equivalía a U$S
100 invertidos en crecimiento económico”. (Hardy, 2000, pag. 123)
De esta manera la producción de métodos anticonceptivos se transformó en
un valor intrínseco en sí que posibilitaba que la familia, visualizada como una
familia ideal, planificara de una manera ordenada y racional el tamaño al que
podía y/o quería aspirar, siendo soporte de un desarrollo social y económico
sustentable.
En el marco de este debate se realiza en 1974 la primer conferencia de
población auspiciada por las Naciones Unidas en Bucarest, que confronta al norte
con el sur con argumentos de fuerte contenido ideológico, pero con fundamentos
de carácter demográfico. Para los países desarrollados el centro estaba puesto en
lograr que los países pobres frenaran su
crecimiento poblacional y el arma
adecuada era la distribución masiva de anticonceptivos, mientras que los países
subdesarrollados el argumento de mayor peso que esgrimían era que la transición
demográfica que habían realizado los países desarrollados había tenido que ver
con la industrialización y no con el control de las natalidad. (Barzelatto, J, 1998)
Otros actores sociales, un nuevo paradigma
A partir del carácter vertical de los programas de control de la natalidad
éstos comienzan en gran parte de América Latina una lenta declinación,
fundamentalmente porque ignoraron las necesidades de las mujeres que pasaban
a ser meros objetos de estas políticas, medibles sólo como usuarias reales o
potenciales de anticonceptivos y también debido a que fracasaron en su intento en
asociar crecimiento poblacional con desarrollo económico como variable de alto
poder explicativo para alcanzar una alta calidad de vida.
Por otra parte comenzaron a generarse críticas de fuerte contenido político
e ideológico desde las ciencias sociales, la demografía, el movimiento feminista y
algunos sectores políticos, particularmente en aquellos países en los que se
pretendían imponer estas medidas con un fuerte carácter coercitivo.
Veinte años después de la Conferencia de Bucarest y pasados 10 años de
la segunda conferencia de población realizada en México se realiza la Conferencia
de Población y Desarrollo en El Cairo (1994). Muy distinto será el tenor y la
concepción que nutre esta conferencia. En esas dos décadas y frente al fracaso
de las políticas desarrollistas que propugnaban el despegue económico a partir de
una distribución racional de la población en lugar de los ingresos, el eje se pondrá
en la salud reproductiva y en el respeto a los derechos sexuales y reproductivos.
como derechos humanos básicos.
Este cambio de paradigma en los 20 años que transcurrieron entre las
conferencias de población mencionadas no hubiese sido posible de no mediar la
fuerte incidencia que
tuvo sobre el mismo el movimiento de mujeres y más
precisamente el movimiento feminista que entra a tallar con cada vez mayor fuerza
en los países de la región desde los 80, así como el aporte conceptual que
introduce la categoría género como explicativa de estos nuevos cambios.
Consecuentemente al desarrollo del movimiento por los derechos de la
mujer en todos los planos, crece la demanda del respeto por sus derechos
sexuales y reproductivos. Bajo este impulso y en el marco de las convenciones
internacionales se impulsa el concepto de salud reproductiva
que será
incorporado por la OMS y por la CIPD de 1994. En la misma se afirma:
“ la salud reproductiva es un estado general de bienestar físico, mental y social, y
no sólo la ausencia de dolencias o enfermedades en todos los aspectos
relacionados con el sistema reproductivo y a sus funciones y procesos….” (Alcalá,
1995)
En sus distintos puntos la definición enfatiza: el ejercicio de la sexualidad de
manera autónoma y responsable, libre de riesgos y de coerción o violencia,
desligada de la procreación; la decisión libre, autónoma e informada de las parejas
para decidir el número de hijos a través del acceso a la información sobre su vida
sexual y reproductiva y a métodos anticonceptivos eficaces de acuerdo a su edad
y paridad y él acceso de hombres y mujeres a servicios de salud de calidad que
les permitan no sólo decidir el momento más apropiado para tener hijos sino que
cuando optan por la maternidad brinden las condiciones para tener una
maternidad sin riesgos e hijos saludables.
De esta manera la profunda diferencia entre las distintas conferencias de
población organizadas por la ONU (Bucarest, México y El Cairo) fue que mientras
que en las dos primeras el eje del debate se centraba en el tema demográfico,
apelando a la planificación familiar como objetivo de desarrollo, en la última se
establece que para mejorar los problemas de la población y en particular de las
mujeres se requiere centrar los esfuerzos en la promoción de la salud sexual y
reproductiva en el marco de la equidad entre los géneros y el respeto a los
derechos sexuales y reproductivos de mujeres y hombres, inscribiéndolos en el
campo de los derechos humanos.
Este nuevo paradigma se centra en reconocer los derechos humanos, en
especial los sexuales y reproductivos con particular énfasis en los derechos de las
mujeres y la equidad de género, como eje central de toda política en el área de
población. Por otra parte impulsa la amplia participación de todos los actores
relevantes en el tema, desde los organismos gubernamentales hasta los no
gubernamentales, movimientos de mujeres, de base, de minorías étnicas y
sexuales y el conjunto de la sociedad civil. Para este paradigma el eje está
colocado en los derechos sexuales y reproductivos desde una perspectiva integral
desde la cual se propone el control sobre el cuerpo y la sexualidad, como parte de
la apropiación de los derechos de las mujeres, la libertad y autonomía en las
decisiones acerca de la sexualidad y la procreación sin verse sujetos a coerción,
discriminación o violencia (”FNUAP, 1998)
De esta manera las recomendaciones surgidas de la Plataforma de Acción
de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo (El Cairo, 1994) apuntan
a promover el acceso a la atención en salud sexual y reproductiva de calidad y de
manera oportuna.
Entre otras recomendaciones, en la plataforma de la CIPD se afirman
principios básicos de los derechos humanos en programas y políticas de
población; se fomenta la autonomía de las mujeres en las distintas esferas de su
vida; se reconoce el papel central de la sexualidad y las relaciones entre hombres
y mujeres y todos aquellos
aspectos relativos a la salud y derechos de las
mujeres. También se afirma el rol de los hombres en la responsabilidad sobre su
comportamiento sexual, su fecundidad, el contagio de infecciones de transmisión
sexual (ITS) y el bienestar de sus parejas, así como de los hijos e hijas que
procreen.
En el campo sanitario reclama la promoción de servicios integrales de salud
sexual y reproductiva de calidad que ofrezcan información para la prevención y
atención con total cobertura para todos los individuos, incluidos los y las
adolescentes; el reconocimiento del aborto como un grave problema de salud
pública exhortando a los gobiernos a reducir su incidencia y promoviendo un trato
humanizado y del mayor nivel de calidad alcanzado a las mujeres internadas por
complicaciones postaborto y finalmente advierte sobre la necesidad de capacitar a
los prestadores de salud en temas de salud sexual y reproductiva con un enfoque
de género.
Siguiendo a Barzelatto “ la salud y los derechos reproductivos y sexuales son un
bien social que vale la pena perseguir al margen de la demografía y son un
desafío tanto para los países en que la población está creciendo, en los que la
población esta estable o en los que la población está decreciendo”
Bibliografía
-
Torrado, Susana (1993) Procreación en la Argentina. Hechos e Ideas.
Ediciones de la Flor.Buenos Aires CEM.
-
Hardy Ellen: (1999) Del control de la natalidad a la salud reproductiva. En
Salud Cambio Social y Política: Perspectivas desde América Latina.
Edamex.México
-
Langer Ana: (199) Planificación familiar y salud reproductiva o planificación
familiar vs salud reproductiva: desafíos para llevar el paradigma de la salud
reproductiva de la retórica a la práctica. En Salud Cambio Social y Política:
Perspectivas desde América Latina. Edamex.México
-
Barzelatto José: Desde el control de la natalidad hacia la salud sexual y
reproductiva: la evolución de un concepto a nivel internacional. En: Doria Bilac,
E. y Baltar da Rocha, M. (orgs) Saúde reproductiva na America Latina e no
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1998
-
Teresita de Barbieri. "Derechos reproductivos y sexuales. Encrucijada en
tiempos distintos". En: Revista Mexicana de Sociología Año LXII/Nro. 1 EneroMarzo de 2000 Instituto de Investigaciones Sociales, IIS. Universidad Nacional
Autónoma de México.
-
FNUAP: La contribución de las ONGs a la salud y los derechos sexuales y
reproductivos en América Latina. Recomendaciones de la sociedad civil para
mejorar
el
seguimiento
de
los
acuerdos
de
El
Cairo
y
Beijing.