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Epifanía: Reyes Magos (A) 06.01.2014 ¿BUSCAR LA ESTRELLA? NO ADORÉIS A NADIE CAMINO VIRGEN No adoréis a nadie, a nadie más que a Él, (bis) no adoréis a nadie, a nadie más, (bis) no adoréis a nadie, a nadie más que a Él. Nadie fue ayer, ni va hoy, ni irá mañana hacia Dios por este mismo camino que yo voy. Para cada hombre guarda un rayo nuevo de luz el sol... y un camino virgen Dios. León Felipe No pongáis los ojos en nadie más que en Él, (bis) no pongáis los ojos en nadie más, (bis) no pongáis los ojos en nadie más que en Él. Porque sólo Él nos puede sostener, (bis) no adoréis a nadie, a nadie más, (bis) no adoréis a nadie, a nadie más que a Él. "Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. En esto, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: – ¿Dónde está ese rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a rendirle homenaje. Al enterarse el rey Herodes se sobresaltó, y con él Jerusalén entera; convocó a todos los sumos sacerdotes y letrados del pueblo, y les pidió información sobre dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: –En Belén de Judea, así lo escribió el profeta: «Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que será pastor de mi pueblo Israel» (Miq. 5,1). Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran cuándo había aparecido la estrella; luego los mandó a Belén encargándoles: –Averiguad exactamente qué hay de ese niño y, cuando lo encontréis, avisadme para ir yo también a rendirle homenaje. Con este encargo del rey, se pusieron en camino; de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta pararse encima de donde estaba el niño. Ver la estrella les dio muchísima alegría. Al entrar en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas le rindieron homenaje; luego abrieron sus cofres y como regalos le ofrecieron oro, incienso y mirra. Avisados en sueños de que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino" (Mt 2, 1–12) Seguir la estrella: Hemos visto salir su estrella y... a) Estamos demasiado acostumbrados al relato. Por otra parte, hoy apenas tiene nadie tiempo para detenerse y contemplar despacio "las estrellas". Probablemente, no es sólo cuestión de tiempo. Vivimos una época en la que es más fácil ver la oscuridad de la noche que los puntos luminosos que brillan en medio de cualquier tiniebla. Esta perícopa evangélica, sin embargo, respira la convicción profunda de los primeros creyentes después de la resurrección. En Jesús se han cumplido las palabras del profeta Isaías: "El pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una luz grande; habitaban en una tierra de sombras y una luz ha brillado ante sus ojos" (Is 9,1). b) Sería una ingenuidad pensar que nosotros estamos viviendo una hora especialmente oscura y trágica. Basta abrir las páginas de la historia para entrever "estrellas", semillas de liberación, gestos positivos que nos conducen a la luz. Ni la vida ni el mundo son un caso desesperado, aunque hoy sólo veamos una humilde estrella que nos guía hacia Belén, estrella intermitente que aparece, desaparece y vuelve a aparecer. c) "Y la estrella comenzó a guiarles" (v. 9). Dios nunca abandona a los que, dejando la seguridad de su vida, se ponen en camino buscando y deseando la liberación, como los Magos. Ojalá en medio de nuestro vivir diario no perdamos nunca la capacidad de estar abiertos a toda luz que ilumina nuestra existencia, a toda llamada que pueda dar profundidad a nuestra vida. Ojalá ninguna buena noticia de solidaridad, justicia y universalidad nos turbe y sobresalte, ni pase desapercibida. Ojalá las oscuridades de la vida no nos detengan ni nos desvíen de lo que un día nos puso en camino y se nos ofrece gratuitamente. Incapaces de adorar La fe cristiana es, antes que nada, descubrimiento de la bondad de Dios, experiencia agradecida de que sólo Dios salva. El gesto de los Magos ante el Niño de Belén expresa la actitud primera de todo creyente ante Dios. Adorar es, ante todo y sobre todo, agradecer el don recibido, sentirse agraciado y reconocer el misterio de amor que nos supera, nos envuelve y se nos da gratis. Cuando se olvida esto, el cristianismo corre el riesgo de convertirse en un esfuerzo gigantesco de humanización, y la Iglesia en una empresa siempre tensa, siempre agobiada, siempre con la conciencia de no lograr el éxito moral por el que lucha y se esfuerza. Ante un Dios del que sólo sabemos que es amor, no cabe sino la adoración, el gozo y la acción de gracias. Por eso, cuando un cristiano vive la experiencia de la frustración y piensa que ya ni siquiera es capaz de orar, debería tener, al menos, alegría. Pues, por encima de lo que somos, de lo que nos sucede y hacemos, está el amor de Dios que nos abre y da un horizonte de esperanza para vivir en positividad. Siempre hay estrellas que brillan en el horizonte. Sugerencias para orar a) Acompañar a los magos. Acompañar en silencio, dejándose llevar; aprender de ellos, paso a paso, en todo lugar y circunstancia. Para ello, leer el texto, introducirse en la escena y ser uno más. b) Ponerse en camino. He aquí algo necesario para encontrar a Jesús. Ponerse en camino es salir de uno mismo; dejar, quizá, tierras, patria, trabajo, seguridades; es superar miedos y lanzarse por nuevos derroteros. Ver si me he puesto en camino, o si todavía no he salido de mi círculo, entorno, casa o chiringuito. Ponerse en camino es aceptar rupturas, y también la aventura, la sorpresa, la novedad. Ponerse en camino cada día…, cada vez que nos paramos o hacemos un alto. c) Preguntar. Preguntar como los magos. Preguntar para descubrir la verdad. Preguntar sin miedo. Preguntar manifestando la verdad. A la vez que buscamos la verdad, manifestamos la nuestra, damos la nuestra, aunque cree sobresalto, turbe o inquiete. Orar es buscar y preguntar por la verdad, y manifestar y dar la propia con generosidad e ingenuidad. Como los magos. d) Seguir la estrella. Es otra forma de orar u otro momento de la oración. En el horizonte brillan infinidad de estrellas que pueden guiarnos hasta Belén, hasta Dios. Ver por qué estrellas nos guiamos; ver qué luz arrojan sobre nuestro camino. Levantar los ojos bien, discernir… y no agobiarse cuando las estrellas en las que confiamos se esconden o desaparecen. e) Adorar. O sea, postrarse con amor y reconocer el misterio de amor que nos supera aunque se nos manifieste en un niño con su madre. Detenerse, contemplar y amar. Ofrecer todo lo que somos y tenemos, todo lo que soy tengo. Descubrir qué es hoy el oro, el incienso y la mirra que puedo ofrecer como regalo. Abrir mis cofres y ofrecer todo lo que hay en ellos. f) Escuchar y saber cambiar. O sea, dejarse avisar, aprender, tomar conciencia y cambiar de planes, caminos y proyectos si es necesario; sobre todo si lo que está en juego es la vida, son los derechos fundamentales, es Dios como niño, es el reino. Orar como los magos, desde la vida, la búsqueda y el encuentro, es todo esto y mucho más. EN EL REVERSO DE LA HISTORIA Señor: En este mundo insolidario y frío queremos buscarte. En los barrios marginales y zonas periféricas queremos encontrarte. En los que esta sociedad esconde y olvida queremos verte. En los que no cuentan para la cultura dominante queremos descubrirte. En los que carecen de lo básico y necesario queremos acogerte. En los que pertenecen al reverso de la historia queremos abrazarte… En los pobres y marginados de siempre, en los emigrantes y parados sin horizonte, en los drogadictos y alcohólicos sin presente, en las mujeres maltratadas, en los ancianos abandonados, en los niños indefensos, en la gente estrellada, en todos los heridos y abandonados al borde del camino queremos buscarte, encontrarte, verte, descubrirte, acogerte, abrazarte. Ulibarri, Fl. TAMBIÉN VINIERON MUJERES SABIAS También vinieron mujeres sabias. El fuego ardía en su seno mucho antes de ver la estrella luciente en la bóveda del cielo. Caminaban en oscuridad fiándose de que el camino se iluminara cada noche a la luz de la luna. También vinieron mujeres sabias y alzaron su voz, sus brazos, su cuerpo, su espíritu contra la matanza de inocentes. Y se marcharon por otro camino, igual que lo hacen siempre, para proteger a los hijos más débiles. También vinieron mujeres sabias, sin preguntar la dirección ni tener permiso de ningún rey, siguiendo sus intuiciones y sueños. Vinieron por su propia autoridad, su propio deseo, su propio anhelo, abriendo camino a la libertad. Se marcharon...Pero vuelven una y otra vez en esta época y en todos los momentos importantes, cargadas de dones, risas, besos y canciones. Dicen que es su oficio; pero no, son tu sacramento y nuestros sueños mágicos despiertos. Vinieron en silencio, de puntillas, sin rumores, sin provocar miedo, sonriendo a todos los peregrinos. De forma contracultural vinieron. Nadie levantó acta con sus nombres, pero dejaron una huella imborrable. Vestidas sin llamar la atención están ahí, al borde de la sombra, en los cruces de la vida, en el límite de nuestro tiempo, en el umbral de la conciencia, ofreciéndonos lo que más necesitamos: tus dones. También vinieron mujeres sabias y trajeron regalos útiles: agua que limpia y fuego que ilumina, pan de la tierra y leche de sus pechos. Vinieron con mantas para envolver, frutos secos para compartir, y aceites para curar y ungir. Danos ojos para verlas ahora, antes de que se marchen por otro camino, y sólo sean sombra para nosotros. Déjanos sentir el aroma de su presencia, la sonrisa de su rostro, el calor de su senos y toda la ternura de sus corazones vivos. Ayudaron a María a dar a luz, y cuando gemía con dolores de parto le susurraban bendiciones antiguas de su pueblo. Y enseñaron a otras su arte y oficio, con paciencia y ternura, hasta que surgió una red de solidaridad. GLORIA A DIOS Siento en mí tu presencia, soy como Tú me ves, bajas a mi miseria me llenas de tu paz; indigno de tus dones, mas por tu gran amor tu Espíritu me llena, gracias te doy, Señor. No sé cómo alabarte, ni qué decir, Señor, confío en tu mirada que me abre el corazón; toma mi pobre vida que es sencilla ante Ti; quiere ser alabanza por lo que haces en mí. GLORIA, GLORIA A DIOS. Paráfrasis de Ian Richardson (4) Gracias por tu palabra, gracias por el amor, gracias por nuestros Padres, gracias te doy Señor; gracias por mis hermanos, gracias por el perdón, gracias porque nos quieres juntos en Ti, Señor.