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CAPÍTULO 7 - EL VALOR * DEL CONOCIMIENTO . Rullani 1. El conocimiento en economía: ¿un nuevo passe-partout? En la física del pasado, el “éter cósmico” representaba el medio imponderable, profundo, inerte, que constituía el fundamento de todas las cosas1. Este “invento” justificaba, de alguna manera, la existencia de las nuevas ondas electromagnéticas, sin contradecir la mecánica newtoniana ilusionándose, como en un juego de magia, al defender lo viejo sin negar lo nuevo. Hoy en día, con el “descubrimiento” de la dimensión cognitiva de las acciones humanas, el conocimiento corre el riesgo de llegar a ser el nuevo “éter” de las ciencias sociales y, en especial, de la economía: una sustancia de fuerte intensidad, presente en cualquier lugar, que proporciona la justificación ad hoc que se necesita para que cierren algunos modelos muy convencionales y que no corresponden a la realidad. Una sustancia que, por lo tanto, constituye una buena hipótesis auxiliar para “explicar” fenómenos que no serían explicables. Sin embargo, si se limita a esta tarea accesoria, tiene que permanecer – tal como el éter - inerte y no involucrarse realmente en la explicación teórica. En el debate teórico, el recurso siempre más frecuente a hipótesis que se sustentan en informaciones o estructuras cognitivas (expectativas, esquemas de relaciones, etc.) implica que el conocimiento adquiere el rol de variable residual, para salvar el gap entre los preceptos de la teoría y la observación de la realidad. Para evitar este peligro, hay que renunciar a la idea de que el conocimiento represente una de las variables exógenas que se pueden definir y diseñar ad hoc y, por el contrario, incorporar los procesos cognitivos en la teoría. A continuación se presenta, si bien de manera esquemática y en términos económicos, un modelo del circuito de aprendizaje que introduce los nuevos conocimientos en la actividad económica: en la empresa la producción de nuevos conocimientos puede consistir, por ejemplo, en la innovación llevada a cabo por la empresa a través de las actividades de investigación y desarrollo (I&D), diseño del producto, investigación de mercado y la utilización de los saberes manageriales que acompañan la acción innovativa. Pero el aprendizaje se desarrolla también sin auto-reproducir ciertos conocimientos; por ejemplo, se pueden conseguir conocimientos por medio de contratos con agentes externos (a través de equipos, insumos, componentes, técnicos, consultores, etc.), o también se pueden imitar, o conseguir gratuitamente por medio de la información pública (ciencia y tecnología básica, educación pública, etc.). La economía está vinculada de muchas maneras al aprendizaje; en especial, un enfoque económico tiene que definir las modalidades a partir de las cuales el aprendizaje puede generar valor y representar una ventaja competitiva para los países, los sistemas locales y las empresas. La relación entre aprendizaje y valor económico, o entre aprendizaje y ventaja competitiva, pone en evidencia la existencia de una contradicción en la mayoría de la literatura económica sobre el conocimiento: siempre más frecuentemente las “explicaciones” económicas consideran al conocimiento una * La v ersión original de este artículo se encuentra en Rullani E. (1994), “Il valore della conoscenza”, en Economia e Politica Industriale n.82. 1 En realidad, el éter representaba una hipótesis ad hoc que ponía en evidencia las insuficiencias de las teorías frente a un fenómeno novedoso (las ondas electromagnéticas). La teoría tradicional del “espacio vacío” podía aceptar los nuevos fenómenos, sin perder sus fundamentos, solamente inventando un concepto “puente”, el éter: un concepto que tuviera la única tarea de paliar, pro-tempore, las insuficiencias de la teoría. Este concepto se abandona cuando la teoría empieza a entender las problemáticas asociadas a la propagación de las ondas electromagnéticas. 1 condición necesaria para interpretar algunas conductas, algunas ventajas competitivas, algunas jerarquías; pero esto sin que la economía pueda desarrollar una buena teoría sobre el conocimiento. Es decir, una teoría que explique cómo, cuándo y por qué se produce, se intercambia y se utiliza el conocimiento en el circuito económico. Por lo tanto, se menciona una variable explicativa (el conocimiento) que no tiene explicación, sino que se considera a partir de hipótesis arbitrarias, más o menos creíbles, más o menos ad hoc (Vaccà, 1989; Rullani, 1991). En este sentido, el interés que la reflexión económica actual tiene en los procesos cognitivos representa un fenómeno positivo, pero que tiene un doble sentido ya que, por un lado, contiene un objetivo de carácter conservador que apunta a inmunizar la teoría convencional y, por el otro, incluye también potencialidades innovativas. Los fenómenos cognitivos, que se caracterizan por ser intrínsecamente dinámicos y evolutivos, podrían constituir la herramienta necesaria para romper la persistente hegemonía en el pensamiento económico contemporáneo de la estática neoclásica del equilibrio – estrechamente vinculada a la mecánica newtoniana -. Por lo tanto, si bien hoy en día todo el mundo menciona al conocimiento, cabe observar que éste se analiza a partir de dos conceptos y que el enfoque teórico adoptado marca la diferencia. Las disciplinas gerenciales (del management) incluyen fenómenos y símbolos que se refieren, de alguna manera, a los procesos cognitivos. La “knowledge society” (Bell, 1973; Toffler, 1990; Peters, 1992), la learning organization (Senge, 1990; Hayes, Wheelwright y Clark, 1988), las empresas inteligentes (Quinn, 1992) o virtuales (Davidov y Malone, 1992; Ettighofer, 1992; Pilotti, 1993), las smart machines (Zuboff, 1988) representan metáforas que aluden a la presencia de una inteligencia que embebe las cosas y las organizaciones. La misma empresa pierde su materialidad (Di Bernardo, 1992) para reducirse a un core de conocimientos y competencias que usa para competir (Prahalad y Hamle, 1990) y extiende su competencia a lo largo de los networks (Lorenzoni, 1992; Albertini, 1991). La combinación entre economía y conocimiento no constituye una “especialidad” del enfoque gerencial: también los enfoques más cercanos al neoclásico comienzan a estar influidos por las condiciones cognitivas que acompañan a las conductas económicas. En el enfoque neo-institucionalista los contratos y las transacciones dependen de manera relevante de las hipótesis sobre las informaciones que tienen los agentes involucrados; asimismo, en la teoría de los juegos las informaciones poseídas por los jugadores constituyen siempre el punto de partida. Por lo tanto, la economía está entrando en un espacio “torcido” por la desigual distribución de la información. En este sentido, la información se convierte en el insumo básico para la acción económica, la condición omnipresente de las elecciones cuando éstas exceden el umbral del automatismo y de la vacuidad: “all of economics is information processing” (Peters, 1992, pág. 110). Sin duda, ésta representa una situación ineludible. En el marco de las condiciones de complejidad en que hoy en día se desarrollan las acciones económicas, los agentes adquieren necesariamente un consistencia cognitiva superior a la que en el pasado les asignaba la teoría, ya que constituyen algoritmos de cálculo que tienen performances predeterminadas. En realidad, los agentes actúan a partir de opiniones, experiencias, proyectos que no pueden tener una complejidad, según decía Ashby, menor a la del ambiente externo que enfrentan. Por lo tanto, el sustrato cognitivo, que genera los juicios y gobierna las acciones de los agentes económicos, se mezcla con las elecciones que efectúan los agentes. Si la racionalidad de la acción humana se coloca en la complejidad del ambiente, hay que usar – también en la teoría – una conexión cognitiva susceptible de discriminar en profundidad entre las distintas situaciones. 2. Endogenizar el conocimiento: una problemática abierta A partir de las consideraciones que se han desarrollado en la sección anterior, hoy en día se pone de manifiesto la exigencia para definir una “economía del conocimiento” que pueda vincular la teoría tradicional sobre la conducta económica con herramientas cognitivas focalizadas, es decir, diferenciadas y flexibles, que los agentes económicos usan para actuar racionalmente en un mundo caracterizado por una elevada complejidad. Además, comienzan a estar disponibles algunos esquemas teóricos que se basan en formas específicas de conocimiento2. Pero si no cambia el marco de referencia general en el cual colocar el análisis del conocimiento, ésta resulta una operación complicada que necesariamente produce desilusiones. 2 Si bien no se pueden citar todos los numerosos aportes de este enfoque, cabe mencionar algunas líneas de investigación: la economía de la investigación científica y tecnológica básica, con sus vínculos con la producción (Arora y Gambardella, 1993; Dasgupta y David, 1987 y 1991; Rosenberg, 1990; Von Hippel, 1990); la economía de la 2 El conocimiento constituye un recurso difícilmente compatible con la estática del equilibrio de la tradición neoclásica, que todavía se utiliza como marco de referencia general. En este sentido, el conocimiento tiene carácter intrínsecamente: dinámico, porque su valor disminuye a lo largo del tiempo y, por lo tanto, no es significativo en el marco del tiempo virtual de la estática de largo plazo; en otras palabras, como ya se ha mencionado, el conocimiento mantiene su valor sólo si se regenera y se amplía continuamente a través del aprendizaje; relacional, porque la producción de conocimiento deviene de un trabajo de interpretación que, ubicando cada fenómeno en una red conceptual de esquemas, expectativas, memorias sedimentadas en los individuos y en los sistemas sociales, les asigna un sentido, de acuerdo a las experiencias anteriores, a las especificidades de sus contextos de acción3, a la comunicación que se desarrolla para socializar dichas experiencias (Bonaccorsi y Pammolli, 1990)4. La producción de conocimiento no se puede comprender si se toman en cuenta los dos enfoques tradicionales sobre las relaciones, el jerárquico y el del mercado. La cuestión acerca de las relaciones no competitivas entre empresas (Vaccà, 1989) pone en evidencia que la investigación, la innovación y la organización de la interdependencia requieren modalidades de interacción que se basan fuertemente en la confianza y en la inteligencia interpretativa, es decir, dos recursos que necesariamente se fundamentan en los circuitos cognitivos sociales de carácter complejo (Vaccà, 1993). Por lo tanto, a partir de esta descripción de las características específicas del recurso “conocimiento”, resulta claro porque resulta muy difícil definir una teoría económica sobre el conocimiento en el marco de la doctrina convencional. Además, hay que recordar que la doctrina convencional se basa en hipótesis totalmente opuestas: la hipótesis estática que sustituye el tiempo virtual (al final del cual se afirma el estado de calma que define la condición de equilibrio) con el tiempo real, y la hipótesis atomística que considera individuos abstractos, separados de su contexto y de su historia. La definición de los rasgos de una teoría económica sobre el conocimiento de carácter no simplemente convencional, implica salir de las usuales hipótesis estáticas y atomísticas para dirigirse hacia la consideración de un campo bastante inexplorado y difícil que permite avanzar en esta definición. 3. Nonaka: la organización que crea conocimiento El estudioso japonés de management, Ikujiro Nonaka, de la Hitotsubashi University de Tokio, define un aporte muy avanzado para construir una teoría innovativa sobre la producción de conocimientos5. La idea clave de Nonaka es que la teoría económica siempre ha evitado considerar el conocimiento como un recurso que se puede producir y no solamente distribuir y que, por lo tanto, representa el resultado de la acción social de las organizaciones y no solamente del aprendizaje individual6. información con sus implicaciones en términos de organizational design y teoría de los teams (Radner, 1992; Aoki, 1986; Hess, 1983), la economía del capital humano (Machlup, 1984; Antonelli, 1987a y 1987b) y del capital organizacional (Prescott y Visscher, 1980), o de las rentas organizacionales que devienen del conocimiento incorporado en las organizaciones (Barney, 1991; Rumelt, Schendel y Teece, 1991); la economía del aprendizaje organizacional (Weick, 1991; Warglein, 1990) y sistémico (Von Krogh y Vicari, 1992; Senge, 1990). 3 El sentido que el sujeto le atribuye a la acción se refiere a un conjunto de objetos, factores, eventos, estructuras y experiencias preexistentes que se integran en la vida personal, lo que le confiere un sentido holístico. 4 Por lo tanto, el aprendizaje primario, que alimenta el ciclo cognitivo, está integrado por relaciones que ubican los sujetos en contextos específicos y confieren carácter holístico a los sentidos a través de los cuales se interpretan y organizan las experiencias en la vida de los individuos. El aprendizaje primario genera conocimientos contextualizados que posteriormente – a través de apropiadas operaciones cognitivas – se pueden abstraer de los contextos de experiencia originarios y, por lo tanto, también transferir de un contexto a otro; pero al final del ciclo se reformulan de manera específica de acuerdo al contexto específico en el que se deben usar. En este sentido, la relación conocimiento-contexto no representa un elemento complementario, sino fundamental, del ciclo cognitivo. 5 Los trabajos de Nonaka sobre estas temáticas se encuentran en varios artículos, de los cuales a continuación se ilustran los dos más recientes (Nonaka, 1993, 1994). 6 “En la teoría económica ortodoxa, la creación y la utilización del conocimiento están separadas y las empresas no constituyen una fuente de creación de conocimiento” (Nonaka, 1993). A partir de esta afirmación, Nonaka menciona las insuficiencias que tiene la teoría de la empresa que, entre otras, se han acercado bastante al fenómeno del conocimiento (Von Hayek, Schumpeter, Penrose, Nelson y Winter). La crítica a estos enfoques alude a su incapacidad para dar cuenta de la complejidad de las modalidades a través de las cuales las organizaciones crean conocimiento, por medio de la inteligencia individual de sus miembros, ubicada en el contexto organizacional. De la teoría organizacional Nonaka cuestiona el enfoque del “garbage can model” de March y Olson, por el concepto muy individualista que le asigna al 3 En este sentido, se encuentran las dos condiciones que se han mencionado anteriormente: abandonar la estática para analizar el proceso dinámico de generación de nuevo conocimiento; abandonar el atomismo individualista para analizar el conocimiento como fenómeno que involucra relaciones y que está radicado en los sistemas organizados y en los contextos en que se desarrollan las acciones. En especial, Nonaka cuestiona el enfoque de Simon del problem-solving, que convertiría a los hombres en “information processors”, que toman decisiones lógico-racionales en condiciones de racionalidad acotada, a partir de tres consideraciones: a) en la mayoría de las experiencias cognitivas, las problemáticas no son “objetivamente” o exógenamente dadas, sino, por el contrario, “descubiertas” o “construidas” por la creatividad del hombre que define las problemáticas susceptibles de cálculo racional, interpreta las situaciones y las posibilidades abiertas a través del uso de distintos medios de calculo racional; b) el estimulo para innovar, es decir, para crear problemáticas y respuestas, no deviene del exterior, sino de una dinámica endógena a los hombres y a las organizaciones: c) la respuesta posible a las problemáticas complejas no consiste únicamente en una estrategia de simplificación, que disgrega el problema inicial y asigna sus fragmentos a componentes especializados de la organización, sino también en otras dinámicas que utilizan la redundancia de los conocimientos sedimentados en la organización, la ambigüedad y la variedad de problemas, las relaciones comunicativas como medio para construir soluciones practicables. Si se toma en cuenta el ciclo cognitivo7 entero y no solamente una fase aislada del ciclo de producción de conocimientos (como en los enfoques centrados en el problem solving), es posible apreciar la naturaleza irreductiblemente compleja que tienen los procesos cognitivos que la teoría tiene que considerar en el estudio sobre las características básicas del conocimiento. Esta complejidad se manifiesta asignando: una nueva base espistemologica al conocimiento; una función cognitiva de la organización. Con respecto al primer tema, la cuestión se asienta en el reconocimiento de la existencia de un dualismo intrínseco en la naturaleza del conocimiento, simultáneamente tácito (presente en un contexto específico) y explícito (separado del contexto originario y explicitado a través de un código)8. Necesariamente tácito porque el conocimiento siempre se genera en contextos específicos de aprendizaje y a ellos hay que reconducirlo en el momento en que se usa. La mayoría del saber que se desarrolla y sedimenta en estos contextos tiene carácter tácito, es decir, una colocación inconsciente del agente en el contexto y en el flujo de las experiencias. Por otra parte, el conocimiento no puede permanecer tácito ya que solamente a través de su explicitación la experiencia se socializa, es decir, circula por la organización o entre distintas organizaciones. Sin embargo, entre los dos polos actúa un ciclo de conversión que funciona siempre y que transforma el conocimiento tácito en conocimiento explícito y viceversa. aprendizaje y, por otro lado, considera insuficientes las teorías sobre las contingencias organizacionales y sobre la ecología de las poblaciones organizacionales porque no consideran correctamente la dinámica interactiva entre individuos y organizaciones en la creación de nuevos conocimientos. 7 Desde la aparición del problema, a su racionalización, a la búsqueda de soluciones, a su implementacíon, lo que genera nuevos problemas, etc. 8 Nonaka retoma la distinción entre conocimiento tácito y conocimiento explícito de Michael Polany: “Conocemos mucho más de lo que podemos decir” (Polany, 1967). El conocimiento explícito (o codificado) alude al conocimiento que “se puede transferir a través de un lenguaje formal, sistemático”. Por otro parte, el conocimiento tácito está “profundamente arraigado en la acción, en el esfuerzo y en el involucramiento en un contexto específico y evoca dos aspectos: una dimensión cognitiva (esquemas, paradigmas, modelos mentales, opiniones) y las creencias presentes en nosotros mismos” (Nonaka, 1993). A partir de esta definición, el concepto de conocimiento tácito se considera en una acepción muy amplia que incluye todos los conocimientos que de alguna manera están radicados en un contexto o en la vida de los agentes. Muchos conocimientos radicados en un contexto o en la vida de los agentes no tienen carácter tácito, es decir ocultados por los agentes, sino que para ellos son explícitos y explicitables: la imposibilidad para transferirlos de un contexto a otro depende de la especificidad que tienen los conocimientos desarrollados en cada contexto y no de su naturaleza tácita, no disponible para todos los agentes. La naturaleza de no-acceso de los conocimientos (tacitness) es solamente uno de los casos en que el conocimiento recibe el imprinting de la especificidad del contexto originario. En muchos otros casos, el conocimiento puede ser context-specific (y por lo tanto se necesita un proceso de traducción para transferirlo de un contexto a otro) también si no es tácito, o completamente tácito bajo la perspectiva de los agentes que pueden acceder a él y lo pueden usar. En este sentido, más apropiadamente, se puede hablar de un conocimiento contextual que se contrapone a un conocimiento codificado (trans-contextual), transferible de un contexto a otro a través de lenguajes formales. De acuerdo a la terminología usada por Nonaka, en este artículo se usará la contraposición tácito/explícito, asumiendo convencionalmente que en realidad significa contextual/codificado. 4 La producción de conocimiento se lleva a cabo a través de operaciones cognitivas que transforman la calidad que tiene el conocimiento y que, por lo tanto, si bien en un sentido diferente, crean cada una nuevo conocimiento. El eje central de la transformación planteada por Nonaka se asienta en la contraposición entre conocimiento tácito y explícito. En primer lugar, el conocimiento de los agentes tiene que ser socializado y, sin cambiar de calidad, tiene que ser compartido por muchos agentes que integran el grupo originario. Entonces, se puede transformar en explícito (externalización) para que pueda circular también fuera del grupo originario e integrarse con otros conocimientos del mismo género (combinación). Por último, los conocimientos externos necesitan ser re-contextualizados, a través de su internalización en los grupos y en los individuos que deben actuar. En suma, se definen cuatro procesos de knowledge conversion (ver Cuadro 1): 1. socialización del conocimiento (de tácito a tácito); 2. externalización del conocimiento (de tácito a explícito); 3. combinación del conocimiento (de explícito a explícito); 4. internalización del conocimiento (de explícito a tácito). Cuadro 1 – Esquema del ciclo cognitivo PONER ACA’ LA FIGURA QUE SE ENCUENTRA EN EL ARCHIVO: FIG-RULLANI.DOC Fuente: elaboración del autor a partir de Nonaka (1993) Los procesos productivos que se usan para dichas transformaciones son muy diferentes. La socialización (1.) difunde el conocimiento tácito entre más individuos, a través de la “observación, imitación y experiencias empíricas”, operando por medio de teams (equipos) y “espacios de interacción” (interaction fields), que permiten intercambiar las experiencias y las opiniones entre los miembros del equipo. En este sentido, se desarrollan procedimientos y situaciones orientadas a compartir experiencias entre más agentes para que éstos puedan, finalmente, compartir también el conocimiento tácito vinculado a esa experiencia. En el proceso de socialización no sólo importa “hacer juntos”, sino también la reflexión acerca de lo que están haciendo y de las dinámicas sociales y técnicas que rigen las conductas colectivas en un contexto específico. Se puede afirmar que, extendiendo el análisis de Nonaka, el field (esfera de relaciones) en que se desarrolla la socialización no consiste en lo superficial, tal como aparece a los miembros, sino en lo sistémico que se ubica más en profundidad en los mecanismos de auto-referencia de la organización, entendida como sistema (véase más adelante, sobre los circuitos de auto-referencia). En este marco se pueden utilizar los trabajos de P. Senge (Senge, 1990; Senge y Sterman, 1992)9 sobre el efecto palanca que las estructuras profundas producen en las acciones y performances de un cierto contexto organizacional. La externalización (2.) consiste en los procesos que definen las modalidades lingüísticocomunicacionales de las experiencias tácitas de los individuos o de las que se socializan en los grupos, a través del uso reiterado del diálogo y de la metáfora. El uso de la comunicación por medio del diálogo y de locuciones metafóricas, que expresan experiencias empíricas en términos de conceptos abstractos, desempeñan un rol importante en el proceso de transformación de la naturaleza del conocimiento. Más allá de los estudios de Nonaka sobre estas temáticas, cabe evidenciar que el proceso de externalización, cuando excede los límites del grupo pequeño, requiere el uso de lenguajes formales y de programas de simulación susceptibles de reconducir el caso concreto en el marco de reglas abstractas y de un proceso de búsqueda orientado a definir nociones generales a partir del conjunto de nociones que se ha desarrollado y aprendido a través de la experiencia. En especial, el proceso de búsqueda tiene que perfeccionar las hipótesis ad hoc que explican ex post lo que ha ocurrido con el uso de las n – e inclusive infinitas – especificidades pertenecientes al contexto en el que se ha desarrollado una experiencia específica. Si el objetivo, por ejemplo, consiste en generalizar un cierto nivel de performance, la búsqueda se puede orientar hacia la individualización, en el marco de la experiencia observada, de los factores causales “fuertes” que han inducido la performance, y distinguir entre vínculos accidentales y estructurales que han condicionado la performance. Los vínculos fuertes, causales, tienen que ser reproducidos también en otros contextos para que la performance conseguida sea similar. 9 Para una ilustración del problema y una evaluación crítica, ver Camuffo (1994). 5 La combinación (3.) (encuentro entre distintos conocimientos explícitos) rige el intercambio y el cruce de conocimientos entre diferentes contextos, que se desarrolla a través de la educación, de la investigación, de los bancos de datos y de la comunicación social. El networking (creación de redes), es decir, el desarrollo de estructuras de relaciones en las que el conocimiento codificado no sólo se puede intercambiar sino que se encuentra disponible en cada punto de la red, constituye el resultado de este intercambio que involucra socialmente también agentes con los que no existe contacto directo o no se comparten experiencias. Por último, la internalización (4.) implica que los agentes o los grupos que operan en distintos contextos de acción puedan asimilar el saber externalizado: los conocimientos explícitos se recontextualizan y recuperan su carácter tácito. Dicho proceso utiliza esencialmente el learning by doing, es decir, la definición de conocimientos en un contexto de acción: en este contexto, la acción experimental a través del trial and error desempeña un rol importante. Contextualizar un conocimiento explícito significa usarlo para desarrollar una acción en un contexto específico: la experimentación se desenvuelve a través de la construcción de un “espacio de interacción” (field building) que permite compartir el conocimiento explícito y lo difunde entre los miembros del grupo. A través del “espacio de interacción” que se desarrolla entre el problema y el contexto, entre los agentes y la organización, se puede comprobar la validez de un conocimiento con respecto a una acción que en cierta medida no le corresponde. Por lo general, las problemáticas generadas por la acción en el contexto exceden el saber que deviene de los conocimientos externos. Por lo tanto, hay que activar un proceso de learning-in-action que impulsa la integración entre los conocimientos externos y las competencias contextuales que ya han sido desarrolladas, y ensaya el resultado conseguido para corregirlo hasta conseguir una integración satisfactoria. Este proceso de fusión, que sintetiza el saber codificado que deviene de las redes externas con las competencias del contexto que, por el contrario, rigen los procesos que se desarrollan en un contexto específico, desempeña un rol clave para determinar la performance potencial del conocimiento. La acción sintetizadora se puede denominar integración versátil (Becattini y Rullani, 1993) y pone en evidencia la necesidad que existe de amalgamar conocimientos no homogéneos de una manera plástica, para que se vinculen a las diferentes especificidades de cada contexto de acción. En dichas transformaciones, se observan dos características básicas. En primer lugar, el conocimiento no usa los canales lógico-racionales que han sido enfatizados por la tradición positivista occidental, sino que utiliza herramientas dialécticas que se caracterizan por tener una marcada ambigüedad semántica. Dichas herramientas requieren metáforas, analogías, contradicciones, lapsos de desorden y de caos que se pueden convertir en fuente de aprendizaje. En este marco, cabe recordar que el “pegamento” que junta los términos contradictorios o caóticos de una situación específica no puede ser el de la lógica racionalista, que repudia las contradicciones y considera como “ruido” el desorden, sino el empírico que los agentes consiguen compartiendo un mismo contexto de experiencias y, por lo tanto, una misma base de conocimientos. La segunda característica está constituida por el carácter circular del ciclo que el conocimiento, originado en el contexto de la acción individual, usa para alejarse de ésta para convertirse en colectivo (socialización) y formal (externalización, combinación), y, finalmente, para “alimentar” de nuevo el contexto de la acción individual y crear, por consiguiente, las condiciones para el comienzo de un nuevo ciclo. El conocimiento, que vuelve al contexto como input para la acción individual, después de su transformación no es el mismo ya que se ha enriquecido con la experiencia de muchos otros agentes y se ha integrado con el saber difundido en la organización y en la sociedad externa. Por lo tanto, no se ha llevado a cabo un círculo, sino una espiral: el input de conocimiento se renueva en cada ciclo, se amplía y se torna más consistente. Nonaka, a esta espiral, con todos sus pasos elementales, le atribuye la función de knowledge creation, función que por lo tanto necesita la cooperación entre muchos componentes, agentes, períodos y que pone en evidencia la complejidad social que permite el desenvolvimiento del proceso de creación de conocimientos. Por esta razón Nonaka le atribuye a la organización un rol cognitivo clave. La ciencia no constituye el único lugar en que se produce conocimiento porque también la organización de la empresa, que define y moldea el ciclo de conversión cognitiva mencionado, produce conocimiento. En este sentido, la organización no constituye la representación de la propiedad o del control gerencial (poder de planificación), sino la proyección del circuito cognitivo a través del que se lleva a cabo la producción de conocimiento. Este circuito se diferencia del circuito propietario o gerencial: resulta más limitado si, desde una perspectiva cognitiva, la empresa opera por segmentos separados; más extenso si la empresa constituye un componente de circuitos sociales de aprendizaje que incluyen más empresas o instituciones externas. En esta dirección, la 6 organización se presenta como un conjunto de competencias a individualizar, crear y distribuir de acuerdo a las problemáticas que se deben solucionar. Las competencias se generan a través de la dilatación –desde el individuo hasta la organización – del ciclo cognitivo mencionado anteriormente (socialización, externalización, combinación, internalización), que asume dimensiones cada vez más extensas, de acuerdo a un proceso de espiral que, finalmente, llega a “tocar” las otras organizaciones. Nonaka, sumando las dos características básicas (epistemológica y organizacional) que conciernen al ciclo de conversión ilustrado, define el diseño organizacional como un hiper-texto (Nonaka, 1994), es decir como una estructura de comunicación-cooperación que puede combinar, rápida y eficazmente, tres elementos distintos que actúan paralelamente: la base de conocimiento que representa una suerte de corporate university, conteniendo las competencias creadas y guardadas por la organización; el sistema de business que, por el contrario, incluye las actividades fuertemente orientadas a conseguir resultados y organizadas jerárquicamente, de una manera bastante tradicional; el sistema proyectual que, por el contrario, rige la joint creation for knowledge, a través de un conjunto de equipos auto-organizadores, vinculados entre si loosely, de una manera muy débil. La generación de conocimiento requiere que cada vez se defina un ciclo que cruce estos tres sistemas, y los oriente hacia los objetivos contingentes a implementar; requiere simultáneamente que la actividad corriente regenere la base de conocimiento, el sistema de business y el sistema proyectual, y los alimente con los conocimientos específicos que sirven en las distintas áreas y respetando la autonomía y la diversidad de sus formas organizacionales. 4. Un problema a solucionar: contextos y reproducción El modelo de Nonaka se diferencia notablemente tanto del enfoque racionalista, común a la economía política y a la teoría gerencial, como del enfoque fordista10 que, hasta el momento, ha sido investigado en profundidad solamente por las disciplinas gerenciales. La complejidad del ciclo cognitivo, considerada por Nonaka, constituye el elemento clave para marcar la diferencia, por lo que el conocimiento se genera en los contextos y a ellos retorna. Es decir, el conocimiento abstracto producido por la ciencia y traducido en tecnología y en maquinaria no puede operar directamente como fuerza productiva. El conocimiento necesita un elemento complementario: la información sobre los contextos (Di Bernardo y Rullani, 1990, capítulo 4). Por el contrario, ya a partir de su origen, racionalismo y fordismo han desarrollado un programa de descontextualización basado en el desarrollo de estándares, de procedimientos formales, de métodos científicos y optimizadores orientados a sustituir los contextos reales con un contexto artificial, considerado óptimo. La gran empresa, que se caracteriza por la producción en línea, representa el resultado más claro de este diseño. Por lo general, la implementación de una capacidad general de cálculo, de un one best way, implica una política de “colonización” de los contextos y del así llamado “mundo de la vida” (individual y social)11. Por lo tanto, el ciclo cognitivo se “parte en dos”: dejando de lado los procesos concernientes a los conocimientos implícitos (socialización, internalización), se comienza por la externalización (explicitación, de los conocimientos a través de la ciencia y de la medición), generando, luego, múltiples procesos de recomposición. 10 Cabe destacar que se centra la atención en la etapa fordista que podríamos definir clásica, caracterizada por las innovaciones básicas de Taylor y Ford que se orientaban a estandarizar y convertir en científica la producción. El fordismo clásico genera una enorme complejidad a través de la parcelación-integración de los ciclos y a través de la descomposición-reunificación de los problemas. Pero la premisa es que la potencia de cálculo y de las herramientas para la gestión de los cálculos (planning, planificación, computación) pueden mejorar con el aumento de la complejidad, para que se produzca el milagro de un sustantivo aumento en el nivel de complejidad junto al paralelo aumento en la potencia de cálculo. En realidad, con el transcurrir del tiempo, se descubre que no se puede mantener la promesa de poder “calcular” la complejidad. En la etapa de madurez del fordismo, los procedimientos de cálculo y de planificación pierden su relevancia respecto a los de negociación y socialización. Se acentúa la importancia de los contextos, también a partir del ejemplo de las empresas japonesas. Por consiguiente, hay que descentralizar los procesos cognitivos y de toma de decisiones para ubicarlos en los contextos operativos. 11 En los enfoques fenomenológicos, el “mundo de la vida” consiste en la relación directa que el hombre desarrolla en su contexto de experiencia. 7 Si, de acuerdo a un enfoque racionalista y fordista, se asume que los conocimientos son explícitos y, por lo tanto, se transfieren, las ventajas que devienen de la centralización son, sin duda, enormes. En este tipo de estructura el networking y la progresiva ampliación de la espiral del conocimiento hacia la organización y la sociedad del esquema de Nonaka se convierten simplemente en el planning, es decir en la concentración en un único lugar de todas las informaciones y decisiones. La jerarquización en un centro que asume todas las funciones cognitivas y de toma de decisiones, sustituye la espiral con todos sus múltiples pasajes y ambigüedades. Un esquema lineal se sustituye a la dialéctica entre acción y conocimiento, entre problemas y soluciones: dado un problema, se toma una decisión y ésta se traduce en acción (ejecución); por el contrario, según Nonaka, la acción representa un proceso cognitivo que genera los problemas y los conocimientos. La acción nunca es sólo ejecución, más bien es experimentación, field bulding, socialización. Finalmente la acción redefine el problema inicial porque aporta nuevas competencias y crea nuevos agentes sociales. El ciclo comienza de nuevo justo cuando el racionalismo y el fordismo consideran que ya ha terminado. Esta relación que el conocimiento tiene con los contextos de acción da cuenta de la complejidad del ciclo cognitivo desarrollado por las empresas para actuar con la agilidad y la inventiva necesaria en un época post-fordista, en la que no existe más el control previsor y racionalizador del poder fordista de las grandes empresas y del Estado keynesiano. Para competir, las empresas tienen que movilizar su energías diferenciadas, aceptar la pluralidad de los contextos y de las opiniones, organizar sus líneas de dependencia con el exterior, usar la variedad y la variabilidad de las soluciones como herramientas competitivas: Aceptar la contribución autónoma y cooperativa de centros e iniciativas que operan externamente a la empresa significa también fomentar procesos de diferenciación entre los modelos de desarrollo de las empresas; por lo tanto, significa no solamente cuestionar la hipótesis sobre la existencia de un único modelo de desarrollo, sino también afirmar que las modalidades de diferenciación de la empresa se convierten en factores claves para competir y, consecuentemente, para ser exitosos (Vaccà, 1993, pág. 14). Por consiguiente, el camino hacia la pluralidad de los contextos y el crecimiento de la variedadvariabilidad de los productos, de los procesos y de las relaciones está al alcance de las empresas y todavía falta introducirlo en una perspectiva post-fordista. Si bien moverse a lo largo de este camino aprovechando la idea de Nonaka sobre la “organización creadora de conocimiento” implica ir más allá del enfoque fordista, en todos los casos hay que encarar las problemáticas concernientes a los costos y, por lo tanto, a los riesgos y al superávit (en valor) vinculados con la producción de conocimiento. Las soluciones se colocan en los contextos de acción, y se diferencian y varían de acuerdo al proceso de ajuste ilustrado por Nonaka. Pero, las soluciones – varias y variables – que se colocan en el contexto tienen un costo. En este sentido, la redundancia constituye la regla que tiene una organización cuyo objetivo consiste en manejar los distintos contextos de acción: es decir, el residuo entre lo que se sabe hacer (competencias) respeto a lo que se hace y sirve en cada instante. Sin embargo, el fundamento de las modalidades de producción industrial está constituido por las economías de escala generadas por la reproducción del conocimiento (Di Bernardo, 1991) y, por lo tanto, por la reproducción de los productos, de los procesos y de las relaciones. El racionalismo y el fordismo, tratando de desatender o eliminar las diferencias entre los contextos no operaban a partir de una mala comprensión de la realidad, sino que lo hacían de acuerdo a una regla de conveniencia económica. Las economías de escala en el uso del conocimiento – de un conocimiento que se sabía escaso y costoso – impulsaba a las empresas a sacrificar la conformidad de las soluciones (respecto de los contextos) para atender la exigencia clave de reproducibilidad . El descubrimiento de los contextos y de la interacción entre contextos, a partir del estudio del modelo japonés, implica un retroceso en este diseño orientado a la reproducción y centralización de los conocimientos. El fordismo en su etapa de madurez está descubriendo la calidad, los servicios, la interacción, el valor de los recursos humanos, la unicidad de las core competencies y las otras situaciones que aluden a los contextos de acción y a las competencias necesarias para manejarlos. El esquema de Nonaka define un marco teórico general en el cual colocar esta necesidad para corregir las “exasperaciones” del fordismo clásico, usando: un principio de integración cultural y comunicativa, en los contextos, que sustituye el principio de la elevada especialización, con la consiguiente pérdida de la visión y de la sensibilidad respecto de los procesos generales; 8 el gobierno social de las interdependencias, a través de la comunicación e interacción, que sustituye la parcelación mecánica de las operaciones, reunida al poder (planificación); la capacidad empresarial interna, asignada al poder y a la inteligencia descentralizada, que sustituye la inercia de las rutinas organizacionales y las grandes concentraciones de poder; la selección del core business, acompañada por un amplio recurso al outsourcing de las competencias, que sustituye la autosuficiencia cognitiva y estratégica implementada por los diseños de integración vertical. Cabe observar que se trata de un proceso todavía en curso de desarrollo, pero muy lento, cuyo pleno desenvolvimiento tardará años. Durante este período, no se desarrollará una simple regresión hacia una modalidad de trabajo pre-industrial, en la que la atención para los contextos pueda traducirse simplemente en el abandono de las economías de escala de la reproducción y del interés exclusivo en la eficiencia. Por lo tanto, el esquema de Nonaka, que integra los contextos en el circuito de los conocimientos codificados y proclama su co-necesidad, representa el apropiado marco para no confundir la búsqueda de ir mas allá del fordismo (hacia un equilibrio post-fordista inédito), a través del simple retorno a las soluciones de carácter pre-fordista (mercado) o, más aún, pre-industrial (artesanía). 5. Economizar los conocimientos: la división del trabajo Para estudiar esta línea de desarrollo hasta sus consecuencias extremas, el marco teórico de Nonaka tiene que ser integrado por dos acciones que permiten vincular el redescubrimiento de los contextos a las necesidades de reproducir los conocimientos: 1. en la parte del ciclo que se refiere a los conocimientos explícitos, la extensión e intensificación de la división del trabajo a través del networking global; 2. en la parte del ciclo que se refiere a los conocimientos implícitos, el desarrollo de capacidades de auto-referencia y evolución en los contextos en los que los conocimientos y las competencias críticas se producen y se usan. Sin examinar detalladamente estas dos acciones, cabe observar que permiten “ir más allá” del marco de referencia en el que se ha desarrollado el modelo japonés y al que, parcialmente, está vinculado el esquema de Nonaka. La primera acción sugiere que el antídoto necesario para paliar el crecimiento de los costos cognitivos vinculados a la complejidad, está representado por el desarrollo de redes globales dotadas de una fuerte capacidad de cooperación e intercambio comunicativo, que aumenta el nivel de especialización del aprendizaje sin generar inconvenientes en la integración entre los distintos especialistas. Para alcanzar estos objetivos, hay que desarrollar necesariamente las siguientes dos acciones: a. un mayor uso de conocimiento general y abstracto, acompañado y sostenido por la investigación y por lenguajes formales, para que se pueda explicitar una parte de los conocimientos que hoy en día siguen implícitos y difundirlos en la economía global12; b. la construcción de las estructuras institucionales del networking global, es decir, de las instituciones y de las relaciones que aseguren la confiabilidad de las relaciones cooperativas entre empresas no dotadas de experiencias compartidas (Rullani, 1991)13. 12 Tres fenómenos de largo plazo, y que caracterizarán la etapa post-fordista en las próximas décadas, representan los ejes de esta tendencia : I) el desarrollo en nuevos espacios (biología, materiales, informática, etc.) del poder explicativo de la ciencia, lo que permite la progresiva ampliación de la presencia de la ciencia y la reorganziación de los conocimientos empíricos que hoy en día están incorporados en las grandes empresas fordistas (Arora y Gambardella, 1990; Rullani, 1992 y 1994); II) el desarrollo de la inteligencia artificial, por lo que habrá que formalizar una parte relevante del saber contextual del hombre para transferir responsabilidades e informaciones a las máquinas inteligentes (Di Bernardo y Rullani, 1990, capítulo 8); III) el desarrollo de medios para la interacción a distancia en tiempo real (telemática, televisión interactiva), lo que impulsará la ampliación de las experiencias compartidas entre contextos lejanos y de la codificación cuidadosa de las relaciones de traducción e intercambio entre ellos (Cafferata, 1991; Ettighoffer, 1992; Rullani, 1994). 13 Además de estas estructuras e infraestructuras que favorecen la comunicación inter-organizacional e inter-contextual, en esta categoría se incluyen también las estructuras terciarias que cumplen con el rol de reconocimiento, de certificación de la calidad, de tutela de la propiedad cognitiva contra los usos oportunistas, de garantía del respeto de los estándares y de los contratos, de transparencia y control en las relaciones entre empresas no dotadas de experiencias compartidas previas o que tienen la intención de apoyar sus relaciones ya existentes en una organización de las 9 Por lo tanto, estas dos acciones potencian el circuito cognitivo externo, que genera economías de escala a través de la reproducción de conocimientos muy especializados para un mercado segmentado según competencias de escala geográfica global. También las grandes empresas utilizan esta estrategia: en el pasado sus estrategias se basaban en la división interna del trabajo cognitivo (por ejemplo, IBM) y ahora consideran las ventajas que tiene la división externa del trabajo, de escala global. Pero, para las Pymes se trata de una solución obligada, ya que no tienen el tamaño mínimo necesario para desarrollar actividades de investigación, para generar lenguajes formales y para establecer relaciones comunicativas confiables y transactivas con los networks de escala global. 6. Economizar los conocimientos: organizar sistemáticamente los contextos La segunda acción es especular a la primera: se refiere a la defensa y al desarrollo de las competencias contextuales que deben acompañar, como fundamento básico del conocimiento, al crecimiento de la calidad del saber codificado que se intercambia en las redes globales. El esquema de Nonaka permite apreciar la necesaria simetría que existe entre las acciones, aparentemente antagónicas, de externalización y de internacionalización. Si no se fortalecen los contextos originarios y los de destino del saber codificado, no se puede aumentar la calidad y la cantidad de los conocimientos externalizados orientada a conseguir economías de escala a través de la división del trabajo a escala global. Las debilidades de un proceso que tiene el objetivo de intensificar y extender el uso del saber codificado, se refieren a las operaciones de conversión que vinculan el saber codificado a los contextos, cuándo se produce (contexto de producción) y cuándo se usa (contexto de uso) el saber. En este marco, la mayor potencia y el menor costo que tiene el saber codificado, resultado de la mayor eficiencia alcanzada por la división global del trabajo, puede generar una presión muy elevada sobre los contextos del “mundo de la vida”, hasta destruir su funcionamiento interno, es decir, su capacidad de reproducción. Éste representa un fenómeno que ya se ha encontrado durante la etapa de la acumulación primaria, cuando la industrialización necesitaba trabajo muy barato, relaciones sociales sin reglas, espacios territoriales sin estructuras que hayan sido definidas de antemano. En pocas décadas, los contextos de la vida que se han venido desarrollando durante los siglos pre-industriales, han sido fragmentados por la irrupción de la máquina y del mercado, lo que ha producido una ausencia de reglas en los valores, de anarquía organizacional, de destrucción del territorio que, posteriormente, ha sido muy difícil de paliar. Asimismo, el fordismo ha definido muchos contextos tradicionales de acuerdo a las exigencias de la racionalización que uniformaba las diferencias y que impedía la reproducción de las formas de vida local de acuerdo a sus especificidades. Sin embargo, la experiencia del pasado demuestra que las empresas y los países ganadores en esta carrera hacia la competitividad han sido los que han conservado su core de identidad tradicional y que, a través de una evolución acertada y dinámica, lo han ajustado a las nuevas metodologías de producción del conocimiento y de los bienes. Mejor dicho, cada país ha podido aguantar mejor la presión competitiva producida por la industrialización, usando elementos pertenecientes a su tradición para reaccionar. Japón constituye un ejemplo claro de esta situación, pero no es el único. En Italia los circuitos de la economía local, que se caracterizan por una elevada presencia de Pymes, representan el elemento más dinámico y vital del sistema económico. Dichos circuitos han asimilado fuertemente las experiencias culturales y organizacionales del pasado: una próspera tradición civil y artesanal ha logrado – de acuerdo a la relaciones menos precaria y riesgosa que la relación directa. En esta dirección, cabe destacar la importancia que tiene el desarrollo de una reforma de los institutos jurídicos orientada a reglamentar las relaciones de red en las cuales más empresas se encuentran para co-producir valor y aprovechar conjuntamente un pool objetivamente indiviso de conocimientos y de “reputación”: entre estas empresas existe una interdependencia objetiva (y, por lo tanto, un objetivo risk sharing) que, en ausencia de reglamentación, puede generar conductas oportunistas. Por la interdependencia que existe, las conductas oportunistas pueden ser numerosas: entrada en la red por parte de nuevos partners sin pagar derechos de acceso; explotación no autorizada de los conocimientos ajenos; abuso de poder monopólico en las relaciones inter-empresariales; acciones en perjuicio del valor del pool común de conocimientos y de reputación; repartos de las inversiones y de los riesgos vinculados a las acciones que involucran intereses comunes y mucho más. Resulta importante que la red adquiera visibilidad jurídica y que a las empresas se les ofrezcan modalidades estandarizadas hacia las que converja cada relación contractual. Modalidades que, por ejemplo, puedan definir organismos colegiados que se encarguen de la tutela y de la utilización de la propiedad común, de la reglamentación del acceso, de la contabilidad de las ganancias de la red, con el fin de favorecer la transparencia en el risk sharing, etc. 10 terminología de Nonaka – internalizar el saber explícito de la industrialización y reinterpretarlo. Esto ha impulsado una notable evolución en la organización interna de las economías locales y de las conductas de los agentes económicos; pero se ha conservado un core igual de confianza, relaciones, capacidad para comunicar y para repartir/dividir el trabajo (Becattini, 1989a, 1989b; Brusco, 1982, 1989, 1993). Asimismo, para competir, los sistemas nacionales y locales de los distintos países europeos han movilizado sus recursos históricos y, por lo tanto, han explorado esquemas institucionales y organizacionales específicos definidos como “capitalismos nacionales” (Albert, 1991). La importancia que tienen los contextos nacionales, locales y de las empresas – como polo complementario respecto del conocimiento codificado – se ha fortalecido durante medio siglo de experiencia fordista, experiencia que, en principio, ha intentado uniformar los contextos y, posteriormente, ha tenido que considerarlos como calificaciones fundamentales de una competencia que, debido a los contextos, puede desenvolverse “entre distintos agentes” y generar relevantes procesos de cooperación (Vaccà, 1993). Hoy en día, se desarrolla otra etapa importante, es decir, la que se refiere a la multiplicación de la potencia de los medios de conocimiento y operativos introducidos en el circuito de la economía global por la ciencia, por la automación y por la comunicación interactiva a distancia. Esto genera necesariamente consecuencias importantes sobre los distintos contextos de producción y uso del conocimiento: las presiones competitivas sobre las formas organizacionales actuales – a nivel nacional, local y de empresa – aumentarán. En muchos casos, el equilibrio actual entre tradición y modernidad, entre interior y exterior, entre conocimiento contextual y conocimiento codificado, sufrirá perturbaciones. En esta dirección, para conservar el valor de los conocimientos y de las competencias sedimentadas, resulta importante que los contextos no se debiliten y no se fragmenten. La observación de las modalidades con las que un contexto se reproduce y las fuerzas que organizan dicha reproducción, resulta necesaria para “cuidar” los contextos y estimular su evolución. Si un contexto depende demasiado del exterior, es muy probable que los estímulos externos – en la coyuntura histórica ilustrada anteriormente – operen de manera caótica sobre su estructura interna, hasta fragmentarla y reducir sus probabilidades de sobrevivencia; dicho contexto, en una situación caracterizada por un elevado dinamismo, necesariamente abandonará sus especificidades y se uniformará al exterior. En este caso, la modernización implica la destrucción de los recursos esenciales tanto para la producción de conocimiento (capacidad para encontrar soluciones empíricas, para generalizarlas en la comunicación y en la investigación), como para el uso de los conocimientos externos (capacidad para recontextualizar, para experimentar soluciones apropiadas al contexto específico). Por otro lado, el mismo resultado se puede conseguir en un contexto encerrado en sí mismo, sin desafíos y oportunidades en las relaciones con el exterior. Un sistema cerrado termina, tarde o temprano, perdiendo competitividad en las performances, debido a la reducida capacidad de inversión en conocimiento y en la menor eficiencia de circuito de control cruzado. En realidad, los contextos viven y se desarrollan, y se abren hacia el exterior sin correr el riesgo de perder su identidad, solamente si las actividades radicadas en ellos tienen una organización de carácter sistémico. Es decir, una organización que tiene una identidad (como sistema nacional, local o empresa) y feed-backs adecuados para conservarla y reproducirla igual, por lo menos en su core, mientras a lo largo del tiempo van cambiando los agentes, los productos y los procesos de la economía. Por lo tanto, la segunda acción a desarrollar para economizar los conocimientos y las competencias que se poseen, aluden al fortalecimiento de la capacidad de autoreferencia y de evolución que tienen los sistemas que se han radicado en los distintos contextos. Esto se puede conseguir si, al interior de cada contexto, se descentralizan el poder y la inteligencia empírica, para que se fomente la evolución sin perder la identidad. En el enfoque de Nonaka, el énfasis puesto en el rol que desempeña la organización (de la empresa) agota casi íntegramente esta dimensión de la problemática. Resulta evidente que la organización representa un stock básico de competencias y capacidad, que tiene que ser guardado y fortalecido a través del contacto con el conocimiento externo. El funcionamiento sistémico de la empresa, en especial para un estudioso japonés, constituye un elemento que no vale la pena poner en evidencia; pero en ámbitos diferentes al japonés, la cuestión cambia por dos razones. En primer lugar, muchas empresas pueden ser tan pequeñas o jóvenes – como en Italia – que su disposición para acumular capacidades internas de autoreferencia todavía es muy limitada. Las empresas en las que predomina el empresario-persona tienen una existencia muy débil como organizaciones: algunas cierran al poco tiempo, otras nacen y se ajustan en el curso del tiempo sin internalizar competencias y estructuras consistentes. Por el contrario, cabe observar que la continuidad en la vida de la empresa y su 11 capacidad para acumular conocimientos específicos requieren que la empresa sea, bajo todos los efectos, un sistema de autoreferencia, capaz de evolucionar14. Por lo tanto resulta necesario apoyar el fortalecimiento de las empresas que todavía no tienen estas características sistémicas para que sea posible – en especial para las que ya han alcanzado elevados umbrales de tamaño – separar el empresario-persona y el desarrollo de las competencias internas (de los gerentes, de los trabajadores, de los investigadores). En segundo lugar, hay que pensar en las empresas de tamaño pequeño y en la multitud de empresarios-persona que operan en muchos distritos industriales italianos, como componentes de los sistemas locales con los que intercambian la mayoría de los recursos y de los conocimientos necesarios para su evolución competitiva. En estos casos, resulta importante el contexto local y su “integración” en la organización de la empresa (company town), o incluso en la organización del sistema nacional. El contexto local y el sistema en que se ha desarrollado a lo largo del tiempo tiene un valor crítico para los procesos de descontextualización y recontextualización de los conocimientos en economías caracterizadas por la presencia difundida de empresas como en Italia. En este caso también la conexión contexto-sistema conlleva consecuencias normativas: la política industrial nacional tiene que efectuar inversiones para que las identidades y las funciones cognitivas desarrolladas por los distritos industriales y por los grupos territoriales de pequeñas empresas puedan conservarse y potenciarse a lo largo del tiempo, para enfrentar la mayor apertura hacia los canales a través de los cuales se difunde el conocimiento codificado generado por la economía global (Becattini y Rullani, 1993). 7. La disciplina: una perspectiva La perspectiva ilustrada por este enfoque sobre el conocimiento consiste en una teoría que vincula dos polos diferentes, caracterizados por tendencias evolutivas, de una cierta manera, opuestas: el polo que concierne al saber codificado, con su proyección hacia las redes y la economía global; el polo que concierne al saber contextual, con su radicación en los contextos de empresas, locales y nacionales. Por lo tanto, la capacidad para transferir a través de estándares comunes de traducción tiene que coexistir con las heterogeneidades entre contextos dotados de perspectivas y vida autónoma. El paradigma de naturaleza mecánica del que deviene la economía política, brinda a estas dos perspectivas un marco conceptual demasiado acotado. La complejidad que caracteriza los procesos cognitivos, apropiadamente evidenciada por el esquema de Nonaka, no permite efectuar avances relevantes en la economía del conocimiento sin salir del paradigma de la mecánica newtoniana, anclado al atomismo y al equilibrio. La economía del conocimiento representa el espacio apropiado para buscar nuevos paradigmas. En las reflexiones sobre las problemáticas vinculadas al conocimiento, resulta posible individualizar el uso de un paradigma alternativo, que se puede definir de inspiración biológico-cognitiva. Este paradigma se sustenta en dos grandes metáforas: la metáfora del sistema biológico, que define un modelo de autoreferencia y de evolución auto-organizacional para manejar los contextos. Las competencias contextuales permiten gobernar la acción en los contextos de acción a través del uso de mecanismos de aprendizaje, experimentación, acumulación del saber hacer que, parcialmente, involucran las capacidades biológicas de los individuos y “simulan”, a nivel local, dichas capacidades construyendo sistemas susceptibles de autoreferencia y evolución; la metáfora del aparato cognitivo (la computadora de inteligencia artificial) que define un modelo para el cálculo de símbolos abstractos, perfectamente transferibles, y por lo tanto para el networking y el pooling del conocimiento codificado. En este caso también el poder explicativo que tiene la metáfora del cálculo deviene, en parte, del uso cada vez más frecuente de la computadora y de las redes globales para transferir y elaborar el conocimiento codificado que con su relevancia proporcionan un imprinting al proceso social de distribución del conocimiento codificado por la economía global. Pero el poder explicativo de la metáfora se refiere a la capacidad que la mente humana y de los sistemas sociales tienen para “simular” la modalidad de funcionamiento de los aparatos, reduciendo una parte de su actividad de decisión y comunicación al calcular soluciones maximizadores. Por supuesto, entre estas dos tendencias, una de carácter técnico y otra de carácter social, existe un proceso de fortalecimiento recíproco: ambas dan cuenta de los aspectos cognitivos vinculados al conocimiento explícito. 14 En este sentido, Vicari (1991) propone la definición de sistema autopoiético (sistema que se auto-crea y autoreproduce), es decir, un sistema susceptible de reproducir todos los elementos necesarios para su continuidad y vitalidad a lo largo del tiempo. 12 En este marco, el dominio de los contextos tiene que coexistir e integrarse con el networking del conocimiento codificado y del cálculo. En este marco, ninguna de las dos metáforas es autosuficiente. En el paradigma biológico-cognitivo del incipiente post-fordismo, la complejidad se controla y maneja a través de la cooperación entre dos principios opuestos, de dos herramientas complementarias: hay que integrar competencias contextuales y competencias comunicativas. Pero, para hacer esto se necesita cambiar las imágenes estereotipadas de sistema biológico y de sistema de cálculo que se han desarrollado en el pasado. Si por sistema biológico no se entiende sólo un organismo, sino la especie, cabe evidenciar que ningún sistema biológico complejo puede vivir y desarrollarse si está dotado de una eficiente red de comunicación, susceptible de codificar y externalizar el conocimiento acumulado por cada contexto (en la biología de las especies, esta es la tarea del ADN) Por otra parte, si por sistema de cálculo no se entiende la computadora aislada en su autosuficiencia, sino la computadora colocada en acción (en un contexto), resulta fácil ver como el sistema hombre-equipo, la computadora que la mediación del hombre15 vincula a contextos concretos de acción, constituye la unidad de análisis mínima a tomar en consideración. En condiciones de complejidad, la computadora puede perder su eficacia si no tiene ningún sistema de aprendizaje contextual. Por fin, el aprendizaje contextual necesita economías de escala en el aprendizaje comunicativo, que usa conocimientos codificados; el aprendizaje comunicativo no puede aislarse en el mundo del cálculo puro, y tiene que aprender de los contextos diferenciados e “impuros” en que los conocimientos abstractos tienen que convertirse en fuerzas productivas y generar nuevos conocimientos. Para poder individualizar los medios para manejar la complejidad, el nuevo paradigma tiene mucho que aprender de los dos enfoques de la tradición científica tradicional centrados en la biología de los sistemas auto-organizacionales y en la capacidad cognitiva de los equipos de cálculo. Sin embargo, existe un territorio específico intermedio que no admite la simple traslación de conceptos biológicos o de cálculo, por lo que implica una creatividad y una problemática característica de la economía: armonizar la reproductibilidad específica de la ciencia con las diferencias que ésta encuentra a la vez que se convierte en elemento productivo en contextos que son – y que permanecen – distintos entre ellos; y calculando los costos y las ganancias que le asignan valor a esta doble exigencia. Referencias bibliográficas Albert M. (1991), Capitalisme contre capitalisme, Editions du Seuil, París. Albertini S. (1991), Gli accordi strategici. Strumenti per la costruzione di un’impresa network, Egea, Milán. Antonelli C. (1987a), “Dall'economia industriale all’organizzazione industriale”, en Economia politica, n. 2. Antonelli C. (1987b), L'impresa-rete, Annali di Storia dell'impresa, n. 3 Aoki M. 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