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■ La mayoría de las guías clínicas del tratamiento del trastorno bipolar recomiendan el uso de medicamentos estabilizadores, tanto para las fases agudas como para los periodos de mantenimiento a largo plazo. Desde hace ya un buen tiempo los clínicos se encuentran en la disyuntiva de utilizar para ello los estabilizadores tradicionales (litio o valproato) o bien los antipsicóticos de segunda generación o atípicos (quetiapina, olanzapina, risperidona, etc.). El litio es el estabilizador con mayor tiempo de uso clínico y con la mayor evidencia de eficacia. Si bien es una medicación de bajo costo, tiene una ventana terapéutica estrecha y requiere de control con mediciones periódicas de sus concentraciones plasmáticas. Además, en cuanto a los efectos secundarios, aun en concentraciones terapéuticas 3 puede generar temblor, poliuria, náusea, vómito y diarrea además de que requiere de valoración frecuente de las funciones renales y tiroideas. Por su parte, entre los antipsicóticos atípicos usados como estabilizadores, la quetiapina es la que se prescribe con mayor frecuencia en muchos países. Este fármaco puede producir sedación o somnolencia, además de ganancia de peso, con el riesgo concomitante de generar enfermedad cardiovascular, diabetes mellitus y un síndrome metabólico en sujetos con predisposición. A diferencia del litio, sus efectos a largo plazo aún no han sido suficientemente estudiados. A pesar de que la tendencia reciente entre clínicos es utilizar más los antipsicóticos atípicos, no existen estudios que determinen su desempeño comparativamente con el litio. Es por ello que un reciente artículo correspondiente a un ensayo clínico entre estos dos fármacos es una aportación de gran ayuda para los clínicos. Además, tuvo la ventaja de ser un trabajo con un diseño que trata de apegarse al contexto real, es decir a la manera como esta enfermedad es abordada y manejada de manera cotidiana. J Clin Psychiatry 77: 90-99, 2016. Eficacia comparativa de los tratamientos para el trastorno bipolar Mejoría marcada de todos los síntomas Sin efectos secundarios Promedio calificación IE-ICG 2 1 0 -1 -2 Aleatorización a grupo de tratamiento -3 Síntomas sin cambio o empeorados Los efectos secundarios sobrepasan a los terapéuticos Litio + TA (n = 240) Quetiapina + TA (n = 242) 2468 12 16 Semanas a partir de la aleatorización 20 24 Figure 1. Mejoría clínica a lo largo de la duración del estudio. Abreviaciones: TA = tratamiento adicional, IE-ICG = Indice de eficacia- Impresión Clínica Global Vol. 27, Número 2, Febrero 2016 17 El estudio consistió en un ensayo clínico controlado con la participación de 11 centros de investigación. El procedimiento fue el de grupos paralelos, con asignación aleatoria a los tratamientos, y con la participación de pacientes bipolares tipo I o II que no habían sido tratados adecuadamente con estabilizadores. Por medio de un sorteo se les asignó a recibir quetiapina o litio además de medicación adicional de acuerdo a las condiciones individuales de cada sujeto. Sin embargo se restringió esta opción de tal forma que quienes recibían litio no podían recibir quetiapina ni ningún otro antipsicótico y quienes recibían quetiapina no podían recibir litio ni ningún otro antipsicótico. La principal comparación de la eficacia se hizo con la aplicación del índice de eficacia de la escala de Impresión Clínica Global (IE-ICG). Como medidas secundarias se utilizaron la Escala Montgomery-Asberg para depresión y la Escala Young de manía. Los evaluadores del efecto desconocían la asignación de tratamiento. Se asignó al tratamiento un total de 482 pacientes. De ellos, 240 (49.8%) recibieron litio en una dosis máxima promedio de 1007. 5 mg al día. En cuanto a la quetiapina, ésta la recibieron 242 sujetos (50.2%) en una dosis máxima promedio de 344.9 mg al día. Con respecto al uso de otra medicación, ésta no fue significativamente diferente entre los dos grupos. Ambos grupos presentaron una mejoría significativa al final de seis meses de seguimiento. Se examinó si alguna variable predeterminada predijo una mejor respuesta entre los fármacos. Entre estas variables se incluyeron las demográficas, las psiquiátricas y las relativas a las condiciones en comorbilidad. No se encontró que alguna de ellas tuviese un efecto en ese sentido. La respuesta a los tratamientos se observa en la figura 1 tomada del artículo. Como se observa, todos los participantes tuvieron una mejoría global similar. Cerca del 20% presentó una mejoría 18 muy sustancial. No se evidenciaron diferencias significativas entre ambos grupos ni en la medida primaria de eficacia ni en las secundarias. Sin embargo, los autores hacen notar que para aquellos pacientes con síntomas predominantemente maniacos o hipomaniacos, el tratamiento con quetiapina fue mejor, mientras que los que tenían ansiedad, respondieron mejor al litio. Estas diferencias se basaron en la comparación de los ajustes farmacológicos que se requirieron en ambos grupos con los medicamentos adicionales. Finalmente, en cuanto a los efectos secundarios, el litio fue mejor tolerado con respecto a la frecuencia de síntomas, la intensidad y la afectación funcional. Este estudio es un ejemplo de cómo los ensayos clínicos requieren de un enfoque novedoso, que se apegue más a lo que sucede en la realidad de la clínica cotidiana. En particular los resultados comprueban lo que habitualmente observan los clínicos en su práctica diaria: el tratamiento a largo plazo del trastorno bipolar requiere de ajustes y modificaciones frecuentes. Por lo tanto los estudios que comparan la eficacia de dos intervenciones no generan resultados útiles si esta comparación no incluye otros aspectos adicionales relacionados a los tratamientos. Los criterios estrechos de inclusión y la sobreselectividad de las muestras terminan produciendo resultados que difícilmente se pueden extrapolar a la clínica. Es esperable que este tipo de trabajos aumenten en el futuro. Bibliografía NIERENBERG AA, McELROY SL, FRIEDMAN ES y cols.: Bipolar CHOICE (Clinical Health Outcomes Initiative in Comparative Effectineness): A pragmatic 6-month trial of lithium versus quetiapine for bipolar disorder. J Clin Psychiatry, 77:90-99, 2016. Vol. 27, Número 2, Febrero 2016