Download Esta activación, si se va haciendo más frecuente y sistemática y

d- Una actitud activada que pueda
generar un Proceso
personas ordinarias, junto con eventos
específicos y personas extraordinarias, o
incluso con eventos inesperados dolorosos, gozos, o paralizantes, exige una
motivación profunda y liberadora, no
opresiva ni angustiante.
Esta activación, si se va haciendo más
frecuente y sistemática y, como se decía arriba, aplicada en la vida ordinaria
y en los momentos específicos de formación, daría origen a lo que sería un
Proceso de Formación Permanente, que,
como tal, sería dinámico y no estático, se puedan preestablecer pedagógicamente algunos elementos, como los
siguientes: “el qué” de lo que se quiere aprender; “el cuándo”, que indique
momentos y ritmos; y “el cómo” del
método. Todo conforme a las necesidades e ideales de cada persona, o de
cada grupo, que algunas agrupaciones
e instituciones formativas han encauzado en cuatro dimensiones, que reflejan
una antropología básica encontrada en
muchas culturas del pasado y del presente. Estas son: la Físico-biológica, la
Socio-emocional-relacional, la Mental
y la Espiritual.
e- Un Proceso que debe ser motivado y
asumido desde otro nivel
La activación sistemática de la actitud
formativa, que como proceso, pretende
abarcar tanto la vida diaria como las
Esta exigencia se ubica en un nivel más
alto que el nivel mental donde se ubica
la actitud de la Formación Permanente. Se ubica en el nivel de la dimensión
espiritual que, en lenguaje creyente, se
llama Nivel Divino, el del único Dios
vivo y verdadero.
Desde esta última dimensión, la Espiritual, el teólogo-pedagogo-psicólogo, P.
Amedeo Cencini, profundiza ampliamente la importancia del tiempo con
sus ritmos, como uno de los retos más
importante de la Formación, en el que
la vida personal se haga histórica – es
decir que, al vivirse desde su profundidad, marque y beneficie no sólo al
individuo sino a la humanidad entera
– al transformarse en “historia de salvación”. Ya que, como en la Historia Bíblica, Dios mismo es reconocido como
Aquél que lleva la trama cotidiana de la
propia vida, con el hilo negro del pecado y con el hilo áureo de su gracia, que
tiene a Cristo por cabeza y en el que
todo, y el mismo Universo, serán recapitulados (La Formación Permanente.
Ed. San Pablo, Madrid, 2002 y El árbol de la vida. Ed. San Pablo, Madrid,
2007).
V I D A
C O N S A G R A D A
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C S R F P
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