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Palabra de Vida y de Misericordia
Junio 2014 (N° 17)
« De lo que abunda en el corazón, habla la boca » (Mt 12,34)
Lo que dice Jesús, es muy claro. Incluso añade : « Y yo les digo que en el día del juicio todos
tendrán que dar cuentas de cualquier palabra inútil que hayan pronunciado. Pues por tus
propias palabras serás juzgado, y declarado inocente o culpable. » (Mt 12,36-37) Poco tiempo
antes, Jesús había dicho : « Ustedes ha oído que a sus antepasados se les dijo : « No mates,
pues el que mate será condenado. » Pero yo les digo que cualquiera que se enoje con su
hermano, será condenado. Al que insulte a su hermano, lo juzgará la Junta Suprema ; y el que
injurie gravemente a su hermano, se hará merecedor del fuego del infierno. » (Mt 5,21-22)
La Palabra de Dios nos ofrece numerosos pasajes donde denuncia los actos malos que
produce la lengua. En los Salmos (Sal 33,14-15) o en los Provervios ( Pr 18, 21), en la Carta
de Santiago (Sgo 2, 5-10) o en las Cartas de San Pablo(2 Ti 2,16) todavía en aquella a los
Efesios donde podemos leer « No digan malas palabras, sino sólo palabras buenas que ayuden
a crecer y traigan bendición a quienes las escuchen. No hagan que se entristezca el Espíritu
Santo de Dios, con el que ustedes han sido sellados para distinguirlos, como propiedad de
Dios el día en el que Él les dé completa salvacíon. Echen fuera la amargura, las pasiones, los
enojos, los gritos, los insultos y toda clace de maldad. Sean buenos y compasivos unos con
otros, y perdónense unos a otros como Dios los perdonó a ustedes en Cristo. »(Ef 4, 29-32).
Al final, en el libro del Eclesiástico, Él escribe : « La raíz de los pensamientos es el corazón.
De ella se derivan cuatro ramas : bien y mal, vida y muerte, y todo está bajo el dominio de la
lengua. » (Eclo 37, 17)
« De lo que abunda en el corazón, habla la boca »
Esta palabra de Jesús nos invita a preguntarnos cuales son los sentimientos que habitan en
nuestro corazón : ¿amargura, cólera, agriedad, celosia, orgullo, impasiencia … ? de una
manera habitual o particularmente con respecto a una u otra persona ? Pero esta palabra nos
invita, igualmente a estar atentos a los propósitos que salen de nuestra boca : ¿calumnias,
críticas, juícios, sospechas, reproches injustos, mentiras, ironía, chismes … ?
Santa Faustina tiene un deseo muy grande y pide al Señor : « Haz mi corazón semejante al
tuyo ».
Y Jesús la reconforta « Hija mía, deseo que tu corazón sea formado a semejanza de Mi
Corazón Misericordioso. Debes ser impregnada completamente de mi misericordia ». (167)
Santa Faustina constata muchas veces los actos malos, que causa la lengua y los denuncia en
sus escritos, buscando por todos los medios de evitarlos. Netamente, ella implora la ayuda del
Señor, para que su lengua sea misericordiosa. « Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea
misericordiosa, para que jamás hable negativamente de mi prójimo, sino que tenga una
palabra de consuelo y de perdón para todos ». (163) Aún más «Tiemblo al pensar que debo
rendir cuentas de la lengua. En la lengua está la vida pero también la muerte. A veces con la
lengua matamos, cometemos uin verdadero asesinato ¿ y podemos considerar esto como una
cosa pequeña ? De verdad no entiendo estas conciencias ». (119) Ella nos confía « Cuando
recibo a Jesús en la santa comunión, le ruego con fervor que se digne sanar mi lengua para
que no ofenda con elle ni a Dios ni al prójimo. Deseo que mi lengua alabe a Dios sin cesar.
Grandes culpas se cometen con la lengua. Un alma no llegará a la santidad si no tiene
cuidado con su lengua ». (92) Ella recomienda « No hablar de los ausentes y defender el buen
nombre del prójimo ; alegrarse de los éxitos del prójimo »(241) pero también , « Evitar las
hermanas que murmuran y si no es posible evitarlas, por lo menos callar en presencia de ellas,
dando a entender lo penoso que es para nosotras escuchar cosas similares »(226)En fin,
podemos conservar este último consejo : «Renunciar a la lengua . No le daré la más pequeña
libertad ; en un solo caso se la daré totalmente, es decir para proclamar la gloria de
Dios. »(375)
Decir palabras de bondad sobre su prójimo, alegrarse de sus éxitos, cuidar la lengua de
críticas que lastiman, de palabras asesinas y de chismes ; iluminar con palabras de verdad el
centro de situaciones de tinieblas, son ejemplos para ejercer la misericordia.
Recemos como Sainte Faustina et pidamosle de tener una « guardia » a nuestra boca para no
ofender ni a Dios, ni nuestro prójimo, con la lengua.
Algunas sujestiones para profundizar y poner en practica
Leo nuevamente este extracto de la oración de Sante Faustina. « Ayúdame, oh Señor, para
que mi lengua sea misericordiosa, para que jamás hable negativamente de mi prójimo, sino
que tenga una palabra de consuelo y de perdón para todos ». (163)
Leo particularmente todos esos pasajes de la Santa Escritura que denuncian las malas
consecuencias de la lengua.
En el corriente de este mes tomo como punto de vigilancia los propósitos que salen de mi
boca y los sentimientos que habitan mi corazón. Me entreno a pedir al Señor que bendiga las
personas que son causa de sufrimientos o de tension para mí.
Hélène Dumont