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¡Venga tu Reino!
ESQUEMA DEL RETIRO DE AGOSTO 2015
Predicador: P. Miguel Segura, L.C.
MEDITACIÓN EVANGÉLICA:
Marco para el retiro: Misericordiae Vultus 2
“Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, de
serenidad y de paz. Es condición para nuestra salvación. Misericordia: es la palabra que revela el misterio de
la Santísima Trinidad. Misericordia: es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro.
Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros
al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une Dios y el hombre, porque
abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre no obstante el límite de nuestro pecado.”
Texto evangélico de la primera meditación:
Lc 15, 8-10 “La moneda perdida… ¡y encontrada!”
"O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca
cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice:
"Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido." Del mismo modo, os digo, se produce
alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta."
Reflexión
Dios se compara con una mujer que busca hasta encontrar. Sabe que le falta una moneda. La valoraba antes
de perderla. Cristo se esfuerza para que entienda que siempre tengo valor ante Él. Me considera valioso
aunque como una moneda no haga nada, ni le bese, ni le abrace, ni le mire. Soy valioso ante sus ojos.
¡Cuántas personas han descubierto esto durante una buena confesión!
Significado nupcial: en tiempos de Cristo no usaban anillos nupciales. La diadema de monedas era la
señal del estado civil de la mujer, pero con un mayor significado que nuestro conocido anillo. Cada una de
esas monedas, representaban una virtud de su persona y ella las mantenía fresca en su mente, porque eran
su adorno. Tenía un valor sentimental muy grande.
Dios nos habla de cuatro cosas perdidas: una moneda, una oveja, dos hijos: DESTACA el gozo al
recuperarlos... pero en el caso de la moneda, se destaca el afán de la mujer para recuperarla. Aplicado a
nuestra alma, que es lo que Cristo querría, hemos de imaginarnos a un Dios CELOSO. Quiere recuperarte.
¿Has pensado cuánto desea Dios hallarte?
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¡Venga tu Reino!
PLÁTICA
Acoger y compartir la misericordia de Cristo en la Confesión.
MISERICORDIE VULTUS nº 17
“De nuevo ponemos convencidos en el centro el sacramento de la Reconciliación, porque nos permite
experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia. Será para cada penitente fuente de verdadera
paz interior.”
Experiencia sacerdotal: nos parece asistir en primera fila a la acción de un caudal inagotable que inunda las
almas de paz. No se termina, no se agota, no hay pecados que se resistan cuando el corazón del penitente
se abre por el arrepentimiento.
1. ¿Qué está sucediendo cuanto te confiesas?
Jesucristo nuestro Señor era incansable en el darse, al curar, al sanar, al perdonar, al animar, al bendecir...
cada vez más y más gente acudía a él. Un día le dijeron "Maestro todos te buscan" otro día comenzaron a
acercársele incluso los griegos, su atracción sobrepasaba al pueblo de Israel, todos recordamos también a la
sirofenicia. La humanidad de Cristo, su modo de ser, su presencia corporal, era ya insuficiente para llegar a
todos. Y así Jesucristo inventó un nuevo modo de ser, de llegar a todos, de seguir tocando CADA CORAZÓN:
los sacramentos. Es Cristo mismo quien nos toca en ellos, él actúa a través de sus ministros, a través del
pan, del vino, del aceite, del agua, de un sí... pero es Él quién actúa y tú eres quien recibe su acción.
Es la acción misericordiosa de Cristo la que te toca aquí y ahora, allí donde estés, pero es un encuentro real
con Él.
2. Objeciones a la recepción frecuente del sacramento de la penitencia.
Algunos piensan que puede ser contraproducente para tu vida de fe considerar el uso frecuente de la
confesión. Dicen que hay adultos que lo consideran solamente como un salvoconducto para comulgar. Hay
gente que va confesarse para comulgar y no para convertirse.
3. ¿Qué causa en el corazón la recepción del sacramento de la penitencia?:
El sacramento de la reconciliación es el don pascual del Espíritu Santo.
Es Él, Jesucristo, el primero que mueve al alma a arrepentirse y a convertirse. Su acción genera en el interior
el gozo y la paz.
Se trata de esta paz que el resucitado ha deseado a los apóstoles cuando instituyó el sacramento de la
confesión. Esa paz está a tu alcance. Dios desea que el sacramento de la confesión esté al alcance de tu
mano. Desea que sea para ti un instrumento divino de liberación y de consolación para todas las almas.
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¡Venga tu Reino!
La confesión cancela el pecado en el modo más fácil y más seguro y confiere la gracia santificante
sacramental. Por esto te llena de la paz que permite una participación gozosa y feliz en el banquete de la
Eucaristía y una unión plena con el cordero inmaculado.
Casos de Benson, Chesterton y María Meyers
"La confesión es el fin de la pura soledad y de secretismo".
"El sacramento de la penitencia te da una nueva vida y reconcilia un hombre con todos los vivientes".
Después de la confesión el alma experimenta un gozo que es muy difícil reducir un fenómeno puramente
natural, y siente llena de estupor, la inclinación y la fuerza de hacer alguna renuncia que antes le parecía
imposible.
“Me sentí colmar de una paz indescriptible, esa misma paz que había pregustado durante años cada vez que
ponía el pie en una iglesia católica".
La paz es paz profunda: no necesariamente paz sensible. Es más, a veces por causas accidentales, como por
ejemplo contratiempos irritantes, en disposiciones físicas o psíquicas, puede haber algún tipo de
sentimiento que es contemporáneo al don de la gracia. Pero superados estos disturbios, el gozo y la
tranquilidad no se harán esperar, porque son el fruto natural de la confesión… porque cada confesión es un
encuentro con el amabilísimo, con el bondadosísimo Jesucristo.
4. Eficacia de la confesión individual
Siguiendo con los superlativos hay que casi gritar que este encuentro es eficacísimo:
Los sacerdotes debemos administrar este sacramento que es, a la vez, sacramento terapéutico por
excelencia y también sacramento pedagógico para la formación cristiana de todos los niveles.
La Iglesia al promover la confesión particular ¡busca hacerte un regalo! No te quiere privar de la experiencia,
de las ventajas y del mérito que tiene encontrarte personalmente con Cristo. Cada vez que te confieses te
actualizas en una escuela de sabiduría, educas tu corazón y tu mente a discernir el bien del mal, es
literalmente un gimnasio de energía espiritual del que tu corazón sale completamente tonificado.
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¡Venga tu Reino!
PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN
1.
¿Me doy cuenta de las intenciones de Cristo al compararse como Dios a una mujer que busca
insistentemente hasta encontrarme? ¿Qué imagen quiere que tenga cuando pienso en Él?
2.
¿Vivo la confesión como un momento donde me dejo encontrar por un Dios enamorado
profundamente de mí o más bien como un acto mío hecho con mentalidad jurídica?
3.
Al acercarme a la confesión, ¿pienso en algún momento en la alegría que doy al corazón de Cristo y
a todo el Cielo como sugiere la parábola de la moneda perdida y encontrada?
4.
¿Pienso mal de mí mismo y me valoro a la baja o más bien me miro con los ojos de Dios y me doy
cuenta de lo valioso que soy a sus ojos?
5.
¿Agradezco a Dios su misericordia conmigo desde mi primera confesión?
6.
¿Imagino a Cristo lleno de alegría cuando me perdona?
7.
¿Me doy cuenta de que el sacramento de la penitencia es la muestra visible y tangible de la
misericordia de Dios hacia mí?
8.
¿Busco una limpieza jurídica en la confesión o supone una búsqueda real de cambio en mi vida hacia
la luz de Dios?
9.
En este retiro, ¿estoy contemplando la misericordia de Dios o más bien estoy pensando en mí?
10.
Cuando me separo de Él… ¿oro inmediatamente y confío en su misericordia?
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