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Palabras del Lic. Gilberto Marxuach Torrós
con motivo de su designación como
Presidente de la Universidad del Sagrado Corazón
Muy buenos días. Gracias por acompañarnos en la mañana de hoy, a
todos los que están presentes, y a la gran familia de la Universidad del
Sagrado Corazón que está viendo esta transmisión en vivo a través de
radioramapr.com.
Quiero comenzar por agradecer al Presidente de la Junta de Síndicos,
el Sr. José Rafael Fernández, y a toda la Junta, el honor que me confieren y
la confianza que depositan en mí. Acepto la encomienda con humildad y
gran compromiso. Estoy muy consciente del tesoro que están poniendo en
mis manos. Vengo con entusiasmo a construir sobre la extraordinaria labor
de cientos y miles de hombres y mujeres que, con gran esmero y
dedicación, han levantado la Universidad del Sagrado Corazón que
conocemos.
Quiero reconocer, especialmente, la labor de dos personas que hoy
nos acompañan: el doctor José Jaime Rivera y la Hna. Socorro Juliá. El
doctor José Jaime Rivera dirigió los destinos de esta universidad por casi
un cuarto de siglo, y es ejemplo vivo de integridad, sabiduría y dedicación.
Espero poder seguir su ejemplo y ser digno de su legado.
Por otro lado, durante todo ese tiempo y unos cuantos años más, la
Hna. Socorro Juliá ha dado testimonio vivo del amor de Dios, entregando
su vida a la formación integral de nuestra juventud por medio de esta
Universidad. Ella acostumbra a decir que el Sagrado Corazón de Jesús vela
constantemente por Su universidad y le envía en cada momento lo que
necesita. Me atrevo a añadir que nuestro Señor nos ha enviado a la
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Hna. Socorro para que nunca olvidemos la razón de ser de Su universidad.
Espero ser siempre fiel al carisma fundacional del Sagrado Corazón y al
ejemplo de nuestra Hna. Socorro.
Vengo ante ustedes como producto de una educación integral en las
artes liberales dentro de la fe católica. Creo firmemente en la misión de la
Universidad del Sagrado Corazón: “Educar personas en la libertad
intelectual y en la conciencia moral, dispuestas a participar en la
construcción de una sociedad más auténticamente cristiana: una
comunidad solidaria en la justicia y la paz”. Puerto Rico necesita muchas
de estas personas.
La misión de educar y formar a estas personas es fundamental en
estos tiempos tan complejos que nos ha tocado vivir. Decía Santa
Magdalena Sofía Barat, fundadora de la Orden de las Religiosas del
Sagrado Corazón, que “la educación es el campo de batalla de nuestros
tiempos. Debemos trabajar en él no accidentalmente, sino esencialmente,
con intensidad”.
Ciertamente, necesitamos personas bien educadas y preparadas en
sus distintas disciplinas, con las debidas destrezas y habilidades de
pensamiento, imaginación, comunicación y relación.
Pero, sobre todo, necesitamos personas educadas en la libertad
intelectual; personas que miren nuestra realidad de frente, con apertura y
sensibilidad, y que formen criterios propios.
Necesitamos personas educadas en la conciencia moral, personas
comprometidas con actuar con rectitud para el bien de los demás, de su
familia, su vecindario, su comunidad, su pueblo, de todo Puerto Rico y de
todo el mundo.
En fin, necesitamos hombres y mujeres preparados y valientes,
dispuestos a responder con inteligencia y bondad a los retos del mundo de
hoy. Necesitamos multiplicadores que transformen su entorno con su
ejemplo y sus acciones.
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Formar a estas personas es la gran misión de la Universidad del
Sagrado Corazón. A esta misión vengo a dedicar todo mi esfuerzo, todo mi
empeño y todas mis habilidades.
Este esfuerzo requiere la participación y colaboración plena de todos
los integrantes de la comunidad universitaria, pues todos y cada uno son
importantísimos para la misión de esta universidad. Ninguna función es
pequeña. Todos somos llamados a dar testimonio de entrega y servicio;
cada uno en su campo y en su rol.
Pero, hay dos grupos que tienen un llamado muy especial: nuestros
profesores y nuestros estudiantes.
La educación es un encuentro que abre mundos interiores y mundos
exteriores. Los profesores son especialmente llamados a salir al encuentro
de nuestros estudiantes para abrir su mente y su corazón; para despertar
en nuestros jóvenes la inquietud y el deseo de buscar y encontrar su propio
camino. Esta es una vocación sagrada.
Nuestros estudiantes están llamados, a su vez, a responder a estos
encuentros y a convertirse en protagonistas de su propia educación y de su
propia vida. De ellos es el mundo del futuro. Cada uno tiene que encontrar
su propia respuesta, hacer suya esta universidad y dejar su huella. Esa es
mi exhortación a nuestros estudiantes.
El gran reto de nuestra Universidad del Sagrado Corazón en el
desempeño de su misión es que está llamada a salir al encuentro de cada
estudiante, de cada joven, para que cada uno -creado a imagen y semejanza
de Dios e igual ante Sus ojos divinos- pueda desarrollar sus dones y llegar
a su potencial. Este es un reto que todos debemos abrazar sin miedo y con
esperanza.
La Universidad del Sagrado Corazón es precisamente lo que dice su
nombre: un corazón, un centro que une y lleva vida a todas las partes del
cuerpo. Es una comunidad educativa que crea comunidad, centrada aquí
en Santurce, pero comprometida a llevar vida y desarrollo a todo Puerto
Rico.
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No quiero concluir sin antes agradecer a mi esposa. Hemos caminado
juntos por 21 años y siempre nos hemos apoyado incondicionalmente. Sin
ella, emprender este nuevo camino no hubiere sido posible. Quiero
agradecer a nuestros hijos, quienes probablemente son los que están más
emocionados con esta nueva aventura.
A mis padres, quienes han sido ejemplo de entrega y dedicación y
quienes siempre nos enseñaron la importancia de servir a los demás. Su
ejemplo hizo posible que pudiera llegar a estar ante ustedes en el día de
hoy. Y finalmente quiero agradecer a mis hermanos, quienes siempre han
dicho presente y apoyado a su hermano.
Concluyo pidiendo al Sagrado Corazón de Jesús y a Su Santísima
Madre, en la advocación de Mater Admirabilis, que bendigan ésta Su
universidad y nos den a todos los que en ella laboramos sabiduría y
prudencia para continuar esta gran obra de amor.
Muchas gracias.
4 de agosto de 2014
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