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Manual de Animación Marzo 2016 Objetivo del Tema: Presentar al Joven el modelo de perdón, reconciliación y misericordia que encontramos en la persona de Jesús, y que en la Cruz adquiere su plenitud, para suscitar en él la alegría del perdón y el compromiso. Ambientación: Colocar frases sobre el perdón en las paredes del salón o lugar donde se desarrolle la actividad. Colocar en alguna pared o en el piso (en el centro del salón) una cruz realizada en cartón, cartulina o madera y sobre ella la forma de un corazón y alrededor las palabras perdón, reconciliación y misericordia. Materiales que necesitarán: • 4 bolsas de material resistente. • Algunos objetos pesados (Piedras, libros, etc.) • Recipiente con ceniza o tierra. • Recipiente con agua. • Toalla. • Marcadores, cartón o cartulina. Iluminación Bíblica: Mateo 18, 21-35 / Lucas 23, 33-34 I Momento. Fascinar Se da la bienvenida a los presentes y se realiza una dinámica de presentación. Finalizada la presentación se puede realizar una animación con cantos. Se sugiere hacer un compartir de reflexiones partiendo de los elementos empleados para la ambientación del lugar. ¿Cuáles elementos descubres? ¿Qué te hacen pensar? ¿Qué inspiran? ¿Te viene algún recuerdo? Presentar a los jóvenes las citas bíblicas que van a iluminar este tema de nuestro camino de encuentros. II Momento. Escuchar Se hace la entronización de la Palabra de Dios, acompañada con unos cirios y con un fondo musical. (Se propone el Himno de la JMJ Cracovia 2016) Lc 23, 33-34. “Llegados al lugar llamado Calvario, lo crucificaron allí junto con los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Se repartieron sus vestidos, echándolos a suertes”. 1. Mt 18, 21-35. (Parábola del Siervo sin entrañas) El Señor Jesús, durante su vida pública, en sus mensajes, pero sobretodo con sus gestos, nos dió siempre testimonio de perdón. Nos mostró el rostro amoroso, cercano y paterno de Dios. Dios es amor, y movido por ese amor está siempre abierto al perdón, se compadece de nosotros sus hijos y perdona nuestra fragilidad e infidelidad. En el Evangelio, Jesús nos invita a experimentar el gozo del perdón que nos da el Padre celestial, despertando así el compromiso de perdonar de todo corazón a nuestros hermanos. En el Calvario, Jesús da la mayor prueba de amor a la humanidad y desde la cruz nos invita a cimentar nuestra vida en el perdón. En medio del dolor, del sufrimiento y del abandono, con pleno conocimiento de su inocencia, brotan de su corazón manso y humilde, profundos sentimientos de compasión. Así como en la cruz nos amó hasta el extremo, de la misma manera podemos decir que nos perdonó hasta el extremo, vino a ofrecerse, para quitar el pecado del mundo, a perdonar la maldad del hombre, su egoísmo, su afán de poder, de tener y de placer. Seguir este modelo de Jesús a veces nos cuesta asumirlo y ponerlo en práctica. En la parábola del siervo sin entrañas (Mt 18, 23-35), el mismo Jesús nos lo recuerda mostrándonos a aquel hombre que pedía al rey paciencia para pagar su deuda, el rey tuvo compasión y le perdonó todo, pero éste hombre no fue capaz de realizar lo mismo con unos de sus compañeros. A veces, anhelamos ser tratados de la mejor manera, ser comprendidos, escuchados, que nos tengan paciencia y compasión, pero a veces somos incapaces de ofrecer esto a los demás, a nuestros hermanos y compañeros, pedimos amor y no somos capaces de darlo, pedimos perdón y nos cuesta tanto ofrecerlo. A veces preferimos dar lugar al orgullo, a la soberbia y al rencor, nosotros mismos nos hacemos esclavos. Hoy le pedimos al Señor, que toque nuestro corazón, para que tengamos la disposición de perdonar hasta setenta veces siete, perdonar las veces que sea necesario. Marzo 2016 “Desde la cruz, nace un llamado al perdón” Dinámica: A continuación se procede a realizar una dinámica con algunos jóvenes escogidos del grupo. Se les pedirá a los muchachos que se coloquen de pie en medio del grupo y que extiendan sus brazos de manera que formen una cruz, posteriormente se le colocarán en cada mano una bolsa de algún material resistente, las cuales se irán llenando progresivamente con objetos pesados (piedras, libros, etc.). El objetivo de la dinámica es que los jóvenes mantengan sus brazos por encima del nivel de los hombros, lo cual se tornará cada vez más difícil, se pueden invertir unos minutos para aumentar la dificultad del ejercicio, luego el animador puede detener la dinámica cuando lo juzgue oportuno para pasar a la interpretación del signo. Se le preguntará a los jóvenes que participaron que relaten la experiencia vivida durante la dinámica, luego de las intervenciones, el animador hará la conclusión: así como experimentaron el peso sobre sus brazos, el cansancio, que sus brazos perdían fuerza, o que la carga se hacía cada vez más pesada, así pasa en nuestra vida cuando acumulamos o guardamos rencores, odios, deseos de venganza, se torna nuestra vida más difícil, pasa el tiempo, incluso años y se hace más difícil encontrar la paz en nuestro corazón y la capacidad de reconciliarnos con nosotros mismos y con los demás, colocamos un peso en nuestra conciencia. III Momento. Discernir El Papa Francisco nos ha dicho que “si en nuestro corazón no hay misericordia, la alegría del perdón, no estamos en comunión con Dios, incluso si observamos todos los preceptos, porque es el amor el que salva, no la sola practica de los preceptos. Es el amor por Dios y por el prójimo lo que da cumplimiento a todos los mandamientos”. El Santo Padre nos recuerda con esta frase que para poder estar en comunión con Dios debemos vivir desde la misericordia. La misericordia es la disposición a compadecerse de los trabajos y miserias ajenas. Se manifiesta en amabilidad, en asistencia al necesitado, especialmente en el perdón y la reconciliación. Su etimología, del latín misere (miseria, necesidad), cor-cordis (corazón) e ia (hacia los demás); significa tener un corazón solidario con aquellos que tienen necesidad. De la misma manera que Dios nos perdona y nos reúne junto a Jesús, así debemos perdonarnos unos a otros y vivir unidos. Sin perdón la vida resulta insoportable y es imposible la convivencia. Todos somos capaces de equivocarnos y hacer el mal, pero debemos recurrir al perdón. Todos tenemos algo por lo que pedir perdón y todos tenemos algo que perdonar a los demás. Y si no sabemos perdonar con alegría, es que no sabemos perdonar, es que tampoco hemos aceptado el perdón con honradez y sinceridad. Vamos a perdonar, también a los demás, y vamos a sentir el gozo y la alegría de que vuelvan a ser amigos. En este momento se invita a los jóvenes presentes a entrar en actitud de Oración. Se puede recitar la siguiente oración: Señor, sabemos que nos quieres y nos perdonas, Porque tienes un corazón de Padre. Nos sentimos pecadores ante Ti que eres justo. Pero qué alegría nos da saber que eres Padre justo y bondadoso. Devuélvenos el gozo y la alegría perdidos, para que nuestras vidas sean una Fiesta. Somos amigos, Señor, y olvida nuestro pasado. Ayúdanos a corregirnos. Trátanos con paciencia y con amor, se bueno y compasivo con nosotros. Aunque volvamos a pecar y a romper tus planes, no queremos perder nunca la esperanza: Esperanza en ti y en tu hijo Jesús que dio la vida con nosotros. Amén. Dinámica: Finalizada la oración se invita a los jóvenes a realizar la siguiente dinámica acompañada con cantos penitenciales: Se colocan los recipientes que contienen las cenizas o la tierra sobre una mesa y en otra mesa se coloca el recipiente con el agua y la toalla, las cantidades (ceniza o tierra y agua) dependerán del número de asistentes al encuentro. La finalidad de la dinámica es que sea un rito de purificación que simbolice la limpieza del corazón. Se invita a los jóvenes a ensuciar sus manos con la ceniza o la tierra para reconocer su miseria diciendo la frase “Soy débil, Señor…” e inmediatamente se trasladan al recipiente con agua para lavar sus manos diciendo “…Pero tu gracia me fortalece”, luego secan sus manos y regresan a su sitio con espíritu de recogimiento hasta que termine la dinámica. IV Momento. Convertir/Conmover El Crucificado nos impulsa a la acción, nos invita a colocar en el centro de nuestras vidas el amor, el perdón y la compasión. Por eso pensemos en este momento: • ¿Perdonamos con alegría o nuestro perdón es solo de boca, porque no queda otro remedio? • ¿Decimos a veces eso de “perdono pero no olvido”? • ¿Sabemos dar un margen de confianza al que pide perdón? Ante estas interrogantes, nuestra actitud como jóvenes cristianos debe ser: sentir el gozo del perdón, perdonar con sinceridad, y confiar. El tiempo de la cuaresma y la semana santa se presentan como momentos privilegiados para meditar en este aspecto y asumir compromisos concretos de conversión. Marzo 2016 “Desde la cruz, nace un llamado al perdón” Pedimos al Señor, que nos ayude a reconciliarnos con aquel que nos ha ofendido; acudir al sacramento de la reconciliación, donde Dios no se cansa de amarnos; compartir con nuestros hermanos la satisfacción que da el perdonar con sinceridad; y que María de Coromoto, Madre de Misericordia, nos ayude a ser misericordiosos con los demás, como el Padre celestial lo es con nosotros. Compromisos del Mes de Marzo: • Participar del Rezo del Via Crucis en nuestras comunidades. • Unirse en oración en la Jornada “24 horas con el Señor” convocada por el Papa Francisco para el 05 de marzo. • Realizar un gesto de misericordia. • Asistir a la celebración de los Misterios de la Fe durante la Semana Santa. Para finalizar el encuentro se propone realizar un canto o una oración a la Virgen María. Testigo de la Misericordia Biografía de San Juan Pablo II durante su pontificado: Elegido pontífice el 16 de octubre de 1978, escogió los mismos nombres que había tomado su predecesor: Juan Pablo. En una hermosa y profunda reflexión, hecha pública en su primera encíclica (Redemptor hominis), dirá él mismo sobre el significado de este nombre: «Siguiendo el ejemplo de mi venerado Predecesor, deseo al igual que él expresar mi amor por la singular herencia dejada a la Iglesia por los Pontífices Juan XXIII y Pablo VI y al mismo tiempo mi personal disponibilidad a desarrollarla con la ayuda de Dios. A través de estos dos nombres y dos pontificados conecto con toda la tradición de esta Sede Apostólica, con todos los Predecesores del siglo XX y de los siglos anteriores, enlazando sucesivamente, a lo largo de las distintas épocas hasta las más remotas, con la línea de la misión y del ministerio que confiere a la Sede de Pedro un puesto absolutamente singular en la Iglesia. Juan XXIII y Pablo VI constituyen una etapa, a la que deseo referirme directamente como a umbral, a partir del cual quiero, en cierto modo en unión con Juan Pablo I, proseguir hacia el futuro, dejándome guiar por la confianza ilimitada y por la obediencia al Espíritu que Cristo ha prometido y enviado a su Iglesia». Desde sus primeras encíclicas exaltó el papel de la Iglesia como maestra de los hombres y destacó la necesidad de una fe robusta, arraigada en el patrimonio teológico tradicional, y de una sólida moral, sin mengua de una apertura cristiana al mundo del siglo XX. Denunció la Teología de la Liberación, criticó la relajación moral y proclamó la unidad espiritual de Europa. El 13 de mayo de 1981 sufrió un grave atentado en la Plaza de San Pedro del Vaticano, donde resultó herido por los disparos de un joven terrorista turco Mehmet Ali Agca. Sin embargo aquel hecho fue también una magnífica oportunidad para mostrar al mundo entero que él, fiel discípulo del Maestro, es un hombre que no sólo llama a vivir el perdón y la reconciliación, sino que él mismo lo vive: una vez recuperado, en un gesto auténticamente cristiano y de enorme grandeza de espíritu, el Santo Padre se acercó a su agresor, recluido en la cárcel, para ofrecerle el perdón y constituirse él mismo en un testimonio vivo de que el amor cristiano es más grande que el odio, de que la reconciliación, aunque exigente, puede ser vivida, y de que éste es el único camino capaz de convertir los corazones humanos y de traerles la paz tan anhelada. Marzo 2016 “Desde la cruz, nace un llamado al perdón” San Juan Pablo II ejerció su ministerio pretino con incansable espíritu misionero, dedicando todas sus energías. Realizó 104 viajes apostólicos fuera de Italia, y 146 por el interior de este país. Además, como Obispo de Roma, visitó 317 de las 333 parroquias romanas. Más que todos sus predecesores se encontró con el pueblo de Dios y con los responsables de las naciones: más de 17.600.000 peregrinos participaron en las 1166 Audiencias Generales que se celebran los miércoles. Más de 8 millones de peregrinos acudieron durante el Gran Jubileo del año 2000. Hay que recordar también las numerosas personalidades de gobierno con las que se entrevistó durante las 38 visitas oficiales y los 738 encuentros con jefes de Estado y 246 audiencias con Primeros Ministros. Su amor a los jóvenes le impulsó a iniciar en 1985 las Jornadas Mundiales de la Juventud. En las 19 ediciones de la JMJ celebradas a lo largo de su pontificado se reunieron millones de jóvenes de todo el mundo. Además, su atención hacia la familia se puso de manifiesto con los encuentros mundiales de las familias, inaugurados por él en 1994. San Juan Pablo II promovió el diálogo con los judíos y con los representantes de las demás religiones, convocándolos en varias ocasiones a encuentros de oración por la paz, especialmente en Asís. Bajo su guía, la Iglesia se acercó al tercer milenio y celebró el Gran Jubileo del año 2000, según las líneas indicadas por él en la carta apostólica Tertio millennio adveniente. Con el Año de la Redención, el Año Mariano y el Año de la Eucaristía, promovió la renovación espiritual de la Iglesia. Realizó numerosas canonizaciones y beatificaciones para mostrar innumerables ejemplos de santidad de hoy, que sirvieran de estímulo a los hombres de nuestro tiempo: celebró 147 ceremonias de beatificación en las que proclamó 1338 beatos y 51 canonizaciones, con un total de 482 santos. Proclamó a santa Teresa del Niño Jesús Doctora de la Iglesia. Amplió notablemente el Colegio cardenalicio, creando 231 cardenales (más uno “in pectore”, cuyo nombre no se hizo público antes de su muerte) en 9 consistorios. Presidió 15 Asambleas del Sínodo de los obispos: 6 generales ordinarias 1 general extraordinaria (1985) y 8 especiales. Entre sus documentos principales se incluyen: 14 Encíclicas, 15 Exhortaciones apostólicas, 11 Constituciones apostólicas y 45 Cartas apostólicas. Promulgó el Catecismo de la Iglesia Católica, a la luz de la Revelación, autorizadamente interpretada por el Concilio Vaticano II. Reformó el Código de Derecho Canónico y el Código de Cánones de las Iglesias Orientales; y reorganizó la Curia Romana. Publicó también cinco libros como doctor privado: “Cruzando el umbral de la esperanza”; “Don y misterio: en el quincuagésimo aniversario de mi ordenación sacerdotal”; “Tríptico romano - Meditaciones”, libro de poesías; “¡Levantaos! ¡Vamos!” y “Memoria e identidad”. Juan Pablo II falleció el 2 de abril de 2005, a las 09:37pm, mientras concluía el sábado, y ya habíamos entrado en la octava de Pascua y domingo de la Misericordia Divina. Desde aquella noche hasta el 8 de abril, día en que se celebraron las exequias del difunto pontífice, más de tres millones de peregrinos rindieron homenaje a San Juan Pablo II, haciendo incluso 24 horas de cola para poder acceder a la basílica de San Pedro. El Papa Benedicto XVI lo beatificó el 1 de mayo de 2011. El Santo Padre Francisco lo canonizó, junto a Juan XXIII, el 27 de abril del 2014. Manual realizado por: Programa Nacional el Joven y las Jornadas de la Juventud Diseño y Diagramacion: César Torres Identidad JMJ Venezuela: Roddick Guédez Agradecemos al Pbro. Raúl Adrián de la Diócesis de Barcelona – Venezuela por la redacción del Segundo Tema