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SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS / A
(Nota introductoria: para la Solemnidad de Todos los Santos, no siendo posible preparar los
comentarios en la forma habitual, publicamos algunos elementos de apoyo, unas breves
introducciones que pueden ayudar.)
Breves introducciones a las lecturas
Primera lectura: ¿Cómo describir la felicidad de los mártires y de los santos en su condición
celeste, invisible? Para eso, el profeta recurre a una visión.
Salmo responsorial: El salmo de hoy proclama las condiciones para entrar en el Templo de
Dios. Anuncia también la bienaventuranza de los corazones puros. Nosotros somos ese pueblo
inmenso que marcha al encuentro del Dios santo.
Segunda lectura: Desde nuestro bautismo, nos llamados hijos de Dios y nuestro futuro tiene la
marca de la eternidad.
Evangelio: ¿Qué futuro reserva Dios a sus amigos, en su Reino celeste? Él mismo es la fuente
de la alegría y de la felicidad para ellos.
1. Primera lectura: Lectura del libro del Apocalipsis 7, 2-4. 9-14
Yo, Juan, vi a otro ángel que subía del oriente llevando el sello del Dios vivo. Gritó con voz
potente a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar, diciéndoles: «No dañéis a la tierra
ni al mar ni a los árboles hasta que marquemos en la frente a los siervos de nuestro Dios.» Oí también
el número de los marcados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel. Después de esto
apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo
y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus
manos. Y gritaban con voz potente: «¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del
Cordero!» Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro
vivientes cayeron rostro a tierra ante el trono, y rindieron homenaje a Dios, diciendo: «Amén.
La alabanza y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza son de
nuestro Dios, por los siglos de los siglos. Amén.» Y uno de los ancianos me dijo: «Ésos que están
vestidos con vestiduras blancas ¿quiénes son y de dónde han venido?» Yo le respondí: «Señor mío, tú
lo sabrás.» Él me respondió. «Éstos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado
sus vestiduras en la sangre del Cordero.»
1.2 Breve Comentario
Las primeras persecuciones habían llevado a cabo crueles masacres en las comunidades
cristianas, aún muy jóvenes. ¿Desaparecerían estas comunidades, recién fundadas? La visión del
profeta cristiano aporta un mensaje de esperanza en este momento de prueba. Es un lenguaje
codificado, que evoca a Roma, perseguidora de los cristianos, sin nombrarla directamente, aplicándole
el calificativo de Babilonia. El mensaje proclamado es el de la victoria del Cordero. ¡Qué paradoja! El
Cordero mismo fue inmolado. Pero es el Cordero de la Pascua definitiva, el Resucitado. Él transformó
el camino de muerte en camino de vida para todos aquellos que le siguen, especialmente por el
martirio, y estos son muchos; participan ya desde ahora en su triunfo, en una fiesta eterna.
Salmo 23 Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la fundó sobre los
mares, él la afianzó sobre los ríos.
¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de
manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos.
Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Éste es el grupo que
busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
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2. Segunda lectura: Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3, 1-3
Queridos hermanos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues
¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y
aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a
él, porque lo veremos tal cual es. Todo el que tiene esperanza en él se purifica a sí mismo, como él es
puro.
2.1 Breve Comentario
Segundo mensaje de esperanza. Responde a nuestros interrogantes sobre el destino de los
difuntos. ¿Qué será de ellos? ¿Cómo conocerlo, si desparecen de nuestra vista? ¿Y nosotros mismos,
qué llegaremos a ser?
La respuesta es una deducción absolutamente lógica: si Dios, en su inmenso amor, nos ha
hecho hijos suyos, no nos puede abandonar. Ahora, en Jesús, vemos ya que el futuro nos conduce
hacia la pertenencia a la familia divina: seremos semejantes a Él.
3. Evangelio: Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 1-12a
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus
discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles:
«Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa.
Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo,»
3.1 Breve Comentario
Las Bienaventuranzas revelan la realidad misteriosa de la vida en Dios, iniciada en el
Bautismo. A los ojos del mundo, lo que los servidores de Dios sufren, son efectivamente formas de
muerte: ser pobre, soportar las pruebas (los que lloran) o las privaciones (tener hambre y sed) de
justicia, ser perseguido, ser partidario de la paz, de la reconciliación y de la misericordia, en un mundo
de violencia y de lucro, todo eso aparece como algo no rentable, abocado al fracaso y,
consecuentemente, a la muerte.
¿Pero qué piensa Cristo? Él, al contrario, proclama dichosos a todos sus amigos, a los que el
mundo desprecia y considera como muertos; les consuela, les alimenta, les llama hijos de Dios, les
introduce en el Reino y en la Tierra Prometida.
La Solemnidad de Todos los Santos nos abre así el espíritu y el corazón a las consecuencias de
la Resurrección. Lo que sucedió en Jesús se realizó también en sus bien amados, nuestros antepasados
en la fe; y nos dice igualmente al respecto: bajo las hojas muertas, bajo la piedra del sepulcro, la vida
continúa, misteriosa, para revelarse en el Gran Día, cuando llegue el fin de los tiempos. Para Jesús, fue
al tercer día; para sus amigos, eso sucederá más tarde.
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SUGERENCIAS PRÁCTICAS PARA LA SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS
1. Durante la celebración.
Podemos traducir hoy nuestra alegría a través de nuestra forma de cantar. Podemos igualmente
imaginar otros medios para subrayar la alegría: con diversos instrumentos musicales, con preparación
de la decoración o realzando la iluminación, etc. Lo importante hoy es mostrar que los cristianos
somos personas felices.
2. Palabra de vida.
Todos los Santos es la fiesta de todos aquellos que intentan, cada día, amar a sus hermanos y a
Dios. Conocemos bien a algunos de esas personas anónimas a los ojos del mundo: nuestros padres o
abuelos que nos amaron, un hijo arrancado demasiado pronto de nuestro lado, educadores que nos
formaron, sacerdotes que nos hablaron de Jesucristo, personas siempre dispuestas a prestar un servicio,
tantas personas apasionadas por la justicia y por la paz y que se han quedado en un segundo plano. No
los olvidemos en este día de Todos los Santos, evoquemos su nombre con respeto, recemos por ellos.
Ellos son santos, aunque su nombre no esté en los calendarios, o aunque no fueran beatificados ni
canonizados. Hoy es su fiesta: saquémosles del anonimato, porque su nombre está escrito en el
corazón de Dios.
3. Un punto para prestar atención.
Una oración litánica.
No tenemos muchas ocasiones para rezar a partir de la letanía de los santos. Esa ocasión se
produce hoy que celebramos a todos los santos del cielo y de la tierra. Una letanía es una oración
repetitiva que quiere suscitar y mantener una súplica ardiente. Se puede rezar la letanía de los santos en
el momento de la celebración que parezca más oportuno, intercalando una antífona después de algunas
invocaciones.
4. Para la semana que sigue.
Elegir una actitud concreta.
Favorecer, en nuestras relaciones cotidianas, una actitud de defensa de la justicia ante un
conflicto, o una actitud de humildad o de ocultamiento, que puede hacer surgir la reconciliación, una
actitud de paz que puede ser fuente de alegría y de serenidad.
(Sacerdotes del Corazón de Jesús – (Padres Reparadores-Dehonianos)
www.scj.es
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