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Cristo vive y Viene
05 La senda limpia
Autor Efrain Araya
lunes, 30 de junio de 2008
Modificado el viernes, 01 de agosto de 2008
LA SENDA LIMPIA
Es muy razonable pensar, que cada persona estime que en su vida está procurando hacer lo mejor. Se justifica con los
demás, y procura convencer a su alma de lo que él llama una buena vida, sin embargo, su corazón lo reprende porque
en él esta la mancha del pecado, que no le permite tener la paz que necesita.
David está en esta situación y nos da el secreto para poder tener paz en el corazón:
“Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día.
Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en sequedades de verano.
Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad.
Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado” (Salmo 32: 3 - 5)
¡Cuán grande es el error de creernos mejores que los demás!. Que nuestro caminar va por una senda limpia, de la
que no tenemos que lamentarnos, y menospreciamos a nuestro prójimo.
“¿Y piensas esto, o hombre, tú que juzgas a lo que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de
Dios?”
(Romanos 2: 3)
“Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación
del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras” (Romanos 2: 5 - 6)
En el tiempo del Señor Jesucristo, que es Dios hecho carne, muchos se acercaron a El para justificarse, la Palabra
santa nos señala este pecado, para hacernos a nosotros advertidos de este error, y nosotros no lo estemos
cometiendo.
“A unos que confiaban en sí mismo como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta
parábola”
Dos hombres subieron al templo a orar: uno era Fariseo, y el otro publicano.
El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros
hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;
Ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.
Más el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios,
sé propicio a mí pecador.
Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y
el que se humilla será enaltecido” (Lucas 18: 9-14)
El Señor Jesucristo les muestra, por la parábola que les relata, a los fariseos su error, porque Dios no se complace en
las largas oraciones, ni en las obras que el hombre quiera presentarle, para orgullo de su carne. El se agrada del corazón
humillado y dolido, por eso habla del publicano, y lo elogia, al ver la humildad de su corazón.
El pasaje visto, nos declara que el hombre no se justifica delante de Dios por sus obras, porque no son de valor, y no
puede borrar los pecados del corazón del culpable.
Tenemos que pensar que el camino de obras buenas que el hombre ha fabricado, es un camino de engaño, y los que
andan por él, son personas que no quieren enfrentar su realidad, que son seres pecadores y se encuentran perdidos.
Dios te aconseja estimado amigo, que si tú estás en este camino salgas de él, porque te conduce con su engaño, a
la perdición eterna;
Reconoce tu condición de pecador, y humillado confiesa tus faltas al oído de Dios, El te perdonará y te limpiará, por
medio de la sangre que el Señor Jesucristo derramó en la Cruz del Calvario. El que puede ser tú salvador, QUIERE
ENTRAR AHORA EN TÚ CORAZÓN. No desestimes su llamado de amor, cuando golpea y espera tú respuesta.
“He aquí yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oyere mi voz y abre la puerta, entrare a él, y cenaré con él, y él
conmigo” (Apocalipsis 3: 20)
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Cristo vive y Viene
E. Araya G.
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