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Shemot (Exodo) 25:1-27:19
Haftara: 1 Reyes 5:12-6:13
“Y habitaré en medio de ellos”.
En la parashá Terumá vemos diversas instrucciones dadas por Hashem para la construcción del
Mishkan (tabernáculo). En la mayoría de los casos estas leyes parecen “aburridas” o con poco
contenido para nuestras vidas actuales; lo contrario sucede como veremos en este estudio, pues
son de gran trascendencia y significado para nuestras vidas.
En primer lugar, las leyes del tabernáculo nos hablan sobre el deseo de Hashem de estar
presente entre su pueblo. El no es un Elohim ausente que no está interesado en la vida de su
pueblo; él está plenamente deseoso de tener una residencia entre los hombres y estar cercano a
ellos. Esta parashá nos muestra los diversos pasos para la construcción de un lugar único, donde la
presencia del Eterno moraría con una intensidad sin igual.
En segundo lugar, nos muestra las prioridades de la vida espiritual en el tabernáculo. Si vemos
atentamente el orden de las instrucciones, veremos que El Eterno empezó desde lo más interno a
lo más externo, por ejemplo, la Torá enumera las instrucciones de construcción en el siguiente
orden:


El arca del pacto (ubicada en el lugar “Kodesh kadashim” o lugar santísimo, dentro del
velo).
La mesa para el pan de la proposición. (Al lado norte del tabernáculo en frente del velo.
Ver Exodo 26:35)




La Menorá (candelabro) de oro. (Al lado sur del tabernáculo en frente del velo. Ver Exodo
26:35)
El tabernáculo mismo
El altar de bronce o el altar del holocausto. (Ubicado a la puerta del tabernáculo. Ver
levítico 4:7)
El atrio del tabernáculo.
Esto nos deja una gran enseñanza: El Eterno está primeramente preocupado por nuestro
interior, por lo más íntimo de nuestro ser, por nuestro corazón, nuestro espíritu, nuestra mente,
nuestra alma. El está interesado primordialmente en el interior de cada hombre, lo exterior tiene
su lugar; sin embargo el nivel de precedencia es de adentro hacia afuera.
Yeshúa y el profeta Isaías enseñaron en contra de algo que hoy se conoce como “ritualismo”,
esto es la mera ejecución de ritos religiosos o ceremoniales sin ninguna repercusión interna y
espiritual. Tanto en los días de Isaías como de Yeshúa, parte del pueblo sufría de un ritualismo
seco, tal como se nos dice:
“Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me
honra; Mas su corazón está lejos de mí.” (Mateo 15:7-8).
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y
del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia. ¡Fariseo ciego! Limpia
primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio.”
(Mateo 23:25-26).
En los pasajes, Yeshúa critica el ritualismo de algunos fariseos de su generación y nos advierte
sobre los peligros de una religión sin espiritualidad, sin devoción, sin entusiasmo, sin gozo y alegría
de corazón.
Esto no es un peligro único del judaísmo, en el cristianismo moderno vemos personas más
preocupadas por trivialidades que por ser un verdadero discípulo del Maestro y cambiar e
impactar el mundo con su mensaje, sus obras y su ética. Es un vicio inherente del ser humano,
fijarse en lo externo pues es lo que produce honra delante de quienes nos rodean y es lo más fácil
de hacer. La verdadera devoción: eterna, interna, espiritual es a menudo la parte difícil de nuestro
caminar; sin embargo, es lo más preciado para Hashem.
Para que Hashem haga su morada en nosotros y haga de nosotros su heredad debemos de
estar limpios interna y externamente, en ese orden. Hashem mora con el humilde de corazón, tal
como se dice:
“El Eterno dijo así: El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies; ¿dónde está la
casa que me habréis de edificar, y dónde el lugar de mi reposo? Mi mano hizo todas
estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice El Eterno; pero miraré a aquel que es
pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.” (Yeshayahu [Isaías] 66:1-2).
¿Quieres que Hashem ande contigo en todo camino? ¿Quieres morar en su presencia?
¿Deseas poder sentir a Hashem en cada paso, cada minuto, cada situación? ¿Deseas decir junto
con el salmista “El Señor es mi luz y mi salvación”? El Eterno quiere tu corazón sobre todas las
cosas. El ha instituido días de fiesta, remembranzas, ceremonias, mandamientos, etc; sin embargo,
todo eso es un medio para llegar a un fin: Que lo sirvas con el corazón gozoso, tal como se nos
dice: “Por cuanto no serviste a El Eterno tu Dios con alegría y con gozo de corazón, por la
abundancia de todas las cosas, servirás, por tanto, a tus enemigos” (Devarim [Deuteronomio]
28:47-48).
Todo lo demás es secundario, lo más íntimo en el lugar santísimo era el arca del pacto, del
testimonio de Dios y su pueblo. El arca del pacto corresponde al corazón del hombre de donde
mana la vida como está escrito:
“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.” (Proverbios
4:23)
Es fácil perder el foco y distraerse con cosas como ir a una comunidad de creyentes, estar en
un servicio de oración, en una disertación de la Torá, celebrar una fiesta del Eterno, guardar
Shabbat, etc. Todas estas cosas son muy importantes pues son el vehículo de nuestra devoción
como pueblo; el corazón, sin embargo, debe de ser el motor mismo de ese vehículo; la razón por la
que hacemos todas las cosas externas, debe de ser porque nuestro interior reboza de amor por El
Eterno.
EL corazón es donde la palabra de Hashem debe de morar, es debido a esto que el Shema
Israel nos dice: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón;” (Devarim
[Deuteronomio] 6:6). Cada Hijo de Israel, cada justo de entre las naciones que teme al Eterno
debe de poner la palabra de Hashem no únicamente en su mente, sino en su corazón.
Incluso la letra inicial y la letra final de la Torá nos dan el mismo mensaje: La primera letra de
la Torá (Bet) y la ultima (Lamed), forman la palabra “Leb” que significa “Corazón”. El mensaje es
claro: Hashem quiere que su palabra este en nuestro corazón, en nuestro ser más íntimo, ahí
donde reaccionamos ante cualquier situación por instinto adquirido por nuestra espiritualidad; en
el área en donde nuestra fidelidad, a ese sentir, es absoluta y universal.
La culminación máxima de Hashem en la era Mesiánica consiste, precisamente, en poner la
Torá en el corazón de su pueblo. El nuevo pacto, o la nueva alianza, no consiste en una nueva Torá
sino en poner esa Torá en el corazón de cada hijo de Israel como nunca antes, tal como se nos
dice:
“He aquí que vienen días, dice El Eterno, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de
Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su
mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui
yo un marido para ellos, dice El Eterno. Pero este es el pacto que haré con la casa de
Israel después de aquellos días, dice El Eterno: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en
su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.” (Yirmeyahu
[Jeremías] 31:31-33).
Aunque los discípulos de nuestro Santo Maestro, Yeshúa El Mesías, podemos disfrutar de un
anticipo de esto, por el espíritu que hemos recibido de parte de Hashem como arras de la
redención final (Efesios 1:13-14), la plenitud y el total cumplimiento de esto, aún está por venir. En
la era mesiánica, el conocimiento del Eterno cubrirá la tierra como las aguas cubren la mar (Isaías
11:9), la profecía de Jeremías dice que la Torá estará escrita en el corazón del pueblo como nunca
antes, a tal grado que nadie dirá: Conoce a Hashem, pues todos lo conocerán. En esos días,
conoceremos al Eterno como nunca antes, pues la Torá será explicada por el Rey Mesías mismo,
tal como se dice en el midrash: “La Tora que la persona estudió en este mundo es vana frente a
la Tora del Mashiaj” (Kohelet Raba 11:8).
¡Que esos días vengan pronto y el reino del Eterno venga rápidamente!
‫שבת שלום‬
¡Shabbat Shalom!
Yitzjak