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Journal of Sports Sciences, 24(07):665-674, 2006 2006 Taylor & Francis Ltd ISSN: 0264-0414 Print/1466-447X On-line DOI: 10.1080/02640410500482529 Traducción: Prof. Ricardo L. Scarfó (UNLP-Argentina) Nutrition and Football FIFA/FMARC Nutrition Consensus Conference Demandas físicas y energéticas del entrenamiento y de la competencia en el jugador de fútbol de élite Jens Bangsbo*, Magni Mohr y Peter Krustrup Institute of Exercise and Sport Sciences, University of Copenhagen, Copenhagen Muscle Research Centre, Copenhagen, Denmark. (Accepted 16 November 2005) *Correspondence: Institute of Exercise and Sport Sciences, University of Copenhagen, August Krogh Building, Universitetsparken 13, Copenhagen Ø, DK-2100, Denmark. Email: [email protected]. The original studies by the authors of this review were supported by Team Danmark and The Sports Research Council, Ministry of Culture, Denmark. In soccer, the players perform intermittent work. Despite the players performing low-intensity activities for more than 70% of the game, heart rate and body temperature measurements suggest that the average oxygen uptake for elite soccer players is around 70% of maximum (VO2máx). This may be partly explained by the 150 – 250 brief intense actions a top-class player performs during a game, which also indicates that the rates of creatine phosphate (CP) utilization and glycolysis are frequently high during a game. Muscle glycogen is probably the most important substrate for energy production, and fatigue towards the end of a game may be related to depletion of glycogen in some muscle fibres. Blood free-fatty acids (FFAs) increase progressively during a game, partly compensating for the progressive lowering of muscle glycogen. Fatigue also occurs temporarily during matches, but it is still unclear what causes the reduced ability to perform maximally. There are major individual differences in the physical demands of players during a game related to physical capacity and tactical role in the team. These differences should be taken into account when planning the training and nutritional strategies of top-class players, who require a significant energy intake during a week. Keywords: Match-play activity pattern, substrate utilization, muscle metabolites, fatigue, recovery after matches, training intensity. Introducción Desde la última conferencia de la FIFA sobre nutrición en el fútbol en 1994, el fútbol en el nivel de élite se ha desarrollado, y mucha investigación con respecto al entrenamiento y rendimiento del partido ha sido dirigida. También está claro que la ciencia se ha incorporado a una magnitud mayor en la planificación y ejecución del entrenamiento. Los estudios científicos previos focalizados sobre las demandas fisiológicas globales del juego, por ejemplo, realizando mediciones fisiológicas antes y después del juego o en el descanso. Sumado a lo anterior, algunos recientes estudios han examinado los cambios tanto en el rendimiento como en las respuestas fisiológicas a lo largo del juego con un enfoque especial en las actividades y períodos más exigentes. La nueva tecnología ha hecho posible estudiar los cambios en el rendimiento del partido con una resolución de tiempo alta. Otro aspecto a tener en cuenta en el entrenamiento práctico es la información con respecto a las diferencias individuales en las demandas físicas a las que los jugadores son expuestos en los juegos y el entrenamiento. Estas diferencias no sólo se relacionan al estado de entrenamiento de los jugadores y su posición de juego, sino también a sus roles tácticos específicos. Así, algunos clubes de clase top han integrado las demandas tácticas y físicas de los jugadores en su entrenamiento físico. Esta revisión dirige información sobre las demandas del juego a un nivel de clase top y provee visiones en entrenamiento en el nivel de élite. Así, debe formar la base para decidir las estrategias nutricionales para estos jugadores. La revisión se trata principalmente de jugadores varones, pero en puntos relevantes se provee información sobre jugadoras femeninas. Actividades del Juego Muchos análisis de tiempo-movimiento de juegos competitivos se han realizado desde los primeros análisis de actividades en los años sesenta (Bangsbo, 1994; Bangsbo, Nørregaard, & Thorsøe, 1991; Krustrup, Mohr, Ellingsgaard, & Bangsbo, 2005; Mohr, Krustrup, & Bangsbo, 2003; Reilly & Thomas, 1979; El Reilly & Thomas, 1979; Rienzi, Drust, Reilly, Carter, & Martin, 1998; Van Gool, Van Gerven, & Boutmans, 1988). La distancia típica abarcada por un jugador de campo abierto de clase top durante un partido es de 10-13 km, con jugadores del mediocampo que cubren distancias mayores que otros jugadores del campo. Sin embargo, la mayoría de esta distancia se cubre caminando y corriendo a baja intensidad, lo que requiere un recambio de energía limitado. En términos de producción de energía, los períodos de ejercicio de alta intensidad son importantes. Así, está claro que la cantidad de ejercicio de alta intensidad separa a jugadores de clase-top de jugadores de un nivel inferior. En un estudio, el análisis de tiempo-movimiento informatizado demostró que jugadores internacionales realizaron un 28% más (P < 0.05) de carrera de alta intensidad (2.43 vs. 1.90 km) y un 58% más de sprint (650 vs. 410 m) que jugadores profesionales de un nivel inferior (Mohr y col., 2003). Debe recalcarse que las grabaciones de carrera de alta intensidad no incluyen varias actividades demandantes de energía como las aceleraciones cortas, marcaje, y saltos. El número de marcajes y saltos depende del estilo de juego individual y posición en el equipo, y en el nivel más alto se ha demostrado que varía entre 3 y 27 y entre 1 y 36, respectivamente (Mohr y col., 2003). La mayoría de los estudios han usado análisis de video seguido por un análisis de computadora manual para examinar la potencia individual durante un partido. Los nuevos desarrollos en la tecnología han permitido el estudio de todos los 22 jugadores durante cada 1/6 de un segundo a lo largo de un partido, y los sistemas son usados por muchos equipos top en Europa. Hay razones para creer que en tales sistemas futuros darán información adicional significativa y encontrarán pronto su forma en la investigación científica. Por ejemplo, usando una resolución de tiempo alta, Bangsbo y Mohr (2005) recientemente examinaron las variaciones en el ejercicio de alta intensidad, velocidades de carrera, y tiempo de recuperación de los sprints durante algunos partidos de fútbol de clase top. Ellos encontraron que la velocidad de sprint en los partidos alcanzaba los valores máximos de alrededor de 32 km · h−1, y que los sprints de más de 30 m exigían una recuperación notablemente más larga que los sprint promedio (10-15 m) durante un partido. Hay diferencias individuales mayores en las demandas físicas de los jugadores, en parte relacionadas a su posición en el equipo. Varios estudios han comparado las posiciones de juego (Bangsbo, 1994; Bangsbo y col., 1991; Ekblom, 1986; Reilly & Thomas, 1979). En un estudio de jugadores de clase top, Mohr y col. (2003) encontraron que los defensores centrales cubrieron una distancia global menos y realizaron menos carrera de alta intensidad que los jugadores en las otras posiciones, lo que probablemente se vincula estrechamente a los roles tácticos de los defensores centrales y su capacidad física inferior (Bangsbo, 1994; Mohr y col., 2003). Los zagueros cubrieron una distancia considerable a una alta intensidad y sprint, mientras que ellos realizaron menos cabeceos y marcajes que los jugadores en las otras posiciones de juego. Los atacantes cubrieron una distancia a alta intensidad igual a los zagueros y a los jugadores del mediocampo, pero realizaron más sprints que los jugadores del mediocampo y los defensores. Es más, Mohr y col. (2003) demostró que los atacantes tenían una marcada disminución en ela distancia de sprint que la de los defensores y jugadores del mediocampo. Además, el rendimiento de los atacantes en el Yo-Yo test de recuperación intermitente no fue tan mejor como la de los zagueros y jugadores del mediocampo. Así, parecería ser que el atacante de clase top moderno necesita ser capaz de realizar acciones de alta intensidad repetidamente a lo largo de un partido. Los jugadores mediocampistas realizaron tantos marcajes y cabeceos como los defensores y atacantes. Ellos cubrieron una distancia total y una distancia a una alta intensidad similar a los zagueros y atacantes, pero realizaron menos sprints. Los estudios previos han demostrado que los jugadores del mediocampo cubren una distancia mayor durante un partido que los zagueros y atacantes (Bangsbo, 1994; Bangsbo y col., 1991; Ekblom, 1986; Reilly & Thomas, 1979). Estas diferencias pueden explicarse por el desarrollo de las demandas físicas de los zagueros y atacantes, puesto que, en contraste con estudios más recientes (Bangsbo, 1994), Mohr y col. (2003), se observó que los jugadores en todas las posiciones del equipo experimentaron una disminución significativa en la carrera de alta intensidad hacia el final del partido. Esto indica que casi todos los jugadores de fútbol de élite utilizan su capacidad física durante un partido. Las diferencias individuales no sólo están relacionadas a la posición en el equipo. De este modo, en el estudio por Mohr y col. (2003), dentro de cada posición de juego había una variación significativa en las demandas físicas que dependían del rol táctico y de la capacidad física de los jugadores. Por ejemplo, en el mismo partido, un jugador del mediocampo cubrió una distancia total de 12.3 km, con 3.5 km que se realizaban a una alta intensidad, mientras otro mediocampista cubrió una distancia total de 10.8 km de los cuales 2.0 km fueron en una alta intensidad. Deben tenerse en cuenta las diferencias individuales en el estilo de juego y en el rendimiento físico al planear el entrenamiento y la estrategia nutricional. Producción de energía aeróbica en el fútbol El fútbol es un deporte intermitente en el cual, el sistema de energía aeróbica es muy exigido, con frecuencias cardíacas medias y máximas de alrededor del 85 y 98% de los valores máximos, respectivamente (Ali & Farrally, 1991; Bangsbo, 1994; Ekblom, 1986; Krustrup y col., 2005; Reilly & Thomas, 1979). Estos valores pueden ser “convertidos” a consumo de oxígeno, usando la relación entre la frecuencia cardíaca y el consumo de oxígeno obtenido durante una carrera en cinta ergométrica (Bangsbo, 1994; Esposito y col., 2004; Krustrup & Bangsbo, 2001). Esto parece ser un método válido, puesto que en los estudios en que la frecuencia cardíaca y el consumo de oxígeno (a través del K4) han sido medidos durante driles de fútbol, se han observado frecuencias cardíacas similares para un consumo de oxígeno dado como el encontrado durante una carrera en cinta ergométrica (Castagna y col., 2005; Esposito y col., 2004). Sin embargo, es probable que las frecuencias cardíacas medidas durante un partido lleva a una sobrestimación del consumo de oxígeno, puesto que factores como la deshidratación, la hipertermia, y el estrés mental elevan la frecuencia cardíaca sin afectar al consumo de oxígeno. No obstante, con estos factores tenidos en cuenta, las mediciones de la frecuencia cardíaca durante un partido parecen indicar que el consumo de oxígeno promedio está alrededor del 70% del VO2máx. Esta sugerencia es sostenida por las mediciones de temperatura central durante un partido de fútbol. La temperatura central es otra medición indirecta de producción de energía durante el ejercicio, puesto que una relación lineal se ha reportado entre la temperatura rectal e intensidad relativa de trabajo (Saltin & Hermansen, 1966). Durante el ejercicio de pedaleo continuo al 70% del VO2máx con una temperatura ambiente de 20°C, la temperatura rectal era de 38.7°C. En el fútbol, la temperatura central aumenta relativamente más comparado con la intensidad promedio debido a la naturaleza intermitente del partido. De ahí, se ha observado que a una tasa de trabajo relativa correspondiente al 60% del VO2máx, la temperatura central era 0.3°C superior durante el ejercicio intermitente que en el ejercicio continuo (Ekblom y col., 1971). No obstante, las temperaturas centrales de 39-40°C durante un partido indican que la carga aeróbica promedio durante un partido está alrededor del 70% del VO2máx (Ekblom, 1986; Mohr y col., 2004b; Smodlaka, 1978). Más importante para el rendimiento que el consumo de oxígeno promedio durante un partido, puede ser la tasa de elevación del consumo de oxígeno durante muchas acciones intensas cortas. La frecuencia cardíaca de un jugador durante un partido raramente está por debajo del 65% del máximo, indicando que el flujo sanguíneo hacia el músculo de la pierna ejercitada es continuamente superior que en reposo, lo que significa que el aporte de oxígeno es alto. Sin embargo, la cinética del oxígeno durante los cambios del ejercicio de baja a alta intensidad durante el partido parece ser limitada por factores locales y depende, entre otras cosas, de la capacidad oxidativa de los músculos que se contraen (Bangsbo y col., 2002; Krustrup, Hellsten, & Bangsbo, 2004a). La tasa de elevación del consumo de oxígeno puede cambiarse por el entrenamiento intenso intervalado (Krustrup y col., 2004a). Producción de energía anaeróbica en el fútbol Que los jugadores de fútbol de élite realicen 150-250 breves acciones intensas durante un partido (Mohr y col., 2003) indica que la tasa de recambio de energía anaeróbica es alta en ciertos momentos. Aunque no se estudió directamente, el ejercicio intenso durante un partido lleva a una tasa alta de degradación de fosfato de creatina que hasta algún punto es resintetizado en los siguientes períodos de ejercicio de baja intensidad (Bangsbo, 1994). Por otro lado, el fosfato de creatina puede disminuir (es decir, por debajo del 30% de los valores de reposo) durante partes de un partido si se realizan varios turnos intensos con solamente períodos de recuperación cortos. El análisis del fosfato de creatina en biopsias musculares obtenidas después de períodos de ejercicio intenso durante un partido han provisto valores por sobre el 70% de los de reposo, pero es probable que esto sea debido al retraso en la obtención de la biopsia (Krustrup y col., 2006). Las concentraciones promedio de lactato sanguíneo de 2-10 mmol · l-1 han sido observadas durante los partidos de fútbol, con valores individuales por arriba de 12 mmol · l-1 (Agnevik, 1970; Bangsbo, 1994; Ekblom, 1986; Krustrup y col., 2006). Estos resultados indican que la tasa de producción de lactato muscular es alta durante la competencia, pero el lactato muscular ha sido medido en sólo un único estudio. En un partido amistoso entre equipos no-profesionales, se observó que el lactato muscular subió cuatro veces (alrededor de 15 mmol · kg de peso seco-1) comparado con los valores de reposo después de períodos intensos en ambas mitades, con el valor más alto de 35 mmol · kg de peso seco-1 (Krustrup y col., 2006). Tales valores son menos de un tercio de las concentraciones observadas durante el ejercicio exhaustivo intermitente de corta duración (Krustrup y col., 2003). Un hallazgo interesante en ese estudio era que el lactato muscular no se correlacionaba con el lactato sanguíneo (Figura 1). Una relación dispersa con un coeficiente de correlación bajo también se ha observado entre el lactato muscular y el lactato sanguíneo cuando los participantes realizaron ejercicio intenso repetido usando el Yo-Yo test de recuperación intermitente (Krustrup y col., 2003) (Figura 1). Esto está en contraste con el ejercicio continuo donde las concentraciones de lactato sanguíneo son inferiores pero reflejan bien las concentraciones del lactato muscular durante el ejercicio (Figura 1). Estas diferencias entre el ejercicio intermitente y el ejercicio continuo son probablemente debidas al recambio diferente de la tasa de lactato muscular y del lactato sanguíneo durante los dos tipos de ejercicio, con la tasa de aclaramiento de lactato que es significativamente superior en el músculo que en la sangre (Bangsbo, Johansen, Graham, & Saltin, 1993). Esto significa que durante el ejercicio intermitente en el fútbol, la concentración del lactato sanguíneo puede ser alta aunque la concentración del lactato muscular sea relativamente baja. La relación entre el lactato muscular y el lactato sanguíneo también parece ser influenciado por las actividades de toma de muestras inmediatas (Bangsbo y col., 1991; Krustrup & Bangsbo, 2001). Así, la concentración del lactato sanguíneo bastante alta vista a menudo en el fútbol (Bangsbo, 1994; Ekblom, 1986; Krustrup y col., 2006) no puede representar una producción de lactato alta en un único efecto durante el partido, sino una respuesta acumulada/balanceada a varias actividades de alta intensidad. Esto es importante tener en cuenta al interpretar la concentración del lactato sanguíneo como la medida de concentración del lactato muscular. No obstante, en base a varios estudios que usan el ejercicio máximo de corta duración realizado en el laboratorio (Gaitanos y col., 1993; Nevill y col., 1989), y el hallazgo de lactato sanguíneo alto y las concentraciones del lactato muscular moderadas durante la competencia, indica que la tasa de glucólisis es alta durante períodos cortos de tiempo durante un partido. Figura 1. Las relaciones individuales entre el lactato muscular (expresado en mmol por litro de agua celular) y el lactato sanguíneo durante un partido del fútbol (círculos sólidos; los datos del presente estudio), al agotamiento en el Yo-Yo Test intermitente de recuperación Nivel 1 (cuadrados sólidos; datos de Krustrup y col., 2003), y después de 20 minutos de ejercicio de pedaleo continuo al 80% del VO2máx (círculos vacíos; datos de Krustrup y col., 2004b). Utilización de sustratos durante un partido de fútbol Al establecer estrategias nutricionales para un jugador de fútbol es importante entender las demandas de energía y saber qué sustratos se utilizan durante un partido. El glucógeno muscular es un sustrato importante para el jugador de fútbol. Saltin (1973) observó que las reservas de glucógeno muscular casi se depletaron en el descanso cuando los valores pre-partido eran bajos (~200 mmol · kg de peso seco-1). En ese estudio, algunos jugadores empezaron también el partido con concentración de glucógeno muscular normales (~400 mmol · kg de peso seco-1), con valores que aún eran bastante altos en el descanso, pero por debajo de 50 mmol · kg de peso seco-1 al final del partido. Otros autores han reportado concentraciones de ~200 mmol · kg de peso seco-1 después de un partido (Jacobs, Westlin, Karlsson, Rasmusson & Houghton, 1982; Krustrup y col., 2006; Smaros, 1980), indicando que las reservas del glucógeno muscular no siempre se depletan en un partido de fútbol. Sin embargo, un análisis de fibras musculares aisladas después de un partido ha revelado que un número significativo de fibras se depletan o en parte se depletaron al final de un partido (Krustrup y col., 2006; ver debajo). Se ha observado que la concentración de ácidos grasos libres (FFA, free fatty acids) en la sangre aumenta durante un partido, más notablemente para que durante la segunda mitad (Bangsbo, 1994; Krustrup y col., 2006). Los períodos frecuentes de pausa y ejercicio de baja intensidad en un partido permiten un flujo sanguíneo significativo hacia el tejido adiposo que promueve la liberación de ácidos grasos libres. Este efecto también está ilustrado por el hallazgo de las concentraciones de FFA altos en el descanso y después del partido. Una tasa alta de lipólisis durante un partido se fundamenta por las elevadas concentraciones de glicerol, aunque los aumentos son menores que durante el ejercicio continuo, lo que probablemente refleja un recambio alto de glicerol (por ejemplo, como precursor gluconeogénico en el hígado; Bangsbo, 1994). Los cambios hormonales pueden juegan un rol mayor en el aumento progresivo en las concentraciones de ácidos grasos libres. Las concentraciones de insulina son bajas y las concentraciones de catecolaminas son progresivamente elevadas durante un partido (Bangsbo, 1994), estimulando una tasa alta de lipólisis y así la liberación de ácidos grasos libres en la sangre (Galbo, 1983). El efecto es reforzado por las bajas concentraciones de lactato hacia el final del partido, llevando a una menor supresión de la movilización de ácidos grasos libres del tejido adiposo (Bangsbo, 1994; Bülow & Madsen, 1981; Galbo, 1983; Krustrup y col., 2006). Los cambios en los ácidos grasos libres durante un partido pueden causar un consumo y oxidación superior de tales ácidos por los músculos que se contraen, sobre todo durante los períodos de recuperación en un partido (Turcotte, Kiens, & Richter, 1991). Además, una utilización superior de triglicéridos del músculo podría ocurrir en la segunda mitad debido a las concentraciones de catecolaminas elevadas (Galbo, 1992). Ambos procesos pueden ser los mecanismos compensatorios para la progresiva disminución del glucógeno muscular y pueden ser favorables en el mantenimiento de una alta concentración de glucosa sanguínea. La fatiga durante un partido de fútbol Una cuestión pertinente al planificar el entrenamiento es cuando la fatiga ocurre durante un partido de fútbol y cuál es la causa de esa fatiga. Varios estudios han provisto la evidencia de que la capacidad de los jugadores para realizar el ejercicio de alta intensidad está reducida hacia el final del partido en el fútbol de élite y en el fútbol de sub-élite (Krustrup y col., 2006; Mohr y col., 2003, 2004; Mohr, Krustrup, & Bangsbo, 2005; Reilly & Thomas, 1979). Así, se ha demostrado que la cantidad de sprints y de carreras de alta intensidad, y la distancia cubiertas son inferiores en la segunda mitad que en la primera mitad de un partido (Bangsbo y col., 1991; Bangsbo, 1994; Mohr y col., 2003; Reilly & Thomas, 1979). Es más, se ha observado que la cantidad de carrera de alta intensidad está reducida en los 15 minutos finales de un partido de fútbol de clase top (Mohr y col., 2003) y que el saltar, el esprintear, y el rendimiento del ejercicio intermitente se disminuye después vs antes de un partido de fútbol (Mohr y col., 2004b, 2005; Rebelo, 1999) (Figura 2). Sin embargo, el mecanismo subyacente detrás de un reducido rendimiento de ejercicio al final de un partido de fútbol es incierto. Uno es el vaciamiento de las reservas de glucógeno, puesto que el desarrollo de la fatiga durante el ejercicio intermitente prolongado ha estado asociado con una falta de glucógeno muscular. Por otra parte, se ha demostrado que elevar el glucógeno muscular antes del ejercicio intermitente prolongado usando una dieta de carbohidratos, realza el rendimiento durante tal ejercicio (Balsom, Gaitanos, Söderlund, & Ekblom, 1999; Bangsbo, Nørregaard, & Thorsøe, 1992a). Algunos (Saltin, 1973) pero no todos (Jacobs y col., 1982; Krustrup y col., 2006; Smaros, 1980) los autores han observado que el glucógeno muscular durante un partido, disminuye a los valores por debajo de los cuales son requeridos para mantener la tasa glucolítoca máxima (~200 mmol · kg de peso seco-1; Bangsbo y col., 1992b). En un estudio de Krustrup y col. (2006), la concentración de glucógeno muscular al final del partido se redujo a 150-350 mmol · kg de peso seco-1. En consecuencia, aún había glucógeno disponible. Sin embargo, el análisis histoquímico reveló que alrededor de la mitad de las fibras musculares individuales de ambos tipos casi fue depletada o se depletaron de glucógeno. Esta reducción fue inmediatamente asociada con una disminución en el rendimiento del sprint después del partido. Por lo tanto, es posible que tal vaciamiento de glucógeno en algunas fibras no permita un esfuerzo máximo tanto en los sprints individuales como repetidos. No obstante, es incierto cuáles mecanismos están detrás de la posible relación causal entre la concentración de glucógeno muscular y la fatiga durante el ejercicio intermitente prolongado. Figura 2. Tiempo de sprint (% del mejor sprint) de cinco sprints de 30 m separados por 25 segundos de período de recuperación. (un) Antes del partido (círculos sólidos) y después de un intenso período en el primer tiempo (círculos abiertos) y en el segundo tiempo (triángulos sólidos). (b) Antes del partido (círculos sólidos) y después del primer tiempo (círculos abiertos) y del segundo tiempo (triángulos sólidos). Los datos son promedios ± de errores estándares de la media. Factores tales como la deshidratación e hipertermia también pueden contribuir al desarrollo de la fatiga en los últimos momentos de un partido de fútbol (Magal y col., 2003; Reilly, 1997). Se han reportado jugadores de fútbol que pierden más de 3 litros de fluidos durante los partidos en ambientes térmicos templados y tanto como 4-5 litros en un ambiente caliente y húmedo (Bangsbo, 1994; Reilly, 1997), y se ha observado que los tiempos de sprints de 5 y de 10 metros son más lentos por hipohidración dando cuenta del 2.7% de la masa corporal (Magal y col., 2003). Sin embargo, en el estudio de Krustrup y col. (2006) una dismunición significativa en el rendimiento del sprint fue observada, aunque la pérdida de fluidos de los jugadores sólo era aproximadamente del 1% de la masa corporal, y ningún efecto en la temperatura central o del músculo se observó en un estudio con una pérdida similar de fluido (Mohr y col., 2004b). Así, parecería ser que la pérdida de fluido no siempre es un componente importante en el rendimiento anormal visto hacia el final de un partido. Fatiga temporaria durante un partido de fútbol Recientes investigaciones usando un análisis informatizado de tiempo-movimiento de jugadores profesionales de fútbol clase top varones han indicado que los jugadores se fatigan durante un partido (Mohr y col., 2003). Así, en los 5 minutos siguientes a un intenso período del partido, la cantidad de ejercicio de alta intensidad se redujo a niveles por debajo del partido promedio. Este fenómeno también se ha observado en el fútbol de mujeres de élite (observaciones inéditas). Estos resultados indican que el rendimiento estaba reducido después de un período de ejercicio intenso, lo que podría ser un resultado de la variación natural en la intensidad en un juego debido a factores tácticos o psicológicos. Sin embargo, en otro estudio, jugadores realizaron un test de sprint repetido inmediatamente después de una intensa competencia y también al final de cada mitad (Krustrup y col., 2006). Se demostró que después de los períodos intensos en la primera mitad, el rendimiento del sprint de los jugadores estaba significativamente reducido, mientras que al final de la primera mitad la capacidad para realizar los sprints repetidos se había recuperado (Figura 2). Juntos, estos resultados indican que los jugadores de fútbol experimentan la fatiga temporalmente durante el partido. Una cuestión interesante es qué causa la fatiga durante un partido de fútbol. La fatiga durante la competencia es un fenómeno complejo con varios factores que contribuyen. Uno de éstos puede ser cerebral en su naturaleza, sobre todo durante las condiciones de calor (ver Meeusen, Watson, & Dvorak, 2006; Nybo & Secher, 2004). Sin embargo, se ha demostrado que para individuos bien motivados la causa de la fatiga es muscular en su naturaleza (Bigland-Ritchie, Furbush, & Woods, 1986). En el estudio de Krustrup y col. (2006), el decremento en el rendimiento durante el partido se relacionó al lactato muscular. Sin embargo, la relación era débil y los cambios en el lactato muscular eran moderados. Es más, varios estudios han demostrado que la acumulación de lactato no causa la fatiga (Bangsbo y col., 1992; Krustrup y col., 2003; Mohr y col., 2004a). Otra causa para la fatiga muscular durante el ejercicio intenso es un pH muscular bajo (Sahlin, 1992). Sin embargo, el pH muscular sólo se reduce moderadamente (a aproximadamente 6.8) durante un partido y ninguna relación con el rendimiento bajo se ha observado (Krustrup y col., 2006). Así, es improbable que el lactato muscular elevado y el pH muscular bajo causen fatiga durante un partido de fútbol. Puede ser debido a las bajas concentraciones de fosfato de creatina de músculo, puesto que el rendimiento en el ejercicio intermitente intenso se ha demostrado de ser elevado después de un período de suplementación de creatina (Balsom, Seger, Sjödin, & Ekblom, 1995; Greenhaff, Bodin, Söderlund, & Hultman, 1994). Después de intensos períodos en un partido de fútbol, el fosfato de creatina del músculo se ha observado de ser bajo a sólo 25% (Krustrup y col., 2006). Esto se debe en parte a la recuperación rápida del fosfato de creatina y los 15-30 segundos de retraso al recoger la biopsia muscular en ese estudio. El fosfato de creatina pudo haber sido significativamente menor en las fibras musculares individuales, puesto que se han reportado que las reservas de fosfato de creatina casi son depletadas completamente en las fibras individuales al punto de la fatiga después del ejercicio intenso (Søderlund & Hultman, 1991). Sin embargo, durante el Yo-Yo test de recuperación intermitente donde la velocidad se aumenta progresivamente hasta el punto del agotamiento, ningún cambio se observó en el fosfato de creatina del músculo en la fase final del ejercicio (Krustrup y col., 2003). Este hecho argumenta contra el fosfato de creatina que tiene un efecto inhibitorio en el rendimiento durante el ejercicio intermitente intenso. Durante los partidos estudiados por Krustrup y col. (2006), las concentraciones de monofosfato de inosina del músculo (IMP) eran más altas que antes del partido, y los niveles de NH3 sanguíneos elevados también indican que la reacción deaminasa del monofosfato de adenosina (AMP) fue estimulada significativamente. Por otro lado, las concentraciones de IMP del músculo eran considerablemente más bajas que las observadas durante el ejercicio exhaustivo (Hellsten, Richter, Kiens, & Bangsbo, 1999) y el ATP sólo se redujo moderadamente. De esta manera, es improbable que la fatiga ocurra como resultado de un estado de energía baja de los músculos activos. Juntos, estos resultados indican que la fatiga temporal en el fútbol no está causalmente vinculada al elevado lactato muscular, a la alta acidosis del músculo, al bajo nivel de fosfato de creatina del músculo, o al bajo ATP del músculo. Uno tiene que buscar otras explicaciones de la fatiga que ocurre después de los períodos de ejercicio intenso en el fútbol. Se ha indicado que se relaciona el desarrollo de la fatiga durante el ejercicio de alta intensidad a una acumulación de potasio en el interstitium del músculo y las perturbaciones eléctricas concomitantes en la célula muscular (Bangsbo y col., 1996; El Sejersted & Sjøgaard, 2000). Esta hipótesis es apoyada por la observación de las concentraciones de potasio intersticiales musculares de más de 11 mmol · l-1 durante el ejercicio exhaustivo (Mohr y col., 2004a; Nielsen y col., 2004; Nordsborg y col., 2003), que según estudios in vitro es bastante alto para despolarizar el potencial de membrana del músculo y reducir el desarrollo de la fuerza notablemente (Cairns & Dulhunty, 1995). Además, se ha observado que la actividad máxima de la bomba de Na+/K+ está reducida con los diferentes tipos de ejercicio (Fraser y col., 2002) lo que podría llevar a una mayor acumulación transitoria de potasio durante un partido. La concentración promedio de potasio en plasma venosa del brazo durante un partido del fútbol se ha observado de ser 5 mmol · l-1, con valores individuales por arriba de 5.5 mmol · l-1 (Krustrup y col., 2006), lo que sólo es ligeramente bajo que los valores observados 30 segundos después del ejercicio intermitente incremental exhaustivo (Krustrup y col., 2003). Sin embargo, estos valores de plasma no proveen un cuadro claro de las concentraciones alrededor de las fibras musculares contráctiles en el fútbol. Una investigación futura se necesita para revelar qué es lo que causa fatiga durante los partidos de fútbol.. Entrenamiento de un jugador de clase top En base al análisis del partido está claro que los entrenamientos de los jugadores de élite deben enfocarse en mejorar su capacidad para realizar el ejercicio intenso y recuperarse rápidamente de los períodos de ejercicio de alta intensidad. Esto se hace realizando entrenamiento aeróbico y anaeróbico sobre una base regular (Bangsbo, 2005). En una semana típica para un equipo de fútbol profesional con un partido por jugar , los jugadores tienen seis sesiones de entrenamiento en 5 días (es decir, un día con dos sesiones), con el día después del partido libre. Si hay un segundo partido en la mitad de semana, el equipo se entrena muchas veces una vez por día en los otros días. Sin embargo, hay marcadas variaciones que dependen de la experiencia del técnico. La Tabla 1 presenta ejemplos de programas para un equipo de clase top internacional durante la temporada. Tabla I. Un programa semanal de temporada para un equipo de fútbol profesional cuando le toca jugar un o dos partidos por semana. Día Un partido por semana Dos partidos por semana Nota: para una definición de "entrenamiento", ver Bangsbo (2005). Domingo partido partido Lunes entrenamiento aeróbico de baja-moderada intensidad, 30 min libre entrenamiento de la fuerza, 30 min Martes pre-calentamiento, 15 min pre-calentamiento, 15 min técnico/táctico, 30 min técnico/táctico, 30 min entrenamiento aeróbico de alta intensidad, 23 min Entrenamiento aeróbico de alta intensidad, 10 min juego, 15 min juego, 15 min Miércoles Mañana partido entrenamiento de la fuerza, 60 min Tarde pre-calentamiento, 15 min técnico/táctico, 30 min entrenamiento de resistencia a la velocidad, 20 min Jueves pre-calentamiento, 15 min entrenamiento aeróbico de baja-moderada intensidad, 40 min técnico/táctico, 30 min entrenamiento de la fuerza, 30 min juego, 30 min Viernes Sábado pre-calentamiento/técnico, 25 min pre-calentamiento/técnico, 25 min entrenamiento de la velocidad (larga), 20 min entrenamiento de la velocidad (larga), 10 min entrenamiento aeróbico de alta intensidad, 18 min entrenamiento aeróbico de alta intensidad, 20 min pre-calentamiento/técnico, 25 min pre-calentamiento/técnico, 25 min entrenamiento de la velocidad (corta), 20 min entrenamiento de la velocidad (corta), 20 min juego, 30 min juego, 30 min Domingo partido partido Para obtener información sobre la carga de los jugadores, puede usarse el monitoreo de la frecuencia cardíaca. Debe, sin embargo, recalcarse que tales mediciones no proveen un cuadro claro sobre la producción de energía anaeróbica durante el entrenamiento. La Figura 3 muestra un ejemplo de la respuesta de la frecuencia cardíaca para dos jugadores de clase top durante un entrenamiento aeróbico de alta intensidad (drill “el Péndulo”; Bangsbo, 2005), que consiste de 8 períodos de ejercicio de 2 minutos separados por un período de recuperación de 1 minuto. La duración del tiempo de la frecuencia cardíaca fue del 80-90, 90-95, y 95-100% del máximo y fue de 8.3, 10.9, y 4.7 minutos, respectivamente para un jugador, y de 4.8, 11.1, y 5.3 minutos, respectivamente para el otro jugador. Para entender la demanda total en un jugador durante un período de entrenamiento, es también importante realizar mediciones en las sesiones de entrenamiento que no se apunten específicamente a mejorar el fitness de los jugadores. La Tabla II muestra las frecuencias cardíacas de tres jugadores durante todas las sesiones de entrenamiento en un período de preparación de 2 semanas para la Copa Mundial en 2002, con la excepción de dos sesiones de entrenamiento de la fuerza. El jugador mediocampista tenía una frecuencia cardíaca media de 146 y 143 lat · min-1 respectivamente durante las sesiones de entrenamiento en la semana 1 y 2, correspondientes al 78 y 76% de la frecuencia cardíaca máxima, con frecuencias cardíacas del 90-95 y del 95-100% del máximo para 144 y de 11.5 minutos en la semana 1 y de 135 y 8.5 minutos en la semana 2, respectivamente. El gasto de energía promedio estimado era de 7.6 y 7.5 MJ · día-1 en la semana 1 y 2, respectivamente. En comparación, el jugador atacante tuvo una frecuencia cardíaca media relativa inferior (~70% máximo) y un consumo de energía promedio estimado de 5.6 y 6.3 MJ · día-1 en la semana 1 y 2, respectivamente. Nótese las marcadas diferencias individuales en la distribución de lafrecuencia cardíaca y en la demanda de energía entre los jugadores (Tabla II). Deben tenerse en cuenta tales diferencias al planear el entrenamiento y las estrategias nutricionales para los jugadores en forma individual. Figura 3. Frecuencia cardíaca (a) Absoluta (lat · min-1) y (b) relativa (porcentaje del máximo) para dos jugadores durante un drill de ejercicio aeróbico de alta intensidad llamado “el Péndulo”. La frecuencia cardíaca máxima de los jugadores fue de 206 y 185 lat · min-1, respectivamente. Tabla II. La frecuencia y la duración del entrenamiento, la respuesta de la frecuencia cardíaca y el consumo de energía estimado durante 2 semanas de entrenamiento para un defensor, un mediocampista, y un atacante en el equipo nacional dinamarqués en la primera parte del período de la preparación para la Copa Mundial 2002. Número de sesiones de entrenamiento (n) Tiempo por sesión (min) Tiempo total de entrenamiento (min) Frecuencia cardía promedio (lat · min−1) Frecuencia cardía promedio (% del Zona frecuencia cardíaca* Gasto energético por semana Gasto energético por día (MJ) máx) 80 – 90% máx (minutos) (MJ) 90 – 95% 95 – 100%máx máx (minutos) (minutos) *Expresada como porcentaje de la frecuencia cardíaca máxima. Defensor Mediocampista Atacante Semana 1 9 83.5 751 143.1 71.9 76.9 31.3 10.1 42.9 6.1 Semana 2 11 82.3 905 142.5 71.6 67.4 53.7 3.9 51.3 7.3 Semana 1 10 85.3 853 146.4 77.5 156.3 143.5 11.5 53.4 7.6 Semana 2 11 79.0 869 143.1 75.7 133.7 135.5 8.5 52.6 7.5 Semana 1 8 85.9 687 129.8 68.3 63.3 52.1 16.2 39.0 5.6 Semana 2 9 80.9 728 136.0 71.6 104.4 60.1 21.9 44.4 6.3 Concentraciones del glucógeno muscular y adaptaciones al entrenamiento Un estudio con jugadores de élite del equipo sueco de Malmø FF en los años setenta no sólo demostró que el glucógeno muscular disminuía después de un partido, como fue discutido anteriormente, sino también que la concentración de glucógeno muscular era sólo el 50% del valor de pre-partido 2 días después del partido (Jacobs y col., 1982). En un reciente estudio, además de confirmar estos resultados anteriores, nosotros observamos que aunque los jugadores recibieran una dieta alta de carbohidratos después del partido, ellos sólo tenían el glucógeno muscular ligeramente superior (Figura 4). Así, el glucógeno muscular puede estar bajo antes de una sesión de entrenamiento 2 días después de un partido, lo que a menudo está asociado con las sensaciones de cansancio de los jugadores. Esto tiene un efecto negativo obviamente en la intensidad de la sesión de entrenamiento. Sin embargo, un aspecto importante respecto al bajo glucógeno muscular antes de los entrenamientos debe discutirse. Varios estudios se han enfocado en el efecto del consumo nutricional y la concentración de glucógeno muscular sobre las adaptaciones que ocurren al entrenarse. Pilegaard y col. (2002) encontraron que reduciendo el glucógeno muscular antes del ejercicio, elevaba la activación transcripcional de algunos genes metabólicos en respuesta al ejercicio. Similarmente, la suplementación de glucosa se ha mostrado que atenúa el aumento en el mRNA del músculo para varias enzimas y transportadores, como PDK-4, UCP-3, y GLUT-4, después del ejercicio (Cluberton, McGee, Murphy, & Hargeaves, 2005; Kuo y col., 1999). Sin embargo, es incierto cuál es el efecto a nivel de las proteínas. Un reciente estudio comparó el entrenamiento dos veces por día cada dos días con una sesión de entrenamiento por día (Hansen y col., 2005). El aumento en la citrato sintetasa fue significativamente mayor en el grupo que se entrenó dos veces por día, mientras que ninguna diferencia se observó para el aumento en la 3-hidroxiacil-CoA deshidrogenasa (3-hydroxyacyl-CoA dehydrogenase, HAD). Fue propuesto que la diferencia fue causada por el entrenamiento del grupo que realizó varias sesiones de entrenamiento dos veces por día (por la tarde) con el glucógeno muscular bajo. Sin embargo, las verdaderas diferencias en la citrato sintetasa eran pequeñas, y es incierto si tal efecto también se aplica a los atletas bien entrenados. Es más, la calidad del entrenamiento también debe tenerse en cuenta. Es probable que la cantidad de trabajo de alta intensidad realizado durante una sesión de entrenamiento de fútbol sea superior si los jugadores tienen las reservas de glucógeno altas antes del entrenamiento. Para una discusión más extensa de estos temas, vea el artículo de Hawley, Tipton y Millard-Stafford (2006). Figura 4. Concentración de glucógeno muscular (expresado como el porcentaje de los valores de reposo) después de un partido de fútbol competitivo. Las biopsias del músculo vasto externo se obtuvieron 0, 18, y 42 hs después de un partido en dos ocasiones, con una dieta normal (barras sólidas) y una dieta alta en carbohidratos (barras vacías). Referencias [1] Ali, A. and Farrally, M. 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