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Cómo reconocer la depresión de la
tercera edad
Por María D. Llorente, médica; y Julie
Malphurs, doctora
Volumen 18 · Número 3 · Abril 2008
Traducción al español: The BilCom Group
inMotion Volume 18 · Issue 3 · April 2008: Recognizing Late-Life Depression
English Version is available in Library Catalog
Marc decidió que el miércoles sería el día.
Era mitad de semana e imaginó que no
habría muchas personas en el lugar.
Esperó hasta las 3 a.m., caminó las tres
cuadras hasta la playa y, al llegar a la
arena, se quitó los zapatos. Sintió la arena
fresca y suave, y comenzó a caminar hacia
el océano Atlántico. Estaba en lo cierto: no
había prácticamente nadie a esa hora. El
agua cálida le balanceaba suavemente de
un lado a otro a medida que se adentraba
en el mar. Marc reflexionó acerca de la
ironía de haber llegado a este mundo en un
fluido salado y cálido, y de morir del mismo
modo.
Cómo
reconocer la
depresión de
la tercera
edad
Comenzó a nadar. Las luces de la costa disminuyeron gradualmente hasta quedar en la
oscuridad. Había planificado nadar hasta llegar a un punto sin retorno. Entonces, todo
habría acabado: ya no tendría que preocuparse más. Ya no se despertaría a las 2 a.m. para
mirar el reloj, sin poder volver a dormirse. No le preocuparía si había podido concentrarse
en su libro o si sentía hambre; aunque, en realidad, hacía una semana que no comía. Más
importante aún, dejaría de sentirse desesperado por su vida y su futuro.
Nadó durante más de 2 horas. Pero nada sucedió. Finalmente, comenzó a amanecer y
decidió volver a casa; tal vez, ese no era el momento. Iban a operarle el jueves, debían
amputarle tres dedos del pie puesto que la diabetes los había afectado. Llamó a su médico y
le contó lo que había sucedido en la playa. El médico convenció a Marc de que consultara
con un psiquiatra. Pronto, Marc comenzó a darse cuenta de que estaba padeciendo un
trastorno depresivo de la tercera edad, de que había esperanza y de que existía un
tratamiento para ello.
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Todos los años, más de 15 millones de estadounidenses padecen episodios depresivos graves,
como el de Marc; de cada 100 personas, cerca de 15 los sufren a los 65 años o más. Entre los
amputados, los síntomas depresivos constituyen una reacción psicológica normal, y el número
de casos es alto: la mitad de los amputados requiere de algún tipo de servicio de salud mental.
Existen diversos motivos por los cuales los amputados corren mayor riesgo de padecer
depresión. Es posible que la amputación haya sido ocasionada por una lesión traumática
(herida de bala, accidente automovilístico, etc.). La amenaza de perder la vida o el presenciar
un episodio donde se pone en peligro la vida de otras personas puede causar tristeza, ansiedad
y otros síntomas psicológicos. La depresión y otras condiciones psicológicas pueden ser más
comunes en amputados traumáticos, en parte, puesto que la amputación suele ser inesperada,
de manera que la preparación e intervención psicológica previas a la operación no son
posibles.
Generalmente, para las personas mayores, la amputación es causada por condiciones médicas
crónicas, tales como la diabetes y las enfermedades vasculares. La depresión es más común en
personas con diabetes que en la población en general, y aquellos que padecen depresión y
diabetes suelen padecer más complicaciones médicas, como las amputaciones. En general, las
amputaciones en este grupo de personas se planifican, de modo que la persona cuenta con más
tiempo para reflexionar acerca de la pérdida de la extremidad, el cambio de apariencia, y para
considerar cómo afectará a sus relaciones sociales este cambio del cuerpo. Las personas
mayores que padecen una amputación, ya sea por causas médicas o traumáticas, corren un
riesgo mucho mayor de sufrir complicaciones psiquiátricas a largo plazo. Esto puede estar
relacionado con una mayor probabilidad de que las personas mayores padezcan otras
enfermedades y enfermedades concomitantes (enfermedades coexistentes) con anterioridad a
la amputación.
¿Cómo puedo saber si padezco depresión?
El diagnóstico de un trastorno depresivo grave se basa en síntomas físicos y psicológicos. La
Figura 1 proporciona una prueba simple, que consta de dos preguntas, para saber si padece
depresión. Estos son algunos síntomas adicionales que claramente indican depresión:
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dificultad para dormirse o continuar durmiendo, o bien, dormir demasiado;
sentirse cansado o fatigarse con facilidad;
pérdida o aumento importante del apetito;
sentimientos de culpa, fracaso, o de haber defraudado a otras personas o a sí mismo;
problemas para concentrarse al leer, mirar televisión, jugar a las cartas, etcétera;
sentirse inquieto e impaciente o tenso;
pensamientos de que estaría mejor muerto o de infligirse algún tipo de daño.
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Marc estaba padeciendo muchos de estos síntomas. Como
Marc, muchas personas no saben que padecen una
condición médica y que existen tratamientos disponibles y
efectivos. Un paso importante para sentirse mejor es
comunicar a su médico los síntomas que experimenta y
explicarle que se siente preocupado por ellos. Los
tratamientos más comunes incluyen asistencia psicológica,
psicoterapia y medicamentos antidepresivos. El tipo o la
combinación de tratamientos que resultarán mejor para
usted depende de diversos factores, incluidas la gravedad de
los síntomas y sus preferencias personales.
¿Qué sucede si tengo pensamientos
autodestructivos?
Los pensamientos suicidas constituyen un síntoma frecuente
de depresión, en especial entre las personas mayores. Es
muy importante reconocer que estos pensamientos son
síntomas de un trastorno médico, que son temporales y que
desaparecen con tratamiento. A menudo, las personas se
sienten avergonzadas por tener estos tipos de pensamiento y
es posible que no los conversen con los demás. En otros
casos, las personas podrían mencionárselos a amigos o
familiares que tal vez no sepan cómo interpretarlos o no les
tomen en serio. Pedir ayuda puede salvar vidas, puesto que
el suicidio es una causa de muerte muy evitable. Póngase en
contacto con su médico o llame a la Línea Nacional de
Prevención del Suicidio (National Suicide Prevention
Lifeline [800-273-TALK]) si usted o alguien que conoce
está hablando o escribiendo sobre la muerte, sintiéndose
desesperado o buscando formas de morir.
Figura 1.
Durante las últimas 2 semanas,
¿con qué frecuencia tuvo
algunos de los siguientes
problemas?
1. Sentirse deprimido, triste o
desesperado
0 Nunca
1 Varios días
2 Más de la mitad de los días
3 Casi todos los días
2. Poco interés o placer en las
actividades que normalmente
disfruta:
0 Nunca
1 Varios días
2 Más de la mitad de los días
3 Casi todos los días
Un puntaje de 3 o superior indica
que está padeciendo una angustia
psicológica seria.
¿Cómo puedo ayudarme si me siento deprimido?
Conversar acerca de sus síntomas y seguir las recomendaciones de su proveedor de servicios
médicos constituyen pasos importantes para controlar su depresión. Otras cosas que puede
hacer para sentirse mejor son:
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Mantenerse activo físicamente.
Enumerar las cosas que disfruta y realizar una de estas actividades cada día (aunque,
verdaderamente, no se sienta con ganas).
Reconocer si se siente preocupado o ansioso y realizar actividades que le ayuden a
relajarse, tales como hacer un crucigrama, meditar o escuchar música.
Pasar tiempo con otras personas que le brinden apoyo emocional (familia, amigos,
grupos religiosos, etc.).
Cinco años más tarde, Marc recuerda aquella noche en la playa. Piensa en el pasado y se
ríe porque todo el episodio le resulta absurdo ahora. No valía la pena arriesgar la vida por
un par de dedos que estaba a punto de perder, y sin embargo, no podía entenderlo en ese
momento. Desde entonces, ha podido ir a pescar todas las semanas, ha tenido tres nietos
más y ya no se preocupa por lo que las personas puedan pensar de los dedos que le faltan.
En estos días, solo va a la playa a realizar ejercicio.
Agradecimientos y recursos
“Depression in men with traumatic lower part amputation: A comparison to men with
surgical lower part amputation”) Cansever, A. Military Medicine, 2003; Feb. (“La depresión
de las personas que padecen amputación traumática de extremidad inferior: Comparación con
personas que padecen amputación quirúrgica de extremidad inferior”, Cansever, A. Medicina
Militar, febrero de 2003).
Depression in Late Life: Not a Natural Part of Aging (La depresión en la tercera edad:
Aspecto anormal de la senectud)
Fundación para la Salud Mental Geriátrica (Geriatric Mental Health Foundation)
www.gmhfonline.org/gmhf/news/news_story.asp?id=41
“Psychiatric and emotional sequelae of surgical amputation” Cavanaugh SR, Shin LM,
Karamouz N, Rauch SL. Psychosomatics 2006; 47:6. (“Secuelas psiquiátricas y emocionales
de la amputación quirúrgica”, Cavanaugh SR, Shin LM, Karamouz N, Rauch SL. Medicina
psicosomática 2006; 47:6.)
Iniciativa de MacArthur para la depresión y la atención primaria (MacArthur Initiative on
Depression and Primary Care)
www.depression-primarycare.org
Línea Nacional de Prevención del Suicidio (National Suicide Prevention Lifeline)
www.suicidepreventionlifeline.org
Sobre las autoras
La Dra. Llorente es profesora de Psiquiatría Geriátrica de la Facultad de Medicina Miller en
la Universidad de Miami, y directora de Psiquiatría en el Sistema de Atención Médica de
Asuntos Veteranos de Miami. Cuenta con el certificado de especialidad en Psiquiatría
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Geriátrica con Cualificaciones especiales y se encuentra en la lista de los Mejores Médicos de
los Estados Unidos.
Julie Malphurs coordina la investigación del Servicio de Salud Mental en el Sistema de
Atención Médica de Asuntos Veteranos de Miami y es profesora agregada de Psiquiatría de la
Facultad de Medicina Miller en la Universidad de Miami. Obtuvo un doctorado en Estudios
sobre la Senectud y centra su investigación en las condiciones crónicas de las personas
mayores, en especial, la diabetes y la depresión.
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