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MAQUETA RET 15 5/7/99 17:22 Página 14 Depresión y HIV Una Perspectiva de Intervención sobre una Compleja Relación Geoffry W. McEnany, RN, PhD, CS; Anne M. Hughes, RN, MN, CS, OCN; y Kathryn A. Lee, RN, PhD. Una depresión clínica puede agotar los recursos fisiológicos y psicológicos de las personas con la enfermedad del VIH, que sufren ya el reto de una enfermedad que amenaza su vida y la carga de su tratamiento. La depresión puede ocurrir como una enfermedad crónica comórbida que precede a la infección por VIH, o como síntomas depresivos que pueden aparecer en cualquier momento del curso de la enfermedad. Con frecuencia los profesionales de la salud asumen que la depresión es una reacción normal a la infección,, al progreso de la enfermedad o al estigma asociado a la misma. En consecuencia, la gravedad de la depresión puede pasar por alto ante las múltiples demandas de una enfermedad como la infección por VIH. Aún sin reconocerse ni tratarse, la depresión causa importante sufrimiento y deterioro funcional, y afecta negativamente a la calidad de vida. Capaldini(14) escribe, “Incluso cuando la depresión es una secuela de una enfermedad multisistémica, que amenaza la vida, como el SIDA o el cáncer, puede ser efectivamente diagnosticada y tratada”. Tasas más elevadas de depresión en comunidades de riesgo de VIH, como los homosexuales o los consumidores de drogas intravenosas, pueden resultar en conductas sexuales no seguras, en comportamiento no seguro en el uso de las jeringuillas lo cual aumenta el riesgo de la transmisión de VIH(11). Estudios recientes(12,54) han descrito el papel que juega la depresión en la progresión de la enfermedad por VIH. Las tasas de prevalencia de depresión en personas con infección por VIH se han estimado entre 5% y 10%(7) versus 2.3% en los varones y 4.5% en las mujeres, en los países industrializados de occidente. En los pacientes hospitalizados con la enfermedad del VIH, la tasa de prevalencia de depresión puede aumentar hasta el 40%(4). Entre los varones homosexuales seropositivos al VIH, la tasa de RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 15 – 1998 depresión probablemente se sitúa entre 10% y 25%, según los resultados obtenidos de estudios longitudinales(4). Entre las personas que han recibido el diagnóstico, es común que aparezca fatiga, trastornos del sueño, cambios en el apetito y estado de ánimo deprimido. La presencia de estos síntomas hace que sea más difícil diagnosticar la depresión(71). Entre los sujetos infectados por VIH se han descrito tasas elevadas de depresión clínica(26). Belkin y col.(7) hallaron que los sujetos con VIH y depresión tenían mayor riesgo de ideas suicidas y de intentos de suicidio. Los trabajos de Ostrow y col.(69) han indicado que los síntomas físicos relacionados con el VIH son importantes predictores de la depresión, incluso más que la fase de la enfermedad por VIH. Ante estos datos, es crítico disponer de una herramienta adecuada para la evaluación de la depresión en aquellas personas diagnosticadas con VIH. La depresión puede ser una respuesta normal o más gravemente, un estado de enfermedad en una persona que se encara a factores de estrés psicosocial o relacionados con la enfermedad. Muchos factores pueden ayudar a distinguir la depresión como respuesta normal del estado depresivo patológico. Dichos factores incluyen la duración y gravedad de los síntomas. Por ejemplo, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV)(2) indica que para tratarse de un trastorno depresivo mayor debe haber un periodo de por lo menos dos semanas de duración, de estado de ánimo deprimido o pérdida de interés y de la capacidad para el placer en casi todas las actividades. En los niños y adolescentes, la manifestación de los síntomas puede ser algo distinta, el estado de ánimo puede ser irritable en lugar de triste. Además de los síntomas mayores que acabamos de citar, deben darse por lo menos cuatro otros síntomas, incluyendo trastornos del sueño, actividad psicomotora, peso, apetito, o fatiga, 15 MAQUETA RET 15 5/7/99 17:22 Página 15 sentimientos de inutilidad o culpa, dificultad para concentrarse, indecisión o pensamientos recurrentes de muerte, ideas suicidas recurrentes. Evidentemente, el curso de la depresión debe examinarse minuciosamente en un contexto de entrevista clínica para determinar si es una respuesta normal o una enfermedad. Una persona que sufre un trastorno depresivo diagnosticado, experimenta síntomas dolorosos como estado de ánimo deprimido, poca energía, trastornos del sueño, pérdida de interés por las actividades cotidianas y anhedonia(2). Además, la enfermedad depresiva tiene un impacto sobre el sistema endocrino, que se demuestra en síntomas como la disminución de la líbido, cambios de peso, estreñimiento, trastornos del sueño, y posibles irregularidades de la menstruación(51,90,91). Estos cambios demuestran que como cualquier otra enfermedad, la depresión puede afectar a cualquier subsistema físico. Un cambio en la dimensión de un sistema reverbera en el sistema completo, y los humanos no estamos exentos de las leyes físicas o de la naturaleza. En este artículo, cuando se habla de depresión se refiere a la depresión mayor definida en el DSM-IV(2). Siguiendo esa definición, los autores reconocen este tipo de depresión como un estado de enfermedad psicobiológica que en personas que están afrontando las consecuencias de la infección por VIH es un importante reto clínico. El sistema inmunológico y el cerebro son dos importantes vehículos mediante los cuales las personas se relacionan con el entorno(79). El estrés persistente puede comprometer las funciones inmunológicas, conllevando cambios potenciales tanto del humor como de la inmunidad celular(4). La investigación existente indica que existe una importante relación entre el estrés y la inmunosupresión(100) en los sujetos sin VIH. En las personas diagnosticadas de VIH, la depresión produce profundos efectos. Al recibir el diagnóstico de seroconversión VIH aumenta el riesgo de desarrollar depresión mayor, trastornos de ansiedad y trastornos del deseo sexual(11). Sin embargo, en estas personas diagnosticadas con VIH existen indicaciones de que ciertos tipos de depresión pueden predecir un declive más rápido del recuento de linfocitos CD4(12). Otros investigadores han sugerido una fuerte conexión entre la frecuencia de los 16 síntomas físicos y los depresivos(7). Estos hallazgos indican que en las personas con VIH, la depresión es una condición comórbida potencialmente peligrosa que probablemente puede acelerar el curso de la enfermedad de VIH. Se requiere una intervención a este nivel. Es útil examinar la depresión en VIH utilizando el marco de los cambios biológicos que se evidencian en la enfermedad depresiva. Son críticos los ritmos circadianos -especialmente los patrones de sueño y vigilia -, regulación de la temperatura corporal y cambios concurrentes de la función neuroquímica del sistema nervioso central, que median la regulación del humor y los estados de energía y fatiga. Ciertamente, la regulación neuroquímica es fundamental para todas las dimensiones del funcionamiento fisiológico y está sujeta a los propios subconjuntos de ritmos biológicos. Por ejemplo, la neuroquímica implicada en la alerta y los estados de vigilia no es necesariamente la misma neuroquímica implicada en el sueño. Sin embargo, los detalles de alguno de estos ritmos neuroquímicos puede que no sean pertinentes a la discusión de este artículo. El propósito de discutir este marco es promover una comprensión más completa de la depresión, que incluye un reconocimiento de la biología de la depresión así como de la experiencia vivida. Al hacerlo, el lector empieza a darse cuenta de que conocer lo que ocurre a nivel fisiológico en la depresión ayuda a explicar los síntomas y las conductas que muestra una persona deprimida. A partir de esta discusión se propone una síntesis inicial de las conexiones entre los síntomas depresivos y los comúnmente observados en la enfermedad por VIH. Para los clínicos que trabajan con personas diagnosticadas de enfermedad VIH, diagnosticar e intervenir adecuadamente supone un reto importante, debido a la complejidad de la manifestación de los síntomas en personas que sufren tanto depresión como VIH. Los componentes del marco que aquí se presentan incluyen ritmos biológicos (sueño y temperatura corporal) y estado de ánimo (concretamente la base neuroquímica de la conducta relacionada con el estado de ánimo). Los autores reconocen que este marco se aparta de la perspectiva tradicional o psicodinámica de la depresión. La información sobre depresión que aquí se presenta refleja los RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 15 – 1998 MAQUETA RET 15 5/7/99 17:22 Página 16 cambios en la comprensión de la misma, como reflejan los nuevos conocimientos procedentes de campos científicos como las neurociéncias, concretamente la psicobiología y la cronobiología, así como la psiquiatría biológica. La intención de los autores al presentar una perspectiva innovadora de la depresión es facilitar y enriquecer la comprensión de la misma desde un punto de vista más integrado. Este nuevo conocimiento enriquece la comprensión de la depresión, que a su vez, facilita una mayor precisión en la evaluación e intensifica la eficacia de las estrategias de intervención(52, 56, 58). El objetivo de este artículo es triple:(1) discutir las perspectivas actuales de la depresión como condición psicobiológica, que en el caso de la depresión mayor constituye auténticamente un estado de enfermedad;(2) explorar la compleja relación entre las enfermedades VIH y depresión; y(3) exponer cómo este nuevo conocimiento puede ser útil para facilitar la evaluación y la intervención en aquellas personas diagnosticadas de enfermedad VIH y depresión concurrente. Al alcanzar estos tres objetivos, los clínicos ganan una perspectiva más amplia de la depresión y el VIH. LA NUEVA VISIÓN DE LA DEPRESIÓN La depresión comprende una constelación de trastornos del estado de ánimo cuyas dimensiones conceptuales y psicobiológicas se han descrito con mayor precisión y se han comprendido mejor en los últimos 20 años(40). Lo que ha disparado esta nueva comprensión de varias dimensiones del estado de ánimo es la revolución científica en curso, concretamente en psiquiatría y las neurociencias. Esta revolución sigue desafiando las teorías, perspectivas y creencias mantenidas tradicionalmente sobre la conducta humana y se evidencia en nuevas directrices de investigación, práctica clínica y docencia. Por ejemplo, en el pasado, algunos contemplaban la experiencia psicológica como un fenómeno de la mente y no tanto del cerebro. Muchas de las estrategias utilizadas para tratar los problemas de la mente a menudo eran de naturaleza psicológica y se implementaban como si las tácticas psicológicas estuvieran divorciadas de los procesos biológicos(57, 58). Dicha dicotomía destacaba la anciana separación dual mente/cerebro/cuerpo. RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 15 – 1998 Los abordajes duales o fragmentados para comprender a las personas reflejan un entrenamiento clínico y una conceptualización cultural occidental sobre cómo funciona el ser humano. Tradicionalmente, las perspectivas científicas reducían a la persona en partes, con el propósito de aprender. Aunque se han comprendido las partes, se ha fracasado en la reintegración conceptual de los componentes para facilitar la comprensión de la globalidad(57). Esto es particularmente cierto en el estudio de, y en los abordajes clínicos de, lo que tradicionalmente se ha referido como las enfermedades mentales. Goodman(33) señala que un significativo factor contribuyente de esta fragmentación es el lenguaje. Los conceptos y las palabras que describan claramente las interconexiones de la mente y el cuerpo son pocas, si es que existen, en las vías de pensamiento de Occidente. La inadecuación del lenguaje y las limitaciones de la pedagogía clínica algunas veces dejan al clínico en una perplejidad no resuelta sobre cómo reducir las tendencias dualísticas en la práctica clínica. En la depresión mayor, las influencias dualísticas son todavía comunes en las discusiones sobre si deben utilizarse las medicaciones antidepresivas o si el tratamiento debería limitarse a psicoterapia. También es dualístico clasificar la depresión mayor como reactiva (es decir, consecuencia de la exposición a circunstancias estresantes) versus endógena (es decir, basada en alguna disfunción orgánica o física). Estas etiquetas y el pensamiento clínico subyacente al uso demuestran que la separación mente/cuerpo aún está viva actualmente. Muchos clínicos pueden creer todavía que si una depresión mayor es reactiva, entonces probablemente no es biológica y por lo tanto las medicaciones son inadecuadas e ineficaces. A la inversa, la depresión endógena por su naturaleza y gravedad implica alteraciones en la biología del estado de ánimo. Consideremos la depresión asociada a la enfermedad VIH: la depresión ¿es una reacción al recibir el diagnóstico y conocer el curso de la enfermedad? o ¿en los sujetos con VIH la depresión es el resultado del deterioro de las zonas cerebrales relacionadas con el estado de ánimo?. ¿En las personas predispuestas a la depresión, el estrés de sufrir la enfermedad VIH es suficiente para precipitar el estado patológico depresivo y 17 MAQUETA RET 15 5/7/99 17:22 Página 17 por lo tanto las enfermedades VIH y depresión son un caso de condiciones de diagnóstico dual?. Es importante formularnos estas preguntas si queremos comprender la depresión y sus conductas relacionadas en aquellas personas diagnosticadas de enfermedad VIH. La imagen conceptual de la depresión está cambiando como resultado de los avances que se discuten aquí, y que son ejemplos convincentes de cómo estos cambios se reflejan en la nomenclatura diagnóstica así como en la evaluación y las estrategias de intervención. El DSM-IV(2) lista los criterios diagnósticos de varios tipos de depresión. Se incluyen varias variantes diagnósticas de la enfermedad depresiva, como el trastorno depresivo mayor, el trastorno distímico, el trastorno bipolar I, el trastorno bipolar II, el trastorno ciclotímico, el trastorno del estado de ánimo debido a un trastorno médico global o el trastorno del estado de ánimo inducido por sustancias. El cuadro de texto describe los diversos descriptivos de estas enfermedades depresivas. En el DSM-IV,(2) se identifican tres subtipos de trastornos del estado de ánimo en relación al curso de la enfermedad, y dos de ellos son nuevos(29). Estos tres subtipos son el patrón estacional, el cíclico rápido y la depresión postparto. En el primer subtipo, la depresión sobreviene cuando los días se acortan en invierno y disminuye la disponibilidad de luz natural. El segundo tipo se caracteriza por una persona que alterna entre periodos de depresión y manía o manía de bajo grado, denominada hipomanía. El último subtipo se identifica como la depresión que aparece tras la experiencia del parto en algunas mujeres. No está claro cómo estas características se aplican en el curso de la enfermedad depresiva sufrida por los sujetos con enfermedad VIH. Por ejemplo, si un sujeto está predispuesto a desarrollar la depresión estacional (es decir, la invernal) en ausencia de VIH, ¿tiene la misma probabilidad de experimentar el mismo patrón depresivo durante el curso de su batalla con la enfermedad VIH? ¿o el patrón cambia en presencia de VIH?. De modo similar, si las personas experimentan depresión estacional y se utiliza fototerapia (terapia de luz) para aliviar con éxito los síntomas depresivos relacionados con la estación, ¿obtendrá la fototerapia los mismos efectos en presencia de la enfermedad relaciona18 da con el VIH?. A la inversa, ¿precipita el VIH la emergencia de patrones particulares de enfermedad depresiva? Las respuestas a estas preguntas son confusas y requieren una investigación más a fondo. El diagnóstico y tratamiento de la depresión en personas con VIH es problemático. Los signos y síntomas depresivos, previamente mencionados, que se indican en el DSM-IV(2) pueden ser signos y síntomas constitutivos de la infección por VIH y de las infecciones oportunistas, o de una patología asociada al VIH. Además, según la base psicobiológica de la depresión previamente descrita, ante la degeneración del tejido neuronal cerebral común en la enfermedad VIH es difícil establecer un diagnóstico preciso. En varias áreas se han producido avances científicos en la comprensión de la depresión: la neurofisiología, particularmente en el campo de los mecanismos de neurotransmisores y receptores(73), la neuroendocrino-logía, incluyendo la disfunción de las hormonas tiroideas(34,80) , cortisol(84), melatonina(77, 87) y otras; la genética molecular(27); y la influencia de los ritmos circadianos como constructo cuya influencia afecta todas las áreas que acabamos de mencionar(36, 99). Estos avances han contribuido a la noción de que la depresión es una condición con disfunción concomitante de los ritmos circadianos. Las manifestaciones de la disfunción de los ritmos circadianos incluyen los trastornos del sueño y del deseo sexual o de ingesta, así como cambios en los niveles de energía, fatiga y capacidad de pensar con claridad. Muchas, sino todas, de estas áreas de ritmicidad circadiana se alteran en el curso de un episodio depresivo y tienen la base de su alteración en el funcionamiento fisiológico. Los autores opinan que la experiencia de depresión tiene trastornos concurrentes del ritmo biológico, quizás incluso antes de que el sujeto etiquete la experiencia como depresión. Si es este el caso, entonces los síntomas prodrómicos de trastornos del sueño y fatiga son en verdad una dimensión de la experiencia global de depresión pero probablemente no se reconocen como tal. La falta de reconocimiento de estos signos tempranos probablemente demora la evaluación y la intervención. Que la falta de aliento todavía no se etiquete como fallo cardíaco congestivo no significa que la experiencia no sea una disfunción cardíaca. Este ejemplo pone de RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 15 – 1998 MAQUETA RET 15 5/7/99 17:22 Página 18 relieve la línea de razonamiento que reconoce las similitudes entre la patogénesis de la depresión como no distinta a cualquier otra enfermedad. En la depresión, muchos ritmos sufren alteraciones. Dado que el cuerpo funciona como un sistema dentro de un entorno, es razonable que si un elemento del sistema sufre un cambio, este cambio se evidenciará a lo largo de Descripción de los Tipos de Trastornos Depresivos Depresión Mayor Estado de ánimo depresivo o pérdida de interés durante un período mínimo de 2 semanas de duración que se acompaña de cuatro o más de los otros síntomas de depresión. Puede haber o no remisión completa de los síntomas entre episodios. Trastorno Distímico Estado de ánimo depresivo de menor gravedad que no cumple criterios de depresión mayor pero está presente la mayor parte del día ,de la mayoría de los días durante al menos 2 años. Trastorno Bipolar Episodios intermitentes de depresión mayor interrumpidos por uno o más episodios maníacos; algunas veces están presentes los síntomas de depresión y manía como una presentación clínica mixta. Trastorno Bipolar II Parecido al trastorno bipolar I en cuanto que episodios intermitentes de depresión interrumpidos por uno o más periodos de hipomanía (manía de menor gravedad). Trastorno Ciclotímico Periodos de hipomanía y depresión de menor gravedad que el trastorno depresivo mayor que ocurren repetidamente durante al menos dos años. Trastorno del Estado de Animo debido a la Condición de Enfermedad Médica Alteración persistente y prominente del estado de ánimo que se considera el resultado directo de anormalidades fisiológicas de un trastorno médico general determinado. Trastorno del Estado de Animo Inducido por Sustancias Alteración persistente y prominente del estado de ánimo que se considera consecuencia directa de abuso de sustancias, medicaciones, exposición a toxinas u otros tratamientos antidepresivos. De la Asociación psiquiátrica americana: Manual diagnostico y estadístico de los trastornos mentales, cuarta edición (DSM-IV). Washington, DC. American Psychological Association, 1994; con permiso del autor. RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 15 – 1998 todo el sistema. Dado que la depresión y las alteraciones de los ritmos son experiencias inseparables, hay algunos ritmos impactan más significativamente la experiencia del sujeto. Dichos ritmos incluyen el dormir, la temperatura, y la secreción hormonal bioaminérgica(99). A continuación se discuten estos tres ritmos desde la perspectiva de la patogénesis subyacente en la depresión y se presentan los rasgos clínicos. RITMOS BIOLÓGICOS Ritmos Internos Los ritmos biológicos en la depresión han sido el objeto de importantes investigaciones, empezando con tempranos intentos científicos por comprender la naturaleza del ritmo y su aplicación en la experiencia humana(20). Casi todas las funciones del cuerpo humano operan según ritmos(45). Algunos de los ritmos ocurren en segundos, mientras otros ocurren durante el curso de un día, un mes o un año. Los ritmos internos ocurren en el contexto de los ritmos ambientales. La experiencia de bienestar en parte depende de lo bien que los ritmos internos del sujeto funcionan entre ellos y de cómo encuadran e interactúan con los ritmos externos o ambientales. En la práctica clínica abundan los ejemplos de irregularidades de los ritmos, es decir, ritmos que no funcionan a la par, y son también evidentes en las enfermedades o en los síndromes prodrómicos de las mismas(30). Las dificultades para dormir, concretamente la incapacidad para dormir o mantenerse despierto o despertarse por la mañana, a menudo reflejan una etiología de alteraciones rítmicas(53). La fatiga(48) y la energía a menudo ponen en evidencia variaciones rítmicas diurnas en las enfermedades depresivas, pero frecuentemente no se diferencian unas de otras, por lo que se complica la cuestión de la identificación y el manejo de los síntomas. La ‘puesta de sol’, una forma de delirio nocturno, es un ejemplo de alteración rítmica en personas diagnosticadas de demencia o de aquellos que son desconectados de las señales indicativas del día y la noche. Este es el caso de la ‘psicosis ICU’, otra forma de delirio(39). Más recientemente, se ha prestado mucha atención a la experiencia de personas que se deprimen en los meses más oscuros del año. Esta condición, comúnmente deno19 MAQUETA RET 15 5/7/99 17:22 Página 19 minada trastorno afectivo estacional, se cree que es el resultado del ambiente exterior (oscuridad) sobre el funcionamiento de los ritmos endocrinos internos del individuo, concretamente el de la melatonina(87). La melatonina es una hormona producida y secretada en la oscuridad por la glándula pineal cada noche en los humanos. Juega un papel en la somnolencia y el sueño; en los sujetos diagnosticados de depresión se han detectado cambios en la secreción de melatonina(64), junto a los de temperatura corporal, la prolactina, y los ritmos de cortisol. Ritmos Ambientales El ambiente juega un papel crítico manteniendo los relojes corporales sincronizados y permitiendo que las personas funciones fácilmente en un mundo de día y noche. La presencia de la luz es crítica para mantener la sincronía con un ambiente de luz y oscuridad(62), y dicho mecanismo es el resultado de la capacidad funcional de recibir luz a través de los ojos. La luz (es decir, el espectro de la luz solar, no la luz eléctrica) restablece el reloj corporal cada día y la ausencia de dicha luz o la falta de exposición a cantidades suficientes de la misma provoca fluctuaciones del reloj corporal(78). La experiencia resultante puede ser similar a la del trabajador con cambios de turno diurno-nocturno o a la del viajero rápido cuyo reloj está fuera del ambiente día-noche. Algunos investigadores(91) creen que esta falta de exposición a la luz diaria es un factor contribuyente en el empeoramiento de la agitación y la deterioración del sueño que presentan las personas diagnosticadas con ciertos tipos de demencias. El mecanismo propuesto de la influencia de la luz sobre el reloj corporal implica la retina y el hipotálamo. La luz llega a la retina y su influencia viaja a lo largo de un recorrido neurológico conocido como la proyección retino-hipotalámica, y alcanza el marcapasos principal del cuerpo humano, conocido como el núcleo supraquiasmático del hipotálamo(60). Mediante recorridos fisiológicos , este estímulo luminoso llega a otros ritmos biológicos, facilitando la actividad durante el día y el sueño durante la noche. Así es como las personas se convierten en inseparables de su entorno. La luz es el más poderoso de los cronómetros ambientales, denominado Zeitgebers (el espíritu 20 del tiempo), sobre el reloj o sistema temporal corporal. Otros Zeitgebers incluyen el horario de comidas y los patrones de ingesta(10), es estado de activación y las señales sociales(58). Este proceso de adaptación a un ambiente de luz y oscuridad se conoce como el arrastre ambiental(59). Al apartar a una persona del ambiente día-noche, como en el caso de los viajeros de submarino, los astronautas, o de los apartados de las señales ambientales diurnas durante un tiempo, algunos ritmos siguen siendo evidentes, como el hambre, la actividad y el sueño, pero no están sincronizados con los acontecimientos del entorno de día-noche. Estos ritmos se denominan ritmos de funcionamiento libre o anárquicos(57). Regestein y Monk(78) señalan que la mayoría de los humanos tiene ritmos de funcionamiento libre de más de 24 horas, y en ausencia de Zeitgebers, dichos ritmos producen horarios de acostarse y levantarse más tarde. La luz diurna natural y otras conductas regulares restablecen estos ritmos y los mantienen sincronizados con el horario día-noche de 24 horas. Las enfermeras que cambian de turno de trabajo notan los efectos de estos ritmos de funcionamiento libre cuando intentan comer a las 3 a.m. A pesar de no haber comido durante horas, muchas de estas enfermeras sienten poco apetito durante la madrugada. Si los cambios se evidencian en los ritmos biológicos del sueño, la actividad, el apetito o el estado de ánimo, está claro que existe una fuerte base rítmica de la experiencia. Existen causas normales que provocan cambios de estos ritmos biológicos y dificultades en su funcionamiento (por ejemplo, cambio de turno laboral o viajes a través de zonas horarias). Además, existen más causas patológicas de cambio en los ritmos biológicos, y éstas a menudo se evidencian en la manifestación de los síntomas de las personas diagnosticadas de enfermedades como la depresión y la VIH. Configuraciones y Formas Rítmicas Aunque un ritmo biológico (por ejemplo la temperatura) puede tener un patrón temporal distinto de otro (p.e. el cortisol), los ritmos biológicos tienen varias cosas en común. Todos ellos tienen una periodicidad, con uno o más picos (denominada acrofase) y un punto bajo (denominado nadir) a lo largo de su duración. La distancia entre RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 15 – 1998 MAQUETA RET 15 5/7/99 17:22 Página 20 el pico alto y el bajo es importante y se denomina amplitud del ritmo. Otro rasgo común de los ritmos es su media o mesor, otra característica importante que fluctúa con la enfermedad(49). La figura 1 ilustra gráficamente estos rasgos. Normalmente, los ritmos están sincronizados, es decir, funcionan en armonía. Un cambio ‘normal’ de ritmo se distingue de un cambio basado en la enfermedad en al menos dos aspectos. En primer lugar, el cambio normal de ritmo no se basa en la patofisiología y vuelve a su patrón ordinario con relativa rapidez. Por ejemplo, una enfermera que normalmente trabaja durante el día pero trabaja cuatro noches seguidas vuelve a su ritmo normal sin demasiada dificultad. En segundo lugar, las alteraciones rítmicas por enfermedad no presentan la flexibilidad descrita en el ejemplo de la enfermera con cambio nocturno. Cambiar los ritmos alterados hasta el patrón típico es mucho más difícil en los estados de enfermedad. La mayoría de personas se vuelven muy conscientes de los ritmos que no funcionan en sincronía. En la enfermedad, muchos ritmos cambian o se desincronizan, y dichos cambios se evidencian en la constelaciones de síntomas(31). Estos grupos de síntomas que implican el sueño, la temperatura y la emoción negativa pueden variar considerablemente entre mujeres y hombres. En la depresión, dichas diferencias por sexos son críticas para comprender la variabilidad de los síntomas entre mujeres y hombres. Además, ante las diferencias de ritmos normales entre mujeres y hombres, podemos postular fácilmente que la eficacia de la intervención puede variar en la depresión. AMPLITUD ACROFASE MESOR PERIODO DE 24 H. NADIR Figura 1. Ejemplo de ritmo biológico normal (Adaptado de Lee KA; atención a pacientes con alteraciones de los patrones de activación y sueño. En Woods MP, Craven S, Rokoksy J y otros (ed): Atención Médica Quirúrgica: Conceptos Patofisiológicos. Philadelphia, J.B. Lippinott, 1991 ; con permiso del autor.) RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 15 – 1998 DEPRESIÓN Y RITMO DE SUEÑO Tipos de Sueño La alteración del sueño es probablemente uno de los signos de depresión más temprano. Varios factores pueden alterar o modificar la distribución de las fases del sueño, incluyendo la edad(37, 83), antecedentes de trastornos del sueño(15), interrupción de los ritmos circadianos(20), temperatura corporal(9,99), ciclo menstrual(51,94), ingestión de drogas(20) y enfermedad(62), incluyendo el VIH(21). Durante el periodo total de sueño dos tipos de sueño se alternan rítmicamente: el sueño de movimientos rápidos de los ojos (REM) y el sueño de ondas lentas (SOL) o sin movimientos rápidos de los ojos (no-REM). El sueño REM se considera un sueño activo. Durante el sueño REM, la persona permanece generalmente inmóvil, con parálisis de los grandes músculos. De modo característico, los ojos se mueven hacia delante y atrás. La mayoría de sueños ocurren durante el sueño REM. El sueño REM se considera importante para mantener el funcionamiento óptimo de los receptores cerebrales de norepinefrina, conllevando la capacidad de la atención sostenida durante el estado de vigilia(95). El otro tipo de sueño, el no-REM, consta de cuatro etapas, las fases 1 y 2 indican un sueño menos profundo y las fases 3 y 4 un sueño profundo. Durante el sueño no-REM se producen pocos sueños. A lo largo de la noche, se van alternando ciclos REM y no-REM produciendo lo que se denomina la arquitectura típica de sueño. Normalmente, los ciclos no-REM y REM oscilan entre los 70 y 110 minutos de duración, pero la media es de 90 minutos. La primera aparición de sueño REM (latencia de REM) se produce aproximadamente 90 minutos después de dormirse. El primer sueño nocturno es típicamente no-REM, concretamente de fases 3 y 4, pero a medida que avanza la noche, los periodos de sueño REM pueden durar 60 minutos o más y se va entremezclando con el sueño no-REM a lo largo de casi toda la noche(62). El patrón normal se modula por la temperatura corporal, y las alteraciones de los patrones de sueño se hacen más evidentes cuando los ritmos de temperatura se alteran. 21 MAQUETA RET 15 5/7/99 17:22 Página 21 Sueño y Temperatura: Experiencias Inseparables Normalmente, la temperatura corporal es más elevada durante el día y más baja por la noche. La temperatura más caliente diurna corresponde a tener energía, sentirse alerta, y tener capacidad para concentrarse. La temperatura más fría nocturna corresponde a sueño profundo. El hecho de que exista un punto bajo en el ritmo circadiano de temperatura durante el sueño es muy importante para el fácil desarrollo de la arquitectura del sueño y para la vivencia de descanso. En muchas enfermedades, las amplitudes del ritmo de temperatura se allanan, produciendo un pico más bajo y un nadir más elevado (Fig. 2). Por ejemplo, en ciertas formas de depresión, el aplanamiento del ritmo de energía se evidencia en la temperatura corporal(101), la temperatura corporal es más baja durante el día y más elevada por la noche, en comparación a los ritmos normales de temperatura. Cuando la amplitud disminuye, las conductas resultantes son obvias: fatiga, baja energía, dificultad para concentrarse durante el día y alteraciones del sueño durante la noche. En personas diagnosticadas de enfermedad VIH, los ritmos de temperatura pueden alterarse todavía más, como se manifiesta en los sudores nocturnos. La presencia de sudores nocturnos representa inestabilidad de la temperatura, junto a las alteraciones del patrón de sueño y la presencia de fatiga diurna. La mayoría de las personas son conscientes de sus ritmos corporales normales. Las que son de tipo matutino, que tiene mucha energía al levantarse y en las primeras horas del día, también tienen temperaturas corporales más elevadas, correspondientes a los periodos de energía más elevada. Por el contrario, las que son de tipo nocturno, a las que les cuesta mucho levantarse por la mañana pero se mantienen enérgicos por la noche, a menudo tienen el pico de temperatura corporal a una hora más tardía del día(9). En ambos ejemplos de tipo matutino o nocturno, conocidos como cronotipos, el sueño se produce cuando la temperatura corporal desciende y el sentimiento de energía ocurre cuando la temperatura se eleva. Temperaturas más frías por la mañana corresponden con dificultad para levantarse y activarse, y temperaturas más cálidas nocturnas coinciden con la dificultad para dormir. La figura 3 muestra estas diferencias. Además, el ritmo de la temperatura fluctúa en las mujeres que están ovulando o en las perimenopáusicas. La temperatura varia dentro del periodo de sueño y el sueño se ve influido a su vez por la temperatura ambiental, de la habitación. Con temperaturas ambientales cálidas, los investigadores han detectado reducciones del REM y de las fases 3 y 4 del no-REM (sueño profundo, restaurador), mientras con temperaturas ambientales frías se provoca más tiempo de vigilia, más tiempo de movimiento, periodos de sueño más largos, disminución del sueño REM y de la fase 2 del no-REM (sueño ligero) (43,93). AMPLITUD ACROFASE AMPLITUD MESOR ACROFASE PERIODO DE 24 H. MESOR PERIODO DE 24 H. Normal Aplanado NADIR Normal Matutino Nocturno Figura 2. Ejemplo de un ritmo aplanado en la depresión. NADIR Figura 3. Diferencias en la forma de los ritmos entre los cronotipos matutino y nocturno. 22 RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 15 – 1998 MAQUETA RET 15 5/7/99 17:22 Página 22 Examinar el sueño en los sujetos con VIH y depresión es una tarea compleja. El sueño está afectado por las dimensiones psicobiológicas tanto de la enfermedad VIH como de la depresión. Norman y Cohn(67) describen varias tendencias notables en su estudio de la arquitectura del sueño en los sujetos con infección VIH. En primer lugar, las personas con VIH tienen un sueño menos eficaz, caracterizado por despertares más frecuentes durante el periodo de sueño o la noche. En segundo lugar, en estas personas se observa una tendencia a que aparezcan más fases de sueño profundo no-REM en un punto inusual del periodo de sueño. Norman y Cohn(68) cuestionan si estos cambios del sueño reflejan cambios tempranos del sistema nervioso central y especulan sobre la posibilidad de que estos cambios sean indicativos de la respuesta al tratamiento, de la progresión de la enfermedad o de ambas cosas. Está claro que se necesitan más trabajos de investigación para comprender mejor los efectos de la depresión y la infección por VIH en el curso del sueño de los afectados y alguno de este trabajo está por empezar(21). Provisionalmente, sin embargo, datos como los presentados por Norman y sus colaboradores(67,68) indican direcciones potenciales de investigación y las implicaciones sobre la práctica clínica. Cambios del Sueño en la Depresión Los patrones del sueño en las personas que sufren depresión se pueden diferenciar del patrón típico de sueño. Aproximadamente el 90% de personas diagnosticadas de trastorno depresivo mayor, tienen alguna alteración del sueño verificada por electroencefalografía(82). Entre las alteraciones reveladas por este método se encuentran: la reducción de la profundidad del sueño, del sueño reparador; sueño de menor rendimiento o de menor eficacia, con despertares pasajeros conocidos como activación parcial, subconsciente y el cambio del patrón de sueño REM. Concretamente, el sueño REM normalmente ocurre mucho antes durante la noche de lo observado en las personas sin depresión. Un sueño más fragmentado y menos eficaz a menudo produce en la persona la sensación de no haber descansado y de estar fatigado durante el día siguiente(13). En la depresión, pueden ocurrir varios cambios de RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 15 – 1998 ritmo que incluyen cambios en la temperatura central corporal, aumentando o disminuyendo en momentos del reloj circadiano de aproximadamente 24 horas que son incongruentes con los patrones normales de descanso y actividad. Las enfermeras notan las conductas correspondientes a estos cambios de ritmo de la temperatura, pero no los reconocen como producto de una alteración del ritmo. En las personas cuya temperatura aumenta y disminuye demasiado temprano durante el día, es de esperar que se despierten temprano por la mañana y que se acuesten pronto. Dicha persona se despierta a las 3:00 de la mañana y no puede volver a dormirse porque su cuerpo empieza a calentarse, siendo una temperatura elevada incompatible con el sueño. De modo similar, esta persona siente sueño a una hora temprana de la noche porque su temperatura se enfría demasiado pronto en su reloj corporal. Técnicamente este fenómeno se conoce como un avance de la fase en el reloj corporal por medio del cual el ritmo de temperatura avanza su pico y su nadir a momentos más y más tempranos en el reloj(20). En el caso de la persona a la que le cuesta acostarse y levantarse por la mañana, se da un retraso de la fase del rimo, es decir, el pico y el nadir de temperatura se retrasa en momentos cada vez más tardíos del reloj corporal(86). El retraso de la fase en un ritmo se muestra de modo parecido a la configuración de una persona con cronotipo nocturno. La principal diferencia es que la persona que normalmente es de tipo nocturno se ha adaptado a la estabilidad de la energía de ritmo nocturno. En la depresión, sin embargo, una persona que normalmente es de tipo matutino siente que su energía normal de las primeras horas de la mañana es sustituida por pereza, lentitud, inactividad, dificultad para levantarse a la hora habitual y dificultad para funcionar en las primeras horas del día. En cambio, dicha persona puede tener dificultades para irse a dormir a su hora habitual, 9:30 de la noche, acostándose finalmente a las 12de la noche. Por la mañana, esta misma persona lucha por levantarse a su hora habitual, a las 5:50 de la mañana, y no se siente plenamente alerta hasta las 10:00 de la mañana. Este es un ejemplo del retraso de fase, un cambio en el ritmo impuesto como dimensión de una enfermedad determinada que está conectada con el ritmo de temperatura corporal. Finalmente, la persona que padece una reducción 23 MAQUETA RET 15 5/7/99 17:22 Página 23 severa del pico y el nadir de sus ritmos puede sufrir lo peor de los dos casos. Porque no llega a calentarse realmente durante el día, siente una gran falta de energía y una gran fatiga, y al no enfriarse realmente durante la noche, su sueño es fragmentado y no reparador. Conductualmente, estos tres patrones demuestran las influencias de los ritmos retrasados, que se manifiestan como dificultad para iniciar y mantener el sueño durante la noche y fatiga diurna. Comprender estos patrones rítmicos tiene importantes implicaciones para la práctica clínica porque ayuda a explicar las dimensiones de la dificultad para dormir y los patrones de fatiga comunes en las personas con depresión y enfermedad por VIH. LOS RITMOS NEUROQUÍMICOS DE LA DEPRESIÓN La investigación reciente(85) sobre los mecanismos de los antidepresivos ha proporcionado considerable información sobre los mecanismos cerebrales implicados en la depresión. Hasta hace poco, la explicación más extendida de la química de la depresión era la hipótesis catecolaminérgica. Dicha hipótesis afirma que la depresión resulta de un déficit funcional de la norepinefrina en ciertos puntos cerebrales(32). Muchas hipótesis nuevas especulan que en la depresión hay una disfunción de más de uno de los principales agentes neuroquímicos como la serotonina, la histamina, la acetilcolina, el ácido gamma aminobutírico y la dopamina, cada uno de los cuales está implicado en la regulación de los estados anímicos, incluyendo los síntomas depresivos(66). Actualmente los científicos se inclinan a defender que la depresión no es el resultado de que uno de los agentes químicos funciona inapropiadamente en el sistema nervioso central. Existen abundantes pruebas que reconocen una disfunción neuroquímica asociada a los estresores psicosociales fuertes y persistentes(64). Post(73) aborda la traducción biológica de los estresores en la neurología del trastorno recurrente del estado de ánimo. Dicho autor defiende que a través del tiempo, los acontecimientos estresantes pueden convertirse en la base biológica de cambios en las estructuras genéticas, concretamente aquellas involucradas en la neuroquímica de los trastornos del estado de ánimo(73). De acuerdo con la hipótesis de la disregularización, el reconocimiento y tratamiento tempra24 nos de los trastornos depresivos son críticos para prevenir el empeoramiento de la enfermedad depresiva a lo largo del tiempo. Es importante detectar que estos cambios químicos están directamente implicados no únicamente en el sueño, las actividades de la vigilia y las capacidades cognitivas, sino también en el estado de ánimo. Elicitadores de Depresión en Personas con Infección por VIH o SIDA Hay muchas razones para esperar que las capacidades individuales de afrontamiento se distorsionan ante la presencia de la infección por VIH(16, 18, 92). El modelo de diatesis del estrés(41) ha sido el modelo utilizado originalmente para explicar la conexión entre los estresores y la emergencia de síntomas en las personas diagnosticadas de enfermedades psiquiátricas. Dicho modelo asume que cada individuo tiene una vulnerabilidad o diatesis, y en presencia de un estresor lo suficientemente intenso, emergen los síntomas. Para la persona infectada por VIH, existen numerosos y multifacéticos estresores: recibir el diagnóstico de seroconversión, las adaptaciones potenciales de estilo de vida para maximizar el bienestar potencial, el dolor y la adaptación a las potenciales pérdidas físicas. Presumiblemente, este modelo puede aplicarse a cualquier enfermedad, tanto si el trastorno primario es en alguna dimensión del sistema nervioso central, como en el caso de los trastornos depresivos, como si es en cualquier otro sistema fisiológico, como sería el asma, las enfermedades autoinmunes o la artritis reumática. Por ejemplo, si sometemos a cinco personas a una circunstancia estresante durante un periodo de tiempo, emergerán algunos patrones de vulnerabilidad. Una persona desarrollará úlcera péptida, otra cefalea migrañosa, dos pueden afrontar la situación de manera adaptativa y una puede deprimirse. Desde este punto de vista, las diferencias entre la cefalea migrañosa, las úlceras y la depresión probablemente se basan en vulnerabilidades genéticas que los sujetos han heredado y en cómo dichas vulnerabilidades se expresan sintomáticamente. Reconocer dicha vulnerabilidad como una faceta universal de todas las enfermedades facilita la valoración de la enfermedad mental como no distinta de cualquier otro tipo de enfermedad. Dada la gravedad de los estresores que sufren las perRET, Revista de Toxicomanías. Nº. 15 – 1998 MAQUETA RET 15 5/7/99 17:22 Página 24 sonas con infección por VIH, es razonable esperar que emerja sintomatología(42,98). El centro de los síntomas puede situarse en el dominio del estado de ánimo y puede manifestarse como depresión. Alternativamente, la depresión puede estar relacionada con lesiones subyacentes del tejido neurológico o con complicaciones de la infección por VIH. Ejemplos de dichas complicaciones incluyen la encefalitis por toxoplasmosis, la meningitis criptococal o las lesiones ‘ocupantes de espacio’ cerebrales como el linfoma, los quistes de toxoplasmosis o el complejo de demencia por SIDA(14). Es importante volver a la noción de la depresión como enfermedad psicobiológica cuya base fisiológica reside en ciertas partes del cerebro. Si una condición alternativa genera alteraciones en las partes cerebrales responsables de la regulación emocional, entonces es razonable esperar que ocurran alteraciones conductuales relacionadas con la ruptura de los substratos fisiológicos. Al examinar la asociación entre el estrés, la depresión y la emergencia de los síntomas relacionados con la enfermedad, surgen cuestiones sobre la relación entre los factores internos y externos en las funciones inmunológicas. Weiss y sus colaboradores(102) han abordado la acción recíproca fisiológica entre los acontecimientos estresantes y las alteraciones del funcionamiento inmunológico. De hecho, Weiss y sus colaboradores(102) abordan la disfunción biológica de la depresión y destacan que el peso adicional de un episodio depresivo puede ser la causa de dichas alteraciones de la inmunidad. Ante esta especulación, son críticas las implicaciones para las personas con enfermedad por VIH. En estos casos la depresión se convierte en enfermedad comórbida a la enfermedad por VIH, que puede potencialmente crear una combinación biológica que es sinergética y que puede acelerar la progresión de ambas condiciones. Depresión y Sistema Inmunológico El nuevo campo de la psiconeuroinmunología se basa en la convicción de que el cerebro y el sistema inmunológico son interactivos(8) y que el estrés puede conducir a la inmunodepresión y a una mayor susceptibilidad a las infecciones. Recíprocamente, algunos datos avalan la noción de que en algunas personas, ese estrés conduce a un estado de hiperactividad inmunológica. Este estado de inmunidad RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 15 – 1998 hiperactiva se manifiesta mediante la activación de procesos autoinmunes(97), en los que el cuerpo deja de ser capaz de distinguirlos de una sustancia extraña o un antígeno. Ejemplos de enfermedades autoinmunes incluyen el lupus eritematoso sistémico, la artritis reumatoide y la colitis ulcerosa(100). Existe documentación sobre la conexión entre anormalidades tiroideas en muchas personas deprimidas, apuntando a otro puente biológico entre la enfermedad relacionada con el estado de ánimo y las alteraciones endocrinas e inmunológicas(65). La importancia de estos cambios en las funciones endrocrinas e inmunes en la depresión subraya interacción entre varias dimensiones del sistema humano y sus respuestas a la infección, al estrés, y al desarrollo potencial de enfermedades concurrentes. Las implicaciones de estas nuevas directrices para la atención clínica parecen claras, especialmente en el área de las intervenciones sobre los ritmos circadianos para mitigar los efectos negativos de la infección por VIH en los ritmos asociados al sueño y la depresión. Por ejemplo, las enfermeras a menudo son conscientes de los cambios en el patrón del sueño de las personas que cuidan. Una vez identificado el problema de la alteración del patrón de sueño, pueden utilizarse varias intervenciones tanto conductuales como farmacológicas para ayudar a reducir los síntomas y facilitar el sueño profundo. Sin embargo la precisión con que se aplican estas intervenciones varía ampliamente, y por lo tanto la eficacia de la intervención puede desviarse de la respuesta deseable. La razón de la respuesta divergente a una intervención nos devuelve a la cuestión de la evaluación. ¿La dificultad para dormirse se trata del mismo modo que la dificultad para mantenerse dormido, o que el despertar temprano?. Cada uno de estos tres distintos problemas de sueño corresponde a diferentes cambios en los ritmos biológicos y requiere diferentes estrategias de intervención. Al enmarcar los trastornos del sueño en una explicación fisiológica los situamos fuera del dominio de una dimensión mal entendida de cuidados médicos y los situamos en un patrón discernible cuya base lógica y comprensible es la enfermedad. La intervención, tanto farmacológica como no farmacológica, puede seleccionarse de manera más racional. Por ejemplo, en el dominio de las intervenciones no farmacológicas para los trastornos del patrón de sueño, el 25 MAQUETA RET 15 5/7/99 17:22 Página 25 uso de fototerapia (terapia de la luz) promete mucho en el cuidado y tratamiento de las personas con trastornos del sueño(5). La utilización de fototerapia por la mañana ‘avanza la fase’ de los ritmos y por lo tanto es apropiado para las personas con dificultades para dormirse (retraso de fase). En otras palabras, la fototerapia por la mañana anula el retraso de fase y permite que la persona se duerma con mayor facilidad. A la inversa, utilizar fototerapia por la noche ‘retrasa la fase’ de los ritmos y es adecuado en el caso de las personas cuyo trastorno del sueño se caracteriza por un despertar matutino muy temprano(78). El ejemplo de la fototerapia como modalidad de tratamiento para los trastornos del sueño de la depresión merece que se le preste mayor atención en la investigación debido a las aparentes implicaciones sobre la precisión de la intervención. Cuestiones sobre el Suicidio La cuestión del suicidio merece una atención particular en el caso de las personas con enfermedades crónicas o terminales además de ser un trastorno depresivo. Los clínicos deben realizar directamente la evaluación del suicidio, lo cual puede resultar motivo de fuerte malestar para aquellos que no han abordado sus cuestiones personales sobre el tema. Pensar en el suicidio, como el trastorno del sueño o la perdida de interés por las actividades cotidianas, es un síntoma común de la depresión grave. Ciertamente, es un síntoma de mayores consecuencias si no se evalúa y trata correctamente durante la atención clínica. Si tuvieran que esbozar una analogía entre una condición cardíaca grave y de una depresión mayor, la idea suicida sería paralela al síntoma de taquicardia ventricular. Ambos son potencialmente letales y necesitan atención inmediata. Las directrices de la agencia de política e investigación de la atención sanitaria (Agency for Health Care Policy and Research - AHCPR)(24) para abordar la depresión en la atención primaria enumera factores de riesgo de suicidio, listados en la Tabla 1. A la hora de discutir sobre la depresión y la enfermedad VIH, a menudo surge la cuestión del suicidio o del suicidio asistido. Recientemente se ha prestado mucha atención a la noción de la sanción legal por el suicidio asistido de personas con enfermedades amenazantes para la vida como el 26 Tabla 1. FACTORES DE RIESGO DE SUICIDIO Psicológicos y Clínicos: Desesperanza Raza blanca Varón Edad avanzada Vivir solo Antecedentes: Intentos previos de suicidio Antecedentes familiares de intento de suicidio Antecedentes familiares de abuso de sustancias Diagnóstico: Enfermedad médica general Psicosis Abuso de sustancias VIH. La iniciativa de voto en Oregon, Washington y California así como el Dr. Kevorkian, la ‘Sociedad Hemlock’ y ’Derecho a Morir’ (Right to Die) han hecho del suicidio asistido una cuestión pública de debate político. Al mismo tiempo, emerge una cuestión quizás incontestable. ¿Cómo equilibran los clínicos las complejas cuestiones relacionadas con el suicidio como acto no racional, de búsqueda de alivio, de una persona con enfermedad VIH gravemente deprimido, que solicita un suicidio asistido por el clínico, o con la demanda de suicidio racional de una persona que no está clínicamente deprimida?. Estas cuestiones merecen serias y meditadas consideraciones porque implican cuestiones de sensibilidad ética que escapan el objetivo de este artículo. Sin embargo, revisarlas en un grupo de colegas junto a un comité ético facilita dar respuestas a estas cuestiones de un modo profesionalmente adecuado. INTERVENCIONES DE ATENCIÓN Y CUIDADOS Tratamiento Farmacológico de la Depresión en la Progresión de la Enfermedad por VIH Dos estudios recientes(12,54) han examinado los efectos de la depresión sobre el funcionamiento inmunológico y la progresión de la enfermedad en personas con enfermedad por VIH. Burack y colaboradores(12) evaluaron 277 varones homosexuales y bisexuales cuyo progreso fue seguido lonRET, Revista de Toxicomanías. Nº. 15 – 1998 MAQUETA RET 15 5/7/99 17:22 Página 26 gitudinalmente en un estudio de la historia natural del VIH. El objetivo de dicho estudio era determinar si la presencia de importante sintomatología depresiva en la aparición de la enfermedad predecía el decremento en el recuento de linfocitos CD4 o la progresión de la enfermedad. Utilizando la escala de depresión del centro de estudios epidemiológicos (Center for Epidemiologic Studies Depression Scale) 65 participantes (19.7%) se clasificaron como deprimidos al inicio del estudio. Aunque este hallazgo no indica causalidad, apunta importantes correlaciones entre la depresión y las funciones inmunológicas. Lyketsos y colaboradores(54) presentaron los resultados de un estudio longitudinal de 1809 varones homosexuales. El objetivo de dicho estudio era similar al de Burack y sus colaboradores(12) y también se utilizó la escala de depresión del centro de estudios epidemiológicos para evaluar la depresión. Los investigadores hallaron que el 21.3% de los participantes en el estudio estaban deprimidos al incorporarse en el estudio o en la evaluación basal. Los participantes deprimidos presentaban recuentos CD4 inferiores a los de los participantes no deprimidos y manifestaban más síntomas relacionados con el SIDA (es decir, diarrea, fatiga, fiebre y rash). Lyketsos y colaboradores(54) concluyeron que los síntomas depresivos no predecían la progresión de la enfermedad o mortalidad. Los síntomas depresivos pueden acompañar otros síntomas relacionados con el SIDA y disminuir la función inmunológica mediante los recuentos de CD4, pero no explican los resultados médicos. Es necesario realizar estudios similares con mujeres, controlando algunas de las variables mencionadas, tales como las fluctuaciones de progesterona durante el ciclo menstrual. Actualmente, algunos estudios están examinando el impacto psicosocial de la infección por VIH en mujeres con comorbilidad psiquiátrica(72), pero desgraciadamente no existen estudios bien controlados que examinen el efecto de la depresión en mujeres sobre su función inmunológica Hay pocos datos disponibles sobre los efectos de las terapias antidepresivas en la función inmunológica y la progresión de la enfermedad por VIH. Fernandez y Levy(28) presentaron un estudio que sugiere que la imipramina, un antidepresivo tricíclico, no afecta a la función inmunológica en personas con infección por VIH. Rabkin y colaboradores(76) examinaron el RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 15 – 1998 efecto de la fluoxetina, un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina, sobre la función inmunológica en 31 personas deprimidas, la mayoría de ellas varones homosexuales con enfermedad del VIH que no habían respondido a la intervención antidepresiva con tricíclicos. Controlando el recuento de CD4 a lo largo de las 26 semanas que los sujetos participaron en el estudio, los investigadores concluyeron que la fluoxetina no contribuía significativamente a disminuir los recuentos de CD4. Por el contrario, la reducción del recuento de CD4 la atribuyeron a la fase de la infección por VIH en que se encontraba el sujeto. Además, el trabajo de Rabkin y colaboradores(76) también mostró que las tasas de respuesta tanto a un antidepresivo inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina como tricíclico en las personas infectadas por VIH se situaban entre 74% y 83% y que no había diferencia en la respuesta del estado de ánimo entre los sujetos con inmunodeficiencia más o menos grave. Administración Farmacológica de la Depresión en Personas con Infección VIH: Consideraciones Especiales Debido a las lesiones del tejido cerebral que comúnmente se asocian a la fase avanzada de la enfermedad VIH, el tratamiento psicofarmacológico pude ser complicado(28). Además, incluso en ausencia de depresión, está ampliamente aceptado que las personas con SIDA tienen un riesgo superior de interacciones fármaco- fármaco y fármaco-enfermedad(17). La polifarmacia es un fenómeno comúnmente asociado al tratamiento de la enfermedad por VIH en fase avanzada(17,46). A la luz de la complejidad de la administración farmacológica de la depresión en el caso de las personas con enfermedad VIH, Atkinson y Grant(4) afirman que el tratamiento puede, no obstante, ser eficaz y no complicado si se siguen de cerca los principios para el manejo psicofarmacológico de los médicamente enfermos. El perfil de efectos secundarios de los antidepresivos, la gravedad de la depresión y la salud general del sujeto deberían guiar la selección del agente antidepresivo apropiado(4,14). Fernandez y Lavy(28) advierten que, a pesar de controlar minuciosamente los efectos secundarios, estos son más frecuentes en las personas con VIH. Además, muchos fármacos frecuentemente utilizados en el tratamien27 MAQUETA RET 15 5/7/99 17:22 Página 27 to de personas con infección VIH potencialmente provocan depresión como efecto secundario potencial(46). Una lista de los agentes más comunes asociados con depresión inducida por la medicación incluye: Zidovudina (AZT), corticoesteroides, interferon-a, sulfanomidas, etambutol, retirada de cocaína, anticonvulsivos, dapsone, isoniazid, anti-inflamatorios no esteroideos, neurolépticos, retirada de anfetamina, aciclovir, antagonistas H2, metaclopromida, benzodiacepinas, esteroideos anabólicos, y ganciclovir(15,23-26,29). ESTRATEGIAS DE ATENCIÓN PARA TRATAR VIH Y DEPRESIÓN Recientemente, tanto la literatura pública como la profesional se ha centrado en la depresión. Alguna de la atención prestada se debe probablemente al descubrimiento de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina más nuevos, como la fluoxetina (Prozac), la sertralina (Zoloft) y otros y a la mejor comprensión de los tipos de disfunción celular de la depresión debido a la acción y los resultados observados de dichos fármacos. En respuesta al interés reciente, la AHCPR(22-25) ha producido una serie de libros de enfoque clínico para ayudar a los profesionales de atención primaria en la detección y tratamiento de los trastornos depresivos. Las guías de la AHCPR(22-25) proporcionan un marco para la evaluación y las estrategias de intervención para la depresión. Mantener un índice elevado de sospecha y evaluar los factores de riesgo.Ciertamente, las alteraciones del estado de ánimo se encuentran entre los indicadores más notables de las personas con una episodio depresivo mayor, tal y como destacan los criterios diagnósticos del DSM-IV(2). Sin embargo, no es siempre así. Los clínicos deberían prestar una atención particular a aquellos sujetos que no parecen deprimidos pero que se quejan de dolor, baja energía, problemas sexuales, apatía, irritabilidad, o ansiedad en lugar de tristeza. En estas personas, las guías AHCPR(22) sugieren que el clínico evalúe otros indicadores adicionales como episodios previos de depresión, antecedentes familiares de depresión, antecedentes personales o familiares de intentos de suicidio, la presencia de enfermedad médica, el abuso concurrente de sustancias, síntomas de fatiga o malestar, y acontecimientos vitales estresantes en ausencia de una red 28 social de apoyo. Es probable que las mujeres tengan una vulnerabilidad especial para un episodio depresivo(94). A pesar de esta vulnerabilidad, muchas de la investigaciones existentes no han logrado implantar controles en la metodología de investigación relacionada con las variables de salud femenina(63). El resultado de esta tendencia ha producido un panorama confuso tanto de la depresión como de la eficacia del tratamiento para la depresión en las mujeres(56). Este sesgo es grave, porque potencialmente influye sobre las perspectivas de los clínicos de manera que no permite la revisión clínica más exacta del fenómeno de la depresión. El uso de instrumentos diseñados para detectar síntomas depresivos puede facilitar la evaluación de la depresión. Muchos de estos instrumentos están disponibles e incluyen el Inventario de Depresión de Beck(6), la Escala Hamilton para Depresión(35) o la Escala de Autoevaluación de Zung para la Depresión(103). Todos estos instrumentos son autoevaluaciones de la depresión, pueden cumplimentarse en poco tiempo y proporcionan una puntuación que permite al clínico una medida directa de los síntomas depresivos. Hay muchos otros instrumentos que miden la depresión, pero estos tres se citan comúnmente en la literatura y son válidos y fiables(6, 35, 103). Dado que la depresión puede tener variación diurna, y mejorar o empeorar a medida que progresa el día(53), puede ser útil que las personas deprimidas cumplimenten el instrumento por la mañana y por la noche. Los datos de un instrumento para la depresión proporcionan una línea base de sintomatología relacionada con la depresión con la que comparar las re-evaluaciones que se realizan durante el curso del tratamiento, lo cual es útil para examinar el efecto del tratamiento sobre los síntomas depresivos. Además, estos datos complementan la entrevista clínica del clínico (véase próxima sección sobre la detección de los síntomas depresivos) y el proceso de recogida de datos. Dado que en las personas con VIH y depresión, otros síntomas pueden ser prominentes, es razonable tomar un abordaje similar utilizando herramientas de evaluación e instrumentos con otros síntomas diana. Por ejemplo, una medida objetiva de la fatiga ayuda al clínico a diferenciar la fatiga, que varía desde la mañana hasta la noche, de los RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 15 – 1998 MAQUETA RET 15 5/7/99 17:22 Página 28 síntomas de estado de ánimo a la vez que permite el seguimiento de la progresión de la mejoría de los síntomas y la exacerbación a lo largo del tiempo. La Escala Analógico Visual-Fatiga(50) es una medida válida y fiable de la fatiga. Otros síntomas diana que pueden evaluarse utilizando medidas objetivas como las aquí mencionadas son la ansiedad, dificultades cognitivas, desesperanza, o deterioro en la capacidad de cuidarse a sí mismo(38). Detectar los síntomas depresivos mediante una entrevista clínica. Hipotéticamente, puede especularse que la depresión, la fatiga, los trastornos del sueño y los sudores nocturnos comunes en la enfermedad VIH pueden ser manifestaciones de alteraciones de los ritmos circadianos relacionadas con la enfermedad. Reconocer estos síntomas como trastornos del ritmo, ayuda a las personas que afrontan dificultades de depresión, sueño, y fatiga a que sus síntomas tengan sentido. Esta claro que esta área precisa más investigación. Las implicaciones que esta información basada en los ritmos circadianos y biológicos tienen para las enfermeras que tratan a sujetos diagnosticados de VIH son claras. Entre las personas que han recibido el diagnóstico de VIH, es común la presencia de fatiga, trastornos del sueño, cambios de apetito y estado de ánimo deprimido. La presencia de dichos síntomas dificulta el establecimiento del diagnóstico de depresión(71). Cuando se realiza una entrevista clínica en la que la evaluación de la depresión es crítica, es útil conocer los varios signos y síntomas inherentes a la condición que se evalúa, por ejemplo, el estado de ánimo deprimido, pérdida de la capacidad de placer o de interés, dificultad para concentrarse, sentimientos de culpa o inutilidad, patrones de sueño alterados, fatiga o pérdida de energía, cambio en el peso o apetito y pensamientos de muerte o suicidio. El DSM-IV(2) es una buena referencia porque contiene descripciones excelentes claramente descritas de las enfermedades psiquiátricas como las varias formas de depresión. Además, se debe estar atento a los factores de riesgo de suicidio y preguntar cándidamente a la persona deprimida sobre los pensamientos o planes de suicidio (véase el Cuadro de la pág. 61). La revisión clínica es una área en la que puede apliRET, Revista de Toxicomanías. Nº. 15 – 1998 carse alguna de las informaciones mencionadas anteriormente sobre la alteración de los ritmos biológicos en la depresión. ¿Tiene la persona dificultades para dormirse o para permanecer dormido o se despierta muy temprano por la mañana y es incapaz de volver a dormir?. ¿cuánto tiempo se expone diariamente a la luz natural?. ¿La persona está aislada en un apartamento, una residencia-hotel o en un servicio en que la exposición a la luz es limitada?. La luz reajusta el reloj corporal diariamente, y en ausencia de dicha luz, los ritmos pueden alejarse de los del ambiente natural. Además, es importante evaluar la presencia de otros Zeitgebers o cronómetros de los ritmos biológicos a parte de la luz. Por ejemplo, ¿el sujeto realiza las comidas en horarios regulares y tiene un horario rutinario de actividad y descanso?. Si se evalúan estas variables, entonces pueden planificarse intervenciones no farmacológicas para maximizar la ritmicidad biológica. Diagnosticar el trastorno del estado de ánimo utilizando la historia clínica y la entrevista. Es una fase crítica del proceso de evaluación, que a menudo se complica con cuestiones relacionadas con las medicaciones utilizadas para tratar las condiciones relacionadas con el VIH, así como con algunas de las cuestiones físicas confusas comunes en las personas diagnosticadas de VIH. Drebing y colaboradores(26) abordan la cuestión de los factores de confusión en la depresión entre las personas con infección VIH. Lo que indican sus resultados es que las enfermedades clínicas concurrentes y la lesión neuropsicológica pueden provocar puntuaciones sobrestimadas en ciertas escalas e instrumentos de depresión. Parte de la razón de esta sobreestimación es que muchos de los instrumentos de depresión contienen ítems que comúnmente referidos como ítems somáticos, es decir, cuestiones sobre los síntomas físicos. A pesar de que las quejas físicas pueden verse exacerbadas en una persona con depresión, hay buenas razones para que la persona deprimida con VIH tenga preocupaciones físicas. Esta no es necesariamente una razón para evitar el uso de dichos instrumentos, pero es importante situar los resultados de dichas pruebas en un contexto más amplio de la manifestación clínica del sujeto. Las guías AHCPR(22-25) advierten a los clínicos que 29 MAQUETA RET 15 5/7/99 17:22 Página 29 examinen otras influencias potenciales de complicaciones del diagnóstico de depresión. Tales influencias incluyen, pero no se limitan al abuso de sustancias, las interacciones de las medicaciones, el delirium potencial relacionado con la medicación, u otras formas de alteración del estado de ánimo que no encajan con lo anticipado en una enfermedad depresiva. El ejemplo obligado es el de la manía o un bajo nivel de manía a menudo denominado hipomanía. Tanto en la manía como en la hipomanía, la persona afectada se muestra enérgica, posiblemente eufórica, potencialmente irritable, y puede presentar otros síntomas como grandiosidad, disminución de la necesidad de dormir, presión del habla o estar distraido(2). Uno de los rasgos distintivos entre la manía y la hipomanía es la duración y gravedad de los síntomas. Si el clínico no presta atención a los antecedentes familiares o personales de manía o trastorno bipolar, la apariencia enérgica del sujeto puede confundirse con una mejoría de la vitalidad o una disminución de la astenia, anergía o fatiga. Si no hay antecedentes de manía, pero la persona muestra síntomas hipomaníacos o maníacos, será necesaria una evaluación más minuciosa para detectar posiblemente varias formas de enfermedad bipolar. Identificar y tratar las causas conocidas (si están presentes) del trastorno del estado de ánimo. En base a los resultados de la entrevista del clínico, el reto diagnóstico es identificar correctamente el problema, si es un trastorno primario del estado de ánimo o una complicación de las medicaciones o de otras condiciones médicas. El diagnóstico preciso facilita la intervención constructiva. Si se desconocen las causas, el clínico debe tomar una serie de decisiones para excluir las causas subyacentes del problema. Causas comunes incluyen las mencionadas previamente, tales como las medicaciones, el abuso de sustancias, los trastornos médicos, u otros trastornos psiquiátricos como la ansiedad y el trastorno de crisis de angustia. Desarrollar un plan de tratamiento con el paciente. Andrews y Nemeroff(3) discuten nuevas tendencias en el manejo clínico de la depresión, centrándose particularmente en las intervenciones farmacológicas. Destacan que la tasa de respuesta antidepresiva a estas medicaciones en personas con depresión mayor es aproximadamente del 65% al 30 70%. De acuerdo a AHCPR(22-25) algunas formas de psicoterapia son útiles en el tratamiento de la depresión leve a moderada. La psicoterapia puede ser la elección de la persona deprimida, especialmente si no quiere medicarse, si experimenta efectos secundarios de la medicación o si en el pasado obtuvo una respuesta positiva únicamente con psicoterapia. Sin embargo, en el caso de la depresión mayor, ante el elevado nivel de eficacia de los antidepresivos, dichas medicaciones pueden ser el tratamiento de elección ya solo o en combinación con psicoterapia(66). La razón por la que estas medicaciones son eficaces en el alivio de la depresión es que corrigen los mecanismos biológicos implicados en la enfermedad depresiva(79). Preskorn(74,75) habla claramente sobre la cuestión del abordaje racional del tratamiento antidepresivo y propone directrices para la prescripción de dichas medicaciones. Los más nuevos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina tienen la capacidad de interferir con el metabolismo de una amplia variedad de otros fármacos, lo cual tiene claras implicaciones para los clínicos. La causa de esta interferencia con el metabolismo del fármaco está relacionada con una enzima (P450 IID6) responsable del metabolismo de las fenotiazinas, algunos antiarrítmicos, la codeína, y los antidepresivos tricíclicos(74). Cuando estos fármacos se administran conjuntamente con el inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina, existe una oportunidad razonable de que las concentraciones en sangre de las otras medicaciones aumente. La razón de dicho aumento en la concentración sérica reside en la inhibición de la producción del enzima necesario para metabolizar los fármacos nombrados anteriormente. Los resultados pueden incluir fármaco toxicidad de los componentes inhibidores no selectivos de la recaptación de serotonina. La cuestión de la polifarmacia, o la utilización de varias medicaciones al mismo tiempo, se ha convertido en una preocupación de los clínicos que tratan a las personas con enfermedades por VIH(1). Pero como indica Preskorn(74) el tema puede no ser la polifarmacia sino que debe evaluarse el efecto de la polifarmacia selectiva. Si se advierte al clínico de la biología de los trastornos depresivos y se le informa bien de la farmacocinética de las medicaciones utilizadas para tratar la depresión, entonces pueden utiliRET, Revista de Toxicomanías. Nº. 15 – 1998 MAQUETA RET 15 5/7/99 17:22 Página 30 zarse estrategias de intervención bien planificadas. Reus(81) ha acuñado el término polifarmacia racional para describir el uso de las estrategias de tratamiento que combinan nuevos fármacos, comprendiendo cómo funcionan biológicamente los fármacos. Los problemas emergen de las combinaciones de múltiples fármacos cuando las medicaciones se prescriben al azar, para tratar los síntomas individuales sin considerar las potenciales interacciones adversas de las medicaciones. Ni la medicación ni la psicoterapia son las únicas estrategias de intervención en el tratamiento de la depresión. Otras intervenciones en el tratamiento de la depresión incluyen las manipulaciones del sueño y estrategias de privación del sueño(57,77,96) o la aplicación de un espectro de luz completo (fototerapia)(44,55). Estas intervenciones funcionan porque, como las medicaciones, impactan los ritmos biológicos alterados en la depresión. Aunque el uso de fototerapia en la depresión se ha estudiado principalmente en personas con trastorno afectivo estacional(5), la luz brillante ha demostrado aumentar los efectos de la medicación antidepresiva en los sujetos con depresión no estacional(56). Más recientemente, la fototerapia se ha utilizado en el tratamiento de personas con infección por VIH(88), para tratar la depresión asociada a la enfermedad terminal(17), y en otras enfermedades(70). Se han hallado resultados prometedores, aunque provisionales, con el uso de fototerapia en las enfermedades previamente mencionadas, pero obviamente se necesita más investigación en esta área. CONCLUSIÓN: ABORDANDO NECESIDADES DE APRENDIZAJE En las personas diagnosticadas de trastornos depresivos la educación es crítica. Las guías de la AHCPR(22-25) sugieren que pueden incluirse varios puntos en la educación del paciente. En primer lugar, es crítico informar al sujeto de su diagnóstico, pronóstico, y las varias opciones de tratamiento. Se deben discutir las medicaciones así como las terapias alternativas, proporcionando información detallada de los efectos secundarios potenciales de las medicaciones y de la duración propuesta del tratamiento farmacológico. Instruir al paciente proporciona una oportunidad para que el clínico discuta la biología de la depresión, del mismo modo RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 15 – 1998 que enseñar sobre el asma incluye el contenido relacionado con la fisiología. Se debe explicar al paciente que la recuperación de la depresión es común, especialmente cuando se selecciona adecuadamente el tratamiento y se controla de cerca. Por último, se deben abordar los síntomas diana desde una perspectiva que permita la detección e intervención tempranas de la enfermedad depresiva. La depresión es una condición comórbida común en las personas diagnosticadas de infección por VIH. Una evaluación, una inervención y unas estrategias de evaluación detalladas y eficaces, facilitan la curación de la enfermedad depresiva y pueden contribuir significativamente a la calidad de vida de las personas con VIH y depresión. 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