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SIMBOLOS DE PARA LA VIVENCIA DE LA PASCUA
Despuees de haber participado en las actividades, que la iglesia catolica
realiza en la epoca de la pascua, de forma individual y comunitaria,
debiamos revisar nuestro caminar en este tiempo pascual. Para comenzar, debemos
reconocer que es un tiempo de afianzamiento y de profundizacion de la fe; ya que
estamos en pleno Año de la Fe, es interesante no perder de vista la importancia de los
simbolos en la vivencia de la Pascua. Para ello, es bueno ubicarse en el contenido de
un breve parrafo del libro Imágenes de Esperanza, del entonces Cardenal Ratzinger,
actual Papa Emerito Benedicto XVI, El cual dice asi:
La pascua tiene que ver con lo inconsevible, su evento nos sale al encuentro en
un primer momento solo a traves de la Palabra, no a traves de los sentidos. Tanto mas
importante es entonces dejarse aferrar un dia por la grandeza de esta Palabra. Pero,
puesto que ahora pensamos con los sentidos, la fe de la iglesia ha traducido desde
siempre la Palabra Pascual y tambien en simbolos que hacen presagiar lo no
dicho de la Palabra (Joseph Ratzinger-Benedicto XVI. Imágenes de esperanza).
La Pascua sorprende porque es impresionante e inconsevible. Los signos que
rodean la Pascua son de todos conocidos: luz, agua bendecida y los coros que cantan
el Aleluya en la Liturgia. Pero, ademas de los simbolos, directamente relacionados,
tenemos la Palabra de Dios. En uno de los domingos, disfrutamos de un Evangelio
lleno de matices y simbolos, Jn 21, 1-19 el cual nos dice: Despues de esto,
nuevamente Jesus SIMBOLOS PARA LA VIVENCIA DE LA PASCUA
Después de haber participado en las actividades, que la iglesia católica realiza
en la época de la pascua, de forma individual y comunitaria, debiamos revisar nuestro
caminar en este tiempo pascual. Para comenzar, debemos reconocer que es un tiempo
de afianzamiento y de profundización de la fe; ya que estamos en pleno Año de la Fe,
es interesante no perder de vista la importancia de los simbolos en la vivencia de la
Pascua. Para ello, es bueno ubicarse en el contenido de un breve párrafo del libro
Imágenes de Esperanza, del entonces Cardenal Ratzinger, actual Papa Emerito
Benedicto XVI, El cual dice asi:
La pascua tiene que ver con lo inconsevible, su evento nos sale al encuentro en
un primer momento solo a través de la Palabra, no a través de los sentidos. Tanto más
importante es entonces, dejarse aferrar un día por la grandeza de esta Palabra. Pero,
puesto que ahora pensamos con los sentidos, la fe de la iglesia ha traducido desde
siempre la Palabra Pascual y tambien en símbolos que hacen
presagiar lo no dicho de la Palabra (Joseph Ratzinger-Benedicto XVI.
Imágenes de esperanza).
La Pascua sorprende porque es impresionante e inconsevible. Los signos
que rodean la Pascua son de todos conocidos: luz, agua bendecida y los coros que
cantan el Aleluya en la Liturgia. Pero, además de los símbolos, directamente
relacionados, tenemos la Palabra de Dios. En uno de los domingos del período de
Pascua, disfrutamos de un Evangelio lleno de matices y símbolos, (Jn 21, 1-19). Este
trasfondo simbólico se puede encontrar en una de las homilias de San Gregorio Magno,
que dice así:
El mar es el símbolo del mundo actual, agitado por la tempestad de los asuntos
y la marejada de la vida caduca. La orilla firme es la figura del reposo eterno. Los
discípulos trabajan en el mar ya que todavía siguen en la lucha contra las olas de la vida
mortal. Pero nuestro Redentor, está en la orilla pues ya ha superado la condición de una
carne frágil. Por medio de estas realidades naturales, Cristo nos quiere decir, a propósito
del misterio de la resurrección: No me aparezco ahora en medio del mar porque ya
no estoy con vosotros en el bullicio de las olas. (Mt 14, 25) (San Gregorio Magno,
Homilias sobre el Evangelio, No. 24).
El bullicio de las olas del mundo actual, a veces es ensordecedor. A veces la
tormenta llega hasta nosotros con toda la fuerza, sin saber las razones que hay detrás
de ello.
Cristo nos deja solos. Igual que sus discípulos, nos llama desde la orilla y así
como a ellos, les indica dónde deben echar las redes. Y ahí encuentran la pesca que
hasta ese momento les había sido esquiva. Somos como Pedro que salta de la barca y
llega a la orilla nadando? Somos como los demás discípulos que legan a la orilla con la
barca y el pescado obtenido. A nosotros nos sucede, con frecuencia, algo parecido a la
escena que nos narra el evangelista. Estamos rodeados y distribuidos por las
circunstancias de nuestra vida, que dificilmente nos damos cuenta del llamado de Cristo.
Qué llamado? El llamado de la vocación particular de cada uno de nosotros.
Si oyeramos a Cristo tendríamos una valiosa indicación, para decidir el camino
que hemos de tomar. Esos peces que no llegan a las redes y que nos hacen pensar en
que la sociedad donde vivimos no responde a nuestros esfuerzos, podrían llegar hasta
nosotros si escuchamos el llamado del Señor. Qué peces? Pues los frutos de la vocación
que Dios nos ha dado.
Pero Dónde nos dice Cristo que echemos las redes? No creo que podamos
responder la pregunta mirándonos a nosotros mismos y discutiendo unos con otros.
Igual que se narra en el Evangelio, una vez sentados en la orilla, Cristo nos podrá
preguntar si le amamos. Qué le contestaremos? Si o no? Seguramente nos pregunte
por nuestro amor tantas veces como le hemos negado. Así es la paciencia
de Dios. Siempre espera con paciencia nuestro amor y compromiso.