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ESTRATEGIA DE
ATENCIÓN
ENFERMERA EN NIÑOS
OPERADOS DE
FIMOSIS
Escuela Universitaria de Enfermería “Ntra. Sra. Del Sagrado
Corazón” de Castellón.
Curso 2014/2015
Centro de Salud “Illes Columbretes”
Coordinador y tutor de prácticas: Julián Rosselló Llerena
Alumna: Marina Muñoz Alcaina
INDICE:
1. OBJETIVO E INTRODUCCIÓN……………………………………………………………2
2. DESARROLLO……………………………………………………………………………2-8
•
La patología………………………………………………………………………….2-3
•
Preparación psicológica…………………………………………………………….3-6
•
Tratamiento psicosocial que se le puede prestar al niño hospitalizado……… 6-7
•
Acompañamiento…………………………………………………………………....7-8
3. CONCLUSIÓN……………………………………………………………………………….8
4. BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………………………...9
5. ANEXOS…………………………………………………………………………………....10
1
El objetivo de este trabajo se basa en valorar las necesidades que presentan los
pacientes infantiles hospitalizados por fimosis y para ello panificar, y evaluar
actividades de cuidado que contribuyan a la prevención, promoción y recuperación de
salud de estos y de su familia.
La cirugía pediátrica se fundamenta en la necesidad de aplicar técnicas diagnósticas y
terapéuticas específicas coherentes con el comportamiento fisiológico del organismo
del niño, tanto en condiciones normales como patológicas, sin olvidarnos del campo
psicológico.
Este ensayo se centra en la fimosis, siendo la tercera causa de cirugía en la niñez
(30% del total), de ahí la relevancia de dicha patología. Se realizará un abordaje tanto
del campo fisiológico de la enfermedad, basado en las prácticas terapéuticas que son
la circuncisión y el tratamiento con esteroides tópicos. Por otro lado, destacar el campo
psicológico, dado que es muy importante la preparación psicológica en la cirugía
infantil ya que se va a tratar con pacientes de especial vulnerabilidad, además de que
la hospitalización del niño va a suponer el alejarse de sus cosas personales, teniendo
en cuenta las reacciones más típicas que se pueden desarrollar ante la
hospitalización, como la ansiedad, depresión etc. para ello el personal sanitario debe
de desarrollar ciertas actividades que contribuyan a la recuperación del paciente.
Por último destacar, la influencia que tiene en los niños el estar acompañados por la
familia y amigos en este proceso de recuperación quirúrgica, favoreciendo a una
disminución de la ansiedad y una mejora en la recuperación.
La patología
La fimosis es una patología basada en un estrechamiento del orificio prepucial que no
permite el deslizamiento del prepucio sobre el glande impidiendo su exposición. Afecta
al 10% de los varones entre 7 y 22 años, en la mayoría de los niños no circuncidados
el prepucio empieza a ser retraible a los 3 años, antes de esa edad la fimosis es
fisiológica y su tratamiento es innecesario, a menos que presenten infecciones o
irritaciones frecuentes.
2
Después de los 3 años, la fimosis dificulta la adecuada limpieza del surco balanoprepucial favoreciendo la retención de secreciones, la cuales constituyen un excelente
caldo de cultivo para los gérmenes cutáneos. Debido a la aparición de procesos
infecciosos e inflamatorios al menos la mitad de los pacientes fimóticos no circundados
desarrollan uno o másepisodios de balanopostitis durante su vida, especialmente en la
edad adulta.
Por otro lado, la fimosis puede suponer una dificultad para orinar, siendo evidente la
distensión del prepucio durante la micción (debido a su llenado con orina), y el
posterior vaciado del mismo una vez que finaliza la emisión de orina por la uretra. La
fimosis asociada a una mala higiene condiciona un incremento de la incidencia del
cáncer de pene. Esta patología es casi inexistente en los países donde se practican
circuncisiones religiosas. La circuncisión a menudo se realiza en niños sanos por
razones culturales o religiosas. Por estos motivos son numerosos los pediatras,
cirujanos y urólogos los que recomiendan la circuncisión temprana, pero la necesidad
de anestesia general en niños menores de 8-10 años causa reticencias en los padres.
En los Estados Unidos, la circuncisión de los recién nacidos generalmente se hace
antes de su salida del hospital. Sin embargo, los niños judíos son circuncidados tras 8
días desde el nacimiento, por otro lado en otras partes del mundo como Europa la
circuncisión es poco común en la población. Esta patología constituye la tercera causa
de cirugía en la niñez (30% del total), siendo una de las 10 causas más frecuentes de
ingreso hospitalario pediátrico en España.
La circuncisión es un procedimiento quirúrgico menor con un índice bajo de
complicaciones, pero no está libre de complicaciones, ya que pueden aparecer
hemorragias, edema de meato con dificultad para la micción e incluso retención
urinaria, resección de una cantidad insuficiente de piel y aparición de fimosis
secundaria, resección de piel en cantidad excesiva, infección de la herida y finalmente
dehiscencia de la sutura (González Fernández et al.2001). Debido a estos hechos se
han buscado otras formas de tratamiento no quirúrgicos.
Actualmente en la mayoría de los casos se puede evitar la cirugía ya que el
tratamiento con corticoides presenta la mejor relación costo-eficacia en los sistemas
evaluados hasta el momento. El costo total de una circuncisión es de unos 3.100
dólares, la del tratamiento tópico es de 775 dólares, suponiendo un ahorro del 75%
con un nivel de efectividad superior al 85%. Según Díaz Berrocal et al.(2006) el uso de
corticoides tópicos en el manejo de la fimosis patológica es un tratamiento seguro, con
una buena respuesta y es propuesto como terapia de primera línea.
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Preparación psicológica en la cirugía infantil de fimosis
La infancia es una fase del desarrollo humano de especial vulnerabilidad ante
situaciones traumáticas, ya que sus funciones y capacidades psíquicas no están en
plena evolución y porque el niño tiene menos desarrolladas las capacidades de
afrontamiento.
Se ha comprobado que la prevención y el control de la ansiedad y el estrés ante la
cirugía infantil, en este caso de la cirugía de fimosis, es de gran utilidad, ya que
supone una disminución de dolor, complicaciones posquirúrgicas, de la recuperación
física postoperatoria y del ajuste psicosocial posterior a la intervención. Por otro lado,
el niño no solo se debe enfrentar a sus reacciones de ansiedad y depresión, sino que
también a las de sus padres.
La cirugía infantil se tiene que preparar desde 3 niveles diferentes:
- Medio hospitalario
- Capacitación del niño para la intervención
- Preparación e información a los padres (Méndez X.F, Ortigosa J.M y Pedroche S,
1996).
Hay que tener en cuenta que la hospitalización del niño va a suponer el alejarse de
sus cosas personales, personas (hermanos amigos, compañeros de la escuela), todo
esto agravado por la situación sorpresiva de la enfermedad y la ansiedad que conlleva.
Por otro lado, también está la necesidad de tener que adaptarse a nuevas personas,
horarios, aparatos, nuevas rutinas de baños, comidas, en el caso de que se alargue la
estancia hospitalaria o haya complicaciones posteriores a la intervención quirúrgica.
Aquí cobra vital importancia el personal sanitario, como las/los enfermeras/os y las/los
auxiliares ya que en su trato deben comportase de forma cálida, siendo ellas/os las/los
que conocen, mejor que los médicos, los vaivenes del estado anímico del paciente.
Mantienen con los pacientes un trato más prolongado, que incluye la intimidad del
contacto cotidiano con el paciente y sus necesidades corporales, compartir muchas
horas con él y su familia, y el hecho de ser las primeras personas que son llamadas
ante cualquier dolor o problema.
El estrés quirúrgico, hace que los pacientes tengan reacciones muy variadas. En este
caso, en los niños se pueden dar conductas agresivas, regresivas, depresión,
pasividad e inexpresividad.
4
Es importante que ante este tipo de situaciones el personal sanitario tenga una
conducta profesional adecuada y así conocer y solucionar los procesos psíquicos que
afectan al paciente.
El apoyo del grupo familiar en su interacción con el niño hospitalizado con cirugía de
fimosis o con cualquier otra patología puede favorecer mucho su recuperación. Es
necesario otorgar a la familia el grado de participación que le corresponde en el
proceso quirúrgico, pero a la vez corregir los modos de interacción personal y de
adaptación al estrés que suelen provocar.
Durante el tiempo en el que el niño está hospitalizado ya sea en el periodo
preoperatorio, quirúrgico o postoperatorio, los padres desempeñan un doble papel en
la hospitalización, funcionando como figuras de apoyo y como modelos que los hijos
imitan. En ese caso, el comportamiento de los padres con conductas paternas
adecuadas contribuye un referente para los niños para mejorar su bienestar
psicológico.
La respuesta inmediata de cualquier niño a una enfermedad, lesión y hospitalización
puede variar según los órganos afectados y sus correspondientes repercusiones
físicas, psicológicas y sociales. Entre las reacciones más típicas ante la hospitalización
del niño se encuentran:
1. La regresión: Es frecuente que el niño exhiba conductas propias de una edad
menor a la que en realidad se encuentra: enuresis, alteraciones del lenguaje,
trastornos de la alimentación, problemas de la disciplina, cuando ya se habían
superado estas etapas.
2. Depresión: Generalmente debido a la restricción en el ambiente hospitalario.
Se suelen producir trastornos físicos y depresivos: cambios en la conducta
motora,
trastornos
digestivos
(rechazo
de
los
alimentos,
diarrea
infantil),trastornos del sueño, etc.
3. Ansiedad, nerviosismo e inquietud: Esta es la respuesta más común del niño
ante la enfermedad y la hospitalización, normalmente provocada: o por los
conflictos psicológicos que se producen en el niño, consecuencias de la
inadecuada comprensión del significado de su enfermedad; o por los estados
5
de indefensión y desesperanza que conducen a una baja autoestima. También
se pueden producir algunos problemas fisiológicos como taquicardias,
palpitaciones, diarrea, vómitos, sudoración, sensaciones de frío y calor,
cefaleas, disfonías, alteraciones del sueño, etc.
4. Pueden aparecer reacciones como: malestar, dolor, ira, agresividad e
irritabilidad,
aumento del comportamiento estereotipado de naturaleza
compulsiva o ritualista, aparición de miedos o fobias y sentimientos de
culpabilidad e inseguridad, cambios en la imagen corporal, temores evocados
de pérdida de autocontrol, apatía, actitudes de rechazo, etc.
Tratamiento psicosocial que se le puede prestar al niño hospitalizado.
Para lograr la integración del paciente y familia en la unidad de enfermería se ha de
recuperar su bienestar físico, psíquico y social, con un trato personalizado y humano,
reduciendo la ansiedad del niño y la familia, proporcionándole seguridad y ambiente
terapéutico. Proporcionaremos la información necesaria en base a la detección de los
problemas y necesidades del paciente para la planificación de los cuidados de
enfermería.
La hospitalización infantil se caracteriza como una situación de las más estresantes
para niños de corta edad ya que se manifiestan alteraciones emocionales y
comportamientos negativos hacia los cuidados, la curación, los profesionales o los
padres. (Méndez X.F, Ortigosa J.M y Pedroche S, 1996).
Hay diferentes técnicas de modificación de conducta aplicadas en este ámbito:
- Relajación y respiración: incluye técnicas de respiración profunda y relajación
muscular.
- Imaginación/Distracción: Las estrategias distractoras y de imaginación de escenas
placenteras se usan a menudo en combinación con la relajación muscular y la
respiración.
- Inoculación del estrés: sobre todo para padres de niños hospitalizados.
- Control de estímulos: permiten disminuir la activación vegetativa excesiva, eliminar
respuestas motoras inadecuadas como las pataletas y desarrollar conductas de
colaboración con el personal sanitario.
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- Autoverbalizaciones/autoinstrucciones: analizar las exigencias de la situación y el
repertorio del niño en cuanto al diálogo interno o autoverbalizaciones que emplea de
forma espontánea destacando la conveniencia de que el procedimiento sea flexible e
individualizado. Posteriormente se explica con un lenguaje adaptado a su edad los
motivos y el método de entrenamiento que se va a llevar cabo. Para medir el dolor en
los niños usaremos las escalas de caras para valoración del dolor de Wong Baker en
niños de 4-8 años(Anexo 1).
Gracias estas numerosas técnicas, se puede llegar a remediar o facilitar al niño su
ingreso en el hospital para que no le resulte un proceso traumático, sino más bien,
pueda desarrollar actitudes positivas y controlar sus miedos durante su estancia
hospitalaria.
Acompañamiento
La hospitalización genera en el niño una adaptación al nuevo entorno que siempre
conlleva a un estrés, este estrés es debido a la separación que padece de sus padres,
familiares, amigos, dolor de su propia enfermedad e incluso de la preocupación de los
propios padres.
Pero los protagonistas a la hora de cuidar a estos enfermos son los padres ya que son
los responsables de sus cuidados rutinarios, comer, bañarse, divertirlos…, por ello
aunque se esté hospitalizado todavía se debe intentar mantener los lazos entre los
padres y los hijos. Según Guerrero y Gamboa en Astudillo Araya, et. al. (2012) los
padres deben actuar de forma más activa en el proceso de hospitalización ya que
influye en el proceso psicosocial y cognitivo del niño, acelerando su recuperación
hospitalaria, también Roberts afirma que los padres durante el proceso de
hospitalización disminuyen el llanto, el sueño de sus hijos y fomentan la estimulación.
En caso contrario los niños se observan tristes y estresados.
Para lograr que estos pacientes no se sientan del todo solos se han ideado muchas
estrategias como la creada en Chile con el Programa “Hospital Amigo” en el que el
acompañamiento familiar lo reciben todos los usuarios pediátricos de 28 días a 15
años de parte de sus padres, un familiar y/o tutor; estos acompañantes tienen algunos
privilegios dentro del hospital pero también tienen que ser identificados por las
enfermeras de turno, con esto se consigue un acompañamiento periódico, ordenado y
prolongado durante toda la hospitalización.
El estudio de Alfaro y Atria revela que el desarrollo socioemocional del niño permite un
mayor grado de resiliencia frente al proceso de hospitalización y un mal ambiente
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hospitalario influye negativamente en este proceso. Por lo tanto otro punto
fundamental en el proceso hospitalario es su recreación sobre todo si sus propios
familiares son los que llevan a cabo las actividades; proporcionándole juegos,
ordenadores, libros… con esto además se consigue una mayor valoración de la
hospitalización y según Clatworthy (Astudillo Araya, et. al. 2012) es una herramienta
de medición de la ansiedad.
Según un estudio en el Centro de Costo Indiferenciado del Niño y la Niña(CCINN) de
los Ángeles el 92,3% de los acompañantes presentaron un perfil en el que estaban
interesados en entender la situación actual del niño/a 11 durante su hospitalización y
enfermedad y cómo influye en su vida, y también favorecían la expresión de
sentimientos por parte del usuario pediátrico, intentaban ser parte de ciertas
actividades propias de la hospitalización y además de favorecían la creencia en él.
Mientras que el 7,7 presentaban un interés disminuido en la experiencia vivida por el
niño. (Astudillo Araya, A. et. al. 2012)
Conclusión
Como se ha comentado, se aborda la fimosis, una patología asociada a los niños
menores de edad, pero también está el hecho de que esta patología podría prevenirse
teniendo en cuenta las tradiciones culturales de algunas poblaciones en los que la
práctica de la circuncisión se realiza al nacer el niño, evitando así que se vea expuesto
más adelante a ser intervenido quirúrgicamente.
También se ha demostrado a lo largo del trabajo, que hay ciertos tratamientos como el
uso de esteroides tópicos muy usados en la actualidad, que funcionan perfectamente
ante este tipo de patologías y que a su vez, presentan la mejor relación costo-eficacia
en relación a un tratamiento quirúrgico que puede llegar a afectar al niño.
Por otro lado, se ha visto que la intervención quirúrgica de un niño con fimosis puede
llevar a éste, a expresar sentimientos de ansiedad, estrés, miedo, ira, que el personal
sanitario puede remediar si se utilizan los recursos adecuados, unos buenos cuidados,
técnicas de distracción, escucha activa, etc. para que así, el niño pueda desarrollar
actitudes positivas y controlar sus miedos durante su estancia hospitalaria.
Finalmente y no menos importante, también se puede preparar esta intervención con
la ayuda y cuidado de los padres y su familia, cuyos comportamientos influirán en los
niños de manera positiva en la mayoría de los casos, si se tienen conductas paternas
adecuadas, ya que contribuirían a ser un referente para que los niños puedan mejorar
su bienestar psicológico, físico y social al expresar satisfactoriamente hacia ellos
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cualquier tipo de sentimiento, que pueda estar perjudicando al niño a la hora de ser
intervenido quirúrgicamente pudiendo significar una gran diferencia a la hora de la
plena recuperación del niño.
BIBLIOGRAFÍA:
Astudillo Araya, A. et. al. (2012) “Acompañamiento familiar en la hospitalización del
usuario pediátrico de 6 a 12 años” Scielo: Ciencia y enfermería XVIII [En línea].
Disponible en: http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0717-95532012000100007&script
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Enfermería
en
Urología.
Disponible
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http://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2515101.pdf. Consultado el 19.02.2014
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Disponible
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http://publicaciones.san.gva.es/publicaciones/documentos/V.5277-
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infantil en Revista Pediatría de Atención Primaria. Volumen III. Número 9. Enero/marzo
2001. Disponible en: http://pap.es/files/1116-140-pdf/144.pdf. Consultado 23.02.2014
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http://www.jano.es/ficheros/sumarios/1/68/1553/41/1v68n 1553a13072240pdf001.pdf.
Consultado el 22.02.2014
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Anexo 1: Escala de caras de Wong – Baker.
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