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¿Debería tratarse la
"Prehipertensión"?
Sociedad Mexicana para el Estudio
de la Hipertensión Arterial
Sociedad Mexicana de Hipertensión
Dr. Angel F. González Caamaño
Miembro de la Sociedad Mexicana para el Estudio de la Hipertensión
Miembro del Consejo Mexicano de Hipertensión
Miembro de la Sociedad Mexicana de Hipertensión
Miembro de la Sociedad Interamericana de Hipertensión
Miembro de la Sociedad Internacional de Hipertensión
Miembro de la Sociedad Mexicana de Cardiología
Miembro del American College of Cardiology
Miembro del American Heart Association
Miembro del Consejo Mexicano de Aterosclerosis
Miembro de la Academia Nacional de Educación Médica
Profesor Titular Facultad de Medicina UNAM
Editor en Jefe de la revista "Lancet" México
¿Debería tratarse la "Prehipertensión"?
Introducción
En E.U.A., 2003 fue sin lugar a dudas el mejor
año para la hipertensión. El estudio con mayor población y más importante de PA jamás realizado
en Estados Unidos de Norteamérica había concluido y reportado con bombos y platillos. Las conclusiones del Estudio Antihipertensivo y Reducción de Lípidos para prevenir Infarto del Miocardio (ALLHAT) fueron rápidamente incorporadas al
nuevo conjunto de normas nacionales de E.U.A.
(el Séptimo Reporte del Comité Nacional Conjunto sobre Prevención, Detección, Evaluación y Tratamiento de la Hipertensión, JNC 7 (Joint National
Committee on Prevention, Detection, Evaluation &
Treatment of High Bood Pressure)), que fue publicado como una 'edición Express' y en forma completa. También se publicaron otras normas nacionales e internacionales en 2003, cuya mayoría proporcionó recomendaciones algo similares a las
del JNC 7. Sin embargo, desde entonces se han
acumulado algunos nuevos datos, particularmente del Estudio Angloescandinavo de Morbilidad
Cardiaca (ASCOT), que han generado nuevas normas en Inglaterra y han surgido controversias
acerca de muchos de los 'hechos fundamentales'
antiguos acerca de la hipertensión.
Numeros hipertensólogos piensan que éstos
han sacudido las enseñanzas tradicionales acerca
de la hipertensión casi tanto como el cambio de PA
diastólica a sistólica como el determinante más importante de resultados que ocurrió cerca de 19992000. Otros los consideran como el 'flujo y reflujo'
usual y habitual del diálogo y debate científicos
que tendrán al final como resultado consenso y verdad. Este fasciculo intenta revisar siete de las controversias más polémicas en hipertensión en 2007.
El JNC 71-4 combinó las clasificaciones previas
de 'PA normal' (120-129/80-84 mmHg en JNC 6) y
'PA alta - normal' (130-139/85-89 mmHg) y dio un
nuevo nombre a la nueva categoría 'prehipertensión'. Muchos consideran que las personas con valores de PA en este rango ahora tienen una 'etiqueta de enfermedad', que pueden pagargastos más
altos de seguro, que incurrirán en mayor estrés y
mayor preocupación por esto, obtendrán poco de
la nueva clasificación. El nuevo diagnóstico agregó
69 millones más de estadounidenses a los 72 millones estimados con hipertensión, de los cuales todos ahora necesitan monitorear sus PAs regularmente. Datos recientes muestran que la prevalencia de 'prehipertensión' en E.U.A. es casi 31 % entre los adultos (es decir, más alta que la prevalencia
de hipertensión de entre los adultos, que fue 29%).
Varios estudios muestran un verdadero incremento en el riesgo cardiovascular para las personas con prehipertensión, así como un incremento
en la prevalencia de otros factores de riesgo cardiovasculares, especialmente dislipemia y sobrepeso/obesidad. El Estudio de Prevención de Hipertensión (TRial Of Prevention of Hypertension,
TROPHY) mostró que era posible retardar la progresión de PA de 'prehipertensión' a hipertensión
manifiesta, y con lo cuál reducir los eventos cardiovasculares, pero es poco probable que este estudio tenga como resultado una indicación de la
FDA para el uso de candersartán para retardar el
inicio de la hipertensión. Los primeros datos que
indicaron que la restricción de sodio evita eventos
cardiovasculares en el largo plazo 22 corroboran
la recomendación actual para tratar la prehipertensión con modificaciones en el estilo de vida.
El término de “prehipertensión” no se utiliza para
definir una enfermedad sino para identificar a las
personas cuya presión arterial las coloca en un riesgo considerable de enfermedad cardiovascular
prematura, pero que no necesitan tratamientos
preventivos.
1
Como se demostró en un estudio cohorte de seguimiento a largo plazo en pacientes con presión
arterial en el rango “prehipertensivo”, en el Estudio
del Corazón de Framingham, existe un riesgo de
complicaciones cardiovasculares de 2 a 3 veces
mayor en comparación con aquellas que tienen niveles de presión arterial óptimos, por ejemplo,
120/80 mmHg o menos.
Anteriormente, los niveles de la presión arterial
sistólica entre 120 y 129 mmHg eran clasificados
como “normales”, y los niveles entre 130 y 139 para la presión sistólica, o de 85 a 89 mmHg para la
diastólica, eran clasificados como “normales elevados” o limítrofes. La incorporación de las clasificaciones “normal” y “normal-elevada” en el concepto de “prehipertensión” se basa en tres hechos:
• La presión arterial tiende a aumentar con el paso del tiempo, por lo que es más probable que las
personas que tienen niveles de presión más elevados que el óptimo (por ejemplo arriba de 120/80
mmHg) presenten una hipertensión establecida,
definida como presión arterial de 140/90 mmHg o
superior.5
• Las personas que se encuentran en los grupos
de la clasificación del estudio cohorte de Framingham, “normal” y “normal elevada”, a las que se les
dio un seguimiento durante 12 años, tuvieron un índice mucho mayor de complicaciones cardiovasculares que el de las personas con una presión arterial menor a 120/80 mmHg.6
• Más allá de estos datos limitados, existen estudios basados en la observación de más de un millón de individuos que viven en grandes ciudades
(¿entorno hostil?) que han presentado un incremento progresivo lineal en la mortalidad debido a
ataques al corazón y accidente vascular cerebral,
por presiones arteriales tan bajas como de 115/75
mmHg.7
2
No hay una diferencia bien definida entre la presión arterial “normal” y la “hipertensión”. En las personas que viven en las grandes ciudades, el riesgo
de complicaciones cardiovasculares (ataque al corazón y accidente vascular cerebral) se eleva en forma progresiva desde la presión normal a la prehipertensiva, hasta llegar a la hipertensión. Como se
puede ver en el informe de Lewington y cols.7 el
riesgo de ataque al corazón y de accidente vascular cerebral se duplica cuando la presión arterial aumenta 20 mmHg en la presión sistólica y 10 mmHg
en la presión diastólica. En consecuencia, un nivel
de 135/85 mmHg (actualmente definido como
“prehipertensión”) se asocia con un incremento
del riesgo de ataque al corazón o de accidente vascular cerebral dos veces mayor.
Es arriesgado denominar a los niveles de presión arterial como “normales” o “normales elevados” cuando están asociados con un aumento de
la enfermedad cardiovascular. Es probable que las
personas cuya presión arterial fue clasificada como “normal” o “normal elevada” acepten menos la
necesidad de cambios en el estilo de vida para reducir el riesgo cardiovascular. El término nuevo de
“prehipertensión” se introdujo para impulsar a los
médicos a identificar a las personas que presentan
un riesgo de enfermedad cardiovascular y para motivar a los pacientes a realizar los cambios convenientes en su estilo de vida.
La evidencia directa del riesgo mayor de enfermedad en personas con prehipertensión crece rápidamente. Además de las observaciones directas
por Sipahi y cols., otros han publicado datos sobre
una remisión del flujo coronario reducido y evidencia temprana de retinopatía hipertensiva en personas con prehipertensión.
La pregunta para el futuro es qué debemos hacer con los 15 millones de mexicanos y los muchos
más millones más que son prehipertensos. Julius
y cols., comprobaron el principio de que reducir la
PA detendría en gran parte su progresión a hipertensión manifiesta. Ese principio fue comprobado
con un fármaco, candesartán, un miembro de la familia de antagonistas del receptor de la angiotensina (ARA II). Pese a que los ARA II son los fármacos
antihipertensivos con menos efectos colaterales
ahora disponibles, algunos continúan bajo patente, por lo que son caros, sin embargo actualmente
el 90% ha perdido la patente por lo que serán baratos.
De esta forma, la llamada para modificaciones
en el estilo de vida es más fuerte. A pesar de la probabilidad de que los cambios en el estilo de vida retardan la progresión de prehipertensión, la posibilidad de utilizarlos amplia y eficazmente es muy baja. Esa probabilidad puede aumentar sólo mediante cambios sociales en la actividad física y dieta,
cambios que probablemente sólo provengan de acciones legales, como restricciones en el consumo
de sal y tabaco. Considerando la cantidad de dinero con que contribuyen
los principales procesadores de alimentos a las
políticas nacionales las acciones gubernamentales
parecen muy poco probables.
¿Qué se debe hacer cuando un
paciente es "prehipertenso"?
Primero, se debe tomar la presión arterial en repetidas ocasiones, de preferencia fuera del consultorio médico, con el fin de establecer el rango
usual de la misma en varias circunstancias. Se debe evitar clasificar la presión arterial de las personas con una o dos tomas solamente. Con mucha
frecuencia, los pacientes son diagnosticados como hipertensos con la lectura de una o dos tomas
que se obtuvieron en el consultorio médico.
Como se ha visto claramente en los últimos 20
años, de 20 a 30% de los pacientes con varias lecturas de presión arterial elevada en el consultorio
(muchas más de las que se obtienen regularmente)
tiene lecturas normales fuera del consultorio cuando se la miden con aparatos que se pueden utilizar
en el hogar o por medio del monitoreo ambulatorio. En 10 años de seguimiento aproximadamente,
no se ha documentado que este tipo de hipertensión, de “bata blanca”, esté asociada a un riesgo
cardiovascular elevado. Por lo tanto, se deben tomar precauciones para evitar hacer un diagnóstico
equivocado por no contar con los datos correctos.
Ocurre que en muchos pacientes, cuando se les
diagnostica hipertensión (llamada por primera
vez, en 1972, a nivel internacional por el Dr.
Ángel F. González Caamaño “el asesino silencioso”) sólo presentan síntomas psicosomáticos
en forma natural. Por ejemplo, 20% de gran número de pacientes interrogados antes que se les diera un diagnóstico de hipertensión tuvieron dolores de cabeza. Después de seis meses de haber sido diagnosticados, sin existir algún cambio en
los niveles de la presión arterial o en el uso de medicamentos antihipertensores, el predominio
del dolor de cabeza había aumentado en 70%.
Los médicos deben estar conscientes de que el
diagnóstico de la hipertensión en sí mismo puede
llevar a un aumento de síntomas psicosomáticos,
por lo que la presencia de presión elevada se debe
comprobar antes de que se adjudique la clasificación de “hipertenso” al individuo.
No sólo se pueden presentar dolores de cabeza,
sino también fatiga, mareos, palpitaciones, dolor
atípico en el pecho, y otros síntomas, debido a la
preocupación derivada del diagnóstico de hipertensión. Obviamente, si el paciente por lo general
tiene la presión arterial elevada se le debería hacer
un diagnóstico y tranquilizarlo para que, con el tratamiento adecuado, se pueda evitar el riesgo cardiovascular asociado con la hipertensión.
Segundo, se debe realizar una valoración del
riesgo cardiovascular global. Esto incluye el conocimiento sobre los hábitos de fumar del paciente,
el estrés durante el día, consumo de alcohol e historia familiar de enfermedad cardiovascular; índice de masa corporal, análisis de orina (incluyendo
la medición de la microalbuminuria), química sanguínea (incluyendo medición de potasio, creatinina y glucosa), un perfil de lípidos (que incluya lipoproteínas de baja y alta densidad del colesterol) y
un electrocardiograma.
Tercero, se debe entregar al paciente un programa (folleto) del riesgo cardiovascular global. La mayor parte de los programas impresos y computari3
zados están basados en la información de Framingham, pero los cálculos estimados más importantes también están disponibles para las poblaciones europeas.8 En el transcurso de los años no
ha existido una vacuna contra la hipertensión. Generalmente, este padecimiento forma parte del síndrome metabólico de obesidad abdominal, de dislipidemia y de intolerancia a la glucosa. Los pacientes deben ser evaluados debido a todos estos
factores de riesgo, además del tabaco, alcoholismo y la hipertrofia ventricular izquierda por medio
de un electrocardiograma y una microalbuminuria.
Cuarto, se debe dar una explicación detallada al
paciente sobre la necesidad de realizar cambios en
el estilo de vida, así como ofrecerle programas o libros específicos que le ayuden a lograr este objetivo, por ejemplo: reemplazo de la nicotina, menos
estrés y aumento del ejercicio físico, dieta baja en
calorías, etcétera.
Quinto, los pacientes deben ser vigilados cuidadosamente, por lo general por personal auxiliar,
con el fin de incitarlos a hacer los cambios adecuados en el estilo de vida. Este hecho requiere una
gran cantidad de tiempo y esfuerzo por parte del
médico. A menudo, el personal auxiliar, que incluye a las enfermeras y a los nutriólogos, puede hacer un mejor trabajo a la hora de dar seguimiento y
motivar a los pacientes; sin embargo, el médico debe estar involucrado para enfatizar la importancia
de dichos cambios.
¿A que tipo de pacientes
prehipertensos se les debe prescribir
medicamentos prehipertensivos?
Se debe prescribir medicamentos prehipertensores a pacientes con diabetes o daño renal si la
presión arterial está por encima de 130/80 mmHg.
También debería considerarse a los pacientes con
lesión en un órgano blanco, como la enfermedad
coronaria activa, ataques isquémicos transitorios
o hipertrofia ventricular izquierda detectada en un
electrocardiograma.
4
No existen datos sobre los resultados del uso de
fármacos prehipertensores en pacientes con presión arterial menor a 130/80 mmHg, los cuales tienen un riesgo relativamente menor de enfermedad
cardiovascular. Se está llevando a cabo por lo menos un estudio bajo control 9 para ver si el tratamiento activo con fármacos (en este caso, con un
antagonista del receptor de la angiotensina II) puede evitar o al menos retrasar la progresión de la presión arterial en un grupo de pacientes con presión
arterial “normal elevada”. Por ejemplo: de 130/85
mmHg a 139/89 mmHg. Este estudio evalúa la morbilidad o la mortalidad, por lo que puede pasar algún tiempo para que haya resultados consistentes
disponibles.
Hay una necesidad imperiosa de estudios de esta naturaleza. Son costosos porque con estos pacientes de bajo riesgo se necesita un grupo grande
de personas a las que se les dé seguimiento por un
periodo largo, las cuales van a mostrar una serie de
complicaciones que documentarán la necesidad
de un tratamiento más intensivo, como los medicamentos prehipertensores. Se han necesitado
más de 20 años para tener suficientes datos de resultados clínicos que prueben el valor del tratamiento activo de la hipertensión “leve” (estadio 1),
determinada con niveles entre 140/90 mmHg y
160/100 mmHg.
El costo para documentar el valor del tratamiento activo de personas con niveles de presión arterial aún menores puede ser tan grande, que el punto relevante sustituto de la prevención de un incremento de la presión arterial por arriba de 140/90
mmHg tendría que ser aceptado como evidencia
para el valor de dicho tratamiento.
¿Pueden los pacientes considerados
sanos anteriormente desarrollar
un nivel de enfermedad?
Existe una línea delgada entre, por un lado, el hecho de concienciar a los pacientes sobre su mayor
situación de riesgo con el objeto de lograr una motivación para modificar los hábitos de vida no saludables y, por el otro, provocar ansiedad innecesaria a los pacientes con bajo riesgo cardiovascular
por adjudicarles la clasificación de “prehipertensos”. No obstante, la tendencia es concienciar al paciente, ya que se necesita una motivación adicional
en vista de la actual epidemia del síndrome metabólico como consecuencia del aumento de peso y
de la inactividad física10. No vacilemos en decirle a
un fumador que deje de fumar, o a una persona
que toma alcohol en exceso, que tome con moderación, incluso cuando aparentan gozar de buena
salud.
La clasificación debería aplicarse cuidadosamente y se debería aconsejar para ayudar al paciente a modificar sus hábitos no saludables y posiblemente el cambio de ciudad. 11 El miedo no es
una estrategia útil, por lo que la clasificación de
prehipertenso no debería utilizarse como castigo o
tortura, sino como una advertencia.
¿Se predice que continuará la
tendencia al tratamiento temprano
para reducir el riesgo cardiovascular?
Por supuesto. No podemos simplemente ver cómo los pacientes tienen ataques al corazón y accidente vascular cerebral cuando sabemos que el tratamiento oportuno puede prevenir las consecuencias de la progresión de los factores de riesgo. Quizás, la analogía del tabaco es la más apropiada.
Actualmente sabemos que no existe un nivel de
consumo de tabaco seguro y que incluso la exposición al humo del cigarro de otras personas puede
tener efectos perjudiciales. Tenemos que hablar
con cada persona sobre el problema del tabaco,
porque la disminución del índice de su consumo
sólo proviene de poblaciones que realmente hacen algo al respecto.
Debemos preocuparnos de
los siguientes asuntos:
insistir en la protección de los niños,
evitando los ambientes
“tóxicos” y estresantes que
frecuentan tanto en la actualidad,
y motivar a la población para que
lleve un estilo de vida más sano.
Al mismo tiempo, se debería identificar
y tratar adecuadamente al paciente con
prehipertensión.
Referencias
Blibliográficas
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Detection, Evaluation, and Treatment of High Blood Pressure: the JNC
7 Report. JAMA 2003; 289: 2560-72.
2. Chobanian AV, Bakris GL, Black HR, Cushman WC, Creen LA, Izzo JL
Jr, Jones DW, Materson BJ, Oparil S, Wright JT Jr, Roccella EJ; National
Heart, Lung, and Blood Institute Joint National Committee on Prevention, Detection, Evaluation, and Treatment of High Blood Pressure. National High Blood Pressure Education Program Coordinating Committee. Seventh Report of the Joint National Committee on Prevention, Detection, Evaluation and Treatment of High Blood Pressure. National
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6. Age-specifi c relevance of usual blood pressure to vascular mortality: a
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7. Lewington S, Clarke R, Qizilbash N, et al. Age-specific relevance of
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10. González Caamaño AF. El Manejo Integral del Paciente Hipertenso.
McGraw Hill. 2010
11. González Caamaño AF. Factores de Riesgo Cardiometabolico. McGraw
Hill. 2011 en prensa
5
NÚMERO DE REGISTRO PÚBLICO DEL
DERECHO DE AUTOR: 03-2011-052309544300-01
Autor y editor Dr. Angel F. González Caamaño