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MEDIAEVALIA AMERICANA
REVISTA DE LA RED LATINOAMERICANA DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Año 2, N. 1, junio 2015, pp. 233-236. ISSN 2422-6599
STEN EBBESEN, DAVID BLOCH, JAKOB LETH FINK, HEINE HANSEN,
ANA MARÍA MORA-MÁRQUEZ, History of Philosophy in Reverse. Reading
Aristotle through the Lenses of Scholars from the Twelfth to the Sixteenth
Centuries, Copenhague, The Royal Danish Academy of Sciences and Letters,
2014, 220 p.
Que los textos de Aristóteles se encuentran en el corazón de las disputas
universitarias tardo-medievales no es una novedad. Sin embargo, y acaso como
consecuencia de la hiperespecialización de las disciplinas académicas en la
actualidad, los investigadores abocados al estudio del corpus aristotélico suelen
mirar con desconfianza al Aristóteles “neoplatonizado” (y atravesado por las
tradiciones cristiana, judía y musulmana) de los comentadores medievales, a la vez
que los medievalistas concentran su atención en esas lecturas “funcionales” de
Aristóteles antes que en un pretendido pensamiento “original”, sepultado bajo capas
milenarias de innumerables comentarios.
Fruto de una investigación coordinada por Sten Ebbesen y realizada en el Centre
for the Aristotelian Tradition del SAXO-Institute de Copenhagen, el presente
volumen ofrece un estimulante punto de vista que conecta universos aparentemente
desligados. Respecto de los estudios aristotélicos, los autores ofrecen un
documentado estado de la cuestión, que da cuenta de las más recientes publicaciones
y líneas de investigación de la obra de Aristóteles, de sumo interés para quienes,
dedicados al estudio de la filosofía medieval, no están necesariamente al tanto de los
últimos aportes en las investigaciones dedicadas a la obra del Estagirita. A su vez, la
descripción de la metodología del aristotelismo universitario medieval, ilustrada
mediante el recurso a numerosas fuentes de magistri artium (especialmente de la
Universidad de París entre los siglos XIII y XIV), funciona alternativamente como
contraste o complemento de las discusiones actuales acerca de la obra de Aristóteles.
Precisamente, el interés declarado de esta “historia de la filosofía en reversa”
consiste en considerar la universidad medieval como ámbito privilegiado de acceso
a la obra de Aristóteles, a partir de dos premisas principales: de un lado, la
familiaridad de los comentadores con la totalidad del corpus aristotélico, en la
medida en que el curriculum de la facultad de artes estaba vertebrado alrededor de la
obra del Estagirita (a diferencia de la hiperespecialización actual, en la que los
investigadores pueden dedicarse a un aspecto o incluso a una obra o sección de una
obra); del otro, la mayor similitud que, en comparación con el universo académico
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actual, presenta el contexto universitario medieval, eminentemente oral y
disputativo, con el ambiente en el que Aristóteles produjo su obra.
Así, a los capítulos introductorios, dedicados respectivamente a la actualidad de
los estudios aristotélicos (parte 1) y a la contextualización de los comentarios
medievales (parte 2), le siguen cinco estudios de problemas puntuales de exégesis
aristotélica (parte 3), en los que las discusiones medievales ofrecen distinciones o
puntos de vista que contribuyen a –y en algunos casos incluso preanuncian– los
debates actuales acerca del sentido y alcance de ciertos pasajes especialmente
problemáticos en la obra de Aristóteles.
El posible cargo de anacronismo es conjurado en las primeras secciones, en
donde son puestas de manifiesto las divergencias entre el tipo de trabajo exegético
medieval y contemporáneo respecto de la obra de Aristóteles. Que los textos
aristotélicos no son estudiados hoy como lo eran en la Edad Media es ciertamente
una obviedad, pero no lo es tanto en qué consiste, exactamente, esa diferencia.
Según los autores, los principales contrastes son dos: (a) mientras que los
comentaristas actuales se proponen comprender el corpus aristotélico como una
totalidad internamente coherente, sus pares medievales no se contentaban con la
coherencia interna del sistema, sino que aspiraban a un todo que, además de
consistente, resultara verdadero; (b) los estudios actuales proceden a partir de una
serie de problemas “heredados”, en el sentido de que la comunidad académica
acepta determinados problemas como válidos, mientras que descarta otros. Por su
parte, los comentadores medievales realizan un tipo de exégesis del texto aristotélico
en el que la búsqueda de nuevos problemas es casi tan importante como la
resolución de aquellos ya consagrados por la tradición.
Los capítulos centrales, dedicados a cinco “estudios de caso”, constituyen el
principal aporte del volumen, en la medida en que ofrecen un trabajo pormenorizado
con las fuentes respecto de cinco problemas particulares, tanto en las discusiones
medievales cuanto en las polémicas actuales: (i) el contexto disputativo de las
escuelas filosóficas tal como son presentadas en Refutaciones sofísticas 12 (172b2931); (ii) la posibilidad de una superposición categorial en Categorías 8 (11a20-38);
(iii) la relación de De interpretatione respecto del resto del Organon; (iv) las
nociones de “certeza” y “precisión” aplicadas a las ciencias en Analíticos posteriores
I, 27 (87a31-33); (v) la univocidad del ente en Metafísica IV, 2 (1003a33-b1). Lo
que emerge del análisis de cada uno de estos estudios es que, lejos de una mera
repetición de la obra aristotélica, los diversos artistae desarrollaban esquemas a la
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vez complejos y originales para dar cuenta de lo que se percibía como problemas al
interior del corpus aristotélico.
Tómese, por caso, el estudio dedicado al De interpretatione (parte 3, cap. 3, pp.
131-147). Según una larga tradición, la organización interna de los tratados del
Organon se mueve de lo simple a lo complejo: del estudio de los términos
(Categorías) a las proposiciones (De interpretatione) hasta los silogismos (Primeros
analíticos). Luego seguiría el estudio del silogismo demostrativo (Analíticos
posteriores), el silogismo dialéctico (Tópicos) y finalmente aquellos argumentos que
parecen silogismos pero no lo son (Refutaciones sofísticas). Algunos analistas
modernos, como Barnes o Whitaker, cuestionaron este enfoque “formal” del
Organon, un movimiento que ya había sido ensayado, de diverso modo, por
comentadores medievales como Nicolás de París y Radulfo Brito.
Según Nicolás de París, el objeto del De interpretatione es la aserción, definida
como verum apprehensum, en el sentido de acto de aprehensión que precede al
juicio (verum notum). A su vez, este verum notum se divide en dos especies (notitia
completa / incompleta, que distingue las proposiciones demostrativas de las
dialécticas), divididas a su vez en otras dos subespecies (per se / per aliud, que
distingue a premisas de conclusiones). Así pues, el De interpretatione funciona
como introducción a los Analíticos posteriores y los Tópicos, en la medida en que
analiza las aserciones susceptibles de funcionar como premisas o conclusiones en
argumentaciones demostrativas o dialécticas.
Radulfo Brito, por su parte, propone una organización de la lógica totalmente
diversa. El objeto de estudio del Organon, según el maestro bretón, es el silogismo,
y cada uno de los tratados lo abordan en relación a una de sus partes o especies. Los
Primeros analíticos lo abordan según la forma (per se et absolute). Otros tres
tratados lo abordan según la materia (secundum esse in partibus subjectivis), a saber:
Analíticos posteriores (de materia necessaria), Tópicos (de materia probabile) y
Refutaciones sofísticas (de materia aparente). Finalmente, otros dos tratados
estudian las partes constitutivas del silogismo (secundum esse in partibus
integralibus): De interpretatione estudia las aserciones, potencialmente capaces de
funcionar como premisas o conclusiones de los silogismos (in partibus propinquas),
mientras que Categorías estudia los dicibilia, potencialmente capaces de funcionar
como términos de un silogismo (in partibus remotas).
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Así, a pesar de las diferencias en sus respectivos abordajes, ni Radulfo Brito ni
Nicolás de París adhieren al enfoque “formal” de los tratados del Organon. El De
interpretatione no funciona como introducción a los Primeros analíticos: su interés
por la aserción no está guiado por una necesidad formal, sino por una preocupación
por el contexto en el que será utilizada. Dicho de otro modo: para comentadores
medievales como Nicolás de París o Radulfo Brito, el principal interés de Aristóteles
en sus tratados lógicos está dirigido no a una consideración in abstracto de las
premisas y conclusiones de un silogismo, sino a su efectiva utilización en un
contexto disputativo. Para los autores del presente estudio, la perspectiva adelantada
por los comentadores medievales merece ser tenida en cuenta como un enfoque
particularmente valioso a las discusiones actuales acerca de la obra de Aristóteles.
Desde ya, y como en todo volumen colectivo, por momentos puede advertirse
una cierta falta de homogeneidad. Por caso, el apéndice, dedicado a la valoración e
influencia de Aristóteles en ciertos pensadores contemporáneos, puede resultar
excesivamente breve y poco desarrollado en comparación con los capítulos
centrales. Sea de ello lo que fuere, el trabajo logra con creces su objetivo: poner de
relieve la riqueza y originalidad de los aportes medievales en la persistente tradición
de los estudios aristotélicos.
Gustavo Fernández Walker
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