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Coma hiperosmolar Dra. Carmen Remuñán Boue1 y Dr. Jorge Luis Álvarez Rodríguez2 Resumen Se presentó una revisión concisa y actualizada de la emergencia diabética de mayor mortalidad, el coma hiperosmolar no cetósico, se resaltaron los elementos a tener en cuenta en su definición y los aspectos clínicos fundamentales. Se enumeraron los factores de riesgo que contribuyen a su mal pronóstico, las complicaciones más frecuentemente presentadas y la fisiopatología de este estado. Se insistió en la importancia de conocer los pilares fundamentales sobre los que descansa el tratamiento médico y dentro de estos, lograr una estabilización del estado circulatorio y se recordó la importancia de la educación diabetológica en la prevención de las complicaciones de la diabetes mellitus. DeCS: COMA HIPERGLICEMICO HIPEROSMOLAR NO CETOSICO/complicaciones; COMA HIPERGLICEMICO HIPEROSMOLAR NO CETOSICO/fisiopatología; COMA HIPERGLICEMICO HIPEROSMOLAR NO CETOSICO/terapia; DIABETES MELLITUS/educación; DIABETES MELLITUS/complicaciones; CUIDADOS CRITICOS; FACTORES DE RIESGO. Concepto Trastorno metabólico grave que cursa con:1-8 Glucemia > 500 mg/dL. Osmolaridad plasmática > 330 mmol. Ausencia de cetonemia. pH arterial > 7,3 Bicarbonato sérico > 20 meq/L. Trastornos mentales. Ausencia de cetonuria. Es un estado clínico que se produce con mayor frecuencia en diabéticos tipo II, puede verse en diabéticos tipo I y es raro en infantes.9-11 Factores de riesgo8,12,13 Deshidratación. Inadecuada administración de drogas hipoglucemiantes (insulina, compuestos orales). Infecciones. Drogas diabetogénicas (glucocor-ticoides, tiazidas). Cirugía. Nutrición parenteral. Función renal inadecuada. Sexo femenino. Fisiopatología El coma hiperglucémico no cetótico es la forma más severa de presentación de la resistencia a la insulina o del déficit relativo de insulina. El resultado de esto es la subutilización de la glucosa y su exceso de producción, se incrementan la glucemia en sangre y la osmolaridad. Esto ocasiona salida de líquido de la célula hasta que se produce un equilibrio entre el espacio intracelular y el extra-celular y, como consecuencia, la célula se deshidrata y el espacio extracelular se expande. El riñón sobrepasa el nivel de excreción para la glucosa y hay gluco-suria y diuresis osmótica. Por cada litro de orina se pierden aproximadamente 50 meq/L de sodio y K, pero proporcionalmente, se pierde más agua. También hay pérdida de magnesio y fosfatos. Se produce un círculo vicioso ya que al producirse diuresis osmótica, disminuye el volumen de líquido extracelular, disminuye el filtrado glomerular y, como consecuencia, se reduce la excreción de la glucosa y se incrementa más la glucemia. La reducción del volumen circulante propicia la inestabilidad circulatoria en estos enfermos. Los ácidos grasos libres están disminuidos o normales lo que implica un defecto en la lipólisis por reducción en las concentraciones de enzimas lipolíticas por lo que, prácticamente, no se producen acetoacetato y betahidroxibutirato. Algunos autores plantean que la hiperosmolaridad inhibe la liberación de insulina pancreática y la producción de ácidos grasos libres del tejido adiposo.14 Cuadro Clínico5,6,12,15,16 Deshidratación severa. Hipotermia o hipertermia. Estupor o coma. Signos neurológicos focales. Convulsiones. Respiración estertorosa. Hipotensión o shock. Factores que incrementan la mortalidad 1. Edad: Generalmente se trata de pacientes de la tercera edad con otras afecciones que desencadenan y ayudan a perpetuar este estado, como: afecciones cardíacas que reducen la tolerancia a la administración de grandes cantidades de fluidos tan necesarios en estos enfermos; afecciones renales, que contribuyen a que aparezca el coma, pero que incluso pueden producirse como su complicación, por la gran inestabilidad circulatoria y al mismo tiempo, entorpecer su resolución y afecciones del SNC por lo cual ante manifestaciones neurológicas se olvida el coma hiperosmolar y se retarda el tratamiento. 2. Diabetes mellitus desconocida: Produce retardo en el tratamiento. 3. Diagnóstico y tratamiento retardado. 4. Afecciones precipitantes como: Infecciones. Neumonías. Enfermedad cardiovascular. Infarto agudo del miocardio. Accidente vascular encefálico. Sangramiento digestivo. 5. Uso de medicamentos como: Diuréticos. Corticosteroides. Propranolol. Inmunosupresores. Fenitoína. Diazoxide. 6. Procederes terapéuticos: Diálisis peritoneal. Hemodiálisis. Hiperalimentación parenteral. 7. Complicaciones: Distrés respiratorio. Fenómenos tromboembólicos. Neumonías. Edema cerebral. Edema pulmonar. Infección nosocomial. 8. Falta de educación diabetológica. Conducta médica14 Objetivos del tratamiento 1. 2. 3. 4. 5. Corregir el déficit de líquidos para restablecer la circulación. Suplir déficit de insulina administrándola en infusión continua. Tratamiento del disturbio electrolítico. Vigilancia estrecha del enfermo. Buscar y tratar la causa de la descompensación.17 Para lograr estos objetivos debemos: 1. Ingresar en la UCI (es precisamente en estas unidades donde existen las condiciones para garantizar el tratamiento intensivo y el restablecimiento rápido del estado circulatorio que estos enfermos necesitan). 2. Cateterizar vena profunda a través de la cual puedan administrarse grandes volúmenes de fluidos en cortos períodos. 3. Hacer monitoreo hemodinámico que permita determinar la precarga del ventrículo izquierdo y garantizar la correcta administración de fluidos. 4. Fluidos (déficit aproximado entre 7 y 10 L). Debe reponerse el 25 % en las 2 o 3 primeras horas y el 50 % en las primeras 8 h. Si existe hipotensión arterial se utilizará solución salina al 0,9 % en 1 000 mL a goteo rápido que puede repetirse si persiste la hipotensión arterial. Si a pesar de ello se mantiene este estado, está indicada la administración de plasma o albúmina humana.También debe realizarse monitoreo hemodinámico. Si la TA es normal se administrarán 1 000 mL de solución salina al 0,45 % en la primera hora y posteriormente, se administrará un volumen de esta solución que debe ser igual al gasto urinario de la hora anterior más un volumen adicional que puede oscilar entre 100-500 mL en cada hora. Debe administrarse dextrosa al 5 % cuando se alcancen cifras de glucemia de 250 mg/dL. El 50 % del déficit de agua libre debe ser repuesto en 12-24 h con dextrosa al 5 %. Se administrará un promedio de 100 g de dextrosa al 5 % en 24 h. Pueden administrarse líquidos por sonda nasogástrica tan pronto las condiciones del paciente lo permitan.9,18-20 5. Insulina. Se administrará 10 U de insulina simple en bolo inicialmente y se mantendrá una infusión a razón de 0,1 U/kg/h. El bolo inicial puede repetirse si no se logra un descenso de las cifras de glucemia en 1 h superior entre 50-100 mg/dL. En este caso, también pudiera incrementarse la cantidad administrada en infusión y debe revisarse la hidratación empleada. Cuando se administran soluciones de dextrosa al 5 % debe administrarse infusión de insulina, pero con una dosis inferior.9,18,21 6. Potasio. En estos pacientes usualmente existe un déficit de potasio que oscila entre 200-1 000 meq. Un aspecto importante a tener en cuenta en el enfermo al que se le administra potasio es saber si orina. Cuando existe anuria sólo debe reponerse potasio si el mismo se encuentra por debajo de 4 meq. Debe hacerse monitoreo electrocardiográfico permanente para detectar hipopotasemia o hiperpotasemia. Si el potasio está aumentado debe seguirse horariamente, si es normal, se administrarán 10-20 meq/h y si está disminuido, 20-40 meq/h. Se administrará la mitad del potasio en forma de cloruros y la otra mitad en forma de fosfatos.1,19 7. Buscar y tratar enfermedades asociadas. Monitorización.8,22 Electrocardiograma. Signos vitales. Glucosa horaria. Electrolitos horarios. Ca, Mg y fosfatos cada 2-4 h. Nitrógeno ureico (BUN), creatinina y cetonas cada 6-24 h. Osmolaridad. Gasometría. 9. Intubación endotraqueal. Se realizará en pacientes con toma de conciencia para garantizar una vía aérea permeable, aspirar secreciones, garantizar oxigenación adecuada y ventilar si fuese necesario. 10. Hemograma con diferencial. Nos permitirá detectar causas de la descompensación o complicaciones del estado hiperosmolar. 11. Rayos X de tórax. 12. Otros exámenes. Estos dependen de afecciones concomitantes. 13. Heparina profiláctica. Enfermedades asociadas frecuentemente al coma hiperosmolar21,23,24 Insuficiencia renal crónica. Neumonía. Hemorragia gastrointestinal. Sepsis por gramnegativos. Infarto agudo del miocardio. Tromboembolismo pulmonar. Procesos intracraneales. Quemaduras. Tirotoxicosis. Acromegalia. Pancreatitis. Afecciones tromboembólicas arteriales y venosas. Mortalidad Es la emergencia diabética que tiene mayor mortalidad, oscila entre el 20 y el 50 % de los enfermos que padecen este estado, por las razones anteriormente expuestas. Lo ideal es prevenir el coma hiperosmolar, pero si no podemos lograrlo, entonces al menos debemos reconocerlo y tratarlo precozmente. http://bvs.sld.cu/revistas/med/vol40_3_01/med06301.htm Introducción En 1925 hubo ya una comunicación de Warburg1 de que el coma diabético puede cursar sin cetonuria, y debido a que la mayoría de los pacientes tenían enfermedad renal, este autor implicó a un mal funcionamiento renal la causa de este estado. Desde 1955 se empezaron a describir cuadros de este tipo con más frecuencia y en 1957 Sament y Scwartz2 describen el síndrome denominado coma hiperosmolar hiperglucémico y no cetósico. Según datos del Grupo Nacional de diabetes de Estados Unidos 3 (3), en ese país (datos entre 1988-1991) hubo 10.800 ingresos hospitalarios por esa causa, con una mortalidad entre el 9% y el 14% y se presenta entre el 18% y el 33% de los pacientes con cetoacidosis diabética clásica. Fisiopatología Si bien la mayoría de estos pacientes son ancianos con o sin diagnóstico previo de diabetes tipo 2, el cuadro ha sido también descrito en adultos jóvenes e, incluso, en niños con antecedentes de diabetes, o en ocasiones como primera manifestación de este proceso. En muchos casos es posible encontrar un factor desencadenante como son procesos agudos de distinto tipo: infecciones, infartos de miocardio, accidentes cerebrovasculares, pancreatitis, quemadruas, etc., o por distintos tratamientos como diálisis, tratamiento corticoideo, administración de fenilhidantoína, etc. También se ha asociado a ingestas importantes de hidratos de carbono (fig. 1). Para definir que un paciente presenta este síndrome se precisa la existencia de déficit de insulina, alteración de la función renal y déficit congnoscitivo (tabla 1). La presencia de algún grado de cetonuria o cetonemia moderada no debería excluir de manera definitiva el diagnóstico4. Fig. 1. Fisiopatología del coma hiperosmolar no cetósico. Génesis de la hipertonicidad En situaciones normales la osmolaridad se mantiene dentro de límites normales gracias a distintos mecanismos homeostáticos. La osmolaridad celular es igual a la extracelular y no hay gradiente de agua neto a través de la membrana celular. Hay sustancias osmóticamente activas que atraviesan las membranas celulares libremente como la aurea, y otras que no son difundibles como manitol, sodio, potasio y glucosa sin insulina. Si se agregan al líquido extracelular moléculas no difundibles y que, por tanto, no penetran en la célula el incremento de la osmolaridad efectiva o tonicidad hará que salga agua de las células al espacio intersticial. Desde el punto de vista clínico, esta osmolaridad efectiva es más interesante que la osmolaridad total. Cuando se pierde líquido hipotónico procedente del espacio extracelular este medio se vuelve hipertónico con respecto al intracelular y se establece un paso de agua de las células a este espacio hasta que se produce un equilibrio osmótico. En las situaciones de diabetes mal compensadas se genera hipertonicidad extracelular por pérdida de líquidos por diuresis osmótica, y por acumulación extracelular de glucosa que no difunde a las células por falta de insulina. La causa de la falta de cetonuria ha sido muy estudiada y no definitivamente aclarada. Un déficit en la eficiencia de la insulina es imprescindible para la aparición de este cuadro. Muchos presentan cifras plasmáticas de insulina que quizá sean suficientes para inhibir al menos en parte la formación de cuerpos cetónicos, pero no para prevenir la glucogenólisis y gluconeogénesis. Se ha comprobado, por otra parte, que en un número considerable de estos pacientes antes del establecimiento del coma estaban recibiendo cantidades importantes de hidratos de carbono5 por vía digestiva incluso parenteral, con niveles de insulina plasmática inferior a la que deberían mantener si su función endocrina pancreática fuera normal. Joffe et al6 encontraron que animales que desarrollaban un cuadro de coma hiperosmolar no cetogénico tenían mayores cantidades de insulina en la porta que en los animales con cetoacidosis. Estas aportaciones tendrían cierta correlación con las observaciones de Zierler y Rabinowith7, que, hace ya bastantes años, mostraron que la cantidad de insulina necesaria para provocar el transporte de glucosa es muy superior a la que se precisa para movilizar la grasa. Basado en estos trabajos se pensó que cualquier cantidad de insulina activa circulante contribuye decisivamente a la ausencia de cetosis. Los niveles de insulina en porta impedirían la activación completa del sistema de la palmitoiltransferasa de carnitina. Los pacientes con coma hiperosmolar podrían producir cuerpos cetónicos si dispusieran de suficientes aportes de agua, alteraciones neurológicas de otro tipo o medicación que deprima el sistema nervioso central. Así pues, podemos resumir esta cuestión entendiendo como causa del coma la hiperosmolaridad, asociada a factores facilitadores con cierta frecuencia. Para algunos autores junto al problema de la osmolaridad y en relación con el estado de coma es de interés evaluar la situación del sodio en las hiperglucemias. Valores altos o normales de sodio implican una sustancial deshidratación intracelular con riesgo de coma u otras alteraciones neurológicas, mientras que la hiponatremia sugiere que la deshidratación intracelular ese escasa o no se ha presentado8. En todo caso, el nivel correcto de sodio debe establecerse, ya que una hiponatremia moderada en el contexto de una gran hiperglucemia puede representar valores normales de sodio. Clínica del coma hiperosmolar El cuadro de coma hiperosmolar diabético no cetogénico se presenta con más frecuencia en personas de edad media alta, con o sin antecedentes de diabetes. Con cierta frecuencia este cuadro se presenta en pacientes con diabetes tipo 2. Por lo general el cuadro se inicia por una hiperglucemia no percibida hasta que la poliuria y la polidipsia son de cierta importancia. En ocasiones hay también polifagia. Estos cuadros pueden ser bastante prolongados en el tiempo. Cuando se investigan por el médico antes de llegar al coma se pueden detectar signos de hipovolemia como son la hipotensión y la taquicardia. Progresivamente se inicia un cuadro neurológico que es variable en cuanto a su intensidad desde letargia hasta coma profundo. El coma se presenta con osmolaridades superiores a 340 miliosmoles/1. Si, en estos momentos, la reposición de agua empeora, el paciente puede llegar a anuria precipitándose el proceso. La clínica puede verse interferida por la de un proceso desencadenante, que es frecuente en estos casos, ya que las alteraciones cardiovasculares y renales son las más frecuentes, como antes se ha señalado. Recientemente se ha descrito numerosas causas como factores desencadenantes de estos procesos, entre estas últimas podemos incluir rabdomiólisis 9,10; tratamientos con propanolol11, agentes inmunosupresores12, fenitoína13, cisplatino14, tratamiento con didanosina15 y somatostatina16 en pacientes con virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) entre otros (tabla 2). Las manifestaciones neurológicas afectan a todos los niveles del encéfalo, son de distinta intensidad como antes se ha reseñado, acompañadas de temblores y fasciculaciones, pero junto o independientemente de afectaciones generales pueden aparecer en algunos casos signos de focalidad que incluso se han descrito como primera manifestación clínica. En este sentido, se han descrito hemiparesias, hemicorea, crisis focales motoras y movimientos coreoatetósicos17-19. Se han aportado diversas explicaciones para poder entender estas manifestaciones neurológicas, intentando que una alteración metabólica las pueda explicar. Entre los argumentos más invocados en este sentido, nos encontramos con el de áreas más susceptibles a la hipoxia o alteraciones metabólicas, bien directamente o por posibles afectaciones subclínicas previas. También se ha invocado la posibilidad de lesiones vasculares muy limitadas producidas por la hiperosmolaridad y más en vasos dañados por microangiopatía diabética. Una alteración en la producción del ácido gammaaminobutírico también ha sido implicada en estos signos focales. En los casos más severos puede llegar a producirse una hemorragia intraparenquimatosa o subaracnoidea secundaria a la deshidratación celular intensa. La fiebre suele ser muy frecuente en estos enfermos en ausencia de proceso infeccioso y es de causa central. La hiperventilación también está presente en cierto número de estos pacientes, pudiendo ser reflejo de una lactoacidosis, pero tampoco se puede excluir en estos enfermos una ligera cetonuria. La aparición de trastornos digestivos en el coma hiperosmolar diabético no cetogénico es menor que en el coma cetogénico, pero pueden presentarse náuseas, vómitos y dolor abdominal. También es posible observar cuadros de íleo paralítico que no conviene confundir con patología digestiva posible desencadenante del cuadro. Diagnóstico Si bien los signos clínicos pueden hacer sospechar el cuadro, en la práctica es el laboratorio el que interviene de forma determinante en el diagnóstico de este proceso, ya que como hemos reseñado repetidamente, son hiperglucemia, hiperosmolaridad y ausencia o escasa cetosis las claves del mismo (tabla 2). Los valores de glucemia que se observan en el coma hiperosmolar exceden de 600 mg por dl y en muchas ocasiones superan los 1.000 mg/dl. En la literatura se han descrito casos por encima de los 4.000 mg/dl. Osmolaridad La osmolaridad suele exceder los 340 miliosmoles/l. Actualmente se determina directamente con un osmómetro. Si esto no fuera posible, podemos utilizar la siguiente fórmula: osmolaridad plasmática = 2 (Na + K) + glucosa/18 + BUN/2,8. El cálculo de la osmolaridad efectiva se efectuará suprimiendo el sumando del nitrógeno ureico. Cuerpos cetónicos y balance ácido-básico Los cuerpos cetónicos son normales o muy moderadamente elevados. Muchos de estos pacientes presentan una moderada acidosis que suele ser láctica o urémica. El bicarbonato suele encontrarse por encima de los 18 mEq/l. Función renal En mayor o menor grado la función renal aparece en alguna forma deteriorada. La elevación del nitrógeno ureico de la sangre indica la existencia de una reducción en el filtrado glomerular orgánica o funcional. A causa de la difusión de la urea y el aumento del catabolismo, el aumento del nitrógeno ureico en la sangre es desproporcionado con el de creatinina. La principal causa de la disminución del filtrado glomerular es el descenso del flujo plasmático renal causado por la deshidratación. Repetidos análisis tras el tratamiento nos orientarán sobre las alteraciones funcionales o establecidas en el riñón. Electrólitos El conocimiento de los niveles de sodio ya ha sido analizado, así como su significación, es por tanto preciso el conocimiento de sus cifras y su evolución durante el tratamiento. Las concentraciones de potasio son variables y esto es debido independientemente de las cifras iniciales de partida, de la diuresis y tiempo que se ha mantenido, de la posible y posterior oliguria, de los aportes de insulina y de la posible alteración ácido-básica. El magnesio debe también ser solicitado ya que con frecuencia está también alterado. Otras determinaciones iónicas, así com el conocimiento del hematocrito, leucocitos que suelen estar incrementados son de obligada obtención si bien pueden ser más inespecíficas. Para un enfoque posterior del caso si bien no útil para el manejo de urgencia, podemos solicitar niveles de isulinemia, que suelen seer bajos (5-30 µ unidades/ml), mientras que en el coma cetoacidótico no se suelen detectar. Pronóstico El pronóstico de estos pacientes ha variado de manera importante desde que son tratados en servicios de medicina intensiva que permiten un control muy preciso del tratamiento. Los factores de gravedad han sido bastante cuestionados recientemente y en nuestro medio Gómez-Balaguer et al20 encuentran en una serie de 129 pacientes, que glucemia e hiperosmolaridades altas, junto a un mayor número de días transcurridos desde el inicio del proceso hasta su diagnóstico, son signos de mal pronóstico. Así mismo el SAPS (Simplified Acute Physiology Score) no se correlaciona bien con la gravedad pues supravalora el factor edad. Tratamiento El tratamiento se expone en un protocolo dentro de esta unidad temática. Acidosis láctica en el curso de la diabetes La lactoacidosis es una situación de acidosis metabólica debida a la acumulación de ácido láctico en sangre por encima de 5 mmol y en la que el pH se encuentra por debajo de 7,25. Desde el punto de vista clínico se ha dividido la lactoacidosis en dos tipos: uno anaeróbico o tipo A y otro aeróbico o tipo B. Las causas de la lactoacidosis tipo A son la hipoxia y la isquemia celular, y se puede presentar en la parada cardíaca y en otras situaciones en las que de forma generalizada como en el shock o de forma sectorial como en los traumatismos se dan estas situaciones. En las de tipo B no hay situaciones de hipoxia o isquemia y están relacionadas con enfermedades, intoxicaciones o tratamientos. La acumulación de lactato se produce cuando incrementándose su producción no se aclara suficientemente o cuando fracasa de manera importante este mecanismo. En realidad esto se produce cuando los tejidos son incapaces de oxidar el lactato a piruvato, oxidar el piruvato en el ciclo de Krebs o convertir el piruvato en glucosa por vía de la neoglucogé nesis. El hígado desempeña un papel importante en la acidosis láctica y la lactacidemia se ve con más frecuencia en afectaciones hepáticas. El hígado contribuye al 30% del aclaramiento total de lactato, si bien, cuando se incrementa su nivel, el hígado puede contribuir de manera más importante en este aclaramiento21. En los pacientes diabéticos la acidosis láctica se observa muy raramente per se, pero sí como consecuencia del tratamiento de este proceso con biguanidinas. La biguanidinas pueden actuar en la producción y en la eliminación del lactato por varios mecanismos. Pueden alterar el estado de las membranas mitocondriales, provocando cambios del metabolismo aeróbicos a anaerobios y por lo tanto incrementando la producción de lactato. El metabolismo hepático del lactato también está disminuido en presencia de biguanidinas. Al igual que en otras células hay un cambio de captación por producción y en contraste con la acidosis diabética donde el pH hepático es normal, en esta situación está disminuido, lo que limita aún más su captación hepática desde la sangre. La fenformina es capaz de disminuir el pH hepático por debajo de siete, e impedir la gluconeogénesis a partir del lactato. Esta acidosis hepática disminuye la actividad de piruvato carboxilasa. Por estos mecanismos se impide el aclaramiento hepático del lactato. Además, biguanidinas tiene un efecto inotrópico negativo que al disminuir el flujo hepático puede conducir a hacer menos eficaz el aclaramiento del lactato. Posiblemente también las biguanidinas tengan un efecto aminorador de la filtración glomerular que dificulte la eliminación de las cargas ácidas por vía renal. De las biguanidinas, la fenformina es la que con más frecuencia ha producido estos problemas, por lo que ha sido retirada de la mayoría de los mercados y actualmente se utiliza la metformina. En todo caso es imprescindible el conocimiento de la función renal, ya que hay una gran correlación entre el aclaramiento renal de metformina y creatinina. No obstante, hay que tener presente que la la diferente absorción de este fármaco y su aclaramiento no renal pueden condicionar en alguna manera sus niveles. Las manifestaciones clínicas son las de la acidosis entre las que destaca la ventilación de Kussmaul, la taquicardia y la taquipnea22. Cuando se sospecha por la clínica y el paciente tiene antecedentes de tratamiento con biguanidinas deben determinarse los niveles de ácido láctico en plasma para asegurar el diagnóstico. La posibilidad de acidosis láctica es mayor cuando asociadamente hay una disfunción renal que empeora la filtración glomerular. En ocasiones nos encontramos con valores límites que pueden estar interferidos por situaciones de hiperventilación e incluso llevar a alcalosis. La hipocapnia puede deprimir la actividad de piruvato carboxilasa y la alcalemia incrementar la actividad de fosfofructoquinasa 23. Asimismo diabetes mal controladas pueden dar lugar a incrementar la actividad neoglucogénica, disminuyen do la actividad piruvatodeshidrogenasa que incrementan la generación de lactato24,25. El tratamiento de la acidosis láctica consiste fundamentalmente en tratar el factor desencadenante. Seguirá las mismas normas que las expuestas en el tratamiento de la descompensación hiperosmolar, si bien en este caso tendremos que aportar bicarbonato si hay acidosis importante, dado que es difícil provocar el aumento del pH 26. La dosis sería de 1-2 mmol por kilogramo de peso y posteriormente deberían administrarse más dosis tras una continua monitorización del equilibrio ácido base27. El dicloroacetato, agente que estimula la piruvatocinasa aunque se ha mostrado útil en la experimentación animal no parece haber trasladado estos datos a la clínica, y en el momento actual no puede ser recomendado dado que no aumenta la supervivencia ni la hemodinámica en este tipo de pacientes28. Se debe prestar especial atención al estado circulatorio tratando de aumentar el transporte de oxígeno para lo que a veces habrá que utilizar dopamina o dobutamina27. La mortalidad es extremadamente elevada, cuando las cifras exceden 10 meq/l no llega al 10% la supervivencia. http://db.doyma.es/cgibin/wdbcgi.exe/doyma/mrevista.go_fulltext_o_resumen?esadmin=si&pident=14083 El coma hiperosmolar hiperglicémico constituye una complicación cada vez más frecuente de la diabetes mellitus, caracterizada por deshidratación, hiperglicemia grave e hiperosmolaridad sin cetoacidosis. Se presenta generalmente en pacientes no insulinodependientes, de edad madura, con una mortalidad significativamente más elevada que la de la cetoacidosis diabética. Usualmente aparece luego de una enfermedad precipitante como una infección, especialmente neumonía, enfermedad cardiovascular y otras (Cuadro No.1). Así mismo, se asocia a la utilización de ciertos fármacos: diuréticos, propranolol e inmunosupresores. Causas precipitantes del coma hiperosmolar Infección, particularmente neumonía Enfermedad cardiovascular o Infarto del miocardio o Accidente cerebrovascular o Hemorragia gastrointestinal Otras o Pancreatitis o Cirugía o Diálisis FISIOPATOLOGIA El déficit de insulina y el exceso relativo de hormonas con acción antagónica a la insulina como el cortisol y el glucagón, constituyen aspectos fundamentales de la fisiopatología del coma hiperosmolar. La consecuencia de esta interacción es la producción elevada de glucosa y su poca utilización, lo que determina una hiperglicemia intensa. La glucosa, osmóticamente activa, se localiza en el líquido extracelular. Por tanto, la hiperglicemia intensa determina un traslado del líquido intracelular al extracelular produciendo una deshidratación celular y una expansión del compartimiento extracelular, fenómenos que poseen implicaciones diagnósticas y terapéuticas. Cuando aumenta el nivel plasmático de glucosa, se sobrepasa el umbral renal de reabsorción de ésta dando origen a la glucosuria, que a su vez, facilita la diuresis osmótica al inhibir la reabsorción de agua. En cuanto a las pérdidas electrolíticas, la diuresis osmótica causa una pérdida urinaria de sodio y potasio de unos 50 mEq/litro respectivamente. El hecho es que la diuresis osmótica determina una mayor pérdida de agua que de sodio, lo que origina el estado hiperosmolar con disminución del agua intracelular, además de una depleción del volumen extracelular originado por la pérdida de sodio corporal total. La hiperglicemia de este síndrome se debe, en gran parte, a la disminución de la eliminación renal de la glucosa, más que a una producción excesiva o una utilización deficiente. A medida que se depleta el volumen extracelular, disminuye la velocidad de filtración glomerular alterando el mecanismo normal de eliminación de la glucosa. Se produce entonces un circulo vicioso; cuanto más elevada es la glucosa plasmática: a. mayor es la depleción del volumen extracelular b. se reduce más la filtración glomerular c. se elimina menos glucosa en la orina d. vuelve a aumentar la glucosa plasmática DIAGNOSTICO Diagnóstico clínico. El coma hiperosmolar aparece principalmente en personas de edad avanzada, con promedio de 65 años. Aunque habitualmente los síntomas se desarrollan lentamente, en el plazo de una semana, excepto cuando hay una causa aguda precipitante, algunas veces existe el antecedente de una diálisis peritoneal o una intervención quirúrgica practicadas horas antes. Los síntomas más frecuentes son poliuria, polidipsia y en ocasiones polifagia que refleja la diuresis osmótica concomitante. Los trastornos neurológicos son frecuentes: alteraciones del estado de conciencia, crisis convulsivas y coma. Son comunes los signos focales del accidente cerebrovascular, como el signo de Babinski, que generalmente remiten con el tratamiento. En la exploración física suelen evidenciarse los signos de depleción intensa del volumen extracelular. Es frecuente encontrar taquicardia, hipotensión arterial y deshidratación grave. La turgencia de la piel es escasa, pero éste es un dato inespecífico que se detecta en muchos ancianos. Diagnóstico de laboratorio. El diagnóstico se confirma con la presencia de hiperglicemia mayor de 600 mg/dl; glucosuria de 3 o 4+ sin cetonuria y osmolaridad sérica mayor de 330 mosmol/kg. Cuando la deshidratación no es severa, la hiponatremia por dilución y la pérdida de sodio por orina, pueden reducir el sodio sérico a 120 o 125 mEq/l, pero una vez ha evolucionado la deshidratación, el sodio suele exceder la cifra de 140 mEq/l. En general la concentración sérica de sodio desciende 1.35 mMol por cada 100 mg/ de ascenso en la glicemia. La falta de líquido para diluir los electrolitos séricos es la causante de la hiperosmolaridad y el coma. La osmolaridad sérica se calcula según la siguiente fórmula: Osmolaridad (mosm/l) = 2 (Na + K) + (glucosa mg%) + BUN 18 2.8 La osmolaridad medida casi siempre es mayor a la calculada. Es casi una regla encontrar cifras elevadas de nitrógeno ureico sanguíneo (BUN) y creatinina de origen pre-renal. Se debe buscar cuidadosamente la causa precipitante, en especial la infección. Es aconsejable practicar tomografía computadorizada (TAC) de cráneo o punción lumbar si los síntomas neurológicos persisten a pesar del tratamiento. TRATAMIENTO Los objetivos del tratamiento son: a. reposición del déficit hidroelectrolítico b. normalización del metabolismo intermedio c. prevención de complicaciones d. tratamiento de la causa precipitante REPOSICION DE VOLUMEN La pérdida de volumen es generalmente del 20 al 25% del agua corporal total (la cual se calcula multiplicando el peso del paciente por 0.6). La mitad del déficit se administra en las primeras 8 horas con base a la utilización de solución salina isotónica (al 0.9%). El objetivo de esta fase del tratamiento es establecer el gasto urinario en cifras de 50 ml/hora o más. INSULINA Tan pronto como se haga el diagnóstico de coma hiperosmolar, se debe administrar una carga inicial de insulina corriente, 0.2 unidades/kg por inyección IV, seguida de una infusión continua de 0.1 unidades/kg/hora. En los pacientes con factores de riesgo para la aparición de edema cerebral, se corrige lentamente la glicemia. La insulina, en estos casos, se emplea en dosis de 3 a 4U/hora. Se mide la glucosa sanguínea pasadas dos horas. Si el descenso es mayor del 20% se suspende la infusión de insulina y sólo si después de lograr la hidratación adecuada no se ha alcanzado la disminución esperada de la glicemia, se reinicia la insulina IV. En el resto de los casos, se utiliza la insulina y se suspende su uso cuando los niveles de glucosa en sangre lleguen a 250 mg%, por el alto riesgo de hipoglicemia y edema cerebral. Es importante evitar el descenso rápido de la glucosa plasmática; los líquidos intravenosos deben cambiarse a dextrosa al 5% en AD una vez que la glicemia haya descendido a menos de 250 mg %. La rehidratación por sí misma, en ocasiones, produce una caída importante en la concentración sanguínea de glucosa. POTASIO En ausencia de acidosis es menos probable la aparición de hiperkalemia, por lo cual la restitución de potasio puede iniciarse más temprano que en la cetoacidosis. Una vez que se haya descartado la existencia de insuficiencia renal con hiperpotasemia y en el momento que se reinicie la diuresis, se administra cloruro de potasio en dosis de 10 mEq/hora que puede incorporarse en las soluciones a transfundir. SEGUIMIENTO La exploración física frecuente y los exámenes de laboratorio repetidos son esenciales en el tratamiento del coma hiperosmolar; conviene llevar un diagrama de flujo que incluya química sanguínea (glucosa, creatinina, nitrógeno ureico, electrolitos y gases arteriales); valoración de orina (volumen, glucosa y acetona); signos vitales y datos de la administración de líquidos e insulina. La glicemia se mide cada dos horas y el resto de exámenes cada 3 ó 4 horas hasta cuando pase la fase aguda. http://www.aibarra.org/Guias/4-2.htm+ Nombres alternativos Volver al comienzo Coma hiperosmolar hiperglucémico no cetónico; NKKKC; HONK: coma hiperosmolar no cetónico Definición Volver al comienzo Es una complicación de la diabetes tipo 2 que implica niveles extremadamente altos de azúcar (glucosa) en la sangre sin la presencia de cetonas, un subproducto de la descomposición de las grasas. Causas, incidencia y factores de riesgo Volver al comienzo El coma diabético hiperosmolar hiperglucémico es una afección que se caracteriza por la disminución del estado de conciencia, extrema deshidratación (falta de agua) y niveles de glucosa en la sangre (azúcar) sumamente altos que no están acompañados de una cetoacidosis. Esta afección suele verse en personas con diabetes no insulinodependiente (diabetes tipo 2) y se puede presentar en individuos sin diagnósticos previos de diabetes o en personas que no han podido controlar su diabetes con medicamentos y dieta. La afección suele precipitarse por una infección o por ciertos medicamentos que disminuyen la tolerancia a la glucosa o que incrementan la pérdida de líquido. Los riñones normalmente compensan los altos niveles de glucosa en la sangre, permitiendo que la glucosa extra salga del cuerpo a través de la orina; sin embargo, cuando el agua es escasa, los riñones conservan o guardan el líquido y los niveles de glucosa se vuelven más altos, ocasionando una necesidad mayor de agua. La hiperosmolaridad es una afección en la cual la sangre tiene más concentración alta de sodio, glucosa y otras moléculas, que normalmente atraen agua al torrente sanguíneo. Sin embargo, cuando los riñones están conservando el agua, esto crea un círculo vicioso de incremento de los niveles de glucosa en la sangre e incremento de la deshidratación. Entre los factores de riesgo están: Edad avanzada Insuficiencia renal subyacente (los riñones no funcionan bien) Insuficiencia cardíaca congestiva Suspensión de la insulina o de otros medicamentos que bajan los niveles de glucosa Manejo inadecuado de la diabetes (no seguir el plan de tratamiento de acuerdo con las instrucciones) Evento estresante como una infección, un ataque cardíaco, un accidente cerebrovascular o una cirugía reciente Síntomas Volver al comienzo Debilidad Aumento de la sed Náuseas Letargo Confusión Convulsiones Coma Los síntomas pueden progresar durante un período de días a semanas. Los síntomas adicionales que pueden estar asociados con esta enfermedad son: Deterioro en el lenguaje Pérdida de la sensibilidad o de la función muscular Movimiento disfuncional Signos y exámenes Volver al comienzo Los signos vitales (temperatura, pulso, ritmo respiratorio y presión sanguínea): Temperaturas por encima de los 38º C (100.4º F) Frecuencia cardíaca por encima de 100 Presión sanguínea sistólica baja (menos de 100) Exámenes: Glucosa en sangre, extremadamente más elevada de lo normal (de 600 a 2.400 mg/dl Osmolaridad sérica más alta de lo normal Sodio en suero más alto de lo normal Evaluación para las posibles causas subyacentes: o radiografía de tórax o hemocultivos o análisis de orina o electrocardiograma (ECG) Tratamiento Volver al comienzo El objetivo del tratamiento es corregir la deshidratación, lo que en consecuencia mejorará la presión sanguínea, el gasto urinario y la mala circulación. Los líquidos y el potasio se reemplazan por medio de tratamiento intravenoso y los altos niveles de glucosa se tratan con insulina intravenosa. Expectativas (pronóstico) Volver al comienzo La tasa de mortalidad asociada con esta afección es hasta del 40%. Complicaciones Volver al comienzo Colapso circulatorio agudo (shock) Formación de coágulos Hinchazón del cerebro (edema cerebral) Aumento de los niveles de ácido en la sangre (acidosis láctica) Situaciones que requieren asistencia médica Volver al comienzo Este padecimiento es una EMERGENCIA MÉDICA, por lo que se debe acudir a la sala de emergencias o llamar al número local de emergencias (el 911 en Estados Unidos) si se desarrollan síntomas o signos de un coma diabético hiperosmolar hiperglucémico. Prevención Volver al comienzo Esta afección se puede ayudar a prevenir con un buen control de la diabetes tipo 2, junto con el reconocimiento de signos tempranos de deshidratación e infección. http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/article/000304.htm COMA HIPEROSMOLAR 2. 1. DEFINICION El coma hiperosmolar ( CH ) es la manifestación más severa de la diabetes no insulíndependiente, caracterizado por el déficit relativo de insulina y resistencia a la insulina, que origina una hiperglucemia importante, diuresis osmótica, deshidratación y una situación de hiperosmolaridad secundaria. Es una situación que puede darse también en la diabetes insulín-dependiente cuando hay cantidad suficiente de insulina para evitar la cetosis pero no para controlar la glucemia. 2. 2. FISIOPATOLOGIA La glucosa permanece un largo periodo de tiempo en el espacio extracelular produciendo por efecto osmótico un paso de agua desde el compartimento intracelular. La glucosa, el agua y las sales son filtradas por el glomérulo, pero la reabsorción tubular de glucosa tiene un dintel en aproximadamente 200 mg /min, por lo que el exceso de glucosa en el túbulo produce una diuresis osmótica que lleva a una pérdida excesiva de agua junto a sales minerales. De esta forma se establece un círculo vicioso de deshidratación celular junto a diuresis osmótica, la cual sólo puede ser cortada con un aporte adecuado de fluidos. Con un aporte insuficiente de fluidos, se desarrolla un cuadro de hipovolemia e hiperosmolaridad, que llevaría a un aumento en la resistencia periférica a la insulina y más hiperglucemia secundaria. 2. 3. CLINICA Los pacientes en coma hiperosmolar presentan una serie de signos clínicos derivados de una deshidratación severa, tales como alteraciones hemodinámicas (taquicardia, hipotensión o shock), neurológicas (disminución del nivel de conciencia - estupor o coma -, hipotonía muscular, convulsiones y coma, reflejos patológicos - Babinski -, paresias, fasciculaciones, afasia, etc.). También la hiperviscosidad sanguínea que acompaña el cuadro puede producir transtornos tromboembólicos. El cuadro clínico se desarrolla en días o semanas con un progresivo descenso en la ingesta de fluidos y deterioro progresivo del nivel de conciencia, desarrollándose todo este cuadro en un sujeto que usualmente no tenía historia de diabetes. Estos pacientes pueden presentar transtornos en la respiración, que puede ser superficial o incluso presentar depresión respiratoria. De igual forma la hipotermia es común, así como el edema cerebral es raro. 2. 4. DIAGNOSTICO La condición imprescindible para el diagnóstico de CH es la hiperosmolaridad. La osmolaridad puede ser medida por el descenso en el punto de congelación, o bien, puede ser estimada con la siguiente fórmula: Osmolaridad (mOsm/L) = 2 x sodio + glucosa /18 + BUN/2,8 + etanol / 4,6. donde la glucosa, el BUN y el etanol están en mg/dl. En el CH la osmolaridad plasmática está elevada en torno a 350 mOsm / L y puede superar los 400 mOsm / L. La glucosa está muy elevada, frecuentemente por encima de 600 mg / dl, pudiendo superar los 1000 mg / dl. Los niveles séricos de sodio y potasio pueden ser altos, normales o bajos, sin embargo no suelen reflejar el estado de los depósitos corporales que están de forma constante disminuidos. En el CH hay una ausencia de cetoacidosis, pues en esta situación habría suficiente insulina como para impedir la cetogénesis. 2. 5. TRATAMIENTO El pilar fundamental en el tratamiento de la situación hiperosmolar sería la reposición hídrica. Así pues, las necesidades hídricas de estos pacientes son mayores que aquellos con CAD, así como necesitan menos cantidad de insulina. Una pauta de reposición hídrica sería con fisiológico a razón de 1 Litro / hora durante las tres primeras horas, para seguir posteriormente con el esquema de la CAD, aunque teniendo en cuenta que la monitorización de la volemia en estos sujetos debería ser más estrecha, pues son habitualmente pacientes de edad avanzada con probable cardiopatía asociada. 2. 6. COMPLICACIONES Y PRONOSTICO La complicación más frecuente del CH es la muerte. Mujeres de edad avanzada que desconocen su situación de diabéticas y la aparición de una infección aguda son los factores de riesgo para el desarrollo de un CH. A pesar de un tratamiento agresivo de esta situación, la mortalidad oscila entre el 20 al 50% en las series más recientes. Del mismo modo la mortalidad se relaciona en gran parte con la patología de base del paciente, y con la demora en el inicio de un tratamiento adecuado. El pronóstico se relaciona de una forma inversa a la osmolaridad plasmática, las cifras de BUN y de sodio. Aunque la recuperación completa de la situación neurológica es la norma, el coma persistente no es excepcional. Tromboembolismos arteriales y venosos son bastante comunes, por lo que la profilaxis de estos fenómenos parece razonable. http://tratado.uninet.edu/c050602.html son la cetoacidosis diabética y el coma hiperosmolar? La cetoacidosis diabética y el coma o situación hiperosmolar son complicaciones agudas graves de la diabetes, es decir, situaciones en que el exceso de glucosa en la sangre que caracteriza la diabetes se acompaña de otras alteraciones metabólicas y síntomas clínicos de tal entidad que pueden poner en peligro la vida del paciente. La cetoacidosis es una complicación de la diabetes mellitus tipo 1 o diabetes juvenil (dependiente de insulina), mientras que la situación hiperosmolar representa la complicación propia de la diabetes mellitus tipo 2 o diabetes del adulto (no dependiente de insulina). La primera suele presentarse en pacientes jóvenes. La segunda es más habitual en pacientes mayores o ancianos. ¿Cómo se producen estas situaciones? Estas complicaciones de la diabetes suelen producirse a partir de algunos factores desencadenantes que dan lugar a una descompensación aguda de la enfermedad. El principal de ellos es la infección, generalmente de origen urinario o respiratorio. Otros factores desencadenantes son los errores en el tratamiento (omisión de la insulina), el infarto de miocardio y el uso de medicamentos que se oponen a la acción de la insulina. Para que se produzca una cetoacidosis diabética es preciso que exista una deficiencia absoluta o relativa de insulina. Ello da lugar a: Hiperglucemia: es decir elevación de la concentración de glucosa en la sangre, que puede alcanzar valores muy altos. Cetogénesis: en ausencia de insulina se producen unas sustancias de naturaleza ácida llamadas cuerpos cetónicos (acetona y otros). Los cuerpos cetónicos se eliminan en la orina (cetonuria), donde pueden detectarse mediante tiras reactivas. Acidosis metabólica: como consecuencia de lo anterior la sangre se vuelve más ácida. Deshidratación: el exceso de glucosa se elimina por la orina “arrastrando― grandes cantidades de agua que provocan la deshidratación del paciente. En la situación hiperosmolar la deficiencia de insulina produce una hiperglucemia muy severa, acompañada de deshidratación profunda y de elevación de la osmolaridad de la sangre (es decir, la cantidad de sustancias disueltas que hay en cada litro de plasma sanguíneo). Sin embargo, no se estimula la cetogénesis ni se produce una acidosis franca como en la cetoacidosis. ¿Cuándo sospechar una cetoacidosis o situación hiperosmolar? Estas complicaciones se deben sospechar en los pacientes que presenten varios de los siguientes síntomas: Sed intensa y aumento de la cantidad de orina. Pérdida de peso. Cansancio, nauseas, vómitos y dolor abdominal. Deshidratación, tensión arterial baja y pulso rápido. Confusión, disminución del nivel de conciencia o coma. Olor a acetona. Respiración muy rápida y profunda. Omisión de la dosis de insulina o excesos en la dieta en pacientes con diabetes conocida. ¿Cómo se confirman estos trastornos? La sospecha de estas complicaciones agudas de la diabetes debe confirmarse con determinaciones analíticas. En el propio domicilio del paciente pueden medirse la cantidad de glucosa en la sangre y la presencia de cuerpos cetónicos en la orina mediante el empleo de tiras reactivas. Sin embargo, siempre es necesario confirmar la cetoacidosis o la situación hiperosmolar con pruebas de laboratorio. Los hallazgos más característicos son: Hiperglucemia: la elevación de las cifras de glucosa suele ser superior a 250 mg/dl en los casos de cetoacidosis y mucho más elevada, superando los 600 mg/dl, en la situación hiperosmolar. Acidosis metabólica: se debe medir el pH de la sangre, un parámetro que valora la acidez del plasma, y la concentración de bicarbonato. En la cetoacidosis el pH es inferior a 7.3, indicando la presencia de un plasma muy ácido, y el nivel de bicarbonato esta reducido. En la situación hiperosmolar el pH es superior a esta cifra y el bicarbonato es normal. Cuerpos cetónicos: se pueden medir en la sangre y en la orina. Sus niveles están francamente elevados en la cetoacidosis y son normales o Osmolaridad del plasma: siempre elevada en la situación hiperosmolar. ¿Cómo se solucionan? La cetoacidosis y el coma hiperosmolar son situaciones potencialmente peligrosas que, en la mayoría de los casos, requieren ingreso y tratamiento en un hospital. Algunos casos leves pueden tratarse de forma ambulatoria con vigilancia muy estricta. El tratamiento se basa en una adecuada combinación de líquidos y electrolitos, insulina y cuidados generales. Veámoslo a continuación con algo de detalle. Hidratación: La reposición de agua y electrolitos es la piedra angular del tratamiento ya que todos los pacientes sufren un mayor o menor grado de deshidratación y la mera corrección de ésta reduce la hiperglucemia y mejora el estado cetósico. Se calcula que la pérdida de agua media en un adulto es de unos 5 a 12 litros que hay que reponer lentamente mediante el empleo de líquidos intravenosos, ya que la vía oral suele ser imposible de utilizar en las primeras horas por la presencia de náuseas o vómitos. Al principio se emplean soluciones salinas y posteriormente pueden emplearse soluciones con glucosa. Insulina: La insulina, aparte de reducir la hiperglucemia, es indispensable para detener la producción de cuerpos cetónicos. Debe utilizarse la insulina cristalina, regular o de acción rápida. Se emplea preferentemente por vía intravenosa, ya sea asociada a los líquidos intravenosos o por una vía independiente. Las dosis son variables, según la evolución de la glucemia del paciente que se debe determinar de forma muy frecuente. Potasio y otros electrolitos: La cetoacidosis se acompaña siempre de una deficiencia de potasio. Además la insulina y el descenso de la glucemia que se producen con el tratamiento pueden producir una disminución de las cifras de potasio en la sangre. El potasio se administra, en forma de cloruro o fosfato, diluido en los líquidos intravenosos. El bicarbonato sódico se emplea para corregir la acidosis metabólica que caracteriza la cetoacidosis. Sin embargo su uso puede producir algunos inconvenientes, por lo que sólo se debe emplear en casos de acidosis muy severa, con pH inferior a 7.0. En algunas ocasiones es necesario también administrar fosfato. Medidas generales: Los cuidados generales son de vital importancia, ya que la cetoacidosis y la situación hiperosmolar suelen ir acompañadas de otros trastornos que pueden poner en peligro la vida del paciente. Las medidas generales dependen de la situación de cada paciente e incluyen: Cultivos para detectar las infecciones y antibióticos para su tratamiento. Sonda vesical para controlar la diuresis (volumen de orina). Sonda nasogástrica para evitar aspiraciones en pacientes comatosos. Oxigeno si existen problemas respiratorios. Heparina en los casos de coma hiperosmolar para evitar la producción de trombos en los vasos sanguíneos. Los controles de enfermería son muy importantes para el seguimiento del paciente, ya que el tratamiento debe ser individualizado. Hay que registrar en una gráfica las constantes del paciente, los valores de glucemia, cetonuria, diuresis y las dosis administradas de insulina. Si se guardan estas medidas generales, la mayoría de los pacientes se resuelven en una sala de un hospital general y sólo una pequeña parte de los casos precisará ingreso en una Unidad de Cuidados Intensivos. http://www.saludalia.com/docs/Salud/web_saludalia/temas_de_salud/doc/endocrinolo gia/doc/doc_cetoacidosis1.htm