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1
EL MERCADO LABORAL EN EL MERCOSUR, BOLIVIA Y CHILE DESDE
UNA PERSPECTIVA DE GENERO. TENDENCIAS Y PROPUESTAS1.
María Nieves Rico2
La mayor tendencia económica mundial de los últimos años es el
movimiento hacia una economía globalmente integrada. En todas partes del
mundo las empresas, los gobiernos y las personas adoptan decisiones en las
que deben tomar en cuenta cada vez más las dimensiones internacionales,
debido a su creciente gravitación. Las fuerzas de la globalización son reales y su
influencia es sentida en variados ámbitos, ya sea para mejorar o empeorar las
situaciones preexistentes.
Siguiendo a Castells (1996 y 1999), entendemos la globalización como el
proceso resultante de la capacidad de ciertas actividades de funcionar como
unidad en tiempo real a escala planetaria. Así, las decisiones y actividades en
cualquier lugar tienen repercusiones significativas en lugares muy distantes y de
manera simultánea, reduciendo principalmente las distancias económicas
y
culturales.
Quisiera en este punto no olvidar los correlatos culturales, sociales y políticos de
la creciente integración económica internacional, lo cuales no han sido menos
importantes, y entre los que hay que destacar la universalización de los
derechos humanos, específicamente la creciente conciencia mundial de los
derechos que portan las mujeres y el imperativo de su ejercicio acompañado del
de su ciudadanía. Así como quisiera también destacar, por su importancia en el
tema que estamos tratando, las nuevas regulaciones de las relaciones laborales
1
Ponencia presentada a la IV Reunión Especializada de la Mujer (REM), MERCOSUR, Bolivia y Chile,
Rio de Janeiro, 30 de noviembre a 1 de diciembre de 2000.
2
Oficial de Asuntos Sociales de la Unidad Mujer y Desarrollo de la CEPAL y coordinadora del proyecto
CEPAL-GTZ “Institucionalización del enfoque de género en la CEPAL y Ministerios Sectoriales”. Las
opiniones expresadas en este trabajo que no ha sido sometido a revisión editorial, son de la exclusiva
responsabilidad de la autora y pueden no coincidir con las de la Organización.
2
tendientes a la flexibilización de la mano de obra que han traído consigo la
integración económica y la globalización de mercados.
Distintos estudios señalan tres procesos globales que modificarían el mundo del
trabajo y de las relaciones laborales: 1) el proceso de adopción de un esquema
de desarrollo que privilegia la integración a la economía mundial vía políticas de
apertura externa y competitividad de mercado que tienden a reducir los costos
laborales y que tendría efectos negativos sobre los salarios y las condiciones de
empleo; 2) el proceso de incorporación a los rápidos cambios tecnológicos en
muchos sectores de la economía que debilita la posición negociadora de los
trabajadores; 3) los cambios en los papeles del estado, el mercado y las
instituciones de la sociedad civil, con pérdida de la capacidad reglamentaria del
estado (OIT,1996 y Campero, 1999).
En este contexto, el MERCOSUR constituye en la actualidad la iniciativa
integracionista más importante en América Latina. Sin embargo su documento
constitutivo, el Tratado de Asunción, no menciona explícitamente los temas
sociales o laborales, excepto, en su preámbulo, donde se estipula que el
proceso integracionista debe promover el desarrollo con justicia social. Esto no
ha constituido un obstáculo para que los países miembros se comprometan en
los acuerdos operativos a alcanzar objetivos sociales, y se aboquen a debatir y
negociar relaciones laborales y temas de seguridad social, reafirmando los
derechos de las y los trabajadores, reconocidos en las convenciones y
declaraciones internacionales (Declaración Socio-Laboral del MERCOSUR, Río
de Janeiro, 10 de diciembre de 1998).
3
Qué ha pasado en el mercado laboral de los países durante los noventa? 3
Existe consenso acerca de que uno de los cambios más significativos que
experimentaron los países de la región durante la década de los noventa fue la
notable incorporación de las mujeres al mundo del trabajo remunerado. Esta
incorporación se asocia a diversos procesos económicos y sociales, tales como
la racionalidad que rige el funcionamiento de las economías, la expansión de los
niveles educativos de las mujeres, la creciente necesidad económica de los
hogares, así como al ejercicio del derecho de las mujeres a acceder al mercado
laboral y a la autonomía económica. Es importante destacar que durante esta
década una mayor proporción de mujeres que de hombres se incorporaron al
mercado laboral y que los mayores incrementos en la participación económica
femenina se produjeron en general entre las mujeres de 25 a 49 años, es decir,
entre aquellas con una mayor carga reproductiva. Pese a estos avances la
distancia en la participación de hombres y mujeres continúa siendo importante,
tal como se observa en el siguiente cuadro.
TASAS DE PARTICIPACIÓN EN LA ACTIVIDAD ECONÓMICA POR SEXO Y
SU DIFERENCIA. PERSONAS DE 20 A 64 AÑOS,
ALREDEDOR DE 1990 Y 1997. ZONAS URBANAS.
País
Argentina
Bolivia
Brasil
Chile
Uruguay
Alrededor de 1990
Mujeres
Hombres Diferencia
47,5
91,3
-43,8
52,3
85,3
-33,0
49,3
90,6
-41,3
41,6
86,6
-45,0
55,4
90,7
-35,3
Alrededor de 1997
Mujeres
Hombres Diferencia
56,4
92,3
-35,9
58,2
88,7
-30,5
56,3
89,2
-32,9
46,7
88,3
-41,6
62,1
89,9
-27,8
Fuente: Datos de CEPAL, División de Estadísticas, Tabulaciones especiales de las Encuestas de
Hogares
3
El diagnóstico que se presenta se apoya en los siguientes documentos elaborados en la CEPAL:
“Globalización y terciarización: oportunidades para la feminización de mercados y políticas” de Irma
Arriagada (2000) y “Aspectos económicos de la equidad de género” de Thelma Gálvez (1999).
4
Pero no sólo hubo un aumento cuantitativo, sino también un cambio de modelo
de la participación laboral femenina. Desde el lado de la oferta, se encuentra una
mayor homogeneización y similitud del comportamiento económico de hombres
y mujeres en relación, principalmente, con la edad y los niveles de instrucción.
Sin embargo, desde el lado de la demanda se mantuvo una segmentación
horizontal y vertical por género de las ocupaciones, que muestra una fuerte
resistencia cultural a los cambios y uno de los nudos de la discriminación
necesarios de enfrentar.
Asimismo, hay que destacar que la participación femenina en el trabajo total es
aún mayor si consideramos que magnitudes importantes de trabajo femenino no se
miden ni se consideran en las cuentas nacionales, produciéndose un importante
subregistro de la mano de obra femenina. Esto obedece a que existe una
tendencia a subestimar la participación femenina en la producción de subsistencia
y en las actividades no remuneradas, mientras que en la producción doméstica y
en el trabajo voluntario existe un problema conceptual, al no considerarse este tipo
de actividades como "económicas". Por lo tanto, no se incluyen en las estadísticas
que miden el aporte de las personas al producto.
Se ha establecido en diferentes estudios empíricos, la relación positiva entre
educación y participación laboral. Los patrones regionales indican que las
mujeres con mayor nivel de instrucción tienen también tasas mayores de
participación. Sin embargo, la brecha de participación económica es mayor por
niveles educativos entre las propias mujeres que por género, es decir entre
mujeres y varones. Esto significa que si bien las tasa de participación femenina
ha crecido, ello ha ocurrido por la creciente incorporación de las más educadas,
manteniéndose y ampliándose la brecha entre éstas y las mujeres con menor
educación, lo que perpetúa la mayor desigualdad social y económica al interior
de la población femenina.
5
Sin embargo, los avances en el ingreso de las mujeres al mercado laboral se
matizan si consideramos que simultáneamente más mujeres que hombres están
desempleadas. Sin duda los jóvenes son quienes tienen mayores tasas de
desempleo abierto y dentro de ellos, las mujeres jóvenes encuentran mayores
trabas para su ingreso al mercado laboral. A su vez, estas tasas de desempleo
muestran grandes diferencias entre mujeres pertenecientes a diferentes estratos
de ingreso (Gálvez,1999).
TASAS DE DESOCUPACIÓN POR SEXO Y DIFERENCIA ENTRE LAS DE MUJERES Y LAS
DE HOMBRES. POBLACIÓN DE 20 A 64 AÑOS.
ALREDEDOR DE 1997. ZONAS URBANAS
País
Argentina
Bolivia
Brasil
Chile
Uruguay
Mujeres
16,1
3,6
8,4
6,9
12,5
Diferencia
Relación
absoluta
Hombres
mujeres/
mujeres/
hombres
hombres
10,8
5,3
1,5
3,6
0,0
1,0
5,5
2,9
1,5
4,6
2,3
1,5
6,9
5,6
1,8
Fuente: CEPAL, Div. de Estadísticas, Tabulaciones especiales de las Encuestas de
Hogares.
También es necesario tener en cuenta que, por el lado la oferta, a pesar del
continuo crecimiento de la tasa de actividad femenina, ésta se mantienen por
debajo de la masculina. Esto manifiesta los límites que pone el trabajo
doméstico y el cuidado de los hijos a las posibilidades de emprender un trabajo
remunerado (Todaro, Mauro y Yañez,1997). Si bien el número de personas
dedicadas exclusivamente al trabajo doméstico ha descendido en la década, el
porcentaje sigue siendo muy significativo, especialmente en los hogares más
pobres, tal como se observa en el siguiente cuadro.
6
PERSONAS DE 20 A 64 AÑOS DEDICADAS EXCLUSIVAMENTE AL TRABAJO
DOMÉSTICO POR CADA 100 ACTIVOS/AS. ZONAS URBANAS
En todos los hogares
País
Argentina
Bolivia
Brasil
Chile
Uruguay
Alrededor Alrededor
1990
1997
33,4
26,9
34,7
38,7
20,0
25,1
23,0
S/I
30,8
12,8
En el 20% de hogares más
pobres
1997
Alrededor Alrededor 1997 –
–
1990
1997
1990
1990
-8,3
69,5
47,5
-22,0
-3,9
48,0
37,3
-10,7
S/i
52,4
S/i
S/I
-7,9
61,0
53,8
-7,2
-7,2
34,2
21,8
-12,4
Fuente: CEPAL, Div. de Estadísticas, Tabulaciones especiales de las Encuestas de Hogares.
* Las Encuestas tabuladas incluían los siguientes conceptos: Argentina: con
jubilación, octubre 1997; Brasil: con previsión, 1996; Chile cotizando, 1996; y Uruguay:
con atención médica, 1997.
Uno de los aspectos más notable, y ampliamente registrado, en relación con la
desigualdad que enfrentan las mujeres en el mercado laboral tiene relación con
la diferencia de ingresos observada entre éstas y los hombres, es decir la
discriminación salarial que las afecta.
Los ingresos medios de las mujeres son significativamente menores que los
masculinos, en el período 90-97, para todos los países. Si se considera que
estas diferencias pueden deberse a niveles distintos de instrucción entre
hombres y mujeres, se ve que ocurre en algunos países que, mientras más alto
el nivel educativo de las mujeres mayor es la diferencia de salarios. Al respecto
es importante indicar que el hecho que los retornos de la educación sean
menores para las mujeres es una inequidad que representa un costo para ellas y
7
sus hogares igual a la diferencial de ingresos con los hombres del mismo nivel
educacional.
INGRESOS MEDIOS DEL TRABAJO DE LAS MUJERES COMO PORCENTAJE DEL
INGRESO DE LOS HOMBRES CON IGUAL NIVEL DE EDUCACIÓN POR AÑOS DE
ESTUDIO. POBLACIÓN DE 20 A 24 AÑOS.
ALREDEDOR DE 1990 Y 1997. ZONAS URBANAS
País
Argentina
Brasil
Chile
Uruguay
0–8
1990
84,6
59,4
69,1
42,1
9 – 12
1997
88,2
61,5
57,2
77,6
1990
64,4
58,4
80,4
65,5
1997
88,5
65,1
80,2
75,5
13 y más
1990
1997
81,6
85,1
71,9
76,5
80,5
85,7
70,4
83,4
Fuente: CEPAL, División de Estadísticas, Tabulaciones especiales de las Encuestas de Hogares.
Otro importante tema pendiente en cuanto a la equidad en la calidad del empleo
de las y los asalariados es la asociada al hecho de tener derecho a la salud y a
la previsión social, que indica importantes desventajas para las mujeres en
relación a los varones, tal como se observa en el siguiente cuadro.
MUJERES Y HOMBRES ASALARIADAS/OS CON DERECHO A SALUD Y/O
PREVISIÓN, ALREDEDOR DE 1997*, ZONAS URBANAS
País
Argentina
Brasil
Chile
Uruguay
Proporción de
mujeres
asalariadas con
derecho a salud
y/o previsión
Proporción de
hombres asalariados
con derecho a salud
y/o previsión
60,1
62,1
76,0
96,8
64,3
67,4
83,1
95,6
Proporción de mujeres
asalariadas con derecho a
salud y/o previsión menos
proporción de hombres
asalariados con derecho a
salud y/o previsión
-4,2
-5,3
-7,1
1,2
Fuente: CEPAL, División de Estadísticas, Tabulaciones especiales de las
Encuestas de Hogares
8
Diferentes estudios (Arriagada, 2000) muestran que en los últimos años se
generaron nuevas oportunidades laborales para las mujeres en el sector
terciario junto con reducción de ciertas ocupaciones en el sector público. Las
oportunidades que se abrieron fueron en las categorías ocupacionales de
empleadoras, y de asalariadas, especialmente entre las técnicas y profesionales.
El mayor crecimiento y apertura de oportunidades de empleo se encuentra en el
sector de servicios y muestra su carácter contradictorio, ya que ofrece
oportunidades en los dos extremos de la escala social y educativa de las
mujeres. Por una parte, se ofrecen puestos mejor remunerados y que demandan
niveles de instrucción muy elevados (sector de servicios financieros) para un
grupo reducido de trabajadoras altamente calificadas. Por otra parte, se ofrecen
oportunidades en el otro extremo de la escala de prestigio: el sector doméstico,
el peor remunerado y la ocupación más precaria en términos de cobertura social
y beneficios. También se expandió en el período la oferta en trabajos
precarizados como las pequeñas empresas y actividades en sectores informales
de la economía, con todos los problemas que éstas conllevan en cuanto a
calidad.
Desde el punto de vista de los derechos de las y los trabajadores, los procesos
de mayor apertura y ajuste estructural han conducido a importantes cambios de
los marcos regulatorios referidos al mercado laboral, tanto en lo que respecta a
la flexibilización, sobre todo a nivel de los contratos, los despidos y la seguridad
social, como a la protección en cuanto a los derechos sindicales y a la seguridad
en el trabajo.
Al mismo tiempo, la realidad de los países muestra hoy la existencia de
situaciones muy disímiles en términos de sectores de trabajadores ampliamente
protegidos (en especial los asalariados) y sectores no cubiertos por la legislación
laboral,
como
los
trabajadores
empleados
en
pequeñas
empresas,
autoempleados, subcontratados y estacionales (CEPAL, 1997). Lo anterior
conduce a la necesidad de un nuevo marco regulatorio que junto con adecuarse
9
a los nuevos perfiles ocupacionales, es especial de las mujeres, proteja la parte
contractual más débil.
El diagnóstico sobre el grado de institucionalización de la equidad de género
en las políticas laborales y económicas en América Latina y el Caribe,
desarrollado en la CEPAL (Daeren, 2000), muestra que en los países miembros
y asociados del MERCOSUR se han adoptado planes nacionales que en mayor
o menor medida plantean objetivos e impulsan programas relacionados con los
derechos económicos y laborales de las mujeres (Argentina, Boliva, Paraguay),
así mismo se han creado unidades de género o designado puntos focales al
interior de los ministerios correspondientes (Argentina, Brasil, Bolivia, Chile,
Paraguay y Uruguay), estableciéndose en algunos casos mecanismos de
cooperación interinstitucional con el fin de promover políticas y programas que
generen igualdad de oportunidades para hombres y mujeres (Argentina, Bolivia,
Chile y Uruguay). En este panorama esperanzador en cuanto a una nueva
generación de políticas se observa que a menudo los programas quedan
circunscritos a acciones antipobreza caracterizados por intervenciones de
carácter microsocial, de corto plazo, asintencialista, fragmentario y sin mayor
vinculación con las políticas económicas y laborales en curso.
En este sentido aún pareciera que la mayoría de los Ministerios de Trabajo,
Hacienda, Comercio y Economía siguen desarrollando sus programas como si
fueran neutros en términos de género. Queda pendiente, instalar o fortalecer
otro tipo de objetivos y acciones que apunten a valorizar el rol económico de las
mujeres, buscando el pleno reconocimiento de sus aportes y otorgándoles los
beneficios que les corresponden, eliminando las prácticas discriminatorias y de
exclusión que las afectan. Asimismo, se requiere fortalecer la tendencia a
plantear objetivos y metas de empoderamiento económico y político de las
mujeres con objeto de transformar los sistemas y mecanismos económicos y
laborales en la dirección de una mayor equidad.
10
Para finalizar, quisiera regresar a los datos empíricos y centrar la atención en la
distribución del ingreso entre las personas y sus hogares, como uno de los
elementos centrales de la equidad, y considerando que determina otras
distribuciones en nuestra sociedad, en la medida que los ingresos permiten y/ o
facilitan independencia económica y expresión de ciudadanía.
Así como el Ingreso per cápita expresa una magnitud relativa y comparable
entre países, el Ingreso global por sexo permite comparar el ingreso que
obtiene el conjunto de mujeres de un país con el que obtienen los hombres,
constituyéndose en un indicador síntesis de la brecha de género. El indicador
expresa tanto el grado en que las mujeres acceden al mercado laboral, a la
propiedad y a las transferencias, como los niveles monetarios que obtienen, en
relación con los hombres (Gálvez, 1999).
El siguiente cuadro muestra el valor del indicador para los países miembros y
asociados del MERCOSUR, donde se puede observar que la brecha entre
mujeres y hombres en términos de capacidad de generar ingresos es muy alta y
se mantiene a un nivel muy similar entre los países y entre indicadores ya sean
del ámbito nacional o urbano.
INGRESO GLOBAL POR MUJER / INGRESO GLOBAL POR HOMBRE
(porcentaje)
Valor del Indicador
Alrededor
Alrededor
1990
1997
País
Variación: 1997
Menos 1990
Nivel nacional
Brasil
Chile
36,1
32,6
44,6
37,6
8,5
5,0
34,9
38,7
36,7
37,0
42,5
41,8
46,7
53,5
7,6
3,1
10,0
16,5
Nivel urbano
Argentina
Bolivia
Paraguay
Uruguay
Fuente: CEPAL, Div. de Estadísticas, Tabulaciones especiales Encuestas de Hogares
11
El mejoramiento de la situación económica de las mujeres entre 1990 y 1997
encontrado en el indicador se justifica en parte por el comportamiento de su
participación laboral y por el mejoramiento en los niveles de sus remuneraciones
que ya se abordó anteriormente.
Algunas propuestas
A partir del breve diagnóstico presentado, se presentan algunas propuestas, sin
pretender agotarlas, que requieren de esfuerzos explícitos de los gobiernos y de
la sociedad civil por acortar las distancias entre desempeños y retribuciones de
hombres y mujeres, es decir entre los aportes que hacen al desarrollo de los
países y los beneficios y derechos que gozan.
Estas propuestas se enmarcan dentro de los postulados del proceso de
institucionalización de la equidad de género en las políticas públicas,
específicamente en las de carácter económico y laboral que desde la CEPAL se
está impulsando, y pretenden ser una aporte a la constitución de agendas de
investigación y de políticas consensuadas al interior de los países y del
MERCOSUR, entendiendo que esta iniciativa de integración es una oportunidad
para el mejoramiento de la calidad de vida de la población y para garantizar la
igualdad de oportunidades entre varones y mujeres.
A nivel de la investigación:
-
Analizar los cambios ocurridos con los procesos de globalización económica
y de integración regional, examinando la ampliación de oportunidades para
las mujeres y teniendo en cuenta la diversidad de situaciones al interior de la
población femenina, especialmente las mujeres rurales y aquellas insertas en
el sector servicios en todas sus expresiones.
12
-
Desde una perspectiva estructural, desarrollar análisis de cohortes y de los
grandes cambios demográficos y su impacto sobre el mercado laboral.
-
Desarrollar estudios que establezcan los nexos existentes entre la economía
del cuidado y la asistencia, y el trabajo remunerado
-
Profundizar y ampliar los estudios que se centran en el proceso de trabajo
desde la perspectiva de la calidad. Analizar como se recomponen las formas
de segregación al interior de las ramas de actividad económica y de qué
manera se reinstala la
persistente discriminación salarial, examinando la
longitud de las jornadas, la existencia o no de contratos y el tiempo medio de
duración, la estacionalidad de los empleos, la cobertura de la seguridad
social, entre otros aspectos ligados a la calidad del empleo.
-
Diseñar metodologías que permitan captar con mayor precisión fenómenos
como el subempleo, desempleo y pluriempleo, el trabajo en el sector no
estructurado de la economía, el trabajo reproductivo no remunerado, y la
prestación de servicio sociales en los hogares y la comunidad.
-
Problematizar y politizar la cuestión del empleo femenino, constituyéndola en
un tema socialmente relevante para todos los sectores sociales.
-
Identificar las imágenes de género que están en la base de las políticas de
recursos humanos que llevan a cabo las empresas y que obstaculizan las
inserción laboral de las mujeres en igualdad de condiciones que los hombres,
considerando que muchos de los prejuicios de género que están presentes
en el ámbito económico y laboral se derivan de las desigualdades de género
a nivel de hogares así como en actitudes y normas sociales.
13
-
Ampliar y difundir los hallazgos de los estudios sobre costos laborales de la
contratación de mujeres y varones, con el objeto de desmitificar la convicción
que es más oneroso contratar trabajadoras.
-
Desarrollar encuestas sobre condiciones de trabajo que permitan a las y los
trabajadores opinar sobre las condiciones que laboran, que se constituyan en
una base para el diálogo democrático sobre sus necesidades y aspiraciones
en cuanto al desarrollo social y económico de los países y la de la región.
-
Desarrollar de manera sistemática un banco de datos con información
desagregada por sexo sobre el mercado laboral desde una perspectiva de
género en los países del MERCOSUR y una publicación periódica que se
distribuya regularmente a las autoridades de los países de la región.
-
Profundizar los estudios de legislación comparada de modo de identificar
aquellos marcos legales que más favorecen a la equidad de género e
incorporar sus postulados a la normativa regional.
-
Investigar los efectos que tiene la inserción laboral sobre el ejercicio de la
ciudadanía y la participación en los procesos de adopción de decisiones en
todos los niveles para las mujeres.
A nivel de las políticas públicas:
-
Desarrollar nuevas estrategias para incorporar activamente a las mujeres en
los procesos de diseño y formulación de políticas económicas y laborales, lo
cual requiere superar las dificultades existentes para la adecuada
representación política de sus intereses y demandas a todos los niveles. En
este marco fortalecer y ampliar las acciones afirmativas ya iniciadas.
14
-
Ampliar los espacios de debate público y de concertación política donde se
enfrenten los problemas que tienen las mujeres al insertarse al mercado
laboral, y los problemas que enfrentan los países para alcanzar el objetivo de
la equidad de género en este ámbito. Lo anterior implica instalar el diálogo
intersectorial.
-
Implementar acciones conjuntas entre los Mecanismos Nacionales para el
Adelanto de las Mujeres y los Ministerios de Economía y Trabajo dada la
necesidad de implementar políticas intersectoriales e interinstitucionales para
alcanzar el objetivo de la equidad y una verdadera institucionalización de la
perspectiva
de
género,
mediante
la
implementación
de
acciones
transversales a nivel de los mercados de trabajo sectoriales.
-
Integrar explícitamente los objetivos de no discriminación contra las mujeres
en los planes de empleo, económicos y comerciales, además de los planes
sociales y de superación de la pobreza, donde por el momento se suelen
encontrar.
-
Asegurar la consideración de las dimensiones de género en las asignaciones
presupuestarias de los distintos Ministerios, especialmente Hacienda,
Economía, Trabajo y Previsión Social. Aumentar o reasignar los montos del
presupuesto público asignados a alcanzar la equidad de género en los
ámbitos económico y laboral.
-
Desarrollar sinergias positivas en los ámbitos de acción propios del Estado,
la sociedad civil y el mercado, así como construir consensos entre los
distintos actores para el logro de mejoras en la situación y participación de
las mujeres, donde se requiere valorar la dimensión de género en las
estrategias de desarrollo y de inserción internacional y regional.
15
-
Iniciar o fortalecer las iniciativas de cooperación entre los Institutos de
Estadísticas, los Ministerios Sectoriales y los Mecanismos para el Adelanto
de la Mujer con el objeto de institucionalizar el uso de indicadores de género
para formular políticas públicas en el ámbito del trabajo, así como hacer su
seguimiento y evaluación.
-
Fortalecer los compromisos e iniciativas impulsados desde la sociedad civil
en el campo de la equidad de género, y establecer canales de diálogo entre
el Estado y los distintos actores sociales.
-
Reorientar los programas de estudio y de capacitación, ampliando las
opciones vocacionales de las mujeres, logrando una adecuada articulación
entre orientación, formación e inserción laboral sobre todo en los sectores
más dinámicos de la economía, para alcanzar una mayor adecuación con el
perfil de requerimientos de mano de obra que tienen hoy las empresas.
-
Capacitar a las mujeres en las nuevas tecnologías para facilitar su inserción
en los sectores líderes del crecimiento económico y que se basan en su uso.
-
Crear centros de información para orientar a las mujeres en cuanto
posibilidades de trabajo y empleo, y sobre sus derechos, otorgando
información adecuada y actualizada sobre las perspectivas laborales en el
marco de los procesos económicos y sociales por los que atraviesan los
países. Facilitar el acceso a estos centros a las mujeres migrantes
provenientes de los países miembros del MERCOSUR.
-
Ampliar la cobertura de la seguridad social, especialmente al trabajo a tiempo
parcial y temporal, para garantizar a todos los trabajadores un desempeño en
condiciones de seguridad y la capacidad de enfrentar contingencias como
invalidez, desempleo, enfermedad, maternidad, así como la vejez.
16
-
Crear o fortalecer las instancias de fiscalización de las condiciones laborales
de las y los trabajadores y de la legislación laboral para verificar no sólo su
aplicación, sino también para evitar que se desvirtúe el sentido de la
normativa antidiscriminatoria.
-
Crear condiciones de igualdad para mujeres y hombres para compartir las
responsabilidades reproductivas y el trabajo derivado de ellas.
-
Desarrollar políticas de apoyo al trabajo doméstico para los hogares,
principalmente los más pobres.
17
Bibliografía de referencia
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