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1 EL MERCADO LABORAL EN EL MERCOSUR, BOLIVIA Y CHILE DESDE UNA PERSPECTIVA DE GENERO. TENDENCIAS Y PROPUESTAS1. María Nieves Rico2 La mayor tendencia económica mundial de los últimos años es el movimiento hacia una economía globalmente integrada. En todas partes del mundo las empresas, los gobiernos y las personas adoptan decisiones en las que deben tomar en cuenta cada vez más las dimensiones internacionales, debido a su creciente gravitación. Las fuerzas de la globalización son reales y su influencia es sentida en variados ámbitos, ya sea para mejorar o empeorar las situaciones preexistentes. Siguiendo a Castells (1996 y 1999), entendemos la globalización como el proceso resultante de la capacidad de ciertas actividades de funcionar como unidad en tiempo real a escala planetaria. Así, las decisiones y actividades en cualquier lugar tienen repercusiones significativas en lugares muy distantes y de manera simultánea, reduciendo principalmente las distancias económicas y culturales. Quisiera en este punto no olvidar los correlatos culturales, sociales y políticos de la creciente integración económica internacional, lo cuales no han sido menos importantes, y entre los que hay que destacar la universalización de los derechos humanos, específicamente la creciente conciencia mundial de los derechos que portan las mujeres y el imperativo de su ejercicio acompañado del de su ciudadanía. Así como quisiera también destacar, por su importancia en el tema que estamos tratando, las nuevas regulaciones de las relaciones laborales 1 Ponencia presentada a la IV Reunión Especializada de la Mujer (REM), MERCOSUR, Bolivia y Chile, Rio de Janeiro, 30 de noviembre a 1 de diciembre de 2000. 2 Oficial de Asuntos Sociales de la Unidad Mujer y Desarrollo de la CEPAL y coordinadora del proyecto CEPAL-GTZ “Institucionalización del enfoque de género en la CEPAL y Ministerios Sectoriales”. Las opiniones expresadas en este trabajo que no ha sido sometido a revisión editorial, son de la exclusiva responsabilidad de la autora y pueden no coincidir con las de la Organización. 2 tendientes a la flexibilización de la mano de obra que han traído consigo la integración económica y la globalización de mercados. Distintos estudios señalan tres procesos globales que modificarían el mundo del trabajo y de las relaciones laborales: 1) el proceso de adopción de un esquema de desarrollo que privilegia la integración a la economía mundial vía políticas de apertura externa y competitividad de mercado que tienden a reducir los costos laborales y que tendría efectos negativos sobre los salarios y las condiciones de empleo; 2) el proceso de incorporación a los rápidos cambios tecnológicos en muchos sectores de la economía que debilita la posición negociadora de los trabajadores; 3) los cambios en los papeles del estado, el mercado y las instituciones de la sociedad civil, con pérdida de la capacidad reglamentaria del estado (OIT,1996 y Campero, 1999). En este contexto, el MERCOSUR constituye en la actualidad la iniciativa integracionista más importante en América Latina. Sin embargo su documento constitutivo, el Tratado de Asunción, no menciona explícitamente los temas sociales o laborales, excepto, en su preámbulo, donde se estipula que el proceso integracionista debe promover el desarrollo con justicia social. Esto no ha constituido un obstáculo para que los países miembros se comprometan en los acuerdos operativos a alcanzar objetivos sociales, y se aboquen a debatir y negociar relaciones laborales y temas de seguridad social, reafirmando los derechos de las y los trabajadores, reconocidos en las convenciones y declaraciones internacionales (Declaración Socio-Laboral del MERCOSUR, Río de Janeiro, 10 de diciembre de 1998). 3 Qué ha pasado en el mercado laboral de los países durante los noventa? 3 Existe consenso acerca de que uno de los cambios más significativos que experimentaron los países de la región durante la década de los noventa fue la notable incorporación de las mujeres al mundo del trabajo remunerado. Esta incorporación se asocia a diversos procesos económicos y sociales, tales como la racionalidad que rige el funcionamiento de las economías, la expansión de los niveles educativos de las mujeres, la creciente necesidad económica de los hogares, así como al ejercicio del derecho de las mujeres a acceder al mercado laboral y a la autonomía económica. Es importante destacar que durante esta década una mayor proporción de mujeres que de hombres se incorporaron al mercado laboral y que los mayores incrementos en la participación económica femenina se produjeron en general entre las mujeres de 25 a 49 años, es decir, entre aquellas con una mayor carga reproductiva. Pese a estos avances la distancia en la participación de hombres y mujeres continúa siendo importante, tal como se observa en el siguiente cuadro. TASAS DE PARTICIPACIÓN EN LA ACTIVIDAD ECONÓMICA POR SEXO Y SU DIFERENCIA. PERSONAS DE 20 A 64 AÑOS, ALREDEDOR DE 1990 Y 1997. ZONAS URBANAS. País Argentina Bolivia Brasil Chile Uruguay Alrededor de 1990 Mujeres Hombres Diferencia 47,5 91,3 -43,8 52,3 85,3 -33,0 49,3 90,6 -41,3 41,6 86,6 -45,0 55,4 90,7 -35,3 Alrededor de 1997 Mujeres Hombres Diferencia 56,4 92,3 -35,9 58,2 88,7 -30,5 56,3 89,2 -32,9 46,7 88,3 -41,6 62,1 89,9 -27,8 Fuente: Datos de CEPAL, División de Estadísticas, Tabulaciones especiales de las Encuestas de Hogares 3 El diagnóstico que se presenta se apoya en los siguientes documentos elaborados en la CEPAL: “Globalización y terciarización: oportunidades para la feminización de mercados y políticas” de Irma Arriagada (2000) y “Aspectos económicos de la equidad de género” de Thelma Gálvez (1999). 4 Pero no sólo hubo un aumento cuantitativo, sino también un cambio de modelo de la participación laboral femenina. Desde el lado de la oferta, se encuentra una mayor homogeneización y similitud del comportamiento económico de hombres y mujeres en relación, principalmente, con la edad y los niveles de instrucción. Sin embargo, desde el lado de la demanda se mantuvo una segmentación horizontal y vertical por género de las ocupaciones, que muestra una fuerte resistencia cultural a los cambios y uno de los nudos de la discriminación necesarios de enfrentar. Asimismo, hay que destacar que la participación femenina en el trabajo total es aún mayor si consideramos que magnitudes importantes de trabajo femenino no se miden ni se consideran en las cuentas nacionales, produciéndose un importante subregistro de la mano de obra femenina. Esto obedece a que existe una tendencia a subestimar la participación femenina en la producción de subsistencia y en las actividades no remuneradas, mientras que en la producción doméstica y en el trabajo voluntario existe un problema conceptual, al no considerarse este tipo de actividades como "económicas". Por lo tanto, no se incluyen en las estadísticas que miden el aporte de las personas al producto. Se ha establecido en diferentes estudios empíricos, la relación positiva entre educación y participación laboral. Los patrones regionales indican que las mujeres con mayor nivel de instrucción tienen también tasas mayores de participación. Sin embargo, la brecha de participación económica es mayor por niveles educativos entre las propias mujeres que por género, es decir entre mujeres y varones. Esto significa que si bien las tasa de participación femenina ha crecido, ello ha ocurrido por la creciente incorporación de las más educadas, manteniéndose y ampliándose la brecha entre éstas y las mujeres con menor educación, lo que perpetúa la mayor desigualdad social y económica al interior de la población femenina. 5 Sin embargo, los avances en el ingreso de las mujeres al mercado laboral se matizan si consideramos que simultáneamente más mujeres que hombres están desempleadas. Sin duda los jóvenes son quienes tienen mayores tasas de desempleo abierto y dentro de ellos, las mujeres jóvenes encuentran mayores trabas para su ingreso al mercado laboral. A su vez, estas tasas de desempleo muestran grandes diferencias entre mujeres pertenecientes a diferentes estratos de ingreso (Gálvez,1999). TASAS DE DESOCUPACIÓN POR SEXO Y DIFERENCIA ENTRE LAS DE MUJERES Y LAS DE HOMBRES. POBLACIÓN DE 20 A 64 AÑOS. ALREDEDOR DE 1997. ZONAS URBANAS País Argentina Bolivia Brasil Chile Uruguay Mujeres 16,1 3,6 8,4 6,9 12,5 Diferencia Relación absoluta Hombres mujeres/ mujeres/ hombres hombres 10,8 5,3 1,5 3,6 0,0 1,0 5,5 2,9 1,5 4,6 2,3 1,5 6,9 5,6 1,8 Fuente: CEPAL, Div. de Estadísticas, Tabulaciones especiales de las Encuestas de Hogares. También es necesario tener en cuenta que, por el lado la oferta, a pesar del continuo crecimiento de la tasa de actividad femenina, ésta se mantienen por debajo de la masculina. Esto manifiesta los límites que pone el trabajo doméstico y el cuidado de los hijos a las posibilidades de emprender un trabajo remunerado (Todaro, Mauro y Yañez,1997). Si bien el número de personas dedicadas exclusivamente al trabajo doméstico ha descendido en la década, el porcentaje sigue siendo muy significativo, especialmente en los hogares más pobres, tal como se observa en el siguiente cuadro. 6 PERSONAS DE 20 A 64 AÑOS DEDICADAS EXCLUSIVAMENTE AL TRABAJO DOMÉSTICO POR CADA 100 ACTIVOS/AS. ZONAS URBANAS En todos los hogares País Argentina Bolivia Brasil Chile Uruguay Alrededor Alrededor 1990 1997 33,4 26,9 34,7 38,7 20,0 25,1 23,0 S/I 30,8 12,8 En el 20% de hogares más pobres 1997 Alrededor Alrededor 1997 – – 1990 1997 1990 1990 -8,3 69,5 47,5 -22,0 -3,9 48,0 37,3 -10,7 S/i 52,4 S/i S/I -7,9 61,0 53,8 -7,2 -7,2 34,2 21,8 -12,4 Fuente: CEPAL, Div. de Estadísticas, Tabulaciones especiales de las Encuestas de Hogares. * Las Encuestas tabuladas incluían los siguientes conceptos: Argentina: con jubilación, octubre 1997; Brasil: con previsión, 1996; Chile cotizando, 1996; y Uruguay: con atención médica, 1997. Uno de los aspectos más notable, y ampliamente registrado, en relación con la desigualdad que enfrentan las mujeres en el mercado laboral tiene relación con la diferencia de ingresos observada entre éstas y los hombres, es decir la discriminación salarial que las afecta. Los ingresos medios de las mujeres son significativamente menores que los masculinos, en el período 90-97, para todos los países. Si se considera que estas diferencias pueden deberse a niveles distintos de instrucción entre hombres y mujeres, se ve que ocurre en algunos países que, mientras más alto el nivel educativo de las mujeres mayor es la diferencia de salarios. Al respecto es importante indicar que el hecho que los retornos de la educación sean menores para las mujeres es una inequidad que representa un costo para ellas y 7 sus hogares igual a la diferencial de ingresos con los hombres del mismo nivel educacional. INGRESOS MEDIOS DEL TRABAJO DE LAS MUJERES COMO PORCENTAJE DEL INGRESO DE LOS HOMBRES CON IGUAL NIVEL DE EDUCACIÓN POR AÑOS DE ESTUDIO. POBLACIÓN DE 20 A 24 AÑOS. ALREDEDOR DE 1990 Y 1997. ZONAS URBANAS País Argentina Brasil Chile Uruguay 0–8 1990 84,6 59,4 69,1 42,1 9 – 12 1997 88,2 61,5 57,2 77,6 1990 64,4 58,4 80,4 65,5 1997 88,5 65,1 80,2 75,5 13 y más 1990 1997 81,6 85,1 71,9 76,5 80,5 85,7 70,4 83,4 Fuente: CEPAL, División de Estadísticas, Tabulaciones especiales de las Encuestas de Hogares. Otro importante tema pendiente en cuanto a la equidad en la calidad del empleo de las y los asalariados es la asociada al hecho de tener derecho a la salud y a la previsión social, que indica importantes desventajas para las mujeres en relación a los varones, tal como se observa en el siguiente cuadro. MUJERES Y HOMBRES ASALARIADAS/OS CON DERECHO A SALUD Y/O PREVISIÓN, ALREDEDOR DE 1997*, ZONAS URBANAS País Argentina Brasil Chile Uruguay Proporción de mujeres asalariadas con derecho a salud y/o previsión Proporción de hombres asalariados con derecho a salud y/o previsión 60,1 62,1 76,0 96,8 64,3 67,4 83,1 95,6 Proporción de mujeres asalariadas con derecho a salud y/o previsión menos proporción de hombres asalariados con derecho a salud y/o previsión -4,2 -5,3 -7,1 1,2 Fuente: CEPAL, División de Estadísticas, Tabulaciones especiales de las Encuestas de Hogares 8 Diferentes estudios (Arriagada, 2000) muestran que en los últimos años se generaron nuevas oportunidades laborales para las mujeres en el sector terciario junto con reducción de ciertas ocupaciones en el sector público. Las oportunidades que se abrieron fueron en las categorías ocupacionales de empleadoras, y de asalariadas, especialmente entre las técnicas y profesionales. El mayor crecimiento y apertura de oportunidades de empleo se encuentra en el sector de servicios y muestra su carácter contradictorio, ya que ofrece oportunidades en los dos extremos de la escala social y educativa de las mujeres. Por una parte, se ofrecen puestos mejor remunerados y que demandan niveles de instrucción muy elevados (sector de servicios financieros) para un grupo reducido de trabajadoras altamente calificadas. Por otra parte, se ofrecen oportunidades en el otro extremo de la escala de prestigio: el sector doméstico, el peor remunerado y la ocupación más precaria en términos de cobertura social y beneficios. También se expandió en el período la oferta en trabajos precarizados como las pequeñas empresas y actividades en sectores informales de la economía, con todos los problemas que éstas conllevan en cuanto a calidad. Desde el punto de vista de los derechos de las y los trabajadores, los procesos de mayor apertura y ajuste estructural han conducido a importantes cambios de los marcos regulatorios referidos al mercado laboral, tanto en lo que respecta a la flexibilización, sobre todo a nivel de los contratos, los despidos y la seguridad social, como a la protección en cuanto a los derechos sindicales y a la seguridad en el trabajo. Al mismo tiempo, la realidad de los países muestra hoy la existencia de situaciones muy disímiles en términos de sectores de trabajadores ampliamente protegidos (en especial los asalariados) y sectores no cubiertos por la legislación laboral, como los trabajadores empleados en pequeñas empresas, autoempleados, subcontratados y estacionales (CEPAL, 1997). Lo anterior conduce a la necesidad de un nuevo marco regulatorio que junto con adecuarse 9 a los nuevos perfiles ocupacionales, es especial de las mujeres, proteja la parte contractual más débil. El diagnóstico sobre el grado de institucionalización de la equidad de género en las políticas laborales y económicas en América Latina y el Caribe, desarrollado en la CEPAL (Daeren, 2000), muestra que en los países miembros y asociados del MERCOSUR se han adoptado planes nacionales que en mayor o menor medida plantean objetivos e impulsan programas relacionados con los derechos económicos y laborales de las mujeres (Argentina, Boliva, Paraguay), así mismo se han creado unidades de género o designado puntos focales al interior de los ministerios correspondientes (Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay), estableciéndose en algunos casos mecanismos de cooperación interinstitucional con el fin de promover políticas y programas que generen igualdad de oportunidades para hombres y mujeres (Argentina, Bolivia, Chile y Uruguay). En este panorama esperanzador en cuanto a una nueva generación de políticas se observa que a menudo los programas quedan circunscritos a acciones antipobreza caracterizados por intervenciones de carácter microsocial, de corto plazo, asintencialista, fragmentario y sin mayor vinculación con las políticas económicas y laborales en curso. En este sentido aún pareciera que la mayoría de los Ministerios de Trabajo, Hacienda, Comercio y Economía siguen desarrollando sus programas como si fueran neutros en términos de género. Queda pendiente, instalar o fortalecer otro tipo de objetivos y acciones que apunten a valorizar el rol económico de las mujeres, buscando el pleno reconocimiento de sus aportes y otorgándoles los beneficios que les corresponden, eliminando las prácticas discriminatorias y de exclusión que las afectan. Asimismo, se requiere fortalecer la tendencia a plantear objetivos y metas de empoderamiento económico y político de las mujeres con objeto de transformar los sistemas y mecanismos económicos y laborales en la dirección de una mayor equidad. 10 Para finalizar, quisiera regresar a los datos empíricos y centrar la atención en la distribución del ingreso entre las personas y sus hogares, como uno de los elementos centrales de la equidad, y considerando que determina otras distribuciones en nuestra sociedad, en la medida que los ingresos permiten y/ o facilitan independencia económica y expresión de ciudadanía. Así como el Ingreso per cápita expresa una magnitud relativa y comparable entre países, el Ingreso global por sexo permite comparar el ingreso que obtiene el conjunto de mujeres de un país con el que obtienen los hombres, constituyéndose en un indicador síntesis de la brecha de género. El indicador expresa tanto el grado en que las mujeres acceden al mercado laboral, a la propiedad y a las transferencias, como los niveles monetarios que obtienen, en relación con los hombres (Gálvez, 1999). El siguiente cuadro muestra el valor del indicador para los países miembros y asociados del MERCOSUR, donde se puede observar que la brecha entre mujeres y hombres en términos de capacidad de generar ingresos es muy alta y se mantiene a un nivel muy similar entre los países y entre indicadores ya sean del ámbito nacional o urbano. INGRESO GLOBAL POR MUJER / INGRESO GLOBAL POR HOMBRE (porcentaje) Valor del Indicador Alrededor Alrededor 1990 1997 País Variación: 1997 Menos 1990 Nivel nacional Brasil Chile 36,1 32,6 44,6 37,6 8,5 5,0 34,9 38,7 36,7 37,0 42,5 41,8 46,7 53,5 7,6 3,1 10,0 16,5 Nivel urbano Argentina Bolivia Paraguay Uruguay Fuente: CEPAL, Div. de Estadísticas, Tabulaciones especiales Encuestas de Hogares 11 El mejoramiento de la situación económica de las mujeres entre 1990 y 1997 encontrado en el indicador se justifica en parte por el comportamiento de su participación laboral y por el mejoramiento en los niveles de sus remuneraciones que ya se abordó anteriormente. Algunas propuestas A partir del breve diagnóstico presentado, se presentan algunas propuestas, sin pretender agotarlas, que requieren de esfuerzos explícitos de los gobiernos y de la sociedad civil por acortar las distancias entre desempeños y retribuciones de hombres y mujeres, es decir entre los aportes que hacen al desarrollo de los países y los beneficios y derechos que gozan. Estas propuestas se enmarcan dentro de los postulados del proceso de institucionalización de la equidad de género en las políticas públicas, específicamente en las de carácter económico y laboral que desde la CEPAL se está impulsando, y pretenden ser una aporte a la constitución de agendas de investigación y de políticas consensuadas al interior de los países y del MERCOSUR, entendiendo que esta iniciativa de integración es una oportunidad para el mejoramiento de la calidad de vida de la población y para garantizar la igualdad de oportunidades entre varones y mujeres. A nivel de la investigación: - Analizar los cambios ocurridos con los procesos de globalización económica y de integración regional, examinando la ampliación de oportunidades para las mujeres y teniendo en cuenta la diversidad de situaciones al interior de la población femenina, especialmente las mujeres rurales y aquellas insertas en el sector servicios en todas sus expresiones. 12 - Desde una perspectiva estructural, desarrollar análisis de cohortes y de los grandes cambios demográficos y su impacto sobre el mercado laboral. - Desarrollar estudios que establezcan los nexos existentes entre la economía del cuidado y la asistencia, y el trabajo remunerado - Profundizar y ampliar los estudios que se centran en el proceso de trabajo desde la perspectiva de la calidad. Analizar como se recomponen las formas de segregación al interior de las ramas de actividad económica y de qué manera se reinstala la persistente discriminación salarial, examinando la longitud de las jornadas, la existencia o no de contratos y el tiempo medio de duración, la estacionalidad de los empleos, la cobertura de la seguridad social, entre otros aspectos ligados a la calidad del empleo. - Diseñar metodologías que permitan captar con mayor precisión fenómenos como el subempleo, desempleo y pluriempleo, el trabajo en el sector no estructurado de la economía, el trabajo reproductivo no remunerado, y la prestación de servicio sociales en los hogares y la comunidad. - Problematizar y politizar la cuestión del empleo femenino, constituyéndola en un tema socialmente relevante para todos los sectores sociales. - Identificar las imágenes de género que están en la base de las políticas de recursos humanos que llevan a cabo las empresas y que obstaculizan las inserción laboral de las mujeres en igualdad de condiciones que los hombres, considerando que muchos de los prejuicios de género que están presentes en el ámbito económico y laboral se derivan de las desigualdades de género a nivel de hogares así como en actitudes y normas sociales. 13 - Ampliar y difundir los hallazgos de los estudios sobre costos laborales de la contratación de mujeres y varones, con el objeto de desmitificar la convicción que es más oneroso contratar trabajadoras. - Desarrollar encuestas sobre condiciones de trabajo que permitan a las y los trabajadores opinar sobre las condiciones que laboran, que se constituyan en una base para el diálogo democrático sobre sus necesidades y aspiraciones en cuanto al desarrollo social y económico de los países y la de la región. - Desarrollar de manera sistemática un banco de datos con información desagregada por sexo sobre el mercado laboral desde una perspectiva de género en los países del MERCOSUR y una publicación periódica que se distribuya regularmente a las autoridades de los países de la región. - Profundizar los estudios de legislación comparada de modo de identificar aquellos marcos legales que más favorecen a la equidad de género e incorporar sus postulados a la normativa regional. - Investigar los efectos que tiene la inserción laboral sobre el ejercicio de la ciudadanía y la participación en los procesos de adopción de decisiones en todos los niveles para las mujeres. A nivel de las políticas públicas: - Desarrollar nuevas estrategias para incorporar activamente a las mujeres en los procesos de diseño y formulación de políticas económicas y laborales, lo cual requiere superar las dificultades existentes para la adecuada representación política de sus intereses y demandas a todos los niveles. En este marco fortalecer y ampliar las acciones afirmativas ya iniciadas. 14 - Ampliar los espacios de debate público y de concertación política donde se enfrenten los problemas que tienen las mujeres al insertarse al mercado laboral, y los problemas que enfrentan los países para alcanzar el objetivo de la equidad de género en este ámbito. Lo anterior implica instalar el diálogo intersectorial. - Implementar acciones conjuntas entre los Mecanismos Nacionales para el Adelanto de las Mujeres y los Ministerios de Economía y Trabajo dada la necesidad de implementar políticas intersectoriales e interinstitucionales para alcanzar el objetivo de la equidad y una verdadera institucionalización de la perspectiva de género, mediante la implementación de acciones transversales a nivel de los mercados de trabajo sectoriales. - Integrar explícitamente los objetivos de no discriminación contra las mujeres en los planes de empleo, económicos y comerciales, además de los planes sociales y de superación de la pobreza, donde por el momento se suelen encontrar. - Asegurar la consideración de las dimensiones de género en las asignaciones presupuestarias de los distintos Ministerios, especialmente Hacienda, Economía, Trabajo y Previsión Social. Aumentar o reasignar los montos del presupuesto público asignados a alcanzar la equidad de género en los ámbitos económico y laboral. - Desarrollar sinergias positivas en los ámbitos de acción propios del Estado, la sociedad civil y el mercado, así como construir consensos entre los distintos actores para el logro de mejoras en la situación y participación de las mujeres, donde se requiere valorar la dimensión de género en las estrategias de desarrollo y de inserción internacional y regional. 15 - Iniciar o fortalecer las iniciativas de cooperación entre los Institutos de Estadísticas, los Ministerios Sectoriales y los Mecanismos para el Adelanto de la Mujer con el objeto de institucionalizar el uso de indicadores de género para formular políticas públicas en el ámbito del trabajo, así como hacer su seguimiento y evaluación. - Fortalecer los compromisos e iniciativas impulsados desde la sociedad civil en el campo de la equidad de género, y establecer canales de diálogo entre el Estado y los distintos actores sociales. - Reorientar los programas de estudio y de capacitación, ampliando las opciones vocacionales de las mujeres, logrando una adecuada articulación entre orientación, formación e inserción laboral sobre todo en los sectores más dinámicos de la economía, para alcanzar una mayor adecuación con el perfil de requerimientos de mano de obra que tienen hoy las empresas. - Capacitar a las mujeres en las nuevas tecnologías para facilitar su inserción en los sectores líderes del crecimiento económico y que se basan en su uso. - Crear centros de información para orientar a las mujeres en cuanto posibilidades de trabajo y empleo, y sobre sus derechos, otorgando información adecuada y actualizada sobre las perspectivas laborales en el marco de los procesos económicos y sociales por los que atraviesan los países. Facilitar el acceso a estos centros a las mujeres migrantes provenientes de los países miembros del MERCOSUR. - Ampliar la cobertura de la seguridad social, especialmente al trabajo a tiempo parcial y temporal, para garantizar a todos los trabajadores un desempeño en condiciones de seguridad y la capacidad de enfrentar contingencias como invalidez, desempleo, enfermedad, maternidad, así como la vejez. 16 - Crear o fortalecer las instancias de fiscalización de las condiciones laborales de las y los trabajadores y de la legislación laboral para verificar no sólo su aplicación, sino también para evitar que se desvirtúe el sentido de la normativa antidiscriminatoria. - Crear condiciones de igualdad para mujeres y hombres para compartir las responsabilidades reproductivas y el trabajo derivado de ellas. - Desarrollar políticas de apoyo al trabajo doméstico para los hogares, principalmente los más pobres. 17 Bibliografía de referencia Arriagada, Irma (2000) Globalización y terciarización: ¿Oportunidades para la feminización de mercados y políticas? 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