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Unidad I
POLITICAS PUBLICAS Y TRABAJO SOCIAL
Apunte 4
Primera Sesión Plenaria (Congreso sobre políticas sociales, Argentina, abril 2002)
ESTRATEGIAS DE ARTICULACIÓN DE LAS POLÍTICAS SOCIALES
Coordinador: Roberto Martínez Nogueira
José Luis Coraggio, Aldo Isuani, Juan José Llach, Claudio Lozano, Eduardo Amadeo
1.- Expone: José Luis Coraggio
El tema que nos convoca en este panel es “Estrategias de articulación de las políticas sociales”. Si es estrategia
no puede ser práctica, pero no puede dejar de lado la táctica. Tenemos que hablar del presente, de la
emergencia, pero también tenemos que hablar del país futuro que queremos. Son inseparables estas dos
consideraciones. Y hemos sido durante mucho tiempo despojados de la posibilidad de pensar en un país
futuro, en nombre de un realismo que nos decía que las cosas no podían ser de otra manera. Entonces,
bienvenida la posibilidad de hablar de estrategia y no meramente de táctica. Pero no veo cómo vamos a llegar
a cambiar este país si no le vamos dando respuestas distintas a la coyuntura y a las emergencias de todos los
días. Cómo podemos hacerlo si no leemos de otra manera los indicadores coyunturales y si no salimos de ese
círculo vicioso de que la realidad indica que no hay otra respuesta y que hay que atender a la emergencia, y
una sucesión de improvisaciones y errores o, a veces, no tanto errores, nos va llevando cada vez más lejos de
la posibilidad de tener otra respuesta.
Sin duda, que ante el tema va a haber muchas opciones, no puede haber una sola y de ahí el pluralismo
bienvenido, pero voy a tomar posición con respecto a esto. Una estrategia no puede ser una improvisación y
además su sentido debe ser explicitado, sacando al uso consecuencias inmediatas y estructurales. Tiene que
situarse en el campo de fuerzas, no puede ser un puro discurso de modelos o de lo que deberíamos hacer.
Yo lo voy a presentar un poco dramáticamente porque no hay tiempo para hacerlo con mucho matiz. Yo diría,
estamos en un país que hoy está bloqueado, que está ocupado, que está extranjerizado, al nivel de ser ejemplar
por el grado de extranjerización de su economía, y casi diría yo, de su voluntad política. Esto es resultado o
del designio o del error de actores nacionales, políticos, tecnocráticos y también de algo que está pasando en
el sistema global, sin ninguna duda. No podemos pensar cómo hacemos hoy para usar eficientemente los
magros recursos de la política social, sin pensar que este país ha sido saqueado, y que sigue, continua
queriendo ser saqueado. Hay quienes quieren seguir saqueando al país. En términos de una deuda infinita,
nunca legitimada, nunca analizada efectivamente para ver qué parte de esa deuda tenemos que asumir y qué
parte no.
Además, con la dificultad de un sistema global sin justicia global, porque el sistema interestatal se ha
desbalanceado. Si antes no había, ahora hay mucha menos. Hoy tenemos una potencia hegemónica, y que ya
deja de ser hegemónica y que cada vez más es dominante militarmente, económicamente y creo cada vez
menos, ideológicamente. Hay un sistema global desbalanceado. Hay una voracidad del capital financiero y
monopólico, y de los estados del Norte que codician a ese capital y le temen, y que parece no tener límites.
Hay una voracidad de la acumulación de poder de las elites que se manejan como profesionales del poder
político. Estos son datos del contexto. No podemos ponernos a hablar de qué hacemos con la pobreza, con la
indigencia, sin tener en cuenta esto. Todo esto podrá ser discutible, pero también tenemos que hablar de esto.
¿Cuál es el fondo? ¿Llegamos al fondo? ¿Cuándo llegamos al fondo de esto, cuándo tocamos el piso? Parece
que nunca se llegara al fondo. Yo creo que el fondo no existe como fondo físico, sino que es un fondo que lo
definimos nosotros.
Habremos llegado al fondo cuando hayamos decidido que volvemos a tomar en nuestras manos
soberanamente el destino de este país. Cuando volvemos a pensar en serio, con lo nuestro, desde lo nuestro,
desde nuestra problemática, desde nuestra cultura, cómo nos ubicamos en América Latina en primer lugar, y
cómo nos ubicamos con respecto al mundo.
Las respuestas no pueden ser instantáneas y no pueden estar escritas en ningún libro, porque tiene que ser una
construcción social. Todos podemos aportar a eso. Y tampoco van a ser rápidas, porque el proceso de
destrucción de la Argentina ha sido de tal gravedad y tal profundidad que no se puede esperar que esto se
revierta instantáneamente.
Entonces, la política social debe tener, (y me parece extraordinario que hayan puesto la palabra “estrategia”),
una visión de largo plazo. Tiene que tener tiempos. Pero tampoco se le puede pedir a la gente que espere diez
años. Tiene que haber inmediatamente resultados y eso tiene que ver, en buena medida, con redistribución de
lo que ya tenemos, de la riqueza y del ingreso. Y no sólo del ingreso sino también de las propiedades.
La promesa de que otro mundo es posible, tenemos que afirmarla. Tenemos que negar ese realismo que dice
éste es el único mundo posible. Ser hoy realista es decir que esta realidad tiene otras posibilidades que las
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podemos desarrollar. Pero tenemos que mostrar y dar ya resultados de mejoría en las condiciones de vida, en
la calidad de vida, en la calidad de la democracia de este país.
Se ha mencionado ya, no voy a desarrollar esto, y creo que todos lo conocemos, que hemos pasado por el
dominio o la hegemonía de un paradigma de política social orientada hacia el alivio de la pobreza, y hoy, ya ni
siquiera es el alivio de la pobreza sino que es el alivio de la indigencia. Ha sido subordinada a la política
económica, a una política económica signada por intereses económicos concretos y por una estrategia
económica concreta. No es la libre expresión de una ciencia objetiva sino que ha sido el resultado de un
campo de intereses. Esta política ha subordinado a la política social al fiscalismo, al ajuste. Se han introducido
términos nuevos como la “costo- eficiencia” que es una manera disfrazada de decir que vamos a bajar las
metas y tratar de lograrlas al menor costo público posible. Es decir, cuanto más costo asuma la sociedad, tanto
mejor. No va a ser el Estado quien se haga cargo y garante ya de los derechos de los ciudadanos, sino cómo
fijar políticas mínimas, cuantificables, donde de la calidad vamos a hablar un montón pero nunca la vamos a
establecer realmente. Entonces vamos a seguir pensando que la educación es un problema de accesibilidad,
cuando es un problema de calidad, sobre todo en nuestro país, y de vinculación de esa educación con ese
futuro de país al cual queremos llegar.
Como el Dr. Olivera planteara en el Plan Fénix, es clave salir de los círculos viciosos de desequilibrio en la
cual se haya esta economía y que haya una inversión fuerte en bienes públicos. Y esto incluye mucho de los
bienes y servicios que llamamos políticas sociales. Lo que va a competir en el mundo, si realmente nos
queremos inscribir en él, van a ser sociedades, no empresas. Y desde ese punto de vista, qué sociedad
construyamos va a determinar qué clase de posición vamos a tener en ese sistema mundial.
Se habla de articulación. Hay que articular desde arriba y hay que articular desde abajo. Desde arriba, tenemos
un serio problema. El Estado mismo está fragmentado. Hablamos mucho de la sociedad fragmentada, pero el
Estado es incoherente y está fragmentado. Basta con tener alguna participación en la gestión en alguna parte
de este Estado. Ver cómo hay pugnas en el interior, cómo hay incapacidad incluso de implementar las mismas
políticas que se plantean. En esto han jugado un papel responsable los organismos internacionales que han
tendido a crear ministerios dentro de los ministerios con sus programas especiales y también la burocracia y la
tendencia a resistirse al cambio dentro del Estado. El Estado mismo, si es que vamos a articular, tiene que
articularse. Los ministerios tiene que articularse entre sí. Esta es una dimensión que no es creo, la principal,
pero que es importante.
Es importante que haya articulación entre los niveles del Estado, entre el nacional, el provincial y los
municipales. No puede ser que se bajen políticas, que se rechacen políticas y que no se articulen realmente las
políticas del Estado. Es necesario que el Estado asuma un cambio de paradigma. No alivio a la pobreza o la
indigencia, no contención en el sentido de control, sino desarrollo. Desarrollo es lo que necesitamos.
Necesitamos volver a pensar en términos de desarrollo y para eso hace falta un Estado fuerte. Pero un Estado
fuerte es un Estado democrático, que represente. Y esto implica que el sistema de representación política y
social en Argentina tiene un gran problema y este es un problema de los que quieren hacer política social de
otra manera. Porque quién va a definir las políticas, cómo se van a definir las políticas es un tema
fundamental.
Hay que articular desde abajo. No puede haber una articulación significativa de las políticas sociales si no hay
participación real de la sociedad, de todos los sectores sociales, económicos, políticos en esta búsqueda. Es
necesario que se expliciten los intereses en una esfera pública. No que se hagan transparentes sino visibles,
porque transparentes después se vuelven invisibles. Que se hagan evidentes y que disputen la legitimidad. Que
la sociedad pueda decidir si el interés es legítimo o no. Es necesario para eso que haya más democracia, que
haya más participación.
Cuando hoy las empresas privatizadas dicen que no pueden seguir adelante si no les aumentan las tarifas, si no
les reducen el peso de la deuda que han acumulado, etc., y sentimos que el Estado piensa que esto es realista,
que es razonable y se ve que se está tratando de resolver este problema real, tenemos que oír también que las
familias de la mitad de la población argentina están diciendo que no pueden sobrevivir con este precio del
salario, con esta falta de ingreso. Y ese mensaje está ahí todos los días pero se piensa que si se revisan los
salarios eso va a generar hiperinflación. Pero si se revisan las tarifas eso no va a generar hiperinflación.
Hay una inversión de las prioridades aunque hablemos mucho de lo social. Es en el campo democrático donde
se expresan todos los intereses y todas las fuerzas sociales, donde se van a invertir las prioridades. Las
familias, los hogares, el pueblo, no la gente, va a tener que tener prioridad por sobre el capital. Creo que estos
términos tenemos que volver a recuperarlos porque algo tienen que ver con lo que nos está pasando.
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En este problema de las estrategias para articular las políticas llamadas sociales, este no es un problema
técnico. Tiene dimensiones técnicas pero es un problema de poder. Es un problema de lucha contra esa visión
de que toda actividad humana se va a organizar mejor si se organiza como negocio, con el principio del lucro.
Bien se dijo acá predominado el principio del mercado total y esto está perdiendo hegemonía, por suerte, pero
debe ser reemplazado por una visión distinta de cuál es la mejor manera de organizar las actividades sociales.
Nosotros creemos que las nuevas políticas sociales tienen que ser construidas socialmente. Tiene que ser una
construcción social, dialógica, participativa, donde en el mismo proceso se tienen que constituir los sujetos
sociales que sustenten esas políticas. Las políticas sociales deben ser, cada vez más, a mi juicio, políticas
socioeconómicas. Bien se dijo acá, relación entre política económica y política social. Están interpenetradas.
La competitividad en los mercados de bienes y servicios va a depender de lo que pase con la sociedad. Se
convierte en un obstáculo incluso para esa competitividad, que tengamos una sociedad fragmentada,
polarizada. Entonces, tienen que ser políticas socioeconómicas. Políticas que producen otra sociedad y otra
economía a la vez, y no que compensan lo que esa economía llamada “real” produce.
Tenemos que cuestionar la separación entre economía, sociedad y política. Tenemos que recuperar entonces,
el concepto de economía política y de economía social. Los dos son importantes. En lugar de hablar de “la”
economía como se ha venido haciendo con el pensamiento único. Vamos a cuestionar la cientificidad, la
corrección y la autenticidad de esa pretendida separación entre economía, sociedad y política. Es necesario
que la racionalidad instrumental y el pragmatismo que ha estado jugando un rol tan importante, que incluso se
ha metido en el sentido común de la gente y, es por momentos, un obstáculo pero es también un recurso
porque la gente quiere resolver sus necesidades y sobre eso es que hay que construir también las nuevas
alternativas. Es necesario que esta racionalidad sea sustituida o subordinada a una racionalidad sustantiva. No
es posible justificar acciones para lograr objetivos que destruyan las condiciones básicas de vida de esta
sociedad.
Es necesario cambiar las ideas, es necesario una lucha cultural porque el sentido común ha sido introyectado
de los valores del mercado y sobre esto hay que trabajar. Toda economía es moral. Lo que pasa es que los
valores de la economía centrada en la competencia, el egoísmo y el lucro no conducen como decía Adam
Smith al bienestar social y a la grandeza de las naciones sino que están conduciendo a esto que estamos
dramáticamente viviendo en la Argentina. Hay que hacer también una lucha cultural, una lucha de valores
para construir esa economía.
Hay un ejemplo que quiero tomar rápidamente para ver cómo se puede articular. Porque aquí se trata de una
estrategia que permita utilizar y ver como recursos una serie de oportunidades que se van dando por las
decisiones que se van tomando, mientras vamos construyendo otra cosa. Se ha lanzado una política de jefes de
hogar, de distribución de 150 pesos que está lejísimo de la propuesta del FRENAPO a la cual yo me adhiero.
Es otra propuesta, de otro nivel, que fija otro piso. Es probar esa dirección de dar un ingreso. Sin embargo,
rápidamente empieza a aparecer el negocio como posibilidad. Se está hablando de convertirla en una tarjeta de
débito en lugar de que la gente cobre en efectivo. Tarjeta de débito quiere decir que pasa por los bancos otra
vez. Tarjeta de débito quiere decir que hay que ir a comprar a los hipermercados. Tarjeta de débito quiere
decir que esa inyección de 1000 millones de pesos que se va a hacer de acá a fin de año va a terminar
rápidamente en ganancias que tienden a salir del país. Tenemos que hacer que esos recursos tengan un efecto
multiplicador y generen empleo y para eso la gente tiene que tener el dinero en las manos y poder comprar
donde quiera.
Nosotros venimos planteando que hay que desarrollar un sector de economía social y solidaria. Un sector con
otras relaciones de trabajo, con otras relaciones de producción. Los países más desarrollados del mundo tienen
un fuerte sector de economía social, que no es el Tercer Sector. Estamos hablando de un sector económico,
eficiente, que gestiona las necesidades de la gente de otra manera, que trabaja participativamente, que se
vincula con las comunidades, que construye comunidades de otra forma. Es un sector de cooperativas. La
Central Única de Trabajadores de Brasil tiene un programa de desarrollo de cooperativas porque advertidos
que este sistema no va a reintegrar a través del empleo y mucho menos del empleo de buena calidad. Esto es
una meta casi inviable mientras no se cambien otras cosas más profundas. Esto requiere una dimensión de
desarrollo local, de participación, de democratización de los gobiernos locales. Ahí están los espacios, se han
creado los Consejos Consultivos pero vayan a ver ustedes lo que pasa en los Consejos Consultivos de
implementación de este plan. Se ha dicho va a haber transparencia pero de pronto aparecen una cantidad de
planes que no se sabe de dónde aparecieron. Tenemos que ir como parte de la sociedad a vigilar esto, incluso
que se cumplan las mismas promesas que se hicieron y que se aumente la apuesta si es necesario. Como digo,
salida genial a todo esto no hay, pero sin embargo, nosotros tenemos que producir ideas, producir propuestas,
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que sean puestas a discusión democráticamente. La universidad tiene una gran responsabilidad en esto. Se ha
hablado de autoridad y como los antropólogos diferencian, autoridad no es lo mismo que poder. Autoridad se
tiene cuando se es legítimo y desde ese punto de vista es fundamental ver la relación entre otra sociedad, otra
economía, otra política y otra manera de ser representante en este país.
2.- Expone: Aldo Isuani
Yo también celebro esta decisión de la Universidad de Quilmes y de la Asociación Argentina de Políticas
Sociales de reunirnos y discutir. El tiempo no es muy largo y dado la premura que todos tenemos, quiero
concentrarme en tres temas.
El primer punto que quiero plantear como tesis es que la política social argentina no ha tomado nota del
monumental cambio económico, social y político que ha vivido la república. En un país con un cuarto de su
población desocupada, otro cuarto subocupada, 2 de cada 3 trabajadores en el sector informal o desocupado,
los 60.000 millones de pesos que se estima que gasta la política social argentina todos los años no tiene
prácticamente nada que ver con esta problemática. La política social argentina sigue anclada en el mundo del
pasado donde cada uno vivía de su trabajo y era lógico entonces, que la seguridad social para los trabajadores
formales, que el grueso de los recursos para jubilaciones y pensiones fuera la lógica de estructuración de la
política social. Pero esa Argentina no existe más y es muy difícil que regrese en la forma que la conocimos.
Entonces, como primer punto, lo que tenemos como política social no tiene nada que ver con la realidad
política, económica y social.
En segundo punto, la política social se ha estructurado siempre sobre tres principios. Está el principio de la
discrecionalidad, por el cual el que da no tiene obligación de dar y el que recibe no tiene derecho a recibir. El
asistencialismo.
Un segundo principio es el principio de la contribución. Accede al beneficio quien participa de su
financiamiento, quien contribuye al beneficio.
El tercer principio es el principio de la ciudadanía. Es beneficiario de la política social aquél habitante de un
país en su carácter de ciudadano y se financia con recursos generales de esa sociedad.
La segunda tesis es que la política social argentina no ha tenido capacidad de estructurarse sobre el concepto
de ciudadanía en los últimos 100 años de su historia y se ha basado básicamente en el pilar asistencial y en el
pilar contributivo. Esto ha deformado la óptica de la política social al punto de que no es posible pensar
programas sociales que no tengan que ver con contribuciones de los pocos trabajadores formales que van
quedando o con recursos del estado asignados discrecionalmente. Quien da tiene que hacer notar que da y
quien recibe tiene que ver de qué mano recibe. No es posible pensar un sistema universal en el cual el derecho
simplemente esté basado en el concepto de ciudadanía.
Esto ha sido muy claro con los programas de combate a la pobreza. ¿Quién es pobre? ¿Cómo sabemos que
alguien es pobre? Por el color de la tez, de la cara, por sus ojos, por donde vive. Como no es posible
identificar al pobre esto se transforma en un ejercicio discrecional. Quien entrega un servicio dice quién es el
pobre y quién no lo es. Entonces, como siempre, la política contra la pobreza ha terminado dando algunas
cosas pobres para algunos pobres entre los pobres.
Algo similar es el riesgo del actual Programa de Jefes y Jefas de Hogar. ¿Quién es desocupado? En una
economía donde solamente los que en principio quedan descartados para este programa son los trabajadores
del sector formal. Cualquiera de los dos tercios de aquellos trabajadores que no son trabajadores formales
puede en principio solicitar el beneficio. Inclusive más, las esposas de los trabajadores del sector formal
también pueden presentarse si lo quisieran porque el Anses no tiene los nombres y los documentos de los
chicos hijos de los trabajadores del sector formal.
En conclusión, si yo asigno un millón de subsidios, por más de que el valor sea escaso, pero lo hago a uno de
cada 8 o 7 o 9 potenciales beneficiarios, nuevamente tengo que introducir el concepto de discrecionalidad.
Algunos recibirán y otros no recibirán. El problema aquí es lo que está sucediendo en otros programas como
en Brasil o en México donde termina creando disgregación en la base social y comienza a incentivar la lucha
de pobre contra pobre.
El tercer punto, es porqué es posible tener una política social que no se haya estructurado sobre el concepto de
ciudadanía con la única excepción del sistema educativo argentino, que fue el único que por razones de
integración nacional a comienzos de siglo, tuvo como base ideológica un servicio público, gratuito, abierto al
conjunto de los habitantes.
La respuesta a esta pregunta es que la naturaleza fragmentaria de la sociedad argentina, que hoy ha llegado a
un punto álgido, pero que no es nuevo. La prevalencia de las micro solidaridades, la vida entregamos por
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nuestros amigos, por nuestras familias, pero de esa puerta para afuera son todos potenciales enemigos y lo
vemos y lo demostramos en la forma como conducimos en las calles y carreteras de nuestro país. Lo público
no es lo común. Lo público es lo ajeno. Y la incivilidad que demostramos frente a los otros no condice con
una sociedad integrada. La falta de actores políticos y sociales de dimensión nacional es la razón para la falta
de un concepto de ciudadanía que estructure a las políticas sociales.
Esto es claro hoy día, pero agudiza fenómenos anteriores. Los partidos tradicionales argentinos son
confederaciones de partidos. Las provincias emiten moneda como antes de la organización nacional. Los
sistemas de educación y salud están descentralizados. Falta convertir a las policías provinciales en fuerzas
armadas y abrir una agencia de relaciones exteriores para completar la confederación.
En un contexto de desintegración social y territorial no hay política social, no hay política económica, no hay
solución de la anomia, no hay fortalecimiento del Estado, no hay estrategia de crecimiento económico. Sin la
construcción de organizaciones políticas y sociales de dimensión nacional, no conjuntos de bandas
provinciales. Con proyectos centrados en el bienestar colectivo, sin fuerzas nacionales, con el interés colectivo
como norte, no hay solución desde un punto de vista igualitario, libertario y democrático, para los problemas
argentinos.
Y aquí el rol de quienes estamos en el campo intelectual. Sin un debate, sin ideas aportadas por la universidad,
por sus intelectuales, es muy poco probable que la sociedad entienda los problemas que tiene.
¿Cuál es la Argentina verdadera? ¿La de los primeros años de la Convertibilidad o la de hoy? ¿La de la tablita
de Martínez de Hoz o la de la hiperinflación? Las diferencias entre quienes somos y quienes creemos que
somos es un problema muy serio en el país. Y quien no entiende porqué le pasa las cosas que le pasan, se
vuelve loco. Y esto le puede pasar a las sociedades. La tarea de discutir, de producir, de debatir proponiendo,
tiene que ser una práctica creciente entre nosotros los intelectuales. Basta ya de esa lejanía, de esa crítica
constante que no se compromete y que nos caracteriza. Es hora que la universidad, que los intelectuales, den
un debate diagnóstico y propositivo porque es, sino la única, la principal fuerza que puede agregar un poco de
luz al entendimiento y al cambio de nuestra sociedad.
3.- Expone: Juan Jose Llach
Les voy a hablar con mucha franqueza, aún a riesgo de arrancar muchos silbidos más bien que aplausos, pero
creo que la obligación que todos tenemos es la de decir la verdad y yo les voy a decir mi verdad.
En primer lugar, si nosotros distinguimos entre lo que son políticas asistenciales o compensatorias por un
lado, y por otro lado, lo que son políticas estructurales o más bien sistemas; el sistema de educación, el
sistema de salud y el sistema de seguridad social, en un sentido amplio, vamos a ver que, lamentablemente
hay algunas condiciones de tipo económico que cuanto mejor se den esas condiciones, mejor en principio van
a poder funcionar las sistemas o las políticas estructurales y menos necesarias van a ser las políticas
compensatorias.
Como estamos en medio de una crisis económica de una gravedad extrema yo voy a hacer referencia a tres
factores económicos condicionantes para que haya más recursos para los sistemas de política social y haya
menos necesidad de políticas compensatorias. Tres factores en los cuales evidentemente hemos fracasado.
El primero es el crecimiento económico en un sentido de largo plazo. La Argentina es un caso evidente de
fracaso en materia de crecimiento económico. Cualquiera sea el indicador que nosotros tomemos vamos a
observarlo como tendencia a largo plazo. A pesar de las imágenes y de las preguntas que hoy circulan, en
realidad hay sólo dos momentos del tiempo donde la Argentina pudo crecer más que el mundo, o sea, no
perder posiciones en el mundo. Fueron muy levemente en la década del sesenta y un poco más en la década
del noventa. El problema es que por alguna razón no fuimos capaces de que eso fuera sostenible. Una de las
razones es que la Argentina ha carecido de una estrategia de crecimiento económico.
Yo creo que en ese sentido la crítica que se hace al pensamiento único es verdad. La crítica que se hace al
consenso de Washington también es verdad porque hay una cantidad de aspectos de lo que es una estrategia
de crecimiento económico que la Argentina ha carecido.
El segundo punto es la macroeconomía. La macroeconomía es el ciclo económico. El crecimiento tiene que
ver con la tendencia a largo plazo de la economía. Este es un fracaso aún más grave que el anterior. Yo diría
que la Argentina en parte fracasó en materia de crecimiento por tener una muy mala macroeconomía. Si uno
revisa nada más las últimas tres décadas de la Argentina, se va a encontrar de manera casi matemática que
cada cinco años hay una gran crisis macroeconómica donde todo se viene abajo, empezando por las políticas
sociales. Desde el Rodrigazo hasta esta tremenda crisis que tenemos ahora, han ocurrido estas violentas caídas
del producto, que son tremendamente generadoras de pobreza.
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En muchas épocas de la Argentina se estuvo asociado además, a la hiperinflación. Esto lo quiero mencionar
porque a mí me preocupa profundamente el tema de la hiperinflación. Yo creo que en la década del noventa,
sobre todo en la primera mitad, tuvimos una política macroeconómica medianamente aceptable. No se hizo lo
necesario para que pudiera durar. Podrá ser polémico o no si había que salir de la Convertibilidad pero la
manera como se ha salido de la Convertibilidad yo creo que ha sido profundamente equivocada y tenemos
ahora el principal enemigo de los pobres que es la inflación, plenamente instalado en la Argentina. Creo que
lo primero que tendría que hacer la Argentina hoy, y no postergarlo para más adelante, para atender el
problema de la pobreza, es atacar de manera decidida la cuestión de la inflación. Sobre esto no puede haber la
menor duda.
Si uno ve cuáles son los factores comunes de estas grandes crisis macroeconómicas de la Argentina, lamento
decirles que el problema no son los regímenes monetarios o los regímenes cambiarios. El problema no es si
tenemos convertibilidad o si tenemos flotación cambiaria. El problema es, y siempre lo fue, que no hemos
sido capaces de manejar nuestras finanzas públicas. La Argentina no ha sido capaz de manejar
responsablemente sus finanzas públicas. Cuando pudo financió con endeudamiento excesivo y cuando no
pudo, como ahora, financió con emisión monetaria. No nos podemos olvidar al hablar de políticas sociales,
que la Argentina es el país récord del siglo XX en materia de inflación crónica. No podemos olvidar esto
porque si lo olvidamos no vamos a ir por el buen camino.
El tercer punto es la cuestión impositiva, sobre la cual hubo algunos progresos, pero ciertamente muy
parciales. En la medida en que no exista un sistema impositivo más progresivo que el que tiene la Argentina
hoy, también las políticas sociales van a correr por atrás de los acontecimientos. Hubo avances, desde el 1% o
1.5% del producto bruto que recaudaba Ganancias llegamos al 3.5% o 4%, entre Impuestos a las Ganancias e
Impuestos al Patrimonio, pero deberíamos estar en 8%. Esto es lo que razonablemente países comparables a la
Argentina recaudan en función de Ganancias y Patrimonio.
Al respecto, quiero hacer alusión a la cuestión federal, que mencionó muy correctamente Aldo Isuani. Yo creo
que tenemos que hacer un gran esfuerzo por superar las etiquetas. Creo que en la medida en que usemos las
etiquetas vamos a ir por muy mal camino en materia de políticas económicas y también en materia de políticas
sociales.
La Argentina es un país federal, con riesgo de ser una federación. Pero para ser un país federal hay que serlo
de manera consecuente. Y para ser un país federal consecuente el que tiene responsabilidad de gastar tiene que
tener responsabilidad de recaudar. Cualquiera de nosotros sabe que si el que gasta no tiene responsabilidad de
recaudar lo va a hacer con irresponsabilidad y lo va a hacer, además, con muy poca eficiencia. Entonces, uno
de los grandes cambios que tiene que hacer la Argentina para mejorar de raíz ese problema de incapacidad de
manejar bien las finanzas públicas y para construir las comunidades locales, porque este país no se va a
arreglar hasta tanto el poder realmente no se reconstruya de abajo para arriba. Pero reconstruir el poder de
abajo para arriba significa empezar por darle a los de abajo, en este caso concretamente a las provincias, no la
responsabilidad sino la obligación de recaudar. ¿Cómo se puede pretender que la AFIP esté en condiciones de
saber cuáles son las lavanderías de Catamarca que funcionan o que no funcionan? ¿ O cuáles son los señores
de Entre Ríos que han comprado autos último delo etc, etc? Tenemos que hacer un cambio muy profundo en
materia de política tributaria en la Argentina y tenemos que reconstruir la democracia en el sentido de que
cuando la gente vote sepa que si se está proponiendo aumentar el gasto público alguien va a tener que pagar el
impuesto y que se diga quién va a tener que pagar los impuestos. Para eso hay que devolver el poder de
recaudar a las provincias.
Ahora voy a hacer referencia a un punto que en realidad no es económico. Es social en un sentido amplio,
aunque tiene una inmensa relevancia económica. Me refiero a la educación.
La educación yo la incluiría como la cuarta condición junto al crecimiento, junto a la buena macroeconomía y
junto a un buen sistema impositivo. Cuanto mejor funcione la educación va a hacer que funcionen mejor los
sistemas y que sean menos necesarias las políticas compensatorias. En esto tenemos evidentemente un enorme
déficit.
Me quiero detener sobre todo y, quizás para que una frustración personal se convierta en algo que tenga
alguna utilidad social, en cómo se consigue tener una buena política educativa. Porque la educación es algo
que a la hora de los discursos uno ve que todos los candidatos o los gobernantes hablan de la educación, sin
embargo, en la agenda cotidiana, concreta de los gobernantes a la educación se le dedica alrededor del 2% al
3% del tiempo. No es un problema nuevo. Sarmiento tiene textos exquisitos a este respecto cuando le escribe
a M. Mann y le dice que los políticos no lo entienden. ¿Y porqué no lo entienden? No lo entienden porque
hacer un cambio en materia educativa tiene réditos a cinco y diez años. Son réditos de mediano y largo plazo.
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....llegué a un diseño de lo que era un programa de escuelas prioritarias. Esto no tenía nada que ver ni con los
bouchers, ni con las escuelas charters, ni con nada de eso. Era una idea muy sencilla y muy elemental que
partía por un lado, de asignar recursos específicos a la educación, como yo creo que los deberían tener la
mayor parte de las políticas sociales para que no se les meta mano, y partía de la idea de que la escuela debe
tener un proyecto institucional propio, que tiene que tener directores de carrera bien concursados, que sea un
proyecto que se explique claramente, que pueda ser conocido por los padres. En fin, el tipo de escuela que a
cualquiera de nosotros le gustaría para poder mandar a sus hijos. Y que además proponía asignar un 50% más
de recursos a las escuelas a las cuales asistían estos chicos, porque en la Argentina hay escuelas pobres para
los pobres y escuelas ricos para los ricos, y no hablo de las escuelas privadas sino de las de gestión estatal. De
lo contrario seguirá siendo un verso esto de que la educación es la gran herramienta para la construcción de
una sociedad educativa.
Este proyecto fue petardeado de todos los costados y yo les digo que espero de todo corazón que haya sido
petardeado porque yo era el portador. Porque yo creo que si no nos abrimos la mente y tratamos de superar los
esquemas, de ir a las realidades, sinceramente creo que no vamos a encontrar los caminos para construir en la
Argentina una sociedad muy equitativa. Careció de apoyo político desde el gobierno nacional pero no fue
cuestión de un partido, aunque debo decir que algunas personas del gobierno nacional lo apoyaban. Tuvo
duras críticas en el seno del Consejo Federal donde predominaban provincias justicialistas. Yo veo hoy con
gran pena, con gran dolor, cómo algunas de estas provincias tienen que hacer un ajuste salvaje en materia
educativa donde, en vez de, como estaba escrito en esa propuesta, reasignar los recursos que se ganaran por un
mejor uso de los mismos a la propia educación, simplemente van a reducir el déficit fiscal. Son recursos que
se han perdido para la política educativa. Entonces yo creo que tenemos que hacer un esfuerzo para entender
bien lo que decía Sarmiento de cuál es la dificultad, por ejemplo, de tener una buena política educativa y
superar los esquemas y recordar a Leopoldo Marechal cuando en el libro Laberinto de Amor de 1936 decía
que de todos los laberintos se sale por arriba.
Yo les digo que, creo que en la medida en que nos aferremos a recetas conocidas, la Argentina no va a
encontrar el camino. Tenemos que buscar otras soluciones distintas. La Argentina hoy aparece
preocupantemente polarizada. No sólo en lo social sino que aparece también muy polarizada en lo ideológico.
Yo no sé si esto es tan bueno. Yo creo que tenemos que hacer un esfuerzo por buscar caminos distintos. A lo
mejor el mío fue equivocado. Habrá otros mejores, pero en todo caso tenemos que seguirlos buscando. Por eso
me parece magnífica esta iniciativa de este Congreso, porque estoy seguro de que de reflexiones como ésta
podrán surgir esos caminos. Muchas gracias.
4.- Expone: Claudio Lozano
La Argentina de la Convertibilidad finalizó dejándonos a valores de Octubre del 2001, 14 millones y medio de
personas bajo la línea de pobreza, 2.432.000 jefes de hogar pobres con menores a cargo, 850.000 jefes de
hogar con menores a cargo en situación de indigencia y 7 millones y algo de pibes menores de 18 años en
situación de pobreza.
En este marco, la opción adoptada posteriormente por el gobierno actual, la opción buscada por vía de la
salida devaluacionista, ha implicado y puesto en marcha una vez más un nuevo proceso monumental de
transferencia de patrimonios y de ingresos hacia una cúpula empresarial dominantemente con inserción
exportadora, dueña de activos financieros en el exterior y está orientando o direccionando el régimen
económico argentino por vía de la devaluación y el ajuste inflacionario a una estrategia de recomposición de
la capacidad de pagos externos en articulación con un supuesto acuerdo que nunca llega con el Fondo
Monetario Internacional.
En ese marco, lo que ha pasado en estos últimos cuatro meses es que esto ha producido efectos contundentes
sobre el funcionamiento del mercado laboral. Ha agravado todos los problemas que teníamos y ha agregado
nuevos. En realidad tenemos destrucción récord en materia de empleo, la Tasa de Desocupación se calcula
que anda en torno al 23%, se mantienen las rebajas institucionales o las decisiones empresarias de baja de
salarios o de baja de jubilaciones y por otra parte, por vía del ajuste en materia inflacionaria, se está
produciendo una pulverización de los ingresos en términos reales, que en la práctica supone una caída no
menor al 20% en el curso de los últimos cuatro meses y proyectado, si se mantiene esto, de un 46% para
finales de año.
En este contexto, y de acuerdo a los datos del titular del INDEC, en realidad saltamos de esos 14 millones y
medio que teníamos sobre finales del régimen convertible a cerca de 18 millones de personas bajo la línea de
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pobreza en la actualidad. Si esto se mantiene en estos términos, no sería inesperado el hecho de que la
Argentina finalice el año 2002 en 20 millones de personas en dicha situación.
Este es el cuadro que me parece que tenemos que poner sobre la mesa cuando discutimos la estrategia de
articulación de políticas sociales. Francamente cuando me invitaron a participar de este Congreso primero
tuve una profunda satisfacción porque la verdad es que suena muy importante discutir políticas sociales
porque se supone que estamos discutiendo cómo ocuparnos de ese universo de la pobreza tan mayúsculo que
tiene hoy la Argentina. Pero luego de esa sensación favorable, en realidad en la práctica, lo primero que uno
tiene que tratar de transmitir es que, efectivamente, lo que hoy estamos discutiendo desborda absolutamente
cualquier discusión sobre el tema de la articulación de las políticas sociales. Digo esto porque siempre las
políticas sociales tuvieron que ver con instrumentos de política pública que venían a agregar lo que el mercado
laboral en todo caso no proporcionaba. Pero en un mercado laboral que supuestamente funcionaba y era
generador de ciudadanía. Y en realidad lo que tenemos presente hoy, y algo dijo Isuani, es que esto ya no es
así. Hoy ya no tenemos un mercado laboral que genere ciudadanía, es más, tenemos un mercado laboral en el
cual incluso los que están integrados en ese mercado laboral no logran acceder a cuotas crecientes o
razonables de ciudadanía en este país.
Consecuentemente, ya no va más la idea de pensar la política social como un instrumento aparte de un
movimiento general de la sociedad que se supone que está en forma, sino lo que está en debate es el
ordenamiento mismo que la sociedad tiene. Eso es lo que está puesto en discusión. Es lo único que le puede
otorgar eficacia. Y colocar esto en debate supone hacerse cargo de que lo que está puesto en cuestión en la
Argentina de hoy es el tipo de matriz distributiva que se ha afirmado en nuestro país como consecuencia del
régimen de endeudamiento, desindustrialización, apertura general de la economía en términos de capitales y
de producción y que se ha puesto en marcha a partir de 1976 y que se profundizó con la Convertibilidad y que
sigue vigente hoy. Esta matriz distributiva es lo que está puesto en debate.
Y digo esto porque no hay posibilidad de discutir con seriedad ninguna articulación expresa de política social
si no está puesto en el centro la cuestión de la distribución. Y digo la cuestión de la distribución, que no remite
solamente al señalamiento empírico que uno puede decir que efectivamente esta Argentina que en 1975 tenía
22 millones de habitantes y menos de 2 millones de pobres y que hoy tiene 37 millones de habitantes y casi 18
millones de pobres. Es decir, en Argentina crecieron más lo pobres que la población. Esta Argentina, con este
tipo de realidad, que en realidad no se produjo este proceso de pauperización en un contexto donde se cayeron
todos.
Cuando uno mide la brecha de la desigualdad, hay un crecimiento entre el más rico y el más pobre de175% en
el curso del último cuarto de siglo y de más del 73% en el curso de la última década. Es decir, que la cuestión
distributiva está puesta en el centro de este debate. En realidad cuando uno coloca el tema de la matriz
distributiva de lo que está hablando es no solamente de este señalamiento respecto de la brecha en materia de
igualdad. Estamos hablando del tipo de relación salarial que existe en nuestro país, del tipo de intervención
fiscal y del tipo de régimen monetario. Es decir, de las tres condiciones que determinan el ordenamiento
socioeconómico de la Argentina. Eso es lo que está puesto en cuestión para pensar con seriedad una estrategia
eficaz en el campo social en nuestro país. Digo esto porque, por lo menos desde la perspectiva y en términos
de opción teórica pero también política, ubicar esto implica decir que la Argentina tiene un problema que no
puede ser ubicado ni en términos de la cuestión fiscal ni en términos de la restricción externa. Argentina es un
país de profunda desigualdad que combina extrema pobreza con extrema riqueza y estancamiento estructural.
Esa es la realidad que tiene planteada la Argentina y en concreto colocar la cuestión distributiva en el centro
significa decir que mantener este perfil de distribución injusta del ingreso significa asumir que tenemos una
Argentina con un consumo sostenido por los sectores de más altos ingresos, consumo dominantemente
importado, y que por lo tanto, impacta en el tipo de perfil productivo y desequilibra la Balanza de Pagos.
Mantener este perfil distributivo de carácter injusto que tenemos hoy implica acuñar y seguir sosteniendo
prácticas empresariales que son proclives a ganancias fáciles que lo único que generan es especializaciones
degradadas en el comercio exterior. Consecuentemente, presentar una matriz distributiva de este carácter
supone una inserción internacional defectuosa que nos hace vulnerables y que nos obliga a endeudarnos una y
otra vez. Por lo tanto, el tema del endeudamiento en la Argentina tiene una cosa primera que hay que discutir
y que es cómo se altera la matriz distributiva.
La otra cuestión que hay que poner sobre la mesa es que la cuestión fiscal también tiene que ver con esto.
Porque, efectivamente, la matriz distributiva de carácter injusto vigente supone deprimir al extremo los
niveles de demanda en el mercado local y comprime por lo tanto los niveles de recaudación del sector público
obligándolo a una estrategia de ajuste perpetuo.
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Por lo tanto, también la cuestión de la distribución es explicativa de la cuestión fiscal. Por lo tanto, el tema
principal que debe debatir la Argentina es si está dispuesta a modificar la matriz distributiva que se ha
acuñado en nuestro país como consecuencia de la reestructuración abierta a partir de la dictadura y aún no
resuelta.
En ese marco, nosotros creemos que plantear la cuestión de la distribución implica plantearnos que si la
distribución es más justa estamos apostando a una economía donde existe un horizonte de demanda efectiva
que permita organizar un sistema productivo mínimamente racional. Significa discutir en serio el tema de la
productividad y de la competitividad que tanto nos plantean. No hay productividad y competitividad futura
vulnerando el nivel de vida presente de la población. Si hoy tenemos 8 millones de pibes bajo la línea de
pobreza la Argentina futura es una Argentina menos productiva y menos competitiva.
Por lo tanto, hay que modificar en consonancia con una estrategia sistémica de productividad y de
competitividad el patrón distributivo actual. La cuestión distributiva implica alterar la lógica de intervención
del patrón fiscal. Implica por lo tanto, una atributación progresiva y un régimen diferente de asignación del
gasto. Implica cuestionar y regular los comportamientos empresarios proclives a ganancias fáciles por sobreexplotación de la fuerza de trabajo o apropiación monopólica de beneficios o de recursos naturales.
En ese marco es donde uno puede discutir con seriedad la posibilidad de una estrategia diferente que combata
la pobreza. Y lo que hay que decir con claridad y, hay que hacerse cargo, es que efectivamente si hay estos
niveles de pobreza, los que han minado las condiciones de posibilidad del ordenamiento democrático en la
Argentina, son los que la han gestionado hasta hoy. La verdadera verdad que tenemos que discutir es que la
amenaza sobre la institucionalidad democrática tiene que ver con el tipo de régimen que ha existido hasta hoy.
Esto es lo que hay que modificar.
En este marco, y desde esta perspectiva, planteando por un lado, el límite que implica discutir la política social
y ubicando en el centro la cuestión de la distribución, nosotros creemos que cualquier estrategia social implica
primero, que tenemos que plantear una política que intervenga en la dinámica del mercado laboral
garantizando una nivelación hacia arriba de los ingresos existentes. Es decir, hay que modificar un mercado
laboral que produce pobres. Un mercado con un nivel de desempleo como el que tenemos hoy es un mercado
donde el trabajador ocupado es rehén de las condiciones vigentes y que acepta cualquier tipo de ingreso y de
condición laboral. Por lo tanto, hay que modificar esto. No hay posibilidad de una política diferente si no hay
una intervención efectiva en ese punto.
En segundo lugar, una política social distinta supone privilegiar una estrategia que recupere criterios de
universalidad y que reniegue de los criterios de focalización que han venido recomendando las políticas de los
organismos internacionales.
Tercero, se requiere también que la política social tenga en cuenta por lo tanto, como de lo que se trata es de
discutir cómo recomponemos un nuevo lazo colectivo gestador de ciudadanía, que es lo que falta, lo que está
en debate es el financiamiento de la política social por como discusión del conjunto de la sociedad. No se trata
de un aspecto específico y parcial. Eso es lo que esta puesto sobre la discusión. Y por otro lado, esto hay que
hacerlo sobre la base de criterios, de construcción de la política social sobre bases absolutamente
participativas. Por lo tanto, la política social tiene que estar articulada con intervención efectiva sobre el
mercado laboral, tiene que recuperar criterios de universalidad, tiene que tener carácter participativo y
requiere un debate acerca del financiamiento en términos generales y no específicos.
En este sentido, nosotros en dirección a esto hemos venido planteando una propuesta concreta en dirección a
estos criterios que estamos planteando. Nuestro objetivo es poner como núcleo rector de la reversión del
proceso vigente una garantía de renta mínima para el conjunto de los hogares en la Argentina.
Hemos planteado en dirección a los puntos que estoy señalando, en primer lugar; un seguro que denominamos
de Empleo y de Formación y no un subsidio al desocupado, porque está dirigido a intervenir restituyendo las
condiciones para participar de circuitos productivos o mejorar la calificación laboral. Un seguro de empleo
para todos los jefes y jefas de hogar desocupados. Pero el valor de ese seguro tiene que permitirnos nivelar
hacia arriba los ingresos mínimos en el mercado laboral y no permitir validar el comportamiento que deteriora
y tira hacia abajo el nivel de salarios.
En segundo lugar, hemos planteado la necesidad de una asignación universal por hijo para toda la población
menor a 18 años que se entregue contra chequeo sanitario durante los primeros años de vida del pibe y con
participación en el ciclo escolar durante el resto. Hemos planteado también, la necesidad de una asignación
universal para todos los mayores de 60 y 65 años que no tienen cobertura previsional.
Con esos tres instrumentos cuyos valores hay que ponerlos en relación a garantizar la canasta básica de
pobreza es donde nosotros ubicamos la posibilidad de plantear un shock distributivo que ponga en marcha una
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mayor demanda y abra un horizonte de recuperación de la actividad productiva y el empleo en la Argentina.
Obviamente, esto implica asociar los instrumentos de política social no sólo en la intervención en el mercado
laboral sino en la restitución de derechos elementales de ciudadanía que son: empleo, salud, educación,
previsión y formación profesional. Esto obliga necesariamente a discutir el tipo de intervención del Estado en
concreto sobre la operatoria específica, atendiendo a la población más castigada en esta situación.
Este tipo de planteo nosotros creemos que debe inscribirse en una lógica de ordenamiento de la sociedad
subdividida en tres sectores. Un sector que lo mencionaba Coraggio y en el cual nosotros creemos que hay que
poner todo lo que implica la inversión del seguro de Empleo y Formación, que es el circuito de la economía
popular. Un circuito donde se articule planificación pública, trabajo y resolución de necesidades, como
condición de reproducción. Un segundo circuito que tiene que ver con la gestión de la economía pública; los
presupuestos nacional, provincial y municipal, en donde reivindicamos la necesidad de la experiencia de
presupuestos participativos como una estrategia válida para poder asignar los recursos como corresponde. En
tercer lugar, una regulación de la economía privada para redistribuir la vigencia de las rentabilidades relativas,
de manera tal de hacer factible una estrategia de reindustrialización en nuestro país.
Esos son tres criterios que estamos planteando. Sabemos que esto tiene que ver primero con una apuesta
diferente al tipo de salida económica. Nosotros estamos convencidos que la única forma de reactivar hoy la
economía es apostando a una salida que recupere hoy el consumo popular para garantizar un horizonte de
demanda diferente. Esto implica modificar los criterios de la apertura comercial para que estén en consonancia
con una estrategia productiva diferente e implica regular el fenómeno de la concentración y la centralización
de capitales en la Argentina.
Obviamente, en términos fiscales implica algunas cosas. Si hay más demanda y más nivel de actividad hay
más recaudación. Parte de los recursos que supone lo que estoy planteando implica en concreto la posibilidad
de autofinanciarse por vía de la expansión de la demanda. En segundo lugar, hay un capítulo muy largo en la
Argentina para llevar a cabo un reordenamiento tributario que eleve la capacidad de recaudación sobre presión
de aquellos sectores que tienen capacidad contributiva. Y hay que reintegrar el sistema de políticas sociales
con carácter nacional dirigido en función del objetivo del combate de la desocupación y la pobreza que no
reconoce jurisdicciones y que debe ser asumido de manera conjunta por las distintas instancias del aparato
estatal. Obviamente, esto implica un enfoque diferente en términos de enfoque económico y un enfoque
diferente en términos de manejo de la coyuntura. Esto no se puede hacer en el marco de la flotación cambiaria
y del proceso de dolarización efectivo que vive la economía Argentina, sin reconstrucción de su patrón
monetario y sin modificar buena parte de lo que es el enfoque de coyuntura. Y en concreto en términos de
políticas sociales supone la reasignación de los planes vigentes y supone un cambio conceptual que repudie
las políticas de focalización, entendiendo que no se puede en el marco actual seguir discriminando al interior
de los pobres y que hay que restituir condiciones de universalidad en la intervención que se tenga sobre estos
sectores.
En ese marco, esta propuesta nosotros además de plantearla, discutirla y conversarla con muchos amigos,
tratamos de que no fuera simplemente una propuesta técnica. La pusimos en debate con el conjunto de la
sociedad. Realizamos una consulta popular en Diciembre del año pasado. Hubo 3.200.000 personas que
bancaron esta propuesta. Fuimos a ver al gobierno actual planteándole la propuesta y el consenso para llevarla
a cabo. La propuesta que el gobierno terminó realizando es una propuesta conceptualmente equivocada porque
establece una asociación indebida entre desocupación y pobreza. No todos los pobres son desocupados ni
todos los desocupados son pobres. Si la intervención sobre el jefe de hogar no levanta el piso del salario
mínimo en la Argentina está convalidando con los U$S 40 de los $150, la degradación y el deterioro de las
condiciones laborales y salariales en la Argentina. Nosotros planteamos que esta propuesta no tiene
universalidad porque no llega a cubrir siquiera hoy la mitad de los jefes de hogar pobres que teníamos en
Octubre del año pasado y mucho menos respecto de lo que tenemos hoy. Tampoco es distributiva porque está
inscripta en una estrategia que termina generándonos cerca de 5 millones de pobres más cuando estamos
asignando un millón de subsidios. Por otra parte además, abre el juego demasiado para que se den procesos de
fraude laboral, más allá de las cuestiones de negocios que planteaba Coraggio adecuadamente. En este
sentido, nosotros seguimos insistiendo que tiene sentido que la Argentina plantee como utopía de construcción
de una nueva política la idea de ningún hogar pobre. Eso sigue siendo válido y absolutamente efectivo. Vamos
a seguir insistiendo en esa propuesta. Insistimos ayer con una jornada de paro y movilización en todo el país y
vamos a insistir planteándole a este gobierno que no acepte el tipo de acuerdo que esta discutiendo con el
Fondo porque no hay ninguna posibilidad de plantear una política social en ese marco. Vamos a plantearle que
exista una consulta al pueblo argentino respecto a que si estas condiciones de impunidad para los delitos
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económicos, mayor extranjerización de la economía, mayor profundización de la recesión y absorber deuda
pública para cubrir el patrimonio de los bancos es lo que los argentinos consideramos que hay que hacer para
salir de la situación en que estamos. SI el gobierno no consulta vamos a consultar nosotros y va a haber
millones planteando que este no es el camino que hay que tener. Para terminar, digo que acá se requiere correr
la anteojera que planteó el neoliberalismo en la Argentina. La economía no es una ciencia natural sujeta a
leyes como la naturaleza. En realidad la economía es parte de la discusión social, es parte del debate acerca de
cómo se distribuye el poder en la sociedad y por eso hacer otra economía implica otra política y otra cultura.
5.- Expone: Eduardo Amadeo
Quiero agradecer como presidente de la Asociación a los panelistas que nos han dado una perspectiva que ha
enriquecido muchísimo nuestra perspectiva inicial. Esto es, que podíamos trabajar alrededor de la idea de
articulación y que si vamos a tener una mirada integradora, superadora y efectiva de lo social tenemos que
pensar no solamente en términos de articulación sino también de complementación y de conflicto. En
particular, en un momento en el que estamos con una perspectiva de transformación profunda de los
paradigmas sobre los que estuvimos trabajando durante todos estos tiempos. Pasar del paradigma de la
focalización basada en una hipótesis errónea del funcionamiento de la economía, a una perspectiva de
universalización que tenga como sustento la ciudadanía y los derechos como base de aproximación a las
necesidades, implica un esfuerzo de análisis muy profundo que lleva no solamente al tema propiamente social
sino también al tema económico y al tema de la distribución de las relaciones de poder en la sociedad.
Este primer panel y la intervención de José Antonio Ocampo nos han abierto mucho y de manera muy
enriquecedora el campo del análisis. Yo pensaba analizar tres temas pero uno de ellos ha quedado subsumido,
en particular en la intervención del Dr. Ocampo y de alguna de las personas que me precedieron, y que tenía
que ver con articulaciones y conflictos entre lo económico y lo social. Comparto absolutamente el planteo del
Dr. Ocampo respecto del problema que hemos tenido acerca de la primacía excluyente del pensamiento único
de la economía con respecto a lo social. Simplemente quisiera agregar dos temas. El primero es que dentro de
este planteo general que ha sido hecho es necesario que avancemos mucho en la elaboración de algunos temas
que no están para nada resueltos y que sí pueden formularse pero no contestarse como el tema de la
implicancia de la relación capital-trabajo.
El tema del tamaño de la empresa, esto es, del lugar del diverso tipo de empresas en relación a la estructura
del mercado de trabajo.
La cuestión de la inestabilidad. Hemos aprendido en este decenio que los pobres son afectados
diferencialmente por los ciclos, son los primeros en salir del mercado de trabajo y los últimos en volver a
entrar; el tema de algunos precios relativos dentro de la economía.
El precio relativo de los bienes-salarios, el problema de los bienes nacionales y los bienes importados.
La cuestión del financiamiento del gasto que no admite pensamientos demasiados simples y directos. Hay que
tener cuidado con no tomar en cuenta el financiamiento inflacionario del gasto y su impacto sobre la pobreza
y el problema del endeudamiento que tiene efectos intertemporales, esto es, cae sobre las próximas
generaciones de manera muy brutal.
El tema de los modelos de ahorro y jubilación que deben combinar adecuadamente la seguridad del ahorro
individual con el componente universal y no convertirse en elementos excluyentes y establecer un difícil
equilibrio entre la decisión política del área económica y el área social que debe incluir sistemas de alerta
temprano. No tenemos en nuestra estructura institucional los mismos sistemas de alerta temprana para saber
de qué manera la economía está pegando a los aspectos sociales, porqué y cómo, como lo tenemos para el
análisis del nivel de precios, los componentes en general de la contabilidad nacional. Estos son temas teóricos
y prácticos a resolver que son bien importantes y sobre los cuales hemos aprendido en la última década.
El segundo tema que quería tocar tiene que ver con la cuestión de las políticas universales y las políticas
focalizadas. No cabe ninguna duda de que frente a la extensión de la pobreza, pero sobre todo frente a algo
que planteó el Dr. Ocampo y que es un fenómeno nuevo, dado la brutalidad del cambio tecnológico, que es la
no reversibilidad de la desocupación. Esto es, que el hecho que las personas que salen del mercado de trabajo
debido a cambios tecnológicos muy profundos, o no vuelven al mercado de trabajo o vuelven en condiciones
de trabajo degradadas con respecto a su situación anterior. Es necesario, entonces, adoptar plenamente
políticas universales.
El tema de las políticas universales merece por lo menos dos reflexiones. La primera es si es que las políticas
universales como se está planteando, el ingreso de desarrollo humano, los ingresos de exclusión, anulan
absolutamente todas las demás intervenciones. Hay algunos autores en la Argentina que, planteando con
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mucha fuerza que la política focalizada era una política de degradación, plantean también que es necesario
subsumir todos los demás programas y hacer solamente programas universales. Yo creo que el tema no es así.
No todas las personas tienen las mismas posibilidades de convertir oportunidades en logros, que las historias
de pobreza de las comunidades son diferentes y que uno no puede tener una mirada homogénea de la sociedad
como si toda la sociedad fuera unívoca en términos de su capacidad de procesar sus situaciones y sus historias
de pobreza.
Por lo tanto, la contradicción absoluta entre política universal y política focalizada me parece que debe ser
repensada. ¿Cómo trabajar sino los problemas propios de la adolescencia pobre y empobrecida? ¿Cómo
trabajar los problemas de las diferentes posibilidades de inserción en el mercado laboral que las personas
tienen? ¿Cómo trabajar las especificidades de las comunidades? ¿Cómo lograr desarrollos comunitarios que
potencien el desarrollo de las personas si miramos a la sociedad con una mirada plana?
Entonces, cualquiera que sea el valor del aporte o del ingreso de desarrollo humano yo creo que tenemos que
pensar seriamente si es necesario, es viable y es deseable la desaparición de cualquier mirada focalizada sobre
casos puntuales que tienen que ver con la pobreza.
Respecto de este tema, y bien lo planteó Lozano recién, el tema de los ingresos de desarrollo humano
requieren un esfuerzo extraordinario desde el punto de vista de la administración de los recursos para asegurar
contraprestación y programas de inclusión. Hay una tendencia muy definida en la administración de las
políticas sociales a revalorizar el concepto de “contraprestación social”, esto es, multiplicar el impacto de la
asignación del desarrollo humano en términos de educación, de salud, del desarrollo de tareas comunitarias,
para que las personas puedan potenciarse y no limitarse a partir del ingreso de desarrollo humano.
Finalmente, hay una discusión más profunda y más crítica que tiene que ver con qué cosas hay que modificar
en la política fiscal, qué impactos tienen la políticas de desarrollo integral sobre otras variables de la economía
que hagan pasible y viable esta integración.
El otro tema que creo que es importante y que ha sido mencionado por el Dr. Coraggio y aquí sí vale bien la
palabra articulación entre los diversos niveles del Estado en la Argentina en lo que hace a la aplicación
específica de políticas sociales. Todos los que trabajan en terreno sienten cotidianamente que el sistema de
políticas sociales en Argentina es una suma de remiendos que a lo largo de los años ha ido agregando
políticas, iniciativas de diverso tipo que al momento de la unificación de los recursos para lograr impactos
producen impactos desordenados que hacen muy poco eficientes los recursos que provienen de los niveles
nacional, provincial y municipal. He marcado solamente cinco o seis puntos que en Argentina no están para
nada resueltos y que limitan absolutamente las intervenciones en terreno.
El primero es el tema de la relación entre el Estado y la Sociedad Civil que a veces pasa del conflicto a la
complementación pero para lo cual no hay diseños tecnológicos asumidos como universales o por lo menos
líneas complementarias entre diversas áreas.
La interacción entre diversas áreas de tecnología y acción. El ejemplo más dramático es la relación entre
alimentación y educación. Esto es, no hay escuelas sin chicos con buen nivel de nutrición. Sin embargo, todo
lo que tiene que ver con las tecnologías de educación y alimentación y la complementación entre ambas es un
terreno de nadie, librado en el mejor de los casos, a la buena voluntad de los operadores en terreno donde
compiten recursos de nivel nacional, provincial y municipal.
La adecuada identificación de poblaciones objetivo. No tenemos bases adecuada de información para saber
con quién trabajar y cómo.
La sustentabilidad intertemporal de las acciones. Gobierno que cambia, objetivo que cambia. Cambia
permanentemente el objetivo nacional, provincial y municipal y las modificaciones permanentes en los niveles
de política social afectan la eficiencia de los recursos. Sistemas unificados de identificación de problemas y
monitoreo de intervenciones. Todas las áreas nacionales, provinciales y municipales a nivel vertical, como
bien dijo Lozano, o a nivel horizontal, esto es, la relación entre ministerios o secretarías de un mismo gobierno
tienen miradas diferentes acerca de la manera de intervenir en políticas sociales. Mientras no haya acuerdos
políticos estratégicos que definan este tipo de acuerdos y que definan estrategias ordenadas de intervención la
política social seguirá teniendo los vaivenes que ha tenido permanentemente.
Entonces, la posibilidad del ordenamiento de este tipo de relaciones, hace a la articulación y a la
complementación y mejor eficiencia de la administración de políticas sociales que, vista la extensión de la
pobreza y la carencia de recursos se ha convertido en un objetivo estratégico.
Ronda de preguntas:
-Roberto Martínez Nogueira
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La mesa ha sido desbordada por las preguntas. No va a ser posible responder a todas ellas. Le solicito a los
miembros del panel que en vista de todas las preguntas que les han llegado formulen alguna apreciación
general sobre el contenido de ellas. ¿Quién se anima?
- José Luis Coraggio
Voy a tomar las preguntas que tiene que ver sobre todo con el qué hacer.
Tenemos que reconocer que hay muchas iniciativas en este momento, que la economía popular, que la
sociedades locales, que las redes, que las organizaciones de distinto tipo están implementando para sobrevivir
y que todo ese conjunto de iniciativas se puede desarrollar, se puede potenciar si hay políticas estatales pero
también si hay políticas desde la sociedad con un marco estratégico que vaya hacia un desarrollo de un sector
de economía social basado en el trabajo, basado en relaciones más solidarias. La pregunta que se hace es
cómo habiendo toda esa iniciativa se puede crear algún espacio que les permita coordinarse, articularse, etc.
Yo creo que aquí tenemos que crear muchos espacios, que no es lo mismo el Noroeste Argentino, que la
Patagonia, que la región Metropolitana de Buenos Aires, que hay que trabajar desde lo local lo regional, que
sería fundamental que el Estado Nacional tenga una política correcta con respecto a esto. Que algunos estados
provinciales, que algunos gobiernos municipales empiecen a tenerlo pero si esto no existe por lo menos
tenemos que ir creando esas comunidades prácticas donde vamos construyendo camino al andar. Donde
vamos mostrando que el propio desarrollo de esta economía va generando contradicciones y desafíos
continuos y nos va planteando nuevos problemas donde vamos actuando, reflexionando y volviendo a actuar.
Podemos contribuir. Yo creo que las universidades tienen una responsabilidad muy grande para ayudar a crear
esos espacios públicos, esos espacios de encuentro, a sistematizar y a hacer conocer todas experiencias. Para
eso es fundamental que se vincule con los actores sociales que tienen un proyecto que va en ese sentido. Es
una tarea más de constitución de espacios públicos, ya no sólo de actores y programas, sino de espacios
públicos.
¿Porqué le cuesta tanto a los Argentinos entender la pobreza y su contexto con la globalización? ¿Porqué tanta
dificultad en decidir las prioridades? Yo creo que intenté decirlo. Aquí no hay un problema de puro error. Ha
habido errores, sin duda. El pensamiento único ha calado profundo pero hay un problema de poder. Acá no es
un problema de saber o no saber lo que hay que hacer sino de intereses. Y desde ese punto de vista aquí hay
una lucha por el poder, de generar un poder social y democrático que refunde desde las bases al Estado y que
haga que el sistema político y el sistema de representación social sean representativos y no delegativos.
Aquí creo que ha jugado un papel importante los medios de comunicación que también son un negocio y que
también están monopolizados en buena medida para generar un imaginario de imposibilidad de cambiar este
mundo y los intelectuales que sueltos han dicho muchas cosas, y las universidades en esto también
difícilmente se han posicionado con lo que vino pasando en nuestro país. Entre otras cosas, por estar ocupadas
por la política partidaria. Porque, una universidad ocupada, aunque se roten en el poder, siempre cuando hay
una política de estado como fue la política neoliberal, ninguno termina de hacer la crítica y creo que tenemos
que asumir esa responsabilidad.
Y finalmente, cómo fortalecer las cooperativas existentes, cómo generar nuevas. Por ejemplo tenemos esa
oportunidad que ojalá se amplifique y se parezca a un salario ciudadano y no a esta cifra de $150 a la que
desde ya hay que descontarle le 21% del IVA porque es puro consumo y paga impuestos. Yo enfaticé el lado
del impacto económico que puede tener esto si realimenta circuitos económicos locales, de economía popular,
de economía solidaria. Pero también tengo que enfatizar la necesidad de organizar esas estructuras porque no
salen naturalmente. Entonces, es necesario promotores, activistas del desarrollo de formas cooperativas, de
mutualismo, de asociativismo, de redes solidarias que vayan creando otras relaciones de trabajo. Es necesario
que redefinamos que trabajo no es empleo y que la gestión del sistema de necesidades y de resolución del
sistema de necesidades no pasa solamente por el mercado pecuniario.
Hay una posibilidad de organizar recursos que resuelvan las necesidades de la gente de otra manera. Las
buenas redes de trueque han dado un ejemplo de esto. Cómo se puede potenciar el trabajo que el mercado dice
que es un trabajo que no tiene valor. Como tiene valor genera valores de uso, satisface necesidades. Por lo
tanto, es posible pero también requiere revisar los sistemas normativos. Por ejemplo, con respecto a las redes
de trueque ya hay una visión fiscalista que dice esto es actividad económica y tenemos que ver cómo les
hacemos pagar impuestos. Claro que a eso ayuda a algunas versiones de las redes de trueque que la han
convertido en negocio. Pero en la medida en que hay esa actividad económica, que es económica pero que es
respetada como un sector de la sociedad y de la economía que tiene un sentido social y no pecuniario no
puede ser objeto de imposición fiscal al mismo tiempo que se están escapando 20.000 millones de pesos
porque no pagan los que deberían que estar pagando impuestos. O sea, es absurdo pensar que vamos a
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perfeccionar el sistema fiscal persiguiendo al llamado sector informal, microemprendimiento o pequeña
empresa. Hay que pegarle a los grandes. Yo creo que esto es posible, creo que requiere organización, gestión,
visión, que requiere que nos encontremos y recuperemos todas las experiencias que estamos ya haciendo.
- Aldo Isuani
Yo voy a pedir disculpas pero no voy a responder a las preguntas. Simplemente no hay cómo hacerlo. Voy a
solicitar a las personas que hicieron las preguntas y que deseen dejarme una dirección de correo electrónico
me comprometo a reponderselas individualmente.
Hay un tema que cruza a más de una pregunta y es sobre el que quiero concentrarme. Es sobre el famoso qué
hacer. Yo creo que aquí hay un problema sobre el cual estamos discutiendo poco. Entre los problemas más de
fondo que tiene la Argentina, este país tiene un problema cultural que es el síndrome de la abundancia. El país
que nadie puede fundir, el granero del mundo, país condenado al éxito. Esto nos ha hecho desarrollar una
débil ética del trabajo, una débil ética del esfuerzo. Y mi preocupación después de los últimos años es si la
Argentina no solamente perdió capacidades empresariales sino si en definitiva tenemos los empresarios que
son necesarios para 37 millones de habitantes. Yo pongo un signo de interrogación. Creo que es un problema
central la generación de riqueza. Un país que consumió vorazmente todo lo importado sabiendo de que esto
implicaba el cierre cotidiano de miles y miles de unidades productivas. No tembló en gastar, en despilfarrar
los recursos que hoy figuran como deuda externa a través de créditos de deuda y de activos públicos. Que
pasó muy fácilmente a vendedor de activos empresarios, a especulador financiero. En este contexto, hay muy
poco debate acerca de un actor que es un actor clave para la salida Argentina. Sí se discute sobre los políticos,
sobre los intelectuales, pero no hay discusión sobre los empresarios en este país. Es hora de que empiece a
haberla.
El segundo punto asociado con esto es que la existencia de una fuerza social y política y la defensa de la
política tiene que ver con una forma de concebir el Estado. El Estado no es un actor más dentro de la sociedad,
como el sentido común lo hace pensar. El Estado no es otra cosa que una arena de lucha y negociación donde
las fuerzas sociales y políticas de la sociedad civil luchan y negocian para llevar adelante sus intereses. En esta
lucha y negociación cada uno aporta la fuerza que tiene.
Mi punto de diagnóstico es que la debilidad de las fuerzas sociales y políticas que tienen como norte el
bienestar colectivo es lo que ha llevado a que en este país no existan políticas públicas pensadas para el
bienestar colectivo.
Esto es sólo posible a través de la política. Probablemente sea un sesentista para defender la política y la
acción política. Creo que tenemos que nuevamente volvernos hombres sociales y hombres políticos, articular
intereses, difundir pensamiento, debatir y hacer cosas que sirvan para la construcción de una sociedad.
Ojo, porque de tanto sumarnos a la crítica de lo político lo único que vamos a conseguir es que sólo los peores
nos gobiernen.
- Juan José Llach
Haré unas breves reflexiones sobre algunas de las preguntas. La primera tiene que ver con la educación.
Porque había otra que me preguntaba qué entendía yo por “etiqueta”. Bueno, un ejemplo de etiqueta sería una
de las preguntas que tuve que me dice: ¿se acuerda de la privatización de la educación que llevó adelante?
Realmente extraordinario porque nada de lo que yo pude hacer tuvo absolutamente nada que ver con la
privatización. Ahí hay un ejemplo de lo que yo considero que son “etiquetas” que realmente no ayudan para
nada a encontrar soluciones.
Lo que quería agregar sobre educación es lo siguiente. Yo sé que focalización es una palabra políticamente
incorrecta y por eso no la usé. Sin embargo, yo defiendo una idea como la del Programa de las Escuelas
Prioritarias que creo que no tenía nada que ver con la focalización. ¿Cuál es el concepto que hay detrás de
todo eso? Si yo no igualo la calidad de enseñanza a la que acceden los chicos de las familias más pobres con
los de familias menos pobres, evidentemente no voy a poder resolver el problema. ¿Cuál es la alternativa?
¿Darle a todos por igual? ¿Esa es la alternativa? ¿De esa manera yo voy a mejorar realmente la educación a la
cual acceden los chicos más pobres? Si esto se llama focalización, no me importa. Lo que yo quiero decir es
que tenemos que buscar soluciones distintas a las convencionales si lo que realmente buscamos es construir
una sociedad equitativa.
La segunda se refiere a los noventa porque tuve seis o siete preguntas referidas a los noventa. Yo creo que los
noventa tuvieron virtudes y también bastantes errores, algunos graves. Pero para entender los noventa hay que
entender el hecho de que la Argentina previamente a los noventa se las ingenió para destruir un sistema
monetario. Les puedo asegurar que, lamentablemente, en un país cuando se destruye un sistema monetario no
se sale fácil de eso. La Convertibilidad no fue un invento que se le ocurrió a algunos y se le impuso a la
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sociedad. La Convertibilidad se hizo por la sencilla razón de que la mayoría de la sociedad a fines de los
ochenta y todavía en el año noventa, quería usar el dólar como moneda. No se sorprendan si esto nos resulta
nuevamente familiar.
Esto impuso un fuerte condicionamiento. Y si nosotros vamos a pensar que este es un problema que nos vino
de afuera, francamente nos equivocamos. Comparemos con Brasil. Con Brasil tenemos el mismo récord de
inflación. Desde el año 1939 en adelante los precios en Argentina se multiplicaron por 1000 billones, o sea,
algo que valía $1 en el año 1939 en el año 1991 valía 1000 billones. Y Brasil anda por ahí, incluso nos pasó.
Pero Brasil reaccionó distinto que nosotros. Brasil nunca se dolarizó y por eso ha podido manejar las cosas de
distinta manera que la Argentina. Entonces, yo creo que es muy importante tener en cuenta los
condicionamientos. Es muy importante tener en cuenta que no fue igual la primera mitad de la década del
noventa que la segunda en muchas cosas, por ejemplo, en la creación de empleo. En la primera mitad de la
década del noventa es cierto que hubo crecimiento sin empleo, en cambio, del año 1994 a 1998 cada diez
puntos que aumentaba el producto el empleo aumentó un 6%. O sea, que ahí tropezamos con el problema de
las crisis macroeconómicas. Por lo tanto, si queremos ir a la raíz tenemos que ver porqué la Argentina cada
cinco años tiene una fenomenal crisis macroeconómica. Hay también factores externos que creo que tenemos
que entenderlos porque sino nos equivocamos. El tema del proteccionismo agroalimentario es realmente
nefasto para la Argentina porque claramente en lo que nosotros somos mejores no nos dejan competir en
igualdad de condiciones y esto no lo podemos sacar de la lectura de los problemas que nosotros tenemos.
En fin, no se puede dar de esto una respuesta completa. Yo creo que hubo errores muy importantes que son los
que condujeron que la Argentina cuando tuvo todas estas crisis externas no pudiera resolverlas.
El último punto que quiero hacer es sobre la cuestión del mercado y del Estado que me preguntan bastante y el
tema de la polarización porque yo hablé de que hay en Argentina una polarización no sólo social, que es la
que más nos preocupa, sino también ideológica. Yo creo que si uno ve las nuevas fuerzas políticas que están
emergiendo de alguna manera esto está en ese registro. Y yo creo realmente que si uno mira el mundo en
general no va a encontrar modelos polarizados así como tampoco es cierto que hay “un” modelo. Uno tiene
una enorme cantidad de situaciones de economía mixta donde está el mercado y está el Estado y nosotros
dentro de ese abanico tenemos que elegir algún esquema. Pero si nos queremos ir de cualquiera de esas
combinaciones creo que nos va a seguir yendo mal.
Con respecto a “el arriba del laberinto” hay muchas cosas que se podrían ejemplificar. Creo que acá se ha
cometido un gran error y es ir a negociar con el FMI sin un programa determinado. Esa es una de las razones
por las cuales finalmente, también por presión del Fondo, se impuso este régimen de flotación cambiaria que
yo creo que es totalmente inadecuado para la situación de la Argentina. Hay miles de ejemplos que yo les
podría dar. En vez de pensar en echar empleados públicos y de asociar incorrectamente cualquier reforma del
Estado con echar empleados públicos, porqué no pensar realmente en reformar el Estado. Yo les puedo
asegurar que hay muy pocas, si es que las hay, propuestas seriamente hechas de reforma genuina del Estado
para conseguir que las escuelas, los hospitales, incluso las universidades, funcionen mejor y entreguen
mejores servicios.
El último tema que voy a mencionar es esto de los impuestos. Algunos me preguntan cómo se conservaría el
componente de solidaridad. Yo he escrito un trabajo donde se demuestra que es perfectamente conservable el
aspecto de solidaridad que tiene el régimen de coparticipación y no solamente que se puede conservar sino
que hay que conservarlo. Las jurisdicciones más ricas tienen que transferir recursos a las jurisdicciones más
pobres. Esto es perfectamente compatible con un régimen de responsabilidad fiscal.
- Claudio Lozano
Es absolutamente imposible contestar a las preguntas. Haré algunas apreciaciones que tienen que ver con los
temas que están implícitos en las preguntas y sobre cuestiones más generales.
En primer lugar, quiero dejar en claro que, con independencia de que uno pueda hacer una distinción analítica
entre las tendencias estructurales de la economía y la macroeconomía de corto plazo, no hay ninguna
estrategia macroeconómica de corto plazo que no tenga efectos estructurales y que no condicione rumbos
futuros.
Por otro lado, quiero decir que todo fenómeno inflacionario no tiene una sola forma de ser atacado y del modo
en que se lo ataque dependerá el tipo de futuro que tengamos.
En segundo lugar, se me plantea el tema del financiamiento respecto a la propuesta que traté de presentar.
Quiero decir primero que, si uno toma el total del consumo de las familias en la Argentina correspondiente al
año 2001, lo reduce en un 20% suponiendo que este consumo ha caído, y lo divide por el valor de la canasta
que equivale al nivel de pobreza, surge que en la Argentina se consumen canastas equivalentes a $600 para 82
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millones de personas. Estoy tomando solamente el consumo de la sociedad. Quiero decir con esto que estamos
discutiendo la necesidad de que 3.200.000 hogares aproximadamente tengan esa canasta. Me parece que la
distribución sería factible. El problema que está planteado es, en principio, un problema de distribución. Hay
capacidad para poder hacerlo.
Segundo, el total de los recursos necesarios para lo que yo planteé (el seguro, la asignación por hijo y la
asignación para los mayores) estaba en el orden de los 11.500 millones de pesos o dólares antes de todo lo que
ocurrió. Hoy está alrededor de los 14 mil millones de pesos. Y en realidad, en el lapso de estos últimos cuatro
meses se transfirieron al sector financiero bancario 17 mil millones de pesos.
Tercero, Argentina produce alimento para 300 millones de personas. Estamos discutiendo la situación de 18
millones. Este es otro orden de posibilidad que habría que tomar en cuenta.
Cuarto, las transferencias que percibieron grupos empresarios con inserción exportadora, endeudados con el
sistema financiero local, como consecuencia de la pesificación y la devaluación son del orden de los 13.200
millones de dólares. Son transferencias que pasaron, que se han dado. Podríamos discutir otras.
Superan todas éstas en mucho lo que estoy planteando como necesario para financiar la estrategia que estoy
formulando. Para hacerla efectivamente se requiere un tipo de esquema de política económica absolutamente
distinto, un tipo de intervención fiscal totalmente diferente. Obviamente esto implica una integración del
sistema de políticas sociales de carácter nacional.
En segundo lugar, creo que uno recauda más si reactiva el consumo. En tercer lugar, creo que el Estado tiene
un desfinanciamiento estructural vinculado al régimen privado de fondos de pensión, que habría que
discutirlo. Y en cuarto lugar, creo que hay mucho para hacer en materia tributaria, como por ejemplo, precios
de transferencia no sólo en las empresas transnacionales sino también al interior de los grupos empresarios
locales.
En segundo lugar, el tema de la renta mundial en un país que tiene muchos millones de dólares afuera de
residentes locales. Y el tema de la eliminación de exenciones vigentes a nivel nacional, provincial y municipal
y permite que grupos con inserción diversificada puedan exponer ganancias donde no se les cobra y fugarlas.
Consecuentemente, si hay decisión algunas cosas se pueden hacer que permitirían financiar esto.
Tercera cuestión, me preguntan si el desempleo es tecnológico. La respuesta es no. Esto no quiere decir que la
innovación tecnológica no pueda implicar expulsión de fuerza de trabajo, pero ciertamente no puede decirse
que el caso Argentino tenga como contrapartida, cuando lo que tenemos es un visible problema de nuestra
inserción productiva, que el problema sea por la reconversión y la inversión tecnológica que se ha llevado a
cabo en los últimos años. En este sentido además, la idea del Seguro de Empleo y Formación, si bien la
formulamos para el jefe de hogar desocupado, es un concepto que tiene por perspectiva discutir las nuevas
relaciones laborales en el marco del cambio tecnológico. En un contexto de alta productividad donde la
necesidad de fuerza de trabajo por unidad de producto sea menor, también se elevan los requisitos de
calificación. Consecuentemente, el Seguro de Empleo y Formación apuesta a la construcción futura de un
sistema de seguridad donde se permita combinar al trabajador en términos de rotación entre empleo y
formación como modo de afrontar las nuevas relaciones laborales en el mundo de hoy. La verdadera rotación
que se necesita para una estrategia seria es ésta, entre empleo y formación y no la que tiene que ver con la
precarización vigente en el carácter actual de las relaciones laborales.
Me preguntan también el tema del acuerdo con el Fondo. Yo creo que para que haya una negociación tienen
que haber dos. Si el gobierno reproduce lo que dice el Fondo y nos dice que lo que está bien es el Fondo, lo
que adelanta es el fondo al que vamos. En realidad, no hay negociación. Este es el primer problema que tiene
lo que estamos discutiendo. Asumir que el Fondo representa otros intereses es un primer requisito. Hay que
despojar el debate éste de discusiones absurdas en donde si decimos que hay que discutir de otra manera
resulta que estamos planteando la revolución socialista y si decimos que no, en realidad resulta que volvemos
al Virreinato. Hay que discutir en serio este tema. En realidad, en la importancia de la relación con el Fondo
merecería considerarse primero, la conveniencia de ver cómo se está dando el tablero financiero en general en
el mundo. Las crisis que ya presentan dando Uruguay y Brasil. Porque en tanto esto se complique en realidad,
nuestra capacidad de negociación aumenta por lo tanto habría que esperar para negociar en mejores términos.
Por lo tanto, habría que tener políticas consecuentes para poder llevarlo adelante. Segunda cuestión, lo que
también tiene que quedar absolutamente claro es que se ha sobredimensionado en la discusión el papel del
ahorro del exterior en el financiamiento de la economía Argentina. Si uno ubica adecuadamente en los últimos
diez años cuál ha sido el papel del financiamiento del ahorro externo se encuentra que de cada U$S 100 que
ingresaron sólo U$S 30 tuvieron que ver con inversión y los otros U$S 70 fueron deuda pública. Y por cada
dólar de deuda pública hay un dólar de fuga. Es decir, la deuda pública está atada a la valorización financiera
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y la fuga de capitales. Si hay una política que modifique esto no se necesita esa deuda pública. Segundo, de
los U$S 30 de inversión sólo U$S 9 tienen que ver con nuevas actividades económicas que amplían la
capacidad económica del país. El resto es apropiación de activos ya existentes que no amplían nada. En
realidad sólo U$S 4, el 4% del total de lo ingresado, tiene que ver con inversiones que generan divisas para el
país. El resto se lleva más de lo que trae. Consecuentemente, Argentina debe replantear la relación con el
mundo. Porque no sólo no es tan relevante, sino que además, cada vez que tenemos relación con el mundo en
estos términos, agudizamos las distorsiones que tiene el patrón productivo y económico de la Argentina.
Por lo tanto, y en ese marco, hay alguien a quien se ve que le cayó mal, que me dice si yo trato temas políticos
o sociales y que deje el partidismo para otro lado. Yo sinceramente creo que traté de plantear una propuesta
concreta, instrumentos concretos. Estoy tratando de decir cosas que tienen que ver con números específicos.
Además de esto digo que es poco serio a esta altura del partido plantear que la discusión de la política social
no comporte un debate de orden político.
Alguien me dice cómo se hace todo esto porque en realidad se necesita conducción, fuerza política, etc. Yo lo
que digo es que no nos van a regalar el mundo. Si nosotros no pensamos cómo nos hacemos cargo de nuestro
destino esto no lo resuelve nadie. La verdad es que yo creo que hay que tratar de dejar de delegar. Acá la
posibilidad de un proyecto político en la Argentina no es ni una nueva candidatura carismática que resuelva
por vía electoral el problema ni tampoco un programa de cuatro técnicos encerrados que digan por dónde hay
que ir. Acá hay que fijar cuatro o cinco ideas respecto al país que queremos. Hay que discutirlo con la
sociedad y tiene que ser la sociedad la que se lo banque. Porque no va a haber otro país si la sociedad no
decide vivir en él. Esa es la condición para que tengamos éxito.
- Eduardo Amadeo
De mis preguntas quisiera marcar dos. Una tiene que ver con la centralidad del tema del mercado de trabajo.
Yo coincido con lo que se ha dicho hasta ahora de que el tema central del problema social en la Argentina es
la destrucción del mercado de trabajo. Lo que en Argentina antes era un mercado de trabajo equilibrado, con
posibilidades de movilidad social, se ha convertido en un mercado dividido en dos: un núcleo de altísima
productividad y un mercado marginal donde la gente no puede desplazarse hacia el centro. La resolución de
este tema es central y no hay todavía demasiadas respuestas. Yo creo que hay que analizar seriamente la
posibilidad de mejorar los niveles de productividad de las pequeñas y medianas empresas que son las que
pueden incorporar las personas que han quedado desplazadas del núcleo central y por lo tanto, asegurarles
niveles de ingreso al mercado de trabajo.
Finalmente, se me pregunta si la referencia que yo he hecho a la posibilidad de la participación popular o de
los programas con algún nivel de focalización que desarrollen estrategias de participación a nivel local no
implican que con esto se está intentando tapar los conflictos sociales inventando la idea de participación que
anestesia la participación de la gente. Yo creo que esto no es así. Es obvio que no hay cambio en la política
social si no se toman en cuenta los tres niveles que hemos intentado hablar acá, que es el tema político, el
tema económico y el tema de la eficiencia. Pero los procesos sustentables son los que se mantienen de abajo
hacia arriba y la capacidad de organización no está igualmente distribuida en toda la sociedad. El Estado tiene
la obligación de acompañar el desarrollo de procesos de organización popular y esto no es anestesiar las
reivindicaciones populares sino asegurar el sostenimiento de los procesos democráticos a través de los
mejores procesos de organización.
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