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INFORME ESPECIAL
26 de Octubre de 2005
EL FLUJO DE IED PARA ARGENTINA ALCANZÓ LOS 2.300 MILLONES
DE DÓLARES EN EL PRIMER SEMESTRE DE 2005…
LA MACRO SANA Y UN ELEVADO CRECIMIENTO ECONÓMICO
APUNTALAN EL AUMENTO DE LA INVERSIÓN EXTRANJERA
DIRECTA EN ARGENTINA
"La reproducción literal y/o el aprovechamiento total o parcial, a los fines de su divulgación, de la precedente publicación se encuentra
expresamente prohibido a toda persona no autorizada en tal sentido. La Fundación Capital se reserva el derecho de iniciar las acciones
legales que devengan pertinentes ante la inobservancia de la exigencia supra formulada."
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EL FLUJO DE IED PARA ARGENTINA ALCANZÓ LOS 2.300 MILLONES
DE DÓLARES EN EL PRIMER SEMESTRE DE 2005…
LA MACRO SANA Y UN ELEVADO CRECIMIENTO ECONÓMICO
APUNTALAN EL AUMENTO DE LA INVERSIÓN EXTRANJERA
DIRECTA EN ARGENTINA
En sintonía con la tendencia en la región, los flujos de Inversión Extranjera Directa (IED) en
Argentina continúan recuperándose desde fines de 2003. Si bien la IED no implica
necesariamente “inversión” en el sentido tradicional1, su evolución es muy importante ya que
identifica la existencia de una relación a largo plazo entre el inversor directo y la empresa (a
diferencia de las “inversiones en cartera”, o activos financieros), lo que contribuye al desarrollo de
las capacidades empresariales y productivas de la economía, que impactan en el empleo, el
crecimiento de la productividad, la transferencia de tecnología y la profundización de la apertura
exportadora.
A continuación, se analizan los principales hechos estilizados de la evolución reciente de la
IED en Argentina, incluyendo los cambios en la dinámica de las categorías de financiamiento y
destacándose, principalmente, el nuevo patrón sectorial que comienza a delinearse, con una
mayor incidencia de los sectores productores de bienes en detrimento de los de servicios.
1. Los flujos de IED a las economías latinoamericanas continúan en la
senda del crecimiento
En el año 2004, América Latina fue ciertamente favorecida por el reparto global de los flujos
de IED que, según datos de Naciones Unidas, creció en el mundo sólo un 2,5% luego de tres años
consecutivos de caída. Así, la IED para la región aumentó un 44,0%, aunque cierto es que la
mitad de los casi 68 mil millones de dólares destinados a Latinoamérica fueron acaparados por
México y Brasil (que registraron aumentos del 79,1% y el 73,4%, respectivamente).
La fuerte recuperación de los flujos de IED en la región fue el resultado de la combinación de
una serie de factores internos y exógenos, entre los que se pueden mencionar: altas tasas de
crecimiento económico y la consiguiente recuperación de los mercados internos, tipos de cambio
competitivos favorables a las actividades transables, el boom en la demanda de commodities
(especialmente por parte de China), la recuperación de la economía americana y, en menor
medida, algunas recientes políticas puntuales de fomento a la IED.
Embarcado plenamente en el proceso de recuperación económica, nuestro país, logró
sumarse a esta tendencia, y como lo indican las estadísticas del Ministerio de Economía,
los flujos acumulados al final de 2004 (4.274 millones de dólares) superaron holgadamente
lo captado durante el año 2003 (1.652 millones de dólares); un aumento de más del 150%.
1
La IED es un concepto de la balanza de pagos que identifica una modalidad de financiamiento que sólo en algunos casos está
destinada a la formación de capital por parte de las filiales de las empresas transnacionales. Los flujos de capital de IED están
constituidos por: aportes de capital, créditos con empresas vinculadas, reinversión de utilidades o transferencias accionarias. Mientras
que en el último caso es claro que no hay inversión en sentido económico porque sólo se produce un cambio de manos en la propiedad
de activos preexistentes, en los otros casos, los flujos de IED sólo son un indicador de lo que ocurre con la formación de capital ya que
es posible que estos flujos de dinero sean utilizados en conceptos que nada aportan en términos de inversión (como cubrir
quebrantos). Por otro lado, la IED difiere de la inversión en cartera, ya que identifica una relación duradera entre el inversor directo y la
empresa lo que, internacionalmente, se distingue con una tenencia de al menos el 10% del capital de una sociedad.
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La cifra es elocuente, pero más allá de las mejores perspectivas respecto de la
situación económica general, el aumento refleja el rebote desde los modestos niveles
registrados a partir del agravamiento de la crisis en el año 2001. Ciertamente, nuestra
participación en la región todavía sigue lejos de los niveles alcanzados en los noventa. De
todas formas, se debe tener en cuenta el efecto que tuvieron las privatizaciones de
empresas públicas, más allá de la oleada de fusiones y adquisiciones en el sector bancario
y en algunas áreas específicas del sector real, que permitieron alcanzar el segundo puesto
a nivel regional detrás de México entre los años 1990 y 1995.
Así, en el 2004, los niveles de IED captados por Argentina fueron similares a los de
economías más pequeñas como Perú, Colombia y Venezuela e incluso nuestra
participación en los flujos destinados a la región fue superada por tercera vez por Chile
(donde los flujos recibidos de IED crecieron un 73,4%, logrando una participación de 11,3%
en la región, frente al 6,3% de nuestro país)
Más allá del buen desempeño de la economía trasandina, esta situación refleja la abrupta
caída en la participación de Argentina que, entre los años 1990 y 2000, supo acaparar un
promedio del 15,6% de la IED regional (con un pico de 22,3% en el año 1999 con la compra del
paquete accionario de YPF por parte de Repsol).

La atracción de IED regional en contexto
Pero no sólo la pérdida de importancia relativa de la Argentina, y su retraso frente a Chile en
particular, quedan en evidencia al analizar la participación que ha tenido el país (y el resto de las
economías latinoamericanas) en la captación de IED en la región durante la década del noventa y
hasta la actualidad.
Uno de los fenómenos que también se destacan es el fuerte crecimiento de la
participación de Brasil en los flujos de IED a la región a partir de la segunda mitad de los
noventa. Hasta ese entonces, la participación de Argentina había estado por encima de la
de su socio del MERCOSUR (con un promedio de 17,6% entre 1990 y 1995 para Argentina
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frente al 9,6% de Brasil). Luego, en la segunda mitad de la década, Brasil experimentó un
alza espectacular en su participación (alcanzando un promedio de 28,3%) mientras que la
participación de Argentina comenzaba a mostrar tasas más bajas (un promedio 13,5% para
el mismo periodo)
En el período 2001-2004, Brasil logró mantener su participación relativa (en 26,6%)
mientras que México (con 27,4%) registró tasas cercanas a las de la primera mitad de los
noventa (cuando se incorporó al NAFTA), lo que elevó la participación conjunta de las dos
primeras economías de Latinoamérica al 54,1%. Mientras tanto, como se mencionó, los
flujos a la Argentina se derrumbaron y su participación bajó al 4,1% en promedio (entre
2001 y 2004), consolidándose así un esquema de atracción de IED concentrado en las dos
economías más grandes de la región, seguido por Chile y con Argentina desplazada a un
cuarto lugar.
Sin embargo, vale destacar que el retraso de nuestro país respecto a la economía
trasandina, no se debió a un avance de la participación de esta última (que en los períodos
1990-95 y 1996-2000 fue de 6,9% y 7,0%, respectivamente) sino simplemente a una caída en
la participación de nuestra economía. No obstante, en el 2004, los flujos de IED habrían
adquirido una magnitud récord para Chile, otorgándole una participación del 11,3%, que la
recuperación de Argentina no pudo superar (los flujos de IED para nuestro país, en cambio,
representaron el 6,3%).
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De cualquier forma, y aún cuando nuestro país tiene un importante potencial de recuperación,
hay que destacar que en términos relativos la inserción de la IED en el país es similar a la de
Brasil y México (alrededor del 14% de participación como porcentaje de la Inversión Bruta Interna
Fija en 2004), y sin duda menor que la excepcional penetración de la IED en Chile (donde este
porcentaje alcanzó al 39,2%). En términos del stock de IED como porcentaje del PBI, las
conclusiones son las mismas con Argentina ligeramente por encima de Brasil y México (35,3%
frente al 25,2% y 27,0% respectivamente), pero lejos del peso del stock de IED en la economía
trasandina (58,2% del PBI).
2. La IED con foco en Argentina: en el 2005 continúa recuperándose
Con la salida de la Convertibilidad, y como era de esperar, el patrón de los flujos de IED
en el país mostró un fuerte cambio, no sólo en términos de la magnitud de los desembolsos
sino también en lo que respecta a la participación de cada uno de los distintos
componentes (o categorías de inversión) de la IED.
Así, entre los años 1992 y 2000, los cambios de manos (privatizaciones y
transferencias accionarias entre privados) fueron el componente más importante de las
corrientes de financiamiento de IED, con una participación del 57%. Las privatizaciones de
empresas del sector público nacional y provincial representaron un cuarto de este total
aunque a lo largo del período fueron decrecientes (a excepción del año 1999 cuando se
produjo la venta de las acciones de YPF en poder del estado).
Por su parte, las transferencias accionarias del sector privado fueron aumentando a
partir de 1994, cubriendo una variedad creciente de actividades productivas entre los que
se destacaron las comunicaciones, petróleo, servicios públicos (que pasaron de privados
nacionales a grupos extranjeros), industria manufacturera, bancos y comercio; con claro
predominio del sector servicios.
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Habiendo desaparecido prácticamente las privatizaciones desde el año 2000 y con una
súbita caída de las transferencias accionarias del sector privado durante el 2003 y el 2004,
la importancia de los cambios de mano en términos de su participación en la IED pasó a ser
marginal. No obstante, en el segundo trimestre de 2005, se ha registrado un fuerte
incremento en esta categoría de inversión, acumulándose así 746 millones de dólares en el
primer semestre del año.
Los aportes de capital de las casas matrices (o empresas vinculadas) a las filiales,
fueron la segunda categoría de financiamiento más importante de los flujos de IED, con una
participación de poco más del 25% entre los años 1992-2000. Entre los años 2001 y 2003,
los aportes de capital cobraron una decisiva relevancia, pero a diferencia de los años
anteriores dónde se utilizaban para financiar nuevos proyectos de inversión o para comprar
otras empresas locales, se destinaron a sostener la estructura patrimonial de las filiales. De
esta forma, en el año 2002, los aportes de capital alcanzaron un récord de 4.516 millones de
dólares, de los cuales el 87% se destinó al sector privado no financiero y el 13% restante se
utilizó para capitalizar el sector privado financiero. Con la recuperación económica, durante
el 2003, los aportes de capital disminuyeron a 3.011 millones de dólares, señalando la
mayor capacidad para apuntalar el giro del negocio con la generación genuina de fondos
propios por parte de las filiales. En el 2004 y el 2005, este componente se ha mantenido en
niveles similares pero en este caso volcándose preponderantemente a la financiación de
nuevos proyectos de inversión en lugar de la capitalización de las filiales.
Los préstamos realizados por la casa matriz (o empresas vinculadas) a las filiales locales
fueron la tercer fuente más importante de IED. Entre los años 1992 y 2000, este componente
significó un 10,7% del total. En los años 2002 y 2003, este flujo se revirtió como consecuencia de
la cancelación o capitalización de deudas, alcanzando en el año de la devaluación una salida neta
de casi 3.000 millones de dólares. Durante 2004, este componente retoma el signo positivo
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acumulando un flujo de financiamiento importante del exterior por 1.178 millones de dólares, que
continúa a lo largo de 2005 con un acumulado de 577 millones.
Por último, la reinversión de utilidades, ocupó el cuarto lugar en términos de su importancia
dentro de la IED, con una participación del 7,2%. En los años 2001 (especialmente), 2002 y 2003,
el aumento de las utilidades giradas y los pobres resultados obtenidos por las filiales,
determinaron que el componente fuera fuertemente negativo. A partir de 2004, la recuperación de
la renta del sector privado no financiero por encima de las utilidades giradas, permitió revertir esta
tendencia aunque el signo continúa siendo negativo tanto en el año 2004 como en el primer
semestre de 2005.
3. Hacia un nuevo patrón sectorial de la IED
Paralelamente a los cambios que experimentaron las fuentes de financiamiento de la
IED, el destino sectorial de estos flujos mostró un nuevo patrón a partir de la salida de la
Convertibilidad. En efecto, hasta el año 2001, la mayor parte de la corriente de
financiamiento de la inversión directa por parte de no residentes se había dirigido hacia el
sector servicios. A partir de la devaluación, los flujos hacia los servicios se revierten,
determinando una salida neta de IED, especialmente por las fuertes pérdidas del sector que
determinaron un saldo negativo en el componente de reinversión de utilidades.
La reversión de los flujos de IED en el sector servicios contrastando con la presencia
de algunos flujos destinados a los sectores productores de bienes (principalmente la
actividad petrolera), impulsaron una modificación de la distribución sectorial del stock de
IED, a favor de los sectores productores de bienes. Sin embargo, aún más importante fue el
efecto de la devaluación de la moneda local en el balance de las empresas, que en el caso
de los servicios (más endeudados en moneda extranjera) deterioró en mayor medida el
valor patrimonial neto.
De esta manera, el patrón sectorial del stock de IED sufrió un importante cambio, con
un significativo aumento en la participación del sector productor de bienes. Así, mientras el
stock de IED en este sector representaba el 52,5% a Diciembre de 2001, dos años más
tarde, esta participación alcanzaba al 58,3% del total.
A nivel desagregado, entre esos años, se destaca el aumento de la participación del sector
petróleo en el stock total de IED (de 22,8% al 26,2%) y de la Industria Manufacturera (de 28,5% a
31,2%). Entre las bajas, la más notable es la del sector bancario que, de una participación del
8,8% en Diciembre de 2001, disminuyó al 5,9% en el mismo mes de 2003. Por su parte, los
servicios públicos privatizados (Electricidad, Gas y Agua) experimentan una importante reducción
pasando del 11,4% a 9,7% entre los períodos señalados.
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La disminución de los flujos de IED dirigidos a los servicios en Argentina está
relacionada no sólo con el agotamiento del proceso de privatizaciones y el aumento de los
conflictos regulatorios tras la devaluación y pesificación de tarifas sino también con
cambios estratégicos por parte de las casas matrices a nivel global.
En contraste, los sectores transables se encuentran en una mejor situación para atraer
flujos de IED teniendo en cuenta el aumento de competitividad de la economía. Así, durante
2004 se han realizado importantes anuncios en el sector minero y otras actividades
extractivas, a excepción del sector petrolero donde los ruidos de los problemas
energéticos han agitado las aguas condicionando el atractivo de este sector para la IED.
Por su parte, las actividades agropecuarias (especialmente la soja y la industria
frigorífica), traccionadas por los altos precios de los commodities alimenticios como
resultado de la demanda asiática, vienen mostrando un fuerte impulso en lo que respecta a
los flujos de IED, de la mano de empresas transnacionales de envergadura como Cargill y
Bunge.
En lo que respecta a la industria manufacturera, la recuperación de la economía local y
el crecimiento de la demanda externa vienen afianzando los intereses de los inversores
internacionales en sectores como el automotriz, siderúrgico, alimenticio y la industria
química y petroquímica.
En este sentido, vale destacar que a diferencia de la década del noventa, los proyectos
de inversión que se encaran se enfocan hacia la exportación en lugar del mercado interno.
El caso más claro es el de la industria automotriz donde pesan los importantes acuerdos de
comercio firmados con países de extrazona como México y Sudáfrica.
Pero no todo se concentra en los sectores productores de bienes. También actividades
como turismo, hoteles y restaurantes, comercio, y software y comunicaciones están muy
bien posicionadas para atraer IED. Lo mismo ocurre con la Construcción, especialmente de
infraestructura.
Por último, cabe destacar que buena parte de estos nuevos flujos de inversión,
vinculados a proyectos de inversión de ampliación de la capacidad productiva, han sido
impulsados por las medidas de incentivo fiscal que ha otorgado el gobierno a través de
procesos licitatorios especialmente orientados a la promoción de inversiones en bienes de
capital en la industria y en infraestructura.
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4. Perspectivas para el año 2006
En conclusión, pareciera que están dadas las condiciones para que Argentina
consolide la senda de recuperación de los niveles de inversión directa del exterior.
La recuperación del crecimiento económico en América Latina, la mayor demanda de
commodities y el apoyo de políticas públicas a las actividades manufactureras en algunos
países (concretamente Argentina y Brasil) están abriendo nuevas oportunidades de
negocios para la inversión extranjera en la región. Estas oportunidades son, de alguna
manera, diferentes a las prevalecientes durante el período pico de la IED en la década del
noventa: son más propensas a estar en industria, construcción y recursos naturales, más
que en el sector servicios y a involucrar la creación de nuevos activos en lugar de la
adquisición de activos existentes.
Pero más allá de la dinámica global de los flujos, nuestro país también aporta
condiciones objetivas que hacen atractivo el ingreso de IED. En efecto, desde el 2004, el
mayor potencial de crecimiento del mercado interno y de exportación, el reducido costo de
la mano de obra y las todavía altos márgenes de rentabilidad que persisten, especialmente
en las actividades transables, continúan incentivando la entrada de inversiones directas del
exterior. Adicionalmente, la salida del default a principios de este año y la paulatina
recomposición de precios en algunos servicios regulados han afectado positivamente la
confianza de los inversores extranjeros en el país.
De cualquier manera, será necesario monitorear de cerca los factores que justifican las
perspectivas positivas, revisando especialmente las cuestiones de la política comercial e
impositiva que puedan obstaculizar la llegada de IED, de manera de dar las señales
adecuadas para robustecer el retorno de la inversión extranjera al país. Por último, habrá
que prestar especial atención a los factores que podrían revertir esta favorable tendencia,
fundamentalmente la amenaza de un rebrote inflacionario que podría poner en riesgo la
competitividad de la economía (vía una apreciación más acelerada de lo deseable) y la
recuperación del mercado interno (por la pérdida del poder adquisitivo de la población).