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Como ser MEDICO y no morir en el intento.
Por el Dr. Sergiovich
Presentación del Editor.
[CORREGIR POR FAVOR]
En Argentina tenemos tres médicos por cada enfermero, una de
las tasas más contradictorias de la Tierra. Ante el fantasma del
desempleo, nuestros tecnócratas plantean dos soluciones: 1.
enfermar más a la población en lugar de curarla; 2. enfermar más a
los médicos y no curarlos.
Como en toda actividad del trabajo humano detrás de las
investiduras y títulos hay hombres y mujeres con sus virtudes y
debilidades. Entrevistar a cirujanos en las puertas de los
quirófanos es como hablar como un semidios que tiene en sus manos
el poder de la vida y la muerte. Existen médicos que aspiran al
bronce de la posteridad y médicos que aspiran al dinero de sus
pacientes.
Con este texto el Dr. Sergiovich destaca las debilidades con
la intención de desmitificar la profesión que ejerce.
Es un libro de humor pero también es un breve ensayo de
"antropología urbana", que forma parte de la filosofía editorial
de Guías de Estudio Ediciones: indagar sobre el trabajo humano a
través de un hábito que le permitió hace siglos transformar la
realidad el trabajo humano en general y en nuestra era, el
ejercicio profesional en particular.
PROLOGO DE RUDI.
...............
PALABRAS INICIALES
AQUÍ PRESENTO UN SISTEMA PARA "NO MORIR EN EL INTENTO" DE SER MÉDICO, EN BASE
A ALGUNAS RECOMENDACIONES SERIAS, A VARIAS ANÉCDOTAS CÓMICAS Y A CIERTAS SITUACIONES
TÍPICAS.
ALGUNAS ANÉCDOTAS FIGURAN CON EL NOMBRE DEL COLEGA QUE ME LA REFIRIÓ, OTRAS
SON ANÓNIMAS, Y MUCHAS SON PROTAGONIZADAS POR CUATRO MÉDICOS MUY ESPECIALES, QUE
TIENEN MUCHO DE REALIDAD Y SÓLO UN POCO DE IMAGINACIÓN, Y EN LOS CUALES HE RESUMIDO
VARIOS ESTEREOTIPOS DE MÉDICOS QUE HE CONOCIDO. SE TRATA DEL QUE SÓLO TIENE OJOS
PARA LA MEDICINA (TOMASOLO); EL TORPE Y DISTRAÍDO (CICATELI); EL BROMISTA
(JODOSI), Y EL VIVIDO Y APROVECHADO (VIVANCO).
UNA VEZ COMPRÉ UN LIBRO LLAMADO "COMO HACERSE MILLONARIO", Y LE PREGUNTÉ EN
BROMA AL VENDEDOR SI VENÍA CON GARANTÍA. ME DIJO QUE NO, PERO QUE SEGURAMENTE EL
AUTOR HABÍA HECHO DINERO CON ÉL. COMO ESTÁN LAS COSAS, YO NO ME HAGO MUCHAS
ILUSIONES EN ESE SENTIDO.
ESTA OBRA NO INCLUYE (LAMENTABLEMENTE) LA RECETA INFALIBLE PARA SOBREVIVIR
CON LA MEDICINA, AUNQUE ME PERMITO DAR ALGUNOS CONSEJOS, Y DEJAR QUE LOS LECTORES
EXTRAIGAN CONCLUSIONES SOBRE LAS HISTORIAS QUE PRESENTO. ESPERO TAN SÓLO DAR A LOS
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COLEGAS OCASIÓN PARA UN RATO DE RESPIRO Y REFLEXIÓN SOBRE NUESTRA PROFESIÓN, Y
COMBATIR LA SOLEMNIDAD Y EL ACARTONAMIENTO QUE A MENUDO LA CARACTERIZAN.
QUIENES HACEMOS INVESTIGACIÓN, Y TAMBIÉN ASESORÍA, AUDITORÍA O SANITARISMO, A
VECES NOS CONSIDERAMOS "ECHADOS A PERDER" COMO MÉDICOS POR NUESTRA ORIENTACIÓN
ATÍPICA. PERO ESTA PERSPECTIVA PARTICULAR, QUE TAMBIÉN TIENE SU ENCANTO, NOS
FACILITA EL ENFOQUE CRÍTICO Y HUMORÍSTICO RESPECTO DE NUESTROS COLEGAS CLÍNICOS.
LO DICE ALGUIEN QUE EN 15 AÑOS DE RECIBIDO DEMOSTRÓ QUE COMO MÉDICO ES UN
EXCELENTE ESCRITOR. Y COMO TRATANDO DE ESCRIBIR A MENUDO CAUSÓ RISA, AHORA ESPERA
QUE LOS LECTORES DE ESTE LIBRO HUMORÍSTICO LE RECOMIENDEN VOLVER AL ARTE DE
HIPÓCRATES.
DEDICO ESTA OBRA A MI FAMILIA, AL DR. MARIO TRILLO, Y A LOS COLEGAS QUE
PROTAGONIZARON O INSPIRARON ESTAS HISTORIAS.
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CUATRO MÉDICOS TIPO, Y CUATRO MODOS
DE SOBREVIVIR A LA MEDICINA.
El Dr. Tomasolo, fanático de la medicina.
Este personaje está inspirado en alguien que conozco desde el
primer año de la Facultad, recibido como yo en 1979. El Dr.
Tomasolo real, al igual que el personaje, es alguien que vive por,
para y con la Medicina. Es ideal para compañero de estudios, o
como profesional, por su cualidad de enciclopedia ambulante.
Aunque fuera del ámbito médico, puede llegar a ser un tanto
pesado. Una vez fuimos a comprar carne para un asado, y se puso a
interrogar al carnicero sobre los distintos cortes, para llegar a
la conclusión de que el pesceto es el músculo semitendinoso, la
molleja el páncreas y las salivales, y la milanesa el músculo
glúteo. Otra vez recogió de la calle una tarjeta perforada de
computadora sucia y arrugada, pensando que era la identificación
que se usaba por aquel entonces para ingresar a la Facultad. En la
ignorancia de que esas tarjetas tenían millares de usos, había
recogido una vieja y fracasada apuesta del PRODE.
A las chicas les miraba la figura, y especulaba sobre si
tendrían preponderancia de estrógenos (fuertes de busto) o de
gestágenos (fuertes de caderas).
Su casa parecía una farmacia, tan llena estaba de muestras
gratis que pedía a los visitadores médicos; iba a presenciar
cirugías como quien va a al cine, y era un gran hipocondríaco. Una
vez pidió el listado de prestaciones de un laboratorio bioquímico,
y estudiaba los análisis que se iba a hacer como un gourmet
examina el menú de un restorán fino.
Tomasolo es el prototipo de un personaje que puebla nuestros
hospitales y clínicas: tan compenetrado con su profesión que
pierde noción de las tareas y las preocupaciones de sus
congéneres,
sean
estos
sus
pacientes,
sus
conocidos,
y
fundamentalmente, su esposa. (si es que en algún ratito de su
ajetreada vida profesional se tomó el tiempo necesario para
obtenerla).
El Tomasolo que acá describimos es un excelente profesional,
pero un tanto despistado y desubicado. Tiende a creer que el mundo
es un gran hospital, que todos los seres vivos son potenciales
médicos o enfermos, y que por lo tanto les interesa profundamente
aprender términos y cuestiones médicas, que expone con placer y
sin límite.
El Dr. Cicateli, o la Medicina vista muy de cerca.
Cicateli usa unos anteojos tipo culo de botella, sin los
cuales no ve tres en un burro. Con los lentes, ve el burro, si
está muy cerca y hay luz.
Tiene gran capacidad de concentración en el estudio o en sus
pacientes, pero en las actividades cotidianas es muy distraído. Se
olvida las cosas, las citas, los cumpleaños y los nombres de los
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conocidos.
Su preferencia en materia de ropa, es aquella que le da menos
trabajo. Odia las corbatas, reniega de los paraguas, ya que se los
olvida siempre, y usa media estación todo el año, para simplificar
la tarea de elegir su vestuario cada día.
No usa agenda; sea porque se la olvidó demasiadas veces, o
porque tiene que usar lentes especiales para leer. Confía en su
memoria para retener los números telefónicos que necesita.
Pese a estos defectos, se las arregla bastante bien; con los
lentes apropiados, detecta una chica bonita a cinco cuadras. Y sus
olvidos abarcan casi exclusivamente lo que tomó prestado, lo que
no le conviene, o lo que no le interesa.
El Dr. Jodosi, o nada va en serio.
Así como Tomasolo se toma todo en serio, Jodosi se toma todo
en broma. Ni los velorios, ni la cirugía, ni la morgue, son
capaces de aplacar su espíritu jocoso. Es una antología viviente
de chistes negros, verdes y de todos los colores. La medicina le
da innumerables ocasiones de reirse.
Una vez se presentó en la habitación de un ex-profesor suyo
de la facultad, que iba a ser operado de vesícula, y se hizo pasar
por el cirujano. Saludó al enfermo con la mirada perdida y la cara
llena de tics; le dio una mano temblorosa como una hoja; lo
confundió con otro paciente; le preguntó si le dolía mucho el
apéndice, y salió tropezándose con la puerta. Después volvió a
entrar, ya que se había olvidado el estetoscopio, la birome y el
recetario. El enfermo quedó pálido y desconcertado, hasta que
Jodosi volvió acompañado del verdadero cirujano, y dió las
disculpas del caso.
Fuera de ese aspecto de su personalidad, es un cirujano
excelente. Dicen quienes lo vieron operar, que hace reir a la
Parca y no la deja cumplir con su misión.
El Dr. Vivanco, con quien da gusto ser estafado.
El verdadero Vivanco era un compañero de la Facultad, hoy
médico emergentólogo, que sabía aprovechar muy bien su muy
cordobesa simpatía natural. Integraba un grupo de amigos con el
cual compartíamos estudio, trabajo, y partidos de fútbol y
posterior salida todos los sábados.
Vivanco era sumamente generoso con su dinero, y cuando éste
se le acababa, muy a menudo, seguía siendo generoso con el dinero
de los demás.
- Mozo, otra vuelta para todo el mundo, -gritaba- invito yo y
pagás vos -decía por ejemplo.
Le decíamos el Lactante, porque cuando todos pedíamos cerveza
o vino, el tomaba té o gaseosa, o se agenciaba un sachet de leche
y bebía de él como los españoles de la bota. Justo es decir que en
el fútbol, su viveza, rapidez y habilidad, sumado a la vida sana
que hacía, lo distinguían como el mejor de todos. Vivanco
nunca
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se privaba de nada, y tenía como política llegar siempre hasta el
límite de su capacidad de endeudamiento, que de ser por él, era
ilimitada.
A consecuencia de eso, y como es natural, nunca tenía un
mango. Vivanco fue el primero de nuestro grupo en trabajar en
Zárate, lugar que abandonó para ir a Campana. Más tarde pasó a
González Catán, a Tigre, a Pacheco, etc., etc. En cada lugar hacía
de las suyas: ventajeaba a los amigos, avanzaba a las novias y
obtenía descuentos de los comerciantes. Pero todo lo hacía sin
maldad, y con un aire de inocencia tal que siempre zafaba.
Y si no zafaba, como la vez en que un marido engañado lo
encaró de mala manera, corría y gambeteaba como el mejor.
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COMO SOBREVIVIR AL INGRESO A MEDICINA
Luego de dictar varios cursos de ingreso a Medicina, en el
área Química, conozco unas cuantas estratagemas de los estudiantes
para copiarse. Y debo decir que la mayoría de las veces es un
esfuerzo inútil. El trabajo de escribir un buen machete en general
es suficiente para que las ideas se fijen en la mente. Y como la
mentira tiene patas cortas, los docentes siempre terminan
identificando al que no estudia o no tiene capacidad para
aprender.
Es común que los estudiantes preparen estratagemas de copiado
utilizando más horas de las que hubieran empleado en estudiar. Eso
es puro espíritu de contradicción, o mandada de parte ante los
compañeros. En mi experiencia, nuestro estudiantado acepta estas
acciones en la escuela secundaria, pero no en la universidad.
Además, a la hora de atender un paciente, o escribir una
receta, las estratagemas para engañar a los profesores no sirven
para nada, y las consecuencias pueden ser nefastas. Por último, el
oprobio de ser identificado como tramposo en la Facultad es mucho
más grave que en la escuela secundaria.
Aún así, en la medida en que la cultura popular se acostumbra
a tolerar el engaño y la mentira, los estudiantes se siguen y
seguirán copiando. Acá expongo algunas modalidades, con fines
ilustrativos, y para satisfacer la curiosidad de quienes se toman
el título de esta obra muy al pie de la letra. No creo que este
capítulo induzca al copiado: el copiarse es una decisión ética,
más que técnica.
Tecnología electrónica
Una conocida figura de nuestro ambiente político se hizo
famosa por recurrir a un método sofisticado para copiarse en un
examen. Consistía en un radiotransmisor que le iba dictando las
respuestas correctas.
Hace poco salieron unas minicalculadoras con teclado
alfanumérico que permiten la comunicación entre dos unidades por
medio de un rayo infrarrojo, del tipo que usan los controles
remotos de TV. Aunque el prospecto no lo dice, su utilidad
primaria es el copiado en los exámenes.
Cuando recién aparecieron las calculadoras de bolsillo con
memoria resultaba sencillo pasar las respuestas correctas a un
compañero en una de ellas. En seguida se instauró la prohibición
de prestar la calculadora, pero eso no detuvo el ingenio de los
estudiantes.
Actualmente existen audífonos que se introducen en el
conducto auditivo externo, con pilas incorporadas, que son
invisibles para el observador externo. A menos que alguien observe
el oído con una linternita, inspección no habitual en nuestras
aulas.
El teléfono celular es otro avance de la tecnología que ha
sido utilizado en función del copiazo. Quien dispone de uno de
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ellos puede discar un número grabado en la memoria con un solo
dedo, e informar sobre el tema que le tocó con unos golpes dados
con la uña en el micrófono. La trasmisión debe ser realizada por
un docente o condiscípulo que tenga el mismo tema. Si el tramposo
puede ir al baño y usar un inalámbrico, alguien puede ayudarlo a
responder hasta las preguntas que piden el desarrollo de un tema.
Los sistemas electrónicos que utilizan el pie como interfase
existen desde hace veinte años. Un famoso fullero fue expulsado de
varios casinos por operar uno de ellos para ganar al Blackjack.
Disimulado en sus zapatos tenía un trasmisor de código Morse,
operable con el dedo gordo, y un receptor en la planta del pie. A
medida que iban saliendo las cartas del mazo el jugador informaba
a su cómplice, que con una computadora personal decidía la mejor
estrategia. Enseguida la trasmitía al jugador, que sentía los
impulsos eléctricos en su pie y de ese modo sabía qué jugar.
Adaptaciones de este sistema han sido usadas por los estudiantes
tramposos de todos los países.
Diversas
casas
especializadas
en
electrónica
poseen
artefactos de "espionaje", que pueden usarse para fines poco
ortodoxos. Hay trasmisores que parecen una mosca, un terrón de
azúcar o cosa parecida. También se venden equipos muy pequeños
para escuchar si llora un bebé.
El ancestral arte del machete
La computación provee métodos alternativos para el copiado y
la confección de machetes high-tech. Los scanners son lectores de
texto que operan de modo similar a una fotocopia, ingresando una
imagen a la PC. Esta imagen puede ser procesada por un OCR
(optical character recognizer) que traduce las formas de las
letras a sus códigos correspondientes. Una vez realizado este
proceso, el texto puede ser refinado para eliminar el palabrerío
innecesario, dejando el material esencial.
Para mayor compresión, cualquier procesador de textos puede
eliminar algunas vocales (por ejemplo, las a, las e y las o), lo
cual dificulta la legibilidad pero no la imposibilita. También es
práctico usar abreviaturas estándar al tomar apuntes, como
terminar en "m" las palabras terminadas en "mente", la "q" en
reemplazo de "que", "c" en reemplazo de "ción", etc.
Posteriormente se imprime en papelitos del tamaño más
apropiado para su manejo durante el examen. Para ello, las
impresoras láser pueden realizar una letra diminuta, donde caben
10 o más palabras por centímetro cuadrado.
Multiple choice
En Medicina lo clásico es el examen de opción múltiple
(choice), en los cuales hay que marcar una opción en una
cuadrícula (grilla) adjunta al formulario. Lo apropiado es
contestar primero las preguntas que se saben seguro, y dejar para
el final las más difíciles. Más de un incauto deja en blanco
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preguntas sencillas por falta de tiempo.
Normalmente conviene contestar todas las preguntas aunque sea
adivinando. Algunos sistemas choice penalizan las respuestas
incorrectas, por lo cual es mejor dejar en blanco las que no se
conocen. Obviamente, hay que preguntar que método de corrección se
usa.
Los sistemas computarizados más modernos pueden emitir
decenas de temas de examen multiple choice distintos, ya que
pueden permutar el orden de las preguntas, y realizan la
corrección en forma automática. Existe además una salvaguarda que
conviene conocer: si en varios alumnos sentados cerca el sistema
detecta idénticas respuestas erróneas para la misma pregunta,
calcula la posibilidad de que esta coincidencia se haya debido al
puro azar. En base a esto, se puede realizar una acusación muy
fundamentada de copiado. Por lo tanto, para copiarse mal, más vale
no copiarse en absoluto.
También es muy sospechoso quien contesta bien la totalidad de
las preguntas. Normalmente los exámenes se diseñan para que nadie
pueda hacerlo.
Es muy útil conseguir exámenes de años anteriores, para
entrenarse. No sólo es importante el saber contestar bien, sino
contestar rápido, porque a veces el tiempo es un factor limitante.
Existe una cierta experiencia en responder este tipo de exámenes,
que permite responderlos aún en base a una vaga idea de cual es la
respuesta. Además del entrenamiento, muchas preguntas se repiten
de año a año.
En muchos exámenes de este tipo, está prohibido llevarse el
formulario de preguntas, y también copiarlo de cualquier modo. De
este modo se dificulta el entrenamiento de los estudiantes en
"acertar el PRODE" de preguntas, que va en desmedro del estudio
profundo y conceptual. Los que se dedican a preparar alumnos para
este tipo de examen, suelen recurrir a extremos para obtener las
preguntas de cada año, aún fotografiándolos con cámaras del tipo
"espía".
Lo dicho sobre los exámenes tipo choice para ingreso a
Medicina también se aplica a algunas materias de la Facultad, al
examen de residencia médica, y al que se toma para obtener la
equivalencia del título con los EE.UU. y otros países.
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COMO SOBREVIVIR A LA FACULTAD
Ingresé a la Facultad de Medicina de la UBA en 1974, primer
año de ingreso irrestricto, conjuntamente con más de diez mil
compañeros que aprovecharon la supresión del temido curso-examen
de ingreso que hasta entonces regía.
En tal cantidad de ingresantes, hubo quienes culminaron
varios años de esfuerzo, y quienes sólo tuvieron que molestarse
hasta la Facultad para inscribirse. Se mezclaron en las aulas
quinceañeros con septuagenarios. Se iniciaron las carreras de
brillantes profesionales y de muchos aspirantes fallidos, que
transformados en estudiantes crónicos, aportaban su cuota de
pintoresco romanticismo al ambiente universitario.
Los estudiantes crónicos de Medicina suelen ser personajes
muy particulares, a veces simpáticos y confiados, otras veces
ensimismados e inseguros. En muchas materias, en particular las
más
difíciles
hay
quienes
cursan,
recursan,
tricursan
y
cuatricursan. Están los perseverantes que reiteran sus fracasos, y
los perfeccionistas o pusilánimes, que independientemente de su
nivel de conocimientos, desisten a último momento de presentarse a
examen. A lo largo del tiempo se van armando de un arsenal de
excusas:
- Mejor recurso el año que viene y la aprendo como corresponde.
a- Hoy vienen bochando a todos los de mi letra. Seguro que en el
próximo turno hay mejor onda.
- Hoy el profesor se despertó atravesado. Mejor lo dejo para un
día en que la vida le sonría.
- Marte en Capricornio y luna en cuarto menguante. Ni loco rindo
hoy. Mejor voy a casa y me meto en la cama.
- ¿Te tomaron la bolilla 4? ¡Qué hijos de p...! No hay derecho.
Con lo difícil que es. La bolilla 4... Nunca la explicaron bien y
ahora la toman. Minga de examen. La bolilla 4...
Nunca hay que menospreciar a los estudiantes crónicos; suelen
ser grandes filósofos, a veces obtienen envidiables logros
profesionales, y lo que es más importante a los efectos de este
libro, son fuente inagotable de anécdotas.
La facultad actual tiene menos actividad que en los años
setenta, y menos lugar para las anécdotas. Los estudiantes tienen
menos tiempo libre, se crearon restricciones para con los
crónicos, y hubo emigración hacia la universidad privada, nacional
o extranjera, y hacia carreras más de moda.
De todos modos, hay ciertas características que son válidas
hoy como lo eran hace 50 años, y a ellas se refieren estas
historias.
Curros de los estudiantes.
Tomasolo y yo estábamos en primer año de Medicina, y habíamos
decidido conseguir huesos para estudiar anatomía. Nos habían dicho
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que se podían comprar a los empleados de cementerio, y que tan
sólo había que desinfectarlos con lavandina. Teníamos la idea de
conseguir para nosotros y para vender entre nuestros compañeros,
que estaban muy interesados.
Eramos bastante novatos en el asunto y tímidos los dos, así
que nos costó mucho trabajo encontrar el modo de hacerlo. Luego de
peregrinar por varios cementerios, recalamos en el de San Martín.
Nos habían dicho que fuéramos a última hora, cuando la
mayoría de los visitantes se están retirando. Era invierno, y ya
estaba oscureciendo.
Después de varias recorridas sin encontrar a nadie apropiado
para plantearle nuestro macabro pero noble objetivo, nos
refugiamos del frío en uno de los panteones. Allí, finalmente,
vimos a alguien que lustraba la chapa de una bóveda con gamuza y
spray. El hombre estaba en pantalón de trabajo y campera, y si
bien tenía cara de pocos amigos, su aspecto nos hizo pensar que
por unos pesos nos conseguiría los anhelados huesos.
- Hablále vos, Tomasolo.
- No, hablále vos, Sergiovich.
- Dale que vos tenés más labia.
Tomasolo tomó aire y se largó:
- Mire Señor nosotros somos estudiantes de primer año de Medicina
y necesitamos huesos para estudiar Anatomía y le queríamos pedir
si nos podía hacer el grandísimo favor de conseguirnos algunos
ejemplares- le dijo de un tirón.
A lo cual el hombre respondió:
- Preguntale a algún empleado, pibe. Yo estoy lustrando la tumba
de mi abuela nomás.
------------Allí no termina la historia. Después de asimilada la
frustración y la vergüenza, decidimos no darnos por vencidos y
seguir insistiendo.
En un rincón del cementerio, había un grupo de personas
asistiendo a un sepelio. Allí nos acercamos, esperando que se
retiraran los deudos para poder hablar con los empleados. Pero no
nos dieron chance: uno de los concurrentes nos invitó a acercarnos
para participar de la oración final. Tomasolo abrió la boca para
explicarle que no éramos deudos, pero logré aplicarle un codazo a
tiempo, y nos incorporamos al grupo. Con la cara de circunstancias
que el momento requería, participamos de la ceremonia hasta el
final.
-------------Finalmente ubicamos a un ordenanza nos consiguió los huesos
que buscábamos. Los cargamos en un bolso deportivo y nos subimos
al tren. Nos sentíamos como asesinos que tratan de hacer
desaparecer el cuerpo del delito, y cada pasajero era un potencial
denunciante. No sé si realmente nos miraban porque los huesos
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despedían un cierto olor, o era simplemente nuestro sentimiento de
culpa.
El momento más difícil fue cuando el inspector se acercó para
pedirnos los boletos. Por supuesto, los benditos boletos no
aparecían por ningún bolsillo. Buscamos en todos lados, y tan sólo
cuando Tomasolo hizo ademán de abrir el famoso bolso y exponer su
macabro contenido, me acordé que los tenía en la billetera.
Los huesos, luego de un tratamiento de lavandina para
blanquearlos y desinfectarlos, cumplieron su función por muchos
años. El cráneo se lo presté a una compañera muy atractiva, que
nunca me lo devolvió. Tomasolo siempre me reprocha el haber
perdido la cabeza por ella, en más de un sentido.
Como hacer rendir lo que se sabe.
En medicina se usan mucho los nombres propios para designar
sitios anatómicos, procesos, enfermedades, etc. Por ejemplo:
Triángulo de Scarpa, Síndrome de Down, Enfermedad de Meniére.
Vivanco siempre se lucía dando detalles: Triángulo de
Ludovico Scarpa, Síndrome de Charles Down, Enfermedad de Jacques
Meniére.
Un día un profesor sospechó algo y le retrucó:
- Jules Meniére, querrá Ud. decir.
- Claro, claro.- dijo él.
- A mentiroso no me vas a ganar a mí - contestó el profesor.
- No profesor. Digo sí, profesor. Como Ud. diga, profesor.
El profesor se rió y no lo bochó, y Vivanco siguió explotando
el recurso bastante tiempo más.
Clase de Anatomía
En una clase práctica de Anatomía, donde se apiñaba una
docena de alumnos en torno al preparado, el ayudante enseñaba la
estructura de la axila: músculos, aponeurosis, vasos, nervios.
En mitad de la explicación, una alumna muy atractiva decidió
irse a otra mesa. El docente entonces remarcó en voz alta:
- ¿Pa' que te vas, culo nervioso?
Cuando la alumna se dio vuelta ofendida, el docente había
vuelto a su preparado y repetía:
- "Paquete vásculo nervioso", integrado por los vasos y los
nervios tal y cual.
(referida por la Dra. M.R.García Medina)
Psicologista
Cursando Psiquiatría en el Hospital Borda, el instructor
explicaba a los alumnos que nunca se le da la espalda al paciente
psiquiátrico.
Tomasolo dijo, con su mejor tono profesoral:
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- Desde el punto de vista psicoanalítico, eso es para que el
paciente se sienta contenido y empatizado.
- Y desde el punto de vista preventivo, - replicó el instructor,
para que no te rompa una silla en la cabeza.
El oficio de tomar apuntes.
En la cursada de Anatomía, Tomasolo se distinguía por los
apuntes tan prolijos y exactos que tomaba. Todos los compañeros se
los pedían para estudiar, aún aquellos que habían asistido a la
clase y tomado sus propias notas.
Vivanco siempre le pedía los apuntes a Tomasolo para
fotocopiarlos. Después de un tiempo, y confiado en la buena
disposición de su compañera, dejó de tomar apuntes propios y de
preocuparse por asistir puntualmente a clase. Al poco tiempo otros
compañeros lo imitaron, y Vivanco se encargaba de recolectar
fondos y encargar la fotoduplicación del apunte modelo. Y como le
cobraba a cada uno 10 centavos por fotocopia, hacía una buena
diferencia.
Pero un día, un alumno se creyó con derecho a quejarse a la
autora de los apuntes por una abreviatura que no entendía, y allí
se armó la gorda. Tomasolo estaba por armarle un escándalo a
Vivanco, pero decidió vengarse de un modo mucho más sutil:
recurrió a Jodosi.
Ese día, acaba de apuntar una clase de anatomía, donde se
leía: "La mayoría de la masa del cuerpo humano está dada por 208
huesos y varios centenares de músculos. Los primeros están
clasificados en planos, largos y cortos. Los largos tienen dos
epífisis y un cuerpo. La forma de los huesos responde a los
músculos que se insertan en ellos, lo cual nos conduce a la
pregunta crucial: Son los huesos que se adaptan a los músculos, o
viceversa? Y a la conclusión: están hechos unos para otros".
Jodosi, con todo disimulo, reemplazó la última frase por otra
que decía:
"El culo humano está formado por 2 o 8 huesos y un hueco, y
se clasifican fundamentalmente en masculinos, aunque los hay menos
culinos, y femeninos, que en general son masculones. A su vez,
pueden ser huesudos o musculares, esféricos o chatos. Lo cual nos
conduce a la pregunta crucial: ¿Porqué si el culo es redondo, el
inodoro es ovalado? Y a la conclusión: el inodoro está hecho para
la mierda. A ver Vivanco si otra vez me vas a fotocopiar un
apunte".
Esa fue la única vez que recuerdo que a Vivanco le salió una
mal. Y ante más de 30 compañeros.
Especialista
Diálogo estudiantil:
- Yo voy a ser Especialista en Medicina General.
- Y yo, Generalista en Medicina Especial.
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Puritana
Había una chica muy puritana, que se había mandado la parte
de que nunca había tocado un pene.
Jodosi apostó a que iba a lograr lo que nadie. Un día se
apareció con una misteriosa cajita de cartón, y se la mostró con
mucho secreto a unos pocos elegidos.
En la última clase del día, se sentó junto a la puritana, y
se puso la cajita en la falda. Del otro lado se sentó un amigo,
que constantemente le preguntaba sobre la cajita y pedía ver su
contenido. Finalmente a la puritana le picó la curiosidad y
preguntó por la cajita. Le explicaron que era un preparado único,
de un apéndice extirpado debido a un extraño parásito. La chica
miró, corrió un algodón, y allí estaba.
"El parásito se palpa en sentido longitudinal", dijo el amigo de
Jodosi, y la chica, picada su curiosidad, hizo la prueba.
Entonces el exhibicionista le entregó la cajita, para que la
pase a sus compañeros de fila. Cuando la puritana la miró de
cerca, vio que la cajita estaba vacía, y que los algodones
ocultaban un agujero en la pared lateral, por donde su compañero
había introducido su propio órgano. La escena, y la cara de
sorpresa y espanto de la puritana, fueron presenciadas por todos
los que estaban al tanto de la apuesta, sentados estratégicamente
alrededor.
Cómo no tener éxito en una entrevista
Para entrar a un hospital importante como practicante tenía
que pasar una entrevista con un profesor conocido por capacitar
muy bien a sus alumnos, pero también por exigente, tajante y mal
hablado.
El puesto implicaba mucho sacrificio, pero me habían dicho
que la oportunidad de progreso valía la pena el esfuerzo. Pero yo
ya tenía otras inquietudes que me apartaban de la medicina
asistencial. Me gustaba la investigación científica y la
computación, y quería escribir y viajar. Cuando llegó el momento
de la entrevista, me puse nervioso y el subconciente me traicionó.
- ¿Qué desea? - me preguntó el profesor de modo agresivo, para
probarme.
- Yo... yo quería saber como se hacía para ingresar a su Servicio.
- ¿y para eso me molesta a mí? Pídale la información a la
secretaria. - me dijo, cortante.
- No, no. Yo estoy dispuesto a cumplir con todos los requisitos y
quiero empezar ya mismo el trámite. - atiné a responder.
- Ajá. ¿Ud. sabe que aquí hay que pelarse el culo trabajando y se
cobra poco? ¿Ud. sabe que el practicante lleva una vida de merda?
- Es verdad, profesor, pero a mí me atrae mucho la Merdicina balbuceé trabucándome.
El profesor me miró con una mueca torcida y se puso a mirar
unos papeles. Saludé bajito y me fuí. Obvio es que no me admitió,
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de lo cual ahora me alegro mucho.
La palabra Merdicina, y sus derivados: Mérdico, Merdicamento,
Merdicinal, la usamos con mis compañeros durante mucho tiempo para
referirnos a todo lo malo de esta profesión.
Fondo de ojo
A un estudiante se le pidió que le hiciera un fondo de ojo en
un caso de simple colitis. El estudiante, presumiendo que no
habría ninguna anormalidad, lo hizo en forma rápida y descuidada.
Al cabo del examen el instructor le preguntó:
- ¿notó algo en particular?
- Nada. Fondo normal.
- Ajá. ¿en el ojo de vidrio también?
Una anécdota desconocida de un prócer argentino
Guillermo, un estudiante de medicina amigo, había tenido
varios problemas de depresión, que lo habían demorado bastante en
sus estudios. Incluso había pasado tres meses en un programa de
rehabilitación juvenil del Hospital Borda, que aparentemente lo
habían ayudado mucho.
Debido a este retraso, se le vino encima la fecha de
incorporación al servicio militar, y no hubo forma de extender la
prórroga que había pedido.
Pero llegado el momento de la revisación médica, Guillermo
decidió poner en práctica algunos de los conocimientos ya
adquiridos en la carrera.
Corría el año 1980, y no eran tiempos fáciles para ponerse a
discutir con los militares. Sin embargo, Guillermo estimó que sus
trastornos lo incapacitaban para hacer la "colimba", y presentó
certificados de algunos médicos y constancia de su internación en
el Borda ante la junta médica.
- ¡¡¡¡Nombre!!!! - reclamó en voz alta uno de los oficiales
encargados de interrogarlo.
- Guillermo - respondió el interpelado sin intimidarse.
- ¿¿Guillermo qué?
- Guillermo Brown.
- ¿Igual que el Almirante? - preguntó el oficial en tono jocoso.
- Igual que el Almirante no, ¡¡¡soy el Almirante!! - declaró mi
amigo sin que le temblara una pestaña.
Siguieron unos cuantos cuchicheos, y el oficial mandó llamar
a un superior lleno de galones.
El superior, soberbio y prepotente, penetró a mi amigo con la
mirada y le gritó:
- ¿¿¿¿A vos qué c... te pasa???.
Y Guillermo, viendo que había llegado el momento decisivo,
dio un tremendo puñetazo en la mesa, y respondió más fuerte
todavía:
- ¡¡¡A mí no me grita!!!
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Los oficiales cruzaron una mirada, y cinco minutos más tarde
Guillermo salía alegremente del cuartel con la leyenda "ITS"
(inepto todo servicio) en su documento de identidad.
Hasta que punto era o se hizo, aún no lo sé.
Locuras
Habíamos empezado a cursar Psiquiatría en el Hospital Borda,
y nos había llamado la atención que muchos internados parecían
totalmente normales cuando se acercaban a nosotros. También nos
llamó la atención que en la mayoría de las salas del Borda los
pacientes puedan circular a sus anchas.
Una compañera, muy bonita pero bastante ingenua, expresó las
dudas de todos ante el instructor:
- Hoy estaba tomando café en el kiosco que hay en el hall del
Hospital, cuando un interno medio desnudo me interrumpió para
pedirme dinero.
Cuando le dí una moneda, vinieron varios más a pedirme
cigarrillos, y plata para yerba y café. ¿No es peligroso que los
internos tengan libertad para andar así por el hospital y salir a
la calle? - dijo con tono ofendido.
El médico desestimó rápidamente las quejas:
- Si quieren salir a la calle pueden hacerlo, pero en piyama y sin
un peso, no van a llegar muy lejos. Y si te manguean, es porque
son locos pero no boludos...
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COMO SOBREVIVIR A LA INVESTIGACION MEDICA
Quizás por ese complejo de "Uds. son muchos" que adquirí en
mis años de estudiante, casi siempre me dediqué a áreas poco
pobladas de la medicina, como ser la investigación básica.
Mientras muchos de mis colegas estaban tomando pulsos,
haciendo partos o trepanando cráneos, yo me encontraba en
Pergamino cazando cuises, en la Facultad inoculando monos con
virus Junin, o en el Borda intentando que un grupo de
esquizofrénicos crónicos aprendiera a jugar al PACMAN en mi PC.
La actividad del científico tiene mucho que ver con el manejo
de la información: se requiere mucho leer y mucho escribir.
También es necesario poder comunicar un mensaje a otra gente: los
resultados de la investigación, así como los proyectos de trabajo,
deben ser expuestos a los colegas, al público interesado en el
material de divulgación científica, y a los funcionarios
encargados de administrar los recursos destinados a la ciencia.
Quizá como derivación de esa necesidad de comunicar con
claridad conceptos científicos, es que comencé a escribir libros y
artículos sobre temas técnicos, especialmente computación. Y
seducido por el encanto de escribir, me aventuré con esta
recopilación de aspectos humorísticos de la profesión médica.
El tema de la ciencia da para mucho, ya que la actividad es
sumamente diversa y pintoresca: hay investigación con animales,
con gente, con máquinas, con microbios, con países o con cuerpos
celestes. Los investigadores tienen contacto con colegas de los
países más exóticos, y suelen ocuparse de temas tan puntuales, que
pierden la noción del mundo que los rodea.
Acá van algunos recuerdos ilustrativos de los 16 años en que
logré sobrevivir a la investigación.
Cómo descubrir algo
Como parte de mi trabajo de tesis, Jodosi y yo estábamos
autopsiando un ratón al que habíamos inyectado virus. La tarea
requería mucha atención, porque la muestra tenía que ser analizada
por varios especialistas: virólogo, patólogo, veterinario. Se
había hecho bastante tarde y ahí estábamos: Un trocito de hígado,
un frasquito con formol. Un trocito de riñón, otro frasquito.
Cerebro, ganglio, páncreas, etc, etc.
Jodosi estaba entusiasmado con sus planes para el fin de
semana, y no compartía mi obsesión por el ratón, el virus y los
especialistas.
Cuando llegó el informe del patólogo leí: "Se observan
hemorragias intrascendentes en todos los órganos estudiados. El
frasco Nº 4 contenía una materia amorfa de consistencia media,
material fibroso y bacterias. No se puede definir el órgano a que
pertenece.".
El informe me sorprendió, y llegué a pensar que habíamos
descubierto un nuevo efecto del virus en el organismo del ratón.
Junté algunas carpetas y libros para documentar mi teoría y me
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dirigí a informar a la jefa.
La jefa me trató de torpe, de apresurado y de ingenuo, y me
sacó carpiendo con mi informe patológico y mi pila de papeles.
- Che, Jodosi, ¿que habías puesto en el frasco 4? - pregunté al
volver, con la cola entre las patas.
- Un soretito - me contestó divertido, aclarando el misterio.
Las dos Luisas.
El investigador, quizá más que otros profesionales, tiende a
posesionarse mucho con su tarea, y a perder la capacidad de hablar
en el idioma del común de los mortales.
Daniel R. era un colega que tenía esas características. Tenía
el aspecto típico de científico distraído, con los pelos parados,
el guardapolvo manchado con todas las gamas de colorantes
existentes en la bacteriología, y los lentes reparados con poxipol
trasparente.
En una oportunidad, yo estaba almorzando en el comedor del
laboratorio con una nueva ayudante, y Daniel R. se acercó para
comentarme:
- Martín está un poco histérico, Luis y María se están peleando, y
Josefina está con los pelos parados. Y además tienen hambre,
porque cuando entré me recibieron con un concierto. Pero lo que me
preocupa es que a Luisa le sale un poco de tripa por la cicatriz
de la operación. Te voy a mostrar....- dijo metiendo la mano en el
bolsillo.
- Daniel, esta persona con la cual estoy almorzando es Luisa
Gómez, la nueva secretaria. - lo interrumpí. - Te aclaro que no
tiene nada que ver con la Luisa de la tripa salida, y te pido que
no se la presentes ahora. Luisa Gómez, te presento a Daniel.
Daniel, como ves, tiene por costumbre ponerle nombre a sus
ratones, y también llevarlos a pasear en el bolsillo del
guardapolvo.
Confusión
Siempre me costó hacerle entender a la gente que dentro de la
medicina, yo hacía investigación científica. Una vez dije en una
reunión que yo era investigador, y noté un pesado silencio y
miradas oblicuas.
- ¿Qué pasa? - pregunté - ¿que tiene de raro trabajar en un
laboratorio de la Facultad de Medicina?
- Ah - dijo uno con alivio -. ¿Sos investigador médico? ¿De esos
que andan con tubitos y ratones?
- Claro. ¿qué otra cosa?
- Cuando dijiste "investigador" pensamos eras de la SIDE (Servicio
de Investigaciones del Ejército).
El cuento de los leones
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Este cuento lo incluyo porque describe perfectamente el poco
espacio que se les concede a los investigadores en la sociedad
actual. Lo curioso es que originalmente lo contó un científico
ruso, lo cual refleja la universalidad del problema.
Resulta que en un instituto de investigación médica de Moscú,
el Director decidió tomar una medida drástica para aumentar la
productividad: llamó al circo, y pidió dos leones salvajes para
dejar sueltos en los pasillos. El resultado fue inmediato: se
evitaron los científicos que "pasilleaban" y distraían a los
colegas con visitas irrelevantes, y cada profesional pasaba el día
íntegro de trabajo encerrado en su respectivo laboratorio.
Al cabo de algunos días, el Director observó que el lugar
estaba bastante sucio de excremento de león y de basura que nadie
recogía. En vista de ello, decidió dar por terminada la medida de
control. Llamó al circo, y pidió que se llevaran a los leones.
Cuando subían al camión, tuvo lugar el siguiente diálogo
entre los leones:
- Vos sos un boludo.
- ¿Porqué?
- Porque sí, sos un pedazo de boludo.
- ¿Y porqué?
- Porque yo me comí siete investigadores, y no pasó nada. Vos vas
y te comés al ordenanza, y ahora nos mandan de nuevo para el
circo.
Investigador.
La tarea de los investigadores científicos se evalúa por los
resultados de sus experimentos, y es importante que estos sean
reproducibles por otros colegas. Las investigaciones se publican
en un sinnúmero de revistas científicas, que cubren todas las
especialidades médicas y científicas.
Un investigador pertenecía a un centro de investigación
universitaria, y siempre se quejaba de su bajo nivel científico.
Cuando se fue del mismo, anunció a sus superiores que como
recuerdo suyo, les regalaba la suscripción a una revista. Estos se
sorprendieron del gesto, pero aceptaron la suscripción.
Sólo cuando llegó el primer ejemplar se dieron cuenta del
mensaje. La revista, poco conocida en nuestro medio, toma en solfa
la actividad de los investigadores, y se llama "Journal of
Irreproducible Results".
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COMO SOBREVIVIR A CIERTOS MEDICOS
Hay algunos médicos que caminan por el filo de la navaja,
entre lo ético y lo antiético, lo bueno y lo malo, lo serio y lo
jocoso. Vivanco es uno de ellos. Es muy inteligente, buen
profesional y buena persona, pero a veces pone todas sus
cualidades al servicio de algún vicio menor, como ser dormir la
siesta, trabar relación con alguna chica que no es su esposa, o
ligarse una comida gratis.
Para definirlo con una comparación, se parece más al
protagonista de MASH que a Ben Casey, y lo suyo está en el límite
entre el arte de curar y el de currar.
Ventajas
Trabajar en Zárate siempre tuvo como ventaja su carácter
provinciano, donde el médico era y es tratado con más cordialidad
y respeto que en la gran ciudad. Vivanco, según contó el enfermero
que tenía que bancarse todas sus excentricidades sin protestar, se
hacía amigo de todo Zárate, y en especial de cualquier paciente
que estuviera en condiciones de convidarlo con algo.
En la clínica se sabía que ciertas visitas a domicilio de
Vivanco podían durar una hora más de lo previsto: las que
coincidían con la hora del almuerzo o la cena, cuando había
partido de fútbol en que jugaba Instituto, cuando en la casa había
alguna joven casadera, o cuando había que viajar a Campana. Para
hacerse invitar a comer tenía una estrategia muy sencilla: después
de atender al paciente, recetar y cobrar, pretendía buscar la
salida y entraba por "error" a la cocina.
- Humm, que lindo olorcito tiene esto - murmuraba levantando la
tapa de alguna olla. Y nunca faltaba la madre de familia o hija
que respondían:
- ¿quiere quedarse a comer con nosotros, Doctor?
Terminaban de decir "nosotros", y Vivanco estaba sentado a la
mesa con la servilleta al cuello.
Como sacar ventaja 2
El trayecto a Campana era muy breve, no más de diez minutos,
pero Vivanco siempre demoraba un montón. Un día el enfermero no
aguantó la curiosidad y le preguntó al chofer: ¿porqué el Dr.
tarda tanto cuando tiene que ir a Campana? - preguntó - Y encima
llega todo desarreglado y traspirado.
- Porque el Dr. me hace parar en cada maizal maduro que ve, se
saca el guardapolvo, y se pone a recolectar choclos. Pero no te
aflijas, que hoy la cosecha fue buena y vamos a tener empanada de
humita para regalar.
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Como sacar ventaja 3
Había en Zárate un paciente crónico, relojero de oficio, al
que Vivanco visitaba con mucha frecuencia. Al enfermero le resultó
sospechosa tanta dedicación, porque la enfermedad no era tan
seria, la Obra social que lo cubría no pagaba nada, en la familia
no había ninguna chica bonita, y tampoco los horarios de visita
coincidían con la comida.
- Alguna ventaja le debe estar sacando - le dijo el chofer al
enfermero.
- ¿Te parece? - respondió éste.
- Seguro. Vamos a hacer la prueba.
- Che Vivanco, tenés hora? - preguntó el chofer.
- Siete y cuarto, siete y diez, seis cincuenta, diecinueve y
diecinueve cero cinco - contestó Vivanco mostrando orgulloso su
muñeca con cinco relojes.
Excusas
A Vivanco le molestaba mucho que los conocidos le hicieran
consultas en momentos inoportunos. Tenía una lista de excusas
siempre a mano:
- no traje el sello
- sólo atiendo casos de mi especialidad, la proctología
- soy ginecólogo (para un hombre)
- soy andrólogo (para una mujer)
- te tengo que hacer una revisación completa
- ¿cuánto hace que no te hacés un chequeo bien completo? Yo
conozco un laboratorio muy serio, en Recoleta (o en Escobar, o en
Villa La Ñata).
- ¿vos a que te dedicás? ¿Sos ingeniero? ¿no me construís un
puente?
- No me acuerdo de tu caso. ¿vos no tenías piojos? ¿O hemorroides?
¿o algo quirúrgico?
- los dos últimos pacientes que atendí en un pasillo se me
murieron.
Inflador
Con los compañeros de estudios solíamos reunirnos los sábados
a jugar al fútbol. Un día me pidieron que lleve el tensiómetro al
parque, porque Vivanco se sentía medio flojo. Me llamó la
atención, pero les hice caso.
Estábamos listos para empezar, y noté que faltaban tres
cosas: Vivanco, mi tensiómetro y la pelota.
Los encontré a los tres juntos: Vivanco estaba inflando la
pelota con la pera de mi tensiómetro.
Cómo curar la borrachera
La esposas de Vivanco (tres, y hace diez años que no lo veo)
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siempre se quejaban de que él ronca mucho. Tal es así, que
especulaban con antelación sobre lo bien que iban a poder dormir
cada vez que al susodicho le tocaba dormir en la guardia.
Una vez cayó un hombre a la guardia de Vivanco en coma
alcohólico, y lo dejaron internado.
En mitad de la noche alguien golpeó la puerta de la
habitación de los médicos. El jefe de guardia, el Dr. Osvaldo S.,
abrió un ojo y preguntó:
- ¿Enfermera? ¿Quien es? ¿Pasa algo con el internado?
- Yo soy el internado y estoy bien, Doctor. Pero, ¿le podría decir
a su amigo que no ronque tanto?
Sueño tranquilo
El mismo jefe de guardia cuenta que sufría mucho las noches
en que tenía como acompañante a Vivanco, porque además de roncar
éste tenía el sueño muy pesado, y quien le tocara de compañero
terminaba atendiendo todos los llamados.
Hasta que un día sospechó algo: tomó un otoscopio, y mientras
Vivanco roncaba de lo lindo, le examinó los oídos. El hallazgo
confirmó sus sospecha: el responsable de atender los llamados
tenía en los oídos dos tapones de algodón, lo cuales le permitían
dormir tranquilamente a pesar de sus propios ronquidos y del
timbre del portero eléctrico.
Antena
Vivanco hacía guardia en una clínica de Ciudadela que quedaba
(o queda) al lado de la antena emisora de Radio Rivadavia. La
particularidad que tenía el lugar era que en todo llamado
telefónico hecho en el teléfono de la clínica se oía, como
interferencia de fondo, el sonido de la radio.
El recurso de "hacer guardia el sábado" era muy usado por
Vivanco para excusarse de salir con su novia de turno y hacerlo
con alguna reemplazante. Como supuestamente el teléfono era sólo
para urgencias, y no se podían pasar llamadas al quirófano, la
excusa funcionaba de maravillas. Y eso se sumaba al orgullo
desmesurado que sentía la novia en cuestión porque su novio era
estudiante de medicina y practicante de guardia.
En una oportunidad Vivanco quiso aprovechar al máximo el
recurso de la radio. Desde la casa de su amiga sintonizó Rivadavia
en una radio portátil, y llamó a su novia. Pero sea porque la
radio estaba mal sintonizada, o porque la novia suplente quiso
pasar a titular y tocó el dial, el truco falló:
- ¿Cómo es que estoy escuchando Rivadavia mezclado con
Continental, Vivanco? ¿Trasladaron la antena, o en el quirófano
tienen teléfono y la radio encendida?
Psiquiatra
Dos visitadores ingresaron al consultorio de un profesor de
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psiquiatría, y mientras esperaban que los recibiera comentaban lo
difícil que era la especialidad:
- ¿Sos nuevo en esto?
- Sí. ¿y vos?
- No, pero hasta hace poco visitaba sólo pediatras.
- ¿y que te parecen los psiquiatras?
- Les tengo un poco de miedo. Me dijeron que el Borda y el Moyano
son tétricos, que tenés que esperar junto con pacientes excitados
e imprevisibles, y que los profesionales sufren muchas tensiones
que terminan afectándolos.
- A mi me dijeron lo mismo.
En ese momento salió del consultorio un tipo medio desencajado, vistiendo camisa y corbata raídas, y con el pelo desordenado. Sin mirarlos se dirigió al perchero, de donde descolgó un saco
y una bufanda. Mirándolos de reojo les dijo:
- Que vayan pasando los que vienen.
Uno de los visitadores ingresó al consultorio, y casi chocó
con un elegante anciano que salía.
- No se vaya, doctor, que lo voy a entretener un minutito nada más
- le dijo.
- Yo no soy el médico - dijo el anciano - sino el paciente. El
profesional que Uds. buscan es aquel que salió antes que yo y se
está poniendo el saco. Hace frío en este consultorio, ¿no es así,
caballeros?. - saludó cordialmente el anciano antes de irse.
El médico, envuelto en su saco y bufanda, volvió al consultorio y se dispuso a atenderlos, sin haberse percatado de la
confusión.
Soberbia
Un conocido profesor de Neurología era bastante soberbio, y
además, asumido como tal. Un día regresó a su casa a una hora poco
habitual, entró al baño y sorprendió a su mujer en la ducha.
- ¡Dios mío! - dijo ella asustada.
- En casa, con que me digas Profesor Doctor, alcanza. - repuso él.
Para no imitar
Una mujer concurrió al ginecólogo acompañada de su marido,
quejándose de flujo vaginal. El médico, bastante inexperto,
admitió a ambos en su consultorio, y luego de un breve
interrogatorio comenzó el examen ginecológico.
Apenas introducido el espéculo, el profesional exclamó:
- Ajá. Acá veo porqué tenía Ud. problemas, señora. Tenía esto
retenido entre la vagina y el cuello - dijo extrayendo un
preservativo.
Viendo la cara de desconcierto de ambos, se apresuró a
explicar:
- No se preocupen. Un descuido como este lo tiene cualquiera.
Ahora que lo extraje le voy a dar unos óvulos y el problema está
terminado.
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- Ese problema está terminado, pero empieza otro - dijo el marido.
- Porque yo no he usado una cosa de ésas en mi perra vida.
Apostolado.
Hay dos tipos de profesionales de la medicina: unos que la
consideran un apostolado y ejercen una admirable vocación de
servicio, y otros que la toman como una profesión igual que
cualquier otra. Los visitadores médicos los dividen entre quienes
trabajan para el bronce, y quienes trabajan para el banco. A esto
hay que agregar una tercera categoría, que son los que no trabajan
en absoluto.
Quienes trabajan para el bronce son capaces de cualquier
sacrificio. Exagerando un poco, diré que si les encargan recoger
las chatas de toda una sala, vendrán con las chatas y una planilla
en la que consignaron cantidad, color, olor, etc., de cada
paciente. Quienes trabajan para el banco, o quienes no trabajan,
buscarán urgentemente el modo de zafar de la tarea.
Los casos extremos son los más ilustrativos, y aquí va el
relato de un visitador médico del interior:
Venía el micro desde Santiago del Estero a un pueblo del
sur de la provincia, y uno de los pasajeros empezó a sentirse mal.
Entre el pasaje había dos visitadores médicos, y uno de ellos le
comentó a su compañero:
- Ese que viene atrás haciéndose el dormido es el Dr. Martínez.
Vamos a decirle que nos dé una mano.
Martínez no tuvo más remedio que examinar al paciente, y
recomendó: llévenlo a la salita de Ojo de Agua, que ahi lo van a
atender bien. Yo me bajo acá.
El médico bajó del micro y se metió en su casa, al lado de la
ruta. Pero el enfermo lucía mal, y en lugar de seguir viaje, el
chofer decidió insistir en hacerlo atender.
El micro detuvo el motor a la espera de la respuesta. Al
ratito volvió el enfermo, igual de mal que antes, y se trepó al
micro.
- ¿y que te dijo? - preguntó un visitador.
- Que siguiéramoj hasta Ojo de Agua.
- ¿y te dio algo?
- Mate nomaj me ha dado.
Radiólogo
Un radiólogo novato recibió una orden para sacar una placa de
garganta de pie. Hizo parar al paciente, y le sacó una radiografía
de la garganta. Cuando el médico la recibió, le envió una segunda
orden:
- No quería una placa "De garganta, de pie", Srta. Quería una
placa "de garganta de pie", o del empeine si le resulta más claro.
Radiólogo 2
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El mismo radiólogo estaba inyectando contraste para una
pielografía, y la aguja se escapó de la vena y empezó a infiltrar
el tejido. Enseguida buscó la vena del otro brazo y volvió a
intentar.
- ¿para qué me pincha del otro lado? - se quejó el paciente.
- Para tomar el otro riñón, señora. - se justificó.
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COMO SOBREVIVIR A LAS GUARDIAS
Las guardias médicas son una institución en nuestro medio. Se
caracterizan por la gran rotación de pacientes y de practicantes,
y hay un staff fijo de médicos recibidos que está acostumbrados a
lo más crudo de la medicina. Por su característica de durar 24 hs,
cada integrante de la guardia trabaja un sólo día a la semana, y
entre todos se turnan para la guardia del domingo, llamada
rotativa y odiada por todos. A los lectores les aconsejo
enfermarse sábado a la noche o lunes a la mañana, siempre que
puedan.
Las guardias son una experiencia muy fuerte para los
estudiantes de medicina, llamados practicantes, que acceden a
ellas. Siempre hay un médico recibido que se hace responsable por
ellos y en la medida que se ganan su confianza, les da libertad
para trabajar independientemente. Las guardias más pintorescas son
las de la provincia, porque en general son muy pobladas y aceptan
estudiantes. (Algunas más que guardias son guaridas).
Por esas características, la relación entre los compañeros de
guardia es muy particular: tiene que haber mucha solidaridad,
confianza y familiaridad. En las largas 24 hs. que dura una
guardia se generan lazos muy estrechos, apasionados romances o
terribles peleas. Pero para ser admitido como integrante estable
de una guardia médica es preciso un período de admisión, que
generalmente toma el carácter de broma pesada.
Por último, una opinión que se aplica a todas las bromas que
hacen los médicos en el trascurso de sus tareas: en ningún caso
representan una burla al paciente ni a la enfermedad. Simplemente
es un modo inocente que tiene el profesional del arte de curar
(médico, odontólogo, bioquímico, enfermero, técnico, etc.), de
descargar las tensiones y el gran peso de la responsabilidad que
lleva sobre sus espaldas. No es un desprecio hacia la enfermedad;
todos sabemos que en algún momento nos tocará el otro lado del
escritorio.
Los Axiomas Básicos de la Guardia Médica.
En una de mis primeras guardias mi amigo Vivanco tuvo la
misión de enseñarme a diagnosticar, pronosticar y tratar enfermos
de cualquier cosa. Yo me preparé para una larga serie de charlas,
con mi cuaderno, lapicera, vademecum y manual de temas de guardia.
Pero Vivanco me atajó en seco y me dijo:
- ¿estás listo para empezar?
- Nooooo, - le contesté. - No tengo ni idea de que hacer.
- Muy fácil, - me explicó él -. Te explico en cinco minutos toda
la ciencia de la medicina de urgencia, y me voy a una
interconsulta.
- Hay varios axiomas básicos de una guardia - dijo -.
"Primer axioma: el último que se incorpora se llama Perro de
Guardia, y tiene que hacer todo el trabajo existente. (Sólo cuando
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el Perro está tapado de trabajo, tiene derecho a convocar a su
superior inmediato en la jerarquía, es decir, al ex-Perro. Y así
sucesivamente hasta llegar al jefe).
Segundo axioma: La medicina de guardia es la ciencia de la
derivación.
Tercer axioma: Todo paciente que está en condiciones de llegar a
una guardia, está en condiciones de ser derivado a algún lado.
Cuarto axioma: La guardia no cura nada. (Hacerlo, sería
competencia desleal y un desprestigio para el especialista del
área).
Quinto axioma: La comida, el sueño, la joda y el buen humor son
los valores supremos del guardista.
Sexto axioma: Si el paciente es paciente, que espere."
Ahora te voy a explicar la ciencia de la Derivología.
- ¿y eso que es? - pregunté desconcertado.
- El modo de derivar los problemas para otro lado. En primer
lugar, le preguntás que le duele. Si es del cuello para arriba, lo
mandás al neurólogo; si es del abdomen, al cirujano. Si es niño al
pediatra, si es mujer al ginecólogo, si es viejo al geriatra. Si
son las extremidades, al ortopedista, y si es el pito, al urólogo.
Culos al proctólogo, ojos al oftalmólogo, piel al peletero y
garganta al gargantólogo.
- Siii, dije con un hilo de voz. ¿y si no le duele nada?
- Si no le duele nada, y viene a esta guardia, es porque está
totalmente loco. Así que mandalo al psiquiatra. - respondió
Vivanco.
- Ahh. ¿y si le duele todo a la vez?
- En ese caso lo mandás a terapia intensiva. ¿está claro? Decime,
¿vos sabés como se llama una doctora especialista en terapia?
- Tera... terapo... terapi..., la verdad, no sé.
- Terapistóloga. Y yo justamente tengo cita con una. Chau, y mucha
suerte.
Guarda con la guardia.
En una oportunidad ingresó como aspirante a practicante una
chica muy bonita, con alto promedio y bastantes conocimientos.
Pero al poco tiempo reveló ser muy ingenua, carente de sentido del
humor, e ignorante de todo tema que no fuera la técnica médica.
Tenía, además, una actitud soberbia ante cualquier observación o
comentario.
A esta aspirante Jodosi y otros varios le prepararon una
broma un tanto pesada: mandarla sola a la morgue, a las doce menos
cinco de la noche. Un enfermero cómplice le pidió tomar los datos
del cadáver Nº 48, y cubrirlo con una manta, para evitar que se
pusiera duro. La aspirante se dispuso a cumplir, sin reaccionar
ante lo ilógico del planteo.
La guiaron hasta un cuartito en donde un cartel improvisado
decía "Morgue". Varios cuerpos rígidos yacían en camillas, algunos
medio desnudos, otros cubiertos por sábanas. Cada uno tenía una
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etiqueta identificatoria en un dedo del pie.
El que llevaba la etiqueta 48 en el pie estaba totalmente
desnudo. La practicante se le acercó, vacilante, evitando mirar
sus partes pudendas. Y sufrió el primer sobresalto, cuando el
"muerto" dejó caer uno de sus brazos. No terminó de reponerse
cuando cayó el segundo brazo. Por último, viendo que la
practicante no descubría la farsa, el "muerto" levantó la cabeza,
abrió un ojo, y dijo:
- Cadáver Nº 48, "il morto qui parla", presente -dijo Jodosi.
La aspirante, pálida, retuvo el aliento por un instante, dio
media vuelta y salió corriendo, perseguida por otros "cadáveres",
practicantes y enfermeros de la guardia. Dejó tiradas la libreta
de notas, la manta y sus aspiraciones.
Patchouli
Me tocó presenciar un par de bromas de guardia bastante
pesadas. Un practicante estaba celoso de otro, apodado Romeo, que
trataba de seducir a una bonita enfermera. El celoso esperó a
verlos dialogando para ubicarse un par de metros detrás de Romeo.
Luego cargó una jeringa intradérmica con un fuerte perfume
patchouli barato, y lentamente le fue arrojando chorritos de
perfume en la espalda. Cuando Romeo vio interrumpida la íntima
conversación por el fuerte y pegajoso aroma, su adversario ya
estaba lejos.
Distintos usos del estetoscopio
La respuesta a la broma anterior fue muy ingeniosa. Romeo
había visto a su adversario tomar la presión: se ponía los
auriculares en los oídos, y luego ubicaba el aparato y comenzaba a
inflar el manguito. En cuanto pudo, Romeo le llenó el estetoscopio
con gelatina, y lo dejó a su alcance. Cuando el desprevenido
practicante comenzó a inflar el manguito, la gelatina le empezó a
fluir por los oídos. Su susto fue mayúsculo, porque pensó que
tenía una otorragia (hemorragia de los oídos).
Otro practicante trató de repetir el mismo truco, pero con un
error en la receta: la gelatina resultó demasiado sólida, y se
negó a moverse de su sitio. Además, el aparato despertó sospechas,
porque obviamente no se oía nada a través de él.
A partir de ese entonces, el estetoscopio fue utilizado para
examinar a todo nuevo practicante: se lo invitaba a auscultar a un
paciente, y se le pedía algún comentario. Si no descubría el
truco, y "verseaba", se sabía que era complaciente, temeroso,
desaprensivo, o chanta. El sistema resultó tan bueno, que cuando
el relleno empezó a dar olor, se reemplazó el estetoscopio por
otro taponado con papel.
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Compufobia
Un practicante no muy joven, del interior, había ingresado en
una clínica privada muy moderna, en un rico suburbio de la
capital. De entrada le quisieron explicar el uso de una
computadora donde estaban archivadas las historias clínicas, pero
no hubo caso. El tipo le tenía pánico al aparato y no acertaba a
pulsar más de dos teclas seguidas sin pedir ayuda y protestar
contra la tecnología.
Jodosi era muy fanático de las computadoras que decidió
hacerle una broma. Le explicó que había unas computadoras que
servían para hacer diagnóstico y tratamiento mejor que ningún
médico, que eran muy sencillas de usar, y se ofreció a hacerle una
demostración.
Entonces Jodosi llevó al practicante a la salita donde estaba
la famosa computadora. Activó un interruptor, empezó a aporrear un
teclado, y le comentó al asustado practicante que iba a hacer una
revista de sala por PC. Y entonces, ¡sorpresa!, en la pantalla
apareció la cara y la voz de un médico que se puso a explicar
todos los casos que estaban en ese momento en la sala. Se había
juntado un grupo de profesionales que miraban al monitor, y
tomaban nota muy seriamente. Finalmente el rostro que aparecía en
la computadora se dirigió al practicante y lo encaró:
- Y Ud., el practicante nuevo que está mirándome con la boca
abierta, ¿porqué pone cara de no entender? Para mañana quiero que
se aprenda todos los lenguajes de programación, los algoritmos
computarizados de infodiagnóstico, y el análisis computado del
electroencefalograma! -.
El practicante pidió ayuda a varios colegas, y tuvo que
transpirar bastante antes que le revelaran el truco del
diagnóstico por computadora. Resulta que la clínica tenía
vigilancia por circuito cerrado de TV, y la supuesta computadora
de diagnóstico consistía en un teclado viejo ubicado bajo el
monitor de la oficina de vigilancia. Y el director de la clínica
se había parado en la recepción, frente a la cámara, para actuar
la farsa.
Nueva línea farmacéutica
Había un visitador médico muy bromista, que tenía preparada
una
serie
de
medicamentos
"truchos",
para
amenizar
sus
presentaciones y destrabar a algún médico demasiado serio. Tenía
varios frasquitos de píldoras de colores, que en realidad eran
simples vitaminas, con rótulos hechos con una impresora láser
prestada. Los supuestos productos eran en base a extractos de
glándulas sexuales de salmón, y prometían el aumento de las
cualidades femeninas o la multiplicación del vigor sexual
masculino. Acompañaban a los frasquitos unos trabajos científicos
en alemán que obviamente nadie leía.
En una guardia se entusiasmaron con la idea, y eligieron a un
practicante nuevo, un tanto ingenuo, para hacerle una broma.
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Prepararon el terreno con algún comentario sobre la eficiencia de
las hormonas del salmón para el tratamiento de la calvicie o de la
impotencia, y arreglaron que el visitador le presentase todos sus
productos "truchos".
El practicante nuevo recibió la promoción y no hizo ningún
comentario a nadie. Los compañeros se quedaron con la duda sobre
como habría tomado la broma. A la semana siguiente, un hombre se
presentó en la guardia y pidió verlo.
- ¿Ud. es el nuevo practicante?
- Sí, ¿que se le ofrece?
- Mire, yo llevo treinta y cinco años de farmacéutico, estoy acá a
tres cuadras, y conozco bastante mi profesión. Y no me gusta que
los clientes se vayan sin conseguir lo que buscan, ni tampoco que
me tomen el pelo. Dígame una cosa, doctor: - ¿De donde sacó Ud.
que yo puedo llegar a tener Parapitol Forte, Tetatensín Plus , o
Culofortina, de Laboratorios Tú y Yo, S.R.L.?
Milagro
En una clínica del suburbano se presentó una rubia muy
llamativa, que hizo un planteo extraño: decía ser protagonista de
un milagro. Decía que cuando rezaba le aparecían llagas en el
cuerpo y lloraba lágrimas de sangre. En el interrogatorio dijo
llamarse María de los Milagros, aunque no mostró ningún documento,
y refirió ser virgen, de lo cual tampoco aportó pruebas.
El médico la examinó sin encontrar nada sospechoso, pero la
mujer insistió en querer mostrar el fenómeno, que sólo se producía
ante la presencia de público religioso. Ante la insistencia de la
mujer, el médico convocó a una enfermera y a un colega. La mujer
se puso a rezar, cantar y bailar totalmente desnuda, tratando de
efectivizar el milagro. Atraídos por el espectáculo, se juntaron
casi todos los hombres del lugar, incluídos un proveedor de la
clínica y un paciente amigo del jefe de guardia. Tan sólo un
visitador médico que esperaba en la sala de espera se resistió a
asomarse al consultorio.
Finalmente, la mujer reconoció que ese día no estaba
inspirada, y acompañada casualmente por el visitador subió a un
vehículo y se fue, con las ropas en la mano.
Los comentarios y el debate sobre la supuesta protagonista de
un milagro ocuparon un rato largo. No faltó quien propusiera
conseguir una videocámara para registrar una próxima visita de la
mujer, ni propuestas para que alguna voluntaria hiciera su propio
intento. Las bromas estuvieron a la orden del día.
Hasta que se descubrió el verdadero motivo de la actuación de
la rubia: su compañero había asaltado al cajero y en su valija de
visitador se llevó la recaudación del día de la clínica.
Mate 1.
Como médico dedicado a la investigación científica, tengo
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fama de despistado.
En la guardia de Zárate, que me gustaba porque era tranquila,
solía tomar mate y leer toda la tarde. En una oportunidad me
llaman para atender a un muchacho con hemorragia nasal, y cuando
me ve, el padre del paciente, asustado, me pregunta:
- ¿Qué es eso que tiene en el bolsillo, Doctor? ¿Un rinoscopio?
Y la enfermera, que me conocía, le contesta al oído:
- No, es la bombilla del mate.
Mate 2.
En la misma guardia, una vez me ocurrió que recorrí todo el
piso sin encontrar un tacho de basura donde descartar la yerba.
Finalmente entré a la cocina, y ví un montoncito verde sobre un
diario, arriba de la mesada.
- Al de la guardia anterior le pasó lo mismo que a mí - pensé, y
arrojé allí mi yerba.
A la semana siguiente, la cocinera me preguntó:
- Doctor, ¿Ud. es de tomar mate?
- Sí, soy bastante matero - le respondí.
- ¿y el domingo pasado, Ud. estuvo de guardia?
- Sí, efectivamente estuve de guardia - contesté.
- Ajá. ¿y habrá sido Ud. el que le puso yerba al pesto?
Grave agonía
La recepcionista de la guardia me despertó a las tres de la
mañana, diciendo que la enfermera había tomado un llamado de una
señora cuyo chico tenía una grave agonía.
Meditando cuan grave podría ser una agonía, me vestí y me
senté en la ambulancia.
Cuando llegué al domicilio me recibió un chico con la voz
gangosa y ronca por un fuerte catarro.
- ¿y tu mamá? - pregunté.
- Se volvió a la cama.
- ¿dónde está el que se está muriendo? - pregunté.
- No es para tanto, Dotor, me dijo el pibe. Soy yo, que tengo tos
y un poco de "afonía".
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COMO SOBREVIVIR A LOS PACIENTES
Los pacientes son una parte bastante importante de la
medicina. Por definición paciente es aquel individuo, en general
impaciente, que paga la cuenta del médico.
Aunque en este apartado me permito buscar el lado cómico a
quienes nos dan de comer, se compensa con las secciones donde les
enseño a ellos como sobrevivirnos a nosotros.
Caso difícil
Un paciente se presentó para hacerse atender por el nuevo
practicante.
- Me duele el costado derecho, doctor, pero también la cabeza y el
hígado. Siento como una mariposa que se me posa en la espalda, en
la nuca y en el coxis. El pecho me oprime y el cuello me late. En
los riñones tengo un cólico que se irradia hacia la nuca. En la
pantorrilla derecha siento como unas burbujitas de cerveza. Hace
una semana que no voy de cuerpo, y orino con ardor y de color
cereza. ¿qué tengo?
- Hmmmm. Le voy a tomar la presión.
- Tengo 165-87. Me tomé en casa con el electrónico. De pulso 63 y
de temperatura 37,4.
- ¿Radiografías - aventuró el médico.
- Son éstas - respondió raudo el paciente sacándolas de un sobre.
- Ajá. Voy a tener que pedirle algunos análisis.
- Acá tiene, doctor - dijo el paciente sacando una pila de papeles
de un portafolio.
El médico examinó los análisis, y se tomó unos minutos para
analizarlos y pensar. Por último, ante varios datos discordantes,
decidió llamar por teléfono al bioquímico que los había realizado.
- Dr., lo molesto porque tengo acá unos resultados de su
laboratorio un poco extraños. Parece ser que el hombre tiene la
glucosa muy alta o muy baja, el colesterol por el piso o por las
nubes, la bilirrubina lo mismo, y las enzimas muy variables. ¿Me
podría orientar en algo?
- Por supuesto. Ud. está atendiendo a Manolo, el hipocondríaco más
famoso de la ciudad. Toma tantos medicamentos distintos que los
análisis le dan para el diablo. ¿Dígame doctor, Ud. es nuevo en la
guardia, no es así?
- Sí. ¿cómo supo?
- Porque Manolo nunca se pierde un médico nuevo que le dé algo de
bolilla. Mándele muchos saludos de mi parte, que es un gran
paciente y amigo.
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Sexoterapia
Quien refirió esta anécdota, el Dr. Alejandro B., es un
especialista en potenciales evocados. Esta técnica consiste en
estimular una sensibilidad o sentido y registrar al mismo tiempo
el electroencefalograma. En esta oportunidad se realizaba un
estudio pudendo, por el cual se estimulaban con una corriente
eléctrica suave los genitales externos de una paciente. El
objetivo era descartar una frigidez de carácter orgánico.
El estudio transcurrió sin novedad, pero al día siguiente la
paciente se volvió a presentar en el consultorio.
- ¿No le dijiste que los resultados van a estar la semana próxima?
- preguntó el médico a su secretaria.
- Si, le dije, pero no vino para retirar los resultados.
- ¿Tuvo algún problema?
- Tampoco.
- ¿entonces?
- Lo que pasa es que le gustó, y quería tener otra sesión.
Sin poder evitar una sonrisa, el médico respondió:
- Decile que no se puede repetir, porque hay que usar el equipo
para otros estudios.
- Enseguida se los digo - respondió la enfermera, también tentada.
- ¿Se "los" digo?
- Este... sí. Además, vino con una amiga.
Termómetro
Había una paciente en el hospital conocida por lo muy
insoportable, sarcástica y criticona. El médico que la atendía ya
estaba muy cansado, y a la décima observación la hizo callar
poniéndole un termómetro en la boca.
La paciente, que no podía con su genio, le dijo por el
costado de la boca y con una mueca:
- Me imagino, doctor, que este termómetro no será el que se usa en
el recto.
- Sí, pero no se preocupe, antes de meterlo en cualquier recto lo
voy a lavar. - le contestó el galeno.
Status
Un colega fue a ver a un paciente en el elegante barrio de
Recoleta. El departamento tenía todo el aspecto de bulín, y el
enfermo era un distinguido ejecutivo, de respetables canas,
afectado por un fuerte catarro. Quien lo acompañaba era una
señorita de unos veintitrés años, vestida con a lo sumo veinte
centímetros cuadrados de seda roja, y portando en la cara pintura
suficiente como para un portón.
El problema era que el hombre tenía que salir ese mismo día
en viaje de negocios rumbo a Europa, y quería una solución rápida.
El colega le recomendó vaporizaciones.
- ¿Cómo hago las vaporizaciones, Doctor? - preguntó la chica con
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cara de extrañeza.
- Simplemente ponga una olla de agua a hervir, y hágalo respirar
el vapor - respondió el médico.
- ¿No tendrá algo que me puedan mandar de la farmacia, Doctor? repuso el paciente. Lo que pasa es que como la señorita no pasa
mucho tiempo en la cocina, va a pedir la olla al servicio
domiciliario del Gato Dumas, y va a llegar fría.
Coquetería
Una anciana se presentó a un dermatólogo novato y le dijo:
- Doctor, creo que de tanto alzar a mis nietos tengo piojos.
- A ver esa cabeza... - dijo mirándole el cabello.
- Ahí no, abajo de la peluca.
Traumatismo
El paciente va a la guardia de Traumatología, y explica:
- Doctor, tengo algo en la rodilla.
El médico, parco, lo examina y dice para sí:
- Contusión ósea. Rótula.
- Bueno, arréglemela.
Herencia de los caracteres adquiridos
Un matrimonio concurrió a un cirujano plástico para que ella
se hiciera una estética de nariz. Se pusieron de acuerdo en todo
menos en la fecha: ellos tenían urgencia por hacer la operación, y
el médico quería irse de vacaciones primero.
- ¿y porqué el apuro, señora? - preguntó el cirujano.
- Porque estamos tratando de encargar un chico, doctor, y
quisiéramos que nazca con una linda nariz.
Homo Eroticus
Una enfermera del hospital se había presentado en el servicio
de Ginecología para consultar por un atraso, y le diagnosticaron
un embarazo.
- No puede ser - dijo ella. - Mi novio es estéril.
- ¿estás segura? - le preguntó el ginecólogo.
- Segurísima. Tiene una malformación... este... ¿cómo decirle?
- Podés contarme. ¿que tiene?
- Estee, ... bueno..., le cuento: tiene cuatro testículos.
- Puede ser. Hay descriptos varios casos en la literatura. Sin
embargo, eso no implica que sea estéril.
- Acá en el servicio de Urología le hicieron varios estudios y le
dijeron eso.
- Vamos a ver. Andáte a Uro y pedíte su historia clínica.
- Sí, pero le pido por favor discreción. No quiero que se entere
nadie porque me van a hacer bromas.
- No te preocupes. No voy a decir nada.
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La enfermera fue a Urología, y dijo que necesitaba la
historia clínica número tal y tal.
- Ah sí, la tetraorquidia, claro. - dijo el urólogo. Pero traémela
enseguida porque va a ser tema de un ateneo para todo el hospital.
- ¿Qué? ¿Un ateneo? Ah...
La enfermera se fue toda compungida a ver al ginecólogo, y le
pidió que intercediera: no quería ver los atributos de su novio
comentados por todos los médicos y estudiantes del hospital.
El tema se solucionó, porque el embarazo no era tal, y el
urólogo aceptó las razones de su colega y de la enfermera. Sin
embargo, nunca dejó de lamentarse por su fallido ateneo, y no
perdía ocasión de preguntarle a la enfermera, cada vez que se la
cruzaba:
- ¿y, che, cómo anda Cuatro Huevos?
Malentendido
En el Consultorio de Infertilidad Masculina de un hospital
municipal porteño, el asistente era un estudiante al que lo habían
hecho empezar de bien abajo: debía instruir a los hombres que
acudían a hacerse un espermograma.
- ¿y cómo es este asunto de la recolección de la muestra,
enfermero? - le preguntó el primer paciente.
- Pues, bueno, vaya al cuartito aquel, el de las Playboy, y
lléneme esto.
El hombre tardaba en salir, y finalmente el asistente le
preguntó si le faltaba mucho.
- Lo que pasa es que no puedo llenarlo hasta arriba. ¿Alcanza con
esto? - le dijo alargándole el tubo de ensayo.
Acampantes
En una salita de primeros auxilios en Villa Gesell, se
presentó un atribulado caballero.
- Doctor, necesitamos que certifique una fatalidad. Estuvimos de
camping y hoy nos volvíamos. El tío tenía 88 años y estaba sano
como un roble. Fue durante la noche, durmiendo... El cuerpo está
en el auto.
El médico fue al auto y comprobó el hecho.
- Dígame, ¿el tío tenía médico de cabecera en Buenos Aires?
- Sí, por supuesto.
- Entonces les recomiendo que lo trasladen Uds. mismos. Acá el
trámite de certificado de defunción y sepelio le va a tomar un par
de días, en el mejor de los casos.
Los parientes estuvieron de acuerdo, y emprendieron el
camino. Como a las seis horas volvieron. El médico los recibió
sorprendido:
- ¿qué pasó? ¿no se volvían a Buenos Aires?
- Doctor, cambiamos de idea. Necesitamos que nos haga Ud. el
certificado de defunción.
- Mire, va a demorar un poco porque yo no estoy registrado en este
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municipio. ¿y a qué se debió el cambio de planes?
- Ud. no me lo va a creer. Pero se lo tengo que contar. Como nos
daba impresión llevar el cuerpo en el asiento, lo envolvimos con
la carpa y lo pusimos en el portaequipajes.
- No me diga que se les cayó por el camino...
- No, no se cayó. Cuando llegamos a Chascomús nos bajamos a
desayunar...
- ¿Y alguien sospechó algo?
- No, no sospecharon nada de nada. Nos robaron la carpa con todo
su contenido.
Monstruos
El famoso profesor Bernardo Houssay había reunido un grupo de
pacientes con patología hipofisaria para hacer una serie de
fotografías.
Estaban todos convocados, pacientes y fotógrafo, para cierta
hora en la sala de espera del consultorio. Allí se habían
convocado acromegálicos, con sus voces roncas, sus arcos
superciliares y mandíbulas superdesarrollados, y gigantes, de
elevadísima estatura. La mayoría, con las dos características
juntas (gigantismo y acromegalia).
Todos pensaron que la convocatoria había sido un éxito... de
no ser por el fotógrafo, que al encontrarse en medio de semejante
reunión de casos raros se pegó el susto de su vida y se fugó sin
dejar rastros.
(tomada del libro de M. Cereijido "La nuca de Houssay").
Doblaje
Una madrugada el médico de guardia fue despertado para
atender una consulta. Como correspondía a la hora, bajó totalmente
dormido, con el guardapolvo del revés, el pelo revuelto y los ojos
entrecerrados. El paciente, confiando en la amplia cultura
lingüística de los profesionales argentinos, empezó a explicar su
problema en su idioma natal: alemán. (esto lo averiguaron mucho
después, ya que las hipótesis barajadas en un principio fueron
esperanto, guaraní y turco).
El médico no dio pie con bola, y se retiró a dialogar con la
enfermera sobre la posibilidad de conseguir un intérprete.
- ¿un intérprete de un idioma desconocido, en Zárate y a las tres
de la mañana? - respondió la enfermera. - Más fácil va a ser que
le mire la panza a ver si le aparece el doblaje - añadió.
Pequeñas revanchas que da la profesión
Un vendedor de droguería trabajaba con una clínica de barrio,
cuyo dueño era un obstetra amigo. El vendedor, en su afán de
cumplir con sus cupos de venta, solía "enchufarle" más cantidad de
cada medicamento que se le pedía. A su vez, el obstetra le
retrucaba dándole cheques con la firma mal hecha, para dilatar el
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plazo de pago.
Pese a los tira y afloje de la actividad comercial, la
relación personal era amistosa, y la profesionalidad del médico no
era cuestionada por el vendedor. Tanto es así que cuando su esposa
quedó embarazada, le confió a aquel su atención.
Llegó el momento del parto, y mientras el vendedor fumaba
nerviosamente en la antesala como típico futuro padre, su amigo el
obstetra se asomó y le dijo:
- Nació un hermoso varoncito. Pero no te vayas todavía.
Siguió la fumata, y al rato el médico agregó:
- ¡Sorpresa! Se vino la segunda, y esto no se acaba todavía.
Finalmente el remate: Otro varón. ¡trillizos!. El vendedor no
cabía en sí de la sorpresa y la alegría, pero estaba bastante
pálido y asustado.
El médico finalmente salió, abrazó al atribulado triple
padre, y le dijo:
- ¡Felicitaciones!
Enseguida te firmo los tres certificados de
nacimiento, con la firma buena -. Y agregó, por lo bajo: - ¿viste
como se siente uno cuando le mandan más mercadería que la que
encargó?
Pequeñas revanchas que da la profesión 2
Un médico principiante llevaba su Fiat 600 a arreglar a un
taller mecánico del barrio, cuyo dueño siempre le hacía bromas por
lo viejo del vehículo. El mecánico sostenía que pese a todos los
arreglos, el motor no tenía fuerza y perdía aceite, la chapa
estaba oxidada, y el sistema eléctrico sobrecargado. Además, cada
vez que revisaba algún aspecto del auto encontraba varias piezas
defectuosas que debían ser reemplazadas indefectiblemente.
El médico siempre soportó estoico el discurso desalentador y
la tomada de pelo. Un día, mientras el médico esperaba que le
ajustaran la tapa de cilindros, el mecánico se resintió por el
esfuerzo y sufrió una puntada en el pecho. Asustado, pidió a su
cliente que lo examinara. Luego de comprobar que se trataba de una
simple condritis, el médico le comentó:
- La verdad que yo no sé como todavía no te jubilaste. Tenés el
motor gastado, la chapa a la miseria y la carrocería oxidada. Y si
sigo revisando un poco más, seguro que te encuentro seis o siete
problemas más, de los cuales uno o dos son indefectiblemente para
operar. En fin, yo no creo que valga la pena invertir en tantos
arreglos con la carrocería tan gastada, pero cada uno es libre...
Como salir del paso con un botiquín mínimo
El Doctor Pablo G. estaba haciendo la revisación de pileta de
un club, y lo vino a consultar un tenista con un tirón en el
cuello. En el consultorio no había ningún tipo de analgésico, y el
profesional decidió aplicarle un poco de Xyloprocto que llevaba
encima por motivos particulares.
- Doctor, ¿está seguro que esa pomada sirve para lo mío?
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- No esta pensada para esto, pero contiene un anestésico y un
corticoide, que le van a hacer bien.
- Menos mal que no tengo hemorroides, Doctor, sinó capaz que me
metía una barrita de azufre en el culo.
Métodos anticonceptivos
Una pareja visitó al ginecólogo. El promediaba la treintena,
parecía culto y bien vestido; ella era una niña con aspecto
inocentón, de unos trece años. El hombre pidió un estudio
completo, para descartar embarazo, y ya que estaba, SIDA y otras
venéreas. Como la chica no opinaba nada, el médico le pidió al
hombre que esperara afuera.
- Tu esposo piensa que estás embarazada. ¿cuantos días de atraso
tenés?
- Dos o tres - respondió ella.
- Me parece muy pronto para diagnosticar nada. ¿Uds. se cuidan? inquirió el profesional.
- Por supuesto. MI marido es un obsesivo del tema. El me obligó a
venir - respondió la jovencita.
- Vos sabrás que hay que tomar ciertas precauciones para evitar el
embarazo y de paso, ciertos otros problemas - dijo el médico,
preparándose para darle una clase de educación sexual a la chica.
- Sí, ya sé - dijo la chica con expresión de fastidio -. Yo tomo
pastillas, tengo puesto un DIU, y encima, uso diafragma y gel
espermicida.
- Pero entonces la obsesiva sos vos - replicó el médico sorprendido.
- Es para dejarlo tranquilo a él. ¿no le parece obsesivo un tipo
que encima de todo esto, usa preservativo y se abstiene en los
días peligrosos?.
- Es una exageración.
- Sí. Y además, acaba afuera...
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COMO SOBREVIVIR CON EL CONSULTORIO
El consultorio representa una forma de hacer medicina en
lento retroceso. Actualmente existen una serie de requisitos
administrativos y de recursos técnicos que son mejor manejados en
una clínica, hospital, o por lo menos, en un policonsultorio.
Ningún médico o asistenta da abasto con los papeles de las obras
sociales y medicinas prepagas, la DGI, los turnos, las
interconsultas, las preguntas, la computadora, etc.
Sin
embargo, todo médico que se respete aspira a un consultorio
particular, donde colgar sus diplomas, poner sus objetos queridos,
y guardar sus revistas una vez que cumplen cinco años de
antigüedad.
El tema de los consultorios va cercano al tema de la
comercialización de la medicina, que con el alza de los costos de
salud hoy es más vigente que nunca.
Hay un clásico libro que expone muy crudamente esta
situación. Se trata de "El Dr. Knock o el Triunfo de la Medicina",
y describe como un médico irrumpe en un pueblecito poco
acostumbrado a la medicina moderna. En seguida empieza a
encontrarle enfermedades a todo el mundo, y con la complicidad del
boticario, genera una lucrativa cultura de la enfermedad y del
medicamento.
Los tiempos en que el título de médico garantizaba el
bienestar económico han terminado hace bastante; el buen criterio
comercial es parte necesaria de la educación médica, si bien
ninguna facultad lo enseña. Para suplir esa deficiencia, y sin
faltar a la ética, he aquí algunos trucos para mantener un
consultorio concurrido.
Cómo mejorar la imagen
Un médico recién recibido había inaugurado su consultorio en
un pueblo de la provincia, con muy poco éxito. Si bien era un
excelente profesional, estaba bien ubicado, y concurría a un
hospital de la zona, la poca gente del pueblo que venía le
mostraba desconfianza.
El problema que tenía era su juventud: con 22 años, cara de
niño, mejillas rubicundas y baja estatura, no coincidía con la
imagen clásica del médico de barrio.
Intentó dejarse la barba, pero lo hacía parecer un
adolescente. Probó con unos lentes, a los que no se acostumbraba,
y con fumar en pipa, que le hacía daño a los bronquios. Bastante
desalentado, consultó con un médico viejo del pueblo, con más
experiencia que ciencia, que lo apreciaba mucho.
El colega visitó su consultorio y luego le aconsejó:
- Mirá, lo que tendrías que hacer es ponerte barba y bigotes
postizos, y ponerte un maquillaje especial, pero se te va a notar.
Hacé otra cosa: sacáte fotos y hacerlas retocar: un bigote, unas
arrugas, lentes, vas a ver como te agregan años. Las enmarcás y
las colgás en la pared. Decime, ¿tenés diplomas y certificados de
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cursos?
- Sí, unos cuantos.
- También ponelos a la vista. Y de ahora en más, pedí un
certificado hasta cuando vas a cortarte el pelo o lavar el auto, y
colgalos en la pared.
- Gracias, Dr., voy a hacer lo que Ud. dice.
- Decime, ¿porqué no tenés plantas en la sala de espera?
- Tenía una, pero se me estaba secando.
- Ocupáte de que alguien la haga crecer y la cuide. Nadie tiene
confianza en un médico al que se le secan las plantas del
consultorio.
Decime, ¿donde hay un espejo?
- En el baño. ¿qué tengo?
- Te cortaste al afeitarte, eso tenés. ¿vos te dejarías operar por
un médico que se corta al afeitarse?
- Eh... no.
- Tus pacientes tampoco.
- Pero yo no soy cirujano...
- No importa. Desde mañana te afeitás con máquina eléctrica. O
mejor te hacés afeitar en la peluquería, así vas haciéndote amigo
de la gente. Un pueblo no es lo mismo que una gran ciudad. La
gente es más desconfiada, y necesitan tener referencias tuyas
antes de venir a hacerse atender.
- Tiene razón, profesor.
- Andá. Y además quiero que pongas acá un espejo bien grande.
- Lo que Ud. diga, profesor.
El médico joven siguió los consejos, y poco después llamó al
profesor para agradecerle.
- No sabe que buen resultado me dio su estrategia, Profesor.
Empezó a venir gente y me están recomendando a otros. Pero tengo
una duda. Lo de los diplomas y la foto tiene su lógica, lo de las
plantas y la afeitada también. Pero el mejor resultado lo obtuve
cuando puse el espejo. ¿cómo es posible?
- Muy simple. Cuando la gente tiene oportunidad de verse en un
espejo, prefiere pensar o hablar de sí misma, en lugar de fijarse
en los demás.
Como mejorar la imagen 2.
Había un médico que estaba inaugurando el consultorio. Lo
había puesto a todo trapo, en un barrio elegante, con asesoramiento de arquitecto y decorador. Halagando su ego, había en las
paredes reproducciones que pretendían pasar por originales, cartas
de agradecimiento de pacientes y diplomas en las paredes.
En eso suena el timbre por primera vez; el colega se frota
las manos, emocionado: ¡el primer paciente!. Entonces descuelga el
teléfono y abre la puerta. Se trata de un caballero, y el médico
lo hace sentar y le hace seña de que espere, mientras retoma el
tubo del teléfono:
- ¿con el Doctor Favaloro? ¿Cómo que está ocupado? No importa,
deme con él, dígale que es de parte mía y me va a atender. Ah
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René, ¿como estás?. Mirá, te quería avisar que no voy a poder ir
esta tarde. No, porque inauguro el consultorio nuevo. No va a
faltar oportunidad. Disculpame, René, no te ofendas. Gracias,
Gracias, hasta pronto.
El profesional cuelga el teléfono y se dirige al visitante:
- ¿En que puedo servirle, mi amigo?
- Soy de Telecom, y vengo a conectarle el teléfono.
Claque
Cuenta un visitador que había un médico del interior que
recién se estaba estableciendo, y hacía esfuerzos por crearse un
buen nombre en el pueblo. Y hasta tenía pacientes apalabrados que
al entrar a la consulta rengueaban, tosían o se quejaban, y al
salir caminaban lo más bien, respiraban hondo o vendían salud.
Hasta que uno de lo que esperaba en la sala le dice:
- Me parece que acá hay varios pacientes que dan la impresión de
ser conocidos suyos.
El médico le dice por lo bajo:
- Calláte papá.
Como machetearse.
Un médico joven necesitaba consultar el vademecum antes de
recetar, y había notado que a sus pacientes les incomodaba esa
actitud, por considerarlo signo de inexperiencia.
Al principio probó retirarse a otra oficina para hacer la
búsqueda, pero resultaba un poco sospechoso. Luego averiguó sobre
una computadora a la cual podía incorporar un vademecum
computarizado, pero la invesión estaba por encima de sus
posibilidades, y no estaba seguro como lo tomarían sus pacientes.
Finalmente encontró el modo ideal: hacia el final de la
entrevista hacía que la recepcionista lo llamara por teléfono, y
simulando hablar con un colega, abría el libro, y mientras leía un
párrafo cualquiera al oyente imaginario, buscaba la información
que necesitaba.
Honorarios
La secretaria le va a cobrar la consulta a un caballero muy
bien vestido, y éste protesta:
- ¿cómo puede ser que al señor que estaba antes que yo le cobraron
mucho menos?
- Lo que pasa es que a quienes tienen menos recursos el Doctor les
cobra poco, y a quienes tienen más posibilidades les cobra una
tarifa más alta.
- Mejor hacemos al revés. Como al Doctor le va muy bien, yo le
pago el mínimo.
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LA MEDICINA VISTA DE MUY CERCA
Estas historias se refieren a un médico bastante corto de
vista, el Dr. Cicateli. Como él, estos hechos pudieron ser
protagonizados por colegas, que sobrecargados de trabajo durante
mucho tiempo, aprenden a responder en forma casi automática a las
circunstancias del trabajo en la guardia o haciendo domicilios.
Es quizá por la gran concentración que se requiere para el
común de los actos médicos, que el médico tiene a descuidarse
cuando debe ocuparse de alguna tarea menor, como ser recordar el
cumpleaños de su esposa o el lugar donde dejó sus llaves.
Luego de varias guardias, y habiendo olvidado cuando fue la
última vez que se fue de vacaciones o pasó un día tranquilo con su
familia, el médico está propenso a protagonizar situaciones
risueñas.
Catrasca
Un señor sesentón bastante achacoso se presentó en una
guardia suburbana a las tres de la mañana, acompañado de una chica
muy jovencita, embarazada.
Cicateli salió medio dormido a la sala de espera, y le dijo
al hombre:
- Pase caballero que lo atiendo.
- La paciente es ella, no yo - dijo el anciano.
- Ah, disculpeme.
Luego de examinarla, el médico comprobó que la chica tenía un
embarazo a término, y la derivó a obstetricia.
- Está todo en orden, señor, pero está mal que hayan venido tan a
último momento. Tiene dilatación casi completa.
- Vinimos hace media hora, doctor, pero nadie nos atendía.
- Ah, entonces discúlpenos Ud. a nosotros por la demora. Bueno,
quédese tranquilo, en un ratito su hija va a tener familia.
- Gracias doctor, pero no es mi hija, es mi esposa.
Incomodidad
Cicatelli cuenta que una vez fue a visitar a un señor
afectado de una enfermedad neurológica. El lugar, como muchos del
suburbano, era bastante pobre, y en un cuartucho se amontonaban
varios parientes, visitantes, vecinos, niños, perro y gato.
Después de revisar al paciente, Cicateli observó:
- Lo noto bastante rígido hoy, González.
- Es que Ud. está sentado arriba de mi pierna, Doctor.
Mascota
Sentarse en la cama del paciente no es ortodoxo, pero muchas
veces no hay más remedio. En una oportunidad, Cicateli sintió que
se había apoyado en el lugar equivocado, pero antes de repetir el
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error de la vez anterior, advirtió:
- Me parece que me senté arriba de algo. ¿Uds. tienen algún
animalito doméstico?
- No Doctor. Es mi sobrino.
Error de cálculo
A veces los médicos se preocupan más por su éxito diagnóstico
o pronóstico que por la salud del paciente.
Cicateli examinó a una embarazada, y luego de mucho cálculo
le anunció la fecha probable de parto.
Pasados quince días de la fecha, el médico recibió un llamado
de la paciente, y le preguntó por el bebé.
- ¿qué bebé, doctor? Todavía no lo tuve - contestó ella.
- ¿Cómo que no lo tuvo? ¿está segura? - respondió el desconcertado
profesional.
- Si hay algo en el mundo de lo que estoy segura, es esto. ¿no le
parece lógico? - respondió ella, con la mano en la panza.
Barrio Industrial
Cicateli fue a hacer un domicilio a un barrio industrial de
Zárate, uno de ésos de casitas todas iguales. Al rato de hablar
con el paciente notó que se había olvidado el tensiómetro, por lo
cual fue al auto a buscarlo. Cuando volvió a la casa, el paciente
no estaba, la familia tampoco, y había un albañil reparando una
pared.
- Perdone, caballero, ¿dónde está mi paciente?
- En la casa de al lado, Doctor - le contestó el albañil sin
inmutarse.
Cortina
Cicateli sostenía que para examinar la garganta de sus
pacientes no había como la luz natural.
En una casa donde estaba revisando unas anginas quiso hacer
la maniobra pese a tratarse de un lugar estrecho e incómodo. Para
evitar que la madre del paciente se esforzara, insistió en
levantar la persiana él mismo. Con tal mala suerte que la correa
se rompió, la persiana cayó bruscamente golpeando a la mujer en la
cabeza, y él cayó sobre una repisa llena de frágiles adornitos de
cristal.
La mujer aceptó las disculpas del médico, responsable
involuntario del accidente, y le pidió que no se preocupara por la
rotura. Pero en la primera oportunidad le hizo llegar de regalo,
una linterna de bolsillo, con pilas y lamparita de repuesto.
Estratagema
Varios colegas de la guardia habían decidido desalentar a
Cicateli de su firme propósito de ser cirujano. Para ello lo
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convocaron a ayudar en una cirugía abdominal, pidiéndole que
sostuviera unas pinzas separadoras. En el medio del campo
operatorio había una masa rojiza informe: no se distinguía nada en
ella. Los médicos hablaban a la vez y opinaban:
- Allá está la arteria hepática.
- Eso es el colédoco, animal.
- No, es el conducto de Wirsung.
- Ajá, es cierto. Vamos a ligarlo.
Los cirujanos simulaban trabajar normalmente con los órganos,
vasos y nervios imaginarios, ligando, drenando, separando y
suturando. Cicateli aguzaba la vista tratando de disimular su
confusión.
- Ya está - finalizó un cirujano -. Tomá una muestra para
patología. ¿estás seguro que esto es bazo?
- No sé, creo que es un tumor de duodeno.
- Te juego guita que es bazo, debe tener gusto a sangre y todo.
- No, seguro que tiene gusto a bilis, debe ser tumor de duodeno.
- Vamos a probarlo - dijo uno de los confabulados, y se llevó a la
boca un trozo de materia rojiza.
El aspirante a cirujano se quedó con la boca abierta unos
segundos. Finalmente destapó de un tirón el campo quirúrgico y
descubrió la estratagema: la "operación" había tenido lugar en un
bol de gelatina de frutilla.
Discordancia
Llamaron pidiendo un médico para ver a una chica con anginas,
y allí fueron Cicateli y el chofer con la Citroneta destartalada
de la clínica.
Cuando llegó lo condujeron a la habitación de un muchacho con
otitis y fiebre. Acostumbrado a los malentendidos y a la falta de
cultura médica de la gente, lo atendió. Llegado el momento de
pagar, pidió el bono correspondiente.
- No tenemos, Doctor.
- Pero, ¿el cobrador no se los trajo?
- No, aquí no viene ningún cobrador.
- Pero ¿Uds. de que obra social son?
- De ninguna.
- Ah, ¿son socios de la clínica?
- No.
- ¿y porqué nos llamaron pidiendo médico?
- Nosotros no llamamos a nadie.
- Habrá sido un error de la recepcionista. ¿y porqué no me
avisaron que no era aquí?
- Y, como Ud. entró tan confiado, y el pibe estaba enfermo... lo
dejamos hacer.
Despiste
El marido estaba bastante mal, y Cicateli interrogaba a la
mujer:
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- ¿Su marido es diabético?
- No sé.
- ¿Es hipertenso?
- No sé.
- ¿Ud. sabe lo que comió su marido ayer?
- Lechón con huevo frito.
- Ajá. ¿y Ud. sabe si tomo demasiado alcohol?
- Un poquito.
- Ajá. Le voy a recetar un digestivo. ¿Ud. sabe el nombre de su
marido?
Dentífrico
Cicateli llamaba a su señora desde una guardia bastante
apartada de la capital:
- Hola! ¿querida? Todo en orden. Llegué bien.
- Me alegro. Estás bien.
- Sólo que esta noche no me voy a poder lavar los dientes.
- ¿porqué?
- Porque me traje el bronceador en lugar de la pasta de dientes.
Masoterapia
Cuando en la Argentina se estaba reinstaurando la democracia,
a mediados de los 80, a Cicatelli lo convocaron a una guardia en
un centro kinesiológico.
- Mirá que yo de kinesiología no sé nada - le advirtió al amigo
que le pasó el dato.
- No te hagas problema, no hace falta saber nada.
Cuando llegó, el encargado le mostró su oficina, equipada con
TV, video y un cómodo sofá.
- ¿Dónde está el botiquín? - preguntó Cicatelli.
- No se haga problema, no le va a hacer falta nada.
En su primer recorrida por el lugar, Cicatelli se dirigió a
una de las chicas, bastante llamativas, que atendían en pequeños
boxes.
- ¿Habrá un estetoscopio en alguno de estos consultorios?
Con una amable sonrisa, la señorita le explicó que en esos
días se había relajado la estricta prohibición que regía sobre las
"casas de masajes", y que podían aspirar a una habilitación de
Salud Pública si contaban con la presencia de un médico.
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COMO SOBREVIVIR AL EXCESO DE MEDICINA
Esta sección se refiere a Tomasolo y a otros que, como él,
sufren la deformación profesional consistente en relacionar casi
todo lo que les ocurre en la vida con hechos referidos a su
trabajo. Les pasa a los médicos, pero también a muchos otros
profesionales.
Análisis
A Tomasolo una vez lo invitaron a una reunión de gente que no
era del ambiente médico, y no tardó en mostrar su defecto de
ubicación.
Una chica muy paqueta comentó:
- Estoy destruída. Vengo de análisis.
- ¿Sangre u orina? - interrogó él.
- Ninguno de los dos.
- Ah, disculpame. No sabía que te psicoanalizabas.
- No me psicoanalizo - respondió la chica -. Estudio Ciencias
Exactas y hoy tuve análisis matemático.
Vampiro
Tomasolo recorría a sus anchas el congestionado centro de la
ciudad haciendo medicina laboral, en una vieja motocicleta Zanella
125. La moto, que ostentaba orgullosa la cruz de médico,
desentonaba con los autos cero kilómetro de otros colegas, y
encima era sucia, ruidosa y consumía demasiado combustible.
Debido a que la mezcla de nafta con aceite 2T que requería la
moto no se conseguía en todos lados, Tomasolo llevaba una jeringa
con un largo tubo plástico que le permitía traspasarla de un
tanque a otro en caso de emergencia.
En una oportunidad se quedó sin nafta en un barrio apartado,
y aguardó hasta que un motociclista solidario, en una Kawasaki
1000 se detuvo a ofrecer ayuda. Tomasolo extrajo la jeringa, y
dejando traslucir su deformación profesional, le dijo:
- ¿No me darías un poco de sangre...?
El otro se puso pálido y retrocedió como habiendo visto a
Drácula.
- ... de nafta, quise decir... - se corrigió Tomasolo, pero ya la
Kawasaki había alcanzado los 120 km por hora.
Melenudo
Tomasolo una vez interrogaba a un paciente que tenía várices
esofágicas, una enfermedad que puede producir hemorragias
digestivas.
- ¿tuvo melena? - dijo, usando el término médico para excrementos
de color negro, debidos a la sangre digerida.
- De jovencito sí doctor -respondió el paciente- , pero en la
colimba me raparon y a los treinta y cinco me empecé a pelar.
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Malogrado
Contaba un enfermero del Hospital Muñiz que M.G. era un gran
fanático de la medicina, aspirante a infectólogo. Se lo conocía
por el celo exagerado con que trataba a sus pacientes. Los
revisaba del derecho y del revés, les pedía infinidad de análisis,
los hacía toser, estornudar, decir 33 y respirar hondo hasta
agotarlos. Cuando terminaba, volvía a empezar para asegurarse de
que no se le había escapado nada. Y sobre todo, creía en el
interrogatorio y el diálogo con el paciente hasta el infinito. Sus
consultas duraban horas y horas. Sus colegas decían que ahuyentaba
la enfermedad con la charla, y que los microbios se iban por no
aguantarlo.
Hasta que un enfermo de rabia, cansado del quinto fondo de
ojo que le hacía en el día, le mordió la nariz y lo contagió. Esa
vez no hubo revisación ni interrogatorio que valiera, y M.G. se
murió en tres días.
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COMO SOBREVIVIR A LA ENFERMEDAD
El humor médico, en especial de ciertas especialidades como
la cirugía, tiene a ser sumamente ácido, llegando muchas veces al
humor negro, y representa un modo sano de escapar de la tensión
nerviosa, y la carga emocional que implica el contacto diario con
la enfermedad. Las bromas que se hacen sobre los enfermos, aunque
puedan parecer irrespetuosas, casi siempre significan:
- "No nos dejamos abatir ni desanimar por la enfermedad. Estamos
para luchar contra ella".
Soy un convencido de que nadie que pueda reirse o hacer reir,
está demasiado grave. Del cuerpo puede ser, pero no del espíritu.
Estratagema
En una clínica donde se atendían casos de SIDA, se presentó
un matrimonio con aspecto preocupado. El hombre se presentó como
médico, y planteó que había tenido una aventura extramatrimonial,
y que temía haber contraído el SIDA.
Dado que el marido declaraba una sola relación protegida como
todo factor de riesgo, les aclaré que el riesgo era mínimo, que no
había casi ninguna chance de infección, y que el análisis era
innecesario. De todos modos ambos insistieron en hacerlo, y lo más
completo posible, mientras no dejaban de persignarse, llorar y
dramatizar la situación.
A la semana vinieron a buscar el resultado, que como era de
esperar, era negativo. El alivio que mostraron fue patético, y la
reconciliación, emocionante.
En un aparte que pude hacer con el colega, le dije:
- ¿Vió, Doctor, que habían exagerado un poco con el temor al
contagio?
- Ya sé, flaco - me contestó - Lo que pasa es que la bruja me
descubrió un fato y si no le hacía el circo del SIDA con el final
feliz, iba a dormir en la bañadera por el resto de mis días.
Pelo quemado
En una sala de terapia intensiva, los médicos llevaban horas
tratando de reanimar a un paciente crítico. En determinado momento
el jefe llegó a la conclusión de que no hacía falta proseguir con
el esfuerzo innecesario, y realizó un esfuerzo por romper la gran
tensión nerviosa de su equipo:
- Fíjese el aspecto de los vellos del periné - ordenó a un
estudiante.
Este hizo ademán de responder al pedido, pero se le ocurrió
preguntar:
- ¿para qué?
- Para ver si cagó fuego.
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Doble sentido
Una paciente cordobesa estaba internada en un hospital de la
capital, aquejada de una enfermedad grave, pero que sobrellevaba
con gran entereza de ánimo. Recientemente la habían sometido a una
colostomía, y se estaba reponiendo de la cirugía. El médico la
visitó cuando estaba con la chata puesta y le preguntó:
- ¿Qué tal? ¿Cómo anda con la bolsita?
La chica, con el acento y el típico humor de su provincia, le
respondió:
- Aquí me'ando, Doctor, sin saber lo q'ago.
Seducción
Promediando
la
última
cirugía
del
día
sábado,
los
profesionales habían hecho una pausa y aprovechaban para relajarse
y charlar. Una enfermera le comentó al cirujano que le gustaba la
colonia para afeitarse que había usado.
- Que lindo perfume -dijo ella-. ¿Qué es lo que tiene?
- Una erección, pero no creí que pudiera olerla.
(de "Médicos. La otra historia", por J. Pekkanen. Ed. Atlántida).
Futbolero
En una sala de enfermos bastante severos del Hospital
Pirovano, en una tarde habían fallecido dos pacientes: el de la
cama 45 y el de la 47. El médico pasó a ver al de la cama 46, y le
preguntó como andaba.
- Tirando la pelota al córner, doctor. Y además, me estoy quedando
sin wines. - respondió el paciente. - ¿Falta mucho para el primer
tiempo?
(Para las lectoras: wing, o wines, son los jugadores de fútbol que
juegan a los costados del campo)
(REFERIDA POR EL DR. R. GÓMEZ TEJADA)
Ramón Pardo
Un pediatra, el Dr. Mauricio P., recibió un llamado poco
habitual; le pedían que atendiera a un pacientito muy especial;
que se comprometiera por teléfono a no sorprenderse; y le
insistieron mucho en que prometiera no negarse a la tarea. El
misterio se reveló cuando finalmente el profesional accedió a ver
al paciente: se trataba de un monito.
Pertenecía a un circo de la zona de Quilmes, y su dueño no
confiaba en el veterinario disponible, que se especializaba en
vacas y caballos.
Como sospechó una bronconeumonía, lo primero que hizo fue
sacarle una placa de tórax. Aparentemente los gérmenes de los
monos son similares a los humanos, porque el animalito respondió
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bien a los antibióticos.
Jodosi en seguida le
que con el nombre supuesto
todo el hospital, y fue
estudiantes y de más de un
encontró la veta cómica al asunto, ya
de Ramonito Pardo, la placa circuló por
el quebradero de cabeza de todos los
radiólogo.
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COMO SOBREVIVIR A LOS JEFES
Los jefes son los jefes, en la medicina así como en la
oficina o la carpintería. Y las bromas de los empleados, cuando no
son demasiado agresivas, son una inocente forma de revancha contra
la figura del jefe. Revancha en la cual se suele emplear mucho más
ingenio que en el trabajo propiamente dicho. Los jefes se lo
tienen merecido.
Obsesivo
El Director del Hospital, un Licenciado en Administración de
Salud o algo parecido, tenía loco a todo el personal con su
obsesión por los aspectos burocráticos y formales, su intromisión
permanente en temas que no entendía ni le correspondían, y sus
requerimientos insólitos.
Una de sus víctimas predilectas era Luisito N., una enfermero
muy correcto, pero tan discreto y calladito que nunca se sabía
bien lo que pensaba. El Director lo tenía corriendo todo el día
con
encargues
menores:
compráme
cigarrillos,
prendé
la
calefacción, abrí la ventana, averiguame que hay de comer. Un día
en que todo el personal médico estaba de sobremesa festejando un
cumpleaños, sonó el teléfono y Luisito atendió.
- El Director quiere que le tome la presión - informó recogiendo
su tensiómetro.
- Justo ahora. Qué molesto - comentó uno.
- Tomarle la presión al Sr. Director no es tanta molestia respondió Luisito estoico. Y agregó en voz baja: - El manguito se
infla solo.
El poder de la química.
Había un jefe de servicio que mandoneaba mucho al último que
había ingresado, y que le pedía cosas fuera de lugar, como que le
sirviera el té o le prendiera el ventilador. Una vez le tocó
Jodosi, que había sido ayudante de Química de la Facultad, y
preparó una broma para vengarse.
Jodosi vació la azucarera y la llenó con una agarosa de
secado rápido. Esperó a una ocasión especial para la broma: un
ateneo con gran concurrencia de estudiantes. Cuando le pidieron el
consabido té, acercó solícitamente la azucarera, rellena con un
polvo muy similar al azúcar impalpable. Luego prendió el
ventilador y lo apuntó a la taza para apurar el secado.
El jefe hizo lo de siempre: endulzó su té, lo revolvió, y
dejó pasar unos minutos antes de beberlo: los suficientes como
para que la agarosa se transformará en un duro gel. El jefe,
irritado y asustado al notar el extraño té, arrojó la taza al
piso, quebrándola en mil pedazos.
El efecto fue peor, pues se liberó una "taza" de gel, que
rebotó en el piso varias veces como una pelota, causando la
hilaridad general.
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Firma automática
Un Jefe de Guardia acostumbraba delegar a sus practicantes
muchas tareas importantes, incluyendo funciones administrativas de
mucha responsabilidad, y también firmaba todos los papeles que se
le presentaban sin prestarles mucha atención. Los médicos se
quejaron varias veces pero no obtuvieron satisfacción, pues el
jefe sostenía que su misión era supervisar y tomar decisiones,
pero no ejecutarlas.
Un día dos señores vestidos de negro se presentaron en la
guardia y preguntaron muy insistentemente por el Jefe. Luego de
varios intermediarios y mensajes, éste accedió a recibirlos.
- Somos de la Funeraria XX, y venimos a retirar el cuerpo de
Fulano de Tal - dijo uno de ellos.
- ¿Qué cuerpo? Si Fulano de Tal soy yo.
- ¿Quien es Jefe de Guardia?
- Yo.
- Entonces debe haber algún error. Ud. firmó su propio certificado
de defunción.
La broma le cayó pesada, pero surgió efecto.
Inocente
En un hospital municipal, la oficina del Jefe de Pediatría
era un lugar gélido y abandonado. No había modo de poner
calefacción ni refrigeración de ningún tipo.
Un 28 de diciembre los residentes pusieron un gran cartel que
decía: CLAUSURADO POR ESCAPE DE GAS. El Jefe de Servicio se pegó
un gran susto, y mandó a llamar inmediatamente al servicio de
mantenimiento.
Luego de una breve ojeada, los plomeros informaron que no
sólo no existía pérdida, sino que era archisabido por todos que en
toda ese ala del hospital no había instalación de gas, y ni
siquiera una mísera garrafa.
(REFERIDA POR EL DR. O.GLUZMAN)
Tramposo
El dueño de una clínica era conocido por sus estratagemas
para no pagar las cuentas. En una oportunidad se habían juntado
varios cobradores en el hall, y viendo el auto del dueño en la
puerta se habían propuesto esperar a que saliera.
En toda la tarde los cobradores vigilaron el movimiento de la
clínica: pacientes, proveedores, desechos patológicos y un cuerpo
destinado a la morgue.
Luego de varias horas de espera, los acreedores entraron a
sospechar algo. Finalmente interrogaron a los camilleros, y
descubrieron la artimaña: el dueño había huído "disfrazado" de
cadáver.
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COMO SOBREVIVIR A LA ETICA MEDICA
Si no fuera por la ética, los médicos podrían hacer
publicidad, hablar mal de los colegas, robarse pacientes entre sí,
participar
honorarios,
vender
secretos
a
las
revistas
sensacionalistas, captar pacientes en el hospital, presentar sus
éxitos en la TV y los diarios, y una serie de otras actividades
que harían relamerse a más de un publicista.
Sin embargo, aunque a veces no se note, existe un código de
ética que prohibe todo lo anterior. Algo así como el célebre
dicho: "Todo lo que me gusta es inmoral, ilegal o engorda".
He aquí algunas reflexiones sobre la ética médica.
Sinonimia
Un profesor de Medicina Legal nos decía: "La participación de
honorarios,
dicotomía,
ana-ana,
diego,
cometa,
retorno,
porcentaje, retribución o comisión, es antiética y contraria a la
dignidad profesional".
A lo que un alumno preguntó, inocentemente:
- Digo yo, si es tan mala, ¿cómo tiene tantos nombres?
Como publicitar éticamente
En un libro de Medicina Legal, donde figuraba el siguiente
párrafo del código de Etica Médica:
"La publicidad médica debe ser moderada, ética, limitada,
discreta, escueta y modesta. No se pueden mostrar con fines
publicitarios fotos, cartas de agradecimiento de pacientes,
promesas de curación, ni tampoco hacer publicaciones en la
prensa no médica, apariciones en radio o TV, etc."
... alguien había anotado, en lápiz:
No dice nada de publicidad en globos aerostáticos, carteles
en la ruta, volantes, lapiceras, paquetes de cigarrillos,
autos de carrera, murales, graffitis, tatuajes ni remeras
estampadas.
Juramento hipocrático
En el mismo libro, a continuación del juramento hipocrático:
"Juro por Apolo, médico, por Esculapio, Higias y Panacea y
por todos los dioses y diosas, a quienes pongo por testigos
de la observancia del siguiente juramento ..."
... alguien había escrito:
Recomendamos tomar nota para saber a quien hay que ir a
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reclamarle en caso de malpraxis.
Y luego del párrafo siguiente:
"Tributaré a mi maestro de medicina el mismo respeto que a
los autores de mis días, partiendo con él mi fortuna, y
socorriéndolo si lo necesitase; trataré a sus hijos como a
mis hermanos, y si quisieren aprender ciencia, se la enseñaré
desinteresadamente y sin ningún género de recompensa"
... decía:
Este artículo explica el origen de la palabra "hipócrita".
Y al final del juramento:
"Si observo con fidelidad mi juramento, séame concedido gozar
felizmente mi vida y profesión, honrado siempre entre los
hombres; si lo quebranto y soy perjuro, caiga sobre mí la
suerte contraria".
... habían agregado:
En consecuencia, si los médicos se toman a pecho el
juramento, tienen que enseñar gratis a medio país, y
compartir su fortuna con el otro medio. Y si no lo cumplen,
les cabe ser meados por los unicornios, los centauros, y
todos los bichos de la mitología griega. De uno u otro modo,
pierden como en la guerra.
Traducción
En un libro de bacteriología estaba resaltado el siguiente
párrafo:
"Extraer la muestra de fauces con un hisopo estéril, diluir
en solución para diagnóstico, y conservar en heladera.
Trabajar en ambiente limpio para evitar contaminaciones. En
Inglaterra son comunes las cepas más nefritogénicas de
estreptoco."
Y en el margen alguien había escrito: "Donde dice estéril,
léase limpio. Donde dice solución para diagnóstico, léase agua de
la canilla. Donde dice conservar en heladera, léase no calentar.
Donde dice limpio, léase sin demasiada tierra. Y donde dice
Inglaterra, obviamente, léase Argentina".
COMPRIMIDOS ANONIMOS
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Lo que dice el médico, y lo que realmente piensa.
"Debemos ocuparnos de esto inmediatamente".
(Me voy de vacaciones la semana próxima, pero esto es tan fácil y
rentable que lo quiero resolver antes que se cure solo)
"Ajammmm, qué es lo que tenemos aquí..."
(No tengo la menor idea de lo que es, ¿lo sabe Ud.?
"Vamos a ver"
(Tengo el Vademecum en el segundo cajón y lo voy a consultar
mientras Ud. se viste)
"Déjeme consultar la historia clínica"
(Voy a ver si su obra social está pagando en fecha antes de perder
más tiempo con Ud.)_
"Vamos a hacer una interconsulta antes de seguir adelante"
(Tengo cancha de tenis reservada dentro de media hora)
"No le puedo recomendar ningún homeópata, lo lamento"
(Minga le voy a mandar pacientes a ese turro. El está por terminar
el quincho, y yo todavía no tengo los armarios de la cocina")
"Hmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm."
(No tengo la menor idea de qué hacer con esto. Ojalá suene el
teléfono o me llame la secretaria)
"Tengo algunas noticias buenas y otras malas"
(Esto se puede operar, pero te va a costar un fangote)
"Veremos que pasa"
(A lo mejor se transforma en algo que se sepa lo que es)
"Es indispensable hacer unos estudios primero"
(La bioquímica es un bombón y me pasa un diego)
"¿Cómo andamos hoy?
(Yo ando bárbaro. Ud., por otra parte, asusta)
"Vamos a probar un producto nuevo que dá excelentes resultados"
(Estoy haciendo un trabajo para el laboratorio, y Ud. va a hacer
de conejito de indias).
"Si no se cura para la semana que viene, llámeme"
(No se que diablos será. Pero quizá se vaya solo).
"Venga a controlarse pasado mañana"
(Afortunadamente, no estoy de guardia)
"Esta herida está bastante fea"
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(Creo que voy a vomitar)
"Esto le va a doler un poquito"
(La última vez que hice esto, se enteró todo el barrio)
"A ver, cuénteme como anda la cosa"
(No me puedo acordar quien es Ud., ni porqué diablos está acá)
"Esto le va a hacer bien"
(Dice el visitador que tapa todos los síntomas)
"Aparentemente todo está normal y no hace falta tratamiento"
(No sé como voy a pagar la cuota del auto este mes)
"¿No es cierto que Ud. está pasando por un período de mucho
estrés, tensión emocional, nerviosismo?
(Ud. está más loco que una cabra.)
¿No le vendrían bien unos días de desintoxicación nerviosa?
(El chalequito blanco te va a sentar bárbaro)
"Quítese la ropa por favor"
(Hoy no me reí de nada todavía)
"Hay bastante de esto dando vueltas"
(Voy a tener que agarrar el libro nomás)
"Si, ya sé que con ese dinero se puede hacer un viaje a Europa,
pero estos tratamientos son así de caros"
(Voy a hacer Madrid, París, y Londres, y si puedo una escapadita a
Amsterdam)
"La evolución de este tipo de patología suele ser bastante
tórpida"
(Vas a estar mirando los yuyos desde la raíz a lo sumo en dos
meses)
"Ud. tiene una atipía de rápida progresión hacia la caquexia
total"
(Andá probándote el sobretodo de roble)
(recogido de la INTERNET y adaptado)
Frases célebres
En la habitación de los médicos de guardia de un hospital de
la provincia de Bs.As., que por años no se había pintado, una
pared muy vieja había sido destinada a los graffitti. He aquí
algunos:
"En la Facultad, el que sabe sabe, y el que no, es ayudante".
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"Las formas de alcanzar el título de especialista en los
hospitales serios son: Residencia, Concurrencia y Visitancia. En
los hospitales menos serios, Concurrancia y Figurancia".
"Yo voy al médico para que pueda vivir el médico; compro lo que me
receta para que pueda vivir el farmacéutico; y no lo tomo para
poder vivir yo".
"Me río de esos médicos que no pueden diagnosticar un resfrío sin
pedir dosaje de Nosécuantasa, de Retorcidasa, y de la Reputíncarajinasa"
"No hay más remedio, dijo Pancracia, y vendió la farmacia".
(de Landriscina)
"Le decían 00 Gómez. Por lo de la licencia para matar".
"Hay profesores y profesoretes".
Refranes célebres
En otra pared del mismo Hospital, algún anónimo poeta
escribió un refrán, y en seguida otros continuaron en el mismo
estilo:
Nada se cura, todo se transforma.
Más vale pájaro en mano, que gonococcia sin diagnosticar.
No por mucho madrugar, se evacúa más temprano.
Tanto va el papagayo al baño, que al fin se vuelca.
A mal tiempo, muchas anginas.
Quien a hierro mata, hemosiderótico muere.
En casa de médico, tisana de hierbas.
De gustos no hay nada escrito, decía uno y le ponía oporto a la
enema.
Mens sana in corpore enfermo.
No recetes a los demás, lo que no quisieras que te receten a tí.
En boca cerrada no entran estreptococos.
Madre hay dos: duramadre y píamadre.
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En el país de los tuertos, el oftalmólogo es rey.
El tiempo cura todas las heridas, pero el médico le hace las
cobranzas.
CONVERSACION ENTRE EL EDITOR (JL) Y EL AUTOR (S): ACERCA DE LA
ETICA Y LA REALIDAD EN LA MEDICINA ARGENTINA.
JL: Uds., los médicos, ¿son concientes del poder casi mágico que
el resto de los seres humanos les delegan al transitar los límites
de la vida y la muerte como labor cotidiana?
S.: Somos concientes, porque lo hemos vivido como pacientes, como
estudiantes y desde el primer día de trabajo. Además, la relación
médico-paciente es objeto de estudio en materias de la carrera,
tales como Psicología Médica y Medicina Legal. Tal es así que
muchas experiencias médicas se hacen comparando un medicamento con
un placebo, es decir, una droga que no tiene efectos. Y se ve que
el placebo siempre surte algún efecto, que es de carácter
psicológico.
JL.: Me interesó tu obra porque trasciende el plano del humor para
transmitir un mensaje muy polémico. ¿Hay alta corrupción en el
ejercicio de la medicina?.
S.: Corrupción existe, como en todos los ámbitos. Y puede ser a
distintos niveles, desde las faltas más graves, como ser operar
dolencias inexistentes, hasta las violaciones de la ética de grado
dudoso o limítrofe, como ser la publicidad encubierta o indirecta
en los medios de comunicación, o la aceptación de contribuciones
de los laboratorios farmacéuticos.
El robo, la coima, la estafa, la propaganda engañosa, la mala
práctica médica y otras lacras, son atribuíbles tanto al sistema
que las permite y fomenta, como a los individuos que las ejecutan
o las consienten. Y la culpa es tanto más grande cuanto más alto
en la escala social está la persona: no es lo mismo robar una
gallina para comer, que un millón de dólares para construir un
chalet.
Sin pretender justificar a nadie, creo que la mayoría de las
veces no es una única persona la corrupta, o la que falta a la
ética, sino todo un sistema. Cuando el sistema es perverso, es
decir, todos engañan a todos, lo más sano es hacer un esfuerzo por
cambiarlo, o salir de él. El silencio es cómplice.
JL.: ¿Existen médicos que cuando ven un enfermo calculan la tasa
de ganancia que les puede dejar tal o cual enfermedad?
S.: Es cierto, pero esto en sí no es nada incorrecto. Lo que
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importa es que se brinde un buen nivel de atención a todos.
El médico no debe discriminar a sus pacientes ni por
enfermedad ni por condición social. Sin embargo, hay veces que un
funcionario puede hacerlo por él. Por ejemplo, un administrador
que decida qué médico va a atender a qué paciente. Hay muchas
otras formas en que el sistema elude el principio de igualdad de
la atención médica.
Al respecto de la rentabilidad de los pacientes, recuerdo el
caso de una empresa de seguro médico que había puesto una oficina
de reclutamiento en un tercer piso por escalera. El negocio era
redondo, porque ningún paciente demasiado enfermo podía anotarse.
JL.: ¿Qué especialidad médica deja más ganancia?.
S.: Es muy difícil agrupar a las patologías en más o menos
rentables. Es evidente que hay prestaciones muy caras, como ser en
cirugía, terapia intensiva y obstetricia. Pero también es más
grande la competencia, y es más importante un factor de creciente
importancia en la medicina moderna: los juicios por mala práctica
médica (malpraxis). También es necesario que el especialista posea
una formación y actualización más intensa.
Por otra parte un clínico bueno y astuto puede hacer más
dinero que un neurocirujano regular, y eso pasa con cualquier
especialidad.
Es tradicional recomendar la Dermatología a las mujeres que
desean ocuparse bien de su familia, porque no hay guardias ni
urgencias y casi ningún paciente muere por problemas de piel. Se
sabe que ciertas especialidades donde se usan productos caros o
recetas magistrales, como Oncología, Infectología, Dermatología y
Nutrición, son muy halagadas por los laboratorios farmacéuticos y
las farmacias especializadas, que mueven mucho dinero.
Dado que ninguna especialidad garantiza el éxito económico,
recomiendo al estudiante seguir estos criterios:
1) elegir alguna especialidad que no esté superpoblada,
2) elegir una en la cual tenga alguna ventaja competitiva sobre
los demás (habilidad especial, parientes que le puedan ayudar a
establecerse, vinculaciones)
3) elegir un área en la cual crea, que le guste, y donde pueda
trabajar con alegría.
¿Qué justificaciones
"transan"?
éticas
circulan
entre
los
médicos
que
Las justificaciones para faltar a la ética pueden ser varias.
Desde las obras sociales que no pagan, hasta el ejemplo negativo
de los funcionarios corruptos. Los empleados públicos suelen
decir: "El Estado hace como que me paga, y yo hago como que
trabajo".
En la colimba, es fama que todos roban para reponer los
elementos que les han robado. En la medicina a veces ocurre lo
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mismo.
Los aborteros esgrimen varias justificaciones: que ayudan a
la gente, que la mujer de todos modos va a concurrir a una
abortera, que evitan muertes por aborto séptico, etc. Más allá de
la discusión sobre si el aborto debiera o no ser legal, lo cierto
es que es ilegal, y nadie tiene derecho a vivir del crimen. Los
aborteros hacen su negocio por dinero y nada más. Si lo hicieran
por beneficencia, trabajarían al costo. Y no conozco a nadie que
lo haga.
Dada tu experiencia en el exterior, ¿qué sucede en otros países
con la ética y la medicina?
En EE.UU. los médicos ganan fortunas, normalmente pasan de
los 100.000$ al año, pero tienen que pagar un alta suma para poder
estudiar, que pagan en cuotas cuando se reciben (si se reciben).
Hay también un alto monto en concepto de seguro de malpraxis. Como
el sistema judicial es muy celoso y controla a los médicos de muy
cerca, el resultado es que los gastos en exámenes y análisis
complementarios son astronómicos, y que una simple uña encarnada
puede ser motivo de docenas de visitas, interconsultas y análisis.
Es muy común ver a los abogados rondando las morgues y las salidas
de los hospitales, buscando pacientes disconformes que quieran
enjuiciar a sus médicos.
La medicina en EE.UU. es buena y la corrupción no es tan
visible como aquí, pero el sistema es sumamente caro, acorde con
el potencial económico del país. Al analizar ese sistema médico,
es inevitable llegar a dos conclusiones: la primera, que ojalá
nosotros tuviéramos semejante tecnología; y la segunda, que es un
milagro que en nuestro país se haga tanto, en relación a los
mínimos recursos de que disponemos.
Tengo entendido que en Japón los médicos pueden dispensar
medicamentos, y en China, hierbas medicinales. Eso les da un poder
mayor aún que en los países donde las profesiones médica y
farmacéutica están estrictamente separadas.
En ciertas civilizaciones el médico recibía un premio cuando
curaba, y un castigo cuando causaba daño. En otras, el médico
recibía un pago cuando sus pacientes estaban sanos, en lugar de
cuando estaban enfermos. Esto refleja que el problema del control
de la actividad médica existió desde siempre.
Las situaciones
atípicas?
que
describís
en
este
libro,
¿son
comunes
o
Todas tienen una base de realidad, aunque algunas están
caricaturizadas. A veces la realidad va mucho más allá de la
literatura, pero no siempre es fácil de traducirla en forma de
anécdotas.
¿Qué les dirías a quienes aspiran a ser médicos?
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A los estudiantes de secundaria que están por elegir una
carrera, tienen en cuenta la Medicina, y por eso compraron este
libro, vayan mis palabras de aliento. Es una profesión con algunas
contras: el olor y la suciedad de los enfermos; las enfermedades
desagradables y contagiosas; el estudiar día y noche por los
primeros treinta años, y luego sólo la noche por los segundos
treinta; ser convocados a largas guardias y a corridas nocturnas;
hacer muchas cosas sólo por el bien de la humanidad; llevar en la
conciencia los errores cometidos y sus consecuencias; etc.
Pero que también tiene sus recompensas: que les digan doctor,
y que puedan estacionar el auto en lugares prohibidos por una
hora, siempre que estén atendiendo una emergencia y que no haya
parquímetro. Y claro, siempre que tengan auto.
Hay algunas otros aspectos positivos menos visibles de la
profesión médica, pero no es fácil ponerlos en un libro con
espíritu humorístico; hay que vivirlos para conocerlos. Surgen de
haber estado en una guardia de hospital, enfrentando con pocos
recursos a la enfermedad y la miseria. O de haber visto confirmado
un diagnóstico difícil. O tratado exitosamente algún caso rebelde.
Las dramatizaciones televisivas de la actividad médica, aún a
través de su parcialidad y de cierta deformación de los hechos,
trasmiten la sensación de desafío ineludible que siente el médico
cada vez que sale a enfrentar un nuevo caso.
El carácter único e indescriptible de la actividad médica se
trasluce en la respuesta que dan la gran mayoría de los médicos
cuando se les pregunta que harían si pudieran volver a los
dieciocho años: ¡Medicina!.
¿Y algo que decir a tus colegas?
Si bien mi tarea nunca tuvo un lado clínico, me considero
parte de la profesión médica, y siento un gran respeto por quienes
trabajan por ella, a veces en condiciones muy adversas.
No desconozco que la situación sanitaria de nuestro país no
da demasiado espacio para la broma. Es por eso que, de las muchas
anécdotas médicas que recogí, sólo incluí aquellas que permiten
una sonrisa o ilustran alguna realidad pintoresca, y eludí las
muchas que me parecieron más patéticas que cómicas.
Pido disculpas a mis colegas por querer generalizar en el
tema médico a través de esta visión irreverente y parcial. Espero
que nadie lo tome a mal.
Hay mucho más por decir y por teorizar acerca de la
profesión, en broma o en serio. Quizá pueda hacerlo en una
continuación de este libro... Para lo cual acepto derivaciones...
de anécdotas.
FRASES FINALES
El editor y yo preveemos que muchos lectores de este libro
serán estudiantes de secundaria o principiantes de la carrera de
Medicina. Por ello, presumimos que no conocen el Código de Etica
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Médica actualmente vigente, que se estudia en Medicina Legal, una
de las últimas materias de la carrera. Es por eso que decidimos
incluir dicha normativa como capítulo final de esta obra.
Se verá que muchas de las situaciones que hemos referido por
su carácter anecdótico reflejan aspectos de la realidad que no
siempre condicen con la ética.
La medicina se presta mucho a quebrantar la ética; esto
ocurre porque dista mucho de ser una ciencia exacta; porque ante
la perspectiva de perder la salud todos perdemos el equilibrio y
la sangre fría, y porque es imposible ponerle precio a una vida, a
un órgano, o al equilibrio mental. De allí la necesidad de un
juramento de honor, de una relación médico-paciente imbuída de
mutua confianza, y de un código que diferencie lo correcto de lo
inapropiado.
La sociedad moderna está experimentando un fuerte cambio de
valores, y de ideologías, que no han muerto pero sí se han
transformado. La teoría del libre mercado, en la cual todo tiene
un valor monetario, está desplazando al viejo concepto de nuestros
padres que valorizaban a "M'hijo el Dotor", o a los personajes
médicos de las series de TV.
Esto explica la crisis de una profesión como la medicina, en
la cual primaban la fama y el mérito personal, el reconocimiento
académico, y el status social.
Hay algunos conceptos que pueden parecernos obvios, pero que
actualmente son objeto de controversia: la igualdad de los seres
humanos ante la ley, la ausencia de prerrogativas de nacimiento,
la prohibición de matar, el derecho a la vida, etc.
La ética (y la ley) prohiben al médico hacer diferencias
políticas, sociales o económicas entre sus pacientes. Sin embargo,
la realidad es muy diferente. La tecnificación de la medicina, con
los altos costos que conlleva, y la tendencia hacia la
privatización del sistema de salud, hacen muy difícil, y hasta
utópico, que una persona de bajos recursos reciba la misma calidad
de atención médica que otra de buen nivel económico. Y a esto se
suma la proletarización de las profesiones sanitarias en la
Argentina, que restringe aún más el margen de maniobra de los
profesionales bienintencionados para actuar con ética.
Hay una tendencia, o una actitud, por la cual pareciera que
el dinero es el único parámetro con que se juzgan los hechos, las
actitudes y las ideas de la gente. Salvar una vida ya no parece
tener un valor especial, sino el que el mercado le adjudica a una
prestación médica cualquiera.
Un colega me decía hace poco lo siguiente:
"Cuando yo elegí la carrera de Medicina, el médico era un
prócer. Se lo trataba con deferencia y respeto, y no se ponían en
duda sus afirmaciones. Hoy en día, haciendo atención domiciliaria,
tengo dificultad en conseguir que sujeten al perro para que no me
ladre y me muerda; en identificar a la persona que llamó al
médico, porque en la casa no todos están enterados del asunto. Y
por último, cuando logré llegar a la cama del enfermo y trato de
oir lo que me dice, tengo que ponerme firme para que apaguen la
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TV. ¿a vos te parece?"
Y a Ud., lector, ¿que le parece?.
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