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TRASTORNOS EMOCIONALES Y DE LA CONDUCTA
1.-¿QUÉ ES LA PSICOPATOLOGÍA?
Todos conocemos hechos catalogados como anormales. Sabemos que algún dictador
está loco por conseguir o disfrutar del poder en algún lugar de la Tierra, que algún
psicópata mata a muchas personas por venganza o que un líder de una secta planea un
suicidio colectivo.
En la vida cotidiana también vemos a personas con crisis por la muerte de un ser querido
o que padecen problemas matrimoniales y no saben cómo afrontarlos, y muchas sufren
por conductas que escapan a su control: fobias, drogodependencias o el juego patológico.
¿Por qué hay adolescentes anoréxicos? ¿Es normal que algunos jóvenes sufran
trastornos de ansiedad? ¿Por qué las relaciones de pareja se degradan o desaparecen
poco después de establecerse?
Estos trastornos, graves o leves, son tratados por la psiquiatría y la psicología clínica, que
tienen un largo camino por recorrer, porque algunos no están bien definidos, ignoramos
sus causas o los tratamientos no obtienen la eficacia deseada.
Los trastornos psicológicos existen desde los orígenes de la humanidad, pero sólo desde
hace poco tiempo se ha comenzado a cartografiar la nebulosa montaña de la
psicopatología.
A. Evolución histórica de la psicopatología
Qué entendemos por salud y enfermedad, locura o perturbación psicológica depende,
igual que otras concepciones sobre la naturaleza humana, del contexto histórico y de la
visión del mundo que tiene una sociedad.
Durante la Antigüedad y en la mayoría de las civilizaciones, los trastornos psicológicos
eran una condena, porque se les atribuían causas sobrenaturales. El concepto de
enfermedad mental es de reciente aparición, pero los de loco, endemoniado o poseído
parece que han existido siempre.
En la Grecia clásica la locura se consideraba producto de la posesión de espíritus
malignos y los médicos-sacerdotes establecían rogativas y ceremoniales al dios
Esculapio. Esta concepción de la locura como fenómeno sobrenatural se mantuvo hasta
Hipócrates (460-357 a.c.). Este pionero de la medicina señaló que el origen de los
trastornos mentales se debía a un desequilibrio de los cuatro humores corporales: sangre,
flema, bilis negra y bilis amarilla.
Hipócrates fue también el autor de la primera clasificación psicológica de los
temperamentos (colérico, sanguíneo, melancólico y flemático), y quien estableció tres
categorías de trastorno mental: manía, melancolía e histeria, ideas que perduraron hasta
el final de la civilización grecorromana.
En Roma, el principal defensor de la tradición hipocrática fue Galeno (130-200 d.c.).
Según su opinión, las causas de la locura podían ser orgánicas (lesiones, exceso de
alcohol, cambios menstruales) o mentales (miedos, desengaños, angustias). Su esfuerzo
por comprender racionalmente la locura se perdió por el oscurantismo e ignorancia que se
prolongó durante la época medieval.
1
Durante la Edad Media, los trastornos psicológicos como la demencia fueron
considerados una manifestación de potencias maléficas, y los tratamientos recibidos por
las personas que los padecían eran tan bárbaros corno las hogueras organizadas por la
Inquisición.
A partir del siglo XVIII, durante la Revolución francesa, Philipe Pinel (1745-1826), elaboró
una clasificación de los trastornos mentales (melancolía, manía, demencia, idiocia), y
defendió un tratamiento de la mente que debía seguir los mismos pasos que los
tratamientos físicos para el cuerpo.
El estudio científico de la locura no comenzó hasta finales del siglo XIX y principios del
XX. El psiquiatra alemán E. Kraepelin (1856-1926) estableció el concepto de enfermedad
mental; porque consideraba que los trastornos mentales eran análogos a los trastornos
físicos y que había que buscar su causa orgánica específica. Esta consideración
biomédica de la enfermedad mental es defendida hoy por la psiquiatría .
El concepto de enfermedad mental sirvió para aceptar que los individuos con trastornos
psicológicos no eran brujas o pecadores, sino personas que necesitan tratamiento. Sin
embargo, esta conceptualización recibió duras críticas desde la propia psiquiatría con la
obra de Thomas Szasz, El mito de la enfermedad mental (1961) o La fabricación de la
locura (1970), donde afirma que la «enfermedad mental es un mito creado por el
hombre». A este respecto escribe: «Convencionalmente la psiquiatría se define como una
especialidad de la medicina que se ocupa de la diagnosis y del tratamiento de las
enfermedades mentales, pero yo propongo que tal definición, todavía ampliamente
aceptada, coloca a la psiquiatría, junto con la alquimia y la astrología, en la categoría de
pseudociencia».
T. Szasz considera en estas obras que la enfermedad puede afectar sólo al cuerpo, por lo
que no puede haber enfermedad mental. La enfermedad mental es una metáfora, como
cuando hablamos de una economía enferma. Los diagnósticos psiquiátricos son etiquetas
estigmatizadoras, a plicadas a personas cuya conducta molesta u ofende a los demás.
Hoy en día todavía persiste la controversia sobre el tratamiento psicológico entre la
farmacoterapia y la psicoterapia. El descubrimiento de nuevos medicamentos,
comenzando por los antipsicóticos, como la Torazina, los ansiolíticos o los tranquilizantes,
como el Valium, hasta los más recientes antidepresivos, como el Prozac, reflejan avances
en el conocimiento de las causas genéticas o bioquímicas de muchos trastornos.
Los fármacos alivian los síntomas, especialmente los de la esquizofrenia (delirios,
alucinaciones, habla desorganizada y retraimiento extremo) y de la depresión
(desesperación, dificultades para pensar, preocupación por la muerte o el suicidio); sin
embargo, la farmacoterapia ataca sólo los síntomas del trastorno, no las causas. Aun
cuando un desequilibrio bioquímico lo desencadene, se necesita la psicoterapia para
afrontar los problemas conductuales y emocionales.
El gran reto de la psicología clínica del siglo XXI será crear una psicopatología que integre
los factores biológicos y psicosociales y comprender que los trastornos psicológicos
ofrecen caras distintas en las diferentes culturas. Además es necesario atender a las
peculiaridades ambientales que afectan a millones de personas.
B.- MODELOS DE CATEGORIZACIÓN
No es lo mismo creer que los trastornos psicológicos son causados por u na posesión
demoníaca (concepción mitológica) que considerarlos como enfermedad (modelo biomédico), o pensar que son comportamientos anormales desada ptados (modelo cognitivo-conductua l). Los criterios y concepciones teóricas diferentes implican tres modelos
psicopatológicos: el biomédico, el conductual y el biopsicosocial.
1.- El modelo biomédico
Considera el trastorno mental como una enfermedad física más; cualquier alteración
psicopatológica depende de unas causas biológicas subyacentes, sean genéticas,
neurológicas o bioquímicas. Este modelo ha sido desarrollado por la psiquiatría, que trata
los síntomas de la enfermedad, clasifica los cuadros clínicos y los tratamientos se realizan
con fármacos, olvidando posibles intervenciones psicosociales.
2.- El modelo cognitivo-conductual
Describe el comportamiento como un continuo, y las variables que influyen en la conducta
anormal son variadas y complejas, igual que las de la conducta normal. Las diferencias
entre ambas son de grado y no de tipo. La conducta anormal es menos eficaz y
adaptativa que la normal, y más inquietante, pero se mantiene y modifica por los mismos
principios. Los seguidores de este modelo conciben la terapia como una tarea educativa
que consiste en enseñar a la persona a enfrentarse a sus dificultades y a tener mayor
control de su vida.
3.- El modelo biopsicosocial
El paradigma biopsicosocial es un marco conceptual para guiar la práctica clínica, que
trata de analizar la complejidad de la conducta desde tres niveles: biológico (genética,
cerebro, drogas), psicológico (procesos cognitivos, afrontamiento del estrés), y social
(sucesos vitales estresantes). Este modelo acepta la interacción entre diferentes niveles,
aunque todavía faltan investigaciones para saber cómo se concretan estas relaciones.
C.- CRITERIOS DIAGNÓSTICOS
Los trastornos psicológicos son viejos compañeros de la especie humana y siempre nos
han preocupado las alteraciones que provocan en el estado de ánimo o en la conducta.
En la sociedad actual todavía existe cierto desconocimiento y miedo frente a cualquier
patología psicológica, pues no es fácil encontrar una definición clara desde el punto de
vista científico.
Sin embargo, podemos establecer algunos criterios para deslindar los límites entre lo
normal y anormal, y aplicar normas o reglas que nos guíen en el conocimiento de la
psicopatología. Hay cuatro criterios de «anormalidad» para explicar los problemas
psicológicos.
1.- Criterio estadístico
La idea central del criterio estadístico es que las variables psicológicas que definen a un
individuo tienen una distribución normal en su población de referencia.
Todo pensamiento, conducta, emoción que se desvíe de la normalidad es considerado
patológico. Así podemos diferenciar entre una persona con estabilidad emocional y otra
neurótica, igual que distinguimos entre baja y alta capacidad intelectual.
Este criterio no es válido, porque ¿consideramos a todos los genios, pensadores y artistas
como trastornados? Si una mayoría de personas creen en la vida eterna, ¿son anormales
los agnósticos y ateos?
2.- Criterio biológico
El comportamiento anormal se debe al imperfecto funcionamiento del organismo, por
alguna alteración del cerebro, bien sea estructural o funcional. Aunque es innegable la
importancia de los procesos biológicos en las conductas y emociones humanas, también
3
es cierto que estos procesos son influidos por factores psicosociales y ambientales.
3.- Criterio social
Lo psicopatológico es una construcción o convención social establecida en una época
determinada. Como podemos comprobar por los estudios transculturales, lo que en una
cultura es normal, es anormal en otras; por ejemplo, mientras que el alcohol es una droga
legal en Occidente, en la cultura árabe está prohibido.
4.- Criterio subjetivo y personal
Cada individuo sabe cuál es su incapacidad o sufrimiento personal para desarrollar con
éxito su vida. Este criterio tam poco es correcto, porque muchas personas desconocen
sus síntomas o los interpretan mal. Los hipocondríacos son capaces de inventarse
enfermedades y es difícil que una persona demente se valga por sí misma.
Tal vez podemos pensar que ningún criterio es válido, pero debemos reconocer que todos
son necesarios. Los criterios son relativos y no todos tienen el mismo grado de
cientificidad ni explican de igual manera la conducta anormal. Sí es importante saber que
tener dificultades en la vida no es sinónimo de estar «loco».
La salud física y psicológica, tanto en su génesis como en su mantenimiento, es un
estado o proceso bio-psico-social. La salud y la enfermedad son procesos determinados
por diversas variables.
2.- CLASIFICACIÓN Y DIAGNÓSTICO EN PSICOPATOLOGÍA
Actualmente tenemos dos sistemas de clasificación para ordenar los comportamientos
patológicos. Uno es el CIE-10, que es la Clasificación internacional de las enfermedades,
auspiciada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), aprobado en 1990, e incluye
una taxonomía de los trastornos emocionales, de la conducta y del desarrollo. Desde el
año 2007 la OMS está elaborando el CIE-11.
Otro sistema taxonómico es el DSM (Diagnostic and Statistical M anual) de la APA
(Asociación Psiquiátrica Americana). Es una especie de vademécum para uso clínico que
aporta datos epidemiológicos y criterios específicos para cada trastorno, y es el más
aceptado entre los especialistas.
Desde el DSM-1 (1952), que diagnosticó 66 trastornos, pasando por el DSM III (1980),
que diagnosticó 206, hasta el DSM-5 actual (de 2015), ha habido grandes modificaciones
y un aumento del número de categorías diagnósticas.
Esta clasificación facilita la organización de los datos y favorece la comunicación entre los
científicos, pero también tiene sus desventajas, como el estigma social que supone
declarar a una persona enfermo mental, y problemas de fiabilidad respecto al diagnóstico
y tratamiento de algunos trastornos.
Los diagnósticos son subjetivos. Son juicios de valor basados en lo que una sociedad o u
n grupo consideran anormal. No debemos olvidar que en tiempos pasados fueron
consideradas enfermedades mentales la «drapetomanía» (compulsión de los esclavos
negros para escaparse), la sexualidad de mujeres viudas o divorciadas y la
homosexualidad (desaparecida de la clasificación de trastornos mentales en 1980, en el
DSM III-R). Paul Watzlawick decía con ironía que éste ha sido el mayor éxito psiquiátrico
en la historia humana. A golpe de lápiz, millones de personas fueron «curadas de un
trastor no mental».
A.- TRASTORNOS DEL ESTADO DE ÁNIMO: DEPRESIÓN
La sociedad actual, con su excitado ritmo de actividad y competitividad, su culto al éxito,
la cultura de la satisfacción inmediata, la incomunicación y la desconfianza hacia el otro,
crea un terreno propicio para el desarrollo de trastornos depresivos
La depresión puede definirse como un profundo malestar que afecta a todo el cuerpo, los
pensamientos y el estado de ánimo. No es un estado de tristeza pasajero, una debilidad
personal, ni una actitud personal que pueda cambiarse según nuestra voluntad.
Cuando una persona está deprimida, sus pensamientos suelen ser negativos, existe
malestar físico en forma de abatimiento y dolor, y las emociones están cargadas de
tristeza y desesperanza hacia la vida.
La depresión interfiere gravemente en la actividad cotidiana del individuo y posee
características propias según la edad de la persona que la padece. Puede aparecer ante
una situación estresante o desarrollarse a lo largo del tiempo.
Para diagnosticar una depresión es importante saber que su origen no se debe al
consumo de drogas, que es diferente de la manía y no debemos confundirla con los
periodos de duelo, que se producen por la muerte de un ser querido.
En general, podemos distinguir dos tipos de depresiones: endógenas y exógenas. En las
depresiones endógenas no existe una causa externa y son producto de factores
biológicos (deficiencia en el neurotransmisor serotonina), la herencia genética o
problemas neurológicos Las depresiones exógenas pueden originarse por algún conflicto
psicosocial, como divorciarse o estar sin trabajo.
Los síntomas más significativos de la depresión son:

Físicos: problemas de sueño (insomnio), pérdida de apetito, falta de actividad y deseo
sexual. También suelen aparecer dolores de cabeza, estreñimiento y pérdida de la
menstruación en las mujeres .

Anímicos: tristeza e irritabilidad, un excesivo nerviosismo, sentimientos de vacío e
impotencia.

Cognitivos: el rendimiento cognitivo de un deprimido es menor, porque disminuye la
atención y concentración en sus actividades cotidianas.
Según el psicólogo Aaron T. Beck, una persona con depresión tiene una visión negativa
de sí misma, de su entorno y de su futuro. Su modelo cognitivo para la depresión
considera que la valoración negativa, más que un síntoma, es una causa de la depresión;
por esto su terapia aborda el cambio cognitivo del sujeto.

Motivacionales y conductuales: el síntoma más característico es la disminución en la
capacidad de gozar y disfrutar de la vida. El deprimido puede abandonar los estudios
o el trabajo y le cuesta realizar cualquier actividad, como asearse cuando se levanta o
decidir con qué ropa se vestirá .

Interpersonales: un deprimido mantiene unas relaciones tensas con las personas que
le rodean, sea en el ámbito familiar o laboral. La evitación social que acompaña a la
depresión hace que a la persona le resulte más difícil relacionarse, lo que agrava el
problema.
B.- LOS TRASTORNOS DE ANSIEDAD
La angustia y la ansiedad son inherentes a la especie humana, y en algunos casos
constituyen el motor esencial de la actividad cotidiana.
La ansiedad es una sensación difusa, una señal que nos anticipa el peligro o el dolor o
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que surge cuando no somos capaces de comprender la realidad que vivimos o se
tambalea nuestro autoconcepto .
La ansiedad puede ser una sensación en la que se mezclan muchas emociones (miedo,
vergüenza, culpa). Y cuando se pierden el control y la voluntad, aparece la angustia,
asociada a situaciones desesperadas y a fuertes tensiones psíquicas .
La ansiedad es una respuesta emocional en la que actúan tres sistemas (fisiológico,
cognitivo y motor), a veces con escasa covariación entre ellos.
Las manifestaciones de estos sistemas son:

Nivel fisiológico: mayor activación del SNA expresada en cambios en el sistema
cardiovascular (presión sanguínea alta, palpitaciones, incremento de la tasa cardiaca),
cambios en el sistema muscular (excesiva tensión muscular), cambios respiratorios y
mayor actividad electrodérmica.

Nivel cognitivo: presentimientos de la situación temida que generan distorsiones
cognitivas e ideas irracionales, y sentimientos de miedo o tensión emocional.

Nivel motor: las conductas motoras, fruto de la activación fisiológica y la valoración
cognitiva de la situación, consisten en respuestas de escape o evitación, temblor,
quedarse paralizado y tartamudeo.
Los trastornos de ansiedad podemos agruparlos así:
- Las fobias (miedo irracional ante una situación).
- El trastorno obsesivo-compulsivo (obsesión por un pensamiento o conducta que el
sujeto no puede evitar).
- El estrés postraumático (tras un episodio violento).
- El trastorno de ansiedad generalizada.
1.- Trastornos fóbicos
En la mitología griega, los guerreros acudían al dios Fobos para intimidar a los enemigos
y, antes de acudir al combate, pintaban su rostro sobre las máscaras y los escudos. De
ahí proviene que jobos/ fobia se admitiera en la patología con el significado de miedo o
temor hacia algo.
Una fobia es un miedo excesivo, persistente, irracional y desproporcionado, provocado
por determinados objetos, animales, personas o situaciones.
Las fobias se caracterizan por una reacción de atracción y de defensa ante el agente
fóbico, que produce intensa angustia en el sujeto, a pesar de que éste es consciente de
que su temor es injustificado.
Las fobias no pueden ser explicadas o razonadas y están fuera del control voluntario del
sujeto, que trata de escapar o evitar la situación u objeto temido. Todos los fóbicos saben
que su miedo es absurdo, pero no pueden huir de él.
El temor es una reacción natural para la supervivencia del individuo y se convierte en
fobia cuando:
- El objeto temido no entraña ningún peligro real.
- El temor es desproporcionado al peligro.
- El temor es incongruente con el resto de la personalidad del sujeto.
- Perturba la vida cotidiana del sujeto.
Casi todas las personas tienen alguna fobia leve: son comunes los temores a las alturas,
a los espacios cerrados o a las arañas. Algunas fobias son más una molestia que una
incapacidad y pueden desaparecer de forma espontánea, en la infancia o adolescencia.
La agorafobia consiste en el temor a los lugares públicos y se manifiesta por un conjunto
de temores: no salir a la calle, incapacidad de coger transportes públicos, evitar lugares
donde hay mucha gente, como un cine o el supermercado.
Algunos agorafóbicos pueden sufrir ataques de pánico. La persona agorafóbica restringe
su vida a un territorio cada vez más estrecho para protegerse contra la angustia.
La fobia social es un miedo ante situaciones sociales donde la persona se expone a ser
observada, evaluada o humillada por otros y a comportarse o hacer algo embarazoso. Es
un signo de inseguridad y de culpabilidad frente a la mirada ajena .
La fobia social se diferencia de la agorafobia en las conductas de evitación, en las
respuestas fisiológicas del sujeto y en el contenido de sus pensamientos, que suelen ser
negativos y derrotistas. Se puede presentar en diversas formas, como miedo a ser
observado en el trabajo o miedo a hablar en público.
2.- El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC)
El término obsesión deriva del latín obssesioonis, que significa «asedio» La etimología de
la palabra es relevante; la obsesión implica que el individuo lucha contra algo externo que
se le resiste activamente.
Las obsesiones son pensamientos, ideas, imágenes o recuerdos inapropiados no
experimentados como voluntarios, sino como invasores de la conciencia y considerados
repugnantes o sin sentido
Algunas obsesiones se presentan en forma de duda; por ejemplo, una persona no
recuerda si ha cerrado el grifo del gas, y esto le obliga a comprobarlo. Otras consisten en
darle vueltas a un tema religioso, político o alguna experiencia vital. Hay personas que,
después de años de estar separadas, siguen manteniendo un diálogo interno lleno de
dudas sobre esa experiencia.
Las compulsiones son conductas repetitivas, hechas de forma estereotipada (se
denominan rituales) y se realizan en respuesta a una obsesión. La conducta no tiene una
finalidad en sí misma, sino que está orientada a prevenir algún acontecimiento futuro.
Las formas más comunes de compulsiones o conductas rituales son hacer las cosas
siempre en un determinado orden, realizar rituales de limpieza como lavarse
continuamente las manos por miedo a la contaminación o a la suciedad. Puede haber
conductas rituales sin una obsesión precedente.
3.- El estrés postraumático
Las personas que han vivido situaciones inusuales como guerras, accidentes de tráfico,
catástrofes naturales o agresiones sexuales pueden sufrir estrés postraumático.
Aunque no todas las personas viven el acontecimiento con idéntica intensidad y cada una
posee distintos recursos para afrontarlo, el psicólogo Enrique Echeburúa destaca tres
aspectos comunes en estos pacientes:

Las víctimas suelen revivir la agresión sufrida o la experiencia vivida como recuerdos
constantes o pesadillas.
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
Muestran síntomas de irritabilidad, dificultades para conciliar el sueño y embotamiento
afectivo.

Rechazan hablar con sus seres queridos sobre el acontecimiento traumático
C.- TRASTORNOS ESQUIZOFRÉNICOS
El término esquizofrenia (literalmente “mente dividida”) significa fragmentación de las
capacidades cognitivas y afectivas. E. Breuler describió en 1911 este trastorno (sustituto
del término 'demencia precoz') como uno de los más devastadores que existen .
La esquizofrenia es una de las enfermedades más graves y complejas que pueden afectar
al psiquismo humano. Su inicio se sitúa al final de la adolescencia o al comienzo de la
vida adulta, es padecida por personas de ambos sexos y su incidencia es similar en
distintas culturas.
Las características más significativas de la esquizofrenia son:

Percepciones perturbadas. Un esquizofrénico puede sufrir diferentes tipos de
alucinaciones: auditivas (oye voces que le hablan), visuales (ve formas que no existen
en realidad) o cinestésicas (sensaciones de cambio de forma o tamaño de un órgano
corporal).

Desorganización del pensamiento. El pensamiento esquizofrénico es fragmentado y
deformado, sin una base lógica, ha perdido el contacto con la realidad y a otras
personas les parece absurdo. La persona con esquizofrenia puede presentar ideas
delirantes: de grandeza (se cree con poderes especiales), persecutorias (piensa que
es vigilado o perseguido) o somáticas (cree que se estropea su cerebro) También es
frecuente la lectura del pensamiento; piensa que otros conocen sus pensamientos
íntimos.

Emociones y conductas inadecuadas. El esquizofrénico vive en un mundo ilusorio e
inexistente en el que está atrapado, su cuerpo y personalidad le son extraños y sus
reacciones emocionales y afectivas son apáticas. No disfruta de la vida, porque le
parece vacía y sin significado. A veces, viste de forma estrafalaria, por su pérdida de
identidad.

Retraimiento social. Esta conducta está provocada por la dificultad pa ra establecer
relaciones interpersonales.
Hasta ahora los fármacos antipsicóticos eran el único tratamiento para aliviar a estos
pacientes. En la actualidad los psicólogos ayudan a estas personas a vivir con sus
expe-riencias y cambiar sus delirios o creencias desadaptadas.
La psicopatología reconoce cuatro tipos de esquizofrenia:

Paranoide. Se caracteriza por tener ideas delirantes de persecución o de grandeza.
Otros síntomas son las sensaciones auditivas (en ausencia de estímulo externo) y la
desorganización del lenguaje y del comportamiento.

Catatónica. Las personas que la padecen muestra n un negativismo extremo, son
pasivos e incomunicativos, mantienen posturas y movimientos corporales extraños y
estereotipados (pueden permanecer muchas horas con idéntica postura corporal, igual
que un maniquí).

Desorganizada. Las personas con este trastorno presentan un comportamiento infantil
en sus poses y gesticulaciones, hablan con personas imaginarias y su afecto es
inapropiado y superficial.

Residual. Es característica de personas con síntomas psicóticos moderados, como
tener un comportamiento excéntrico o un pensamiento ilógico.
D.- TRASTORNOS DE LA ALIMENTACIÓN
Los trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia y la bulimia nerviosa, son un
problema creciente en las sociedades occidentales. El culto a la imagen corporal y la
moda de la delgadez femenina, características de nuestra cultura, influyen en el
surgimiento de estos problemas que afectan principalmente a mujeres jóvenes.

La anorexia nerviosa
La anorexia nerviosa es un trastorno de la conducta alimentaria que se nutre y crece
conforme aumenta el miedo a engordar. Lo que voluntariamente comienza bajo el dominio
de la razón (controlar la dieta para perder algún kilo) acaba convirtiéndose en una
enfermedad, que ellas mismas se provocan, con su huelga de hambre voluntaria.
Aunque la anorexia afecta a ambos sexos, es típica en chicas de 12 a 20 años, que están
obsesionadas con su peso corporal. La distorsión de la imagen corporal las lleva a percibir
su cuerpo deformado. Los criterios para el diagnóstico de la anorexia son los siguientes:
-
Realización de una dieta obsesiva hasta perder más del 15 % del peso normal,
que se mide de acuerdo a la altura y edad de la persona.
-
Ausencia de otra enfermedad orgánica o psíquica.
-
Tener una imagen de la talla o silueta corporal distorsionada y un miedo intenso a
ganar peso o convertirse en obesa.
-
En general, las adolescentes anoréxicas son buenas estudiantes, hiperactivas y
muy perfeccionistas.
-
Amenorrea o pérdida de la menstruación regular.
-
En algunos casos, durante la anorexia nerviosa, la persona se da atracones de
comida y realiza conductas purgantes (vómitos autoinducidos y mal uso de
laxantes o diuréticos).
El mayor drama de las personas con anorexia es el perfeccionismo: no admiten cometer
errores, quieren ser perfectos, en su físico, en el trabajo, con sus sentimientos y
emociones. Deben aprender que los propios límites nos permiten contactar con la
realidad.
Las causas de la anorexia son desconocidas. Algunos psicólogos consideran que su
origen radica en la idea de belleza vigente en la sociedad occidental, con gran presión
social por estar delgado. Otros la describen como una alteración relacionada con el miedo
a crecer y a la sexualidad, y a problemas familiares.

La bulimia nerviosa
Otro trastorno alimentario es la bulimia, propio de mujeres jóvenes, que se caracteriza por
comer demasiado y realizar conductas purgativas. Muchas jóvenes también cumplen los
criterios de la anorexia nerviosa al inicio de este trastorno. La bulimia nerviosa se
caracteriza por los siguientes síntomas:
-
Desarrollo de hábitos alimenticios anormales tales como seguir dietas rígidas y
conductas ritualizadas durante las comidas.
-
Atracones de comida, que provocan en la persona sentimientos de vergüenza,
9
culpabilidad y desprecio. Para mitigar su estado emocional, vomitan, utilizan
laxantes, diuréticos o hacen excesivo ejercicio físico.
-
Dos episodios de atracón de comida a la semana durante al menos tres meses.
-
Distorsión de la imagen corporal y sensación de pérdida de control sobre la
conducta de comer.
-
Los estados de ánimo negativos, las situaciones estresantes y el hambre intensa
son algunos de los factores desencadenantes de los atracones.
Las personas bulímicas son conscientes de su conducta desadaptada y, con frecuencia,
se sienten culpables y deprimidas. No llegan a ser tan delgadas como las anoréxicas,
pero están obsesionadas con el peso y por mantenerse en forma.
3.- TERAPIAS PSICOLÓGICAS
No existe una psicología que explique de forma concluyente todos los aspectos del ser
humano. En su lugar, tenemos diversas teorías que contemplan los problemas
psicológicos desde diferentes perspectivas, unas veces complementa rias y otras
opuestas.
La psicología clínica dispone de un conjunto de procedimientos y técnicas terapéuticas
para el cambio y la modificación de los problemas cognitivos, emocionales y de conducta.
Puesto que existen distintas orientaciones psicológicas, cada una ha construido sus
técnicas para restablecer el equilibrio psicológico .
A.- ¿QUÉ ES UNA TERAPIA?
El término terapia proviene del griego therapeutikós, que significa «aquel que cuida de
otra persona». Esto no significa que los terapeutas de hoy sean los confesores de ayer.
Un terapeuta no nace; se hace mediante el estudio, la investigación y la práctica clínica.
Todavía hoy muchos creen que las dificultades psicológicas tienen que ser superadas por
uno mismo, con «la propia fuerza de voluntad» o por el paso del tiempo, que «todo lo
cura». Cuesta acudir a un psicólogo cuando se tienen dificultades personales, porque
algunos creen que eso es cosa de «locos». Sin embargo, la terapia es una relación de
trabajo, entre un terapeuta y un cliente, para desarrollar formas más viables de estar en el
mundo. Un terapeuta no sólo se preocupa de las conductas observables y de las
relaciones interpersonales, sino también de las expresiones afectivas, los estilos
cognitivos o los bloqueos que impiden asumir el control y el cambio personal.
Con diferentes técnicas y métodos, el terapeuta ayuda a resolver problemas personales, a
ensanchar los estrechos márgenes de la conducta, a ser creativo en las relaciones
interpersonales y a tener una visión personal más realista.
B.- METAS TERAPÉUTICAS
Los terapeutas no suelen estar de acuerdo con las variables a tener en cuenta para
estudiar la génesis, el mantenimiento y los cambios de los trastornos conductuales y
emocionales. Sin embargo, el psicólogo Chris Kleinke en su obra Principios comunes de
psicoterapia (2002) señala varios objetivos básicos de las diferentes terapias:

Ayudar a superar la desmoralización
Algunos problemas se deben a tener baja autoestima y falta de habilidades sociales; otros
son producto de la incompetencia personal o de no saber tomar decisiones. Para superar
estas dificultades, el terapeuta debe aceptar de forma incondicional las experiencias,
pensamientos y sentimientos de las personas que acuden a la terapia. Richard Lazarus
señala que «el objetivo de la terapia es enseñar a ver los problemas como desafíos y no
como amenazas». Esto reducirá el grado de desmoralización de la persona para adoptar
los cambios necesarios y buscar caminos vitales más fructíferos.

Afianzar la competencia personal
Aprender a dirigir nuestra conducta es un objetivo básico de todas las psicoterapias.
Algunas estrategias para mejorar la eficacia personal son las siguientes:

-
Pensar en conductas concretas, no en definiciones globales. Por ejemplo, pensar
«me siento triste», en lugar de decir «estoy deprimido».
-
Pensar la solución: «algunas veces estoy estresado y enfadado; ¿cómo puedo
cambiar?».
-
Pensamiento práctico: «estoy ansioso ante los próximos exámenes, pero los
superaré».
-
Pensar en logros pequeños: «voy a hacer la cama en lugar de pensar en arreglar
toda la casa».
-
Pensar en el futuro, no en el pasado: «mañana intentaré ser asertivo en clase» en
lugar de «ayer no fui capaz de preguntar a la profesora de matemáticas».
Superar las conductas de evitación
Es necesario aprender estrategias para enfrentarse a los problemas y situaciones
estresantes de la vida, en lugar de evitarlas. Por eso, una de las tareas terapéuticas es
ayudar a la persona a realizar lo que teme, a exponerse a las situaciones ansiógenas.

Ser consciente de las propias ideas erróneas
Muchas personas se fijan metas irreales, tienden a ser perfeccionistas y se juzgan a sí
mismas con criterios muy rigurosos. Establecen metas que son abstractas, generales e
inalcanzables; y la forma en que definen sus objetivos personales determina su éxito o
fracaso, su autoestima o inutilidad. Los terapeutas, especialmente los de orientación
cognitiva, enseñan a ser conscientes de las propias distorsiones cognitivas e ideas
irracionales que perturban el estado emocional.

Enseñar a aceptar las realidades de la vida
Hay dos tareas que son importantes para alcanzar la madurez personal: aceptar las cosas
que no podernos cambiar y luchar para intentar transformar las que podernos, y tener
criterios realistas para lograr un equilibrio entre los deseos, la imaginación y nuestra
capacidad de acción.
C.- EL PSICOANÁLISIS
La psicoterapia nace a finales del siglo XIX con el psicoanálisis de Sigmund Freud. Frente
a la medicina tradicional, que utilizaba procedimientos corno la hipnosis en el tratamiento
de la neurosis (término sustituido por «ansiedad »), el psicoanálisis utiliza la palabra como
vehículo terapéutico. Las tres técnicas que emplea son:

La asociación libre. El paciente informa al analista de sus pensamientos y los
recuerdos que acuden a su mente, independientemente de que sean o no triviales .
Esto facilitará la aparición de recuerdos y deseos reprimidos y su aceptación
consciente.

El análisis e interpretación de los sueños. Freud se refirió a los sueños como «el
camino real al inconsciente». Los impulsos y deseos reprimidos durante la vigilia, se
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manifiestan en el sueño, aunque en formas disfrazadas.

La transferencia. Para Freud, la repetición de la experiencia pasada, vivida
emotivamente durante el análisis, permite al paciente transferir al analista la hostilidad,
el afecto o la culpa que sintió en otras épocas hacia sus padres u otras personas
significativas. De esta forma, el paciente descarga las tensiones y el analista le hará
comprender que esos sentimientos infantiles ya no son apropiados en su vida adulta .
D.- TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL
La terapia cognitivo-conductual trata de mantener, cambiar o suprimir una conducta.
Aborda problemas conductuales y no «enfermedades mentales», lo que supone una
actitud completamente diferente ante los problemas psicológicos .
Un individuo sin deterioro orgánico no es un «paciente» y, por tanto, no necesita curarse.
Quien acude en busca de ayuda es visto como un cliente, una persona, que manifiesta
una conducta desadaptada, caracterizada bien por déficit o bien por exceso de rasgos
presentes en una conducta normal.
Los terapeutas no emiten juicios morales sobre las conductas problemáticas del individuo.
Se preocupan de problemas de aprendizaje y/o cognitivos, de la falta de habilidades
emocionales o sociales y enseñan cómo afrontar los problemas de la vida.
Las características de esta terapia son:

Tanto la conducta normal como «anormal» se adquieren según las leyes del
aprendizaje y existe una continuidad entre ellas. La conducta «patológica » es
considerada una respuesta inadecuada a una situación concreta.

La modificación de conducta implica buscar las causas de los conflictos del individuo,
no al culpable.

En el análisis de una conducta problemática importan más los motivos actuales que
sus antecedentes lejanos. La actuación terapéutica se centra en el «aquí» y el
«ahora».

La terapia cognitivo-conductual estudia la adquisición, consolidación y extinción de la
conducta y de los procesos cognitivos. Para llevar a cabo esta tarea, el terapeuta
utiliza entrevistas, autorregistros, cuestionarios, registros psicofisiológicos y la
observación conductual.
Las fases del análisis conductual son:
-
Evaluación detallada de la conducta problemática.
-
Cuando se ha seleccionado la conducta que se desea modificar, detallar las
variables que la mantienen y delimitar los objetivos de la terapia .
-
Tratamiento dirigido a la modificación de la conducta problemática mediante
diversas técnicas.
-
Valoración de los resultados obtenidos.
Algunas técnicas conductuales son:
• Modelado. De la misma forma que aprendemos conductas o habilidades complejas,
como conducir un coche, las personas también aprenden a aceptar estímulos temidos y
manejar situaciones ansiógenas, como volar en avión o hablar en público. Esta técnica es
muy útil en el tratamiento de fobias y obsesiones
• Entrenamiento asertivo. La finalidad de esta técnica es superar la ansiedad ante
situaciones interpersonales o sociales. Asertividad y ansiedad son respuestas
incompatibles; no es igual ser tímido que asertivo. Si una persona no defiende sus
pensamientos y sentimientos en las situaciones sociales, nunca vencerá la timidez. En las
sesiones terapéuticas, individuales o en grupo, la persona poco asertiva puede aprender,
a través de ensayos de conducta, nuevas formas de pensar y comportarse, que luego
puede aplicar en su contexto social y familiar
E.- TERAPIA FAMILIAR
La terapia sistémica surgió con los trabajos de la escuela de Palo Alto (California),
encabezada por Gregory Bateson, Jean Weakland y Paul Watzlawick. Este modelo
terapéutico no considera al individuo un ser aislado, sino en relación con los demás.
Aunque todas las personas pertenecen a diversos grupos, la terapia sistémica estudia al
grupo más conocido, la familia, y lo trata como un todo, observa cómo interactúan sus
miembros y examina sus patrones inhibidores o destructivos.
Los sistemas se autorregulan por medio de mecanismos de retroalimentación (feedback),
gracias a los cuales mantienen sus parámetros básicos de funcionamiento. Los
terapeutas familiares distinguen entre un sistema abierto y un sistema cerrado. Las
características de un sistema abierto son:

Mantiene frecuentes cambios con su entorno.

Puede alcanzar un nuevo estado independiente de las condiciones iniciales.

Tiende a mostrar una «voluntad propia».
En cambio, las características de un sistema cerrado son:

No mantiene ningún tipo de intercambio con el entorno.

Aumenta la entropía en su seno, es decir, hay un empobrecimiento energético y, por
tanto, una pérdida constante de calidad .
La familia es una unidad social y la psicoterapia debe permitir a todos sus miembros
encontrar un modo de funcionamiento satisfactorio. El sistema familiar debe ser
observado en las acciones y reacciones de cada miembro de la familia con respecto a los
otros. Se pasa de una descripción de la naturaleza de un sujeto a una descripción de las
relaciones familiares.
La forma en que los miembros de una familia se enfrentan o eluden los problemas, la
honestidad u hostilidad en que basan sus relaciones fa miliares son de gran importancia
durante la terapia.
La terapia familiar analiza las diferentes etapas del ciclo vital: la independencia de la
familia originaria, cómo se forma una pareja estable, familias con hijos adolescentes, la
independencia de los hijos, la etapa de la jubilación, etc. Cada fase tiene sus reglas y
cada miembro de la familia tiene que adaptarse y crear nuevas pautas de relación. Esto
no significa que la terapia familiar tenga como misión mantener una familia a toda costa,
sino que puede ser de gran ayuda en procesos de separación y divorcio.
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