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Curso de Neurología del Desarrollo
Escuela de Postgrado
Facultad de Ciencias Médicas
Universidad de San Carlos de Guatemala
GRUPO UNO
Timerosal – Mercurio ambiental
¿Existe similitud de riesgos entre la vacunación con productos conteniendo timerosal y la contaminación
ambiental por mercurio y derivados mercuriales? Para poder responder esta pregunta es imprescindible saber
qué es el Mercurio: Es un metal plateado que, a temperatura ambiente, es un líquido inodoro. No es buen
conductor del calor comparado con otros metales, aunque es buen conductor de la electricidad. Es insoluble
en agua y soluble en ácido nítrico. Se encuentra en la naturaleza en tres formas: elemento metálico, sales
inorgánicas (Sulfuros) y sales orgánicas (etil, metil y fenilmercurio). Un preservante en las vacunas, el
Timerosal (Thiomersal o Mertiolate), contiene un 49.6% de Mercurio y ha sido implicado en varios estudios
como causante del Autismo. En Estados Unidos y la Unión Europea se decidió, en 1999 y, se revisó
posteriormente en el año 2000, que había suficiente evidencia científica que sí lo relacionaba. En el año 2004
el Comité de Revisión de Seguridad de las Vacunas revisó específicamente la hipótesis que MMR (SRP) y las
vacunas con timerosal producían trastornos del espectro autista (TEA), no encontrando ninguna evidencia
científica que apoyara dicha hipótesis. La Agencia Europea para la Evaluación de Productos Médicos, concluyó
que aunque no había evidencia científica que apoyara dicha hipótesis, era prudente retirar el timerosal de las
vacunas. Como resultado la mayoría de las vacunas aceptadas para la administración en niños en Estados
Unidos y la Unión Europea son libres de Timerosal. ¿Qué ha pasado con el Autismo? Sigue en aumento. Dos
tercios de los casos notificados de autismo lo fueron después de haberse anunciado la retirada del timerosal
de las vacunas (1). Hay un estudio donde se investigó a niños de 7-10 años en su desarrollo neuropsicológico
y después de tan exhaustivo estudio, se concluyó que no se podía detectar relación alguna entre la exposición
al timerosal y el desarrollo neurocognitivo (2). Meilleur y Fombonne compararon autistas con regresión y
autistas sin regresión, llegando a la conclusión de que la regresión no estaba relacionada con la exposición al
Timerosal (3). El conjunto de resultados expuestos quedan muy bien resumidos con la frase que da título a
una revisión sobre este tema, llevada a cabo por Fombonne: “El timerosal desaparece, pero el autismo
permanece”. Reiteradamente, las agencias internacionales (EMEA, OMS, IOM y FDA), valedoras de la salud de
los ciudadanos, regulan y mantienen la autorización del uso del timerosal.
¿Qué pasa con la otra forma tóxica de mercurio, el metilmercurio? ¿Es causante de TEA? No existe evidencia
científica de que la toxicidad del mercurio, incluso en altas dosis, tenga relación con el autismo. Los síntomas
de la intoxicación por mercurio son esencialmente distintos de los del autismo. En los años cincuenta, en la
ciudad japonesa de Minamata y en Niigata, en los años sesenta, hubo epidemias de intoxicación con
metilmercurio como resultado de la descarga de basuras industriales en aguas costeras y del consumo de
pescado contaminado. La exposición prenatal producía bajo peso en el nacimiento, microcefalia, retraso del
desarrollo, parálisis cerebral, sordera, ceguera y convulsiones, pero no autismo (4). El etilmercurio y
metilmercurio por lo tanto son moléculas distintas. Una de las características del etilmercurio es que tiene una
biodisponibilidad en el organismo bastante menor (penetración o absorción), comparado con el metilmercurio,
que sí es tóxico.
Referencias Bibliográficas
(1) Thimerosal in vaccines: a joint statement of the American Academy of Pediatrics. Ann Pharmacother 1999;
33: 1021.
(2) Thompson WW, Price C, Goodson B, Shay DK, Benson
P, Hinrichsen VL, et al. Early thimerosal exposure
and neuropsychological outcomes at 7 to 10 years. N Engl J Med 2007; 357: 1281-92.
(3) Meilleur AA, Fombonne E. Regression of language and non-language skills in pervasive developmental
disorders. J Intellect Disabil Res 2009; 53: 115-24.
(4) Kurland LT, Faro SN, Siedler H. Minamata disease. The outbreak of a neurologic disorder in Minamata,
Japan, and its relationship to the ingestion of seafood contaminated by mercuric compounds. World Neurol
1960; 1: 370-95.
GRUPO 2
¿Con los datos disponibles de la contaminación de la Bahía de Minamata (Japón), podemos o no
establecer relaciones entre el riesgo de efectos neurotóxicos por la presencia de timerosal en las
vacunas?
En la década de los años 50 se desarrolló un síndrome neurológico grave y permanente que incluía síntomas
como ataxia, alteración sensorial en manos y pies, deterioro de vista y oído, debilidad, parálisis y en casos
extremos la muerte, reconocido en 1956 como Enfermedad de Minamata y secundario a la contaminación de
la Bahía de Minamata, Japón, por metilmercurio, entre los años de 1932 a 1968.
Existen en la naturaleza diferentes compuestos de mercurio en la corteza terrestre, aire y agua, desde la
formación de la tierra; que ha sido liberado al medio ambiente por erupciones volcánicas, desgaste de rocas y
combustión del carbón. Una vez liberado, ciertos tipos de bacterias lo pueden transformar en metilmercurio,
sustancia que a concentraciones elevadas es tóxica para el ser humano y animales.
A diferencia del metilmercurio que es tóxico, las vacunas contienen Timerosal o etil-mercurio, compuesto que
aunque derivado del mercurio, no se acumula como éste en los tejidos sino que es metabolizado y eliminado
más rápidamente de tal forma que no se almacena en los tejidos. El Timerosal es utilizado en las vacunas
como estabilizador, impidiendo la contaminación bacteriana y fúngica de las mismas, especialmente en viales
multidosis o durante la fabricación de las mismas para inactivar microorganismos o toxinas.
El Autismo, ha reportado un incremento del número de casos que en Estados Unidos llega al 700% en la
última década, lo que ha despertado la curiosidad al respecto especialmente en lo relacionado a su etiología.
Se ha visto que los niños diagnosticados entre los 12 a 24 meses de edad eran el grupo que más reportaba
éstos índices y que los mismos aparentemente iniciaban tras la exposición a las vacunas, por lo cual se
relacionó directamente a las mismas considerando al timerosal que contienen muchas de ellas, como el agente
causal. El autismo ha sido el inicio del debate de la relación de timerosal con neurotoxicidad.
Algunos países inclusive han decidido, de forma preventiva, retirar de su esquema nacional de vacunación
aquellas que contengan Timerosal. También y debido quizá a la comunicación a través de internet y el
acceso a la información que ahora disponemos, muchos padres han tomado la determinación de no vacunar a
sus hijos, lo cual ha provocado un incremento notable de enfermedades como sarampión y tosferina con
reportes incluso de casos mortales, enfermedades consideradas casi erradicadas.
El Comité Consultivo Mundial sobre Seguridad de las Vacunas, concluyó que “no hay evidencia de toxicidad por
mercurio en lactantes, niños o adultos expuestos a timerosal en las vacunas”.
En general, el grupo concluye que las vacunas al contener timerosal como etil-mercurio y en bajas
concentraciones NO tienen relación con efectos neurotóxicos en el ser humano y que a la fecha NO existen
suficientes datos como para probar lo contrario sin margen de duda, por lo que NO debiera relacionarse las
vacunas a esto. Países como Dinamarca han retirado el Timerosal de sus vacunas y aun así han tenido repunte
de casos de autismo, por ejemplo. Sin embargo SI debiera considerarse otras posibles causas, incluyendo
ambientales, genéticas e inmunodeficiencias, entre otras, pues muy probablemente ésta entidad sea de
etiología múltiple; además de continuar con investigaciones sobre el tema, que tengan valor científico y que
nos proporcionen nuevos datos o fundamenten una teoría válida.
BIBLIOGRAFIA
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Luis Alberto Maya Pérez Timerosal y Autismo Mitos y Realidades wwwbioautismo.cl/wp-content/timerosalmitos-y-realidades.pdf
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World Health Organization. “Weekly epidemiological record. Meeting of the Strategic Advisory Group of
experts on immunization” Abril 2012.
GRUPO TRES
Estamos frente a una epidemia de autismo, ¿sí o no?, ¿por qué si y por qué no?
La definición de epidemia: “es un incremento significativamente elevado en el número de casos de una
enfermedad con respecto al número de casos esperados”. El autismo es la epidemia invisible de la sociedad.
Cada vez existen infantes que nacen con alteraciones generalizadas en el desarrollo y presenta escasez en los
recursos de Sanidad, Educación, Bienestar Social.
El aumento de casos es espectacular. Hace dos décadas se diagnosticaban a nivel mundial seis casos por cada
10.000 habitantes y ahora aparece uno por cada 150 recién nacidos; en Guatemala (por voces de Autismo) el
último censo estadístico de natalidad presenta que 1 de cada 110 niños nacen con Autismo u otros TGD.
Es evidente que tenemos una emergencia nacional, que necesitamos un plan de acción que incluya mayor
investigación en la materia, mejores tratamientos y ayuda a las familias con niños autistas".
Como se sabe el autismo es un trastorno del desarrollo ligado a una biología y una química anormales en el
cerebro cuyas causas se desconoce cada persona presenta características únicas y varían entre una persona a
otra, no existe algo concreto. Al desconocer su etiología es muy fácil crear hipótesis de cuáles podrían ser las
causas de este. La población está viviendo una paranoia en relación al Trastorno de Espectro Autista porque
no existen estudios específicos que puedan revelar las causas que originan el TEA. Hasta el momento los
paradigmas hacen referencia que pueden presentar causas genéticas y ambientales relacionados con tóxicos,
esteroides y algunas vacunas que se creen contribuyen al daño en la química de nuestro cerebro
(Multifactorial).
De acuerdo a la definición de “epidemia” y las investigaciones presentadas sobre las personas diagnosticadas
con TEA afirmamos que si estamos ante una “epidemia de autismo”.
GRUPO 4
Los niños alimentados con lactancia materna muestran mayor incremento de peso durante
los primeros seis meses de vida que los niños alimentados con fórmulas artificiales. En los
siguientes seis meses esto se invierte. ¿Significa lo anterior que deberíamos favorecer la
introducción de fórmulas artificiales en el segundo semestre del primer año?
No se ha demostrado que los niños alimentados con lactancia materna exclusiva puedan presentar un
mayor incremento de peso en los primeros 6 meses de vida, en comparación con los niños alimentados
con fórmula artificial. Actualmente se analiza el factor de protección que tiene la lactancia materna para
prevenir obesidad.
Por ejemplo el Pediatrics 2011; 127:e544-e551 muestra como evidencia que a los 3 años de edad, entre
los infantes que recibieron lactancia materna, el tiempo de introducción de los alimentos sólidos no fue
asociado con obesidad. Pero entre los infantes que recibieron fórmula, la introducción de alimentos
sólidos antes de los 4 meses, fue asociada con un incremento 6 veces mayor de obesidad a los 3 años.
Así también Pediatr Clin North Am 2001; 48 (2): 69-86, indica que la leche materna también provee
protección a largo plazo contra algunas enfermedades como: obesidad, diabetes tipo I y II y leucemia
infantil, las cuales se han visto en tasas más altas en los infantes alimentados artificialmente. Un estudio
presentado en el Manual de Lactancia para Profesionales de la Salud de UNICEF, indica que la leche
materna se da en una etapa importante de maduración y desarrollo de los órganos brindando protección
contra alergias, infecciones y más. Otro estudio realizado en Alemania sugiere 50% de reducción de
muerte súbita en infantes alimentados con leche materna, y que este factor de protección se mantiene
mientras recibe ese tipo de alimentación.
Un punto importante es el hecho que la lactancia materna afianza el vínculo y el apego del niño para con
la madre; mientras que la alimentación por biberón puede ser administrada por cualquier persona, y no
da al niño la posibilidad del contacto directo con la piel de la madre.
Lo cierto es que la ganancia de peso siempre va a ser mayor en el niño que toma formula vrs lactancia
materna, desde los primeros meses, por varias razones: volúmenes, pérdida del reflejo de la saciedad,
cantidad de calorías de la formula, como son hiperproteicas causan hiperinsulinismo, y hacen que los
niños se vean grandes.
Por tanto no se debe favorecer el uso de fórmula artificial ni al nacer ni después de los seis meses. Lo que
la OMS sugiere es prolongar la lactancia materna hasta el año de vida. A esta edad ya se ha logrado un
adecuado destete con la introducción de alimentos.
Grupo 5
Opinión acerca de las publicaciones de Wakefield en The Lancet en relación a la vacuna MMR y el
riesgo de autismo.
El Dr. Andrew Wakefield y sus colaboradores describieron cierto aumento de los ganglios linfáticos
intestinales en niños con autismo y trastornos intestinales. Los hallazgos combinados con los informes de los
padres de los niños autistas sobre la asociación temporal entre la vacuna triple vírica y la presencia de los
primeros síntomas del autismo en sus hijos, contribuyeron a establecer la posible hipótesis sobre el origen de
estos trastornos. Más de 200 diferentes estudios intentaron comprobar este hallazgo, pero los resultados
fueron negativos, actualmente se plantea como un fraude, lo que le costó su licencia de práctica médica a
Wakefield y se cuestiona su posible conexión a una campaña anti-vacunación y asociación con fabricantes
de vacunas.
Extensos informes de American Academy of Pediatrics, Institute of Medicine y los Centros para Control y
Prevención de Enfermedades concluyen que no existe una asociación comprobada entre la vacuna del
sarampión, paperas, rubéola (MMR) y el autismo.
Afirmando lo anterior se encuentra que en un estudio realizado en Dinamarca sobre 500.000 niños, no se
encontró ninguna asociación entre autismo y la vacuna triple vírica, otro estudio de más de 300 casos por el
National Institute of Child Health and Human Development, NIH y el CDC y otro más reciente donde se intentó
replicar los hallazgos de estudio de Wakefield, British Medical Journal, determina que no había aumento en la
incidencia del autismo en los niños que recibieron la vacuna MMR en comparación con los que no la
recibieron. Los autores también demostraron que en los niños autistas, la edad en la que recibieron la MMR
no afectó la edad en la que se realizó el diagnóstico del autismo.
No contamos con la publicación original de Wakefield, pues el artículo fue retirado en 2011. Sin
embargo, la información obtenida acerca del estudio es, en resumen, la siguiente:
Se estudió una muestra de 12 niños entre 3 y 10 años, procedentes de una consulta de gastroenterología
pediátrica, adonde acudían por diarrea crónica y dolor abdominal. Todos tenían una historia de desarrollo
normal, seguida de una regresión con pérdida de habilidades cognitivas, incluido el lenguaje, deterioro
asociado, cronológicamente y en opinión de los padres, a la administración de vacuna MMR en ocho casos, al
sarampión en uno y a otitis media en otro. Se les practicó ileocolonoscopia con toma de biopsia, resonancia
magnética cerebral, electroencefalograma y punción lumbar. El diagnóstico neurocognitivo fue autismo en
nueve de ellos, psicosis desintegrativa en uno y probable encefalitis posvacunal en dos. Todos los niños
mostraron hiperplasia nodular linfoide en el intestino. La conclusión fue que podía existir una relación entre
factores ambientales –muy especialmente por la administración de la vacuna MMR o por la enfermedad del
sarampión– y el autismo, mediado por un problema malabsortivo intestinal. (1) El razonamiento que vincula
al autismo con la inflamación intestinal se sustenta, teóricamente, en una absorción excesiva de
neuropéptidos tóxicos con acción opiácea, que podían alterar las funciones cerebrales en un estadio precoz
del desarrollo (2, 3). A estas propuestas se añade la posible implicación de la intolerancia al gluten y la
caseína como factores relacionados también con problemas malabsortivos (4)
Con estos datos, nuestra opinión puede resumirse en los siguientes puntos:
1.
No tenemos, al momento, una descripción de la metodología y diseño del estudio. Un número tan pequeño
de casos en una investigación, no puede corresponder a una muestra representativa y significativa. Aquí, la
relación entre variables puede ser completamente aleatoria. Desde el punto de vista de interpretación
estadística, una muestra pequeña conlleva lo que se denomina “baja potencia”, lo que permite que se acepte
como verdadera una hipótesis que es falsa. Por tanto, aunque la conclusión parezca relacionarse
positivamente con las premisas, en realidad es una falacia. Es decir, el hallazgo de haberse vacunado con
MMR puede ser tan importante como el de tener ocho dientes. En las críticas que se han hecho del estudio,
parece ser que se escogieron niños cuyos padres tenían conductas “anti vacunas”, así como se manipularon
resultados para obtener las conclusiones descritas. En una investigación del caso realizada por el periodista
Brian Deer, se descubrieron sobornos, transgresiones éticas, intereses ocultos, manipulación de datos entre
otras acciones anómalas que convierten el estudio, en un fraude comprobado. Lancet declaró el artículo
como deficiente, diez de los doce coautores se retractaron, y a Wakefield se le retiró el permiso de ejercicio
profesional en Reino Unido. Estudios posteriores, no han encontrado relación entre autismo, enteropatía y
vacuna MMR
2.
Parece evidente, en este momento, que el objetivo de las aseveraciones de Wakefield era obtener beneficio
monetario. Además de la supuesta participación del autor con fabricantes de vacunas, luego de la publicación
del artículo se levantaron demandas cuyos montos llegaban a millones de dólares. Afortunadamente, no se
encontró ninguna evidencia que implique a la vacuna de MMR en la fisiopatología del autismo, tanto en
relación con enteropatías, como lo aseveró Wakefield, como con el uso de timerosal y mercurio. Por el
contrario, la evidencia es contundente en contra de lo reportado en el estudio de Wakefield.
3.
Los programas de inmunización han sido, a través de los años, uno de los mayores logros en salud pública.
El éxito de estos programas se basa, entre otras cosas, en una amplia campaña de educación para la
aceptación de las vacunas. Es decir, hay que educar a las personas para que reconozcan que, a pesar de los
efectos secundarios, las vacunas son beneficiosas y necesarias. Investigaciones como la de Wakefield,
publicada en una revista de renombre y prestigio como The Lancet, producen alarma, no sólo en la población
general, sino también en los médicos: si no se es suficientemente crítico, los argumentos propuestos pueden
ser tomados como verdaderos. Este tipo de publicaciones, causa un daño irreparable a los programas de
inmunización pues, a pesar de la rectificación (que en este caso, oficialmente, llevó años), en mucha de la
gente queda la duda acerca de si vale la pena tomar el riesgo.
En conclusión, los datos de la publicación de Wakefield se han confirmado como manipulados y
fraudulentos. Estudios posteriores han contradicho los resultados de manera contundente. El estudio fue
causa de demandas millonarias, que fueron rechazadas (legal y científicamente). Estudios como éste,
publicados en revistas de prestigio, pueden causar daños irreparables a los programas de inmunización.
Hasta el momento, el autismo es un cuadro complejo, cuya etiología también es multifactorial, que
causa mucha frustración y dolor a los padres. Por lo mismo, aunque se han relacionado factores genéticos y
epigenéticos, las causas del trastorno no han sido aún dilucidadas, y nos falta mucha investigación al respecto
para poder establecer conclusiones certeras.
REFERENCIAS
(1)
Artigás-Pallares, Josep: Autismo y vacunas: ¿punto final?. En: www.neurologia.com Rev Neurol 2010;
50 (Supl 3): S91-S99
(2)
(3)
(4)
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Reichelt KL. Gluten, milk proteins, and autism: results of dietary intervention on behavior and urinary peptide
secretion. J Appl Nutr 1990; 42: 1-11.
GRUPO 6
“Hace algunos años se lanzó a la hipótesis sobre las implicaciones de la gluteomorfina y la
caseomorfina en relación a la participación de ambos péptidos opioides en las manifestaciones
condutales del espectro autista. Esto condujo a la implementación de dietas de supresión de
lácteos y gluten ¿Es correcta esta hipótesis? ¿Es correcta la aplicación de medidas dietéticas o
todos los niños con TEA (trastornos del espectro autista)?”
Actualmente la etiología de los Trastornos del espectro autista (TEA) se considera multifactorial y es que se
han involucrado factores genéticos, ambientales, inmunológicos y metabólicos; dentro de este último grupo
encontramos la teoría propuesta por Paul Shattock y Kalle Reichelt. En la cual sugiere que algunos pacientes
con autismo presentan alguna deficiencia enzimática ( secretina) que les impide desdoblar correctamente las
proteínas de la leche y del trigo, niveles execivos de los productos, lo que hace pasen por las barreras
intestinales y hematoencefálica reaccionando con receptores opiáceos en el cerebro, imitando el efecto de las
drogas opiáceas. Cuando estos péptidos pasan a la sangre y llegan al cerebro se les llama Caseomorfina o
Gluteomorfina, ambas conocidas como exorfinas, reciben su nombre por la alta relación que guardan con las
endorfinas producidas por nuestro organismo, estos compuestos reaccionan con áreas importantes cerebrales,
tales como lóbulos temporales importantes en mecanismos de la integración auditiva y comunicativ, pueden
ser los responsable de conductas erráticas o estereotípicas.
La teoría implica que el efecto positivo del retiro de gluten y caseína de la dieta sobre el
comportamiento es debido a la ausencia de péptidos exógenamente producidos por estos alimentos.
Con respecto a que si funciona o no eliminar de la dieta estos alimentos, no se cuenta aún con estudios
médicos basados en evidencia para respaldar esta práctica, sin embargo los reportes anecdóticos de padres o
cuidadores refiriendo cambios significativos no solamente en el control de la agresividad, sino en la conducta
misma del paciente, mejorando su sociabilidad y aprendizaje tienen mucha validez.
De tal manera si se decide utilizar este tipo de dieta deben ser monitorizadas por un profesional y
explicar a los padres que los estudios no son contundentes y no todos los pacientes han tenido la respuesta
esperada. Tal como lo refiere un estudio publicado por el Journal of Autism and Develomental Disorders
(2006) indica que aunque algunos padres afirman que la dieta tiene cambios positivos en la conducta de sus
hijos, aún no existe suficiente evidencia de esto. Además mencionan que es posible que varios padres se
encuentren sugestionados por las sugerencias de otros padres y refieran los efectos de la dieta aunque en
realidad no esté causando estos efectos.
Como recomendaciones para padres que utilizan esta dieta en sus hijos, la Sociedad Americana de
Nutrucion parental y Entera (2008) indica que muchos niños con TEA ya poseen una dieta limitada por lo que
la eliminación de productos libres de glúten y caseína se vuelve más complicada. De tal manera que se deben
tener chequeos médicos y nutricionales periódicos con el fin de que el niño pueda sustituir los beneficios de
estos productos, y si se realiza la dieta de exclusión debe de realizarse de una manera paulatina, y no solo se
ha implicado la exclusión de gluten y lacteos a la dieta sino también todos los alimentos que contengas
azucares, colorantes y preservantes ya que estos también se ha encontrado relación con algunos trastornos
de pacientes con TEA, ya que se han visto efectos también contrarios en pacientes con TEA que han recibido
la dieta sin precaución.