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HISTORIA DE ROMA
INTRODUCCIÓN:
La historia de Roma tradicionalmente se ha dividido en 3 periodos: Monarquía,
República e Imperio. De los dos últimos periodos se tiene una gran cantidad de
información pero de la Monarquía existen pocas fuentes y, en algunos casos, no se
distingue entre mitología y realidad. Sin embargo, probablemente el periodo clave en la
historia de Roma es la República. Este periodo a menudo se suele comparar a la época
arcaica ateniense (que no la clásica) y se caracteriza por tres ideas claves: el conflicto
patricio plebeyo, la conquista del Mediterráneo y la crisis final de la propia república.
Por último, estará el Imperio, similar a la fase helenística griega que a diferencia de la
República en él no existirán conflictos sociales, pero si políticos y especialmente
militares.
MONARQUÍA (753 – 509 a.C.):
Según la tradición, Roma fue fundada en el siglo VIII a.C. en el año 753 a.C. Por aquel
entonces, en Italia existían 4 grandes grupos humanos:
-Pueblos preindoeuropeos como los ligures (Liguria) o los sicanos (Sicilia).
-Pueblos aindoeuropeos como los etruscos (Etruria). Este pueblo estaba muy avanzado
para la época y estaba formado por una liga de 12 ciudades que estaba encabezada por
un monarca, un Senado y una asamblea, los cuales se ubicaban en la ciudad etrusca más
importante, Volterra. Los etruscos tendrán una expansión hacia el norte y el sur,
llegando a conquistar Roma. Se les llama aindoeuropeos porque no pertenecen al grupo
de indoeuropeos y no son anteriores a estos (por lo que no son tampoco
preindoeuropeos) sino que coexisten.
-Población semita como los cartagineses (Cartago). Este pueblo se expandió por Sicilia,
Córcega, Cerdeña, parte de Magna Grecia e incluso parte de la Península Itálica.
-Población indoeuropea como los griegos. Los griegos fundaron varias ciudades en
Sicilia como Siracusa y en Magna Grecia como Tarento. Junto a los griegos se
encontraban varios pueblos como los samnitas, los sabinos o los latinos. Estos últimos
se agruparon en 30 ciudades de las que formo parte Roma.
Pueblo Latino
Este pueblo de origen indoeuropeo fue fundado según la tradición mítica por el rey
Latino y se asentó en una zona que se conoce como Lacio. El pueblo estaba formado
por 30 ciudades latinas de las cuales la más importante era Alba Longa quien además
era la que organizaba las fiestas latinas o fiestas albanas. Estas fiestas eran llamadas así
porque se organizaba en el Monte Albano, lugar donde residía el templo de Jupiter
Lacial o Jupiter Latino. Será en este pueblo donde Roma surgirá y posteriormente
anexionará a todas las demás ciudades latinas.
La fundación de Roma: mito y realidad (siglos XII – VIII a.C.)
Eneas, Troya y Alba Longa
El mito de Roma es complejo y largo, remontándose a Eneas y a Troya. Eneas era hijo
de Anquises y de Afrodita, pero su padre estaba casado con una princesa troyana por lo
que se consideraba que tenía sangre divina y real. Cuando Troya estaba a punto de caer
los dioses le aconsejaron a Eneas escapar de la ciudad con los supervivientes y portando
el paladio, una estatuilla que representaba a Atenea y que era el símbolo de la ciudad.
Una vez huyó, Eneas tuvo una serie de viajes, llegando a la ciudad de Cartago que
estaba gobernada por aquel entonces por la princesa Dido. Esta se enamoró
perdidamente de Eneas y él también de ella pero los dioses le ordenaron tener que irse
de la ciudad sin poder dar explicación alguna y marchar hacia el norte. Eneas hizo caso
y Dido se entristeció porque no entendía que había pasado para que se hubiese ido sin
decirle nada. Dido decidió entonces suicidarse y fue a parar al Inframundo. Eneas, de la
pena, decidió descender al Inframundo (a este tipo de relatos de descenso al Inframundo
se les conoce como Catabasis) para explicarle lo sucedido pero al verlo ella no quiso
mirarle y le juro odio eterno. Este parte del mito es importante porque da un origen
mítico al odio entre Cartago y Roma.
Una vez llego a Italia, conoció a Latino rey del pueblo de los latinos. Los dioses le
ordenaron a Latino que esposara a su hija Lavinia con Eneas pero el problema era que
esta ya estaba comprometida a Turno, rey de rúculos. Los troyanos y latinos hicieron la
guerra a los rúculos y ganaron, por lo que Eneas y Lavinia se casaron y tuvieron un hijo,
Iulo. Algunas fuentes consideran que Iulo es Ascanio el primer hijo de Eneas con su
primera mujer. En cualquier caso, Iulo o Ascanio decidió fundar una ciudad nueva que
fue Alba Longa, que será la ciudad latina más poderosa y líder de la Liga Latina.
El problema que hay se encuentra en como relacionar este mito con Roma. Se supone
que la caída de Troya es en el siglo XII a.C. y la fundación de Roma en el siglo VIII
a.C. La solución a esa diferencia temporal se encuentra en Alba Longa y la dinastía
reinante. Se supone que en Alba Longa hay toda una serie de reyes míticos de la
dinastía Silvia de los cuales provendrían Rómulo y Remo, fundadores de Roma.
Rómulo y Remo
Numitor, rey de Alba Longa, fue destronado por su hermano Amulio quien mató a
todos sus hijos y convirtió a su única hija Rea Silvia en virgen vestal para que no
pudiera haber ningún candidato al trono. Pero por caprichos del destino, el dios Marte
decidió copular con Rea Silvia y ésta dio a luz al poco tiempo a dos gemelos: Rómulo y
Remo. Ella para salvarlos de Amulio los metió en una cesta y los dejó en el rio Tíber.
Posteriormente, fueron recogidos y amamantados por una loba (o según otras versiones
una prostituta) y luego criados por un pastor. Cuando crecieron y conocieron sus
orígenes reunieron a una serie de bandidos de los bosques y marcharon a Alba Longa,
destronando a Amulio y colocando en el trono a su abuelo Numitor. Pero ellos,
siguiendo la tradición de su ancestro Iulo, decidieron fundar una nueva ciudad a las
orillas del Tíber cerca de 7 colinas: Roma.
Los gemelos discutieron sobre qué nombre ponerle a la ciudad (otros versiones dicen
que discutían sobre quien debía gobernar o sobre que parte de la ciudad les tocaría a
cada uno) y decidieron recurrir a los dioses. Remo observó el cielo y vio 6 buitres; acto
seguido Rómulo observó el cielo y vio 12 buitres. Mientras que Remo consideraba que
él tenía más derecho porque había visto primero a los buitres, Rómulo decía tener más
derecho por haber visto un mayor número. En cualquier caso, la pelea aumentó y en un
acto de ira Rómulo mató a su hermano.
Tras la fundación de la ciudad, siendo Rómulo el primer rey de Roma, decidió poblarla
con bandidos y forajidos pero existía el problema de que no había mujeres. Aquí es
cuando ocurre el episodio del Rapto de las Sabinas, en el cual los romanos invitan a
sus vecinos sabinos a unas fiestas y cuando los hombres se quedan borrachos raptan a
sus mujeres y copulan con ellas. Cuando los sabinos despiertan y se enteran de lo
sucedido cogen las armas y se preparan para atacar a los romanos quienes hacen lo
mismo, pero en el último momento las sabinas se interponen entre los dos contendientes
y piden que haya paz pues no quieren que los que son ahora sus esposos romanos (a
quienes habían tomado cariño) y sus parientes sabinos se maten entre ellos. Así,
finalmente hay paz y los romanos invitan a todos los sabinos a que vivan con ellos en la
ciudad de Roma.
Realidad
Todo el mito anteriormente mencionado fue una historia en la que los romanos creían.
Muchos historiadores importantes como Tito Livio estaban convencido de que los
hechos narrados eran creíbles. Sin embargo, a menudo el mito debió de ser modificado,
especialmente por las elites, quienes pretendían utilizarlas en su beneficio político y
social. El mejor ejemplo de ellos es Julio César quien dijo que descendía por parte de
madre de reyes y por parte de padre de Eneas y Afrodita siendo esto luego recuperado
por su sucesor Augusto quien mandó al escritor Virgilio que ampliase y concretizase lo
que Julio César había dicho, dando así lugar a la obra Eneida.
En realidad, la ciudad de Roma debió de datarse de mucho más tiempo del que mito
habla, pero no se hablaría de la ciudad como tal sino más bien de una serie de enclaves
protourbanos con habitantes no solo latinos sino también de otras poblaciones (si bien
los primeros serían los de mayor número). Dicho esto, sí que es cierto que en el siglo
VIII a.C., coincidiendo con las fechas del mito más o menos, es cuando tendrá lugar el
sinecismo de estos enclaves, dando lugar a Roma. Esta teoría se refuerza por el hecho
de que cada una de las siete colinas de Roma tenía un nombre particular (Aventino,
Esquilino, Quirinal, etc.), quizás porque eran los nombres de los principales enclaves
que formaron luego la ciudad. No obstante, otra teoría, conocida como teoría crítica,
difiere de esta y no cree que Roma se formase por el sinecismo de varios enclaves sino
que partió de un punto concreto, del llamado foro romano, que en aquel entonces debía
de parecerse más bien a una pequeña aldea y no tanto a la de una plaza principal. Desde
el foro romano se expandiría e iría anexionando al resto de poblaciones formando así la
futura Roma.
Hay que señalar también que, en contra de lo que el mito sugiere, en los primeros
tiempos de Roma no existía la institución monárquica y que ésta surgió luego. Además,
muchas construcciones e instituciones, como el Senado, debieron de crearse en esta
época y no fueron los reyes, según la tradición romana, los que las hicieron.
Reyes
Funciones
Las funciones de los reyes al principio eran amplias. Entre ellas, estaban aquellas de
carácter legislativo, judicial y especialmente religioso y militar. Sin embargo, no está
del todo claro que los reyes en realidad fueran monarcas absolutos y con cargos
hereditarios sino que más bien eran lo que se podría decir un primus inter pares. Esto
se traduce en que los reyes eran elegidos, probablemente por el Senado, y sus
atribuciones se les eran otorgadas además de que debían de responder por sus actos.
También, es importante decir que parece ser que la palabra rex, de la cual deriva rey,
quizás fuese un cargo más religioso que político. Se considera que es así principalmente
por dos motivos. El primero porque aunque los reyes fueron perdiendo atribuciones con
el tiempo siempre siguieron conservando las funciones religiosas, lo que quizás
significase que en esencia era un cargo religioso al que luego se le habían añadido más
atribuciones. La segunda tiene que ver con que ya en época republicana, existía un
cargo religioso conocido como rex sacrorum como un vestigio de época monárquica y
quizás hiciese referencia a que el rex era un título más religioso que otra cosa. En
cualquier caso, esto no deja de ser una hipótesis pues existen argumentos en contra de
esta teoría.
Dicho esto, se pasará a hablar de los 7 reyes que existieron en Roma, quienes
gobernaron la ciudad durante tres siglos y que se dividieron en dos grupos: los primeros
4 reyes eran de origen latino-sabino mientras que los 3 últimos de origen etrusco. Sin
embargo, resulta sumamente difícil de creer que estos reyes viviesen tanto tiempo y que
efectuasen tantos hechos. Los historiadores hoy en día tienden a creer que quizás los
romanos crearon unos arquetipos, de los cuales se hablaran en el siguiente punto, y que
en realidad debieron de haber muchísimos más reyes, si bien fueron agrupados en varias
figuras arquetípicas, especialmente los 4 primeros reyes.
Reyes latino-sabinos (753 – 617 a.C.)
Los primeros 4 monarcas de Roma son: Rómulo, Numa Pompilio, Tulo Hostilio y
Anco Marcio. De ellos existe muy poca documentación y lo poco que hay es de origen
semimitológico.
Como se había dicho hace un momento, los romanos debieron de crear unos reyes
arquetípicos. Un estudio alemán consideró a estos 4 reyes como parte de una visión
propia de los pueblos indoeuropeos por el cual el poder quedaba dividido de forma
tripartita: poder soberano, poder militar y poder económico. Como se observa, este
estudio hablaba de una Función Tripartita. Siguiendo este estudio, Rómulo y Numa
Pompilio fueron los dos reyes justos y soberanos que solo luchaban para defenderse y
que asentaron las bases políticas y religiosas de Roma (poder soberano). Tulo Hostilio
en cambio era el rey militar, siendo un gran guerrero que expandió las fronteras de
Roma (poder militar). Por último, Anco Marcio era el rey económico, considerado
como el propulsor y creador de gran cantidad de mercados (poder económico).
Hablando brevemente de cada uno de ellos, aunque se ha dicho ya anteriormente que
muchas de sus atribuciones fueron de antes de que existieran los reyes, es importante
mencionar aquello más importante que los hizo destacar: Rómulo fue conocido por ser
el fundador de la ciudad y por tanto quien sentó las bases, creando el primitivo ejercito
romano y el Senado. Numa Pompilio fue el rey que estableció todo lo relativo a lo
religioso en Roma. Tulo Hostilio fue el encargado de modificar el ejército romano y de
convertirlo en una maquina eficaz con el que expandir Roma, llegando a destruir en el
proceso la ciudad de Alba Longa. Por último, Anco Marcio fue el rey encargado del
comercio, pues expandió los caminos y los mercados, siendo la construcción más
importante el Pons Sublicius, el cual se acabó convirtiendo en un punto comercial
importantísimo.
Según el mito romano, cuando Anco Marcio falleció, Tarquinio Prisco, un hombre de
origen etrusco acabó convenciendo a la ciudad de lo que lo nombrasen rey, terminando
así con la dinastía de los reyes de origen sabino-latino. Sin embargo, la realidad
histórica es diferente pues lo que en realidad pasó fue que Roma fue sometida por
Etruria y los reyes pasaron a ser de origen etrusco. Con todo, sería más correcto hablar
no de reyes etruscos sino más bien de virreyes o gobernadores pues actuaban como
representantes del territorio de Etruria.
Reyes etruscos (616 – 509 a.C.)
Los últimos 3 monarcas de Roma tienen un origen etrusco y fueron: Tarquinio Prisco,
Servio Tulio y Tarquinio el Soberbio. A diferencia de los anteriores, de ellos existe
una mayor documentación pues mientras que los otros se tratan de figuras legendarias
estos parece ser que sí que existieron, si bien sus historias y figuras debieron de ser
fuertemente modificadas aunque ciertos hechos, especialmente los relacionados con las
construcciones, fueron verdad. Tarquinio Prisco fue conocido por comenzar a construir
la Cloaca Maxima, el Circo Maximo y el Templo de Júpiter Capitolino, además de
incrementar la industria el Roma e introducir ciertas costumbres y cargos etruscos,
como por ejemplo el triunfo. Servio Tulio, si bien se hablará de él más adelante, es
considerado como el segundo rey más importante por haber hecho unas importantes
reformas sociales, militares y políticas si bien muchas de estas fueron posteriores a su
persona y simplemente se intentó ensalzar su figura. En este sentido, Servio Tulio es
muy semejante a Solón en Atenas o Licurgo en Esparta, ambas figuras sumamente
importantes en la creación del sistema político de sus respectivas ciudades pero que sin
embargo se les atribuye hechos posteriores. Finalmente, el último rey, Tarquinio el
Soberbio, es conocido por ser un rey que empleó una política expansionista, que finalizó
las obras empezadas por Tarquinio Prisco y por crear los libros sibilinos, unos libros
proféticos. A pesar de que Tarquinio no era mal rey tenía un carácter muy despótico lo
que le ganó muchos enemigos.
La teoría más aceptada sobre el fin de la monarquía dice que Roma harta del vasallaje a
Etruria comenzó una revuelta, como hicieron la mayoría de ciudades latinas, y tiraron a
los reyes etruscos quienes intentaron conquistar de nuevo las ciudades pero fracasaron.
Ahora bien, también es importante narrar la explicación mítica de como terminó la
monarquía y como comenzó la República. Tarquinio el Soberbio tenía un hijo llamado
Sexto Tarquinio que estaba enamorado de Lucrecia, esposa de Colatino (sobrinonieto del rey). Sexto Tarquinio organizó una caza para que tanto él como su padre y
Colatino fueran, pero en el último momento se excusó por no poder ir y tener que
quedarse en palacio. Una vez alejados, Sexto Tarquinio fue a la habitación de Lucrecia
y la violó. Esta última nada más volvió Colatino le confesó lo sucedido y acto seguido,
al ver que su honra había sido mancillada, se suicidó. Ante tal hecho, Colatino,
instigado por Lucio Junio Bruto, un individuo que a pesar de ser pariente cercano del
rey lo odiaba y con él a toda la institución monárquica, comenzó una revuelta contra
Tarquinio el Soberbio y su hijo quienes tuvieron que huir de la ciudad. Así, en el año
509 a.C. se fundó la Republica de Roma y Colatino y Bruto fueron nombrados los dos
primeros cónsules. Sin embargo el rey etrusco no se dio por vencido y pidió ayuda a
varias ciudades etruscas, que desembocó en una serie de guerras entre Roma y Etruria,
unas guerras que se alargarían en el tiempo y que finalmente acabarían con la victoria
romana. En este contexto de guerra se destacó la figura de Lars Porsena, rey de la
ciudad etrusca de Clusium, quien fue el primero en ayudar a Tarquinio el Soberbio a
recuperar su trono, si bien por algún motivo (el más aceptado es que al ver la bravura de
los romanos en el campo de batalla prefirió la paz) acabó abandonándolo.
REPÚBLICA (509 – 27 a.C.)
Sociedad romana
La sociedad romana comparte ciertas características de la sociedad gentilicia griega de
época oscura (siglos XII – VIII). Los romanos se distribuyen en familias, y estas a su
vez se agrupan en gens (se pueden traducir como grandes familias) como los Julio, los
Cornelio o los Claudio. Pero, a diferencia del sistema gentilicio griego, las gens
romanas no serán tan importantes a nivel político y económico (aunque siguen teniendo
su importancia en algunos ámbitos, como el religioso). Las gens a su vez se agrupan en
30 curias que tienen un carácter más político que demográfico y estas curias forman
parte de las 3 tribus de Roma (Ticios, Ramnes y Lúceres).
Haciendo una comparativa entre sociedad romana y sociedad gentilicia griega, sería de
la siguiente forma:
Familia romana = genos griega  Familias formadas por padres, hijos y esposas
Gens = fratria  Las grandes familias que agruparían a varias de las anteriores
Curia = no tiene homólogo griego  Las gens se agrupan en curias para votar
Tribu romana = tribu griega  Los tres grandes grupos de Roma formados por curias
Las familias están todas dirigidas por un pater familias, que tiene jurisdicción, llamado
sui iuris, sobre la casa, sus hijos, su mujer y sus esclavos. Además, las familias se rigen
por un tipo de justicia familiar que, a diferencia de la lex, no era colectiva sino solo
aplicable a los miembros familiares.
Por último, señalar que en los primeros tiempos de Roma la unidad política recaía en las
Curias, las cuales eran la estructura básica para la política romana. Las curias estaban
formadas por varias gens y eran dirigidas por un curio maximo que se encargaba de su
regulación y de representarlas y un flamen curialis que era un sacerdote que ayudaba al
anterior y designaba los buenos o malos augurios.
Ciudadanía
Al principio de la Republica, únicamente eran ciudadanos romanos aquellos
descendientes de los primeros pobladores de Roma, es decir, los patricios. Todos
aquellos no ciudadanos se les llamaban plebeyos, que se podía traducir como “los que
no forman parte”, y que era un grupo muy heterogéneo. Había muy pocas formas de ser
ciudadano romano por aquel entonces:
-Nacimiento: Se debía de ser hijo de madre romana para ser considerado romano. En la
cultura romana es la mujer quien transmite la ciudadanía y no el padre. A este tipo de
ciudadano romano se le llamaba Ingenuo.
-Colación ulterior: Conceder la ciudadanía bien por nombramiento de un magistrado o
bien siendo adoptado por otro ciudadano, aunque en los primeros tiempos de la
república no era muy común la adopción.
Quedaban excluidos de la ciudadanía los extranjeros, los esclavos y los libertos, si bien
estos últimos aun poseían ciertos derechos pues estaban en una laguna legal.
Al ciudadano romano propiamente dicho se le llama cives optimo iure, es decir, un
ciudadano con todos los derechos. Y entre estos, los más importantes eran:
-Ius commercii: Derecho a poseer tierras y a comerciar. Los plebeyos podían comerciar
y poseer tierras, pero solo los patricios podían acceder a las mejores tierras y a aquellas
tierras nuevas que fuesen conquistadas (es lo que se conoce como ager publicus).
-Ius connubii: Derecho a casarse con un ciudadano romano. Solo los patricios podían
casarse y para los plebeyos quedaba prohibido.
-Ius provocationis: Derecho a ser auxiliado en caso de que un magistrado se excediese.
Los plebeyos quedaban excluidos de esto por lo que podían ser atacados por
magistrados que se podían aprovechar de sus poderes para chantajearles.
-Ius suffragiorum: Derecho a votar en las asambleas. En los primeros tiempos de la
república solo existía una asamblea, la llamada Comitia Curiata, la cual estaba
formada por las curias, quienes a su vez estaban formadas por las gens, es decir, por
patricios.
-Ius honorum: Derecho a poder acceder a las magistraturas y a la carrera política
(llamada cursus honorum). Más de lo mismo para los plebeyos.
-Ius militae: Derecho a poder formar parte del ejército. A los extranjeros se les permitía
acceder pero no como soldados sino como auxiliares y si acababan la campaña les
recompensaban con la ciudadanía latina que era un grado inferior a la romana (y aun así,
pocos llegaban vivos para conseguirla).
Como se observa, para los plebeyos no hay casi ningún derecho o están acortados y sólo
pueden conseguir como máximo la ciudadanía latina. Esto es debido a que los plebeyos,
aunque viven en Roma, no son considerados ciudadanos romanos. De nueva señalar que
los plebeyos es un término que hace referencia a varios sectores de la población por lo
que no se trata de una masa uniforme sino que estaba formada por distintos tipos de
individuos (libertos, extranjeros, esclavos, etc.). Y como ocurrió en Grecia, los plebeyos
empezaran a exigir derechos, lo que provocará el conflicto patricio-plebeyo.
Instituciones y órganos políticos
En sus inicios, cuando la República se fundó, los poderes de los monarcas se
distribuyeron entre magistraturas y figuras religiosas. En cuanto a las magistraturas, los
cónsules fueron el poder militar y ejecutivo, los pretores el poder judicial, los
cuestores el poder económico y los censores el poder social y censal. En cuanto al
ámbito religioso, ya existían los augures, flámenes (sacerdotes) y los pontífices pero
ahora encabezará el poder religioso el pontífice maximo. Hay que señalar que en los
primeros tiempos de la Republica, lo que se conoce como la Alta República, no
existirán todavía algunas magistraturas como son los ediles, los tribunos de la plebe y
las promagistraturas (procónsul, propretor y procuestor). Los ediles y tribunos de la
plebe surgirán tras en conflicto patricio-plebeyo mientras que las promagistraturas lo
harán porque al crecer los dominios romanos serán cada vez más necesarias
magistraturas que sin ser como las originales tengan poderes parecidos a estas (de ahí el
termino pro, que significa “actuando en lugar de”).
Junto a esto estará el Senado, que será conocido también como Curia (no tiene nada
que ver con la Comitia Curiata sino que se llama así porque se solía reunir en la Curia
Hostilia) que sería un consejo formado por únicamente por 100 pater familias de las
distintas familias patricias si bien luego su número aumentará. En los primeros tiempos
estará únicamente formado por miembros patricios, pero tras el conflicto patricio
plebeyo comenzarán a introducirse también plebeyos.
Por último está la Asamblea que en Roma recibe el nombre de comitium (comitia en
plural, si bien normalmente era habitual usar el plural a pesar de hablar de asamblea en
singular). Como ya se dijo, en los primeros tiempos de Roma el comitium estaba
formado por 30 curias y estás a su vez estaban formadas por gens por lo que solo
formaban parte de las curias las familias patricias y por tanto quedaban excluidos los
plebeyos, que por aquel entonces aun no eran considerados ciudadanos romanos.
También se dijo que la primera asamblea de Roma recibió el nombre de Comitia
Curiata.
Reformas del rey Servio Tulio
Durante la monarquía romana, el rey Servio Tulio promulgó toda una serie de reformas
políticas. A día de hoy, la simple idea de que estas reformas se dieron en este periodo es
casi impensable y que en realidad ocurrieron durante los primeros años de la República
en el conflicto patricio-plebeyo. Aun así, los historiadores han seguido llamándola de
esta manera aunque quizás con esto lo único que se consigue es mayor confusión.
Simplemente decir que en realidad estas reformas fueron efectuadas mucho después de
lo que el nombre sugiere.
Asamblea centuriada o Comitia centuriata
La reforma lo primero que hizo fue acabar con los amplios poderes de la Comitia
Curiata. A partir de ahora esta asamblea quedará en desuso y será solo empleada para
funciones religiosas. Así, la reforma principalmente consistirá en que ahora,
dependiendo de las rentas de las personas, éstas tendrían unas aplicaciones militares y
derechos políticos. Se trataría de un sistema timocrático, al igual que Solón hizo en
Atenas.
Así, este sistema timocrático dividirá la población en 5 clases: 1ª Clase, 2ª Clase, 3ª
Clase, 4ª Clase y 5ª Clase. La primera será la más rica y la quinta la más pobre. Pero,
además de estas 5 clases existirá una infraclase que por pobreza aunque formaran parte
de este sistema lo hará solo de forma simbólica: capi censi (censo por cabezas) o
proletari (proletarios). Esta última, a pesar de todo, era la más numerosa con diferencia.
Además, estas 5 clases debían de proporcionar una cantidad de centurias (1 centuria =
100 hombres) de soldados armados para el ejército. La proporción sería la siguiente:
-1ª Clase: 80 centurias de infantería y 18 de caballería
-2ª Clase: 20 centurias de infantería
-3ª Clase: 20 centurias de infantería
-4ª Clase: 20 centurias de infantería
-5ª Clase: 30 centurias de infantería
-Capi Censi: 5 centurias que son meramente simbólicas.
Como se acaba de ver, se han formado 5 clases económicas y cada una contribuía con
una cantidad de centurias al ejército (esto con el tiempo cambiaría pues los ejércitos
serían más grandes). Este número de centurias que se daban al ejército será el mismo
que emplearán para votar en la nueva asamblea, que recibirá el nombre de Comitia
Centuriata. Así, la 1ª clase contribuía con 98 centurias para esta nueva asamblea, las 2ª
3ª y 4ª clase 20 centurias cada una y la 5ª clase 30 centurias. El capi censi, como se
observa, solo tenía 5 centurias para votar.
Además, a la hora de votar existía un orden: primero votaba la primera clase con sus 98
centurias, y luego cada clase de mayor a menor. Como se puede ver, con que la 1ª clase
votase y sus 98 centurias votasen lo mismo ya tenían la mayoría absoluta en la Comitia
Centuriata pues el resto aunque votasen por unanimidad lo contrario solo poseerían 91
votos. Por eso, en el 231 a.C. se hizo una reforma en el número de centurias de cada
clase para que así la 1ª clase no tuviera la mayoría absoluta. Además, para ser más justo,
a la hora de votar ya no votaban las clases de mayor a menor sino que se hacía por
sorteo, con lo que a lo mejor podía comenzar votando la 5ª clase. También decir que con
el tiempo lo de que cada centuria estuviera conformada por 100 hombres cambiará, pues
Roma crecerá con el tiempo, pero las bases del sistema seguirán siendo las mismas.
Asamblea por tribus/popular o Comitia tributa
Pero la reforma no solo se quedó en esto sino que introdujo otra asamblea más. En esta
otra asamblea, conocida como Comitia Tributa, a diferencia de la anterior, los
habitantes no votarán según su clase económica sino que votarán según su tribu. Al
igual que hizo Clístenes en Atenas, Roma se va a dividir en 20 zonas territoriales y cada
una de ellas estará asociada a una tribu. Las 3 tribus originarias de Roma dejarán de
existir para dar lugar a estas nuevas 20 tribus. Estas tribus serán divididas en 4 tribus
urbanas y 16 tribus rústicas o rurales, y según donde uno viva se le añadirá
automáticamente a una tribu. Aun así, si uno se cambiaba de zona de residencia también
cambiabas de tribu, si bien esto no solía ser muy habitual.
La trampa de este sistema era que los grandes terratenientes vivían en las zonas rurales
y estaban adscritos en esas 16 tribus rurales mientras que el resto de población estaba en
esas 4 tribus urbanas. Por eso, a la hora de votar el 20% de la población contaba con 16
votos mientras que el 80% tenía solo 4 votos. Como se ve, no es demasiado justo. Pero,
al igual que ocurrió con la otra asamblea, en el año 241 a.C. este sistema va a sufrir
cambios y con el tiempo en las tribus rústicas habrá población pobre y no solo los
grandes terratenientes. Además, las tribus irán aumentando hasta ser 35 y figuras como
los hermanos Graco o Julio César añadirán nueva población en todas las tribus
existentes por que se equilibraron los votos.
Cabe señalar otra cosa también muy importante. Durante el conflicto patricio plebeyo
existirá otra asamblea conocida como asamblea plebeya o Comitia Plebis. Ésta surgirá
como respuesta de los plebeyos a las injusticias de los patricios y será como un
organismo paralelo al existente. Posteriormente, con el final del conflicto está asamblea
dejará de existir y será absorbida por la Comitia tributa.
Magistraturas
Si bien sería más práctico hablar primero del conflicto patricio-plebeyo, es preferible
saber antes las características de las magistraturas para entender su repercusión en la
política.
Potestas
Se trata de una característica que permite a los magistrados poder multar, sacar edictos y
que su palabra tenga valor de ley. Se puede definir como autoridad legal y estaba
regulado en diferentes niveles: maior, minor, par. Un cónsul tendrá más potestas que
por ejemplo un cuestor o un pretor y podrá vetar sus decisiones.
Imperium
Probablemente la característica más importante de los magistrados y la que más ha
repercutido en la historia de la República romana. Más que una característica es un
derecho, que según la tradición romana tenía un carácter sacro. Posee todas las
características de la potestas pero además permitía a su poseedor dirigir ejércitos,
castigar a ciudadanos romanos dentro de Roma y matarlos fuera de esta.
No todos los magistrados poseen imperium sino que solo lo tienen los cónsules, los
pretores y el dictador. Existen otros casos especiales como el del magister equitum o el
edil curul pero mejor centrarse en los 3 primeros y dejar a estos dos de lado y como si
no existiesen porque pueden llevar a la confusión.
Aquellos magistrados con imperium eran elegidos por la Comitia Centuriata y eran
acompañados por unos alguaciles o guardaespaldas llamados lictores. Estas figuras
portaban 30 varas unidas por un lazo (secur) y una hoja (fas) y cuando se juntaban estos
dos objetos parecían un hacha. El número de lictores variaba según el magistrado: 24
para el dictador, 12 para el cónsul, 2 para el pretor dentro de Roma y 6 fuera de esta, y 2
para el edil curul. Como curiosidad, las vírgenes vestales tenían 1 lictor pero por
motivos de seguridad y no por ser magistradas ni nada relacionado con la política.
Otra característica de los magistrados que poseen imperium es su relación con el
pomerium. El pomerium es un límite sagrado imaginario ligado por piedras situadas en
lugares estratégicos, y dentro de él existe la verdadera Roma. Todo aquello que estaba
más allá del pomerium ya eran las afueras y no Roma propiamente dicha. Los
magistrados con imperium si entraban dentro del pomerium no podían matar a ningún
ciudadano romano pero si salían sí que podían. Además, al estar dentro los lictores
tenían que guardar la fas. El dictador es la excepción a todo esto ya que podía hacer
cualquier cosa. También decir que dentro del pomerium no se podía enterrar a nadie ni
portar armas pues era considerado suelo sagrado.
Como última característica, los magistrados con imperium tenían derecho al triunfo. El
triunfo era un desfile militar que se concedía a los generales siempre y cuando
cumplieran una serie de condiciones de las cuales estas eran las más importantes:
conseguir una victoria matando a más de 5000 enemigos, que el general participase de
manera directa en la batalla y que fuera aclamado imperator por sus soldados.
Únicamente el edil curul aunque poseía imperium no tenía derecho al triunfo (por eso
dije que mejor dejar de lado esta magistratura porque es un caso excepcional al igual
que el magister equitum).
Al igual que la potestas, el imperium se divide en varios niveles: maior, minor, par. No
obstante, en la historia de Roma han existido casos de individuos a los que se les
concedía poderes mayores que a sus colegas. El mejor ejemplo es Pompeyo a quien
siendo cónsul se le dio un imperium mayor que al de su colega cosa que no debería ser
pues los cónsules tienen un imperium a la par.
Autoritas
La autoritas no es tanto un derecho o una característica sino más bien un cualidad o
aptitud. Hoy en día se suele comparar la autoritas con el honor y el comportamiento
ejemplar, pero es más complejo que eso. Y es que no solo es el honor individual sino
también el familiar. Por ejemplo, un magistrado de la familia Escipión tendrá una
autoritas muy alta no solo por cómo se comportase sino también porque sus antepasados
y familiares fueron ilustres (por ejemplo Publio Cornelio Escipión Emiliano era un
hombre muy tenido en cuenta en los debates del Senado solo por ser nieto de Publio
Cornelio Escipión el Africano, quien derrotó a los cartagineses y a Aníbal en la Segunda
Guerra Púnica).
Por eso, esta característica suele estar muy ligada al Senado y a los miembros que lo
componían pues en sus familias había habido hombres ilustres. De hecho, como
curiosidad, a final de la Republica el Senado no podía tomar casi ninguna decisión
legislativa pero era tal su autoritas, su prestigio, que se le dejaba hacerlo porque se creía
que los miembros que lo conformaban eran personas de gran sabiduría y con un alto
honor familiar.
Auspicium
Es una cualidad que consistía en consultar a los dioses y cualquier ciudadano romano
podía efectuar sin problema. La diferencia que existe con los magistrados es que estos
pueden consultar a los dioses materia de estado como por ejemplo si una ley es justa o si
una guerra se consideraba correcta o no. Y es que para los ciudadanos romanos
normales hacer este tipo de consultas estaba prohibido.
Cursus Honorum
Ahora se procederá a explicar la vida política de todo ciudadano romano. Esta vida o
carrera política se le llama Cursus Honorum o curso de honor.
Cuando un niño romano nacía, primero debía ser aprobado por su padre y si lo era
pasaba a ser un ciudadano con todas las características que ello conllevaba. Este es el
primer paso político de los romanos pues era aquí cuando se le consideraba o no
ciudadano romano.
A sus 16 años se celebra la dies togae virilis por el cual ya pasa a ser adulto y podía
comenzar su carrera política. Pero antes de poder poseer un cargo político debía de
formar parte del ejército. Si su familia era importante podía pasar de ser un soldado raso
y ser un tribuno militar que eran el equivalente a los oficiales cadetes. Si una persona
destacaba en sus primeros años en el ámbito militar podía comenzar su carrera política
en Roma con buen pie, como hizo Julio César.
Cuando los jóvenes cumplían los 24 años desempeñaban cargos menores llamados
vigintisexvirato que consistían en toda una serie de oficios al servicio de los
magistrados romanos. No se sabe cuántos cargos existían (por el nombre, quizás eran
26) pero sí que se sabe de algunos de ellos como el de acuñar monedas. Aunque eran
cargos políticos, eran bastante secundarios y servían principalmente para enderezar a los
muchachos y meterlos de forma sutil en la política.
Esto es así hasta los 30 años cuando ya puede comenzar el cursus honorum
presentándose a la cuestura. El cargo de cuestor es el más bajo y se encargaba de la
economía, tanto de la ciudad como del ejército. Existían dos cuestores, el cuestor
propiamente dicho que era enviado a las provincias a recaudar dinero y hacer cuentas
sobre la economía de estas y el cuestor militar que era enviado junto a un general para
encargarse de las cuentas del ejército y de las pagas y que no existiese ningún tipo de
fraude. El cargo de cuestor servía mayoritariamente para conocer gente en la esfera
política pues el cargo obligaba a tener contacto con generales y gobernadores.
A partir de aquí, si el ciudadano romano era plebeyo (más adelante se explicará que tras
el conflicto patricio plebeyo estos últimos serán considerados también ciudadanos
romanos) podía acceder al tribunado de la plebe. Si era patricio no podía acceder a
este cargo. Pero, a diferencia de otros cargos, el tribuno de la plebe era especial pues
podía vetar la decisión o proyecto de ley de cualquier magistrado, incluido el de otro
colega. Aunque inicialmente era considerado el defensor de los plebeyos, conforme fue
avanzando la República se acabaron convirtiendo en instrumentos de las facciones
políticas. Cuando una facción deseaba sacar una ley que le beneficiase recurría a un
tribuno de la plebe. Para contrarrestar esto, la otra facción compraba a otro plebeyo para
que la vetase. Este sistema fue muy recurrente en la Baja República, donde las dos
facciones, los populares y los optimates, se disputaron el poder.
Posteriormente se accedía a la edilidad. Este cargo era muy popular pero también muy
costoso ya que los ediles se encargaban de los juegos públicos, de regular los mercados
y la comida distribuida (principalmente el trigo). El problema era que este cargo no
recibía dinero del estado (aunque en la teoría debía recibirla) y muchos individuos se
endeudaban con este cargo para conseguir un apoyo político que luego le ayudaría a
escalar en el poder y recuperarse económica e incluso obtener beneficios.
Tras esto se podía acceder a la pretoria. Los pretores inicialmente solo se encargaban
de la justicia en Roma (este cargo era conocido como pretor urbanus) pero conforme
fue creciendo el poder de la urbe se les dieron otras utilidades, como el de gobernar
provincias y de dirigir ejércitos. Incluso se creó un tipo de pretor conocido como pretor
peregrinus que se encargaba de los juicios en Roma que tuviesen que ver con
extranjeros.
Por último estaba el consulado que suponía la cúspide política de todo ciudadano. Ser
cónsul suponía ser el jefe de Estado de Roma y el comandante supremo del ejército
durante un año con lo que toda familia deseaba tener miembros que fueran o hubiesen
sido cónsules, para así aumentar su autoritas, es decir, su prestigio familiar.
Existe luego la dictadura, que no forma parte del cursus honorum, pero es una
magistratura más aunque sea muy excepcional. El dictador suprime o está por encima de
cualquier otra magistratura, incluido los tribunos de la plebe que no le pueden vetar.
Como era una magistratura tan polémica, los dictadores solo podían durar 6 meses y se
usaban muy poco, especialmente durante la baja república. Y no les faltaban motivos,
porque Sila se convirtió en dictador durante 2 años seguidos y César en dictador
vitalicio. El dictador además tenía un lugarteniente llamado magister equitum (maestro
ecuestre) que era su mano derecha y que se encargaba de controlar la ciudad cuando el
dictador estaba ausente.
Como curiosidad esta la censoria que es un cargo que se encargaba del censo de la
población y que solo se podía acceder si el ciudadano había sido cónsul. Pero aun así
no se considera la cúspide política sino más bien como un complemento de esta. Y es
que el censor lo que daba únicamente era prestigio, aunque también es cierto que poseía
poder pues regulaba el censo. Entre los poderes que tenía el censor estaba la infamia (o
nota censorial) que consistía en poder rebajar de clase a un individuo si este no cumplía
con los requisitos del censo, y el álbum senatus que era una lista de candidatos a poder
formar parte del Senado. Cabe también señalar que la censoria dura 5 años, a diferencia
del resto de magistraturas que solo duraban un año (excepto el dictador, que eran 6
meses). Duraban 5 años porque normalmente el censo de población requería de mucho
tiempo y un solo año habría sido insuficiente.
En principio esta magistratura no suponía un gran peligro, pero algunos individuos
como Augusto la emplearon para purgar a aquellos individuos, tanto ciudadanos como
senadores, para librarse de ellos de manera “legal”. ¿Por qué los censores no hicieron en
épocas pasadas lo que hizo Augusto para librarse de sus enemigos políticos? La
respuesta es que antaño si un censor hubiera hecho eso le habrían atacado tanto
políticamente como físicamente por lo que era mejor no atreverse a hacerlo. La
diferencia que hubo con Augusto es que nadie se atrevió a atacarle pues contaba consigo
todo un ejército.
Por último, existe una jerarquía entre los senadores bastante compleja que se plasmaba
en ver quien hablaba antes (puede parecer una tontería, pero a la hora de votar solía ser
decisivo el que hablase primero). En el Senado el turno para hablar era el siguiente:
-Primero: El princeps senatus (príncipe del Senado) que es el senador más viejo y el
primero en hablar siempre. Era un cargo honorífico que se concedía solo a patricios.
-Segundo: Los magistrados, siendo primero los cónsules o los tribunos de la plebe
(dependía de quien hubiese convocado el Senado), los pretores, los ediles y por último
los cuestores.
-Tercero: Aquellos senadores que habían sido magistrados pero que ahora no poseían el
cargo, siendo los primeros en hablar los que habían sido cónsules (el término que se usa
para este tipo de individuos es el de consulares). El resto en hablar es como la lista
anteriormente mencionada.
-Último: Por último existían los penarium que eran simplemente senadores nuevos sin
carrera política y que no tenían derecho a hablar. Solamente podían votar, pero nada
más.
-Excepción: En caso de haber un dictador y un maestre ecuestre hablan primero estos
dos.
Para terminar, cabe señalar que solo se puede acceder a las magistraturas una vez. En el
caso del tribuno de la plebe se podía acceder más de una vez pero estaba tan mal visto
que no se hacía y de hecho los únicos los que lo hicieron fueron asesinados. El caso del
consulado es especial porque se puede acceder más de una vez pero solo cada 10 años.
El cursus honorum es complejo porque según la época tiene unas características y unas
prohibiciones que van cambiando. Por ejemplo, Sila impuso que entre cargo y cargo se
tenía que esperar 3 años mínimos y que para algunas magistraturas se tenía que tener
una edad determinada. Posteriormente, esta ley fue suprimida. Lo que se ha definido en
este apartado ha sido una idea general.
Conflicto Patricio-Plebeyo (494 – 287 a.C.)
Ya se ha hablado de que los plebeyos en Roma eran tratados como extranjeros y por
tanto no eran considerados ciudadanos romanos. La consecuencia de toda esta situación
es un conflicto que abarcará dos siglos en los que los plebeyos irán ganando derechos y
al final conseguirán la ciudadanía.
El gran episodio crítico fue el Secesio Mons Sacrum en el 494 a.C. que consistió en
que los plebeyos abandonaron Roma para refugiarse en el Aventino, una de las colinas
que estaba fuera de las murallas romanas. Allí los plebeyos construyeron un Templo a la
triada de Líber, Libera y Ceres en respuesta a la de Roma formada por Jupiter Minerva
y Juno; y crearon magistraturas como el edil y el tribuno de la plebe a la vez que una
asamblea plebeya llamada Comitia Plebis en donde se redactaban plebiscitos (edictos)
con carácter de ley.
Ante esta situación los patricios permiten que los plebeyos puedan acceder al cursus
honorum y además le añaden las magistraturas del tribuno de la plebe y el edil. Este
último, queda dividido en dos tipos: edil plebeyo (solo podrá acceder a él un plebeyo) y
edil curul (podrán acceder tanto un plebeyo como un patricio). Además, al tribuno de la
plebe se le concederán varios privilegios:
-Intercesio: Puede vetar cualquier decisión o ley de otra magistratura, incluido el
cónsul. La única excepción es el dictador o que el Estado declare el estado de
emergencia (senatus consultum ultimum) pero estos dos casos solían ser raros.
-Sacro santitas: Su figura es sagrada e inviolable. Cualquier ataque contra un tribuno se
considera pena capital (al menos en la teoría, luego en la práctica hubieron muchos
ataques a sus figuras).
-Auxilia: Puede defender a cualquier ciudadano de los abusos de un magistrado,
incluido los de otro tribuno.
-Ius agendi cum patribus: Puede convocar y presidir el Senado.
-Ius agendi cum populus: Puede convocar y presidir las asambleas.
Además, entre los años 451 – 449 a.C., un grupo de 12 hombres llamados decenvirato
redactaron la Ley de las 12 Tablas o Lex doudecim tabularum que no era sino una
forma de dejar por escrito una serie de leyes y costumbres. Con el tiempo esto quedaría
obsoleto y sería sustituido por nuevas leyes, pues algunas de las existentes en la Ley de
las 12 Tablas eran bastante macabras, como el que un padre pudiese vender a su hijo
como esclavo.
No obstante, los plebeyos fueron consiguiendo más logros en los años posteriores con
varias leyes redactados por tribunos de la plebe como fueron:
-Ley Canuleya (445 a.C.): Los plebeyos tienen derecho al Ius connuvi, es decir,
pueden casarse con patricios.
-Leyes Licinia-Sextias (367 a.C.): La más importante pues con ella los plebeyos
pueden llegar a ser cónsules y como mínimo uno de los dos cónsules elegidos deberá ser
plebeyo. Además, limitaba y garantizaba la posesión de la tierra conquistada (ager
publicus) a menos de 500 yugadas por persona, y ponía limitaciones a la usura. Sin
embargo, el tema de la limitación de la tierra sería muchas veces incumplido por lo que
muchos años más tarde los hermanos Graco redactarían una ley que la hiciese cumplir.
De esto se hablará más adelante
-Ley Ogulnia (300 a.C.): Los plebeyos también podían acceder a ser pontífices y
pontífices máximos además de incrementar el número de los primeros
-Ley Hortensia (287 a.C.): Los plebiscitos (leyes y edictos) que fueron creados en la
asamblea plebeya durante el conflicto patricio-plebeyo son considerados válidos y
tienen carácter de ley.
-Otros logros: Todas las magistraturas y cargos quedaban abiertas para los plebeyos sin
restricción alguna. Exceptuando alguno como el flamen dialis, el máximo sacerdote de
Júpiter, al que solo podía pertenecer alguien de origen patricio.
Con todo esto, el conflicto llegaba a su fin y surgía así un nuevo tipo de familias: la
nobilitas. Familias con miembros patricios y plebeyos que en los siguientes años
dominaran el poder político de Roma, formando dos grandes facciones: Optimates y
Populares. De aquí saldrán grandes figuras como Mario, Pompeyo, Cicerón u Octavio.
Las guerras Pírricas (280 – 275 a.C.)
Inicio del conflicto (280 a.C.)
Tras haber finalizado el conflicto patricio-plebeyo, y al mismo tiempo que este tenía
lugar, Roma se había expandido por Italia, conquistando no solo a pueblos latinos
cercanos a la ciudad sino también a otras poblaciones de Etruria, el Samnio o Umbria.
Esto explica en gran parte que los plebeyos fuesen ganando terreno político y derechos,
pues los patricios eran conscientes de que en este proceso de conquista no podían
permitirse luchas internas, además de necesitar tropas.
Sin embargo, en este proceso de conquista, Roma tuvo un problema diplomático con la
ciudad griega de Tarento, ubicada en la bota de Italia, y entró en guerra con esta. Lo
que podría haber sido un pequeño conflicto se convirtió en un problema de gran
magnitud cuando Tarento pidió ayuda a Pirro, el rey del reino griego de Epiro (situado
en la costa adriática de Grecia), quien intervino en el conflicto. Esta era la primera vez
que los romanos tenían un conflicto armado con los griegos y su estilo de combate, la
falange. Junto a Pirro, otras poblaciones se unieron contra Roma, como las colonias
griegas de la Magna Grecia (la zona sur de Italia), los etruscos y los samnitas; todos
ellos temerosos de la expansión romana por sus territorios. De esta forma, comenzaron
las guerras pírricas, y supondría un conflicto muy cruento para ambos bandos.
Victorias pírricas (280 – 279 a.C.)
Pirro desembarcó en Italia con un gran ejército e incluso con elefantes y se dispuso a
enfrentarse contra los romanos. El primer enfrentamiento tuvo lugar en la batalla de
Heraclea (280 a.C.) y en ella Pirro salió victorioso, si bien ambos bandos tuvieron unas
bajas muy altas. Pirro pensó que tras esta muchas poblaciones aliadas de Roma se
pasarían a su bando, pero esto no fue así. Un nuevo enfrentamiento tuvo lugar en la
Batalla de Asculum (279 a.C.) y de nuevo Pirro derrotó a los romanos, pero de nuevo
la victoria no le sirvió de mucho. Pirro se dio cuenta que de seguir así tendría que
retirarse de Italia y volver a su reino, de ahí que se use la expresión “pírrico” al hacer
referencia a cuando alguien obtiene un triunfo o victoria que prácticamente es como una
derrota por el coste que conlleva y cuyo valor no compensa el esfuerzo.
La tregua y la campaña en Sicilia (278 – 276 a.C.)
Tras esto, en el año 278 a.C. Pirro pidió la paz a Roma, pero el senador Apio Claudio el
Censor convenció a los romanos de rechazarla hasta que Pirro no se retirase
completamente de Italia, lo que provocó la ruptura de negociaciones, si bien se las
hostilidades cesaron y hubo una pequeña tregua. Durante esta temporal paz, Pirro se
dirigió a Sicilia a intentar conquistar la parte de la isla que estaba bajo el control de
Cartago. En este contexto, fue la primera y única vez que Cartago y Roma firmaron una
alianza para luchar contra un enemigo común. Pirro fue ganando terreno e incluso los
cartagineses asustados le ofrecieron también una alianza, si bien la rechazó. Sin
embargo, finalmente fue frenado en Lilibeo y tuvo que retirarse de nuevo a Siracusa,
ciudad griega aliada suya. En Siracusa los griegos empezaron a mostrar descontento y
hostilidad hacia Pirro y este al ver que estaba perdiendo aliados decidió retirarse de la
isla y regresar a Italia para comenzar de nuevo las hostilidades contra los romanos.
Final del conflicto y consecuencias (275 a.C.)
El final de la guerra tuvo lugar en la batalla de Benevento (275 a.C.) donde los
romanos salieron victoriosos. Como había ocurrido ya antes, aunque un bando salió
ganador el otro también salió muy perjudicado. Sin embargo, Pirro se encontraba fuera
de casa y no disponía de remplazos para sus tropas, cosa que no les pasaba a los
romanos. La derrota de su ejército supuso la retirada de Italia y el regreso a su reino,
donde se rearmaría y buscaría otros conflictos donde intervenir, si bien moriría en el
272 a.C.
Las consecuencias de todo esto suponía que todas aquellos aliados de Pirro serían
conquistados, como fueron la totalidad de Etruria y el Samnio además de buena parte de
la Magna Grecia, donde Roma fundó nuevas colonias. De esta forma, prácticamente
toda Italia estaba en manos romanas y la urbe se convertía en una potencia mediterránea
a tener en cuenta. Sin embargo, este nuevo poder pronto chocaría con otras fuerzas
también a tener en cuenta: Cartago y Macedonia.
Conquista de gran parte del Mediterráneo (siglos III – II a.C.)
Este periodo de expansión sucedió durante la República Media que es considera el
momento en el cual el Mediterráneo empieza a ser dominado por Roma. De esta forma,
tendrán lugar dos grandes conflictos con las otras dos grandes potencias del
Mediterráneo: las Guerras púnicas y las Guerras Macedonias. En ellas el ejército
romano supondrá un punto clave con el uso de la legión, además de los grandes
generales que harán acto de presencia como Publio Cornelio Escipión el Africano,
Lucio Emilio Paulo o Publio Cornelio Escipión Emiliano.
Las Guerras Púnicas (264 – 146 a.C.)
Las Guerras púnicas fueron tres guerras en las que Roma y Cartago se enfrentaron. La
Primera Guerra Púnica (264 – 241 a.C.) tuvo lugar en Sicilia y comenzó por el miedo
de Roma a la expansión de Cartago por la isla. El conflicto tuvo lugar primero en la
parte norte, en donde los cartagineses asediaban la ciudad romana de Mesina. Los
romanos consiguieron romper el cerco y primero derrotaron a Siracusa, ciudad griega
aliada de los cartagineses, para posteriormente conseguir tomar Lilibeo, la colonia
cartaginesa en el oeste de la isla. Al mismo tiempo, los romanos estaban derrotando en
el mar a los cartagineses al emplear un mecanismo en los barcos conocido como cuervo
que consistía en un sistema para enganchar el barco a otro. Tras esto, los romanos
enviaron un ejército a Cartago al mando del cónsul Marco Atilio Regulo, pero fue
derrotado. Sin embargo, los romanos habían derrotado por tierra y por mar a los
cartagineses y estos decidieron pedir la paz. Así terminó la primera guerra púnica, con
la victoria romana y con la cesión de Sicilia, Córcega y Cerdaña por parte de Cartago a
Roma.
La Segunda Guerra Púnica (218 - 201 a.C.) comenzó por Aníbal. Tras la pérdida de
las islas, Cartago había puesto sus ojos en Hispania y había comenzado su expansión
por la costa mediterránea de ésta. El senado cartaginés propuso la conquista a la familia
Barca, siendo enviado el cabeza de esta, Amílcar. Este comenzó la conquista pero fue
resultado muerto en una batalla contra una tribu ibera, los oretanos, quienes se cree que
estaban ubicados en la actual Elche. Tras esto, su yerno Asdrúbal tomó el mando y
fundó una ciudad en el nuevo territorio conquistado, Cartago Nova. Asdrúbal comenzó
a planear alianzas y relaciones de vasallaje con las diferentes tribus hispanas para
afianzar su poder y el de Cartago. Además, firmó con Roma el famoso Tratado del
Ebro (226 a.C.) por el que todo lo que estuviese al sur del Ebro podía ser de Cartago
pero lo que estuviera al norte lo sería de Roma. Tras esto, al poco tiempo Asdrúbal fue
asesinado por lo que fue nombrado jefe el hijo de Amílcar, Aníbal. Este había guardado
un fuerte rencor hacia Roma por la humillación de la anterior guerra y una vez fue
elegido comandante comenzó a trazar un plan para iniciar una guerra contra la gran
urbe. Así, finalmente atacó Sagunto en el 218 a.C., una ciudad ubicada al sur del Ebro
pero que era aliada de Roma. Tras tomarla los romanos decidieron enviar una
delegación a Cartago exigiendo explicaciones pero fueron despachados. Tras esto,
Roma vio a Cartago y a Aníbal como una amenaza y declaró la guerra. Los
historiadores no se ponen de acuerdo en si la toma de Sagunto era motivo o no para
iniciar una guerra. Quizás a los romanos y a los cartagineses no les importaba tanto las
razones como el que su orgullo estuviera en juego. En cualquier caso, Aníbal estaba ya
preparado y rápidamente se dirigió al norte, cruzó los Pirineos y en vez de ir por la ruta
costera como los romanos pensaban que haría, se dirigió a los Alpes y los cruzó,
quedándose así en el norte de Italia. Los romanos rápidamente desviaron sus ejércitos y
le plantaron cara en Trevia, Tesino y Trasimeo pero en las tres batallas fueron
derrotados. Todo esto ocurrió en el 218 a.C., año en el que Roma decidió enviar un
segundo ejercito al mando de los dos generales hermanos Cneo Cornelio Escipión y
Publio Cornelio Escipión a Hispania para conquistarla y privar a Cartago y Aníbal de
recursos en el territorio.
En el año 216 a.C. los romanos enviaron un gran ejército contra Aníbal quien a estas
alturas de la guerra estaba yendo por Italia de forma bastante libre. Este ejército se
enfrentó a Aníbal en la Batalla de Cannas (216 a.C.) pero fue completamente
derrotado por el cartaginés. Este pensó que tras este desastre Roma pediría la paz, pero
no fue así. El propio Aníbal se dirigió a Roma, pero al ver que un asedio sería
imposible, optó por debilitar a la urbe atacando a las ciudades aliadas de Italia, labor
que le llevaría casi todo el resto del conflicto. En ese tiempo, los romanos consiguieron
resistir y no eso, sino que consiguieron conquistar Hispania. ¿Cómo fue esto posible si
estaban asediados en su propio territorio? Como se dijo, a Hispania fue enviado un
ejército al mando de Cneo y Publio Cornelio Escipión. Estos dos comenzaron a derrotar
a los cartagineses y conquistar territorio, pero en el año 211 a.C. fueron traicionados por
tropas auxiliares iberas que se pasaron al bando enemigo y ambos hermanos perecieron
junto a gran parte de su ejército que a duras penas consiguió retirarse y sobrevivir. Al
año siguiente, fue enviado como general al joven Publio Cornelio Escipión, hijo y
sobrino de los generales fallecidos. No está claro por qué se le eligió como general, pues
era muy joven para el cargo. Algunos creen que se le otorgó el cargo para que pudiera
hacer justicia a sus familiares, otros que nadie quería el cargo y otros simplemente
porque vieron en el joven algo que los cautivo. En cualquier caso, el joven Escipión
nada más desembarcar conquistará en un rápido movimiento Cartago Nova, la cual
evitará saquear. Además, con una gran diplomacia se ganará a las elites locales quienes
le enviarán suministros y tropas, y tras esto derrotará a los cartagineses en la Batalla de
Baecula (208 a.C.) y la Batalla de Ilipa (206 a.C.). Tras esta última, los pocos reductos
cartagineses se rendirán y con ello finalizará la conquista de Hispania. Al joven
Escipión se le nombrará cónsul (saltándose varias magistraturas, lo que demuestra que
los romanos le querían) al año siguiente y se le permitirá reclutar un ejército en Sicilia
para poder invadir África mientras en Italia se intenta aguantar a Aníbal. Finalmente, en
el 204 a.C. a Escipión se le concederá un mando especial e invadirá con su ejército el
norte de África. Derrotará a varios ejércitos cartagineses hasta que finalmente el senado
cartaginés reclame a Aníbal, quien todavía continuaba en Italia. Este regresará
rápidamente a Cartago con sus veteranos y se unirá al resto del ejército cartaginés.
Finalmente se enfrentará a Escipión en la Batalla de Zama (202 a.C.) donde Escipión
saldrá victorioso y cuya victoria le ganaría el sobrenombre de el Africano. Tras esto,
Cartago pedirá la rendición y terminará la guerra. Aunque Aníbal permanecerá un
tiempo en la ciudad, finalmente tendrá que irse pues será acusado de querer reavivar la
guerra. Se dirigirá al imperio seleucida y luego a Armenia donde finalmente se suicidará
pues los romanos lo perseguían. Así, finalizará el que fue considerado el azote de Roma.
Sin embargo, aunque Cartago había sido sometida y tenía que pagar una gran
indemnización de guerra, los romanos no estaban del todo tranquilos. En Roma seguía
existiendo cierto miedo a los cartagineses y en que entre ellos surgiera un nuevo Aníbal,
por lo que finalmente el Senado romano presionado por la población decidió enviar al
general Publio Cornelio Escipión Emiliano, nieto adoptivo de Escipión el Africano.
Así comenzó la Tercera Guerra Púnica (149 – 146 a.C.) donde tras un largo asedio la
ciudad de Cartago fue tomada y arrasada. Cuenta la leyenda que Emiliano tiró sal para
que no pudiera volver a ser fértil, pero parece ser mentira pues años más tarde la ciudad
volvería a ser repoblada. Con esto terminaban las guerras púnicas.
Las Guerras Macedónicas (214 – 168 d.C.)
En cuanto a las Guerras Macedónicas, fueron también tres. La Primera Guerra
Macedónica (214 – 205 a.C.) fue un enfrentamiento que tuvo lugar entre Macedonia,
dirigida por el rey Filipo V y Roma. Filipo durante la Segunda Guerra Púnica se había
aliado con Cartago y Aníbal, pero nunca llego a entrar en la contienda en gran escala y
solo tuvieron lugar algunas escaramuzas.
Sin embargo, cuando esta finalizó las relaciones diplomáticas con Roma no estaban en
su mejor momento, y la chispa que inició la Segunda Guerra Macedónica (200 – 197
a.C.) fue el intento de Filipo de someter la Liga Etolia, una liga formada por diversas
ciudades griegas, que era aliada de Roma. Así dio comienzo el conflicto en el que Roma
y la Liga Etolia y sus reinos aliados griegos (Rodas y Pérgamo principalmente) se
enfrentaron a Macedonia. La guerra alcanzó su momento cumbre en la Batalla de
Cinoscéfalos (197 a.C.) donde se enfrentaron las legiones romanas y las falanges
macedonias, siendo las primeras las vencedoras. Tras esto, Filipo pidió la paz y
Macedonia tuvo que renunciar a su proyecto de expansión a la par que debía dar una
indemnización a Roma.
Por último, la Tercera Guerra Macedónica (171 – 168 a.C.) tuvo lugar entre el hijo de
Filipo, Perseo I, y Roma. Perseo quiso seguir los intentos expansionistas de su padre y
se alió con varios pueblos, como los tracios y los ilirios. Además, a diferencia de su
padre, intentó llevar a cabo una política reconciliadora con las ciudades griegas a las
que a cambio de favores les pedía su sumisión. Roma sintió miedo de que Macedonia se
volviese demasiado fuerte en Grecia y consiguiese forjar un imperio y le declaró la
guerra a pesar de que Perseo les propuso varios tratados de paz. Inicialmente la
contienda de inclino a favor de Macedonia, pero las cosas cambiaron cuando llegó al
campo de batalla el general Lucio Emilio Paulo, cuñado de Escipión el Africano, quien
derrotó a Perseo en la Batalla de Pidna (168 a.C.). Tras esta, Perseo fue depuesto y
Macedonia fue dividida en varias repúblicas clientelistas de Roma. Con el tiempo, estas
acabarían convirtiéndose en parte de nuevas provincias romanas.
Cabría decir que además de estas guerras tuvieron lugar otras, aunque quizás no
tuvieron tanta envergadura como las anteriores mencionadas. Entre otras cabría destacar
la conquista de Hispania, las guerras romano-sirias o la conquista del valle del Po y gran
parte de Liguria a excepción de la zona alpina. En cualquier caso, Roma saldrá
victoriosa de todas estas guerras y esto supondrá un aumento exponencial de sus
territorios, pues anexionará Hispania, el Norte de África, Macedonia, Grecia, parte de
las Galias y Anatolia. Y esto será un problema porque hará que tengan que crearse un
mayor número de magistrados para su administración. Y una mayor administración
supondrá mayor corrupción. De hecho, para muchos historiadores fue en este momento,
con estas nuevas conquistas, cuando dio comienzo la crisis de la república romana.
El nuevo territorio conquistado
Ager publicus
Historiadores prorromanos como Theodore Mommsen consideraban que todas estas
guerras habían sido producto de una política defensiva romana y de ayuda a sus aliados
y que estas no habían sido provocadas por una política imperialista. Sin embargo, hoy
en día pocos historiadores sostienen esta política defensiva y sitúan la política de Roma
dentro del imperialismo expansionista y que sus motivos se debieron a otros muy
diferentes a los que Mommsen se refería.
Pero, ¿cuáles fueron estos motivos? Pues se trataban de aquellos relacionados con la
tierra y bienes inmuebles. Los romanos, como todos los pueblos de la antigüedad, eran
muy conscientes de la necesidad de poseer tierra cultivable. Por este motivo, su política
expansionista tenía como fin el conseguir principalmente nuevas tierras. A este tipo de
tierras conquistadas se les conocía como ager publicus o tierras del Estado, y se
dividían en varios, siendo los más famosos el ager galicus y el ager hispanus. En
teoría, estas nuevas tierras conquistadas podían ser utilizadas por todos los ciudadanos,
pero en la práctica esto nunca era así pues la mayoría del ager publicus era poseído por
los grandes terratenientes quienes las cultivaban empleando esclavos, no permitiendo
casi que otros la poseyesen o si lo hacían se quedaban con la peor parte.
Colonias y tipos de ciudades
Pero el ager publicus no solo era destinado a tierra cultivable sino que también podía ser
empleado para otros usos. El más importante de los otros usos era el de la fundación de
nuevas ciudades. A estas ciudades se les conocía como colonias y estaban subdivididas
en dos tipos: las de derecho latino y las de derecho romano. Las primeras eran
aquellas formadas por población latina que poseía un grado de ciudadanía menor e
incompleta mientras que las segundas lo estaban formadas por ciudadanos propiamente
romanos con todos los derechos necesarios. Estas imitaban a la propia Roma en su
sistema político y estaban gobernadas por dos magistrados conocidos como duoviri o
duoviros, quienes eran auxiliados por dos cuestores, encargados de las cuestiones
económicas, y dos ediles encargados de los asuntos sociales. También poseerán una
asamblea donde participaron todos los ciudadanos de la ciudad y un Senado formado
por los 100 miembros más destacables de las familias locales, los dos duoviros y los
exduoviros.
Todas las colonias eran fundaciones desde cero o bien creando una ciudad sobre una
existente a la que sustituía. Normalmente eran pobladas por veteranos ya retirados y sus
principales funciones eran la expansión romana, el control del territorio y extender la
romanización. De esta forma, las colonias se establecían en un nuevo territorio,
convirtiéndose algunas en grandes focos de comercio y en capitales de provincia, y
convivían con otras ciudades autóctonas que según su mayor, menor o ninguna lealtad a
Roma se dividían en federadas, aliadas y dedicticias respectivamente. Estas según su
comportamiento poseían mayores o menores derechos u obligaciones (sobre todo lo
relacionado con enviar tropas auxiliares e impuestos). Sin embargo, todas tenían un
punto en común: casi ninguna poseía derecho romano o latino. No será hasta el final de
la República cuando se empiece a generalizar la concesión de ciudadanía latina o
romana a estas ciudades y se empiece a establecer un nuevo tipo de ciudad, el
municipio, del cual se hablará más adelante.
Sociedad
La sociedad romana estaba profundamente escalonada. Sin embargo, a diferencia de
otras situaciones y épocas, en Roma nunca existió una lucha de clases pues los propios
grupos no sentían una conciencia de clase o unión. Cabría destacar también que la
sociedad romana evolucionó a lo largo de los siglos, pero el núcleo de la sociedad
romana se formó durante los siglos V – I a C. a raíz de los diferentes conflictos tanto de
carácter interno (el patricio-plebeyo) como externo (la conquista del Mediterráneo).
-En el nivel más bajo de esta sociedad se encontraban los esclavos. En los primeros
tiempos de Roma, durante la monarquía, no se tiene constancia de ellos por lo que es
muy seguro que surgiesen una vez se instaurase la República o por lo menos se
generalizase su uso durante este periodo. La mayoría de ellos se obtenían a raíz de las
guerras o de los piratas esclavistas, pero cuando estos comenzaron a escasear se recurrió
a la crianza de esclavos. Al ser considerados cosas, los hijos de esclavos no eran
tampoco humanos por lo que también eran propiedad de los propietarios.
Con todo, dentro de los propios esclavos existió cierta jerarquía. Aquellos esclavos que
trabajaban en las minas o en el campo eran los menos apreciados y los prescindibles por
lo que si morían, algo bastante normal por el tipo de trabajo, eran rápidamente
sustituidos. En cambio, aquellos que trabajaban en las casa, especialmente de los ricos,
eran bien tratados. Dentro de estos se catalogan los que se encargaban de las labores
domésticas, de la protección de los dueños o de la educación de los hijos de los señores.
A diferencia de los otros, su muerte podía suponer un problema y se evitaba su maltrato
pues la sustitución aunque posible era costosa. Existía un grupo de esclavos especial, el
de los gladiadores (aunque no todos eran esclavos), pues estos a pesar de su condición
eran bastante apreciados por las multitudes. Y algo a destacar es que, a pesar de lo que
se piensa, en la República no existían los combates de gladiadores a muerte, pues esto
se estableció durante el imperio.
En cuanto al trato hacia los esclavos, en los primeros tiempos de la República era muy
habitual el maltrato. Aunque algunos historiadores, especialmente los marxistas, han
exagerado el maltrato que sufrieron, en líneas generales los esclavos padecieron durante
este periodo y no es de extrañar que llegasen a haber varias rebeliones, las conocidas
Guerras Serviles (135 – 71 a.C.). Sin embargo, a raíz de estas rebeliones los romanos
empezaron a suavizar el trato e incluso en algunos momentos se prohibió el maltrato a
los esclavos. Esto no hay que verlo como un acto de bondad sino más bien como una
defensa de intereses por parte de los dueños.
-En el segundo nivel estaban los libertos quienes eran antiguos esclavos manumitidos.
La manumisión, concedida mediante la acción del manum o liberación, era otorgada
por los dueños o por el Estado a los esclavos por varios motivos: por pagarse la libertad,
por deseo del dueño, por ganarse la espada de madera en el caso de los gladiadores, o
por vejez. En cualquier caso, una vez los esclavos eran libres se les otorgaba un nuevo
rango social que si bien le daba ciertos derechos era muy mal visto por el resto de
población. Además, aunque los libertos eran en teoría libres en la práctica seguían
estando unidos a sus antiguos dueños por una relación conocida como fides o clientela.
Muchos libertos ejercieron cargos de todo tipo, algunos muy básicos como el de
guardaespaldas y otros más elaborados como el de sacerdotes o administradores. Su
situación en la República fue muy inestable y cambiante pero con el imperio su
situación mejoró al ser acercados a la administración imperial.
-En el tercer nivel estaban los extranjeros. Sin embargo, la palabra extranjero en
realidad engaña pues no se refería a aquellos que no fuesen originarios de Roma sino a
toda aquella población que no tuviese la ciudadanía, ya fuera latina o romana. De esta
forma, si el hijo de un ciudadano era declarado ilegitimo por el padre, no era
considerado ciudadano y por tanto pasaba a formar parte de los extranjeros. Sin
embargo, es cierto que lo habitual es que este grupo estuviera formado por toda aquella
población no originaria de Roma ni de Italia, pues no poseían la ciudadanía. En los
primeros tiempos de la República, la plebe era considerada parte de los extranjeros pues
era población sin ciudadanía ni derechos, pero tras el conflicto patricio-plebeyo los
plebeyos se separaron de este estrato.
No poseían derechos, pero podían ascender por colación superior. Esto significaba que
si rendían servicio al Estado, normalmente en lo militar, podían ser recompensados con
la ciudadanía, que solía ser la latina pues la romana casi nunca se daba. La otra forma de
ser ciudadanía era siendo adoptado por un ciudadano, pero esto solían ser sumamente
raro.
-En el cuarto nivel estarán los ciudadanos latinos, aquellos que poseen la ciudadanía
latina la cual era incompleta y solo otorgaba ciertos derechos. Estaban formados
principalmente por aquellos que vivían las ciudades latinas aliadas de Roma, pero
también podían serlo por colación superior o adopción.
-En el quinto nivel estarán los plebeyos los cuales eran ciudadanos romanos. Como ya
se vio, tras el conflicto patricio-plebeyo, la plebe pasó a formar parte de la ciudadanía
romana. Sin embargo, la plebe será un grupo sumamente heterogéneo hasta el punto de
que nunca existirá una visión de conjunto o de unión. Poseían todos los derechos
romanos, y muchos de ellos se acabaron uniendo a los patricios, creando una nueva
clase conocida como la nobilitas que en siglos posteriores acapararía el poder
económico, político y religioso.
-En el sexto nivel estará la nobleza, la cual se dividirá de menor a mayor en tres tipos:
1) El Ordo Decurionalis o decuriones el cual estaba formado por aquellas grandes
familias que controlaban los puestos y cargos políticos en las ciudades. Estas
familias tenían orígenes diversos, pero al acaparar los cargos comenzaron a crear
un ordo nuevo y por tanto se les consideró como parte de la nobleza, si bien la
más baja. Para poder acceder a este orden se necesitaba una riqueza considerable
pues se establecía un requisito económico para poder formar parte.
2) El Ordo Equester o caballeros el cual se formaba por aquellas familias cuyos
miembros controlaban el poder económico y comercial. Aunque era un orden de
origen un tanto diverso, su núcleo estaba formado por la nobilitas. Para poder
acceder a este cargo se necesitaba una riqueza todavía mayor a la del anterior
grupo.
3) El Ordo Senatorius o senadores el cual estaba formado por aquellas familias
que habían conseguido que sus miembros formaran parte del Senado. Al igual
que las anteriores, se necesitaba un requisito económico sumamente elevado,
pero además se establecía como requisito indispensable que los beneficios
económicos solo se derivasen de bienes inmuebles, por lo que no podían poseer
comercios sino solo tierras. Al igual que el anterior grupo, este orden estaba
formado en su núcleo por la nobilitas.
La nobleza estará sujeta a cambios, especialmente durante el imperio, pero esta
perspectiva mostrada es la clásica y la que perduró en la mayor parte que duró Roma.
Como se observa, la nobilitas controla gran parte de la nobleza, por lo que lejos quedará
atrás la antigua nobleza formada solo por patricios. A partir de este momento la
nobilitas se constituirá como la nueva oligarquía en la que ya no solo primará los
antepasados sino también la riqueza.
Crisis de la República (133 – 27 a.C.)
Como ya se dijo, de la unión de familias patricias y plebeyas va a nacer un grupo nuevo
que va a ser la nobilitas, cuyos miembros serán llamados nobiles. Van a formarse ahora
dos grandes grupos: los optimates que serán la facción conservadora y los populares
que serán la facción reformista. No todos sus miembros pertenecerán a estas familias
nobilitas aunque sí que serán la mayoría.
Optimates y Populares
Estas dos facciones eran las que conformaban el Senado romano y que a finales de la
república acaparaban el poder. No hay que verlas como un poder de derechas y de
izquierdas, porque no lo eran.
Los optimates se veían a sí mismo como una facción que pretendía mantener las
tradiciones romanas e intentar preservarlas pues las consideraban correctas. Esto no
quería decir que fueran intransigentes, pero sí que tenían miedo a que si se promulgaban
demasiadas reformas en poco tiempo podía desembocar en el caos. El mayor partidario
de esta facción fue el dictador Sila quien creía que demasiadas reformas en el Estado
podían suponer una crisis política, económica y moral para Roma.
En cambio, los populares consideraban que aunque Roma debía preservar ciertas
tradiciones, eran necesarios nuevos cambios pues la urbe ya no era la misma que en los
primeros tiempos de la república. Consideraban que eran necesarias tomar medidas que
modificasen Roma, incluso si ello significaba acabar con algunas tradiciones de hacía
siglos. El mayor exponente de esta facción fue Julio César, quien estaba convencido de
que Roma debía de transformarse y crear mecanismos que permitiesen participar a todas
las masas.
Un ejemplo de opinión enfrentada era la de la idea de conceder la ciudadanía a
poblaciones de fuera de Italia. Los optimates eran partidarios de que no se debía hacer
pues ello supondría un crecimiento de los ciudadanos romanos y por tanto eso podía ser
un problema ya que el sistema político podía colapsarse y volverse caótico. Ellos
preferían mantener las tradiciones originales de solo conceder la ciudadanía a ciudades
de Italia pues permitía un mayor control y menos desorden. En cambio, los populares
consideraban que era necesario concederla a otros territorios pues sería una mejor
manera de anexionarlos y controlarlos para Roma. A cambio de dar privilegios, estos
territorios mostrarían mejor sumisión a la urbe.
Como se observa, las dos posturas en parte tienen cierto grado de razón. No hay que
verlos como unos intransigentes y otros como unos reformadores. De hecho, como
curiosidad cabe señalar que hubo más individuos de la facción popular que intentaron
hacerse con el poder en Roma que de la facción optimate.
Los hermanos Graco (133 – 121 a.C.)
Uno de los miembros de los populares fue el tribuno de la plebe Tiberio Sempronio
Graco. Este individuo desafió a los grandes aristócratas al promover en el año 134 a.C.
una ley agraria, conocida como lex graca agraria, que distribuiría la tierra entre más
ciudadanos, especialmente entre los campesinos más pobres. En realidad está ley
simplemente se encargaba de que se pusiera en práctica las leyes Licinia-Sextia, de las
cuales ya se han hablado en el conflicto patricio-plebeyo y que consistían en limitar la
posesión de la iugarea (medida de distribución de la tierra) por persona. Algunos
historiadores creen que esto no lo hacía por altruismo sino porque él esperaba que al
haber un mayor reparto de tierras conseguiría un gran número de clientes, con lo que su
poder aumentaría. En cambio, otros creen que Tiberio era consciente de la necesidad de
repartir mejor las tierras entre los campesinos, quienes estaban viendo como cada vez
más la tierra acababa en manos de los grandes terratenientes, los cuales en su mayoría
eran senadores. Sin embargo, independiente de esto, una consecuencia también muy
importante es que si aumentaba el número de ciudadanos que podían acceder a la tierra
aumentaría el número de campesinos. ¿Por qué esto es importante? Porque, en aquel
entonces, en Roma el ejército romano está compuesto por campesinos por lo que si
estos aumentaban también aumentaba el número de soldados. Consciente o no
(seguramente consciente) Tiberio con su ley aumentaba el número de tropas.
En cualquier caso, esta ley rápidamente fue rechazada claramente por el Senado, pero
Tiberio acudió entonces a la asamblea, donde tenía más popularidad a la espera de
conseguir que se aprobase. Mientras esperaba organizó para el futuro reparto una
comisión bastante polémica llamada Tresviri agris dandis adsignandis iudicandis
(“Triunviros para la indicación de la asignación de tierras”) que estaba formada por él
mismo, su hermano Cayo Sempronio Graco y su suegro Apio Claudio, lo que no
transmitía demasiada tranquilidad a los senadores.
Mas esta ley estaba condenada al fracaso porque requería de una gran cantidad de
dinero que Roma no estaba dispuesta a conceder (y era probable que tampoco dispusiera
de él). Además, existía otro tribuno de la plebe llamado Marco Octavio, al servicio del
Senado, que no paraba de vetar su ley. Y si esto no era suficiente, para empeorar las
cosas el tribunado de Tiberio estaba llegando a su fin.
Pero entonces, el rey Atalo de Pérgamo decidió donar su reino a Roma con lo que llegó
una gran cantidad de talentos de oro y plata, una cantidad de dinero que Tiberio ordenó
que se pusiera a su disposición para su ley. En cuanto al tribuno de la plebe Marco
Octavio, que no paraba de vetar su ley, Tiberio decidió acudir de nuevo a la Comitia
Tributa para que lo destituyese del cargo, cosa que consiguió. Por último, Tiberio
decidió presentarse por segunda vez al tribunado de la plebe cosa que iba contra la
tradición romana (llamada mos maiorum). Con todo esto, Tiberio pudo seguir llevando
a cabo la ley pero al haber destituido a un tribuno de la plebe, desafiado al Senado y
haberse presentado 2 veces al mismo cargo se había ganado muchos enemigos, algunos
incluso de su misma facción.
Dado que para los senadores, y dentro de estos especialmente a la facción optimate, esta
ley suponía un problema para sus intereses decidieron llevar a cabo una revuelta con
libertos y mercenarios comprados que acabaron asesinando a más de 300 partidarios de
Tiberio y al propio Tiberio en el Capitolio el día en que este se presentaba por segunda
vez al tribunado. Al morir este, la ley perdió peso y no se pudo llevar a cabo.
Años más tarde, en el 123 a.C., Cayo Sempronio Graco intentó seguir el mismo
programa que su hermano, pero a diferencia de este no fue tan radical y demagógico.
Cayo formuló, además, algunas leyes bastante populares que fueron llamadas leyes
Cayas. Tras esto, y siguiendo la estela de su hermano, decidió presentarse por segunda
vez al cargo de tribuno pero, a diferencia de Tiberio, él fue más precavido y se rodeó
siempre de una guardia que le protegía en todo momento. La oposición, viendo que no
podía ganarle de manera legal, comenzó una campaña de desprestigio mientras él estaba
ausente de Roma fundado una colonia en Cartago, consiguiendo reducir sus méritos y
su popularidad.
Cayo intentó presentarse por tercera vez al cargo de tribuno pero acabó perdiendo las
elecciones. Viendo que sus posibilidades de llevar a cabo su reforma se estaban
esfumando decidió dar un golpe de estado que acabó en fracaso, muriendo en el acto
3000 de sus partidarios y él mismo, que decidió suicidarse.
Como curiosidad, tanto Tiberio como Cayo, eran nietos directos de Escipión el Africano
y primos de Escipión Emiliano quienes fueron dos miembros de la facción optimate
además de pertenecer a una de las gens aristocráticas más antiguas: los Cornelio. Ello
demuestra que los grandes líderes optimates y populares saldrían siempre de las viejas
familias romanas. Únicamente la excepción a esto serán dos individuos de los cuales
más adelante se hablará: Mario y Pompeyo.
Con los Graco, no obstante, se había establecido un precedente con respecto al tema del
reparto de tierras y es que las leyes agrarias eran muy temidas por los optimates y sus
miembros aristocráticos. A partir de aquí, comenzará una serie de intentos de crear leyes
agrarias para favorecer a varios sectores de la población, especialmente entre los
soldados.
Cayo Mario y la reforma del ejército (finales del siglo II y principios del I a.C.)
En el año 119 a.C. aparecerá una figura nueva proveniente de fuera de Roma, de la
ciudad de Arpiño, que será Cayo Mario. A este grupo de personas que no eran
originarios de Roma pero que eran ciudadanos romanos se les llamaba Homo novus y
la mayoría de ellos pertenecían a la facción de los populares. Una definición rápida de
Homo novus serían aquellos individuos que no eran originarios de Roma y no tenían
antepasados ilustres. Ejemplos de ello serán el propio Mario, Cicerón o Pompeyo.
Mario fue un gran militar que destacó en la Guerra de Yugurta (112 – 105 a.C.), una
guerra que se llevó a cabo en el norte de África entre el reino de Numidia dirigido por
Yugurta, quien había quitado el poder al anterior rey, y Roma. En esta guerra, Mario
acabó poseyendo el generalato y acabó derrotando a Yugurta. Al mismo tiempo, en el
norte de Italia estaban acampando varias tribus germanas (especialmente teutones,
ambrones y cimbros), las cuales habían marchado desde su zona de origen por varios
desastres naturales, desplazándose primero a la Galia y luego al valle del Po, es decir, el
norte de Italia. Los romanos inicialmente, temiendo que los germanos los atacasen,
decidieron pasar a la ofensiva y así comenzó la Guerra Cimbra (113 – 101 a.C.) la
cual supuso varios desastres iniciales para los romanos. Tras estas derrotas, los
germanos finalmente tomaron la ofensiva y comenzaron a descender, yendo al corazón
de Italia. Por aquel entonces, la Guerra de Yugurta ya había finalizado y Mario contaba
con un gran prestigio militar. Los romanos, al ver que no había un general más capaz en
esos momentos, permitieron a Mario ser varias veces cónsul (5 veces seguidas) para
derrotarlos, siendo una medida desesperada y sin precedente. Este finalmente los
derrotó en la batalla de Aquae Sextiae (102 a.C.) y en la batalla de Vercelas (101
a.C.), diezmando al grueso del ejército germano y provocando la huida de los pueblos
germanos hacía el norte, finalizando así con la amenaza.
Pero sin lugar a dudas, aquello más importante que hizo Mario fue la gran reforma
militar que hizo que el ejército pasase a convertirse en profesional. La comenzó durante
su campaña contra los germanos y consistió en lo siguiente:
-Inicialmente el ejército romano estaba formado por levas voluntarios (en la teoría, en la
práctica esto no solía ser así y mínimamente había una obligación moral para con el
Estado), las cuales estaban formadas únicamente por ciudadanos romanos, en su
mayoría propietarios de tierras, es decir, campesinos. El problema de este sistema es que
muchos campesinos al regresar de las campañas (que solían ser 7, no necesariamente de
manera continuada sino saltadas en el tiempo, y cada una de una duración de un año) se
encontraban con que sus tierras habían quedado arruinadas o incluso que las habían
perdido a manos de los grandes lugartenientes. Mario fue consciente de esto y decidió
que la mejor solución era sacar una ley que permitiese a cualquier individuo poder
alistarse en el ejército, y que exceptuando una situación de extremo peligro el
reclutamiento no volviese a ser obligatorio. Con esto se solucionaban dos cosas: la
primera es que los campesinos no tendrían que alistarse si no querían por lo que sus
tierras estarían más a salvo mientras que la segunda consistiría en que ahora la masa de
población más pobre de Roma, es decir, los proletari o capi censi, tendrían la
oportunidad de servir a su patria alistándose en el ejército.
-Ahora, las campañas dejarían de ser de un año y el enrolamiento al ejercito duraría
varias décadas. En época de Mario se estableció un periodo de 15 años. Además, Mario
impuso que el Estado sería ahora quien costearía el armamento de los soldados, quienes
posteriormente se lo devolverían con su paga en un pequeño porcentaje todos los meses.
Con esto se evitaba que los soldados se arruinasen intentando costearse su armamento.
Unido a lo anterior estaba que Mario estableció una paga obligatoria, conocida como
estipendium, pues anteriormente no era habitual pagar a los soldados y si se hacía
normalmente se daban cantidades pequeñas o incluso simbólicas. Como mucho, los
soldados podían obtener beneficio de los botines, algo que Mario quiso prohibir pues
deseaba que el botín fuese a parar en su mayor parte al erario público.
-También, a modo de incentivo Mario quiso establecer que para la jubilación los
soldados recibiesen una pequeña cantidad de tierra. Esta tierra saldría del ager publicus,
es decir, de la tierra pública del Estado. Esta medida supuso muchos problemas para
Mario porque suponía quitar a los grandes terratenientes unas tierras que hasta ese
momento había estado casi monopolizada por ellos. Esta medida tenía como objetivo
animar a los hombres más pobres a enrolarse en el ejército pero también servía como
método de colonización pues la mayor parte de esas tierras concedidas serían de
territorios provinciales como Hispania, la Galia o el norte de África.
-La legión es totalmente reformada. Como ahora el armamento será costeado por el
Estado ya no existieran diferentes tipos de soldados, como ocurría antes (los soldados se
dividían según su armamento y experiencia en Triarios, Príncipes y Asteros).Ahora ya
no existirá la división de tropas, del mismo modo que se eliminaran algunos unidades
como los vélites. A partir de este momento, todos los soldados pasaran a llevar el
mismo tipo de armamento. También, el mando del ejército será reformado y se
introducirá una nueva unidad militar, la cohorte. Sin entrar en tecnicismos, una cohorte
era una unidad formada por 700 hombres que permitía flexibilidad y aguante en una
batalla. A partir de este momento, cada legión, formada por 7000 hombres, estará
compuesta de 10 cohortes las cuales podrán funcionar en una batalla de manera
independiente. En cada cohorte se introducirán tanto novatos como veteranos,
eliminando así la anterior barrera de dividir a los soldados según la experiencia.
-Los legionarios a partir de este momento pasan a llevar todo el armamento y lo
indispensable a cuesta para agilizar el movimiento y las marchas. Además, en
momentos en los que no se estaba de campaña los soldados no descansaban sino que se
encargaran de entrenar y de mejorar las carreteras, acueductos, puentes o viejos
edificios. Por esto motivo, a los legionarios de Mario pasó a llamárseles mulas
marianas.
-Por último, Mario estableció teóricamente, pues nunca pudo llevarlo a la práctica, que
el ejército romano debía suplir sus carencias militares empleando tropas auxiliares
especializadas. El punto débil del ejército romano residía principalmente en su
caballería y tropas de hostigamiento, por lo que Mario aconsejó recurrir a pueblos que
fueran especialistas en estas, como los jinetes galos o los honderos baleares. Esta idea
sería posteriormente empleada por generales como Pompeyo o César.
La consecuencia más importante de todo esto es que se van a formar ejércitos que cada
vez van a depender más de su general. Esto se debe a que el Estado muchas veces no
estaba dispuesto a cumplir con sus obligaciones, como conceder tierras a los soldados y
al final acababa siendo el propio general quien se las acababa dando (por ejemplo,
Mario les otorgó a sus soldados licenciados tierras cerca de Cartago y César en la Galia
e Hispania). Por ello, los ejércitos cada vez se hicieron más personalistas lo que fue una
de las consecuencias de las guerras civiles, ya que los soldados no luchaban por Roma
sino por sus generales.
Debido a todo lo mencionado, los historiadores sitúan a Mario como uno de los grandes
partidarios de los populares. Sin embargo, esto es no es del todo cierto pues Mario en
varios momentos de su vida alterno entre los dos grupos y no fue hasta sus últimos años
cuando comenzó a decantarse por la facción popular. Y fue también en sus últimos años
cuando chocaría con otro individuo importante, Sila.
Lucio Cornelio Sila (finales del siglo II y principios del I a.C.)
Uno de los oficiales de Mario que combatió junto a este en todas sus campañas fue
Lucio Cornelio Sila. Él pertenecía a una familia patricia arruinada pero tuvo una gran
trayectoria militar. Durante la guerra de Yugurta sirvió a las órdenes de Mario, donde
destacó en la captura del rey númida. Posteriormente, durante el conflicto con los
germanos, sirvió de nuevo con Mario como lugarteniente. En ambas guerras tuvo una
estrecha amistad con Mario (algunos historiadores han creído que sus esposas eran
hermanas, lo que los habría acercado en un primer momento) pero tras éstas sus
trayectorias fueron muy distintas. Mientras que Mario poco a poco se fue acercando a la
facción popular Sila hizo lo suyo con la optimate. Su primer enfrentamiento político se
dio lugar cuando estalló la Guerra Social (91 – 88 a.C.), un enfrentamiento entre Roma
y las ciudades italianas que exigían mayores derechos políticos a Roma, cuando ambos
fueron generales de la contienda, siendo que Mario al caer enfermo dejó el generalato
únicamente a Sila, quien aprovechó para conseguir mayor gloria y de paso finalizar la
guerra. Tras esto, Sila obtuvo mucha popularidad, algo que enfureció a Mario, por lo
que ambos se volvieron enemigos acérrimos y la lucha directa entre ellos no tardó en
llegar.
Finalmente, en el año 88 a.C. el rey de Ponto Mitrídates VI atacó Grecia y las
provincias romanas de Asia y se tuvo que elegir cónsules para luchar contra él. Para el
cargo se presentaron tres miembros: Mario, Pompeyo Rufo y Sila; pero solo fueron
elegidos estos dos últimos. El problema que hubo aquí se debió a que no fue la
asamblea la que los eligió sino el Senado, cosa que legalmente no era válido, pero dada
la emergencia de la guerra no daba tiempo a las elecciones por lo que en principio se dio
por considero todo como legal.
Primera Guerra Civil (88 – 81 a.C.)
Tras su elección como cónsul, Sila partió hacia Oriente en el año 88 a.C., pero Mario
recurrió a un tribuno de la plebe, Publio Sulpicio Rufo, quien propuso una ley en la
asamblea que resultó votada y que convirtió a Mario en cónsul al mismo tiempo que
destituía a Sila del cargo. Entonces, Sila decidió regresar a Roma y tomar la ciudad
teniendo que huir Mario a África y muriendo Sulpicio al intentar escapar. Esta fue la
primera vez que un ejército tomaba la gran urbe, si bien no sería la última. No obstante,
cuando Sila entró en la ciudad evitó el derramamiento de sangre, pues quería que los
romanos pensasen que su acción había sido justa y necesaria y que no estaba ahí para
saquear y enriquecerse sino para hacer valer lo que él consideraba que se le debía y que
se le había privado: su consulado.
En el año 87 a.C. fueron elegidos cónsules Lucio Cornelio Cinna y Cneo Octavio, y a
Sila se le concedió un mando especial (procónsul) para ir a combatir a Mitrídates VI.
Viendo que la situación parecía controlada en la ciudad, Sila decide irse otra vez a
Oriente momento que aprovecha Mario para regresar con un ejército y tomar la ciudad
matando a muchos optimates. Durante dicha toma, Cinna decide unirse al bando de
Mario, y Cneo Octavio que apoyaba a Sila muere. A diferencia de cuando Sila tomó la
ciudad, Mario demostró mucha sangre fría y crueldad hacia sus enemigos políticos (en
algunos fuentes clásicas se dice que Mario sufrió de un ataque mental durante la toma
de la ciudad lo que le hizo perder momentáneamente el juicio). Precisamente esta
matanza favoreció que muchos indecisos se pasaran al bando de Sila por miedo a las
represalias políticas. Entre estos individuos estarán personajes que tendrán una gran
importancia en la vida política como Lucio Licinio Craso o Lucio Sergio Catilina.
En el año 86 a.C. Cinna y Mario son elegidos cónsules, pero Mario muere por un infarto
cerebral dejando a Cinna como máximo dirigente de los populares. Cinna comenzará a
partir de aquí un régimen de 3 años en los que él gobernará con mano dura Roma,
nombrando él mismo a los cónsules.
En este contexto de enfrentamiento entrará Cneo Pompeyo Magno. Su padre había sido
un general que había estado oscilando entre un bando u otro, pero finalmente se había
decantado por Sila al enterarse de la muerte de Mario. Sin embargo, cuando iba a
movilizarse con un ejército y unirse a Sila, fue resultado muerto por un rayo por lo que
su hijo tomo las riendas y decidió disolver el ejército. En el año 83 a.C., cuando Sila
regresó de haber derrotado a Mitrídates VI, reunirá su ejército de nuevo y marchará a
reunirse con él, cumpliendo así el objetivo de su padre.
Así comienza la Primera Guerra civil en donde se enfrentan dos bandos:
-Populares: Tras la muerte de Mario, quien pasará a liderar a los populares será Cinna,
quien nombrará como cónsul a Gneo Papirio Carbón. Pero Cinna será asesinado por
sus soldados y será únicamente Carbón quien quedará como líder. Carbón a su vez para
inspirar a sus tropas recurrirá al hijo de Mario, el conocido como Mario el Joven, quien
no obstante no tendrá las dotes militares de su padre.
-Optimates: Dirigidos por Sila, quien tendrá bajo su mando a dos grandes personajes
que tendrán su importancia años posteriores: Cneo Pompeyo Magno y Marco Licinio
Craso.
La guerra terminará primero con la muerte de los líderes populares y después con la
Batalla de la Puerta Colina (82 a.C.) en donde Sila derrotará a los últimos resquicios
populares definitivamente. Tras ello, Sila entrará en Roma y se convertirá en dictador en
el año 81 a.C. Pero esta vez Sila al entrar por segunda vez en la ciudad con su ejército
no tendrá piedad y comenzará una purga que se alargará varios meses y que supondrá la
muerte de una gran cantidad de senadores y comerciantes que eran sospechosos de
haber sido partidarios populares.
Dictadura de Sila (81 – 79 a.C.)
Durante su mandato, Sila quitará mucho poder a las asambleas y a los tribunos de la
plebe y comenzará una purga de todos aquellos senadores y comerciantes que habían
apoyado a Mario y a los populares. Además, dará un gran poder al Senado que pasará a
ser el poder encargado de regular las leyes.
Durante esta dictadura Pompeyo comenzará su carrera militar y Craso comenzará a
volverse un gran hombre rico a base de comprar propiedades expropiadas a los
populares a un precio irrisorio en las subastas.
En el año 79 a.C., tras dos años de dictadura, Sila decidirá retirarse de la vida política al
ver que Roma parece que está bien administrada. Al año siguiente, el exdictador
fallecerá.
Periodo de transición y el Primer Triunvirato (79 – 60 a.C.)
Tras la muerte de Sila, comenzará un periodo de transición donde habrán momentos
altibajos, con intentos de golpes de estado, siendo el más famoso el de Lucio Junio
Bruto y Marco Emilio Lépido (curiosamente ambos eran padres de dos personajes
importantes, Bruto el asesino de César y Lépido el triunviro) y guerras internas pero
también de intentos de obtener estabilidad y de derogar las leyes de Sila para volver a
un estado más democrático que el que hubo durante la dictadura.
También en este periodo de transición tendrá lugar lo que fue conocido como la
Conspiración de Catilina (63 a.C.). Lucio Sergio Catilina había sido un partidario de
Sila que se había enriquecido durante la dictadura de este. Muchos años después de la
dictadura, Catilina intentó acceder al cargo de cónsul en el año 64 a.C. pero fue acusado
de corrupción electoral por lo que no pudo serlo. Al año siguiente intentó de nuevo
acceder al cargo pero de nuevo fue derrotado, pues entre una de las cosas que prometía
en su programa electoral si era elegido era la suspensión de todas las deudas, cosa que a
la aristocracia y grandes comerciantes romanos no les hacía demasiada gracia, por lo
que movieron sus hilos y contactos para hacerle perder las elecciones. Así, fueron
elegidos otros dos candidatos: Cayo Antonio Hybrida y Marco Tulio Cicerón. Este
último escribió un texto conocido como Catilinarias en donde argumentaba que durante
su consulado se enteró de que Catilina, al ver que no podía acceder al consulado por
segunda vez (y que seguramente no tendría una tercera oportunidad) había decidido dar
un golpe de estado e intentar hacerse con el poder convirtiéndose en dictador al igual
que había hecho Sila. Cicerón advierte en su obra que fue avisado por algunos
miembros que supuestamente eran participes de la conjura de Catilina y que en último
momento se habían detractado y esto le permitió actuar con rapidez.
Cicerón declaró y culpó a Catilina en medio de una sesión del Senado y consiguió a los
pocos días que el Senado declarará el estado de excepción (senatus consultum ultimum)
y le concediera poderes ilimitados para poder apresar a Catilina y a sus partidarios. Así,
en el año 63 a.C. varios de los conjurados fueron ejecutados sin juicio pues Cicerón con
los poderes que le había concedido el Senado podía hacerlo y estuvo a punto de ejecutar
también Catilina, quien consiguió huir a tiempo de la ciudad y reunir un pequeño
ejército. Catilina encontraría su fin a manos del otro cónsul, Marco Antonio Hybrida, en
una batalla cerca de Pistoria. Así, Cicerón fue aclamado Padre de la Patria y se
consideró a Catilina como un traidor. Sin embargo, ¿qué grado de cierto había en lo que
dijo e hizo Cicerón? Sin entrar en demasiados detalles, destacar que la actitud de
Cicerón resulta sumamente sospechosa además de que en sus escritos omite ciertos
detalles a la par que muchos de los argumentos y hechos carecen de demasiado sentido.
¿Era cierto que Catilina estaba conjurando una conspiración? No está claro, pero desde
luego lo que sí que fue verdad es que las acciones de Cicerón obligaron a Catilina a
tener que huir y reclutar un pequeño ejército para salvar su vida. Como curiosidad
destacar que entre los nombres de conspiradores se bajaron nombres como el de César o
el de Craso, ¿formaban parte de la conspiración? Todo apunta a que quizás eran
conscientes de que algo pasaba pero no al punto de querer tomar parte de lo que se
estuviera urdiendo.
Centrándonos ya en lo que se conoció como Primer Triunvirato es necesario hablar de
los tres individuos que lo conformarán: César, Pompeyo y Craso. Entre los años 79 - 60
a.C. Pompeyo escalará a pasos agigantados en la carrera militar al serle concedidos
mandos especiales que no se habían dado jamás en la historia de Roma. Entre esos
mandos estará el de enfrentarse a uno de los pocos grandes líderes de los populares,
Quinto Sertorio, quien había formado en Hispania un gobierno opositor a Roma. A
este conflicto se le conoció como la Guerra de Sertorio (83 – 72 a.C.) y finalmente
terminó tras el asesinato de Sertorio por sus lugartenientes y la posterior derrota de estos
a manos de Pompeyo. Tras derrotarle, a Pompeyo se le concederá el mando de una gran
flota para erradicar a los piratas en el Mediterráneo, cosa que hará de manera efectiva.
Por último, a Pompeyo se le dará el mando de un ejército para derrotar definitivamente
a Mitrídates VI quien a pesar de haber sido derrotado por Sila había vuelto a intentar
hacerse con el control de las provincias romanas de Asia y Grecia.
Al mismo tiempo, Craso se estará convirtiendo en uno de los grandes aristócratas y un
gran comerciante. A diferencia de Pompeyo, Craso se centrará en los negocios y no en
su carrera militar. Únicamente se le concederá el mando del ejército para terminar con
la rebelión de esclavos dirigida por Espartaco, una rebelión conocida como la Tercera
Guerra Servil (73 – 71 a.C.) en la que en ausencia de grandes generales como
Pompeyo el Senado concedió el mando de un ejército a Craso al ver que los esclavos
habían derrotado a varios ejércitos menores y empezaban a suponer una verdadera
amenaza. En esta guerra Craso llevará a cabo lo que será conocido como decimatio
(diezmo) que consistía en que a suertes uno de cada diez soldados sería ejecutado por
sus otros nueve compañeros. Llevó a cabo dicho método pues al reunirse con los restos
de los ejércitos derrotados por Espartaco observó que sentían miedo de los esclavos, por
lo que decidió que los soldados con este método tendrían más miedo de su comandante
que del enemigo. No está claro a cuantas tropas sometió con la decimatio pero sí que
resultó sumamente efectiva para la moral de sus tropas. Así, Craso irá poco a poco
cercando a los esclavos hasta derrotar finalmente a Espartaco en la Batalla del Río
Silario (71 a.C.) donde murió el líder de los esclavos y la mayor parte de sus fuerzas. Al
resto de supervivientes, Craso ordenó crucificarlos en el camino que había desde Roma
hasta Capua. Sin embargo, un grupo de supervivientes consiguieron escapar de la
batalla y fueron aniquilados por Pompeyo que regresaba de Hispania tras haber
terminado la guerra contra Sertorio. Esto provocó que Craso no pudiera acceder a un
triunfo (técnicamente la rebelión la había finalizado Pompeyo al matar a este reducto) y
esto tensó las relaciones entre ambos.
Al año siguiente, en el 70 a.C. Craso y Pompeyo fueron elegidos cónsules y aunque se
llevaban mal consiguieron apartar sus diferencias para conseguir gran popularidad.
Durante su mandato llevaron a cabo grandes reformas legales, entre ellas la de devolver
los poderes a las asambleas y los tribunos de la plebe, lo que suponía enterrar las
reformas de Sila. Sin embargo, tras su consulado su odio impidió tomar cualquier tipo
de contacto entre ellos. ¿Qué fue lo que consiguió unirlos? No que, sino quien, y ese fue
César.
A partir del año 70 a.C. surgirá una figura que se había mantenido al margen de la
guerra civil y que no había destacado demasiado en la política: Cayo Julio César. Lo
que hacía importante a César es que era sobrino de Mario y un gran orador. Además,
César será un miembro muy destacable de los populares, un hombre con una carrera
política y militar en auge y bastante querido por el pueblo de Roma (especialmente
después de haber sido edil y haber organizado los juegos de gladiadores más grandes
conocidos hasta el momento). Sumado a esto estaba que su carrera política hasta
entonces había sido impecable (desde el punto de vista de que no se sabía que hubiese
empleado sobornos) además de pertenecer a una de las familias patricias de Roma y de
la que se decía que descendía de Iulo, hijo de Eneas, quien a su vez era hijo de Venus.
Así, César se dará cuenta de que si se juntasen entre ellos tendrían un poder político
inigualable, ya que tendrían el voto de 3 grandes sectores de la población: los soldados
de Pompeyo, los comerciantes de Craso, y los populares de César. Poco a poco, en los
años siguientes César irá consolidando su poder y obteniendo varios cargos políticos
además de conseguir el mayor cargo religioso, el de Pontífice Máximo, al mismo
tiempo que se irá acercando a Pompeyo y a Craso. Finalmente, en el año 60 a.C. tendrá
lugar un acontecimiento importantísimo: la formación del Primer Triunvirato. Con
este poder político, todo aquello que deseaban los 3 grandes hombres se cumplía. Pero
este pacto se sustentaba en dos elementos clave: el primero que Craso y César eran muy
amigos y el segundo que César casó a su hija Julia con Pompeyo.
El Primer Triunvirato no hay que verlo como una forma de poder absoluto e ilegal sino
como la unión privada de diferentes individuos que utilizándose los unos a los otros
podían obtener de forma legal cualquier medida que quisiesen. César por su parte
deseaba llevar a cabo una ley de reforma agraria que sirviera para mejorar las relaciones
de los campesinos sin perjudicar demasiado a los grandes terratenientes (los motivos de
dicha ley y los motivos de César por querer sacarla todavía a día de hoy sigue siendo
debate entre historiadores). Por otro lado, Pompeyo regresaba de derrotar a Mitrídates
VI y conquistar territorios en Oriente y deseaba por un lado que se ratificasen todos sus
tratados con los reyes y señores orientales además de recompensar a sus soldados
entregándoles tierras, cosa que despertaba recelos en el Senado. Por último, Craso tenía
muchos beneficios y socios comerciales en Grecia y Asia por lo que le interesaba
obtener una ley económica que le beneficiase a él y a sus aliados. Esto se hizo presente
en el año 59 a.C. cuando César fue elegido cónsul y presentó tanto su ley como los
proyectos de Craso y Pompeyo a la Comitia Tributa, dándole igual la aceptación del
Senado. En esta época, y ya desde hacía tiempo, el Senado no poseía autoridad legal
para aceptar o rechazar leyes, sino que era meramente un órgano consultivo, pero
tradicionalmente se presentaban antes las leyes al Senado para que este diese su visto
bueno y ya luego presentarla en la asamblea. Por este motivo, a veces si el Senado
estaba en contra de la ley, ésta nunca se llevaba a las asambleas pues era preferible no
tenerlo en contra. Sin embargo, en el caso de César, y a pesar del rechazo de la ley en el
Senado, la continuó llevando a la asamblea, lo que suponía un desafío a la autoridad del
Senado, traduciéndose en un aumento de enemigos.
Dicho esto, César aun sin la aprobación del Senado (cuyo nombre era autoritas patrum),
llevó su ley a la asamblea donde fue aceptado favorablemente sin excesivos problemas,
pues en ella votaron los comerciantes de Craso, los veteranos de Pompeyo, los
populares de César y una gran cantidad de campesinos que se beneficiaban de la ley
agraria de este. Pero esto no sería lo único que harían los tres grandes hombres.
Cayo Julio César y final del Primer Triunvirato (59 – 50 a.C.)
Tras haber sacado todas las leyes y proyectos que les beneficiaban, César antes de
finalizar su mandato sacará una ley por la que se le cederá un mando especial
(procónsul) en las Galias pues en ellas había signos de revuelta. Así, ese mismo año se
marchará a las Galias para finiquitar con las revueltas galas, que posteriormente
derivarían en la conquista completa de las Galias. En ese tiempo, Pompeyo y Craso
serán de nuevo nombrados cónsules en el año 56 a.C. y ese año se reunieron con César
en la frontera de Italia y en lo que se conoció como el Convenio de Lucca reafirmaron
el Primer Triunvirato y promulgaron una serie de leyes y medidas: a César se le
renovaría el mando en las Galias, a Pompeyo se le concedería el control de Hispania y a
Craso Siria, de la cual intentaría llevar a cabo una campaña contra el imperio Parto.
Así, entre los años 58 – 50 a.C., César conquistará las Galias cuyo conflicto se dividirá
de la siguiente manera: 1) la lucha contra la inmigración de los helvecios, 2) el
enfrentamiento contra los suevos y su rey Ariovisto, 3) la lucha contra la confederación
belga y su líder Galba, 4) las 2 expediciones de castigo contra Britania, 5) el
enfrentamiento contra una gran alianza gala comandada por el proclamado rey de los
galos Vercingetorix. Sin embargo, mientras César estaba en las Galias combatiendo en
Roma cada vez tuvo más enemigos. Hasta este momento en Roma habían existido dos
grandes facciones, los populares y los optimates. Sin embargo, desde hacía poco tiempo
dentro de los optimates se había ido formando un grupo que cada vez contaba con
mayor peso y que se podía situar en la línea de los ultraconservadores. Este grupo fue
conocido como los boni (“los mejores”) y estaba formado por individuos como Marco
Porcio Catón, Lucio Calpurnio Bíbulo o Escipión Nasica. Esta facción fue la primera en
chocar con el Primer Triunvirato pues en él veía la desaparición de la vieja Roma
además de una amenaza de hacerse con el poder. Especialmente, de los tres grandes
hombres, al que más temían era a César pues este contaba con una habilidad política y
militar muy alta además de descender de un antiguo linaje, lo que lo situaba muy cerca
de poder hacerse con el poder absoluto y proclamarse rey si decidía atacar Italia.
Finalmente, el triunvirato desaparecerá con la muerte de Craso en la Batalla de Carras
(53 a.C.) en su intento de querer invadir y conquistar el imperio Parto, y con la muerte
de la hija de César, la esposa de Pompeyo, en el 54 a.C. Este último además verá como
su carrera militar y política empezará a ser eclipsada por la de César y sumado eso al
hecho de la muerte de su esposa e hija de César, poco a poco irá abandonando la
amistad de su compañero para unirse a sus enemigos en el Senado.
Segunda Guerra Civil (49 – 45 a.C.)
Cuando César regrese de conquistar la Galia, tras haber derrotado de manera absoluta al
rey de los galos Vercingetorix en la Batalla de Alesia (52 a.C.) sus enemigos
conseguirán que él sea declarado traidor al acusarle de querer convertirse en rey de
Roma además de inculparle toda una serie de problemas legales relacionados con la
guerra que él había llevado a cabo (guerra ilegal, reclutar más tropas de las requeridas,
corrupción, etc.). César contará con apoyos en el Senado y con tribunos que se
encargaban de vetar cualquier ley que lo declarase traidor y durante tres años intentará
llevar a cabo negociaciones, todas ellas infructuosas. Finalmente en el Senado se
promulgará el estado de emergencia (senatus consultum ultimum) y los cónsules
declararán traidor a César sin que los tribunos puedan hacer nada, pues en el estado de
emergencia los cónsules poseían poderes excepcionales e imposibles de vetar.
César entonces decidirá cruzar el río Rubicón en el año 49 a.C. y marchar hacía Roma,
dando comienzo a la Segunda Guerra Civil. Pompeyo y los optimates decidirán
marcharse de la ciudad al ver que no tienen el poder necesario para detener a César en
Italia. César tomará la ciudad pero a diferencia de Sila o Mario no llevará a cabo nunca
ninguna purga sino todo lo contrario ya que perdonará a todos aquellos que se le
opongan.
César será nombrado cónsul varias veces e incluso dictador y derrotará primero a las
fuerzas pompeyanas en Hispania. Posteriormente se enfrentará definitivamente a
Pompeyo en la Batalla de Farsalia (47 a.C.) en Grecia donde saldrá victorioso. Tras
esto, Pompeyo huirá a Egipto en donde será asesinado por el faraón Ptolomeo XIII
mientras que la oposición restante a César huirá al norte de África. César, sin saber que
Pompeyo estaba ya muerto, marchará a Egipto y allí conocerá a Cleopatra quien estaba
en guerra con su hermano Ptolomeo XIII. César decidirá intervenir en el conflicto y le
dará la victoria a Cleopatra, la cual se convertirá en su amante y le dará un hijo,
Cesarión. Tras esto César se dirigirá al Ponto donde había tenido noticias de una
invasión del rey Farnases II, hijo de Mitrídates VI. Una vez llegue allí, derrotará
rápidamente a Farnases, tras lo cual dirá la famosa frase vini, vidi, vici que se convertirá
en su lema personal. Una vez controlado la zona oriental del Mediterráneo se dirigirá al
norte de África y allí se enfrentará al resto de la oposición, a quienes derrotará en la
Batalla de Tapso (46 a.C.). Los pocos supervivientes, entre los que se encontraban los
hijos de Pompeyo, se dirigirán a Hispania y la volverán a tomar. César definitivamente
los derrotará en la Batalla de Munda (45 a.C.) de la cual solo escapará uno de los hijos
de Pompeyo, Sexto Pompeyo, quien se acabará convirtiendo en años posteriores en un
pirata.
Tras esto, César regresará de manera definitiva a Roma (durante la guerra había ido
varias veces a Roma pero solo de manera temporal y para rectificar sus cargos políticos
de cónsul y dictador y asegurar que se cumplían las leyes) y en el año 44 a.C. será
nombrado dictador vitalicio.
Dictadura de César (45 – 44 a.C.)
Una vez en Roma, César comenzará toda una serie de reformas, especialmente en lo
relacionado con la ciudadanía romana que ahora será concedida a poblaciones
extranjeras como algunas ciudades de la Galia, Hispania o Alejandría, y lo relacionado
con el reparto de tierra. Además, aumentará el número de miembros del Senado, entre
los que introducirá individuos de las elites provinciales, especialmente galas e hispanas.
También llevará a cabo una importante labor en cuento al reparto de trigo gratuito, que
ahora estará mejor regulado, y la creación de numerosas colonias además de la aparición
de un nuevo tipo de ciudad, el municipio, si bien será su sucesor, Augusto, quien lo
establezca de manera general.
En este contexto, un grupo de senadores entre los que destacaban Marco Junio Bruto y
Cayo Casio Longino, verán que sus intereses económicos, políticos y militares peligran
bajo el mando de César. Así, en el año 44 a.C., en los Idus de Marzo y a tres días de
marcharse César a Oriente para comenzar una campaña contra el imperio parto, un
grupo de senadores decidirá asesinar a César en el Curia Pompeya donde le asestan 23
puñaladas, de las cuales solo dos serán mortales. Si bien el número de conspiradores no
está del todo claro, es probable que más de 20 participaran de manera directa y un total
de 60 lo supieran de oídas.
Con la muerte de César terminará su dictadura pero los asesinos esperarán ser
aclamados como héroes y tiranicidas, pero nada más lejos de la realidad. El pueblo los
odiaba porque habían matado a un hombre que se había preocupado por ellos y había
intentado eliminar la corrupción y la injusticia en Roma (esto para muchos historiadores
es muy rebatible pues en la dictadura de César algunos de sus allegados abusaron del
poder político) por lo que muchos de ellos tendrán que huir bajo peligro de ser
asesinados. El cadáver de César será recogido por una masa enfurecida e incinerado
junto a una columna de mármol. Y será en este contexto cuando surgirán la figura de
Marco Antonio y Cayo Octavio. El primero será uno de los lugartenientes de César y
mano derecha durante su dictadura, llegando a ocupar el cargo de magister equitum (si
bien la relación con César tendrá sus altibajos, hasta el punto de que se insinuó que
estuviera al tanto del complot para matar a César). El segundo será heredero legal y
político, que será conocido a partir de entonces como Cayo Julio César Octaviano,
pues el sobrenombre de Augusto aún tardará en concedérsele.
Segundo Triunvirato y Tercera Guerra Civil (43 – 42 a.C.)
Tras la muerte de César, van a producirse varios enfrentamientos, lo que dará lugar a lo
que se conoció como Tercera Guerra Civil. Por un lado, la mayoría de los tiranicidas
van a huir en intentar hacerse con el control de alguna provincia, como Siria, Grecia,
Asia, etc. En este proceso muchos tiranicidas lucharan entre sí por ver quién puede
hacerse con el mayor poder. Al mismo tiempo, en la urbe estarán obteniendo cada vez
más fuerza Marco Antonio, Octaviano y Lépido, un individuo que en los últimos días de
la dictadura de César había ostentado varios cargos políticos de importancia. Estos tres
inicialmente empezarán enfrentándose entre sí por ver quien se convierte en el sucesor
de César, pero finalmente Octaviano considerará que es preferible repartirse en poder de
Roma entre ellos y enfrentarse a los tiranicidas. Así, en el año 43 a.C., en lo que se
conoció como Pacto de Bolonia, se formará el Segundo Triunvirato pero a diferencia
del primero este sí que consistirá en una unión política que tomará el control absoluto de
Roma y de sus provincias. Los triunviros nada más regresar a Roma comenzarán una
purga de individuos que no eran afines a su postura, siendo el más destacable Cicerón.
Tras esto, se enfrentarán a los dos únicos tiranicidas restantes, Casio y Bruto, en la
Batalla de Filipos (42 a.C.) donde saldrán victoriosos los triunviros. Tras ésta, los
tiranicidas se suicidarán y el control de Roma quedará en manos de los tres grandes
hombres.
Cada uno de los triunviros acabó quedándose con varias provincias: Octavio se quedaría
con Italia y las provincias de alrededor, Lépido con Hispania y el norte de África y
Marco Antonio con el Mediterráneo Oriental. Sin embargo, las tensiones entre los
hombres no tardarán en hacerse presentes y más distantes. A pesar de los intentos de
Octaviano de continuar la alianza la situación cada vez era más insostenible. Unido a
esto estaba que en Sicilia, Sexto Pompeyo, que ahora era un pirata, no permitía el paso
del trigo por lo que en Roma se pasaba hambre y estaban comenzando los disturbios.
Octaviano a pesar de pedir ayuda a Marco Antonio, quien le podía dar trigo de Egipto,
este no le escuchaba, en gran parte porque estaba locamente enamorado de Cleopatra,
quien le instaba a revelarse contra Octaviano. Sumado a esto, Lépido también se estaba
desentendiendo de sus responsabilidades y parecía que estaba tramando algún tipo de
conspiración.
Final del Segundo Triunvirato (42 – 33 a.C.) y la Cuarta Guerra Civil (32 – 30 a.C.)
Finalmente, Octaviano pudo construir una gran flota con la que poder enfrentarse a
Sexto Pompeyo y en la Batalla de Nauloco (36 a.C.) lo derrotó, finalizando así sus
incursiones de piratería y regresando de nuevo el grano a Roma. Tras este
enfrentamiento, Lépido invadió Sicilia e intentó capturar a Octaviano, quien se
encontraba ahí descansando tras la batalla. Sin embargo, las tropas de Lépido le
abandonaron pues tenían un gran respeto por el joven, por lo que Lépido fue capturado
y el Senado le despojó de todos sus poderes de triunviro. Con esto comenzaba el final
del Segundo Triunvirato. Por aquel entonces, Marco Antonio, desde su sede en Egipto,
había intentado varias expediciones contra el Imperio Parto pero habían acabado todas
en desastre. Marco Antonio deseaba obtener algún tipo de gloria y Cleopatra no paraba
de instarle de hacer la guerra con Octaviano. Cleopatra también podía ganar de esta
situación, pues su hijo Cesarión quizás en Roma podría obtener un puesto de suma
importancia, quien sabe si el de rey, pero mientras Octaviano existiese esto sería
imposible.
En el año 33 a.C. Octaviano decide leer el testamento de Marco Antonio (algo en teoría
ilegal) al Senado y en él se descubre que pretendía hacerse con el poder absoluto de
Roma y gobernar no desde ésta, sino desde Alejandría, en Egipto, junto con Cleopatra y
Cesarión. Ante esto, la popularidad de Marco Antonio comienza a caer en picado y es
visto como un enemigo de Roma. A esto se sumará que en ese mismo año, Marco
Antonio repudiará a su esposa romana, que no era otra que Octavia, la hermana de
Octaviano.
Con todo esto, en el año 32 a.C. el Senado quitará los poderes a Marco Antonio y se
declarará la guerra a Egipto. Octavio había sido inteligente en esta maniobra, pues
vendió a los ciudadanos un enfrentamiento no contra Marco Antonio, quien era romano
y por tanto una lucha contra él podía recordar a una guerra civil como las de antaño
(cosa que en realidad era) sino una lucha contra Cleopatra, quien no tenía
excesivamente buena fama en Roma. Así, comienza la Cuarta Guerra Civil, en donde
las dos fuerzas acabarán luchando en la Batalla de Accio (31 a.C.) donde saldrá
victorioso Octaviano. Tras esto, Marco Antonio y Cleopatra se encerrarán en Alejandría
donde al poco tiempo se suicidarán para no caer en manos de Octaviano. En cuanto a
Cesarión, se desconoce qué pasó con él, pues unas fuentes dicen que fue asesinado
mientras que otras que consiguió escapar hasta la India. En cualquier caso, desapareció
del panorama político.
Con esto, Octaviano se había convertido en el dueño de Roma. En el año 27 a.C. cederá
sus poderes al Senado pero éste, que hacía tiempo que estaba controlado por él, le
rogará que continúe ejerciendo el mandato y el cuidado de Roma además de concederle
el sobrenombre de Augusto. Así, Octaviano sin ser un dictador, un rey o un emperador
de nombre, se convertirá en la figura absoluta de Roma, que a partir de ahora deja de ser
una república para haberse convertido en un imperio. No obstante, durante los primeros
siglos de imperio, el sistema republicano seguirá existiendo si bien estará sometido a un
sistema de control absoluto. Dicho de otro modo, en la teoría seguirán existiendo cargos
políticos y sistemas republicanos, pero en la práctica el poder recaerá en un solo
individuo. Destacar no obstante, que la palabra emperador tendrá un significado
diferente en los primeros siglos del imperio romano, pues este vendrá asociado a lo
militar, derivando de la palabra imperator. El termino más correcto para hablar de la
figura de poder absoluta será la de príncipe, y posteriormente al reinado de Octaviano
los títulos de Augusto y César. La palabra emperador con significado político no
empezará a usarse hasta el siglo III d.C. y se utilizará hasta la caída del imperio romano
de occidente. En cambio, en el de oriente se sustituirá por las palabras griegas, basileus
y autokrator cuyas traducciones respectivas son rey y emperador.
IMPERIO (27 a.C. – 476 d.C.)
El primer emperador: Augusto (27 – 14 d.C.)
Llegada al poder
A partir de la derrota de Marco Antonio, como se dijo, Augusto irá acumulando
poderes, pero siempre dentro del sistema legal republicano. Augusto será censor,
tribuno de la plebe, pontífice máximo e incluso cónsul, siendo que en este cargo estuvo
casi de forma vitalicia. Además, él no gobernará todas las provincias sino que las
dividirá entre él y el Senado. Para el Senado quedarán las provincias pacíficas, mientras
que para él las más conflictivas y que poseían tropas. De esta forma, Augusto controlaba
todos aquellos territorios con ejércitos, lo que lo colocaba en una posición de poder en
caso de un enfrentamiento armado contra insurgentes.
Pero todo esto no será más que apariencias porque Augusto controlará todos los
aspectos de Roma, incluso el calendario (se le dará a un mes su nombre, Agosto). En el
ámbito religioso, Augusto se convertirá en pontífice máximo y se le dedicará un culto,
si bien todavía no será declarado divinidad, pues eso ocurrirá a su muerte, pero sí que se
asociará su figura a la del dios Apolo. Además se le dará el título religioso de Augusto
(“Venerable”), que a pesar de que posteriormente tendrá una connotación política,
inicialmente era religiosa y de respeto.
Sistema y programa político
Augusto va a querer siempre mantener las apariencias y va a dejar las magistraturas y
las asambleas que seguirán funcionando, aunque en la práctica siempre será él quien
tendrá la última palabra. De hecho, a pesar de este sistema republicano todas las leyes y
decretos serán efectuados por su persona o sino por algún magistrado siguiendo sus
órdenes.
Además, Augusto cambiará el sistema de gobernación. A partir de este momento los
cónsules y pretores ya no gobernarán provincias, sino que se quedarán en Roma. En su
lugar, en las provincias del Senado gobernarán procónsules y en las provincias dirigidas
por Augusto gobernará legados, es decir, lugartenientes y comandantes militares al
servicio de un general, que en este caso será Augusto quien ostentará el rango de
general supremo en Roma.
En cuanto al programa político de Augusto, en cierta medida siguió el sistema de César,
si bien mientras que este último lo hizo sin cambiar ni retorcer el sistema republicano (o
no demasiado), Augusto sí que lo hará. Entre las grandes reformas de Augusto está la
concesión de ciudadanía a muchas ciudades provinciales, las reformas de Italia y
especialmente de Roma, la sistematización del municipio, reformar y sistematizar el
ejército tal y como Mario lo había pretendido y modernizó y controló de forma directa
la economía. Antes de Augusto, la economía de las provincias y especialmente los
impuestos eran recolectados por particulares llamados publicanos quienes se llevaban
una porción de lo recaudado a cambió de actuar con eficacia en la recaudación. Sin
embargo, este sistema daba lugar a los excesos y la recaudación excesiva, que acababa
empobreciendo a los provincianos. Augusto terminó con este sistema y a partir de ese
momento sería el propio estado quien se encargaría de la economía y los impuestos.
También, Egipto fue convertido en provincia, si bien estuvo bajo un control directo de
Augusto pues el país era el mayor grano del Mediterráneo por lo que su control era
necesario y adecuado para controlar Roma. Por último, Augusto creó una guardia
personal conocida como los pretorianos quienes se encargaban de proteger y
salvaguardar a su persona y la familia imperial. Sin embargo, con el tiempo la guardia
demostraría que tenía una influencia política importante y que debían de mostrarles
respeto, pues ellos podían decidir si asesinar o no a un emperador y colocar a uno
nuevo. El primer ejemplo de ello fue Claudio quien fue colocado en el poder por la
guardia pretoriana. Esta guardia estaba comandada por dos jefes del Pretorio y a su vez
tenían un sistema de mando muy parecido al del ejercito romano.
Pax romana
También llamada Pax Augusta, fue un periodo que comenzó con Augusto y que
consistió en poner fin a los constantes conflictos dentro de las fronteras en los que
Roma estaba metida. Augusto intentó finalizar la conquista de aquellos territorios
cercanos a las provincias o que incluso estaban en medio de algunas de ellas, como por
ejemplo la zona norte de Hispania o la baja zona de los Alpes, el cual era un foco de
tribus independientes y que estaban en medio de las Galias. Sin embargo, la más
importante será la expansión en Germania, dirigida por uno de los comandantes y amigo
de Augusto Marco Vipsanio Agripa y por los hijastros del emperador, Tiberio y
Druso. Aunque inicialmente habrá victorias, finalmente los romanos sufrirán una
estrepitosa derrota en la batalla de Teutoburgo (9 d.C.) donde el general Publio
Quintilio Varo será emboscado por varias tribus germanas comandadas por Arminio,
quien hasta hacía poco había sido aliado de Roma. Tras esta derrota y la aniquilación de
tres legiones y la consiguiente perdidas de sus águilas de plata, Augusto consideró que
no merecía la pena intentar crear una nueva provincia en Germania (que sería conocida
como Germania Magna) y ordenó la retirada de los ejércitos y crear una línea
defensiva en los ríos Rin y Danubio. Al mismo tiempo, el emperador se dedicaba a
realizar una importante labor diplomática con varios pueblos, siendo la más importante
la paz con el imperio parto.
De esta forma, Augusto había finalizado las guerras civiles de Roma a la par que había
conquistado todos aquellos territorios fronterizos e interfronterizos dentro de las
provincias romanas a excepción de Germania, la cual siempre estaría en guerra y que
provocaría la creación de las fronteras armadas, los limes. Sin embargo, el resto de
territorios vivirían una prolongada paz que tardaría un largo tiempo en desaparecer.
Cultos individualistas
En época de Augusto, comenzaron los cultos individualistas. En estos momentos el
cristianismo aún no se había expandido, pues eso ocurriría principalmente durante el
reinado de Claudio, por lo que los dos cultos principales de su época serán el Isismo (el
culto a Isis) y el Mitraismo (el culto a Mitra). Este último culto, el del dios Mitra,
tendrá muchísima importancia en el culto solar ya que según el mito del origen de este
dios, él nacía durante el Solsticio de Invierno (el 25 de Diciembre) coincidiendo con el
nacimiento de una divinidad romana llamada Sol Invictus. Dado que el culto solar en
Roma era muy importante, y más en el imperio cuando muchas divinidades como Apolo
o Júpiter fueron ligadas a los emperadores, el Mitraismo ganó mucha importancia y
rápidamente fue adoptado en Roma. Posteriormente, muchos emperadores asociarían su
figura a la de Mitra y a de todos los dioses orientales relacionados con la luz y el Sol,
como El-Gabal o Helios. Además, otro motivo del Mitraismo es que, a diferencia de lo
que luego hará el cristianismo, será muy permisivo con otras divinidades y no luchará
con la idea del emperador-dios. Señalar que el culto al emperador-dios será posterior a
Augusto, y el término empleado para cuando un emperador era proclamado dios es
apoteosis.
Muerte y legado
Finalmente Augusto murió el 14 d.C. Todavía hoy se sigue debatiendo la causa de la
muerte, y aunque en el siglo XX se creía que pudo ser envenado por su esposa Livia
hoy se tiende a creer que murió de fiebres y que la figura de Livia no tuvo nada que ver.
Con la muerte de Augusto, no obstante, no terminaba su poder absoluto pues este en sus
años de poder se había encargado de dominar el Senado y de contentar al pueblo y al
ejército, por lo que aunque hubo ciertos sectores republicanos que desearon el retorno
de la República, ésta nunca llegó a establecerse. Tras la muerte de Augusto llegaba al
poder Tiberio y también se establecía una dinastía, la Julio-Claudia, la cual sería la
primera pero no la última que llegaría a ostentar el poder el Roma.
Dinastía Julio-Claudia (27 a.C. – 69 d.C.)
Esta dinastía se llamaba así porque los emperadores descendían de la gens Julia (por
parte de Augusto) y la Claudia (por parte de su esposa Livia) y estos serán: Cayo Julio
César (aunque para algunos historiadores técnicamente no es un emperador), Cesar
Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón. Esta dinastía fue bastante polémica
pues en ella hubo gran cantidad de muertes dentro de la familia. De hecho, todos los
posibles herederos directos de Augusto acabaron falleciendo (se sospechaba que
murieron asesinados) por lo que finalmente Augusto tuvo que recurrir a adoptar al hijo
de su esposa Livia, Tiberio. En ella hubo emperadores bastante buenos como Augusto,
Tiberio y Claudio (en cuyo reinado comenzó a extenderse el cristianismo) mientras que
otros demostraron cierta crueldad y locura como Calígula y Nerón. La dinastía
finalizará con Nerón quien al enterarse de que uno de sus gobernadores se había alzado
contra él y estaba entrando en Roma se suicidará. Sin embargo, su muerte producirá una
guerra en la que cuatro gobernadores se disputarán el poder y acabarán siendo
emperadores: Galba, Otón, Vitelio y Vespasiano. Este último será quien finalmente
gane y proclame una nueva dinastía, la Flavia.
Tiberio (14 – 37 d.C.)
Habiendo hablado anteriormente del primero de ellos, Augusto, sería justo comenzar
por el siguiente, Tiberio. Este emperador llegó al poder tras la muerte de Augusto en el
año 14 d.C. y aunque en principio rechazó el puesto finalmente acabó aceptándolo, si
bien no quiso poseer todos los títulos de su predecesor en un gesto de humildad. Por
este motivo, a menudo se habla de la moderatio de Tiberio, es decir, de su autocontrol
y de su modestia. ¿Era quizás todo esto simplemente una farsa y una forma de hacerse
querer? No existen pruebas para afirmarlo o negarlo.
A menudo, los historiadores dividen el gobierno de Tiberio en dos partes. La primera de
ellas destacaría por un gobierno austero y de respeto por las instituciones republicanas,
especialmente por el Senado. En ella Tiberio intentó sanear las arcas del estado, que con
el gobierno de su predecesor habían descendido profundamente, por lo que tuvo que
recurrir a nuevos impuestos sobre la población, lo cual resto mucha popularidad si bien
fue necesario. La segunda parte del gobierno seguiría la misma línea, si bien en ella
delegó el poder en uno de los jefes del pretorio y su mano derecha, Lucio Elio Sejano,
al mismo tiempo él se retiraba de la vida política a su villa en la isla de Capri. Durante
el gobierno de Sejano hubo una verdadera purga de enemigos políticos de éste sin que el
emperador lo supiese e incluso algunos miembros de la familia imperial fueron
eliminados. También, Sejano llevó a cabo la expropiación de muchas fortunas de
aquellos individuos que destacasen por llevar una vida acomodada. Finalmente Tiberio
se enteró de esto y regresó a Roma para acto seguido mandar ejecutar a Sejano. Sin
embargo, Tiberio continuó con la política de Sejano, seguramente por miedo a las
represalias de muchos de los familiares de los que habían padecido bajo el gobierno de
Sejano, y las ejecuciones y expropiaciones continuaron.
Al mismo tiempo que ocurría todo esto, la vida privada de Tiberio no debió de ser fácil.
Muchos historiadores han considerado su personalidad osca y reservada como una
respuesta a los muchos problemas que padeció durante su juventud y luego con su
llegada al poder. Su relación con Augusto nunca fue buena y su madre, Livia, nunca
paró de meterle presión y de decirle que intentase congraciarse con Augusto, hecho que
amargo a Tiberio y que provocó su odio hacia ella. En cambio, sentía un gran aprecio
por su hermano Druso por lo que su pronta muerte le afectó dolorosamente. También,
la muerte de su hijo Druso Castor y la de su sobrino Germánico, a quien tenía gran
aprecio a pesar de sus diferencias políticas, provocaron que su ya osca personalidad se
agravase.
Finalmente, Tiberio acabaría falleciendo en el año 37 d.C., dejando en su testamento
que gobernarían sus nietos Tiberio Gemelo y Calígula. Sin embargo, a la muerte del
emperador, Calígula se hizo con el poder y mandó ejecutar en secreto a Tiberio Gemelo,
lo que le convirtió en el único emperador. ¿Por qué Tiberio eligió a Calígula como uno
de sus sucesores? Con respecto a esto existen dos teorías. La primera es la de Suetonio,
quien aseguraba que era porque Tiberio era consciente de la locura de Calígula y sabía
que si este último gobernaba sería un peor emperador. Dicho de otra forma, Tiberio
deseaba ser recordado como un buen emperador cosa que solo sería posible si su
sucesor era peor que él. La otra teoría, más aceptada entre los historiadores actuales,
defiende que Tiberio fue encandilado por Calígula durante su retiro a Capri donde el
joven lo acompañó. Durante el tiempo en el que Calígula y Tiberio estuvieron junto el
joven no mostró locura alguna, lo que en un primer momento habría permitido a Tiberio
confiar en él y acercarlo al trono.
Calígula (37 – 41 d.C.)
El breve reinado de Calígula se debió a su personalidad despótica y lunática. Hoy en
día los historiadores siguen preguntándose a que se debía esta demencia y las ideas más
aceptadas son que pudo haber sufrido epilepsia de pequeño y que el miedo a esta fue lo
que provocó su estado o bien haber sufrido hipertiroidismo. Otra posible explicación,
narrada por Plinio el Viejo, es una enfermedad que estuvo a punto de matarlo y que lo
trastocó una vez se recuperó de esta.
En cualquier caso, los primeros años de Calígula no fueron malos. Hijo de Germánico,
Calígula nada más llegó al poder llevó a cabo toda una serie de medidas populares
destinadas a congraciarse el favor del pueblo y del ejército. También durante estos
primeros años la administración fue llevada favorablemente por lo que las arcas del
estado crecieron. Sin embargo, en algún momento el joven emperador sufrió una
enfermedad que hizo que casi muriese y tras recuperarse su gobierno dio un giro radical.
Calígula pasó a gobernar de manera despótica y a considerarse un dios en vida. Hasta
este momento los anteriores emperadores a pesar de ser las figuras absolutas de Roma
habían cumplido con el sistema republicano, pero Calígula comenzó a alterar el orden
republicano a su antojo, llegando a nombrar cónsul a su caballo Incitato, lo que provocó
el odio del Senado. También son bien conocidas sus “expediciones” de Britania y
Germania que no fueron sino una farsa en las que el emperador ordenaba a sus hombres
que recogiesen conchas como botín por haber supuestamente derrotado a Neptuno, dios
de los mares. Unido a todo esto, el emperador comenzó a derrochar el dinero del estado,
lo que provocó que todo lo recaudado anteriormente se perdiese y el tesoro estuviese
todavía peor que antes de comenzar su mandato, llegando a una situación de crisis
económica que solo se había vivido durante las guerras civiles. Además Calígula llevó a
cabo una purga todavía peor que la de años anteriores, lo que demuestra su demencia y
miedo a ser asesinado.
En este contexto, a pesar de la locura de Calígula, nadie se atrevía a levantarse contra él.
Esto se debía en parte al hecho de que el emperador se rodeaba de una guardia germana
formada por antiguos germanos romanizados quienes sentían devoción por el emperador
pues creían que su figura era tan caótica e incomprensible que solo podía tratarse de un
verdadero dios. Unido a esto, el ejército sentía respeto por Calígula por ser el hijo de
Germánico, quien había sido un gran general y muy querido por sus hombres, y porque
el propio Calígula les otorgaba unas buenas pagas y bonificaciones. Sin embargo,
finalmente, el jefe del pretorio Casio Querea asesinó a Calígula mientras este se dirigía
a felicitar a un grupo de actores por un pasadizo secreto por miedo a ser asesinado. Los
motivos de Querea no estaban muy claros pues según la fuente eran más políticos o más
personales. Mientras que Flavio Josefo aseguraba que Querea lo hizo por querer
reinstaurar la República, Suetonio dice que fue por el odio de Querea al emperador,
pues este último no paraba de insultarle en público. Tampoco está muy claro cuando
individuos participaron en la conjura pues las fuentes solo hablan de dos conspiradores
más justo a Querea pero probablemente debió de haber detrás mucha más gente que veía
sus intereses perjudicados.
Con la muerte de Calígula, Querea y el Senado intentaron instaurar de nuevo la
República pero los pretorianos no quisieron esto pues si ésta se proclamaba ya no
existirá emperador y por tanto ellos dejarían de hacer falta, por lo que decidieron
nombrar por su cuenta emperador a un individuo de la familia imperial que había
pasado desapercibido todo ese tiempo y había sobrevivido a todas las intrigas: Claudio.
Claudio (41 – 54 d.C.)
La figura de Claudio es sin duda una de las más difíciles de definir. Las fuentes
antiguas, especialmente Suetonio, aseguraban que Claudio era el paradigma del buen
gobernante: hombre culto, sin vicios y con tendencias prorrepublicanas. La realidad fue
más bien otra. En el anterior punto se había dicho que Claudio fue proclamado
emperador por sorpresa por la guardia pretoriana, pero la verdad probablemente fue que
Claudio estaba al tanto del complot para asesinar a Calígula y que él mismo pactó con
los pretorianos para hacerse emperador. También resulta difícil de creer que alguien con
tendencias prorrepublicanas aceptase tan rápidamente el cargo de poder además de
asegurarse rápidamente de obtener la lealtad del Senado.
Sin embargo, es cierto que el reinado de Claudio fue en general muy beneficioso para
Roma. Si de algo era consciente Claudio era de los problemas y excesos del poder, pues
él mismo había vivido a tres emperadores y a las intrigas en torno a ellos. La
explicación a su supervivencia radicaba en su propio físico: era medio cojo,
tartamudeaba, tenía un problema de sordera y no era especialmente atractivo. Todo esto
permitió pasar desapercibido al resto de familiares, los cuales vieron en él una persona
inofensiva. Pero Claudio en ese tiempo se dedicó a aprender y a estudiar, lo que le vino
muy bien una vez llegó al gobierno.
Lo primero que hizo nada más llegar al poder fue castigar a los asesinos de Calígula,
quienes de paso habían asesinado a la esposa de este y su niño recién nacido. Claudio
mandó ejecutar a Querea y aquellos conjurados no por la muerte de Calígula, sino por el
resto de asesinatos. Una vez hizo esto, comenzó una reestructuración del imperio, pues
este se encontraba al borde de la quiebra. Lo primero que hizo fue encargarse de sanear
las arcas, y para ello promovió muchísimo la burocracia, introduciendo en ella gran
cantidad de libertos, entre ellos tres muy importantes: Pallas, Calisto y Narciso.
También promovió las conquistas pues necesitaba mostrarse como una figura de
autoridad ante los soldados, hecho que acabó derivando en la conquista de una parte
importante de Britania, la cual ya había sido explorada muchos años antes por Julio
César si bien no llegó a haber una conquista in facto. A todo lo anterior se sumaba el
hecho de que Claudio fuese un hombre culto, lo que se tradujo en una importante labor
legislativa, judicial y de mecenazgo a monumentos y obras públicas, entre las cuales
destacaron los acueductos. Junto a esto, Claudio también fue muy respetuoso con el
Senado, pues en su momento necesitó su apoyo para que se legitimase su cargo (durante
el imperio el cargo de emperador era otorgado por el Senado, y aunque esto era una
formalidad resultaba indispensable para darle legitimidad).
También es importante señalar la labor dedicada a las letras y a la religión llevada a
cabo por el emperador. Claudio, influenciado por la cultura griega, introdujo una serie
de letras nuevas para intentar transcribir fonemas griegos, si bien esto tras su muerte
acabaría desapareciendo. En cuanto al ámbito religioso, fomentó mucho los colegios
sacerdotales y se mostró sumamente crítico con el druidismo al cual consideraba propio
de barbaros.
Pero el reinado de Claudio no fue todo blanco, pues también hubo ciertos problemas. El
primero de ellos era la propia personalidad de Claudio. Al haberse criado en un clima
tan hostil era fácilmente influenciable a la mínima que alguien lo adulase, como ocurrió
con su tercera esposa Mesalina de la que Claudio estaba profundamente enamorado y
quien a espaldas de su marido organizaba orgías y lo desacreditaba, llegando a
sospecharse que estuviese organizando un complot para asesinarlo. Pero esto no ocurrió
solo con Mesalina, quien en su momento acabó siendo ejecutada, sino también con su
cuarta esposa Agripinila quien junto a Pallas (en ese momento su amante) acabó
consiguiendo que su hijo Nerón terminase siendo adoptado por Claudio y asociado al
trono. Otro problema durante su reinado fue la excesiva crueldad mostrada a los
cristianos, quienes durante su gobierno habían comenzado a extenderse por el imperio.
Aunque a menudo es considerado Nerón como el primer perseguidor de los cristianos,
en realidad fue Claudio quien comenzó, si bien no a cotas tan altas como su sucesor.
La muerte de Claudio vendrá en el año 54 d.C., envenenado según las fuentes por
Agripinila si bien no existen pruebas de peso para refutar o defender el supuesto
asesinato. Claudio había establecido en su testamento que el gobierno debía caer en
manos de Nerón y de su hijo Británico. Pero Británico no tuvo la popularidad de
Nerón, en parte debido a ser hijo de Mesalina quien tenía mala fama pero también a su
falta de carisma, y fue rechazado por el pueblo romano. De esta forma, aunque en la
teoría gobernaban los dos jóvenes en la práctica solo lo hacía Nerón.
Nerón (54 – 68 d.C.)
El reinado de Nerón fue el último de la dinastía Julio-Claudia y fue bastante polémico
pues las fuentes antiguas se mostraban con él o bien muy críticas o bien muy
aduladoras. Los historiadores modernos en base a ambas partes han intentado
reconstruir la vida del emperador lo más veraz posible, si bien existen dudas sobre
algunos episodios de su vida.
Nerón llegó al poder siendo aún muy joven, lo que se tradujo en la influencia de varias
personas en el gobierno. Una de ellas fue su propia madre Agripinila, a quien la
historiografía clásica trata de perversa y manipuladora, pero también estuvieron
presentes personas como Séneca, el filósofo e instructor del joven, quien lo cultivo en
las letras y fue su referente ético a la hora de gobernar. Esto se tradujo en un buen
funcionamiento del gobierno, imitando el sistema que había establecido Claudio, y en
una buena relación con el Senado quien en estos primeros años contó con mucha
influencia.
Pero al poco tiempo Seneca fue ganando importancia en detraimiento de Agripinila
hasta el punto de que ésta, según las fuentes clásicas, se acabó aliando con Británico
para quitar del poder a Nerón. En este punto existen muchas divergencias sobre qué
pasó: según Suetonio, Nerón mandó asesinar a Británico pues temía que se convirtiese
en un obstáculo al mismo tiempo que expulsaba de su madre de la villa imperial para
alejarla del poder y que no supusiese una amenaza. Otras teorías creen que Británico fue
asesinado por Agripinila en un gesto de congraciarse de nuevo con Nerón y que este al
enterarse de la muerte de su hermanastro mandó expulsar a su madre. En cualquier caso,
la versión que dio Nerón de la muerte de Británico es que murió de epilepsia y que la
expulsión de su madre se debió a su comportamiento inmoral al acostarse con libertos,
lo cual resultaba irónico pues se sabía que él propio Nerón tenía una amante liberta.
A partir del año 55 d.C. es cuándo comenzará a existir cierto cambio en el
comportamiento de Nerón. Este empezará a creer que existen complots para derrocarle
y poco a poco irá alejando de si a varios allegados. Séneca, que hasta entonces había
actuado como moderador del joven, quedará apartado poco a poco de la figura del
emperador. También, Nerón comenzará a intentar inmiscuirse en la política y si bien no
llegará a las cotas de Calígula, quien se comportaba como un déspota, sí que acaparará
mucho poder. Y precisamente el acaparar tanto poder acabará convirtiéndose en un
problema para él. La personalidad de Nerón podría catalogarse de un tanto narcisista y
esto se traducía en intentar ser siempre popular y de considerarse como el defensor del
equilibro entre el pueblo romano y el Senado. Y esta fue una de las causas del fin de la
dinastía pues al intentar favorecer a ambos lados y querer ser popular para todos acabó
creando una situación en la que no contentaba a nadie. La traducción de esto fue las
rebeliones dentro de Roma (y también alguna extranjera como la judía o la de la reina
britana Buodica) y complots para asesinarlo y si bien todos acabaron fracasando esto
demuestra el profundo malestar en el imperio. Fue por estas fechas cuando Nerón
mandó asesinar a su madre, lo cual es aceptado por la mayoría de historiadores como
cierto, lo que demostraba la paranoia del emperador.
Pero en estos años no todo fue negro, pues durante estos Nerón respondió bien a las
amenazas exteriores. La más importante fue la de imperio parto el cual aprovechando
un problema dinástico en el vecino reino de Armenia intentó conquistarlo. Esto suponía
expandir sus fronteras y quedarse en la entrada de las provincias orientales romanas, lo
que supondría una seria amenaza, por lo que para evitar eso Nerón ordenó entrar en
guerra con el imperio parto y enviar al destacado general Corbulón a que ganase la
confrontación. Aunque se firmaron varios tratados ninguno llegó a buen camino hasta
que las victorias de Corbulón obligaron al imperio parto a reconocer la superioridad
romana y firmar un tratado favorable a Roma. En este se estipulaba que el reino de
Armenia sería un estado cliente de Roma y su rey coronado por el emperador romano en
un gesto de sumisión. Al mismo tiempo, se firmaba una paz duradera con el imperio
parto para evitar futuros enfrentamientos, la cual duraría muchos años.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzo de Nerón en la política exterior y de mantener las
rebeliones de dentro del imperio, la tensión iba aumentado por su gobierno y sus
medidas que no beneficiaban a nadie. A esto se sumaba el problema de los cristianos,
quienes no paraban de predicar por el imperio e inclusive habían llegado a la misma
Roma acompañados de San Pablo y San Pedro. Aunque las fuentes cristianas son
bastante severas y críticas con Nerón (a quien consideran el anticristo) sería injusto
decir que fue el emperador que más los persiguió y castigó, aunque también es cierto
que Nerón no destacó por su piedad hacia este grupo, llegando a decapitar a San Pablo y
crucificar a San Pedro. También, durante los últimos años del gobierno de Nerón fue
cuando tuvo lugar el famoso incendio de Roma (64 d.C.) el cual muchas fuentes
aseguran que fue provocado por Nerón, más no existen pruebas ni a favor ni en contra
para creer esto. De hecho, el propio Nerón dio cobijo a muchos ciudadanos que se
quedaron sin hogar alojándolos en la villa imperial. El origen del incendio nunca se
supo aunque Nerón echo la culpa a los cristianos. ¿Habían sido estos? No se puede
afirmar o negar, pero es de destacar que los cristianos se reunían en las catacumbas y en
estas prendían hogueras para tener luz, y teniendo en cuenta que las catacumbas estaban
llenas de materiales podridos no sería tan extraño pensar que se hubiese provocado un
fuego. Pero, suponiendo que esto fuese así, habría sido algo inintencionado, algo que
Nerón negó y dijo que había sido una acción intencionada por este grupo.
El año 65 d.C. es considerado como el inicio de la demencia de Nerón pues fue en este
cuando tuvo lugar la Conspiración de Pisón en la cual varios senadores y magistrados
romanos se vieron envueltos para asesinarlo. Sin embargo, el verdadero golpe de efecto
de esta conspiración fue el saber que Seneca formaba parte de él. Este en los últimos
años había visto como el comportamiento de Nerón se volvía más tiránico y narcisista
por lo que acabó sumándose a la conspiración para asesinarlo. Pero la conspiración fue
sofocada y los cabecillas ejecutados, a excepción de Seneca a quien le dieron un trato
especial y se le permitió suicidarse. Con la muerte de su antiguo tutor Nerón dejó atrás
cualquier moderación y comenzó a gobernar de manera absoluta, llegando a
proclamarse dios.
El final del gobierno de Nerón vendrá con la rebelión del gobernador provincial
Vindex. En esta época el gobierno de Nerón no agradaba absolutamente a nadie, ni al
pueblo, ni al Senado ni especialmente a las provincias. El punto que comenzó la
revuelta fue la subida de impuesto que Nerón promulgó a las provincias, pero es
probable que esta solo fuese una excusa aprovechada por Vindex para ganar apoyo
popular y hacerse con el poder. Vindex pidió ayuda a otro gobernador, Galba, quien
aceptó ayudarle, pero nunca llegaron a unir fuerzas pues Vindex fue derrotado y
resultado muerto en un enfrentamiento contra las fuerzas leales a Nerón. Aunque este
último había obtenido una victoria el Senado aprovechó la rebelión para hacerse con el
poder en Roma y sobornar a la guardia pretoriana para que asesinasen a Nerón. Este
consiguió huir pero prefirió suicidarse a caer preso por lo que finalmente murió en el 68
d.C. Tras su muerte, sin embargo, comenzaría una guerra civil.
Año de los 4 emperadores (68 – 69 d.C.)
Se le llamó así al año en el que en Roma llegaron a existir 4 emperadores de seguido
como consecuencia de la guerra civil que sucedió al morir Nerón. Tras el suicidio de
Nerón, el Senado proclamó a Galba emperador pero este no llegó a ostentar mucho el
poder pues otro gobernador llamado Otón aprovechó para alzarse también y hacerse
con el poder. Otón derrotó a Galba y este último perdió el apoyo de la guardia
pretoriana, que lo asesinó. De esta forma Otón se convertía en el nuevo emperador pero
su estancia en el poder sería todavía más corta pues otro gobernador, cuyo nombre era
Vitelio, se alzó por los mismos motivos y consiguió derrotarle, y al ver que perdía
apoyos Otón se suicidó.
De este modo parecía que Vitelio se convertiría en el único emperador, pero entonces
entró en escena uno individuo que no había destacado mucho en la escena política:
Vespasiano. De origen plebeyo, Vespasiano era cuando comenzó la guerra civil uno de
los mejores generales de Roma pero al estar en Siria en medio de una rebelión judía no
intervino en el conflicto civil. Sin embargo, finalmente decidió intervenir y contó con el
apoyo de varias provincias y de sus gobernadores quienes veían en él una figura de
estabilidad para Roma. De esta forma se acabó enfrentando a Vitelio a quien derrotó en
la batalla de Bedriacum (69 d.C.), convirtiéndose así en el único emperador de Roma.
Apoyado por el Senado, por el pueblo quien veía en él una persona de origen humilde,
por las provincias y por el ejército, acabó ejerciendo el poder en el 69 d.C. y estableció
una nueva dinastía, la Flavia.
Dinastía Flavia (69 – 96 d.C.)
La dinastía comenzará con Vespasiano y será una dinastía relativamente corta, con solo
tres emperadores: Vespasiano, Tito y Domiciano. Esta dinastía se caracterizó porque
construyó bastantes monumentos, entre ellos el famoso Anfiteatro Flavio, también
conocido como Coliseo. Vespasiano además favoreció mucho el conceder la ciudadanía
a muchas poblaciones provinciales, especialmente en Hispania pues muchos de sus
partidarios eran de origen hispano, destacando una familia, la Ulpia, de la cual
procedería posteriormente un emperador, Trajano. Sin embargo con la muerte de
Vespasiano y el breve reinado de Tito, llegará al poder Domiciano quien demostró ser
un individuo bastante cruel. Algunas investigaciones creen que pudo haber sufrido
saturnismo, una enfermedad mental que provocaba esquizofrenia, lo que habría podido
explicar su extravagante comportamiento. Con su asesinato, el Senado proclamó
emperador al viejo senador Nerva, quien no obstante tuvo serios problemas para
controlar Roma pues los pretorianos no le obedecían y amenazaban con revelarse.
Vespasiano (69 – 79 d.C.)
El reinado de Vespasiano es considerado por la mayoría de autores clásicos y de
historiadores modernos como un buen periodo para Roma. Vespasiano, consciente de
los muchos problemas que existían en Roma se propuso resolverlos todos. Pero si hubo
algo que caracterizó su reinado fueron tres cuestiones fundamentales.
La primera de ellas fue la conocida como Primera Guerra judeo-romana, también
llamada la Rebelión judía (66 – 73 d.C.). Aunque Siria era una provincia que había
sido conquistada por Pompeyo muchísimos años atrás todavía era una amenaza para
Roma pues los judíos que vivían en la provincia eran sumamente reticentes al control
romano. Fue bajo la tutela de Roma cuando empezaron a surgir muchos movimientos
proféticos, siendo los más característicos los de Juan Bautista y Jesús y muchas
rebeliones. La más importante de estas es la ya mencionada la cual si bien comenzó con
el reinado de Nerón acabó prolongándose al reinado de Vespasiano el cual dejó al cargo
a su hijo Tito como general en jefe para que controlase y finalizase el conflicto. Este
asedió Jerusalén, el último bastión rebelde, y finalmente la tomó tras un asedio de más
de un año en el que tuvo que ir penetrando poco a poco por las 3 murallas que
componían la ciudad. De esta forma, la dinastía de Vespasiano comenzaba con buen pie
pues finalizaba con una rebelión que había durado 7 años y que durante el reinado de
Nerón no había podido finalizarse. También, la toma de la ciudad permitió un cuantioso
botín y el saqueo del templo de Jerusalén, lo que permitió aumentar el erario público de
Roma, algo de vital importancia. ¿Cómo fue posible obtener tales riquezas de la ciudad?
Esto se debió a que cuando Pompeyo conquistó en su momento la ciudad no la saqueó y
se le dio un trato especial, pero cuando ésta se rebeló perdió este privilegio y fue
saqueada, derivando así en un cuantioso botín. Sin embargo, aunque la rebelión fue
sometida, en el futuro volvería a rebelarse.
La segunda cuestión importante fueron los monumentos. Consciente de la necesidad de
agradar al pueblo, Vespasiano comenzó un programa de construcción de edificios
públicos destinados a ensalzar a su dinastía y a contentar al pueblo. De los más
importantes, estuvo la renovación de la red de alcantarillado y el comienzo del
Anfiteatro Flavio, si bien no sería finalizado hasta muchos años después. El Anfiteatro
fue encargado al arquitecto Apolodoro de Damasco, y se convirtió en el monumento
más grande de su tipo, con una capacidad amplísima y una estructura de tres niveles
junto a un sótano bajo la arena utilizado para guardar las bestias y para funciones
especiales como batallas navales. De esta forma, el Anfiteatro se convertía en una
construcción sumamente popular, pero también costosa. Para poder costearse
Vespasiano tuvo que derrumbar la Domus Aurea de Nerón, la cual estaba llena de
opulencia (llegando a haber una bañera gigantesca de oro). Curiosamente, Vespasiano
mandó construir el Anfiteatro donde residía la Domus Aurea y el nombre de Coliseo
vendrá por la famosa estatua colosal de Nerón de dicha villa, la cual fue derrumbada.
La última cuestión fue la creación de nuevos municipios, siendo que en algunos casos se
crearon desde cero y en otros casos se concedió el rango a muchas ciudades. Una de los
territorios más favorecidos por la reforma fue Hispania, pues de ésta provinieron
muchos aliados que favorecieron y apoyaron a Vespasiano en la guerra civil. También,
la creación de municipios tenía como fin recaudar más dinero pues los municipios
aunque aportaban privilegios a las poblaciones también exigían más impuestos y
aportaciones. De esta forma, se abordaba una doble cuestión: por un lado se ganaba
popularidad con la creación de municipios y los privilegios derivados de estos a las
poblaciones al mismo tiempo que se saneaba la economía. Junto a esto, Vespasiano se
encargó de vigilar a los recaudadores de impuestos para evitar la corrupción.
La consecuencia de todo esto fue una aceptación muy amplia de la nueva dinastía. Pero
a pesar de todo esto, Vespasiano no pudo disfrutar mucho de su reinado pues ya era un
hombre adulto cuando accedió al cargo de emperador. Así, Vespasiano falleció en el
año 79 d.C., pero esto no suponía un problema para la dinastía pues su hijo mayor Tito
accedía al trono sin obstáculos, pues al igual que su padre era un hombre muy respetado
por Roma.
Tito (79 – 81 d.C.)
Por desgracia para Tito, no sobrevivió mucho en el cargo. Su reinado es aceptado por
los historiadores como un gobierno de transición y de gran semejanza con el de su
padre. Incluso los historiadores consideran a Tito como un hombre todavía más austero
que Vespasiano, lo cual decía mucho de su comportamiento ejemplar. Lo más
característico de su gobierno fue la finalización del Anfiteatro, en el cual dio muchos
juegos (algunos costeados por él mismo) para contentar a la población romana. Junto a
la finalización del monumento, Tito incentivo otros como el Arco de Tito en honor a su
victoria sobre Jerusalén o el Templo de Tito dedicado al culto imperial.
En cuanto a la política exterior, durante el reinado de Tito tuvo lugar una mayor
expansión del control romano en Britania gracias al gobernador Agrícola quien aunque
había comenzado su expansión durante el reinado de Vespasiano no tuvo verdaderos
éxitos hasta que llegó Tito al poder.
Pero no todo fue bueno durante el gobierno de Tito pues durante su reinado tuvo lugar
una rebelión dirigida por un individuo que se hacía pasar por Nerón. Aunque este último
se había suicidado se creó la leyenda de que había escapado y dirigido al este, ganando
allí apoyos y esperando la oportunidad para retomar Roma. Fue así como empezaron a
surgir muchos falsos Nerón quienes aprovechaban su parecido con el antiguo emperador
para comenzar insurrecciones. Parece ser que en el reinado de Tito llegó a existir un
individuo sumamente semejante a Nerón y que inició una rebelión que alcanzó cierto
peso, si bien consiguió ser sometida. Sumado a esto estaba que el hermano de Tito,
Domiciano, tramaba algún tipo de conspiración para asesinarle si bien las fuentes no
aclaran del todo si Tito estaba al corriente de esta o si sabía que su hermano formaba
parte. También en su reinado tuvo lugar la famosa erupción del Vesubio que acabó con
la destrucción de la ciudad de Pompeya y de otras poblaciones como Herculano, lo cual
en su momento supuso un verdadero pavor en Roma al temerse la ira de los dioses. Para
mayor problema, al poco tiempo en Roma tuvo lugar un gran incendio que destruyó una
parte de la ciudad y muchos monumentos, entre ellos el Panteón de Agripa, que databa
de época de Augusto, o el Teatro de Pompeyo, donde fue asesinado Julio César. Tito,
en un gesto de generosidad y popularidad, pagó de su fortuna personal gran parte de los
desperfectos
En el año 81 d.C. tras un breve reinado Tito moría en la misma villa donde había
fallecido su padre. En su lecho de muerte dijo “solo he cometido un error” lo que dio
lugar a muchas teorías sobre su muerte. La primera de estas hacía referencia a que
Domiciano había envenado a Tito y que el médico del emperador se dio cuenta y se lo
dijo, dando lugar a que Tito antes de morir pronunciase esas palabras. Otra teoría cree
que murió de forma natural y que la frase era una manera de decir que lamentaba haber
reinado tan poco. En cambio otra decía que Tito fue consciente de que su hermano había
intentado conspirar contra él y que cometió el error de no ejecutarlo cuando tuvo la
ocasión. Como curiosidad, en la tradición judía se decía que un insecto se introdujo por
la nariz de Tito y se colocó en el cerebro provocándole un dolor insufrible y que cuando
Tito falleció se abrió su cráneo y dentro de este el insecto había alcanzado el tamaño de
un pájaro. Esto demostraba el profundo odio hacia Tito por haber sometido la rebelión
judía.
Domiciano (81 – 96 d.C.)
El reinado de Domiciano pasará a la historia como uno de los peores para Roma. Sin
embargo, también hay que destacar que la gran mayoría de fuentes que hablan de su
reinado fueron posteriores a su muerte y en una época en la que gobernaba otra dinastía
que no mostró especial cariño a su figura, por lo que es muy probable que aunque
Domiciano no destacase como un buen gobernador no fuese el gran monstruo que
muchos pensasen que fue.
En gran parte el comportamiento de Domiciano se debía a su propia juventud. Siendo el
menor de los dos hermanos y un hombre de letras, no había sido tenido muy en cuenta
por su padre quien daba mayor importancia a Tito. Sumado a esto, durante la guerra
civil él estaba en Roma y tuvo que esconderse para evitar ser asesinado lo que se tradujo
en una constante desconfianza al mismo tiempo que se creía el elegido por haber
permanecido vivo en una situación en la que se podía morir en cualquier momento.
Algunos historiadores modernos han sugerido que incluso pudiese haber padecido
saturnismo, una enfermedad que se caracteriza por la esquizofrenia y que se transmite
por los metales, especialmente el cobre, lo cual tiene sentido pues Domiciano era muy
propenso al vino, el cual lo tomaba el copas de cobre.
Se podría definir a Domiciano como un autócrata eficiente. Esto significaba que aunque
gobernó Roma con mano dura también consiguió que se mejorase la burocracia y la
administración. Aunque Domiciano era paranoico y desconfiando esto se tradujo en que
no existió el nepotismo en la administración y en los cargos, si bien sí que siguió
existiendo el favoritismo pues solía valorar la lealtad y la adulación por encima de
cualquier cosa. Sumado a esto, Domiciano estaba convencido de que en Roma debía de
dejar de emplearse esa falsa fachada de republicanismo para imponerse una monarquía
divina que se encargase de dirigir todos los asuntos. De esto modo, aunque Domiciano
no destruyó el sistema republicano sí que lo limito bastante, convirtiéndose en una
figura política casi absoluta y con muchas prerrogativas además de obligar a que se le
llamase por el título de Dominus et Deus, es decir, Señor y Dios. Esto por supuesto hizo
que su figura no fuese muy querida entre el pueblo y el Senado.
En cuanto a su política, aunque exigente tenía como fin reforzar el imperio. Aunque no
aumentó los impuestos sí que mejoró la eficiencia a la hora de obtenerlos. Además,
controló con gran presión a los gobernadores y generales lo que no mejoró precisamente
su popularidad entre estos. Sería injusto también decir que Domiciano no dio motivos a
los gobernadores y generales para odiarle pues muchos fueron asesinados por miedo a
que se rebelasen contra él, destacando entre los muertos Corbulón y Agrícola. Esto
explica que en el año 89 d.C. se revelase un gobernador llamado Saturnino quien
intentó hacerse con el poder aliándose con los germanos, si bien acabó siendo derrotado.
En cuanto a la política exterior, Domiciano intentó ser práctico. Durante su reinado
comenzó un conflicto con el vasto territorio de la Dacia el cual era gobernado por
Decébalo. Este había conseguido varias victorias sobre Roma lo que provocó que
Domiciano decidiese pagar un tributo a cambio de mantener la paz. Aunque los
historiadores clásicos le consideran un cobarde por hacer esto, es importante señalar que
lo hizo por necesidad y por evitar una guerra que podría acabar mal para Roma además
de ser mucho más cara que si pagase el tributo.
Habiendo dicho todo esto, Domiciano no fue el monstruo que los historiadores clásicos
decían que era. Es cierto que no fue precisamente un emperador justo y bueno, pues era
excesivamente paranoico y cruel en el trato, y siempre desconfiado con la idea de que
intentasen matarlo, pero su eficaz administración provocó que el imperio mejorase y
evolucionase, algo que en los años siguiente sería muy importante. De esta forma,
aunque odiado, Domiciano se convirtió en un pilar importante para Roma.
Pero su poca popularidad finalmente derivó en su asesinato en el cual participaron
varios individuos, destacando el chambelán imperial Partenio. Hoy se piensa que
quizás su esposa, Domitia Longina, también hubiese participado si bien es difícil de
creer. En cualquier caso, fue asesinado en el 96 d.C. provocando una situación de crisis
pues el Senado y la guardia pretoriana tuvieron diferentes intereses. El Senado nombró
entonces emperador a un senador muy prestigioso llamado Nerva si bien su gobierno no
sería especialmente fácil, terminando así la dinastía Flavia y comenzando una nueva.
Dinastía Antonina (96 – 192 d.C.)
El nombre de esta dinastía es polémico pues en ella en realidad hubo varias familias que
ostentaron el poder. Lo único común en ellas era que aquellos que fueron emperadores
fueron adoptados, pero no existía un alto grado de parentesco entre el adoptante y el
adoptado como podía existir en las dos anteriores. Es por este motivo que a menudo los
historiadores la llaman Antonina por el emperador Antonino Pio, paradigma de buen
gobierno, o Ulpia-Aelia en honor a la familia de la cual procedió el primer emperador
de origen provincial Trabajo y del sabio emperador Marco Aurelio, o bien la dinastía de
los Cinco emperadores buenos en alusión a que los emperadores eran elegidos por sus
cualidades y no tanto por su parentesco.
En cualquier caso, la dinastía comienza con Nerva y estará formada por: Nerva,
Trajano, Adriano, Antonino Pio, Marco Aurelio (gobernando brevemente con su
hermano Lucio Vero) y Cómodo. La dinastía finalmente acabará de manera trágica con
Cómodo quien será asesinado por su liberto mientras tomaba un baño, finalizando así la
dinastía y comenzando una guerra civil.
Nerva (96 – 98 d.C.)
Aunque corto, el gobierno de Nerva introdujo una innovación importantísima y que
hasta ese entonces no había tenido lugar en el imperio. Aunque Nerva era un hombre
muy respetado y sabio, no era un militar muy prestigioso por lo que la guardia
pretoriana a duras penas le hacía caso. De hecho, el propio Nerva a pesar de ser ya
emperador tuvo que ceder a las demandas de los pretorianos y entregar a los asesinos de
Domiciano quienes eran considerados en el Senado héroes. De esta forma, Nerva se
encontraba en una situación de descontrol pues los pretorianos actuaban con impunidad
y si no se hacía algo pronto acabarían controlando Roma y ordenando lo que ellos
quisiesen. Y fue en este contexto cuando entró Trajano.
¿Por qué Nerva es tan importante a pesar de gobernar tan poco tiempo? La respuesta se
haya en que Nerva decidió adoptar a Trajano y asociarlo al trono, algo insólito pues
hasta ese entonces ningún provincial había accedido a tan alto honor. Todos los
emperadores anteriores eran de origen itálico, pero Trajano había nacido en Itálica, en
Hispania, y aunque poseía la ciudadanía romana sus orígenes eran provincianos. Sin
embargo, Nerva decidió adoptarlo por la emergencia del momento pues el joven
Trajano era en ese entonces el general más respetado del imperio y el más cercano a
Roma y aunque no había participado en el asesinato de Domiciano si había dado su
visto bueno al tiranicidio por lo que se le podía considerar un aliado.
De esta forma, Trajano fue adoptado por Nerva y cuando este murió en el 98 d.C., tras
dos años de duro gobierno, Trajano se convirtió en el nuevo y primer emperador de
origen no itálico. Se daba de esta forma un gran paso en la política imperial y no sería la
última vez que un emperador de origen no itálico llegaría al poder.
Trajano (98 – 117 d.C.)
Lo primero que Trajano hizo nada más se convirtió en emperador fue terminar con la
excesiva autonomía de los pretorianos, ajusticiando a los cabecillas y licenciando a
todos aquellos que no había obedecido a Nerva. De esta forma, la guardia pretoriana
quedaba sometida y limpiada y en ella se introducirían miembros leales a Trajano.
El gobierno de Trajano estuvo impregnado de una fuerte tendencia expansionista, lo
cual es fácil de suponer teniendo en cuenta que Trajano era un general nato y que
entendía la vida de la guerra mejor que la de la paz. De esta forma, Trajano rompió
relación con Dacia y decidió dejar de pagar el tributo. ¿Era sensato la política
imperialista de Trajano? Aunque los historiadores clásicos consideran a Trajano como
un gran emperador y digno de alabanzas, es cierto que su campaña contra la Dacia fue
bastante arriesgada pues suponía movilizar una gran cantidad de tropas que eran
desviadas de otras fronteras a un vasto territorio como era la Dacia además de un gasto
económico sumamente importante. Estas campañas, conocidas como las Guerras
Dacias (101 – 102 / 105 – 106), fueron en realidad un único conflicto que acabó con un
relativo alto el fuego que se reanudó al poco tiempo. Trajano movilizó a un gran ejército
a la Dacia y obtuvo su primera victoria en la batalla de Tapae (101 d.C.) la cual sería
el primero de los muchos éxitos contra los dacios. Aunque el rey de los dacios,
Decébalo, pidió la paz solo lo hizo para poder reagrupar y reforzar a sus tropas y lanzar
un contraataque, el cual fue repelido por Trajano y sus generales. Finalmente, en el 106
d.C. la campaña finalizaba con la toma de la capital de la Dacia, Sarmizegetusa, y la
muerte de Decébalo. Como homenaje a la campaña, Trajano mandó construir dos
monumentos: la Columna Trajana en Roma y el Trofeo de Adamklisi en Drobuja
(zona fronteriza entre la actual Rumania y Bulgaria). Pero estas no serían las únicas
campañas durante su gobierno pues Trajano llevaría a cabo una pequeña expansión de la
frontera germana al mismo tiempo que conseguía nuevos territorios en el este tras una
exitosa guerra contra el imperio parto. Como consecuencia de todas estas campañas,
Trajano puso de moda la construcción de monumentos en conmemoración a las
conquistas. En prácticamente todos los territorios que conquistó propuso la construcción
de monumentos dedicados a glorificar sus victorias, hecho que sería imitado por sus
sucesores. En Roma al mismo tiempo mandó construir templos dedicados a dioses
relacionados con las victorias y el Arco de Trajano. Estas no serían las únicas
construcciones pues el emperador resultó ser un gran mecenas de los monumentos, pero
sí que serían las de mayor renombre.
En cuanto a la popularidad de Trajano, fue muy bien acogido por el pueblo romano y
por el Senado ya que se mostró como un hombre que aunque serio era justo y
conciliador que intentó volver a un sistema lo más republicano posible. Por este motivo,
el Senado en un gesto de respeto le adjudico el título de Óptimo. En cuanto al sistema
económico y administrativo, siguió con el sistema de Domiciano el cual ya se dijo que
aunque escrupuloso resultó eficiente y bueno para Roma. También se mostró
conciliador con los cristianos a quienes respetó mientras no se manifestasen en contra
de la religión imperial.
En cuanto a su vida privada, fue el primer emperador del que se tiene constancia que fue
homosexual. Muchos anteriores emperadores habían practicado también la
homosexualidad pero sus tendencias sexuales se situaban en la bisexualidad. En cambio,
historiadores clásicos como Casio Dion aseguraban que Trajano era completamente
homosexual, si bien destacaban su buena relación con su mujer, Pompeya Plotina y
que esto nunca le supuso escandalo alguno.
Finalmente en el año 98 d.C. Trajano cayó gravemente enfermo, momento en el cual se
decidió quien sería su sucesor. La versión oficial decía que Trajano decidió escoger a
Adriano, el esposo de su sobrina-nieta, como sucesor pues veía en él cualidades para ser
un buen emperador. Sin embargo, parece ser que hasta los últimos años de su vida
Trajano no tenía bien claro quién debía sucederle y que no fue casi al final cuando
finalmente decidió que sería Adriano quien le sucedería. Aunque se dice que los
emperadores de esta dinastía eran elegidos por sus cualidades y no por su parentesco
esto en realidad no es del todo cierto pues Adriano era pariente de Trajano, incluso
aunque fuera lejano. Una teoría actual considera que en realidad no fue Trajano quien
eligió Adriano sino la esposa del primero pues el emperador en sus últimos momentos
de vida no era capaz de tomar decisiones propias y Plotina, que por lo que las fuentes
insinúan tuvo algún tipo de romance con Adriano o por lo menos una gran amistad, se
encargó de que este le sucediese. En cualquier caso, Adriano acabó convirtiéndose en
emperador y prosiguió con la dinastía.
Adriano (117 – 138 d.C.)
El reinado de Adriano comenzó agitado pues nada más llegar al poder se encargó de
eliminar a varios generales leales a Trajano por miedo a que pudieran usurparle el trono,
siendo el más destacado Lucio Quieto de quien se sospechaba que pretendía llevar a
cabo una conspiración. ¿Era verdad dicha conspiración? Todo apunta a que si pero
también es cierto que Lucio Quieto era uno de los generales con mayor apoyo en el
imperio y que había sido uno de los mejores amigos de Trajano por lo que sacarlo del
juego habría sido sumamente provechoso.
Adriano en cierto sentido mantuvo la política de Trajano pero se mostró más agresivo
en algunos aspectos. Durante su reinado el imperio alcanzó la máxima extensión al
conquistar parte de Mesopotamia y de Britania. Sin embargo, en cuanto a política
gubernamental, Adriano resto poder al Senado y a la aristocracia al crear un cuerpo de
tecnócratas y expertos, que se encargaban de la administración y del funcionamiento
interno del imperio, al que les dio amplias atribuciones, muchas de las cuales competían
al Senado y sus miembros. De esta forma, Adriano no tuvo una buena relación con el
Senado, una gran diferencia con el reinado de su antecesor.
La política exterior como se ha dicho siguió la tónica de Trajano, si bien Adriano no
tenía las dotes militares de este (lo que no quiere decir que fuese un mal general) y
prefirió no llevar a cabo grandes campañas sino solo pequeñas conquistas que tuviesen
como objetivo actuar como nuevas fronteras. De hecho, es durante su gobierno cuando
tendrá lugar la creación de las grandes fronteras del imperio, siendo la más destacable el
muro de Adriano en Britania que tenía como objetivo defender la frontera de un
pueblo muy belicoso, los caledonios.
Un aspecto interno que tuvo lugar durante el reinado de Adriano fue la Segunda guerra
judeo-romana, también llamada Segunda rebelión judía o Rebelión de Bar Kojba
(132 – 135 d.C.) por el nombre del líder que la dirigió. Los motivos de dicha rebelión
todavía siguen en debate pero los más importantes seguramente fueron la creación de
una ciudad romana en la propia Jerusalén, el no respetar al Sabbat judío, la prohibición
de la circuncisión (importantísimo para poder ser judío) y la pureza de sangre que
Adriano quiso establecer en el territorio. Todo ello se sumó al apoyo que le dieron los
sacerdotes judíos a un tal Simón bar Kojba al que consideraron el Mesías y liberador
del pueblo de Israel a manos del yugo romano. Adriano actuó rápidamente pero aun así
la rebelión se prolongó tres años y en ella hubo grandes pérdidas humanas, más que
incluso la primera rebelión. Con todo, la rebelión fue tan cruenta que el emperador
consideró modificar la provincia de Siria para crear una todavía más grande que
englobase territorios de otros pueblos tradicionalmente enemigos de los judíos para
intentar acabar con la idea de nación judía. Incluso, en la tradición judía se habla de un
exterminio y de cómo la diáspora, que en teoría había comenzado décadas antes, había
tenido lugar tras la represión de la rebelión.
Dentro del ámbito urbano, Adriano es considerado como el emperador más viajero y
como aquel que más favoreció la construcción de monumentos, en parte por una manera
de obtener popularidad pero también por el hecho de gustarle el arte. En Atenas terminó
de construir el Templo del Zeus Olímpico y en Corinto restauró el templo de
Afrodita. En cambio en Roma mandó reformar el Panteón de Agripa, labor gracias a
la cual hoy se conserva en tan buen estado.
En cuanto a su vida privada, era bien conocida su admiración por el mundo heleno y por
todo lo relacionado con ello. Ello se aprecia por ejemplo en el empleo de la barba, típica
en Grecia, la cual puso de moda entre sus coetáneos y sucesores. También es
considerado como un epicúreo y un estoico, lo que significaba que era un hombre dado
a la moderación y a limitar los placeres. Al igual que Trajano se tiene constancia
también de que era homosexual pues era bien conocido uno de sus amantes, el joven
griego Antinoo. Sin embargo, es probable que fuera bisexual pues también se tuvo
constancia de amantes femeninas, si bien Antinoo fue siempre su favorito y de hecho a
la muerte de este se le convirtió en deidad.
Ya en sus últimos años, el emperador abordó el tema de la adopción y aunque eligió al
general Lucio Aelio Vero como su sucesor, este murió antes que Adriano. El
emperador entonces decidió adoptar a un respetado general llamado Antonino Pio
(aunque en aquel entonces aún no se le había otorgado el título de Pio) y le convirtió en
su sucesor con la condición de que adoptase al hijo de Lucio Aelio Vero, el joven Lucio
Vero, y a Marco Aurelio, el sobrino de Adriano. De esta forma, cuando Adriano falleció
en el 138 d.C. Antonino Pio se convirtió en emperador y cumplió con su palabra al
adoptar a los jóvenes Lucio Vero y Marco Aurelio. Y con Antonino Pio vendrá el que es
considerado por muchos historiadores como uno de los mejores gobiernos de Roma y
uno de los emperadores más ejemplares.
Antonino Pio (138 – 161 d.C.)
Aunque la figura de Antonino Pio ha sido muy mitificada por la historiografía posterior,
es cierto que ejemplificaba los valores romanos, si bien su gobierno no fue tan bueno
como se pensaba. Esta mitificación se debe en gran parte al historiador inglés del siglo
XIX Edward Gibbon quien llegó a considerar su gobierno como el ejemplo de buen
reinado y al cual dedicó en honor el nombre de la dinastía, la Antonina (si bien hoy en
día ya casi no se utiliza dicho nombre).
Antonino, una vez llegó al poder intentó mantener una buena relación con el Senado lo
que provocó que la institución le diese el título de Pio. Sin embargo, hoy se discute
mucho si su gobierno fue verdaderamente tan eficaz como se pensaba. Algo que destacó
su reinado fue que a diferencia de otros emperadores el nunca salió de Italia para hacer
frente a algún problema externo. Por este motivo, los historiadores actuales tienden a
creer que su gobierno descuidó un poco la política exterior, provocando que su sucesor
tuviese que hacer frente a varios conflictos externos. Ello no quiere decir que no tuviese
que hacer frente a rebeliones, pero estas fueran mínimas y fácilmente controlables.
También, los historiadores clásicos consideraban que su gobierno se centró no tanto en
el exterior sino en el interior para intentar mejorar profundamente Italia. Se podría decir
que en líneas generales su gobierno fue bueno pero descuidado en ciertos aspectos.
Es destacable su personalidad, pues era un hombre de buen trato y muy justo. De hecho,
en su lecho de muerte la palabra que dirá antes de morir será ecuanimidad la cual define
a la perfección su gobierno y su forma de ser, pues era una persona que intentó que
Roma estuviese siempre en un perfecto equilibrio. De hecho, nada más llegue al poder
cumplirá su promesa a Adriano y adoptará a Lucio Vero y Marco Aurelio, quienes se
convertirán en sus sucesores.
Su muerte vendrá tras un largo reinado en el año 161 d.C. y le sucederán sin problemas
los dos jóvenes quienes no tendrán obstáculos para gobernar conjuntamente. De esta
forma se estaba demostrado que las elecciones de los futuros emperadores eran
correctas.
Marco Aurelio (161 – 180 d.C.)
En realidad los primeros años de reinado de Marco Aurelio fueron un cogobierno con
Lucio Vero con quien compartió el poder desde el 161 hasta el 169 d.C. Era la primera
vez que realmente existían dos emperadores al mismo tiempo y compartiendo
responsabilidades sin existir disputas entre ellos. ¿Cómo pudo ser esto? Parece ser que
el propio Marco Aurelio fue el que estableció que solo sería emperador si Lucio Vero
también lo era, pues este último era buen general y muy respetado por los soldados, algo
necesario para mantener el orden. De esta forma, Maro Aurelio se ganó el respeto de
Lucio Vero quien desde ese entonces nunca tuvo rencillas con su colega en el poder.
Los historiadores modernos creen que estos primeros años de Marco Aurelio y Lucio
Vero fueron muy semejantes a los de los tiempos de la República, pero salvando las
distancias pues no dejaban de ser las figuras absolutas de Roma. Por todo esto, mientras
Lucio Vero vivió nunca hubo problemas en el imperio, pero a su muerte en el 169 d.C.
fue cuando comenzaron a llegar los conflictos.
Marco Aurelio es considerado como el emperador filósofo y uno de los más sabios, lo
cual se observa en sus obras escritas, y siempre es visto como un hombre de paz que
tuvo que gobernar una época llena de guerra. Como ya se dijo, durante el gobierno de su
predecesor la política exterior se había relajado para mejorar la de la propia Italia. Esto
se tradujo que en Marco Aurelio tuvo que hacer frente en la frontera del Danubio a la
invasión de un pueblo germano conocido como los marcomanos. Este conflicto se
conoció como las guerras marcomanas (165 – 189 d.C.) y aunque en un primer
momento Marco Aurelio y Lucio Vero pudieron detener el avance de este pueblo, tras la
muerte de este último la guerra se intensificó y Marco Aurelio tuvo que acudir en
persona a la frontera para rechazar a los marcomanos. Tras un duro conflicto, Marco
Aurelio derrotó a los germanos si bien este solo quedó en un alto el fuego pues muchos
germanos se retiraron para años más tarde reagruparse. Pero había corrido el rumor de
que Marco Aurelio había muerto, lo que acabó dando lugar a que un gobernador
llamado Avidio Casio se revelase en el Este, lo que obligó a Marco Aurelio a aplastarla
e intensificar el orden y control en las provincias orientales.
El otro gran conflicto de su gobierno fue el del enfrentamiento contra el imperio parto,
el cual a pesar de las muchas derrotas que ya había sufrido contra Roma se había
recuperado para volver a atacar las fronteras del imperio. Del conflicto se encargó Lucio
Vero mientras aún vivía y acabó con éxito la campaña para el bando romano, lo que se
tradujo en un gran triunfo en el que participó no solo Lucio Vero sino también Marco
Aurelio, lo que de nuevo reforzaba la idea de su gran amistad y respeto pues ningún otro
emperador había hecho eso a excepción de Vespasiano y Tito, lo cual se entiende por el
hecho de que fuesen padre e hijo. Pero, la otra consecuencia del conflicto fue la
introducción de una peste de origen oriental conocida como la peste Antonina la cual
asoló Roma durante muchísimos años y que se convirtió en una verdadera pandemia y
que fue la que precisamente mató a Lucio Vero.
La muerte del emperador llegará de improvisto mientras intentaba llevar a cabo una
expedición de castigo al territorio germano de Bohemia. Afectado por la viruela, Marco
Aurelio moría en el año 180 d.C. justo antes de conseguir su objetivo. De esta forma,
moría el último de los llamados 5 Buenos emperadores pues su sucesor, Cómodo,
resultó ser uno de los peores emperadores para el imperio.
Cómodo (180 – 192 d.C.)
Mientras que en el resto de emperadores existía cierto parentesco sus elecciones habían
sido más fruto de sus méritos que de su consanguineidad. Sin embargo, Marco Aurelio
cambió esto, pues eligió como sucesor a su hijo Cómodo, el cual era bien conocido por
su locura. ¿Por qué Marco Aurelio hizo esta elección? En realidad, si se analiza bien la
dinastía Antonina uno puede observar que ni Nerva, ni Trajano ni Adriano ni Antonino
Pio tuvieron hijos y que fueron las circunstancias las que les obligaron a elegir a un
buen sucesor. Sin embargo, con Marco Aurelio la cosa era diferente pues contaba con
un hijo. Por lo tanto, no es que Marco Aurelio fuese la excepción, sino que él
simplemente hizo lo que en circunstancias normales habría sido más normal.
Por este motivo Cómodo fue tempranamente asociado al trono, llegando a cogobernar
con su padre desde 177 a 180 d.C. lo cual no resulta extraño teniendo en cuenta que ya
Marco Aurelio había compartido antes el cargo con Lucio Vero. Sin embargo tras la
muerte de su padre Cómodo empezó a degenerar y sumió poco a poco el imperio en una
crisis de la cual tardaría muchísimo tiempo en recuperarse y nunca del todo.
¿Estaba loco Cómodo? Incluso las fuentes más hostiles a su figura no creen que
estuviese loco o fuese malvado, pero sí que lo acusaban de ser una persona débil de
carácter, muy influenciable y sobretodo deshonesta tanto consigo mismo como con los
demás. Por este motivo, era bien conocida su comparación con Heracles en un intento
de autoconvencerse de que era una persona poderosa o sus luchas de gladiadores donde
se enfrentaba en clara ventaja a estos, quienes eran drogados, heridos o mutilados para
el combate.
Lo primero que hizo Cómodo nada más acceder al poder de manera única fue abandonar
el intento de su padre de conquistar Bohemia lo cual si se hubiese completado habría
supuesto terminar con la amenaza de los marcomanos además de anexionar un nuevo
territorio que podría haber traído beneficios. El argumento que dio Cómodo fue que las
tropas estaban agotadas, lo cual pudiere ser verdad, pero desde luego la oportunidad
habría valido la extenuación.
En cuanto a la administración durante su mandato, Cómodo se desentendió de cualquier
asunto gubernamental y se dedicó a los placeres. Nombró cargos por favoritismo y
privó de mucho poder al Senado, institución a la que despreció enormemente. No es de
extrañar, precisamente, que muchas conspiraciones contra su persona (que no fueron
pocas) fuesen formadas por senadores. En cambio, si Cómodo era despreciado en el
Senado la cosa era totalmente diferente con el pueblo. Esto se debía a que el emperador
llevaba a cabo grandes juegos gratuitos para intentar contentar a la población. Sin
embargo la consecuencia de todo esto fue el descenso del erario estatal que a duras
penas podía con tanto derroche. Para empeorar las cosas con el Senado, Cómodo
instauró un impuesto con una gran carga económica sobre los senadores lo que no
ayudó a su popularidad en la institución.
El historiador inglés Edward Gibbon consideraba su gobierno como el principio de la
decadencia del imperio, y achacaba dicho comienzo a una figura muy concreta,
Cleandro. Este liberto había ascendido en la administración romana hasta convertirse
en la mano derecha del emperador y desde su posición de privilegio se había dedicado a
vender cargos y provincias al mejor postor. Como se observa, la política de ausencia y
favoritismo de Cómodo resultó ser uno de los pilares de la crisis. El punto culminante
de Cleandro fue el año 190 d.C. en el cual se había convertido en la figura absoluta de
Roma pues Cómodo se había retirado de la ciudad para buscar tranquilidad. El liberto
era la persona más influyente y rica en Roma, pero su popularidad terminó ese mismo
año cuando en la ciudad hubo una crisis alimenticia. Cleandro intentó superar la crisis
pero no lo consiguió provocando que la población pidiese su cabeza y aunque intentó
pedir auxilio a Cómodo, el emperador decidió contentar a la población y lo decapitó.
Su reinado es hoy en día considerado por los historiadores como un abandono de las
responsabilidades imperiales y la destrucción de gran parte de lo que habían hecho sus
antecesores. No es de extrañar que en el año 192 d.C. fuese estrangulado en su bañera
por orden de su chambelán y su mujer, pues era odiado por muchos, y su figura
declarada damnatio memoriae. Sin embargo, su muerte no trajo el orden que se
esperaba pues comenzaría una guerra civil que destruiría una dinastía e instauraría otra.
Año de los 5 emperadores (192 – 193 d.C.) y la guerra civil (193 – 196 d.C.)
Con la muerte de Cómodo tendrá lugar una situación como la que había tenido lugar
siglos atrás tras la muerte de Nerón en la que varios individuos serán emperadores en
menos de un año. Sin embargo, a diferencia de la anterior en este caso llegarán a haber
más de un emperador de manera consecutiva.
Una vez falleció Cómodo, Pértinax se convirtió en emperador. Este individuo era el
prefecto de la ciudad (lo que en la República era el pretor urbano) cuando Cómodo fue
asesinado y las fuentes aseguraban que pudo estar implicado en su asesinato. En
cualquier caso, su ascenso al poder se debió a que prometió una donación cuantiosa a
los pretorianos a cambio de que estos le diesen su apoyo. Los pretorianos aceptaron y el
Senado tuvo que aceptarlo como emperador. Sin embargo, la falta de apoyos hizo muy
difícil su gobierno y sumado a todo esto la guardia pretoriana no paraba de exigirle el
donativo que debía de darles, el cual solo acabó siendo la mitad de lo acordado.
Finalmente la guardia pretoriana harta decidió ejecutarlo y subastar el puesto de
emperador, el cual fue comprado por un senador llamado Didio Juliano.
Una vez Didio Juliano fue proclamado emperador por el Senado (presionado por los
pretorianos) intentó ganarse al pueblo con varias promesas a largo plazo. Sin embargo,
la muerte de Pértinax abrió un proceso de conflicto en el que varios generales se
disputarían el puesto de poder, pues estos no aceptaron a Didio Juliano como
emperador. Estos generales fueron tres: Pescenio Niger, Septimio Severo y Clodio
Albino; y los dos últimos se aliaron para derrocar del puesto a Didio Juliano quien
aunque fortificó Roma no llegó a combatirles pues Septimio Severo envió un mensaje a
los pretorianos diciéndoles que si abandonaban a Didio Juliano serían perdonados,
oferta que aceptaron. Sin casi tropas y con la guardia pretoriana para protegerle, Didio
Juliano se rindió y pidió la paz a Septimio Severo quien la rechazó y lo mandó ejecutar.
De esta forma, Septimio Severo se convertía en dueño de Roma en el 193 d.C. y al estar
aliado con Clodio Albino le ofreció varios títulos como compensación por su ayuda.
Pero las disputas no terminaron pues Clodio Albino deseaba convertirse en emperador,
título que ahora estaba en manos de Septimio Severo quien había sido proclamado por
el Senado. Del mismo modo, el otro general, Pescenio Niger, también quiso hacerse con
el poder lo que desembocó en una lucha de tres bandos en el que los tres generales eran
emperadores: uno por nombramiento del Senado y los otros dos por autonombramiento.
De esta forma, en menos de un año (192 – 193 d.C.) hubo 5 emperadores en el poder,
tres en el mismo tiempo.
Así, los tres generales comenzaron una guerra civil (193 – 196 d.C.) en la que
finalmente Septimio Severo se impuso primero derrotando a Pescenio Niger en el 194
d.C. y luego a Clodio Albino en el 196 d.C., finalizando así el conflicto. De esta forma,
Septimio Severo se convertía en el único emperador e instauraba una nueva dinastía: la
Severa.
Dinastía Severa (193 – 235 d.C.)
Con Septimio Severo comenzará una dinastía formada por los siguientes emperadores:
Septimio Severo, Caracalla (gobernando brevemente con su hermano Geta),
Heliogábalo y Alejandro Severo. Muchos serán de origen norafricano, lo que
demuestra que a estas alturas del imperio ya no importaba tanto el que un emperador
fuese de origen itálico. La dinastía finalizará con la muerte de Alejandro Severo por sus
tropas cuando se preparaba para atacar a los germanos. Y con su muerte tendrá lugar la
mayor crisis a la que se enfrentó el imperio romano hasta las invasiones bárbaras.
Septimio Severo (193 – 211 d.C.)
Septimio Severo llegó al poder en el 193 d.C. cuando fue nombrado emperador pero su
gobierno formal comenzó en el 196 d.C. después de haber derrotado a Pescenio Niger y
a Clodio Albino. De origen norafricano por parte de padre, su gobierno estuvo marcado
por lo militar y por la cesión de muchos derechos a los ciudadanos de las provincias.
Entre una de las más importantes medidas que hizo fue destituir a todos los pretorianos
y sustituirlos por soldados leales a su figura.
Su programa militar estuvo dedicado a mejorar el ejército, el cual desde hacía décadas
no había evolucionado y estaba estancado en un modelo que no era el adecuado para un
imperio tan grande. Entre las medida adoptadas, se encargó de aumentar la paga salarial
de los militares, de establecer un servicio militar más equilibrado y de aumentar el
ejército un 10% más. Sumado a esto, se centró en reclutar tropas de las provincias lo
que supuso que en Italia muchos jóvenes no tuviesen trabajo y acabasen convirtiéndose
en gladiadores y bandidos.
En cuanto a su programa administrativo, el emperador se rodeó de toda una corte
formada principalmente de italianos y norafricanos y en ellos destacaron importantes
filósofos, juristas o escritores. También, durante su gobierno se creó una nueva
provincia, la de Mesopotamia, tras una guerra exitosa contra el imperio parto, pero a
pesar de los esfuerzos del emperador por integrarla con éxito en el imperio la población
iraní siempre se consideró como sometida y su territorio usurpado.
Al igual que muchos emperadores anteriores a él, llevó a cabo toda una serie de
construcciones y reconstrucciones para obtener popularidad. La construcción más
famosa de su época fue el Septizodio la cual en realidad se trataba de una ampliación
del palacio imperial pero que casi actuaba como una construcción independiente y que
estaba dedicada a los 7 astros romanos (Jupiter, Plutón, Saturno, Urano, Marte,
Mercurio y Neptuno).
Su muerte llegaría en el año 211 d.C. en la ciudad de York, Britania, durante una
campaña contra los caledonios. Afectado profundamente por la gota, antes de morir
pronunció la famosa frase “Mantened la paz, enriquecer a los soldados y burlaos del
resto”. Tras su muerte, sus dos hijos, Caracalla y Geta, accedieron al trono, continuando
con la dinastía.
Caracalla (211 – 217 d.C.)
Aunque en teoría el gobierno de Caracalla debía de ser compartido con Geta tras la
muerte de su padre, en la práctica no fue así pues ese mismo año Geta fue asesinado por
Caracalla, muriendo en los brazos de su madre.
La personalidad de Caracalla ya para sus coetáneos era un verdadero secreto pues de
pequeño era una persona amable y querida pero una vez murió su padre adoptó los
rasgos propios de un tirano: cruel, despótico, orgulloso y desconfiado. Su relación con
su hermano nunca fue buena, en parte porque ambos competían por agradar a su padre
pero también porque Caracalla siempre quiso gobernar solo y nunca perdonó el que su
hermano accediera al cargo junto a él. Sin embargo, los motivos de la muerte de Geta no
están tan claros. La mayoría de fuentes creen que Caracalla lo hizo motivado por los
celos, pero también es probable que Geta estuviese planeando una insurrección para
quedarse el solo con el poder. En cualquier caso, el gobierno conjunto de los dos
hermanos no duró más de un año.
Una vez falleció su hermano, Caracalla abandonó Roma para embarcarse en una serie
de guerras de las cuales nunca regresaría con vida. Los motivos más evidentes
apuntaban a que el emperador no deseaba quedarse en Roma para no tener que recordar
el asesinato de su hermano y los reproches de su madre. Estas campañas sobretodo se
centraron en Germania donde el emperador consiguió varias victorias, si bien algunas
fuentes achacaban dichas a los sobornos del emperador a las tribus germanas. Después
Caracalla se dirigió a Grecia y luego a Egipto donde visitó Alejandría, la cual fue
saqueada por sus tropas cuando en ella se representó una sátira del asesinato de Geta,
cosa que no agradó al emperador.
Sin embargo, a pesar de todo esto, la verdadera aportación de Caracalla al imperio fue la
creación de la llamada Constitutio Antoniniana o Edicto de Caracalla en el 212 d.C.
en la cual se establecía que todos los habitantes del imperio se convertirían en
ciudadanos romanos. En realidad esto era un arma de doble filo pues en esta época la
ciudadanía romana ya no estaba tan bien valorada como en la República o en los
primeros siglos del imperio pues ahora el ciudadano romano debía de llevar a cabo una
serie de obligaciones de carácter económico, militar y religioso, por lo que para muchos
individuos esto se traducía en un empeoramiento de su situación. Sin embargo, a pesar
de esto el edicto suponía un paso importante pues igualaba en términos jurídicos a toda
la población, algo que en las sociedades de hoy en día es algo imposible de creer que no
pueda existir. También, la otra gran aportación de su reinado será la creación de las
termas de Caracalla las cuales se convertirán en las más grandes de su tipo.
Su muerte vendrá en el año 217 d.C. cuando lleve a cabo una campaña contra el imperio
parto. Sin embargo, al poco del inicio de ésta, su prefecto del pretorio, Macrino, se
encargó de conspirar contra él y mandó a un asesino para matarle, cosa que hizo con
éxito. Tras su muerte, Macrino se convertiría en emperador por un breve periodo de
tiempo (217 – 218 d.C.) sobornando al Senado y sustentándose en el poder por sus
tropas. Sin embargo, pronto apareció un joven pariente lejano de Caracalla (sobrino
segundo, para ser exacto) que decía ser hijo ilegítimo de este y cuyo nombre era
Heliogábalo que obtuvo muchos apoyos e inició una guerra para hacerse con el poder.
Finalmente, Heliogábalo derrotó a Macrino y se convirtió en emperador en el año 218
d.C. tras ser formalmente nombrado por el Senado. De esta forma, a pesar de este
paréntesis la dinastía Severa continuaba.
Heliogábalo (218 – 222 d.C.)
Heliogábalo es para muchos de los historiadores si no el peor emperador romano si uno
de los peores, pues su gobierno supuso una verdadera crisis imperial. Sumado a ello, su
carácter despreocupado, psicótico e inmoral provocó situaciones muy controvertidas en
la corte que no agradaron ni al pueblo ni al Senado. Un individuo así, ¿Cómo pudo
llegar a ser emperador? La respuesta se haya en que no fue él sino su abuela Julia Mesa
quien se encargó de buscar apoyos para su causa e ir diciendo que era hijo ilegitimo de
Caracalla. En un contexto en el que la figura de Macrino no era muy querida,
Heliogábalo surgió como una alternativa, si bien luego todos aquellos que le apoyaron
lo fueron abandonando.
Analizando la psicología del emperador, es muy probable que sufriese de algún tipo de
trastorno mental, pues actuaba siguiendo patrones típicos en enfermedades como la
esquizofrenia o la bipolaridad. Pero a pesar de todo esto, es muy probable que muchas
de las anécdotas y malas situaciones hayan sido una exageración posterior si bien es
cierto que incluso la fuente más fiable, la obra de Casio Dion, habla mal de su reinado.
Nada más llegó al poder empezó a comportarse de manera estrambótica y a introducir
elementos propios de las cortes orientales, además de sustituir las divinidades romanas
por otras de Oriente. Aunque en Roma era habitual el introducir deidades nuevas, lo que
hizo Heliogábalo fue ir un paso más adelante y sustituir todas las estatuas de los dioses
anteriores por las de estos nuevos, cosa que no agradó al pueblo romano. Unido a todo
esto, empezó a dar puestos de poder a muchos amantes suyos, destacando Hierocles.
Por este motivo, en menos de un año hubo varias rebeliones, si bien fueron aplastadas
rápidamente.
Sin embargo todo esto no acabó aquí pues su reinado estuvo lleno de escándalos
sexuales, y aunque muchos fuesen mera especulación otros si fueron ciertos y de gran
envergadura, como por ejemplo el que se casase con una virgen vestal, algo considerado
sacrílego. Para mayor horror de los romanos, Heliogábalo se pintaba y vestía como
mujer, e incluso se decía (no existen fuentes que lo afirmen) que practicaba la
prostitución bisexual y que se comportaba como una felatrix (prostituta que practicaba
felaciones).
Para el año 221 d.C. la guardia pretoriana no soportaba los escándalos de Heliogábalo y
comenzaron a haber ideas de asesinarlo. Julia Mesa se dio cuenta de esto y decidió que
era necesario asegurar en el trono a otro individuo de la familia en caso de que
Heliogábalo muriese. Entonces se fijó en su otro nieto Alejandro Severo, primo carnal
del emperador, y convenció a Heliogábalo de que lo adoptase y lo asociara al trono. El
emperador aceptó pero al ver que Alejandro Severo iba ganando popularidad decidió
dejarle de lado y quitarle los títulos y privilegios que le había dado. Sin embargo la
popularidad de Alejandro Severo iba aumentando al tiempo que la suya iba
descendiendo, por lo que Heliogábalo dijo que Alejandro Severo había muerto para ver
como reaccionaban todos. No se sabe muy quien que esperaba el emperador con esto,
pero la reacción fue violenta pues los pretorianos exigieron al emperador que se
presentase junto a su primo, cosa que hizo. Cuando los pretorianos se dieron cuenta de
que Alejandro Severo seguía vivo lo aclamaron y Heliogábalo furioso exigió su
ejecución, pero los pretorianos en vez de eso lo asesinaron a él y a su madre, quien
también estaba presente, y les cortaron sus cabezas.
De esta forma, en el año 222 a.C., con un corto periodo de gobierno, Heliogábalo era
asesinado y su primo era nombrado emperador. En poco tiempo todos sus favoritos y
amantes como Hierocles fueron ejecutados y muchos de sus edictos revocados. Aunque
en general muchos de estos edictos fueron fruto de la locura, únicamente hubo uno que
se podría considerar más justo y fue el de permitir a las mujeres acudir a las sesiones del
Senado. Sin embargo, este tampoco fue respetado y fue prohibido de nuevo.
Alejandro Severo (222 – 235 d.C.)
A pesar de ser emperador, cuando Alejandro Severo accedió al poder contaba con solo
13 de años, por lo que todavía era muy joven, y esto se tradujo en que fueron su madre,
Julia Mamea, y su abuela, Julia Mesa, las que controlaron el imperio. El gobierno de
estas fue beneficioso pues, ayudadas por un círculo administrativo eficaz, se dedicaron a
sanear las finanzas y restablecer una buena administración. Pero para poder sanear las
finanzas tuvieron que recortar en el ejército, algo que hizo que se ganasen las antipatías
de los militares.
Alejandro Severo era una persona tranquila y amable pero también muy influenciable.
Esto se observa en que cuando se casó, al poco tiempo su esposa fue desterrada por
influencia de madre quien motivada por los celos y el no querer compartir el poder le
convenció de que la expulsase.
También durante su mandato tuvieron lugar las campañas contra el imperio sasánida.
Este imperio sustituyó en el 226 d.C. al parto y en el año 230 d.C. amenazó las
provincias orientales del imperio, por lo que Alejandro Severo tuvo que dirigirse hacia
allí con un ejército. A pesar de las numerosas batallas, ningún bando salía vencedor por
lo que ante tal desgaste el rey sasánida decidió retirarse y pedir la paz. Sin embargo, el
emperador vio esto como una gran victoria y regreso a Roma para celebrar un gran
triunfo. Pero al poco tiempo volvió a estallar un problema fronterizo, esta vez en
Germania. Para ganar tiempo, pues Alejandro tenía que reunir las tropas y eso llevaría
un tiempo del que no disponía, mandó regalos a los germanos para contentarlos y que
no atacasen. Sin embargo, las tropas romanas vieron esto como una ofensa y sumado a
que estaban descontentos por los recortes que habían sufrido decidieron matar al
emperador.
De esta forma, en el año 235 d.C. Alejandro Severo moría y con él la última de las
grandes dinastías. A partir de este momento Roma comenzará un periodo de guerras
civiles y de crisis que harán tambalearse al imperio. Muchos generales llegarán al poder,
siendo el primero, tras la muerte de Alejandro Severo, Maximino el Tracio, si bien
luego de él vendrían muchos más.
Crisis del siglo III (235 – 284 d.C.): la anarquía militar, los emperadores ilirios y
los imperios paralelos
Con la muerte de Alejandro Severo va a haber una crisis del imperio, conocida como la
Crisis del siglo III, en la que muchos generales van a acceder al poder y a proclamarse
emperadores, provocando así una anarquía militar.
Dentro de la crisis del siglo III a menudos los historiadores prefieren especificar con un
nombre diferentes al años intermedios y finales de ésta, pues en ellos hubieron muchos
emperadores de origen ilirio (Iliria era provincia al norte de Italia cruzando el mar
Adriático) por lo que a menudo a esta parte de la crisis se le conoce como el reinado de
los emperadores ilirios (268 – 285 d.C.).
Además, dentro de esta crisis del siglo III al haber tantos intentos de hacerse con el
poder por parte de los generales, se llegó a fracturar el imperio romano, llegándose a
formar imperios paralelos, como el Imperio galo (260 – 274 d.C.) fundado por el
general Póstumo o el Imperio de Palmira (260 – 272 d.C.) fundado por el general
Septimio Odenato. Ambos imperios paralelos finalmente serían destruidos y sus
territorios de nuevo incorporados al imperio romano. Sin embargo, continuó habiendo
guerras y conflictos civiles por lo que fue un siglo de constantes cambios de emperador.
Entre algunos de los emperadores más conocidos de este periodo destacarán Filipo el
Árabe o Numeriano. Finalmente, la crisis terminará con la llegada al poder de
Diocleciano en el 284 d.C., quien creará el sistema de Tetrarquía para intentar
solucionar la crisis que asolaba el imperio.
Tetrarquía (284 – 306 d.C.)
Esta forma de gobierno instaurada por Diocleciano consistía en la creación de cuatro
figuras de poder conocidas como Tetrarcas: dos emperadores llamados Augustos que
sería el poder supremo y dos herederos llamados Césares que se encargarían de asistir a
los dos anteriores y sustituirlos llegado el momento. Entre los cuatro, se repartirían el
poder político del imperio romano para así poder controlarse de mejor manera. Así, se
crearon dos focos, Roma y Bizancio desde los cuales era más sencillo controlar todo el
entramado político. En estos momentos aún no existe una separación oficial entre
imperios, pues eso llegará más adelante con Teodosio, pero sí que se empieza a observar
cierta independencia.
Sin embargo, este sistema funcionará durante dos generaciones pero finalmente
desembocará en una guerra por intentar hacerse con el control absoluto de Roma en la
que se enfrentarán en última instancia dos candidatos a emperador: Constantino el
Grande y Majencio. Estos dos finalmente lucharan en la Batalla de Puente Milvio
(312 a.C.) donde ganará Constantino, convirtiéndose así en el único emperador
existente y eliminando la Tetrarquía.
Casa de Constantino (306 - 363 d.C.)
Se decía que Constantino antes de su lucha contra Majencio tuvo un sueño en donde se
le decía que si ponía la cruz en su escudo ganaría la batalla. La realidad probablemente
sería que Constantino tuvo que ceder ante el cristianismo porque tenía demasiada fuerza
en Oriente y si se rebelaban podían hacerle perder la guerra pues tendría que luchar a
dos bandas, además de que los cristianos podrían unirse a Majencio. En cualquier caso,
va a permitir el culto del cristianismo en Roma a partir del Concilio de Nicea (325 d.C.)
por lo que a partir de aquí el cristianismo será permitido como un culto más en el
imperio, si bien no será muy permisivo con los otros cultos paganos, lo que provocará
que existan constante conflictos y luchas religiosas constantes. Incluso, dentro del
propio cristianismo comenzarán a surgir diferentes movimientos como por ejemplo el
arrianismo, el cual tendrá mucho peso en los siguientes siglos.
Cabe señalar que a menudo los historiadores consideran que la Tetrarquía y la casa de
Constantino forman parte de un periodo más grande conocido como la dinastía
Constantiniana. Esto se debe a que durante la Tetrarquía y posteriormente en la Casa
de Constantino la familia constantiniana tuvo a varios de sus miembros en el poder por
lo que a efectos prácticos estos dos periodos son la continuación en el poder de esta
familia. Sin embargo, para evitar confusión, es preferible dividir esto así para no
complicar demasiado. Dicho esto, la casa de Constantino destacará primero por
convertir permitir el cristianismo en el imperio y segundo por su enfrentamiento con los
reinos de oriente, especialmente con el imperio sasánida.
La dinastía finalizará con la muerte de Juliano el Apostata, el único emperador de la
familia en contra de la religión cristiana y su auge cada vez mayor en el imperio y que
intentó reforzar el paganismo, quien fue alcanzado por una jabalina en medio de una
escaramuza contra los sasánidas (algunas fuentes creen que en realidad la jabalina
procedía de sus propias filas) lo que provocó a las pocas horas su muerte. Con ello
comenzaba de nuevo un problema de sucesión en el que gobernarían por poco tiempo
varios emperadores que se harían con el control de una parte del imperio, provocando
así una división del poder. Finalmente terminaría esta crisis de sucesión con la
instauración de una nueva dinastía: la Teodosiana
Dinastía Teodosiana (378 – 395 d.C.)
En realidad aunque se habla de dinastía únicamente va a haber un solo emperador en
esta, Teodosio, quien con el edicto de Tesalónica (380 d.C.) va a declarar el
cristianismo religión oficial del imperio y única practicable, lo que provocará conflictos
con las religiones paganos, hasta el punto de crearse rebeliones, las cuales serán
sometidas con muchos problemas. Junto a esto, el otro hecho importante será dividir el
imperio en Occidente y Oriente para sus hijos Honorio y Arcadio tras su muerte. De
origen hispano, Teodosio pasará a la historia por haber dividido el imperio. Sin
embargo, su decisión no fue producto del momento sino que lo hizo atendiendo a una
cuestión práctica. Antes de su entronización, Teodosio había observado como el imperio
se fragmentaba y se dividía en varios candidatos a emperador. Esta situación era
insostenible pues él mismo sabía que tras su muerte o la de sus hijos ocurriría de nuevo
la división y volvería a haber caos. Así, su solución más práctica era la de dividir el
imperio oficialmente en dos partes, formándose así el Imperio romano de Occidente
que sería dirigido por su hijo Honorio, y el Imperio romano de Oriente que lo sería
por su hijo Arcadio. Así, tras su muerte desaparecerá su dinastía y sus hijos gobernaran
de forma independiente cada imperio por lo que sería más fácil el control. De esta
forma, Teodosio había llevado al extremo la fórmula que Diocleciano había instaurado
con la Tetrarquía.
Imperio de Occidente (395 – 476 d.C.)
Conforme fueron pasando los años, el imperio cada vez era menos romano y más
germano. Esto se debía a que en los últimos tiempos habían tenido lugar las conocidas
migraciones bárbaras. La razón de estas migraciones era que los hunos, un pueblo de
origen oriental, había desplazado a los diferentes pueblos germanos (godos, ostrogodos,
francos, sajones, alanos, vándalos o suevos entre los más destacados) quienes habían
traspasado los limes (fronteras) de los imperios romanos de occidente y oriente.
Inicialmente los pueblos germanos tuvieron contacto con el imperio de oriente, pero
posteriormente se fueron desplazando hacia occidente, generando en las conocidas
invasiones germanas. Así, los francos se fueron asentando en las Galias; los sajones en
Britania; los suevos, vándalos, alanos y visigodos en Hispania y los ostrogodos en Italia.
Esto no fue un proceso rápido y mucho menos homogéneo. De hecho, los propios
romanos en un principio intentaron evitar esto pero al ver que era imposible
militarmente decidieron llevar a cabo los llamados foedum, es decir, pactos con los
pueblos germanos. En algunos casos los romanos se aliaron con varios pueblos
germanos para luchar contra otros pueblos. Incluso, cuando los hunos empezaron a
llegar al imperio romano de occidente, los romanos fueron socorridos por pueblos
germanos. El mejor ejemplo de ello se encuentra en la Batalla de los Campos
Cataláunicos (451 d.C.) en donde el general romano Aecio, siendo ayudado por
visigodos y francos, se enfrentó a los hunos dirigidos por Atila, en donde consiguió
derrotarlos.
Sin embargo, tras la muerte de Aecio (454 d.C.) por orden del emperador Valentiniano
III y la muerte de este al año siguiente a manos de hombres de Aecio en venganza por la
muerte de su general, el imperio comenzó a entrar en un declive cada vez mayor, en
parte por no existir un emperador lo suficientemente fuerte para dirigir el imperio y
también por los generales germanos, quienes cada vez tendrían mayor poder en el
imperio y utilizarían a los emperadores de turno como títeres. Finalmente, este declive
acabaría con la destitución del último emperador romano, un niño llamado Rómulo
Augustulo, a manos por el general germano Odoacro en el 476 d.C. Con ello termina
el imperio romano como se entiende, y da comienzo a la Edad Media. Únicamente se
mantendría el imperio romano de oriente que durará hasta época moderna cuando
finalmente sea tomado en el año 1453 d.C. por los turcos. Sin embargo, en esos siglos el
imperio irá abandonando también sus tradiciones romanas por unas griegas, hasta el
punto que incluso su nombre se sustituiría por uno con mayor peso griego, el de
Imperio Bizantino.
Vida de Flaminino de Plutarco
Primeros años
Tito Quincio Flaminino (228 - 174 a.C.) nació en Roma un poco antes de comenzar la
Segunda Guerra Púnica por lo que su carrera política y militar estaría condicionada por
ésta y lo derivado de ella. En el 208, ya en mitad de la guerra, fue tribuno militar al
servicio del cónsul Marco Claudio Marcelo hasta que éste murió en una escaramuza
de caballerías. Posteriormente, según Plutarco en el 205 a.C. fue elegido prefecto de
Tarento, la cual había sido retomada de los cartagineses hacía poco. Dado que el cargo
de prefecto era por normal general excepcional no debe resultar que, según Plutarco, se
le otorgase un imperium, pero también debieron de influir las circunstancias militares
de la época derivadas de la guerra que en ese momento estaba teniendo lugar en Italia
como consecuencia de la agresiva campaña de Aníbal. A esto habría que sumar otro
hecho excepcional, y es que se mantuvo en el cargo hasta el año 201 a.C. De nuevo, la
explicación más lógica es la situación de guerra y el que Tarento era la ciudad más
importante de la bota de Italia y se debía de evitar su pérdida a toda costa.
En el año 201 a.C., ya terminada la Segunda Guerra Púnica, será decenviro, es decir
uno de los doce miembros de una comisión, para organizar el reparto de tierras a los
veteranos de Escipión el Africano y que al final no acabó agradando a estos. Tras esto,
será elegido en el 200 a.C. triunviro, es decir uno de los tres miembros de una
comisión, para reforzar y reorganizar la colonia de Venusia, a la que envió un gran
contingente de nueva población para repoblarla. En el 199 a.C. será elegido cuestor y se
encargará de las finanzas de Roma.
En el año 198 a.C. finalmente será elegido cónsul, saltándose así varias magistraturas
de por medio como eran la del edil, el tribuno de la plebe y el cuestor. Aunque no era
algo totalmente extraño solía ser habitual, y más en periodos de relativa paz, pero
seguramente el haber sido prefecto de Tarento le brindó muchos apoyos y fue elegido
cónsul a consecuencia de esto. Sin embargo, la elección para el cargo la tuvo muy difícil
ya que, aunque contaba con muchos apoyos, habían dos tribunos de la plebe que no
paraban de decir que debía pasar primero por los otros cargos políticos antes de acceder
al consulado. Finalmente, la solución se resolvió cuando el Senado actuó de
intermediario y le preguntó al pueblo que opinaba sobre si Flaminino debía de ser
cónsul o no, a lo que el pueblo respondió que no le parecía mal y por tanto los dos
tribunos recularon y no volvieron a objetar.
Segunda Guerra Macedónica
Siendo ya cónsul, él y su colega sortearon que provincias les tocarían y a Flaminino le
tocó Macedonia, que en ese momento estaba en conflicto con Roma y cuyo
enfrentamiento se conoció como Segunda Guerra Macedónica (200 - 197 a.C.). Esta
guerra había comenzado inicialmente cuando durante la Segunda Guerra Púnica el rey
de Macedonia, Filipo V, había firmado una alianza con Cartago, hecho que lo convirtió
en enemigo de Roma. No llegaron a haber grandes batallas sino más bien pequeñas
escaramuzas por lo que la guerra se resolvió de manera bastante pacífica. Sin embargo,
a los pocos años Filipo empezó a querer conquistar Grecia por lo que algunas polis
pidieron ayuda a Roma que en ese momento ya había derrotado a Cartago y tenía vía
libre de enviar tropas. Roma aprovechó el conflicto griego para tomar represalias contra
Macedonia y comenzó así una nueva guerra. En ese contexto, los dos primeros años de
guerra fueron bastante suaves ya que no hubieron grandes batallas y los cónsules
encargados no dieron muestras de querer combatir. Sin embargo, con la llegada de
Flaminino la situación cambiaría.
Antes de comenzar la guerra, Flaminino pidió al Senado que le dieran un pequeño
refuerzo de tropas. Este acepto y le envió 3000 infantes y 300 jinetes, todos ellos
veteranos de la Segunda Guerra Púnica, además de una flota. Con este contingente se
dirigió a Brindisium (actual Bríndisi) y cruzó el mar Adriático para desembarcar en
Epiro, en la costa occidental de Grecia. Una vez allí, se dirigió al campamento romano
para sustituir al cónsul al mando y tomar cargo de las tropas estacionadas en Grecia.
Tras hacer todo esto, cambió la hasta entonces política militar en la campaña y se
mostró mucho más agresivo que sus antecesores al dirigirse a la frontera de Epiro con
Macedonia y plantar cara al ejercito de Filipo V, a pesar de que este se encontraba en un
desfiladero que le otorgaba una buena posición defensiva. Aunque en principio el
enfrentamiento estuvo reñido, finalmente Flaminino, con ayuda de unos guías locales,
pudo enviar un pequeño contingente de tropas a la retaguardia del ejercito macedónico y
tras lanzar una ofensiva total hizo que Filipo V y sus tropas se retirasen. Lo que podría
haber sido una derrota total para Filipo V solo se convirtió en un revés debido a que el
desfiladero frenó a las tropas de Flaminino y que permitió a las tropas macedónicas huir
a Tesalia. Sin embargo, Filipo V perdió 2000 hombre y su campamento además de que
Epiro, que hasta ese momento había estado sometido a Macedonia, se sometió a
Flaminino, pues este fue visto como un libertador y no como un conquistador, hecho
que se favoreció por la actitud reconciliadora y amable del propio general.
A continuación Flaminino y su ejército se dirigieron a Tesalia, que estaba también
aliada con Filipo V, y asediaron la ciudad de Faloria que acabó cayendo al poco
tiempo. Flaminino destruyó la ciudad como mensaje de que todas aquellas ciudades
griegas que se aliaran con Filipo V serían tratadas del mismo modo, pero su mensaje
tuvo el efecto contrario al deseado pues muchas ciudades griegas doblaron su
guarnición. Flaminino, ante esta resistencia, entró en la Fócida, hecho que le permitió
comunicarse con su flota, que estaba dirigida por su hermano Lucio, pero Elatea, que
estaba fuertemente fortificada, ofreció una valiente resistencia, y durante un tiempo
detuvo el avance del cónsul. Mientras tanto, su hermano Lucio, a petición suya, se las
ingenió para firmar con la Liga Aquea. Esta liga estaba formada por una congregación
de polis griegas de la región de Acaya (si bien en esta época el territorio de la Liga era
mucho mayor) y se mostró favorable a aliarse con Roma porque uno de los estrategas de
la liga, el strategos Aristeno, era favorable a los romanos y tenía un fuerte apoyo
dentro de la propia liga. Así, en el año 198 a.C. la liga firmó un tratado de paz con
Roma y solo tres ciudades que formaban parte de ésta: Megalópolis, Dyme y Argos;
siguieron siendo favorable a Filipo V.
Tras esto y con la llegada del invierno Flaminino decidió acampar en las regiones
griegas de Fócida y Lócrida y fue en este periodo de descanso donde tuvo lugar la
rebelión de la ciudad de Opunte, la cual estaba dividida entre partidarios prorromanos y
promacedonios. La rebelión terminó con la llegada de Flaminino y sus tropas, y
únicamente quedó la ciudadela sin tomar, pues estaba guarecida por promacedonios y
algunas pocas tropas macedonias que había llegado un poco antes que el general. En ese
momento, Flaminino decidió no continuar asediando pues Filipo V envió un mensaje
diciendo que estaba dispuesto a firmar la paz. Flaminino en ese momento se planteó lo
siguiente: si su mandato terminaba ese mismo año decidiría aceptar la paz de Filipo V
pero si conseguía que su mandato fuera prolongado un año más decidiría ser más
agresivo con las negociaciones e incluso plantearse invadir Macedonia.
Finalmente Flaminino consiguió que su mandato se prolongara por tiempo indefinido
por lo que decidió ser agresivo con las negociaciones. El congreso para estas se celebró
en Nicea, y en él Flaminino y sus aliados estipularon una larga lista de demandas pero
la principal era que Filipo debía retirar sus guarniciones de todos los pueblos de Grecia.
También se estipuló que habría una tregua de dos meses por ser invierno y que para
ratificar las condiciones se enviarían embajadas tanto a Roma como a Macedonia.
Cuando la embajada macedonia llegó a Roma, el Senado estaba a favor completamente
de la propuesta de Flaminino y les exigieron a los embajadores saber la respuesta de
Filipo V. Sin embargo, Filipo V no había previsto que en el Senado hubiese tal
unanimidad y había pensado que quizás, explotando la división de opiniones, llegase a
un acuerdo más beneficioso y que le permitiese conservar algunos territorios en Grecia.
Por ese motivo, los embajadores al oír la demanda del Senado de que Filipo V debía
abandonar Grecia completamente no supieron que hacer. El Senado romano les dijo que
volvieran a Macedonia y hablaran con su rey y que en el futuro si deseaban negociar lo
hicieran a través de Flaminino, cuyas decisiones serían respaldadas y respetadas. En ese
momento, Filipo V decidió que las negociaciones serían en vano y prefirió continuar la
guerra.
En todo ese tiempo, Esparta había conquistado Argos, una de las tres ciudades de la
Liga Aquea que todavía era aliada de Filipo V (en otras fuentes sin embargo no es que
fuera conquistada sino cedida por Filipo V a los espartanos), y Flaminino decidió llegar
a un acuerdo de paz con la ciudad espartana. El acuerdo al que llegaron fue que Esparta
no atacaría los aliados de Roma a cambio de quedarse con la ciudad de Argos y
proporcionar tropas auxiliares a los romanos. Tras esto, Flaminino marcho a Corinto,
ciudad aliada de Filipo V, e intentó llegar a un acuerdo pero no sirvió de mucho y
decidió tomarla. A continuación, invadió el territorio de Beocia, también aliado de
Filipo V y tras tomarlo prácticamente dejó sin aliados a Filipo V en Grecia.
Únicamente, el territorio de Acarnia siguió siendo fiel a Filipo V, pues el resto o eran
aliados de Roma o eran neutrales.
Finalmente, en el año 197 a.C., tras una escaramuza entre la caballería de ambos
bandos, los ejércitos se vieron las caras en la batalla de Cinoscéfalas. En ella los
romanos y sus aliados griegos dirigidos por el propio Flaminino se enfrentaron a un
ejército igual de numeroso de macedonios dirigidos por Filipo V. La batalla
inicialmente comenzó igualada pero poco a poco las legiones romanas fueron
retrocediendo frente a la falange macedonia. Sin embargo, Flaminino envió a los
elefantes de guerra que le habían proporcionado sus aliados y consiguió partir en dos la
falange, hecho que aprovecharon las tropas romanas para contraatacar y empezar a
romper poco a poco la formación de la falange, hasta que finalmente esta se desintegró
y las tropas comenzaron a huir. Así, la batalla terminó a favor de los romanos, muriendo
8000 macedonios, cifra mayor que las bajas romanas, que no llegaban a 700.
Tras la batalla Flaminino se dedicó a pacificar los territorios que había conquistado,
especialmente Beocia donde hubieron muchas revueltas en donde murieron muchos
soldados romanos. Una vez éstas cesaron Flaminino quería que los lideres de dicha
revuelta fueran ajusticiados pero el resto de aliados griegos, especialmente los de la
Liga Aquea, actuaron como mediadores y le pidieron que mostrara piedad y los
indultara, hecho que Flaminino finalmente hizo.
Finalmente, en el año 196 a.C., Filipo V, tras haber perdido tantas tropas y sin casi ni un
solo apoyo griego, decidió acceder a unas negociaciones de paz. Estas se celebraron en
los Juegos Ístmicos y en ellos Flaminino proclamo que Grecia había sido liberada y
que iba a restablecer el orden y el equilibrio en el mundo griego y todas las promesas
que había prometido a sus aliados las cumplió. En Roma esto se aceptó y todas las
medidas de Flaminino fueran ratificadas.
Guerra contra Nabis
La guerra contra Nabis, llamada así por el tirano de Esparta y también conocida como
la Guerra romano-espartana (195 / 192 a.C.), tuvo lugar a consecuencia de la presión
de la Liga Aquea sobre Flaminino. Como se había dicho líneas atrás, cuando la Liga
Aquea se unió a Flaminino solo unas pocas ciudades siguieron siendo fieles a Filipo V.
Una de ellas fue Argos, la cual acabó en manos de los espartanos, quienes eran
dirigidos por el tirano Nabis. Aunque Flaminino permitió tras su pacto con los
espartanos que Argos siguiera bajo dominio de Esparta, tras la guerra la Liga Aquea
exigió que fuese liberada. Esta situación se agravaba por el hecho de que hasta hace
muy poco tiempo la Liga Aquea había estado en guerra con Esparta, por lo que las
relaciones diplomáticas no eran muy buenas. En el año 195 a.C., se rompieron las
alianzas y Flaminino se dirigió a Argos, la cual dejo asediando para continuar hacia
Esparta. A las puertas de la ciudad tuvieron lugar dos enfrentamientos contra los
espartanos y Nabis, donde los romanos salieron victoriosos. Tras esto, Flaminino
decidió que en vez de asediar la ciudad sería mejor asolar los territorios circundantes, y
tras hacerlo finalmente Nabis pidió la paz. Esparta sería reformada completamente, y su
sistema político tradicional desmantelado. A cambio, Nabis seguiría gobernando pero
como rey cliente de Roma.
Una vez ocurrió esto, Argos acabó siendo liberada y durante los Juegos Nemeos
Flaminino proclamo que la ciudad volvería a formar parte de la Liga Aquea como una
ciudad libre. Sin embargo, esta libertad de la que tanto alardeaba Flaminino era muy
cuestionada por algunos griegos, especialmente por los etolios, pues se pensaba que los
romanos lo único que habían hecho había sido cambiar el yugo macedónico por el suyo.
Flaminino, que quería mostrarse como un hombre reconciliador y mandar el mensaje de
que Roma estaba allí para liberar Grecia, pidió al Senado romano si sería posible quitar
todas las guarniciones romanas que estaban en varias polis griegas para así tranquilizar
a los griegos, petición que fue aceptada.
Finalmente, en el año 194 a.C., Flaminino convocó una asamblea en Corinto para
despedirse de "su amado pueblo" y en ella se le otorgaron muchos honores, algunos
divinos. Flaminino dejaba su puesto tras 4 años de guerras y pacificación y conseguía
que gran parte de Grecia fuera aliada de Roma además de someter a Macedonia y
Esparta. Estas dos potencias seguirían existiendo pero su hegemonía había sido cortada
de raíz por el general romano. Tras regresar a Roma, se acuñaron monedas en bronce
con su efigie y celebró un triunfo de 3 días con grandes celebraciones. Sin embargo, en
el año 192 a.C. en su ausencia, los etolios, que seguían sin confiar en Roma, instigaron a
Esparta y a Nabis a volver a rebelarse, lo cual no costó demasiado. Roma envió una
flota y una embajada, esta última encabezada por el propio Flaminino quiera ahora
volvía a Grecia en calidad de ciudadano romano y senador. La embajada intentó llegar a
un acuerdo pacífico pero no fue posible, tras lo cual la flota romana atacó a Esparta y
ésta y Nabis fueron derrotados. En ese momento, la Liga Aquea, y más concretamente
su strategos Filopemen, fue partidaria de destruir Esparta pero Flaminino se opuso y
consiguió convencerles de que se firmara un pacto.
Guerra contra Antíoco Megas
Esta guerra, también conocida como Guerra romano-siria (192 - 189 a.C.) tuvo lugar
ese mismo año y se debió a que el imperio seleucida, gobernado por el rey Antíoco
Megas, invadió Grecia. Antíoco se alió con los etolios, quienes de nuevo aprovecharon
las circunstancias para atacar a Roma. Flaminino fue enviado de nuevo a Grecia, pero
como, legado, es decir lugarteniente, del cónsul de turno. Sin embargo, a efectos
prácticos él fue quien tenía el control y fue su presencia la que ayudo a la causa romana
en Grecia. Una vez llegó a ésta, comenzó a hablar con los aliados de Roma y consiguió
convencerles, gracias a la ayuda del ya mencionado strategos Filopemen, de que
siguieran unidos a Roma y que se enfrentasen juntos a Antíoco. Solamente unas pocas
ciudades siguieron teniendo dudas de si unirse o no, por lo que se enviaron tropas para
aplastar a cualquier partido o partidario prosirio.
La guerra terminó rápido en la batalla de las Termopilas (191 a.C.) donde Flaminino
salió victorioso. Tras esto, los romanos atacaron a los etolios y el cónsul de turno asedió
la ciudad de Naupacto pero al ver los etolios que Flaminino acudía a reunirse con el
cónsul decidieron rendirse y le imploraron que no destruyesen Etolia. Tras esto,
surgieron unos pequeños focos de rebelión pero fueron aplastados. De nuevo, Esparta
había aprovechado todo este conflicto para rebelarse de nuevo, pero esta vez Flaminino
no tuvo piedad y la sometió completamente, privándola de gran parte de su territorio.
Tras todo esto, Flaminino regresó a Roma, y aunque la guerra había terminado no
tardaría a volver a reanudarse en conflicto, pero esta vez serían otros generales quienes
irían a combatir.
Años posteriores
En el año 190 a.C. Flaminino será nombrado censor junto a Marco Claudio Marcelo,
el hijo del cónsul al que sirvió como tribuno militar, y durante los 5 años que dure su
cargo se dedicara a regular el censo en el Senado y la ciudadanía.
En esta parte de su historia, enfocada más en Roma y la política, Plutarco hará mención
a su relación con otras figuras destacables. Una de ellas será Marco Porcio Catón, con
quien no se llevará bien por un suceso entre él y su hermano Lucio. Su hermano, que se
había aficionado a la homosexualidad y pederastia cuando había estado en Grecia, tenía
un amante que no paraba de suplicarle que le ofreciera algún tipo de espectáculo. Una
vez, Lucio fue a una tienda donde estaba refugiado un noble galo y éste último le
empezó a explicar su situación, pero antes de que terminase Lucio le preguntó a su
amante si le gustaría ver a un galo muerto, a lo que asintió. De esta forma, antes de que
el noble galo terminase de hablar, Lucio le golpe en la cabeza con su espada y cuando el
galo intentó escapar y pedir ayuda a los presentes Lucio le atravesó con la espada. A
raíz de este episodio, Catón atacó a Lucio para criticarle tanto a él como a Flaminino al
mismo tiempo que desprestigiaba la cultura griega y reforzaba la tradicional latina.
Lucio, acompañado por su hermano Flaminino, acudió al foro para que fuera perdonado
por el pueblo romano. Catón también acudió y le preguntó a Flaminino si había tenido
conocimiento de lo que había hecho su hermano, cosa que negó. Catón comenzó a
relatar lo sucedido y le dijo a Lucio si algo de lo que había dicho era mentira, a lo que
sobrevino un silencio. El pueblo se puso de parte de Catón y comenzaron a vitorearle,
pero Tito se reunió con todos los enemigos políticos de éste, entre ellos Escipión el
Africano, y comenzaron a injuriarlo para que el pueblo dejará de estar de su lado. Sin
embargo, como en ese momento había una obra de teatro, por lo que muchos
ciudadanos dejaron de escuchar a Flaminino. Pero este aprovechó el teatro para decirle a
su hermano que se pusiera en las últimas filas en vez de en las primeras, que eran
reservadas para los senadores, para mostrar humildad y abatimiento. La muchedumbre
creyó en este acto y vitoreándole le dijeron que podía volver a las primeras filas al
mismo tiempo que le perdonaban por el episodio cruento que había hecho.
Tras estos años como censor, en el 183 a.C. fue enviado como parte de una embajada al
reino de Bitinia para extraditar a Aníbal, quien se encontraba allí tras haber sido
exiliado por su propia ciudad natal tras la Segunda Guerra Púnica. Sin embargo, antes
de poder capturarlo Aníbal se suicidó con un veneno.
En los años posteriores Flaminino usando su influencia en Grecia y Macedonia intentó
que se convirtiera en rey de Macedonia Demetrio. Tras la muerte de Filipo V, había
accedido al trono su hijo Perseo I, pero su postura política era antirromana. En cambio,
su hermanastro Demetrio era prorromano por lo que convertirlo en rey habría sido
sumamente beneficioso para Roma. Sin embargo, Perseo I mandó asesinar a Demetrio
en el 181 a.C. por lo que esto fue imposible. Tras este desastre, Flaminino decidió que
ese había sido su último momento en la política y abandonó la vida pública. Finalmente,
acabaría falleciendo aproximadamente en el año 174 a.C.
Visión de Flaminino y comparación con Filopemen
Plutarco en su obra describe a Flaminino como un hombre de gran encanto persona y un
filo heleno. En su calidad de patricio típico, Flaminino veía el mundo en función de sus
ambiciones personales, de su patriotismo romano, sus lealtades familiares, y las
relaciones patrono-cliente. Fue el primero en desarrollar una política consistente en
convertir al mundo griego (ciudades, ligas y reyes), nominalmente en cliente de Roma,
pero de hecho sometido a las injerencias de ésta. Aunque Plutarco lo defiende y lo
considera un libertador, lo cierto es que Flaminino acabó sometiendo a Grecia, solo que
no de la misma forma que habían intentado Filipo V o Antíoco. Su forma de control.
Mientras que estos últimos habían apostado por un sometimiento militar y un control de
la instituciones y formas de gobierno, Flaminino había impuesto una red de estados
clientelares en los cuales existía una independencia política siempre que esta
favoreciese los intereses romanos. Ello lo consiguió en parte por su talante militar pero
también por su forma de ser. Sin embargo, esta misma forma de ser aunque en algunos
casos lo harán centro de alabanzas, pues será un hombre carismático, en otras también
supondrán un problema pues será conocido por su rápido genio e ira.
En cuanto a su comparación con Filopemen, ambos vivieron el mismo periodo y
compartían talentos militares similares. Plutarco sin embargo destaca que en cuanto a
batallas destacó más Filopemen, pero también señala que cuando él las combatió las
fuerzas helénicas estaban en decadencia. Al mismo tiempo, destaca de Flaminino la
rapidez con la que terminó sus campaña, pues en dos batallas consiguió expulsar al
ejercito de Filipo V de Grecia y que también contaba con menos efectivos que
Filopemen. Con todo, en ese momento la hegemonía y el poder romano estaban en
auge. También, mientras que las victorias de Flaminino eran personales y por tanto
reconocidas, las de Filopemen eran públicas.
También diferencia el carácter de las guerras de ambos, a pesar de que ambas tuvieron
lugar en Grecia. Mientras que la guerra de Filopemen fue un conflicto entre griegos, la
guerra de Flaminino fue una guerra a favor de los griegos (de nuevo señalar que
Plutarco está convencido de que Flaminino era un libertador).
En cuanto al carácter de ambos, Plutarco describe a Flaminino como un hombre de
pronto enojo e ira, mientras que Filopemen era sereno. También, los errores de
Flaminino derivaran de la ambición, pues siempre intentará que todos le tengan aprecio
y siempre querrá llegar a un acuerdo que beneficie a todos, y eso será imposible. En
cambio, los errores de Filopemen derivarán de su obstinación. También, algo que les
diferenciaba era que Filopemen jamás faltaba a quienes había ayudado o le habían
ayudado, mientras que Flaminino no, como por ejemplo cuando tiene lugar la guerra
con Esparta.
Por último, algo que destaca Plutarco de Filopemen es su virtud pues, a diferencia de
Flaminino, él destacó sobre otros griegos y eso la elevaba por encima del resto. En
cambio, dado que Flaminino era romano su virtud no aumentaba, si bien si su orgullo.