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1 Relación médico - paciente La relación médico-paciente es aquélla que se establece entre dos seres humanos: el médico que intentará ayudar al paciente en las vicisitudes de su enfermedad y el enfermo que entrega su humanidad al médico para ser asistido. Esta relación ha existido desde los albores de la historia y es variable de acuerdo con los cambios mismos que ha experimentado a través de los tiempos la convivencia entre los hombres, desde la mentalidad mágica dominante en las llamadas "sociedades primitivas" hasta la mentalidad técnica que prevalece en los tiempos actuales. El fundamento de la relación médico-paciente, al decir de Laín Entralgo, es la vinculación que inicialmente se establece entre el médico y el enfermo, por el hecho de haberse encontrado como tales, entre sí; vinculación cuya índole propia depende, ante todo, de los móviles que en el enfermo y en el médico han determinado su mutuo encuentro. Como todo encuentro interhumano, el que reúne al médico y al enfermo se realiza y expresa de acuerdo con las modalidades cardinales de la actividad humana, una de las cuales, la cognoscitiva, en el caso de la relación médica toma forma específica como diagnóstico, es decir, como método para conocer lo que aqueja al enfermo. No se trata meramente de una relación dual entre dos seres para obtener algo, como serían los beneficios de un negocio, sino de una relación más estrecha, interpersonal. El enfermo y el médico se reúnen para el logro de algo que importa medularmente a la persona del paciente y que está inscrito en su propia naturaleza: la salud. El diagnóstico médico, lo señala Laín, no es nunca el conocimiento de un objeto pasivo por una mente activa y cognocente, sino el resultado de una conjunción entre la mente activa del médico y una realidad, la del enfermo, esencial e irrevocablemente dotada de iniciativa y libertad. El hombre, como individuo viviente o como animal racional, es constitutivamente un ente social y como tal se realiza en todas sus actividades. Quiere esto decir que el diagnóstico del médico no podrá ser completo si no es social, en otros términos, si no se tiene en cuenta lo que en el condicionamiento y en la expresión de la enfermedad haya puesto la pertenencia del paciente a la concreta realidad en que existe. Esta relación interpersonal, que conduce a conocer o diagnosticar la dolencia del enfermo, se ordena en seguida a la ejecución de los actos propios del tratamiento que se inician desde el momento mismo en que se establece la relación interpersonal. Ernest von Leyden solía decir, a comienzos del siglo, que el primer acto del tratamiento es el acto de dar la mano al enfermo; y, como lo señala M. Balint, el médico es el primero de los medicamentos que él prescribe. El tratamiento así iniciado no representa la simple ejecución fiel por parte del paciente de las prescripciones terapéuticas del médico, sino que es una realidad, una empresa en la que el médico y el paciente colaboran a través de su relación interpersonal. De allí, la importancia de la adecuada relación médica para el buen éxito del tratamiento y la necesidad de tratar a los enfermos teniendo en cuenta todos los registros de su respectiva personalidad, desde el nivel intelectual hasta las peculiaridades de su vida afectiva. El tratamiento médico es, en rigor, por su esencia misma, un acto social, sometido en los pueblos cultos a ordenamientos legales que lo reglamentan y ejecutado dentro de los grupos sociales a los que el enfermo pertenezca, familia, profesión y amigos. Ese carácter social viene determinado por la ordenación de la sociedad en clases económico- 2 políticas y por la inexorable pertenencia del paciente a una de ellas. De allí que la asistencia médica haya sido diferente y variable, como se indicará más adelante, en el seno de las sociedades del tipo de la ciudad griega o de los establecimientos medioevales y que tuviera especiales características en la medicina privada de hace varias décadas y en la socializada que se ha tornado inevitable en los tiempos presentes. Por otra parte, la relación médico-paciente expresada en el conocimiento o el diagnóstico y en la razón operativa del tratamiento, se establece también en la esfera afectiva. El paciente pone afectivamente en su relación con el médico la expectante vivencia de su necesidad, a la vez que éste aporta su voluntad de ayuda técnica, una cierta misericordia genéricamente humana, la pasión que en él despierte la fascinante empresa de gobernar científicamente la naturaleza y su indudable apetito, patente o secreto, de lucro y de prestigio. Laín Entralgo se expresa así: "La peculiar afección que enlaza al médico y al enfermo, llamémosla philia, "amistad" en los antiguos griegos o "transferencia" en los actuales psicoanalistas, es el resultado que en el alma de uno y otro determina esta dual y compleja serie de motivos". Y Duhamel indica que la relación médico-paciente es el encuentro de una conciencia, la del médico, con una confianza, la del paciente. En el plano de la ética, la relación médico-paciente, en lo que al paciente atañe, viene ante todo configurada por el hecho de que el médico no debe ser para el enfermo otra cosa que médico. El médico a la vez debe resolver inicialmente, en el sentido de la ayuda, la tensión ambivalente que dos tendencias espontáneas y antagonistas, una hacia la ayuda y otra hacia el abandono, suscitan siempre en el alma de quien contempla el espectáculo de la enfermedad. Ser médico implica hallarse habitual y profesionalmente dispuesto a una resolución favorable de la tensión ayuda-abandono. Por razón de su esencia, la relación médica es ética siempre y, si se acepta que toda ética descansa sobre una visión religiosa del mundo, la relación médica se hallará siempre más o menos explícitamente arraigada en una determinada posición del espíritu frente al problema de la religión. Si se quiere examinar la relación médico-paciente desde el punto de vista de la ciencia y la filosofía del siglo XX, es necesario precisar antes algunos elementos que nos ayuden a entender que se trata de una relación que se establece entre dos globalidades o, para decirlo en los términos filosóficos de Merleau Ponty, entre dos corporalidades o totalidades, la del médico y la del paciente. La filosofía desarrollada por Descartes, en el siglo XVII, era de carácter subjetivista e idealista. Se originó en la bien conocida dualidad platónica del alma y el cuerpo. La noción cartesiana central era la de la primacía de la conciencia, expresada en su proposición de que el espíritu se conoce a sí mismo más inmediata y directamente de lo que puede conocer cualquier otra cosa; que conoce al "mundo exterior" sólo a través de lo que este mundo imprime en la mente a través de las sensaciones y de la percepción. De allí que, para Descartes, toda filosofía debe comenzar por el espíritu individual, lo que le permitió formular su primer argumento en tres palabras: "Pienso, luego soy", en las cuales se reflejaba con claridad el individualismo del Renacimiento. Para Descartes, el yo se coloca en el interior mismo de la percepción; no analiza, por ejemplo, la visión, la audición o el tacto como funciones de nuestro cuerpo, sino solamente como pensamiento de ver, de oír y de tocar. Dividió así el universo en un proceso objetivo en el espacio y en el tiempo y, por otra parte, el alma en la que se refleja aquel proceso; es decir, distinguió la 3 "res cogitans " de la "res extensa ", división que hoy en día no es aceptada ni por la ciencia ni por la filosofía modernas. La separación tajante que establecía Descartes entre el espíritu que piensa, y por lo tanto es, y todo lo demás, incluso el cuerpo, lo condujo a razonar como gran matemático que era, que fuera de Dios y del alma, el universo entero con todos sus constituyentes inorgánicos, orgánicos y biológicos, podía explicarse por leyes mecánicas y matemáticas como lo habían insinuado Leonardo y Galileo, en los comienzos de la industrialización de la Europa occidental. Todo movimiento de todo animal y aún del cuerpo humano, como la circulación de la sangre, es un movimiento mecánico y todo el universo y cada uno de los cuerpos son máquinas; pero fuera del mundo está Dios y dentro del cuerpo está el alma espiritual. Con la expresión "Cogito, ergo sum ", se inició la gran lucha de la epistemología que, al decir de Will Durant, se transformó en una guerra de trescientos años que estimuló primero y luego acabó por devastar la filosofía moderna. El mecanicismo cartesiano, en el campo de la medicina, ha contribuido desde su formulación hasta los tiempos actuales a la fragmentación del ser humano en partes similares a las de las máquinas, que se deterioran y dañan y pueden ser tratadas o eventualmente reemplazadas independientemente, con prescindencia absoluta de la unidad psicobiológica del ser humano, tal como lo postulara Aristóteles en otros términos y como lo señalan algunos de los filósofos e historiadores de la ciencia de nuestros días. El mecanicismo de Descartes se hizo notar de inmediato,en un momento de la historia en el que el hombre comenzaba a fabricar para su beneficio máquinas cada vez más complejas.Julien Offray de la Mettrie, médico del ejército francés que vivió en la primera mitad del siglo XVIII, perdió su cargo oficial al escribir un libro sobre "La historia natural del alma" y se ganó el destierro con una obra sobre "El hombre máquina". Sostenía, en forma algo osada para su tiempo y para cualquiera otra época, que el mundo entero, sin exceptuar al hombre, era una máquina. El alma, creía, es material, tal como lo había pensado Epicuro, y la materia está animada; pero sea lo que fuere, lo cierto es que actúan una sobre otra y crecen y declinan de un modo que no ofrece dudas acerca de su semejanza esencial y su interdependencia. Señalaba que la inteligencia de los animales tenía raíz en el movimiento para buscar los alimentos y reproducirse, a diferencia de las plantas que no se desplazaban; y que la inteligencia aumentaba en el hombre, mucho más móvil que los animales, porque en él las necesidades eran muy superiores a las de las plantas y los animales. Textualmente afirmaba: "Pienso que de dos médicos, el mejor y más digno de confianza es el más experto en la física o mecánica del cuerpo humano, y el que deja en paz el alma, con todas las perplejidades que este fantasma engendra en los necios y los ignorantes, no ocupándose más que por la pura ciencia natural...". Si se parte del postulado cartesiano anteriormente mencionado, el hombre o el ser tendría que ser considerado como una subjetividad, que en la medida en que es espíritu construye paulatinamente la representación de las causas mismas que están encargadas de actuar sobre él. En esa filosofía de la conciencia, esta perspectiva idealizadora concede una primacía absoluta a la interioridad. 4 Relación Kinesiólgo – Paciente Desde el punto de vista de un kinesiólogo. La famosa relación Kinesiólogo-Paciente es el vínculo que se establece entre el profesional que presta su atención, o efectúa su asistencia; a otra persona que generalmente le solicita la misma. Razones de variada índole como de urgencia, operatividad o estado del paciente hacen diferir o no encajar en el cuadra de la definición prestada anteriormente. Como toda relación tiene dos puntos de vista, las cuales en este caso suelen ser diferentes. En un contexto terapéutico debemos reconocer que el paciente se presenta a dicho vínculo en condición de inferioridad, ya que el sólo hecho de estar sufriendo una patología, etc. lo pone automáticamente en ese lugar; indeseado por todos. Así pues el paciente sufre sentimientos como dudas, miedos, inseguridad, sensación de poca confianza, vulnerabilidad; los cuales hacen de esta relación frágil por momentos como un vidrio de mínimo espesor. Si viajamos hacia el otro bando, hacia la otra silla donde se ubica el profesional, pues vamos a encontrar la otra cara, vamos a ver confianza, seguridad que le confiere el saber a dicho kinesiólogo no? Cabe aclarar que hoy en día la historia parece inclinarse hacia una relación terapeuta-paciente a ciegas por así decirlo, ya que antes, todo se regía por recomendación y los pacientes iban con un grado de confianza alto ya sea porque se los recomendaba una persona de su entorno o porque conocían que era de renombre. Hoy esto se va perdiendo, al menos aquí en Argentina la problemática de las Obras Sociales y la selecta adhesión de los profesionales a ellas hace que el paciente elija de acuerdo a un listado de un sinfín de nombres, o sea una ruta hacia lo desconocido. Incluso he leído por internet que hay ciertos Médicos atienden consultas vía Twitter; esto sí que me parece tecnológico pero habría que debatirlo en largas charlas para saber si es conveniente o no. Siguiendo con este tema, tenemos que saber que desde que la T.V amarillista o mediática existe complico aún mas esta relación ya que nuestro paciente llega a nuestro consultorio con la presunción o expectativa que TODO TIENE SOLUCIÓN, ya que tienen grabado en sus haberes lo que los medios de comunicación difunden en esas propagandas absurdas en que todo es curable, "que por $10 baja 10 kilos ... que tome esta pastillita y la artrosis desaparece de su vida"; invita a la risa pero también a la reflexión de cuanto nos esta perjudicando. Es por todo esto que se da encuentros de ideas tales como las siguientes: El paciente busca la cura absoluta, el terapeuta muchas veces se contenta en mejorías y alivios El paciente quiere que se dedique absolutamente a él, el profesional debe dedicarse a muchos pacientes El paciente estima que su sensación de malestar sea sentida por el profesional y estima al mismo tiempo que lo proteja. Todo esto hace aparecer la problemática del acto del sentir. Que complicado que es el sentir ¿no?. Cada uno tiene sus parámetros sobre esto configurado por vivencias, personalidad y tantas cosas más que hacen que cada uno sea diferente, es por ende que nunca o muy pocas veces nuestro sentir va a ser suficiente o exagerado para nuestro paciente, ya que los parámetros son diferentes. Esto lleva a una sensación de incomprensión que, OJO!, NO SOLO LA VIVE EL PACIENTE SINO QUE TAMBIÉN EL PROFESIONAL, CADA UNO CON SU VERSIÓN. 5 El kinesiólogo ha elegido una profesión la cual considera privilegiada ya que esta temática la vivimos a flor de piel. Ese contacto tan próximo con nuestro paciente, más cálido que los médicos, hace cumplir al kinesiólogo diversas tareas que a veces sobresalen nuestro campo. A veces nos toca ser amigos, a veces psicólogos (sin robar el trabajo a la profe!!!!), a veces simples consejeros... pero ATENCIÓN!! ACA ESTA EL LÍMITE TAN PERO TAN DIFICIL QUE TENEMOS QUE SABER MANEJAR PARA LOGRAR QUE ESTO SEA UNA RELACIÓN KINESIÓLOGO-PACIENTE Y NO UNA RELACIÓN TOTALMENTE DESVIRTUDADA QUE PUEDE TRAER A LARGO PLAZO, ESTAR AL LÍMITE DE LO ILEGAL. RECORDEMOS; EL KINESIÓLOGO DEBE ENTRE OTRAS COSAS: El deber de brindarse al otro, de responder sus necesidades Ser solidario con el paciente, una especie de ponerse en la piel del otro pero sin robar su identidad Tener tacto en lo que se dice y como se hace Generar confianza, tener proximidad pero manteniendo la confidencialidad Tener competencia en el tratamiento y continuidad del mismo Recordar si bien no siempre se puede curar, se debe cuidar; y que si bien no siempre se puede generar beneficiencia, al menos no debemos provocar maleficiencia. Preocuparse en el otro, no ser solo oído, sino también escuchar y atender ¡Qué problema resucitaría si estos por así decir mandatos no se cumplen! Bueno tenemos que tener en cuenta que el profesional antes que ello es un ser humano, y como tal tiene la posibilidad de equivocarse, pero ¿qué pasa? QUE LA SOCIEDAD NO ADMITE ERROR! En un mundo donde se vuelve individualista, perfeccionista al extremo, de menor sensibilidad y solidaridad con marcados componentes de egocentrismo; en este contexto de hoy el paciente tiene los fundamentos necesarios para implicar al profesional en una película que en primer lugar fue el bueno para de un momento a otro pasar a ser el villano y con un juicio de mala praxis a cuesta. Por eso nosotros como profesionales, tenemos que tener cuidado con esta relación, ser atentos, cumplir con el ejercicio legal de la kinesiología y los deberes que ella conlleva, tener identidad, generar confianza y como dicen muchos.... es preferible tener 4 pacientes bien atendidos que 20 de los cuales solo pueda atender correctamente el tercio por escasez de tiempo. ¿Donde presenta dificultad esto? En todo.... desde saber llevar una excelente relación, saber imponer límites en mi paciente y en mi persona, saber aplicar mis conocimientos. Es un tema conflictivo, me gustaría saber sus opiniones al respecto; ¿hasta qué punto es buena la vinculación con la dolencia de nuestro paciente? 6 Datos a tener en cuenta en la relación terapéutica. Kinesiología La naturaleza de la kinesiología está en proveer servicios a las poblaciones y su gente para desarrollar, mantener y restaurar máximas capacidades de movimiento y funcionalidad a través del período de vida. La kinesiología incluye la entrega de servicios en circunstancias donde el movimiento y la función están amenazados por efectos del envejecimiento o de una lesión o enfermedad. El movimiento funcional y completo es el centro de lo que significa estar sano. La kinesiología está relacionada con la identificación y la maximización del potencial de movimiento, en los campos de la promoción, prevención, tratamiento y rehabilitación. Ésta incluye la interacción entre el kinesiólogo, el paciente, su familia y cuidadores, en un proceso de determinación del potencial de movimiento y en el establecimiento de acuerdos en relación a las metas y objetivos usando el conocimiento y las habilidades únicas de estos profesionales. La visión particular de los kinesiólogos respecto del cuerpo humano, de su potencial y sus necesidades de movimiento es vital en la determinación de un diagnóstico y de una estrategia de tratamiento. La Kinesiología es un servicio sólo entregado por o bajo la dirección o supervisión de un kinesiólogo e incluye una Evaluación, Diagnóstico Kinésico, Planificación e Intervención y Re-Evaluación. La Evaluación incluye tanto el examen de individuos o grupos con impedimentos actuales o potenciales, limitaciones funcionales, discapacidades u otras condiciones de salud mediante la anamnesis, screening y el uso de pruebas específicas y mediciones en un proceso de razonamiento clínico. El Diagnóstico Kinésico aparece del examen físico y la evaluación y representa el resultado de los procesos de razonamiento clínico. Esto puede ser expresado en términos de disfunción de movimiento o puede incluir categorías de impedimentos, limitaciones funcionales, capacidades / discapacidades o síndromes. Ya que la experiencia de la discapacidad es única para cada individuo, no sólo porque la manifestación concreta de la enfermedad, desorden o lesión es única, sino porque esa condición de salud está influida por una compleja combinación de factores, se hace imposible tener un idioma común para abarcar las necesidades integrales de cada individuo,y esto no sólo porque las experiencias individuales de discapacidad son únicas, sino porque las percepciones y actitudes hacia la discapacidad son muy relativas (Egea y Sarabia, 2001). Debido a lo anterior se ha descrito en el paradigma biopsicosocial de la salud la importancia de otros factores, más allá de los fisiopatológicos. La Organización Mundial de la Salud (OMS), acorde a su constitución de 1948, define salud como “un completo estado de bienestar físico, mental y social”. Esta definición de salud, unida con la noción del paradigma biopsicosocial de salud y enfermedad, sugiere que el conocimiento y las habilidades requeridas para un cuidado efectivo incluye, pero a su vez se extiende de los límites del conocimiento de la estructura y función de los órganos de cuerpo. Es por eso que el acto de sanar ocurre cuando la ciencia de la kinesiología (que corresponde al aspecto biomédico de la disfunción) y la práctica de ésta (aspecto psicosocial de la enfermedad) emergen como una sola disciplina (Hojat y cols., 2001). La Planificación comienza con la determinación de la necesidad de intervenir y normalmente lleva al desarrollo de un plan de tratamiento, incluyendo resultados 7 cuantificables negociados en conjunto con el paciente, su familia o cuidadores. Alternativamente puede llevar a que éste sea referido a otra especialidad en casos en que la kinesiología es inapropiada o insuficiente. La Intervención es implementada y modificada en pro de alcanzar los resultados acordados y puede incluir terapia manual; terapia física, electroterapia y agentes mecánicos; kinesiología funcional; entrega de ayudas o implementos; instrucciones y consejos al paciente; documentación, coordinación y comunicación con el mismo y su familia. La intervención puede también estar dirigida a la prevención de impedimentos, limitaciones funcionales, discapacidades y lesiones incluyendo la promoción y mantención de la salud, calidad de vida y condición física en todas las edades y grupos sociales. La evaluación exige una Re-Evaluación con el propósito de cuantificar los resultados obtenidos. Que la intervención terapéutica que realiza el kinesiólogo tenga o no éxito va a depender de diferentes factores, como el conocimiento íntegro del paciente y de su entorno, de su personalidad, de los modos que tiene de enfrentar su discapacidad y de la colaboración que entregue él y su familia durante el desarrollo del proceso. Aunque esto esté presente, según nuestra opinión, sólo se puede lograr si el kinesiólogo posee las estrategias comunicacionales y habilidades empáticas necesarias y la capacidad de poder transmitir todas esas cualidades al paciente. 8 Supuestos subyacentes al conocimiento y práctica de la Kinesiología Los siguientes supuestos están incluidos en esta descripción y reflejan los tópicos centrales de la kinesiología. Movimiento: La capacidad de moverse es un elemento esencial de salud, aprendizaje y bienestar. El movimiento es dependiente de la función coordinada e integrada del cuerpo humano a distintos niveles. Individuo: Los individuos tienen la capacidad de cambiar como resultado de sus respuestas a factores físicos, psicológicos, sociales y ambientales. Cuerpo, mente y espíritu contribuyen a la visión de los individuos de si mismos y les permite desarrollar conciencia de sus propias necesidades de movimiento y metas. Interacción: La interacción busca conseguir una comprensión mutua entre el kinesiólogo y el paciente y su familia o cuidadores y forma una parte integral de la kinesiología. La interacción es un pre-requisito para un cambio positivo en la conciencia corporal y en patrones de movimiento que puedan promover salud y bienestar. A menudo implica el trabajo inter-disciplinario en la determinación de necesidades y planteamiento de metas para la intervención kinésica y reconoce al paciente como un participante activo en este proceso. Autonomía Profesional: La educación profesional prepara kinesiólogos para ejercer de forma autónoma. Esta autonomía profesional es posible para los kinesiólogos a medida que ellos trabajan con pacientes y sus familias o cuidadores, para alcanzar un diagnóstico que guiará su intervención. Diagnóstico: El diagnóstico en kinesiología es el resultado de un proceso de razonamiento clínico el que se logra a través de la identificación de un impedimento real o potencial, limitaciones funcionales y discapacidades. El propósito del diagnóstico es guiar a los kinesiólogos en la determinación de un pronóstico e identificación de las estrategias de intervención más apropiadas para los pacientes y en informarlos tanto a ellos como a sus familias o cuidadores. En el proceso de lograr un diagnóstico completo, el kinesiólogo puede necesitar información adicional de otros profesionales. Si este proceso revela hallazgos que no están en el espectro de acción, conocimiento, experiencia o experticia kinésica, el kinesiólogo puede referir a su paciente a un profesional adecuado (WCPT, 1995). Empatía Derivada de la voz griega em – patheia, literalmente “sentir en” o “sentir dentro”. La palabra empathy existe en inglés desde 1904, fecha en que la Webster la recoge por primera vez en su diccionario, evolucionando a través del tiempo, después de algunos cambios menores, a su acepción actual de “La acción y la capacidad de ser sensible a, comprender o darse cuenta de, los sentimientos, pensamientos y experiencias de otra persona, sin que esos sentimientos, pensamientos y experiencias hayan sido comunicados de una manera objetiva o explícita (Gonzalez de Rivera, 2005)”. Su equivalente alemán “Einfühlung” es probablemente mucho más antiguo, porque Freud lo usa con facilidad a lo largo de sus escritos. Es precisamente la traducción de James Strachey de la obra de Freud la que dio relevancia a una palabra relativamente poco usada hasta entonces en otros idiomas. 9 El diccionario de la Real Academia Española incluye la palabra empatía sólo en su 21 edición (DRAE, 1992). En la 22 edición (DRAE, 2001) finalmente su definición queda como: “Identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro.” La empatía, desde un punto de vista de la neurociencia, es una compleja forma de deducción psicológica en la que la observación, la memoria, el conocimiento y el razonamiento se combinan para producir una idea de los pensamientos y sentimientos de otros. Desde los prismas evolutivo, del desarrollo, social y de la neurociencia han insistido en la importancia para la supervivencia de los refuerzos positivos en las relaciones interpersonales, y en comprender las emociones, deseos e intenciones de uno como así también de otros (Jackson y cols., 2005). Diversos autores de distintas áreas han propuesto varias definiciones de empatía; pero hay 2 componentes que son consistentes a lo largo de estas numerosas conceptualizaciones. Uno se refiere a una respuesta afectiva hacia otra persona, la que a veces, pero no siempre, implica compartir el estado emocional de esa persona (Jackson y cols., 2005); y otra que se refiere a una capacidad cognitiva de poder tomar el punto de vista de otra persona mientras se mantiene diferenciada a su vez una persona de otra (Jackson y cols., 2005). Con todos los avances realizados en distintas áreas sobre la empatía, ésta está siendo reconocida como importante en el cuidado médico. Se ha especulado a través de la investigación médica que la empatía puede promover la mejoría (Hudson, 1993; Jackson, 1992; Nightingale y cols., 1991). Suchman (1997) declara que la empatía puede ser terapéutica intrínsecamente, debido a que ayuda al paciente a sentirse entendido, animado y aliviado. Pacientes quienes sienten que el doctor entiende lo que ellos están experimentando proveen una mejor historia, se adhieren a recomendaciones y tratamientos y sanan más rápido (Bellet y Maloney, 1991) Fuera del campo de la medicina, la empatía es esencialmente un modo afectivo de comprensión la cual implica ser movido por las experiencias de otro. Por el contrario, un grupo de la Society for General Internal Medicine define empatía como “el acto correcto de reconocer el estado emocional de otro sin experimentar ese estado”. Es evidente que los médicos no pueden experimentar completamente el sufrimiento de cada paciente, sin embargo, el punto que dice que los médicos no “experimentan ese estado” es presumiblemente, para enfatizar que la empatía es una forma de conocimiento intelectual más que emocional (Markakis y cols., 1999). Esto se relaciona con la definición que se establece más tarde en The American Journal of Psychiatry, en donde se establece que la empatía en la relación profesional de la saludpaciente es “un atributo cognitivo que implica la capacidad de entender las perspectivas y experiencias internas del paciente y la habilidad de comunicar esta comprensión (Fields y cols., 2004; Hojat y cols., 2001; Hojat y cols., 2002c; Hojat y cols., 2004, Hojat y cols., 2005b)”. Esto asume que el hecho de experimentar emociones no es de importancia para comprender qué está sintiendo el paciente. Esta reciente definición es consistente con la literatura clínica del siglo XX, la que define la empatía profesional como puramente cognitiva, contrastándola con la simpatía. Aunque los conceptos de empatía y simpatía están a menudo dentro de una misma canasta terminológica (Fields y cols., 2004), deberían ser distinguidos en situaciones de 10 cuidado de pacientes. Ambos conceptos involucran compartir, pero los profesionales de la salud empáticos comparten su comprensión, mientras que profesionales de la salud simpáticos comparten sus emociones con los pacientes. Estos dos conceptos no funcionan, sin embargo, independientemente (Hojat y cols., 2001; Hojat y cols., 2002c) . La simpatía tiene un matiz de connivencia y tácita aprobación del otro, pero carece de esa comprensión íntima característica de la empatía. En la simpatía la barrera entre el si mismo y el otro se difumina tanto que ya no es posible hacer un juicio de valor sobre la otra persona, sino tan sólo sobre su situación o sentimientos; dos personas en empatía están de acuerdo sin proponérselo ni esforzarse y experimentan un positivo afecto el uno por el otro. La antipatía es precisamente lo contrario, y constituye la base del desacuerdo y rechazo automático y espontáneo del otro (Gonzalez de Rivera, 2005). La investigación indica que la empatía ha estado relacionada, teóricamente o empíricamente, a un número de atributos, como el respeto, el comportamiento prosocial, razonamiento moral, buenas actitudes hacia pacientes ancianos, una baja tasa de demandas laborales por mala práctica, competencia en anamnesis y realización de examen físico, grado de satisfacción del paciente y del médico, mejores relaciones terapéuticas y buenos resultados clínicos (Hojat y cols., 2002c; Hojat y cols., 2005b, Shermam y Cramer, 2005). Sin embargo, la función de la empatía no es simplemente etiquetar estados emocionales, sino que reconocer cómo se siente experimentar algunas cosas (Halpern, 2003). Hay una creciente cantidad de evidencia que sugiere que la empatía incrementa directamente la eficacia terapéutica. Una comunicación “comprometida” ha sido relacionada con disminución de la ansiedad en los pacientes, y para una variedad de enfermedades, la disminución de ansiedad ha sido relacionada a efectos psicológicos y mejores resultados. También estudios evidencian que los pacientes confían en los médicos que responden a su ansiedad con sensibilidad; la confianza ha sido asociada con una mejor adherencia a los tratamientos, conllevando finalmente a mejores resultados terapéuticos (Rietveld, 1998; Frasure-Smith y cols., 1995; Roter y cols., 1997). Escala de Empatía Médica de Jefferson A pesar del rol mediático que la empatía puede jugar en mejorar los resultados clínicos, hay relativamente pocos estudios empíricos dentro de la literatura de carácter clínico. Una de las razones de esta escasez es la ausencia de una medición operacional de la empatía que sea específica para la relación profesional de la salud-paciente. Entre los pocos instrumentos para la medición de la empatía en la población están el Interpersonal Reactivity Index, IRI desarrollado por Davis, la Hogan Empathy Scale, y Emotional Empathy, desarrollada por Mehrabian y Epstein. Unos pocos métodos de medición de empatía han sido desarrollados para su uso en enfermería, éstos incluyen la Empathy Construct Rating Scale, la Empathic Understanding of Interpersonal Proceses Scale, el empathy Subtest of the Relation Inventory, y el Empathy Test. Ninguna de estas escalas están específicamente desarrolladas para medir la empatía médica y, por lo tanto puede que no capturen la esencia de la atención empática hecha por los profesionales de la salud. 11 Recientemente, Hojat y sus colegas del Center for Research in Medical Education and Health Care at Jefferson Medical College of Thomas Jefferson University in Philadelphia informaron del desarrollo de la Escala de Empatía Médica de Jefferson, EEMJ, (Jefferson Scale of Physician Empathy, JSPE) para la medición de la orientación y compartamiento empático entre estudiantes de medicina, médicos practicantes y otros profesionales de la salud (Hojat y cols., 2001, 2002a, 2002b, 2002c, 2003; Mangione, y cols., 2002). La escala fue construida en base a una extensa revisión de la literatura, seguida de estudios pilotos en los que se usaron como muestra estudiantes de medicina, médicos residentes y practicantes. Tanto el método cualitativo como el cuantitativo fueron usados en el desarrollo y refinamiento de la EEMJ. El primer paso fue el desarrollo de un marco conceptual para comprender la empatía en las situaciones de atención de pacientes y definir el concepto. La versión preliminar de la escala estaba sujeta a vigilancia empírica para el reconocimiento médico de sus propiedades psicométricas, y sus refinamientos fueron realizados en análisis posteriores. En su versión original en inglés, su estructura es consistente con los aspectos conceptuales de una escala multidimensional, la cual define a la empatía con base a tres factores: toma de perspectiva, atención con compasión y habilidad para “ponerse en los zapatos del paciente” (Alcorta-Garza y cols., 2005). La versión final de la EEMJ incluye 20 ítems respondidos sobre una escala Likert de 7 puntos. Esta versión final de la escala posee contenidos relevantes que permiten la apreciación de la orientación o actitud empática del individuo. Ha sido publicada evidencia en apoyo de los indicadores psicométricos (validez de constructo y confiabilidad de consistencia interna) de la escala. Los puntajes de la EEMJ pueden fluctuar entre un mínimo de 20 a un máximo de 140; mientras más alto sea el puntaje, más empática la orientación del individuo (Hojat y cols., 2002b) . Estudios empíricos en los cuales la EEMJ fue utilizada mostraron que las mujeres obtuvieron puntuaciones promedio más altas (Hojat y cols., 2002b; Hojat, y cols., 2002c; Hojat y cols., 2001) y los médicos en especialidades orientadas al trabajo con pacientes obtuvieron puntajes más altos en esta escala que los de aquellas especialidades orientadas al trabajo con tecnología (Hojat y cols., 2002b; Hojat y cols., 2001). También los psiquiatras obtuvieron los más altos puntajes promedios en la EEMJ, en comparación con médicos anestesiólogos, cirujanos ortopédicos, neurocirujanos, radiólogos, cirujanos cardiovasculares, ginecólogos y médicos cirujanos. Estudiante y Educación en Kinesiología Cuando se habla de un perfil del estudiante de Kinesiología nos encontramos con un denominador común, personas interesadas en la capacidad psicomotora del individuo, en técnicas de rehabilitación de los sistemas muscular, óseo y fisiológico de pacientes que han sufrido accidentes, lesiones o inmovilidad del cuerpo. Cuando un estudiante se gradúa de la carrera de kinesiología, se asume que éste posee las habilidades cognitivas, psicomotoras, y conductuales necesarias para proporcionar cuidados de forma competente. La determinación del requisito cognitivo y de las habilidades prácticas se puede lograr fácilmente a través de la aplicación de evaluaciones de desempeño clínico y pruebas que examinen si los graduados logran los requerimientos académicos adecuados y pueden 12 pasar su examen de grado. Las habilidades conductuales, sin embargo, son más difíciles de evaluar. Aunque los docentes de la carrera han reconocido hace bastante tiempo la necesidad de identificar y promover el comportamiento profesional en sus estudiantes, un comportamiento profesional adecuado ha sido difícil de definir. Además, los profesionales de la salud generalmente reconocen que algunos estudiantes logran de manera satisfactoria el conocimiento y las habilidades prácticas en el ámbito académico, pero tienen dificultad en actuar adecuadamente en el ámbito clínico. Deficiencias en habilidades conductuales o afectivas como elevados niveles de ansiedad, incapacidad de interpretar o utilizar una adecuada retroalimentación, dificultad de aprender de los errores y descontento con una información ambigua, son a menudo la fuente subyacente a problemas de desempeño (Jette y Portney, 2003). El compromiso para aprender, las habilidades interpersonales y comunicacionales, la efectividad en el uso del tiempo y los recursos, el uso de una retroalimentación (feedback) constructiva, la resolución de problemas, el profesionalismo, la responsabilidad, el pensamiento crítico y el manejo del estrés son conductas que un profesional de la salud idóneo debería poseer (Jette y Portney, 2003). La identificación de las conductas profesionales ha sido de importante consideración en la valoración de los estudiantes durante muchos años. Cross y Hicks, (1997) encontraron que las habilidades relacionadas al tratamiento, la seguridad, el conocimiento y el acercamiento al aprendizaje fueron puntos de menos peso en la decisión de un instructor clínico sobre el buen desempeño de los estudiantes que la disposición, comunicación y el compromiso. Instrumentos para medir comportamiento profesional en Enfermería, Medicina, Terapia Ocupacional, y Kinesiología se han descrito en la literatura. Estos estudios brindan el apoyo para las ideas que se reflejan en un amplio concepto denominado “profesionalismo”, que es una preocupación de muchos profesionales de la salud y docentes del área. El profesionalismo es una preocupación porque el respeto hacia los individuos, la credibilidad y el compromiso moral hacia el servicio ético son obligaciones y requerimientos particulares para los profesionales de la salud. El interés entre los docentes radica en que las conductas asociadas con el profesionalismo pueden ser identificadas entre los estudiantes e inculcadas en ellos durante el proceso educacional (Jette y Portney, 2003).