Download I.3 Procesos de cambio cultural

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Transcript
I Parte
Cultura. Sociedad. Civilización.
Se suele pensar que para la gran mayoría de las personas el referirse a cultura, es hablar
sobre arte, literatura, música, ideologías, etc. Todo aquello que implique un status de
inteligencia y conocimientos filosóficos, científicos o especializados sobre temas diversos
pero selectos y exclusivos. Esta concepción de la cultura se refiere a productos de la cultura
de elite, sea una obra de teatro, una función de ópera, el cine de arte, la danza y música
clásica, exposiciones de pintura y escultura, conferencias, presentaciones de libros, visitas a
museos, en fin…
Sin embargo, la realidad es que esta concepción sobre la cultura se ha ido transformando a
medida que la modernidad y la globalización han ganado terreno en los diferentes
escenarios sociales con la ayuda de los medios de comunicación masiva. A través de los
medios de comunicación cada vez más individuos han despertado intereses por cultivar y
diversificar sus conocimientos, y en algunos casos estos intereses tienen que ver más con
una necesidad de información que de incorporar saberes que modifiquen ciertos patrones de
comportamiento, valores o códigos. Esto se puede observa, por ejemplo, en la evolución de
las formas de acceder a la información y a la comunicación, pues hoy en día no basta con
saber apretar un botón para escuchar la radio o ver la televisión, ahora es necesario conocer
sobre Internet, y las nuevas tecnologías pues en ocasiones hay que saber programar la
recepción de la antena de la tv, conectar diversos cables de audio y video entre el equipo de
audio, la tv y el codificador de señales de una pantalla de plasma.
Este fenómeno de transformación en las formas de comunicación ha permitido a su vez la
transformación de la concepción de cultura, pues es posible observar que ya no sólo los
académicos o teóricos sociales - sociólogos, antropólogos, psicólogos o comunicólogos son los que realizan reflexiones sobre las formas en que la cultura se representa, sino que
ahora en grupos sociales como las tribus urbanas hay una concepción de la cultura como un
todo que es representativo de sus gustos, ideas, formas de convivencia, vestimenta, moda,
música, arte, etc.
Así, la concepción de la cultura está en evolución. Se entiende y expresa de formas muy
variadas en la sociedad ya que no es estática ni está sujeta a dogmas preestablecidos sino
que es adoptada y adaptada por el ser humano.
Conviene recordar que el término cultura proviene del latín cultus, que a su vez deriva de la
voz colere que significa cuidado del campo o del ganado. Hacia el siglo XIII el término se
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empleaba para designar una parcela cultivada. Por la mitad del siglo XVI, el término
adquiere una connotación metafórica, como el cultivo de capacidades. La acepción figurativa
de cultura a partir del siglo XVII aparece en ciertos textos académicos.
Se podría definir la cultura como el conjunto de todas las formas, los modelos o los
patrones, explícitos o implícitos, a través de los cuales una sociedad regula el
comportamiento de las personas que la conforman. Como tal incluye costumbres,
prácticas, códigos, normas y reglas de la manera de ser, vestimenta, religión, rituales,
normas de comportamiento y sistemas de creencias. Desde otro punto de vista, se
puede decir que la cultura es toda la información y habilidades que posee el ser
humano.
Desde el punto de vista científico la concepción de cultura parte del principio de ideas de la
teoría de la información, a partir de la introducción del concepto de meme – trozos
elementales de información adquirida - y de los avances en la compresión del cerebro y del
aprendizaje. Diversos antropólogos han contribuido decisivamente al desarrollo de la
concepción científica de cultura. Mosterín define la cultura como la información transmitida
por aprendizaje social entre animales de la misma especie.
Como tal, se contrapone a la naturaleza, es decir, a la información transmitida
genéticamente. Si los memes son las unidades o trozos elementales de información
adquirida, la cultura actual de un individuo, en un momento determinado, sería el conjunto
de los memes presentes en el cerebro de ese individuo en ese momento. A su vez, la noción
de cultura de un grupo social se definiría en función de los memes presentes en los cerebros
de los miembros del grupo.
Cultura y civilización
Podría tomarse como parámetro inicial para clasificar a las culturas la distinción entre las
urbanas y las no urbanas, o, desde una perspectiva más estricta, las nómades y las
sedentarias. El asentamiento de los grupos humanos en ciudades produce fenómenos
culturales desconocidos antes, y, según se ha apuntado, se halla íntimamente relacionado
con el surgimiento de lo que se ha venido a denominar civilización. Existen varios tipos de
culturas no urbanas, esencialmente las de cazadores y recolectores, las de pastores y
guerreros y las de agricultores.
El clima y la geografía deben ser vistos como condiciones que pueden ser tomados en
cuenta como problema a afrontar para el desarrollo de habilidades de vida en condiciones
de calor o frío, zonas áridas, desérticas o selváticas, aunque no hay uniformidad de
prácticas para enfrentar estas condiciones naturales.
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Hasta la revolución neolítica, las tribus se dedicaban exclusivamente a la búsqueda de
hierbas, frutos y raíces comestibles; algunos miembros del clan o familia se especializaban
en cazar animales. Sin domicilio fijo, estos grupos viajaban de manera permanente en busca
de alimentos; llevaban consigo un mínimo de bagajes y poseían apenas arcos, flechas,
quizá jabalinas y ciertamente mazas y piedras arrojadizas. Todo su orden social se basaba
en la familia, cuya estructura era patrilineal, y se consideraban con derecho exclusivo sobre
cierto territorio. En estas culturas apareció la primera división del trabajo: las mujeres
recogían los alimentos y los hombres practicaban la caza.
Cuando las condiciones naturales lo permitían, los recolectores podían tornarse sedentarios.
Fundaban entonces aldeas estables, construían mejores alojamientos, constituían una
jerarquía social más rígida y complicada y esbozaban el liderazgo del jefe o el cacique. Al
mismo tiempo, conseguían aumentar el número de sus integrantes. También las sociedades
hortícolas, dedicadas a una agricultura primitiva que cambiaba sus tierras de cultivo, eran
sedentarias. Así, estas culturas enfrentaban el perpetuo problema de reemplazar sus tierras,
y su expansionismo las obligaba a un permanente estado de guerra con otros grupos. Las
culturas hortícolas llegaron a altos niveles de civilización, como
el caso de los mayas
mesoamericanos. En lo religioso practicaban el chamanismo con ceremonias totémicas.
En completa oposición a las culturas hortícolas se hallan las de pastores, que aunque
desprovistos casi de útiles, desarrollan una rígida estructura social patrilineal de jefes de
clan, capitanes de milicias, con hábitos marcadamente guerreros. Su militarismo las lleva
con frecuencia a invadir sociedades agrícolas.
Por último, es necesario incluir entre las culturas no urbanas la enorme cantidad de
sociedades campesinas a lo largo y a lo ancho del mundo, y de todas las épocas que han
creado por lo general sociedades conservadoras, desde Mesopotamia a Mesoamérica. Esos
agricultores sedentarios, que gracias a sus técnicas de fertilización pueden producir frutos y
cereales todos los años, han sido históricamente apéndices de culturas urbanas vecinas y
su dependencia de éstas con frecuencia ha reducido al vastísimo campesinado a la
condición servil. Sin embargo, su papel político en estadios ulteriores del desarrollo de la
civilización ha sido de enorme importancia.
Dentro de las culturas urbanas puede mencionarse al antiguo pueblo egipcio, con sus
sistema monárquico en su organización política ligado a sus creencias religiosas y un
desarrollo de las expresiones artísticas (arquitectura, escultura, pintura); a los griegos,
organizados en ciudades estados independientes, un pueblo de artistas especialmente
orientado hacia la arquitectura y la escultura; y los romanos, con una organización política
monárquica en sus inicios que fue reemplazada por la república hasta convertirse en un
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imperio. La Antigua Roma suele ser insertada en la llamada Antigüedad clásica,
que pertenece
a
la
Edad
Antigua,
juntamente
con
la Antigua
Grecia, Antiguo
Egipto y Mesopotamia, tres civilizaciones que antecedieron e inspiraron en gran medida a la
romana, en especialmente la griega.
Los mil años que sucedieron a la caída del Imperio Romano, su división en Imperio de
Oriente y Occidente continuaron la tradición, creencias y formas de vida romana aunque
revestidas con una religión diferente. Un sistema imperial verticalista y la autoridad religiosa
con influencia política en la sociedad se reflejan en nuevas formas de construcción (iglesias
y monasterios) y sus expresiones cultuales. La solemnidad, severidad y majestad de las
imágenes y construcciones denotan no sólo una concepción religiosa sino un sistema de
sometimiento y segregación de los estamentos de poder hacia los grupos subalternos,
característico de la época medieval.
En el contexto de la Ilustración surge una de las clásicas oposiciones que involucra la
cultura como sinónimo de civilización. Esta palabra aparece por primera vez en la lengua
francesa del siglo XVIII, y con ella se significaba la refinación de las costumbres. Civilización
es un término relacionado con la idea de progreso. Según esto, la civilización es un estado
de la Humanidad en el cual la ignorancia ha sido abatida y las costumbres y relaciones
sociales se hallan en su más elevada expresión. Desde entonces, arqueólogos e
investigadores, a medida que se avanzaba en los estudios y descubrimientos de los pueblos
de la antigüedad les denominaron “civilizaciones”.
No es conveniente seguir sobre esta acepción del término porque hace tiempo ha perdido
toda vigencia entre los científicos sociales. Sólo puede utilizar la palabra "civilización" en
este sentido quien siga anclado en una racionalidad progresiva y lineal, una manera de
describir la evolución humana.
Otra variante, mucho más razonable, sería entender la "civilización" como equivalente a
"modernidad". Una modernidad que se refiere, ante todo, al progreso científico y
tecnológico, a un nivel de conocimientos que generan bienestar social y que, en la fase de
globalización cultural en la que se supone que ha entrado el mundo, tiende a convertirse en
el paradigma común para el conjunto de la humanidad.
La civilización no es un proceso terminado, es constante, e implica el perfeccionamiento
progresivo de las leyes, las formas de gobierno, el conocimiento. Como la cultura, también
es un proceso universal que incluye a todos los pueblos, incluso a los más atrasados en la
línea de la evolución social. Desde luego, los parámetros con los que se medía si una
sociedad era más civilizada o más salvaje eran los de su propia sociedad. En los albores
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del siglo XIX, ambos términos, cultura y civilización eran empleados casi de modo indistinto,
sobre todo en francés e inglés.
Si tuviéramos que analizar desde la idea de progreso el trayecto cultural argentino desde el
advenimiento de la democracia en 1983 - al observar el vaciamiento económico producido
por el Estado al entregar a empresas extranjeras YPF, autopistas, sistemas de telefonía y
transporte terrestre y aéreo por nombrar sólo algunas- la civilización en la era de la
globalización, no parece ser una opción de progreso.
Cultura y sociedad
El concepto de cultura es fundamental para las disciplinas que se encargan del estudio de
la sociedad en tanto entidades poblacionales, en especial para la antropología y la
sociología.
Dentro de una sociedad el individuo comparte la cultura. Teniendo en cuenta que sociedad
es el conjunto de individuos que interaccionan entre sí y comparten ciertos rasgos culturales
esenciales, cooperando para alcanzar metas comunes. También puede ser entendida como
un grupo de individuos que comparten una cadena de conocimientos entre varios ámbitos,
económico, político, cultural, deportivo y de entretenimiento.
La socialización es el mecanismo Socio-Cultural básico por el cual un conjunto social
asegura su continuidad. Los principales agentes de la socialización son los padres y otros
miembros de la familia, las instituciones educativas y los medios de comunicación social.
Por lo general, ellos cumplen la función de trasmitir a los niños los valores y las creencias de
su mundo socio-cultural, así como los significados otorgados en este mundo a las relaciones
interpersonales y a los objetos. Las generaciones adultas trasmiten la cultura como
patrimonio o legado, hay un doble juego ya que se selecciona lo que se trasmite y el que
recibe también selecciona según sus intereses.
Es un tema que está relacionado con la endoculturación. Todo individuo es social, es decir
se integra a la cultura y a la sociedad, tanto como la cultura lo integra a él.
Con el aporte de la antropología, la cultura incluye bienes materiales, bienes simbólicos
(ideas), instituciones (canales por donde circula el poder: escuela, familia, gobierno),
costumbres (reunirse para cenar entre gente amiga o familiares), hábitos, leyes y poder (ya
que este también es parte de la cultura).
Entonces se puede decir que toda sociedad tiene cultura, y toda cultura es puesta en
práctica, por las personas que se interrelacionan. Si toda cultura se manifiesta en
una sociedad, cabe decir que sociedad es igual a la cultura. Son las caras de una misma
moneda.
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La cultura no es algo que se tiene (como generalmente se dice), sino que es una
construcción colectiva y esa construcción es un universo de significados que son trasmitidos
a través de generaciones, instituciones o medios de comunicación. Ese universo de
significado está en constante modificación; no puede ser vista como algo apropiable.
Pierre Bourdieu ha logrado dar una visión completa e influyente en la materia. En su obra
tardía (desde principios de los 80 hasta fines de los 90, cuando murió) ha logrado dar con
las claves de la dominación a través de la cultura, centrándose en la educación. En una
sociedad posmoderna que se enfrenta a desigualdades, exclusiones y riesgos que ya no se
explican por la teoría tradicional, Bourdieu ofrece desde la sociología de la cultura elementos
que están cambiando la forma de entender lo social.
Interpreta a la sociedad moderna como una estructura de clases y una lucha entre ellas,
colocando en el centro cuestiones culturales y simbólicas. Dado que en las sociedades
"modernas" la vida social se reproduce en campos (económico, político, científico, artístico),
que funcionan con una fuerte independencia, el análisis sociológico debe estudiar la
dinámica interna de cada campo. En vez de deducir del carácter general de la lucha de
clases el sentido particular de los enfrentamientos políticos o artísticos, indagará cómo
luchan por la apropiación del capital que en cada campo genera los grupos que intervienen
en él. La sociedad, y por tanto, la confrontación entre las clases, es el resultado de la
manera en que se articulan y combinan las luchas por la legitimidad y el poder en cada uno
de ellos.
¿Qué es lo que constituye a un campo? Dos elementos: la existencia de un capital común y
la lucha por su apropiación. A lo largo de la historia, el campo científico o el artístico han
acumulado un capital (de conocimiento, habilidades, creencias, etcétera) respecto del cual
actúan dos posiciones: la de quienes detentan el capital y la de quienes aspiran a poseerlo.
Un campo existe en la medida en que alguien no logra comprender una obra (un libro de
economía, una escultura). Quienes participan en él tienen un conjunto de intereses
comunes, un lenguaje, una complicidad objetiva que subyace a todos los antagonismos; por
eso, el hecho de intervenir en la lucha contribuye a la reproducción del juego mediante la
creencia en el valor de ese juego. Sobre esa complicidad básica se construyen las
posiciones enfrentadas. Quienes dominan el capital acumulado, fundamento del poder o de
la autoridad de un campo, tienden a adoptar estrategias de conservación y ortodoxia, en
tanto los más desprovistos de capital, o recién llegados, prefieren las estrategias de
subversión, de rebeldía.
Con esta estructura funcionan los campos más autónomos, los habitualmente llamados
culturales (la ciencia, la filosofía o el arte) y también otros en apariencia muy dependientes
de la estructura socio económica general. Así lo comprobamos en el campo de la alta
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costura. Lo dominan quienes detentan el poder de constituir el valor de los objetos por su
rareza o escasez, mediante el procedimiento de la marca. Dior y Balmain han establecido
durante décadas los estilos de vida capaces de distinguir a las clases altas: sus cambios no
se produjeron por adaptaciones funcionales destinadas a adecuar los objetos a su uso, sino
por alteraciones en el carácter social de los objetos para mantener el monopolio de la última
diferencia legítima.
Por ser producción colectiva, la cultura depende de muchos factores, uno es la economía.
En las sociedades capitalistas los circuitos sociales están determinados por la condición
económica de las personas. La cúpula que tiene el capital, las fábricas, los latifundios o la
explotación de los recursos naturales deciden a través del salario las posibilidades de los
trabajadores empleados - las fábricas usan más de 100.000 químicos sintéticos tóxicos en la
fabricación de productos de consumo y los empleados, tanto hombres como mujeres
embarazadas están expuestos a ellos-. La forma en la que se relacionan los empleados, o
en la que resuelven sus necesidades de alimentación, salud, educación, etc., la escala de
valores y gustos conformará un diferente capital cultural que se complementa con aspectos
sociales, históricos y políticos, entre otros.
La noción de cultura se ha transformado aceleradamente en las últimas décadas. Desde la
cultura entendida como educación elevada, información vasta y refinamiento se ha pasado a
otro concepto que deriva de la antropología y que ha identificado a la cultura con todo lo
hecho por el hombre. A partir de la sociología (1980) se la definió como la dimensión de la
vida social que tiene que ver con la significación, es decir, el conjunto de procesos de
producción, circulación y consumo de la significación en cada sociedad.
Gilberto Giménez en el texto “Cultura e identidades” presenta un mapa general sobre la
concepción simbólica de la cultura, afirma que la cultura atraviesa por tres fases sucesivas:
la fase concreta, abstracta y simbólica. En la primera la cultura es el conjunto de costumbres
que caracterizan e identifican a un pueblo. En la segunda se desplaza a las costumbres por
modelos de comportamiento y el concepto de la cultura se restringe circunscribiéndose a los
sistemas de valores y a los modelos que son propios de las personas que pertenecen a un
mismo grupo social, es decir, la cultura se define en términos de modelos, pautas,
parámetros o esquemas de comportamiento. En la tercera, fase simbólica, la cultura se
define como estructuras de significación socialmente establecidas, y se enfoca directamente
a la interpretación de los elementos sociales que constituyen las redes de la cultura; es una
interpretación de interpretaciones.
En la concepción simbólica lo verdaderamente simbólico de las relaciones sociales son las
representaciones sociales materializadas en formas sensibles también llamadas formas
simbólicas. En consecuencia lo simbólico recubre al vasto conjunto de los procesos sociales
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de significación y comunicación que según el autor se puede desglosar en tres grandes
problemáticas:
códigos
sociales,
producción
del
sentido
y
de
interpretación,
y
reconocimiento.
La cultura tiene formas simbólicas y estructuras mentales interiorizadas, mediante las cuales
tenemos los elementos objetivados y las prácticas cotidianas de los individuos que abarcan
los rituales religiosos y artísticos. Por lo tanto, la cultura existe y opera a través de
experiencias sociales y estilos de vida de los actores en interacción. Pero las
representaciones socialmente compartidas -los esquemas cognitivos, las ideologías, las
mentalidades, las actitudes, las creencias y el stock de conocimientos propios de un grupo
determinado- son construcciones socio-cognitivas propias del pensamiento ingenuo o del
sentido común, que pueden definirse como “conjunto de informaciones, creencias, opiniones
y actitudes a propósito de un objeto determinado.” Son entonces una forma de conocimiento
socialmente elaborado y compartido, que tiene una intencionalidad práctica y contribuye a la
construcción de una realidad común a un conjunto social. Así que podemos decir que no
existe una realidad concreta ya dada, toda la realidad es sujeto de modificaciones según la
perspectiva que se adopte en su observación y una observación que se hace de algo no es
pasiva, porque permite la construcción y adición de nuevos elementos para tejer la realidad.
Existen otros aspectos que ayudan a ampliar el concepto de sociedad y el más interesante y
que ha logrado que la comunicación se desarrolle constantemente es la nueva era de la
información. Es decir, la tecnología alcanzada en los medios de producción, desde una
sociedad primitiva con simple tecnología especializada de cazadores -muy pocos artefactoshasta
una
sociedad
moderna
con
compleja
tecnología
-muchísimos
artefactos-
prácticamente en todas las especialidades. Estos estados de civilización incluirán el estilo de
vida y su nivel de calidad que, asimismo, será sencillo y de baja calidad comparativa en la
sociedad primitiva, y complejo o sofisticado con calidad comparativamente alta en la
sociedad industrial.
Es importante resaltar que la sociedad está conformada por las industrias culturales. Esto
es, la industria es un término fundamental para mejorar el proceso de formación sociocultural en cualquier territorio.
La calidad de vida comparativamente alta es controvertida, pues tiene aspectos subjetivos
en los términos de cómo es percibida por las personas.
El estado, en las sociedades civilizadas con alta tecnología, parece estar más preocupado
por el bienestar de las empresas y sus capitales que por los ciudadanos. De las cien
mayores economías del mundo, cincuenta y uno son empresas. A medida que las empresas
han crecido en tamaño también crecieron en poder. Y aunque para crecer agotan los
recursos naturales (en los últimos treinta años se ha consumido un tercio de los recursos
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naturales del planeta) toman como camino la utilización de recursos de países menos
industrializados. En Estados Unidos, una de las capitales de la electrónica barata, existe,
como en otras, el sistema de externalización de costos de producción de bienes
tecnológicos, por parte de los dueños de las empresas.
Después del 11 de septiembre de 2001, cuando la sociedad estaba en shock, el presidente
Bush sugirió salir de compras. Esto refrenda que la identidad del estadounidense es de
consumidor. El 99% de los productos tecnológicos a los seis meses son basura. Esto es un
fenómeno de la posmodernidad y del avance de la tecnología de las comunicaciones. Este
plan diseñado a partir de la segunda guerra mundial para resucitar la economía
Norteamericana, consistió en hacer de la economía el modo de vida de esa sociedad. La
necesidad fue trocada por el deseo. En este diseño, el sector empresarial, en complicidad
con las compañías publicitarias (haciendo sentir infeliz a la gente con lo que tiene) y los
medios de comunicación, puso en marcha el plan de obsolencia planificada (desde bolsas
de plástico hasta computadoras – de escritorio y portátiles-) y la obsolencia percibida (la
moda) haciendo del consumo un bien de valor social.
Analizar la cultura de los grupos sociales desde la dimensión económica es tema actual.
Este será el factor de cambio de conductas, hábitos y códigos compartidos. La necesidad de
sustentar los gastos con recursos de otros países hace que las empresas extiendan la
necesidad del consumo por todos los rincones del planeta. Es esto parte del fenómeno de la
globalización. Esta es la nueva cultura global, única y diferenciada en cada región de la
Tierra, que generará las culturas híbridas a las que se refiere García Canclini.
I.2 Transmisión de bienes culturales
Endoculturación
Es un proceso por el cual el individuo desde sus primeros años de vida va internalizando los
modelos y pautas de comportamiento de su grupo de pertenencia, de manera consciente e
inconsciente.
La endoculturación es una experiencia de aprendizaje parcialmente consciente y
parcialmente inconsciente, a través de la cual la generación de más edad invita, induce y
obliga a la generación más joven a adoptar los modos de pensar y comportarse
tradicionales.
La continuidad de los estilos de vida de una generación a otra se mantiene gracias a los
procesos de endoculturación, que se basan en el control de la generación de más edad
sobre los más jóvenes mediante el premio y el castigo.
La cultura de una sociedad tiende a ser similar en muchos aspectos de una generación a la
siguiente.
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Endoculturación es el proceso social por el que la generación más antigua transmite sus
formas de pensar, conocimientos, costumbres y reglas a la generación más joven de
manera parcialmente consciente e inconsciente.
Cada generación es “programada” no sólo para copiar la conducta de la generación anterior
sino también para premiar las conductas que se atienen a estas pautas y para castigar las
que se alejan de ella.
En la actualidad, en las sociedades industrializadas, el fenómeno de innovación y no
replicación ha alcanzado tales proporciones que ha generado un nuevo concepto: el abismo
generacional. Este abismo generacional es una limitación para la endoculturación. En el
mundo actual es evidente que la endoculturación no puede explicar una gran parte de los
estilos de vida de los grupos sociales existentes. Las pautas de generaciones anteriores no
siempre se repiten en las nuevas generaciones.
Enculturación
La socialización consiste en la interiorización de normas, valores, creencias de forma
inconsciente y acrítica. Este proceso no puede ser controlado a voluntad por la generación
de más edad, dado que, no que es fruto de la teoría y el raciocinio, sino de identificaciones
inconscientes que nos llevan a adoptar un código de valores tal que nos permita adaptarnos
al entorno en el que vivimos.
Proceso por el cual una persona adquiere los usos, creencias, tradiciones, etc., de la
sociedad en que vive.
Es un proceso que dura toda la vida y es exclusivamente humano. Constituye el aprendizaje
de instrucciones y experiencias de vida. Implica adaptación a la vida social, aprender formas
de comportamiento. Constituye un mecanismo de estabilidad cultural, y es de innegable
importancia para la formación de la personalidad del individuo.
Subculturas
El término subcultura no parte del diccionario de la Real Academia Española. La noción,
sin embargo, es muy habitual en la sociología y la antropología. El concepto se utiliza para
nombrar al grupo de personas que comparten comportamientos y creencias que son
diferentes a los de la cultura dominante de su comunidad. Se trata, pues, de un término
partitivo no peyorativo. Toda subcultura implica un sistema de normas y valores de cierta
autonomía, aunque sin desligarse de la cultura global. Podemos hablar de la subcultura
católica o gitana, de la subcultura juvenil o campesina, de la subcultura musical, ello no
significa en absoluto anormalidad, agresividad o enfrentamiento a la sociedad.
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Podría decirse que la subcultura es un grupo diferenciado dentro de una cultura. Sus
miembros pueden reunirse por diversos motivos, como la edad, la etnia, la identidad sexual,
los gustos musicales o la estética, entre otros.
Los integrantes de una subcultura suelen compartir una apariencia similar que los identifica,
como un determinado peinado o el color de la ropa (camisa blanca en los hombres
mormones, negra, para los góticos o emos, falda a media pierna en las muje-res
protestantes, ropa siglo XVII para los amish). Dentro de una subcultura se suele hablar un
dialecto particular o utilizar términos poco frecuentes en otros grupos.
La aparición de una subcultura queda establecida por la existencia de símbolos
compartidos. Esto diferencia a los simples grupos de personas que se reúnen por gustos
comunes de las subculturas, donde existe una interacción simbólica. En el mencionado caso
de la subcultura gótica, sus integrantes apelan a la ropa negra y el maquillaje blanco para
transmitir su escepticismo y su falta de esperanza respecto al desarrollo de la humanidad.
Algunas de las subculturas son simplemente grupos de adolescentes con gustos comunes,
como por ejemplo los emo. Es necesario observar que el interaccionismo simbólico es
fundamental en una subcultura.
Se conoce como tribu urbana, por último, al grupo de personas que actúa como una
subcultura dentro de una ciudad. Este término fue introducido por Pérez Tornero, Costa y
Tropea en 1996 y el sociólogo francés Michel Maffesoli (2004), identificando a los grupos de
jóvenes con características de nomadismo y sentido de pertenencia. Estos grupos juveniles
gustan de un reencuentro con la corporalidad (hedonismo, tatuajes, perforaciones) y la
vitalidad, como si fueran niños eternos. La saturación del concepto de individuo los induce
al uso frecuente de la violencia. Estudiar los comportamientos juveniles puede ser un modo
de comenzar a ver hacia dónde va el mundo ya que las transformaciones en la producción y
el acceso a la cultura generada por la industrialización y globalización se presentan con
mayor evidencia en los hábitos culturales de los jóvenes.
Contraculturas
En la segunda mitad del siglo XX, más precisamente desde la década del ’60 y con la
cultura hippie en la década del ’70 se comienza a usar el término contracultura (traducción
del utilizado en Europa “countercultrure” a aquellos grupos de jóvenes que no querían
formar parte de la máquina de la sociedad. Sus conductas atacaban a las instituciones que
defendían el sistema dominante y reproductor (la familia, la escuela, el matrimonio, los
medios). Los especialistas en estudios sociales no coincidieron a través del tiempo si
catalogar a estos grupos como contrapeso de la cultura, oposición a toda forma
convencional o conservadurismo, cuestionamientos de métodos autoritarios. Algunos
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comtemporáneos consideran que no existe contracultura sino diferentes grupos de jóvenes
con propuestas de nuevas visiones y perspectivas.
En el caso de la cultura del graffiti, concibe su expresión como parte de su propuesta cultural
e ideológica. También podemos encontrar en algunos otros grupos como los “Dark” formas
de expresión de su ideología y filosofía, así como en su música y propuesta de alternativa
social, formas de expresión de lo que los pertenecientes a este grupo llaman “contracultura”,
como el resultado de la expresión de su desacuerdo por algunas de las normatividades
morales de la sociedad.
Categorizar a los grupos sociales sólo es válido para diferenciarlos de la sociedad
dominante
y
la
cultura
hegemónica.
Estandarizarlos
no
permite
observar
sus
particularidades o propuestas innovadoras, generalizarlos sólo genera confusiones al darles
un concepto global. Considerar la convivencia de estos grupos como derivaciones de la
cultura puede abrir puertas para interpretar el concepto de culturas híbridas.
I.3 Procesos de cambio cultural
Aculturación
Proceso a través del cual un grupo humano adquiere o asimila, usualmente de forma
involuntaria, determinados valores ajenos a su tradición. Durante el siglo XIX los aborígenes
africanos, norteamericanos o australianos se vieron sometidos a un acelerado proceso de
recepción y asimilación de elementos culturales (religión, lengua, costumbres) ajenos a su
historia.
Aguirre Beltrán dedica un capítulo completo de su libro “El proceso de aculturación en
México” a la revisión de la etimología e historia del concepto y a la validez de su traducción
al castellano como aculturación. Para este autor "La voz se encuentra formada por la
partícula formativa, la preposición latina ad - que por asimilación pasa a ac en todos los
casos en que entra en composición con voces que comienzan con la consonante c - y la
forma nominal culturatio, de cultura. De haber existido el vocablo en latín habría dicho
acculturatio, como en inglés dice acculturation. La ortografía inglesa accede a la persistencia
de la doble consonante, no así la del castellano que la reduce a una. Acoger, acomodar,
acordar, acumular derivan de voces latinas -accolligere, accommodare, accordare,
accumulare- que como aculturación, sufrieron los procesos de asimilación y reducción.
Aculturación es un término compuesto por la partícula inseparble a, que indica privación o
negación. De acuerdo con ellos, la aculturación sería una falta o negación de cultura. ¿De
cuál cultura? Teniendo en cuenta los fenómenos que pretendía designar, evidentemente la
negada sería la de los menos cultos, o de los considerados erróneamente “incultos” (tal es el
caso de la ocupación de América por los europeos).
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Cabe incorporar en este apartado un concepto complementario. Creolización es la palabra
usada en estudios lingüísticos y antropológicos para denominar estas variaciones y mezclas
culturales generadas a partir de una lengua básica en relación con otros idiomas, tal como
sucede con el francés en América y el Caribe (Luisiana, Haití, Guadalupe, Martinica) y en el
océano índico (las islas Reunión y la isla Mauricio), o con el portugués en África (Guinea,
Cabo Verde), en el Caribe (Curazao) y Asia (India, Sri Lanka). Dado que estas mezclas
muestran tensiones paradigmáticas entre oralidad y escritura, sectores cultos y populares,
centro y periferia, en un continuum de diversidad, no son el resultado de la aculturación sino
el proceso en permanente cambio. La definición del término "creole" y sus diferentes
acepciones, según se use en el mundo hispano (donde equivale a criollo), en Brasil (donde
significa esclavo negro nacido en la localidad), en Sierra Leona (donde significa
descendiente de esclavos del nuevo mundo) o en Gran Bretaña, donde se refiere a
cimarrones y negros pobres. En sus diferentes acepciones, "creole" significa todo eso y
mucho más. "Supone una situación en la cual la sociedad en cuestión está atrapada en
`algún tipo de arreglo colonial' con un poder metropolitano, por un lado, y un arreglo de
plantación por el otro, y donde la sociedad es multirracial pero organizada para el beneficio
de una minoría de origen europeo". La "diversidad" viene a ser sinónimo de subalternización
-marcadora de dominios-, y lo creole es su expresión Caribe. Este melange no es lo "híbrido"
en Canclini y tampoco es lo "transculturado" de Ortiz ya que, de alguna manera, presupone
pactos sociales o algún tipo de consenso. Esto significa que la creolización no es un
producto sino un proceso; no tiene período de finalización, pero sí de recambio.
El concepto creole, como lugar de la subalternidad, tiene dos aspectos: uno está designado
por el término "aculturación" (absorción), también pensado como un proceso (fragmentado,
ambivalente, incierto de sí, sujeto a presiones y visiones cambiantes) mediante el cual
se ayuntan dos culturas por la fuerza del prestigio y el ejemplo que se deriva del
poder/prestigio; y el otro designado por el término de inter/culturación, que es un proceso
más recíproco, no es planeado ni estructurado sino osmótico y resulta de este ayuntamiento.
O sea que la inter/culturación no es un proceso voluntario. No es la transculturación, el
contrapunteo (Ortiz), sino un proceso que sucede por la fuerza y el azar, sin mediar la
voluntad ni el diseño racional. Y hasta se diría que va contra la idea de planificación, artificio
o política. El resultado viene a ser la "norma tentativa", una especie de ambiente ligado a las
formas del trabajo y las socialidades que crea.
Etnocentrismo
El etnocentrismo es la actitud o punto de vista por el que se analiza el mundo de acuerdo
con los parámetros de la cultura propia. El etnocentrismo suele implicar la creencia de que
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el grupo étnico propio es el más importante, o que algunos o todos los aspectos de la
cultura propia sean superiores a los de otras culturas. Este hecho se refleja por ejemplo en
los exónimos peyorativos que se dan a otros grupos y en los autónimos positivos que el
grupo se aplica así mismo. Dentro de esta ideología, los individuos juzgan a otros grupos en
relación a su propia cultura o grupo particular, especialmente en lo referido al lenguaje,
costumbres, comportamientos, religión, creencias. Dichas diferencias suelen ser las que
establecen la identidad cultural.
El concepto de etnocentrismo combina la creencia en que la propia cultura es superior a
otras, junto con la práctica de juzgar otras culturas con los estándares de una cultura
específica. El "etnocentrismo" puede ser entendido como un universal humano en la medida
en que puede ser ejercido por los miembros de cualquier raza, sociedad o grupo. En este
sentido, la gente o los pueblos en diferentes culturas tienden a describir las creencias, las
costumbres y los comportamientos de su propia cultura en términos estereotípicamente
positivos, mientras que las costumbres y creencias de las otras son descritas
negativamente.
En situaciones donde se presentan conflictos entre culturas, las creencias etnocéntricas de
superioridad son usualmente vinculadas a sentimientos de desconfianza y temor, así como
también se relacionan con acciones que son diseñadas para limitar el contacto con
miembros del otro grupo y para ejercer discriminación. En medio de conflictos culturales
violentos, el 'etnocentrismo es acompañado por xenofobia, discriminación, prejuicios,
separación física de los grupos y una presencia recurrente de estereotipos negativos hacia
el otro. Este concepto se relaciona así con el concepto de la dinámica del discurso y del
poder en la representación de la realidad social (Foucoault), en la medida en que
el etnocentrismo, como un orden de discurso propio de un grupo específico, “produce unos
modos permisibles de ser y pensar al tiempo que descalifica e incluso imposibilita otros”
El Etnocentrismo es una visión del mundo en el que un grupo se toma como el centro de
todo y todos los demás están pensados y sentidos a través de nuestros valores, modelos, y
nuestra definición de lo que es la existencia. En el plano intelectual, se puede considerar
como la dificultad de pensar en la diferencia, en lo afectivo, como sentimientos de sorpresa,
miedo, hostilidad, etc. Preguntarse acerca de lo que es el etnocentrismo es, por tanto,
investigar acerca de un fenómeno que mezcla elementos tanto intelectuales como
racionales, emocionales y afectivos. En el etnocentrismo, estos dos planos del espíritu
humano -sentimiento y pensamiento- van juntos componiendo un fenómeno no solo
arraigado fuertemente en la historia de las sociedades, sino también fácilmente encontrado
en el día a día de nuestras vidas.
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Así pues, se puede decir que el etnocentrismo busca entender los mecanismos, formas,
caminos y razones, así como, que tantas y que tan profundas son las distorsiones que
afectan las emociones, pensamientos, imágenes y representaciones que hacemos de la vida
de aquellos que son diferentes a nosotros. Este problema no es exclusivo de una época en
particular o de una sola sociedad. Tal vez el etnocentrismo, sea, entre los factores humanos,
uno de los de más comunes.
I.4 La diferenciación cultural de una sociedad
Multiculturalidad
El relativismo cultural es un concepto de gran importancia para llegar a comprender el
fenómeno de la multiculturalidad e interculturalidad. Si hubiera que representar a
ambos
conceptos (etnocentrismo y relativismo cultural) a lo largo de un continuo, cada uno esta-ría
situado en el extremo opuesto del mismo.
El etnocentrismo, como ya se ha dicho, lo que pretende es juzgar al resto de las culturas en
función de la propia, considerándose ésta como la cultura verdadera y de referencia para el
resto de culturas. Con esta actitud intolerante se está produciendo un desprecio hacia el resto
de culturas.
Por tanto, y como solución al etnocentrismo, surge el concepto de relativismo cultural, que hace
referencia a la atracción por las creencias, actitudes, valores, arte, etc. de las otras culturas
descubiertas y que por tanto, todos los aspectos de la misma tienen perfecto sentido dentro de
esta comunidad, incluso los aspectos desigualitarios o que atentan contra los derechos
humanos.
Quiere esto decir, que al posicionarse en este lado del continuo, se estaría aceptando todos
los aspectos que caracterizan a las diversas culturas, y todo lo que eso conlleva, como los
aspectos que atentan contra los derechos humanos y que en esta postura se da por
comprendidos dentro del marco de su comunidad. Por consiguiente, se estaría cayendo en un
respeto estático y acrítico de las diversas culturas.
Por ello, al posicionarse en una u otra postura, éstas no son adecuadas si lo que se pretende
es conseguir una educación intercultural.
Con estos movimientos se estaría cayendo en lo que se conoce como multiculturalidad. En un
sentido, porque se ignora a las distintas culturas existentes pensando que la propia cultura es
la mejor (etnocentrismo) y en otro, porque se respeta tanto las culturas distintas que se acepta
todo lo que en ella se lleva a cabo sin enjuiciar las desigualdades que ocurren dentro de estas
(relativismo cultural), con lo que tampoco se da un enriquecimiento mutuo, cayendo en la
misma dinámica de antes.
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Los procesos de globalización redujeron el papel de los contextos nacionales y locales. La
mayor parte de los textos e imágenes que a diario se reciben proceden de textos
transnacionales.
El pluralismo cultural o multiculturalismo es aquella ideología o modelo de organización
social que afirma la posibilidad de convivir armoniosamente en sociedad entre aquellos
grupos o comunidades étnicas que sean cultural, religiosa o lingüísticamente diferentes.
Valora positivamente la diversidad sociocultural y tiene como punto de partida que ningún
grupo tiene por qué perder su cultura o identidad propia.
En este modelo, la diversidad existente no desaparece sino que se mantiene, se recrea; no
desaparece ni por adquisición de la cultura dominante y abandono del original ni por el
surgimiento de una cultura integradora con los aportes de los preexistentes. La diversidad
cultural se considera algo bueno y deseable, se fomenta la práctica de tradiciones
etnoculturales, se buscan vías para que la gente se entienda e interactúe respetando las
diferencias.
Los fundamentos esenciales del pluralismo cultural o multiculturalismo se pueden sintetizar
en:
1) Aceptación de las diferencias culturales, étnicas, religiosas, lingüísticas o raciales y su
valoración positiva. La organización de la vida en sociedad se realiza sobre bases comunes
y respetando las tendencias diferentes así como las complicaciones que ello conlleva.
2) Defensa y reivindicación explícita del derecho a la diferencia, el derecho a ser distinto en
valores, creencias, adscripción étnica, etc. Se pone el acento en la diferencia como derecho,
al mismo nivel que otras situaciones, por ejemplo de sexogénero.
3) Reconocimiento general de la igualdad de derechos y deberes, elemento esencial en todo
pluralismo.
La diferencia entre multiculturalismo y multiculturalidad se encuentra en el hecho de que el
primero se refiere un modelo de sociedad. A diferencia de la multiculturalidad que tiene
sentido descriptivo, el concepto “multiculturalismo” tiene un sentido normativo. Esta
normatividad se refiere justamente a la regulación de la diversidad cultural a la que apunta la
multiculturalidad. En la descripción de la multiculturalidad como término descriptivo está
implicada la diversidad cultural. Las sociedades modernas tienen que hacer frente cada vez
más a grupos minoritarios que exigen reconocimiento de su identidad y la acomodación de
sus diferencias culturales.
Otro rasgo del carácter liberal del multiculturalismo tiene que ver con las migraciones y, en
términos liberales, con la amenaza que estas suponen a la identidad de las sociedades
metropolitanas por la llegada de masivos contingentes migratorios provenientes del
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empobrecido sur del planeta hacia Estados Unidos. Esto tiene una estrecha relación con el
fenómeno de externalización de costos de producción de bienes tecnológicos ya que este
país toma los recursos de otros países, esto es sobreexplotación. Mientras los dueños de
los recursos no tienen el dinero para explotarlos ni poseen los medios de producción,
tampoco compran demasiado (el consumo para un norteamericano es un valor que
posiciona en la escala social)…
La erosión de las economías y los recursos de los sistemas locales aseguran el suministro
continuo de personas sin opciones. En el mundo 200.000 personas se trasladan diariamente
desde los sitios que les daba sustento hacia las ciudades, habitándolas en la periferia en
condiciones de extrema precariedad, para buscar trabajo.
Ante esta situación el multiculturalismo propone que los emigrantes ejerzan con todo
derecho su propia cultura o, en el otro lado de la moneda, que se integren totalmente a la
sociedad receptora. El multiculturalismo más liberal aportaría a la segunda opción.
Transculturación
Integrarse a la sociedad receptora implicaría un segundo fenómeno, el de transculturación,
denominación con la que Fernando Ortiz Fernández enriqueció el cuerpo teórico de
la Antropología cultural al estudiar la configuración nacional cubana como resultante de
culturas, fenómeno extensible al continente pues, como dijera: “La historia americana no
puede ser comprendida sin conocer la de todas las esencias étnicas que en este continente
se han fundido y sin apreciar cuál ha sido el verdadero resultado de su recíproca
transculturación”.
“La voz ´acculturation` implica, por la preposición ad que la inicia, el concepto de que el
´inculto` ha de recibir los beneficios de ´nuestra cultura`; es él quien ha de cambiar para
convertirse en ´uno de nosotros`. No hay que esforzarse para comprender que mediante el
uso del vocablo ´acculturation` introducimos implícitamente un conjunto de conceptos
morales, normativos y valuadores, los cuales vician desde su raíz la real comprensión del
fenómeno.”
“Entendemos que el vocablo transculturación expresa mejor las diferentes fases del proceso
transitivo de una cultura a otra, porque éste no consiste solamente en adquirir una nueva y
distinta cultura, que es lo en rigor indicado por la voz inglesa acculturation, sino que el
proceso implica también necesariamente la pérdida o desarraigo de una cultura precedente,
lo que pudiera decirse una desculturación, y, además, significa la consiguiente creación de
nuevos fenómenos culturales que pudieran denominarse de neoculturación.”
Es “un término, dice, que no contiene la implicación de una cierta cultura hacia la cual tiene
que tender la otra, sino una transición entre dos culturas, ambas activas, ambas
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contribuyentes con sendos aportes, y ambas cooperantes al advenimiento de una nueva
realidad de civilización.”
También Ortiz ofrece una clave diferente, en materia de estudios socio-culturales, a la del
concepto de “hibridación”, desarrollado años después por el investigador Néstor García
Canclini, quien no le atribuye una connotación de infertilidad, no obstante reconocer la
presencia del referente genetista en el seno del cual se desarrolló el término. Pero dice
Ortiz: “…la mulatez o mestizaje no es un hibridismo insustancial, ni eclecticismo, ni
decoloración, sino simplemente un tertium quid, realidad vital y fecunda, fruto generado por
cópula de pigmentaciones y culturas, una nueva sustancia, un nuevo color, un alquitarado
producto de transculturación.” Cabe considerar el concepto de hibridación sobre todo para
el análisis de procesos posteriores y de más actores sociales en relación con los descritos
por Ortiz, así como para el estudio de otras formas de inter-influencias culturales. Como dice
García Canclini: “Si queremos ir más allá de liberar el análisis cultural de sus tropismos
fundamentalistas identitarios, debemos situar a la hibridación en otra red de conceptos: por
ejemplo, contradicción, mestizaje, sincretismo, transculturación y creolización”.
También es necesario verlo en medio de las ambivalencias de la industrialización y
masificación globalizada de los procesos simbólicos.” Más adelante añade: “Se ha
propuesto el término transculturación para designar estas mezclas. Fernando Ortiz lo
inauguró… Angel Rama desarrolló esta noción en su análisis de las redes intertextuales de
vanguardias y regionalismo en la literatura latinoamericana. Son aportes que reconocieron
en sus campos específicos lo que transita entre culturas, con lo cual superaron la
simplicidad unidireccional de la noción de aculturación.
El aumento de mezclas interculturales es percibido a veces como una tendencia a la
homogeneización, que ahora correría riesgos de volverse planetaria. Los estudios recientes
sobre efectos simbólicos de la globalización muestran más bien que ésta amplía la variedad
de ofertas culturales, complejiza las opciones y, a menudo, genera nuevas contradicciones.
No hay datos que permitan prever como consecuencia fatal de los procesos globalizadores
una hibridación uniformadora. La intensificación de intercambios y dependencias recíprocas
entre los países conduce, en cambio, a nuevos desafíos: construir procedimientos teóricometodológicos para estudiar comparativamente los sistemas lingüísticos, los procedimientos
artísticos y comunicacionales que se entremezclan, las mediaciones y los conflictos que se
acrecientan. Desde el punto de vista político, el reto es avanzar en la regulación de los
intercambios aumentados por el libre comercio y limitar la monopolización de las industrias
culturales.
Quizá
este
último
movimiento
es
el
que
presenta
más
amenazas
homogeneizadoras, debido al control de la producción editorial, musical y cinematográfica
por parte de pocas empresas: como éstas suelen permitir cierta diversidad para lograr más
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ventas en mercados diferentes, el riesgo mayor no es la homogeneización absoluta sino la
reducción de las ofertas en cada nación a lo que es internacionalmente lucrativo y el ahogo
de las manifestaciones diversas o experimentales.
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