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ANUARIO DE ESTUDIOS BOLIVARIANOS
Instituto de Investigaciones Históricas Bolivarium
Año xv, Nº 16, 2009
Depósito Legal: pp.199008DF7
ISSN: 1315-0243
El Anuario de Estudios Bolivarianos es una publicación anual del Instituto de
Investigaciones Históricas Bolivarium de la Universidad Simón Bolívar creada
en 1990 con el objetivo de publicar y difundir sistemáticamente resultados
de las investigaciones relevantes del acontecer histórico hispanoamericano,
latinoamericano y venezolano, con énfasis en la historia política, intelectual
e institucional del período que transita desde el dominio de los dos imperios
(España y Portugal) hasta la etapa de formación y consolidación de los distintos
Estados Nacionales. La revista funciona con arbitraje doble ciego. Cuenta con un
equipo editorial multidisciplinario, conformado por profesores de universidades
nacionales e internacionales y se nutre de la colaboración de articulistas nacionales
e internacionales.
La revista está indizada en CLASE, el catalogo Latindex, y la base de datos del
Handbook of Latin American Studies y forma parte del Centre de Documentation sur
l’Amérique Latine (CEDOCAL), de la Maison de la Recherche, coordinado por el
Institut Pluridisciplinaire d’Etudes sur l’Amérique Latine (IPEALT).
Acceso a texto completo de las últimas ediciones del Anuario de Estudios Bolivarianos
a través de la web: www.bolivarium.usb.ve/pub/anuario.html.
Costo por ejemplar: Bs.F 20.000.
Envío de materiales, correspondencia y canje:
Instituto de Investigaciones Históricas Bolivarium. Calle Inglesa, Ediicio de la
Biblioteca Central, Nivel Jardín, Universidad Simón Bolívar. Apartado 89000.
Caracas, venezuela. Telf.: (58 212) 9063143/3141
©Bolivarium
Universidad Simón Bolívar
Caracas, Venezuela, 2009
RIF: G20000063-5
NIT: 05265664483
Composición y diagramación: Mireya Roso de Pérez
Corrección: Gabriel Rodriguez
Diseño de carátula: Luis Arismendi
Tiraje: 350 ejemplares
Impresión: Producción impresos USB
Depósito legal: pp.199008DF7
ISSN: 1315-0243
Reservados todos los derechos
ANUARIO DE ESTUDIOS BOLIVARIANOS
Instituto de Investigaciones Históricas Bolivarium
Año xv, Nº 16, 2009
Depósito Legal: pp.199008DF7
ISSN: 1315-0243
UNIvERSIDAD SIMÓN BOLÍvAR
ENRIqUE PLANCHART
Rector
RAFAEL ESCALONA
vice-Rector Académico
WILLIAM COLMENARES
vice-Rector Administrativo
CRISTIAN PUIG
Secretario
DIvISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES
Y HUMANIDADES
LYDIA PUJOL
Director
DEPARTAMENTO DE CIENCIAS
SOCIALES
MARÍA AUxILIADORA ANDRADE
Jefe
DECANATO DE ExTENSIÓN
UNIvERSITARIA
CARLOS GRACIANO
Decano
INSTITUTO DE INvESTIGACIONES
HISTÓRICAS-BoLivArium
CAROLE LEAL CURIEL
Jefe
MARIA EUGENIA TALAvERA
Adjunto al Jefe
CONSEJO ASESOR - INSTITUTO DE
INvESTIGACIONES HISTÓRICASBoLivArium
CAROLE LEAL CURIEL
(Universidad Simón Bolívar)
JOSé M. MORALES
(Universidad Simón Bolívar)
ELENA PLAzA
(Universidad Central de venezuela)
INéS qUINTERO
(Universidad Central de venezuela)
EzIO SERRANO
(Universidad Simón Bolívar)
COMISIÓN EDITORIAL
RAMON AIzPURUA
Escuela de Historia, Universidad Central
de venezuela, venezuela.
ÁNGEL ALMARzA
Departamento de Formación General
y Ciencias Básicas. Universidad Simón
Bolívar, venezuela.
LUIS BARRÓN
División de Historia, Centro de
Investigaciones y Educación Superior en
Ciencias Sociales (CIDE), México.
LUIS RICARDO DÁvILA
Centro de Estudios Políticos y Sociales
de América Latina, Facultad de Ciencias
Jurídicas y Políticas, Universidad de los
Andes, Mérida, venezuela.
CAROLINA GUERRERO
Departamento de Ciencias Sociales.
Universidad Simón Bolívar, venezuela.
GEORGES LOMNé
Instituto Hanna Arendt. Departamento
de Áreas Culturales, Universidad de
Marne-la-vallée, Francia.
FABIO MORALES
Departamento de Filosofía. Universidad
Simón Bolívar, venezuela.
PAULETTE SILvA
Departamento de Literatura. Universidad
Simón Bolívar, venezuela.
GERARDO vIvAS
Departamento de Ciencias Sociales.
Universidad Simón Bolívar, venezuela.
ANUARIO DE ESTUDIOS
BOLIvARIANOS
CAROLE LEAL CURIEL
Coordinadora
Los árbitros de este número de la revista fueron:
RAMÓN AIzPURUA (Universidad Central de venezuela)
RICARDO CASTILLO (Universidad Católica Andrés Bello)
RODRIGO CONDE (Universidad Simón Bolívar)
MARÍA ELENA GONzÁLEz DELUCA (Universidad Central de venezuela)
CAROLINA GUERRERO (Universidad Simón Bolívar)
CAROLE LEAL CURIEL (Universidad Simón Bolívar)
MIGUEL ÁNGEL MARTÍNEz (Universidad Simón Bolívar)
vÍCTOR MIJARES (Universidad Simón Bolívar)
ELENA PLAzA (Universidad Central de venezuela)
INéS qUINTERO (Academia Nacional de la Historia)
EzIO SERRANO (Universidad Simón Bolívar)
MARÍA EUGENIA TALAvERA (Universidad Simón Bolívar)
GERARDO vIvAS (Universidad Simón Bolívar)
Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xv, número 16, 2009
CONTENIDO
CAROLE LEAL CURIEL
Presentación ....................................................................... 11
CONFERENCIA
GERMÁN CARRERA DAMAS
Sobre la abolición de la monarquía y la instalación
de la república: 1810-1830................................................. 15
ARTíCULOS
CATALINA BANkO
ESTEBAN DE GORI
FERNANDO FALCÓN
ADRIANA MIREL CLAvIJO
LOURDES R. vARGAS
El puerto de la Guaira y la actividad mercantil en la
venezuela agroexportadora (siglo xIx).......................... 39
Ausencia y mando en la crisis de la monarquía:
la metáfora del corazón. .................................................... 57
El sentido de un legado: la relación entre el
pensamiento militar de Raimondo Montecuccoli
y Simón Bolívar. .................................................................. 75
Dimensión internacional de las expediciones
de Miranda y de las invasiones inglesas al
Río de la Plata (1806-1807). .............................................. 109
Reproducción de los templos en espacios íntimos
de las viviendas. Oratorios domésticos en la
provincia de Caracas (1750-1800). ................................... 147
RESEñAS
GUILLERMO T. AvELEDO
Diccionario político y social del mundo iberoamericano: la era
de las revoluciones, 1750-1850 [iberconceptos-i], Javier
Fernández Sebastián (dir.), Madrid, Fundación
Carolina, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Sociedad Estatal de Conmemoraciones
Culturales, 2009. ................................................................ 177
7
Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xv, número 16, 2009
MIGUEL Á. MARTÍNEz M.
Diccionario político y social del siglo XiX español, Javier
Fernández Sebastián y Juan Francisco Fuentes (dirs.),
Madrid, Alianza Editorial, 2003; y Diccionario político y
social del siglo XX español, Javier Fernández Sebastián
y Juan Francisco Fuentes (dirs.), Madrid, Alianza
Editorial, 2008. .................................................................. 187
ANA JOHANA vERGARA S.
La Agenda Liberal en la Nueva Granada (1800-1850), de
Armando Martínez Garnica, Bucaramanga, Universidad Industrial de Santander, 2006. Ana ....................... 195
vÍCTOR M. MIJARES
motivos de Anteo. Patria y nación en la historia intelectual de
Cuba, de Rafael Rojas, Madrid, Editorial Colibrí,
2008. .................................................................................... 199
CANjE
NORmAS DE ARBITRAjE
NORmAS DE pUBLICACIóN
............................................................................................... 203
............................................................................................... 207
............................................................................................... 209
8
Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xv, número 16, 2009
CONTENTS
CAROLE LEAL CURIEL
Presentation ......................................................................... 11
CONFERENCE
GERMÁN CARRERA DAMAS
About the abolition of the monarchy and the
installation of the republic: 1810-1830 ........................... 15
ARTICLES
CATALINA BANkO
ESTEBAN DE GORI
FERNANDO FALCÓN
ADRIANA MIREL CLAvIJO
LOURDES R. vARGAS
The port of La Guaira in venezuela agroexport
(xIx century). ....................................................................... 39
Absence and command in the monarchy crisis:
the metaphor of the heart. ................................................ 57
The meaning of a legacy: The relationship between
the military thought of Raimondo Montecuccoli
and Simón Bolívar. ............................................................. 75
International dimension of Miranda’s expeditions
and the English invasions of the River Plate
(1806-1807) .......................................................................... 109
Reproduction of temples in intimates spaces of
homes. Oratory household in the province
of Caracas (1750-1800)...................................................... 147
REVIEwS
GUILLERMO T. AvELEDO
Diccionario político y social del mundo iberoamericano: la era
de las revoluciones, 1750-1850 [iberconceptos-i], Javier
Fernández Sebastián (dir.), Madrid, Fundación
Carolina, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Sociedad Estatal de Conmemoraciones
Culturales, 2009. ................................................................. 177
9
Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xv, número 16, 2009
MIGUEL Á. MARTÍNEz M
Diccionario político y social del siglo XiX español, Javier
Fernández Sebastián y Juan Francisco Fuentes (dirs.),
Madrid, Alianza Editorial, 2003; y Diccionario político
y social del siglo XX español, Javier Fernández Sebastián
y Juan Francisco Fuentes (dirs.), Madrid, Alianza
Editorial, 2008. .................................................................... 187
ANA JOHANA vERGARA S.
La Agenda Liberal en la Nueva Granada (1800-1850),
de Armando Martínez Garnica, Bucaramanga,
Universidad Industrial de Santander, 2006. ................... 195
motivos de Anteo. Patria y nación en la historia intelectual
de Cuba, de Rafael Rojas, Madrid, Editorial Colibrí,
2008. .................................................................................... 199
vÍCTOR M. MIJARES
ExCHANGE
............................................................................................... 203
ARBITRATION RULES
............................................................................................... 207
GUIDELINES FOR pUBLICATION ............................................................................................ 209
10
Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xv, número 16, 2009
pRESENTACIóN
El Anuario de Estudios Bolivarianos alcanza su número 16, continuando con su
labor ijada desde la publicación de su primer ejemplar en 1990: enriquecer el
debate historiográico, abierto y plural, a través de la difusión de las diversas
investigaciones históricas desarrolladas en el complejo ámbito de nuestra realidad
hispanoamericana. Nuestra misión nunca fue tan oportuna como ahora, con
el inicio desde el 2009 de las conmemoraciones bicentenarias de los procesos
autonomistas e independentistas hispanoamericanos. Las publicaciones que recoge
este número se encuentran comprendidas temporalmente en el análisis de estos
acontecimientos que aún sellan el devenir de nuestras jóvenes naciones.
Encontrará el lector en esta edición tres secciones: en la primera se pone
a disposición del público la conferencia titulada “Sobre la abolición de la
monarquía y la instalación de la república: 1810-1830”, la cual fue dictada por el
doctor Germán Carrera Damas, individuo de número de la Academia Nacional
de la Historia, el viernes 12 de junio de 2009 en la sede del Instituto de
Investigaciones Históricas-Bolivarium.
La segunda corresponde al cuerpo de los artículos, todos ellos sometidos al rigor
del arbitraje doble ciego, los cuales presentan diversos enfoques historiográicos
sobre venezuela e Hispanoamérica.
Bajo el título “El puerto de la Guaira y la actividad mercantil en la venezuela
agroexportadora (siglo xIx)”, la historiadora y profesora de la Universidad Central
de venezuela, Catalina Banko, estudia la dinámica comercial del Puerto de La
Guaira como punto de exportación de los principales productos de la economía
agroexportadora venezolana durante el siglo xIx. Allí aborda el desempeño de las
diversas compañías mercantiles extranjeras así como el sistema de administración
de la aduana y el proceso de modernización experimentado por el puerto en la
segunda mitad de esa centuria.
11
Presentación / Carole Leal Curiel
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 11-13
Esteban De Gori, profesor de la Universidad de Buenos Aires/Conicet,
contribuye con el texto titulado “Ausencia y mando en la crisis de la monarquía: la
metáfora del corazón”, en el cual haciendo uso de la metáfora del corazón como
categoría interpretativa, examina el debate político hispanoamericano suscitado
a partir de la crisis de la monarquía hispana de 1808. De Gori analiza cómo la
ausencia de Fernando vII generó una reinterpretación de los conceptos y lenguajes
políticos vigentes, provocando de esta forma una tensión entre el amor aún presente
hacia la igura regia y la efectiva no presencia del rey en el ejercicio del poder, lo
que le conduce a analizar las concepciones sobre el mando que poseen tanto las
tradiciones absolutistas como pactistas.
Por su parte, Fernando Falcón, Coordinador del Doctorado en Ciencias
Políticas de la Universidad Central de venezuela, examina la muy poco estudiada
relación intelectual entre el teórico militar italiano Raimondo Montecuccoli
(1609-1680) y Simón Bolívar, para lo cual expone los indicios que demuestran
la inluencia discursiva y práctica que tuvo la obra de Montecuccoli en la formación
intelectual-militar de El Libertador, con lo cual el autor despeja algunos equívocos
historiográicos.
Adriana Mirel Clavijo, profesora de historia en la Universidad de la República
de Uruguay, colabora con el texto titulado “Dimensión internacional de las
expediciones de Miranda y de las invasiones inglesas al Río de la Plata (1806-1807)”,
en el que ubica conjuntamente a las expediciones de Miranda y las invasiones
inglesas al Río de la Plata a inicios del siglo xIx bajo un escenario internacional,
sacando ambos acontecimientos de la usual interpretación local. De igual forma,
su trabajo revela la actuación de otros protagonistas como Portugal y Estados
Unidos en esta lucha de intereses y la reacción de la corona española frente a esta
intervención.
La historiadora Lourdes Rosángel vargas contribuye para este número con
el artículo “Reproducción de los templos en espacios íntimos de las viviendas:
Oratorios domésticos en la provincia de Caracas (1750-1800)”, en el que evalúa
la religiosidad de la sociedad venezolana del siglo xvIII a través de los recintos
privados de oración.
La tercera sección concierne a las reseñas. Para este número se presenta la
lectura analítica que hace el profesor Guillermo T. Aveledo, Universidad Central
de venezuela-Universidad Metropolitana, sobre la obra colectiva dirigida por
el catedrático Javier Fernández Sebastián, Diccionario político y social del mundo
12
Presentación / Carole Leal Curiel
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 11-13
iberoamericano: La era de las revoluciones, 1750-1850. iberconceptos-i, recientemente
publicada en Madrid por la Fundación Carolina, el Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales, y Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales. Asimismo
se incluye la que ofrece el profesor de la Universidad Simón Bolívar Miguel Ángel
Martínez Meucci, sobre los dos volúmenes Diccionario político y social del siglo XiX
español y Diccionario político y social del siglo XX español, ambas realizados bajo la
dirección de los catedráticos Javier Fernández Sebastián y Juan Francisco Fuentes, y
publicadas en Madrid por el sello editorial Alianza en 2003 y 2008 respectivamente.
La investigadora Ana Johana vergara, del Instituto de Investigaciones Históricas
Bolivarium de la Universidad Simón Bolívar, presenta a su vez la obra titulada La
Agenda Liberal temprana en la Nueva Granada (1800-1850), publicado en el 2006 por la
Universidad Industrial de Santander, texto en el cual la autora critica el anacronismo
de la tradición historiográica liberal colombiana. Por último, el profesor Víctor
Mijares, Universidad Simón Bolívar, analiza el aporte del libro de Rafael Rojas,
motivos de Anteo. Patria y nación en la historia intelectual de Cuba, publicado en Madrid,
en el año 2008, bajo el sello editorial Colibrí, un perspicaz estudio de historia
intelectual sobre los conceptos políticos de patria y nación en Cuba.
Se pone pues a la disposición del público un nuevo volumen cuyo contenido
aspira a contribuir en el renovado debate sobre el largo y diverso proceso
autonomista e independentista de la América hispana.
Carole Leal Curiel
Jefe
Instituto de Investigaciones
Históricas-Bolivarium
13
CoNFErENCiA
SOBRE LA ABOLICIóN DE LA mONARqUíA
y LA INSTALACIóN DE LA REpúBLICA: 1810-1830*
GERMÁN CARRERA DAMAS1
universidad Central de venezuela
El propósito de esta presentación es contribuir a la toma de conciencia de
los requerimientos metodológicos de la dialéctica de continuidad y ruptura,
en la comprensión de procesos históricos complejos y prolongados. Se
trata, por consiguiente, de un esquema. En él se combina lo conceptual con
algunas referencias documentales. éstas se corresponden con el propósito
pedagógico de inducir a la consulta documental en el proceso de enseñaza* Conferencia dictada por el profesor Germán Carrera Damas en la sede del
Instituto de Investigaciones Históricas-Bolivarium en el marco de La Tertulia
Histórica que tuvo lugar el viernes 12 de junio de 2009.
1
Doctor en Historia, Profesor Titular III (jubilado) Escuela de Historia de la
Universidad Central de venezuela, Individuo de Número de la Academia
Nacional de la Historia desde 2007, en su labor académico-docente destaca
que fue auxiliar de investigador en El Colegio de México, 1956–1958; Director
de la Escuela de Historia, 1964–1970; Cátedra Simón Bolívar, Universidad de
Cambridge, Inglaterra, 1978-1979; visiting Professor, Bacardi Eminent Scholar,
University of Florida, Center for Latin American Studies, enero de 2000–junio
de 2001. Ha sido embajador de la República de venezuela en varios países.
Con más de 40 cuarenta obras publicadas, entre las cuales destaca: Historia de la
historiografía venezolana, textos para su estudio; El culto a Bolívar, esbozo para una historia
de las ideas en venezuela; Boves, aspectos socioeconómicos de la guerra de independencia; La
crisis de la sociedad colonial venezolana; La disputa de la independencia y otras peripecias
del método crítico en historia de ayer y de hoy. De estas obras algunas han merecido
varias ediciones. Ha colaborado en más de cuarenta obras.
17
Sobre la abolición de la monarquía y la instalación de la república: 1810-1830 / Germán Carrera
Damas / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xv, número 16, 2009 / pp. 15-36
aprendizaje de la Historia contemporánea de venezuela, sacando su estudio
de la sola secuencia de testimonios y generalizaciones historiográicas, y
propiciando la comprensión crítica de éstos reiriéndolos a las fuentes
documentales.
parte I: Formulación sintética de las cuestiones a considerar.
A.- La monarquía colonial y la sociedad monárquica en la Gobernación
y Capitanía General de Venezuela.
El intento de comprensión del inicio de la crisis política que desembocó
en la disputa de la Independencia, requiere que partamos del debate
historiográico acerca de la Monarquía en Hispanoamérica, y por ende en
relación con la República de Colombia y su componente primero y primario,
la Gobernación y Capitanía General de venezuela, integrante, junto con
el virreinato de Santa Fe, de la primera etapa de esa República. Esto es
necesario para comprender que la cuestión central en la crisis de nuestra
Monarquía consistió en la necesidad de preservar la estructura de poder
interna de la sociedad colonial. La comprobación de este aserto choca con
el pensamiento histórico básico de los venezolanos, centrado en la noción
de Independencia. Lo que hace necesario explorar, siquiera sumariamente,
la conformación de ese pensamiento histórico.
No había terminado la guerra en el territorio declarado constitucionalmente
de Colombia, cuando ya la que se conformaría como la historia patria había
iniciado su comprensible y eicaz esfuerzo por justiicar la disputa de la
Independencia, haciendo de la ruptura del nexo colonial su resultado
suiciente. Para el cumplimiento de tal cometido, esa historiografía debía, de
manera correlativa, recomendar el incipiente Proyecto nacional republicano.
Para el efecto debió hacer válida, como verdad absoluta y excluyente, la
fórmula ideológico-política fundada en una igualdad, la de patria = nación =
república, que llegó a conformar una de las creencias rectoras del pensamiento
histórico.
El haber sido una la Monarquía en el seno de la porción americana
del imperio hispano; y el haber funcionado la mayor parte de la sociedad
implantada bajo el régimen monárquico, todavía a lo largo de la fase
18
Sobre la abolición de la monarquía y la instalación de la república: 1810-1830 / Germán Carrera
Damas / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xv, número 16, 2009 / pp. 15-36
primaria de la disputa de la Independencia, no eran obstáculos menores
para el éxito de la empresa ideológico-política republicana. Nada fácil era
explicar el haber sido Monarquía, haber dejado de serlo, y empeñarse en
ser República, en poco más de una década; que fue simultáneamente de
continuidad monárquica, constitucional y absoluta. Menos fácil aun era,
por consiguiente, negarle toda virtualidad a la restauración de la Monarquía,
luego de conquistada la Independencia. Se optó por la solución, difícilmente
sostenible, de pretender que las entidades sociopolíticas reunidas en la
República de Colombia se formaron y vivieron en el seno de una Monarquía
sin haber sido ellas mismas monarquías; ya fuesen colonias reales, ya fuesen
provincias nominales. El simplismo fue llevado, por los republicanos, al
extremo de cuidarse de intentar explicar lo que habían sido; o el cómo
pudieron ser colonias de una Monarquía sin haberlo sido también; si bien
tampoco pudieron pretender que fueran algo parecido a la República que
procuraban instaurar.
La errónea y prejuiciada visión historiográica, respecto de la monarquía
colonial americana, está presente en la segunda edición del Diccionario de
Historia de venezuela. Efectivamente, allí se ubica a Fernando vII bajo
el rubro “Reyes de España”, con el siguiente encabezado: “Los Reyes de
España que desde el descubrimiento de América [1492], hasta el in de
la Guerra de la Independencia en venezuela [1823], rigieron los destinos
del territorio venezolano”. Este enfoque no se debe, por supuesto, a la
comprobación de la inexistencia, en la Gobernación y Capitanía General
de Venezuela, de una formación sociopolítica que pudiese ser caliicada de
reino, con un alcance poco menos que semi autónomo, como sí la hubo
en el Perú y la Nueva España; sino al peso de un prejuicio historiográico.
También se omite la consideración de que la Monarquía estuvo jurídicamente
vigente en la República de venezuela hasta el reconocimiento de su
independencia por nuestra Corona, el 30 de marzo de 1845. Pero queda
fuera de dudas que luciría insensato desaiar el peso de ese prejuicio con
la expresión “Fernando vII, Rey de venezuela”, −si bien en el Acta de la
independencia, suscrita el 5 de julio de 1811, se consigna que...” la ley imperiosa
de la necesidad dictó a venezuela el conservarse a sí misma para ventilar
y conservar los derechos de su rey”... − Y sin embargo fue su rey, como
también lo fue de Nueva Granada y quito.
El hecho es que las historiografías patria y nacional ignoraron la condición
genuinamente monárquica colonial de las sociedades entonces colombianas.
19
Sobre la abolición de la monarquía y la instalación de la república: 1810-1830 / Germán Carrera
Damas / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xv, número 16, 2009 / pp. 15-36
Lo hicieron de manera deliberada, para mejor servir el Proyecto nacional
en su fase de formulación inicial. Pero relejaron así, también, el justiicado
rencor estimulado por la negativa de nuestra Corona a reconocer la
Independencia, y por los propósitos expresos de reconquista alentados por
Fernando vII hasta su muerte, en 1833.
El empeño de la historiografía nacional en demostrar que en las colonias
hispanoamericanas la Monarquía carecía de bases sociales, se ha valido sobre
todo de una interpretación interesada de la argumentación de Simón Bolívar
acerca de la no viabilidad de la Monarquía en los Estados recién formados.
Para ello se ha subestimado el hecho de que las formas sociopolíticas más
tenaces de la república moderna liberal, al tornarse repúblicas autocráticas,
han estado más cercanas de la Monarquía que del régimen republicano; y
también, que la instauración de la república liberal no facilitaba el ingreso,
al orden internacional, de los nuevos Estados americanos, cuyo aspecto
general contrastaba desfavorablemente con el poderío que ya asomaba en
la república liberal norteamericana, de vocación democrática.
La persistencia de la condición monárquica de la sociedad se revela
también en que no fueron pocas las diicultades, encontradas por los
legisladores de la República de Colombia, para referirse al régimen
precedente. Más que un uso acrítico de sinónimos, lo ocurrido en este
sentido sugiere imprecisión conceptual. valgan algunos ejemplos: El artículo
191 constitucional, sobre la reforma de la Constitución, contempla esta
posibilidad: “Cuando ya libre toda ó la mayor parte de aquel territorio de la
República, que hoy está bajo del poder español”. El decreto de 28 de mayo de
1821, “Para que informe el Poder Ejecutivo sobre el estado y alteraciones de
la hacienda nacional, mejoras que convengan y presupuestos de los gastos
civiles y militares”, utiliza la expresión el antiguo gobierno. A esta diicultad se
añadía la de establecer la diferencia con la época anterior de la república, como
lo hizo el Decreto legislativo de 21 de junio de 1821, al declarar vigente la
decisión de la legislatura y gobierno de Cundinamarca por la cual se asignó
fondos para construir la iglesia de zipaquirá.
En suma, el pasado-presente monárquico envolvió los trabajos
de definición, institucionalización e instauración del ordenamiento
sociopolítico republicano, entrabando y facilitando, al mismo tiempo, su
advenimiento. Esta doble función permitía transmitir contenidos que así
resultaban fácilmente accesibles a la conciencia social, a la vez que apuntaba
20
Sobre la abolición de la monarquía y la instalación de la república: 1810-1830 / Germán Carrera
Damas / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xv, número 16, 2009 / pp. 15-36
diferencias que de ser formuladas en el nuevo lenguaje sociopolítico, el
republicano, podrían resultar difícilmente comprensibles. Buen ejemplo
de esta doble función la encontramos en la correlación entre los términos
ciudadano y súbdito; y en la frecuente referencia a disposiciones administrativas
y decisiones de gobierno coloniales para transmitir el sentido y alcance de las
disposiciones republicanas equivalentes. El lenguaje republicano era algo por
construir, difundir y volver comprensible por una sociedad genuinamente
monárquica, que por mucho tiempo habría de continuar viendo en los
denominados presidentes reyes sin corona. Persistencia que da prueba
de la distancia sociopolítica que media entre la abolición declarativa de la
Monarquía y su efectiva abolición en lo sociopolítico. Al igual que previene
contra la práctica de fechar los cambios socio históricos, los cuales son
necesariamente procesos graduales, naturalmente prolongados y cargados
de contradicciones.
B.- En venezuela, la abolición declarativa de la Monarquía no fue
explícita. Se realizó mediante el Acta de la independencia y la Constitución Federal
para los Estados de venezuela, hecha por los representantes de margarita, de mérida,
de Cumaná, de Barinas, de Barcelona, de Trujillo y de Caracas, reunidos en Congreso
General, en 1811. Es decir, un Congreso de entes históricos que concurrían
en la formación de un Estado, ejerciendo una autonomía generada por la
crisis de la Corona y la consiguiente ruptura del nexo colonial. Tal abolición
fue Ratiicada mediante la denominada “Declaración de Angostura”, de 20 de
noviembre de 1818; y la Ley Fundamental de Colombia, de 17 de diciembre de
1819. En este proceso, la instauración de la Republica está asociada con la
proclamación de la Independencia; no explícitamente con la abolición de
la Monarquía. En efecto, en el Acta de la independencia se alega, en nombre
de “los españoles de ambos mundos”, y “contra la nueva dinastía que se
introdujo en España por la fuerza […] los derechos que tiene todo país
conquistado, para recuperar su estado de propiedad e independencia”; y
se señala el absurdo de una América “sujeta a un ángulo peninsular del
continente europeo.” No obstante, este glorioso y parcialmente confuso
documento, culmina con una aseveración abierta a interpretaciones: “como
tal Estado libre e independiente tiene [venezuela] un pleno poder para
darse la forma de gobierno que sea conforme a la voluntad general de sus
pueblos”. Lo que nos llevaría a recordar que Independencia y Monarquía
no son excluyentes. Igualmente lleva a observar que la nueva dinastía no se
introdujo “en España”, sino en el Imperio, y por lo mismo en su porción
21
Sobre la abolición de la monarquía y la instalación de la república: 1810-1830 / Germán Carrera
Damas / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xv, número 16, 2009 / pp. 15-36
hispanoamericana; y que fue éste el “país conquistado”, al que le asistía
el derecho de recuperar su independencia, pues, pese a la interpretación
dada por la historia patria, venezuela no podía tener una independencia que
recuperar.
A su vez, la denominada Declaración de Angostura, de 20 de noviembre de
1818; y la Ley Fundamental de Colombia, de 17 de diciembre de 1819, tuvieron
como propósito fundamental bloquear cualquier intento de reconciliación
con la Metrópoli, aún cuando ésta proclamase la monarquía constitucional
mediante la adopción de la Constitución política de la monarquía española,
promulgada en Cádiz el 19 de marzo de 1812, y restablecida el 7 de marzo
de 1820. El potencial efecto de este último acontecimiento en el seno de los
independentistas quedó recogido en una conocida carta de Simón Bolívar
al General Carlos Soublette, desde Rosario, fechada en el 19 de junio de
1820. Le informa haber recibido el 18 una carta fechada en Cartagena el
20 de mayo, con “noticias positivas de la España hasta el mes de abril”,
por las cuales se enteró de que “Fernando vII el 7 de marzo ha jurado la
constitución y las cortes, por un decreto, forzado por la voluntad del pueblo,
y a instancias del general Ballesteros [¿?]” De inmediato observa que esto
abre una posibilidad de negociación que conduzca a la Paz, beneiciosa
para ambos bandos, y en particular para los militares que procuraban no
ser enviados a América. Pero de inmediato le sale al paso a posibles efectos
adversos a la causa de la Independencia. En primer lugar sentencia que
“... jamás será degradante ofrecer [cabe subrayar el signiicado y alcance del
verbo empleado por Simón Bolívar] la paz bajo los principios consignados en
la declaratoria de la república de venezuela [se reiere a la denominada Declaración
de Angostura, de 20 de noviembre de 1818], que debe ser la base de toda
negociación [ ¿Por qué no al Acta de la independencia, suscrita el 5 de julio
de 1811 y mandada a ejecutar y publicar por el Supremo Poder Ejecutivo
el 8 del mismo mes?], primero porque así está ordenado como ley de la
República, y segundo, porque así lo prescribe la naturaleza y la salvación
de Colombia”. Pero esta advertencia no estaba dirigida solamente a los
defensores del nexo colonial, metropolitanos y criollos. Lo estaba también
a quienes, aun en el campo de los independentistas, podían sentirse atraídos
por la monarquía constitucional como forma de gobierno. Por ello, Simón
Bolívar estipula: “Si por accidente se supiese o se recibiesen noticias de
alguna negociación diplomática, que se ponga alas el correo, se ofrezcan
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premios exorbitantes para que volando me lleguen oportunamente. Deseo
que nada se haga sin mi conocimiento en esta materia”; y sentencia: “En los
negocios pacíicos como en los militares es muy importante ser veterano.”
Parece posible preguntarse sobre cuál fue, para Simón Bolívar, la deinitiva
declaración de la Independencia; a la vez que legítimo suponer que no cabía
descartar, todavía, actitudes reconciliadoras, que se correspondiesen con las
persistentes inclinaciones monárquicas, poco después perceptibles incluso
entre quienes combatían por la Independencia.
C.- La República de Colombia, (1819-1821)-1830, partió de una doble
airmación de la ruptura del nexo colonial, al declarar la Independencia
en términos absolutos; al igual que de la abolición, expresa y no menos
absoluta de la Monarquía. Así lo contempla la Ley Fundamental de la unión de
los pueblos de Colombia, promulgada el 18 de julio de 1821:
Art.. 3º: La Nación Colombiana es para siempre é irrevocablemente
libre é independiente de la monarquía española, y de cualquiera otra
potencia ó dominación extrangera. Tampoco es, ni será nunca el
patrimonio de ninguna familia ni persona.
A su vez la Constitución de la república de Colombia, promulgada el 6 de
octubre de 1821, reproduce textualmente, en su Art. 1º, esta solemne y
terminante declaración.
Pero esta determinación, radical y irme, se tomó padeciendo el régimen
republicano en construcción el asedio de una situación social caracterizada
por el profundo trastorno de la estructura de poder interna de la sociedad;
la misma que se había buscado preservar y consolidar en el inicio de la
crisis política que desembocó en la disputa de la Independencia, cuando, en
venezuela, en el Acta de la independencia, se argumentó que las malandanzas
de nuestra Corona “ha aumentado los males de la América […] dejándola
sin el amparo y garantía de las leyes.” Sobre esta perentoria necesidad sociopolítica se recogió el argumento expuesto en el Acta del Ayuntamiento de
Caracas levantada el 19 de abril de 1810, con motivo de la instalación de la
Junta Suprema de venezuela, en la que se alega, reiriéndose a la Regencia: “la
impotencia en que ese mismo gobierno se halla de atender a la seguridad y
prosperidad de estos territorios, y de administrarles cumplida justicia en los
asuntos y causas propios de la suprema autoridad” Esto dicho “aclamando
con su acostumbrada idelidad al señor D. Fernando Séptimo”.
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La tarea a realizar por los constituyentes colombianos quedaba
planteada de una manera tan urgente como compleja: ¿Cómo demoler la
monarquía colonial originaria, restableciendo la estructura de Poder interna
de la sociedad monárquica colonial, que se buscó preservar al iniciarse la
disputa de la Independencia? ¿Cómo erigir la república moderna liberal sin
agravar el desquiciamiento de la estructura de Poder interna de la sociedad,
−empujada ésta a dejar de ser monárquica para aprender a ser republicana−;
desquiciamiento que era considerado como eventualmente propiciador de
intentos de restauración del nexo colonial?
Tales preocupaciones no sólo rigieron la institucionalización de la
República de Colombia, moderna y liberal, sino que desde los inicios de su
conformación normaron sus políticas de Estado. Esto quedó claramente
expreso en la legislación represiva contra quienes se opusiesen al régimen de
Independencia y Libertad. Pero no rigieron menos la política exterior, con
sus tres hechos mayores: la anexión de quito a la República de Colombia,
la invasión del virreinato del Perú por los ejércitos de Colombia, y su
desmembramiento mediante la fundación de la República Bolívar. Todo en
correspondencia con la declaración bolivariana: “porque así lo prescribe
la naturaleza y la salvación de Colombia”. Llevado este celo hasta la
instauración de la dictadura comisoria, por Simón Bolívar, en los términos
del Maniiesto Justiicativo de la dictadura, de 27 de agosto de 1828. A lo largo
de este proceso estuvo presente el temor, bien fundado, de que la posible
acentuación del trastorno de la estructura de poder interna de la sociedad
pudiese propiciar algún intento, tanto interno como externo, de restablecer
el poder colonial, añorado de manera creciente por los pueblos agobiados
por la guerra y las ineludibles consecuencias delictivas que acarrearía la Paz,
como representativo del orden social.
D.- La República liberal autocrática de venezuela, resultante del
desmantelamiento de la República de Colombia, moderna y liberal,
constituye un elocuente caso sociopolítico de continuidad y ruptura. Para
la comprensión de lo ocurrido con el vasto y eicaz dispositivo estratégico
que fue, −tanto en su concepción como en sus resultados perdurables −,
la República de Colombia, debe valorarse críticamente dos cuestiones
fundamentales, −si es que logramos emanciparnos del atractivo del pleito
de personalidades, tan del gusto de las historiografías patria y nacional−. La
primera de esas cuestiones está representada por el hecho de que desde la
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restauración del Poder colonial por José Tomás Boves, en 1814, hasta la
capitulación del Brigadier José Pereira, luego del triunfo en Carabobo, el 24
de junio de 1821, de las armas de la República de Colombia comandadas
por Simón Bolívar, −según rezan el considerando y el Art. 1º del Decreto
legislativo de 20 de julio de 1821,− la sociedad caraqueña sumó su lealtad
a la Corona a la nunca rota de corianos y zulianos; alcanzando un grado
relativamente alto de recuperación social e institucional. La segunda cuestión
fue la justiicadamente alegada crisis de participación, pues tanto lo hecho
en Angostura, fundando la República de Colombia, como lo dispuesto
en la villa del Rosario de Cúcuta constituyéndola, había ocurrido sin una
representación de esa sociedad que ésta pudiese considerar válida, en
atención al nuevo cuadro de intereses y aspiraciones gestado a lo largo de
los casi siete años de Paz colonial restaurada.
A estas sólidas cuestiones se sumaba las que esa sociedad veía como
tres graves amenazas, a las que se consideraba particularmente expuesta.
La primera amenaza consistía en los efectos negativos que tendrían sobre las
aspiraciones del sector social dominante, en trance de recuperar el control
de la estructura de poder interna de la sociedad, las políticas represivas
adoptadas por los congresos de Colombia contra los no afectos a la causa
de la Independencia y la Libertad, buen número de los cuales permanecía en
territorio de los departamentos venezolanos, o había retornado a ellos bajo
el amparo del orden colonial restablecido. La segunda amenaza consistía en
las temidas repercusiones, en la estructura de Poder interna de la sociedad,
precariamente restablecida, de fundamentos liberales de la República de
Colombia, contemplados en el Art. 7º de la mencionada Ley fundamental de la
unión de los pueblos de Colombia: “El presente Congreso de Colombia formará
la constitución de la República, conforme […] á los principios liberales que
ha consagrado la sábia práctica de otras naciones.” Lo que fue traducido
en la Declaración de motivos de la Constitución como la determinación
de “establecer una forma de gobierno que les aiance [a los ciudadanos de
la naciente República] los bienes de su libertad, su seguridad, propiedad é
igualdad, cuanto es dado a una nación que comienza su carrera política”
Cabe recordar que la Constitución política de la monarquía Española, de 1812,
fue temida, por partidarios y adversarios del nexo colonial, justamente por
sus contenidos liberales, como quedó registrado en la reticencia con que
fue promulgada. La tercera amenaza parece haber estado relacionada con
la posición abolicionista de la esclavitud, madurada en el pensamiento
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sociopolítico de Simón Bolívar, parcialmente adoptada por el Congreso de
Colombia y llevada a su más radical expresión en el Proyecto de Constitución
para la República Bolívar, respecto del cual se creía que sería adoptado por
la República de Colombia llegado el momento pautado por la Constitución
de ésta para su revisión: “Art. 191: Cuando ya libre toda o la mayor parte de
aquel territorio de la República, que hoy está bajo el poder español pueda
concurrir con sus representantes á perfeccionar el ediicio de su felicidad,
y después que una práctica de diez o más años, haya descubierto todos los
inconvenientes ó ventajas de la presente constitución, se convocará por el
Congreso una gran convención de Colombia, autorizada para examinarla
ó reformarla en su totalidad.”
El conjunto de estos factores, circunstancias y temores parece haber
orientado a los dirigentes de la sociedad venezolana a reairmar su propósito
de procurar la preservación y la consolidación de lo adelantado en el
restablecimiento de la estructura de poder interna de la sociedad monárquica
colonial, subsistente en la sociedad independiente ahora en trance de hacerse
republicana. Esta operación de continuidad y ruptura cerraría el ciclo de
autonomía-independencia iniciado con la crisis política de 1810-1811.
Me atrevo a sugerir una catalogación de estos factores, advirtiendo
sobre que no cabe practicar entre ellos rigurosos deslindes, pero sí subrayar
rasgos predominantes en su condición de hechos sociales y por lo mismo
sintéticos.
parte II: Desde la República de Colombia, moderna y liberal,
hacia la República de Venezuela, liberal y autocrática.
Pese a todos los esfuerzos desplegados por la historiografía nacional,
dirigidos a fundar históricamente, legalizar políticamente, y legitimar
en lo ideológico, el Proyecto Nacional venezolano esbozado en 1811,
vinculándolo casi exclusivamente con los acontecimientos anteriores a
1821, −exceptuando la Batalla de Carabobo, pero despojando ésta de
su signiicado grancolombiano−, al ser vista la historia en función de su
dialéctica de continuidad y ruptura, la formación republicana venezolana,
constituida mediante su desprendimiento de la República de Colombia,
puede ser apreciada como una airmación-negación del tronco del cual se
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desprendió. Por ello cabe distinguir y caracterizar, en ese proceso histórico,
factores de continuidad y de ruptura. Lo intentaré atendiendo a el o los
componentes sobresalientes de los hechos, acontecimientos y valores
formativos del hecho social, y admitiendo que este deslinde tiene mucho
de convencional, pues implica desgajar el hecho social con riesgo de dañar
la captación de su esencial unidad.
A.- Factores de continuidad vigentes en la República de Colombia:
Estuvieron regidos por la necesidad de restablecer la estructura de poder
interna de la sociedad, como condición para echar las bases de la República
moderna liberal, procurar la articulación de la sociedad con el sistema
capitalista en formación, y facilitar la inserción de la República en el sistema
internacional. Habida cuenta de que éste último era la resultante de la
crisis de La monarquía universal y de las denominadas Guerras napoleónicas;
y de que se había generado en Europa un militante resurgimiento de la
Monarquía y un agresivo rechazo de la República. Nada fácil resultaba, para
los Estados nacidos de la desintegración del Imperio hispanoamericano,
inspirar conianza y motivar aceptación de las escarmentadas monarquías
confabuladas en la denominada Santa Alianza.
A.- Factores estructurales
1.- La transición, inédita en el ámbito del Imperio hispanoamericano, desde
la orgánica condición colonial originaria de la formación social, fundamental
y funcionalmente endógena, −como correspondía a sociedades producto de
procesos de implantación−, hacia la condición republicana independiente,
moderna y liberal, en los diversos órdenes, sociopolíticos, culturales y aun
espirituales.
2.- La conciencia monárquico-católica era la trama integradora de los
diversos planos y áreas de lo social, y el sustento eiciente de la conciencia
política, cristalizada en el Poder colonial. Esta modalidad de la conciencia
social había sido producto, y era su componente histórico primordial, de
las nuevas sociedades monárquicas coloniales americanas, denominadas
sociedades criollas, atendiendo a su condición formativa y a la especiicidad
de sus valores.
3.- La religión de Estado y el patronato eclesiástico constituían,
interrelacionados, los puntales del relacionamiento entre el individuo y el
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Poder público, −conformado como el Poder colonial por la integración
orgánica entre el Poder político metropolitano y el Poder social criollo,− a
la vez que el regulador universal de la vida social, mediante un régimen que
combinaba lo espiritual con la intolerancia institucionalizada y represiva.
4.- La esclavitud, vista en función de su supervivencia y destino en la
sociedad, y dada su importante signiicación socioeconómica, representaba
un punto de conluencia y confrontación en el ejercicio de los valores
sociales, religiosos y éticos de la jerarquizada y discriminatoria sociedad
colonial, a cuya persistencia se sumaban los valores político-doctrinarios
republicanos, comprometidos con el ejercicio de la Libertad y el goce de
la Igualdad.
5.- La relación de dominación con las sociedades aborígenes había
generado modos y procedimientos, decantados por siglos, sintetizados
en la conciencia criolla, que estaban ahora expuestos a las derivaciones
socioeconómicas de la concepción liberal de la sociedad, tanto en lo atinente
a la necesaria generalización de la propiedad privada como al ejercicio de
la ciudadanía.
B.- Factores institucionales
1.- La continuidad jurídica, trama ineludible del funcionamiento y el
ordenamiento del Estado y de la sociedad, está contemplada en el Art. 188
constitucional: “Se declaran en su fuerza y vigor las leyes que hasta aquí
han regido en todas las materias y puntos, que directa o indirectamente no
se opongan á esta constitución y leyes que expidiere el Congreso.”
2.- El restablecimiento jurídico y social de la propiedad, severamente
afectada por la disputa de la Independencia, incluido el mantenimiento de la
pena de coniscación de bienes aplicable ahora a los culpables de desafección
al régimen de Independencia y Libertad, se correspondía con el tercero de
los derechos constitucionales, y era fundamento de la estructuración liberal
del Poder público con una vocación capitalista moderna.
3.- El restablecimiento del trabajo como medio de control social y
factor esencial del de la estructura de poder interna de la sociedad, se
correspondía con las disposiciones coloniales para combatir la vagancia.
ésta, estimulada por el licenciamiento de los ejércitos, y considerada propicia
a la delincuencia, motivó una legislación represiva cuya aplicación colindaba
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negativamente con el ejercicio de la Libertad, y se acercaba peligrosamente
al resurgimiento del despotismo, tan detestado.
4.- La inercial estructuración republicana del Estado, es cuestión principal.
Pasar del conocimiento teórico de las instituciones republicanas, a su diseño
legislativo y su montaje estatal, signiicaba, casi en cualquier aspecto, tener
que lidiar con la realidad institucional monárquica colonial que se deseaba
reemplazar o enmendar. Fue, por consiguiente, ineludible, una evolución
que partió del rechazo programático, en bloque, del ordenamiento político
y administrativo monárquico colonial. Esta postura, necesaria en la fase
bélica primaria de la disputa de la Independencia, terminó por cederle el
paso a una valoración discriminada de ese ordenamiento. Pero la eicacia
del aparato de control social colonial no concernía, sola ni preferentemente,
a su capacidad social reguladora y represiva, sino también a lo funcional
institucional, generalmente como continuador, pero en algunos aspectos
también como innovador, como ocurrió con el régimen de Intendencia,
de estanco y monetario. De allí que en ocasiones el legislador colombiano
acudiese al expediente de tomar como modelo las instituciones monárquicas
coloniales, y lo hiciese de manera expresa. La inercia institucional y la
continuidad jurídica se confunden en la preservación, aunque disminuida,
de la institución municipal, que fuera pieza maestra en el establecimiento,
mantenimiento y preservación de la estructura de poder interna de la
sociedad colonial, como representación directa y eminente del componente
criollo del Poder colonial.
5.- La inercial organización de la Administración pública está bien
representada por la persistencia del estanco de ramas de producción y
consumo masivo. El estanco del tabaco fue el más signiicativo, pero a éste se
añadía el de la sal, el de la pólvora, etc. En los diversos ramos de la hacienda
pública se advierte la persistencia, en muchos aspectos determinante, de
la continuidad.
C.- Factores ideológicos
1.- La valoración crítica del desempeño republicano liberal, como acto
de gobierno y como funcionamiento legislativo, permite preguntarse: ¿Cuál
de los liberalismos? ¿Fueron modelos o referencias? Las posibles respuestas
abarcaban, en el seno del Imperio hispanoamericano, el liberalismo recogido
en la Constitución política de la monarquía española y el programado en las
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iniciales constituciones republicanas hispanoamericanas, portadores ambos
liberalismos de los liberalismos nutricios anglosajones.
2.- Las opciones constitucionales en oferta abarcaban las republicanas
primarias hispanoamericanas, la de los Estados Unidos de América y la
Constitución política de la monarquía Española. Todas eclipsaban la legislación
constitucional francesa, tachada por sus derivaciones antirreligiosas. Pero
todas revelaban esenciales incongruencias con el propósito de restablecer
la estructura de poder interna de la sociedad, pues se ubicaban en un arco
que tenía en un extremo el monarquismo y en el otro el republicanismo
revolucionario; el primero rechazado y el segundo considerado inadecuado
para una sociedad todavía arraigadamente colonial, sobre todo en lo cultural,
lo ideológico y lo espiritual.
3.- El peso de los “…principios establecidos…” Cuando Simón Bolívar
tuvo que explicar y justiicar el fracaso de su república fuerte, que él había
comenzado a instaurar en 1813; y la cual estaba comprometida a ser más
eicaz que la criticada por él mismo en su “Maniiesto de Cartagena”, de 15
de diciembre de 1812, compuso el denominado “Maniiesto de Carúpano”,
de 7 de setiembre de 1814. Los términos empleados no podían haber sido
más rotundos, y aun patéticos. Culminaron con el reconocimiento de que
había fracasado el imposible proyecto que consistió en “…la subversión
de principios establecidos”… Lo que llevaba a que, a diferencia de lo que
él había atribuido a la falta de sentido de la realidad demostrada por los
repúblicos de 1811, nadie pudiese ser culpado por el nuevo fracaso.
B.- Factores de ruptura perceptibles en la república de Colombia. Los factores
de ruptura estuvieron orientados, de manera simultánea y correlacionada,
en tres sentidos: abolición de la Monarquía e instauración de la República
moderna; diseño, constitución y montaje del Estado republicano liberal,
y organización de la correspondiente Administración pública. El todo,
inserto en la operación político-ideológica que he denominado demolición
selectiva de la Monarquía, en todo cuanto pudiese favorecer la instauración y
consolidación del nuevo Poder, mediante el restablecimiento de la estructura
de poder interna de la sociedad.
A.- Factores estructurales
1.- La abolición expresa de la Monarquía fue consagrada en el Art. 1º
constitucional, ya citado.
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2.- La implantación de los valores liberales: Libertad, Seguridad [en
el sentido de Estado de derecho], Propiedad e Igualdad de todos los
colombianos, está estipulada en el Art. 3º constitucional, ya citado.
3.- La articulación, en el marco de la República, entre la soberanía nacional
y la soberanía popular en la formación del Poder público, como única fuente
de legalidad y legitimidad de un Gobierno “popular representativo.”, se
halla establecida en el Art. 9º constitucional.
4.- El horror del despotismo en sus dos expresiones concomitantes: la
real y atribuida al ordenamiento sociopolítico colonial, y la practicada por
ambos contendores durante la disputa de la Independencia, recomendaba
la celosa separación de poderes consagrada en el Art. 11 constitucional: “El
poder de dar leyes corresponde al Congreso; el de hacer que se ejecuten, al
Presidente de la República; y el de aplicarlas en las causas civiles y criminales,
á los tribunales y juzgados.”
B.- Factores institucionales
1.- La subordinación de la Iglesia Cristiana católica al Poder republicano
era una de las más delicadas cuestiones por resolver, pues no concernía
a las armas sino a las almas. La solución, que suscitó tenaz y prolongada
oposición de parte de la Iglesia, consistió en la asunción por la República
moderna y liberal del Patronato real eclesiástico. Es obvio el juego de
continuidad y ruptura en esta materia: el Poder republicano, originado en
las armas, se atribuyó una potestad que se correspondía con el origen divino
reconocido al Poder real.
2.- El montaje de la educación republicana, rompiendo el casi monopolio
de la enseñaza por la Iglesia, consistió en reemplazar ese monopolio por una
concepción totalitaria republicana de la educación, expresamente dirigida
hacia la demolición de la conciencia monárquica y hacia la formación y
difusión de la conciencia republicana.
3.- La cronicidad de las modalidades de la dictadura comisoria, entendida
como recurso legislativo mediante la declaración del estado de excepción,
fue recurso necesario mientras duraron las hostilidades, o el temor de su
reanudación, pero pesó considerablemente contra el auténtico arraigo de los
principios republicanos en sociedades expuestas al despotismo militar.
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4.- El régimen legal republicano liberal de la esclavitud, al combinar
la manumisión con el propósito de extinción de la institución, dejó sin
respuesta eicaz tanto a la lucha de los esclavos por su libertad como a las
expectativas de los abolicionistas, representados por Simón Bolívar; y afectó
el derecho de propiedad, cuyo rescate era considerado una de las claves para
el restablecimiento de la estructura de poder interna de la sociedad.
5.- La abolición del tributo indígena dejó a las sociedades aborígenes
insertas en las sociedades implantadas, enmarcadas en un cuadro social,
que para ellas debió resultar desconcertante, en la que mal se avenían la
disolución de los resguardos, la generalización de la propiedad privada,
y una ciudadanía condicionada y tutelada, con la persistencia social de la
conciencia criolla, en su expresión civilizatoria y misional.
C.- Factores ideológicos
1.- La provisionalidad constitucional, como garantía contra el despotismo,
contemplada en el Art. 191 constitucional, si bien estuvo destinada a aplazar
aspectos críticos de la disputa de la Independencia, afectó de precariedad
el Estado y Gobierno republicanos y constituyó una incitación al rebrote
político-ideológico de la disputa de la Independencia .
2.- La sanción legal de la desafección al régimen de Independencia y
Libertad, si bien justiicable por las emergencias militares y las presiones
sociopolíticas, estorbaba la reconstitución de la clase dominante colonial,
necesariamente llamada a integrarse en la republicana en formación.
3.- La institucionalización del juramento de lealtad a la República
moderna liberal, siembra un sentimiento de discriminación sociopolítica
que tendía a perpetuar los rencores engendrados durante la fase inicial de
la disputa de la Independencia, y esto en momentos cuando esa disputa
recobraba sus bríos, incluso en el seno de los independentistas.
4.- La historiografía de la Independencia o Historia patria, justiicadora
de la disputa de la Independencia, ofrecía, como alimento de la conciencia
histórica republicana, una versión del reciente pasado nada propicia a
la reconciliación, al acuñar los términos patriotas y realistas; el primero
enaltecedor y el segundo estigmatizante.
5.- El “espíritu innovador”. La considerable apertura, del reducido
sector instruido de la sociedad, a las corrientes de pensamiento europeas
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y norteamericana, fortaleció un espíritu innovador que ya había dado
demostraciones propias, tanto en lo político, −los cabildos ampliados−,
como en lo militar, −la decretada Guerra a muerte−, durante la fase primaria
de la disputa de la Independencia. En sus inicios, el acceso a las nuevas ideas
sólo estuvo abierto a quienes leyesen francés o inglés, pero la divulgación
por la prensa jugó un papel importante. Muy temprano comenzó la edición
de traducciones, que abonaron el terreno para el cultivo de una aspiración
innovadora que se llegó a considerar desbordada.
parte III.- Algunas cuestiones comunes y enfoques diferentes, en
la República de Colombia y en la República liberal autocrática.
No creo que resulte forzado el limitar estas observaciones al que
podríamos considerar el período de transición entre la República de
Colombia, constituida en 1821, y la República de venezuela, que comenzó
a institucionalizarse, de manera perdurable, en el seno de esa República. Al
formularlas, me alejo de la ahistórica tendencia a hacer arrancar la verdadera
independencia de venezuela, desde la ruptura de la República de Colombia.
Pero debo subrayar que el hecho de que la República de venezuela, en su
carácter de liberal y autocrática, perdurase hasta 1945, con una postrera fase
de Dictadura liberal regionalista que arrancó de 1900, la pobló de etapas
que la hacen difícilmente reductible, como no sea a caracterizaciones muy
globales. Pero me atrevo a dejar de lado todos estos condicionamientos
porque considero que el caso histórico república de venezuela vs república de
Colombia, como expresión atávica de la disputa de la Independencia, es
asunto de nuestra historia contemporánea, y me temo que no somos la
única sociedad hispanoamericana en la que ocurre algo semejante.
A.- El fundamento de la legalidad
a.- En la república de Colombia: Representó el tránsito desde la Potestad divina,
como fuente única de la legalidad y la legitimidad del Poder público, hacia
la soberanía residente esencialmente en la Nación, y la soberanía popular
como el principio rector de la participación del pueblo en el ejercicio de la
soberanía nacional, participación que la materializa políticamente.
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b.- En la república liberal autocrática (1830-1945): Tránsito desde la soberanía
popular secuestrada, pero formalmente vigente, hacia la Dictadura liberal
regionalista, despojada de la vigencia formal de la soberanía popular en lo
concerniente, sobre todo, a los mecanismos y procedimientos concernientes
a la formación del Poder público.
B.- El fundamento de la legitimidad
a.- En la república de Colombia: Consistió en el tránsito desde acatamiento
de la voluntad divina hacia la vigencia de los principios liberales: Libertad,
Seguridad [en el sentido de Estado de derecho], Propiedad e Igualdad de
todos los colombianos, (Art. 3 constitucional), en una sociedad de hombres
libres investidos de la ciudadanía activa.
b.- En la república liberal autocrática: Se expresó en la vigencia desvirtuada
de los principios liberales y en el falseamiento de los procedimientos
sociopolíticos, situación inherente a regímenes que, por su carácter absolutista,
estuvieron más cercanos de la Monarquía que de la República.
C.- Los medios y recursos para la instauración y la perdurabilidad de los
regímenes sociopolíticos
a.- En la república de Colombia: Mediatización de los procedimientos de
formación, ejercicio y inalidad del Poder público por la vigencia restringida
de la soberanía popular, sobre todo en la formación del Poder público,
mediante el sistema electoral censatario; y como recurso para restablecer
y consolidar la estructura de poder interna de la sociedad en el trance de
ir desde la Monarquía colonial hacia la República moderna liberal. En la
estructura de Gobierno y en la Administración pública hubo que: “Meter
al Rey en la República”, en particular en lo concerniente al ejercicio del
Poder ejecutivo.
b.- En la república liberal autocrática: Permanente secuestro de la
soberanía popular, sin ampliación de la participación legal en los procesos
y procedimientos directamente atinentes a la formación del Poder público;
todo conducente al ejercicio tutelar de ese Poder.
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D.- Balance
a.- La continuidad entre la república de Colombia y la república liberal autocrática
venezolana está presente, globalmente, en la persistencia, −si bien más
programática que real−, de los valores liberales, y en la consiguiente
orientación capitalista del régimen socioeconómico.
b.- La discontinuidad entre la república de Colombia y la república liberal
autocrática venezolana está representada:
1.- Por los objetivos procurados: En la República de Colombia fueron
restablecer la estructura de poder interna de la sociedad y echar las bases
para la ediicación del Estado republicano moderno liberal. En la República
liberal autocrática venezolana: mantener secuestrada la soberanía popular,
en el marco formal institucional colombiano. Estos objetivos se hicieron
más visibles en la fase inal de la República liberal autocrática que denomino
la Dictadura liberal regionalista (1900-1945).
2.- Por los procedimientos: En el caso de la República de Colombia:
la vigencia controlada de la soberanía popular, particularmente en la
formación del Poder público. En la República liberal autocrática venezolana
lo fue la vigencia del secuestro de la soberanía popular y la ostensible y
absoluta concentración del Poder público mediante la hipertroia del Poder
ejecutivo.
NoTA: Debo terminar llamando la atención de Ustedes sobre la
circunstancia de que me he limitado a esbozar los rasgos históricos más
generales y perdurables de las realidades históricas referidas.
35
Sobre la abolición de la monarquía y la instalación de la república: 1810-1830 / Germán Carrera
Damas / Anuario de Estudios Bolivarianos /Año xv, número 16, 2009 / pp. 15-36
Textos sugeridos como apéndices
1. Acta del Ayuntamiento de Caracas, levantada con motivo de la
Instalación de la Junta Suprema de venezuela en el glorioso día 19 de
abril de 1810.
2. Acta de la Independencia.
3. Maniiesto de Carúpano, de 7 de septiembre de 1814.
4. “Declaración de Angostura”, 20 de noviembre de 1818.
5. “Ley Fundamental de Colombia”, de 17 de diciembre de 1819.
6. Carta de Simón Bolívar a Carlos Soublette, de 19 de junio de 1820.
7. “Ley Fundamental de la unión de los pueblos de Colombia”, de 18 de
julio de 1821.
8. Decreto legislativo de 20 de julio de 1821, Sobre gracias y honores a
los vencedores en la batalla de Carabobo.
9. “Constitución de la República de Colombia”, Declaración inicial y
Títulos I y II.
10. “Maniiesto justiicativo de la Dictadura”, dado por Simón Bolívar el
27 de agosto de 1828.
36
ArTiCuLoS
EL pUERTO DE LA GUAIRA y LA ACTIVIDAD
mERCANTIL EN LA VENEzUELA
AGROExpORTADORA (SIGLO xIx)
CATALINA BANkO1
universidad Central de venezuela
resumen: En el presente artículo se estudia el importante papel del puerto
de La Guaira en el contexto de la economía agroexportadora venezolana
durante el siglo xIx. Se analiza, desde una perspectiva histórica, la dinámica
comercial del puerto y el desempeño de numerosas compañías mercantiles
extranjeras. Asimismo, el artículo examina las reformas del sistema de
administración de la aduana y el proceso de modernización en materia de
infraestructura portuaria en la segunda mitad de la centuria.
Palabras clave: La Guaira, comercio exterior, siglo
exportadora, casas comerciales.
xIx,
economía agro-
The port of La Guaira in Venezuela agroexport (xIx century)
Summary: The present article examines the important role of the port of
La Guaira in the venezuelan agricultural export of the economy during the
1
Historiadora. Profesora de la Escuela de Economía de la Universidad Central
de venezuela, y en los Postgrados de Teoría y Política Económica y de Historia
de América Contemporánea de la misma universidad. Obras publicadas: El
capital comercial en La Guaira y Caracas 1821-1848 (1990); Las luchas federalistas en
venezuela (1996), régimen medinista e intervencionismo económico (2001), Política, crédito
e institutos inancieros en Venezuela 1830-1940 (2006) y manuel Antonio matos (2007)
Correo: [email protected]. Recepción: 28/ 04/2009. Aprobación:
04/06/2009.
39
El puerto de la Guaira y la actividad mercantil en la venezuela agroexportadora... / Catalina Banko
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 39-56
nineteenth century. We analyze, from a historical perspective, the dynamics
of the commercial port and the performance of many foreign trade
companies. Also, the article examines the reforms of the administration of
the ofice and the process of modernization in terms of port infrastructure
in the second half of the century.
Key words: La Guaira, foreign trade, xIx century, agricultural export economy,
commercial.
Introducción
La economía agroexportadora se fue consolidando progresivamente en
territorio venezolano a lo largo del siglo xvIII. El fomento de algunos
cultivos, como el cacao, tabaco, añil y tardíamente el café, se tradujo en la
expansión del intercambio con la Metrópoli y, a ines de la centuria, también
con Saint Thomas, colonia danesa en el Caribe, y los Estados Unidos, gracias
a los permisos otorgados para comerciar con países amigos y neutrales. El
monopolio detentado por la Compañía Guipuzcoana (1728-1785) había
estimulado la inmigración de numerosos vascos que se radicaron en La
Guaira, Caracas y Puerto Cabello, principalmente, donde se encontraba
asentado también un nutrido grupo de comerciantes de origen canario.
La Guaira, Puerto Cabello, Maracaibo, Angostura, Carúpano, Cumaná,
Barcelona y La vela de Coro eran los puertos habilitados para recibir
navíos provenientes de ultramar. Correspondía a La Guaira la posición
más destacada por su proximidad con Caracas, el centro urbano con mayor
concentración poblacional y que, desde 1777, era la capital de la Capitanía
General de venezuela.
Al instaurarse el libre comercio, tras el triunfo de la causa republicana,
las relaciones económicas con el exterior adquirieron creciente dinamismo
y comenzaron a arribar barcos de las más diversas procedencias, por lo que
en el futuro sería necesario emprender transformaciones para adaptar la
infraestructura portuaria a las exigencias de un intenso tráico y a las nuevas
características de los navíos con mayor tonelaje.
En el presente artículo nos proponemos estudiar el papel del puerto de La
Guaira durante el siglo xIx en el contexto de la economía agroexportadora
venezolana. Desde una perspectiva histórica se analizará la dinámica
40
El puerto de la Guaira y la actividad mercantil en la venezuela agroexportadora... / Catalina Banko
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 39-56
comercial del puerto, su papel en el cuadro del comercio exterior nacional
y el desempeño de las numerosas y sólidas irmas mercantiles radicadas en
el puerto, además de indagar en las reformas del sistema de administración
de la aduana y el proceso de modernización de su infraestructura y vías de
comunicación2.
La Guaira y diicultades para llegar a “buen puerto”
En los primeros años del siglo xvI, la región insular venezolana disfrutó
de un breve período de auge con la explotación perlífera que se realizaba
en los alrededores de la pequeña isla de Cubagua. Simultáneamente se fue
explorando la costa occidental, donde se fundó en 1535 un puerto en el
Cabo de La vela, en las proximidades de la actual ciudad de Coro. Durante
el siglo xvI, fueron establecidos varios puertos estratégicamente ubicados a
lo largo de las costas del Caribe. La Guaira fue declarada desde 1580 como
el sitio donde se podía recibir las mercancías destinadas a Caracas. En 1589
se publicó las ordenanzas que reglamentaban el uso del puerto y, desde
inales del siglo, se comenzó a instalar piezas de artillería y fortines para la
defensa de la plaza, así como también muros para su protección3.
El puerto de La Guaira se caracterizaba por ser una incómoda rada que,
debido a los inclementes vientos y corrientes marinas, no prestaba abrigo
a los barcos, con las consiguientes diicultades para la carga y descarga de
mercancías y el traslado de los pasajeros. En realidad, su localización en
un sitio de tales condiciones obedeció a la consideración de su proximidad
a Caracas, ya que el movimiento poblador se estaba desplazando desde el
2
3
El presente trabajo forma parte del proyecto de investigación “Los puertos y la
coniguración del tejido empresarial en las ciudades atlánticas (siglos xIx y xx)”,
auspiciado por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y el Ministerio
de Educación y Ciencia de España y el Consejo de Desarrollo Cientíico y
Humanístico de la Universidad Central de venezuela..
Manuel PéREz vILA, y Graziano GASPARINI, La Guaira. orígenes históricos–
morfología urbana, Caracas, Ministerio de Información y Turismo, 1981, pp.
61-76.
41
El puerto de la Guaira y la actividad mercantil en la venezuela agroexportadora... / Catalina Banko
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 39-56
interior hacia la costa en busca de una salida marítima cercana4. Entre La
Guaira y Caracas se levanta una intrincada barrera montañosa atravesada
en tiempos coloniales por sinuosos caminos de recuas, a partir de 1845
por un camino carretero y por un ferrocarril desde 1883.
Algunas mejoras en la infraestructura fueron introducidas a lo largo
del siglo xvIII, aunque los muelles debían ser constantemente reparados
porque no resistían el fuerte oleaje que, además, impedía que los navíos
se aproximaran a la costa. A diferencia de Puerto Cabello, que poseía
una apacible ensenada en la que podían fondear los barcos sin sobresalto
alguno, La Guaira ofrecía constantes inconvenientes para los arribos y las
partidas de los barcos.
A ines de aquel siglo, la población de La Guaira alcanzaba apenas
a 8.000 habitantes, en los que estaban incluidos 800 integrantes de la
guarnición militar que atendían las fortiicaciones y baterías de defensa. Los
buques debían fondear a cierta distancia de la playa, en lugares cuyo lecho
de arena blanca permitía que el ancla se hundiera con mayor facilidad. A
pesar de tales trastornos, a través de sus muelles se movilizaba signiicativos
volúmenes de cacao, tabaco y añil. Entre 1793 y 1797, ese puerto concentró
el 94.3% de las exportaciones de la Capitanía General de venezuela. La
distribución porcentual de los artículos exportados era la siguiente: el cacao
representaba el 62.2%, el añil: 20.9%, el tabaco: 10.3%, el algodón: 2.8% y
el café: 1.6%5. La isonomía de La Guaira en aquel entonces es descrita por
Pedro Cunill Grau: “A inales del período colonial el aspecto del paisaje de
La Guaira es abigarrado. El espacio de su poblamiento se organiza a partir
del puerto donde se efectúa la carga y descarga por canoas, caracterizada
por el desorden de las faenas. Luego se entra a la ciudad por la puerta de
las fortiicaciones, diseñándose en torno de la Calle Real el imponente
4
5
Miguel María LISBOA, relación de un viaje a venezuela, Nueva Granada y Ecuador,
Caracas, Ediciones de la Presidencia de la República, 1954, p. 44. El hecho
de que la fundación de La Guaira fuera el resultado de un movimiento de
población que se desplazó desde el interior hacia la costa, llamó la atención de
Miguel María Lisboa, diplomático brasileño que visitó venezuela a mediados
del siglo xIx.
Manuel NUNES DÍAS, El real Consulado de Caracas (1793-1810), Caracas, Academia
Nacional de la Historia, 1984, p. 460.
42
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ediicio de la Aduana, numerosos almacenes de depósito de mercaderías
y casas de dos pisos de comerciantes y agentes”6.
Diicultades del comercio en tiempos de guerra
Los acontecimientos del 19 de abril de 1810 intensiicaron las relaciones
comerciales con algunos países extranjeros, de manera especial con
Dinamarca y los Estados Unidos. En ese mismo año se estableció en La
Guaira un agente comercial de los Estados Unidos, Robert k. Lowry,
quien “pidió a su gobierno el envío de un barco de guerra para patrullar
las costas, con vistas a la protección del comercio de las incursiones de
piratas y corsarios”7. Manuel Lucena Salmoral reiere la presencia de una
casa de comercio inglesa, Watson Maclean y Compañía, con sede central en
Glasgow, una agencia en Gibraltar y otra en Malta desde donde se distribuía
los frutos venezolanos hacia los puertos del Mediterráneo oriental8.
Tras el estallido de las hostilidades con el bando realista, el comercio
exterior comenzó a experimentar diicultades, situación que se agravó con
los devastadores efectos del terremoto de 1812. Cientos fueron los muertos9
y desaparecidos en La Guaira, mientras la mayoría de las viviendas y negocios
quedaron destruidos, aunque los muelles y las casas de la Aduana lograron
sobrevivir a la catástrofe. De tal magnitud fueron las consecuencias del
desastre natural, que se pensó incluso en trasladar el puerto, pero el proyecto
quedó detenido por “la resistencia de los inversionistas locales”10.
6
7
8
9
10
Pedro CUNILL GRAU, Geografía del poblamiento venezolano en el siglo XiX, Caracas,
Ediciones de la Presidencia de la República, 1987, tomo I, p. 486.
Elías PINO ITURRIETA, “Antecedentes generales y esbozo del comercio inglés
en Angostura (1817-1820)”, en Anuario de Estudios Latinoamericano, México,
UNAM, 1968, 1, pp. 133-134.
Manuel LUCENA SALMORAL, “Características del comercio entre La Guaira y
España durante la Revolución Caraqueña 1808-1812”, en El comercio del Caribe
con España a comienzos del siglo XiX, Caracas, Universidad de Alcalá de Henares
y Universidad de Murcia, 1983, pp. 32-38.
Rogelio ALTEz, El desastre de 1812 en venezuela, Caracas, Fundación Polar, 2006,
p. 379.
Pedro CUNILL GRAU, op.cit., p. 487.
43
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Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 39-56
Al igual que gran parte del territorio nacional, La Guaira fue escenario
de las luchas por la independencia. Bloqueos y desembarcos de tropas
constituyeron eventos frecuentes a lo largo de la cruenta y prolongada
guerra11. Sobre el impacto de la contienda en el movimiento comercial,
Yoston Ferrigni sostiene que, de acuerdo con el resultado de sus
investigaciones, es necesario diferenciar dos etapas: la primera se extiende
de 1810 a 1814, y la segunda desde 1815 a 1821. En la primera fase se
padeció una profunda recesión debido a los constantes trastornos políticos y a la virulencia de la guerra. Al respecto, el autor señala que la zona
norte de la provincia de Caracas fue “escenario de una sangrienta lucha,
que desorganizó la actividad agrícola, produjo una desarticulación entre los
puertos y los centros de producción y redujo el intercambio con España”12.
En ese período se registró en La Guaira la presencia de buen número de
barcos ingleses, estadounidenses, holandeses y daneses, muchos de ellos
provenientes de Saint Thomas. Durante la segunda etapa, entre 1815 y 1821,
el comercio experimentó un notable crecimiento en comparación con los
años anteriores, en la medida en que la región central permaneció durante
varios años bajo la dominación realista, a lo que se sumó la recuperación
económica de España tras la expulsión de los ejércitos napoleónicos13.
Las casas comerciales extranjeras en La Guaira
El panorama cambió sustancialmente a partir de 1821 con el triunfo de
la causa republicana en el centro del país. Tras el derrumbe del sistema
colonial y la desaparición de las restricciones para el intercambio, se
abrieron nuevos horizontes para el comercio exterior que se estructuró
en torno a un nutrido grupo de compañías integradas por alemanes,
ingleses, franceses, norteamericanos, italianos, holandeses y daneses. La
Guaira y Caracas pasaron a ser los principales focos de atracción para los
negociantes procedentes del exterior. Una tendencia similar se manifestó en
Puerto Cabello, Maracaibo, Carúpano, Cumaná y Coro, aunque el número
11
12
13
Mercedes ÁLvAREz, Comercio y comerciantes y sus proyecciones en la independencia
venezolana, Caracas, Tipografía vargas, 1963.
Yoston FERRIGNI vARELA, La crisis del régimen económico colonial en venezuela 17701830, Caracas, Banco Central de venezuela, 1999, tomo II, p. 119.
ibidem, pp. 116-122.
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de inmigrantes era menor. Las casas de comercio, localizadas en puntos
estratégicos, se especializaron en la exportación agrícola a la vez que se
encargaban de la introducción de mercancías.
La primera ley relativa al régimen aduanero fue promulgada el 14 de
octubre de 1830, tras la separación de venezuela de la república de Colombia.
En la misma se precisó que los puertos habilitados de la República para el
comercio con el exterior eran Angostura, Pampatar, Juan Griego, Carúpano,
Cumaná, Barcelona, La Guaira, Puerto Cabello, La vela de Coro y Maracaibo.
Esta normativa fue modiicada pocos años más tarde al dictarse la Ley del 12
de mayo de 1834, que restringía la autorización para el tráico internacional
a los siguientes puertos: La Guaira, Puerto Cabello, Maracaibo, Angostura,
Carúpano, Cumaná, Barcelona y La vela de Coro14.
A partir de 1830 se registró un notable incremento de la demanda
mundial de materias primas, lo que incentivó la expansión de los espacios
agrícolas. Gracias al estímulo de los buenos precios alcanzados por el café,
este producto pasó a ocupar desde 1830 el primer lugar en el cuadro de
las exportaciones, mientras que el cacao perdió su tradicional predominio,
a pesar de las ventajas comparativas con que contaba este género de
producción por su elevada calidad y reducida competencia en el mercado
internacional.
Por entonces, La Guaira era todavía el principal puerto de venezuela.
Prueba de ello es que en 1831-1832 pasó por sus muelles el 47% de las
exportaciones y el 61% de las importaciones del país, datos que por sí solos
explican las motivaciones de la atracción ejercida por esta plaza mercantil
que brindaba excelentes oportunidades para iniciar fructíferos negocios. En
La Guaira se recibía los productos provenientes de las haciendas cercanas
del litoral central, de las costas de Barlovento, de los valles de Aragua, valles
del Tuy, Guarenas y Guatire.
En el transcurso de los años veinte y treinta, numerosas casas de
origen extranjero instalaron en La Guaira la sede de sus compañías, cuyos
intereses eran atendidos en Caracas generalmente por otras irmas que se
desempeñaban como sus agentes. Entre los más destacados comerciantes
de La Guaira citamos a John Boulton, Samuel D. Forsyth, Georg Blohm,
14
Leyes y Decretos de venezuela 1830-1840, Caracas, Academia de Ciencias
Económicas, 1982, tomo 1, pp. 86 y 172.
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El puerto de la Guaira y la actividad mercantil en la venezuela agroexportadora... / Catalina Banko
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 39-56
Heinrich Bauch, J. E. Becker, H. Eduard Eggers, Otto Harrassowitz,
Fernando H. Ruete, Christian D. Strohm, F. x. Fleury, Mateo Pascal,
Arístides Moreau y Willhelmund Delclisur15. La tendencia a ubicar la oicina
central de las casas comerciales en Caracas se hizo frecuente recién después
de la construcción de la carretera que unía esta ciudad con La Guaira en
1845 y, más aún, tras la instalación del servicio telegráico en 1855, todo
lo cual naturalmente incidió en la agilidad y rapidez de los traslados y
comunicaciones, herramientas fundamentales para el comercio.
El grupo más poderoso estaba integrado por importadores-exportadores
en su mayoría provenientes del exterior. En estrecha vinculación con aquellas
compañías, pertenecientes al denominado “alto comercio”, se encontraban
los intermediarios que llevaban a cabo ventas de tipo mayorista en el
ramo de mercancías y se desempeñaban además como “consignatarios de
frutos”, encargados de comprar los productos a los agricultores para su
posterior despacho a las plazas exportadoras. Muchas de estas empresas se
dedicaban también a proporcionar anticipos y préstamos a los propietarios
de haciendas, ante la ausencia de instituciones de crédito especializadas en
el ramo. Asimismo, esas sociedades actuaban como receptoras de depósitos
de dinero y efectuaban operaciones de cambio de moneda extranjera.
Durante la década de los treinta, gran parte del comercio de La Guaira se
realizaba a través de las islas de Saint Thomas, Curazao y Trinidad, colonia
danesa, holandesa e inglesa, respectivamente. Estas plazas mercantiles de las
Antillas cumplían el rol de intermediarias con las naciones europeas. Esta
situación perduró hasta mediados de los años cuarenta cuando se empezó
a imponer el tráico directo gracias a la navegación de vapor. Aparte de
los mercados insulares del Caribe, los puertos con los que se mantenían
estrechas relaciones comerciales eran: Liverpool, Hamburgo, Filadelia,
Nueva York y Burdeos.
Las operaciones de importación eran efectuadas según el siguiente
proceso: los barcos llegaban a La Guaira con cargamentos destinados a
determinada compañía que residía en el puerto y era responsable de la
respectiva contratación. A su vez, las mercancías consignadas a nombre
15
En relación con la información detallada sobre las irmas comerciales se puede
consultar: Catalina Banko, op. cit., pp. 350-356.
46
El puerto de la Guaira y la actividad mercantil en la venezuela agroexportadora... / Catalina Banko
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de comerciantes de La Guaira y Caracas eran distribuidas a través de una
extensa red de agentes y mayoristas16.
En lo concerniente a la producción agrícola destinada a la exportación,
los “consignatarios de frutos” o los agentes de las casas de La Guaira solían
otorgar “avances” de dinero a los hacendados. Los consignatarios o los
agentes se encargaban de recibir los frutos que luego eran despachados
al puerto, almacenados por los exportadores y embarcados en los navíos
que estaban consignados a nombre de estos últimos con dirección a los
puertos estipulados en las contrataciones.
A mediados de los años cuarenta, varios capitalistas de origen británico
abandonaron el país, posiblemente debido a los obstáculos interpuestos
a las exportaciones de ciertos productos hacia Inglaterra, según consta
en un documento irmado por un grupo de negociantes de ese origen en
el que se manifestaban quejas porque el café venezolano debía pagar
derechos superiores al café producido en las colonias británicas17. Tras el
alejamiento de los ingleses, las casas alemanas fueron adquiriendo mayor
preponderancia. Otro factor decisivo para el ascenso de los germanos
radicaba en su capacidad de adaptación a las transformaciones del comercio
internacional, en el tránsito del tráico indirecto a través de Saint Thomas a
las relaciones directas con Europa. Por otra parte, los alemanes absorbieron
gran parte del incremento de las importaciones inglesas, provenientes en
elevado porcentaje de Liverpool, y casi la totalidad de las procedentes de
Hamburgo y Bremen. Entre los alemanes sobresalían los nombres de Georg
Blohm, J. E. Becker, Fernando Ruete, Eduardo Röhl, Carlos Engelke, Otto
Harassowitz y Federico Eisenblatt18.
16
17
18
ibidem, pp. 347-348.
“Café de venezuela”, El Liberal, Caracas, nº 209, 28.04.1840. El documento
señalado estaba firmado por un buen número de firmas, entre las que
destacamos: Powles & Co., M. Pearce & Co., Mocatta Hnos. y W.H.S. Syers.
En otro documento, J. D. Powles se opuso a la aplicación de sanciones contra
venezuela de parte de Inglaterra por mantener el régimen de esclavitud, sistema
que sería “extinguido totalmente durante la presente generación”. Se señalaba
además que en los Estados Unidos y Brasil, se continuaba utilizando mano de
obra esclava para la producción de algodón, que era recibido sin diicultadas
en Inglaterra: “Representación del Presidente de la Sociedad Suramericana y
mejicana” en El Liberal, Caracas, nº 263, 30.03.1841.
ibidem, pp. 351-352.
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Entre los años treinta y cuarenta, se observa el ascenso de varias casas
nacionales de antigua data que pasaron a tener un rol sobresaliente en el
comercio exterior: Esteban Escobar, Lorenzo Marturet y los hermanos
Gonell. Algunos de los franceses que alcanzaron un lugar destacado eran
los siguientes: F. x. Fleury, Emilio Reynaud y Arístides Moreau. En el
ramo de consignación de frutos se encontraban reconocidas compañías
localizadas en Caracas, como las pertenecientes a las familias Azpúrua,
Espino y Mosquera19. La irma más antigua del país había sido instalada
en Caracas en 1783 por Marcos y José ventura Santana, oriundos de las
Islas Canarias. Se trata de una próspera casa cuyas operaciones perduraron
hasta mediados del siglo xx20.
Dos comerciantes extranjeros merecen una consideración especial por
su signiicación económica a lo largo del siglo xIx e incluso durante la
siguiente centuria. Se trata de John Boulton, de origen británico, y Georg
Blohm, procedente de Lübeck. El primero se estableció en La Guaira desde
1826, siendo el fundador de una de las sociedades de mayor relieve del país.
Georg Blohm, después de trabajar en Saint Thomas con C. F. Overmann,
se asoció en 1829 con el comerciante veronés Juan Bautista Dalla Costa en
Angostura y, a partir de 1835, constituyó en La Guaira una compañía que
habrá de descollar por la magnitud de sus operaciones21. Ambas empresas
prosperaron con rapidez y extendieron sus negocios a Puerto Cabello y
Maracaibo, además de instalar sucursales en otras ciudades del interior.
Los comerciantes importadores y exportadores eran agentes fundamentales de la “comunidad portuaria” de La Guaira22. Rápidamente se
19
20
21
22
ibidem, pp. 361-365 y 396-398.
Santiago DE LEÓN, “La Casa Santana Hermanos” en Artes, Caracas, nº 8-11,
1954.
Rolf WALTER, Los alemanes en venezuela. Desde Colón hasta Guzmán Blanco, Caracas,
Asociación Cultural Humboldt, 1985, pp. 171-180. Para obtener información
adicional sobre Georg Blohm puede consultarse: Walter DUPOUY, “Notas”, en
Sir robert Ker Porter’s Caracas Diary 1825-1842, Caracas, Editorial Arte, 1966,
p. 817.
Miguel SUÁREz BOSA, Llave de la fortuna. instituciones y organización del trabajo
en el puerto de Las Palmas, Las Palmas, Caja Rural de Canarias, 2003, p. 19. El
autor se reiere al concepto de “comunidad portuaria” en el que incluye a
48
El puerto de la Guaira y la actividad mercantil en la venezuela agroexportadora... / Catalina Banko
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 39-56
plasmaron nexos de solidaridad entre los integrantes del gremio mercantil
quienes, con frecuencia, elevaban documentos a las autoridades, algunas
veces en unión con los comerciantes de Caracas, con la inalidad de solicitar
la aprobación de ciertas leyes a favor de los negocios mercantiles, o para
presentar reclamaciones ante la adopción de medidas contrarias a sus
intereses23. Las labores de las casas comerciales se complementaba con
los servicios prestados por los agentes de las líneas navieras, las compañías
de seguros y las empresas encargadas del transporte de carga.
Por su parte, los estibadores del puerto estaban agrupados en la denominada Caleta de La Guaira, que podría ser calificada como una
de las primeras formas de organización laboral, aunque incipiente, en
venezuela. Estos trabajadores cumplían tareas vinculadas con la carga,
descarga, almacenamiento y traslado de mercancías, labores que por su
propia naturaleza ocupaban a numerosos jornaleros que eran empleados
de acuerdo con los requerimientos del movimiento de los muelles. En
1846 se produjo un grave incidente en el puerto que generó una violenta
protesta de la “caleta insolente”, así caliicada por Juan Vicente González.
Los caleteros reaccionaron en defensa de un marinero español que había
huido de un barco norteamericano, donde habría sido sometido a duros
castigos y humillaciones, de acuerdo con sus propias declaraciones. Para
impedir la entrega del marinero al capitán del barco, tal como lo había
decidido el Jefe Civil de La Guaira, se alzaron los peones. Se decía que era
una insurrección instigada por los líderes del Partido Liberal opositor al
gobierno24. Lo cierto es que este suceso revela la temprana movilización
de los trabajadores portuarios en un país donde apenas estaba asomando
el empleo asalariado, en coexistencia con el sistema de esclavitud que se
hallaba en plena declinación y próximo a su extinción, hecho que ocurrió
en 1854.
23
24
“las autoridades portuarias, consignatarios, agentes de aduanas, armadores,
corporaciones de prácticos, estibadores, transitarios, empresas de remolque
y amarre, administraciones públicas y empresas dedicadas a la prestación de
servicios auxiliares”.
Catalina BANkO, op. cit., pp. 356-357.
“Porvenir”, Diario de la Tarde, Caracas, 14.08.1846. “Derrota de la autoridad
pública”, El Liberal, Caracas, 11.07.1846.
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La administración del puerto se encontraba bajo la responsabilidad de
los funcionarios de la aduana, en representación del Ministerio de Hacienda,
y bajo la custodia del personal del Resguardo militar. La Aduana era la
encargada de controlar las operaciones de importación y exportación, y la
recaudación de aranceles. Una detallada legislación regulaba las características
de los buques, tripulaciones, uso de banderas, la habilitación de puertos para
la importación y exportación y para las operaciones de cabotaje. A pesar de
que la aduana de La Guaira concentraba el mayor movimiento comercial
del país, contaba con un reducido plantel de funcionarios de Hacienda, al
frente de los cuales se encontraba un administrador, acompañado de algunos
“interventores” y un encargado de veriicar el peso de los cargamentos.
Esta estructura muy simple, con alrededor de once empleados en 1834,
se mantuvo relativamente estable hasta la década de los setenta cuando
gracias al aumento de los recursos y a la creciente complejidad de las
labores aduaneras, sobre todo a nivel de las importaciones, fue menester
incorporar nuevos cargos especializados: cajero, liquidador, tenedor de
libros, intérprete, jefe de cabotaje, copistas de planillas y expedientes y
un oicial de estadística. Aparte, estaban los miembros del Resguardo,
encabezados por un comandante que disponía del apoyo de un número
variable de cabos y celadores25.
El comercio de La Guaira en las últimas décadas del siglo xIx
La ampliación del consumo mundial de café impulsó, desde mediados del
siglo xIx, la extensión de los cultivos hacia las laderas y valles de la Cordillera
de la Costa y, sobre todo, hacia la región andina. De este modo comenzó a
manifestarse claramente la disminución del peso relativo de La Guaira. En
1854-1855, este puerto movilizaba el 46% de las importaciones y solamente
el 35% de las exportaciones26, mientras que Puerto Cabello y Maracaibo
25
26
Leyes y Decretos de venezuela 1830-1840, p. 203 y Leyes y Decretos de venezuela
1870-1873, p. 841.
Rafael CARTAY, Historia económica de venezuela 1830-1900, valencia, vadell Hnos.,
1988. El autor realiza un exhaustivo análisis de las tendencias del comercio
exterior en venezuela.
50
El puerto de la Guaira y la actividad mercantil en la venezuela agroexportadora... / Catalina Banko
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 39-56
acrecentaron su participación en el comercio exterior con la expansión de
las siembras de café27.
El comercio exterior venezolano adquirió mayor dinamismo en el
transcurso de las últimas décadas del siglo. En esta etapa se incrementó la
demanda en el marco de las profundas transformaciones de la economía
mundial, expresadas en la formación de grandes consorcios industriales y
bancarios y el establecimiento de una extensa red mercantil y inanciera.
En ese contexto, durante el prolongado período de predominio de Antonio
Guzmán Blanco (1870-1888) se dio irmes pasos hacia el aianzamiento de
las bases económicas mediante la reorganización de las inanzas públicas y
el fomento de las inversiones extranjeras y del progreso material.
Por entonces, el poder económico de las más reconocidas casas
comerciales, de manera especial las situadas en La Guaira y Caracas, que
descansaba en el control del intercambio exterior y en el suministro de
créditos, se extendió a la cooperación con la gestión económica del Estado, a
través de contratos de obras públicas con el gobierno, además de promover
la constitución de entidades bancarias que servían a la administración
pública. Asimismo, se desempeñaban como agentes de los inversores
extranjeros en empresas mineras, navieras y de seguros. Estrechas eran las
relaciones de algunos comerciantes con las esferas del poder político. Un
buen ejemplo es el caso del alemán Carlos Engelke, naturalizado venezolano,
quien por su amistad con el presidente Juan Crisóstomo Falcón recibió la
propuesta de ocupar la cartera de Hacienda, designación que no aceptó por
considerar que debido a su origen extranjero podría herir la susceptibilidad de algunos políticos locales28. En cambio, sí accedió al nombramiento
de Administrador de la Aduana de La Guaira, cargo que revestía una
extraordinaria importancia en la época29.
27
28
29
Germán CARDOzO GALUé, maracaibo y su región histórica. El circuito agroexportador
1830-1860, Maracaibo, Universidad del zulia, 1991. En relación con las
actividades de Puerto Cabello puede consultarse: Yolanda PACHECO, Comercio
y casas comerciales en Puerto Cabello, Caracas, tesis doctoral presentada en la
Universidad Católica Andrés Bello, 2003.
“Ministerio de Hacienda” en El Federalista, Caracas, 9.11.1863.
“Administración de Aduana”, en Tomás Enrique CARRILLO BATALLA, Historia
de las Finanzas Públicas en venezuela, Caracas, Banco Central de venezuela, 1974,
p. 456.
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El puerto de la Guaira y la actividad mercantil en la venezuela agroexportadora... / Catalina Banko
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 39-56
Las alianzas del sector mercantil con el Estado se fortalecieron a partir de
1870, cuando Antonio Guzmán Blanco incorporó a las más sólidas irmas
de La Guaira y Caracas a la Compañía de Crédito, la cual estaba encargada
de recaudar los ingresos aduaneros, pagar las órdenes del presupuesto y
dar anticipos al gobierno. La actuación de ese poderoso grupo otorgaba
solidez y solvencia al instituto, que demostró su eiciente desempeño a
través de la puntual atención de las obligaciones iscales30 extranjeras que
recibieron preferente consideración, especialmente las relacionadas con
ferrocarriles, explotación aurífera, asfalto, alumbrado de gas, telégrafo y
cable submarino.
Entre los años setenta y ochenta, Puerto Cabello ocupaba la primera
posición en las exportaciones venezolanas, gracias a la expansión de la
frontera agrícola en su dilatado hinterland que se extendía hasta los llanos y
las tierras larenses. A inales de la centuria, Maracaibo habrá de convertirse
en el principal puerto exportador del café procedente de la región andina
venezolana y del departamento Santander de la vecina Colombia. Maracaibo,
centro nodal de un complejo y extenso circuito agroexportador, pasó a
ser en este contexto la “primera ciudad del occidente y segunda de
venezuela”31. En 1884-1885, las exportaciones de La Guaira representaban
el 26%, proporción que disminuyó al 24% en 1893-1894. En los mismos
años, Maracaibo aumentó su participación del 28 al 30%.
proceso de modernización del transporte e infraestructura
portuaria
Aunque separadas por una barrera montañosa, La Guaira y Caracas
formaban parte de un eje económico en el que ambas localidades mantenían
una estrecha interrelación funcional. Hasta los años treinta solamente dos
antiguos caminos de recuas unían ambas localidades. En 1837 se celebró
30
31
María Elena GONzÁLEz DELUCA, Negocios y política en tiempos de Guzmán Blanco,
Caracas, Universidad Central de venezuela, 2001, pp. 83-86. La autora estudia
de manera detallada la conformación de la Compañía de Crédito (1870) y de
otras negociaciones que expresan la estrecha alianza entre Guzmán Blanco y
el sector mercantil.
Germán CARDOzO GALUé, op.cit., p. 254.
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El puerto de la Guaira y la actividad mercantil en la venezuela agroexportadora... / Catalina Banko
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 39-56
un contrato para la construcción de un camino carretero que fue concluido
en 1845, con lo que ya era posible trasladar las mercancías y los pasajeros
con mayor rapidez y menor costo. Surgió así un nuevo tipo de empresas
especializadas en el transporte carretero que facilitaban la comunicación
del puerto con el valle de Caracas.
Por la misma época se encargó a Thomas Walter, reconocido ingeniero
norteamericano, la construcción de un tajamar para ofrecer abrigo a los
barcos que llegaban a La Guaira, trabajos que fueron terminados en 1846.
Pero en el mismo año un fuerte mar de leva dañó el tajamar, mientras la
arena fue cegando parte del muelle. En los años siguientes, la costosa obra
quedó inutilizada y el puerto continuó funcionando con todas las diicultades
de antaño, a pesar del gran número de embarcaciones, de diversos tamaños
y banderas, que allí fondeaban32.
Para agilizar el transporte entre Caracas y el puerto, varios fueron
los proyectos de construcción de vías férreas. En 1851 se introdujo una
propuesta para construir un ferrocarril pero el plan no tuvo acogida,
evidenciando que todavía no estaban dadas las condiciones para la atracción
de inversiones en ese campo. Tampoco cristalizó otro proyecto, introducido
en 1854, para crear una red ferroviaria que partiría de La Guaira para pasar
por Caracas, los valles de Aragua, valencia y continuar luego hasta Puerto
Cabello que, por entonces, ostentaba un creciente movimiento mercantil.
Al promediar el siglo se hizo cada vez más notorio el interés por enlazar
los puertos con otros centros urbanos del interior con el propósito de
ensanchar el ámbito de los circuitos regionales. Desde 1854, la Compañía
del Paquete de vapor cubría el trayecto entre La Guaira y Puerto Cabello,
las dos plazas de mayor relevancia del país.
Un avance fundamental para agilizar las comunicaciones comerciales
fue la instalación del telégrafo. En 1855 se suscribió un contrato entre el
ciudadano español Manuel de Montúfar y Francisco Aranda, secretario de
Interior, Justicia y Relaciones Exteriores para el establecimiento de una
“línea de comunicación electro-magnética” entre Caracas y La Guaira.
De esta manera se inauguró el servicio telegráico en Venezuela, que
con posterioridad se extenderá a Puerto Cabello, valencia y La victoria,
32
Haydée CASTILLO DE LÓPEz, La nacionalización del puerto de La Guaira, Los Teques,
Fondo Editorial ALEM, 1998, pp. 24-30.
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haciendo posible la rápida comunicación entre sitios relativamente distantes
entre sí.
El progreso en materia de transporte marchó con suma lentitud. Fue
en octubre de 1880 cuando el gobierno logró suscribir un contrato con el
norteamericano William Pile para la construcción del ferrocarril entre La
Guaira y Caracas. En la empresa encargada de la ejecución de la obra también
participaron los comerciantes de ambas localidades como accionistas y
proveedores de materiales. Los trabajos quedaron concluidos en el año
1883 y la inauguración del ferrocarril formó parte de las celebraciones
del centenario del natalicio de Simón Bolívar33. María Elena González
Deluca subraya que se trató de una verdadera “hazaña tecnológica” por
haber sido realizada en el lapso de dos años con un recorrido de algo más
de 33 kilómetros “a través de quince puentes y viaductos, ocho túneles
y numerosos terraplenes”34. Comenzó así a funcionar este importante
ferrocarril, lo que habría de redundar en amplios beneicios para las casas
comerciales establecidas en la zona. Es menester resaltar que la carga
transportada por el ferrocarril desde el puerto hacia Caracas era cuatro
veces mayor que el del trayecto hacia la costa, dado el elevado volumen de
importaciones que se dirigía a la capital de la República35.
En cuanto a la transformación de la infraestructura portuaria de La
Guaira, después de varias décadas de abandono, se encargó en 1874 un
proyecto de modernización al ingeniero Daniel Dibles, pero estos trabajos
no incluyeron la construcción de un nuevo tajamar para cortar el fuerte
oleaje que batía el puerto36. Por ello, se resolvió entablar negociaciones
con otros inversores hasta que en 1885 se suscribió un contrato con una
irma inglesa que obtuvo el derecho exclusivo para la construcción y
conservación de un puerto en la rada de La Guaira y su explotación por 99
años, bajo la denominación de The La Guaira Harbour Corporation, mejor
conocida como la Corporación del Puerto. De este contrato se derivaron
diversos contratiempos ya que, al igual que las concesiones de ferrocarriles,
33
34
35
36
ibidem, pp. 222-228.
ibidem, p. 232.
ibidem, p. 240.
Eduardo ARCILA FARÍAS, Centenario del ministerio de obras Pública, Caracas,
Ministerio de Obras Públicas, 1974, p. 328.
54
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contenía en sus cláusulas la garantía de hasta el 7% del rendimiento anual
de lainversión, lo que entrañaba pesadas obligaciones para el futuro37.
La compañía se comprometió a construir un tajamar, mejorar y ampliar
el número de muelles, almacenes de depósito y líneas férreas para conducir
carga y pasajeros entre la aduana y los muelles. Asimismo, debía atender
el embarque, desembarque, almacenaje y acarreo de las mercancías de
importación y exportación y de cabotaje. La sociedad estaba autorizada
para contratar el servicio de las canoas que exigían las tareas de embarque y
desembarque. Después de diversos conlictos con las autoridades, se logró
la construcción de un rompeolas de concreto, de 625 metros de largo y 45
pies de profundidad, además de varios muelles de hierro, un faro, líneas
férreas y almacenes38. Como el gobierno no consideró satisfactorias las obras
realizadas, se inició un largo litigio con la corporación. En 1894, la compañía renunció a la garantía del 7% y redujo a la mitad el monto que el gobierno
debía pagar por servicios del puerto para sus propias importaciones39. Sin
embargo, las querellas no cesaron en las décadas siguientes, por lo que en el
año 1936 se decretó la nacionalización del puerto de La Guaira que quedó
así nuevamente bajo la administración del gobierno nacional.
Conclusiones
A mediados del siglo xIx perduraban todavía en venezuela múltiples factores
adversos, tales como: la falta de articulación entre las regiones y la precariedad
de las vías de comunicación, al tiempo que la escasez de medios para el
inanciamiento de la agricultura y la supervivencia de métodos tradicionales
de producción diicultaban la expansión de las exportaciones. Cambios
signiicativos se operaron recién a partir de los años setenta en el marco
de un proyecto que propiciaba la uniicación nacional y la modernización
37
38
39
Haydée CASTILLO DE LÓPEz, op.cit., pp. 31-40.
zulay M. ROJO, El puerto de La Guaira. una inversión extranjera 1885-1937, Mérida,
Archivo Arquidiocesano de Mérida, 2000, pp. 26-27. A raíz de las obras del
tajamar se suceden conlictos con la Caleta desde 1889, que prosiguen hasta
la segunda década del siglo xx en plena dictadura gomecista
ibidem, pp. 44-45.
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Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 39-56
económica, aun cuando durante varias décadas habrá de subsistir muchas
de las rémoras del pasado.
En el cuadro de una economía sustentada en la exportación de productos
agrícolas, los puertos eran los centros neurálgicos para la vinculación con el
exterior y el intercambio hacia el interior de los espacios regionales, donde se
estructuró complejas redes, tanto para la distribución de mercancías como
para el acopio de productos agrícolas. Hasta mediados del siglo xIx, La
Guaira era el puerto de mayor importancia del país por su elevada capacidad
importadora y por movilizar casi el 50 por ciento de las exportaciones. En
ese puerto se inició las actividades de algunas de las irmas mercantiles más
reconocidas que, posteriormente, habrán de extender sus negocios hacia
otros circuitos regionales.
Hacia mediados del siglo xIx, La Guaira comenzó a perder su tradicional
preponderancia en el contexto de un notable incremento de la demanda
mundial que estimuló la expansión de los espacios agrícolas destinados
al café que sería exportado a través de Puerto Cabello y Maracaibo. No
ocurrió lo mismo con las importaciones, dado que la mayor concentración demográfica estaba localizada en Caracas y zonas aledañas. El
incremento de la demanda de artículos importados estaba asociado con
las nuevas necesidades que se desprendían del proceso de modernización
en ciertas áreas urbanas y la construcción de obras públicas, a lo que se
sumaba el mayor dinamismo que adquirió la economía con la inversión de
capitales foráneos.
En la medida en que se agilizó las comunicaciones entre Caracas y La
Guaira, tras la inauguración de la carretera y la instalación del servicio
de telegrafía, las casas de comercio, que inicialmente se habían asentado
en La Guaira, trasladaron sus sedes a Caracas, que se convirtió así en el
centro de las transacciones comerciales y inancieras, así como también de
las actividades relacionadas con obras públicas e inversiones extranjeras.
Mientras Puerto Cabello y Maracaibo se desarrollaban como sólidas plazas
exportadoras, La Guaira continuó conservando su rol de principal puerto
receptor de las importaciones. Signiicativos signos de progreso material
fueron evidentes con la construcción del ferrocarril que unía Caracas con
La Guaira, así como también con la modernización de la infraestructura
portuaria que se llevó a cabo a inales de la centuria.
56
AUSENCIA y mANDO EN LA CRISIS
DE LA mONARqUíA: LA mETáFORA DEL CORAzóN
ESTEBAN DE GORI1
universidad de Buenos Aires/CoNiCET
resumen: Este trabajo consiste en analizar e interpretar la utilización de la
metáfora del corazón en el debate político hispanoamericano a partir de la
crisis de la monarquía hispana de 1808. La vacancia del Rey Fernando vII
provoca, por un lado, una redeinición de los conceptos y lenguajes políticos
y, por otro lado, una tensión entre la ausencia y el amor que persiste a la
igura regia. Esta tensión que puede ser repensada e interpretada a través
de la metáfora del corazón, devela las concepciones acerca del mando
que poseen tanto las tradiciones absolutistas como pactistas. En la lucha
política entre funcionarios coloniales y partidarios del autogobierno, dicha
metáfora es resigniicada e instituida como un objeto de disputa para
suscitar el amor a las normativas y autoridades de los nuevos ensayos de
poder autonómico.
1
Licenciado en Sociología y Doctor en Ciencias Sociales (Universidad de
Buenos Aires). Docente de Filosofía y Teoría Social Latinoamericana (UBA). Ha
publicado diversos artículos de los cuales destaca: “Constitucionalismo entre los
fuegos de la historia del virreinato del Río de la Plata. Aproximación a la obra
de victorian de villana”, en Diaporías. Revista de Filosoia y Ciencias Sociales, Año
3 nº 7, Buenos Aires, 2005. ESTEBAN DE GORI – MARINA GUTIéRREz DE ANGELIS
(UBA-CONICET, Argentina). “Lenguajes e iconografías de desmesura y amor por
Fernando vII en los avatares de la crisis dinástica”, Universidad de Sevilla,
Revista Temas Americanistas, nº 22, año 2009. Correo electrónico: edegori@
mail.fsoc.uba.ar. Recepción: 20/08/2009. Aprobación: 30/09/2009.
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Ausencia y mando en la crisis de la monarquía: la metáfora del corazón /Esteban De Gori
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 57-73
Palabras clave: crisis monárquica, metáfora del corazón, ausencia regia,
mando, autonomía.
Absence and command in the monarchy crisis: the metaphor of the heart
Abstract: This work is to analyze and interpret the use of the metaphor
of the heart in Hispanic political debate from the crisis in the Hispanic
monarchy in 1808. The vacancy of King Fernando VII causes irst a
redeinition of the concepts and political languages and, moreover, a tension
between absence and the love that persists to the royal igure. This tension
can be reconsidered and interpreted through the metaphor of the heart,
reveals the ideas about the command they have the absolutist traditions as
the pactism traditions. In the political ight between colonial oficials and
supporters of this metaphor is self resigniied and instituted as a object
of dispute to attract the love of laws and authorities of further testing of
autonomous authority.
Key words: monarchical crisis, metaphor of the heart, absense regia, command,
autonomy.
mansedumbre, y fortaleza
/ De cordero y de león
Yacen en su corazón.
El gobierno sobre los hombres y el propio ejercicio del mando suponen
–entre otras cosas– apelaciones a ciertos principios, simbologías o realidades
que intentan dotar de legitimidad a dicho poder político. Y desde este
punto de vista, las iguras del dominio –el soberano, el primus inter pares o el
imperator– están vinculadas con un ejercicio del poder donde la ausencia o la
presencia del que manda se tornan un problema político. Lo que planteamos
es que la ausencia o la presencia del Soberano implicarán en la Monarquía
Hispánica fórmulas políticas diferentes, tratamientos diferenciados y
simbologías diversas.
En Hispanoamérica, como ya se ha observado, el Rey era al mismo
tiempo un rey distante y ausente y su deber en esos territorios era hacerse
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Ausencia y mando en la crisis de la monarquía: la metáfora del corazón /Esteban De Gori
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 57-73
presente como cuerpo político y como cuerpo artístico ya que no podía hacerlo
como cuerpo natural.
En la tradición antigua, indica Ernst kantorowicz, todo rey posee dos
cuerpos: un cuerpo político y un cuerpo natural. “El cuerpo político no
solamente es ‘más amplio y extenso’ que el cuerpo natural, sino que en él
residen fuerzas realmente misteriosas que actúan sobre el cuerpo natural
mitigando, e incluso eliminando, todas las imperfecciones de la frágil
naturaleza humana”.2 Pero además, podríamos plantear que el rey hispano
no sólo carga con estos dos cuerpos sino que lo hace con tres. Y su tercer
cuerpo es su cuerpo leonino, el cuerpo artístico del poder mismo. víctor
Mínguez plantea, que “gracias a las connotaciones simbólicas que evoca su
igura, el león pudo expresar, no la identidad de una persona o linaje, sino
un concepto más complejo, el poder de una monarquía.”3 Por lo tanto, el
Rey Hispano se presenta como cuerpo eterno inscripto en la continuidad de
los tiempos, como cuerpo terrenal que lucha con el paso del tiempo y sus
enfermedades y como cuerpo engendrador del poder. Allí, existe una fuerza
propia que engendra poder y el león es la representación alegórica misma del
mando monárquico. Ese cuerpo trinario es la representación de todos los
cuerpos del reino, ya que como plantea Claude Lefort, éstos “se ordenan en
el seno de un gran cuerpo imaginario, cuya réplica es ofrecida por el cuerpo
del rey, el que garantiza su integridad.”4 Siguiendo con su representación
alegórico-artística, Saavedra Fajardo, a mediados del siglo xvII, explicaba
que “un león que vigila valiente por la noche…” es la “imagen del Rey que
vela el sueño de sus súbditos...”, por lo tanto, “un rey dormido en nada
se diferencia de los demás hombres”5 Esa representación del ejercicio del
mando también es una capacidad bestial de cuidar y otorgar seguridad a
sus súbditos. El monarca es el padre severo que vela por sus vasallos. Es
la imagen de la expectancia de un Estado que ya no duerme, porque en sus
entrañas se han inmiscuido las sensibilidades más astutas y sublimes de
2
3
4
5
Ernst kANTAROWICz, Los cuerpos del rey, Madrid, Alianza, 1986, p. 49.
víctor MÍNGUEz, “LEO FORTIS, REx FORTIS. El león y la monarquía hispánica”,
en El imperio Sublevado. monarquía y Naciones en España e Hispanoamérica, Madrid,
Consejo Superior de Investigaciones Cientíicas, 2004, p. 36.
Claude LEFORT, La invención democrática, Buenos Aires, Nueva visión, 1990,
p. 76.
víctor MÍNGUEz, op. cit., p. 37.
59
Ausencia y mando en la crisis de la monarquía: la metáfora del corazón /Esteban De Gori
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 57-73
las bestias dejando de lado sus capacidades humanas. Así, el Estado y su
soberano están entregados a disposiciones de una subjetividad metahumana
que interviene en la historia, que suscita emociones y que exige amor y
lealtades6. Y lentamente preparará aquello que representa la composición
de una racionalidad particular que vela por sus súbditos y por el reino, eso
que se denominará como Razón de Estado, como ratio de aquello que está
expectante frente a la historia y a sus sucesos para que el orden siga en pie.
Aunque ello suponga la puesta en cuestión de ciertas normas jurídicas,
morales o políticas.
Ahora bien, estos tres cuerpos ambicionaban enhebrar una imagen
y una memoria de continuidad, intentando fundir dicha trinidad en una plena
unidad inscripta en la concepción misma de una Patria, sellando así, su
vínculo con el Pueblo y con un territorio. Como advierte John Elliot “la
patria era una entidad constituida por el rey y el pueblo unidos, con el rey
como caput communitatis.”7
A diferencia de la Península, en América, según Juan de Solórzano y
Pereira, el rey era libre, absoluto y soberano, ya que Dios “había dado a los
reyes de Castilla la posesión y el gobierno de los nuevos países descubiertos
en la otra orilla del Atlántico.”8
Como advertimos más arriba, durante los siglos del barroco, para aianzar
su autoridad, el monarca debió distanciarse de sus reinos y provincias
colocando y colocándose como cuerpo del poder en el centro mismo del
Imperio. Este desplazamiento al centro y el “colocarse por encima” de los
diversos actores lo protegía de las disputas faccionales y territoriales.
Es sabido que los reyes de España nunca pisaron América –pero aunque
ausentes y distantes– la gobernaron durante casi trescientos años. Su cuerpo
regio era dador de orden y ley. Pero, a su vez, más allá de sus vicarios en
6
7
8
Andrés FERRER DE vALDECEBRO (1568) en referencia al león expresará: “hállense
en esta iera propiedades; que hacen ajustado a un Príncipe”
John ELLIOTT, “Rey y patria en el mundo hispánico”, en El imperio Sublevado.
monarquía y Naciones en España e Hispanoamérica, Madrid, Consejo Superior de
Investigaciones Cientíicas, 2004, p. 62.
Juan SOLÓRzANO PEREIRA, Política indiana, México, Fondo de Cultura Económica,
1975, p. 35.
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Ausencia y mando en la crisis de la monarquía: la metáfora del corazón /Esteban De Gori
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 57-73
América, era un cuerpo simbólico que se extendía por todos los rincones a
través de sus retratos, pendones y otros instrumentos como las monedas.
La dimensión artística del rey y sus ritos correspondientes, no sólo
suplían su ausencia sino que tornaban a su propio cuerpo en garantía de
continuidad y estabilidad. El arte regio, a través de sus impresiones, pretendía
igurar el sendero de una continuidad in extensive, concibiendo que el arte
podía representar lo que el tiempo desenvolvía. En efecto, en un libro que
se encontraba en el frontispicio del retrato de un monarca, había un lema
que decía: la historia escribe lo que el tiempo desenvuelve. La escritura de la historia
da cuenta de los sucesos temporales y de lo que el tiempo deja mostrar. La
historia escribe sobre aquello que el tiempo ha desenvuelto. Entonces, en
relación con el cuerpo del rey nos preguntamos ¿qué cosa se desenvolvía
a través del tiempo? La historia escribía sobre aquellas virtudes y atributos
que el rey y la monarquía desenvolvían a través del tiempo. La historia y el
arte, como una forma de la escritura de la historia eran escritos sobre ese
continum del tiempo que hacía referencia a un extenso linaje. En realidad,
se escribía para otorgarle signiicado al paso y al peso de una monarquía a
través del tiempo.
El rey hispano fue aquel que, ausente en América, grabó su poder en el
corazón de los hombres y los gobernó hasta que la crisis de la monarquía,
desatada por la invasión napoleónica, inició su destierro radical en la
totalidad de sus territorios. La vacatio regis provocó la crisis y violentó el
poder y legitimidad de aquellos que decían gobernar en su nombre. virreyes
y funcionarios fueron empujados por quienes reclamaron, en un acto de
soberanía, la necesidad de constituirse en gobierno autónomo, asumiendo
la tutela de los derechos del rey. Lo hicieron en el nombre del rey Fernando
vII, pero autónomamente de los mandatos de la Junta Central y del Consejo
de Regencia. Pero, nos preguntamos ¿cómo mandar sobre hombres que
todavía en su corazón albergan las viejas preocupaciones marcadas por la
autoridad regia? Si utilizamos esta metáfora podemos decir que la vacatio
regis no fue inmediatamente vacatio cordis. La crisis de la monarquía otorga
inteligibilidad a las discusiones abiertas acerca de la constitución del orden
político y, fundamentalmente, de aquellas referidas a las condiciones del
nuevo dominio sobre hombres acostumbrados al ethos virreinal, de la
localización de la soberanía y de las fuentes de legitimidad. Según Françoisxavier Guerra: “al ser el rey la cabeza del cuerpo político, su desaparición es
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Ausencia y mando en la crisis de la monarquía: la metáfora del corazón /Esteban De Gori
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 57-73
el mal supremo, pues la acefalía condena a todo el cuerpo a la corrupción,
es decir, a la disolución política, tanto territorial, como social.”9
A partir de la invasión napoleónica, América y luego la propia Península
se encontraron sometidas al problema simbólico y político de la absentia
y praesentia de aquel sujeto que pretendía su dominio. Su ausencia radical
producida por el cautiverio disolvía el juramento de su pueblo, es decir,
aquel acto en el que jurar “era demostrar idelidad y lealtad al Rey…” a
partir de que dicha “demostración debía ser pública, y esto es lo relevante.”10
Así aparece un interrogante: si el absolutismo suponía que todo el poder
del Rey provenía de Dios ¿por qué realizar un juramento de idelidad, amor
y lealtad por parte del pueblo? A pesar de los vestigios de una tradición
pactista que habitaban el mundo político y simbólico, podemos decir que el
intento de suscitar el juramento del pueblo para fundar su lealtad al vicario
de Dios, más que airmar su poder abría la posibilidad de su cuestionamiento.
Buscaba el amor de los súbditos, porque allí estaba el último lugar donde
latía la monarquía.
Entonces, la metáfora del corazón se vuelve un campo de batallas. El corazón
suscita dos signiicados: el órgano sanguíneo y el lugar metafísico y metafórico de
las pasiones y deseos11. Y ese lugar, que a veces se confunde con el lugar
del espíritu, es el territorio donde el dominio político ambiciona grabarse,
provocando la obediencia apelando a la pasión del amor. Por ello, en la
monarquía hispana su Soberano pretendía mantener y airmar su autoridad
sin descomponer ese amor y afecto que había logrado a partir de comprender
la compleja geometría entre las pasiones recreadas por un orden político
y el ejercicio del poder mismo. A la sazón, gobernar suponía, como asunto
de todo el cuerpo político, la persecución del bien común o de la utilidad
pública y, para ello, mandar suponía intervenir de una forma particular en
9
10
11
François-xavier GUERRA, “El ocaso de la monarquía hispánica: revolución y
desintegración”, en De los imperios a las naciones. iberoamérica, México, Fondo de
Cultura Económica, 2003, p. 124.
Ivana FRASqUET, “Alteza versus Majestad: el poder de la legitimidad en el
Estado-Nación Mexicano: 1810-1824”, en El imperio sublevado. monarquía y
naciones en España e Hispanoamérica, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones
Cientíicas, 2004, p. 195.
PLINIO escribió: “El corazón ofrece en su interior, el primer domicilio del alma
y a la sangre en una cavidad sinuosa…allí reside la Inteligencia.”
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la sociedad, estableciendo que dicho mando debía recrear la adhesión a su
soberano pero, a su vez, demostrar que podía utilizar ante determinados
sucesos u obstáculos las formas coercitivas. Gobernar no sólo es desplegar
una capacidad de actuar en la sociedad sino una constante búsqueda del
amor y de la lealtad de sus vasallos para garantizar la tranquilidad y el orden
político. Para ello, será necesario conocer su corazón y el entramado de
sentimientos que allí alberga, convirtiendo también al mando, en un ejercicio
del conocimiento de aquel a quien debe exigírsele su obediencia. A su vez,
según Annick Lempérière,
…gobernar quiere decir ‘conducir’, ‘regir’ según el derecho divino
y humano, con justicia según los preceptos cristianos. La noción de
gobierno fue forjada por los Padres de la Iglesia, digamos de San
Agustín hasta Santo Tomás para sacar, en el plano político, todas las
consecuencias del pecado original y para conferir valores y normas
cristianas al ‘imperium’, a la función de mandar.12
Entonces, ejercer el gobierno es regir, es conducir y dirigir pasiones,
humores y sentimientos, pero también es saber conducirse entre ellos.
El cataclismo político desatado por la ausencia del rey a raíz de la invasión
napoleónica permite que aloren o se recuperen teorías pactistas que ante
la desaparición del Rey suponían que la soberanía retornaba al pueblo para
dotarse de una autoridad que sustituya la del rey y la de sus funcionarios. En
otro término, se planteó il ridurre ai principi, el regreso al origen del poder de
los pueblos, a aquellos que habían hecho soberano al Rey. Pero el rescate
de esas teorías pactistas también emergía con sus problemas conceptuales,
prácticos y políticos ante la situación de crisis real y concreta. ¿Cómo erigir
las autoridades? ¿Cómo dotar de legitimidad su mando? ¿Cómo suscitar
la adhesión y el amor? De alguna forma, eran aquellos problemas que el
propio absolutismo había “suspendido” con su reivindicación del rey como
generador de poder y ley.
Para los patriotas americanos, aquéllos que construyeron una identidad
vinculada con sus territorios, el problema del corazón como metáfora
simbolizará, entre otras cosas, el problema mismo que promueve la búsqueda
12
Annick LEMPéRIèRE, “Relexiones sobre la terminología política del liberalismo”,
en Construcción de la legitimidad política en méxico en el Siglo XiX, México, UAMIztapalapa, UNAM y el Colegio de México, 1999, p. 38.
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y el logro de la obediencia política. Allí, aparece el arcano donde se juega
el orden mismo, su conservación y estabilidad.
El corazón, como campo de batalla y anudamiento de sentimientos,
debía encontrarse vinculado con la patria pero también −mediatamente−
con un nuevo orden y con una nueva juridicidad.
Los partidarios del autogobierno en América debieron reconstruir la
soberanía, como dice Annino, “desde adentro, haciendo suyos viejos y
nuevos poderes territoriales de los que se habían apoderado gracias al
colapso del Imperio.”13 Y en ello, el amor a la patria y al gobierno, debieron
reconstruir un nuevo amor y tal vez, una nueva lealtad ya no a un hombre,
sino a un gobierno de leyes.
Tanto para absolutistas, como para pactistas, el corazón constituía una
metáfora signiicativa del poder político. De algún modo, esta metáfora
enlazaba amor y obediencia, dimensiones necesarias para amar a un rey o a un
gobierno sustentado en las leyes. Amar el mando rey y Amar al mando limitado por
leyes. Ambas pasiones suponían dos dominios diversos aunque comúnmente
suponían el amor como condición. El primero, un gobierno de hombres,
es decir, amor de sí y amor al y del Jefe. Donde la idelidad y la lealtad
vinculaban a los hombres con el Rey. Y el segundo, un gobierno de las leyes,
amor a la república y a las normas, donde los hombres como portadores
de derechos se vinculaban con las leyes por ser parte del origen y fundamento de éstas. Tanto el amor al mando del rey como el amor al mando de
la ley son pasiones guiadas y conducidas por la ratio del dominio político.
El ilósofo italiano Remo Bodei nos advierte: “el amor, por el contrario,
completa, pero no anula la razón, implementa la ley política y religiosa, pero
no la cancela.”14
El amor a veces pretende ser una pasión que sustituya la ausencia del
soberano sin anular el ejercicio de su mando.
Para buscar referencias acerca del dominio político y la ausencia, debemos
remitirnos a algunas iguras teológico-políticas. El primer gran ausente
13
14
Antonio ANNINO, “Soberanías en lucha”, en De los imperios a las naciones.
iberoamérica, México, Fondo de Cultura Económica, 2003, p. 167.
Remo BODEI, Geometría de las pasiones. Miedo, esperanza, felicidad: ilosofía y uso
político, México, Fondo Cultura Económica, 1995, p. 159.
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en el ejercicio concreto y antropomórico del poder, que gobernó invisiblemente
a través de sus leyes el corazón de los hombres, fue Dios. Lo hizo desde
su trono, desde sus Escrituras y se valió de las representaciones imperfectas de sus vicarios para erigirse como autoridad perfecta. Estas iguras
propias de la tradición tomista esgrimían que la lex naturalis fue aquella ley
que el propio Dios grabó en el corazón (inscriptam in cordis) de los hombres
para que pudieran seguir sus designios. Pero ese corazón a veces era afectado
por las pasiones de la incertidumbre y la injusticia y, por ello, debía constituir
e instituir un soberano que tornara su existencia más segura. Entonces,
aquéllos que fueron grabados en su corazón por Dios eligen como pueblo
a uno para que los gobierne rectamente sin oprimirlos ni tiranizarlos. Dios
era un ausente sagrado pero su misma participación en el corazón de los
hombres teologizaba el vínculo de dominio con la autoridad elegida. Ahora,
ésta no podía desobedecer los designios de un gobierno justo ya que en caso
contrario podía estar sometida al castigo. Los que delegaron su poder en su
persona podían asesinar al soberano (tiranicidio). Dios en su ausencia sagrada
se constituía como límite al soberano y como principio de resistencia.
En la tradición absolutista, a través del derecho divino, el Rey deriva su
poder de Dios, en esta tradición Dios es el gran ausente, pero en este caso,,
el principio divino ilimita el poder del Soberano, lo hace arbitrario y sin
frenos. Tommaso Campanella, en 1600, explicará que el Rey católico era el
brazo secular del mesías, porque el imperio español “está fundado en la oculta
providencia de Dios”. Por su parte, el benedictino Juan de Salazar agregaba,
en 1619, que “el rey de España ostentaba tres tipos de soberanía sobre sus
súbditos: la de los cuerpos, la de las haciendas y la de los entendimientos,
el más poderoso de los cuales era siempre el último.”15
El rey absoluto, simbolizado por el Sol o el León, cargaba con el atributo
de lo divino, había algo de él que portaba el signo de lo metafísico: tan sólo
recordemos la frase de Saavedra Fajardo que vinculaba la igura del León
con la del Rey.
Ahora bien, en referencia a la metáfora del corazón, Juan de Palafox y
Mendoza en 1640, virrey interino y obispo de Puebla, empezará a establecer
15
Juan DE SALAzAR citado por David BRADING “La monarquía católica”, en De
los imperios a las naciones. iberoamérica, México, Fondo de Cultura Económica,
2003, p. 153.
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las distinciones políticas: “mientras que en una ‘república’ el primer deber de
lealtad de todos los ciudadanos era con la patria, ‘en las monarquías y reinos
el buen vasallo no nace en su patria sino en el corazón de su rey’.”16
Por lo tanto, en el absolutismo los vasallos nacen en el corazón de un
Rey que se ha erigido por concesión y gracia de Dios, de un monarca que ha
asumido ser el vicario de Dios en la Tierra. La misma presencia del Rey en
la historia representa la ausencia de Dios. La vacatio dei es praesentia regis.
Entonces, advirtamos algo: Dios en ambas tradiciones, pactismo hispano
y absolutismo, es Ausente y Dador de ley y poder. Es principio del límite y
fuente de legitimidad para el derecho al tiranicidio en la tradición pactista e
ilimitación y arbitrariedad en la tradición absolutista. Pero, sólo Dios puede
conservar de esta forma (la ausencia), y que la posibilidad de vacatio regis
como la vacatio populus sólo podía abrir un cataclismo conceptual, político
y jurídico porque en ambas tradiciones, el pueblo en un caso y el rey en el
otro, constituían la fuente de poder y ley. Lo que queda claro es que, en las
dos concepciones, la disgregación de la fuente de poder y ley descomponen
la posibilidad de estabilidad y gobierno.
Pero Dios, frente a las guerras religiosas y civiles, sufrirá el destierro de
los fundamentos del orden político dejando a los que mandan y obedecen
frente a sus propias realidades y pasiones. Como observaremos en el
contractualismo moderno, el pueblo se convertirá en sujeto de acción de
una historia que ya no volvió a ser la historia de Dios con la humanidad, sino
la historia de la “humanidad misma”. Cuando Dios se retira de la historia
política, es decir, cuando se produce “el proceso de la secularización” del
absolutismo y del pactismo a partir del siglo vIII, lo divino deja el corazón
de los hombres a merced de su torrente sanguíneo y de sus pasiones. Es
decir, es un corazón despoblado de la igura política de Dios que queda
a merced de aquellos que desean convertirse en sus señores reconociendo que Dios ya
no es ni principio del límite ni principio de la arbitrariedad. Ellos, “sus señores”,
deben ganarse su amor y consentimiento pero pretendiendo grabar en
esos corazones fundamentos para un amor duradero. Fundamentos que
pueden sacralizar bajo otras formas el vínculo político: el absolutismo
del siglo xvIII (el Borbón) intentará suscitar el amor al cuerpo político del
Rey como un linaje pasado, futuro y eterno, como garantía de gobierno
sobre los hombres; mientras que el contractualismo y constitucionalismo
16
idem.
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hispanoamericano pretenderán provocar el amor a la patria, a la república y
al gobierno de las leyes fundamentales que nieguen y obstaculicen cualquier
gesto de despotismo.
Advirtamos una cosa: la tensión entre el absolutismo regalista y el
contractualismo hispanoamericano suponía una diferencia radical. Mientras
que en el primero se nacía en el corazón del soberano; en el segundo, se nacía como
soberano en el corazón del pueblo. Ello no sólo suponía una discusión sobre la
localización de la soberanía sino sobre las fuentes mismas de la legitimidad
política.
En los sucesos de Bayona la monarquía entra en una profunda crisis,
provocando que los partidarios rioplatenses del autogobierno legitimen su
autoridad política a partir de la reasunción de sus derechos. Apelando al
contractualismo conformarían una fórmula política que asumiría el ejercicio
soberano de aquellos derechos que tutelaban en nombre del rey. Para sus
propuestas, en Hispanoamérica, los actores políticos recuperan y articulan
el lenguaje constitucional que pertenecía a viejas tradiciones políticas y que
en esta crisis será resigniicado en y para las polémicas vinculadas con el
establecimiento de nuevas autoridades soberanas. Manuel Rodríguez de
quiroga (1809), protagonista de la Junta de quito, expresa:
que los abusos de la administración ministerial y favorita hayan
inusitado las cortes y sofocado el inlujo de los consejos y deprimido
a los grandes y beneméritos, como se queja la nación en sus papeles
públicos y lo dice la soberana junta, atribuyendo a las presentes
desgracias del Estado al poder arbitrario con que se ha regido,
no por eso se ha extinguido ni variado esencialmente su forma
constitucional. Los accidentes no mudan la naturaleza de las cosas,
y éstas subsisten las mismas, sean las que fueren las contingencias o
sucesos precarios que las turben.17
Las élites políticas hispanoamericanas y, particularmente la rioplatense,
inventando18 y apelando al Pueblo constituyeron su fuente de legitimidad
17
18
Citado por Federica MORELLI, “La revolución en quito: El camino hacia el
gobierno mixto”, en revista de indias, Madrid, 2002, volumen LxII, número 225,
pp. 335-356.
Con esta idea hacemos referencia a las relexiones planteadas por Edmund
MORGAN (2006).
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para conformar un orden político y para dictar sus propios y soberanos
repertorios de acción.
Ante la necesidad de erigir una legítima y estable autoridad política, los
partidarios del autogobierno intentan gobernar a hombres, que según ésta,
han adquirido las “preocupaciones de 300 años de despotismo”, es decir,
que poseen el afecto por ciertas tradiciones políticas regias.
Los patriotas, contrariando las órdenes emanadas de la Junta Central de
Sevilla y del Consejo de Regencia, aparecen como aquellos sujetos presentes
y visibles que intentan establecer un gobierno sobre los hombres, donde el
amor a la patria teologice y sacralice la legitimidad de obediencia a las leyes
propuestas por las nuevas Juntas de Gobierno.
La representación del Rey expresada a través de sus funcionarios coloniales es disuelta y sólo el Cabildo como reunión de un cuerpo colegiado
aparece como el espacio donde se intentan instituir y erigir nuevas
representaciones, autoridades y futuras leyes. Frente a este proceso, un espía
de la corona española recomendará que “el Gobierno no debe tolerar que
ningún pueblo se lo forme por sí mismo y a su modo, ni consentir que se
acostumbren los hombres a vivir bajo un sistema arbitrario, que acabaría
por romper los vínculos que sostienen su unión con los demás…”19 El
temor por los ejercicios de autogobierno y de soberanía atentaban contra
los proyectos de la Junta Central de Sevilla y del Consejo de Regencia
y de aquellos que añoraban el rápido regreso de Fernando vII para el
restablecimiento de la monarquía. Juan Carrillo Albornoz advertía sobre
el secreto de los rioplatenses: “la nueva Junta tardó poco en dar a conocer
sus ideas, de independencia a que tiende, y en abrogarse facultades de un
Poder Soberano.”20 Para Carrillo Albornoz, constituirse en Poder Soberano
constituía el obrar práctico de una autoridad política que, al reasumir sus
derechos, titubeaba ante el reconocimiento de autoridades supremas erigidas
en la Metrópolis. De esta manera, advertía que por encima del poder de las
Juntas ya no existía nada. Pero para los patriotas quedaban las simbologías
19
20
Expediente sobre los acaecimientos de la Revolución de Buenos Ayres en los
meses de mayo y junio al presente año de 1810 de Juan Carrillo Albornoz,
Archivo General de Indias, Buenos Aires, 155 folio 3, Cádiz, 19 de noviembre
de 1810.
idem.
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y preocupaciones selladas por el despotismo en los corazones de los hombres
que había que gobernar. Amores y pasiones contrariadas que se desatan en
el mismo proceso y que había que conducir y regir.
El Teniente Ramsay, en enero de 1811, comentará que “la Junta desea
evitar, según se dice, todo reconocimiento de dependencia de la Madre
Patria, menos el de gobernar en el nombre de su desgraciado Monarca; y
ha oído a varias personas de distinción de aquí, que si la Junta reconociese
a otro se levantaría la tropa y formaría un despotismo militar.”21 Entonces,
el Rey no podía ser suplantado por otro Rey sino por una autoridad y un
corpus de leyes que legitimara y regulara las propuestas de autogobierno.
Esto conducía a diversos interrogantes: ¿Cómo provocar en esos corazones
amor al mando de la Junta de Gobierno? ¿Cómo suscitar en última instancia,
la legitimidad amorosa del dominio político? Y para ello, ¿qué corazón se
pretendía lograr? Mariano Moreno responderá: “un corazón endurecido en
la libertad republicana.”22 El corazón de un patriota virtuoso que constituye
el cuerpo y el alma del nuevo sistema. Corazón que debe ser conducido
por la sabiduría de sus autoridades, por aquella voluntad que decide cuándo
intervenir en la historia, cuándo es oportuno hacerlo y hacia dónde conducir
las pasiones y humores. En Mariano Moreno, pues, el que manda, o aspira
a ello, desea nacer en el corazón de los que obedecen y poder gobernar el
pulso interno de sus pasiones.
Como ya se ha dicho, la crisis atlántica iniciada en 1808 con la invasión
napoleónica es la crisis de la monarquía española. La vacatio regis provocada
por los Borbones en Bayona creó a nivel local, como plantea Antonio
Annino23, la vacatio legis, desautorizando a los funcionarios virreinales,
abriendo así la percepción de ilegitimidad respecto de la soberanía regia.
Pero esto no suponía inmediatamente una vacatio cordis a ser sustituida
rápidamente, porque allí residían las pasiones en tensión, los hábitos, los
viejos símbolos y las preocupaciones de la esclavitud. Allí residían los
21
22
23
Extracto de una carta del Teniente Ramsay al vicealmirante de Courey, escrita
de la Goleta de S.M La Misletae, Archivo General de Indias, Estado, 87, nº 10,
17 de enero de 1811.
Mariano MORENO, representación de los hacendados y otros escritos, Buenos Aires,
Emecé, 1998, p. 163
Antonio ANNINO, “Soberanías en lucha”, en De los imperios a las naciones.
iberoamérica, p. 197.
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humores y deseos que suscitaba la monarquía española, sus atuendos, sus
lealtades y sus simbologías. Mariano Moreno explicaba: “Fernando vII tenía
un reino; pero no podía gobernarlo...”24 Pero todavía allí, en el corazón
mismo de los hombres mantenía algo de su vapuleado reinado y nombre.
En la Gazeta de Buenos Aires, el Secretario de la Junta escribía: “toda
mudanza de gobierno es una revolución”25 pero la preocupación por la
consolidación y estabilidad de ésta implicaba mandar sobre el corazón y
a su vez conocerlo, porque toda revolución no es rápida mudanza de un
corazón a otro. Por lo tanto, la tarea iba más allá de gestionar y administrar
los derechos de un rey lejano y preso, como plantea Portillo valdés.26
Si bien este proceso no lograría rápidamente producir la mudanza de una
lealtad a otra, se establecería una batalla por el corazón de aquellos hombres
a los cuales se los pretende gobernar y mandar. Entonces, los patriotas
rioplatenses a través de la metáfora del corazón iguraran y organizarán
sus disputas con el propósito de establecer una nueva legitimidad y lealtad.
Y para ello, el discurso republicano constituyó un fundamento signiicativo
para suscitar un nuevo amor político. Es decir, un amor durable por las
leyes y por las autoridades.
Ante las primeras victorias del Ejercito Expedicionario, Mariano
Moreno, con irmeza expresará: “Estamos ciertos que mandamos en los
corazones...”27 Ese era el lugar que pretendían disputar, ya que un gobierno
que se pretende un gobierno de las leyes ante las puertas de una guerra
“debía mantener ardiendo el espíritu cívico.”28
Frente a la guerra civil que se aproximaba y, asumiendo la conducción
de la guerra, Manuel Belgrano esgrimía la geometría de las maneras y
formas del dominio que se enfrentaban: “debéis conocer la gran disparidad
que hay entre hombres que os quieren dominar, y disponer de vosotros
24
25
26
27
28
Mariano MORENO, op. cit., p. 159
ibidem, p. 160.
José M. PORTILLO vALDéS, Crisis Atlántica. Autonomía e independencia en la crisis de
la monarquía hispana, Madrid, Marcial Pons, p. 132.
Mariano MORENO, op. cit., p. 162.
José A. AGUILAR RIvERA, “Dos conceptos de República”, en El republicanismo en
Hispanoamérica. Ensayos de historia intelectual y política, México, Fondo de Cultura
Económica, 2002, p. 70.
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como de rebaños de carneros y hombres que aspiran a auxiliaros
para libertaros de aquellos tiranos y que gocéis de vuestros sagrados
derechos…”29 Un dominio político conducido por la arbitrariedad de un
tirano se enfrentaba a otro dominio que fundaba su legitimidad en un justo
gobierno de leyes. Utilizando sus metáforas, se enfrentaban en dichos deseos
de dominar, un Corazón de Cordero frente en Corazón de Ciudadano. De esta
manera, ese corazón de ciudadano remitía al deseo de componer una lealtad
hacia las leyes y al gobierno justo, pero, a su vez, remitía a una lealtad que
se constituía procesualmente en la misma realización de ese cuerpo de leyes.
Es decir, las lealtades son la composición y el resultado de una dinámica
política que se despliega en el tiempo y, que a veces, no se corresponde con
la vertiginosidad de la mudanza de un orden a otro.
En enero de 1811, Bernardo de Monteagudo, escribía como última
ambición del nuevo gobierno que los verdaderos patriotas “vivían
eternamente en el corazón de los buenos ciudadanos, ellos despreciaban
la muerte y los peligros con tal que la humanidad reporte alguna ventaja de
sus esfuerzos.”30 Al habitar los corazones por la memoria y la vida de los
patriotas se lograría infundir dichas existencias como ejemplos de virtud
y sacriicio. El corazón también tendría espacio para constituirse en un
panteón viviente de un sacriicio particular en beneicio del bien común. Pero
advertía que “el patriotismo es un hábito producido por la combinación
de muchas virtudes, que derivan de la justicia. Para amar a la patria basta
ser hombre, para ser patriota es preciso ser ciudadano, quiero decir, tener
virtudes de tal.”31
Un nuevo orden político habilitaba la posibilidad de repensar el corazón
como aquel componente amoroso y pasional que debía suscitarse y ganarse
para un gobierno que se encaminaba a forjar leyes para regir y conducir a
los hombres. De hombres destinados a no ser corderos de un tirano sino a ser
sujetos de derechos sagrados.
29
30
31
Proclama del Señor Brigadier General Del Exército Auxiliar del Perú Manuel
Belgrano. A los pueblos interiores, Archivo General de Indias, Estado, 81,
nº 64, 28 de septiembre de 1812.
Bernardo MONTEAGUDO, mártir o Libre, Buenos Aires, EUDEBA, 1965,
p. 68
ibidem, p. 70
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El corazón que pretende ser grabado por un lenguaje republicano posee dos
dimensiones: por un lado, el amor por la patria y sus virtudes y, por el
otro, el amor por un mando que reconoce a los hombres como sujetos de
derechos inherentes a la naturaleza humana.
La travesía política provocada por la disolución de la monarquía hispana,
a la hora de la búsqueda de fuentes de legitimidad y soberanías para la
constitución de autoridades políticas autogobernadas y autónomas, llevó
a pensar acerca de la naturaleza humana de los hombres que debían ser
gobernados. En esa trama subjetiva, la metáfora del corazón se tornaba
signiicativa para relexionar acerca de las pasiones vinculadas al mando, es
decir, a un mando que se pretendía duradero y estable. Ese amor al mando es,
deinitivamente, el amor por un orden político. Un amor por un orden de leyes que
garantice la justicia y el freno a cualquier arbitrariedad y abuso. El amor al
mando de las leyes puede pensarse como el amor reclamado para una constitución, porque
“no es tan difícil establecer una ley buena, como asegurar su observancia.”32
Los patriotas intentarán instaurar el amor político y religioso por la ley. Mariano
Moreno comentará que “nuestros representantes van a tratar sobre la suerte
de unos pueblos que desean ser felices; pero que no podrán serlo, hasta
que un código de leyes sabias establezca la honestidad de las costumbres, la
seguridad de la personas, la conservación de sus derechos, los deberes del
magistrado, las obligaciones del súbdito, y los límites de la obediencia.”33
Por lo tanto, se busca amar a una ley que hace justicia y que protege a los
sujetos frente a los poderes políticos
Ante la vacatio dei, es decir, ante el destierro de Dios de los cuerpos y de
los corazones de los hombres y de la consiguiente fundamentación última
del dominio político y ahora frente a la vacatio regis, surgía una pregunta que
se deslizaba a través de la metáfora del corazón: ¿qué sentimientos y pasiones
quedaban en ese corazón? Esta interrogación también fue esgrimida por el
propio Mariano Moreno: “¿quién de nosotros ha sondeado bastantemente
el corazón humano, para manejar con destreza las pasiones; ponerlas en
guerra unas con otras; paralizar su acción; dejar el campo abierto, para que
las virtudes operen libremente?”34 Podemos decir que dicha pregunta es
aquella realizada por un conjunto de hombres resueltos a establecer en
32
33
34
ibidem, p. 198.
ibidem, p. 200.
ibidem, p. 202.
72
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el territorio un gobierno autónomo y, a su vez, buscaban decididamente
constituir una autoridad política legítima y amada.
La metáfora del corazón aparece como un arcano a develar para gobernar
a los hombres, como el complejo de sentimientos, tradiciones, costumbres
y pasiones que perviven en la subjetividad y en el lenguaje de los hombres.
El corazón aparece como aquello que debe ser disputado y ganado por los
diversos contrincantes porque para gobernar, como aconsejaban Las Siete
Partidas (siglo xI), se debe conocer el corazón de los hombres. Pero también
aparece como aquello que debe ser conocido e interpretado por los que
mandan, porque el amor de los que obedecen es la mejor garantía para que
las autoridades y el orden se encuentren asegurados. El amor político, es
decir, la idelidad o la lealtad como formas de este amor que proponen los
patriotas no persigue cualquier amor sino al amor a las leyes. Un amor que
limita a los que mandan y a los que obedecen, es un amor al límite mismo
y a la justicia que proporciona la ley como límite frente a lo abusivo. Pero,
fundamentalmente, este amor a las leyes es un intento signiicativo por
desvincular el poder del cuerpo del hombre o de los hombres, entonces el
poder aparece como un lugar vacío y, quienes lo ejercen, como
simples mortales que sólo lo ocupan temporariamente o no podrían
instalarse en él más que por la fuerza o la astucia; no hay ley que
pueda quedar ijada cuyos enunciados no sean discutibles y cuyos
fundamentos no sean susceptibles de cuestionamiento…35
Por último, para mandar en el corazón de los hombres, las autoridades
del gobierno autónomo intentarán conocer sus sentimientos y afectos para
regirlos en la constitución de un nuevo orden de carácter colegiado que
es presentado como algo novedoso. De tal modo, la metáfora del corazón
maniiesta la voluntad de un orden político de residir, presidir y conducir las
pasiones políticas pero a su vez desea grabar en el corazón y en la historia la
novedad abierta por los sucesos de la crisis de la monarquía y por el intento
de erigir nuevos centros de poder político.
35
Claude LEFORT, op. cit., p. 76.
73
EL SENTIDO DE UN LEGADO: LA RELACIóN
ENTRE EL pENSAmIENTO mILITAR DE RAImONDO
mONTECUCCOLI y SImóN BOLíVAR
FERNANDO FALCÓN1
universidad Central de venezuela
resumen: El objeto del presente trabajo consiste en analizar la relación
intelectual y militar existente entre Raimondo Montecuccoli y Simón
Bolívar, buscando modiicar el estado de la cuestión establecida actualmente
sobre el particular. A tales efectos dividiré mi trabajo en tres partes. En la
primera describo la formación intelectual de Bolívar en el campo militar y
su relación con la obra de Raimondo Montecuccoli. En la segunda señalo las
diversas ediciones de la obra de Montecuccoli que estuvieron a disposición
de Bolívar durante su ciclo vital, a fin de aclarar algunos equívocos
historiográicos sobre el particular. En la tercera parte nos referimos a la
actuación discursiva y práctica del Libertador en relación con la obra de
Montecuccoli. Finalmente enuncio las conclusiones respectivas.
Palabras Clave: venezuela, Historia de la Ideas-Bolívar, Montecuccoli, Arte
militar.
1
Profesor de la Universidad Central de venezuela. Coordinador del Doctorado
en Ciencias Políticas. Jefe del Departamento de Relaciones Internacionales de
la Escuela de Estudios Políticos (UCv). Se especializa en Historia Intelectual,
de las Relaciones Internacionales y Militar. Ha publicado manuel Carlos Piar
(1997), José Antonio Anzoátegui (1997), El Terrorismo (2002), El Cadete de los valles
de Aragua (2006). Es coautor del Diccionario político y social del mundo iberoamericano
(2009) y El agua tibia: ensayos de Historia intelectual (en prensa) Correo: ffalconv@
gmail.com. Recepción: 17/03/2009. Aprobación: 28/05/2009.
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El sentido de un legado: la relación entre el pensamiento militar... / Fernando Falcón
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 75-108
The meaning of a legacy: The relationship between the military thought
of Raimondo montecuccoli and Simón Bolívar.
Summary: The purpose of this paper is to analyze the intellectual and military
relationship between Raimondo Montecuccoli and Simón Bolívar, seeking
to alter the state of the currently established documentation on the subject.
For this purpose my work is divided into three parts. The irst traces the
intellectual development of Bolivar in the military ield and its relation to
the work of Raimondo Montecuccoli. The second identiies the various
editions of the Montecuccoli’s work that was available during Bolivar
life cycle, in order to clarify some historiographical misunderstandings
about the particular matter. The third refers to the discursive and practical
performance of the Liberator in relation to the work of Montecuccoli.
Lastly, to express the respective conclusions.
Key words: venezuela, Historia de la Ideas-Bolívar, Montecuccoli, Military
art.
La relación entre Raimondo de Montecuccoli y Simón Bolívar es un tema
presente en la bibliografía venezolana como consecuencia de la donación que
hiciese a la Universidad de Caracas de conformidad con la cláusula séptima
de su testamento, en la cual manifestó Bolívar su voluntad de que:
…las dos obras que me regaló mi amigo el señor general Wilson y que
pertenecieron antes a la biblioteca de Napoleón, tituladas El Contrato
Social de Rousseau y El arte militar de Montecucúli, se entreguen a la
Universidad de Caracas2.
En cualquier biografía de nuestro padre fundador, el patetismo de su
muerte es ilustrada con ese rasgo de desprendimiento supremo, con ese
recuerdo de su terruño amado, a pesar de la proscripción que de él había
hecho la Convención de valencia de 1830. Una vez más, el padre redentor
2
José Félix BLANCO, y Ramón AzPURúA, Documentos para la historia de la vida Pública
del Libertador, Caracas, Presidencia de la República, 1978 (facsímil de la edición
de 1877), tomo xIv, p. 463.
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El sentido de un legado: la relación entre el pensamiento militar... / Fernando Falcón /Anuario
Anuario de Estudios
Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 75-108
sacriicado por una humanidad incapaz de comprender la altura de su genio.
En suma, Bolívar, Don quijote, Jesucristo….3
Pero, más allá de la retórica patética republicana, punto de partida de
nuestro pecado original como pueblo, ¿qué otras cosas existen respecto de
esa donación? ¿Cuál es el signiicado de la cláusula séptima del testamento
bolivariano en relación con la obra de Montecuccoli? ¿Cuál es la relación
existente, en in, entre el General en Jefe Simón Bolívar, Liberator de la
República de Colombia y el Mariscal General y Príncipe Raimondo de
Montecuccoli, Fabius Cuntactur del Sacro Imperio Romano Germánico?
En el estado de la cuestión en venezuela es poco lo que dice sobre ese
particular. A mediados del siglo pasado, Andrés Eloy Blanco, contrastaría
el objeto de esa donación bolivariana en función de la dicotomía existente
entre la fuerza de las armas y la razón de la ley, resaltando la presencia de
José María vargas, en el lecho de muerte del Padre de la Patria y ejecutor,
como albacea, de su última voluntad testamentaria4.
En 1969 Tomás Pérez Tenreiro, en su estudio sobre la campaña de
Boyacá con ocasión del sesquicentenario de ese hecho de armas, señalaría
la inluencia de Raimondo de Montecuccoli en la formación militar del
Libertador5. De la misma opinión sería Aníbal Romero, al señalar en 1983
la lectura de la obra de Montecuccoli por parte de Bolívar6.
3
4
5
6
En efecto, el punto está presente en cualquier biografía del Libertador, desde
sus memorialistas o “evangelistas” como MOSqUERA, BRICEñO MéNDEz y
O`LEARY hasta sus críticos o “detractores” como MADARIAGA o José Rafael
SAñUDO, pasando por autores más “objetivos” como Gerhard MASUR o Augusto
MIJARES. Desde el punto de vista de la conformación del culto y el patetismo
republicano que da origen al “sentimiento de culpa nacional”, siguen siendo
de capital importancia las obras de Germán CARRERA DAMAS, El Culto a Bolívar,
Caracas, Universidad Central de venezuela, 1971 y de Luis CASTRO LEIvA, De
la Patria boba a la teología bolivariana, Caracas, Monte Ávila, 1991.
Andrés Eloy BLANCO, vargas, albacea de la angustia, Caracas, Ministerio de
Educación, 1947.
Tomás Pérez TENREIRO, Campaña Libertadora de Nueva Granada, Caracas,
Academia Nacional de la Historia, 1969, pp. 83-85.
Aníbal ROMERO, La idea de la Política en el pensamiento de Simón Bolívar, Caracas,
Banco Hipotecario de Occidente, 1990, p. 123.
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El sentido de un legado: la relación entre el pensamiento militar... / Fernando Falcón
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 75-108
No es sino hasta 1991, cuando Luis Castro Leiva intentaría dilucidar el
signiicado de la cláusula séptima del testamento de Bolívar, desde el punto
de vista de la retórica republicana y la teoría de la Libertad, pero haciendo
referencia sólo al papel de la donación en relación con el Contrato Social de
Rousseau, dejando abiertas las posibilidades de interpretación de la donación
de la obra de Montecuccoli 7.
Para 1992, el investigador militar Carlos Pérez Jurado escribe un opúsculo
sobre la vida de Raimondo de Montecuccoli, en el cual, al referirse al tema
que nos ocupa, señala el hecho de la donación de la obra de Montecuccoli
a la Universidad de Caracas como el único elemento relacional entre el
conductor de tropas ítalo-austríaco y el Libertador8.
Dos años más tarde, en una muy particular biografía del Libertador,
Tomás Polanco Alcántara, sostendría criterios similares, al airmar que:
Conviene advertir que en materia de literatura militar es casi seguro que
Bolívar no conoció los libros de Montecuccoli i hasta 1824, cuando
Sir Robert Wilson le obsequió un ejemplar de la obra del maestro, de
la peculiar edición hecha por Ugo Foscolo, el año de 1807 que había
pertenecido a Napoleón. No es probable que antes de 1824 hubiese
tenido acceso a tal edición…
Tampoco es probable que conociese la edición publicada en 1718 de
los Aforismi y de la Tavole militari en latín, idioma que no manejaba. Sólo
sería posible, en teoría, que haya tenido noticia de la edición de Aforismi
en italiano, de 1704 o de su edición francesa aparecida en 17129.
De modo que de conformidad con el estado de la cuestión en venezuela,
la donación de Bolívar a la Universidad de Caracas sería sólo un gesto
del Libertador para preservar en algún lugar seguro esos dos libros que
pertenecieron a Napoleón a in de conservarlos para la posteridad. Y a
7
8
9
Luís CASTRO LEIvA, De la Patria boba a la teología bolivariana, p. 109. En efecto, el
proyecto de un trabajo en este sentido quedó trunco por la inesperada muerte
de Luis Castro Leiva en 1999. quien esto escribe fungía como investigador jefe
de la Unidad de Historia de las Ideas del IDEA, que dirigía el insigne Maestro.
De hecho, gran parte del presente trabajo es una versión de la investigación
inédita que, bajo su dirección, inicié en esa época.
Carlos PéREz JURADO, raimundo montecuccoli y el Arte militar, Caracas, Italgráica,
1992, pp. 41-42.
Tomás POLANCO ALCÁNTARA, Simón Bolívar, Caracas, Grijalbo, 1994, p. 327.
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esos efectos, nada mejor que la biblioteca de la Universidad debido a la
ausencia de una biblioteca pública central en Caracas o a la inexistencia de
una Academia Militar que pudiese custodiar el de Montecuccoli; una obra
de la que se ha dicho –como acabamos de ver– que era desconocida por
Bolívar (al menos hasta 1824) y que de poco pudo haberle servido para la
coniguración de su pensamiento político y militar.
Esta versión es profundamente insatisfactoria. En primer lugar, porque
acto de desprendimiento, supremo o no, denota una intención discursiva más allá de la simple ilantropía o evocación patética, por lo que
dicho acto, el de la donación conjunta del Contrato Social y del Arte de la
Guerra, implica el análisis de posibilidades distintas a lo sostenido por la
historiografía. En segundo lugar, porque la donación como intención
comporta a su vez la existencia de una relación intelectual con los objetos
donados, ya sea por la vía del valor histórico de su primer poseedor, Napoleón
Bonaparte, o por la vía de una relación directa con la conformación de las
ideas político-militares del ilustre donante. En el primer caso, la relación
Bolívar-Napoleón y la Bolívar-Rousseau y el Contrato Social de Rousseau,
se encuentra históricamente establecida10. Faltaría entonces saber si es
posible establecer una relación directa Bolívar-Montecuccoli desde el punto
de vista intelectual. Es lo que se aspira hacer en este trabajo.
Por tanto, sugiero, la argumentación sobre ese particular pudiese
encontrarse agrupada en distintos tipos de razonamientos. En primer lugar,
los derivados de la propia formación intelectual de Simón Bolívar en el
campo militar; en segundo lugar, los que nos evidencian tanto el número
de ediciones como de traducciones que hubo de los diversos escritos de
Montecuccoli y que, directa e indirectamente, estuvieron a la disposición
durante la época de Bolívar.
I.-
Habiendo iniciado Simón Bolívar su proceso de formación militar
en 1797 como cadete en el Batallón de Milicias Disciplinadas de Blancos
de los valles de Aragua, el resto de su formación y lecturas militares se
completan, al menos en su etapa básica, con las dos estadías europeas ente
1799-1802 y entre 1804 y 180711.
10
11
Luis CASTRO LEIvA, De la Patria boba a la teología bolivariana.
véase Fernando FALCÓN, El cadete de los valles de Aragua: pensamiento político y
militar de la ilustración y los conceptos de guerra y violencia política en Simón Bolívar,
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Dicha etapa básica de formación para los jóvenes destinados a la carrera
de las armas, tanto en España como en el resto del continente europeo,
consistía en una primera familiarización con lecturas clásicas relacionadas con el tema castrense. Por lo general estas lecturas clásicas servían
también de complemento a la formación que, tanto en latinidad como en
belles lettres, debía tener un noble para su desenvolvimiento en sociedad.
En el caso de aquellos gentilhombres destinados a la carrera de las armas,
las lecturas clásicas buscaban inspirar la “pasión militar” necesaria para
el cumplimiento de sus funciones castrenses y su desarrollo en el ámbito
militar para el resto de su vida. Las vidas Paralelas de Plutarco, la Historia de
Polibio, las Décadas de Tito Livio, la Anábasis de Jenofonte y el más usado de
todos, los Comentarios de Julio César, constituían elementos fundamentales
en la primera formación de un oicial 12 y tales lecturas permitían también
la transición gradual a una forma de enseñanza basada en los estudios sobre
campañas o batallas que se iniciaban con una narración de los hechos de
armas y inalizaban con una serie de preceptos de acción, en forma de
máximas o aforismos13, que constituían parte de la formación y cultura de
los dirigentes de los ejércitos de la época. Por lo general, tales preceptos o
máximas se contrastaban con ejemplos extraídos de la antigüedad clásica.
Esto se hacía con dos ines expresos: facilitar la comprensión de los
lectores a quienes iban dirigidas tales obras, cuya formación intelectual
12
13
1797-1814, Caracas, Universidad Central de venezuela, 2006, en especial pp.
65-99.
véase Jean COLIN, L’Educatión militaire de Napoleón, París, Chapelot, 1900;
Antoine ARJUzON, Wellington, París, Perrin, 1998 y Raymond ARON, Penser
la Guerre: Clawsewitz, París, Gallimard, 1976, tomo I. En venezuela, hemos
encontrado lecturas clásicas similares en otros próceres militares de la
independencia como Francisco de Miranda y Antonio José de Sucre. Para el caso
de Miranda, véase Arturo USLAR PIETRI, Los Libros de miranda, Caracas, La Casa
de Bello, 1979, que contiene la biblioteca del Precursor y la lista de los libros
de arte militar que poseía. En relación con Sucre y Bolívar, véanse Fernando
FALCÓN, La baraja marcada: Sucre como estratega, Caracas, Academia Nacional de
la Historia, 1997 y El Cadete de los valles de Aragua, respectivamente.
No existe en el campo de la historia intelectual militar, que sepamos nosotros,
estudios que establezcan una relación entre la teoría de la máxima y la formación
del pensamiento militar. En el ámbito jurídico-político véase tal relación en
Peter STEIN, regulae iuris, Edimburgo, Edimburg University Press, 1966.
80
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obligaba a la temprana lectura de los clásicos y para demostrar la validez de
tales preceptos en situaciones de combate real. Esta vía de aproximación
no era exclusiva de la nobleza indiana, sino la forma común de educación
militar en Europa y América, al menos desde la época inal de la Guerra
de los Treinta años hasta la segunda mitad del siglo xIx.
El segundo tipo de producción intelectual militar que hará su aparición
durante el período, se basaba en enseñanzas derivadas de los ya citados
estudios, así como en las campañas de más reciente data. A partir de tales
experiencias surgieron una serie de preceptos de obligatorio cumplimiento
para los comandantes de unidades, en diferentes escalas y grados, los cuales
se incorporaron de lleno al ordenamiento castrense de los diferentes ejércitos
europeos14. Dentro de esta tendencia resaltarían las más recientes campañas
europeas del siglo xvII, en especial las llevadas a cabo contra las tropas del
Imperio Otomano, las de Gustavo Adolfo de Suecia durante la Guerra de
los Treinta Años y las campañas de la Guerra Franco-Holandesa, en especial
las de 1673 y 1675, las que consagraron a Montecuccoli y Turenne como los
máximos exponentes en materia de conducción de tropas en el campo de
batalla. De allí, que hasta la obra de Folard, Commentaires sur Polybe, aparecida
en 172115, las únicas obras de envergadura para estudiar, desde el punto
de vista teórico y práctico, las campañas más modernas la constituirían las
ediciones de los escritos de Montecuccoli, recogida en diversos manuscritos,
en especial los llamados Aforismi dell Arte Bélica, reproducidos en ocasiones
con algunos comentarios de los traductores y compiladores.
14
15
Esto puede observarse en los casos de los reglamentos tácticos de Inglaterra,
Francia, Austria, Prusia y las Ordenanzas Militares españolas promulgadas por
Felipe v, en 1725, y posteriormente actualizadas por Carlos III en 1768. De
especial interés para la historia de venezuela resultan las ordenanzas militares de
1768. Dichas ordenanzas fueron reproducidas parcialmente en el tomo octavo
de la colección Las Fuerzas Armadas de venezuela en el siglo XiX, editadas por la
Presidencia de la República de venezuela, en 1963, bajo la Dirección de Pedro
GRASES y Manuel PéREz vILA.
Investigaciones de quien esto escribe, han logrado ubicar en la Biblioteca
Nacional de venezuela una preciosa edición de los Commentaires a la Histoire
de Polybe, fechada en Lyon, 1760 perteneciente a la Universidad de Caracas. El
mismo fue consultado o al menos del conocimiento del Padre Juan NAvARRETE,
de conformidad con lo expresado en su obra Arca de Letras y Teatro universal,
Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1993, tomo II, p. 386.
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En Francia, donde comenzaría el movimiento de ideas que conduciría a
la llamada escuela de la Ilustración militar, a la obra de Montecuccoli se le
agregaría las notas dispersas en cartas, informes y órdenes de combate de
su archirrival, el Mariscal Turenne, compiladas con el título de mémoires de
Turenne, así como la traducción comentada de las mémoires de Montecuccoli,
editada por el tratadista militar Turpin de Crissé, en el año de 176916. De
allí en adelante, el pensamiento de Raimondo de Montecuccoli, se convertiría
en referente obligado para quienes trataban sobre Arte Militar.
Aunque los posteriores desarrollos en el Arte de la Guerra, tales como la
aparición de la bayoneta y la eliminación de las unidades de picas, tornaron
anticuadas algunas de las concepciones tácticas de Montecuccoli, la mayor
parte de los pensadores militares de la Ilustración resaltaron con admiración,
tanto su visión teórica como el marco conceptual adoptado17. El enfoque
cientíico y la soisticada formulación de nuevos paradigmas teóricos para el
estudio de la guerra adoptado en su época por Montecuccoli, se encontraban
en consonancia con las formas de difusión adoptadas por la Ilustración
para sujetar todas las actividades humanas al estudio de la naturaleza y la
razón, por lo que la obra de Montecuccoli sería un referente obligado en
su campo de especialidad, hasta la aparición de la obra de Clausewitz, en la
cuarta década del siglo xIx. Por tales razones resultaba natural que dentro
del proceso de formación militar básico del siglo xvIII, se familiarizara
tempranamente a los oiciales con la obra de Montecuccoli.
Por otra parte, durante la primera estancia europea del futuro Libertador,
el complemento de su educación militar estuvo, entre 1799 y 1802, bajo
la égida e inluencia del Marqués de Ustáriz. Éste era, para la fecha, Ministro del Consejo de Guerra de Madrid (lo fue desde junio de 1795 hasta
agosto de 1801), por lo que la formación de Bolívar al cuidado del Marqués
de Ustáriz debía necesariamente incluir un componente de cultura militar,
que permitiera complementar la recibida en la unidad táctica en la que había
dado inicio a su formación castrense18.
16
17
18
Commentaires sur les Mémoires de Montecuculi, généralissime des armés, &
grand-maitre de l’artillerie de l’empereur; par Monsieur le comte Turpin de
Crissé, Paris, 1769.
Azar GAT, The origins of military Thought, Oxford, Oxford University Press,
1992, pp. 23-24.
Fernando FALCÓN, op. cit., pp. 58-59.
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Aparte de los clásicos ya citados, esa formación incluía, como elemento
común en la época para los jóvenes oiciales que iniciaban su carrera militar,
la lectura de obras netamente militares como Las instituciones militares de
Flavio vegecio (edición de Madrid de 1764) y luego a las más modernas
como las Relexiones Militares del Marqués de Santa Cruz (edición de Madrid
de 1724), el Arte universal de la Guerra de Raimondo Montecuccoli, en sus
abundantes traducciones españolas a partir de 1693, y la más reciente y
comentada instrucción Secreta que dio a sus generales Federico ii de Prusia. Todos
estos escritos estaban en boga en el ambiente militar de la época y es más
que posible que existiesen en la biblioteca del Marqués, por lo que bien
pudo Bolívar familiarizarse desde muy temprano con ellas.
La formación militar de Bolívar en su segunda estancia europea, entre
1803 y 1806, estuvo signada por el movimiento militar de transformación
en el arte de la guerra a consecuencia de las victorias de Federico II, y se
tiene evidencia de las lecturas militares de Bolívar en la línea innovadora que
uniría la teoría política del republicanismo clásico con el arte de la guerra.
Esta tendencia partía igualmente del método experimental de Raimondo
Montecuccoli y conecta directamente con Federico II a través de Maurice de
Saxe y, por esa vía, a Lloyd y a Guibert19, es decir, con la escuela renovadora
que sería la base de la táctica de los ejércitos de la Revolución y luego de
Napoleón Bonaparte.
Un estudio pormenorizado del impacto de los escritos militares de
Montecuccoli puede observarse en las fuentes intelectuales de las que
abrevó Simón Bolívar en su proceso de formación militar durante su
segunda estancia europea. En efecto, al comparar la literatura militar en boga
durante el período, que sería la que luego citaría Bolívar a lo largo de su
vida militar, observamos que todos ellos harían referencias concretas a los
textos de Raimondo de Montecuccoli de cada una de sus respectivas obras,
resaltándolo no sólo como un antecedente teórico de suma importancia sino
también para tomar ejemplos de combates, batallas y campañas recientes en
los que hubiese sido aplicado el método racionalista que propugnaban.
19
Tomamos las lecturas militares de Bolívar de Manuel PéREz vILA, op. cit., pp.
123-136. La lecturas de Saxe por parte de Bolívar, las demuestra Tomás PéREz
TENREIRO en su obra Para Elogio y memoria. Caracas, Academia Nacional de la
Historia, 1991. Para la lectura de LLOYD y GUIBERT por parte de Bolívar véase
Fernando FALCÓN, op. cit., pp.147-148 y 193-194.
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El Caballero de Folard, considerado, cronológicamente hablando, el
primer tratadista militar del siglo xvIII y padre de la escuela del choque al
reeditar los principios clásicos de la falange macedónica y la legión romana
para el combate moderno, es igualmente el primer autor de ese siglo en
citar varias veces a Raimondo Montecuccoli.
Así, en sus Commentaires sur Polybe no vacila en caliicar a Montecuccoli
Montecuccoli
de nuevo Vegetius, aludiendo a su inluencia en la táctica de la época y
comparándola con la que tuviese Flavio vegecio Renato en el pensamiento
militar de la Edad Media y el Renacimiento. Pensaba igualmente que sus
aforismos constituían verdaderas guías de acción para los oiciales en el
campo de batalla y recomendaba su lectura y aprendizaje como elementos
fundamentales para la formación castrense, estando igualmente de
acuerdo con el general modenés en el empleo táctico de la lanza como
arma fundamental de la caballería, a la vez que aconsejaba la lectura de
las campañas de 1673 y 1675 frente a Turenne como las mejores para el
estudio de la maniobra20.
Álvaro de Navía y Osorio, Marqués de Santa Cruz de Marcenado y
vizconde de Puerto, el más grande escritor militar español de esa época,
reconocería su deuda intelectual con Montecuccoli21 y haría claras referencias
a su obra a lo largo de sus Relexiones Militares, tanto en los aspectos de
táctica como en el de organización de los ejércitos. No obstante, lamentaba
que Montecuccoli considerara tan comunes su experiencia de combate y
su erudición entre el resto de los conductores de tropas de la época, que
en sus textos dejaba de lado detalles que Santa Cruz sí pensaba cruciales.
veamos:
20
21
Chevalier DE FOLARD, Commentaires sur Polybe, Paris, Gandouin, Giffart et
Armand, 1727-1730, 6 vol. Las referencias directas a Montecuccoli se las
encuentra en el volumen Iv páginas 139, 147-148, 134 y 214 respectivamente.
Agradezco a mi buen amigo Carlos Pérez Jurado el haberme facilitado la
consulta del ejemplar que posee en su biblioteca familiar.
La presencia de la obra de Montecuccoli en la biblioteca del marques de Santa
Cruz está prolijamente documentada en el estudio La Biblioteca del marqués de
Santa Cruz por el capitán Joaquín de LA LLAvE GARCÍA (1835-1915), publicado
como apéndice a las Relexiones Militares publicadas por la Comisión Española
de Historia Militar en 1984, pp. 561-593.
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El sentido de un legado: la relación entre el pensamiento militar... / Fernando Falcón /Anuario
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…de la mala colocación de las materias creo exento sobre todos
al famoso Montecuccoli a quien el mundo militar se reconoce tan
obligado por lo que aquel grande hombre enseña, como, quejoso de
lo que calla; pues en lo poco que escribió muestra claro lo mucho
que sabía….
…Hablé del insigne general Montecuccoli en cuanto al orden
de colocación de las materias y el mismo respeto profeso a lo
fundamental de sus máximas; pero conservo siempre el dolor de
no ver en el primer libro de sus preciosas máximas más extendidos
los asuntos, ni los dictámenes acompañados de las excepciones que
toda regla general necesita para que una u otra vez no salga falsa.
Descuido frecuente en grandes hombres, que discurren bastante
explicarse en breves aforismos o sentencias sin considerar que la
demás gente ignora mucho de lo que ellos dan por supuesto saber
cualquier lector22.
De igual manera, a lo largo de su obra, Santa Cruz citará la autoridad de
Montecuccoli en lo referente a la proporción que debe existir en un ejército
en relación con las armas de infantería y caballería, en la disposición de los
medios para obtener la superioridad sobre el enemigo, los problemas del
gasto militar en los gobiernos, el entrenamiento militar en tiempo de paz,
la moderación necesaria en los bagajes que lleva el ejército a campaña, y las
técnicas y formas de uso del fuego por parte de los fusileros en el campo
de batalla23.
Las Relexiones Militares de Santa Cruz era una obra común en las
bibliotecas personales de los oiciales durante los siglos xvII, xvIII y primeros
años del xIx. Federico II y Napoleón tenían dicha obra en gran estima. Tanto
Bolívar como Miranda poseían sendos ejemplares y la existencia de ellos
está prolijamente documentada en nuestra historiografía intelectual24.
22
23
24
MARqUéS DE SANTA CRUz DE MARCENADO, Relexiones Militares, Madrid, Comisión
Española de Historia Militar, Madrid, 1984.
ibidem, Libro III, capítulos vIII, xxv, xxvIII Y xxxII, libro xII, capítulo v.
Arturo USLAR PIETRI, Los Libros de miranda, Caracas, Fundación La Casa de
Bello, 1979; Manuel PéREz vILA, La formación intelectual del Libertador, Caracas,
Ministerio de Educación, 1979; Fernando FALCÓN, El cadete de los valles de Aragua,
op. cit., pp. 63-88.
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El sentido de un legado: la relación entre el pensamiento militar... / Fernando Falcón
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A mediados del siglo xvII, la escuela francesa de pensamiento militar de
la Ilustración daría lugar a una de las obras más importantes dentro
de la tradición intelectual militar que serviría de punto de partida a las
transformaciones del arte de la guerra en las décadas inales del siglo y hasta
la guerra de Crimea en 1856.
Mauricio de Sajonia, pensador militar de origen alemán que llegó a
alcanzar el grado de Mariscal General de Francia al servicio de Luis xv,
publicaría sus muy celebradas y difundidas rêveries, las cuales constituyen
un tratado completo sobre la guerra en el cual se sometía el estado del arte
militar de la época al racionalismo crítico en búsqueda de un tratamiento
intelectual que permitiese conferir a las doctrinas militares la formación
de un sistema deinitivo para hacer la guerra con éxito. La concepción
teórica de De Saxe, que era similar a la de Montecuccoli y a la de todos los
pensadores militares de la Ilustración, buscaba establecer un sistema militar
deinitivo que debía abarcar y demarcar todos los aspectos de la guerra,
hasta sus mínimos detalles25.
A pesar de tratarse de una obra de carácter iconoclasta que rompió con
los moldes del pensamiento militar de la época, Saxe reconocería su deuda
intelectual con Raimondo de Montecuccoli, citando su obra y pensamiento
a lo largo de varias partes de su libro.
Al referirse al equipamiento que deben tener las unidades de caballería
para aprovechar la fuerza del choque en el campo de batalla a in de
desarticular el dispositivo del adversario, Saxe señalaría que:
Montecuccoli en sus mémoires establece que la lanza es la mejor de
las armas para la caballería y que el choque de éstas no puede ser
resistido26
Uno de los problemas que ataca Saxe en sus Réveries se relacionaba
directamente con el uso combinado de las armas de combate durante la
maniobra. La inobservancia de este punto había sido causal de innumerables
fracasos militares, debido al empeño de la infantería y la caballería de actuar
cada una separadamente. Sobre este punto Saxe airmaría:
25
26
Azar GAT, op. cit., pp. 30-33.
Maurice DE SAxE, mon rêveries. Para este trabajo utilizamos la edición
norteamericana a cargo de Thomas PHILIPS con el título de roots of Strategy,
Harrisburg, Stackpole Books, 1985, p. 230.
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Yo estoy convencido que cualquier unidad no bien apoyada es
una organización derrotada y que los principios expuestos por
Montecuccoli al respecto son correctos. El ha dicho que la infantería
debe siempre ser apoyada por la caballería y la caballería por la
infantería27.
De igual manera, el Mariscal General de Francia se referirá a la autoridad de Montecuccoli al tratar el punto del uso de los espías guías y otros
agentes de recolección de información en campaña28.
Gracias a la fama del autor, las rêveries tuvo una gran circulación cuando
fue publicado en 1756, y sus ideas fueron discutidas en toda Europa. El
libro fue reimpreso en francés tres veces: en 1757, y luego en 1761 y 1763.
Las ediciones en alemán se hicieron en 1757 y 1767; y en inglés, en 1757,
1759 y 1776. A pesar de no existir, hasta ahora, ninguna traducción al
castellano, la obra alcanzó gran difusión en el ejército español.
La presencia de las obras de Saxe en la biblioteca de Bolívar está
prolijamente documentada y no cabe ninguna duda que el futuro Libertador
la leyó en su temprano proceso de formación29, bien en el período de
su educación española o en la segunda fase de su estadía europea en
Francia.
Tanto en su correspondencia como en su actividad como comandante
de tropas, puede rastrearse la inluencia de Saxe
Saxe en
en Simón
Simón Bolívar,
Bolívar, al
al igual
igual
30
que en el inventario de su biblioteca . Pero la más notable de estas pruebas
es la que proviene de un Maniiesto contra el Libertador, publicado en 1815
en la isla de Margarita por unos republicanos y reproducido en la Gaceta de
Caracas del 22 de marzo de 1815. En éste se le acusa, entre de las numerosas
faltas supuestamente cometidas por Bolívar en su desempeño político y
militar, que:
27
28
29
30
ibidem, p. 236.
ibidem, p. 291.
Manuel PéREz vILA, op. cit., pp. 145-146; Tomás PéREz TENREIRO, Para elogio y
memoria, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1991, pp. 75-91.
Manuel PéREz vILA, La formación intelectual del Libertador, Caracas, Ministerio de
Educación, 1979, p.145; Tomás PéREz TENREIRO, Para Elogio y memoria, Caracas,
Academia Nacional de la Historia, 1991, p. 87.
87
El sentido de un legado: la relación entre el pensamiento militar... / Fernando Falcón
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 75-108
DiFErENTES vECES SE LE oYó DECir quE LA TáCTiCA miLiTAr ErA
EXCuSADA Y CuANTo SE HABíA ESCriTo SoBrE EL ArTE DE LA GuErrA,
(sic)31.
PuEriLiDADES Y quimErAS
El título de la propia obra de Saxe,, rêveries, signiica ensueños, quimeras...
En la misma su autor señalaba que “a veces los ignorantes pueden tomarnos
por extravagantes [...] nadie sabe hoy lo que es la táctica [...] creen que es el
ejercicio y ordenamiento de las topas para disponerlas en batalla...”32. De
modo que de haber sido ciertas las expresiones que esos republicanos le
atribuyen a Bolívar –y dado su carácter y su formación no hay razón para
pensar lo contrario–, estaríamos en presencia de un enunciado tomado
directamente de la obra del famoso conductor de tropas europeo33.
El más grande conductor militar del siglo xvIII, Federico II de Prusia,
debe también parte de su desempeño militar a los antecedentes teóricos y
a la obra de Raimondo de Montecuccoli.. Tanto en su instrucción Secreta a sus
generales como en el Testamento militar34, sus dos obras de carácter castrense,
como en su Antimachiavel y sus réfutations à machiavel35, escritos de carácter
político-ilosóico, el rey de Prusia utiliza argumentos sobre el arte de la
guerra extraídos de la obra de Montecuccoli..
La misma situación ocurriría con su libro Histoire de mon temps36,
producción de carácter histórico, en el cual relata las incidencias de la
Guerra de los Siete Años. Allí cita varias veces a Montecuccoli al describir
la maniobra en el teatro de operaciones de Francia y las enseñanzas que
este autor habría dejado en sus campañas contra Turenne de 1673 y 1675.
Como es sabido por la historiografía relacionada con la formación intelectual
de Bolívar, las obras Completas de Federico II estuvieron en la biblioteca
31
32
33
34
35
36
Acusación del General Bolívar, Ex Dictador de venezuela que desde la isla de margarita
dirigen al Soberano Congreso de Tunja unos verdaderos republicanos. impreso en Cartagena
año de 1815. Reproducido en la Gaceta de Caracas del 22 de marzo de 1815.
Mayúsculas en el original.
reveries…Loc. Cit. pp. 231.
Tomás PéREz TENREIRO, op. cit., pp. 88-89.
Frederic II de Prussie, military instruction from the late King of Prussia to his generals.
printed by William Cruttwell; and sold by Egerton, London, 1797.
Frederic II, oeuvres Philosophiques, Paris, Fayard, 1985.
Frederic II de Prussie, Histoire de mon temps, Paris, Hachette, 1872.
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El sentido de un legado: la relación entre el pensamiento militar... / Fernando Falcón /Anuario
Anuario de Estudios
Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 75-108
del Libertador y existen testimonios acerca de la asiduidad con que éste
las consultaba37.
La línea teórica iniciada por Montecuccoli y prolongada por Santa Cruz,
Saxe y Federico II de Prusia tendrá continuidad intelectual a través de la
obra de los dos grandes reformadores teóricos de las últimas décadas del
siglo xvIII que abrieron el camino a la teoría y práctica de la guerra entre
1792 y 1830. Se trata del inglés Henry Lloyd y del philosophe y teórico militar
francés Jacques de Guibert, ambos autores comprobadamente leídos por
Simón Bolívar a lo largo de su formación intelectual y a lo largo de su
carrera política y militar.
Henry Lloyd, oicial de ingeniería de origen galés, quien, como era común
en la época, estuvo al servicio de varios ejércitos europeos, fue discípulo
de David Hume. Su vasta experiencia teórica y práctica en el campo militar
fue plasmada en diversas obras entre las que resalta su muy comentada y
difundida Historia de la última guerra en Alemania entre el rey de Prusia y el emperador
de Alemania y sus aliados, publicada en 1766 con una extensa introducción
teórica y programática. Sus relexiones sobre los principios del arte de la
guerra conocidos también como memorias politico-militares fueron publicadas
como continuación del relato de la guerra, en la reedición de la Historia de la
última guerra... llevada a cabo en 1781. Hacia 1784, en una edición póstuma,
se le agregó un volumen contentivo de cartas y otros documentos de interés.
Estos trabajos fueron objeto de numerosas traducciones. El primer volumen
fue objeto de tres traducciones alemanas y tres francesas entre 1777 y 1803.
Las memorias fueron igualmente traducidas al francés y alemán en ocho
ediciones entre 1783 y 180238.
La estructura general de su trabajo, así como la clasiicación de las
partes del arte de la guerra sigue de cerca la planteada por Raimondo
Montecuccoli en sus Aforismi, en especial lo concerniente a la naturaleza
de la guerra como una actividad humana que puede y debe ser abordada
en forma dual. Como todas las ciencias y las artes, la actividad bélica está
basada sobre reglas y principios ijos e invariables que deben ser adoptados
37
38
Manuel PéREz vILA, op. cit., pp. 246-247; Tomás Cipriano MOSqUERA, memorias
sobre la vida del Libertador Simón Bolívar, Bogotá, Banco del Estado, 1980, pp.
702-703.
Azar GAT, op. cit., pp. 69-70.
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mediante la confrontación de la experiencia y la realidad. Esto conforma la
parte mecánica del arte. Ahora bien, debido a que estos principios fundados
en la experiencia dependen siempre de circunstancias cambiantes, su
ejecución exacta es la parte sublime del arte que no puede ser estudiada y
cae dentro del genio creativo39.
La inluencia del pensamiento de Montecuccoli en el de Lloyd se
relaciona con la organización del ejército y la posibilidad de aplicar los
principios cientíicos y matemáticos al arte militar. La parte organizativa,
por ejemplo, sigue la misma secuencia argumental de los Aforismi. Para
Lloyd, como para Montecuccoli, la parte organizativa se ocupa del vestido
de las tropas, las municiones, la marcha y el despliegue de las tropas40. La
aplicación de principios matemáticos no sólo se circunscribiría a la geometría
y las fortiicaciones sino también al cálculo de las marchas, basado sobre
consideraciones de tiempo y espacio.
La relación entre Henry Lloyd y Simón Bolívar pasó durante mucho
tiempo inadvertida para los biógrafos e historiadores del período. En
2004, Ignacio quintana, aproximaría la hipótesis de su presunta lectura por
parte del Libertador, basándose en la línea argumental que lleva desde la
Ilustración a Clausewitz pasando por Bulow41. Un año más tarde, nosotros
demostraríamos la lectura de Lloyd por parte de Bolívar y el relejo de su
pensamiento en diversas comunicaciones del Libertador42.
En efecto, un análisis de la primeros escritos militares y políticos de
Bolívar, tanto la memoria dirigida a los ciudadanos de Nueva Granada por un
caraqueño –mejor conocida en la historiografía con el nombre de “Maniiesto
de Cartagena”, de fecha 15 de diciembre de 181243– como los de la polémica
39
40
41
42
43
Michael HOWARD (ed.), Teoría y práctica de la Guerra, Buenos Aires, Círculo
Militar, 1968, pp. 18-20.
Henry LLOYD, Histoire des Guerres d’Allemagne, Paris, Económica, 2001,
Introduction.
Ignacio qUINTANA, ¡Sancte Bolívar, ora Pro Nobis!, Roma, TREC, 2001, p. 209
Fernando FALCÓN, op.cit., pp. 145 y 193-194.
Es este el documento público de Bolívar más conocido durante ese período.
Sobre el mismo existe abundante bibliografía, desde que fue publicado por
primera vez en la Colección de documentos relativos a la vida pública del Libertador de
90
El sentido de un legado: la relación entre el pensamiento militar... / Fernando Falcón /Anuario
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entre el Libertador y el gobernador de la provincia de Barinas, Manuel
Antonio Pulido, permiten rastrear la huella de Lloyd en el pensamiento
bolivariano. En el Maniiesto de Cartagena, al analizar la correlación existente
entre la debilidad intrínseca de las repúblicas y los problemas de su defensa,
Bolívar haría el siguiente diagnóstico sobre la situación de la Provincia de
Caracas:
Caracas tuvo mucho que padecer por defecto de la confederación
que lejos de socorrerla le agotó sus caudales y pertrechos, y cuando
vino el peligro la abandonó a su suerte sin auxiliarla con el menor
contingente. Además le aumentó sus embarazos habiéndose
empeñado una competencia entre el poder federal y el provincial que
dio lugar a que los enemigos llegasen al corazón del estado, antes
que se resolviese la cuestión de si debían salir las tropas federales
o provinciales a rechazarlos cuando ya tenían ocupada una gran
porción de la provincia. 44
Compárese ese texto con el diagnóstico de Henry Lloyd sobre la defensa
de las confederaciones:
...es fácil concluir que las repúblicas confederadas, siendo aún más
complicadas, son todavía menos propias para la actividad que exige
la guerra, sea para atacar sea para defender. La falta de unión, o por
mejor decir la estrecha separación de sus miras y de sus intereses, hace
sus resoluciones débiles, y lánguidas sus operaciones; y si una parte
de la confederación es oprimida o subyugada, busca su seguridad
en una pronta sumisión, más bien que en aguardar el socorro de
sus aliados45.
44
45
Colombia y Perú, Simón Bolívar, editada por Francisco xavier Yánes y Cristóbal
Mendoza, Caracas, 1826. Consecuentemente dicho texto ha sido reproducido
en las obras de Larrazábal, Restrepo, Austria, Montenegro y Colón, Blanco y
Azpurúa y en general, fragmentos del mismo son de cita obligada en cualquier
biografía de Bolívar. En adelante la citaremos como Maniiesto...
ibidem, p. 121.
“Henry LLOYD, op. cit. Segunda parte”: De la conexión que hay entre las
diferentes especies de gobierno y las operaciones de guerra, “Capítulo cuarto:
Del gobierno republicano”. pp. 158. Loc. cit.
91
El sentido de un legado: la relación entre el pensamiento militar... / Fernando Falcón
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En efecto, dentro del corpus de la formación intelectual-militar de Bolívar
y en general para los defensores del llamado sistema de guerra moderna46,
sólo un gobierno centralizado y fuerte garantizaba la suiciente unidad
de mando y capacidad de acopio de recursos logísticos y inancieros para
hacer frente a las diicultades de una guerra o una conmoción interna47. Del
análisis de esta circunstancia, se pasaba en seguida a examinar la cuestión
relativa a la naturaleza del aparato armado o cuerpo militar necesario para
la defensa de la república.
En 1813, ante la negativa del gobernador de la provincia de Barinas
de enviar a campaña un batallón de reciente formación compuesto por
naturales de esa provincia, Bolívar recurriría al siguiente argumento:
Mientras más resortes haya que mover en una máquina, tanto o más
lenta será su acción, mas si no hay sino un solo resorte giran con
rapidez y son más sus efectos48
46
47
48
Nombre referencial dado a los partidarios de un ejército profesional permanente
compuesto por ciudadanos en contraposición a los teóricos, que en base a la
experiencia de los Estados Unidos de América, preconizaban el establecimiento
de cuerpos de milicianos. Para una discusión a fondo del tema durante la
época, véase Jacques GUIBERT, Defense du Système de guerre moderne, París, 1778,
en especial chapitre II. quatrieme partie. pp. 540-549.
Consecuentes con el paradigma dominante para la época, los autores militares
del período comprendido entre 1772 y 1805 serán de la creencia que sólo un
Estado centralizado, ya fuese monárquico o republicano, estaba en capacidad
de conducir operaciones ofensivas y defensivas con relativo éxito. Cómo
ejemplo de las diicultades inherentes a una monarquía descentralizada se citaba
al Imperio Austríaco y su desempeño en la Guerra de Sucesión De Austria
y la Guerra de los Siete años. Sobre el particular véanse Emile WANTY, L’art
de la guerre. de l’antiquité chinoise aux guerres napoléoniennes, verviers, Marabout
Université, 1967, en especial pp. 293-327; Fernand SHNEIDER, Histoire des
Doctrines militaire, París, PUF, 1964, pp. 31-38; Gunther ROTHEMBERG, maurice
de Nassau, Gustavus Adolphus, raimondo montecuccoli, and the “military revolution”
of the Seventeenth Century, en Peter PARET (ed.), makers of modern Strategy,
Oxford, Clarendon Press, 1986, pp. 32-63; Lazare CARNOT, vues proposées au
comité de salut public du 28 messidor an ii de la republique (16 julio 1794) en Gerard
CHALIAND, op. cit., pp. 765-769.
Oicio de Bolívar a Manuel Antonio Pulido del 12 de agosto 1813 en Escritos
del Libertador, Caracas, Sociedad Bolivariana de venezuela, 1969, pp. 23-26.
92
El sentido de un legado: la relación entre el pensamiento militar... / Fernando Falcón /Anuario
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Nótese ahora la posición que Henry Lloyd asumía en lo concerniente a
la relación entre confederación y defensa:
Un gobierno republicano confederado no está dispuesto por su
constitución a guerras largas y distantes: los principales resortes están
demasiado complicados para producir esta unidad, este vigor y este
encadenamiento necesario en las operaciones de guerra....
... El poder está demasiado complicado en una república federal, de
donde dimana su poca energía; porque el poder es como el resorte de
acero, que pierde de su fuerza a medida que se extiende, y aumenta
su elasticidad por la compresión.49
La otra gran inluencia de Bolívar en materia de arte militar es la
proveniente del teórico francés Jacques de Guibert. Este publicó en 1772
su Essai Général de Tactique, obra cuya profusa circulación y favorables
comentarios convertirían a su autor en el más reputado teórico militar de
la época50. Tres temas fundamentales abarca ese Essai. El primero de ellos,
ampliando las ideas ya expresadas en L´état actuel de la politique et la science
militaire en Europe, promulgaba la creación de un ejército auténticamente
nacional, formado por ciudadanos y educado según la idiosincrasia y
características del francés en la escuela de la libertad y la virtud, lo cual traería
como consecuencia un aumento sustancial de la capacidad combativa del
ejército. Para Guibert un ejército virtuoso y bien entrenado, amoldando la
instrucción militar a la constitución física de sus integrantes e insensible al
lujo y al vicio, produciría la victoria en un nuevo tipo de guerra más decisiva
y aplastante.
Como consecuencia de lo anterior, el segundo tema planteado por Guibert
era la exigencia de una guerra de movimiento que permitiera explotar las
posibilidades del tipo de ejército que propugnaba. Retomando algunas de
las ideas de uno de los autores militares más leídos en décadas anteriores
por su fama militar y su actitud iconoclasta, Mauricio de Sajonia, Guibert
clamaba por la reducción del tamaño de los ejércitos a in de hacerlos más
maniobrables, la completa eliminación del sistema de abastecimientos,
que ataba inexorablemente a los ejércitos a una cadena de abastecimientos
49
50
Henry LLOYD, op.cit., segunda parte: de la conexión que hay entre las diferentes
especies de gobiernos, y las operaciones de guerra, pp. 112-160.
Jacques GUIBERT, Essai Général de Tactique, Liege, 1772 y London 1773.
93
El sentido de un legado: la relación entre el pensamiento militar... / Fernando Falcón
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ubicadas en ciudades y depósitos fortiicados51, mediante el expediente
de vivir de los recursos del enemigo una vez ocupado su territorio y el
aumento de la movilidad de los ejércitos por la vía de la simpliicación de
las formaciones a través de la creación de una solución intermedia entre
la columna y la línea (“Ordre Mixte”), una reducción considerable de la
artillería y el aumento del número de pasos por minuto en la marcha de
los ejércitos. Propugnaba además la uniformidad de la instrucción de
la caballería e infantería a in de que ambas cumplieran indistintamente
funciones de línea o de tropas ligeras52.
El tercer tema era el corolario natural de su predicamento. Consciente
como estaba de que sus planteamientos teóricos no podrían ser aplicados en
una organización resistente al cambio y en una sociedad en la que no existía
la libertad, sólo serían posibles sus predicamentos –que para él encarnaban
las peticiones del ala progresista del ejército− , si se producía una completa
transformación de tal sociedad. Sólo si se crease un Estado virtuoso, similar
a la república romana “surgiría un gran genio, para asumir los poderes de
dictador, sentarse el mismo en el trono y llevar a cabo la reforma completa
de todo el sistema político y militar”53.
Los aportes de Guibert a la táctica de la época tuvieron una gran
inluencia en la evolución futura de la guerra. Sus ideas acerca de la
movilidad, rapidez, y valor en la conducción de las operaciones, la solución
de problemas logísticos mediante la toma de recursos en el terreno y a
costa del adversario, los movimientos en formaciones independientes y
las maniobras lexibles en columnas abiertas antes de desplegar la línea
de tiradores, en lugar de las altamente rígidas y complejas maniobras de
la formación lineal, constituyeron aportes revolucionarios en el dominio
del arte militar y moldearon las doctrinas del ejército francés en vísperas
de la Revolución. Las ideas de Guibert fueron prácticamente la base de
la ordonnance oicial de 1791, con las cuales los ejércitos de la Revolución
fueron a la guerra, y el Essai tuvo gran importancia en la formación militar
de Napoleón54.
51
52
53
54
Martin vAN CREvELD, Supplying War, Cambrigde, Cambrigde University Press,
1979, pp. 91-136.
GUIBERT, op. cit. Para la inluencia de las ideas de Maurice de Saxe en Guibert,
véase Jean P. BOIS, maurice de Saxe, París, Fayard, 1992.
GUIBERT, op. cit., pp. 165.
Jean COLIN, La education militaire de Napoleón, París, Chapelot, 1900.
94
El sentido de un legado: la relación entre el pensamiento militar... / Fernando Falcón /Anuario
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La obra de Guibert fue de tal impacto que, casi de inmediato, tuvo
numerosas ediciones en francés, inglés, alemán y persa55. Su obra fue de
comentario obligado en los salons de la Ilustración francesa y voltaire (el
autor literario preferido de Bolívar) compuso el poema La Tactique en honor
a Guibert.. El Comité de Salud Pública adoptaría como textos militares
de carácter obligatorio y repartiría a los generales de la república el Essai
Général de Tactique. Napoleón, como Primer Cónsul, autorizará ediciones
de las obras de Jacques de Guibert (1803), con una dedicatoria: “El Ensayo
General de Táctica es la obra más apropiada para formar grandes hombres”
y con una nota aclaratoria del editor que señalaba lo siguiente: “Bonaparte
ha llevado el Ensayo General de Táctica consigo en los campamentos y ha
dicho que es un libro apropiado para formar grandes Generales”56.
La lectura de Guibert por parte de Bolívar está plenamente comprobada
por sus biógrafos y por los estudiosos de la historia militar del período.
No sólo fue objeto de lecturas tempanas por el futuro Libertador sino que
su concepción general de las marchas de aproximación al enemigo y el
abastecimiento en el terreno, características de la forma de hacer la guerra
por Bolívar, deben mucho a las concepciones guibertianas57. Por otra
parte, existe una cita textual que revela el conocimiento que tenía Bolívar
de Guibert. Desde Pativilca, al comentar los desplazamientos del ejército
español en Perú, dirá al general Sucre: …porque el secreto de la táctica está en
los pies, como dice Guibert,, y nuestros enemigos lo poseen admirablemente58.
55
56
57
58
Peter PARET, makers of modern Strategy, Clarendon Press, Oxford, 1986, p.106.
El Essai no fue traducido al español durante el período que nos ocupa por
haber sido incluido en el Index de Libros Prohibidos debido a la dedicatoria de
la obra y al Discourse Preliminaire, el cual contenía severas críticas a la forma
de gobierno monárquica. Sobre el particular véase Fernando FALCÓN, Las voces
del patriotismo en la Primera república venezolana (1808-1812), UCAB, 2009 (en
prensa).
GUIBERT, op. cit., Edición de París, 1803.
Así lo señalan Manuel PéREz vILA, La formación intelectual del Libertador, Caracas,
Ministerio de Educación, 1979, p. 146 y Gilette SAURAT, El Libertador, Bogotá,
La Oveja Negra, 1987. En relación con la inluencia decisiva de Guibert en la
forma de hacer la guerra por parte de Bolívar véase Fernando FALCÓN, op. cit.,
pp. 78-80 y 153-180.
Cartas del Libertador, tomo Iv, 26 de enero de 1824, p. 355.
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El sentido de un legado: la relación entre el pensamiento militar... / Fernando Falcón
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Guibert cita varias veces a Montecuccoli a lo largo de su Essai. Al
referirse en el discurso preliminar de la obra al cuadro general del arte
militar en Europa, cita a Montecuccoli como uno de los grandes capitanes
de la historia. De igual manera, al comentar sobre la rareza de buenas obras
militares para guiar la formación de los oiciales en el arte de la guerra,
recomienda las obras del Príncipe ítalo-austríaco como fundamentales para
la enseñanza militar.
Al discutir sobre el tamaño ideal de un ejército para llevar a cabo marchas
rápidas que sorprendan al enemigo y le permitan avanzar dislocando el
dispositivo del adversario (manera típica de operar de Bolívar), no vacilará
en acogerse a los criterios de Montecuccoli sobre el particular, en el sentido
de trabajar con ejércitos de pequeño tamaño59.
Como puede observarse, todas las obras de ciencia y arte militares que
estuvieron disponibles para el conocimiento y manejo de Bolívar en su
proceso de formación militar harán referencias tanto a la igura como a los
aportes teóricos de Raimondo Montecuccoli, por lo que él tuvo suicientes
referencias teóricas que lo colocan al menos en relación indirecta con el
personaje, aún en el caso, para nosotros improbable, de no haber leído
directamente sus obras.
A lo dicho antes hay que señalar las numerosas ediciones de la obra
de Montecuccoli en español, francés e italiano, idiomas que sabemos leía
Simón Bolívar. Estas aportan elementos que permiten modiicar el aserto
que señala que Bolívar no pudo haber tenido acceso a los escritos de
Montecuccoli antes de 1824.
II.-
En idioma italiano la obra de Raimondo de Montecuccoli estuvo
disponible a partir de 1692, cuando aparece la primera publicación de
L’Attione bellica del conte montecuccoli Príncipe del romano impero, e Luogotenente
Generale de le Armi dell’imperatore, a cargo de Giovanni Batista zapata. Se
trataba de la publicación de la copia de un extracto del manuscrito de las
Tavole militari.
59
Jacques GUIBERT, op. cit., Las referencias citadas se encuentan en Essai
Discourse preliminaire seconde partie, p.154; Introduction: rareté de bons ouvrages
militaires, p.181; Deuxième partie Grande tactiquemarches d’armee p. 350,
respectivamente. Utilizamos la edición moderna con el título de Strategiques.
Paris L`Herne, 1977.
96
El sentido de un legado: la relación entre el pensamiento militar... / Fernando Falcón /Anuario
Anuario de Estudios
Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 75-108
Un año más tarde, en 1693, aparecería la primera traducción de las obras
de Montecuccoli en idioma distinto al italiano. Se trata de la publicada en
idioma español intitulada Arte universal de la guerra Traducido de italiano en
Español por Don Bartolomé Chafrión soldado de infantería Española,
Española Milán, 1693,
editada en la Imprenta Real por Marcos Antonio Pandulpho Malatesta
y a cargo del capitán español Don Bartolomé Chafrión. Esta obra tuvo
reedición en Barcelona en 1697, en la imprenta de Rafael Figueró. Ambas
ediciones son extractos de varios escritos de Montecuccoli y no se trata
de traducciones o apógrafos del Aforismi, como hasta ahora se ha venido
sosteniendo60. Una revisión exhaustiva de este trabajo nos hace llegar a la
conclusión de que se trata de un manuscrito distinto al que sirvió de base a la
redacción de los Aforismi. La misma tuvo reediciones en 1697 en Barcelona
en la imprenta de Rafael Figueró; en 1708 en Lisboa por Miguel Man; la
de París por J. B. Coignard y Boudet de 1739. Otra de Rafael Figueró en
Barcelona en 1746, una de Madrid en la imprenta de Antonio Marín de
1767, otra madrileña por la imprenta de la calle de la Greda. Librería de A.
González en 1808, y inalmente la edición de la imprenta de M. Domingo
publicada en Mallorca en 1812.
Es a principios del siglo xvIII, en 1704, cuando aparece la primera
edición italiana impresa de los Aforismi, con el título de memorie del General
Príncipe de montecuccoli. La misma estuvo a cargo de Heinrich von Huyssen,
oicial alemán que fungía como Consejero Militar del Zar de Rusia, Pedro
el Grande, la cual fue publicada en Colonia (Alemania) por la Compagnia
dei Librai. Tal edición fue hecha sobre los manuscritos de Montecuccoli
existentes en la Biblioteca Imperial de viena61. Siete años más tarde, en
1714, aparecerá en Ferrara una nueva edición de los Aforismos, copia de la
anterior de Colonia, bajo el mismo título: memorias del General Príncipe de
montecuccoli, a cargo de Bernardino Barbieri. Unos años después, en 1821
60
61
Raimondo LURAGHI señala dos ediciones en español, las de 1693 y la de 1746,
reiriéndolas sólo como extractos o apógrafos de los Aforismi. Véase su estudio
preliminar a la opere Complete di raimondo montecuccol, Uficio Histórico dell
Stato Maggiore dell’Essercito, Roma, La Terza, 1988; Luciano TOMASSINI (en
su obra raimondo montecuccoli, capitano e scritore, Roma, Uficio Istorico dell`Stato
Maggiore, 1978, p. 144) reiere una traducción al español, la de 1693; Peter
PARET (en makers of modern Strategy, Oxford, Clarendon Press, 1990, p. 60)
reiere dos ediciones españolas.
Raimondo LURAGHI, op. cit., pp. 116-117.
97
El sentido de un legado: la relación entre el pensamiento militar... / Fernando Falcón
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 75-108
aparecería una nueva reedición de la traducción de Foscolo a cargo de
Giuseppe Grassi, editada en Turín.
En 1712 aparece en París la primera traducción francesa de los Aforismi,
a cargo de Jacques Adam62. Aparentemente, según Raimondo Luraghi, esta
edición se basa en la copia existente en manos del Duque Carlos de Lorena.
Esta edición fue la base de las doce ediciones subsiguientes hasta 1760.
Raimondo Luraghi señala que hubo pocas reediciones de esa traducción, lo
que carece de veracidad. Entre 1712 y 1760 fueron publicadas las siguientes
ediciones de la traducción de Adam: 1722 (Cologne),
Cologne), 1734 (Ámsterdam),
1735 (Strasbourg), 1740 (Strasbourg), 1746 (París), 1751 (París), 1752
(Ámsterdam); y 1760, año cuando se producen simultáneamente cuatro
ediciones en Moscú (Imprente -sic- de la Université) y París (por Nyon,
Despilly y Chez Baroiz, respectivamente), lo que suma un total de 12
reediciones de la traducción de Adam, llevando todas ellas como subtítulo
Principes de l’Art militaire, lo que contribuyó a popularizar la obra de
Montecuccoli con ese nombre, en especial entre los cultores del arte militar,
dada la inluencia de la llamada Escuela Militar de la Ilustración63. Para 1770
aparecería una edición crítica, basada en la misma traducción de Adam, a
cargo del Conde Turpin de Crissé, con el nombre de Commentaires sur las
mémoires de montecuccoli, que fue editada en París por Lacombe.
Todas estas ediciones, veintitrés en total, doce en francés, seis en español
y cinco en italiano estaban disponibles para la lectura y conocimiento de
Simón Bolívar para cuando recibe como regalo de Sir Robert Wilson la
edición de la opere Complete de Raimondo Montecuccoli, a cargo de Ugo
Foscolo, poeta y activista republicano de principios del siglo xIx. Esta edición
contenía la mayor parte de la obra militar de Montecuccoli, incluyendo el
62
63
Jacques Adam (1663-1735), escritor y eclesiástico francés, fue electo como
miembro de la Academia francesa en 1723. Gozó de gran prestigio en los
círculos políticos e intelectuales franceses de su época. Raimondo Luraghi, en su
introducción a la opere Complete di raimondo montecuccol con ligereza inexplicable
lo caliica de “un tal Adam”. Véase LURAGHI, op.cit., tomo I, pp. 117.
Azar GAT, The origins of military Thought, Oxford, Oxford University Press,
1992, especialmente pp. 13-55. Para la aplicación de estos conceptos en América
Hispana, véase Fernando FALCÓN, El cadete de los valles de Aragua: el pensamiento
político y militar de la ilustración y los conceptos de guerra y violencia política en Simón
Bolívar.
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El sentido de un legado: la relación entre el pensamiento militar... / Fernando Falcón /Anuario
Anuario de Estudios
Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 75-108
Tratato della Guerra, Sulle Battaglie, Aforismi del Arte Bellico y Tavole militare.
Esa misma edición, célebre tanto por su belleza gráica (con ilustraciones
del mismo Foscolo) como por lo restringido de su tiraje –que apenas
alcanzó los ciento setenta (170) ejemplares–, le fue obsequiada a Napoleón
I y hasta muy entrado el siglo xx se consideró la edición princeps de la obra
de Montecuccoli.
Más allá de las pruebas que aquí se aporta en relación con la formación
militar de Bolívar y la presencia de la obra de Montecuccoli por la vía de
las citas de autores militares que comprobadamente leyó Bolívar, la propia
actuación discursiva y práctica del Libertador remiten a su familiarización
con la obra de Raimondo de Montecuccoli, tanto por la vía directa, es
decir, por indicios que ofrece su propia actuación pública, como por la vía
de los elementos contextuales y discursivos que rodearon dicha actuación.
La relación militar entre Bolívar y Miranda aporta la primera de esas claves
prácticas. Diversos memorialistas de época señalan la existencia de una
relación conlictiva entre ambos próceres en materia política y militar como
consecuencia de las concepciones antagónicas que ambos tenían en esas
materias64.
Se sabe igualmente que Miranda no sólo poseía varias ediciones de la
obra de Montecuccoli en su biblioteca personal65, sino que recomendaba
especialmente su lectura a los oiciales bajo su mando66. Por tanto, es más
que probable que Bolívar hubiese recibido referencias de esa obra aún
en el caso de no conocerla, o bien, de acuerdo con lo que se ha venido
exponiendo, que hubiese polemizado con el Generalísimo en relación con
las materias político militares allí planteadas.
En la campaña de 1813 hacia venezuela, conocida en la historiografía
como “Campaña Admirable”, se produjo un hecho de armas conocido como
la batalla de Taguanes, que tuvo lugar el 31 de julio de 1813, a través del cual
puede rastrearse la impronta de la obra de Montecuccoli en el pensamiento
64
65
66
Manuel SERvIEz, L´Aide de Camp ou l’Auteur inconnu. Sourvenirs des Deux-mondes,
París, 1832; Ricardo BECERRA, Ensayo histórico documentado de la vida de Don Francisco
de miranda, Caracas, Imprenta Colón, 1896, tomo II, p. 145; Fernando FALCÓN,
op. cit., pp. 129-130.
Arturo USLAR PIETRI, op. cit., p. xLvII.
véase Jules MANCINI, Bolívar y la emancipación de las colonias españolas, París, Bouret,
1910, p. 377.
99
El sentido de un legado: la relación entre el pensamiento militar... / Fernando Falcón
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 75-108
militar de Bolívar en una fecha tan temprana como esa. Durante el desarrollo
de la batalla y viendo Bolívar que el jefe realista (Izquierdo) buscaba el
desenganche de las fuerzas con el in de emprender la retirada hacia Valencia,
ordenó a la caballería montar jinetes a la grupa a in de desmontarlos cerca
del área donde se iniciaba el desenganche e impedirlo por medio del fuego.
Esta maniobra impidió la retirada del adversario y provocó su derrota que
luego le abriría a Bolívar las puertas de valencia y Caracas y se convirtió
en el punto culminante de la campaña67.
Cierto es que el uso de infantería montada a la grupa de los jinetes era
de muy vieja data y que ya Tito Livio la había descrito como recurso táctico
utilizado por el ejército romano68, pero la aparición del cartucho embalado y
el aumento del poder de las armas de fuego, planteaba la discusión en otros
términos. En efecto, al igual que en otras áreas del conocimiento humano,
una de las discusiones más fuertes producidas en el ámbito del pensamiento
militar ilustrado fue el debate entre antiguos y modernos.
El eje de esa polémica consistía en la resolución de lo que se consideraba
el problema fundamental del arte de la guerra: lograr la decisión en el
campo de batalla. Lo esencial era encontrar la forma de concentrar una
fuerza superior sobre los puntos débiles del enemigo a in de desarticular
y romper su dispositivo de combate en el campo de batalla. En este
sentido, las formaciones de combate, en columna y en línea, mantenían
su preponderancia en el arte militar y replanteaban la dicotomía existente
67
68
Existen varias versiones historiográicas de la Batalla de Taguanes, las cuales
podrían ser clasiicadas de la forma siguiente: las relaciones de actores de los
acontecimientos, los historiadores del siglo xIx que recibieron información
directa de algunos actores y participantes y inalmente los historiadores críticos
del siglo xx. Con motivo del Sesquicentenario de la Campaña admirable, LA
ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA publicó una compilación a cargo de
Lino IRIBARREN-CELIS con el título de La Campaña Admirable 1813, Caracas,
Academia Nacional de la Historia, 1963, la cual sigue de cerca la clasiicación
que proponemos y contiene las relaciones de los actores Rafael Urdaneta, Pedro
Briceño Méndez, José de Austria y José Trinidad Morán; las versiones de los
historiadores decimonónicos Daniel Florencio O`Leary, José Félix Blanco,
Rafael María Baralt, José Manuel Restrepo, Felipe Larrazábal y Francisco
Javier Yanes y los estudios de vicente Lecuna, Eleazar López Contreras y Lino
Iribarren Celis.
Tito LIvIO, Historia de roma desde su fundación, Madrid, 1990/1997.
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El sentido de un legado: la relación entre el pensamiento militar... / Fernando Falcón /Anuario
Anuario de Estudios
Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 75-108
entre el poder de fuego y el choque del arma blanca. Así, la gran discusión
teórica en el período sería entre los partidarios del fuego y los que lo eran
del choque como el elemento decisivo en la batalla.
Los partidarios del choque, basándose en las enseñanzas extraídas de la
antigüedad (falange macedónica y de la legión romana), con el Caballero
de Folard a la cabeza, preconizaban la adopción en combate del llamado
orden Profundo, es decir, la disposición de gruesas formaciones en columnas
separadas a lo largo del frente, capaces de arrollar, con la fuerza del choque al
arma blanca a un enemigo desplegado en línea y coniado en la superioridad
del fuego. Para los seguidores de esa idea, la columna era el único medio de
combinar la movilidad con la formación cerrada ya que una vez establecida la línea de combate, ésta no podía cambiar de dirección y quedaba
afectada por los obstáculos naturales, situaciones que la columna superaba
y que permitía concentrar las fuerzas en un punto dado del frente de batalla
para lanzar un ataque eicaz que desarticulara el dispositivo enemigo69. El
combate en columna se traducía en la práctica en desorden cuando no en
lentitud de movimiento. De igual manera, las características de ese tipo de
formación impedían a la mayoría de los soldados el uso de sus armas. Toda
esta concepción se basaba en el rescate de la profundidad de choque de
la Falange griega y de la Legión romana como un expediente que lograría
rescatar el poder de decisión durante la batalla.
Como contrapartida, los partidarios de la modernidad preconizaban la
formación en línea y hacían énfasis en los efectos devastadores del fuego
sobre la columna y se referían a ella como un anacronismo, una rémora
de los tiempos anteriores a la aparición de la bayoneta. Para ellos, el fuego
desarticulaba totalmente el dispositivo del enemigo y sólo bastaba una carga
a la bayoneta desde la misma formación en línea para obtener la victoria
en el campo de batalla. Las tentativas de los cultores de la antigüedad eran
para los modernos un despropósito tal, que no sólo “ignoraban el hecho
histórico de Cinocéfalos (donde fue destruida la falange), sino el hecho
moderno de la aparición de la bala”70.
El problema, no obstante, era de vieja data. Dado que en el campo
de batalla, el movimiento de las tropas era fundamental para asegurar la
69
70
Chevalier DE FOLARD, op. cit., tomo 1, introduction.
Basil LIDELL-HART, op. cit., p.37.
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El sentido de un legado: la relación entre el pensamiento militar... / Fernando Falcón
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 75-108
maniobra y lograr la decisión, se consideraba de extrema importancia, una
vez lograda la victoria en el terreno escogido, mover el elemento de decisión
con la rapidez suiciente para taponar brechas en el dispositivo, mover
reservas al punto más débil del enemigo, o acelerar la persecución para
destruir a la fuerza enemiga en el terreno escogido para ofrecer batalla.
En la antigüedad, especíicamente en la época romana, se había intentado
una solución satisfactoria. Julio César había movilizado manípulos de la
Legión a la grupa de caballos para resolver algunos de los inconvenientes
descritos. Se trataba de trasladar potencia de choque que en aquel entonces
era el elemento decisor en el campo de batalla. Con el advenimiento de las
armas de fuego y su efecto letal, el problema consistiría en cómo hacer su
traslado efectivo para lograr los mismos resultados de fuego cerrado en
descarga.
Durante la batalla de San Gotardo librada el 1º de agosto de 1664,
Montecuccoli observaría a las tropas turcas, más especíicamente a los
jenízaros, montar a la grupa de los spahis a in de cruzar el río Raab y
reforzar las posiciones del centro que estaban siendo ieramente atacadas
por las tropas imperiales. De esta maniobra quedaría constancia en la obra
de Montecuccoli, siendo la primera vez que se trasladaba fuego mediante
este recurso en la época moderna. En su obra más famosa El arte militar,
Montecuccoli sentenciaría:
Cuando se necesite acelerar la marcha con toda presteza, se dejarán
los equipajes, se mandará adelante a la caballería o se pondrá la
infantería a caballo71.
Estas enseñanzas serían recogidas en forma metódica por el Marqués
de Santa Cruz de Marcenado quien, como vimos antes, reconoce su deuda
intelectual con Montecuccoli:
Enséñense los infantes a montar en grupa de la caballería, porque
se ofrecerá muchas veces ejecutar esta diligencia en la guerra para
pasajes de ríos, marchas aceleradas etc.
Para tal operación los escuadrones comienzan por doblar el fondo
o tomar terreno sobre uno o ambos costados, a in de que, sin
desordenarse la caballería quepa largamente un hombre de a pie
71
Raimondo DE MONTECUCCOLI, mémoires o éléments de L´Art militaire, Paris, Chez
Barois, 1770, p. 105.
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El sentido de un legado: la relación entre el pensamiento militar... / Fernando Falcón /Anuario
Anuario de Estudios
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entre caballo y caballo; después los montados dejan libre el estribo
izquierdo a los infantes y los primeros se ladean hacia el costado
derecho para que los segundos no los derriben, si, no sabiendo asirse
del borrén, se agarran del soldado a caballo72.
De modo que para la época cuando Bolívar ejecuta la maniobra de la
batalla de Taguanes ésta era un expediente moderno, conocido y ejecutado
por los ejércitos en campaña e incluido en la literatura militar de la época y
no una reminiscencia de carácter clásico, tal y como sugiere Tomás Polanco
en su biografía del Libertador, en la que coloca a los infantes republicanos
en Taguanes armados con lanzas a la manera de jabalinas romanas en vez de
fusiles –que fue como realmente ocurrió– a in de demostrar la adscripción
de Bolívar a la corriente clásica del arte militar73. La maniobra de Taguanes
es entonces, producto de la formación moderna de Bolívar en materia de
arte militar y ejecutada como consecuencia de las enseñanzas prácticas
incluidas en las obras de Montecuccoli y Santa Cruz.
En 1814 se publica un artículo bajo el título “Observaciones” en la
Gaceta ministerial de Cundinamarca, en el que se trata sobre la conducción de
los asuntos de la guerra, utilizando la experiencia histórica de la guerra de
independencia de los Estados Unidos de América a in de ser aplicadas a
la situación de las provincias de Nueva Granada. Allí se airma que:
Para conducir bien nuestra guerra defensiva convendrá tener
presentes los motivos por los cuales, según el gran maestro de la
guerra, Montecuculi, se debe evitar dar una batalla, 1.cuando hay mas
mal en perderla que provecho en ganarla; 2. Cuando uno es inferior
al enemigo; 3. Cuando se esperan socorros; 4. Cuando el enemigo
está situado ventajosamente. Los militares sabrán dar perfecto sentido
a estas reglas74.
72
73
74
Marqués de Santa Cruz DE MARCENADO, op. cit., pp. 253-254.
Tomás POLANCO ALCÁNTARA, Bolívar, Caracas, Grijalbo, 1994, pp. 315-316.
Gazeta ministerial de Cundinamarca en su Capital Santa Fe de Bogotá, nº 185, jueves
11 de agosto de 1814. Agradezco a los profesores Carole Leal del Instituto
de Investigaciones Históricas Bolivarium de la USB e Isidro vanegas de la
Universidad del Externado de Colombia por haberme facilitado el ejemplar
citado para su consulta.
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El sentido de un legado: la relación entre el pensamiento militar... / Fernando Falcón
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 75-108
Ese artículo es indicativo de la difusión que tenía la obra de Raimondo
de Montecuccoli en medios ilustrados y militares de la época, por lo que
forzosamente debió ser del conocimiento, al menos indirecto de Bolívar,
máxime cuando unos meses después ocuparía Bogotá a in de someter a
Cundinamarca a la obediencia del gobierno de la Unión granadina.
El 3 de junio de 1819, El Libertador se presta a iniciar la campaña
libertadora de Nueva Granada; desde Guasdualito, lugar desde donde
ésta partiría, escribe al recién nombrado comandante del Ejército de
Oriente, general José Francisco Bermúdez, para darle instrucciones sobre
el comportamiento futuro de las unidades a su cargo en una hipotética
batalla:
Los enemigos confían más en su disciplina que en su valor. Más
confían en las sorpresas que en los ataques regulares; y que ellos
nos suponen incapaces de obrar según los principios de la táctica.
Piensan que no sabemos movernos porque no sabemos evolucionar.
Es preciso pues que vean en el ejército de Oriente lo que en el de
Occidente, valor, táctica y disciplina75.
Diagnóstico similar sobre las tropas turcas, colecticias y bisoñas como
las patriotas en esa época, tendría Raimondo de Montecuccoli:
Li populi barbari ripongo principalmente i loto vantagno nella
multitudine en el furore; ma le milizie amaéstrate nell ordine en el
valor76.
Obsérvese el giro retórico que lleva a cabo Bolívar en la cita del general
imperial. Evocando a Montecuccoli de memoria, tal cual era su costumbre77,
le hace ver que las tropas de Morillo consideraban salvajes a los patriotas y
era necesario hacerles cambiar de opinión en el terreno de las armas78.
75
76
77
78
Oicio de Bolívar a José Francisco Bermúdez del 3 junio 1819 en Escritos del
Libertador, tomo xvI, pp. 174-175.
Raimondo MONTECUCCOLI, op. cit., tomo II, pp. 461.
O’Leary, edecán de Bolívar sostiene que Bolívar citaba de memoria. véase
Daniel O’LEARY, memorias del general o’Leary, Caracas, Ministerio de la Defensa,
1981, tomo 28, p. 33.
Esa era la opinión generalizada durante la época que tenían las tropas españolas
sobre las patriotas. véase a guisa de ejemplo la famosa cita de Morillo de una
carta al Rey fechada ese mismo año (1819) “catorce cargas consecutivas sobre
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El sentido de un legado: la relación entre el pensamiento militar... / Fernando Falcón /Anuario
Anuario de Estudios
Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 75-108
El 15 de octubre de 1823, el general de brigada Lino de Clemente se dirige
a los redactores del periódico caraqueño El Colombiano, a in de someter a
los dictados de la opinión pública su actuación al frente de la campaña de
1822, la cual había culminado con la pérdida del combate de Salina Rica a
manos del tristemente célebre general español Francisco Tomás Morales.
Con ese propósito respondía a las acusaciones lanzadas en su contra por
los redactores del periódico El Patriota en su edición número 59 del 3 de
agosto del mismo año, según la cual su conducta no se había ajustado a
los parámetros del arte de la guerra. Los redactores de El Patriota habían
analizado la marcha hacia el río Socuy y las disposiciones para el cruce del
mismo utilizando lo indicado en la edición del Arte universal de la guerra del
Príncipe Monte Cucoli (sic)79. La respuesta de Clemente, en relación con
las disposiciones efectuadas bajo su mando para la cobertura de seguridad
durante el cruce del Socuy, cita textualmente y siguiendo la misma edición
de Montecuccoli, las disposiciones de ese autor en cuanto a la maniobra de
cruce de ríos y concluye que él mismo se había ajustado a tales preceptos
durante la operación80.
Pero hay más, Clemente ironiza sobre la supuesta preparación militar
de los redactores del periódico acusador y les observa que el jefe del
Castillo de San Carlos, al rendir sus fuerzas a las comandadas por el general
colombiano Manuel Manrique como consecuencia de la batalla naval del
lago de Maracaibo en julio de ese año, no había cumplido a su vez con los
preceptos señalados en el Arte universal de la guerra de Montecuccoli, pues
había entregado la fortaleza sin cumplir con las reglas del arte en atención
a lo planteado por ese autor; para ello trae en su apoyo una extensa cita de
dicho libro relativa al tema.81
Del resultado de esta polémica se deduce algunos asuntos de suma
importancia para la cuestión que nos ocupa. En primer lugar, para la época
las operaciones militares eran objeto de discusión pública y los asuntos
79
80
81
mis cansados batallones me hicieron ver que no se trataba de una gavilla de
cobardes poco numerosa como me habían informado sino de tropas capaces
de competir ventajosamente con las mejores de S. M. el Rey”. Citada en José
Antonio PÁEz, Autobiografía, Caracas, PDvSA, 1990, volumen I, pp. 125-126.
El Patriota, edición número 59, 3 de agosto de 1823.
El Colombiano, edición del 15 de octubre de 1823.
idem.
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El sentido de un legado: la relación entre el pensamiento militar... / Fernando Falcón
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 75-108
castrenses, tal y como corresponde a una sociedad republicana y libre,
eran pues objeto de análisis por parte de la opinión pública. En segundo
lugar, y para el tema es un hecho de gran importancia: tanto los redactores
de El Patriota como el general Clemente tuvieron a su disposición sendos
ejemplares de alguna de las diversas ediciones de la obra de Montecuccoli
en idioma español, lo que plantea un hallazgo de importancia en cuanto a
la circulación de esa obra en venezuela. Por último, dada la relación familiar
existente entre Lino de Clemente y Simón Bolívar –y visto el carácter público
de la polémica – es de esperarse que ésta fue del conocimiento, aún tardío,
de Bolívar y por lo tanto de las referencias a Montecuccoli.
El cuarto elemento a ser considerado son los actos locucionarios de la
recepción del libro y el del legado a la Universidad de Caracas, incluido en
la cláusula séptima del testamento del propio Simón Bolívar.
El 15 de noviembre de 1824, desde Chancay, en Perú, Bolívar envía una
carta a Sir Robert Wilson agradeciendo el envío de dos libros que habían
pertenecido a la biblioteca de Napoleón. En ella el Liberator de Colombia
diría lo siguiente:
El vicepresidente de Colombia me ha escrito participándome el
precioso presente de dos libros de derecho y de guerra, de un valor
inestimable: “El Contrato Social” de Rousseau y “Montecuculi”,
ambos del uso del gran Napoleón. Estos libros me serán muy
agradables por todo respecto. Sus antiguos poseedores son venerables
por el bien y el mal que han hecho; el primer poseedor es el honor
y la desesperación del espíritu humano, y el segundo, que me ha
honrado con ellos, vale para mi más que todos porque ha trazado
con su espada los preceptos de Montecúculi y en su corazón se
encuentra grabado el Contrato Social…82
Obsérvese que en el momento en que Bolívar responde la carta de
Wilson, no conoce la verdadera naturaleza del regalo recibido. De hecho,
se reiere a “Montecúculi” de forma genérica sin especiicar de cuál obra se
trata. En principio por no haber recibido los libros y por tanto desconocía
la especiicidad del obsequio recibido. En segundo lugar, porque en la
época cuando se citaba a un autor sólo por su nombre, generalmente se
82
Carta de Bolívar a Robert Wilson, 15 de noviembre de 1824, en Simón BOLÍvAR,
obras Completas., La Habana, Editorial Lex, 1947, tomo I, p. 1006. (negritas
del autor).
106
El sentido de un legado: la relación entre el pensamiento militar... / Fernando Falcón /Anuario
Anuario de Estudios
Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 75-108
refería su obra magna o más conocida. Era esta una manera de referir en
la Ilustración y aún pervive en nuestros días83. Esto señala claramente que
Bolívar conocía al autor que cita entre comillas, así como conocía su obra.
En tercer lugar, la grafía del apellido de Montecuccoli la escribe Bolívar a
la manera francesa, lo que es un indicio del conocimiento que pudo haber
tenido Bolívar de cualquiera de las doce reediciones que ese autor había
tenido en esa lengua para la fecha.
Un tratamiento distinto tendrá la obra de Montecuccoli en el momento
de la donación testamentaria a la Universidad de Caracas. En el momento
de dictar su voluntad testamentaria, Bolívar establece en la cláusula séptima
que:
Es mi voluntad, que las dos obras que me regaló mi amigo el señor
general Wilson y que pertenecieron antes a la biblioteca de Napoleón,
tituladas “El Contrato Social” de Rousseau y “El arte militar” de
Montecucúli, se entreguen a la Universidad de Caracas84.
véanse aquí dos particularidades que indican la familiaridad de Bolívar
con la obra de Raimondo de Montecuccoli. La primera concierne a la ya
citada grafía francesa del apellido del Príncipe de Meli; la segunda, que
en el momento de expresar su voluntad testamentaria, Bolívar reiere
expresamente a la obra “El arte militar”, cuando en realidad el obsequio
recibido había sido la de la opere Complete de Raimondo de Montecuccoli,
esa singular edición de 170 ejemplares a cargo del poeta y ferviente
republicano Ugo Foscolo85 en la que igura, entre otras, la mencionada
obra como parte de la compilación de los trabajos militares de Raimondo
de Montecuccoli. Esto parece mostrar entonces que Bolívar sí conocía
los escritos de Montecuccoli por las versiones francesas, pues como se
había señalado antes las ediciones francesas de los Aforismi dell arte bellica
fueron publicadas bajo los títulos de mémoires o éléments de L´Art militaire o
simplemente como L´Art militaire.
83
84
85
véase Roger CHARTIER, L’ordre des livres: Lecteurs, auteurs, bibliothèques en Europe,
París, ALINEA, 1992.
José FéLIx BLANCO y Ramón AzPURúA, Documentos para la historia de la vida Pública
del Libertador, tomo xIv, p. 463.
opere de raimondo montecuccoli a cargo de Ugo Foscolo. Milano. Por Luigi Mussi.
1807. Es esta la edición que se encuentra actualmente bajo custodia de la
Universidad Central de venezuela.
107
El sentido de un legado: la relación entre el pensamiento militar... / Fernando Falcón
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 75-108
Muerto Bolívar en marzo de 1831, el párroco de la ciudad de Cuenca en
Ecuador dispuso la celebración de solemnes exequias al héroe. Un antiguo
y entrañable amigo de Bolívar, el reverendo padre fray vicente Solano
pronunció la oración fúnebre durante el acto. El orador hizo hincapié en
las lecturas militares y su relación con la práctica del arte de la guerra en
Simón Bolívar, citando a César, vauban y Montecuccoli, entre los autores
leídos por Bolívar y, en un giro retórico que buscaba ilustrar la muerte del
Libertador y héroe, señaló:
Antes bien, recibid esta nueva para que digáis lo que Montecúculi
(sic), cuando supo la infausta suerte de su competidor, el mariscal
de Turena. “¡Ha muerto, dijo, un hombre que hacía honor al
hombre!86
Un recorrido por la formación militar de Simón Bolívar, las obras de
carácter militar que estuvieron a su alcance y que comprobadamente leyó, el
ambiente político y militar en que se desenvolvió y, inalmente, los propios
actos locucionarios de la recepción y posterior donación a la Universidad
de Caracas de la obra de Raimondo de Montecuccoli muestran la relación
intelectual entre éste y Simón Bolívar, por lo que sería conveniente revisar
las airmaciones que han sostenido lo contrario, así como replantear nuevas
interpretaciones acerca de la formación intelectual militar del Libertador y
su correspondiente aplicación en los ámbitos político y castrense.
86
Oración fúnebre de Fray vicente Solano, Cuenca, marzo de 1831. En Leonardo
ALTUvE CARRILLO, Genio y apoteosis de Bolívar en la Campaña del Perú, Caracas,
Ministerio de la Defensa, 1979.
108
DImENSIóN INTERNACIONAL DE LAS
ExpEDICIONES DE mIRANDA y DE LAS INVASIONES
INGLESAS AL RíO DE LA pLATA (1806-1807)
ADRIANA MIREL CLAvIJO1
universidad de la república, uruguay
resumen: Las expediciones de Miranda y las invasiones inglesas al Río de la
Plata de 1806 y 1807 fueron agresiones a Hispanoamérica tradicionalmente
relacionadas a intereses británicos, pero poco abordadas desde una óptica
internacional. El objetivo es establecer su vínculo con el gobierno británico,
y rescatar la respuesta del gobierno central de la monarquía frente a otros
actores involucrados, como los Estados Unidos y Portugal. Mientras las
expediciones de Miranda, fueron producto de los intereses de comerciantes
ingleses y estadounidenses más que del gobierno británico, las invasiones al
Río de la Plata fueron lo contrario. En el primer semestre de 1806, Londres
se manejó con cautela y expectativa ante la posibilidad de la reversión de la
alianza española, cuando ésta se diluyó y sus oportunidades en Europa se
ennegrecieron, Inglaterra se involucró en Sudamérica. La política española
también pareció deinirse, estrechó su relación con Francia y se dispuso a
atacar en Europa y en América a Portugal, abastecedor y socio británico
en el Plata, y enviar una expedición a Texas para aleccionar a Washington,
1
Doctoranda en Historia del Mundo Hispano, Universidad San Pablo CEU
Madrid. Profesora de Historia de las Relaciones Internacionales, Universidad
de la República, Uruguay. Publicaciones “El Temor Brasileño a Rosas y a
Oribe”, revista Temas de Historia Argentina y Americana, Buenos Aires, Instituto
de Historia Argentina y Americana, UCA, 2007, nº 11, pp.33-47. Correo:
[email protected]. Recepción: 15/05/2009. Aprobación: 20/06/2009.
109
Dimensión internacional de las expediciones de miranda y de las invasiones inglesas ... /Adriana mirel
Clavijo /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 109-146
por su beneplácito a los planes mirandinos. Pero en 1807 esa estrategia fue
abandonada.
Palabras clave: Relaciones internacionales, periodo napoleónico, invasiones
inglesas, Río de la Plata, Francisco de Miranda.
International dimension of miranda’s expeditions and the English
invasions of the River plate (1806-1807)
Summary: Traditionally Miranda’s expeditions and the English invasions
of the River Plate, in 1806 and 1807, were related to British interests, but
are unusual their treatment as an international perspective. The aim of
this article is to establish the contact point with the British government,
and rescue the answer of the central government of the monarchy with
reference to other actors, like the United States and Portugal. While
Miranda’s expeditions were a result of English and American businessmen’s
interests, more than the British government, the River Plate invasions were
the opposite. In the irst semester of 1806, London’s politic was caution
and expectation because the authorities had a hope about the reversion of
the Spanish alliance, when it went away and closed the Britain opportunities
in Europe, England became jumbled in South America. The Spanish policy
was deined too. Charles IV narrowed his relationship with Napoleon and
he decided to attack Portugal in Europe and America, because it was a
supplier and British partner in South America. Besides he decided to send
an expedition to Texas to reprove Washington because the United States
had approved Miranda’s plans. But in 1807 that strategy changed again.
Key words: International relationships, Napoleonic period, British invasions,
River Plate, Miranda
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Introducción
Las expediciones de Miranda a las costas de venezuela y las invasiones
inglesas al Río de la Plata, ocurridas entre 1806 y 1807, fueron dos agresiones
a los dominios americanos del rey de España, tradicionalmente vinculadas
con intereses británicos, aunque el lazo con el gobierno no siempre ha
quedado claramente establecido. A pesar de su carácter internacional, en
general han sido abordadas desde un punto de vista local o, en el mejor de
los casos, regional. En cierta forma, ello se debe a que por muchos años han
sido consideradas, e incluso aún lo son, como un despertar de “la nación”
o por lo menos un antecedente de la segregación hispanoamericana, lo que
también ha contribuido a que la conducta seguida por el gobierno central
de la monarquía no haya sido muy atendida. Actualmente, la mayoría de los
historiadores continúan considerando a Miranda como un precursor de la
independencia, en cambio, las invasiones a Buenos Aires y Montevideo, han
comenzado a ser vistas como un intento inglés más de apoderarse de puntos
estratégicos indianos. Una lectura desde las relaciones internacionales,
puede dar luz sobre el vínculo de una y otra con el gabinete de Saint James,
y la reacción de Madrid frente a otros actores, como los Estados Unidos y
Portugal, países que en alguna medida también estuvieron involucrados en
ambos embates.
La época de los grandes piratas había cedido su lugar a la de los grandes
contrabandistas. El asiento de negros y el navío de permiso que Felipe v
había tenido que consentir en virtud de los tratados de Utrecht, sirvió
para que los comerciantes ingleses apreciaran el potencial del mercado
hispanoamericano. A lo largo del siglo xvIII, solamente en la zona del Caribe
se produjo casi una veintena de ataques2, siendo buena parte de ellos en las
últimas dos décadas. En particular, las costas de venezuela fueron atacadas
en varias oportunidades, en algunos casos con éxito, como la toma de
Guayana y Trinidad en 1797; en otras un rotundo fracaso, como el ataque
a Puerto Cabello en 1743. En lo que respecta al Río de la Plata, si bien el
primer plan para enviar una expedición data de 1711, las incursiones en el
sur no fueron tan frecuentes; la primera se llevó a cabo recién en el ámbito
de la guerra de los siete años cuando una escuadra anglo portuguesa intentó
2
Juan Manuel zAPATERO, La guerra del Caribe en el siglo
Histórico Militar y Museo del Ejército, 1990.
111
Xviii,
Madrid, Servicio
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tomar, sin suerte, Colonia del Sacramento. Luego, en 1765, y en plena paz,
se hicieron de las Malvinas, aunque tuvieron que abandonarlas en 1774.
La historiografía da cuenta que estas agresiones provocaron la respuesta
bélica hispana para recuperar las posesiones perdidas, a la vez que se puso
en marcha un importante plan de defensa y seguridad de las Indias3. En
efecto, se construyó fortiicaciones, se implementó el ordenamiento y
disciplina de las diferentes unidades militares4 y se creó nuevas entidades
administrativas: el virreinato del Río de la Plata y la Capitanía General
de venezuela. Cuando la monarquía hispana entró en la guerra de las
trece colonias en 1780, el temor a un desembarco británico era constante.
Así los virreyes tenían orden de mantener las tropas en armas, vigilando
cuidadosamente los posibles puntos de ataque5.
Londres, washington y madrid ante las expediciones
de miranda
La temprana actividad de Francisco de Miranda en busca de la independencia
americana ha sido abordada por distintos historiadores a través del tiempo.
Luego de deambular por varios países de Europa, creyó encontrar en Gran
Bretaña el apoyo necesario para impulsar su proyecto6, el cual comenzó
a tomar forma recién a ines del siglo xvIII. Junto con altos funcionarios
civiles y militares elaboró varios planes para atacar América del Sur, llegando
incluso a sugerir una alianza7 anglo-estadounidense a tales efectos. Muchas
3
4
5
6
7
Luis SUÁREz FERNÁNDEz, Demetrio RAMOS, José Luis COMELLAS, José ANDRéSGALLEGO, Historia General de España y América, Madrid, Ediciones Rialp, 1987,
tomo xI-2, pp. 84-97.
ibidem, p. 98.
John STREET, Gran Bretaña y la independencia del río de la Plata, Buenos Aires,
Ediciones Paidos, 1967, p. 21.
véase Archivo digitalizado del Generalísimo Francisco de Miranda,
Negociaciones, tomo 1, folio 65 y ss. Disponible en Internet: http://www.
bnv.gob.ve/fco/fconegoc15.php [Consulta: 29 de mayo de 2009].
Ricardo LEvENE (dir.), Historia de la Nación Argentina: (desde los orígenes hasta la
organización deinitiva en 1862), Buenos Aires, El Ateneo, 1939, volumen 13, pp.
118-119.
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Clavijo /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 109-146
veces pensó que estaban a punto de cristalizarse, pero Londres tenía otras
prioridades. Robertson señala que en junio de 1804, Miranda pidió permiso
al nuevo gabinete inglés “para embarcarse a América cuanto antes,” y hacer
los “arreglos para un ‘plan general de operaciones contra el continente
hispanoamericano y en el océano Pacíico’”8. En agosto, volvió a instar
por una acción inmediata. A ines de septiembre, le escribió al Primer Lord
del Almirantazgo, el vizconde de Melville, informándole que “todos los
artículos ya adquiridos por parte del gobierno” debían estar listos en quince
días, agregando que la “ayuda deseada era un regimiento de infantería, una
compañía de artillería y una compañía de caballería ligera”. Eso bastaba, ya
que “los invasores no encontrarían adversarios, sino amigos”9. El silencio
británico era una constante, mientras su impaciencia se acentuaba, lo que
lo llevó a reclamarle al ministro Pitt10 “el cumplimiento de la ‘sagrada
promesa’ […] de ayudar a la América española en caso de guerra entre
Inglaterra y España”11 y volvió a pedir permiso para ir a Trinidad. En los
meses que siguieron, el caraqueño intensiicó sus gestiones a in de decidir
al gobierno británico. Pero sólo consiguió que Pitt lo dejase partir a cambio
de prometer no hacer nada en Trinidad sin consentimiento del Gobernador.
“Esta resolución [lo] dexó absolutamente sorpre[ndido]”12 y lo consideró
“un insulto personal”13. En apenas un año “había experimentado cuatro
quebrantamientos de promesas dadas por los mismos ministros de Su
Majestad”14 y lo peor era que nadie le había explicado jamás los motivos.
El subsidio español a Napoleón, los temores sobre la actividad francesa
en la América hispana, y las noticias que Madrid se estaba armando contra
las islas británicas, determinó que Pitt ordenase el bloqueo del puerto de
8
9
10
11
12
13
14
William SPENCER ROBERTSON, La vida de miranda, Caracas, Banco Industrial
de venezuela, 1967, p. 211.
ibidem, p. 214.
William Pitt, el joven (para diferenciarlo de su padre) fue ministro de Jorge III
por dieciocho años.
William SPENCER ROBERTSON, op. cit., p. 214.
ibidem, pp. 223-224.
idem.
Mir. MSS, T. L, en William SPENCER ROBERTSON, op. cit., p. 227.
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El Ferrol y la captura de los galeones15 que estaban en alta mar rumbo a
Cádiz. Así se hizo el 5 de octubre de 1804. Sin embargo, la oportunidad
que el caraqueño había estado esperando recién se produjo en diciembre
cuando, inalmente, Jorge III y Carlos IV se declararon la guerra.
Mientras tanto, a pedido de Pitt, Miranda y el Almirante Home Popham
redactaron un memorando sobre América del Sur, fechado el 14 octubre de
1804, en el cual expusieron el temor que Napoleón enviara expediciones a
México, Brasil y al Río de la Plata. Como forma de impedirlo plantearon la
conveniencia de “apoderarse de puntos importantes para el comercio y alejar
gradualmente a Sudamérica de España”16. A tales efectos recomendaron,
en primer lugar, “tomar venezuela [… razón por la cual] Miranda debe
adelantarse a Trinidad para hacer los preparativos”, donde estimaba
poder formar un cuerpo de veinte mil insurgentes “para los que se debe
mandar armamentos”. El segundo lugar, invadir Buenos Aires, seguido
por valparaíso, Panamá y Lima. A pesar que ambos ideólogos estaban de
acuerdo en el plan militar, según Gallo, “Popham no compartía la opinión de
Miranda sobre […] la independencia de la Corona española. Parece evidente
que la idea principal de Popham sobre esta empresa era comercial”17.
Estas discrepancias, para John Lynch18, están vinculadas con una
contradicción fundamental entre el gobierno británico y Miranda, que
explica en parte, la actitud de cada uno: mientras el primero pretendía
conquistar, el otro planteaba la independencia19. Por otra parte, Mario
Rodríguez20 señala que ningún ministro iba a permitir que una expedición
15
16
17
18
19
20
De los cuatro que habían salido de Montevideo, uno fue hundido, los tres
restantes fueron apresados y conducidos a puertos británicos donde su carga
fue decomisada.
Carlos ROBERTS, Las invasiones inglesas, Buenos Aires, Emece Editores, 2006,
pp. 88-89.
klaus GALLO, De la invasión al reconocimiento: Gran Bretaña y el río de la Plata
1806-1826, Buenos Aires, A-z Editora, 1994. p. 37.
John LYNCH, “Francisco de Miranda: The London Years”, en John MAHER,
Francisco de miranda Exile and Enlightenment, Londres, Institute for the Study of
the Americas, 2006.
véase Ana RIBEIRO, Prólogo a invasiones inglesas: crónicas anónimas de dos ingleses sobre
monte video y Buenos Ayres, Montevideo, El Galeón, 2006, p. 12.
Mario RODRÍGUEz, “William Burke” and Francisco de miranda, Maryland, University
Press of America, 1994, p. 25.
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británica fuera comandada por un extranjero, y Miranda no estaba dispuesto
a aceptar una segunda posición. A Castlereagh directamente le producía
“horror la idea de una revolución dirigida tanto por Miranda como por los
Estados Unidos”21. Desde ese punto de vista, la falta de viabilidad parece
razonable, aunque el caraqueño lo adujo a que “la política del gobierno
inglés se debía a un acuerdo con España, por el cual, de mantener ella
su neutralidad e independencia, Inglaterra no molestaría a las colonias
españolas”22. Mientras Rumazo González23 acepta esta explicación,
Robertson entiende que “el ministro deseaba seguir jugando con él […] no
sólo para aprovechar su ayuda y sublevar al continente hispanoamericano,
[…] sino también para seguir inquietando al gobierno español, enterado de
las actividades de Miranda en Londres”24. En cambio, tanto Gallo como
Lynch son de la idea que aún después de lograda por Francia una situación
preponderante en Europa, tras la victoria de Napoleón sobre los ejércitos
de Austria y Prusia durante 1805, “Pitt no se decidía a poner en marcha la
estrategia hispanoamericana”. Ellos concuerdan en que al ministro no le
convencían los argumentos comerciales, por lo que debía considerar muy
seriamente “las consecuencias políticas de irrumpir en la región, […antes
de] echarse encima el pesado compromiso militar”25. Para esa altura lo que
más le interesaba a Pitt era contar con el zar de Rusia en la tercera coalición
contra el emperador, y su condición era que Gran Bretaña restableciera
sus relaciones con Madrid. El Acta de coalición de abril de 1805, no sólo
pretendía la inclusión de Carlos Iv sino que además Rusia estaba dispuesta a
usar su inluencia allí para poner in al conlicto entre las dos naciones26.
Sin embargo, no toda la historiografía está de acuerdo con la reticencia
del gobierno británico a apuntalar lo proyectos mirandinos. Por ejemplo,
21
22
23
24
25
26
Memorando for consideration of the Cabinet. 30 de octubre de 1799, en klaus
GALLO, De la invasión al reconocimiento: Gran Bretaña y el río de la Plata 1806-1826,
p. 32.
William SPENCER ROBERTSON, op. cit., p. 228.
Alfonso RUMAzO GONzÁLEz, Francisco de miranda: Protolíder de la independencia
Americana (Biografía) Caracas, CANATEL, 2006, p. 227.
William SPENCER ROBERTSON, op. cit., p. 228.
klaus GALLO, op. cit., p. 43.
John RYDJORD, Foreign interest in the independence of New Spain. An introduction to
the War of independence, Durham, Duke University Press, 1935, volumen vI, p.
189, en John STREET, Gran Bretaña y la independencia del río de la Plata, p. 42.
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para Renouvin, “Miranda, apoyado por Pitt y Jefersson, intentó en abril
de 1806, un golpe de mano separatista”27, pero no se explaya ni lo prueba.
Una fuente que induce a esa percepción son las Memorias del ministro de
Carlos Iv, Manuel Godoy, quien sostuvo que:
El comandante inglés [Popham] y el revoltoso caraqueño, concertaron
los medios de poner por obra simultáneamente aquellas dos empresas
[tomar Buenos Aires y venezuela] y aprobados sus planes por Mr. Pitt
y Lord Melville partieron cada uno a su destino. Dirigióse Miranda
a Nueva York surtido largamente de dinero y puesta a su servicio
una goleta inglesa bien cargada de pertrechos28.
Es llamativo que Godoy presente ambas expediciones como parte de la
estrategia británica, sobre todo si se tiene en cuenta que si bien en primer
momento el ministro español en los Estados Unidos, el Marqués de Irujo,
pensó que efectivamente Londres estaba detrás, en carta del 14 de febrero
de 1806 informó lo contrario: “según todas las apariencias el gobierno
inglés no tiene parte en esta expedición”29.
Sucede que el mundo de las relaciones internacionales no siempre tiene
como actores a los gobiernos. Mientras las gestiones de Miranda ante el
gabinete de Jorge III parecen haber fracasado, no fue así las realizadas
ante los comerciantes británicos. Consiguió con “la irma comercial
Tumbull & Forbes […] algunas letras de cambio por un valor de seis mil
libras esterlinas”. Adicionalmente vansittart le proporcionó dos mil más,
según Carmen Bohórquez Morán, “sin que aparentemente, estuviera
comprometido el gobierno inglés”30. Pero este dinero, no lo consiguió
gratis. En algunos casos fue solicitado a condición de “algún interés”, en
otros bajo promesa de concederles a los prestamistas “jugosas ganancias a
27
28
29
30
Pierre RENOUvIN, Historia de las relaciones internacionales, Madrid, Aguilar, 1960,
p. 1111.
Manuel GODOY, memorias, Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, 1965,
tomo LxxxvIII-LxxxIx, volumen 1, p. 106.
Archivo Histórico Nacional de Madrid, (en adelante AHN), Sección Ix, Estado,
Legajo 5544, expediente 1, volumen III, Años 1806-1807. Del Marqués de Irujo
al Secretario de estado Pedro de Cevallos, Filadelia, 14 de febrero de 1806.
Carmen BOHÓRqUEz MORÁN, Francisco de miranda Precursor de las independencia de
la América Latina, Caracas, El perro y la rana, 1998, pp. 257-258.
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cuenta de la propia empresa”31, incluso hay investigadores que señalan que
tuvo que empeñar su biblioteca, aunque en su testamento, redactado un mes
antes de salir de Londres, nombró beneiciario de ésta al Ayuntamiento y
a la Universidad de Caracas32. Más allá de las formas usadas hay consenso
entre los académicos en que contó con él. El Marqués de Irujo, reportó
a Madrid que “es probable que algunos capitalistas en Inglaterra se hayan
interesado en este negocio como lo han hecho varios americanos en Nueva
York”33. En efecto, el 4 de enero de 1806 le escribió Miranda a vansittart,
pidiéndole que realizara los contactos correspondientes en Gran Bretaña
para conseguir el adelanto del dinero necesario, dado que “los comerciantes
norteamericanos nos proveen 45.000 libras para este propósito, ¿no han
de adelantar los de Londres 2.000 para una expedición que les promete
por lo menos un beneicio igual?34 Gracias a la conexión inglesa, Miranda
recibió sesenta mil libras de una casa en Nueva York35. Sin duda, las
gestiones que venía realizando desde el 2 de septiembre en esa ciudad en
busca de nuevos apoyos a su causa, estaban dando frutos. Por ejemplo, sólo
el comerciante Samuel Ogden le adelantó unos veinte mil dólares36 para
armar y abastecer un buque de ciento ochenta toneladas, Leander, y otros
dos más pequeños.
Miranda había tomado conocimiento que las relaciones entre la
monarquía hispana y los Estados Unidos eran tensas, y según Palma, “pensó
31
32
33
34
35
36
De Miranda a vansittart, Nueva York, 4 de enero de 1806. Archivo digitalizado
del Generalísimo Francisco de Miranda, Negociaciones, tomo 2, volumen 6,
folios 193. Disponible en Internet: http://www.bnv.gob.ve [Consulta: 2 de
junio de 2009].
Alfonso RUMAzO GONzÁLEz, op. cit., pp. 227- 228.
AHN, Sección Ix, Estado, Legajo 5544 expediente 1, volumen III, años 18061807. Del Marqués de Irujo al Secretario de estado Pedro de Cevallos, Filadelia,
14 de febrero de 1806.
Archivo digitalizado del Generalísimo Francisco de Miranda, Negociaciones,
tomo 2, volumen 6, folio 193. Disponible en Internet: http://www.bnv.gob.ve
[Consulta: 2 de junio de 2009]. véase también William SPENCER ROBERTSON,
op. cit., p.234.
Mario RODRÍGUEz, op. cit., p. 89.
Alfonso RUMAzO GONzÁLEz, op. cit., p. 232.
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aprovecharlas”37. Los principales temas de fricción38 entre españoles y
estadounidenses fueron las indemnizaciones solicitadas por Washington
como forma de compensar los perjuicios causados al comercio y a los
ciudadanos estadounidenses, por las acciones de los corsarios en las costas
y puertos de España y de los tribunales franceses con violación de la
neutralidad durante la última guerra. Asimismo, otros motivos de choque
fueron los daños sufridos por los pobladores de los estados del oeste a raíz
del obstáculo a la salida de sus productos generado por la interrupción,
en 1802, del depósito para la navegación del Mississipi en Nueva Orleáns,
estipulado en el Tratado de 1795, al que se sumó otros supuestos trastornos
que afectó la agricultura y el comercio. Por último, y quizás el más espinoso
refería a la demarcación de los límites orientales y occidentales de la Luisiana.
Cuando España retiró la protesta a Francia por su venta a los Estados
Unidos, fue entregada la ciudad y territorio de Nueva Orleáns, pero el
gobierno estadounidense pretendía situar el límite este en el Río Perdido,
(comprendiendo casi toda la Florida occidental), y el oeste querían llevarlo
hasta Río Bravo, (incluyendo toda la provincia de Tejas, parte de la Coahuila
y Nuevo Santander, y otros territorios del Nuevo México). Con respecto
a la reacción de Madrid frente a la política limítrofe de Washington señala
Renouvin que:
…a España le preocupaba el espíritu emprendedor de sus vecinos
de América del Norte; y para tenerlos a raya, había seguido desde
el reinado de Carlos III, una política de expansión defensiva.
Mas evidentemente ya no poseía bastante fuerza de asimilación y
poblamiento para levantar particularmente en Luisiana39, una barrera
demográica y económicamente sólida. Godoy se dio cuenta de ello
porque siempre concedió a los asuntos de América la atención que
merecían40.
A comienzos de enero de 1805 había llegado a Madrid un enviado
del gobierno estadounidense, Monroe, para conversar sobre todos estos
37
38
39
40
Lauro PALMA, miranda y los orígenes de la independencia Americana, Buenos Aires,
Editorial Atlántida, 1951, p. 53.
Jerónimo BECkER, Historia de las relaciones Exteriores de España durante el S. XiX,
Madrid, Tipografía Jaime Ratés, 1924, tomo I, pp. 112-113.
vendida por Francia a EEUU el 30 de abril de 1803.
Pierre RENOUvIN, op. cit., p. 1104.
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temas pendientes. La falta de acuerdo condujo a una pronta interrupción
de las negociaciones, por lo que el plenipotenciario pidió sus pasaportes
el 18 de mayo. De ahí en más, la tensión fue en aumento. Poco después,
fueron expedidas Reales Órdenes a los Ministerios de Guerra, Marina y
Hacienda con el in de atender la seguridad de América. Washington por
su parte, retiró al embajador Pinckney y se negó a tratar con el Marqués de
Irujo en su carácter de representante de Carlos Iv. Pero el clima continuó
enrarecido y en enero de 1806, algunos congresistas entendieron que “la
conducta de España justiicaba la declaración de guerra por parte de los
Estados Unidos”41. En Madrid también se manejaba la posibilidad de
acciones bélicas, por lo que Cevallos recurrió a Napoleón, e instruyó al
embajador en París, el Príncipe de Masserano, para que le pasara una nota
al gobierno francés:
…haciendo ver que nada más consiguiente a la recíproca garantía
pactada en el tratado de 1796, que el que la Francia me dé los medios
más oportunos para alejar un rompimiento […ya que…] cualquiera
diversión en las Américas podría sernos embarazosa y perjudicial al
feliz éxito de las armas combinadas contra la Gran Bretaña42.
El reciente revés de Trafalgar parece estar en el ánimo de las autoridades
españolas, y la prudencia aconsejaba evitar otro frente por el momento. La
respuesta del emperador fue de enérgico apoyo, que quedará en el papel
como se verá más adelante.
En realidad ninguno, por lo pronto, quería una guerra. El presidente
norteamericano era de los que creía que más podía conseguir el dinero que
las armas; el Senado aprobó la idea de “comprar los terrenos españoles
situados al Oeste del Misisipi”43 y puso en las manos del ejecutivo dos
millones de dólares. Acto seguido, Jefferson envió al General Armstrong
y a Bowdoin para arreglar sus diferencias con Madrid. Para el Marqués
de Irujo, los planes estadounidenses de “tentar por medio de la Francia
el comprarnos las Floridas” eran inviables, ya que su conservación estaba
41
42
43
Jerónimo BECkER, op. cit., p. 132.
Real Orden de Cevallos al Príncipe de Masserano, Aranjuez, 11 de enero de
1806 en Jerónimo BECkER, op. cit., p. 126-127.
ibidem, p.131.
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justiicada “por razones de seguridad”44. Si para Carlos Iv mantener las
Floridas era una condición para la defensa de Nueva España y del Caribe
hispano, por el mismo motivo las querían adquirir los Estados Unidos.
Según Castro “la percepción de amenaza ha sido una constante en la política
exterior norteamericana” porque
…las fronteras de las trece colonias estaban potencialmente
amenazadas por Francia, que tenía territorios adyacentes, por
España, por los indígenas y por Rusia […]. Lejos de disminuir tras la
independencia de Gran Bretaña, esta sensación de estar en peligro irá
creciendo. […] El imperativo será consolidar las fronteras de forma
tal de reducir al mínimo las potenciales amenazas45.
Según señala Becker “no hay dato alguno que permita creer que
Bonaparte ejerciese presión sobre la corte española”46 para que cediera las
Floridas a los Estados Unidos. Finalmente nada se hizo, y los problemas
entre ambos países quedaron pendientes.
Mientras todos estos hechos se sucedían en las altas esferas, Miranda
trabajaba a media luz. Desde su llegada a Nueva York, no sólo tomó contacto
con comerciantes, sino que en cuanto le fue posible lo hizo con las autoridades
de Washington. En su encuentro con el secretario de estado Madison, le
trasmitió que “los sudamericanos sólo deseaban ayuda indirecta”47 para
romper con Madrid. La respuesta fue rotunda: “si los Estados Unidos
tomasen medidas hostiles contra España, ello no se haría `bajo capa y en
forma ilícita, sino de un modo acorde con las leyes de la guerra’”. También
le habría recordado, según Robertson, que “correspondería a los Estados
Unidos castigar cualquier manejo, dentro de su jurisdicción, que de acuerdo
al derecho de las naciones, implicara hostilidad contra España”48. Sin
44
45
46
47
48
AHN, Sección Estado, Legación de España en Estados Unidos, año 1806,
Legajo 5632, volumen I, Despacho 615.
Marcela CASTRO en José ANDRéS-GALLEGO (coord.), Diez años de relexión sobre
el nacionalismo (y acerca del estado, y la nación, y la soberanía, y lo hispánico), Madrid,
AEDOS, 2007, p. 6.
Jerónimo BECkER, op. cit., p. 134.
William SPENCER ROBERTSON, op. cit., p. 232.
Madison, Writings, tomo vII, pp. 202-203 en William SPENCER ROBERTSON,
op. cit., p. 233.
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embargo, le confesó que el éxito de la expedición tendría la aprobación del
mundo49. Esto era lo único que Miranda necesitaba escuchar.
Palma sostiene que “todo se hace con la ayuda indirecta del gobierno
de los Estados Unidos” que “no puede operar oicialmente, pero tampoco
puede evitar que los ciudadanos presten su apoyo a los planes de Miranda,
máxime desde que el comercio es libre y se le pueden vender armas,
municiones y pertrechos”50. Una posición similar recoge Bohórquez
Morán51. Sin embargo, para Roberston, fue el propio Miranda quien alteró
la verdad cuando informó a los británicos Turnbull y vansittart que “los
Estados Unidos habían dado su ‘consentimiento tácito’ a la intentona
revolucionaria”52. Este no es el único documento en el cual Miranda da
cuenta del beneplácito discreto de Washington; a ines de diciembre le
escribió a su amigo William Smith (e inspector del Puerto de Nueva York)
que su proyecto “contaba con la tácita aprobación y los buenos deseos del
gobierno” y que no se pondrían obstáculos en el camino de los ciudadanos
estadounidenses que fomentaran sus planes si las leyes no se “violaban
abiertamente”53. Era un hecho que Miranda lo necesitaba para organizar
su expedición, y por tanto era lógico que presentara un discurso acorde con
sus objetivos. Fue justamente Smith, el encargado de reclutar a doscientos
hombres para la tripulación (ningún sudamericano), a quienes se les ofreció,
además de una paga regular, varias recompensas. Robertson los deinió como
“personas desgraciadas […que] fueron tentadas a cometer una empresa
extraña que brindaba posibilidades de lucrativos resultados”54.
Como si no hubiera sido suiciente la cantidad de problemas existentes
entre Washington y Madrid, tanto las entrevistas, como los preparativos
49
50
51
52
53
54
Mario RODRÍGUEz, op. cit., p. 30.
Lauro PALMA, op. cit., pp. 53-54.
Carmen BOHÓRqUEz MORÁN, op. cit., p. 260.
De Miranda a Turnbull y vinsittart, 4 de enero de 1806, en William SPENCER
ROBERTSON, op. cit., p. 232. También véase Francisco de mirANDA, América Espera,
selección, prólogo y títulos J. L. SALCEDo-BASTArDo; cronología manuel PérEz viLA,
Joseina roDríGuEz DE ALoNSo, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1982, p. 371.
Biggs, “History of the Don Francisco de Miranda’s Attemp to effect a
revolution, in South America”, en William SPENCER ROBERTSON, op. cit.,
pp. 272-273.
William SPENCER ROBERTSON, op. cit., p. 235.
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llegaron a oídos del Marqués de Irujo. De modo que el 12 de febrero de 1806
dio cuenta a sus superiores de los contactos de Miranda con el gobierno de
los Estados Unidos, al que acusó de estar dispuesto a cerrar “los ojos sobre
su conducta”. También supo que al parecer las armas “se habían sacado de
los almacenes públicos del gobierno federal en Nueva York […] de modo
que si puedo probar completamente esta circunstancia, la administración
quedará muy comprometida”55. Rumazo señala que el representante de
Carlos Iv “presentó una protesta formal ante el Secretario Madison por
la partida de Miranda, y logró que el ministro español en París se quejase
también ante Talleyrand, por ser ‘contraria a la neutralidad’” 56. Igualmente
el Marqués de Irujo le sugirió a Ceballos que
Cuente VE que con irmeza aquí se consigue todo, pero esa irmeza
requiere algún apoyo: y tres o cuatro navíos son suicientes para darles
la ley, para proteger [nuestras] posesiones y abatir una inviolencia
que nace de confundir nuestra moderación con pusilanimidad y
cobardía 57.
Evidentemente, las diicultades entre ambos países fueron en aumento
durante el año 1806, y estas recomendaciones atendidas. A ines de ese año
Godoy ya había tomado la decisión de enviar una expedición a Texas58,
para ponerle freno a las pretensiones limítrofes y de paso demostrarle al
gobierno de los Estados Unidos que la monarquía hispana seguía siendo
una potencia de primer orden, y que como tal, castigaba con dureza los
apoyos informales a cualquier tipo de agresión que se planeara en otro
estado contra su territorio. El apoyo francés era indispensable, pero eso no
era una preocupación ya que meses atrás, el emperador le había asegurado
su respaldado sólo que cuando llegó el momento de demostrarlo, según
55
56
57
58
AHN, Sección Estado, Legación de España en Estados Unidos, año 1806,
Legajo 5632, volumen I. Despacho 615.
Alfonso RUMAzO GONzÁLEz, op. cit., p. 232.
AHN, Sección Estado, Legación de España en Estados Unidos, año 1806,
Legajo 5632, volumen I. Despacho 615.
De Godoy a la Reina María Luisa, 3 octubre de 1806, en Luis Alfonso LIMPO
PÍRIz, “Proyección americana de la guerra de las Naranjas y Tratado de
Badajoz”, en Separata de revista de Estudios Extremeños, (set.-dic. 2001), tomo
LvII, p. 941.
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Clavijo /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 109-146
Becker, “España se encontró sola frente a los Estados Unidos”59 y nada en
solitario convenía emprender.
Si la inacción a la que la monarquía se vio empujada minó en alguna
medida su imagen y respetabilidad internacional, la de Washington
también se puso en cuestión desde el momento en que los rumores
de su participación trascendieron a la prensa, desatando una verdadera
polémica periodística. Tal fue el escándalo, que Ogden y Smith tuvieron
que enfrentar un proceso por su presunta complicidad en la expedición
de Miranda. El tema también llegó al Congreso donde, según La Gaceta
Nacional Intelligencer del 23 de abril, se entendió por setenta votos contra
trece que los cargos eran “insoportables” por no mostrar “evidencia alguna
que en el mínimo grado acrimine al gobierno ejecutivo de este país”60.
Sin embargo, Smith fue destituido de su cargo y a Ogden se le exigió una
garantía de treinta mil dólares. Si bien el resultado del proceso judicial fue
absolutorio, según Rumazo, Jefferson y Madison “voltearon la cara para no
ver…”61. Por lo menos tales gestos de transparencia de la administración
estadounidense habían servido para que el 7 de abril de 1806 el Secretario
de la legación española, Josef Bruno Magdalena, le informara a Cevallos
que “parece que no queda duda que el gobierno de los Estados Unidos no
intervino en la pirata expedición de Miranda”62. Sin duda, una conclusión
mutuamente conveniente.
Historiadores de distintas nacionalidades y en diferentes épocas
han reconocido63 que el Marqués de Irujo no perdió tiempo, y estuvo
perfectamente informado de los pasos de Miranda en Estados Unidos y
envió “por la Guiara […] una relación de circunstancias”64. Además dio
parte al virrey de Nueva España, al Gobernador de Santiago de Cuba
59
60
61
62
63
64
Jerónimo BECkER, op. cit., p. 127.
AHN, Sección Estado, Legación de España en Estados Unidos, año 1806,
Legajo 5632 apartado 1, volumen vII.
Alfonso RUMAzO GONzÁLEz, op. cit., p. 237.
AHN, Sección Estado, Legación de España en Estados Unidos, año 1806,
Legajo 5632 apartado 1, volumen vII.
Carmen BOHÓRqUEz MORÁN, op. cit., p. 262; William SPENCER ROBERTSON,
op. cit., p. 240.
AHN, Sección Estado, Legación de España en Estados Unidos, año 1806,
Legajo 5632, volumen I, Despacho 615.
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y al Capitán General de Caracas. De modo que el 27 de abril, cuando
Miranda intentó desembarcar en Puerto Cabello “dos pequeños buques
españoles”65 en cuarenta minutos frustraron sus esfuerzos de varios meses.
“El general huyó en su barco insignia, dejando las dos goletas desarmadas
a los vencedores”66. Dos días más tarde eran capturadas y su tripulación
enjuiciada. Según Miranda,
…el fracaso […] se debió no sólo a la mala fe de los agentes del
Gobierno de los Estados Unidos, quienes revelaron el secreto a
nuestros enemigos, sino también a la infame y traidora conducta de
los oiciales norteamericanos a los que se había coniado el mando
de los buques que componían la expedición67.
Por lo visto, en lo que a esto respecta, las activas gestiones diplomáticas
del Marqués de Irujo ante el gobierno de Jefferson dieron resultado, tal
como da cuenta ampliamente la historiografía. Sin embargo, no se encontró
referencias sobre la orden de Ceballos de aprovechar las desinteligencias
anglo-estadounidenses a in de “indisponer a los Estados Unidos contra los
ingleses”68. Si no se podía hacerles la guerra, pues nada impedía coadyuvar
a que se la hicieran entre ellos. Al parecer, los problemas entre estos
países venían dados por la política de Washington de proveer a todos los
beligerantes, mientras les pagasen, lo que implicaba el desconocimiento
del bloqueo inglés a los puertos controlados por el emperador. Según
Renouvin, entre 1803 y 1812, “los británicos capturaron novecientos
diecisiete embarcaciones norteamericanas y los franceses quinientos
cincuenta y ocho”69, lo que necesariamente debe haber provocado una
relación ríspida con Londres y París. No obstante, según él, al igual que en
1775 Gran Bretaña “invirtió totalmente su política europea por su alianza
con la República francesa, en América pasó de la desconianza hacia los
65
66
67
68
69
William SPENCER ROBERTSON, op. cit., p. 240.
William kAUFMANN, La Política británica y la independencia de la América Latina:
1804-1828, Caracas, Universidad Central de venezuela, 1963, p. 27.
De Miranda a Castlereagh, Londres, 10 de enero de 1808, en Francisco de
MIRANDA, América Espera, p. 366.
AHN, Sección Estado, Documentos relativos a Estado Unidos 1805-1806,
Legajo 5544, volumen 2. De Cevallos al Marqués de Irujo, 28 de noviembre
de 1806.
Pierre RENOUvIN, op. cit., p. 1106.
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Estados Unidos a una actitud amistosa que podía valerle […] el apoyo de una
potencia respetable”70. En cambo, si se lee la relación Londres-Washington
a la luz de la correspondencia diplomática española, no necesariamente
se llegaría a esa interpretación. En reiterados informes, el embajador en
Francia dio cuenta de rumores de guerra entre Gran Bretaña y Estados
Unidos71, del mismo modo que el embajador en Lisboa alertó a Madrid sobre
diicultades importantes entre ambos países, al punto de quedar cortadas
las comunicaciones72. Esta información da la pauta que la impresión que
podía tener Madrid sobre las relaciones británico-estadounidenses tendían
más a la confrontación que a la cooperación, y era natural que le interesara
acentuarla. En este sentido vale preguntarse: ¿hasta qué punto la orden de
Cevallos de “indisponer” no buscó obligar al gobierno británico a abrir
otro frente y aumentar su indigestión? ¿Era una estrategia sólo española o
en acuerdo con Napoleón?
El fracaso de abril no dio por vencido a Miranda, así que pasó a Granada,
y Barbados para procurar el apoyo inglés a in de intentarlo de nuevo. El
Almirante Cochrane prometió ayudarlo con fuerzas navales, protegerlo de
los ataques españoles y le dio permiso para reclutar tropas en Barbados y
Trinidad. Por su parte, Miranda se comprometió, en caso de éxito, a que
los súbditos ingleses serían auxiliados para cobrar sus justos haberes en la
América española y que las naciones independientes concederían privilegios
comerciales a Inglaterra73. Este convenio provisional estaría en vigor hasta
que se irmara un tratado de comercio entre el gobierno británico y los
70
71
72
73
idem.
AHN, Sección Estado, Correspondencia diplomática en París, Legajos 5215,
5216 y 5217. Contrariamente a estos datos concretos, Gallo dice que a Fox
“le interesaba mantener buenas relaciones con los Estados Unidos, apoyar la
economía del Caribe y los planes revolucionarios contra las colonias españolas
en Sudamérica como un modo de frenar el poder de Bonaparte en Europa”
en klaus GALLO, op. cit., p. 76.
Generó un problema diplomático serio entre ambos países cuando “la escuadra
de SMB batió a una fragata estadounidense para sacar cuatro marineros que
habían desertado pero que eran americanos. El presidente dispuso que se
cortara la comunicación hasta que se hiciera una reparación”. AHN, Sección
Estado, Correspondencia diplomática, legajo 5372 del Conde de Campo de
Alange a Cevallos Lisboa, 19 de agosto de 1807.
William SPENCER ROBERTSON, op. cit., p. 242.
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nuevos estados. El almirante Cochrane remitió el acuerdo a Londres para
la aprobación ministerial y solicitó a su gobierno “sin demora, cinco mil
soldados ingleses para ayudar a Miranda a liberar América del Sur”74. Por su
parte, el caraqueño también se dirigió al jefe de la guarnición de las islas de
Sotavento, el general Bowyer, quien le informó que no tenía instrucciones
para brindarle ayuda alguna.
Para esa altura muchas cosas habían cambiado, Pitt había muerto y el
rey había encargado el gobierno al ministerio de Todos los Talentos encabezado
por Lord Grenville. Justamente en esos momentos habían “logrado abrir
negociaciones de paz con Francia […] hacer esto y al mismo tiempo atacar
posesiones de España, que estaba incluida en las negociaciones, iba contra
su sentido del honor y de la conveniencia”75. Cabe señalar que las esperanzas
no eran sólo británicas, también se las percibe en la correspondencia
diplomática española76. De manera consecuente, el 15 de julio se reunió el
gabinete y envió instrucciones al contralmirante Cochrane: “desaprobando
abiertamente el haberse encargado, sin instrucciones, de ayudar al general
Miranda”77. Además de advertirle que se abstuviera de dar un solo paso
que pudiera comprometer al rey.
En lo que respecta a las medidas tomadas por las autoridades españolas
en América, el Capitán General de venezuela, puesto en conocimiento
de la amenaza inminente, el 1° de julio, solicitó ayuda al Príncipe
Jerónimo Bonaparte. En primer lugar invocó la alianza hispano-francesa,
e inmediatamente, le recordó la falta de recursos marítimos tanto de las
colonias francesas como de las españolas para enfrentar a los británicos. En
tercer lugar, le planteó la defensa de las costas venezolanas como una causa
que debía ser considerada común por parte “de todas las potencias que
tienen colonias en la América”78. Lovera, a la luz del diario del Comandante
74
75
76
77
78
idem.
Lord Grenville a Fox, 22 de junio de 1806: “Lord Yarmouth no menciona a
España pero yo iniero que ella debería ser incluida en el uti possidettis general”,
en William kAUFMANN, op. cit., p. 28.
AHN, Sección Estado, Correspondencia diplomática, Legajo 5215. Del Príncipe
de Masserano a Cevallos, París 13 de agosto de 1806.
Mario RODRÍGUEz, op. cit., p. 112.
Elina LOvERA REYES, “200 años de la llegada del Precursor Francisco de Miranda
a la vela de Coro (1806-2006) ¿Construcción o destrucción de un presente?”
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Militar de Coro, Juan Manuel Salas, sostiene que “la ayuda de Francia no
se exteriorizó y a las autoridades provinciales no les quedó más remedio
que apoyar a [Salas], quien con los recursos de que disponía elaboró su
propio Plan de defensa”79. Sin embargo, la información que transmitió el
embajador español en París es justamente la contraria. En efecto, según
esta fuente, el Capitán General vazconcelos contó para la defensa, con un
cuerpo de cuatro mil hombres más quinientos franceses cedidos por el
General Ferrad de Santo Domingo80. Por su parte el propio Miranda en
una carta a Castlereagh, fechada el 10 de enero de 1808, en la que rememora
su estancia en Coro, señala que el temor a una conquista francesa aumentó
“al ver 180 soldados franceses ya instalados en la capital de Caracas” 81.
Si bien escapa a los propósitos del artículo, sería interesante profundizar
la investigación sobre la aplicación práctica de la alianza entre Carlos Iv y
Napoleón en América.
Mientras en Londres las discusiones estaban en marcha, y en América se
tomó los recaudos necesarios, Miranda intentó otro ataque sobre venezuela,
esta vez al frente de varias naves y unos quinientos hombres. Desembarcó en
la bahía de Coro el 1º de agosto de 1806 logrando tomar por asalto el fuerte
y el pueblo de la vela. Al día siguiente lanzó una proclama en la que llamó
a sus compatriotas a unírsele en pro de “vuestra libertad e independencia
bajo los auspicios y protección de la marina británica,”82 pero no tuvo eco;83
es más, los habitantes de la región huyeron al interior. De hecho, el sitio
elegido no era el más propicio84, entre otras cosas porque sus habitantes
79
80
81
82
83
84
Boletín de la Academia Nacional de la Historia, nº 354, tomo 87, p. 14. Disponible
en Internet: http://www.anhvenezuela.org/pdf/boletines/354/35401.pdf
[Consulta: 10 de febrero de 2009].
idem.
AHN, Sección Estado, Embajada de España en París, Legajo 5215. Del Príncipe
de Masserano a Cevallos, París 13 de agosto de 1806.
Francisco de MIRANDA, op. cit., p. 367.
Proclama a los pueblos del continente americano-colombiano, 1806, en Michael
zEUSkE, Francisco de miranda, La modernidad en América, España, Fundación
Mapfre-Tavera, 2004, pp. 187-190.
Carmen BOHÓRqUEz MORÁN, op. cit., p. 266; William kAUFMANN, op. cit., p. 29;
William SPENCER ROBERTSON, op. cit., p. 246.
Elina LOvERA REYES, “200 años de la llegada del Precursor Francisco de Miranda
a la vela de Coro (1806-2006) ¿Construcción o destrucción de un presente?”
Boletín de la Academia Nacional de la Historia, p. 13.
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llevaban años viviendo con el temor a un ataque inglés, y justamente la
liberación que Miranda les proponía era bajo su amparo. El miedo lógico y
natural al enemigo tradicional, junto a otras razones parece haber tomado
cuerpo en esa fuerza invasora extranjera, compuesta en su mayoría por
estadounidenses85, muchos de los cuales anteriormente habían “actuado
bajo el pabellón inglés”86. Bohórquez Morán se pliega a los autores que
sostienen que “Miranda no fue derrotado por las tropas españolas, sino por
la indiferencia, o más bien por la ausencia de la población”87.
Más allá de la directa participación francesa o no, y del potencial de las
fuerzas reunidas, lo cierto fue que al conocer Miranda su proximidad, el 13
de agosto, reembarcó sus hombres y partió para la isla de Aruba. Allí tuvo
noticias de Cochrane, informándole que el gobierno británico le ordenaba
“limitar la ayuda que usted ha de recibir de mí a la protección contra la
fuerza naval del enemigo; a impedir que sean desembarcados socorros y
a asegurar el reembarque suyo en caso de verse obligado a abandonar la
costa’”88. La remota esperanza de la ayuda británica se había esfumado; y
más temprano que tarde Miranda regresó a Londres donde lo esperaba la
pensión que, desde ya hacía tiempo, le había otorgado el gobierno por su
asesoramiento. No obstante, “si Gran Bretaña nos hubiera dado apoyo
decidido de cualquier clase, no sólo esas Provincias, sino todo el resto del
continente de Sur América ya estarían totalmente emancipados del dominio
de España”89, le reprochó a Castlereagh en enero de 1808.
De acuerdo con lo expuesto, no se podría considerar a las expediciones
de Miranda como propias del gobierno británico, desde el momento en que
el gabinete se mantuvo al margen de la ejecución de la empresa y desaprobó
las medidas facilitadoras de Cochrane. Los comerciantes ingleses estaban
siendo muy perjudicados por el bloqueo napoleónico, por lo que era lógico
85
86
87
88
89
Edgardo MONDOLFI GUDAT, “Las memorias de Moses Smith”, Boletín de la
Academia Nacional de la Historia, nº 354, tomo 87, p. 116. Disponible en Internet:
http://www.anhvenezuela.org/pdf/boletines/354/35405.pdf [Consulta: 10
de febrero de 2009].
William SPENCER ROBERTSON, op. cit., p. 254.
Carmen BOHÓRqUEz MORÁN, op. cit., p. 267.
Cochrane a Miranda 11 de septiembre de 1806, en William kAUFMANN, op. cit.,
p. 29.
Francisco de MIRANDA, op. cit., p. 367.
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que gestionasen auxilios rápidos y eicaces90 en pro del éxito de los planes
de Miranda, pero el gabinete de Jorge III no los hizo suyos. Por otro lado,
aparece como difusa la participación del gobierno de los Estados Unidos,
probablemente ligada a la importante tensión con Madrid, entre otras cosas
a raíz de los desacuerdos limítrofes. No obstante, lo que es muy claro es
que detrás de las intentonas de Miranda estaban los intereses de varios
hombres de negocios británicos y estadounidenses. En realidad, éstas fueron
emprendimientos privados, expresión de intereses sectoriales de quienes las
habían inanciado en su beneicio, más el mesianismo de muy pocos.
En lo que respecta a la reacción española, se observa una diplomacia
activa, que actúa bajo la lógica de una primera potencia; mientras el Marqués
de Irujo protestaba e incluso amenazaba al gobierno de los Estados Unidos,
con el respaldo de Madrid, la cancillería hispana realizaba gestiones frente
a Napoleón ante un posible conlicto. Por otro lado, surge que el gobierno
de Carlos IV, entre ines de 1806 y 1807 cambió de estrategia, lo que
quedó en evidencia al abortar la expedición a Texas. Lo que resta saber es
por qué. En este sentido, la relación con el emperador merecería ser más
investigada, dado que es probable que allí se encuentre la explicación del
cambio de planes.
madrid y la sociedad anglo-portuguesa en las invasiones a
Buenos Aires y montevideo
Las invasiones inglesas al Río de la Plata constituyen la otra agresión sufrida
por las posesiones americanas en el periodo inmediatamente anterior a la crisis
de la monarquía española, en la cual la participación del gobierno británico
no admite cuestionamiento. Si bien la historiografía se ha concentrado
sobre todo en los acontecimientos bonaerenses y montevideanos, hay
breves referencias al papel internacional de los territorios conquistados y,
en menor medida, a la reacción de Madrid. Por ejemplo, Suárez Fernández
rescata el rol de Buenos Aires como objeto de negociación entre las grandes
potencias, o vicente91, siguiendo las memorias de Manuel Godoy, pone
90
91
William SPENCER ROBERTSON, op. cit., p. 248.
Antonio Pedro vICENTE, “A política de Godoy em relação a Portugal. Do
Tratado de Basileia à Invasão de Junot. (1795-1807)”, en revista del Centro de
Estudios Extremeños, (set-dic., 2001) tomo LvII (III), pp.1117-1153.
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de maniiesto el papel lusitano como abastecedor de la escuadra británica,
y cómo Godoy pretendió utilizar ese pretexto para invadir Portugal. A
la luz de las conocidas aspiraciones tanto de Gran Bretaña como de los
Braganza sobre América, llama la atención lo poco que se ha reparado en la
simultaneidad de la ocupación portuguesa del territorio misionero con
la británica de Buenos Aires, así como en las expediciones proyectadas
desde la península para su desalojo, hecho conocido del que ya había dado
cuenta vicente quesada92 hace casi cien años. A la luz de la vieja amistad
Londres- Lisboa, no parecería para nada descabellado considerar la hipótesis
que la empresa llevada adelante en el Cono Sur entre 1806 y 1807 fuera en
sociedad, a pesar que la Corona portuguesa era neutral en la guerra que
había estallado en 1804. Precisamente, esta conjetura es contemplada por
la historiadora brasileña Francisca Nogueira de Azevedo:
as duas investidas frustradas dos ingleses de ocupar, militarmente,
primeiro Buenos Aires, depois Montevidéu –1806 e 1807 –, em defesa
de interesses mercantis, reforçam a tese de que a ação conjunta com
o governo português seria o caminho mais fácil para a conquista da
América meridional93.
A decir verdad, no sería la primera vez que las fuerzas anglo-lusitanas
habían actuado conjuntamente para apoderarse de un punto estratégico en el
Río de la Plata. En 1762, desde Buenos Aires se aprovechó para arrebatarle
Colonia del Sacramento a los españoles, lo que motivó que una expedición
luso-británica intentara recuperarla, aunque sin suerte. Si tal toma, fue un
golpe para las expectativas de sus fundadores de correr la línea de Tordesillas,
para los británicos fue la pérdida de un centro de contrabando de alcance
regional, y el control de una de las rutas de salida de las riquezas del Alto
Perú. Esto explica en cierta medida que en la Paz de París de 1763, Gran
Bretaña procurara su devolución a Lisboa. Esta coyuntura favorable, sufrió
cierta modiicación a raíz de la irma de un nuevo tratado de límites entre
la monarquía castellana y lusitana en 1777, dando lugar a que Colonia del
92
93
vicente qUESADA, Historia Diplomática Latinoamérica. La política del Brasil con las
repúblicas del río de la Plata, Buenos Aires, Casa vaccaro, 1919.
Francisca NOGUEIRA DE AzEvEDO, “Dom Joaquim Xavier Curado e a política
bragantina para as províncias platinas (1800-1808)”, Topoi, (diciembre 2002), s/n, p.
163. Disponible en Internet: http://www.ifcs.ufrj.br/~ppghis/pdf/topoi5a6.
pdf [Consulta: 2 de abril de 2008].
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Sacramento volviera deinitivamente a manos de la primera, lo que provocó
que Londres evaluara cada vez con mayor seriedad, tener algún control sobre
la zona, ya fuera por un establecimiento colonial o por emancipación de
ese territorio. En realidad, existió aproximadamente una docena de planes
británicos para atacar el Río de la Plata94 entre mediados del siglo xvIII y
los primeros años del xIx, y de todos ellos estuvo debidamente informado
el gobierno de Madrid, dándose el aviso de las posibles amenazas a las
autoridades americanas95.
Portugal, luego de la muerte de Luis xvI, ijó como principal objetivo
de su política exterior mantener su neutralidad frente a las guerras en el
continente96; sin perjuicio de ello, su vieja alianza con Gran Bretaña continuó
vigente. El territorio lusitano era la clave tanto para la seguridad de España
como del Reino Unido. Manuel Godoy97 señaló en sus memorias que permitir
una invasión francesa sola signiicaba convertir al territorio español en una
zona de tránsito para las tropas del emperador, razón por la cual en 1801
Carlos Iv decidió adelantarse, y atacarlo, pero en 1808 le fue imposible.
Las consecuencias son conocidas. En lo que respecta a Inglaterra, la caída
del territorio lusitano en manos de Bonaparte, era una puerta abierta a una
invasión a las islas británicas, y era un hecho que sería cerrada la canilla del
oxígeno que representaba el imperio portugués ante el asixiante bloqueo
continental. Si bien es cierto que la monarquía hispana, cada vez fue ligando
más sus intereses a los franceses, lo que se cristalizó a través del tratado de
San Ildefonso, de manera paralela Madrid intentó crear espacios de acción
a in de contrarrestar su inluencia.
Durante la Guerra de 1801, más conocida como de las Naranjas, en la
península la campaña a Portugal se desarrolló sin contratiempos, de manera
que Godoy obtuvo una rápida victoria. En cambio, en América fue un éxito
94
95
96
97
klaus GALLO, op. cit., p. 28.
John STREET, op. cit. p. 21.
El ministro portugués en España, Diogo de Carvalho e Sampaio, advirtió a
su gobierno que “já que não podemos atalhar os progressos dos detestáveis
princípios franceses, ao menos que nos não ressentíssemos dos péssimos
efeitos que eles têm causado em tantas partes”, en Antonio Pedro vICENTE,
“A política de Godoy em relação a Portugal. Do Tratado de Basileia à Invasão
de Junot. (1795-1807)” en revista del Centro de Estudios Extremeños, p. 1120.
Manuel GODOY, memorias, volumen I, p. 318.
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para los lusitanos, donde llevaron la ofensiva y lograron hacerse de noventa
mil kilómetros cuadrados, casi el equivalente al territorio portugués98.
Concretamente, en el área comprendida entre las Misiones Orientales y el
Fuerte Santa Tecla-Batoví las anexiones fueron inmensas, lo que supuso
perder el control de un amplio sector de la Banda Oriental. El siempre
presente anhelo luso de una salida al Río de la Plata, más la necesidad de
controlar el territorio misionero, especie de tapón que obstruía su camino
al sur, eran razones de peso para aprovechar la oportunidad de restablecer
la frontera acordada en el tratado de límites de 1750: el río Ibicuí99. Por
más que en la Paz de Badajoz se estipuló la devolución de los territorios
ocupados, menos la plaza de Olivenza que pasó a España, el príncipe
regente D. Juan siempre le dio largas. Es más, luego de irmada, los avances
portugueses continuaron100.
La respuesta de las autoridades españolas a la conducta lusitana se puede
observar tanto en el ámbito americano como en el europeo. El virrey del
Río de la Plata, Joaquín del Pino, en junio de 1803 dio cuenta a Madrid
que los portugueses estaban hostilizando las fronteras españolas, sin que
el gobierno del virreinato pudiera tomar medidas coercitivas por el estado
inerme en que se halla la provincia, por lo que pidió armas y tropas para llevar
a cabo acciones “conducentes para cortar o diicultar las usurpaciones”101.
En febrero de 1804, el embajador de Carlos Iv en Lisboa informó de las
largas que le daba este gobierno a sus protestas y aconsejó dejar de lado la
vía diplomática para recuperar los territorios ocupados102. También el ex
Gobernador de las Misiones del Paraguay103 denunció la acción de los
98
99
100
101
102
103
Luis Alfonso LIMPO PÍRIz, op. cit., pp. 925 y 954.
Límite sudeste ijado en el tratado de Madrid de 1750, por el cual los siete
pueblos de las Misiones Orientales pasaban a la corona portuguesa. Este
tratado fue derogado por el tratado de 1777 en el cual se ija el Pepirí
Guazú, río más al norte que dejaba esos pueblos bajo el dominio del rey
castellano.
Aníbal ABADIE AICARDI y Oscar ABADIE AICARDI, Portugueses y Brasileños hacia
el río de la Plata un informe geopolítico 1816, Recife, Pool, 1977, p. 86.
De Joaquín del Pino, a José Antonio Caballero, 11 de junio de 1803, en
vicente qUESADA, op. cit., pp. 42-43.
Luis Alfonso LIMPO PÍRIz, op. cit., p. 940.
De Feliciano del Corte, a Manuel Godoy, Memorando, Madrid, 29 de abril
de 1804, en vicente qUESADA, op. cit., p. 43.
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portugueses y pidió el urgente envío de una expedición para poner remedio
a la situación. Estas recomendaciones fueron atendidas por Godoy al punto
que por un decreto fechado en Aranjuez el 4 de mayo, dio orden de darle
curso a un plan104 de ataque a in de recuperar las zonas ocupadas.
A todo esto, mientras los portugueses descendían del Ibicuí rumbo al
Cuareim105, el ministro Caballero le ordenaba al virrey del Río de la Plata,
el Marqués de Sobremonte en agosto de 1804 que dada
…la poca utilidad que han producido los medios de conciliación
para contener las usurpaciones de los portugueses [había resuelto el
rey] que se procure si llega el caso de estar directa o indirectamente
en guerra con ellos, recobrar los puntos que tan indebidamente nos
ha usurpado, ya por medio de una expedición de la península o de
las fuerzas que puedan reunirse en este virreinato con proporción
de las que ellos tuviesen106.
Tal fue así que unos días antes de la declaración de guerra a Gran Bretaña,
el gabinete resolvió la recuperación por la fuerza de esos territorios por
lo que le ordenó al presidente de la Junta de Fortiicación y Defensa de
Indias que “no deben tenerse consideraciones y sin atender causas, se vayan
internando hasta restaurar lo perdido, encargando el examen a la Junta
para que se lleve a debido efecto”107. De este modo se ponía en marcha la
estrategia de Madrid de llevar a cabo la apertura del frente portugués.
104
105
106
107
idem.
El río Cuareim es el actual límite norte entre Uruguay y Brasil. El combate de
Jarau de 1804, entre fuerzas portuguesas y hispanas, tuvo como consecuencia
inmediata la puesta en marcha de la diplomacia paralela entre el Gobernador
de Río Grande y el virrey de Buenos Aires para ijar provisionalmente los
límites de ambos dominios. En posesión efectiva de los Siete Pueblos, José
da Silva Gama reclamó todo el territorio de sus antiguas estancias, hasta el
río Arapei, a lo que el Marqués de Sobremonte respondió que hasta tanto
se alcanzase un acuerdo político deinitivo entre las dos Cortes la frontera
temporal no debía sobrepasar la línea del Ibicuí.
Archivo General de la Nación Buenos Aires (en adelante AGN), División
Colonia, Sección Gobierno, Reales Ordenes 1804, Libro 35, De Caballero
a Sobremonte, Real Orden del 19 de agosto de 1804.
Audiencia de Buenos Aires, correspondencia de los virreyes 1804-1805.
Documentos sobre los preparativos para el desalojo de los portugueses de
terrenos en el virreinato de Buenos Aires, siendo el virrey el Marqués de
Sobremonte, en vicente qUESADA, op. cit., p.45.
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Clavijo /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 109-146
Cuando la Real Orden llegó al Río de la Plata, el virrey Sobremonte quiso
cumplirla, por lo que el 22 de septiembre de 1805 le solicitó al Cabildo de
Buenos Aires apoyo para “un ataque repentino” pero éste se lo negó el 1º
de octubre108. Por cierto esta no era la primera vez que recomendaciones
con tal in se veían frustradas. Tiempo atrás, el entonces gobernador interino
de Misiones, Santiago de Liniers, había querido reunir tropas para recuperar
esos territorios pero no fue habilitado por el propio virrey, argumentando
que cualquier operación podía derivar en una complicación internacional.
En otras palabras, el temor a un ataque británico en la costa, terminó por
desguarnecer la frontera de Misiones.
Cuando estalló la guerra, en diciembre de 1804, según Roberts “el
gobierno español ordenó a los virreyes de América que se prepararan para
resistir posibles ataques ingleses”109. Las autoridades virreinales conocían
perfectamente los movimientos de Popham110, así que fueron tomados
recaudos para asegurar la defensa. Si bien para Roberts, Sobremonte tomó
medidas “muy limitadas” debido a la falta de tropas de línea y al temor
de una insurrección por la entrega a las milicias del poco armamento que
tenía, lo cierto fue que se formó partidas volantes para recorrer la costa, se
compró caballadas, se autorizó el corso, se llevó la mayor parte de la tropa
disponible a Montevideo, y se aceleró los trabajos de inalización de sus
murallas. Asimismo, el virrey, de manera similar que el Capitán General de
venezuela ante la amenaza mirandina, envió una comunicación para que, en
caso de que una escuadra francesa, tocara puertos brasileños, se le pidiera
ayuda. Pero cuando en noviembre de 1805 Popham zarpó de Bahía, escala
obligada por las corrientes marinas en su viaje hacia El Cabo, el peligro
pareció alejarse.
108
109
110
Washington REYES ABADIE y Andrés vÁzqUEz ROMERO, Crónica General del
uruguay, Montevideo, EBO, 1975, tomo II, p. 378.
Carlos ROBERTS, Las invasiones inglesas, Buenos Aires, EMECé, 2000, p. 99.
Entre otros avisos se encontraban los del Marqués de Irujo, ministro
español ante el gobierno de los Estados Unidos a través de los cuales se
puede observar que existió un seguimiento prácticamente permanente de
la expedición de Popham por más que fuera dirigida al Cabo de Buena
Esperanza. Las primeras alertas son del mes de marzo. AHN, Sección Estado,
Legación de España en Estados Unidos, Legajo 5632, apartado 1, volumen
II, III, Iv.
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Mientras tanto, en Europa se rediseñó la alianza París-Madrid, estableciéndose nuevos parámetros. Si bien, cesó la obligación de dar a Napoleón
un subsidio para comprar la neutralidad, por el convenio del 4 de enero de
1805 fueron ijadas las fuerzas con las que cada una de ellas debía concurrir
a la guerra contra Gran Bretaña. Francia, por su parte, se comprometió a
garantizar a España la integridad de su territorio y la restitución de las colonias,
que pudiesen serle tomadas. En cuanto a Portugal, a pesar que también
había irmado con Napoleón, en marzo de 1804 una gravosa convención
de neutralidad, la nueva coyuntura dio lugar a que el emperador volviera a
plantear la necesidad de arrebatarlo de la inluencia inglesa. El embajador
de Bonaparte en Lisboa, el General Junot, puso en conocimiento de este
gobierno que el suyo esperaba que ambos estados caminaran conformes
para llegar al equilibrio de los mares, amenazado por el abuso de poder que
los ingleses cometen con todas las potencias neutrales. En realidad, Junot
debía conseguir que Portugal cerrase los puertos a los navíos británicos y
expulsase a sus súbditos. En mayo, el príncipe regente, le respondió que no
tenía alternativa, si se arriesgaba a una guerra con Gran Bretaña, el imperio
lusitano quedaba “enteramente expuesto”111. La misión de Rosslyn pronto
reairmó la vigencia de la vieja garantía británica en caso de una invasión
hispano-francesa, y se decidió que la corte se trasladaría al Brasil. Si se perdía
la península, por lo menos se salvaría el resto del imperio.
La victoria británica de Trafalgar fue un contratiempo para los planes
aliados, pero no por ello menguó la amenaza sobre Portugal. En enero de
1806 las tropas españolas fueron acantonadas en la frontera luso- extremeña.
Los planes de Carlos Iv eran atacar a la monarquía portuguesa en la
península y en las Indias. En cambio, Don Juan, conciente que en Europa
no contaba con medios suicientemente poderosos como para oponer una
resistencia importante, optó por hacerlo en América; de modo que la alianza
con Gran Bretaña cobró, una vez más, trascendencia capital.
La invasión y toma de Buenos Aires era una segunda opción en el juego
inglés. En efecto, fue realizada al amparo de instrucciones subsidiarias
del ministro Pitt a Popham. En la conversación del 29 de julio de 1805
el marino fue informado que el propósito de los integrantes de la tercera
coalición era “tratar, mediante negociación amistosa, de desligar a España
de su conexión con [el emperador]”, lo que hacía desaparecer el peligro de
111
Antonio Pedro vICENTE, op. cit., p. 1140.
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la invasión española a Portugal. Pero “en caso de fracasar en este objetivo,
era su intención entrar de nuevo en el proyecto original,’112 es decir, atacar
el Río de la Plata. Conocida la victoria francesa en Austerlitz, y la deiciencia
de la defensa del Plata, el Almirante Popham se dispuso a cumplir con sus
instrucciones. Pero para ese entonces Pitt había muerto, Lord Castlereagh
ya no ocupaba el ministerio de guerra, y el gobierno había sido reemplazado
por el ministerio de todos los talentos.
Más allá de la diligencia o no de las medidas tomadas por el virrey para la
defensa de Buenos Aires113, el 27 de junio la capital se rindió prácticamente
sin luchar. De manera paralela, el comandante de los pueblos de Misiones,
Mena Barreto llevó a cabo acciones en las márgenes del Cuareim, donde
mandó a levantar casas y corrales. Por su parte, el gobernador de Río Grande
“hombre de trascendencia y sagacidad” con la excusa de reprender a los malhechores de la zona fronteriza “ha arrimado hacia aquellos conines mayor
número de tropas para mantener el orden”114 y de paso asegurar de facto
su dominio sobre la zona, para lo que irmó “un acuerdo solemne con el
cacique charrúa D. Gaspar”115. La mera posesión del territorio ya había
sido utilizada por Lisboa a in de correr la línea de Tordesillas hacia el
oeste, y siguió siéndolo después del tratado de 1777. Es decir, mientras
Gran Bretaña operaba al amparo de la beligerancia, Portugal aprovechaba
la oportunidad para actuar en la retaguardia y a la sombra de la paz. Por
otra parte, también fue desde los puertos de Río Grande y Río de Janeiro,
el abastecedor de la escuadra británica, hecho que recién fue conirmado
en Madrid a comienzos del año siguiente.
La noticia de la captura de Buenos Aires fue conocida en Londres a
mediados de septiembre, lo que colocó al gabinete de Jorge III en una
112
113
114
115
Minutas de un Consejo de Guerra, celebrado a bordo del buque de Su
Majestad Gladiador, en la Bahía de Portmouth, el viernes 6 de marzo de
1807, del capitán sir Home Popham, Londres, Longman Hurt Rees y Orme,
1807 p. 80, en William kAUFMANN, op. cit., p. 22.
Miguel Ángel SCENNA, Las Brevas maduras, 1804-1810, Buenos Aires, La
Bastilla, 1977, p. 21.
AHN, Sección Estado, Correspondencia diplomática, Legajo, 5372. Del
embajador español en Lisboa el Conde de Campo de Alange, al ministro
Pedro de Cevallos, Lisboa, 19 de agosto de 1807.
Luis Alfonso LIMPO PÍRIz, op. cit., p. 935.
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situación delicada. Por un lado, el nuevo ministerio no estaba al tanto de las
instrucciones de Pitt al Almirante Popham, y por otro, era una oportunidad
que los comerciantes celebraron sin disimulo, como puede leerse en un
artículo de The Times en el cual se anuncia con bombos y platillos la captura
de la capital.
Buenos Aires forma parte en este momento del Imperio Británico
y cuando consideramos las consecuencias a lo que eso conduce
debido a su posición y su potencial comercial, como así también
su inluencia política, no sabemos cómo expresarnos en términos
adecuados a nuestras ideas, acerca de las ventajas nacionales que se
derivarán de la conquista116.
La complacencia del sector mercantil no tardó en repercutir en la Corte.
El gobierno vio la toma de la capital virreinal como un fortalecimiento de
su posición negociadora en Europa117 y pensó que podía ser aprovechada
a la hora de tratar la paz con Francia, o bien para conseguir la reversión de
España. Las negociaciones habían comenzado en junio, pero se estaban
prolongando, en buena medida debido a los éxitos de Napoleón en el
continente, lo que en cierto modo, tenía ansiosos a los británicos. De
manera que Lord Grenville recomendó inmediatamente su inclusión “en
la agenda de las negociaciones. Inglaterra tenía derecho −sostenía él− bien
a conservar la ciudad o a recibir compensación por ella en Europa.” Pero
Talleyrand “evadió el tema. […] la Europa occidental era suya; Inglaterra
podía ser ignorada”118. A mediados de 1806, Godoy estaba convencido que
la conducta del emperador se regía por “lo que quiero o la guerra”119 y la
caída del rey de Nápoles, hermano de Carlos Iv, y su sustitución por José
Bonaparte, entre otras cosas, le hicieron ver el peligro que corría la Casa
de Borbón, lo que lo persuadió que la monarquía hispana debía zafar de la
intromisión imperial antes que fuera tarde, haciendo una reversión de alianzas
y uniéndose a Prusia y Rusia para frenar a Napoleón. El entendimiento con
116
117
118
119
The Times, 13 de septiembre de 180 en Andrew GRAHAM YOOLL, ocupación
y reconquista 1806-1807, A 200 años de las invasiones, Buenos Aires, Lumière,
2006, p. 31.
De Grenville al Conde de Lauderdale, s/f, Dropmore papers, volumen vIII,
p. 419- 420, en William kAUFMANN, op. cit., p. 35.
William kAUFMANN, op. cit., p. 35.
Manuel GODOY, op. cit., tomo II, p. 80.
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Gran Bretaña, (a pesar de los esfuerzos rusos) no fue posible. Por un lado,
los británicos exigieron la inmediata declaración de guerra a Francia pero,
según Suárez, se negaron “a devolver los territorios conquistados por las
armas”120.
Pero esta reacción británica frente a la conquista de la capital del
virreinato del Plata, estuvo lejos de ser la inicial. A nivel gubernamental, la
acción de Baird y Popham, fue considerada como “una conducta que debe
ser castigada como mal precedente”. En este sentido, William Windham
sugirió al rey que “sir Home Popham sea remplazado en su actual puesto
de mando y llamado a dar cuenta de su conducta al abandonar su destino,
y proceder sin instrucciones o autoridad para […] atacar las poblaciones
españolas en el Río de la Plata”121. Si bien al rey no le quedó más remedio
que estar de acuerdo con estas observaciones, por carta del 14 de septiembre
de 1806, matizó la situación:
aunque la empresa parece en primera instancia haber sido llevada a
cabo sin autorización, es imposible no aprobar el modo en que fue
planeada y ejecutada por el comandante de las tropas y los marinos
empleados. Su Majestad confía […] que la adquisición de Buenos
Aires resultará muy ventajosa para este país122.
Esta dualidad planteada en el seno del gobierno británico, así como la
poca utilidad que éste le encontró a la hazaña en el marco de la política
europea, se relejaron en las instrucciones “vagas y generales”123 de Lord
Grenville, a Beresford, en las que especialmente le indica no hacer promesas
a los habitantes de Buenos Aires “respecto al apoyo que pueden esperar
de las armas de Su Majestad […y] absteneros de cualquier declaración
que ponga a su Majestad en condiciones de no poder cumplir la palabra
empeñada”124.
120
121
122
123
124
Luis SUAREz FERNANDEz, Demetrio RAMOS, José Luis COMELLAS, José ANDRéSGALLEGO, op. cit., tomo x-2, p. 325.
A. Aspinall the later correspondence of George III, 1783-1810, volumen
Iv, p. 458, en klaus GALLO, op. cit., p. 79.
idem.
Washington REYES ABADIE, Andrés vÁzqUEz ROMERO, op. cit., p. 118.
De Windham al General Crauford, 30 de octubre de 1806, Add. Mss. 37884
en klaus GALLO, op. cit., p. 60.
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Clavijo /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 109-146
En realidad, para el ministerio “esta conquista debía ser vista más bien
como una oportunidad para impedir que los franceses llegaran alguna vez a
estos territorios125, y nunca como un prolegómeno de actos revolucionarios,
según le advirtió el 11 de septiembre de 1806, Windham a Grenville.
Luego del decreto de Berlín, para Londres la extensión del comercio
se transformó en “la más eiciente medida de guerra,”126 lo que llevó a
que se evaluase transformar a la América hispana en el blanco británico.
En este sentido, airmaba Grenville: “si nosotros desistimos de toda idea
de actuar en el continente entonces probablemente nos reforzaremos aún
más en Sudamérica”127 y acto seguido sancionó una orden del Consejo
Real destinada a convertir a Buenos Aires en una colonia inglesa. De modo
consecuente al conocerse su pérdida, zarpó el 11 de octubre una expedición
con refuerzos bajo el mando de Sir Samuel Auchmuty. A partir de esa fecha,
Gran Bretaña se fue involucrando cada vez más, al punto que desplegó en
total más de catorce mil hombres en tropas de tierra, y treinta barcos de
guerra con cinco mil marinos; a lo que se debe agregar unos cien barcos
mercantes que acompañaron la expedición. En el marco de esta estrategia
también fueron evaluados nuevos planes para atacar otros puntos estratégicos
americanos, tales como valparaíso, Lima, venezuela, México, Montevideo
e incluso Manila, aunque no pasaron de ser meras marcas en un mapa, sin
coordinación alguna.
Mientras tanto, Madrid continuaba vacilando. Fracasada la negociación con
Londres, Godoy siguió aconsejando al rey que debía hacer la guerra, como
forma de poner en práctica una política de contención a Francia. Napoleón
había consolidado su poder en Europa central y se volvía hacia el oeste. Le
había declarado al embajador español en Prusia que: “voy tras de una liga
universal contra la Gran Bretaña, que cuento con las Españas128 para hacer
125
126
127
128
Historical Manuscripts commission, Manuscripts of J.B. Fortescue preserved
at Dropmore, Londres, 1892- 1927, volumen vIII, p. 352-353, en klaus
GALLO, op. cit., p. 82.
De Howick a Morpeth, 24 de septiembre de 1806, Lord Grey of the Reform
Hill, p. 151, en William kAUFMANN, op. cit., p. 36.
De Grenville a Windham 23 de setiembre de 1806, H. M.. C. Dropmore
Papers, vIII, p. 353, en William kAUFMANN, op. cit., p. 35.
Expresión muy usada en la época de Los Austria, representativa de la
pluralidad de la monarquía y de pueblos que la integraban.
139
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Clavijo /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 109-146
entrar en esta liga al Portugal, por la razón o por la fuerza”129. Ante semejante
anuncio la seguridad de España dependía de quitarle a Bonaparte “todo
pretexto y ocasión de introducirse en la Península”130. Para ello era necesaria
la unión hispano-lusitana contra los ingleses, a como diera lugar. Una vez
más, fruto de la diplomacia o de la guerra, era imprescindible “Portugal
para ayudarnos, sin poder comprometernos con los ingleses, ni abusar de
nuestro suelo”131. Godoy estaba persuadido que conseguiría el concurso de
Lisboa, pero en caso de no ser así y tener que actuar militarmente contra al
príncipe regente, para él, estaba más que justiicado, ni precedentes faltaban
en Europa, ni pretextos a Carlos Iv: “el Brasil está siendo hoy en día el
punto de reunión donde se abrigan los ingleses y se amparan para atacar
a Buenos Aires y robarnos aquella parte de la América”132, adujo Godoy
en sus memorias, haciéndose eco de los informes del embajador español
en Lisboa.
Todas las semanas sale del Río de la Plata un buque pequeño de
guerra inglés y va a Río Grande en el Brasil a tomar los refrescos
que necesita y aún hay personas que me han asegurado con toda
irmeza que se han girado contra la Inglaterra sobre esta Plaza de
Lisboa dieciocho mil libras esterlinas por razón de los gastos hechos
por los ingleses en el Brasil133. [Por si alguna duda quedaba de la
implicancia portuguesa,] los caballos, se los proveía el Gobernador
de Río Grande134.
Albino recoge las críticas británicas al abastecimiento portugués, por
ejemplo respecto del mal estado en que les había llegado la carne “comprada
en Río Grande,”135 y las acusaciones al virrey del Brasil que “retaceaba” el
129
130
131
132
133
134
135
Manuel GODOY, op. cit., tomo II, p. 97.
ibidem, p. 98.
ibidem, p. 87.
ibidem, p. 99.
AHN, Sección Estado, Correspondencia diplomática, Legajo, 5371. De
Campo de Alange, a Cevallos, Lisboa, 10 de abril de 1807.
AHN, Sección Estado, Correspondencia diplomática, Legajo, 5372. De
Campo de Alange, a Cevallos, Lisboa, 5 de septiembre de 1807.
Oscar ALBINO, “La invasión inglesa al Río de la Plata entre 1806 y 1808.
Actividades británicas desde el punto de vista naval”, en Boletín del Centro
Naval, Buenos Aires, (enero-abril, 2007), nº 816, Año 125, volumen Cxxv,
p. 39.
140
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Clavijo /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 109-146
aprovisionamiento, lo que no hace más que venir a conirmar el mayor o
menor apoyo lusitano a la empresa.
En cuanto la Corte de Madrid tuvo cierta certeza que Portugal era “el
socio” británico, aprovechó la ocasión para reairmar diplomáticamente la
amenaza que pendía en la frontera, ya que
eran actos contrarios a la neutralidad y si no se toman las medidas
correspondientes para evitar que sigan sucediendo será responsable
el Portugal de los perjuicios que resulten a las colonias de SM por los
indicados auxilios que se den a los enemigos de su Real Corona136.
Sin duda, era más que una simple protesta, el ultimátum era cuestión de
tiempo, de parte de una España ligada ya indefectiblemente a Francia. La
opción armada para obligar a Lisboa a adoptar una política pro francesa
primó, entre otras cosas porque era una necesidad para Madrid ponerle
freno a su política territorial en la frontera sudeste, de igual manera que
pretendía hacerlo con los Estados Unidos en el norte. Así, apenas pocos
días después de enterarse137 de la toma de Buenos Aires, Godoy le escribió
a la reina:
No me descuido en la reunión de las expediciones que deberían
salir luego que haiga proporción; esta es la de Texas y otra para la
América Meridional contra los portugueses, que en sana paz se han
ido posesionando del continente y sus ideas son de arroxarnos de
él138.
Luego del informe favorable de la Junta de Fortiicación y Defensa de
Indias, ésta inalmente fue concretada por Real Decreto en 1807. La misma
preveía el transporte de cuatro mil hombres al mando del Jefe de Escuadra
136
137
138
AHN, Sección Estado, Correspondencia diplomática, Legajo 5371. De
Cevallos a Campo de Alange, Aranjuez 19 de abril de 1807.
El embajador de Carlos Iv en París, se enteró gracias a una Gaceta inglesa
de “antes de ayer” que Talleyrand le prestó. De modo que recién el 20 de
septiembre escribió a su gobierno para informar el negativo acontecimiento.
AHN, Sección Estado, Correspondencia diplomática, Legajo 5215. Del
Príncipe de Masserano a Cevallos, París, 20 de septiembre de 1806.
De Godoy a la Reina María Luisa, 3 de octubre de 1806, en Luis Alfonso
LIMPO PÍRIz, op. cit., p. 941.
141
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Don José Bustamante y Guerra, como complemento ordinario a los cuerpos
del Plata, para no levantar sospechas. De este modo se atendía la “gran
falta de socorro en gente veterana, oiciales y armas”139. La expedición,
emulando el golpe de Cevallos en 1776, debía dirigirse contra Río Grande de
San Pedro, ocuparlo por sorpresa y, de ese modo, obligar a los portugueses
a desocupar Santa Tecla, los Siete Pueblos de las Misiones Orientales y
demás puestos. Pero luego esta empresa fue abortada140.
Mientras la situación de la monarquía lusitana en la península era cada
vez más difícil, más a sus anchas se posesionaba en América, al socaire
británico. Los Braganza controlaban zonas donde Francia no tenía poder
naval para emprender operaciones con éxito, pero Gran Bretaña sí, de
modo que un bloqueo inglés a los puertos portugueses signiicaba cortar
los lazos que unían esos territorios con la corona, y así se lo expresó con
toda franqueza el ministro de Don Juan, Antonio de Araujo de Acevedo,
a los embajadores aliados:
si se declaraban por la Francia se perdería irremisiblemente el Brasil,
no porque lo conquistasen los ingleses sino, lo que conocía bien no
ser tan fácil, sino porque aquellas colonias, perdida la comunicación
con la metrópoli y en el estado de sus ideas, indudablemente se harían
independientes141.
El ministro era perfectamente conciente del cambio de mentalidad que se
estaba operando desde un punto de vista político, y lo único que podía hacer
era intentar manejarlo. El territorio portugués siempre iba a ser una pequeña
franja constreñida en las postrimerías de Europa y que “en el estado presente
era del primer ocupante”. Pero en realidad, la Corona “se compone de dos
partes, esto y las Américas […y al in y] al cabo la monarquía portuguesa
estaba en América”142. Se aianzó entonces el proyecto de responder a las
adversidades europeas abandonando Lisboa y fundando en Brasil un gran
imperio inexpugnable, desde donde sería fácil tomar represalias contra
139
140
141
142
AHN, Sección Estado, Correspondencia diplomática, Legajo, 5372, De
Campo de Alange, a Cevallos, Lisboa, 7 de septiembre de 1807.
Luis Alfonso LIMPO PÍRIz, op. cit., pp. 941-942.
AHN, Sección Estado, Correspondencia diplomática, legajo 5372, De Campo
de Alange a Cevallos, Lisboa, 15 de agosto de 1807.
idem.
142
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los dominios españoles y amenazar las remesas de Potosí. Asimismo, ello
serviría para que los Borbones se abstuvieran de cualquier tentación de
anexar Portugal “com receio de perder em troca as províncias da Prata e
do Paraguai”. Una recomendación para nada nueva por cierto. A mediados
del siglo xvIII, Luis da Cunha había sugerido al rey Don José que “Aqui não
pode o rei manter Portugal sem o Brasil, em quanto que para manter o Brasil
não carece de Portugal: melhor é ois residir onde está force abundância,
do que onde é necessidade e a falta de segurança”143. Fue esto justamente
lo que la Corona puso en práctica a partir de 1808. Si bien su diplomacia
hizo todo para ganar tiempo y evitar la invasión, incluso simular su adhesión
al bloqueo continental, la decisión estaba tomada: “escapar al Brasil para
formar allí un imperio formidable”, y como advirtió el embajador español,
es de temer que “crecerán, […] a costa nuestra”144. Tal fue su acierto que
apenas diez años más tarde, en ocasión de la Conferencia de París sobre la
Banda Oriental, el propio Araujo de Acevedo, convertido ya en el Conde
da Barca, aceptó la pérdida de Portugal con tal de redondear el territorio
americano con la adquisición de la Banda Oriental145.
Esta idea no era nueva, pero la coyuntura especialmente favorable sí lo
era. La corte portuguesa se presentó en América en un momento en el cual ya
había pequeños grupos, (formados, en especial, por algunos miembros de los
sectores dirigentes de la sociedad) que evaluaban la extinción de los lazos con
el rey, y un cambio de régimen. Pero lo más grave, era que entremezclados
con éstos, se encontraba el accionar organizado de agentes británicos, unidos
por lazos de familia146 y con intereses mercantiles concretos en América
Meridional residiendo en Río Grande, Buenos Aires y Londres. Es decir,
actores internacionales no estatales con intereses propios. Conocedor de
ello, parecería que Araujo de Acevedo pretendía adaptarse a la situación,
manteniendo la monarquía, y sacar el mayor provecho posible de ella, dado
143
144
145
146
Luiz NORTON, A corte de Portugal no Brasil, São Paulo, Companhia Editora
Nacional, 1938, p. 19.
idem.
víctor SANz LÓPEz, La conferencia de París sobre la Banda oriental, Caracas,
BNH, 1993, pp. 42 y 97.
Marcela TEJERINA, Luso-brasileños en el Buenos Aires virreinal, Buenos
Aires, Editorial Universidad Nacional del Sur, 2004, p. 136 y ss.
143
Dimensión internacional de las expediciones de miranda y de las invasiones inglesas ... /Adriana mirel
Clavijo /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 109-146
que la conversión de Brasil en metrópoli constituía casi la única oportunidad
para que la Casa de Braganza volviera a tener inluencia a nivel mundial.
Pero Carlos Iv cambió el juego, ya no atacaría a Portugal en Europa
y en América, sino que lo haría sólo en la península, cuyo territorio sería
repartido entre España y Francia, al igual que el Brasil, de acuerdo con
los términos del Tratado de Fontainebleau. Se ganaba más y con menos
esfuerzo, sólo que la partida de la Corte lusitana para Río de Janeiro vino
a arruinar estos planes.
A la luz de la estrecha vinculación de Portugal y Gran Bretaña en las
expediciones al Río de la Plata podría sostenerse que más que invasiones
inglesas fueron anglo-portuguesas, y que lejos Madrid de desentenderse,
exigió su devolución en las negociaciones con Londres, planeó el envío
de una expedición para la reconquista de los territorios tomados por los
portugueses y inalmente pactó con Francia la forma de recuperarlos y el
reparto del Brasil.
Conclusiones
Un abordaje desde una perspectiva internacional de las expediciones de
Miranda y de las invasiones inglesas al Río de la Plata deja planteadas más
hipótesis que corroboraciones. Al mismo tiempo, pone al descubierto que
la política llevada adelante por el gobierno central de la monarquía, ha
merecido aún un estudio muy parcial, al igual que la seguida por Washington
y Lisboa. A in de obtener un panorama más acabado de su dimensión
internacional sería conveniente su profundización y ampliación teniendo
en cuenta, incluso, la posición de otras potencias europeas.
El periodo 1806-1807, se caracterizó por un gran dinamismo, tanto
del punto de vista de vista de la cantidad de actores involucrados, como
de hechos producidos en distintos lugares. Sin embargo, ninguno de los
acontecimientos objeto de estudio deinió o torció la política de Carlos IV ni
de Jorge III, lo cual no quiere decir que no hayan inluido, cosa que parece
haber sucedido, o al menos servido de excusa. Si bien en las Memorias
de Godoy ambas agresiones son presentadas como parte de la estrategia
británica para atacar al imperio español, del análisis de la correspondencia
144
Dimensión internacional de las expediciones de miranda y de las invasiones inglesas ... /Adriana mirel
Clavijo /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 109-146
diplomática surge que la empresa de Miranda fue considerada como un mero
acto conspirador externo. En contrapartida sería interesante el análisis de
documentación estadounidense a in de establecer la dimensión del vínculo
Washington-Miranda, en el marco de una posible guerra con Madrid.
Las amenazas del ministro español a Washington, las consultas al aliado
francés respecto del inicio de hostilidades y la planiicación del envío de
una expedición a Tejas, pone de maniiesto que el gobierno español había
optado por ponerle freno a la joven república norteamericana, como lo
haría una primera potencia. En este sentido, vale preguntarse: ¿qué pasó
para que esa expedición no partiera? ¿qué papel jugó en eso el emperador?
¿Estaba Carlos Iv en condiciones militares de afrontar otro frente?
Prácticamente, de manera paralela a la toma del pueblo de la vela de Coro
y a la invasión de Buenos Aires, en Europa se había abierto negociaciones,
por lo que se había creado gran expectativa tanto en España como en
Gran Bretaña. Todo podía ocurrir. Londres y los integrantes de la tercera
coalición apostaban a que Madrid hiciera una reversión de alianza, lo que
exigía una política cauta, a in de no generar indisposición. Bajo este orden
de prioridades, se puede leer la negativa del nuevo gabinete de Jorge III a
apoyar los planes mirandinos; ello sin invalidar la disposición o no a hacer
suya una expedición comandada por un extranjero, con vínculos híbridos
con Washington. La noticia de la conquista de Buenos Aires llegó a Europa
cuando ya las negociaciones habían empezado a dar señales de agonía,
debido a los éxitos de Napoleón en el continente, pero se la incluyó en las
negociaciones. Mientras tanto, Carlos Iv vacilaba, porque cada vez temía
más a su aliado y veía amenazadas sus posesiones en Sudamérica tanto
por los ingleses, como por los portugueses. Lo cierto era que Madrid tenía
intereses propios en los que el apoyo francés no estaba claro, por lo que se
planteó la posibilidad de cambiar de bando y exigir la entrega de Buenos
Aires. Sin embargo, para esa altura, Londres ya se había convencido que
debía usar el comercio como un arma de guerra contra el emperador y para
ello la capital del virreinato del Río de la Plata le iba a ser útil, y se negó a
devolverla. Ya no había nada más que conversar. En octubre de 1806 los
escenarios estaban deinidos: Madrid estrechó sus lazos con París, y Londres
se involucró cada vez en el Río de la Plata.
No obstante, el peligro para la seguridad de España aumentaba día a día
mientras Portugal permaneciera ligado a Gran Bretaña. De todos modos,
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Dimensión internacional de las expediciones de miranda y de las invasiones inglesas ... /Adriana mirel
Clavijo /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 109-146
la guerra a la Corona lusitana era algo ineludible para recuperar las tierras
tomadas por los portugueses luego de 1801 en América Meridional, tanto
como la necesidad de ponerle freno a los Estados Unidos en el norte; por lo
tanto Madrid se dispuso a implementar una estrategia largamente estudiada
por la burocracia española: un ataque en ambos lados del Atlántico. El
supuesto apoyo estadounidense a las expediciones de Miranda y el portugués
a las invasiones inglesas se sumaban a la lista de argumentos para justiicar
una reacción bélica de Carlos Iv contra Washington y Lisboa. Pero este
plan, vivo hasta 1807 se truncó. Muy posiblemente se encuentre el motivo
en la tentación que representó las ganancias estipuladas en el tratado de
Fontainebleau, y en la política francesa. En este sentido, el estudio de la
dimensión internacional de ambas agresiones exige, de forma inmediata, la
profundización de la investigación de la relación Madrid-París.
146
REpRODUCCIóN DE LOS TEmpLOS EN ESpACIOS
íNTImOS DE LAS VIVIENDAS.
ORATORIOS DOméSTICOS EN LA pROVINCIA
DE CARACAS (1750-1800)
LOURDES ROSÁNGEL vARGAS1
Academia Nacional de la Historia
Archivo del Libertador
resumen: Una de las características que presentó la sociedad venezolana
del siglo xvIII, fue su activa vida religiosa centrada en la participación de
oicios litúrgicos. Esta particularidad no se limitó sólo a las iglesias, pues
las casas también fueron lugares idóneos para el recogimiento espiritual a
través de los llamados oratorios domésticos. Para obtener este privilegio,
era necesario cumplir con una serie de requisitos que debían ser aprobados
por el obispo de la localidad. A la vez, estos recintos privados de oración
fueron un relejo de las devociones particulares de la familia que lo fundaba,
dejando ver a través de ellos las necesidades espirituales y materiales, este
1
Licenciada en Historia por la Universidad Central de venezuela y Magister
Scientiarum en Artes Plásticas: Historia y Teoría por la misma casa de estudios.
Investigadora del Archivo del Libertador – Academia Nacional de la Historia.
Ha publicado: “Tiempo para rezar” en: Inés quintero (coord.). más allá de la
guerra. venezuela en tiempos de la independencia (Caracas, 2008); “El mundo espiritual
de los pobladores de la Provincia de venezuela. Aproximación a través de los
testamentos del siglo xvIII” en: Boletín de la Academia Nacional de la Historia
(Caracas, 2007); “Testamentos y normas legales: repartición del patrimonio
en venezuela. Siglo xvIII” en Anuario de Estudios Bolivarianos (Caracas, 2006).
Correo: [email protected]. Recepción: 15/09/2009. Aprobación:
03/11/2009
147
reproducción de los templos en los espacios íntimos de las viviendas ... / Lourdes rosangel vargas
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 147-173
último aspecto resaltado además en la dotación del espacio, pues era preciso
destinar cierta cantidad de dinero para fundar y mantener estos lugares, los
cuales resultaron ser la mejor solución cuando existían impedimentos para
trasladarse hasta la iglesia parroquial más cercana.
Palabras claves: provincia de Caracas, siglo xvIII, oratorios domésticos,
representaciones religiosas, objetos litúrgicos.
Reproduction of temples in intimates spaces of homes.
Oratory household in the province of Caracas (1750-1800)
Abstract: One of the features introduced century venezuelan society xvIII,
was his active religious life focused on the participation of liturgical services.
This peculiarity was not conined to churches, because the houses were also
ideal places for meditation spirit through the home called oratorios. For
this privilege was necessary to meet a set of requirements that had to be
approved by the bishop of the town. In turn, these private prayer halls were
a relection of the devotions individuals of the family that founded, revealing
through them spiritual and material needs, the latter highlighted also in the
allocation of space, must be earmarked for certain amount of money to
establish and maintain these places, which proved to be the best solution
when there were impediments to travel to the nearest parish church.
Keywords: province of Caracas, eighteenth century domestic oratories,
religious representations, liturgical objects.
Introducción
Una de las características principales que presentó la sociedad venezolana del
siglo xvIII, fue su activa vida religiosa centrada en la participación de oicios
litúrgicos. Esta tradición, heredada de la península ibérica, se convirtió
en parte importante de la vida cotidiana, marcando no sólo la jornada
dominical, sino también los momentos íntimos como bautizos, matrimonios
y velorios; además del calendario festivo que copaba prácticamente todos
los días del año en celebraciones y conmemoraciones religiosas. Esta
148
reproducción de los templos en los espacios íntimos de las viviendas ... / Lourdes rosangel vargas
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 147-173
particularidad no se limitó sólo al espacio de las iglesias, ya que las casas
también fueron lugares idóneos para el recogimiento espiritual, a través de
los denominados oratorios domésticos, los cuales eran utilizados para el
servicio religioso de una persona o familia, y en ocasiones, para el beneicio
de la comunidad cercana.
Sin embargo, para obtener este privilegio, era necesario cumplir con una
serie de requisitos: uno de ellos tenía que ver con la dotación del espacio,
tal como lo establecía la legislación eclesiástica, la cual señalaba que debían
existir en dichos lugares los elementos necesarios para la celebración de la
misa, es decir, estaban obligados a tener representaciones religiosas (pinturas
y esculturas principalmente), objetos litúrgicos tales como misales, atril,
vinajeras, cáliz, candeleros, patenas, entre otros, además de la presencia de
mobiliario (mesa para el altar y muebles para guardar ciertos ornamentos).
En in, todo lo necesario para cumplir debidamente con la liturgia diaria,
y es que por la función que cumplían, debían estar ornamentados a modo
de un pequeño templo.
A partir de lo planteado, es necesario advertir que son cuatro los objetivos
que pretendemos cubrir en el presente artículo: en el primero deinir lo que
era un oratorio doméstico y las normas que rigieron el funcionamiento de
estos espacios; en el segundo establecer los pasos y requisitos que debieron
cumplir los interesados; en el tercero hacer una revisión de las inversiones
familiares a partir de la cantidad de objetos que podían llegar a tener, aspecto
que varió de acuerdo con la capacidad económica del poseedor del espacio;
y en el cuarto y último objetivo, analizar el elemento espiritual el cual
estará determinado a partir de las devociones familiares más recurrentes,
identiicado principalmente a través de la virgen o santo titular del recinto
de oración, así como por el resto de imágenes que se poseían.
Estos objetivos serán logrados gracias a la revisión de los testamentos
y de las solicitudes para obtener licencias de oratorios, emitidos durante la
segunda mitad del siglo xvIII en la provincia de Caracas; igualmente serán de
gran utilidad, los tratados de la época, tales como el publicado en 1772 por
José Domínguez, bajo el título Disertación histórico-canónico-moral, sobre el uso de
los oratorios domésticos, según los frecuentes indultos apostólicos; y la obra traducida
por Juan Facundo Raulin en 1787, titulada Pastoral de Nuestro Excelentísimo
Padre Benedicto Xiv de gloriosa memoria, siendo cardenal arzobispo de la santa iglesia
de Bolonia e instrucciones eclesiásticas para su diócesis, entre otros.
149
reproducción de los templos en los espacios íntimos de las viviendas ... / Lourdes rosangel vargas
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 147-173
Oratorios domésticos. Nociones de un espacio
Los oratorios domésticos son deinidos como aquellos espacios que se destinaban
en las casas “…para retirarse a hacer oración a Dios; y comúnmente […]
donde por privilegio se celebra el Santo Sacriicio de la Misa2 y en ellos “…
desde el señor y su familia hasta los sirvientes y esclavos…”3 podían servirse
del beneicio que brindaba la oración diaria, la cual podía estar dirigida al
agradecimiento o a la solicitud del auxilio divino. Sin embargo, para tener
este privilegio, era necesario cumplir con una serie de requisitos: uno de ellos
era exponer las razones por las cuales se requería del establecimiento de un
oratorio en casa, siendo las causas más comunes la lejanía de la vivienda, la
enfermedad o ancianidad de algún familiar.
En tal sentido, contar con las condiciones básicas exigidas por la Iglesia
católica era fundamental si se quería gozar del privilegio de tener en la
vivienda un oratorio privado. Para dicha institución, la principal exigencia
que se hacía era exponer la razón para tal deseo, el cual no podía ser
más que el impulso por la “…piedad y devoción, a que se ha de juntar
la necesidad…”4 acompañado a su vez por un alegato de “…nobleza
verdadera, o nobleza participada; esto es, que sea noble el que pretende el
Indulto, o que por su oicio, y pública ocupación le corresponda, y tenga
reputación de tal.”5 En otras palabras, no cualquiera podía contar en su
casa con un espacio de oración, ya que estuvieron reservados sólo para
aquellos individuos pertenecientes a la clase acaudalada de la sociedad. No
obstante, para el caso que nos ocupa, la provincia de Caracas, las cosas no
funcionaron iguales, tal y como lo demuestran las solicitudes realizadas,
donde aparecen personajes más modestos que se sienten movidos por sus
“principios religiosos”.
2
3
4
5
Diccionario de Autoridades (Edición Facsímil), Madrid, Editorial Gredos, 1976,
tomo III, p. 47.
Carlos Federico DUARTE, quinta de Anauco 1797-1997, Bicentenario, Caracas,
Asociación venezolana Amigos del Arte Colonial, Fundación Cultural Chacao,
1997, p. 90.
José DOMÍNGUEz, Disertación histórico-canónico-moral, sobre el uso de los oratorios
domésticos, según los frecuentes indultos apostólicos, Madrid, Imprenta de Pedro Marín,
1772, p. 17.
idem.
150
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Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 147-173
Los encargados de velar por el iel cumplimiento de estas normas fue
el prelado, a quienes les correspondió “…visitar el Oratorio, y averiguar en
esta operación todas las calidades que se expresan en él, de tal manera, que
si falta alguna […] peca mortalmente si la aprueba…”6 con la advertencia
de que igualmente “…pecará mortalmente el que en semejante Oratorio así
aprobado, celebra, o hace celebrar Sacriicio.”7 El número de misas que se
podían celebrar en estos espacios quedó expresado de la siguiente manera:
“unam missam pro uno quoque die [Una Misa por cada día]”.8 Para que a este
mandato se le diese cumplimiento, el Papa Clemente xI9 decretó el 15 de
diciembre de 1703 “…que el Sacerdote que intenta celebrar en Oratorio particular, tenga obligación de certiicar de no haberse celebrado otra, para
poder en aquel día celebrar su Misa […] es única la Misa que se puede
celebrar en Oratorio, y peca mortalmente el que practica lo contrario.”10
Unos años más tarde, el Papa Benedicto xIv11 señaló en su Pastoral,
que existían muchas irregularidades en este aspecto, razón por la cual en
la Instrucción xxxIv Del santo sacriicio de la misa, Ley III De la hora, y lugar de
celebrar la misa, manifestó que tenía:
…noticias de que en los oratorios privados, y domésticos hay algún
desorden en la celebración de misas; pues no habiendo en el indulto
de oración licencia para celebrar sino una misa sola, no han reparado
algunos religiosos en celebrar segunda, dicha ya la otra […] y aunque
no se hallasen presentes aquellas personas a quien se había concedido,
6
7
8
9
10
11
ibidem, p. 21.
ibidem, p. 22.
idem.
Su nombre fue Giovanni Francesco Albani, nació en Urbino una ciudad de
la provincia de Pesaro e Urbino en Italia el 23 de julio de 1649. A partir de
1700 se desempeñó como Papa de la Iglesia Católica hasta 1721, año en que
muere en Roma el 19 de marzo. Diccionario de historia de España, Madrid, Alianza
Editorial, 1981, tomo 1, pp. 847-848.
José DOMÍNGUEz, op. cit., pp. 23-24.
Su nombre fue Prospero Lorenzo Lambertini, nació en Bolonia-Italia 31 de
marzo de 1675. Entre 1740 y 1758 se desempeñó como Papa de la Iglesia
Católica, hasta su muerte en Roma el 3 de mayo de 1758. Diccionario de Historia
de España, tomo 1, pp. 501-503.
151
reproducción de los templos en los espacios íntimos de las viviendas ... / Lourdes rosangel vargas
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 147-173
y después del medio día; y aún en aquellos días en que no se puede
decir misa en los oratorios privados...12.
Este precepto no aplicaba para todos los indultos que se concedían, ya
que existieron unos en los que “…no hay excepción de días, ni se reducen
a una Misa sola; o cuando persuade mayor extensión la especial calidad
del indulto, o cuando el indulto alega alguna grave, y perenne enfermedad
que no puede vencer…”13 Igualmente se hicieron excepciones en la
conmemoración de los difuntos donde cada sacerdote podía:
…celebrar tres misas por Privilegio […] en un mismo Oratorio […]
por tener más proporción, y congruencia el que celebra la primera
para continuarlas, que para ir a buscar en aquel lance otra Iglesia […]
La razón de esta resolución no es obscura […] se autoriza con una
declaración de la Silla Apostólica14.
No obstante, quedaron fuera de esta concesión “…la noche de Natividad
en los Oratorios domésticos [así como] administrar a título de piedad la
Sagrada Comunión, lo que ni aún en la Iglesia […] se debe permitir.”15
Igualmente no entran dentro de los indultos especiales los días de “Paschatis
resurrectionis, Pentecostes, Nativitatis D.N Jesu-Christi, aliisque solemnioribus anni
festis exceptis [Pascua, de Resurrección y Pentecostés y Natividad D.N.
Jesucristo y exceptuadas otras iestas más solemnes del año]”,16 ya que
eran tantos los oratorios privados “…que apenas se juntaban los ieles
en los Templos, y se hizo preciso, para remediar este abuso tan general,
reducir los Oratorios a las misas de pura devoción…”17 para que los días
ya mencionados, sirvieran como fechas obligadas para que los devotos se
reunieran en las iglesias de sus parroquias. En la Pastoral del Papa Benedicto
XIV se ratiicó esta prohibición, es así como en la Instrucción xxxvIII, De
la comunión del clero:
12
13
14
15
16
17
Juan Facundo RAULIN (traductor), Pastoral de Nuestro Excelentísimo Padre Benedicto
Xiv de gloriosa memoria, siendo cardenal arzobispo de la santa iglesia de Bolonia e
instrucciones eclesiásticas para su diócesis, Madrid, Imprenta Real, 1787, tomo I,
p. 230.
José DOMÍNGUEz, op. cit., p. 22.
ibidem, p. 24.
ibidem, p. 26.
idem.
ibidem, p. 27.
152
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Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 147-173
…se prohíbe celebrar, fuera de la misa parroquial, y conventual,
otras misas privadas, en los días de jueves, viernes, y sábado santo,
en cualquier oratorio privado de seculares o regulares, no obstante
cualquier privilegio, o costumbre en contrario; y cuando por desgracia
se hubiera perdido la memoria de este edicto, pudieran leer el
candelario del oicio divino, que todos los años se imprime...18.
Cumplir con el horario para la celebración de la misa también fue un
asunto importante, pues no era que las misas se podían hacer en cualquier
momento, ya que según lo establecido en la Pastoral de Nuestro Excelentísimo
Padre Benedicto Xiv de gloriosa memoria, publicado en 1787, en la Instrucción
xxxIv Del santo sacriicio de la misa, Ley III De la hora, y lugar de celebrar la misa,
se señala que:
…se puede celebrar la misa la tercera parte de una hora antes del
amanecer; y otro tanto tiempo después del medio día, y no antes,
ni después: por cuya razón nada ocurre que añadir sobre esto, sólo
es preciso advertir a los caballeros, que usan de oratorio privado en
sus palacios, o casa, que piensen seriamente, que están obligados
a conformarse en cuanto a la hora de la misa con lo establecido;
y por consiguiente, que no abusen de la paciencia, y pobreza del
sacerdote, a quien echan el peso de decirles misa en su oratorio, no
sólo haciéndole esperar en el Altar, sino obligándole a decirla, pasada
ya la hora que esta determinada19.
Otro requisito importante para poder celebrar misa en oratorio
doméstico, fue el que se estableció en el decreto de fecha 7 de enero de 1741,
por el Papa Benedicto xIv, donde señala que para que “…los familiares
[…] consanguíneos, y aines…” pudieran gozar del beneicio de las misas
“…es preciso que asista alguno de los principales…”, es decir, debía estar
presente en la casa la persona a quien se le había concedido el indulto, o en
su defecto, un representante de éste, sin lo cual “…no se deberá celebrar
la Misa, y peca el que la celebra, o la manda.”20 Pero las cosas no quedaban
allí, pues no bastaba sólo con ser familiar consanguíneo o afín, ya que para
poder gozar del privilegio se debía:
18
19
20
Juan Facundo RAULIN, op. cit., p. 267.
ibidem, p. 229.
José DOMÍNGUEz, op. cit., p. 34.
153
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Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 147-173
…vivir en la casa a expensas del principal; de tal manera, que los hijos,
o alguno de los otros que vivieren fuera de aquella casa, como que
componen, y pertenecen a distinta familia, no se de la privilegiada
para el efecto de aprovecharse de la Misa; y es así que si algún hijo,
o pariente del privilegiado está establecido, casado, o soltero en otra
habitación, o domicilio, no satisface el precepto, aunque oiga Misa
en el mencionado Oratorio21.
Aclarando que “…por hijos se entienden los ya nacidos, y los que
nacieren durante el Privilegio […] Por parientes, consanguíneos, o aines
[…] los que pasan del cuarto grado; con que los que tengan consanguinidad,
o ainidad con los privilegiados dentro del cuarto grado…”22 y eran los que
entraban dentro de este grupo, los que podían favorecerse de los beneicios
de un oratorio privado. Es importante mencionar que esto no aplicó,
evidentemente, para el caso de los oratorios públicos o semipúblicos que
eran erigidos por algún vecino en sus haciendas.
En cuanto a los criados, el indulto permite que oigan misa en dichos
oratorios; sin embargo, se menciona la exclusión de “... los no necesarios
[exceptuándose de este grupo] un paralítico, un ciego, o de cualquiera modo
achacoso, que no puede, sin muchos, trasladarse al Oratorio, y restituirse a
su cuarto...”23. Es decir, que aquellos criados que se encontraban bien
físicamente y de salud, estaban en la obligación de trasladarse hasta la iglesia
parroquial que les correspondía, por lo tanto no requerían, ni se podían
beneiciar del uso de los oratorios domésticos, quedando a potestad de su
responsable o dueño, los que gozarían del beneicio en la casa y quiénes no.
Esta medida es argumentada por la Iglesia católica cuando señala que:
…cuando una señora va a la Iglesia en día de Pascua, porque no tiene
Oratorio para aquel día, y va bien acompañada, y estará bien servida
con uno, o dos criados, o criadas; y el señor que goza del Privilegio,
hace lo mismo solo, o acompañado solo de un Lacayo: querer tener
más familiares en el Oratorio, es querer lo que no es necesario a su
servicio […] basta a cualquiera que tiene Oratorio una criada, o un
criado, y que sólo éstos satisfacen con aquella Misa al precepto...24.
21
22
23
24
ibidem, p. 36.
ibidem, pp. 36-37.
ibidem, pp. 41-42.
ibidem, p. 43.
154
reproducción de los templos en los espacios íntimos de las viviendas ... / Lourdes rosangel vargas
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Es importante señalar que, el privilegio de tener un oratorio privado en
casa, no signiicó que en ellos se podía cumplir con todos los sacramentos,
pues alguno de ellos estaban destinados a ser cumplidos sólo en los
templo; no obstante, en casos de verdadero impedimento se podían hacer
excepciones. En la Instrucción xxxIv Del santo sacriicio de la misa, Ley III De
la hora, y lugar de celebrar la misa se prohibió que:
…en los oratorios privados […] no puedan recibir el sacramento de
la penitencia […] mandamos y ordenamos [además], que no obstante
el indulto de celebrar misa en tales oratorios, ningún sacerdote, sea
regular o secular, por ningún motivo administre la sagrada comunión
a persona alguna, sin tener para ello nuestra licencia, o la de nuestro
vicario general25.
La pastoral de Benedicto xIv recoge claramente las condiciones o
exigencias que debieron cumplir los interesados en establecer oratorios
dentro de sus viviendas, tal y como lo reiere José Faustino Cliquet, quien
señala en el Apéndice, Número Primero, Ley vI De lo que concede la bula en
tiempo de entredicho, que:
…lo mandado por Benedicto xIv en su constitución […] se reduce
a los puntos siguientes […] está establecido por la silla apostólica,
que en los breves que se conceden para erigir oratorios en la forma
ordinaria, se condenen como en efecto se condenan las cosas
siguientes: 1 El oratorio debe estar separado con paredes o muros de
todos los usos de la casa. 2 Antes de celebrar en él ha de ser visitado
por el obispo, o de su orden por algún delegado suyo, a efecto de
reconocer si está decente, y bien dispuesto, y si tiene todas las cosas
necesarias para celebrar el santo sacriicio de la misa. 3 Hallándose
decente, y con todo lo necesario, toca al obispo conceder la licencia
de celebrar en él, o absoluta o limitada, en cuanto al tiempo que ha
de durar dicha licencia. 4 No se puede celebrar en oratorio privado
más de una misa al día, y en hora regular […] y esta la puede celebrar
cualquier sacerdote secular o regular, que tenga licencia de su
respectivo superior para decir misa. 5 Ni aún la única misa referida
se puede celebrar en los días primeros de Pascuas de Resurrección
y Pentecostés, Navidad, Epifanía, Ascensión, y Anunciación, y
Asunción de la virgen, San Pedro y San Pablo, todos los Santos, y
titular de la iglesia del lugar. 6 Se expresan en el breve las personas,
25
Juan Facundo RAULIN, op. cit., pp. 231-232.
155
reproducción de los templos en los espacios íntimos de las viviendas ... / Lourdes rosangel vargas
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cuya presencia es necesaria para que se pueda celebrar la única misa
en el oratorio privado, y las que asistiendo a ella, puedan cumplir el
precepto de oír misa26.
Podemos airmar que, en buena medida estas exigencias eclesiásticas
fueron aplicadas y cumplidas por aquellos ieles que establecieron oratorios
domésticos en los territorios que conformaron la provincia de Caracas
durante la segunda mitad del siglo xvIII. Decimos esto en vista de que en los
documentos relativos a la visita pastoral que hiciera el obispo Mariano Martín
a la diócesis de Caracas entre 1771-1784, se deja ver el funcionamiento de
estos espacios, y la renovación de los permisos cuando así eran solicitados,
lo cual nos hace inferir que sus responsables debieron darle un uso correcto
a estos lugares de oración; igualmente en las solicitudes y en los informes
de los visitadores se deja constancia del funcionamiento y dotación de los
mismos.
Argumentos de los solicitantes
Los interesados en establecer oratorio en sus casas, debían contar con un
permiso especial que era otorgado por la sede apostólica; el permiso lo
otorgaba el “Santo Padre” por conducto del obispo del lugar.27 Pero para
lograr obtener dicho indulto, era preciso cumplir con ciertos procedimientos:
en primer lugar el obispo debía conocer la causa o causas que motivaban tal
solicitud, para ello se le debía remitir una carta donde el solicitante expresara
las razones que lo llevaban a requerir el establecimiento de un oratorio
en su casa. En su gran mayoría, los alegatos estuvieron centrados en las
diicultades del transporte, en la lejanía del lugar de vivienda con respecto a
la iglesia parroquial más cercana, en el numeroso núcleo familiar donde se
incluían los esclavos, en el estado de salud y en la edad avanzada de alguno
de sus miembros. Sin importar las causas que los motivaba, siempre se puso
delante la necesidad de contar con el “pasto espiritual”.
26
27
José Faustino CLIqUET, La lor del moral, Madrid, Impreso por la viuda de Marín,
1791, tomo III, pp. 373-374.
María del Pilar LÓPEz PéREz, “El oratorio: espacio doméstico en la casa urbana
de Santa Fe durante los siglos xvII y xvIII”, en Ensayos. Historia y Teoría del Arte,
Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2003, vol. 8, nº 8, pp. 161-276.
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Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 147-173
En general, las solicitudes fueron realizadas para establecer oratorios en
las casa de haciendas, y como es conocido, las vías de comunicación y los
medios de transporte para la época fueran bastante engorrosos, razón por
la cual predominó en los argumentos este motivo. Como ejemplo tenemos
el caso del señor José Yépez, habitante del pueblo de El Tocuyo, quien en
julio de 1761 señaló que poseía junto a su esposa doña Juana González
“…una hacienda de caña dulce y trapiche…”; sin embargo, entre dicha
hacienda y el pueblo más cercano se encontraba:
…un río caudaloso de por medio (del camino) que en tiempo de
invierno no da paso, como sucedió en el mes próximo pasado de
junio, que estuvo 8 días crecido, en cuyo tiempo se le ofreció [al
vicario] pasar por dicho río para ir a administrar a un enfermo en el
referido sitio […] y lo pasó con mucho trabajo y riesgo después de
haberlo rodeado por varias partes...28.
La distancia fue otro argumento muy utilizado para la instalación de
oratorios privados o domésticos dentro de las casas de hacienda. En
tal sentido, don Jerónimo Blanco y Plaza señala en su carta fechada en
Caracas el 16 de mayo de 1793, que por muerte de su padre don Mateo
Blanco, heredó una hacienda ubicada en la ciudad de Calabozo, en la cual
existía un oratorio que funcionaba con la debida licencia del obispo para
celebrar misas, pero en vista de que la misma se encontraba extraviada “...y
deseando imitarlo también a mi devoción y disfrutar al mismo tiempo aquel
beneicio espiritual de que allí está privado, por hallarse situado dicho hato
en la distancia de veinte leguas del pueblo más cercano, que es la villa de
Calabozo...”,29 deseaba se le expidiera una nueva licencia con su nombre,
pues el oratorio además permanecía con la misma “...decencia, aseo y
religiosidad necesaria...”30.
A estas causas se unió el hecho de lo intransitable de los caminos, lo
cual diicultaba aún más el traslado hacia la iglesia más cercana para cumplir
con el precepto de escuchar la misa. Esto lo relejó doña Feliciana Méndez,
28
29
30
Solicitud de José Yépez, Archivo Arquidiocesano de Caracas, Sección Oratorios,
Carpeta 4, folio 7 recto, El Tocuyo, julio de 1761.
Solicitud de Jerónimo Blanco y Plaza, Archivo Arquidiocesano de Caracas,
Sección Oratorios, Carpeta 3, folio 1 recto y vuelto, Caracas, 16 de mayo de
1793.
idem.
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Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 147-173
quien el 20 de junio de 1791, manifestó que de su casa de hacienda hasta la
iglesia parroquial había por lo menos una legua de distancia:
…lleno de lodazales, atolladeros, grandes acequias, quebradas y lo
más penosísimo del principalmente en el Inierno no les permite
salir ni un instante de su casa, privándose aún en buen tiempo
sus niñas de dichos santos sacramentos, por no poder montar a
caballo, ni tener en el relatado sitio personas de su conianza a quien
encomendarlas…31.
Como ya mencionáramos, el núcleo familiar numeroso fue otro factor
decisivo a la hora de solicitar un espacio de oración dentro de la casa. Es
importante señalar que cuando se hablaba de grupo familiar, no sólo se hacía
referencia a la esposa o esposo, hijos o familiares consanguíneos, sino que allí
también estaban presentes los esclavos que les servían en las haciendas. Otro
aspecto a resaltar, es el hecho de que siempre el solicitante destacaba que el
in de la súplica, era brindarle a su grupo familiar el “consuelo espiritual”
que sólo podía ser logrado al escuchar la “palabra de Dios”. Es así como
don Luis Antonio Pedroza señaló en su solicitud realizada en noviembre
de 1760 que, en vista de lo diicultoso que le resultaba trasladarse hasta la
ermita de Macuto con su familia y esclavos, se veía en la necesidad de pedir
permiso para:
…que en su hacienda de Macuto, pueda erigir oratorio particular
y privado y que en él se pueda los días festivos celebrar el santo
sacriicio de la misa, y su familia cumplir los predichos días, con el
precepto de oírla [ya que con] lo dilatado de su familia, mujer, hijos
casados menores y muchos pequeños, con los esclavos y gente de
servicio que viven puertas a dentro de su casa…32.
Una de las preocupaciones respecto de los esclavos, era que muchas veces
no era posible controlarlos cuando se hacían largos viajes con ellos, es así
como en el documento emitido por don Lorenzo Sánchez en el valle de
Bejuma, el 4 de diciembre de 1790, expresa entre sus motivos para solicitar
oratorio privado, que por residir en su hacienda en Nirgua “…se halla con
31
32
Solicitud de Feliciana Méndez, Archivo Arquidiocesano de Caracas, Sección
Oratorios, Carpeta 1, folio 1 recto, 20 de junio de 1791.
Solicitud de Luis Antonio Pedroza, Archivo Arquidiocesano de Caracas, Sección
Oratorios, Carpeta 4, folio 1 recto y vuelto., noviembre de 1760.
158
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el desconsuelo de que, ni el suplicante ni su legitima mujer, ni sus esclavos
y sirvientes pueden disfrutar el pasto espiritual según es debido…”33 pues
las malas condiciones del camino hacían que el viaje hasta la iglesia que
se encontraba en Montalbán, durara hasta tres horas “…de camino tan
fragoso, lleno de barriales y unos que intermedian que en tiempo de lluvias
se hace intransitable, en tal manera que no es fácil transitarlo sin exponerse
a un peligro evidente de la vida…”34 A esta situación se le añadió que eran
personas de una edad sexagenaria y asistían a cumplir con los deberes
religiosos cuando las condiciones se lo permitían “…acompañados por
sus esclavos, esta diligencia de asistir a misa les llevaban todo un día y sus
esclavos corren el peligro de desviarse de sus deberes y llenarse de vicios
que no podemos evitar…”35, razón por la cual expuso:
…en consideración de V.S. estos perjuicios para su pronto y eicaz
remedio suplico rendidamente se digne concederme permiso y
faculta para mantener en las casas de habitación, y hacienda de este
Valle de Bejuma oratorio en que se celebre el santo sacriicio de la
misa y divinos oicios para consuelo de mi persona, de mi legitima
mujer, criados y sirvientes, y que no vivan privados como hasta aquí
del Pasto Espiritual según sea del piadoso y pastoral beneplácito
del v.S.I.36.
Las enfermedades y la edad avanzada también fueron motivos para
tener un oratorio privado, ya que muchas veces las personas con estas
características se retiraban a sus haciendas en busca de tranquilidad. Un
ejemplo es el caso de don Juan Félix Rosa, quien alegó en su solicitud
realizada en octubre de 1796, que se había visto en la obligación de retirarse
a “temperar” con su familia a su hacienda ubicada en Guatire:
…por una enfermedad, que actual no me es posible caminar ni
montar a caballo de una pierna quebrada de la que no estoy bien
curado; y estar el pueblo y que retirado me precisa valerme del
Patrocinio de su S.S. para que me conceda la licencia de que se diga
misa por el tiempo que acostumbra facultar en los oratorios de esta
33
34
35
36
Solicitud de Lorenzo Sánchez, Archivo Arquidiocesano de Caracas, Sección
Oratorios, Carpeta 1, folio 1 recto y vuelto, Bejuma, 4 de diciembre de 1790.
ibidem, folio 1 vuelto.
idem.
idem.
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diócesis, pues en dicho lugar lo tengo con bastante decencia, y todo
lo necesario para ello…37.
Otro ejemplo es el de doña Feliciana Méndez, viuda del capitán Andrés
Pérez Peña, quien maniiesto en su solicitud de 20 de junio de 1791,
que hallándose “…imposibilitada de montar a caballo tanto por su edad
sexagenaria, como por su extremosa corpulencia, cargada de cuatro hijas;
tres doncellas y una casada y ésta con tres hijos, que todos viven con ella,
e igualmente los criados y criadas de su servicio y cultivo…”38 los cuales
permanecen en su hacienda ubicada en la jurisdicción Santa Lucía sitio de
Carapa, desconsolados “…por no poder escuchar la misa ni practicar sus
Santos Sacramentos…”39 suplica se le otorgue el permiso para construir
un oratorio en su hacienda para el alivio de su familia y criados.
Una vez que la solicitud estaba en manos del obispo, éste nombraba un
visitador que tenía como función, realizar el reconocimiento del lugar con
el in de veriicar, en primer lugar, si lo que se argumentaba en la solicitud
era cierto o no; en segundo lugar debía examinar el estado del espacio en
cuanto a limpieza y dotación de objetos litúrgicos e imágenes religiosas; una
vez inalizada la inspección, el visitador debía enviar el informe al obispo
donde le manifestaba la veracidad o no de los argumentos esgrimidos por
el solicitante, así como lo relacionado con las condiciones del espacio; en
caso de encontrarse el oratorio con las condiciones requeridas para su
funcionamiento, el obispo emitía el correspondiente permiso, el cual duraba
según el criterio del obispo, entre dos y cinco años40.
Como ejemplo tenemos en caso presentado el 17 de febrero de 1762,
donde el obispo Diego Antonio Diez Madroñero ordenó al Br. Don Manuel
de Acosta, vicario de La Guaiara, para que procediera a veriicar si era o no
perjudicial a la parroquia el oratorio que don Miguel de Berroterán (Marqués
del valle de Santiago), tenía erigido en su hacienda ubicada en el valle de
Guatire, y del cual solicitaba la renovación de licencia. La orden señalaba
37
38
39
40
Solicitud de Juan Félix Rosa, Archivo Arquidiocesano de Caracas, Sección
Oratorios, Carpeta 3, folio 4 recto, Caracas, octubre de 1796.
Solicitud de Feliciana Méndez, Archivo Arquidiocesano de Caracas, Sección
Oratorios, Carpeta 1, folio 3 recto, 20 de junio de 1791.
idem.
Carlos Federico DUARTE, quinta de Anauco 1797-1997, Bicentenario, p. 82.
160
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que veriicara “…que tenga aquella su mesa de altar con los vasos sagrados,
ornamentos y demás alhajas que hubiesen de servir para la celebración
del Santo Sacriicio de la misa...” y que se encontrara en lugar decente y
separado de los usos comunes41.
Una vez visitado el establecimiento, el vicario don Manuel de Acosta
le envió un informe al obispo donde le señalaba lo siguiente: “...dicho
oratorio no es en perjuicio alguno a dicha parroquia y que la pieza donde
está labrado el altar está separada del uso y tráico de la casa bastantemente
decente […] con los vasos sagrados, ornamentos y demás alhajas que son
necesarias para celebrar el Santo Sacriicio de la misa...”42 Una vez obtenido
el informe, el obispo procedió a declarar:
...que destinando y deputado como destinaba y deputó para oratorio
la pieza señalada, y destinada en autos en tanto las casas de campo
del Sr. Marqués del valle, jurisdicción de Guatire, visitado de orden y
comisión […] Con los vasos sagrados y ornamentos que deber servir
al sacriicio de la misa, mandaba y mandó se despache licencia en la
forma ordinaria por el termino de dos años...43.
Con esta misma estructura fueron presentados todos los casos examinados, razón por la cual podemos señalar que los trámites no fueron tan
complicados, ya que si se contaba con un espacio adecuado y los objetos
necesarios para la celebración de la misa, lo único que se requería era la
inmediata visita y aprobación del visitador y obispo, gestión que generalmente
se hizo de manera expedita, según la ubicación del oratorio.
Devociones familiares
Al inicio de este artículo señalamos que la cotidianidad de la sociedad
venezolana del siglo xvIII estuvo caracterizada por una vida religiosa muy
activa, y en la cual, tanto hombres como mujeres, participaban de los
oicios litúrgicos, bautizos, matrimonios y velorios. A estas celebraciones,
41
42
43
Solicitud de Miguel de Berroterán (Marqués del valle de Santiago), Archivo
Arquidiocesano de Caracas, Sección Oratorios, Carpeta 2, folio 3 vuelto,
Caracas, 17 de febrero de 1762.
ibidem, folio 4 vuelto.
ibidem, folio 5 recto.
161
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expresiones del espiritualismo, se unían aquellas conmemoraciones que
prácticamente a diario se llevaba a cabo en el territorio con motivo de algunas
advocaciones marianas o santos patronos, intermediarios entre Dios y los
hombres, y fomentado por la Iglesia por ser ejemplos de virtud y fe44.
Estas costumbres fueron reforzadas a través de los concilios y sínodos
diocesanos, en los cuales se planteaba la importancia de venerar las imágenes
de los santos y vírgenes, pues a través de ellas se obtendría grandes
beneicios espirituales,45 los cuales eran logrados gracias a las plegarias que
los ieles realizaban a diario, bien en los templos o en la intimidad del hogar.
Uno de estos beneicios estuvo muy relacionado con el temor que muchos
de los habitantes de la provincia sintieron ante la muerte, y el posterior
destino de las almas.
Estas plegarias como hemos visto, no se limitaron a constreñirse tras los
muros de las iglesias, por el contrario, encontraron en algunas habitaciones
de las casas un espacio idóneo para que los ieles se entregaran a sus ritos
particulares, es decir, los oratorios fueron creados como lugares devocionales
donde, la mayor parte de las imágenes que cubrían las paredes así como las
esculturas que adornaban el lugar, respondían a las preferencias familiares.
En tal sentido es posible inferir que cuando se fundaba un oratorio con un
patrono determinado, se estaba respondiendo a preferencias particulares,
y se esperaba de él, la protección ante las epidemias y otras enfermedades,
así como de las sequías, inundaciones y terremotos.
Ahora bien, para el caso que nos ocupa, es necesario advertir que
resultó un tanto infructuoso el hecho de poder determinar cuáles fueron
las devociones familiares más recurrentes a la hora de erigir un oratorio
doméstico, ya que las solicitudes que se hacían no dan cuenta del santo titular
del recinto, salvo escasos documentos como el presentado en 1763 por don
Juan Ignacio Mijares de Solórzano, quien claramente expresa su devoción
hacia una imagen particular. Es así como apreciamos en su solicitud para
fundar y decir misa en una capilla que pretendía construir en su hacienda
ubicada en el Valle de la Pascua, que la misma sería ediicada:
44
45
Angelina POLLAk-ELTz, “La religiosidad popular en venezuela”, en Sociedad y
religión, Buenos Aires, CEIL-PIETTE, 1992, nº 9, pp. 19-32.
Fray Cesareo de ARMELLADA, op. cit., pp. 55-56.
162
reproducción de los templos en los espacios íntimos de las viviendas ... / Lourdes rosangel vargas
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…separada de la comunicación y servicio de la casa de mi morada
donde se celebre el Santo sacriicio de la Misa para continuar en el
alivio y consuelo mío y de mi familia […] [bajo] la gloriosa Santa
Bárbara por la particular devoción que le profeso y ser patrona de
dicho sitio y estancia…46.
Otra petición con las características del documento anterior, fue la
emitida en la ciudad de Caracas el 14 de septiembre de 1791, por don
Francisco Yanes. En esta solicitud, el interesado deseaba hacer uso del
oratorio que tenía erigido en su casa de hacienda ubicada “…la cuesta de
Yuma en el sitio nombrado Macapo, feligresía del curato de Magdaleno…”,
señalando para ellos que tenía:
…preventivamente construido con reparación de la vivienda una
pieza capaz y decente, adornada y ornamentada con todo lo necesario
de vasos y vestiduras sagradas, con la Imagen de Nuestro Señor
Jesucristo, su Santísima Madre y Señor San José, representando el
misterio de la Natividad, y de San Juan apóstol y evangelista como
Patrono…47.
No obstante, a través de la visita pastoral que hiciera el obispo Mariano
Martí, es posible hacer un pequeño balance de las devociones familiares,
pues en las relaciones que hizo de los espacios privados de oración que
reconoció a lo largo del territorio, manifestó, entre otras cosas, el nombre
del patrono o titular del lugar. Ejemplo de ello, es la visita realizada el 12
de junio de 1780, al oratorio fundado por el doctor don Domingo Rogerio
Briceño, en el cual encontró que el altar se encontraba “…decentemente
adornado [y en él] colocada una imagen de Nuestra Señora con el título del
Buen-paso que es titular de dicho oratorio…”48.
Un año más tarde, el 9 de julio de 1781, y a continuación de la visita
pastoral, el obispo pasó a la hacienda de doña Adriana Blanco, ubicada en el
46
47
48
Solicitud de Juan Ignacio Mijares de Solórzano, Archivo Arquidiocesano de
Caracas, Sección Oratorios, Carpeta 1, folio 2 recto, Caracas, 1763.
Solicitud de Francisco Yanes, Archivo Arquidiocesano de Caracas, Sección
Oratorios, Carpeta 1, folios 1 vuelto-2 recto, Caracas, 14 de septiembre de
1791.
visita pastoral del obispo Mariano Martí, Archivo Arquidiocesano de Caracas,
Sección Libros Diversos, Carpetas 88-89, folio 240 recto, 12 de junio de
1780.
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“…sitio de villegas […] territorio del curato de Turmero, e inmediatamente
procedió a la vista de un oratorio privado, que allí está erigido […] tiene su
altar decentemente adornado, en que está colocada la imagen de Nuestra
Señora de Dolores, su titular…”49.
Además de las advocaciones mencionadas, podemos encontrar en
los inventarios mandados a realizar por el obispo, nombres como el de
la Inmaculada Concepción o Nuestra Señora de la Concepción, Nuestra
Señora de Altagracia, Nuestra Señora de Belén, Nuestra Señora de
Chiquinquirá, Nuestra Señora de la Caridad, Nuestra Señora de la Merced,
Nuestra Señora del Carmen, Nuestra Señora del Rosario, Santa Ana, Santa
Catalina, Santa Rosa de Lima, virgen de la Assumpta o de la Asunción, San
Antonio, San Francisco de Asís, San José, San Juan Bautista, San Miguel,
San Nicolás, San vicente Ferrer y la Santísima Trinidad.
Este inventario muestra la diversidad que existió, en cuanto a preferencias
marianas y de santos se reiere, cada uno de los cuales tuvieron su particular
signiicado simbólico, por ejemplo, el dominico valenciano San Vicente Ferrer,
muerto en 1419, era apreciado como santo intercesor en el Juicio Final,
gracias a que en vida se dedicaba a predicar con afán sobre la segunda venida
de Cristo50. Mientras que el carpintero San José, padre putativo de Jesús,
San Miguel arcángel y Nuestra Señora del Carmen fueron estimados como
poderosos intercesores de las ánimas en el purgatorio.
Otras devociones nos podrían indicar el origen geográico de algunas
familias o su relación cotidiana con determinados templos, conventos y
miembros de órdenes religiosas. Por ejemplo, el culto a Nuestra Señora
de Altagracia podría indicar un vínculo con la isla de la Española (actual
República Dominicana), ya que esta advocación se originó en la ciudad de
Santo Domingo, desde donde se propagó hasta las poblaciones de Caracas
y quibor, en donde también fueron erigidas iglesias dedicadas a esta virgen.
Del mismo modo, Nuestra Señora de Chiquinquirá se había originado en la
vecina Nueva Granada en 1562, expandiéndose su culto hacia los poblados
49
50
visita pastoral del obispo Mariano Martí, Archivo Arquidiocesano de Caracas,
Sección Libros Diversos, Carpeta 81, folio 414 vuelto., Turmero, 9 de julio de
1781.
Luis MONREAL Y TEJADA, iconografía del cristianismo, Barcelona, Editorial El
Acantilado, 2000, p. 422.
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de Aregue (actual estado Lara), Trujillo, Caracas y inalmente Maracaibo,
gracias a la acción propagandística de la orden dominica que había iniciado
sus labores misioneras en la provincia en fechas cercanas a 1608. En la
iglesia conventual de San Jacinto en Caracas los frailes dominicos tenían
un altar dedicado a esta imagen.
En este sentido, las mismas órdenes religiosas contribuyeron a propagar
sus particulares devociones en nuestras tierras. Los dominicos no sólo
difundieron el culto a la Chiquinquirá, también a Nuestra Señora del Rosario,
que consideraban como su patrona y protectora, cuyas imágenes mostraban
a la virgen con el Niño Jesús en brazos, sosteniendo un rosario.51 En el
mismo convento de San Jacinto funcionaba la Archicofradía del Rosario,
de la cual eran cofrades una parte considerable de la sociedad caraqueña.
A su vez, los dominicos también propagaban el culto a sus santos, como
el ya mencionado San vicente Ferrer, la monja Santa Catalina de Siena e
incluso Santa Rosa de Lima, pese a que ésta nunca tomó los hábitos de
esta orden.
Por su parte, los franciscanos, establecidos desde 1574 en la provincia,
divulgaron con fuerza el culto a su fundador San Francisco de Asís, fallecido
en 1226. Pero también promovieron a otros miembros importantes de la
orden seráica que alcanzaron la santidad, como San Antonio de Padua,
fallecido en 1231. En ambos casos se trata de personajes con una sólida
tradición de culto en la historia del cristianismo.
Nuestra Señora de la Merced, patrona de la orden de la Merced para
la redención de los Cautivos, también encontrará un lugar en los altares
domésticos caraqueños. Los mercedarios se instalaron con numerosas
diicultades en la ciudad de Caracas durante el siglo xvII, pero a pesar de la
pobreza de la orden lograron que su patrona fuese elegida por el cabildo
caraqueño como la protectora de las arboledas de cacao en 1631 tras la
plaga de la aljorra o alhorra, y abogada contra los terremotos en 1691.52
Tales atributos popularizaron las imágenes de la virgen de la Merced y su
culto en una provincia marcada por la actividad sísmica, pero sobre todo en
una época en la cual el cacao se constituyó en protagonista de la actividad
51
52
ibidem, p. 165.
Enrique Bernardo NúñEz, La ciudad de los techos rojos, Caracas, Monte Ávila,
1988, p. 17.
165
reproducción de los templos en los espacios íntimos de las viviendas ... / Lourdes rosangel vargas
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agrícola y mercantil. No olvidemos que muchos oratorios estaban en casas
de haciendas productoras de cacao, por lo cual sus propietarios necesitaban
asegurar que sus cosechas gozaran de cierta protección divina.
A su vez, algunas de estas devociones tenían un papel aún más destacado
en la vida cotidiana de los caraqueños. Santa Ana, madre de la virgen María,
era patrona del obispado, el cual había sido trasladado desde la ciudad de
Santa Ana de Coro, donde se había fundado en 1531, a Caracas en 1636.
Pero también era la protectora contra las plagas de comején que a veces
azotaban las viviendas y sus enseres53.
Otro tanto ocurre con Santa Rosa de Lima, la cual fue la primera santa del
Nuevo Mundo nacida en Lima en 1586 y fallecida en 161754. Fue canonizada
en 1668 por el papa Clemente Ix, por esta razón se convirtió primero en
patrona de la ciudad de Lima, luego del virreinato del Perú, y inalmente de
América y las Filipinas. Pero en la ciudad de Caracas tuvo un importante
protagonismo como patrona titular del Colegio Seminario Santa Rosa de
Lima fundado por el obispo Fray Antonio González de Acuña en 1673,
institución que en 1721 se convierte en la Real y Pontiicia Universidad,
manteniendo a la santa limeña como su patrona. Mientras, la Inmaculada
Concepción, devoción impulsada y protegida por la corona española,
la orden franciscana y los jesuitas, fue declarada por el rey Carlos III
como patrona universal de España y de todas sus posesiones en 1760. En
Caracas contaba con un convento de monjas dedicadas a su devoción, y
cada empleado público debía jurar la defensa de la pureza de la virgen
María antes de asumir un cargo55.
De igual modo, se consolidó la devoción a los legendarios mártires
cristianos como Santa Catalina de Alejandría y San Nicolás de Bari;
personajes bíblicos como San Juan Bautista (de gran devoción entre los
esclavos y mulatos); escenas de la vida de la virgen María como la Asunción
y Belén, y advocaciones como la Caridad; y por supuesto, a la Santísima
53
54
55
idem.
Juan Antonio NAvARRETE, Arca de letras y teatro universal, Caracas, Biblioteca de
la Academia Nacional de la Historia, 1993, tomo 1, p. 598.
Janeth RODRÍGUEz NÓBREGA, Arte y mística en venezuela. Las visiones celestiales y
el éxtasis en la pintura de la provincia de Caracas, León (España), Secretariado de
Publicaciones de la Universidad de León, 2008. p. 105.
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Trinidad, máxima entidad sacra del cristianismo, conformada por Dios
Padre, Jesús y el Espíritu Santo.
Es muy posible que otras devociones no mencionadas por el obispo
Martí hayan sido protagonistas en los oratorios caraqueños y en la devoción
familiar. Es frecuente encontrar en museos, iglesias y colecciones privadas,
numerosas imágenes de la mexicana virgen de Guadalupe, Nuestra Señora
de la Luz, Nuestra Señora de la Candelaria, Nuestra Señora de la Guía, el
ciclo de la Pasión de Jesús, el Niño Jesús, Santa Bárbara, Santa Rosalía de
Palermo, etc. No obstante, el silencio de los documentos a este respecto
nos impide especular sobre estas devociones.
Las devociones familiares estuvieron dirigidas hacia la búsqueda de
la protección especial que el santo o la virgen les podía brindar, de igual
manera, y fomentado por la Iglesia católica a lo largo de los siglos, la
presencia de imágenes en el hogar, y la veneración que a ellas se les hacía,
alimentaban el espíritu por ser ejemplos de virtud y fe, por ende, debían
“...ocupar un puesto importante en el altar casero...”56.
Sencillez y lujo: economía destinada a la dotación de los
oratorios
Mantener bien dotados los espacios que estarían destinados al recogimiento
espiritual y a las misas, fue un asunto importante dentro de la economía
familiar, el cual requería de cierta inversión. En este sentido, fueron los
sectores más acaudalados de la sociedad quienes tuvieron la oportunidad de
dotar sus espacios privados de oración con la mayor cantidad de imágenes
pictóricas, escultóricas y ornamentos litúrgicos, muchos de ellos importados
desde España o México, y que según se deja apreciar en los inventarios,
fueron muchas veces numerosas57. Este nuevo mercado, se pudo dar gracias
al auge económico que vivió nuestro territorio a mediados del siglo xvIII, y
que ingresaba a través de los puertos de La Guaira y Maracaibo, éste último
56
57
Angelina POLLAk-ELTz, op. cit., p. 21.
Sobre las obras importadas desde México, véase el trabajo de Carlos Federico
DUARTE, Catálogo de obras artísticas mexicanas en venezuela. Período hispánico, México,
UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1998.
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“…como punto de convergencia de importantes rutas comerciales. A través
de los ríos que atraviesan los Andes y desembocan en el Lago…”,58 donde
se recibían desde los puertos de Cartagena de Indias, Santo Domingo y
veracruz:
…grandes cantidades de plata acuñada, armamento y municiones
militares, además de otros productos suntuarios. Entre las
manufacturas provenientes de la Nueva España […] Maracaibo
recibió diversos objetos y obras de arte destinados al embellecimiento
de iglesias y residencias aristocráticas59.
Entre tanto, la inversión que se hacía en estos espacios fue un asunto
que involucró también a las clases de menores recursos, pues no era
excusa valerse de “…la pobreza para justiicar la falta de limpieza y ornato
debido…”60, razón por la cual todo oratorio doméstico debía contar con
los elementos necesario para su funcionamiento, y como cumplir con los
preceptos eclesiásticos era un asunto fundamental, quienes no podían asistir
a las iglesias se valían de estos espacios como medios idóneos para satisfacer
sus necesidades espirituales.
En tal sentido, serán los avalúos de testamentos los que nos permitirán
aproximarnos a la inversión que cada familia hacía; sin embargo, estos
documentos no representan un instrumento preciso, pues los avalúos no se
realizaban siguiendo la ubicación de los muebles que adornaban cada uno
de los espacios de las casas, sino de acuerdo con el tipo de objeto; es así
como podemos encontrar gran cantidad de mobiliario, pinturas y esculturas,
que no sabemos a ciencia cierta, si pertenecían a un oratorio, pues como
sabemos, el periodo hispánico se caracterizó –en el aspecto religioso– por la
decoración de cada una de las estancias domésticas con pinturas y esculturas
representativas de santos e imágenes marianas. En el caso de los objetos
litúrgicos, tal vez es más fácil inferirlo, ya que un cáliz o una vinajera por
58
59
60
Mónica DOMÍNGUEz TORRES, “¿Una visión frustrada? Un lienzo de Miguel
Cabrera y la residencia jesuita en la Maracaibo colonial.” en: Anales del instituto
de investigaciones Estéticas, México, UNAM, 2007, nº 90, pp. 177-188.
idem.
Fray Cesareo de ARMELLADA, Actas del Concilio Provincial de Santo Domingo (16221623), Caracas, Universidad Católica Andrés Bello, Instituto de Investigaciones
Históricas, 1970, pp. 37-38.
168
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Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 147-173
ejemplo, no eran utensilios que podían estar fuera de los espacios sagrados
de oración.
A continuación, a partir de un grupo de testamentos, veremos el
avalúo de imágenes y de otros objetos, que si bien no dan cuenta de haber
pertenecido a un oratorio, nos dará idea de la presencia de estos elementos
como parte importante de la economía familiar. Como ejemplo tenemos
el avalúo que se realizó a los bienes dejados por doña Melchora Ana de la
Riva, quien entre otras cosas, poseía en su hacienda ubicada en la jurisdicción
de Guarenas, una:
…mesita de una vara de largo y poco más de media de ancho, doce
reales, y un nicho que está sobre ella con las eigies de Jesús, María
y José, en dos pesos montan tres pesos y cuatro reales […] Un altar
que llaman portátil y su atril con las dimensiones que amerita dichos
inventarios: apreciamos en 12 pesos…61.
Este avalúo, realizado por el carpintero ventura Balcazar a petición de los
herederos de doña Rivas, fue realizado en el año 1750, y arrojó la cantidad de
15 pesos y cuatro reales. El 20 de junio de 1761, el pintor Santiago Alonso
de Ponte62 pasó a realizar el avalúo de los bienes que quedaron por muerte
de don Baltazar Gómez Abreu en su casa de habitación ubicada en la ciudad
de Caracas. El cuerpo de bienes aquí valorado, estuvo centrado:
Primeramente la lámina del nacimiento la avalúo en cuatro pesos. La
otra dicha de la Anunciación de Nuestra Señora pintada en latón en
dos pesos. La otra de Nuestra Señora de Guía en dos pesos. La otra
dicha de la virgen Nuestra Señora del Carmen, en veinte reales. La
otra dicha de Nuestra Señora del Rosario en cuatro reales. La otra
dicha de Nuestra Señora de Candelaria en cuatro pesos. Las dos
dichas de San Miguel, y San Rafael, avalúo cada una en cuatro reales
y es un peso. Las cuatro pequeñitas avalúo todas en cuatro reales.
Otra dicha de Nuestra Señora de Balvanera sin moldura avalúo en
dos reales. La moldura grande sin lienzo, y la chica avalúo la grande
en dos pesos y la chica en dos reales y son dos pesos y dos reales.
61
62
Testamento de Melchora Ana de la Riva, Academia Nacional de la Historia,
Sección Civil, tomo 554, folios 167 recto y 170 recto, 1750.
Santiago Alonso de Ponte fue un pintor y dorador que permaneció activo entre
los años 1749 y 1780 en la ciudad de Caracas. Carlos Federico DUARTE, op. cit,
p. 225.
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Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 147-173
La otra eigie de Santa Rita en dos pesos. La otra dicha de Nuestra
Señora de la Luz en dos pesos y dos reales. La imagen de Jesús con
sus vestiduras avalúo en diez pesos. La imagen de Nuestra Señora
con sus vestiduras y corona en doce pesos63.
Este avalúo “…suma y montan las quince partidas […] ochenta y nueve
pesos y dos reales, el cual avalúo extrajudicialmente he hecho a mi iel
entender, sin aición alguna y para que conste lo irmo…”64. En el sitio
de la Santísima Trinidad jurisdicción del pueblo de Guarenas, se realizó el
22 de noviembre de 1776, el inventario y avalúo “…que están mandados
hacer en estos del trapiche, y demás bienes que aquí se encontrasen por
pertenecientes a los herederos de doña María Blanco y villegas”65. Donde
se encontró lo siguiente:
…Una Cruz de madera de corazón de Araguaney […] que apreciaron
en ocho reales. Un baldaquín de madera de cedro de dos varas menos
dos de dos de alto y ancho, una vara menos ochava pintada en él a el
óleo la imagen de la Santísima Trinidad algo usada, que apreciaron en
diez pesos […] Una mesa de Altar bien tratada de dos varas y media
de largo, la que avaluaron en ocho pesos. Un marco de frontal de
dos varas y tres cuartas de largo, el que apreciaron en ocho pesos.
Un pedestal pintado de dos varas y tres cuartas de largo, el que
apreciaron en cuatro pesos. Un cuadro de altar, y en él pintado la
Sacra Familia, y otras eigies, el que tiene de alto dos varas y media
escasas, y de ancho tres escasas, con sus molduras pintadas al óleo,
el que apreciaron en veinte pesos66.
El avalúo de los bienes continuó en abril del año siguiente, pero en esta
oportunidad el encargado de llevarlo a cabo fue el pintor y dorador Juan
Pedro López,67 quien tuvo bajo su responsabilidad la apreciación de:
63
64
65
66
67
Testamento de Baltazar Gómez Abreu, Academia Nacional de la Historia,
Sección Civil, tomo 1012, folio 192 recto y vuelto, 20 de junio de 1761.
ibidem.
Testamento de María Blanco y villegas, Academia Nacional de la Historia,
Sección Civil, tomo 3533, folio 51 recto, Guarenas, 22 de noviembre de
1776.
idem.
Juan Pedro López nació en Caracas el 23 de junio de 1724, seis días después
fue bautizado en la catedral de Caracas, lugar donde contrajo matrimonio el
10 de febrero de 1750 con doña Juana Antonia Delgado. Fue un destacado
170
reproducción de los templos en los espacios íntimos de las viviendas ... / Lourdes rosangel vargas
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 147-173
…Un nacimiento de bulto, con las imágenes de la virgen, y San José
de una tercia de alto, y el niño de una sesma en su Pesebre de madera
pintado al óleo, y en el respaldo dos Ángeles, lo avalúo en siete pesos
sin el costo de carpintería. Una virgen de la Anunciación de bulto
de tres cuartos de alto con su peaña dorada la avalúo, sin costo de
carpintería, en tres pesos cuatro reales. Una lámina con la imagen del
Buen Pastor de vara y cuarto de alto, el marco sin dorar lo avalúo en
tres pesos. Otra dicha con la de Nuestra Señora del Rosario pintada en
piedra de tres cuartos de alto con un serafín al pie sin dorar, lo avalúo
en ocho reales. Otra dicha con la misma imagen de tres cuartas de alto
con el madero dorado, avalúo todo en doce reales. Siete cuadritos de
distintas imágenes, los cuatro con marcos los avalúo a ocho reales y
los tres sin marcos a tres reales que todo componen la cantidad de
5,1. Una eigie de Jesús Cruciicado de bulto con su cruz, y peaña
tallada, y dorada, y en los tres ochavos de dicha peaña, pintadas las
imágenes de Nuestra Señora de los Dolores, con su vidriera, y en
los otros dos San José y Santa María Magdalena sin vidrieras; avalúo
en diez y ocho pesos todo. Pintura de nueve vatefícelas de distintas
iguras, y tamaño de buen servicio aprecio todo en dos pesos seis y
medio reales. Pintura de tres tablas con sus marcos pintados de dos
tercias de alto, lo avalúo todo en tres reales. Siete estampitas pequeñas,
y doce grandes de papel; las primeras avalúo en uno y medio reales; y
las segundas en ocho reales. Una lámina de San Cristóbal con marco
dorado, avalúo todo en dos pesos68.
Este inventario de bienes sumó “…la cantidad de cuarenta y cinco pesos
cuatro reales, lo que he practicado de mi leal saber y entender, y para que
conste lo irmo…” El 2 de mayo de 1777, José Moreno se encargó de hacer
el avalúo de las alhajas, dejando constancia:
Primeramente un cruciijo de plomo, sin cruz de media vara de alto,
lo avalúo en seis pesos. Seis niños Jesús de estaño de poco más de
una tercia de alto, con sus peañas doradas, algo maltratado el oro,
avalúo cada uno a tres pesos. Nueve blandoncitos de metal amarillo
que pesa cada uno dos libras, avalúo a doce reales cada uno (13 pesos
68
maestro pintor, escultor y dorador que permaneció activo entre 1750 y 1787,
año en que murió el 16 de agosto. Carlos Federico DUARTE, op. cit., pp. 139171.
Testamento de María Blanco y villegas, Academia Nacional de la Historia,
Sección Civil, tomo 3554, folio 91 recto y vto., abril de 1777.
171
reproducción de los templos en los espacios íntimos de las viviendas ... / Lourdes rosangel vargas
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 147-173
y 4 reales). Cuatro platillos de plata con peso de sesenta y siete onzas,
avalúo en sesenta y siete pesos. Un tarro de lo mismo, que pesa veinte
y tres y media onzas, avalúo en veinte y tres pesos cuatro reales69.
Con lo cual quedó inalizado el inventario de los bienes de doña Blanco
y Villegas, haciendo un total aproximado de doscientos pesos. Para inalizar,
tenemos el avalúo del testamento de don Manuel del Toro, donde se
encontró en la casa de vivienda del trapiche “…a razón de muebles…” lo
que sigue:
…una Cruz de tres varas de madera de corazón, dos pesos. Diez
tablas aserraditas del oratorio en cuatro pesos. La mesa del Altar del
oratorio de dos varas, y dos tercias de largo, y poco menor de vara
de ancho en cuatro pesos cuatro reales. Una lámina de San Francisco
Javier, tallada fuera de pintura en ocho reales. Un atril bueno en
ocho reales. Una Cruz con su peaña de media vara de alto en cuatro
reales […]…Una imagen de San Antonio de bulto en tres pesos.
Un cuadro de San José de una sexta de largo y una octava de ancho
en cuatro pesos. Un cuadro de Nuestra Señora de la Concepción
con su marco dorado pintada la imagen al óleo, de dos varas y tres
cuartas de alto y vara y tres cuartas ancho maltratado en tres pesos.
Un cuadro de tabernáculo de la Santísima Trinidad de una tercia de
largo y una cuarta de ancho con sus abrazaderas y aldabas de plata,
muy viejo y maltratado en un peso y cuatro reales. Diez y seis cuadros
de diferentes imágenes […] cuarenta y dos de la citada nómina muy
viejos e inútiles en dos pesos...70.
Este inventario fue realizado en la ciudad de Caracas el 30 de abril de
1776, por don Félix Torres y sumó aproximadamente veinte pesos. Como
hemos venido advirtiendo, la inversión en estos espacios dependió del poder
adquisitivo de los fundadores de estos espacios de oración, pero ostentosos
o sencillos, siempre se procuró tenerlos bien dotados, pues de ello dependía
el funcionamiento y posterior renovación de los permisos.
69
70
ibidem, folio 202 recto y vuelto, 2 de mayo de 1777.
Testamento de Manuel del Toro, Academia Nacional de la Historia, Sección
Civil, tomo 2505, folios 443 vuelto – 444 recto, Caracas el 30 de abril de
1776.
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reproducción de los templos en los espacios íntimos de las viviendas ... / Lourdes rosangel vargas
Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 147-173
Consideraciones inales
Los oratorios domésticos fueron espacios privados de oración que muchos
de los habitantes de la Provincia de Caracas erigieron en sus viviendas –en
lugares especialmente acondicionados– con el objeto de cumplir en ellos
con el precepto de escuchar las misas y orar diariamente en la intimidad
del hogar, y en compañía de los familiares más cercanos.
Estos lugares resultaron ser la mejor solución cuando existían impedimentos para trasladarse hasta la iglesia parroquial más cercana, es así
como observamos que, tener una edad avanzada, estar a cargo de una
familia numerosa, vivir muy alejado de los núcleos urbanos, sufrir de alguna
enfermedad, tener a cargo la responsabilidad de cierta cantidad de esclavos,
y el riego de pasar por algunos ríos en épocas de invierno, fueron tan sólo
algunas de las razones más argumentadas por quienes sintieron la necesidad
de gozar de este privilegio.
Por otra parte, la presencia de mobiliario, objetos litúrgicos e imágenes
religiosas tanto pictóricas como escultóricas, fue indispensable, generándose
una producción artística que estuvo marcada por las devociones particulares
del grupo familiar que fundaba el oratorio. Es de hacer notar que, en su gran
mayoría, estos espacios fueron solicitados para ser erigidos en las casas de
haciendas, ya que la diicultad de los caminos así lo imponía a sus ieles,
de tal manera que, tanto los hombres como las mujeres que habitaban en
lugares alejados de los núcleos urbanos, se vieron movidos a recurrir a este
beneicio, con tal de no carecer “del pasto espiritual”.
173
rESEÑAS
175
jAVIER FERNáNDEz SEBASTIáN (Director) Diccionario político y social
del mundo iberoamericano: La era de las revoluciones, 1750-1850.
[Iberconceptos-I]. madrid, Fundación Carolina,
Centro de Estudios políticos y Constitucionales,
Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, 2009.
Cuando estamos entrando de lleno a la conmemoración de los momentos
más signiicativos de la gran crisis moderna iberoamericana y la disolución
del poder metropolitano (que va desde las reformas ilustradas carolinas
y pombalinas, hasta la admisión de los territorios de California y Nuevo
México como entidades de la federación estadounidense, pasando –por
supuesto– por los movimientos juntistas y las guerras de independencia),
debemos celebrar que se nos dé la oportunidad de ir más allá del uso
propagandístico que de tales hechos harán las banderías políticas actuales,
para acercarnos al sustento ideológico genuino de los cambios acaecidos en
este período. La aparición del Diccionario político y social del mundo iberoamericano:
La era de las revoluciones, 1750-1850, el macizo y enjundioso volumen inicial,
producto del ambicioso Proyecto Iberoamericano de Historia Conceptual
–iberconceptos (El mundo atlántico como laboratorio conceptual (17501850), no sólo cumple con la aspiración de dar una historicidad genuina a
los hechos e ideas cuya relexión ocupará mucho de nuestro esfuerzo en
las próximas décadas, sino que además lo hace con una contundencia que
habrá de marcar nuevos caminos en la historiografía de las ideas de nuestro
país y la región.
Tal contundencia no es aislada. Poco más de cuarenta años después de
la publicación del meaning and understanding in the History of ideas de quentin
Skinner y de Kritik und Krise - Eine Studie zur Pathogenese der bürgerlichen Welt y
el ensayo vergangene zukunft - zur Semantik geschichtlicher zeiten, de Reinhart
Koselleck, y a tres décadas de la inluencia del Foundations of modern
Political Thought (del propio Skinner), y del primer volumen del Geschichtliche
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reseñas / Javier FErNáNDEz SEBASTiáN (Director), Diccionario político y social ... / Guillermo T.
Aveledo / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 177-185
Grundbegriffe: Historisches Lexikon zur politisch-sozialen Sprache in Deutschland,
cuyo equipo multidisciplinario fue liderado por Koselleck, la inluencia de
J.L. Austin y Ludwig Wittgenstein por vía de la Escuela de Cambridge y
de Martin Heidegger y Hans-Georg Gadamer por vía de la Begriffsgeschichte
en el campo del estudio de la historia del pensamiento iberoamericano se
ha hecho sentir de forma considerable. Y es el fundamento koselleckiano,
sin ser tomado como una camisa de fuerza sino como un punto de partida
metodológico, el que inspira la dirección del volumen, tesoneramente
llevada a cabo por el catedrático español Javier Fernández Sebastián de la
Universidad del País vasco (Euskal Herriko unibertsitatea), y adelantada por
nueve equipos nacionales de España, Brasil, Portugal, Perú, Argentina,
México, Chile, Colombia y venezuela1.
En su introducción al volumen, Fernández Sebastián –quien reitera la
importancia de la Begriffsgeschichte de koselleck en la historia de las ideas
contemporáneas–, señala que el objetivo de este Diccionario está en
“ensayar una verdadera historia atlántica de los conceptos políticos (…) que tome en
cuenta el utillaje conceptual de los agentes –individuales y colectivos– para
lograr así una mejor comprensión de sus motivaciones y del sentido de
su acción política”2. Su “dimensión transnacional” (cada una de las diez
voces del Diccionario es revisada a través de un estudio introductorio que
establece las líneas transversales del cambio conceptual ocurrido en los
países seleccionados) y el prolongado lapso de las investigaciones (el siglo
de la crisis de la ilustración a la modernidad historiada por koselleck), son
novedosos entre los cultivadores de esta área de investigación, quienes
1
2
El conjunto venezolano es el equipo más prometedor que se ha reunido a
explorar la historia de las ideas en el país, ya que cuenta no sólo con historiadores
sino además con sociólogos, economistas, ilósofos y politólogos, algunos de
ellos scholars consagrados y de creciente inluencia (Carole Leal, Elena Plaza,
Naudy Suárez, Fernando Falcón, Carolina Guerrero, veronique Hébrard,
Ezio Serrano, Colette Capriles y Luis Ricardo Dávila), así como algunos de los
jóvenes investigadores más acuciosos de nuestra actualidad académica (Ángel
Almarza y víctor Manuel Mijares).
“Hacia una historia atlántica de los conceptos políticos”, en J. FERNÁNDEz
SEBASTIÁN, (Director) Diccionario político y social del mundo iberoamericano: La era de
las revoluciones, 1750-1850. [iberconceptos-i], Madrid, Centro de Estudios Políticos
y Constitucionales, Fundación Carolina, Sociedad Estatal de Conmemoraciones
Culturales, p. 25.
178
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Aveledo / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 177-185
preocupados con el “cierre del contexto” han tenido la tendencia nada
desdeñable de explorar el pensamiento político desde la perspectiva nacional
y de polémicas muy concretas. Por otra parte, no es usual que un trabajo
colectivo de esta magnitud sea tan uniforme en términos de la calidad y
profundidad con las que han sido tratados los conceptos aquí mostrados.
Incluso en algunas de las obras de referencia más famosas e inluyentes
ocurre que mientras algunas deiniciones y ensayos son casi la antesala de
una tesis doctoral, otras voces son tratadas como una añadidura pasajera,
casi como un afterthought. Este diccionario corrige esta deiciencia tan
penosamente usual, mostrando una disciplina y un espíritu colectivo que
no ahoga el estilo individual de los investigadores: cada voz podría ser un
volumen independiente, dadas las cuidadosas introducciones y la solidez
de cada aporte.
¿qué ha hecho posible esto? En primer lugar, la acumulación de
una multitud de fuentes distintas –algo más de tres mil– utilizadas sin
desperdicio en los textos de cada investigador. Reconociendo la relevancia
de la recreación vívida de los debates de la crisis iberoamericana a in
de extraer las modiicaciones conceptuales efectivamente ocurridas, los
autores recurrieron a textos de variable profundidad y soisticación,
comprendiendo que la vida pública no se debate sólo en textos canónicos
y de estructura clásica: junto con los tratados eruditos de los abogados,
políticos, economistas y teólogos, así como los diccionarios, catecismos y
recopilaciones legislativas, conviven fuentes que simpliican y reelaboran los
mensajes en la nueva esfera de la “opinión pública”: artículos de periódico,
poemas, canciones, panletos, debates parlamentarios, cartas y remitidos
públicos, cartas y memorias, recurriendo apenas ocasionalmente, cuando
es necesaria alguna aclaratoria, a fuentes secundarias.
Sin embargo, algo aún más profundo se evidencia de la lectura del diccionario: es posible que el éxito de este volumen estribe en que sus autores comparten
los principios fundamentales de la historia intelectual contemporánea (en la
que, si se nos permite, englobamos a la historia conceptual, de las ideas
y de las mentalidades, a falta de un término concertado): Por una parte,
el reconocer –como queda explícito en el objetivo del diccionario– que
los conceptos y las palabras utilizados en las polémicas políticas son, en
esencia, armas, y que entonces estos discursos no son meras elucubraciones
teóricas, sino realmente acciones políticas. Con esas palabras los actores
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políticos pretenden cambiar su circunstancia, acaudillando a sus seguidores,
promoviendo su causa, justiicando otras acciones políticas no discursivas,
y explicándose a sí mismos tales acciones al ubicarlas en una cosmovisión
determinada, lo cual no se realiza en un vacío: “todo revolucionario está
obligado a galopar de espaldas a la batalla”, como señaló Skinner3, y por
eso estos conceptos siempre serán esencialmente polémicos, de acuerdo
con el grado de cambio que se esté dando en la sociedad. Por otra parte, y
precisamente por ello, estos autores están plenamente conscientes de que
cada concepto adquiere sus múltiples sentidos en su contexto histórico
concreto. Lo literal de cada acción política conceptual se ve trascendido por
aquella madeja de signiicados a la que se enfrenta, y ante las cuales pretendía
imponerse, por lo que nunca encontraremos una deinición históricamente
deinitiva, como insistió Koselleck4. Es por eso que resulta poco útil avanzar
en estos estudios con ideas preconcebidas o anacrónicas sobre los conceptos
en juego: los autores aquí reseñados cumplen con esta prevención, y ello
hace del conjunto de trabajos en el diccionario una referencia fresca y
relevante para la comprensión de la historia iberoamericana sacudida por
esta transformación ideológica. Estos dos criterios, el carácter político de la
acción discursiva y la atención al contexto, han sido las pautas dominantes en
los trabajos de investigación más acuciosos en venezuela, desde que en las
décadas de los setenta y ochenta del siglo pasado Diego Bautista Urbaneja y
Luis Castro Leiva introdujeran al país los trabajos de Skinner, J. G. A. Pocock
y John Dunn, renovando con ello los estudios del pensamiento político
venezolano, el cual se había dedicado tradicionalmente a la extracción
anacrónica y desorganizada de piezas citables y frases célebres propias del
idealismo hermenéutico, o a su desmerecimiento a favor de los factores
económicos, culturales y sociales subyacentes, propios de la impronta
positivista, marxista y de la “rational choice” sobre nuestras sociedades. Por
eso, la introducción de koselleck a los lectores académicos venezolanos e
iberoamericanos –que debe explotar con la aparición de este diccionario,
lo que complementa las traducciones de sus obras al castellano que sus
3
4
quentin SkINNER, visions of politics, Cambridge, Cambridge University Press,
2002, volumen I, p.150.
R. kOSELLECk, “A Response to Comments on the Geschichtliche Grundbegriffe”,
en H. LEHMANN y M. RICHTER, The meaning of Historical Terms and Concepts:
New Studies on Begriffsgeschichte, Washington, German Historical Institute, 1996,
p. 64.
180
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Aveledo / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 177-185
promotores en España han publicado en los últimos veinte años5–, llega
sin hostilidad ni retos paradigmáticos. Las aprehensiones de koselleck hacia
la comprensión de los conceptos y los textos tal como se había producido
anteriormente, socializadas entre nosotros a través de la inluencia de los
historiadores anglosajones, permiten una amistosa recepción del trabajo
del historiador alemán.
John Neville Figgis, historiador del pensamiento político de Cambridge
de inales del siglo xIx e inicios del xx, dijo en una de sus conferencias
magistrales que “si bien las ideas políticas son hijas de necesidades prácticas,
no es menos cierto airmar que el mundo presente es el resultado de las ideas
humanas”; el poder del teórico es aquél de determinar “el resultado a largo
plazo de la historia”6. Si lo vemos desde la perspectiva de koselleck, esto
es una verdad a medias: en efecto, los conceptos alteran nuestra visión del
mundo y la percepción de nuestros intereses, pero sólo en la medida que
ellos han sido a su vez alterados por su uso urgente en la diatriba política.
Esto es especialmente notorio en los períodos de crisis, en particular en el
lapso de 1750-1850, cuando –como nos recuerdan Richter y Richter que
había explicado koselleck en la introducción a su Léxico Histórico– ocurrieron
cambios deinitivos e irrevocables que revolucionaron el lenguaje político
hasta entonces existente: la visión estática de la historia, como simple
acumulación de hechos dirigida hacia el inal descrito en la escatología
bíblica, dio lugar a la introducción de la teleología del progreso en términos
de etapas y evolución hacia la mejora de la humanidad; el vocabulario
político salió del círculo cerrado de las élites sociales para ser difundido
entre las masas populares, más allá de los tratados eruditos, en panletos,
carteles, discursos y arengas de diverso nivel de soisticación, toda vez que
las convulsiones políticas facilitaban la propagación oral de los distintos
conceptos en juego; esto, a su vez, llevó a la desparticularización y creciente
abstracción de los términos políticos por medio de las ideologías, que hoy
5
6
R. kOSELLECk, Futuro pasado. Para una semántica de los tiempos históricos, Madrid,
Paidós, 1993; Los estratos del tiempo: estudios sobre la historia, Barcelona, Paidós,
2001; Aceleración, prognosis y secularización, Madrid, Pre-Textos, 2003; Historia/
historia, Madrid, Trotta, 2004 y inalmente, su estudio seminal Crítica y crisis,
un estudio sobre la patogénesis del mundo burgués, Madrid, Trotta, 2007.
J. N. FIGGIS, Studies of political thought: from Gerson to Grotius, Cambridge, University
Press, 1907, p. 1.
181
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Aveledo / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 177-185
son la moneda corriente de nuestro discurso público; por último, esto
llevó a la expansión de la esfera intelectual de lo político, a medida que más
y más personas eran objetos de la persuasión pública, de modo que más y
más fenómenos y términos eran susceptibles de ser utilizados como
eslóganes de propaganda entre los actores en pugna7. Acaso no todos los
conceptos estudiados por el equipo del Léxico Histórico sufrieron cada una
de estas transformaciones, e incluso algunos pueden no haber aparecido
en la literatura política pre-moderna. Pero su escogencia fue cuidadosa,
descartándose muchos sobre la marcha de esa dilatada empresa editorial.
Los conceptos escogidos por el equipo de iberconceptos para este primer
volumen son también nociones básicas e insoslayables de la crisis epocal
del mundo iberoamericano. Las diez voces (América, Ciudadano/vecino,
Constitución, Federación, Historia, Liberalismo, Nación, Opinión Pública,
Pueblo y República) son, en justicia, indescartables para la comprensión de
los hechos revolucionarios del período y para la develación de los orígenes
de nuestro léxico contemporáneo8. Aunque decidamos analizar este periodo
y su impronta en nosotros desde cualquier otra perspectiva (económica,
social, racial, cultural, institucional o administrativa), ¿podemos escapar de
la atención aquí prestada a estas nociones? ¿Es factible olvidar la centralidad
del lenguaje y, lo que es más, del lenguaje político para la deinición de las
actitudes sociales y decisiones públicas sobre tales problemas? Al menos
desde el siglo xIx, es la esfera política la que moldea y redeine el resto de
los fenómenos sociales, destruyendo con ello nuestra vinculación medieval
y cristiana con el mundo grecolatino y, con ello, añadiendo una miríada de
nuevos signiicados a estos términos tradicionales.
Tomemos, por ejemplo, la voz República/republicano, desarrollada
en el diccionario por G. Di Meglio, C. Lynch, H. Starling, D. veneros, J.F.
Fuentes, A. Ávila, C. McEvoy, R. Ramos, C. Leal, C. Guerrero y E. Plaza,
e introducido por G. Lomné (quien además elabora la noción republicana
7
8
M. RICHTER y M.W. RICHTER, “Introduction: Translation of Reinhart koselleck’s
«Krise,» in Geschichtliche Grundbegriffe”, en Journal of the History of ideas, Filadelia,
University of Pennsylvania Press, 2006, nº 67 (2), pp. 350-351.
J. FERNÁNDEz SEBASTIÁN y J. F. FUENTES, “A manera de introducción. Historia,
Lenguaje y Política”, en Ayer: revista de Historia Contemporánea, Madrid, Marcial
Pons, 2004, nº 53 (1), p. 16.
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Aveledo / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 177-185
en Colombia)9. Este concepto pasó de la simple y en absoluto polémica
denominación de las comunidades políticas humanas, o cuando mucho
de la noción del gobierno mixto o colectivo, a la aspiración de un orden
político moralmente distinto a la monarquía y, dentro de sí misma, a variables
deiniciones de la relación entre los individuos –ora civiles ocupados en
sus negocios privados, ora militares atentos y dedicados a la mejor suerte
de la cosa pública– y su comunidad política. La aparición de la república
como noción central, sin embargo, no fue homogénea ni sincrónica: en
ocasiones, su aparición radicalizada e idealizada es consecuencia de la
ausencia de períodos de conlicto civil de consideración, mientras que allí
donde la violencia hizo estragos, la república terminó por tomar formas más
moderadas. Asímismo, la relativa diicultad en instruir nuevas generaciones
de republicanos y la desintegración de las unidades políticas coloniales en una
pluralidad de territorios que pretendían autonomía, llevó al desprestigio de
este vocablo y al eventual predominio de otras voces, obligando a su tardía
o fallida instauración (como ocurrió en Brasil y España, respectivamente).
¿Es posible asomarse a los temas contemporáneos de la cultura política, la
abstención electoral, la corrupción administrativa sin considerar la polisemia
original con la que hemos asumido y vivido nuestra forma de organización
política predominante?
Es posible decir otro tanto de otros temas, en tanto que estas nociones
básicas cruzan transversalmente nuestra joven historia: ¿es aceptable obviar
entonces los conceptos de América y Nación al estudiar los problemas raciales
y de identidad cultural? ¿Se hace necesario abordar la participación política y
la aceptación de las relativamente jóvenes democracias iberoamericanas
sin comprender los cambios de signiicado de los conceptos de pueblo
y ciudadano? ¿Seguiremos atentos a los asuntos relativos al federalismo
sólo como un problema de descentralización administrativa, o como una
diatriba histórica entre concepciones enfrentadas de la fuente de la autoridad
pública? ¿Es posible hablar del desarrollo económico y nuestra relación con
la globalización entendiéndola sólo a través de la teoría de la dependencia,
o es ella consecuencia del sujeto histórico que los iberoamericanos liberales
se trazaron como su ciudadano ideal? ¿Podemos conversar sobre la nosecularización y la laicidad institucional de nuestras sociedades sólo desde
una perspectiva sociológica, o es mejor comprenderla desde las múltiples
conceptualizaciones de la república?
9
“República/Republicano” en FERNÁNDEz SEBASTIÁN, op. cit., pp. 1253-1380.
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Aunque queda por ver qué nuevos conceptos traerán los sucesivos
volúmenes del diccionario (cómo abordarán, entre otros, los conceptos de
“monarquía”, “libertad”, “esclavitud”, “autoridad”, “gobierno”, “religión”,
“Iglesia”, “Estado”, “público/privado”, “revolución”, “independencia”,
“soberanía”, que generan una inquietud fascinante), esta es una obra que no
necesita el apoyo de otras tal como existe, y es útil para múltiples disciplinas.
Puede que sea necesario expandir el ámbito geográico de sus estudios
(algunas regiones, en particular las naciones de América Central, quedan
apenas mencionadas ocasionalmente en las entradas dedicadas a México o
a Colombia), o que como complemento sea publicada en otros formatos
accesibles gracias a las tecnologías digitales de la información. Pero, sin
duda alguna, el diccionario se hará una obra de referencia imprescindible
para los historiadores de las ideas, dándonos una idea comparada sobre
cómo los debates y transformaciones conceptuales ocurrieron dentro
del contexto nacional y a lo largo de los disímiles procesos políticos de la
región, conirmando cómo la aparición de nuevas ideas no es producto de
la genialidad aislada y anacrónicamente celebrada. Además, queda la tarea
de enlazar los diversos conceptos entre sí con la intención y ubicación
pública de sus actores, de modo de revelar, si cabe, la existencia de lenguajes
políticos articulados que trasciendan o conirmen las denominaciones
ideológicas tradicionalmente utilizadas, y que profundicen aún más en la
ilación y explicación de las fuentes utilizadas.
El diccionario es relevante, incluso, para aquellos que consideran que
la historia intelectual es un asunto de anticuarios. Para los cientíicos
sociales en general, ha de recordarnos que los productos y modiicaciones
en la teoría política, económica y social no son neutros, ni aparecen como
emanaciones aisladas de su contexto; esto debe además precaverlos del abuso
de la autoridad de las iguras históricas, y de la adaptación de signiicados
comprensibles y lógicos en un contexto determinado de la democracia y
sociedad de nuestro tiempo. Asímismo, para los ilósofos y teóricos políticos
normativos –cuya visión del cambio histórico es desdeñoso o, cuando
menos, tangencial– debe quedar claro que no existen cuestiones resueltas
ni ideas perennes: su comprensión textual siempre será contingente al
momento en que ese texto fue escrito y a la diversidad de signiicados que
sus términos tenían al momento de ser traducidos.
En suma, este Diccionario debe ser considerado como un hito en la
historia de las ideas en el continente: resaltando la especiicidad nacional
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reseñas / Javier FErNáNDEz SEBASTiáN (Director), Diccionario político y social ... / Guillermo T.
Aveledo / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 177-185
y regional del proceso de cambio en las sociedades iberoamericanas, este
texto ilumina cómo –al menos intelectualmente– las revoluciones aquí
ocurridas se suceden no como emanación, sino como evento paralelo, a
las transformaciones ideológicas radicales del mundo anglosajón y Europa
Occidental, en tanto que como revoluciones atlánticas compartimos una
multitud de términos, iniciativas e inquietudes. Como hemos señalado
arriba, este Diccionario es un proyecto ambicioso que no se queda corto
al cumplir con sus promesas iniciales y con las crecientes expectativas que
ha generado entre los académicos de la región. Lo que podría ser el trabajo
acumulado de décadas de un investigador solitario, es ahora el resultado
del feliz esfuerzo colectivo, de resultados sorprendentemente parejos
en calidad y profundidad en menos de una década. Con el empeño del
proyecto de iberconceptos, cuyas futuras publicaciones prometen, hace
que las miradas de los investigadores de las ideas del continente no veamos
sólo a Cambridge y a Bielefeld como fuentes de guía e inspiración, sino
que ya podemos tener como epicentro a Lejona, que irradia en el esfuerzo
del conjunto de casi ochenta investigadores de Buenos Aires, Luján,
México, Guadalajara, Madrid, Santiago de Compostela, Río de Janeiro,
Belo Horizonte, Niterói, Santiago de Chile, valparaíso, Lisboa, Coímbra,
Lima, Bogotá, Cali, Sewanee, París, Berlín, Eichstätt- Ingolstadt, Nantes,
Mérida y, por supuesto, Caracas, para así adelantar futuras indagaciones en
este fecundo “laboratorio conceptual”.
Guillermo T. Aveledo
Universidad Central de venezuela
Universidad Metropolitana
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jAVIER FERNáNDEz SEBASTIáN y jUAN FRANCISCO FUENTES (DIRS.),
Diccionario político y social del siglo XX español, madrid, Alianza
Editorial, 2008.
“¿Es
¿Es el lenguaje una simple creación del pensamiento, o cabe más bien decir
que es el primero el que hace posible el segundo?”. Bien podría decirse que
sobre esta interrogante (planteada en la introducción de la obra que nos ocupa
por sus directores, Javier Fernández Sebastián y Juan Francisco Fuentes) gira
buena parte de la discusión en torno de la necesidad de una refundación de
las ciencias sociales bajo un nuevo paradigma teórico. En dicha pregunta
se releja la pugna entre los historiadores, ilósofos y cientíicos sociales
que intentan centrarse en el estudio de “realidades objetivas” y (tal como
señalan Fernández y Fuentes) “cuestiones perennes”, principalmente
porque sostienen que dichas realidades y cuestiones verdaderamente existen
y son susceptibles de ser conocidas, y quienes en cambio concentran sus
esfuerzos en la comprensión del lenguaje no sólo como manifestación, sino
como mecanismo de (re)producción de modos de pensar y, por ende, de
realidades sociales.
Para los partidarios de este segundo enfoque, el signiicado de las palabras
y los conceptos, lejos de ser “deinible” de forma estática, se encuentra
íntimamente ligado no sólo con el signiicado de las otras palabras que
los acompañan (Wittgenstein decía que el signiicado de una palabra se
encuentra en las demás), sino con el contexto histórico y social en el cual son
empleados. De este modo, las palabras, y más concretamente los conceptos,
no sólo surgirían en función de nuevas circunstancias, como necesidad
frente a una realidad cambiante, sino que renuevan sus signiicados y su
potencial creador de imaginarios y realidades sociales de acuerdo con esos
procesos de cambio, hasta el punto de darles (una nueva) forma inteligible
y de convertirse, a su vez, en motores de cambio social. Los conceptos
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miguel martínez / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 187-194
constituirían, por así decirlo, la posibilidad de conocer y de concreción
de los procesos de cambio social; representan la posibilidad de ideación y
aprehensión de realidades que, de otra forma, serían sospechadas y sentidas,
pero no pensadas y (re)producidas.
Desde este punto de vista, la Historia sólo es posible desde una
aproximación a los signiicados temporales de los conceptos, verdaderos
sintetizadores de complejas tramas de signiicado que delatan lo que
Fernández y Fuentes llaman las “líneas de fractura del debate”, o lo que
nosotros denominaríamos la naturaleza profunda de los conlictos propios
de cada época. Tal como explican los directores de la obra, “las cuestiones
de vocabulario entrañan casi siempre conlictos de poder”. En la medida
en que el lenguaje produce realidades, comprender la historia de los conceptos
signiica la posibilidad de comprender en su especiicidad lo característico
de cada época y, sobre todo, lo que la hace cambiar, la naturaleza tanto de
las fuerzas y las ideas que predominan como de las que van desapareciendo
o transformándose. Al intentar entender “cómo viajan los signiicados en
el tiempo” se pretende conocer así el sentido más íntimo y particular de
la Historia.
Fernández y Fuentes señalan también las bondades de carácter moral
que, a su juicio, ofrece esta forma de estudiar la historia, en tanto se trata
de un enfoque necesariamente relativista, contrario a interpretaciones
absolutas o pretendidamente objetivas. En palabras de los directores de la
obra aquí reseñada, “la hermenéutica puede resultar de gran ayuda como
antídoto contra las pulsiones dogmáticas, por su capacidad para relativizar
toda mirada conceptual y resaltar así el valor –y sobre todo la necesidad– del
pluralismo”.
quizás lo más interesante de este enfoque consiste en que, tal como
señaló en su momento Rafael Lapesa, citado por los directores de la obra,
“la mayoría de los cambios lingüísticos consiste en deslizamientos de los
cuales no nos percatamos sino cuando están consolidados ya o al menos
han conseguido cierta difusión”. Cada época particularmente fértil en la
producción de nuevas ideas, pensamientos y acciones ha pasado por esa
atmósfera de perplejidad y desconcierto frente a la irrupción de nuevos
conceptos, o de renovación del signiicado de conceptos ya conocidos. Sólo
con el paso de cierto tiempo alcanzan dichos vocablos a tener un sentido
un tanto estable, pero ese sentido inevitablemente volverá a mutar a lo largo
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de futuras épocas. Por tal razón, para la historia conceptual está claro que
pensar la historia (así como también pensar en medio de tiempos de cambio)
no debería ser sólo un “pensar en los hechos” como un “pensar sobre el
pensar en los hechos”. Es, por ende, un ejercicio de conciencia superior,
tal como lo es cualquier proceso de búsqueda de signiicados.
Las diferentes escuelas teóricas de lo que se ha dado en llamar la
“historia de los conceptos” (Cambridge, Bielefeld, Heidelberg y SaintClaud) comparten esta serie de inquietudes. De acuerdo con lo que nos
señalan Fernández y Fuentes, la llamada “escuela de Cambridge”, heredera
de Wittgenstein y con Skinner a la cabeza, centra sus estudios en la premisa
de que las palabras no tienen un signiicado intemporal, pues su contenido
viene dado, fundamentalmente, por los usos. Por lo tanto, es crucial estudiar
las ideas no en sí mismas, sino en el cómo y el para qué, reconstruyendo
su contexto intelectual y analizando sobre todo los lenguajes y discursos
públicos. Se trata, en suma, de comprender el lenguaje como un “sistema de
sentido”. Los conceptos, en particular, son aquellas palabras de gran impacto
social cuyo signiicado, precisamente por esa razón, no está claramente
deinido y es objeto de controversia y discusión.
La “escuela de Bielefeld”, con Koselleck como igura principal, concentra
sus esfuerzos en la génesis social de las ideas, y en cómo éstas motorizan los
cambios sociales. La Begriffgeschichte presta así particular atención a la forma
en que los períodos de cambio revolucionario producen y son producidos
por cambios en el signiicado de los conceptos. Por su parte, Gadamer,
referente esencial para la “escuela de Heidelberg”, sostuvo siempre la
historicidad de toda comprensión, razón por la cual no podría existir
una perspectiva verdaderamente correcta para el estudio del pasado. La
“escuela de Fontenay/Saint-Cloud”, caracterizada por diversos estudios de
lexicometría de orientación cuantitativista, sería quizás la más cuestionada
hasta los momentos, aunque no por ello poco relevante.
La obra que nos ocupa, dividida en dos volúmenes relativos a los siglos
y xx de la historia de España, constituye el primer ejercicio de este tipo
en el mundo hispánico. Tal como señalan los directores de ambos tomos,
“un diccionario de conceptos no debe estar compuesto por deiniciones”.
Se trata más bien de un recorrido, de una búsqueda a lo largo de persistentes
brechas, de una aproximación que se prolonga en el tiempo y que no sólo
sigue la pista a los debates políticos, ideológicos e intelectuales en torno al
xIx
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miguel martínez / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 187-194
uso de los conceptos más relevantes en la España de ambos siglos, sino que
además explora la forma en que prevalecieron determinadas acepciones. No
son las esencias ni los contenidos, sino las polaridades y las controversias
lo que interesa captar en una obra como ésta.
En tal sentido, el esfuerzo realizado es encomiable, y el resultado, notorio.
Ambos volúmenes surgen como el fruto de un trabajo colosal, minucioso
y tenaz, sustentado en la revisión de fuentes de todo tipo, desde la irme
determinación de sus autores a adentrarse en esa red de signiicados que se
esconde tras las madejas conceptuales de los dos siglos que nos preceden.
El primer volumen, relativo al siglo xIx, explora las hondas repercusiones que las ideas y las discursividades propias de la Era de la Revolución
ejercieron sobre la vida social y política de la España de aquel tiempo, tan
atormentada y turbulenta. El estudio de 102 conceptos, y más especíicamente de los signiicados que guardaban en aquellos años, arroja muchas
luces sobre la tortuosa entrada de España en la era del liberalismo y la plena
modernidad. Conceptos como servil, guerrilla, liberal, liberalismo y absolutismo
son característicos de aquel tiempo, mientras que otros, tales como anarquía,
anarquista, revolución, constitución, democracia, déspota, despotismo, tiranía, patriota,
patriotismo, conservador y conservadurismo, adquirieron nuevas connotaciones
en esa época. A ello cabe sumar la importación de términos surgidos en el
seno de la Revolución Francesa, como son jacobino, girondino y terrorista.
Por su parte, el segundo volumen se ocupa de estudiar la evolución
histórica que, en la España del siglo xx, registró un grupo de 125 conceptos
principales sobre los cuales giró la vida política y social de la época, entre los
cuales cabe mencionar totalitarismo, fascismo, nazismo, bolchevismo, soviet, estado
del bienestar, tecnocracia, corporativismo, genocidio, democracia, guerra civil, emigración,
modernidad, capitalismo, nacionalismo, dictadura, reconciliación, fundamentalismo,
socialización, globalización y otros.
Especial atención merece el ejercicio, preigurado ya en este segundo
volumen, de pensar el signiicado de los conceptos que mayor vigencia han
cobrado a la hora de referirse a una realidad en la que ya nos encontramos,
la del siglo xxI. En tal sentido, se aprecia que, desde hace ya algunas décadas,
venía manifestándose la conciencia de la existencia de una realidad nueva,
materializada a través de términos a los cuales frecuentemente se le adjuntaba
el preijo post; tal es el caso de postindustrial, postestructuralismo, posmodernidad,
posmarxismo, posnacionalismo.
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miguel martínez / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 187-194
De igual modo, la incorporación de términos provenientes de las
ingenierías, tales como aglutinar, desagregar, lexibilizar, volatilizar, blindar y
demás, ayudan a comprender el sino de los nuevos tiempos. Términos que
aluden a nuevos matices (gobernanza, empoderamiento) o el uso del adjetivo
global para designar las ideas/realidades que ahora afectan al orbe entero,
se han convertido en clásicos de nuestro tiempo. Es factible que el vocablo
mileurista, que tanta vigencia ha cobrado recientemente en España y que
tanto responde a una forma de comprender la realidad política y social
del presente de la nación ibérica, termine por encontrar equivalentes en
América Latina.
A modo de ejemplo, nos detendremos aquí, para efectos de esta reseña,
en el examen realizado en ambos volúmenes sobre el término revolución. Tal
como cabe esperar (y según explican Fernández y Fuentes, autores también
de esta entrada), el uso de este vocablo estuvo siempre ligado en España
a la dinámica marcada por la política internacional; sin embargo, también
se vio condicionado por la evolución de la propia realidad política y social
española.
Así, vemos que la acepción originaria del término, relativa al retorno de
los cuerpos celestes sobre sus órbitas, sería progresivamente desplazada
por los acontecimientos de la Revolución Francesa y la irrupción de
mentalidades más propiamente modernas. La violencia ostensible del hecho
revolucionario francés llevó a los liberales de la Península Ibérica, en sus
intentos por reformar el orden hispánico, a preferir el empleo de términos
que sustituyeran al de revolución, que tanto miedo infundía entre los españoles
y que tan antipatriótico se consideraba.
En concordancia con las ideas de Tocqueville, vemos que se llegó a
distinguir, asimismo, entre revoluciones y revolucionarios, siendo considerados
éstos últimos por aquellos sujetos más proclives al orden como “hordas”
desordenadas y anárquicas, proclives al “saqueo” e incapaces de consolidar
provechosas y verdaderas revoluciones (lo que luego Arendt denominaría
la instauración de la constitutio libertatis). Incluso los nacientes movimientos
socialistas del siglo xIx se mostraban un tanto tímidos a la hora de proclamar
abiertamente la revolución. No cabe duda que la huella dejada por la invasión
francesa, de tan honda y amarga memoria, aianzó en España un poderoso
sentimiento popular antifrancés que rechazaba todo lo que oliera a tal.
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Frente a escépticos y moderados, los radicales como Agustín de Argüelles
apostaban por el uso sin tapujos del término revolución. No sólo los liberales
más aguerridos, sino progresivamente también los movimientos obreros
más belicosos irían asumiendo dicho vocablo de forma abierta. Incluso la
derecha más recalcitrante comenzaría, desde mediados de siglo, a emplear
el concepto de forma habitual, pero concibiéndolo como una “revolución
desde arriba”, “preventiva”, vinculada a la idea de regeneración de la política
y las costumbres, en concordancia con los particularismos culturales
españoles. Esta propensión de la derecha radical a emplear el término
revolución se prolongaría hasta bien consolidado el régimen franquista, que
inalmente lo abandonaría por completo (e incluso lo sustituiría por el más
“católico” vocablo de cruzada).
Según explican los autores, entre los conservadores del siglo xIx
predominaba la noción, heredera del aristotelismo, que entendía la
revolución como una patología, la consecuencia de un vacío o desorden
político que daba lugar a una irrupción popular que, a su vez, induciría la
instauración de un nuevo tipo de régimen. Pero por otro lado, y tal como
explican Fernández y Fuentes, con el tiempo se fue popularizando “el
lugar común” de que a toda revolución política precedía necesariamente una
revolución del pensamiento, rasgo que constituye la esencia de toda revolución
moderna. No extraña el hecho de que Cánovas alertara sobre lo que llamó
la “política deductiva” que, según él, era propia de “nuestra raza latina”, la
cual era llevada por una “razón pura y teórica” a cometer los más grandes
desmanes y desaguisados; se trataba de una clara alusión a los peligros que
los conservadores observan en el racionalismo más acabado.
Por otra parte, en el ámbito de la izquierda socialista y anarquista
comenzó a cobrar fuerza la distinción entre revoluciones políticas (las que
habían tenido lugar hasta entonces, protagonizadas principalmente por los
liberales) y las sociales, en clara alusión a la necesidad de que los cambios
generados por una verdadera revolución debían repercutir favorablemente
en las condiciones de vida de toda la población.
Como consecuencia de la pérdida de las últimas colonias (el llamado
“desastre” de 1898), se consolidó en España la idea de que la nación
necesitaba una gran renovación. En tales circunstancias, sólo cabía esperar
un progresivo aianzamiento del término revolución. No sólo la victoria
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reseñas / JAviEr FErNáNDEz S. y JuAN F. FuENTES (Dirs.), Diccionario Político y Social ...
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bolchevique entusiasmó a los sectores radicales del comunismo y el
anarquismo españoles a realizar una más decidida proclama revolucionaria,
sino que también la derecha aianzó su utilización del vocablo en su retórica
política, aunque desde una óptica reaccionaria. La situación extremadamente
inestable de la década de los 30, así como la “expresión de una mística de
la violencia muy extendida entre todas las ideologías” (tal como señalan
los autores), vinculada a la difusión del pensamiento soreliano, las prédicas
fascistas y la retórica comunista, contemplaría el apogeo de la idea de
revolución en la sociedad española, que culminaría en el apocalíptico episodio
de la guerra civil.
Si la derecha franquista abandonaría la retórica revolucionaria luego
de su victoria del 39, la izquierda iniciaría una autocrítica que la llevaría a
una profunda revisión de la forma en que pretendía implantar su proyecto
histórico. Desde entonces, el término revolución fue quedando más bien
como expresión de un ideal romántico, trágico, imposible y anacrónico.
La ola revolucionaria que tuvo lugar a nivel mundial en la década de los
sesenta y setenta encontró, asimismo, fuertes réplicas en duros procesos
contrarrevolucionarios y en la irrupción de la llamada “revolución
conservadora” de Reagan y Thatcher, así como en el derrumbe del mundo
soviético. Las “revoluciones de terciopelo”, aunadas a la idea de revoluciones
“industrial”, “postindustrial”, “tecnológica”, “de las comunicaciones”, son
realidades que han contribuido a esfumar el antiguo impacto del término
y que inducen el uso del vocablo “resistencia” como más cónsono con el
carácter de los recientes movimientos antiglobalización.
Cabe cerrar esta reseña con una relexión inal. ¿Cuáles son los límites
de esta visión histórica, hermenéutica, y sus postulados esenciales? Por un
lado, parece claro que el signiicado de las palabras varía con el tiempo;
pocas dudas podrían caber en torno a este fenómeno. Ahora bien, a partir
de esta constatación puede surgir una aproximación al estudio de la historia
como la que en efecto subyace bajo los dos volúmenes aquí reseñados: todo
posible conocimiento histórico es, por naturaleza, relativo, particular, coyuntural. Cuando
esta postura es llevada al ámbito ilosóico, da pie a lo que Leo Strauss, por
ejemplo, entendía por “historicismo”, una actitud que él rechazaba. De
acuerdo con esa interpretación, el hombre sería una entidad relativa (o si
se quiere, dinámica): no se podría hablar de “el hombre”, sino más bien de
“los hombres”.
193
reseñas / JAviEr FErNáNDEz S. y JuAN F. FuENTES (Dirs.), Diccionario Político y Social ...
miguel martínez / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 187-194
¿Conspira una obra como ésta (los dos volúmenes del Diccionario político
y social del siglo XiX y XX españoles) contra la posibilidad de comprender al
hombre en su eventual dimensión universal, eterna, intemporal? No lo
creemos así. Precisamente en el devenir de los conceptos estudiados, en
su constante mutación y reciclaje, se observa el continuo retorno de los
conlictos humanos sobre ciertos temas, actitudes y visiones recurrentes a
lo largo del tiempo. Usamos palabras nuevas y reciclamos palabras viejas
para referirnos a fenómenos cuya esencia no parece cambiar con idéntica
facilidad, incluso si son característicos de los nuevos tiempos. Es posible que
cierta serenidad y alguna nostalgia se desprendan de semejante constatación,
pero probablemente resulte imposible la existencia de una episteme sin la
compañía de tales sentimientos.
miguel ángel martínez meucci
Universidad Simón Bolívar
194
Armando martínez Garnica, La Agenda Liberal temprana en la Nueva
Granada (1800-1850), Bucaramanga,
Universidad Industrial de Santander, 2006.
La llegada de José Hilario López a la presidencia en 1849 representó el
arribo al poder de las viejas aspiraciones del liberalismo colombiano. El
otrora oicial del ejército republicano inició, en su controvertido mandato,
una serie de reformas iscales y económicas que ciertamente trastocarían
la estructura existente del Estado colombiano: por una parte, favoreció
al federalismo al quitarle al Estado el monopolio del tabaco, inalizar con
la existencia de los resguardos indígenas, y liquidar el debilitado sistema
esclavista que aún contaba con dolientes al suroccidente del país. Por otra
parte, comenzó la construcción de un Estado laico al arrebatar a la Iglesia
de sus fueros y restarle antiguas potestades sobre la población. Todas estas
transformaciones se ijaron en la historia colombiana como el verdadero
inicio del liberalismo colombiano.
El ensayo La Agenda Liberal temprana en la Nueva Granada (1800-1850)
del profesor Armando Martínez Garnica es una crítica a la tradición
historiográica liberal colombiana que presenta esas reformas liberales
iniciadas durante la administración del presidente José Hilario López como la
verdadera revolución del medio siglo que rompió con el colonialismo aún existente
en la república colombiana después de consolidada su independencia. Para
Martínez, las nociones de esta historiografía liberal −aun vigente− no están
lejos de los principios propagandísticos que acompañaron el controversial
ascenso de López a la presidencia. Señala el autor que aunque asumamos
como lógico el hecho de que los publicistas liberales de López negaran y
descaliicaran las administraciones anteriores ya que en ello se justiicaba
su propio proyecto político, no por tal razón debemos aceptar que tales
ideas sigan alimentando la tradición historiográica y conciencia histórica
195
reseñas / ArmANDo mArTíNEz GArNiCA, La Agenda Liberal temprana ... / Ana Johana
vergara / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 195-197
de Colombia. De allí que la idea central del libro sea rebatir esa concepción
por anacrónica, lo que el autor hace a través del análisis de los distintos
proyectos liberales que existieron en la primera mitad del siglo xIx, mucho
antes de la conformación del Partido Liberal en 1848 y de la llegada de
López al poder.
La obra se estructura en catorce secciones, doce de ellas puntualizan un
aspecto del ideario político liberal –discutido o puesto en práctica– por las
generaciones de hombres de la independencia y de aquellos que hicieron vida
política durante las primeras administraciones ejecutivas de la república de
Colombia. El historiador recurre para su análisis a las alocuciones y decretos
oiciales aunque se concentra en evaluar la prensa de la época, haciendo
énfasis en las opiniones referentes a cada uno de los principios liberales que
estuvieron en debate. Entre ellos, la recepción de la “Declaración de los
derechos del hombre y del ciudadano” en el Nuevo Reino de Granada; de la
promoción del amor a la patria; la organización de sociedades económicas
de amigos del país; la libertad de imprenta; la adopción de una constitución
estatal; la división del poder supremo; la soberanía del pueblo y régimen
representativo; abolición de todos los fueros personales; supresión del
tributo y de las tierras inalienables de los indígenas; manumisión de los
esclavos y la oposición a las facultades dictatoriales del poder ejecutivo.
Martínez parte del origen histórico de la palabra liberal y su introducción
en la América hispana en contraposición a la acepción servil, tal y como se
empleó en las Cortes Generales y Extraordinarias celebradas en Cádiz entre
1810-1814. Con el propósito de ilustrar su objetivo examina la redacción
entre 1811 y 1815 de las constituciones de Cundinamarca, Tunja, Antioquia,
Mariquita, Neiva y Pamplona, y la asimilación ecléctica que éstas hacen
de las tres “Declaraciones de los derechos del hombre y del ciudadano”
provenientes de las tres Asambleas de la Revolución Francesa; y destaca,
de manera especial, la constitución de Cartagena de Indias (1811) en la cual
–considera el autor– sí se captó el espíritu de las leyes liberales pero con una
interpretación propia que las distingue de sus pares del antiguo virreinato
de Nueva Granada. Asimismo en el ámbito de la temprana “agenda” liberal
que ofrece Martínez incluye las tentativas de estos hombres de conformar
sociedades económicas de amigos del país desde 1811, con el objetivo
de fomentar la agricultura e industria como mecanismos que ayudarían a
instruir a gran parte de la población; así como el debate sobre la libertad de
196
reseñas / ArmANDo mArTíNEz GArNiCA, La Agenda Liberal temprana ... / Ana Johana
vergara /Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 195-197
imprenta y sus ambiguos límites. A partir de la profusión de documentos
públicos de 1810 en adelante en las provincias del antiguo virreinato de
Nueva Granada, la libertad de imprenta se asume como un derecho que
no admite censura; por ello, autoridades eclesiásticas y civiles a inicios del
período republicano coniaban como único censor a la discrecionalidad del
autor en no transmitir declaraciones que atentaran contra los principios de
la religión o afectasen el honor de algún individuo.
Otro principio fundamental que evalúa Martínez concierne al debate
recurrente sobre la abolición de los fueros personales. Si bien la república
no alcanzó sino hasta 1849 la deinitiva prohibición del fuero eclesiástico
y militar, su discusión representó un indicio del debate liberal en el ámbito
de la república. Igualmente menciona la supresión del tributo y de las tierras
inalienables de los indígenas, convirtiendo a estos últimos en ciudadanos
con deberes y derechos similares al resto de los individuos que componían
esa nueva nación que se estaba construyendo.
Martínez concluye que el proyecto liberal iniciado por José Hilario
López constituye la ampliación de la vieja “agenda” liberal de la generación
independentista que tardó en ser completada. Pero más allá del valiosísimo
trabajo de precisión histórica, el libro es un llamado pertinente a los
historiadores a retomar el análisis crítico de las fuentes, a in de evitar la
repetición acrítica de lugares historiográicos establecidos que continúan
distorsionando la visión de nuestro pasado.
Ana Johana vergara S.
Instituto de Investigaciones Históricas Bolivarium
Universidad Simón Bolívar
197
Rafael ROjAS, Motivos de Anteo. Patria y nación
en la historia intelectual de Cuba. madrid, Editorial Colibrí, 2008.
La sub-disciplina histórico-politológica anteriormente conocida como
“historia de las ideas”, y que hoy ha recobrado auge bajo el título de “historia
intelectual”, ha venido evolucionando desde una perspectiva que podríamos
llamar historiografía del pensamiento político (intentando ubicar el origen
de las concepciones políticas), hacia una arqueología del lenguaje político
(que procura identiicar los cambios semánticos en las voces y conceptos
políticos). De un modo a otro de investigación se encuentran las escuelas
de Cambridge y la alemana, ofreciendo, de manera no formal ni explícita,
la posibilidad de maniobrar entre metodologías que van del textualismo al
contextualismo.
Formando parte de la nueva historia intelectual iberoamericana, e
inluenciado por la escuela de la historia de los conceptos de Reinhart
koselleck, el autor Rafael Rojas, exilado cubano que se desempeña como
investigador del CIDE de Ciudad de México, ensaya un estudio sobre la
historia intelectual de dos términos políticos que son sustanciales para la
comprensión del origen del autoconcepto de una sociedad: patria y nación.
Aplicado al caso cubano, el estudio de Rojas rescata las nociones que sobre
patria y nación desarrollaron pensadores cubanos como Arango, Saco,
varela, Luz, Martí, varona, Guerra Ortiz, Mañach y Lezama) e intenta
reconstruir, a partir de la glosa, un discurso dialéctico de múltiples voces
que se entregaron a la tarea de deinir al ser cubano como proyecto político
y como sociedad orgánica, más allá de la corona.
Las condiciones histórico-políticas particulares de Cuba justiican
para el autor el trabajo de investigación e interpretación de su historia
intelectual (incluso, más allá de un legítimo interés como cubano). Mientras
la gran mayoría de las sociedades hispanoamericanas habían alcanzado su
199
reseñas / rAFAEL roJAS, motivos de Anteo. Patria y nación en la historia ... / víctor m. mijares
/Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 199-202
emancipación hacia principios del siglo xIx, Cuba seguiría siendo parte del
imperio español hasta la guerra con Estados Unidos en 1898. Este peculiar y
signiicativo proceso histórico no sólo marcó el desarrollo político de la isla
(efectos que se explicarán por sí mismos con la Revolución Cubana y con
el papel de ésta en la Guerra Fría), sino también su producción conceptual
de cara a resolver problemas de una identidad nacional truncada por su
incapacidad político-militar y por la importancia que tenía para el imperio
(primero comercial, luego defensiva, para culminar en una justiicación
basada en el prestigio español).
La impresionante investigación documental de Rojas, cuyo relejo más
palpable es la extensa bibliografía citada en su obra, ofrece un atractivo
adicional a motivos de Anteo, ya que el investigador de la historia intelectual
puede conseguir citados e interpretados tanto trabajos clásicos como
novedosos de la disciplina.
En la primera parte, “Los Nombres de Cuba”, el autor inicia con una
airmación que predeine al resto de la obra: “Los mitos modernos de la
nación cubana son invenciones de la cultura criolla” (p. 41). El fracasado
intento de independencia de 1868, y el precario status de Estado protegido
que se alcanzó luego de la intervención de Estados Unidos, no sólo frustró
el proyecto nacional cubano, sino que además, como producto de ese
proceso, la conciencia de sí misma de la élite criolla desarrolló un concepto
de patria desde la perspectiva diferenciadora de la defensa del territorio y las
costumbres autóctonas. Lo que el autor no explica de manera satisfactoria
es que, desde el terreno de los estudios de política comparada se ha llegado
a un consenso académico sobre el papel de las élites en las transiciones
políticas. No ignora Rojas esa realidad, pero no la destaca ni documenta
adecuadamente, con lo cual se da la idea de acontecimiento exclusivo y
no de manifestación fenomenológica en cuanto a la labor de los criollos
hispanoamericanos en la deinición del concepto “patria”. Este patriotismo
criollo fue sometido a la resemantización del nacionalismo revolucionario
(luego socialismo revolucionario) durante el siglo xx, lográndose identiicar
en la memoria colectiva cubana la relación entre tierra y sacriicio, patria y
sangre, una patria que para liberarse debe destruir el orden arbitrario por
los mismos medios violentos que se impusieron en la conquista española.
En ese sentido, la voz “patria” conserva un carácter redentor y se asocia
implícitamente a la naciente soberanía cubana (obra ideada por los
200
reseñas / rAFAEL roJAS, motivos de Anteo. Patria y nación en la historia ... / víctor m. mijares
/Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 199-202
separatistas de 1868 y de 1898), quedando en evidencia otro típico rasgo
hispanoamericano: la construcción de la nación por parte del Estado.
De la segunda parte, “El Mirador de la República”, vale la pena destacar
lo que Rojas deja entrever como el culto civil a Martí. En el capítulo “¿Otro
gallo cantaría?”, encontramos una descripción de lo que en el imaginario
colectivo cubano fue y es José Martí. Su corta vida y prolíica obra, en
momentos especialmente determinantes para la creación de la nacionalidad
cubana. Señala el autor que en la opinión popular y de las élites nacionalistas
(y luego revolucionarias) el razonamiento contrafáctico referido a que
la muerte de Martí torció el rumbo histórico de Cuba ha jugado un rol
dominante en la explicación de los males que han aquejado a la república.
En esta parte, Rojas muestra el sentido del título de la obra, haciendo una
metáfora entre Anteo y la sucesión de élites políticas e intelectuales que, al
igual que el primero debía tocar a su madre Gea (Tierra), deben retomar
constante contacto con sus raíces para renovar su fuerza. En la metáfora,
Heracles, asesino de Anteo que levanta a éste sobre el suelo y le asixia
sin que logre reconstituirse por el toque materno, representa a una fuerza
exterior que rompe el lazo con los orígenes. Es la modernización y el lugar
de Cuba entre el juego de potencias internacionales lo que va a reconigurar
los signiicados de patria y nación, y puede verse de modo más palpable en el
triunfo del movimiento socialista, que pretende sustraer el elemento criollo
de la identidad cubana para hacerla cosmopolita, universalista, alejándola
de su singularidad histórica.
La tercera y última parte, “Poéticas de la Historia”, es la que mejor
representa el sentido de la obra y lo que se asoma como vocación del autor:
la investigación literaria en busca de signiicados políticos. Al estudio de la
poética americanista de los intelectuales cubanos (sobre todo liberales), Rojas
aplica una metodología propia de la historia de los conceptos, experimenta
con identiicar resemantizaciones de los conceptos patria y nación, pero no
sólo en la historia como recuento de acontecimientos pasados, sino además,
y sobre todo, en la historia intelectual de la poética cubana sobre cómo se
pensaba el futuro de la patria y nación cubanas. Aquí, el peso de Lezama y
Martí como responsables históricos en la labor de pensar en el futuro de
Cuba se hace evidente, y es posible encontrar el concepto de revolución en
la poética cubana liberal y americanista como un presupuesto de la patria
y la nación como futuribles posibles. El cabo suelto que deja el autor, de
201
reseñas / rAFAEL roJAS, motivos de Anteo. Patria y nación en la historia ... / víctor m. mijares
/Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 199-202
forma casi premeditada y dándole un mayor interés a motivos de Anteo, es
el de la revolución en la historia intelectual de Cuba. El transcurso de la
obra parece orientarnos de modo casi imperceptible, pero progresivamente
visible, al momento revolucionario, un momento que se había pensado como
necesario para la construcción de la identidad político-cultural de la isla, y
que llega por una vía que no podía ser prevista por los liberales cubanos: el
socialismo. De allí se entendería que los dos primeros años de la Revolución
Cubana hayan transcurrido sin una abierta identiicación socialista.
Rafael Rojas nos presenta un original trabajo de historia intelectual,
menos cientíico (social) y más literario, pero sin obviar la metodología de
la disciplina, la cual emana en cada capítulo como fuente ordenadora de las
ideas sobre patria y nación. Sus conclusiones (no del todo expresas) reiteran
lo que la historia política de Cuba ya había dicho sobre el presupuesto
revolucionario: ideales liberales que no encuentran terreno fértil para una
revolución burguesa sino una de carácter reivindicativo con liderazgo
personalista, llevada por una estructura de partido importada desde fuera
y desde una modernidad ajena a Cuba. Pero verdaderamente excepcional
es haber ratiicado esas conclusiones desde la historia de los conceptos
tomando como fuente principal maniiestos, cantos populares y obra
poética, con lo cual deja en claro la multiplicidad de fuentes que puede
tener la teoría política.
víctor m. mijares
Departamento de Ciencias Sociales
Universidad Simón Bolívar
202
CANjE
Canje del Anuario de Estudios Bolivarianos con otras publicaciones nacionales
e internacionales que son entregadas a la Biblioteca del Instituto de
Investigaciones Históricas Bolivarium de la Universidad Simón Bolívar:
BRASIL
Boletim informativo do laboratorio
de ensino de historia
(Universidad Estadual de Londrina)
Episteme
(Universidad Federal do Rio
Grande do Sul)
Humanas
Revista do Instituto de Filosoia
e Ciencias Humanas
(Universidad Federal do Rio
Grande do Sul)
Populaçao et familia
(Universidade de São Paulo)
revista Sociedade e territorio
(Universidade Federal do Rio
Grande do Norte)
COLOmBIA
Anuario Historia regional y de las Fronteras
(Universidad Industrial de Santander)
Desarrollo indoamericano
(Universidad Simón Bolívar)
Fronteras de la Historia
(Instituto Colombiano de Antropología
e Historia)
Historia Caribe
(Universidad del Atlántico)
Historia Crítica
(Universidad de Los Andes)
COSTA RICA
repertorio Americano
(Instituto de Estudios Latinoamericanos
de la Universidad Nacional)
ESpAñA
Anuario de Estudios Americanos
(Consejo Superior de Investigaciones
Cientíicas)
Boletín Americanista
(Universitat de Barcelona)
Boletín informativo Cultural
(Asociación Cultural Cristóbal Colón)
Cuadernos Hispanoamericanos
(Agencia Española de Cooperación
Internacional)
Debate y perspectiva
(Fundación Mapfre-Tavera)
Estudios Colombianos
(Instituto Interuniversitario de
Iberoamérica)
obradoiro de Historia moderna
(Universidad de Santiago de Compostela)
reina Católica
(Instituto de Historia Eclesiástica
Isabel La Católica)
revista Complutense de Historia de América
(Facultad de Geografía e Historia de la
Universidad Complutense)
203
Canje / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 203-205
Tiempos de América
(Centro de Investigaciones de América
Latina, Universitat de Jaume I)
ESTADOS UNIDOS
Colonial Latin American Historical
review (CLAHr),
(University of New Mexico)
New mexico Historical review
(University of New Mexico)
Paciic Historical Review
(University of California)
The Journal of American History
(Organization of American Historian)
The Public Historian
(University of California)
FRANCIA
Cahiers des Amérique Latine
Institut d’Hautes études de l’Amérique
Latine, París III)
L’ordinaire latinoaméricain
(Université de Toulouse-Le Mirail)
Revista Geográica
(Instituto Panamericano de Geografía
e Historia)
revista de Historia de América
(Instituto Panamericano de Geografía
e Historia)
revista de la universidad del valle de Atemajac
(Universidad del valle de Atemajac)
Secuencia
(Instituto de Investigaciones Dr. José
María Luis Mora)
Sólo Historia
(Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana)
pANAmá
Lotería
(Lotería Nacional de Beneicencia
de Panamá)
ITALIA
quaderni ibero-americani
(Associazione Studi Iberici di Torino)
pERú
Histórica
(Pontiicia Universidad Católica del Perú)
Boletín institucional
(Instituto Riva-Agüero, Universidad
Católica del Perú)
méxICO
América Latina en la Historia Económica
(Instituto Dr. José María Luis Mora)
Boletín de Antropología Americana
(Instituto Panamericano de Geografía
e Historia)
Estudios de Historia Novohispana
(Universidad Nacional Autónoma
de México)
Historias
(Instituto Nacional de Antropología
e Historia)
Historia mexicana
(El Colegio de México)
pUERTO RICO
Cultura
(Instituto de Cultura Puertorriqueña)
El Cuervo
(Centro de Investigaciones Históricas de
la Universidad de Puerto Rico)
Horizontes
(Pontiicia Universidad Católica
de Puerto Rico)
Luciérnaga
(Universidad de Puerto Rico)
op. cit.
(Centro de Investigaciones Históricas de
la Universidad de Puerto Rico)
204
Canje / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 203-205
VENEzUELA
Anuario del instituto de Estudios
Hispanoamericanos
(Universidad Central de venezuela)
Argos
(División de Ciencias Sociales
de la Universidad Simón Bolívar)
Ateneo. revista de Literatura
(Ateneo de Los Teques)
Boletín de la Academia Nacional de la Historia
(Academia Nacional de la Historia)
Boletín del Archivo Arquidiocesano de mérida
(Arquidiócesis de Mérida)
Boletín del Archivo General de la Nación
(Archivo General de la Nación)
Boletín del Archivo Histórico
(Universidad de Los Andes)
Boletín del Archivo Histórico de Miralores
(Archivo Histórico de Miralores)
Boletín CiHEv
(Centro de Investigaciones de Historia
Eclesiástica de venezuela, Universidad
de Santa Rosa)
Cuadernos Latinoamericanos
(Centro Experimental de Estudios
Latinoamericanos, Universidad del zulia)
montalbán
(Instituto de Investigaciones Históricas de
la Universidad Católica Andrés Bello)
mundo Nuevo
(Instituto de Altos Estudios de América
Latina, Universidad Simón Bolívar)
Paramillo
(Universidad Católica del Táchira)
Presente y Pasado. revista de Historia
(Escuela de Historia de la Universidad
de Los Andes)
Politeia
(Instituto de Estudios Políticos, Facultad
de Ciencias Jurídicas y Políticas de la
Universidad Central de venezuela)
revista de Ciencias Sociales de la región
Centro-occidental
(Fundación Buría y Centro de
Investigaciones Históricas de América
Latina y el Caribe)
revista Nacional de Cultura
(Conac-Fundación La Casa de Bello
Segmentos. revista de Historia, Cultura e ideas
(Centro de Investigaciones y Estudios
Históricos de la Facultad de Ciencias de la
Educación, Universidad de Carabobo)
Tiempo y Espacio
(Centro de Investigaciones Históricas
Mario Briceño Iragorry, Universidad
Pedagógica Experimental Libertador
205
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTóRICAS
Bolivarium
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207
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209
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el orden que se enuncia: nombre(s) y apellido(s) del autor [Apellidos
en versales], título en cursivas, país, editorial, año. Ejemplo: Germán
CARRERA DAMAS, El culto a Bolívar: esbozo para un estudio de las ideas en
venezuela, Caracas, Alfadil, 2003. Si se trata de capítulos de libros,
se citará en el orden que se indica: nombre(s) y apellido(s) del autor
[Apellidos en versales], “título del capítulo” entre comillas, título de
la obra en cursivas, país, editorial, año y páginas. Luis CASTRO LEIvA,
“Memorial de la modernidad: lenguajes de la razón e invención del
individuo”, De los imperios a las naciones: iberoamérica, zaragoza, IberCaja,
1994, pp. 129-165. Y en el caso de artículos de revistas: nombre(s)
y apellidos(s) del autor [Apellidos en versales], “título del artículo”
entre comillas, título de la revista en cursivas, año, número y páginas.
Ejemplo: Ramón AIzPúRUA, “El comercio curazoleño-holandés, 17001756”, Anuario de Estudios Bolivarianos, 2004, año x, número 11, pp.
11-88. Los datos completos de la fuente citada sólo serán señalados
cuando se les reiera por primera vez, después bastará con indicar
autor, título y página.
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lugar de procedencia (colección, por ejemplo), los datos de ubicación
exacta del documento dentro del archivo y/o colección (sección,
volumen, tomo o legajo, folio) y los datos relativos al documento
citado (fecha, emisor y, si aplica, receptor). Ejemplo: Informe de
Antonio Gómez al Capitán General, Archivo General de la Nación,
Gobernación y Capitanía General, tomo LxIII, folios 3-45 vto., 23 de
octubre de 1805.
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incorporar hasta un máximo de cinco palabras clave.
210
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211
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213
Canje / Anuario de Estudios Bolivarianos / Año xv, número 16, 2009 / pp. 203-205
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year. Example: German CARRERA DAMAS, The Bolivar Cult: outline for a
study of ideas in venezuela, Caracas, Alfadil, 2003. If you are dealing with
chapters of a book, you should enumerate in the order that is indicated:
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of the chapter” between quotes, title of the work in cursive, country,
editorial, year and pages. quentin SkINNER, “Machiavelli’s Discorsi and
the pre-humanist origins of republican ideas”, G. BOCk, q. SkINNER
& M. vIROLI (ed.), machiavelli and republicanism, Cambridge, Cambridge
University Press, 1993, pp. 121-142. And in the case of magazine
articles: name(s), surname(s) of the author [surnames in versalitas], “title
of the article” between quotes, and title of the magazine in cursive,
year, number and pages. Example: Ramón AIzPURUA, “The DutchCuracao Commerce, 1700-1756”, Anuario de Estudios Bolivarianos, 2004,
x year, number 11, pp. 11-88. The full database of the cited source
should only be given when referred to for the irst time, after that it
is suficient to indicate the authors surname, op. cit. and page.
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folio) and the data relative to the cited document (date, emission
and if applicable, receptor). Example: Report by Antonio Gomez to
the Capitan General, National Archive of the Nation, Government
Ministry and Captain General, volume LxIII, Folios 3-45 vto., 23 of
October, 1805.
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215
Este Anuario se terminó de imprimir en diciembre de 2009