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ECONOMÍA Y DESARROLLO
, VOLUMEN
2 NÚMERO
2, SEPTIEMBRE 2003
COLOMBIA: CRISIS
DEL CRECIMIENTO
ECONÓMICO
37
Colombia: crisis del crecimiento
económico *
Expresión en el comportamiento de la oferta final
1990-2002
JULIO SILVA-COLMENARES **
Resumen
Como parte de un trabajo más extenso sobre el crecimiento económico
reciente en Colombia, este documento analiza los cambios observados en los
dos componentes básicos de la oferta final: el Producto Interno Bruto y las
importaciones. Se presentan algunas explicaciones sobre el lento y diferenciado
crecimiento del PIB y se muestra que el apreciable aumento de las importaciones
entre 1992 y 1997 no es tanto resultado de los cambios en las regulaciones
sobre comercio exterior cuanto de un ingreso desbordado de divisas que
revaluó el peso colombiano y “abarató” las importaciones. Al final, se discuten
las características de la protección en el pasado y las implicaciones de una
mayor apertura de la economía, con los efectos que podría traer en la oferta
final.
Abstract
As part of a research about recent economic growth in Colombia, this paper
analyzes the observed changes in the basic components of final supply: Gross
Domestic Product and imports. The paper presents explanations about the
slowly and differentiated GDP growth by sectors, and shows that the rapid
increases of imports between 1992 and 1997, is not a result of changes of trade
regulations but a result of an important inflow of foreign currency, which
revalued the Colombian peso making imports cheaper. The final part of the
paper, discusses the old model of economic protection and the implications
of a future open economy model, and its effects on final supply.
Palabras clave: crecimiento económico, auge, recesión crónica, protección y
apertura.
Clasificación JEL: N1,O4
*
Capítulo de un libro en preparación, cuyo título tentativo es Colombia: crisis del crecimiento económico y atraso
en el desarrollo humano.
**
Economista, contador público, administrador de empresas, doctor en ciencias económicas de la Universidad
de Rostock (Alemania); vicepresidente de la Academia Colombiana de Ciencias Económicas, miembro del
consejo directivo de la Sociedad Colombiana de Economistas; profesor titular emérito de la Universidad
Autónoma de Colombia —FUAC—.
Universidad Autónoma de Colombia
38
JULIO SILVA-COLMENARES
I. La “caída” abrupta del crecimiento económico
A. Crecimiento previsto y observado del Producto Interno Bruto
Si bien las causas de la crisis de crecimiento deben buscarse en el
comportamiento de la demanda, comenzamos el análisis por el lado de la
oferta, donde aparece el efecto. Y este es el principal error de muchos
analistas: se quedan en el estudio de los efectos sin revisar las causas. Para
ver la pérdida de dinámica económica basta comparar las cifras previstas de
crecimiento porcentual del Producto Interno Bruto —PIB— total, componente
fundamental de la oferta, con el crecimiento real observado, añadiendo, para
apreciar la contundencia de lo ocurrido, el cálculo de los montos a que habría
llegado el PIB total, de realizarse lo previsto, y el valor efectivo a que llegó,
durante los ocho años de los gobiernos SAMPER PIZANO y PASTRANA ARANGO. Se
añade el PIB per cápita (por habitante) en pesos constantes, aunque desde el
punto de vista del ingreso es un indicador engañoso, por las diferencias que
oculta. Por tanto, más adelante se revisarán otros indicadores que manifiestan
mejor el desarrollo humano. De acuerdo con lo dicho en el capítulo anterior,
en el caso del PIB total estamos hablando de crecimiento económico bruto y del
PIB per cápita de crecimiento económico neto, que es lo que en el fondo interesa.
Aunque el gobierno PASTRANA ARANGO bajó la tasa prevista de crecimiento del PIB
total para el primer año de su administración al 2%, teniendo en cuenta lo
ocurrido al final de la administración SAMPER PIZANO, no alcanzó a prever que
1999 sería el peor año en las últimas tres cuartas partes del siglo XX y que le
tocaría el poco honroso “privilegio” de ser el gobierno en que las previsiones
sobre crecimiento económico estuvieron más distantes de la realidad. Debe
tenerse en cuenta que las cifras porcentuales de crecimiento económico
bruto previstas (cuadro 1) corresponden a las utilizadas en las versiones
iniciales de los planes de desarrollo de cada gobierno, aunque las dos
administraciones las corrigieron con frecuencia, disminuyéndolas de acuerdo
con las circunstancias. No obstante, dejamos las iniciales, pues lo que
interesa destacar en el análisis comparado es la brecha entre lo previsto —
para cada gobierno con una perspectiva de cuatro años— y lo observado.
Como se observa a simple vista en el cuadro 1, la pérdida de dinámica es harto
preocupante. Durante el cuatrienio 1995-1998 se preveía un crecimiento
efectivo anual de 5,63% en el PIB total y sólo se logró 2,80%, esto es, apenas
la mitad; para el siguiente cuatrienio se previó un crecimiento del 3,69%
anual y alcanzó un ínfimo 0,36% efectivo anual, la décima parte de lo previsto;
para el lapso 1995-2002, si se hubiesen mantenido las previsiones de los dos
gobiernos, el crecimiento del PIB total habría sido del 4,66% anual, cifra
comparable con otros momentos en la historia del país pero inferior a las
necesidades del desarrollo humano, pero sólo se alcanzó el 1,57% anual, esto
es, la tercera parte. Al final de los ocho años, el monto real del PIB total en pesos
de 1994, $76,5 billones, es 20,7 billones inferior al PIB que se hubiese
alcanzado de mantenerse el ritmo de crecimiento previsto, o sea $97,2
billones.
Economía y Desarrollo - Septiembre 2003, vol. 2, n° 2
39
COLOMBIA: CRISIS DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO
Crecimiento del
Años
PIB
PIB previsto
Crecim. %
a/
1994
CUADRO 1
—previsto y observado— 1995-2002
PIB observado
Valor
b/
Crecim. %
c/
67.532,9
Población
e/
Valor
d/
PIB
per cápita
f/
67.532,9
37,8
1.784,3
1995
6,26
71.760,4
5,20
71.046,2
38,5
1.843,3
1996
4,64
75.090,1
2,06
72.506,8
39,3
1.845,1
1997
5,38
79.130,0
3,43
74.994,0
40,1
1.871,8
1998
6,26
84.083,5
0,57
75.421,4
40,8
1.847,3
1995-1998
5,63
2,80
1999
2,0
85.765,2
(4,20)
72.250,6
41,6
1.738,5
2000
3,5
88.767,0
2,92
74.360,3
42,3
1.757,0
2001
4,2
92.495,2
1,39
75.393,9
43,1
1.750,5
2002
5,1
97.212,4
1,50
76.524,8
43,8
1.745,8
1999-2002
3,69
0,36
1995-2002
4,66
1,57
1,85%
a / Crecimiento porcentual anual, tomado de los Planes de Desarrollo.
b/ Cálculos del autor, con base en 1994 y los porcentajes previstos de crecimiento. Miles
de millones de pesos de 1994.
c / Con base en información producida por Departamento Administrativo Nacional de
Estadísticas — DANE — y el Departamento Nacional de Planeación — DNP —. Miles de
millones de pesos de 1994.
d / Con base en información producida por DANE-DNP. La cifra de 2002 es provisional. Miles
de millones de pesos de 1994.
e / Población en millones de personas.
f / PIB per cápita anual en miles de pesos de 1994.
La pérdida de dinamismo respecto a lo previsto, que a su vez está muy lejos
del potencial, significa más del 21% para 2002 de menor valor agregado
generado por la economía, o sea de menor riqueza creada. Tal resultado, como
impacto sobre las personas es impresionante: como la población aumentó en
los ocho años en 6 millones de personas, esto es, no menos de 1,5 millones
de hogares nuevos, si hablamos de 4 personas por hogar, el crecimiento
económico neto fue negativo en los ocho años, pues el PIB per cápita disminuyó en
2,2% durante ese lapso, como puede calcularse con base en el cuadro 1, y
regresó a los valores constantes observados a principio de los años noventa.
Medido en dólares corrientes, el PIB per cápita cayó en cerca de 20% durante
este lapso.
Si bien la información oficial sobre población no es confiable, pues ha habido
mucha dificultad con el desarrollo de los censos, incluidos problemas de
Universidad Autónoma de Colombia
40
JULIO SILVA-COLMENARES
cobertura geográfica por la prolongada inseguridad en extensas zonas del
país, así como negativa del Congreso para aprobar los resultados, pues ellos
cambian el “mapa electoral”, puede calcularse el crecimiento neto con una
mayor proyección de tiempo hacia atrás. En el cuadro 2 se presenta el
crecimiento económico anual, tanto bruto como neto, para los períodos
presidenciales desde el comienzo del Frente Nacional hasta el tránsito al
siglo 21. Aunque con las reservas del caso, teniendo en cuenta las
observaciones anteriores, se nota una tendencia a disminuir el ritmo, con
una mayor inestabilidad a medida que se acerca el final del siglo XX.
CUADRO 2
Crecimiento económico bruto y neto 1959-2002
Gobierno
Período
% Crecimiento económico anual
Bruto
(PIB total)
Neto
(PIB per cápita)
AlbertoLlerasCamargo
1959-1962
5,38
2,12
GuillermoLeónValenciaM.
1963-1966
4,70
1,46
CarlosLlerasRestrepo
1967-1970
5,75
2,48
MisaelPastranaBorrero
1971-1974
6,89
3,62
AlfonsoLópezMichelsen
1975-1978
5,59
2,36
JulioCésarTurbayAyala
1979-1982
3,91
0,91
BelisarioBetancurCuartas
1983-1986
4,01
1,93
Virgilio Barco Vargas
1987-1990
4,98
3,06
César Gaviria Trujillo
1991-1994
5,03
3,39
ErnestoSamperPizano
1995-1998
2,80
0,87
AndrésPastranaArango
1999-2002
0,36
(1,40)
Fuente: Banco de la República (para
COLMENARES.
PIB
total) y
DANE
(para población)1. Cálculos de JULIO SILVA-
En resumen, en casi medio siglo tuvimos un primer ciclo largo de 20 años o
cinco gobiernos (1959-1978) con un crecimiento económico neto significativo
pero no muy apreciable; durante este lapso el crecimiento bruto fue de 5,66%
anual, pero como la población creció al 3,18% anual, el crecimiento neto se
redujo al 2,40% anual. Luego un segundo ciclo, más corto, de 16 años o cuatro
gobiernos (1979-94) de menor crecimiento bruto, 4,48% anual, pero de similar
crecimiento neto al período anterior, 2,32% anual, pues el ritmo de aumento
1
Este ejercicio tiene como base la serie del PIB en pesos de 1994 recalculada por el Grupo de Estudios del
Crecimiento Económico —Greco— del Banco de la República, dirigido por MIGUEL URRUTIA MONTOYA, y
retroproyectada hasta principios del siglo XX. Por tanto, las tasas anuales difieren de las calculadas con base
en pesos constantes de otros años, pero la serie de Greco tiene la ventaja de una relativa homogeneidad para
un período bastante extenso. Para más detalle, véase Banco de la República (2002).
Economía y Desarrollo - Septiembre 2003, vol. 2, n° 2
COLOMBIA: CRISIS DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO
41
poblacional disminuyó al 2,11% anual, lo que permitió mejorar algo los
principales indicadores del desarrollo humano; finaliza este largo período con
un ciclo aún más corto, de 8 años o dos gobiernos (1995-2002), que es el objeto
principal de nuestro análisis, con una caída profunda en el crecimiento
económico neto, pues alcanzó una tasa negativa de 0,27% anual, a pesar de
que el crecimiento de la población siguió cayendo y bajó al 1,85% anual, pero
el crecimiento bruto fue más bajo: 1,57% anual. Por tanto, los resultados en
desarrollo humano son muy dispares. En valores constantes de 1994 el PIB per
cápita pasó de casi $770.000 en 1958 a $1.210.000 en 1978 y algo más de
$1.780.000 en 1994, para disminuir a $1.745.000 en 2002. Se requirieron
más de cuatro décadas para que el PIB per cápita se duplicara; en cifras exactas,
se multiplicó por 2,2 veces en 44 años.
A comienzos del siglo XXI parece muy difícil, y casi utópico, pensar en
crecimientos económicos brutos que estén entre el 5 y 6% anuales, pero lo
cierto es que durante casi la mitad de la segunda parte del siglo XX (19591978) hubo un aumento sostenido de la actividad económica que estuvo en
ese rango y durante otros 16 años el promedio bordeó el 4,5%. De otro lado,
debe tenerse en cuenta que, si bien en los últimos años la tendencia a
disminuir el ritmo de crecimiento es mundial, en algunas de las llamadas
“economías emergentes” se han mantenido tasas brutas por encima del 5%
durante los decenios de los ochenta y los noventa. Incluso en el PIB per cápita
se aprecian tasas significativas; según el Banco Mundial, el PIB per cápita de
Asia oriental, excluido Japón, creció al 5,6% anual durante los ochenta y al
6,4% anual durante los noventa, a pesar de la crisis de 1997-1998 (BUSTELO,
2003). Es decir, la economía colombiana ha venido perdiendo de manera
progresiva la capacidad de crecer.
Y volviendo al análisis de los años más recientes, no puede decirse que la
diferencia entre lo previsto y lo observado en la realidad obedezca a que el
gobierno no tiene capacidad para hacer previsión económica. La Presidencia
de la República y el Departamento Nacional de Planeación han contado
siempre con profesionales de la más alta calificación académica, muchos de
ellos formados en las mejores universidades del mundo, que tienen a su
disposición la más avanzada teoría macroeconómica y los más modernos
recursos econométricos, así como la información estadística adecuada.
Como se lee incluso en Cambio para Construir la Paz, para los cálculos se
utilizaron los siguientes modelos macroeconómicos: “(i) los de consistencia
macroeconómica del DNP y el Ministerio de Hacienda; (ii) el modelo de
equilibrio general computable del DNP y (iii) el modelo econométrico de la
economía colombiana del DNP”. (DNP, 1999: 57). Por tanto, debe haber factores
más allá de la formulación técnica y de la política económica gubernamental
aplicada que explican tan profunda diferencia entre lo previsto y lo observado
o, diciéndolo en otros términos, tan grave equivocación. Pareciera que el
deseo de los gobernantes va por un lado y la realidad colombiana por otro. Este
análisis pretende ser un aporte, así sea incipiente, a esa indagación.
Universidad Autónoma de Colombia
42
JULIO SILVA-COLMENARES
El Plan de Desarrollo hacia un Estado Comunitario del gobierno URIBE VÉLEZ
plantea que la actividad económica se recuperará y como medida de esa
recuperación propone tasas de incremento en el PIB total que aumenten de
2,0% para 2003 a 3,3% para 2004, a 3,7% para 2005 y a 3,9% para 2006, para
un crecimiento bruto durante el cuatrienio de 3,22% en promedio anual.
Como se señala más atrás, la economía colombiana tiene el potencial para
crecer al 5 ó 6% anual y necesita hacerlo, para empezar a pensar en la
reducción de los altos niveles de desempleo y pobreza. Si bien el crecimiento
previsto del PIB del 3,22% anual durante el cuatrienio está lejos de ese ideal,
significa un esfuerzo apreciable respecto a lo observado en el período reciente,
pues implica una tasa que es nueve veces superior al promedio en el lapso
1999-2002 (0,36% anual) y más del doble del promedio observado entre 1995
y 2002 (1,57% anual).
Como es natural, los diferentes sectores del PIB tienen dinámicas muy
diversas, según ciclos de auge o decaimiento que son propios de cada
actividad o que responden a efectos inducidos por otros comportamientos.
Aunque no es objetivo de este trabajo, en el cuadro 3 mostramos el crecimiento
o decrecimiento bruto anual promedio en cada uno de los cuatrienios que van
de 1991 a 2002, así como la composición sectorial del PIB para los años de 1994
y 2002, pues hacia atrás no es fácil la comparación, ya que a partir de 1994
se utiliza una nueva metodología de cuentas nacionales para el cálculo del PIB
total.
Del cuadro 3 se destaca a primera vista la existencia de problemas muy
críticos en la producción de bienes materiales (actividades primarias y
secundarias), con un comportamiento muy errático. La producción
agropecuaria crece durante los doce años a un promedio anual por cuatrienio
que está por debajo de la tasa de incremento poblacional, siendo casi nulo el
aumento durante la administración SAMPER PIZANO. Al contrario, la explotación
minera muestra cifras negativas durante los gobiernos GAVIRIA TRUJILLO y
PASTRANA ARANGO, en especial durante este último, y una tasa muy alta en el
cuatrienio 1995-1998. El crecimiento de la minería es lo que explica que la
producción primaria haya aumentado por encima de la población en el lapso
1995-1998; diciéndolo de otra manera, si se excluye la minería, que en lo
fundamental está orientada hacia la exportación, la producción de materias
primas y bienes de consumo de origen agropecuario no alcanza siquiera a
atender el crecimiento de la población, pero allí se originan algunas de las
principales exportaciones del país. Esto permite entender por qué el sector
agropecuario disminuyó su peso relativo en el PIB del 14,83% en 1994 a
14,29% en 2002, mientras la explotación minera lo aumentaba en más de
una cuarta parte, al pasar de 3,45 a 4,46% en el mismo lapso. En conjunto, la
actividad primaria aumentó un poco su participación en el PIB, pues pasó del
18,28% en 1994 a 18,75% en 2002.
Economía y Desarrollo - Septiembre 2003, vol. 2, n° 2
43
COLOMBIA: CRISIS DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO
CUADRO 3
Crecimiento intercuatrienal y composición sectorial
del PIB total 1991-2002
Conceptos
Increm. % anual
por cuatrienio
Años
1991-94
Agropecuario, silvicultura, caza y pesca
Explotación de minas y canteras
- Actividades primarias
Electricidad, gas y agua
Industria manufacturera
Construcción y obras públicas
- Actividades secundarias
Comercio, reparación, restaurantes y hoteles
Transporte, almacenamiento y comunicaciones
Estab. financieros, seguros, inmuebles y otros
Servicios sociales, comunales y personales
- Actividades terciarias
Servicios bancarios imputados
Impuestos menos subsidios
Total PIB
Fuente:
DANE-DNP.
1,60
(1,16)
1,13
4,12
2,12
10,95
3,36
4,50
4,73
6,63
3,56
4,95
8,64
25,96
4,30
Composición
%
1995-98 1999-02
0,78
10,17
2,76
2,54
1,07
(4,24)
(0,19)
0,73
4,65
4,30
8,41
4,87
8,80
1,55
2,80
1,43
(0,19)
1,03
0,31
0,17
(6,21)
(1,27)
(0,87)
1,75
(0,34)
1,16
(0,37)
(6,73)
(1,41)
0,36
1994
2002
14,83
3,45
18,28
3,22
14,88
7,45
25,55
12,46
7,29
17,12
16,08
52,95
(4,51)
7,73
100,0
14,29
4,46
18,75
3,18
13,80
4,28
21,26
10,93
8,27
17,64
20,52
57,36
(4,22)
6,85
100,0
Cálculos del autor.
Algo similar ocurre con la actividad secundaria o de transformación. Si se
excluye la producción de electricidad, gas y agua, los otros dos componentes,
la industria manufacturera y la construcción muestran resultados muy
preocupantes, pues la declinación es continua. La industria manufacturera,
que todavía tiene como destino fundamental el mercado interno, aunque
están creciendo las exportaciones de algunos renglones, pasó de un crecimiento
mediocre durante 1991-1994, a apenas algo más del 1% en el siguiente
cuatrienio y a un estancamiento, en la práctica, en el lapso 1999-2002. La
situación de la construcción es peor; por eso pierde peso en el PIB de manera
acelerada: del 7,45% en 1994 al 4,28% en 2002. Como en la industria
manufacturera la crisis no fue tan fuerte, su participación disminuyó apenas
en un punto porcentual, del 14,88% al 13,80%, mientras la producción de
electricidad, gas y agua mantuvo su participación, un poco por encima del 3%.
En conjunto, la actividad secundaria o industrial perdió participación en el PIB y
cayó del 25,55% en 1994 al 21,26% en 2002, pues en los dos últimos cuatrienios
muestra tasas negativas de crecimiento.
En cambio, en la actividad terciaria o de los servicios, en general, se observa lo
contrario. En conjunto, incrementa su participación en el PIB de manera sostenida
y pasa del 52,95% en 1994 al 57,36% en 2002, en especial por el ritmo de
crecimiento tan notable logrado en los dos primeros cuatrienios. Pero el
comportamiento es muy diferenciado por sectores. Mientras en el comercio,
Universidad Autónoma de Colombia
44
JULIO SILVA-COLMENARES
reparaciones, restaurantes y hoteles se nota la caída en la demanda interna,
pues pasa de un incremento anual de 4,50% en 1991-1994 a sólo 0,73% en
1995-1998 y un decrecimiento de 0,87% anual durante 1999-2002, el sector
financiero tuvo tasas muy altas de crecimiento en los dos primeros cuatrienios,
no así en el último, que reflejó un decrecimiento anual del 0,34%, producto,
es posible, de la caída en las utilidades por las reservas que tuvieron que
constituirse para respaldar una cartera con muchas dificultades para el pago.
En los servicios sociales, comunales y personales es evidente la influencia del
gasto estatal, el que representa tres cuartas partes del sector: de un crecimiento
de menos del 4% anual durante 1991-1994, recién promulgada la Constitución
de 1991, se duplica a más del 8% anual en el siguiente cuatrienio, pero cae
al 1,16% durante 1999-2002, cuando se hace apremiante la obligación de
contraer el gasto público para reducir un desestabilizador déficit fiscal muy
alto. El sector de transporte, almacenamiento y comunicaciones sigue el
movimiento de la economía, pero con una mayor tasa de crecimiento debido
a la expansión de las telecomunicaciones, por lo que su peso en el PIB sube del
7,29% en 1994 a 8,27% en 2002, tendencia que siguen los servicios sociales,
comunales y personales, que pasan del 16,08% en 1994 al 20,52% en 2002.
Mientras el sector financiero aumenta un poco su peso relativo, el comercio
y similares pierde participación.
B. Algunas explicaciones sobre lo ocurrido
Si bien nuestra hipótesis principal sobre lo que hemos llamado la crisis de
crecimiento de la economía colombiana nos lleva a buscar las explicaciones en
el comportamiento de la demanda, en especial en la demanda interna, con
énfasis en el consumo de los hogares, luego de esta sucinta revisión sobre el
crecimiento sectorial y su efecto en la composición del PIB es conveniente
presentar otras ideas o hipótesis sobre las causas de la situación existente
en el tránsito de un siglo a otro. En un sentido muy general, decía el ex
ministro de Hacienda de Colombia e investigador de la Universidad de
Harvard BOTERO (2002) que en la:
“década de los años veinte del siglo pasado se hablaba en Colombia de la
prosperidad al debe. Lo que viene ocurriendo en el país de 1994 para acá podría
denominarse la pauperización al debe. La mezcla explosiva de desorden fiscal
y endeudamiento externo que viene suministrándole el gobierno central al
país desde 1994, tiene el doble efecto de empobrecer a la población colombiana
y comprometer el bienestar de las generaciones futuras”.
Al describir un fenómeno similar pero generalizado a Nuestra América, como
denominaba JOSÉ MARTÍ a la América al sur del río Bravo, decía también JOSÉ
ANTONIO OCAMPO, secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe —CEPAL— lo siguiente:
Economía y Desarrollo - Septiembre 2003, vol. 2, n° 2
COLOMBIA: CRISIS DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO
45
“Con una caída de la actividad económica cercana a uno por ciento en el 2002,
América Latina completará media década perdida de crecimiento económico.
(...) La mitad de los países de la región ha tenido en los últimos cinco años una
contracción de su producción por habitante y todos los fenómenos de rápido
crecimiento económico de la década de los noventa se han detenido”.
Desde la perspectiva de la
CEPAL,
“se necesita más que una recuperación coyuntural. Se requiere, en efecto,
una ofensiva regional, y del mundo en desarrollo en general, hacia un orden
económico internacional que garantice mayores defensas contra las
turbulencias financieras, una apertura comercial efectiva del mundo
industrializado, una transferencia tecnológica más acelerada y acuerdos
internacionales en materia migratoria”. (El Tiempo, 3 de agosto de 2002, p.
1-16).
Si volvemos a Colombia, en un foro organizado por el diario económico
Portafolio en octubre de 2002 el director del Departamento Nacional de
Planeación — DNP — del gobierno recién iniciado en agosto de ese año,
precisaba que
“hoy el país se mueve en un entorno de bajo crecimiento, un enorme desajuste
fiscal, cierre de los mercados internacionales, una necesidad de mayor gasto
en seguridad y el propósito de acabar con las viejas costumbres políticas y
administrativas. (...) Todo esto llevó a un déficit fiscal, al aumento
desproporcionado de la deuda, al desplome de la inversión, la contracción del
ingreso, así como a mayor desempleo, analfabetismo y pobreza”. (Portafolio, 21
de octubre de 2002, p. 32).
Estos argumentos fueron reiterados por el gobierno URIBE VÉLEZ cuando a
finales de ese año presentó el Plan Nacional de Desarrollo hacia un Estado
Comunitario, como lo vimos en el capítulo inicial de este trabajo.
Si continuamos esta revisión sobre diversas maneras de ver el desarrollo
reciente del país, hay que destacar la paradoja que señala la revista Dinero.
(2 de mayo de 2003, p. 32). En su opinión,
“Colombia atraviesa un buen momento desde la perspectiva internacional.
Frente a tanto desorden en la región, Colombia sobresale como país serio,
capaz de manejarse a sí mismo y con grandes expectativas sobre su crecimiento”.
No obstante este panorama, enseguida pinta una situación interna sombría:
“La economía colombiana aún no levanta cabeza y está enfrentada a grandes
vulnerabilidades. Por cuenta de la baja demanda mundial y la crisis política
de Venezuela, las exportaciones están deprimidas y posiblemente sigan
cayendo este año frente a 2002. La demanda interna, por su parte, no tiene
como crecer mientras el desempleo siga en niveles tan altos, por encima del
17,6%, y mientras la gente que tiene empleo siga agobiada por el temor a
Universidad Autónoma de Colombia
46
JULIO SILVA-COLMENARES
perderlo en el corto plazo. Sólo cuando esas condiciones cambien, la gente
podrá consumir e invertir tranquilamente”.
Por la misma época una encuesta adelantada entre empresarios reiteraba
que es la caída de la demanda su principal problema. Como lo reseñaba un
diario económico, en medio del
“sinnúmero de dificultades que afrontan los empresarios colombianos para el
buen desempeño de su labor existe uno que desde 1999 se convirtió en el rey
de todos: la baja demanda. Este obstáculo es tan grande que supera con creces
a temas que antes eran los enemigos históricos del mundo empresarial como
la inseguridad, el contrabando y las altas tasas de interés. De acuerdo con la
encuesta de Opinómetro, para el 32,5% de los empresarios la baja demanda
es el mayor problema para su desempeño, mientras que el 22,6% dijo que es
la inseguridad”. (Portafolio, 6 de agosto de 2002, p. 19).
El empresario MARIO HERNÁNDEZ ZAMBRANO, que también es columnista del diario
Portafolio, reiteró esta idea, que apoya nuestra hipótesis, con las siguientes
palabras: “¡Si no hay consumo, no hay posibilidades de que la economía
crezca… y no hay empleo!”. Y a continuación dijo que, así no lo crean los
teóricos, ante la volatilidad de nuestras exportaciones, el consumo interno es
la opción más importante. (Portafolio, 8 de abril de 2003, p. 38).
Existen otras hipótesis que explican la caída en el crecimiento por causas que
son más discutidas. Así, por ejemplo, el ex director del DNP y ex ministro
Mauricio Cárdenas Santamaría presentó a finales de 2002 la hipótesis de que
el retroceso se debe a una caída de la productividad relacionada con la
criminalidad, que desvía el capital y el trabajo hacia actividades improductivas
o perjudiciales. Pero diversos investigadores cuestionan la causalidad tan
estrecha que plantea Cárdenas entre reducción del crecimiento económico
y disminución de la productividad, estimulada ésta por la criminalidad,
incluida la violencia. Aunque nadie niega la influencia de la violencia y la
criminalidad sobre el crecimiento y la productividad, lo cierto es que el país
creció durante mucho tiempo en medio del conflicto, por lo que debe haber
otras razones explicativas de la situación actual.
Lo anterior no niega que la violencia y la criminalidad afectan la productividad,
tanto por el lado del capital humano como del capital físico, llevando incluso
a una costosísima destrucción de ambos factores de la producción. Efecto que
se amplía cuando la guerra interna se “contagia” con el problema global de la
producción y transporte de narcóticos para un mercado mundial de “enfermos
por la droga” en crecimiento. Ese “contagio” hace que la confrontación pierda
sustento ideológico y expresión política para convertirse en una lucha por el
mantenimiento y la ampliación de la producción clandestina con un fuerte
apoyo armado, alimentado por las ganancias extraordinarias de la actividad
ilícita.
Economía y Desarrollo - Septiembre 2003, vol. 2, n° 2
COLOMBIA: CRISIS DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO
47
La explicación con base en la influencia que ejercen la violencia y la
criminalidad sobre la productividad no puede ser lo determinante que algunos
creen, ya que los costos internos no se vieron afectados al alza ni una
eventual disminución de la producción elevó los precios, como era previsible,
pues lo que ocurrió fue lo contrario a una inflación por presión de la demanda:
a medida que la producción se contraía, también caía el aumento anual de los
precios, pues de incrementos superiores al 30% a principios de la década de
los noventa se llegó a tasas de un dígito a comienzos del siglo XXI; el índice
de precios al consumidor —IPC— mostró un aumento de 7,65% durante 2001
y de 6,99% durante 2002. Para complementar, existe una evidente
subutilización de los factores de producción: el equipo industrial está trabajando
a menos del 75% de su capacidad, el desempleo abierto ronda el 15% y el
subempleo el 30%. Por eso, creemos más en explicaciones por el lado de la
demanda y no tanto de la oferta.
Desde este punto de vista nos parece más pertinente la explicación de MIGUEL
URRUTIA MONTOYA, gerente del banco central, quien da más peso en la crisis a
la disminución en el ahorro y la inversión en capital fijo, sin desconocer que
aumentar la productividad es prioritario. URRUTIA MONTOYA insiste en que el
comportamiento reciente de la inversión en capital fijo afecta el potencial de
crecimiento de la economía. Como señaló en un foro organizado por el diario
Portafolio en octubre de 2002, la “inversión pasó de un promedio del 17% del
PIB en el pasado, al 13% del PIB en el año 2000”. Como recalca a continuación,
una “menor acumulación de capital en los últimos años, reduce el potencial
de crecimiento de la economía”. En sus palabras, para “aumentar la
productividad es fundamental también mejorar la calidad de la inversión”, al
tiempo que es “un error proteger sectores ineficientes de baja productividad”.
Y al preguntarse ¿por qué ha disminuido tanto la inversión? URRUTIA presenta
varias razones: reducción de la inversión estatal debido al déficit fiscal;
disminución de la financiación externa, tanto directa como indirecta, para
proyectos de inversión; fuga del ahorro de los colombianos para inversiones
en el exterior, y el bajo crecimiento de la demanda, que lleva a un exceso de
capacidad instalada y, por consiguiente, desestimula la inversión en
maquinaria y equipo2.
En verdad ha disminuido mucho la inversión en capital fijo. Basta recordar
que en la primera parte de los años noventa sobrepasó la cifra de 17% dada
por URRUTIA MONTOYA, y citada más atrás, pues alcanzó a estar cerca del 25% del
PIB, nivel que parece aceptable hoy, No obstante, hay países que superan ese
monto, como Nicaragua, Portugal, Irlanda, Jamaica, Hong Kong, Polonia y
Hungría; incluso la mayoría de los países desarrollados, que requieren menor
esfuerzo de acumulación, en términos relativos, mantienen tasas de inversión
2
El resumen de la intervención de MIGUEL URRUTIA MONTOYA se tomó de la página en internet del Banco de la
República; http://www.banrep.gob.co/ (consulta efectuada en noviembre de 2002).
Universidad Autónoma de Colombia
48
JULIO SILVA-COLMENARES
bruta superiores a las que muestra Colombia en los últimos años. Más aún,
países en crisis, como Argentina y Venezuela, también tienen un nivel
superior de inversión en capital fijo3.
La caída en la inversión guarda una relación muy estrecha con la disminución
del ahorro, pues en una economía cerrada la inversión tiende a ser igual al
ahorro. Pero como en recesión las empresas y las familias no invierten, la
caída de la inversión se vuelve una bola de nieve que arrastra al ahorro. Como
dijo ROBERTO STEINER, director del Centro de Estudios Económicos de la Universidad
de los Andes en 2001, se crea un “círculo vicioso, porque país que no ahorra
no crece y país que no crece no ahorra”. (La República, 3 de septiembre de
2001, p. 2ª). Según cifras de Planeación Nacional, el ahorro nacional bruto
cayó del 14,6% como porcentaje del PIB en 1998 a 9,1% en 2001, mientras el
ahorro externo disminuyó también del 5,0 al 2,7%; en total y en tan corto
lapso, la caída fue del 40%, en términos relativos, pues pasó del 19,6% en 1998
a 11,8% en 2001. En el caso del ahorro nacional, la participación del estatal
bajó del 3,5 al 2,8% y el privado del 11,1 al 6,3% entre los mismos años, lo que
evidencia una caída más brusca del ahorro privado que del público.
Pero la menor inversión de hoy no sólo afecta la capacidad de reproducción de
mañana, con lo grave que es para la productividad y la competitividad, sino
que afecta también la demanda de hoy por bienes de capital y otros insumos
que se incorporan a la inversión, reduciéndose el crecimiento económico en
las ramas que sustentan esta oferta con producción nacional, al tiempo que
cambia el contenido de las importaciones y disminuye su valor. Es decir, la
baja inversión no sólo afecta la reproducción ampliada en el futuro sino que
también es un problema de demanda en el presente.
II. Importaciones: del auge a la recesión crónica
A. El movimiento errátil de las compras en el exterior
Sin pretender un análisis exhaustivo sobre el comportamiento de las
importaciones —el otro componente de la oferta—, en el cuadro 4 se presenta
su evolución durante los gobiernos GAVIRIA TRUJILLO, SAMPER PIZANO y PASTRANA
ARANGO, tanto en pesos colombianos constantes de 1994 como en dólares
corrientes, y su composición relativa según su principal uso o destino
económico.
Como se observa a simple vista en el cuadro 4, las importaciones tienen
durante los tres períodos notables altibajos, con una tendencia disímil.
Durante el primer cuatrienio crecen a tasas inusitadas, pues el incremento
anual promedio es del 25,61% en pesos y del 20,75% en dólares. Este resultado
es producto de dos procesos simultáneos y complementarios; la “apertura
3
Véanse gráficos ilustrativos al respecto en Portafolio, 21 de octubre de 2002, pág. 32.
Economía y Desarrollo - Septiembre 2003, vol. 2, n° 2
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COLOMBIA: CRISIS DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO
CUADRO 4
Importaciones —pesos colombianos y dólares— 1990-2002
Años
Miles de millones
de pesos
Valor
a/
1990
1991
1992
1993
1994
1991-1994
1995
1996
1997
1998
1995-1998
1999
2000
2001
2002
1999-2002
1995-2002
5.673,8
5.867,3
8.294,7
11.367,4
14.127,3
15.153,1
15.500,2
16.460,2
15.816,1
11.912,6
12.939,9
14.388,8
14.404,6
Increm.
%
3,4
41,4
37,0
24,3
25,61
7,3
2,3
6,2
(3,9)
2,86
(24,7)
8,6
11,2
0,1
(2,31)
0,24
Millones
de dólares
Valor
b/
5.589,4
4.958,1
6.579,1
9.831,5
11.881,2
13.853,2
13.683,5
15.377,6
14.634,6
10.658,6
11.538,5
12.833,8
12.699,1
Increm.
%
(11,3)
32,7
49,4
20,8
20,75
16,6
(1,2)
12,4
(4,8)
5,35
(27,2)
8,3
11,1
(1,0)
(3,48)
0,84
Participación (%) de bienes de
Consumo
c/
Intermedios
y mat. prim. c/
Capital
10,0
12,7
14,5
18,5
19,7
53,7
56,0
51,7
42,5
40,4
36,3
31,3
33,8
39,0
39,9
19,3
18,7
19,3
19,4
44,4
47,8
42,8
42,5
36,3
33,5
37,9
38,1
18,9
19,0
19,8
21,6
46,7
51,3
45,4
45,9
34,4
29,7
34,8
32,5
a / Fuente: DANE y DNP. Miles de millones de pesos constantes de 1994. Para el tramo 19901993, que corresponde al anterior sistema de cuentas nacionales con base en precios
de 1975, se partió del dato de 1994 y se descontaron los incrementos anuales obtenidos
sobre los valores en pesos de 1975. Si bien con este procedimiento no se garantiza
exactitud aritmética, pues con el nuevo sistema de cuentas nacionales cambia el
balance de la oferta total, se mantiene para este lapso la tendencia en su comportamiento,
importante para el análisis. Valor de 2002, cálculo provisional del autor con base en
diversas fuentes.
b/ Fuente: Banco de la República, con base en DANE y DIAN. (No coincide con el valor de la
Balanza de Pagos, pues excluye servicios importados). Millones de dólares corrientes.
Valor de 2002, cálculo provisional del autor con base en diversas fuentes.
c / Distribución porcentual de las importaciones en dólares, según tres grandes grupos:
bienes de consumo, bienes intermedios y materias primas y bienes de capital. La
distribución de 2002 es provisional y fue calculada por el autor.
comercial” y la “apertura financiera”. Según la Contraloría General de la
República (1996), la primera puede resumirse así:
“en el lapso poco menos de año y medio (marzo 1990-junio 1991) se efectuaron
cuatro reformas arancelarias que redujeron la tasa promedio de impuestos
desde un 43,7% hasta un 11,4% y disminuyeron el número de niveles
arancelarios distintos, de 20 a prácticamente 4: 5%, 10%, 15% y 20%. Por otra
Universidad Autónoma de Colombia
50
JULIO SILVA-COLMENARES
parte, se liberó la casi totalidad del universo arancelario de controles
administrativos, mediante la eliminación de las listas de prohibida importación
y de licencia previa: en diciembre de 1989 sólo 28,8% de las posiciones
arancelarias eran de libre importación, mientras que en noviembre de 1990,
aproximadamente el 98% se encontraba en ese régimen de libertad”.
Al lado de la “apertura comercial” se dio la “apertura financiera” que, en
términos sencillos, implicó la liberación del mercado cambiario, con la
eliminación del monopolio que tenía el banco central para el manejo de las
divisas y la determinación de la tasa de cambio, mayor presencia de los
intermediarios financieros en las relaciones monetarias con el exterior,
legalizó las cuentas corrientes en moneda extranjera y amplió las facilidades
para la inversión extranjera y el endeudamiento externo. Una cuantiosa
presencia de divisas en el mercado doméstico, producto de la “apertura
financiera”, llevó a una sustancial revaluación del peso, que llegó a casi el
30% para 1994 y 1995 y el 50% para 1996, en comparación con el dólar
estadounidense si tomamos como tasa de cambio de equilibrio la existente
en 1988; situación que sólo se revierte a partir de 1997, para alcanzar el punto
de equilibrio (paridad de poder adquisitivo) en 2000 y llegar a una devaluación
efectiva de 15% en 2002, también respecto a 19884. En nuestra opinión, la
apertura financiera fue más perjudicial para la economía que la apertura
comercial, por los efectos que produjo sobre la tasa de cambio, la tasa de interés
y el comportamiento monetario.
Para el segundo cuatrienio que incluye el cuadro 4 el crecimiento de las
importaciones se reduce de manera notoria y su monto disminuye para 1998
en términos absolutos, tanto en pesos como en dólares; como producto de esta
caída, el crecimiento medio anual efectivo fue de 2,86% en pesos y de casi el
doble, 5,35%, en dólares. Debe recordarse que para los dos primeros años
(1995-1996) las importaciones tenían todavía el estímulo de la revaluación
del peso colombiano. Debido a la recesión crónica que se inicia en 1998 y a
un mayor precio interno del dólar, las importaciones se desestimulan y
muestran una disminución media de 2,31% anual en pesos y de 3,48% en
dólares durante el tercer cuatrienio. Tal disminución lleva a que en el lapso
de los últimos ocho años que muestra el cuadro 4 las importaciones crezcan
poco, pues en pesos colombianos constantes lo hacen al 0,24% anual y en
dólares corrientes al 0,84% anual.
Puede decirse que en el lapso 1991-94 se concentra la criticada “apertura de
una sola vía”, pero estimulada más por una persistente revaluación del peso
colombiano que por cambios en el arancel y la política aduanera. Según GAVIRIA
(2001), teórico y analista del comportamiento monetario, sin desconocer el
efecto de los cambios arancelarios, hay que señalar la importancia que tuvo
4
Cálculo del autor, teniendo como base los índices de precios al consumidor —IPC— de Estados Unidos y
Colombia.
Economía y Desarrollo - Septiembre 2003, vol. 2, n° 2
COLOMBIA: CRISIS DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO
51
la “vigencia de un dólar barato para los importadores”, a lo que se suman “las
insensatas elevaciones en las tasas de interés ordenadas por nuestras
autoridades monetarias para proteger una banda cambiaria que a la postre
fue necesario eliminar”, por lo que la solución para la “catástrofe que hoy vive
Colombia” no se encuentra en la “abolición de la apertura económica y menos
aún en el regreso al proteccionismo (...)”. Por consiguiente, la disminución
observada en el valor agregado en los bienes y servicios de producción
nacional a partir de 1998, así como el alto desempleo de finales del siglo XX
y principio del XXI, tampoco tienen como principal razón explicativa las
importaciones, aunque no puede desconocerse su efecto.
B. Las importaciones y el crecimiento económico
No deja de llamar la atención, por qué desvirtúa el discurso que achaca la
crisis económica al aumento de las importaciones, lo ocurrido al mismo
tiempo con el incremento del PIB total y el consumo de los hogares. Durante
el primer cuatrienio que muestra el cuadro 4, cuando las importaciones
crecieron a un ritmo rápido, el PIB total lo hizo al 4,30% anual, el PIB
agropecuario al 1,60%, el industrial al 2,12%, la construcción al 10,95%, el
comercio, restaurantes y hoteles al 4,50% y el transporte, el almacenamiento
y las comunicaciones al 4,73% anual, como puede verse en el cuadro 3. Esto
cinco sectores representan más del 50% del PIB. Si bien puede decirse que
este crecimiento bruto fue ilusorio, como argumentan muchos, lo cierto es
que se dio y las cifras son incontrovertibles. Claro está que esto tampoco
puede llevarnos al otro extremo: establecer una relación directa de dependencia
entre el comportamiento de las importaciones y el crecimiento económico;
entre otras cosas, porque a pesar del aumento de las importaciones, la
producción foránea no alcanzó a llegar al 20% de la oferta total, cuando en
épocas de alta protección oscilaba alrededor del 15%.
En cambio, durante el segundo cuatrienio, cuando el crecimiento de las
importaciones cayó, el aumento en el PIB total bajó al 2,80% anual pero a
cuatro de los cinco sectores mencionados les fue peor: la actividad agropecuaria
creció a sólo el 0,78% anual, la industrial al 1,07%, el comercio y similares
al 0,73% y la construcción pasó a una tasa de decrecimiento del 4,24%; se
salvó el transporte, almacenamiento y comunicaciones que creció al 4,65%
anual. Para el tercer período, cuando las importaciones disminuyen en
términos absolutos, tanto en pesos como en dólares, el PIB se precipita a un
crecimiento de apenas el 0,36% anual, al tiempo que la industria creció al
0,17%, el sector agropecuario al 1,43%, recuperándose un poco respecto al
cuatrienio anterior, y el transporte, almacenamiento y comunicaciones al
1,75%; en la construcción se agravó la crisis, con una disminución del 6,21%
anual, y el comercio también mostró una tasa negativa del 0,87% anual.
Fenómeno similar ocurre con el consumo de los hogares: durante el primer
cuatrienio crece al 4,14%, durante el segundo al 2,00% y durante el tercero
al 0,47% anual, como lo veremos con más detalle en acápite posterior.
Universidad Autónoma de Colombia
52
JULIO SILVA-COLMENARES
Si bien las importaciones no crecieron durante el lapso 1995-2002 a los
ritmos que dan a entender quienes creen que es nuestra modesta apertura
la causa de la pérdida de la dinámica económica, pues en pesos colombianos
constantes lo hicieron al 0,24% y en dólares al 0,84% anuales, mientras el
PIB total crecía al 1,57% anual en esos ocho años, sí se observa, a medida que
disminuye su ritmo de crecimiento, un cambio en su composición que debe
analizarse con detenimiento. Puede significar, de mantenerse, problemas
en la reproducción ampliada por debilidad en la renovación del aparato
productivo, por un lado, y competencia peligrosa para la oferta interna de
bienes consumo e intermedios y materias primas, por el otro lado.
Según el cuadro 4, mientras la participación de los bienes de consumo en las
importaciones ascendió del 10% en 1990 a casi el 20% en 1994, duplicándose
su peso relativo en cuatro años, esa proporción se mantiene hasta el año
2001, con un ligero incremento en 2002. En valores absolutos, las
importaciones de bienes de consumo crecen de manera acelerada durante la
primera parte de los años noventa, pues más que se cuadruplicaron entre
1991 y 1994-1995; aumentaron luego hasta casi US$3.000 millones anuales
en 1997-98, disminuyeron en los años de fuerte contracción y regresaron en
los años iniciales del siglo XXI a las cifras del comienzo de la segunda parte
de los noventa.
Pero en la composición de los bienes de consumo hubo un cambio que es
preocupante y debe investigarse más. Mientras los bienes de consumo no
duradero representaban en 1990 menos del 45%, al principio del siglo XXI ya
bordean el 60%, más de US$1.500 millones anuales, quedando a los duraderos
alrededor del 40%, cerca de mil doscientos millones de dólares. Y el incremento
en los no duraderos no se explica por aumento en las importaciones
tradicionales: trigo, sorgo y soya sumaron en el trienio 2000-2002 un
promedio anual de US$270 millones, cuando a mediados de los noventa
llegaban a US$200 millones, al tiempo que harinas, preparados y aceites de
pescados más bien disminuyeron de US$75 millones anuales a mediados de
los noventa a US$60 anuales en este último trienio. Como se supone que las
importaciones de bienes de consumo están orientadas, en lo fundamental,
hacia los hogares, no deja de ser paradójico que al tiempo que llegan a tal
valor, el consumo de los hogares más bien se contraiga, en especial a partir
de 1995. Dado el peso que tienen las actividades ilícitas en el país, la pregunta
inevitable es: ¿habrá en ese comportamiento algo de importaciones ficticias
para “lavar dinero sucio”?
Mientras tanto, las importaciones de bienes intermedios y materias primas,
así como de bienes de capital, muy vinculados a la reproducción ampliada,
perdieron peso relativo, con un comportamiento diferenciado. El primer grupo
pasó de representar cerca del 55% a principio de los años noventa a una cifra
alrededor del 45% a principios de la primera década del siglo XXI. A pesar de
esta disminución relativa, su valor absoluto pasó de US$3.000 millones a
Economía y Desarrollo - Septiembre 2003, vol. 2, n° 2
COLOMBIA: CRISIS DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO
53
cifras cercanas a US$5.900 millones en el mismo lapso. En el caso de los
bienes de capital, fundamentales para la renovación y la ampliación de la
base productiva, la situación es crítica. De representar alrededor del 35% al
comienzo de la década de los noventa, llegaron hasta el 40% en 1993 y 1994,
cuando el auge de la apertura y los años de la revaluación, para caer a menos
del 33% al final del lapso analizado. En valores absolutos aumentó desde cerca
de US$2.000 millones a principio de los años noventa a más de US$5.000
millones en 1995, para caer a un promedio de US$3.500 millones en 1999 y
2000 y ascender a algo más de US$4.000 millones entre 2001 y 2002.
En bienes de capital para la industria, que representa cerca del 60%, la
situación es similar; de importaciones de US$1.300 millones en 1990, se
llegó a casi US$3.800 millones en 1997 y 1998, para caer a cifras por debajo
de US$2.400 millones en los años finales del período. Como lo muestra la
evidencia empírica, en la industria no se han desarrollo proyectos nuevos,
para aumentar la oferta, y la inversión se concentra en la renovación o
mejoramiento de los equipos, para aumentar la productividad y disminuir
costos. Una encuesta industrial de Fedesarrollo dice que:
“los empresarios han preferido renovar sus equipos, más que hacer inversiones
para ampliar su capacidad de producción. Entre otras razones, esta última
decisión ha sido tomada debido a la precaución que tienen los industriales
ante la baja demanda interna y a que el crecimiento de la economía mundial
también se ha dado a un ritmo lento”. (La República, 5 de marzo de 2002, p. 5A).
C. Importaciones: ¿apertura comercial o apertura financiera?
Según la revista Dinero, la apertura de comienzo de los años noventa ocurrió
más en los discursos que en la realidad. De acuerdo con el economista
agrícola CARLOS FELIPE JARAMILLO no fue “la apertura, sino la revaluación del peso,
la causa de que el sector redujera su crecimiento a 1,2% promedio anual
entre 1990 y 2001, luego de crecer 2,9% en los años ochenta”. Además, el país
desarrolló el sistema de protección agropecuaria conocido como de franja de
precios, que es casuístico, acomodaticio y tiende a favorecer a quienes tienen
más cercanía al poder estatal. Por eso se le identifica como poco transparente.
Como dice el informe de Dinero,
“si bien el sector agrícola registra aranceles de 14,8% en promedio, en el caso
de los productos pertenecientes al sistema de franjas los aranceles se
incrementan a un nivel promedio de 54%. (...) Aunque su objetivo original era
atenuar los efectos de los cambios bruscos en los precios internacionales
sobre el mercado doméstico, el instrumento ha servido más para elevar la
protección del sector que para neutralizar las fluctuaciones de los precios
internacionales. Así, por ejemplo, en un producto como el azúcar, donde el
arancel es de 20%, la protección derivada del sistema de franjas lleva la
protección a casi 70%”, lo que “permite cobrar precios altos en el mercado local
Universidad Autónoma de Colombia
54
JULIO SILVA-COLMENARES
y ha generado un enorme problema de competitividad para las industrias de
esta cadena, como dulces y chocolates”.
“Los efectos negativos de la protección agrícola aparecen en muchos frentes,
dice el informe citado. Los economistas ÁLVARO BALCÁZAR, MARTHA LUCÍA OROZCO y
HENRY SAMACÁ, en una investigación realizada para el Banco Mundial y la FAO,
estimaron que en 2001 los consumidores colombianos pagaron cerca de
US$1.460 millones como costo de proteger al agro. (…) Este costo, además, es
creciente, pues la cifra había sido de US$401 millones en promedio entre 1991
y 1993. Así, es evidente que el sistema de protección extrae cada vez más
recursos de nuestros bolsillos”. (Revista Dinero, 30 de mayo de 2003, pp. 30,
32 y 34).
Como dice con franqueza el ex ministro RUDOLF HOMMES, esta protección llega
al bolsillo de
“los agricultores más ricos (84% de ese subsidio beneficia directamente a los
productores de arroz, azúcar, maíz y leche)”. Esta investigación, dice HOMMES,
significa un “poderoso desafío analítico” a la “visión tradicional de los
agricultores ricos que han determinado el rumbo de la política durante la
mayor parte del tiempo y se han generado rentas improductivas incalculables”.
(El Tiempo, 6 de junio de 2003, p. 1-19).
Como dijo en su columna habitual del diario La República (7 de mayo de 2003,
p. 4A) el ministro de Comercio, Industria y Turismo, JORGE HUMBERTO BOTERO, sin
negar la “defensa racional y selectiva del campo en las negociaciones
internacionales”, hay que tener en cuenta que
“los excesos de protección se transmiten a los precios domésticos y disminuyen
las posibilidades de consumo de los sectores populares. En esta materia,
pues, resulta indispensable realizar un balance adecuado entre la tutela de
los intereses de los productores, en especial de los campesinos, y el bienestar
de los consumidores, No se pierda de vista que el 70% de la población vive en
zonas urbanas, que la actividad agropecuaria genera sólo el 12% del PIB y que
el 75% de los pobres habita en las ciudades”.
Pero además hay que tener en cuenta que mientras en los países desarrollados
los gobiernos sufragan los subsidios proteccionistas, con cargo a los impuestos,
en un país como Colombia son los consumidores quienes los pagan a través de
los precios finales. Por tanto, hay que buscar mecanismos más transparentes,
democráticos y equitativos para proteger la producción que deba ser protegida,
con acciones estatales que ayuden a elevar la productividad y la competitividad
y no a preservar mercados cautivos, lo que lleva a mayor concentración del
ingreso.
Como lo muestra el cambio en el uso o destino económico, así como las
importaciones por secciones del arancel, según los reportes del Banco de la
República, fueron las importaciones de bienes de capital las sacrificadas,
seguidas por los bienes intermedios y las materias primas, mientras crecen
Economía y Desarrollo - Septiembre 2003, vol. 2, n° 2
COLOMBIA: CRISIS DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO
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los bienes de consumo, con énfasis en los no duraderos. Por tanto, seguimos
pensando que en la crisis de crecimiento económico, que se agudiza en la
segunda parte de los noventa, tienen más peso factores internos, estructurales,
que los factores externos, más coyunturales, sin que esto signifique desconocer
que los cambios en las relaciones económicas con el exterior tengan algún
efecto. Queremos insistir que por magnificar a veces a los “enemigos”
externos no se ven las causas internas, lo que favorece a quienes se han
beneficiado de ellas.
Las cifras analizadas muestran que las importaciones tendrían menos culpa
en la recesión crónica de la que les achaca el discurso contrario a la búsqueda
de un mercado más abierto y menos monopolizado, discurso muy popular en
Colombia. Y que más bien es la recesión, con una disminución drástica en
la demanda, en especial para inversión, lo que explica la caída en las
importaciones. Es decir, las importaciones tuvieron el comportamiento
convencional de décadas anteriores: crecieron mientras la economía crecía,
sin que quiera decirse que son la causa eficiente del crecimiento, y se
estancaron y disminuyeron cuando la economía entró en recesión. Igual
fenómeno se observa respecto a la revaluación: las importaciones crecían
mientras se mantuvo la revaluación y disminuyeron cuando se corrigió y
pasamos a una devaluación efectiva. En cambio, no puede decirse que la caída
en las importaciones obedezca a un “cierre” de la “apertura comercial”, pues
en realidad las normas que rigen el comercio exterior no tuvieron
modificaciones sustanciales durante la segunda parte de los años noventa.
Por eso creemos que el déficit comercial de 1993 a 1998, que llegó a más de
US$20.000 millones, con el predecible efecto sobre la producción nacional, no
es tanto producto de la apertura comercial (disminución de aranceles y
cambios en las normas de importación) cuanto de la apertura financiera
(facilidades para el ingreso de capital-dinero, incluidos préstamos para el
gobierno nacional) que revaluó el peso y, por ende, abarató las importaciones
y encareció las exportaciones. Como dijo en una entrevista a mediados de
2003 el Contralor General de la República, ANTONIO HERNÁNDEZ GAMARRA, ministro
durante el gobierno de SAMPER PIZANO y miembro de la Junta Directiva del Banco
de la República, el origen de la crisis se encuentra en la “política de apertura
de la cuenta de capital” de principio de los años noventa, lo que generó “una
avalancha de dólares. Esa avalancha provoca una revaluación que, junto con
la apertura de las importaciones y la reducción de los aranceles, le dan un
golpe mortal a la industria y la agricultura nacionales. Allí está la génesis de
la crisis”. (Lecturas Dominicales, El Tiempo, 25 de mayo de 2003, p. 4).
Creemos que entre “apertura financiera” y déficit comercial se creó un
círculo diabólico: a mayor apertura, más revaluación con más importaciones
y mayor déficit comercial, lo que a su vez obligaba a mayor apertura hacia el
capital dinerario proveniente del exterior. Para confirmar el “peso” que tiene
el déficit en cuenta corriente y la “solución” que se encontró con la cuenta de
Universidad Autónoma de Colombia
56
JULIO SILVA-COLMENARES
capital, en el cuadro 5 presentamos el movimiento resumido de la balanza de
pagos, en donde se observa que las reservas internacionales no disminuyeron
debido a la compensación que produjo la cuenta de capital, en especial por
incremento del endeudamiento externo, la llegada de inversión extranjera y
algún capital “golondrina”, cuyos poseedores parecen más bien buitres.
CUADRO 5
Balanza de pagos y reservas internacionales 1990-2002
(Millones de US$)
Años
Cuenta corriente
a/
Ingresos
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
Total
10.053
11.188
11.429
11.648
13.744
15.436
15.727
16.070
15.294
16.595
18.599
18.242
17.521
191.546
Egresos
9.510
8.842
10.553
13.867
16.857
19.823
20.511
21.817
20.146
15.924
17.979
19.656
19.099
214.584
Cuenta
de capital
Reservas
internacionales
Saldo
Saldo
Valor neto
543
2.346
876
(2.219)
(3.113)
(4.387)
(4.784)
(5.747)
(4.852)
671
620
(1.414)
(1.578)
(23.038)
(16)
(829)
127
2.930
2.789
4.741
6.676
6.586
3.313
(645)
(2)
2.225
1.172
29.067
4.501
6.420
7.713
7.869
8.095
8.446
9.933
9.905
8.740
8.101
9.004
10.192
10.841
Fuente: Banco de la República, según lineamientos del MANUAL V. de Balanza de Pagos del
FMI.
a/ Tanto en ingresos (exportaciones totales) como en egresos (importaciones totales),
incorpora el movimiento de bienes, servicios y transferencias.
Como resalta en el cuadro 5, en los años cuando la balanza en cuenta
corriente (comercio neto de bienes y servicios) es favorable, el saldo de la
cuenta de capital puede ser negativo, pues no es tanta la urgencia para
conseguir recursos líquidos en el exterior. Durante el bienio 1990-1991 la
cuenta corriente fue superavitaria en casi US$2.900 millones, mientras la
cuenta de capital fue deficitaria en cerca de US$850 millones; al final del
período, durante el bienio 1999-2000 volvió a ocurrir algo similar. En cambio,
durante 1993-1998, seis años, la cuenta corriente fue deficitaria en más de
US$25.100 millones, lo que obligó al país a buscar o a atraer recursos del
exterior para mantener el saldo de las reservas internacionales en niveles
normales para “tranquilidad” de los acreedores externos. Para los trece años,
el déficit acumulado en la cuenta corriente pasa de US$23.000 millones,
mientras hay un superávit en la cuenta de capital de un poco más de
Economía y Desarrollo - Septiembre 2003, vol. 2, n° 2
57
COLOMBIA: CRISIS DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO
US$29.000 millones, diferencia que explica el incremento en las reservas
internacionales netas.
Como es también evidente a simple vista, el período en que se acumula tan
cuantioso déficit en cuenta corriente corresponde a los años de mayor
revaluación del peso colombiano (véase cuadro 6), por lo que se acentúa la
hipótesis de que tal déficit no puede explicarse sólo por la “apertura comercial”,
o sea por los cambios arancelarios y para-arancelarios realizados en los dos
primeros años del gobierno GAVIRIA TRUJILLO, sino en especial por la “apertura
financiera”, esto es, facilidades para el ingreso de capital dinerario por
diversos medios, ejecutada al mismo tiempo. Pero no todo el déficit de la
cuenta corriente corresponde al comercio de bienes (importaciones y
exportaciones), como puede verse en el cuadro 6, en donde mostramos tales
movimientos, acompañados de la revaluación (devaluación), tomando como
punto de equilibrio la tasa de cambio de 1988, después del ajuste cambiario
efectuado por el gobierno de BELISARIO BETANCUR.
CUADRO 6
Comercio de bienes y revaluación (devaluación) efectiva 1990-2002
Años
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
Total
Exportaciones
Comercio exterior de bienes
Importaciones
Balanza comercial
Millones US$
Millones US$
6.721,7
7.114,6
6.900,0
7.116,1
8.398,7
10.126,0
10.587,0
11.522,9
10.890,2
11.575,4
12.933,7
12.044,8
11.907,7
127.838,8
5.589,4
4.958,1
6.579,1
9.831,5
11.881,2
13.853,2
13.683,5
15.377,6
14.634,6
10.658,6
11.538,5
12.833,8
12.699,1
144.118,2
Millones US$
1.132,3
2.156,5
320,9
(2.715,4)
(3.482,5)
(3.727,2)
(3.096,5)
(3.854,7)
(3.744,4)
916,8
1.395,2
(789,0)
(791,4)
16.279,4
Dif. s/BCC a/
589,3
(189,5)
(555,1)
(496,4)
(369,5)
659,8
1.687,5
1.892,3
1.107,6
245,8
775,2
625,0
786,6
6.758,6
Revaluación
(devaluación)
efec. % s/1988 b/
(11,16)
(2,68)
2,25
11,67
28,97
26,51
46,36
31,62
26,81
11,00
(1,20)
1,86
(14,89)
Fuente: Banco de la República.
a / Como diferencia absoluta entre saldo o balanza en cuenta corriente —BCC— (cuadro 5)
y balanza comercial (cuadro 6). O sea 23.038,0 -16.279,4 = 6.758,6. Corresponde al
aporte de factores diferentes al comercio de bienes (intereses, dividendos, etc.) a la
balanza en cuenta corriente.
b/ Corresponde a la revaluación (devaluación) efectiva tomando como punto de equilibrio
la tasa de cambio al finalizar 1988, con base en el IPC de Colombia y Estados Unidos.
Cálculos efectuados por el autor.
Universidad Autónoma de Colombia
58
JULIO SILVA-COLMENARES
Como se desprende del cuadro 6, el déficit comercial explica el 70% del déficit
en cuenta corriente durante esos trece años, correspondiendo el resto, más
de US$6.700 millones a la combinación de otros factores, como intereses y
dividendos, tanto de ingreso como de egreso. Para los seis años de alto déficit
en cuenta corriente, 1993-1998, la parte que corresponde al déficit comercial
se eleva al 82%, lo que corrobora que la apertura financiera, principal
culpable de la revaluación, estimula más las importaciones que los cambios
que introdujo a principio de los años noventa la apertura comercial. Como lo
comprueba la última columna del cuadro 6, los años de mayor revaluación
coinciden con el período 1993-1998.
III. Economía colombiana: entre la protección y la apertura
Si bien la suma de PIB e importaciones da como resultado la oferta total, en su
análisis debe tenerse cuidado, pues no son magnitudes homogéneas, ya que
el PIB es sumatoria de valores agregados y las importaciones corresponden a
precios finales. El cuadro 7 presenta el peso de cada uno de estos componentes
respecto a la oferta total. De acuerdo con esas cifras, y con la salvedad
anterior, la proporción de las importaciones como componente de la oferta
total aumentó hacia 1994 y 1998, como efecto de la “disparada” de las
importaciones a mediados de los noventa, pero para el año 2002 vuelven a
bajar. Estas cifras permiten reiterar que la economía colombiana no tiene
una fuerte “apertura comercial hacia fuera”.
CUADRO 7
Composición de la oferta total - 1990-2002
(Miles de millones de $ de 1994)
Conceptos/
años
1990
a/
%
sobre
O.F.
1994
%
sobre
O.F.
1998
%
sobre
O.F.
2002
%
sobre
O.F.
PIB total
735,3
114,3
86,5
13,5
67.532,9
14.127,3
82,7
17,3
75.421,3
15.816,1
82,7
17,3
76.524,8
14.404,6
84,2
15,8
Importaciones
Fuente: DANE y Banco de la República. Cálculos del autor.
a / Los valores de 1990 están en miles de millones de pesos constantes de 1975, pues no
es fácil hacer la conversión a pesos de 1994, por los cambios que tiene el nuevo sistema
de cuentas nacionales. Esta circunstancia no afecta el propósito del cuadro, que es ver
los cambios relativos en la composición de la oferta total.
Por tanto, las causas esenciales de la recesión crónica reciente son endógenas
y la búsqueda de soluciones no debe orientarse tanto hacia la oferta, como lo
recomienda la macroeconomía neoclásica, soporte del neoliberalismo, a la
que también, por extraña paradoja, se aferran algunos furibundos
antineoliberales, sino hacia la composición y dinámica de la demanda interna,
sin que ello niegue la necesidad de estudiar a fondo los cambios que ocurren
en la oferta y la demanda externas. Diciéndolo con otras palabras, el
Economía y Desarrollo - Septiembre 2003, vol. 2, n° 2
COLOMBIA: CRISIS DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO
59
estancamiento en la producción de bienes y servicios, incluso en las
importaciones, obedece a factores que han llevado a una fuerte contracción
de la demanda interna, a lo que se agrega el peligro latente de un
estancamiento con deflación en Estados Unidos y Europa, así como la crisis
permanente de Japón, lo que puede llevar a una recesión mundial.
Para concluir esta sección del trabajo, midamos en términos generales lo que
puede denominarse el proceso de “internacionalización” de la economía
colombiana, entendido como la relación comercio exterior/PIB , relación
llamada también grado de apertura. La suma de importaciones y exportaciones
pasó de representar el 18,3% del PIB en 1965 al 20,4% en 1985, lo que muestra
un proceso lento en esos veinte años; luego se acelera el ritmo, siendo mayor
el crecimiento de las importaciones, y la proporción llega al 35,8% en 1994,
asciende un poco en 1998 al 37,8% y regresa al 36% en 2002. La relación se
duplicó en el último tercio del siglo XX, pero no es desproporcionada respecto
a lo ocurrido en países similares a Colombia.
A raíz de la eventual constitución del ALCA, o mercado libre de las Américas,
así como de un posible acuerdo bilateral de Colombia con Estados Unidos, se
ha reanudado la discusión sobre la forma más adecuada de proteger a la
producción nacional, en especial a la agropecuaria, ante la competencia
externa y sobre los estímulos adecuados para aumentar y diversificar las
exportaciones, con el propósito de integrarse mejor a la economía mundial.
En realidad, el Estado colombiano ha sido más activo en proteger el mercado
interno, que en estimular una oferta que sea competitiva en el mercado
externo. En el caso de la protección aduanera, diversas investigaciones han
comprobado que los medios utilizados no cumplieron con la finalidad prevista
en cuanto a precios, calidad y oportunidad de la oferta disponible y más bien
generaron “mercados cautivos” para “productores protegidos”, lo que desembocó
en un mercado interno cerrado y monopolizado, con precios altos y baja
calidad, a costa de unos “consumidores desprotegidos” con ingresos precarios.
Como hemos insistido en diversos medios y es una de las tesis centrales de
nuestro libro La salida, Colombia requiere un mercado más abierto y
democrático. Como recalca el ministro de Hacienda durante la primera parte
de los noventa, RUDOLF HOMMES RODRÍGUEZ, una
“economía cerrada, llena de privilegios para los amigos del régimen y de los
burócratas, no solamente es menos democrática y vigorosa que una abierta,
sino que está destinada a estancarse y eventualmente a derrumbarse, por
puro efecto termodinámico”. (Portafolio, 3 de junio de 2003, p. 46).
Pero no sólo falló esta protección comercial, sino que otras modalidades de
intervención del Estado, que se suponía impulsarían el desarrollo social y el
bienestar de las personas, sólo ayudaron a un leve crecimiento económico y
una modesta diversificación del aparato productivo pero en cambio facilitaron
la consolidación de grandes conglomerados de empresas bajo una férrea
Universidad Autónoma de Colombia
60
JULIO SILVA-COLMENARES
estructura monopolística, ya sea exclusiva o compartida. El resultado de tal
acción durante más de medio siglo llevó a lo que hemos llamado el Estado
privatizado. Ya desde los años cuarenta, con la acción promotora que auspició
el Instituto de Fomento Industrial —IFI— fue palpable que los beneficiarios de
estos recursos subsidiados tenían nombre propio. Otro tanto ocurrió con el
manejo casuístico y preferencial que dio a la política monetaria, crediticia y
de cambios desde 1951 hasta 1991 el Banco de la República, en especial
durante la época de la Junta Monetaria, bajo el supuesto de que tales
facultades, como lo estableció ya en 1951 el decreto-ley 756, se utilizarían
para estimular condiciones propicias al desarrollo de la economía colombiana.
Lo cierto es que a partir de 1982, con la proliferación de fondos administrados
por el banco, y que por extraña paradoja carecían de fondos propios pues se
alimentaban del crédito externo, la emisión primaria o el encaje bancario, se
llegó a una situación que “hizo que se perdiera toda transparencia en el
manejo de los subsidios crediticios”, como lo dijera en un foro realizado en
octubre de 2001 en la Academia Colombiana de Ciencias Económicas el
exdirector del banco central, ANTONIO HERNÁNDEZ GAMARRA (2001), y quien tiene
razones valederas para sostener esta afirmación. En sus palabras, muchos
quisieran volver al régimen de 1951, “es decir, a un banco central que emita
para, por ese medio, favorecer a ciertos sectores de la vida nacional con el
reparto del señoreaje o, lo que es peor, con la asignación ad hoc del impuesto
inflacionario”. Dos años después, cuando HERNÁNDEZ GAMARRA era Contralor
General de la República, insistía en que
“para impulsar el crecimiento necesitamos estabilidad macroeconómica, sin
vaivenes en la tasa de cambio y en la tasa de interés, con rigor fiscal, sin
otorgarles privilegios a los poderosos a través de la emisión por parte del
Banco de la República y con la intención clara de orientar el crédito del sector
financiero, mediante el fortalecimiento de la inversión forzosa, a recuperar y
elevar la inversión privada en el país”. (Lecturas Dominicales, El Tiempo, 6 de
julio de 2003, p. 2).
Al hablar de globalización e internacionalización, es pertinente lo dicho por
AMARTYA SEN en un artículo publicado en Estados Unidos y que transcribió en
forma parcial el diario Portafolio. En su opinión,
“la globalización es un proceso histórico que ha ofrecido en el pasado
abundantes oportunidades y dividendos visibles, y continúa haciéndolo hoy.
(…) El problema central no es la globalización en sí, ni la utilización del
mercado en cuanto institución económica, sino la (…) distribución desigual
de los dividendos de la globalización misma. La pregunta, por tanto, no reside
en si los pobres del mundo pueden obtener o no algo del proceso de
globalización, sino bajo qué condiciones pueden obtener una parte realmente
justa. Urge (…) erradicar los errores que resultan tanto de las omisiones como
de las constricciones que tienden a reducir drásticamente las oportunidades
de los pobres en todo el mundo. La globalización merece una defensa
Economía y Desarrollo - Septiembre 2003, vol. 2, n° 2
COLOMBIA: CRISIS DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO
61
razonada, pero también requiere una reforma razonable”. (Portafolio, 15 de julio
de 2003).
Con el propósito, en especial, de recuperar la decaída inversión en capital fijo,
el gobierno URIBE VÉLEZ prevé una tasa anual de incremento de las importaciones
de 2,1% para el cuatrienio, lo que es consistente con tal finalidad. No obstante,
debe tenerse en cuenta que la aceleración de la devaluación, como ocurrió en
los primeros meses de la administración URIBE V ÉLEZ , desestimula las
importaciones y que en el cuatrienio 1999-2002 más bien disminuyeron.
Además, los empresarios son reacios a embarcarse en proyectos de expansión
o diversificación de la oferta cuando no tienen claridad sobre el comportamiento
futuro de la demanda, aunque no puede desconocerse que un dólar “caro” es un
buen estímulo para la sustitución de importaciones, si bien por otro lado nos
empobrece más, incrementa los costos de producción, hace más penoso el
endeudamiento con el exterior y “abarata” el capital fijo existente en el país.
Como es natural, nadie está en contra de las metas que en cuanto a
crecimiento del PIB total y de las importaciones trae el Plan Hacia un Estado
Comunitario, pues sin crecimiento económico aumenta el desempleo y se
agudiza la pobreza, así se suavicen las condiciones del mercado laboral y se
fortalezcan los propósitos “remediales” del gasto social. Pero veamos a
continuación si el comportamiento pasado de la demanda permite pensar en
el incremento previsto para la oferta y si tienen consistencia otras previsiones
económicas del gobierno URIBE VÉLEZ, relacionadas en lo fundamental con la
demanda, y su capacidad para solucionar la “crisis de crecimiento”.
Bibliografía
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Bogotá.
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milagro que se desvanece? en: diario La Nación (Buenos Aires), (Internet) 12 de
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pronunciada en la Academia Colombiana de Ciencias Económicas, Bogotá, D.C.,
10 de octubre, págs. 6, 9, 12-14 (tomado de la versión multicopiada).
Periódicos El Tiempo, La República, Portafolio y Revista Dinero.
Universidad Autónoma de Colombia
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