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JUAN CARRANZA Editor Juan Carranza Editor Introducción a la Ciencia del Comportamiento El enfoque naturalístico a la comprensión del comportamiento animal debe tener una larga historia o, mejor dicho, prehistoria, para el hombre paleolítico y cazador, al menos en su faceta utilitaria. La conducta de animales más o menos monstruosos o divinos fue también parte de varias mitologías de la antigüedad, en las que los sujetos en cuestión desarrollaron tan diferentes conductas como amamantar a futuros reyes, predar sobre diversos héroes e incluso aparearse con diosas, humanas y ninfas. No obstante, la propia comprensión de la conducta animal tardó mucho el hombre en planteársela seriamente. Para la mayoría de los filósofos grecolatinos el hombre era un ente aislado y, muy alejados de ese papel estelar, los animales eran meros comparsas cuya conducta no merecía gran atención. Así, ni Heráclito ni los filósofos estoicos precisaban observar a los animales para exponer sus ideas sobre la conducta. Su sistema filosófico clasificaba a los seres animados como poseedores o no de alma y en ello radicaba toda la diferencia. Al no disponer de ese alma, los animales actuaban irracionalmente, en palabras de Séneca, «sin reflexión». Aristóteles reconocía en los animales las capacidades de percepción, emociones, memoria, aprendizaje e inteligencia y no era partidario de aquella clasificación dicotómica, ya que sus observaciones le habían convencido de la existencia de diferencias tan sólo graduales entre los seres vivos. En su Historia Animalium (Historiai peri ta zoa), el hombre se sitúa al más alto nivel de la Scala Naturae, aunque su superior capacidad intelectual no difería cualitativamente de la de otras especies. Parte II LAS CAUSAS INMEDIATAS DEL COMPORTAMIENTO: MECANISMOS Y ONTOGENIA FERNANDO COLMENARES Y JUAN CARLOS GÓMEZ 6.1. Introducción Entre los problemas biológicos que todo organismo debe resolver satisfactoriamente si pretende sobrevivir y reproducirse en un determinado escenario ecológico se pueden mencionar: comer (p. ej., qué constituye un buen bocado o una buena presa, y qué debe ser evitado por nocivo; cómo optimizar la explotación de los recursos alimenticios; cómo capturar a las presas) y no ser comido (p. ej., qué constituye un predador y cómo escapar de él); la posesión de un conocimiento preciso de su espacio vital, con detalles sobre las rutas y rutinas tanto de sus presas como de sus predadores, y de la localización en el mismo de elementos importantes (p. ej., los abrevaderos, los lugares para protegerse del sol o de la lluvia, o para escapar de los predadores, etc.); la reproducción (p. ej., quién constituye una pareja sexual adecuada, y cómo aparearse); y el cuidado de las crías (p. ej., cuál es el estilo parental que mejor puede asegurar la supervivencia de las crías). Estos y muchos otros problemas sociales, bióticos y abióticos pueden ser, en muchos casos, lo suficientemente complejos y variables como para exigir del organismo una cierta capacidad para organizar y modificar su conducta de un modo flexible, en función de sus propias experiencias como individuo, o de las experiencias de sus congéneres, con las características del nicho social y ecológico en el que vive. En otras palabras, parece razonable hipotetizar que la capacidad de aprender puede conferir a los organismos que la poseen una ventaja biológica importante al incrementar sus posibilidades de adaptarse mejor a nichos definidos por patrones de organización altamente diversos. Parte III LAS CAUSAS ÚLTIMAS DEL COMPORTAMIENTO: ADAPTACIÓN Y EVOLUCIÓN ALEJANDRO KACELNIK Y CARLOS BERNSTEIN Los modelos de optimización son herramientas imprescindibles en la investigación etológica contemporánea. Gracias al uso de modelos, pode mos establecer una continuidad e interdependencia entre el trabajo em pírico y el teórico. Aunque la optimalidad es una perspectiva centrada en el concepto de función, los modelos de optimalidad integran de un modo u otro todos los diversos niveles de análisis que caracterizan a la etología. No presentaremos aquí una compilación exhaustiva de ejem plos sino que revisaremos unos pocos ejemplos con el objeto de transmi tir una invitación a un modo de pensamiento que ha ejercido influencia en toda la etología contemporánea. Aunque la lista de publicaciones basadas en modelos de optimalidad en etología y disciplinas cercanas como la ecología de poblaciones y la etoecología es enorme, el enfoque no es aceptado universalmente por los etólogos. Aquellos que evitan este tipo de modelo teórico lo hacen por diversas razones, que van desde el temor a las presuntas dificulta des técnicas hasta la creencia de que la perspectiva adaptacionista es una práctica dañina que es virtuoso evitar. Esperamos argumentar en contra de ambas actitudes. Las siguientes referencias ofrecen una variedad de puntos de vista: Parker y Maynard Smith, 1990; Krebs y Kacelnik, 1991; Stephens y Krebs, 1986; Pierce y Ollason, 1987; Gray, 1987; Stearns y SchmidHempel, 1987; Herrnstein, R. J., 1990, y el lector interesado en una perspectiva balanceada puede obtenerla de estas fuentes. 8.1. Integración mediante el uso de modelos Los modelos motivacionales de causación interna Como hemos visto en el capítulo anterior, el concepto de motivación nace de una sencilla observación cotidiana: un mismo estímulo no pro voca siempre una misma respuesta. La presencia de comida puede provo car, unas veces, una ávida respuesta de ingestión por parte de un animal y, otras, puede dejarle indiferente. El hecho de que los animales puedan responder a los mismos estímulos de distinta manera en cada momento se toma como demostración de que existen causas internas que controlan la conducta. En general, existe consenso entre los etólogos actuales respecto a la necesidad de postular variables motivacionales intermedias para expli car la conducta. También existe consenso respecto al hecho de que la conducta es el resultado de la combinación de factores causales internos y externos: el que un animal coma o no en un momento dado depende, por un lado, de su estado fisiológico o motivacional (causa interna) y, por otro, de las propiedades de la estimulación disponible (causa externa; véase capítulo precedente). Las relaciones entre factores internos y externos se intentan explicar mediante Modelos Motivacionales. Ya hemos visto, en el capítulo anterior, los modelos motivacionales clásicos propuestos por Lorenz y Tinbergen. También hemos visto cómo la complejidad de los fenómenos observados ha llevado a abandonar la mayoría de los conceptos en que se basaban estos modelos. ¿Cuáles son los modelos alternativos propuestos por los etólogos actuales? Como ya hemos comentado en el capítulo precedente, no existe un modelo generalmente aceptado por todos los etólogos. Distintos autores han abordado el problema de los mecanismos de la conducta utilizando enfoques distintos. Vamos a ver algunos de ellos. FERNANDO COLMENARES Y JUAN CARLOS GÓMEZ 5.1. Introducción 5.1.1. La ontogenia del comportamiento: definición del problema Desde el instante mismo de su concepción hasta su muerte, es decir,durante la totalidad de su trayectoria de vida (que comprende una etapa prenatal y otra postnatal, subdividiéndose ésta última a su vez en un período de inmadurez y otro de madurez sexual), todo organismo experimenta cambios. Esta es una propiedad básica y característica de todos los seres vivos. Los cambios pueden afectar a cualquiera de los múltiples ni veles de organización de un organismo (tanto observables como inferidos). A continuación describiremos varios ejemplos de cambios ontogenéticos que ocurren en algunos de estos niveles de organización, con un triple objetivo. En primer lugar, ilustrar la magnitud del fenómeno de cambio ontogenético a nivel empírico; en segundo lugar, hacer hincapié en la importancia que tiene el reconocimiento explícito y formal de la existencia de diferentes tipos de explicaciones (p. ej., causales y funcionales) y de diferentes niveles de análisis (p. ej., etológico, psicológico y neurobiológico) para su interpretación y explicación; y, en tercer lugar, enfatizar la conveniencia de integrar tanto la información obtenida en cada nivel de análisis como los tipos de explicación, con el fin de obtener una visión macroscópica y una comprensión holista y sintética del fenómeno estudiado. Esto nos ayudará a introducir, en los siguientes apartados de esta sección, las características del enfoque etológico, que es la aproximación teórica adoptada en este capítulo. Durante el proceso de diferenciación sexual de los mamíferos que, por regla general, tiene lugar durante un período de tiempo restringido de la En: Carranza, J. (ed.). Etología: Introducción a la Ciencia del Comportamiento. Publicaciones de la Universidad de Extremadura, Cáceres, pp. 6391. 1994. En: Carranza, J. (ed.). Etología: Introducción a la Ciencia del Comportamiento. Publicaciones de la Universidad de Extremadura, Cáceres, pp. 93-117. 1994. Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11 Estrategias evolutivamente estables: el juego de la eficacia biológica Vivir y convivir: La vida en grupos sociales Coevolución y carreras de armamentos J. C. SENAR TOMÁS REDONDO MIGUEL ÁNGEL RODRÍGUEZ-GIRONÉS En el capítulo 8 del presente volumen, Kacelnik y Bernstein exponen la técnica de los modelos de optimización. Estos son los modelos apropia dos cuando queremos dilucidar el comportamiento esperado de un ani mal en situaciones en que el resultado de sus actos no depende de lo que haga el resto de la población. Así, siguiendo con el ejemplo de Kacelnik y Bernstein, cuando un pájaro que forrajea debe decidir si regresar al nido para alimentar a sus crías o continuar en el parche en el que se encuentra, no tiene que preocuparse de lo que estén haciendo los demás miembros de su colonia: si lo que limita su tasa de captura de gusanos es el número de los mismos que lleva ya en el pico, el hecho de que otros individuos acarreen tres o siete gusanos por viaje al nido no tiene repercusión alguna en su tasa de aprovisionamiento. Sin embargo, en numerosas situaciones el resultado de una acción depende en gran parte de la frecuencia con que se realice dentro de la población. Como veremos, en estos casos el criterio de optimalidad clásico no nos permite obtener la solución del problema: ésta debe cumplir un criterio de estabilidad, no de optimalidad. Ambos conceptos son lógica mente muy similares ya que, tanto en un caso como en el otro, tratamos de encontrar los fenotipos a los que conducirá la evolución por selección natural. La diferencia entre ambos criterios radica en el formalismo ma temático que debe emplearse y quedará clara a medida que estudiemos diversos ejemplos. El formalismo que emplearemos nos viene de la teoría de juegos, desarrollada en un principio para ser aplicada en sociología y economía (Von Neumann y Morgenstern, 1953). Utilizado explícitamente por primera vez por Lewontin (1961) para el estudio de la evolución, de bemos su difusión en este campo principalmente al trabajo de Maynard Smith (Maynard Smith y Price, 1973; Maynard Smith, 1974; Maynard Smith y Parker, 1976, entre otros). El lector interesado en una presentación rigurosa del formalismo matemático sobre el que reposa la aplicación a 09 Estabilidad Modelos de optimalidad en etología 07 Filogenia Capítulo 8 El desarrollo del comportamiento: aspectos funcionales y evolutivos 06 Desarrollo Capítulo 6 08 Optimalidad En: Carranza, J. (ed.). Etología: Introducción a la Ciencia del Comportamiento. Publicaciones de la Universidad de Extremadura, Cáceres, pp. 25-38. 1994. 4.1. La ontogenia del comportamiento y sus mecanismos Vivir, de por sí, no es fácil, pero a cualquiera que le preguntemos de la vida con otros, seguro que nos dirá que el «convivir» ¡es más difícil aún! Sin embargo, pese a ello, un gran número de especies, incluido el hombre, son sociables y viven en grupos. Es indudable por tanto que esa agrupación les confiere a todos ellos algún beneficio. En el presente ca pítulo trataremos de averiguar cuales son esas ventajas (y desventajas), y se estudiará cómo se regula esa vida en grupo a fin de facilitar la lla mada convivencia. 10.1. 10.1.1. Ventajas y desventajas de vivir en grupo Protección contra los predadores La razón más importante por la que la vida en grupo puede ser un eficaz mecanismo de defensa contra los depredadores está relacionada con la mejora en la tasa de vigilancia del grupo con respecto al individuo solo, a la vez que el animal dispone de más tiempo útil para alimentarse (Lima y Dill, 1990). En el jilguero (Carduelis carduelis), por ejemplo, se ha podido comprobar que el número de veces que un individuo solo le vanta la cabeza para vigilar si aparece algún depredador es más del doble que si está en un grupo de seis individuos (fig. 10.1) (Glück, 1987a). El in dividuo, por tanto, vigila menos, pero la tasa de vigilancia del grupo casi se triplica (fig. 10.2). La razón es clara: cuatro ojos vigilan más que dos. Lo importante, sin embargo, es que el individuo no solo esta más prote gido, sino que al vigilar menos, tiene más tiempo para comer. Así se ha podido calcular que los jilgueros en grupos de siete individuos ingieren un 20% más de semillas de acedera (Rumex acetosa) que los jilgueros que van solos (fig. 10.2) (Glück, 1986, 1987a, b). 11.1. Introducción Desde el punto de vista de la evolución de un ser vivo, los factores ambientales más importantes a los que debe ir adaptándose su linaje genético no son elementos físicos del medio sino otros seres vivos con los que, frecuentemente, interacciona. Esto es consecuencia de que, a diferencia de las cosas inanimadas, los otros seres vivos poseen la capacidad de responder a una adaptación cualquiera desarrollando a su vez otra adaptación. Por ejemplo, un animal necrófago que resuelve el problema de cómo encontrar comida es probable que pueda disfrutar de los beneficios de tal adaptación durante un tiempo muy largo, en tanto la abundancia y distribución de los cadáveres de los que se alimenta permanezcan más o menos constantes. Pero un predador que caza presas vivas al galope es un potente factor de selección para las presas. Estas serán seleccionadas para correr cada vez más rápido, lo que a su vez crea una selección sobre los predadores para ser aún más veloces y así sucesivamente. El carácter «garras veloces» en el predador ha evolucionado en respuesta al carácter «patas veloces» en la presa, que a su vez evolucionó en respuesta al predador. La evolución conjunta de caracteres en dos linajes genéticos como resultado de la interacción entre ambos se denomina coevolución. Cuando, como en el ejemplo anterior, una adaptación en un linaje cambia la presión selectiva en el otro linaje, dando lugar a una contra-adaptación, y viceversa, se produce como resultado un proceso inestable y desenfrenado en escalada que los ecólogos del comportamiento llaman «carrera de armamentos coevolutiva»: las espadas se vuelven afiladas, así que los escudos se hacen más gruesos, con lo que a su vez las espadas se vuelven todavía más afiladas (Dawkins y Krebs, 1979). En: Carranza, J. (ed.). Etología: Introducción a la Ciencia del Comportamiento. Publicaciones de la Universidad de Extremadura, Cáceres, pp. 181203. 1994. En: Carranza, J. (ed.). Etología: Introducción a la Ciencia del Comportamiento. Publicaciones de la Universidad de Extremadura, Cáceres, pp. 205233. 1994. En: Carranza, J. (ed.). Etología: Introducción a la Ciencia del Comportamiento. Publicaciones de la Universidad de Extremadura, Cáceres, pp. 235-253. 1994. Capítulo 13 Capítulo 14 Capítulo 15 Capítulo 16 Capítulo 17 Evolución de los comportamientos altruistas y cooperativos Reproducción La evolución del cuidado parental Estrategias individuales de inversión parental En: Carranza, J. (ed.). Etología: Introducción a la Ciencia del Comportamiento. Publicaciones de la Universidad de Extremadura, Cáceres, pp. 255‑297. 1994. Darwin: preguntas sin resolver La selección natural es el concepto básico dentro de la teoría de Darwin que implica la supervivencia del más apto, es decir su posibilidad de una mayor contribución a la siguiente generación en términos de número de descendientes. La selección natural entraña, por tanto, que los individuos se comportan en su propio interés, o expresado de otra forma que sean egoístas. Sin embargo resulta evidente que los animales no se comportan de forma egoísta todo el tiempo. Al menos en apariencia, una de las muestras más evidente de que los individuos ayudan a otros es, desde luego, el cuidado parental (p. ej., padres dando de comer a sus hijos), pero dado que la selección natural favorece que los individuos maximicen su contribución génica a futuras generaciones y los hijos son portadores de copias de genes de sus padres, el cuidado parental se puede considerar genotípicamente egoísta. Sin embargo, existen una gran cantidad de ejemplos en los que los individuos aparentemente se ayudan. Así, en muchas especies depredadoras (lobo, león, etc.) existe una cooperación entre los individuos de un grupo para la captura de la presa; en innumerables especies de aves y mamíferos los individuos realizan sonidos de alarma frente a la presencia de un predador, aun a riesgo de su propia vida; o bien los casos de algunos En: Carranza, J. (ed.). Etología: Introducción a la Ciencia del Comportamiento. Publicaciones de la Universidad de Extremadura, Cáceres, pp. 299-339. 1994. 14.1. Introducción La reproducción es el medio por el cual los seres vivos producen copias directas de su material genético. Una copia del material genético es colo‑ cada en una envoltura más o menos compleja, que ella misma contribuye a construir y que solemos llamar individuo. El predominio de unos modelos vivos sobre otros a lo largo del tiempo está basado en la reproducción diferencial, como ya vimos en el capítulo 7. Un ser vivo puede ser considerado como un elemento del cual se valen los genes que van dentro de él para perpetuarse en el tiempo. Esto lo consiguen pasando a otros elementos vivos (en forma de copias) conforme sus portadores se van gastando como consecuencia de la actividad vital. A este proceso le llamamos reproducción. Para un gen que viaja dentro de un elemento vivo, lo realmente impor‑ tante es conseguir que su portador sea capaz de producir otros elementos donde puedan viajar en el tiempo nuevas copias de ese gen. Todas las actividades que un gen promueva en su elemento portador serán «buenas» (es decir favorecidas por la selección natural) tanto en cuanto contribu‑ yan a aumentar la probabilidad del gen de perpetuarse a lo largo de las generaciones. Parte IV Introducción Ya citamos al hablar del costo del sexo que es la hembra la que tiende, en una mayoría de especies, a seguir aportando la mayor cantidad de inversión postgamética. Pero ¿Por qué es esto así? La respuesta tiene de nuevo que ver con el tamaño y la diferente especialización de ambos gametos. El gameto femenino ha sido seleccionado, en el proceso de evo lución de la anisogamia, para acumular nutrientes y esperar pasivamente la llegada de otro gameto. El gameto masculino, en cambio, se ha espe cializado en buscar al femenino ya que de ello depende el todo o nada de su éxito. Los avances evolutivos encaminados a «llegar hasta el otro» serán fuertemente favorecidos por la selección natural en los gametos masculinos. La estrategia femenina, por el contrario, se beneficiará de los avances evolutivos relacionados con el mantenimiento y protección del óvulo pero muy poco de algún avance que tuviese que ver con movilidad y búsqueda de otro gameto. Incluso aunque existiera tal beneficio, éste sería mucho más alto para los gametos masculinos. Es decir, la selección 16.1. Introducción La forma en que machos y hembras cuidan de sus crías varía mucho entre los distintos grupos de animales. Para ilustrar la gran diversidad de tipos de cuidado parental basta mencionar los patrones más comunes en tres grupos de vertebrados. En muchos peces no hay cuidado parental mas allá de la producción de gametos y cuando lo hay uno sólo de los progenitores se limita a airear los huevos o a protegerlos de los predadores. En aves los óvulos fertilizados se recubren de una cáscara protectora y son expulsados al exterior aproximadamente 24 horas después de la fertilización. Una vez en el exterior los huevos han de ser incubados hasta que eclosionan y los pollos son alimentados por ambos progenitores con comida que aportan al nido. En mamíferos los óvulos fecundados permanecen en el interior de la hembra donde reciben alimento a través de la placenta durante toda la gestación. Después del parto la madre amamanta a las crías hasta que éstas se hacen independientes. En la mayoría de los mamíferos el macho no participa en absoluto en el cuidado de las crías. ¿Por qué cuidan de sus crías de formas tan distintas estos grupos animales? El entender cómo y por qué han evolucionado los tipos de cuidado parental que hoy observamos es un problema fundamental dentro de la biología evolutiva. La importancia de este problema se acentúa cuando se tiene en cuenta que los patrones de cuidado parental determinan en gran medida aspectos tales como el nivel de competición que existe entre machos (o más raramente entre hembras) por conseguir pareja (Trivers, 1972; Gwynne, 1991) y el tipo de sistema de apareamiento (Vehrencamp y Bradbury, 1984; Krebs y Davies, 1987; Clutton-Brock, 1989, 1991). MONTSERRAT GOMENDIO Tradicionalmente se ha considerado que cada especie presentaba pa‑ trones de comportamiento que eran seguidos por todos los miembros de esa especie. Hoy sabemos que esto no es cierto y que dentro de una misma especie los distintos individuos pueden seguir estrategias muy diferentes. En este capítulo se analizará la flexibilidad de los patrones de cuidado parental entre los individuos de una misma especie. Como ya hemos visto en varias ocasiones, para maximizar su propio éxito reproductivo los progenitores han de equilibrar los beneficios derivados de su inversión presente con los costos que supone para su reproducción futura. Por lo tanto, cuando los beneficios y los costos derivados del cuidado parental varían sería de esperar que los progenitores fueran capaces de responder flexiblemente de acuerdo a sus intereses reproductivos. 17.1. Variación en relación a beneficios Recientemente el estudio del cuidado parental se ha visto tremendamente influido por la integración de la teoría evolutiva darwiniana (Darwin, 1859), al igual que muchos otros campos dentro de la etología. Una de las predicciones más obvias es que la inversión parental debería de aumentar cuanto mayor sea el grado de certeza sobre la relación de parentesco, puesto que un animal que invierte en un individuo no empa‑ rentado no obtiene beneficios reproductivos (Winkler, 1987; Montgomerie y Weatherhead, 1988). Dicho de otra forma, cuanto menos seguro esté un progenitor de que una cría es suya, menos debería de invertir en ella. El estudio de acentor común en el jardín botánico de Cambridge provee una vez más evidencia muy clara a este respecto (Burke et al., 1989). En los grupos poliándricos en los que una hembra se aparea con dos machos, el macho dominante intenta evitar continuamente que el macho subordinado se aparee con la hembra, puesto que si ambos se aparean compartirán la paternidad de las crías. Cuando la hembra pone los huevos ambos machos En: Carranza, J. (ed.). Etología: Introducción a la Ciencia del Comportamiento. Publicaciones de la Universidad de Extremadura, Cáceres, pp. 341‑362. 1994. En: Carranza, J. (ed.). Etología: Introducción a la Ciencia del Comportamiento. Publicaciones de la Universidad de Extremadura, Cáceres, pp. 363406. 1994. En: Carranza, J. (ed.). Etología: Introducción a la Ciencia del Comportamiento. Publicaciones de la Universidad de Extremadura, Cáceres, pp. 407-442. 1994. En: Carranza, J. (ed.). Etología: Introducción a la Ciencia del Comportamiento. Publicaciones de la Universidad de Extremadura, Cáceres, pp. 443‑465. 1994. Capítulo 19 Referencias Índice analítico La propia reproducción y las actividades vitales orientadas en último término a ella, son las que «desgastan» a los seres vivos. Existe entonces un balance en términos evolutivos entre dedicar esfuerzo a reproducirse, aunque se produzca un desgaste que disminuya la longevidad, o a tratar de disminuir el desgaste y sobrevivir más tiempo. Puesto que una situa‑ ción hipotética de mínimo desgaste no llevaría a una longevidad infinita ni por supuesto a un aumento en la frecuencia de copias que hiciera pre‑ El bienestar animal. Una evaluación científica del sufrimiento animal ETOLOGÍA APLICADA 15.1. La tarea de producir descendientes mediante reproducción sexual, pro voca una situación de conflicto entre los dos organismos que participan (macho y hembra). El individuo productor de gametos pequeños puede ser considerado como un auténtico parásito del productor de gametos grandes, ya que consigue producir descendientes aprovechando la ener gía procedente del otro. Este hecho, como vimos (capítulo 14), causa una disminución en las posibilidades de la hembra de producir descendien tes a menos que sea capaz de conseguir que el macho invierta. Admitido el hecho de que los gametos son muy diferentes en tamaño, la cuestión relativa al posible equilibrio en la inversión se plantea con respecto a la inversión postgamética o cuidado parental. MONTSERRAT GOMENDIO 16 Parental 13.1. A partir del momento de la publicación de la obra de Darwin El origen de las especies en 1859, se produce una revolución en el mundo científico, cuyas repercusiones alcanzan a nuestros días. Dos fueron sus principales aportaciones: crear una duda razonable acerca de la existencia de un proceso evolutivo sobre la tierra hasta entonces impensable y describir el mecanismo o agente promotor de los cambios e impulsor de dicho proceso evolutivo que Darwin denominó selección natural. JUAN CARRANZA La idea de interacción recíproca es importante puesto que la carrera surge porque cada adaptación en una de las partes influye decisivamente CONCHA MATEOS MONTERO 19.1. Introducción Existe en la actualidad una gran confusión en torno a algunos términos y conceptos que vulgarmente se confunden, como son: Bienestar animal, Protección animal, Conservación y Derechos de los animales, Vida natural o Producción animal. En ellos confluyen –a veces en viva polémica– di‑ ferentes planteamientos mantenidos por colectivos y organizaciones di‑ versas; criterios personales o sistemas de valores; normas de legislación y productividad junto con los primeros resultados obtenidos por una rama científica relativamente incipiente: la ciencia del bienestar animal. Cuando las condiciones del medio son adversas, el individuo utiliza va‑ rios mecanismos para intentar contrarrestar los efectos de esas condicio‑ nes. En este intento, como señala Fraser (1990), el animal puede tener éxito o fracasar, y la intensidad del esfuerzo o los efectos del fracaso pueden ser medidos y valorados científicamente. En los últimos años, un creciente número de investigadores, integrando diferentes ramas del conocimiento, trabajan sobre ello a fin de elaborar unos criterios objetivos, susceptibles de experimentación, que sirvan de indicadores del sufrimiento animal. El Bienestar Animal, como ciencia, trata de determinar el estado en que se encuentran los individuos en su intento de estar en armonía con el medio (Broom, 1986 en Fraser y Broom, 1990), y se refiere, por tanto, al estado de los animales, y no al cuidado o responsabilidad de los seres humanos hacia ellos ni a las ventajas económicas de su explotación, aunque, de hecho, estos aspectos –protección y conservación, legislación y produc‑ ción animal– sean sus principales aplicaciones. Del mismo modo, no puede confundirse esta ciencia con las conside‑ raciones éticas al uso en torno a los animales. De lo que se trata es de de‑ sarrollar un procedimiento científico para conocer el posible sufrimiento En: Carranza, J. (ed.). Etología: Introducción a la Ciencia del Comportamiento. Publicaciones de la Universidad de Extremadura, Cáceres, pp. 493‑527. 1994. Adeyemo, O., y Heath, E. (1982): «Social behaviour and adrenal cortical activity in heifers». Applied Animal Behavioural Science, 8: 99. 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(1982): «Female choice selects for extreme tail length in a widowbird». Nature, 299: 818-820. A abejas, 266, 267, 316 abejas del sudor, 315 abejas euglosinas, 236 aberrantes, 474 aborto, 388 acceso preferente, 264 acentor común, 248, 413, 443 aceptación y rechazo, 248 aceptores, 249, 250 acicalado de cortejo, 263 ácido butírico, 258 Acinonyx jubatus, 237 acoplamiento vocal, 227, 229 acoso sexual, 373 Acris crepitans, 267 Acris gryllus, 267 Acrocephalus scirpaceus, 269 Actitis macularia, 375, 388, 419 actividad motora, 95 actividades de desplazamiento, 74, 75, 76, 79, 80 actividades de interrupción, 75, 514 actividades en vacío, 54, 516 actividades redirigidas, 515 acto consumatorio, 27 acto señal, 256 actor, 237, 255, 264, 268 adaptación, 142, 235, 236, 237, 239, 246 adaptaciones ontogenéticas, 96, 98 adaptacionistas, 287 adecuación biológica, 177 Adenota kob, 371, 385 adiestramiento de los animales, 509 ADN, 264 adorno sexual, 283 adornos, 270, 282, 283 adultos, 219 Aedes sierrensis, 245, 246 áfidos, 316, 321 Agalma okeni, 241 Agelaius phoeniceus, 367 agregaciones, 227 agresión, 36, 210, 221, 229, 243, 256 agresividad, 222, 264 agresivos, 285 agrupaciones, 230, 231 aguiluchos pálidos, 251 aislamiento social temprano, 102 Aix galericulata, 263 alarma, 279 Albon, 198 alelo, 250 alelos de reconocimiento, 311, 312, 315 alimentación óptima, 238 alimento, 172, 209, 215, 230 alometría, 437 alopatría, 267 alternancia, 515 altruismo, 36, 300, 306, 311, 315, 325, 337 altruismo por retorno de beneficio, 331, 332, 337 altruismo recíproco, 332, 333, 334, 335, 337 altruismo reproductivo, 322 allofeeding, 229 ambiente, 108, 129, 130, 131, 132, 134, 135 ambiente social, 480 ambivalentes, 74 amenaza, 256, 276, 287, 294 Amphiprion akallopisos, 380 amplificadores, 292, 293 ánade real, 263 Anas discors, 446 Anas platyrrhynchos, 263 análisis factorial, 31 analogía, 148 Ancalagon saurognathus, 237 andrógenos, 222, 265 anfibios, 259, 278 21 Í. Analítico La mayor parte de las interacciones entre individuos que se describen en este libro implican el uso de señales comunicativas. Las crías del capí‑ tulo anterior solicitan alimento de sus padres mediante señales acústicas y visuales y los cucos imitan tales señales. Los machos utilizan diseños elaborados y posturas para atraer a las hembras o amenazar a otros ma‑ chos rivales y la araña boleadora esparce copias de feromona por el aire para atraer a sus presas. Una señal comunicativa es un comportamiento o estructura anatómica especialmente adaptados para influir sobre el com‑ portamiento de otro animal. Los etólogos han definido la comunicación de una forma operativa: decimos que existe comunicación entre dos animales cuando un observador externo puede detectar cambios predecibles en el comportamiento de uno de ellos (el reactor) en respuesta a determinadas señales del otro animal (el actor) (Wilson, 1975). En realidad, si realizáse‑ mos un registro detallado de todas las acciones que ejecutan dos animales que se encuentran próximos, encontraríamos que la mayor parte de los actos afectan a la probabilidad de que el otro animal ejecute una acción determinada. Arias de Reyna (1977) comprobó que, en diversas especies de córvidos que compiten por el alimento en un comedero artificial, era difícil encontrar un solo acto que no tuviese efecto alguno sobre la pro‑ babilidad de ocurrencia de algún otro acto en individuos próximos. Pero no todos estos actos pueden englobarse en la definición anterior de se‑ ñal comunicativa. Lo característico de éstas es que parecen haber sido diseñadas específicamente para comunicar algo a otros y no poseen otra función importante (fig. 12.1). De otro lado, existen caracteres que han evolucionado bajo un sinfín de presiones selectivas no relacionadas con la comunicación pero que no obstante cumplen una importante función como señales. Un ejemplo típico es el tamaño corporal. Por tanto, una Sistemas de apareamiento y selección sexual 20 Referencias 12.1. Señales comunicativas SEBASTIÁN J. HIDALGO DE TRUCIOS JUAN CARRANZA 19 Bienestar TOMÁS REDONDO 18 Aplicada Comunicación: teoría y evolución de las señales 15 Apareamiento En: Carranza, J. (ed.). Etología: Introducción a la Ciencia del Comportamiento. Publicaciones de la Universidad de Extremadura, Cáceres, pp. 153179. 1994. 14 Reproducción En: Carranza, J. (ed.). Etología: Introducción a la Ciencia del Comportamiento. Publicaciones de la Universidad de Extremadura, Cáceres, pp. 119-136. 1994. 13 Altruismo En capítulos previos se ha enfatizado la diversidad de niveles de expli cación en etología. Se ha dicho que ningún fenómeno del comportamiento tiene una explicación única, pues cada conducta reconoce una historia 12 Comunicación A pesar de que detrás de la larga tradición de estudios sobre el aprendizaje que han desarrollado los psicólogos comparatistas existe una fundamentación evolutiva, lo cierto es que la adopción de una aproximación Capítulo 12 05 Ontogenia Etapa precientífica 10 Grupos Parte I INTRODUCCIÓN 2.1. JUAN CARLOS GÓMEZ Y FERNANDO COLMENARES Capítulo 5 11 Coevolución Mecanismos y causas internas de la conducta 03 Causación Capítulo 4 Una historia de la Etología 02 Historia Introducción a la Ciencia del Comportamiento Capítulo 2 FERNANDO ÁLVAREZ 01 Ámbito ETOLOGÍA Preliminares JUAN CARRANZA Editor 04 Mecanismos Universidad de Extremadura 17 Estrategias etología Introducción a la Ciencia del Comportamiento Cubierta / Contracubierta ETOLOGÍA