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Fecha de Publicación: 14 de noviembre de 2016
Artículo
¿Qué tan pronto es ahora? Un vistazo a las implicaciones de la elección
en Estados Unidos para América Latina
Contactos analíticos
José M Pérez-Gorozpe, Ciudad de México 52 (55) 5081-4442; [email protected]
Joydeep Mukherji, Nueva York 1 (212) 438-7351; [email protected]
Luis Manuel Martínez, Ciudad de México 52 (55) 5081-4462; [email protected]
Cynthia Cohen Freue, Buenos Aires 54 (11) 4891-2161; [email protected]
Arturo Sánchez, Ciudad de México 52 (55) 5081-4468; [email protected]
Diego Ocampo, Sao Paulo 55 (11) 3039-9769; [email protected]
Existe un creciente interés de los inversionistas en torno al potencial impacto de las recientes elecciones
presidenciales en Estados Unidos sobre las calificaciones de S&P Global Ratings en América Latina. En
nuestra opinión, es muy pronto para una evaluación exhaustiva del impacto con base en la retórica de la
campaña electoral. La reacción de los mercados financieros en América Latina, y en otros mercados
emergentes, refleja la inquietud y el grado de incertidumbre sobre la formulación y ejecución de políticas
en Estados Unidos. Consideramos que la incertidumbre por sí sola tiene un impacto sobre la economía
pues los inversionistas probablemente retrasen sus planes y esperen a tener mayor información sobre
las futuras políticas de Estados Unidos. En nuestra opinión, esto podría resultar en perspectivas de
crecimiento económico más lento para muchos países en América Latina, especialmente para México.
Además, consideramos que por ahora las principales fuentes de inquietud para América Latina están
relacionadas con el comercio, un mayor proteccionismo, la inmigración y el flujo de remesas.
El 9 de noviembre de 2016 confirmamos nuestras calificaciones soberanas no solicitadas de largo plazo
de ‘AA+’ y de corto plazo de ‘A-1+’ de Estados Unidos. La perspectiva de las calificaciones de largo
plazo se mantiene estable. La confirmación de las calificaciones refleja la expectativa de que haya una
transición fluida de poder, un aspecto característico de la democracia estadounidense, y la fortaleza de
sus instituciones. Debido a la falta de experiencia del presidente electo, Donald Trump en la función
pública, y su victoria como participante ajeno (outsider) en la política sin una trayectoria establecida,
existe cierto grado de incertidumbre sobre la elaboración y ejecución de políticas. Sin embargo, existe
una diferencia entre la retórica de campaña y las propuestas y ejecución de políticas concretas una vez
en el cargo. Esperamos tener mayor información sobre la formación del gabinete y las propuestas
políticas, particularmente una vez que el presidente electo asuma el cargo. Junto con la victoria de
Donald Trump, el Senado se mantiene en manos de los republicanos, al igual que la Cámara de
Representantes. Por lo tanto, el presidente electo y los republicanos tienen el mandato y la capacidad
para realizar más fácilmente cambios políticos en comparación con un gobierno más dividido en los
últimos años.
Aún está por verse si Donald Trump es capaz de implementar en su totalidad algunas de sus propuestas
económicas, pues su administración podría afrontar obstáculos legales o la falta de respaldo político. No
obstante, una disposición en la Ley de Acuerdos Comerciales de 1974 otorga al presidente autoridad de
vía rápida (fast-track) para “tomar represalias (con protección selectiva) contra cualquier país que se
considere que mantiene prácticas injustas, irracionales o discriminatorias que limiten las exportaciones
de Estados Unidos”. El nuevo presidente podría actuar en este sentido para cumplir con sus promesas
de campaña relacionadas con la política comercial. Cualquiera de estas medidas podría incrementar la
incertidumbre, debilitar las inversiones y tener consecuencias potencialmente negativas para la
economía de Estados Unidos y la mundial.
Acontecimientos inesperados suceden constantemente, y nuestras calificaciones buscan capturar la
resiliencia relativa de las entidades a condiciones externas y económicas adversas o a shocks
inesperados. A medida que tengamos más claridad sobre las políticas de Donald Trump, evaluaremos su
efecto sobre las entidades que calificamos. En este artículo presentamos una visión inicial sobre los
posibles efectos para diversos sectores de América Latina como resultado de un crecimiento económico
potencialmente más lento en algunos países de la región, un mayor proteccionismo y medidas que
podrían tener un impacto sobre las remesas.
Soberanos
Las recientes elecciones en Estados Unidos han generado incertidumbre en torno al futuro de la
economía y las políticas en ese país, y su potencial impacto sobre otros países. La incertidumbre de los
inversionistas sobre las políticas de la nueva administración podría traducirse en volatilidad en los
mercados financieros, incluyendo el mercado cambiario. Los soberanos con deuda externa limitada y con
mercados de capitales en moneda local más profundos, están mejor posicionados para resistir la
volatilidad sin perder acceso a la liquidez. De manera similar, los soberanos con tipos de cambio más
flexibles se beneficiarán de una mayor capacidad para resistir las presiones externas.
Una prolongada incertidumbre de los inversionistas podría dar como resultado una potencial
depreciación monetaria en algunos países de América Latina, lo que podría aumentar el costo de las
importaciones y contribuir a una mayor tasa de inflación. Un evento como tal podría llevar a los bancos
centrales a endurecer su política monetaria mediante el incremento de las tasas de interés con el fin de
contener las presiones inflacionarias, estabilizar las economías, pero debilitando sus expectativas de
crecimiento del producto interno bruto (PIB).
El presidente electo, Donald J. Trump ha criticado los tratados de comercio y la inmigración ilegal a
Estados Unidos. Consideramos que cualquier medida encaminada a la revocación o dilución de los
tratados comerciales podría tener un impacto negativo sobre las exportaciones de países
latinoamericanos. México y sus vecinos en Centroamérica están más expuestos a este riesgo que los
países de Sudamérica. México y Centroamérica también reciben entradas de remesas sustanciales
provenientes de Estados Unidos. Una potencial caída en estas entradas de dólares podría también
reducir el consumo privado en los países receptores. Menores exportaciones y remesas podrían debilitar
las expectativas para el crecimiento económico en estos países. En cambio, la mayoría de los países en
Sudamérica dependen menos de Estados Unidos en lo que respecta al comercio y las remesas, y por lo
tanto son menos vulnerables a estos potenciales cambios de política.
En el caso de México, la incertidumbre de los inversionistas podría retrasar o reducir nuevas inversiones
de parte del sector privado, así como de la inversión extranjera directa. Un evento tal, junto con una
moneda potencialmente más débil, podría disminuir la ya modesta tasa de crecimiento del país.
Esperamos que el PIB crezca ligeramente por encima del 2% en 2016. El crecimiento del PIB real per
cápita en México durante 2011-2015 promedió 1.7% --lento para una economía emergente.
Corporativos
Aún es muy pronto para cuantificar la dimensión y el plazo del potencial impacto que podrían tener
ciertas políticas de la nueva administración de Trump sobre la calidad crediticia del sector corporativo de
América Latina, y hasta el momento no esperamos acciones de calificación inmediatas entre los
emisores corporativos que calificamos. Sin embargo, ciertos riesgos podrían impactar los fundamentales
de algunos sectores en la región. En particular, el sector corporativo de México podría afrontar los
mayores riesgos, dados los estrechos vínculos económicos del país con Estados Unidos.
Tras el resultado de las elecciones en Estados Unidos, muchas de las monedas en América Latina se
depreciaron considerablemente, ya que los inversionistas favorecen los activos financieros
estadounidenses ante la expectativa de un aumento de la tasa de interés de manera más sostenida en el
corto plazo. El peso mexicano fue el más afectado debido a los crecientes temores sobre términos de
intercambio menos favorables con su vecino. Un dólar más fuerte por lo general se traducirá en perfiles
de apalancamiento más débiles para las empresas con deuda sin cobertura denominada en esa
moneda, que es el caso de aproximadamente una tercera parte de la deuda total del sector corporativo
mexicano. Además, las compañías que dependen de las importaciones de Estados Unidos tenderán a
trasladar los incrementos de los costos a los consumidores finales, lo que se traducirá en la compresión
del margen y en ingresos potencialmente menores para algunos minoristas y emisores de productos de
consumo.
Los exportadores de manufactura parecen estar afrontando el mayor riesgo negativo pues el sector
podría afrontar términos de intercambio menos favorables, incluyendo nuevos aranceles e impuestos que
podrían aumentar los costos, afectar los márgenes de utilidad y debilitar los indicadores crediticios. En
específico, consideramos que cambios al Tratado de Libre Comercio de América del Norte podrían
afectar considerablemente la rentabilidad a largo plazo de los proveedores de autopartes, cuya base de
clientes está conformada en gran medida por fabricantes estadounidenses de equipo original.
Por otro lado, las potenciales alzas de la tasa de interés en Estados Unidos y el debilitamiento de las
monedas en América Latina podrían incrementar la inflación en la región, y conllevar a políticas
monetarias más restrictivas y en última instancia reducir el margen para estímulos fiscales y monetarios.
Todos estos factores limitan las expectativas de crecimiento. Aunque el grado de impacto variaría de
acuerdo con la fortaleza relativa de cada economía, las condiciones de negocio probablemente se tornen
menos favorables y el acceso al crédito podría también hacerse más costoso. Seguiremos monitoreando
el desempeño y la exposición de cada compañía que calificamos.
Instituciones financieras
Aunque no esperamos un impacto inmediato sobre las calificaciones de los bancos en América Latina
tras las elecciones en Estados Unidos, podríamos ver un efecto indirecto derivado de la creciente
aversión al riesgo de los inversionistas institucionales, que resulte en mayores costos de fondeo y una
menor inversión, una recuperación económica más débil, depreciación monetaria y presiones
inflacionarias.
En particular, los bancos mexicanos tienen niveles adecuados de capitalización ajustada por riesgo
(RAC, por sus siglas en inglés) que les brindan cierto grado de protección en caso de que la
recuperación de la calidad de activos tome más tiempo de lo esperado, o si un deterioro imprevisto -derivado de un impulso económico más lento—se traduce en mayores provisiones. Nuestro RAC
promedio estimado para el sistema bancario mexicano es de 10.6%, el más alto en América Latina y
entre los más altos en comparación con los de otros países en el mundo. Adicionalmente, el índice de
capital fundamental Tier 1 (medido de acuerdo a los lineamientos de Basilea III) se ubicó en 13.1% en
México al 30 de agosto de 2016. La adecuada posición de liquidez de la banca también brinda protección
crediticia en caso de que aumenten los riesgos de refinanciamiento –ante un posible cambio del apetito
al riesgo de los inversionistas, lo que potencialmente resultaría en una escasez de liquidez—, ya que los
activos líquidos totales cubren considerablemente las obligaciones de fondeo de mercado de los
próximos 12 meses.
Las presiones sobre las monedas locales podrían suponer ciertos riesgos en el corto plazo, dada la
esperada volatilidad alta en los tipos de cambio, particularmente en el peso mexicano. No obstante, la
exposición a los créditos en moneda extranjera en el sistema bancario mexicano se ha mantenido
estable, entre16% y 17% durante los últimos tres años, y no esperamos que este porcentaje cambie en
2016 o 2017. Adicionalmente, una gran mayoría de estos créditos se otorgaron a compañías que
generan ingresos en moneda extranjera, lo que reduce el riesgo relacionado a la depreciación actual y
esperada del peso mexicano. Los bancos también financian estos préstamos con pasivos en moneda
extranjera, lo que evita cualquier descalce cambiario que podría representar riesgos crediticios y de
mercado adicionales. Los bancos de México no otorgan créditos al consumo en moneda extranjera. Por
lo tanto, la exposición a este tipo de créditos es un riesgo manejable. Esto también es cierto para el
sistema bancario colombiano pues los créditos en moneda extranjera representan menos de 6% de los
cartera total en el país.
La depreciación cambiaria en Centroamérica podría variar según el país. Los países a los que
prestaremos mayor atención serían Costa Rica y Guatemala. El alto nivel de dolarización en los balances
del sistema bancario de Costa Rica –de 42% del total de los créditos en los últimos cuatro años—
representa un riesgo significativo, dado que una fuerte depreciación del Colón (la moneda local de Costa
Rica) podría traducirse en mayores niveles de deuda, lo que presionaría los indicadores de calidad de
activos. Los créditos denominados en moneda extranjera otorgados por los bancos de Costa Rica no
necesariamente han sido para generadores de ingresos en moneda extranjera. Por ejemplo, una gran
parte de las carteras de crédito al consumo (hipotecas y créditos para automóviles) fueron otorgadas en
dólares. El alto nivel de créditos en moneda extranjera en Guatemala sigue representando riesgos para
el sistema bancario. Observamos que algunos de estos créditos se otorgaron a clientes sin cobertura (o
a aquellos que no generan dólares en sus operaciones comerciales diarias) cuyo pago podría
definitivamente verse afectado ante un escenario de fuerte depreciación del Quetzal, que como
consecuencia aumente las tasas de morosidad. Los créditos en moneda extranjera representaban 37.5%
del total de la cartera al 30 de septiembre de 2016 pero han aumentado a 38%-39% en los últimos dos
años.
Las implicaciones podrían aumentar en el mediano plazo si las políticas comerciales y económicas del
nuevo presidente debilitan a las economías mexicana, y centroamericanas. Esto último podría ocurrir a
través de políticas comerciales y migratorias que hipotéticamente limiten el flujo de remesas hacia estos
países, lo que potencialmente debilitaría el consumo interno y la calidad de activos, ya que parte de
estas remesas se utilizan con frecuencia para el repago de créditos al consumo e hipotecas. No
obstante, aún no está claro y es incierto dado que la nueva administración no ha concluido sus políticas,
económica, comercial y migratoria, y una vez que lo haga, evaluaremos cualquier implicación para las
calificaciones de las instituciones financieras en la región.
Consideramos que las elecciones en Estados Unidos no tienen un impacto inmediato sobre las
calificaciones de los bancos comerciales en Argentina, Brasil, Chile y Perú. Esto debido a su baja
dependencia de estas economías del comercio y de las remesas provenientes de Estados Unidos. En
este sentido, no esperamos un impacto sobre las calificaciones de las instituciones financieras en
Sudamérica en los próximos 12 meses.
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