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Transcript
1
Los Estudios del Trabajo en América Latina: apuntes para el debate
Antonio Aravena Carrasco
Fuente: ICAL
Introducción
Este texto tiene por objeto describir las principales características y tendencias de
los estudios del trabajo en América Latina. La mirada que entregamos es de
carácter general y pretende identificar los ejes o ámbitos de análisis centrales de
dichos trabajos o investigaciones. Al mismo tiempo, este documento tiene por
objeto reconocer aquellos procesos o fenómenos que han modificado en términos
concretos el trabajo y la situación de los trabajadores en nuestra región.
En las últimas décadas el mundo del trabajo ha experimentado profundos
cambios, los cuales están insertos en mutaciones igualmente significativas en las
estructuras económicas, productivas, sociales, políticas y culturales de las
diferentes sociedades. En este sentido, las reflexiones que proponemos no tienen
sólo una pretensión académica o conceptual, sino que también práctica. Es decir,
nos interesa mirar a través de estos estudios lo que ocurre con nuestras
sociedades, con sus contradicciones y sus componentes esenciales.
En este contexto, el primer capítulo muestra algunos rasgos de los denominados
“Nuevos Estudios del Trabajo” (autores, temas, influencias teóricas, etc.). Estos
estudios han cumplido un papel fundamental en la creación de nuevos
conocimientos respecto al mundo del trabajo en América Latina. Esta sección
actúa como un marco general que permite entender mejor los contenidos que se
presentan en los siguientes capítulos.
El segundo capítulo propone una reflexión sobre el concepto trabajo, el cual ha
estado en el centro de la polémica en diversos estudios tanto regionales como
mundiales. En el tercer capítulo se entregan algunos antecedentes relativos a la
tesis sobre la crisis o el fin del trabajo, para posteriormente (en el cuarto capítulo)
ver la manera en que ha sido abordada esta tesis en América Latina. Por último,
se contempla una sección final de conclusiones.
1. Los nuevos estudios del trabajo.
Los estudios del trabajo en América Latina han tenido un valioso desarrollo en las
últimas décadas. Es así como los denominados “Nuevos Estudios del Trabajo” han
generado interesantes conocimientos en diferentes planos de la investigación
laboral. Según Enrique de la Garza, estos estudios recogen la vasta tradición
teórica de la sociología del trabajo, pero no se circunscriben sólo a la visión que
entrega esta última. Es decir, la producción teórica y metodológica de la sociología
del trabajo converge en una corriente de pensamiento más amplia que pretende

Sociólogo.
2
ser la punta de lanza de la renovación del pensamiento sobre el trabajo en
América Latina.
Los Nuevos Estudios del Trabajo muestran una notable evolución, lo que se refleja
en los temas que motivan las investigaciones, así como en los enfoques analíticos
que ponen en movimiento. Los estudios han avanzado por múltiples e interesantes
senderos, aunque todavía se ven enfrentados a limitaciones y obstáculos
importantes. La investigación social, en general, se lleva a cabo en contextos
institucionales que no siempre favorecen proyectos e iniciativas duraderas1. Con
todo, los estudios del trabajo han alcanzado cierto nivel de institucionalización,
especialmente con la acción de entidades que promueven la reflexión, la
realización de eventos académicos y la difusión de ideas a través de medios
escritos y electrónicos. El aporte del Consejo Latinoamericano de Ciencias
Sociales (CLACSO) o de la Asociación Latinoamericana de Ciencias Sociales
(ALAST), por ejemplo, ha sido fundamental2.
Del mismo modo, son relevantes las contribuciones de algunos sociólogos
europeos que han permitido el desarrollo de la sociología del trabajo y la difusión
de nuestras perspectivas de análisis en otros contextos o círculos académicos. En
este sentido destacan los aportes de Juan José Castillo, director de la revista
española Sociología del Trabajo3.
La sociología del trabajo se viene desarrollando en la región desde la década de
los sesenta, influenciada por diferentes corrientes y enfoques teóricos y
metodológicos. Sin embargo, pese a estos influjos no han abandonado la idea de
totalidad, lo que se observa en las orientaciones teóricas y metodológicas de las
nuevas investigaciones. Coincidentemente, el desarrollo de los nuevos estudios
laborales tampoco se circunscribe sólo a los procesos de trabajo (o al proceso
productivo), sino que se amplía al mercado del trabajo, a las articulaciones y
dinámicas de los actores (trabajadores, empresarios, Estado) y a las condiciones
estructurales que determinan un cierto escenario social, político, cultural,
económico o laboral.
1
En algunos países de la región los problemas para desarrollar la investigación social y laboral
siguen siendo considerables y en muchos casos determinan la modificación o eliminación de
proyectos investigativos de mediano o largo alcance.
2 Muchos investigadores han tenido en CLACSO un importante respaldo institucional para crear o
difundir nuevos conocimientos. Por ejemplo: Enrique de la Garza, Julio Cesar Neffa, Emilio Taddei,
Francisco Zapata, Jean-Marie Harribey, Lais Abramo, Daniel Cornfield, Héctor Lucena, Fernando
Urréa, Vania Salles, Adalberto Moreira, Daniel Villavicencio, Marta Novick, Francisco Iturraspe,
Nicolás Iñigo Carrera, María Celia Cotarelo, Marcia de Paula Leite, Consuelo Iranzo, Jacqueline
Richter, Thanalí Patruyo, María Eugenia Trejos, Jorge Carrillo, Carlos Salas, entre otros autores.
3 Castillo, Juan José: “La sociología del trabajo hoy: la genealogía de un paradigma”, en Enrique de
la Garza (coord.): Tratado latinoamericano de sociología del trabajo, El Colegio de México,
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Universidad Autónoma Metropolitana, Fondo de
Cultura Económica, D.F, México, 2000, páginas. 39 – 64. Castillo, Juan José: “A dónde va la
sociología del trabajo”, en Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo, Asociación
Latinoamericana de Sociología del Trabajo, Año 1, Número 1, México, 1995, páginas. 13 – 42.
3
La producción intelectual sobre el trabajo en América Latina contiene una “toma de
posición” respecto al modelo de desarrollo o el tipo de democracia que existe en la
región y a lo que muchos llaman la sociedad de la exclusión, la hegemonía del
mercado, la nueva división mundial del trabajo, la imposición del pensamiento
único, etc. Los estudios del trabajo tienen una estrecha ligazón con los problemas
globales que afectan a nuestros países y en ese marco tratan de consolidarse y de
constituir un referente para la acción y la generación de políticas, acciones o
visiones más integrales por parte de los diferentes actores.
Esta perspectiva estaría relacionada principalmente con los marcos teóricos
amplios que orientan los estudios de la sociología del trabajo. Es decir, “al tener la
sociología del trabajo en América Latina puntos de partida teóricos amplios, que
no son sólo sociológicos sino económicos y políticos, engarza con tradiciones
intelectuales latinoamericanas anteriores preocupadas por el desarrollo, el Estado
y los sujetos sociales y políticos, pero ahora partiendo del trabajo. En esta medida
los conceptos de modelo de producción y modelo de industrialización parecen
estar en el centro de las preocupaciones de esta disciplina. Esta opción ha tenido
grandes ventajas analíticas, porque manteniendo un enfoque sociológico ha
permitido romper límites disciplinarios y reconstruir conceptos que no siempre
aparecen juntos en los países desarrollados”4.
No obstante, debido a la reciente historia de la disciplina y en consideración de las
transformaciones ocurridas en la sociedad y el trabajo, es posible señalar que
estos estudios tienen diversos desafíos. Entre ellos de la Garza menciona la
necesidad de pensar los problemas metodológicos clásicos de la investigación,
vinculándolos con la construcción de teorías; por otra parte, profundizar su
relación con los temas del desarrollo, el crecimiento económico o la democracia,
ampliando de esta forma su visión; finalmente, propiciar un mayor reconocimiento
por parte de sindicatos, empresas y gobierno.
Podríamos agregar a estas observaciones que es necesario valorar más el
desarrollo de la “imaginación sociológica” de los investigadores sociales. Esto, en
la perspectiva de descubrir y comprender las nuevas y emergentes situaciones
laborales y evitar la “contaminación” con teorías e interpretaciones reduccionistas,
mecanicistas o que simplemente no dan cuenta de nuestro contexto socio –
cultural.
Se deberían fomentar, además, los estudios que vinculen la teoría con la
investigación social (reconociendo sus mutuas influencias), y la investigación
empírica con nuevos modelos o procedimientos de análisis social. Puede ser
pertinente valorar diferentes paradigmas o enfoques sociológicos que permitan
reconocer las heterogéneas realidades sociales y laborales, permitiendo así que la
práctica de los intelectuales no remita a un terreno de infecundidad o de pobreza
de saber y conocimiento. Asimismo, resulta válido preguntarnos si se está
4
Garza, Enrique de la (coord.): Tratado latinoamericano de sociología del trabajo, página. 12.
4
acumulando conocimiento sociológico significativo para el desarrollo de futuras
investigaciones.
Los Nuevos Estudios del Trabajo pueden ser considerados como una “sociología
ampliada”, donde no existen límites estrechos para la investigación. Entre los
temas que se privilegian en el continente se pueden mencionar los vinculados con
los siguientes aspectos: cambio tecnológico y organización del trabajo; flexibilidad
laboral; sindicatos y reestructuración productiva; mercado del trabajo; cultura
obrera; estrategias empresariales de modernización; encadenamientos
productivos; educación, calificación y trabajo. Asimismo, adquiere especial
relevancia la pregunta por la crisis o el fin del trabajo5. En los siguientes párrafos
haremos referencia a algunas de estas dimensiones de análisis, esperando que
nos entreguen antecedentes para entender la situación laboral en nuestra región.
2. El concepto trabajo como tema de discusión.
La crisis del trabajo y una de sus principales expresiones teóricas, “el fin del
trabajo”, se ha convertido en los últimos años en uno de los principales ámbitos de
debate en las ciencias sociales y en la sociología del trabajo de manera particular.
En este escenario se ha producido el cuestionamiento de muchas categorías
teóricas utilizadas para entender la realidad social y laboral, al tiempo que nuevos
conceptos parecen emerger (aunque muchos de ellos no son plenamente
aceptados por la comunidad intelectual). Una de estas categorías conceptuales es
la de trabajo, que si bien es cierto ha sido vinculada a la idea de trabajo asalariado
principalmente, tiene diferentes acepciones.
El concepto trabajo es altamente complejo, pues conecta distintos planos de la
vida de las personas (objetivos y subjetivos; éticos y morales; económicos,
sociales, culturales; etc.). Las distintas ciencias entienden el trabajo de un modo
diferente y en sus propios esquemas o marcos teóricos le otorgan significado. Así,
por ejemplo, desde el punto de vista económico el trabajo tiene relación con la
producción y la generación de riquezas. Al mismo tiempo, se le considera uno de
los factores de la producción (capital, trabajo, medios de producción). Desde el
ámbito jurídico puede ser relacionado con los diversos derechos y deberes que
implica, o como un ámbito objeto de regulación. En la perspectiva religiosa el
trabajo se asocia a la idea de dignidad humana, de sacrificio y salvación.
En fin, las definiciones y nociones pueden extenderse a otras ciencias y
disciplinas. La física concibe el trabajo básicamente como la transformación de
energía (química, eléctrica, etc.). La fisiología relaciona el trabajo con los procesos
internos en el ser humano donde se acumulan y transforman energías según
ciertas leyes o regularidades. Desde un punto de vista estético el trabajo tendría
relación con el desarrollo de la belleza del ser humano y su entorno. La filosofía,
5
Una mirada actualizada y más pormenorizada de estos tópicos en Enrique de la Garza (coord.):
Tratado latinoamericano de sociología del trabajo. Véase también las publicaciones del grupo de
estudios Trabajo, sujeto y organizaciones laborales, de CLACSO.
5
por su parte, trataría de rescatar una noción de trabajo vinculada con la idea de
espíritu (considerado como actividad). Desde una dimensión ética tendríamos que
vincular el trabajo con la constitución más esencial del ser humano, con sus
valores, motivaciones y visiones de mundo.
En un nivel etimológico el trabajo puede representar también distintas cosas.
Puede ser entendido como la actividad de trabajar, aludiendo principalmente al
esfuerzo físico comprometido en ella. También puede referirse al esfuerzo
intelectual. O a ambos a la vez.
Algunos enfoques enfatizan el rescate de un sentido “objetivo” del trabajo,
concibiéndolo como la transformación que hace el hombre de la naturaleza, como
una actividad que le permite tomar conciencia de su quehacer y que se efectúa en
determinadas relaciones sociales de producción. El trabajo es la actividad humana
que diferencia a las personas de otros seres vivos y, en este sentido, existe desde
la existencia misma del género humano. Desde una perspectiva opuesta se trata
de recuperar una noción “subjetiva” del trabajo o que incorpore las valoraciones y
representaciones que las sociedades y los sujetos se forman de él en distintos
contextos históricos. Es decir, más allá de sus contenidos objetivos, lo relevante
sería apreciar qué idea de trabajo se construye socialmente en diferentes lugares
y tiempos.
Muchos autores, en distintos momentos, nos presentan una recapitulación de los
sentidos históricos del trabajo. A través de ellos podemos aproximarnos a las
ideas que han prevalecido en las distintas sociedades y las modificaciones que ha
experimentado el concepto en diferentes culturas y períodos históricos. ¿Qué es el
trabajo?, ¿Qué elementos implica o pone en movimiento?, ¿Cuáles son sus
rasgos centrales? Estas son algunas de las preguntas más recurrentes en estos
estudios, que por lo general nos remiten a las ideas que existen del trabajo desde
las culturas de la antigüedad hasta los tiempos modernos6.
El trabajo ha sido la principal actividad que han desarrollado los hombres y en ese
sentido forma parte consustancial de nuestras vidas. Sin embargo, en la época
preindustrial tenía una acepción eminentemente negativa (de sufrimiento y
castigo), se relacionaba con el esfuerzo de ciertos segmentos o sectores de la
sociedad (clases bajas, siervos, jornaleros) que producían los servicios y bienes
6
Véase Battaglia, Felice: Filosofía del trabajo, Editorial Revista de Derecho Privado, Madrid,
España, 1955; Carro, Alberto: Historia social del trabajo, Bosch Casa Editorial S.A, Barcelona,
España, 1982. En nuestro país destaca el análisis que hace Hopenhay del concepto trabajo en sus
diferentes connotaciones históricas. Hopenhay, Martín: Repensar el trabajo. Historia, profusión y
perspectivas de un concepto, Grupo Editorial Norma, Buenos Aires, Argentina, 2001. Puede
resultar pertinente también ver el texto de Stanley Udy: El trabajo en las sociedades tradicional y
moderna, Amorrortu Ediciones, Centro Regional de Ayuda Técnica, Agencia para el Desarrollo
Internacional (A.I.D), Buenos Aires, Argentina, 1971. En este texto el autor trata de visualizar la
relación entre la organización del trabajo y el desarrollo socio-económico de la sociedad. Asimismo,
en la perspectiva de establecer analogías entre los distintos períodos históricos, maneja un
concepto de trabajo más bien acotado, entendiéndolo como “todo esfuerzo humano intencional
destinado a modificar el ambiente físico del hombre”.
6
necesarios para la reproducción social. El trabajo era concebido como un “mal
necesario”, y no representaba para los intelectuales una categoría de análisis
relevante. En la antigüedad y en la edad media, por ejemplo, había un desprecio
social por el trabajo, se le entendía como un castigo, y era realizado básicamente
por las clases bajas. El trabajo es visto como sufrimiento y señalaba una situación
de exclusión social de las clases subalternas más que de inclusión en las
estructuras de la sociedad. Esta situación sólo se modificó después de la
revolución industrial y de la influencia del luteranismo y el calvinismo
principalmente.
La reivindicación del trabajo como valor social aparece en el naciente capitalismo
y desde el siglo XIX con más fuerza. Aquí es donde el tema de la moral laboral
adquiere relevancia. El trabajo deja de ser percibido sólo en su dimensión negativa
(como sufrimiento o padecimiento), siendo apreciado en sus diferentes aristas:
como espacio de socialización, de identidad, de vínculo social, también como
creador de valor, etc. Es concebido dialécticamente, ya que la forma de entenderlo
se construye a partir de sus dimensiones negativas y positivas. En esta época la
noción de trabajo comienza a estar estrechamente vinculada con su connotación
asalariada. Desde la revolución industrial esta idea del trabajo se volvió central,
junto a la centralidad que adquirió la clase obrera. De ahí que se haya hecho
común asimilar ambas expresiones (trabajo con clase obrera).
Marx y Hegel fueron quizás los primeros en interrogarse críticamente por la
situación del trabajo, en un escenario caracterizado por la masificación de la
producción, el aumento de los trabajadores en fábricas (asalariados), el desarrollo
de la división del trabajo, la mayor relevancia de la ideología del trabajo y su
centralidad en la vida de las personas, etc. Si bien es cierto el pensamiento de
estos autores presenta evidentes diferencias, ambos observan los mismos
procesos: que el trabajo está siendo transformado por el capitalismo industrial, que
los hombres han quedado desposeídos de los medios de producción (ahora en
manos de capitalistas), que enfrentan una creciente enajenación y explotación en
el trabajo, etc. Será Marx, sin embargo, quien llevará a su extremo estas tensiones
al punto de cuestionar el contexto político y social en que ellas se materializan7.
Marx hace énfasis en la relación de explotación que observa entre capital y
trabajo. El trabajador se hace dependiente del trabajo y de las variaciones del
mercado, al tiempo que se ve privado del resultado final de su esfuerzo (del
producto), el que finalmente le es quitado por el capitalista (dominio del trabajo
acumulado sobre el trabajo vivo). El autor reconoce contradicciones históricas
entre capital y trabajo, y plantea que deberían ser eliminadas para permitir la
emancipación de los hombres a partir de la experiencia del trabajo. Marx critica
7
Carlos Marx: Manuscritos de economía y filosofía, Alianza Editorial S.A., Madrid, España, 2001.
Carlos Marx; Federico Engels: La ideología Alemana, Ediciones Grijalbo S.A., Barcelona, España,
1970. Carlos Marx; Federico Engels: Manifiesto del partido comunista y otros escritos políticos,
Editorial Grijalbo S.A., DF, México, 1970.
7
también una visión cosificante del trabajo que es instalada básicamente por la
economía política en el siglo XIX.
En la Fenomenología Hegel concibe el trabajo como una actividad fundamental en
las relaciones humanas, como un espacio de construcción social e individual
importante. El trabajo no se considera solo en sus rasgos negativos (como un
castigo), sino que también en su dimensión positiva, como parte importante de la
historia de los hombres. El trabajo es un espacio de construcción de sujetos
sociales y, al mismo tiempo, de reclusión de los hombres en el ámbito de la
necesidad. Pese a la importancia del trabajo, sin embargo, el trabajador desarrolla
su actividad sobre objetos que no posee. Es decir, el trabajador (o el siervo, en la
analogía de Hegel sobre el señorío y la servidumbre) se forma una conciencia de
sí mismo como dependiente de otra conciencia que es la del señor.
Con el correr del tiempo (ya entrado el siglo XX) el trabajo comenzó a ser
vinculado con la idea de racionalización económica, con la producción y el
rendimiento, con la determinación de los tiempos y ritmos de producción, es decir,
con el ideal de la organización científica del trabajo (aspectos que marcan los
esquemas productivos introducidos por Taylor y Ford). Desde entonces se vuelven
importantes temas como la disciplina laboral, la sincronización y el cronometraje
del tiempo de trabajo, entre otros8.
Este proceso, no obstante, tiene efectos sociales contradictorios. El obrero (y no
sólo su trabajo) queda controlado por el capital (control social, no sólo técnico);
sus condiciones laborales empeoran; el trabajo deja de formar parte de la vida de
los sujetos para convertirse solo en un medio de ganarse la vida. Es decir, se
consolida la división entre el tiempo para trabajar y el tiempo para vivir. Por último,
se hace más evidente el conflicto entre el capital y el trabajo (el antagonismo entre
trabajadores y empresarios capitalistas), lo que denota una situación de
desigualdad social más global; etc.
Según Enrique de la Garza (que incorpora una perspectiva histórica – sociológica
para el estudio del trabajo) se pueden apreciar cuatro grandes períodos en el
capitalismo moderno donde ha sido diferente el papel del concepto trabajo en las
teorías sociales: un primer período que va desde la revolución industrial a la
segunda mitad del siglo XIX, con el cambio de la teoría económica clásica por el
marginalismo; un segundo momento que va de fines del siglo XIX a la gran crisis
de 1929, de dominio de la teoría neoclásica en economía y donde ésta última se
8
Una discusión sobre la transformación en la organización del trabajo en América Latina se puede
ver en Martha Novick: “La transformación de la organización del trabajo”, en Enrique de la Garza
(coord.): Tratado latinoamericano de sociología del trabajo, páginas. 123 – 147. También es
interesante revisar, para una comprensión de estos procesos en los países desarrollados, el texto
de Rafael Aracil: “Trabajo y capitalismo: una relación conflictiva”, en Francis Blanchard, José María
Monsalvo, Ruggiero Romano, Rafael Aracil y otros: El trabajo en la historia, Séptimas Jornadas de
Estudios Históricos, Departamento de Historia Medieval, Moderna y Contemporánea de la
Universidad de Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, España, 1995,
páginas 261-289.
8
separa de las otras ciencias sociales; un tercer período que transcurre de la crisis
de 1929 a los años sesenta, etapa en que predomina el keynesianismo en
economía y donde se produce el acercamiento de la economía con otras ciencias
sociales a través del institucionalismo. En esta época surgen las relaciones
industriales como disciplina y se fortalece la sociología y la psicología industriales
y del trabajo; por último, el período actual, que iría desde los años setenta hasta
nuestros días, donde se produce el ascenso del neoliberalismo, que entra en
disputa con el institucionalismo. Aquí surgen las teorías de la posmodernidad y se
produce una vinculación entre el neoinstitucionalismo y la sociología del trabajo9.
Para la economía política, que dominó el campo de interpretación en el siglo XIX,
el concepto de trabajo era entendido fundamentalmente como creador de valor. En
este sentido, la creación de riqueza (asociada al trabajo incorporado en las
mercancías), era su principal preocupación. Asimismo, el proceso de la producción
más que el de la circulación o el consumo concitaba su interés. En este período se
instaló una idea que perdurará hasta bien entrado el siglo XX y que tiene relación
con la centralidad teórica de la industria y del trabajo industrial por sobre otros
trabajos. El crecimiento y la importancia del sector servicios desde la década de
los setenta fundamentalmente ha ocasionado, en todo caso, un cuestionamiento a
esta idea.
A comienzos del siglo XX la teoría económica se vio impregnada por un
individualismo metodológico y por la idea de “actor racional”. Su ámbito de estudio
seguía siendo la creación de riqueza, pero no como valor trabajo, sino como
utilidad. Asimismo, el trabajo industrial, eje de los análisis, era influido por las
teorías respecto a la administración científica del trabajo y el taylorismo.
Posteriormente, hasta los setenta, el trabajo se asoció a la idea de institución. Los
conflictos de clase no fueron negados por la teoría (como en la fase previa), sino
que se trató de encauzarlos a través de instituciones reguladoras.
El neoliberalismo, inspirado en la teoría neoclásica, ha relegado nuevamente el
concepto trabajo y cuestiona las instituciones de regulación laboral que habían
sido establecidas en el período previo. El mercado vuelve a ser el articulador de
las relaciones económicas y laborales (también sociales) y la flexibilidad es el
nuevo concepto que se comienza a instalar y a implementar en los distintos
ámbitos de la producción. En el plano teórico se produce un abandono de la idea o
noción de clase obrera en las teorías sociales que piensan el trabajo (la que cede
paso a la noción de empresario). Asimismo, de la Garza constata el surgimiento
de nuevas corrientes institucionalistas, en oposición a los neoliberales, tales como:
las de las relaciones industriales, el segmentacionismo y el posfordismo. Y esta
última que tendría, a su vez, tres expresiones: neoschumpeterianismo,
regulacionismo y especialización flexible10.
9
Garza, Enrique de la (coord.): Tratado latinoamericano de sociología del trabajo, página 16.
Garza, Enrique de la (coord.): Tratado latinoamericano de sociología del trabajo, página. 24. En
este mismo Tratado se puede consultar un análisis más detallado de estas teorías en Enrique de la
Garza: “Las teorías sobre la reestructuración productiva y América Latina”, páginas. 716 – 734.
10
9
En lo que serían las influencias teóricas más recientes de las teorías sociales
preocupadas del trabajo encontramos los postulados de los posmodernos y los
que piensan el fin de la sociedad del trabajo. Para la posmodernidad la crisis de la
sociedad actual es total o se refiere a la totalidad de esferas de acción (entre ellas
la del trabajo). Según esta visión la creencia en proyectos globales basados en la
razón científica ya no tendría sentido ni serían posibles, los meta discursos y los
sujetos sociales tampoco serían relevantes (especialmente la capacidad de
articulación social y política de la clase obrera). Lo que predominaría sería la
fragmentación social. Sobre los teóricos del fin del trabajo nos referiremos más
adelante.
Pero más allá de estas apreciaciones, resulta interesante la propuesta que hace
De la Garza en el sentido de considerar que la definición conceptual de trabajo
tiene que ver también con construcciones sociales, con relaciones de poder entre
los actores de la sociedad. Esta perspectiva interpreta nuestra aproximación al
tema. De cierta forma, esta definición conceptual facilita pensar la situación del
trabajo en las sociedades latinoamericanas y en nuestro propio país. Para el autor
es importante situar la actividad laboral en ciertas relaciones sociales entre los
hombres. Es decir, “la diferencia histórica entre trabajo y no trabajo (De la Garza,
1997), no puede ser determinada por el tipo de actividad, o de objeto, sino por su
articulación en ciertas relaciones sociales de subordinación, cooperación,
explotación o autonomía. Esta ubicación permite, junto a otros niveles de la cultura
y el poder, conferir además significación social al trabajo, definir qué es trabajo
frente a lo que no lo es, valorar el trabajo en términos morales y también valorarlo
en términos económicos, por ejemplo frente al capital”11.
Luego agrega, en el mismo texto: “No cabe por tanto la definición abstracta de lo
que es trabajo (frente a lo que no lo es), sino que sus significaciones son
construcciones sociales que implican determinadas relaciones de poder y
dominación, relaciones de fuerzas que pueden hacer variar los significados de los
conceptos. El pensamiento único reduce el trabajo al asalariado, dándole un
carácter universal y no histórico. Su visión se complementa con dos conceptos
adicionales: el concepto de utilidad, sancionado en última instancia por el mercado
y el de productividad total de los factores. De acuerdo con esta última noción,
tanto el trabajo como el capital (medios de producción) serían productivos, y con
los procesos de automatización se tendría una pérdida de importancia del trabajo
frente al capital”.
El concepto trabajo ha tenido diferentes connotaciones de acuerdo a la teoría
social o las disciplinas sociales y económicas que lo interpretan, así como al
contexto histórico que se considere como referencia. En América Latina, sin
Garza, Enrique de la: “Problemas clásicos y actuales de la crisis del trabajo”, en Julio Cesar
Neffa y Enrique de la Garza: El trabajo del futuro. El futuro del trabajo, CLACSO, Grupo de Trabajo:
Trabajo, Sujeto y Organizaciones Laborales, Buenos Aires, Argentina, 2001, páginas 11-31
(versión internet).
11
10
embargo, se comienza a reivindicar un sentido amplio y múltiple. De esta forma, el
trabajo es valorado tanto en sus aspectos objetivos como subjetivos; como
actividad física e intelectual; como generador de riquezas y creador de conciencia
en los sujetos; como relación social, de poder, cultura, etc.; como mercado de
trabajo y proceso productivo; como instituciones de regulación, organizaciones de
trabajadores o empresariales; vinculado con el tema étnico, de género y jóvenes;
relacionado con el ámbito del no trabajo, con la familia y el barrio; no sólo como
industria o asalariado, sino que también con la idea de trabajo informal,
desregulado o desprotegido; etc.
3. Los teóricos del fin del trabajo
El debate sobre la tesis de la “crisis del trabajo” o del “fin de la centralidad del
trabajo” en nuestra región recoge las discusiones y elaboraciones teóricas
desarrolladas a contar de los ochenta principalmente en Europa y Estados Unidos,
donde destacan autores como Jeremy Rifkin, Jurgen Habermas, Claus Offe y
André Gorz. Julio Cesar Neffa es uno de los autores que presenta de manera
interesante esta discusión en América Latina, puntualizando algunos elementos de
crítica a dichas elaboraciones12. Junto con mostrar esta producción intelectual
Neffa trata de rastrear y recoger algunos ejes de discusión teórica para
incorporarlos en el debate latinoamericano, como por ejemplo, la pregunta
respecto a si el trabajo debe ser examinado como una categoría histórica o
antropológica.
Este debate sobre el estatus del trabajo tiene antecedentes en la crisis de los años
setenta que provocó un considerable y permanente aumento de los niveles de
desempleo. De hecho, una de las interpretaciones que tiene la tesis del fin del
trabajo se refiere al fin del período del pleno empleo. El trabajo asalariado es
cuestionado, y según quienes lo consideran una categoría histórica, después de
tres siglos de vida estaría llegando a su fin. Hannah Arendt y Dominique Méda se
inclinan a pensar el trabajo en este sentido, mientras que autores como R.
Sainsaulieu, J.M.Harribey y corrientes marxistas y ecologistas, entre otras, lo
conciben en su sentido antropológico.
Otro punto de reflexión que rescata Neffa estaría dado por la polémica respecto a
la constitución o desconstitución de la sociedad salarial. Tal discusión recoge los
planteamientos de Robert Castel en su texto La metamorfosis de la cuestión
social, donde propone tres formas o expresiones de las relaciones de trabajo en
la sociedad industrial: la condición proletaria, la condición obrera, la condición
salarial13. Hoy estaríamos en presencia de la crisis o el fin de la sociedad salarial,
en el marco de una creciente desregulación y desprotección de los trabajadores.
Neffa, Julio Cesar: “Presentación del debate reciente sobre el fin del trabajo”, en Julio Cesar
Neffa y Enrique de la Garza (compiladores): El trabajo del futuro. El futuro del trabajo, CLACSO,
Grupo de Trabajo: Trabajo, sujetos y organizaciones laborales, Buenos Aires, Argentina, 2001,
páginas 51-96 (versión internet).
13 Castel, Robert: La metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del salariado, Paidós, Buenos
Aires, Argentina, 1997.
12
11
En nuestra región no es sencillo adoptar posiciones al respecto. La concreción de
la sociedad salarial en América Latina es más un punto de debate que de acuerdo.
La idea de sociedad salarial tiene relación con la existencia de un marco
institucional - Estatal protector del trabajador, donde el trabajo asalariado es fuente
de identidad, integración social, seguridad y derechos. Además, está asociada a la
idea de pleno empleo. En tal sentido las voces más críticas indican que esto nunca
se dio en nuestra región, mientras que otros sostienen que se cristalizó de un
modo imperfecto, pues la protección institucional – Estatal sólo incluyó a un sector
limitado de trabajadores (los salariados)14.
En Europa la crisis de la sociedad salarial llevaría a la elaboración de diversas
propuestas, entre las que se encuentran las de Michel Godet (que habla del
trabajo individual o del “trabajador – empresario”), J. Boissonnat (que plantea la
idea del “contrato de actividad”), Francois Gaudu (que se refiere a la relación
laboral sobre la base del “estatuto”), Alain Supiot (que revaloriza la idea de
“ciudadanía social”) y otros enfoques que buscan recuperar y desarrollar la idea
del tercer sector o sector social de la economía. No todos estos autores sugieren
el fin del trabajo, aunque sí muestran cierto grado de coincidencia en el sentido de
entender al trabajo no sólo en su dimensión asalariada, sino en todas las
actividades que ahora emergen en la economía.
Muchos autores latinoamericanos examinan o consideran en sus análisis las
teorías que emergen en Europa y Estados Unidos sobre este tema. Parece
pertinente, por lo tanto, enunciar brevemente algunas ideas contenidas en dichas
tesis que se refieren a la pérdida de centralidad del trabajo en la sociedad actual.
La propuesta de Jeremy Rifkin, con fuertes repercusiones hacia fines de los
ochenta, establece una estrecha relación entre el aumento del desempleo y los
cambios científico-tecnológicos15. Para Rifkin, inserto en la realidad
estadounidense, la revolución tecnológica posibilita un fenómeno nuevo que es el
incremento de la productividad junto a una disminución de la relevancia y
necesidad del trabajo humano (aumento estructural del desempleo). El autor prevé
la constitución de una sociedad dual donde por una parte se encontraría un
pequeño grupo o clase que es capaz de adaptarse a los cambios y un segmento
mucho más amplio de trabajadores pobres o desempleados en condiciones
limitadas de inclusión social. La clase obrera, en este esquema, se diluiría y
llegaría a su fin.
Según Rifkin la expansión del sector servicios no lograría absorber la fuerza de
trabajo desplazada de otros sectores, por lo que tiende más bien a pensar en la
reducción del tiempo de trabajo y la constitución de un tercer sector de economía
Nun, José: “El futuro del empleo y la tesis de la masa marginal”, en Desarrollo Económico, Nº
152, volumen 38, Buenos Aires, Argentina, 1999.
15 Rifkin, Jeremy: El fin del trabajo. Nuevas tecnologías contra puestos de trabajo: el nacimiento de
una nueva era, Editorial Paidos Ibérica S.A, Barcelona, 1996.
14
12
social, donde las ONGs serían sus principales actores. El autor sugiere que es en
este tercer sector donde se debería distribuir un salario social, ingreso de
existencia o ingreso mínimo.
Para Jurgen Habermas, que representa otra línea de interpretación, el trabajo ya
no sería una categoría de explicación fundamental en la sociedad como lo fue en
las décadas anteriores. Es decir, la categoría “trabajo” no sería determinante en
las prácticas (o en la praxis) de los sujetos colectivos en la actual sociedad
capitalista. Más que el trabajo, la categoría “comunicación” tendría mayor
importancia. En definitiva, las posibilidades de realización de los sujetos y las
potencialidades de emancipación de los seres humanos no estarían vinculadas a
la esfera del trabajo. La ciencia explicaría parte de esta nueva tendencia, ya que
se estaría constituyendo en la principal fuerza productiva16.
André Gorz analiza hacia fines de los setenta los impactos del cambio tecnológico
y las nuevas formas de organización y producción de las empresas en el trabajo y
el empleo en Francia, llegando a conclusiones parecidas a las de Jeremy Rifkin
para el caso estadounidense (aunque este último se centra mucho más en el
aspecto tecnológico). El autor escribe en un contexto de reestructuración
productiva incipiente, donde la incorporación tecnológica aparecía como una de
las principales manifestaciones de los cambios en curso. En ese marco Gorz
cuestiona la centralidad del trabajo tal como se entendió en la sociedad salarial y
tiende a pensar el trabajo más como una categoría histórica que antropológica.
Su mirada de la realidad le lleva a valorar el proceso de incorporación tecnológica
como mecanismo que permite resolver las necesidades humanas con menos
trabajo y recuperar el tiempo libre como espacio de constitución y realización
humana importante. En el espacio del no-trabajo, fuera del ámbito del trabajo
asalariado, se alcanzaría la autonomía y la realización personal. El autor valora el
tiempo libre como ámbito de creación de nuevas actividades, sentidos y lazos
sociales autónomos (el trabajo ya no sería el principal agente de socialización).
En el trabajo se consolidaría el esquema de flexibilidad y en el futuro predominaría
el trabajo intelectual vinculado a la utilización de las nuevas tecnologías.
Sumándose a otros autores Andre Gorz dice que el esquema antes descrito haría
necesaria la creación de un ingreso de existencia o ingreso ciudadano, el que no
estaría condicionado a la realización de un trabajo.
Claus Offe, escribe en el marco de los procesos de reestructuración de las
empresas en los ochenta y noventa (posterior a las ideas de Gorz), y postula el fin
de la centralidad del trabajo en tanto principal organizador de las relaciones e
16
Habermas, Jurgen: Ciencia y técnica como ideología, Editorial Tecnos S.A, Madrid, España,
1992. Paralelamente, el análisis de la centralidad del trabajo debe contemplar la relevancia del
concepto “consumo” o “consumismo” que según diferentes autores representa uno de los
principales ejes en torno a los cuales se despliega la vida de los seres humanos en la sociedad
actual. Un estudio que vincula la idea de trabajo, consumo y pobreza es el de Zygmunt Bauman:
Trabajo, consumismo y nuevos pobres, Editorial Gedisa, Barcelona, España, 2000.
13
identidades sociales. Para el autor es fundamental la transformación que se
produce en la estructura productiva, que propicia la expansión del sector terciario y
un cambio en la composición de las ocupaciones (preferentemente empleados o
cuellos blancos que obreros). Además, Offe vincula la crisis del trabajo con la
fragmentación de los mundos de vida de los trabajadores (trabajo, familia, tiempo
libre, consumo, etc.). De esta manera, la capacidad de transformación y cambios
sustantivos de los trabajadores o de sujetos que se piensen a sí mismos a partir
del ámbito del trabajo estaría afectada por una doble fragmentación: por un lado,
de los propios obreros; por otro, de sus mundos de vida.
El autor piensa que el desempleo que se genera por el cambio tecnológico permite
disponer de un “mayor tiempo libre” para otras actividades valiosas de las
personas. Los cambios en el mercado del trabajo llevan a plantear al autor la
desaparición de la sociedad del trabajo y a relativizar su importancia en la
construcción de significados, subjetividades o identidades colectivas e individuales
(las que ahora se formarían principalmente en la esfera del no-trabajo). Debido a
estos cambios se haría necesario estudiar los distintos tipos de trabajo que hoy
surgen: trabajo informal, asalariado, doméstico, en servicios, empleo precario, etc.
Además de lo anterior, Offe proporciona un análisis de la tesis sobre crisis del
trabajo en términos de sus efectos en la generación de conocimiento, es decir,
desde un prisma epistemológico. Reconociendo que el trabajo ya no es una
categoría de análisis central en los estudios e investigaciones sociales (pérdida de
relevancia de la “ética del trabajo”) el tema sería reconocer los modelos de
investigación que están siendo afectados (los modelos en declive y aquellos
emergentes) y examinar los conceptos más pertinentes para conocer las
configuraciones sociales actuales17.
Estas aproximaciones, como hemos indicado antes, se completan con la mirada
postmoderna donde la fragmentación abarca todos los ámbitos de acción de los
sujetos sociales. Esto se convertiría en un obstáculo insalvable en la construcción
de identidades, culturas y nuevas subjetividades sociales y, especialmente, de
todo proyecto con ambiciones de transformación global de la sociedad. El
concepto de historia, desde esta óptica, ya no tiene sentido. Lo que se estaría
produciendo es la atomización del mundo del trabajo, de los trabajadores y sus
organizaciones, y de todos aquellos espacios donde irrumpía lo colectivo como
potencial germen de cambios profundos en la sociedad.
Las distintas interpretaciones muestran puntos de encuentro y de disociación.
Para algunos el fin del trabajo tiene una connotación positiva, por diferentes
razones. Por ejemplo, Andre Gorz plantea que salir de la sociedad del trabajo nos
ubica en el plano de una economía plural, donde la esfera de lo no mercantil
permite garantizar la subsistencia material de los seres humanos. Jeremy Rifkin,
17
Nos hemos apoyado también, para hacer esta descripción, en Ruth Sosa: Crisis de la sociedad
del trabajo...o un nuevo sentido común posmoderno? Ponencia presentada al XII Congreso de la
Asociación Latinoamericana de Sociología, Concepción, Chile, 12 al 16 de Octubre, 1999.
14
en cambio, tiene una mirada más fatalista de esta crisis y lo que trata de hacer es
proponer una estrategia (el desarrollo del tercer sector) para evitar los efectos
catastróficos de las transformaciones. Pese a estas diferencias todas estas
posturas parecen coincidir en observar la crisis del trabajo como articulador de
identidades y de sensibilidades sociales o culturales. De modo especial, observan
el debilitamiento de la clase obrera en tanto actor relevante social y políticamente.
Respecto a la posibilidad de constituir identidades y subjetividades colectivas
(aquello que es negado por las interpretaciones del fin del trabajo o en las visiones
de los posmodernos), Enrique de la Garza nos muestra una mirada diferente. En
su perspectiva es posible pensar estos temas y reconocer nuevas formas de
identidad en el trabajo. En ese sentido, el autor considera fundamental buscar una
nueva articulación entre subjetividades, acciones y estructuras. Más que declarar
la imposibilidad de la articulación social, de la creación de lazos, identidad y vida
colectiva señala que es necesario examinarlas considerando las transformaciones
acaecidas en el mundo del trabajo.
En la perspectiva del autor, los sujetos no actúan sólo en función de su ubicación
en las estructuras, sino que llevan a cabo un proceso de reflexión y decisión sobre
sus cursos de acción. La subjetividad, entonces, “no es una estructura que da
sentido de uno a uno, sino un proceso que pone en juego estructuras subjetivas
parciales (cognoscitivas, valorativas, de la personalidad, estéticas, sentimentales,
discursivas y de formas de razonamiento); es subjetividad con estructuras
parciales en diferentes niveles de abstracción y profundidad que se reconfigura
para la situación y decisión concretas”18. Es decir, la subjetividad es un proceso
donde se otorga sentido a situaciones específicas y que, por tanto, puede
reconocer discontinuidades y contradicciones.
De la misma forma, la identidad se entiende como una forma particular de
subjetividad en diversas expresiones o manifestaciones: “en tanto sentido de
pertenencia colectiva, con sus signos compartidos, su memoria colectiva, sus
mitos fundacionales, su lenguaje, su estilo de vida, sus modelos de
comportamiento y, en niveles superiores, sus proyectos y enemigos comunes;
esta identidad, como la subjetividad, puede reconocer niveles desde los más
ambiguos hasta los más específicos y, en esta medida, aceptar la pregunta:
¿identidad para cuáles espacios de acción?”19. En definitiva, se haría necesario
actualizar la manera de aproximarnos analíticamente a las nuevas realidades,
situaciones o procesos que caracterizan el mundo del trabajo y las acciones o
representaciones de los individuos o grupos sociales.
4. La crisis del trabajo en América Latina y los nuevos temas de estudio
Los estudios que se han realizado en la región han procurado reconocer la
pertinencia de estas teorías o enfoques para comprender la situación de nuestras
18
19
Garza, Enrique de la (coord.): Tratado latinoamericano de sociología del trabajo, páginas 28 - 29.
Garza, Enrique de la (coord.): Tratado latinoamericano de sociología del trabajo, página 29.
15
sociedades latinoamericanas. En este sentido, los estudios coinciden en que el
trabajo no desaparece (como lo propone Rifkin, por ejemplo), pero sí se ha
transformado sustancialmente, lo que plantea la necesidad de estudiar las
condiciones en que se realiza y expresa en la actualidad. Enrique de la Garza,
Marcia Campillo, Francisco Zapata, entre muchos otros autores, han realizado
interesantes aportes al debate, teniendo en México un importante centro de
producción y difusión de ideas sobre el tema 20. Estos autores proponen analizar
pormenorizada y empíricamente la situación laboral en nuestra región.
Las tesis sobre la crisis del trabajo no estaría relacionada en nuestra región con el
fin del trabajo como espacio relevante en la representación y creación de
identidad, subjetividad o lazos colectivos. El trabajo sigue siendo importante, lo
que se puede observar (por ejemplo) tanto en las dinámicas sociolaborales del
mundo asalariado como en el fuerte crecimiento del trabajo informal, que hacen de
la experiencia laboral un componente esencial en la vida de las personas 21. La
idea de crisis del trabajo estaría vinculada principalmente a una crisis de
precarización de las actividades, de exclusión social y de creciente pobreza. Es
decir, no se puede afirmar que en nuestras sociedades el trabajo carece de
relevancia, sino que se está transformando en perjuicio de las condiciones de
seguridad y de realización tradicionales (trabajo protegido, por tiempo
indeterminado, con un solo empleador, etc.)22.
La precarización de las actividades sería la principal expresión de la “crisis del
trabajo” en América Latina. Esta sería la lectura más pertinente con las situaciones
laborales observadas en la región. En este sentido, Enrique de la Garza indica que
“si puede hablarse de crisis del trabajo en América Latina, esta no podría atribuirse
a la ausencia de trabajo asalariado, ni de empleo industrial, ni a un crecimiento
explosivo de los trabajadores técnicos y administrativos. En todo caso, la crisis
20
Ya hemos citado al respecto el texto de Garza, Enrique de la (Coord.): Tratado latinoamericano
de sociología del trabajo. Véase también, por ejemplo, Enrique de la Garza y Marcia Campillo:
“¿Hacia dónde va el trabajo humano?”, en Revista Trabajo, Centro de Análisis del Trabajo (CAT),
Coordinación de Humanidades Universidad Nacional Autónoma de México – Rectoría Universidad
Autónoma Metropolitana, Año 1, Número 1, México, 1998.
21 El interés por los estudios relativos al trabajo informal ha adquirido relevancia en América Latina,
lo cual ha implicado ampliar el campo de estudio de la disciplina (centrado tradicionalmente en el
trabajo formal, al interior de la empresa, con carácter dependiente) a las nuevas formas,
condiciones y espacios donde se realiza la actividad. Algunos comentarios sobre el tema en Jorge
Carpio, Emilio Klein e Irene Novacovsky (Compiladores): Informalidad y exclusión social, Fondo de
Cultura Económica (FCE) – Organización Internacional del Trabajo (OIT), Buenos Aires, Argentina,
2000. También existen aproximaciones referidas a los problemas teóricos y metodológicos que se
deben considerar al analizar el sector informal. Véase al respecto Fernando Cortés: “La
metamorfosis de los marginales: la polémica sobre el sector informal en América Latina”, en
Enrique de la Garza (Coord.): Tratado latinoamericano de sociología del trabajo, páginas. 592 –
618.
22 En Europa también existen estudios que muestran los efectos perversos de las transformaciones
en el mundo del trabajo. Véase, por ejemplo, Luis Enrique Alonso: Trabajo y ciudadanía. Estudios
sobre la crisis de la sociedad salarial, Editorial Trotta, Fundación 1º de Mayo, Colección Estructuras
y Procesos, Madrid, España, 1999. Asimismo, el tema de la inseguridad que caracterizaría a las
actuales sociedades ha quedado expresado en el texto de Ulrich Beck: Un nuevo mundo feliz. La
precariedad del trabajo en la era de la globalización, Editorial Paidos, Barcelona, España, 2000.
16
puede tener que ver primero con el desempleo que creció en los noventa en la
mayoría de los países, con la disminución de los salarios reales que se produjo en
la mayoría de América Latina, y sobre todo por el crecimiento de la economía no
estructurada en todos los países sin excepción entre 1990 y 1996; principalmente
las ocupaciones por cuenta propia son las responsables de este crecimiento de lo
no estructurado, además del empleo en microestablecimientos que en general
funcionan en condiciones precarias de salarios, seguridad en el empleo y
condiciones de trabajo”23.
Coherente con este planteamiento Francisco Zapata señala que un tema central
en América Latina (respecto al debate sobre la crisis del trabajo) es
reconceptualizar la noción de trabajo más que presentar o diagnosticar su fin. En
su perspectiva, los diagnósticos realizados para otras realidades no se ajustan
exactamente en nuestras sociedades latinoamericanas o en el propio EEUU.
Según el autor “el debate acerca del fin del trabajo, identificado con el aumento del
desempleo estructural en el nivel global como consecuencia de la automatización
de los procesos productivos, cuya versión más contemporánea fue detonada por
la publicación del libro de Jeremy Rifkin (1995) y sustanciado por Stanley
Aronowitz y William Di Fazio (1994), ha sido desmentido por la evolución de la
economía internacional, por la evolución de los mercados de trabajo y, en
particular, por las estrategias de las empresas para enfrentar la inestabilidad de
los mercados en condiciones de una globalización cada vez más grande” 24.
Luego agrega que la visión optimista de los procesos de automatización que la
vinculaban al aumento de la productividad en el trabajo, la expansión de los
mercados y la generación de puestos de trabajo, entre otras cosas, no se ha
concretado. “En efecto, lo que ha ocurrido es que el desempleo abierto ha
aumentado (por ejemplo en los países de la Unión Europea) y el empleo
encubierto se ha incrementado en forma dramática en países como los de
América Latina, en donde más de la mitad de la población económicamente activa
tiene ocupaciones informales que generan poco o nada de valor”25.
El debate respecto a la crisis o el fin del trabajo ha convocado muchas discusiones
en América Latina. Al mismo tiempo, ha conducido a descubrir nuevos temas de
estudio y a valorar nuevas perspectivas de análisis de la realidad laboral: la
división y organización del trabajo, las formas de producción, la flexibilidad laboral,
la incorporación o innovación tecnológica, la situación del sindicalismo, las
estrategias del empresariado y el Estado, etc. Al mismo tiempo, los estudios
llevados a cabo en la región han constatado los efectos variados y hasta
contradictorios del proceso de flexibilización, la creciente precarización laboral, la
coexistencia de núcleos especializados de trabajadores y segmentos con escasa
Garza, Enrique de la: “Problemas clásicos y actuales de la crisis del trabajo”, página 28 (versión
internet).
24 Zapata, Francisco: “El trabajo en la vieja y en la nueva economía”, en Julio Cesar Neffa y
Enrique de la Garza (compiladores): El trabajo del futuro. El futuro del trabajo, página 99 (versión
internet).
25 Zapata, Francisco: “El trabajo en la vieja y en la nueva economía”, página 99.
23
17
calificación y formación (ubicados en los empleos más precarios e inestables),
entre otras cosas.
Las modificaciones temáticas de los estudios laborales en la región se pueden
apreciar al ver los ejes temáticos de los últimos Congresos Latinoamericanos de
Sociología del Trabajo: el debate de los paradigmas de la sociología del trabajo
(México, 1993); el estudio de los nuevos sujetos sociales, la idea de un
sindicalismo ciudadano, una inicial discusión sobre redes y regiones productivas,
las transformaciones del trabajo rural, infantil y juvenil o sobre la temática de
género (Brasil, 1996); el momento actual donde se continúan muchas de las
polémicas de los anteriores Congresos, pero se abren tópicos nuevos como la
resignificación del concepto trabajo, el análisis de la heterogeneidad de
situaciones y figuras jurídico-laborales, el rol del Derecho del Trabajo, el
contrapunto entre modernidad y exclusión socio-laboral, etc. (Argentina, 2000)26.
En un contexto de flexibilidad laboral y deterioro de las condiciones laborales, los
estudios que caracterizan los nuevos sistemas y formas de contratación han
alcanzado mayor relevancia. En cierta medida esta preocupación sería tributaria
del mayor énfasis que alcanzaría la categoría empleo (o de ocupación) por sobre
la de trabajo. En el contexto de lo que Francisco Zapata ha llamado el tránsito “de
la vieja a la nueva economía”, el trabajo típico, estable, protegido, daría paso a los
trabajos “atípicos”, altamente flexibles e inseguros27. La generalización de los
sistemas de externalización (especialmente en la modalidad de subcontratación)
motiva muchos estudios. También el análisis de las nuevas agencias laborales
que ahora hacen la intermediación entre la empresa y el trabajador. Todo esto
conduce al surgimiento de nuevas categorías de trabajadores y de nuevas
dinámicas individuales y colectivas en los diferentes espacios de trabajo.
Las transformaciones en el trabajo, así como el surgimiento de los nuevos
sistemas contractuales, o el crecimiento del sector informal, han originado una
mayor preocupación por el tema de la protección social y previsional de los
trabajadores que quedarían sin mecanismos de cobertura de seguridad o salud en
el futuro. Hay estudios que han avanzado en clarificar la magnitud del problema y
que propician el debate con el derecho del trabajo y sus postulados tradicionales28.
Los cambios al interior de las empresas, en sus modalidades de organización y
gestión, también cobran relevancia. Por eso hay estudios que tratan de analizar
tales cambios, constatando sus implicancias en los trabajadores. Por ejemplo, hay
trabajos que comprueban una relación directa entre estas transformaciones y el
Novick, Marta: “El trabajo y su sociología en América Latina: modernidad y exclusión”, en Revista
Latinoamericana de Estudios del Trabajo, El trabajo en los umbrales del siglo XXI, Asociación
Latinoamericana de Sociología del Trabajo, Año 6, Número 11, Buenos Aires, 2000, páginas 5-20.
27 Standing, Guy: “La inseguridad laboral”, en Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo, El
trabajo en los umbrales del siglo XXI, páginas 47-105.
28 Tamez, Silvia: “La reforma de la seguridad social en América Latina, culminación de la política
social neoliberal”, en Revista Trabajo: El futuro de la seguridad social, Centro de Análisis del
Trabajo (CAT), Año 1, Número 2, México, julio-diciembre, 1998.
26
18
deterioro de las condiciones de trabajo, la situación salarial o la calidad de vida de
los trabajadores. En virtud de esto, se busca entender los problemas físicos,
psicológicos y sociales que afectan a los trabajadores y que se derivan de las
transformaciones en la organización del trabajo en las empresas. Esto, en todo
caso, no impide que otros estudios visualicen a la empresa como un ámbito de
competitividad, de innovación y de aprendizaje y que la analicen en tal sentido.
Otras investigaciones han mostrado interés por analizar la importancia del
conocimiento en la sociedad actual. En alguna medida esta reflexión es heredera
de una idea muy difundida por algunos teóricos que indican que nos encontramos
en la “sociedad del conocimiento” o en la “sociedad de la información”. Hay
estudios que muestran una preocupación por observar los desafíos que esta
nueva realidad plantea a nuestras sociedades en términos de capacitación o
desarrollo de competencias laborales (competencias que, por cierto, no serían las
mismas que predominaban en una sociedad que tenía como eje la industria o la
producción material).
Preocupados por la educación, la formación y capacitación laboral algunos
estudios han examinado las similitudes y diferencias de las políticas públicas que
se implementan en los distintos países de la región en estos ámbitos. Asimismo,
se incluyen reflexiones respecto al rol que cumplen las empresas y sindicatos en
estas iniciativas. En algunos casos también se entregan reflexiones respecto a las
políticas educacionales nacionales y su vinculación con el mundo del trabajo.
Las alteraciones que se producen en el trabajo conducen a examinar desde una
nueva perspectiva el tema de las relaciones laborales, particularmente en lo
referido a los marcos regulatorios, las formas de contratación, negociación y
conflicto. En tal sentido, adquiere importancia analizar los rasgos de la
institucionalidad vigente y los cambios que se harían necesarios introducir en ella
en la perspectiva de establecer mecanismos de protección; se observa el rol del
sindicato en las transformaciones y sus actitudes más frecuentes; se visualizan los
límites y obstáculos de la acción sindical tradicional y se muestran nuevas formas
de organización y lucha en el continente.
Los estudios sobre la organización de los trabajadores son muy interesantes y
fecundos. En ellos se analiza la situación del sindicalismo, sus estrategias,
acciones, perspectivas y desafíos en un marco de transformaciones y
reestructuraciones económicas, productivas y políticas. Se consideran los distintos
modelos de desarrollo en que actúa el movimiento sindical, los procesos de
transición política que han experimentado algunos países de la región o los
procesos de globalización, por ejemplo29. Donde se requiere desarrollar mayores
29
Zapata, Francisco: Autonomía y subordinación en el sindicalismo latinoamericano, El Colegio de
México, Fideicomiso Historia de las Américas, Fondo de Cultura Económica, 1993. Garza, Enrique
de la (Compilador): Los sindicatos frente a los procesos de transición política, CLACSO, Grupo de
Trabajo: Trabajo, sujetos y organizaciones laborales, Buenos Aires, Argentina, 2001(versión
internet). Zapata, Francisco: El sindicalismo mexicano frente a la reestructuración, El Colegio de
México, Centro de Estudios Sociológicos, Instituto de Investigaciones de las Naciones Unidas para
el Desarrollo Social, 1995, México. Garza, Enrique de la (Coordinador): Democracia y cambio
19
esfuerzos de estudio es en el análisis de las nuevas expresiones de lucha o acción
laboral que no remiten sólo al sindicato, sino que también a grupos de cesantes,
pobladores, mujeres, etc.
Otros discuten respecto a la posibilidad de pensar la potencialidad de la clase
obrera como portadora de proyectos alternativos al capitalismo o como generador
de una identidad colectiva, considerando los cambios que experimenta
actualmente el trabajo. Adrian Sotelo, por ejemplo, observa el despliegue de la
clase obrera en el contexto de reestructuración capitalista. En su opinión, “uno de
los resultados de este nuevo orden laboral, desde el punto de vista de la
estructura, no es la desaparición del sujeto de la clase obrera, como partícipe del
proceso de trabajo y de la creación de plusvalor, sino la formación de un sujeto
más complejo y heterogéneo que interactúa en distintas ramas y sectores
productivos que han surgido con la modernización industrial”30.
También hay estudios que analizan la situación de la conflictividad laboral,
constatándose un desplazamiento del conflicto desde la industria a los servicios, y
desde el sector privado al público; por otra parte, se analizan el conflicto en
algunos sectores como salud y educación, visualizando sus características en
términos de jornadas de trabajo, niveles de precariedad, formas de contratación,
situación de sus organizaciones, etc. El tema de la conflictividad laboral en nuestro
país, no obstante, debe mejorar ampliando los métodos y fuentes de información.
Conclusiones
En América Latina no se han adoptado de manera mecánica las interpretaciones
sobre la crisis del trabajo que se desarrollan en Europa y EEUU, pero sí se llega a
la conclusión de que es necesario analizar detalladamente las transformaciones
que se producen en ese ámbito. El mundo del trabajo y la dinámica de los actores
laborales son examinados considerando los múltiples cambios en curso y la
heterogeneidad de situaciones socio-laborales. En esta perspectiva, en los últimos
años los tópicos y referentes de investigación laboral se han ampliado y
enriquecido sustancialmente tanto desde el punto de vista teórico como
metodológico.
El análisis de la situación del trabajo está inmerso en un conjunto más amplio de
procesos, los que son captados en los Nuevos Estudios del Trabajo. Estas
investigaciones no se limitan a observar lo que ocurre en el proceso productivo,
sino que consideran el contexto económico, político y social, así como las
múltiples dimensiones, componentes y relaciones que constituyen el mundo del
sindical en México, Fundación Friedrich Ebert, Centro Americano para la Solidaridad Sindical
Internacional, AFL – CIO, Plaza y Valdés Editores, México, 2001. Centro de Estudios del
Desarrollo, CENDES: El sindicalismo latinoamericano en el marco de la globalización: crisis y retos
a comienzos de siglo, año 18, Nº 47, Segunda época, Caracas, mayo-agosto 2001.
30Sotelo V., Adrián: “El paradigma de la centralidad del trabajo en la era de la globalización”, en
Revista Papeles de Población, Nº14, CIEAP/UAEM, páginas 79-90.
20
trabajo: actores y relaciones laborales, mercado del trabajo, flexibilidad laboral,
cambio tecnológico, educación, modelo de desarrollo, etc.
No obstante lo anterior, los desafíos de estos estudios son diversos. Se deben
ampliar las perspectivas metodológicas y teóricas de análisis. La discusión de
categorías teóricas como “trabajo”, “clase obrera”, “cambio”, entre otras, plantean
la necesidad de elaborar nuevas definiciones conceptuales que den cuenta
efectivamente de las transformaciones en marcha. Es necesario hacer una
comparación permanente entre nuestras elaboraciones teóricas y conceptuales y
las prácticas laborales cotidianas de los sujetos para observar su pertinencia o
adecuación. En este sentido, es importante enfatizar los estudios de carácter
empírico que permitan alcanzar nuevas claves para entender los fenómenos que
se investigan.
La crisis del trabajo se ha entendido en la región como una crisis de precarización
de las actividades laborales principalmente. En este marco, su expresión básica es
el deterioro de las condiciones de trabajo y seguridad que tradicionalmente tenían
los trabajadores. Asimismo, dicha crisis genera una mayor exclusión social y
crecientes niveles de pobreza en la región. De tal modo, la relación entre empleo y
pobreza aparece hoy como un eje central de debate. ¿El trabajo permite superar
la pobreza y alcanzar niveles de vida dignos? Las investigaciones realizadas en
nuestra región no nos permiten responder afirmativamente a esta pregunta. Las
evidencias muestran que la situación contraria es la que tiende a generalizarse.
Por último, distintas interrogantes cobran importancia. Los cambios en curso en la
esfera del trabajo, ¿Nos deben llevar a la conclusión de que estamos en presencia
del surgiendo de un nuevo paradigma para entender el trabajo y su papel en la
sociedad?, ¿La forma de concebir el trabajo ha cambiado sustancialmente, o sólo
a mutado parcialmente respecto a una idea de trabajo preexistente (aquella que
surge y se desarrolla en el siglo XVIII y XIX?. En definitiva, ¿Cuáles son las
interpretaciones más acertadas de las transformaciones ocurridas en el trabajo en
las últimas décadas?
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