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“CONSIDERACIONES CONTEXTUALES PARA LOS PROCESOS DE INTERVENCIÓN”1
Por Liliana María Sánchez Mazo
Docente Diseño, Gestión y Evaluación proyectos
Los proyectos de intervención social, entendidos como procesos de acción que permiten
transformar diversas realidades en procura del desarrollo humano, la calidad de vida y el
bienestar social, han cobrado hoy en día una indiscutible importancia para trazar las rutas del
desarrollo de cualquier sociedad, territorio, grupo, institución u organización pública, privada, no
gubernamental, gremial, social, cívica y comunitaria en general. La razón fundamental radica en
que además de constituirse en una guía para la acción, en una herramienta de cambio de la
dinámica y la realidad social, por ello, los proyectos sociales son indispensables para la
sostenibilidad y la gestión empresarial, institucional y organizacional; a la vez, son el pilar y
soporte de los programas y los planes de desarrollo, de ordenamiento territorial, directores, de
gestión, de manejo y estratégicos en los cuales se basa el accionar social; además, en la
dinámica nacional e internacional se han constituido en una manera de operar, de dialogar, es
decir en una metodología de intervención social.
Desde esta perspectiva la formulación, planeación, gestión, control y evaluación y ejecución de
proyectos de intervención social debe considerar la identificación, caracterización y análisis del
contexto “global/local”2 en el que se desarrollan “tendencias”3 de tipo socio-cultural, política,
económica, territorial, ambiental y tecnológica que llevan a responder a los desafíos que éste
presenta. Hablar de contexto global/local implica de un lado, reconocer la globalización como
fenómeno principal que penetra y reformula todos los ámbitos de la vida societal; y de otro,
“situarse en una heterogénea cantidad de hechos y situaciones complejas que configuran la
realidad. El contexto comprende el campo de la realidad que deberemos reconocer en los
procesos de intervención social, y es en él donde se dan una serie de articulaciones entre
experiencias, conocimientos, visiones, información e intereses, que llevan a mostrar con mayor
claridad unos aspectos, dejando en la obscuridad otros. Es así como los proyectos de
Este tema hace parte del capitulo 1 del libro denominado “Planeación para el desarrollo integral del territorio”, en
etapa de Edición.
2 Por contexto Global se entienden las principales tendencias derivadas de las condiciones sociales, culturales,
políticas, económicas, tecnológicas, territoriales y ambientales que funcionan como una unidad impactado todo el
planeta visto como el sistema mayor, la connotación contexto local hace referencia a la expresión de tales tendencias
en escalas territoriales concretas (nacionales, regionales, municipales), vistas como sistemas menores.
3 Se entiende por tendencias aquellas fuerzas que están en capacidad de jalonar a la sociedad hacia la adopción de
algunos comportamientos o hacia la obtención de ciertos resultados.
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intervención social son condicionados por el contexto, pero es en éste, donde encuentran su
justificación/pertinencia, su significado y legitimidad social” (Ghiso, 1998).
Ahora es preciso plantear una serie de tendencias contextuales que hacen pensar que los
proyectos de intervención social están abocados a una gran complejidad social necesaria de
reconocer y analizar.
Tendencias contextuales que inciden en los proyectos de intervención social
Desde finales de los años 70 los países Latinoamericanos han experimentado con distinta
intensidad profundos cambios en sus estructuras sociales, culturales, políticas, económicas,
tecnológicas, territoriales y ambientales. “Puede decirse que todos estos cambios están
asociados a la globalización del sistema económico en donde la significación central es la
expansión ilimitada de una dominación racional sobre la naturaleza, la sociedad, la producción,
el trabajo y sobre el consumo” (Castoriadis, 1998).
Tal situación ha generado una crisis sin precedentes en la sociedad contemporánea
desencadenando nuevas lógicas que rigen el funcionamiento de lo social, derivando hacia otros
modos de estar juntos, de experimentar la pertenencia al territorio, de vivir la identidad y la
emergencia de fuentes de significado colectivo que exigen nuevas prácticas de intervención y
análisis desde las ciencias sociales y humanas. Las manifestaciones de esta crisis también
tensionan las concepciones y las múltiples formas de intervención de diversos actores sociales,
políticos y territoriales en la búsqueda por alcanzar mejores niveles de desarrollo. Por ello, en la
actualidad se propone el planteamiento de concepciones y metodologías que conjuguen el
desarrollo de modo integral reflejo de unas relaciones equilibradas, justas y digas entre
sociedad, naturaleza y territorio.
De esta manera, indagar por tales cambios y por sus principales tendencias a nivel global/local,
se constituye en un nodo central puesto que se trata de diseñar, gestionar, ejecutar y evaluar
proyectos de intervención social contextualizados, flexibles, participativos y creativos capaces
de promover respuestas concretas a diversas situaciones problemáticas. Al igual, es importante
el reconocimiento de tales tendencias, ya que de un lado, ofrecen un amplio panorama social
que refleja problemas, riesgos, posibilidades y desafíos que deben ser enfrentados, y por otro,
aporta pautas para lograr una visión más comprehensiva de las dinámicas que acontecen en la
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actualidad y motiva la búsqueda de alternativas de acción plausibles que permitan la
transformación progresiva de la sociedad.
A continuación se presentan algunas de las principales “tendencias”4 contextuales y efectos
derivados de la globalización que hacen pensar que la Planeación, el Territorio y el Desarrollo
están abocados a una gran complejidad global/local necesaria de reconocer y analizar, para
responder a los desafíos que ésta presenta. Conviene aclarar que aunque cada ámbito se
señala por separado, ellos actúan de manera interdependiente, entrecruzándose y afectándose
recíprocamente.
Ámbito socio-cultural
En la época contemporánea, este ámbito se caracteriza por la manifestación de nuevas lógicas
que rigen el funcionamiento de lo social, y que derivan hacia otros modos de estar juntos, de
experimentar la pertenencia al territorio y de vivir la identidad. Se enfrenta, en consecuencia, la
emergencia de fuentes de significado colectivo que exigen nuevas lecturas, interpretaciones y
prácticas de parte de la planeación que posibiliten la conjugación del desarrollo.
Entre las principales tendencias se vislumbran la crisis del individuo, la familia, las
organizaciones; la sustitución de identidades de pertenencia por identidades de referencia; el
afianzamiento de referentes de identidad; la adopción de comportamientos mundiales; el
deterioro en la prestación de servicios públicos; la cooperación internacional contra el crimen,
tráfico de armas y drogas. Uno de los efectos más destacados que se desprende de tales
tendencias es el individualismo, alimentado por el debilitamiento de los sistemas de solidaridad
y de comunicación, por la pérdida de contenido ideológico de las luchas sociales, y por la
dificultad de las organizaciones sociales para lograr continuidad y permanencia. A tono con tal
efecto, hacen presencia la fragmentación del tejido social y los nuevos registros virtuales de la
cultura, trastocando su expresión verbal, gestual, corporal, espacial y temporal.
Ámbito político
El panorama político ofrece algunas tendencias referidas concretamente al funcionamiento del
Estado, que a su paso dejan efectos contundentes: disminución de sus funciones, las cuales
“deberían limitarse a la puesta en marcha de políticas focalizadas que subsidien la demanda de
Se entiende por Tendencias aquellas fuerzas que están en capacidad de jalonar a la sociedad hacia la adopción de
algunos comportamientos o hacia la obtención de ciertos resultados.
4
3
los más pobres entre los más pobres en materia social” (Foro, 2004:1-3). De este modo, la
intervención económica pasa a ser competencia del sector privado, concretamente en lo que
tiene que ver con la provisión de bienes públicos y servicios básicos; quedando en manos del
Estado el manejo macroeconómico y monetario con el fin último de servir los intereses del
capital financiero internacional, así como garantizar la seguridad y la preservación del orden
público. De otro lado, se percibe cierta conciencia global y con marcado énfasis en América
Latina, por acoger la democracia como sistema político legítimo, de ahí que sea de prioritario la
modernización del Estado, el reconocimiento jurídico de la participación en asuntos públicos y la
descentralización territorial. Esta última tendencia genera según Boisier (2002:178) un cambio
importante en las funciones de regulación del gobierno nacional, en el sentido de reservarse
éste de ahora en adelante solo las funciones más estrictamente nacionales, entregando la
función de fomentar el crecimiento y el desarrollo a entes territoriales. En tal perspectiva, las
entidades territoriales son ahora responsables de activar los mecanismos que operan como
factores causales de su propio crecimiento, de su desarrollo, y de su posicionamiento en la
globalización.
La vinculación entre sistema democrático, descentralización y participación es interesante por la
relación con el tema central del texto: la planeación para el desarrollo; veamos dos
implicaciones que de ello se desprenden. La primera es que se deja al descubierto el potencial
democratizador del desarrollo territorialmente descentralizado, lo que significa que “sin
descentralización no es posible el desarrollo dado que este ocurre en territorios concretos, lo
que significa que no se distribuye homogénea ni exhaustivamente por el planeta; se observa
como la competitividad y los procesos de organización social y política también están referidos
a un territorio específico” (Bustamante, 2002:55-56).
Otra de las implicaciones es sugerida por Gutiérrez (1998:55-57) quien le imprime particular
importancia a la relación democracia-participación. Este argumenta que democracia y
participación aportan hoy un marco de referencia que define y concreta la adquisición de más y
mejores niveles de desarrollo a partir de procesos planificadores; pretensión que merece una
construcción colectiva de largo aliento, es decir de largo plazo, capaz
de abandonar los
condicionamientos perentorios impuestos por el corto plazo y la coyuntura; y, en cambio de
cabida a la tan anhelada gobernabilidad de los territorios como resultado supremo, basado en la
cohesión, la concertación y la participación poblacional.
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Así mismo, se registran otros efectos que marcan una relación desnaturalizada entre lo político
y lo social, ellos son el cuestionamiento de la política como instancia general de representación
y coordinación de la sociedad; lo que indica que la política pierde fuerza como vértice ordenador
de la sociedad presentándose el fenómeno de despolitización, la incertidumbre y apatía política,
la ingobernabilidad democrática, la relación vertical entre lo político y lo social, el socavamiento
y desmantelamiento de las organizaciones sociales, la crisis de los sistemas de representación
y de participación ciudadana, la aparición de nuevos actores que rivalizan con el gobierno y el
fraccionamiento de poderes entre otros.
Ámbito económico
En la época contemporánea las dinámicas desplegadas por la producción, el consumo y la
distribución de bienes y servicios, exhiben gran poder de subordinación sobre todos los
ámbitos. Es preciso advertir que la creencia económica de que “todo” se resuelve en el mercado
(siendo en consecuencia la ganancia, el dinero, el nivel material lo fundamental), se ha llenado
de nuevos contenidos que dan cuenta que hoy el desarrollo no se puede conseguir bajo
cualquier precio, lo que indica la importancia de considerar medios y fines en el marco de
preceptos éticos y legítimos. En medio de esta paradoja planteada por la economía capitalista,
se evidencian tendencias como su internacionalización, que implica la mundialización de la
producción, la circulación y la valorización; la conformación de bloques para la competencia, la
reestructuración de sectores económicos, la concentración y centralización del poder financiero,
tecnológico, militar y político en pocas manos.
Los efectos que emergen en el marco de tales tendencias y que exhiben una relación directa
con el ámbito socio-cultural y político, son el incremento de la pobreza y exclusión social
respecto a la tenencia de fuentes de recursos, el crecimiento de la ilegalidad e informalidad, la
privatización de lo público, la expansión significativa de lo individual como centro organizador de
la conducta humana, la mercantilización de bienes, servicios, del hombre, de sus relaciones
sociales y de su conocimiento, el fenómeno de la sociedad de consumo, la dispersión,
precarización e informalización laboral, la flexibilidad en el movimiento del capital y de
mercancías, la deslocalización de las funciones básicas de la economía (pérdida de la
importancia de actividades primarias), el acceso a gran variedad de productos y servicios entre
otros.
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Ámbito tecnológico y de comunicaciones
La revolución científica centrada en las tecnologías de la información y la comunicación, se
presenta como una tendencia central, dado que incide directamente en la transformación de la
vida política, económica, socio-cultural, ambiental y espacial. Esta tendencia se manifiesta en
desarrollos altamente sofisticados en el campo de la información y la comunicación tales como
internet, telemática, televisión por satélite, cadenas radiales, redes, robotización, la industria
mecanizada, la medicina biónica, automatización de procesos entre otros. Hoy la tecnología es
un medio para la producción de conocimiento, situación que sustenta el predominio de la
sociedad del conocimiento como resultado de la combinación de tres fuerzas, todas
contemporáneas: la de saber; la de las computadoras y la de las tele-comunicaciones.
Entre los principales efectos es relevante el carácter ambiguo que causan las tecnologías
comunicativas, puesto que aunque éstas en algunos escenarios pueden “leerse como claves
para el progreso, la ampliación de fronteras, la pérdida de marginalidad; en otros, por el
contrario, surgen como nuevas formas de dominación, alineación cultural, exclusión,
encubrimiento de la cultura entre otros” (Ghiso, 1998:5-7). Tales tecnologías no precisan de la
presencia física de los participantes, modificando pautas de sociabilidad y la misma noción de
espacio; a su vez, la cultura de la imagen revoluciona experiencias e imaginarios colectivos.
Otro efecto de gran interés a ser tenido en cuenta en el análisis territorial, es aquel que hace
referencia a la aceleración y facilitación del intercambio de información, situación que disminuye
el peso de los territorios en cuanto distancia física, sin llegar a su absoluta desaparición y
banalización (Lázaro, 2002:221-223). En este sentido, se eliminan las distancias pero se crean
nuevos espacios virtuales, reinventándose la cotidianidad, profundizándose las desigualdades y
exclusiones, a nivel personal y territorial (Bustamante, 2002:54).
Ámbito territorial
De acuerdo con Boisier (2001:178) los territorios están siendo revalorizados en la globalización
hasta el punto de convertirse paulatinamente en los nuevos actores de la competencia
internacional por capital, por tecnología y por mercados. Echeverría (2002) complementa tal
panorama al sostener la relevancia política y cultural de los territorios que tienden a
reorganizarse en mega ciudades, áreas metropolitanas, sistemas urbanos de corredores o
nodos articulados, impactando la constitución de regiones y áreas geopolíticamente
estratégicas. Según la autora, el destino urbano es ineludible, tanto en la conformación
morfológica como en la constitución de los parámetros culturales que hoy dominan el imaginario
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social. Al recoger las ideas expuestas se observa con claridad que la condición contextual glocal atraviesa el territorio al quedar inevitablemente articulado a redes socio-culturales, a sus
sistemas políticos y económicos.
El territorio juega un papel protagonista en tanto se ve como actor competidor a nivel mundial,
el cual, además, es susceptible de ser desarrollado; al respecto Bustamante (2002:55) expone
de manera concreta que es en territorios específicos y en torno a personas de carne y hueso
que se da el desarrollo. Este autor hace relevancia en los cambios manifiestos en la pequeña
escala geográfica, -haciendo referencia a la escala local, que la diferencia de la escala virtual
amplia, asociada a la globalización-; los cuales son vistos por Borja (2003:10) como desafíos
actuales que exigen una acción política innovadora. Algunas de las tendencias más
significativas a nivel territorial son la aceleración del fenómeno de urbanización, el cual según
Borja y Castells (1998:363-367) es a la vez creador y destructor, debido a que la población se
concentra en el territorio generando nuevas centralidades, pero a la vez, el espacio se
fragmenta, así los territorios se difuminan y los lugares se debilitan, dando vida a fenómenos
como
la
segregación,
polarización,
marginación,
exclusión
del
espacio
urbano,
desterritorialización. Estas son las nuevas disposiciones para la planeación y el ordenamiento
del territorio, las cuales en palabras de Gabiña (1999:22) tienen que ver con asuntos que
afectan no sólo a la esfera económica de nuestra sociedad actual y futura, sino también su
esfera social, organizativa, formativa y cultural; además como se anotó anteriormente, la
política.
Ámbito ambiental
Este ámbito pasa por el análisis interrelacionado de componentes naturales, sociales, políticos
y territoriales; asumidos como elementos claves a la hora de entender las dinámicas específicas
de los sistemas ambientales. La inclusión de la variable ambiental en los procesos de
desarrollo, significa que es necesario operar los postulados del desarrollo sostenible. Por ello,
se concibe como la principal tendencia para contrarrestar los efectos que engrosan la crisis
ambiental mundial, registrada en problemas ambientales como el calentamiento global, la
disminución de la capa de ozono, la contaminación marina, la deforestación, la desertificación,
la inadecuada disposición de residuos sólidos y líquidos, los riesgos nucleares, la disminución
de la biodiversidad entre otros. La implicación negativa de tales efectos para la vida del hombre
en el planeta, ha generado una preocupación generalizada por el tema ambiental que se
traduce en redes culturales, intelectuales y científicas que lo investigan, regulan y normatizan.
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A manera de corolario
El panorama contextual configurado a partir de ámbitos caracterizados por tendencias y
efectos, es útil para señalar no tanto su individualidad e independencia; sino, por el contrario, su
interdependencia y confluencia; en la que se desencadena el conjunto de transformaciones y
acontecimientos que complejizan los procesos de planeación para el desarrollo en la época
contemporánea, y que en tanto, hacen explícitas situaciones y retos que deben enfrentarse.
Una, es la emergencia de nuevas experiencias que se tornan problemáticas para la planeación
al ser cada vez más difíciles de captar, describir y analizar; algunos ejemplos que pueden
citarse al respecto y que intentan sintetizar lo visto son: las nuevas dinámicas societales
originadas por los procesos de circulación de capital, los flujos de la fuerza de trabajo, la
organización económica transnacional, la transformación de las relaciones temporo-espaciales,
los movimientos de información surgidos por la revolución de las comunicaciones y la
informática, las prácticas ambientalistas, el proceso de urbanización acelerado, entre otras.
Tales dinámicas dejan ver, sin lugar a dudas, que en la época contemporánea no hay
condiciones absolutas sobre las que podamos concluir la existencia de un estado de cosas
definidas; muy por el contrario, estamos avocados a planear el desarrollo en condiciones a
veces opuestas, atravesadas por la incertidumbre, el conflicto, prácticas violentas entre otras.
Otra de las situaciones a enfrentar, se origina en virtud de la primera. Dada la naturaleza
variada y compleja de las nuevas experiencias, se tensiona la posibilidad de que la planeación
sea una opción para el desarrollo; en este sentido, se va modificando gradualmente su
comprensión y aplicación, teniendo que ser revisada tanto en su concepción como en su
práctica. A este requerimiento actual hemos decidido denominarlo como redimensionamiento
conceptual y metodológico de la planeación para el desarrollo; el cual es guiado por la
identificación y análisis de las dinámicas y fenómenos que se manifiestan en la realidad societal
y que transforman el hábitat de los grupos humanos en el territorio. Nos enfrentamos a la
configuración de procesos de planeación integrales, flexibles, creativos y estratégicos; que
incluyan consideraciones normativas, sociales, políticas, espaciales, temporales y contextuales,
útiles para la promoción de acciones que contribuyan al desarrollo y aporten pautas para lograr
una visión más comprehensiva de la sociedad.
El reto, en consecuencia, se dirige a instaurar desde los procesos de planeación para el
desarrollo, discursos y prácticas renovadas capaces de encarar las condiciones contextuales de
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la sociedad contemporánea. Asumirlo, implica adentrase en senderos paradójicos, que como se
anotó en principio, pueden señalar de un lado, su carácter utópico y lejano en la perspectiva
real de conseguir mejores estadíos de desarrollo; y de otro, posibilitar escenarios, actores y
prácticas
que
la
justifiquen
como
opción
socio-política
integral.
Se
cree
que
el
redimensionamiento del que hablamos, es desde donde pueden establecerse formas de
pensamiento, y, por supuesto, de intervención de la planeación para el desarrollo del territorio;
asunto que se torna, asimismo, como una oportunidad para la construcción y re-construcción
social y política de la planeación; el relacionamiento de diversos esfuerzos sociales,
gubernamentales, académicos y gremiales que garanticen condiciones y actuaciones
pertinentes y efectivas; y para la fundamentación compartida de mayores niveles de
democracia, legitimidad y gobernabilidad.
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