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I. La interculturalidad y la educación
Contexto de emergencia de la educación intercultural.
La interculturalidad se levanta abiertamente frente a esa historia de intolerancia y
fundamentalismos -de todo tipo- que nos ha precedido; también, en contra del proyecto de la
modernidad marcado por el progreso sin límite, el triunfo del más apto y fuerte que no requiere
de nadie. Lo anterior, entre otras cosas, generó una mentalidad por la que nos resulta muy difícil
admitir que 'mi tradición' es una entre tantas, con su propia manera de acceder a la realidad.
Pero que existen otras diversas a ella, por principio igualmente legítimas y cada una con sus
propios lenguajes, herramientas conceptuales y una visión ventajosa de la realidad.
A su vez, contamos con un nuevo entorno internacional integrado por algunos aspectos
confluyentes que sitúan la interculturalidad como un imperativo y signo de nuestro tiempo. Entre
ellos cabe citar:
· La creciente constatación de la integración de nuestros países a partir de la diversidad
de grupos culturales, lingüísticos, étnicos y religiosos.
· Una mayor conciencia y sensibilización a la pluralidad cultural.
· La globalización neoliberal.
· El rechazo social y jurídico del racismo y la xenofobia.
· El reconocimiento internacional de los derechos humanos que incluyen los derechos
sociales y culturales de todos los pueblos.
· Las grandes migraciones y los cambios que producen.
Esos aspectos enunciados, en sentido amplio, junto a los mayores conocimientos que se
han adquirido en la línea socio-antropológica, histórica, filosófica, etc., ponen de relieve un
conjunto de procesos de transformación cultural, múltiples y variados que denotan la conciencia
de la creciente configuración multicultural de nuestras sociedades y sus distintas mezclas
interculturales.
En referencia al ámbito educativo, en general puede afirmarse que el concepto de
educación intercultural nace en los años sesenta y comienza a extenderse significativamente a lo
largo de los años setenta.
Es interesante contrastar las 'causas' de su aparición a través de los distintos contextos
culturales.
En Estados Unidos esa propuesta educativa se vincula a una mayor conciencia de la
naturaleza de la diversidad cultural que integra esa nación, en donde se constata la existencia de
varias culturas que conviven pero sin una interrelación. Por eso, los especialistas comenzaron a
describir la realidad del país como una suma de culturas y a optar por un modelo intercultural
que promueva una política educativa en favor del pluralismo cultural.
En la Unión Europea, comienza a hablarse de la educación intercultural a partir de los
años ochenta, a raíz de la fuerte inmigración que genera una yuxtaposición de culturas autóctonas e inmigrantes- en la sociedad, presentes específicamente en el aula escolar. La
tendencia que se persigue es la de preservar las culturas étnico- grupales para que no sean
absorbidas por la cultura dominante.
En España, la educación intercultural apenas cuenta con poco más de una década de
vida y se ha desarrollado principalmente en relación con el tratamiento de la minoría gitana.
Hay que reconocer que nos encontramos en un momento inicial de la Educación
Intercultural, pues apenas se va cobrando algo de sensibilidad por esta temática, todavía no muy
valorada. A la vez, hay un intento por sentar las bases y los principios que deberá asumir esta
educación en búsqueda de una orientación y conceptualización mas claras, que se reviertan en
La educación intercultural 2
sus líneas de formación para el profesorado, sus contenidos básicos curriculares, metodología,
etc., como denota la bibliografía existente -revistas monográficas, obras- y trabajos de
investigación.
De partida asumimos que:
1) La interculturalidad constituye el proceso de mestizaje por el cual cada persona y
cada cultura cooperan al destino de la humanidad y el universo. Íntimamente vinculado a
ello, la educación intercultural se convierte en un camino de convivencia y
reconocimiento de la interindependencia
2) Esa educación no se dirige a un determinado colectivo que supuestamente podemos
cuantificar y calificar como desfavorecido. Es una opción dirigida a todos los grupos
sociales, en función de la riqueza que puede potenciar en cada sujeto al permitirle
desarrollar competencias en múltiples sistemas de percepción, pensamiento, acción, así
como aprender a desenvolverse entre las culturas diversas de su entorno, pudiendo
aprovecharse de sus aportes y contenidos.
3) También representa un conocimiento crítico social alternativo porque interroga un
modelo de conocimiento -predominantemente occidental- que ha sido reducido a una
operación mental, cognoscitiva, académica e interna a la ciencia. Por eso, enfatiza su
construcción de acuerdo a las condiciones sociales marcadas por cada sociedad o
cultura. Eso hace que también cuestione la relación entre la escuela -reproductora y
legitimadora socio-ideológica de la cultura dominante- y el estado que le impone sus
fronteras.
4) Desplaza esa concepción de la educación y transmisión de cultura ceñida
exclusivamente a nuestros centros escolares y la asimilación de cosas, en favor de
considerar también el aprendizaje no-formal, enraizado en la propia vida y sus múltiples
esferas de relación.
Punto de Partida:
Llama poderosamente la atención que en los variados enfoques desarrollados sobre la
educación intercultural: la asimilación, entendimiento cultural, pluralismo cultural, educación
bicultural, educación multicultural, educación antirracista, no exista un planteamiento teórico de
la cultura en sentido socioantropológico. Así, algunos dejan ver una interpretación de la cultura
todavía en el sentido "ilustrado" de 'acumulación de conocimientos' legitimados y jerarquizados
por la cultura dominante, acompañada de los rasgos predominantes de la abstracción, estatismo,
homogeneidad y aparente universalidad. Enfatizan muy poco la relación entre la cultura y los
caracteres distintivos que esta imprime en la esfera particular y, muchas veces, se limitan a
considerar las creencias religiosas, los rituales comunes o las tradiciones compartidas, haciendo
caso omiso de sus orígenes a través de los sistemas de significado, estructuras de poder y la
mediación de instituciones en que unos y otros se despliegan.
¿Qué es la Interculturadidad?
La interculturalidad no se puede confundir con ninguna de estas nociones:
interdisciplinariedad, transdisiciplinariedad, multiculturalismo, una nueva filosofía de la cultura.
La interculturalidad representa un avance con respecto al multiculturalismo 1 en el sentido
de que este último, en general, se refiere a la presencia, en un mismo lugar, de culturas distintas
1
El interculturalismo aspira a superar la mera coincidencia de culturas. Es un concepto dinámico que enfatiza los
aspectos positivos de la comunicación entre culturas: intercambio, reciprocidad, apertura, flexibilidad, solidaridad,
etc. Si el multiculturalismo describe una situación de partida, el interculturalismo muestra la dirección a seguir para
que la convivencia entre personas de culturas diferentes en condiciones de influencia paritaria sea fuente de
riqueza.
La educación intercultural 3
que no están necesariamente en relación o estarían con relaciones conflictivas. Como el
multiculturalismo pretende defender la libertad e igualdad de las culturas, únicamente exigirla
una actitud de respeto y tolerancia, reivindicando, como actitud complementaria, la necesidad del
reconocimiento. La interculturalidad2, por su parte, exige no solo el respeto o reconocimiento,
sino conceder a cada miembro la facultad de contribuir con su aportación particular. De ahí que
el paso de una sociedad multicultural a una de carácter intercultural debe realizase mediante la
renegociación continua de los roles, espacios y el discernimiento de valores que entretejen y
orientan los procesos de síntesis, enmarcado en la dinámica de la propia sociedad pero a la vez
constituye una necesidad que imponen las relaciones interculturales.
Aproximación de la Interculturadidad:
La interculturalidad, por tanto, sería el nombre de una actitud o enfoque que intenta ir
más allá de todo centrismo. EI adjetivo inter no es ningún apéndice o suplemento, sino lo más
relevante, ya que ese prefijo denota relación semejanza-diferencia, entre filosofías, culturas y
religiones. Por eso, supone de fondo la convicción de evitar la absolutización de cualquiera de
estas. Esto es, no sigularizar ninguna de ellas.
Además, la interculturalidad genera un posicionamiento particular por el que no concede
privilegios a priori a ningún sistema conceptual o tradición. Tampoco trata a las culturas y
religiones según distintos niveles teóricos sino que intenta tomar en serio la composición de cada
una de ellas y su contexto.
En el nivel de la comunicación, la interculturalidad se comprende como un camino de
pensamiento y de vida regido por el doble movimiento: querer-entender y querer-serentendido.
En el nivel de la relación que implica el ámbito psicosocio-cultural, individual o grupal,
también podemos 'calibrar' el comportamiento intercultural de nuestras sociedades y culturas, de
acuerdo a una triple condición:
- Si suponen como condición inicial que se da entre personas de distintas culturas.
- Si facilitan relaciones de comunicación a través de comportamientos en los que ambas
partes quedan co-implicadas personalmente.
- Sí, precisamente, en los momentos críticos de esa relación, se provoca un cambio
significativo en los juicios sobre la competencia social o personal de individuos, personas
o culturas distintas.
Algunos autores señalan que existe un 'coeficiente de interculturalidad' distinto para cada
sociedad. En esa línea, habría que observar las actitudes de aceptación y comprensión pues son
clave para este tipo de relaciones en tanto que despiertan y, con ello, favorecen un proceso que
puede traducirse en el aumento de las capacidades de comunicación y del trabajo en común.
Hasta aquí podemos señalar que la interculturalidad revela su apuesta por el encuentro
dialógico, el crecimiento mediante la inter-fecundación entre culturas diversas, la comprensión de
la cultura, el atrevimiento a aprender a pensar de nuevo a la luz de diversas tradiciones evitando
caer en la tendencia de convertir, conquistar y asimilar al otro a mi visión y autocomprensión, lo
que esta vinculado con una comprensión plural de la realidad y la razón.
Descripciones de la Interculturadidad:
A continuación ofrecemos algunos 'descriptores' de la interculturalidad que nos dibujan
sus contornos.
2
El multiculturalismo se refiere a la concurrencia de dos o más etnias y su coexistencia en la misma sociedad o
territorio. Es un concepto estático que trata de describir una situación frecuente en nuestro tiempo. Del
multiculturalismo así entendido se deriva la idea de posible choque cultural, pues refleja una realidad compleja en la
que a veces los grupos refuerzan su identidad sobre la base de lo que les diferencia de otras comunidades.
La educación intercultural 4
a) La interculturalidad: un horizonte descentrado.
La interculturalidad se va perfilando, hoy por hoy, como un movimiento general hacia una
"mayor sensibilización" y un horizonte que nos "descentra". Es el resultado de un nuevo entorno
internacional acompañado de:
a.a.- una conciencia de mayor interdependencia planetaria.
a.b.- una serie de conflictos y tensiones que les son inherentes.
a.c.- nuevos desafíos.
a.d.- sentimientos de perplejidad y limitación.
a.e.- el despertar de preguntas inéditas y reacciones muy variadas que despliegan frente
a nosotros caminos de los que apenas tenemos referencias o algún tipo de mapas.
b) La interculturalidad: una experiencia y opción.
La interculturalidad es una experiencia, previa a toda teoría. EI proceso intercultural
emerge cuando por alguna razón una persona cambia de contexto habitual de vida y se ve
obligada a entrar en relación con otros grupos y culturas diferentes a los de su origen. Entonces
se produce una especie de rompimiento que podríamos denominar en función de su impacto,
alcance y profundidad efectivo y afectivo. Esa experiencia nos ayuda a tomarnos el pulso de
nuestras actitudes y reacciones, nuestra flexibilidad para reconfigurar nuestra vida y constructos
teóricos.
c) La interculturalidad: una apuesta dialógica desafiante.
La interculturalidad hace una clara apuesta por el dialogo, fundada en dos principios.
Primero, el principio de la coexistencia dialógica -relacional- del ser humano, que se irradia hacia
otros aspectos. Esto significa asumir la centralidad del diálogo para acceder a una determinada
relación -a escala «intra-inter-extra cultural»-, instaurando la intersubjetividad como principio para
animar, renovar y reconfigurar nuestra comprensión de la cultura y la vida y, por supuesto, de la
filosofía.
Segundo, el principio de la «originalidad de cada cultura» y, con ello, la pluralidad
cultural. Esto implica que no tenemos por que dominar, convertir o imponer nuestro modo de ser
y pensar a nadie.
d) La interculturalidad: una dimension conflictiva.
Hemos de estar suficientemente concientes de que cada cultura ha definido
históricamente la construcción de lo normal y lo natural. Esto ha sido permeado por relaciones de
poder y marcado por la desigualdad, estereotipos raciales y culturales. Por eso surgen dinámicas
destinadas a construir nuevos muros entre ellos los físicos, afectivos e ideológicos y se nos
enseña a evitar o rehuir todo contacto; o bien, a encerrarnos en nuestro propio mundo, lo que
denota la presencia de un conflicto abierto y oculto que genera el apartheid social, educativo y
cultural, que se traduce en la estratificación o castas de ideas y se extiende a una visión que
crea una mentalidad de rechazo.
En realidad es nuestro conocimiento sesgado o estereotipado o nuestro
desconocimiento de otros mundos, de maneras diferentes de entender la realidad y relacionarse
con ella (a través de sus diferentes símbolos y códigos), el que nos impide establecer una
comunicación autentica.
e) La interculturalidad: una alternativa liberadora.
Para que un proyecto pueda ser calificado de intercultural tendríamos que fijarnos en
que supone una deliberada interrelación entre las distintas culturas y se encuentra expresado en
toda su dinámica y finalidad ultima, de donde se desprenden cinco posibles opciones:
La educación intercultural 5
- Mantener la cultura hegemónica de una sociedad determinada.
- Reconocer la existencia de una sociedad multicultural.
- Fomentar la solidaridad y reciprocidad entre las culturas.
- Denunciar la injusticia provocada por la asimetría cultural y la lucha contra ella
- Avanzar en la dirección de un proyecto propedéutico, interdisciplinar e intercultural, ha
de incluir la opción intercultural y la lucha contra todas las formas de discriminación.
La Interculturadidad : Un proceso de Transformación Polifónica
La interculturalidad podría operar el inicio de la transformación de nuestro conocimiento
apostando por el ritmo sinfónico de nuestro pensamiento, mediante un modelo de racionalidad
intercultural. Entre sus rasgos destacaríamos que:
- Es una invariante antropológica constitutiva y orgánicamente vinculada a la libertad
humana, presente y desarrollada en todos los seres humanos y las culturas.
- Es histórico-contextual, situada y conciencia de que opera bajo múltiples
condicionamientos.
- Es inter-independiente, es decir que se plantea la realidad de manera integral,
asentada en la actitud básica de credibilidad y confianza.
- Es dialógica, porque considera la realidad y la existencia humana y el ejercicio del
pensamiento como lugares de encuentro y relación.
- Es vital, narrativa, sentiente.
- Es hermenéutica, capaz de mirar a través e interpretar, perforar la capa superficial de la
existencia.
- Es abierta e itinerante, se hace en el camino y al calor del acontecimiento.
- Es creativa, propositiva, interpelante y multifacética.
- Es liberadora, comprometida e indisociable de la problemática socio-política de cada
contexto.
- Es discente, porque no se conforma con lo que hay, se atreve a diseñar e imaginar
otros proyectos de vida mas humanizantes.
La Aportación de la Orientación Psicosociocultural al Discurso Intercultural.
Es importante rescatar la aportación psicosociocultural para nuestro proyecto
intercultural educativo ya que a partir de ella podemos comprender mejor no solo las formas de
relacionarse, sentir, percibir, actuar, conocer, etc., a nivel individual y grupal, de las diferentes
sociedades o culturas -y así de nuestro sujeto de la educación- sino también situar el marco de
las relaciones y comunicación en el lugar fundamental que le corresponde, además de contar
con herramientas útiles para desempeñar nuestra tarea educativa.
La teoría del carácter social de Fromm, parte de la pregunta: ¿que tipo de vínculos con
el mundo, las personas y las cosas debe -y puede- desarrollar el hombre a fin de sobrevivir, dada
su dotación y la naturaleza del mundo que le rodea?. La antropología que subyace a esa
teorizacion señala que el fin del hombre es sobrevivir. Para ello, por un lado, debe proveer sus
necesidades materiales -alimento, cobijo, etc.- y asegurar la supervivencia del grupo-procreación
y protección. Por otro lado, deberá de encontrar formas para relacionarse con los demás. Este
proceso se denomina " socialización".
La formación del carácter social esta mediada por la influencia de la cultura total, que
implica los métodos de crianza de los niños, la educación -instrucción, literatura, arte, religión,
costumbres, etc., para garantizar su estabilidad.
La educación intercultural 6
Desde esta perspectiva, la relación es una cuestión decisiva para alcanzar el desarrollo
humano sano -por encima de la satisfacción instintiva-. En ese sentido es una constante que
atraviesa todas las culturas, sin embargo, los diferentes contextos sociales exigen formas
distintas de relación y de comunicación para funcionar.
En esa línea nos preguntamos si la educación intercultural, tal como ha sido planteada
hasta ahora, no prioriza únicamente los procesos de asimilación en detrimento de los procesos
de relación.
Nos cuestionamos hasta que punto nuestro profesorado esta sensible a toda esa
situación. Si conoce los grupos culturales distintos a los que pertenecen sus alumnos y su
trayectoria, junto con los elementos que estructuran su personalidad para implementar una
educación en el marco de esas especificidades y las aprovecha para educar en la diversidad.
Es verdad que no tenemos herramientas suficientes para la educación intercultural.
Quizá descuidemos la mas importante, la única que puede salvar distancias y con seguridad
generar el crecimiento y cambios: la relación Interpersonal y dialógica, un arte que
aprenderemos a medida que avancemos en la confianza por el otro como fuente de comprensión
y conocimiento; su atenta escucha; la búsqueda común de la verdad -sin asumir que ya
conocemos los significados de cada una de sus palabras- y, la aceptación de poder ser
vencidos, convertidos o simplemente desconcertados.
Existen una serie de indicadores que nos pueden ayudar a comprender por donde se
mueve cada cultura: los centros de acceso a la realidad que presenta cada cultura, su vida
distinta, el dialogo intrapersonal que suele establecer, etc, se trataría de partir de ella, o cuando
menos, tomar conciencia de sus dificultades para comprender nuestro conocer y proceder.
Ya hemos mencionado que toda sociedad o cultura posee su propio modo de
relacionarse y que en función de sus modos de sentir y percibir desarrolla un sistema de
categorías que determinan sus formas de conciencia que operan como una especie de filtrosociocultural.
Podemos diseñar un arco continuo en donde situemos:
- de un lado las experiencias que son captadas por todas las culturas. En general, estas
se relacionan con las sensaciones de supervivencia (dolor, deseo sexual, hambre, etc.);
- del otro lado el conjunto de experiencias más sutiles y complejas que son desarrolladas
específicamente por algunas culturas (la percepción de un capullo de una rosa al
amanecer, una gota del rocío, el sol que sale, etc., experiencias propias de la percepción
en la cultura oriental) y que pueden pasar desapercibidas para otras culturas;
- en la parte central de nuestro continuo, las experiencias que pueden ser captadas por
varias culturas, a veces articuladas a una matriz cultural común de procedencia.
La conciencia humana es compleja y cuenta con una serie de «categorías de
organización» que pueden manifestarse de diversas formas.
Esto significa, en correlación con el continuo mencionado que:
1) Algunas categorías pertenecen a la «percepción común» de todos los hombres (el
espacio, el tiempo) aunque cada cultura los organice de forma distinta y en ese sentido
son universales.
2) Otras categorías son «validas para muchos pero no para todas las formas conscientes
de pensamiento» (la causalidad, el símbolo, concepto).
3) Hay categorías que son aun «menos generales y difieren de una a otra cultura» (lo
normal y lo anormal, la esfera de lo publico y lo privado en intima correlación con la
concepción de lo masculino y lo femenino).
La educación intercultural 7
Al hilo de lo anterior, Fromm diseña un Triple Filtro Sociocultural cuya función es el
ordenamiento de nuestra conciencia en función de tres aspectos:
- El lenguaje, que no denota únicamente la diversidad de palabras, sintaxis, gramática,
significación original, sino ciertas experiencias afectivas, una actitud vital -expresión
congelada de una experiencia determinada de la vida-. Este filtro es tan importante que,
por lo general, una experiencia casi nunca entra en la conciencia, si no posee un
lenguaje para ser expresada.
- La lógica, permite que la conciencia dirija el pensamiento en determinada cultura.
Suele suponerse que el pensamiento - al igual que en el lenguaje - es determinado por
reglas universales y naturales. En la práctica nos encontramos que lo ilógico en un
sistema cultural, es ilógico en otro. Hay que destacar que mientras permanecemos en la
propia cultura, nos parece que nuestras categorías lógicas son las mismas para todos, a
no ser que alguien abiertamente las contradiga, es casi imposible tener la conciencia de
otras posibilidades, sin embargo, si esto nos pareciera absurdo, lo encontramos presente
en el concepto freudiano de la ambivalencia, entendida como el amor y odio por la
misma persona.
- EI contenido de las experiencias. Toda sociedad excluye la posibilidad de que ciertos
pensamientos y sentimientos puedan ser pensados, sentidos y expresados. Es decir,
hay cosas que no se hacen, ni se dicen, esto le permite mantener el orden social y evitar
la posible desviación de algún patrón establecido, que pusiera en peligro la
supervivencia del grupo. Pero cada sociedad difiere en la rigidez con que fortalece el
carácter social y la observación de tabúes.
Primeras conclusiones:
La interculturalidad se asienta en una concepción de la naturaleza -y la conciencia- de la
pluralidad, de la realidad, de la persona y de las cosas, se articula en los ejes -fundantes- que
pueden describirse como: el carácter dinámico, interdependiente y contingente de la experiencia
humana; el carácter contingente -limitación ambivalencia- de toda cultura; el carácter dialógico
experiencial de la razón practica; el carácter referencial: espacio, tiempo, historia, identidad y
relación.
Pensamos que entre los mayores aportes de la interculturalidad se haya su postura
crítica y el encuentro con otras culturas que le han permitido captar el entramado profundo de
relaciones que confluyen en la construcción de determinados discursos, algunos de ellos
legitimadores del dominio, la desigualdad y la homogeneización. Por eso, esta dispuesta a
desdefinir, negociar y revisar nociones fundamentales, mirar a través de su tradición original en
el marco de una dinámica de cruce / conflicto entre tradiciones diversas determinadas por las
notas de fa facticidad e historicidad contextual y, desde allí, intenta descubrir consecuencias y
significados extensivos a distintos ámbitos y disciplinas, así como, implementar un instrumental
hermenéutico-epistemológico para el encuentro dialógico. Así podremos echar mano y disfrutar
de los saberes y sabidurías más antiguos pero también, los más actuales. Además de tomar
conciencia, cuestionar, y transformar el propio mito en el que vivimos y buscar las equivalencias
entre los discursos culturales diferentes.
Necesitamos del recurso a otras historias y culturas, inclusive para recuperar el sentido
de la nuestra y su identidad, acceder a nuevos estilos de relacionarse y múltiples lenguajes y
conjuntamente intentar resolver los conflictos políticos, sociales y culturales, teniendo como
criterio de discernimiento el de los más desfavorecidos y la historia del dolor, pero principalmente
La educación intercultural 8
de aquellos que nos son extraños -pues, de lo contrario, sólo alimentaría nuestro odio y
violencia-; y eso ha de poderse poner sobre la mesa de negociaciones y tal criterio constituye un
soporte moral importante, que ha de estar presente en la nueva cultura de la sensibilidad que
hemos de forjar en el entendido de que queremos atajar las distancias culturales que no se
miden exclusivamente por los kilómetros que nos separan sino por los caminos que hemos
recorrido para el encuentro, por la capacidad de abrirnos, enriquecernos y adquirir elementos de
contraste y una mayor comprensión empática por el otro.
II. LA EDUCACIÓN INTERCULTURAL
La educación intercultural: una propuesta para la nueva educación
II.1. Introducción.
La nueva educación presenta la interculturalidad como una de las áreas fundamentales a
desarrollar en las personas. ¿A qué se refiere esta afirmación?, ¿Cuáles son los objetivos de la
educación en lo relativo a la interculturalidad?.
La primera impresión es que se nos insta a reflexionar acerca de qué capacidades
habría que desarrollar en las personas para que puedan convivir en una sociedad multicultural.
Hablaríamos pues de los que se ha venido en llamar “competencias interculturales”.
Sin embargo, nuestro punto de partida es un enfoque de educación intercultural que va
más allá del desarrollo de competencias o capacidades individuales, y que se propone también
objetivos a otros niveles. Hablaremos de las perspectivas educativas que se requieren en el siglo
XXI para responder a una sociedad con nuevas necesidades: para la nueva alfabetización que
es objeto de este congreso.
II. 2. El enfoque de educación intercultural
2.1. Definición
Interculturalidad, multiculturalidad, educación intercultural, educación multicultural, son
conceptos que cada vez se utilizan más en nuestro ámbito, y no siempre con el mismo sentido.
Teresa Aguado nos explica que el término multicultural se refiere al hecho de que
muchos grupos o individuos pertenecientes a diferentes culturas vivan juntos en la misma
sociedad, mientras que el término intercultural añade a lo anterior el hecho de que los individuos
o grupos diversos se interrelacionan, se enriquecen mutuamente, y son conscientes de su
interdependencia.
Referidos estos adjetivos a la educación, en América se ha utilizado sobre todo el
término “educación multicultural”, mientras que en Europa se utiliza más “educación
intercultural”, a pesar de que puedan estar refiriéndose a un enfoque similar. En esta
comunicación utilizamos el término “educación intercultural”, tanto por ser el utilizado en nuestro
entorno más próximo, como por preferencia personal, ya que con esta expresión no se alude a la
mera coexistencia, sino que se hace hincapié en el intercambio entre culturas. Concretamente,
hablaremos de que la escuela y la sociedad son de hecho multiculturales (en algunos casos son
además interculturales), y el enfoque educativo deseable es intercultural.
Definimos la educación intercultural3 como un enfoque educativo holístico e inclusivo
que, partiendo del respeto y la valoración de la diversidad cultural, busca la reforma de la
3
Se puede definir brevemente la educación intercultural como formación teórico-práctica encaminada al intercambio
constructivo entre culturas. Analicemos los términos de esta definición:
- Formación.- Es acción orientada a asegurar el desarrollo personal y social. Por medio de la educación intercultural
se estimulan y despliegan las potencialidades humanas que garantizan la autorrealización en situaciones
pluriculturales.
La educación intercultural 9
escuela como totalidad para incrementar la equidad educativa, superar el
racismo/discriminación/exclusión, favorecer la comunicacióny competencia interculturales, y
apoyar el cambio social según principios de justicia social.
Si nos detenemos a analizar esta definición, veremos que la educación intercultural así
planteada:
- Se trata de un enfoque educativo, una manera de entender la educación, y supone un
proceso continuo (y no un programa o acción puntual).
- Como enfoque holístico, afecta a todas las dimensiones educativas (y no sólo al
curriculum).
- Como enfoque inclusivo, supone educación de todos (y no sólo de minorías o
inmigrantes).
- Percibe la diversidad como un valor (y no como una deficiencia).
- Pretende reformar la escuela para conseguir una educación de calidad para todos.
- Tiene cuatro objetivos generales fundamentales: equidad, antirracismo, competencia
intercultural, transformación social.
Entre paréntesis hemos resaltado algunas de las concepciones erróneas que se tienen
acerca de la educación intercultural, que suponen limitar su alcance y entender el modelo de
manera reduccionista.
2.2. Objetivos de la educación intercultural
En sintonía con la definición de educación intercultural que acabamos de asumir,
presentamos cuáles serían los objetivos a conseguir por este enfoque dentro de cada una de las
cuatro grandes metas identificadas. Se trata de un intento de sistematización, y por tanto de una
clasificación artificial, que esperamos sirva para delimitar más claramente qué persigue el
enfoque educativo llamado intercultural.
Recordamos que las grandes metas de la educación intercultural son:
- incrementar la equidad educativa,
- superar el racismo/discriminación/exclusión,
- favorecer la comunicación y competencia interculturales,
- y apoyar el cambio social según principios de justicia social
2.2.1. Incrementar la equidad educativa
El término equidad en educación significa igualdad de oportunidades para que todos los
alumnos logren desarrollar al máximo su potencial (Bennett). Esta autora aclara que la equidad
no debe confundirse con la igualdad efectiva de resultados ni con la igualdad de experiencias
educativas; el potencial de los alumnos suele ser diverso, de modo que la equidad requiere un
trato diferente a cada uno de acuerdo a diferencias relevantes (p. ej., el lenguaje utilizado en la
enseñanza). Marchesi y Martín aclaran, a este respecto, que la igualdad de resultados no
consiste en que todos los alumnos obtengan los mismos resultados (lo cual no sería posible),
sino en que “las diferencias que se encuentran entre ellos no sean debidas a factores sociales o
culturales”. Tomando esta idea de equidad educativa como principio y fin de la educación
intercultural, los objetivos de este enfoque serían:
- Teórica.- La educación intercultural es teórica porque reflexiona, analiza, describe y explica la realidad. Se dispone
a conocer el fenómeno intercultural y organiza ese saber de forma sistemática y rigurosa.
- Práctica.- No se queda en la mera especulación o marco conceptual, sino que se orienta a la praxis. Por su propia
naturaleza implica actividad encaminada a la mejora personal y social.
- Intercambio constructivo entre culturas.- La educación intercultural es sobre todo compromiso con la convivencia.
Parte de la base de que la comunicación entre culturas oportunamente canalizada es enriquecedora para sus
miembros.
La educación intercultural 10
- Transformar la escuela de tal modo que todo el alumnado (los alumnos y las alumnas, los
estudiantes excepcionales, los alumnos de diversos grupos culturales, sociales y étnicos)
experimente igualdad de oportunidades de aprender en la escuela.
- Incrementar el rendimiento académico de todo el alumnado.
- Educar en la convicción de que somos más iguales que diferentes, y en los valores y actitudes
asociados a ello.
- Reconocer y aceptar la diversidad cultural de la sociedad actual y defender la igualdad de
oportunidades para todos los grupos etnoculturales
2.2.2. Superar el racismo/discriminación/exclusión
Se entiende el racismo como la discriminación por razón de “raza”, género, clase social,
discapacidad, y/o orientación sexual (Christine Bennett). Los objetivos de la educación
intercultural en relación a la superación de esta práctica discriminatoria serían:
- Eliminar el racismo individual, cultural e institucional.
- Desnaturalizar la situación de exclusión sistemática que viven algunas personas y
grupos en nuestra sociedad, promoviendo el cuestionamiento y la comprensión de las
causas que contribuyen a que se produzcan situaciones de injusticia y de privación de
derechos fundamentales (“volver visible lo que la mirada normalizadora oculta”).
- Ayudar a todos los alumnos a desarrollar actitudes más positivas hacia diferentes
grupos culturales, raciales, étnicos y religiosos.
2.2.3. Favorecer la comunicación y competencia interculturales
La persona competente interculturalmente es aquella que tiene la habilidad de
interactuar con “otros”, de aceptar otras perspectivas y percepciones del mundo, de mediar entre
diferentes perspectivas y de ser consciente de sus propias valoraciones sobre la diversidad
(Byram, Nichols y Stevens). La competencia intercultural se compone de conocimientos,
habilidades y actitudes, complementados por los valores que cada uno tiene por su pertenencia
a una sociedad y a unos grupos sociales determinados. Las actitudes (apertura, voluntad de
relativizar las propias creencias y comportamientos, empatía, etc.) constituyen la base de la
competencia intercultural. Los objetivos de la educación intercultural derivados de la meta de
favorecer la comunicación y competencia intercultural serían:
- Potenciar a los estudiantes de grupos victimizados y ayudarles a desarrollar la confianza en su
habilidad para tener éxito académico y para influir en las instituciones sociales, políticas y
económicas.
- Ayudar al alumnado a desarrollar habilidades de toma de perspectiva y a considerar las
perspectivas de diferentes grupos.
- Ayudar a los estudiantes a comprenderse mutuamente, a través del desarrollo de una
perspectiva amplia de la sociedad en que viven.
- Ayudar al alumnado a desarrollar el conocimiento, las actitudes y las habilidades necesarias
para funcionar en su propia microcultura, en la macrocultura, en otras microculturas, y en la
comunidad global.
- Facilitar a todo el alumnado las herramientas más adecuadas y el acompañamiento
personalizado necesario para realizar una construcción identitaria crítica, libre y responsable que
se prolongará a lo largo de toda su vida.
- Facilitar los contactos e interacciones entre grupos culturales diversos dentro y fuera de la
escuela para desarrollar la capacidad de funcionar eficazmente en medios multiculturales.
2.2.4. Apoyar el csmbio social según principios de justicia social
La educación intercultural 11
La meta final de la educación intercultural es transformar la sociedad en un medio más
justo y democrático. Se trata sin duda de una meta ambiciosa que confía en las escuelas como
agentes de cambio social y educativo (McLeod y Krugly-Smolska): en la línea del pensamiento
de John Dewey, se postula que las instituciones educativas se encuentran en una posición
privilegiada para promover la transformación social, de modo que se superen las desigualdades
(racismo personal e institucional, etnocentrismo, desigual distribución de recursos, relaciones de
poder desiguales, etc.). Los objetivos de la educación intercultural en este sentido serían:
- Aplicar los principios democráticos de justicia social favoreciendo la participación
democrática.
- Analizar las desigualdades sociales entre los estudiantes.
- Ofrecer a los estudiantes la oportunidad de ser miembros críticos y productivos de una
sociedad democrática.
- Promover la acción social frente al racismo, la discriminación y la xenofobia.
- Apoyar cambios no sólo ideológicos, sino políticos, económicos y educativos que
afectan a todos los ámbitos de la vida diaria.
2.2.5. Reformar la escuela
Además de los anteriores, son también objetivos de la educación intercultural en su
concepción de reforma de la escuela:
- Valorar y aceptar la diversidad cultural como un elemento positivo para todos los
ciudadanos.
- Propiciar la adquisición de estrategias interculturales en todos los procesos de
enseñanza-aprendizaje.
- Contribuir a la formación de profesores multiculturales.
- Atender preferentemente a la calidad de las relaciones más que a los medios y apoyos
puestos en juego.
- Introducir nuevas estrategias y metodologías en el aula, en el clima escolar y en las
relaciones con los padres y la comunidad.
- Extender la propuesta a todos los ámbitos sociales, no sólo al educativo; y, en éste, no
sólo como atención a minorías o inmigrantes, sino a todos y cada uno de los
participantes en educación.
II.3. La educación intercultural y la nueva alfabetización
En la medida en que somos más conscientes de la pluralidad cultural existente a nuestro
alrededor (en nuestro barrio, escuela, ciudad, país), buscamos respuestas que nos faciliten la
convivencia. Las respuestas han sido muy variadas, y se suele hablar de distintos enfoques de
atención a la diversidad cultural; Elizabeth Coelho diferencia cuatro estrategias o enfoques, que
no siempre resultan fáciles de delimitar en la práctica:
- Segregación: consiste en la separación de diferentes grupos culturales, ya sea formalmente
(con políticas gubernamentales diseñadas para limitar la participación de
las minorías en la toma de decisiones y asegurar la dominación política y económica de unos
grupos sobre otros) o informalmente (sin el apoyo explícito del gobierno). Esta ideología se
enraíza en la creencia de que los grupos racial o étnicamente diferentes deberían separarse por
el bien de cada uno (Scott).
- Asimilación: consiste en la absorciónde las culturas minoritarias por parte de la cultura
mayoritaria, de modo que, al menos públicamente, las minorías abandonan su identidad étnica
(incluyendo el lenguaje).
- Fusión cultural: también llamado e pluribus unum, supone un proceso de adaptación y
aculturaciónbidireccional, en el que la diversidad cultural se incorpora en la cultura mayoritaria,
La educación intercultural 12
cambiando también ésta y dando lugar a una nueva identidad cultural que contenga elementos
de todas las culturas presentes. Scott llama a esta ideología “integración”, la cual sostiene que
las diferencias han de ser eliminadas y todas las culturas deberían combinarse para formar una
cultura común.
- Pluralismo cultural: también llamado “interculturalismo”, “mosaico cultural”, supone la creación
de una sociedad cohesionada donde todos los individuos interaccionan y participan igualmente a
la vez que mantienen sus propias identidades culturales.
De los cuatro enfoques, el último es el único en el que la diversidad se percibe como un
valor y no como un problema. Bajo este modelo subyacen valores como la igualdad, el respeto
por las minorías, o el intercambio cultural enriquecedor. La educación intercultural parte de esta
misma concepción.
La nueva educación, que habría de sentar las bases de lo que ha de ser la educación en
el siglo XXI, logrará formar ciudadanos capaces de convivir en sociedades culturalmente
heterogéneas si se utiliza un enfoque educativo de carácter intercultural, que persiga las metas y
objetivos ya mencionados en los apartados precedentes. Otros paradigmas de atención a la
diversidad cultural en educación, como el asimilacionista o el segregador, están privando a un
sector de la sociedad de su derecho a ser educados con las mismas garantías que el resto de
ciudadanos, es decir, buscando el desarrollo de sus capacidades y su preparación para la vida
adulta. Se trata pues de una cuestión de justicia, de tener como principios educativos los valores
fundamentales de las personas (libertad, igualdad).
III. EDUCACIÓN INTERCULTURAL Y DESARROLLO DE LA
PERSONALIDAD
Los enfoques teóricos de la educación intercultural, distinguen tres principales, de los
que ofrecemos las notas más destacadas:
1) Tecnológico o positivista. Se encamina a la adquisición de destrezas por parte de los
educandos. Tiene un carácter preponderantemente práctico y compensatorio. Lo único que
ofrece a las minorías culturales es la integración por asimilación o, lo que es igual, la sustitución
de su cultura por la cultura hegemónica. En el caso de que las minorías no acepten la
asimilación, este enfoque deja las siguientes alternativas: a) el apartamiento total (apartheid), b)
la marginación de los recursos sociales y materiales (segregación), c) la lucha activa contra el
sistema mayoritario (pugna). En verdad, estamos ante un modelo de corto alcance que apunta
hacia la “disolución” de la interculturalidad. La asimilación está muy lejos del tratamiento
democrático del fenómeno multicultural, toda vez que niega la participación y la idiosincrasia de
las personas y de los grupos.
El modelo positivista corre el riesgo de manipular y controlar a las personas, cual si se tratase
de una “arquitectura de la conducta”.
2) Hermenéutico o interpretativo. Este modelo aspira a que los educandos se conozcan
mejor a sí mismos, con objeto de que se estimule la cooperación intercultural y se reduzcan los
prejuicios y discriminaciones. Se pretende fomentar la tolerancia y la comunicación, aunque no
hay una apuesta decidida por la relación intercultural igualitaria. En la práctica, el cambio se
limita a una mayor comprensión de la realidad, pero sin actuar directamente sobre las
condiciones sociales negativas.
La educación intercultural 13
3) Crítico o sociopolítico. Propone transformar la realidad desde un marco democrático y
ético. Desde esta perspectiva, la educación intercultural supone un compromiso con la justicia
cultural y social. Se pretende que las personas y los grupos se sientan “iguales desde la
diversidad”, es decir, que no haya desequilibrios ni supremacías, y que estén en condiciones de
convivir. Se apuesta por la vida democrática y plural en todos los ámbitos. Por su complejidad,
este modelo precisa aportaciones de numerosas disciplinas y actuaciones diversas.
IV.- EL GERMEN DE LA INTOLERANCIA Y SU ANTÍDOTO
A menudo las diferencias entre grupos humanos se deben más al impacto de los
condicionantes socioculturales en la personalidad que a la genética. A pesar de que el concepto
de raza es muy discutible y no hay un criterio taxonómico exclusivo, sí se puede afirmar que el
fenómeno del racismo -entendido como modalidad de violencia que lleva a algunos individuos a
sentirse miembros de una raza superior y a infravalorar a quienes no pertenecen a la propia
etnia- se extiende. Esta exacerbación del sentido racial admite grados que van desde la
discriminación al genocidio o “limpieza étnica” y a veces se confunde con la noción de xenofobia,
esto es, la repugnancia u hostilidad hacia los extranjeros. El miedo a lo desconocido o el temor a
que peligren los propios intereses hace que se dispare este problema que se manifiesta en forma
de intolerancia y odio a las personas que llegan allende de nuestras fronteras. Racistas y
xenófobos se instalan por igual en la antipatía y la aversión hacia el diferente, quizá porque
desde un punto de vista psicopatológico en el origen de ambos fenómenos haya un componente
narcisista. Este narcisismo colectivo tiende a atribuir lo bueno al propio grupo, mientras que
localiza la maldad en los demás, en los “bárbaros” o “salvajes” que vienen de fuera o tienen otro
color de piel (Alonso Fernández).
Muchos centros escolares han pasado en pocos años de la homogeneidad cultural al
multiculturalismo. Los cambios experimentados han producido en los profesores, padres y
alumnos actitudes de todo tipo, no siempre positivas. Con frecuencia se producen
manifestaciones de intolerancia en forma de racismo y xenofobia que reflejan los prejuicios y
estereotipos hacia algunos grupos minoritarios. Aun cuando la discriminación se exprese en el
trato de unos escolares hacia sus compañeros, en ocasiones es avivada explícita o
implícitamente por los adultos, docentes o progenitores. La observación, la experiencia y la
revisión de diversos trabajos me han permitido constatar que así sucede y, por tanto, cualquier
planificación de educación intercultural que aspire al éxito ha de tener en cuenta a los
educadores. De igual modo, la constatación del conflicto multicultural en la escuela debe
traducirse en una revisión profunda de los manuales escolares, del discurso institucional y del
currículum oficial. Junto al análisis de esta vertiente preponderantemente patente hay que
prestar gran atención a los procesos educativos latentes u ocultos. A nadie se le escapa, por
ejemplo, la trascendencia que pueden tener los comentarios de los profesores sobre la realidad
multicultural o las actitudes que adopten ante sus alumnos procedentes de otros países. Las
palabras, los silencios, los gestos y las acciones de acogida o de rechazo mostradas por un
educador pueden estar cargadas de matices de difícil identificación, pero de honda repercusión
en la sensible personalidad del educando. Es un hecho comprobado que el ser humano puede
reaccionar a débiles estímulos. Estos actos de “subcepción” obligan a extremar la prudencia en
todo lo que se refiere a los valores, pues aunque sea de manera soterrada se proyectan en la
formación ética de los alumnos.
Sólo es posible alcanzar la plenitud personal en convivencia, por eso la educación se
realiza desde las relaciones humanas y para las mismas. Ahora bien, resultaría de todo punto
empobrecedor, cuando no claramente perverso, limitar la capacidad de apertura del educando a
ciertos grupos culturales. El proceso educativo, hoy más que nunca, ha de fortalecer su
compromiso con el ecumenismo o unidad humana, lo que supone descubrir y valorar el
La educación intercultural 14
significado griego de omós -en latín homo, ser humano-: el semejante, el idéntico. El
reconocimiento esencial de que es más lo que nos une que lo que nos separa ha de nuclear la
educación intercultural, sin que ello lleve a soslayar las respectivas idiosincrasias.
La educación intercultural ha de preparar para vivir con los demás, con sus semejanzas
y sus diferencias. La convicción de que la diversidad humana -inherente a la unidad de la
especie- ha de enriquecer la convivencia, no empobrecerla, debe guiar el proyecto educativo
intercultural. La convivencia, no la mera coexistencia, nace de la aproximación cognitiva y
afectiva a la realidad del otro y se manifiesta en la conducta social. Es menester, por tanto,
prestar atención a los tres módulos mencionados:
- Desde el punto de vista cognitivo, hay que brindar informaciones realistas que
favorezcan el conocimiento de la propia cultura y de las demás. Hay que enfatizar los
aspectos positivos de cada cultura y promover el ensanchamiento mental.
- En lo que al plano afectivo se refiere, hay que acercar emocionalmente a las diversas
culturas. La empatía y la autoestima son, a tal respecto, fundamentos de la aproximación
intercultural y deben cultivarse en un marco presidido por la cordialidad.
- La conducta de las personas que constituyen los grupos culturales depende en gran
medida de las dos dimensiones anteriores (cognitiva y afectiva). Cuando las creencias y
sentimientos sobre los otros son positivos se tiende al encuentro, si no es fácil que
emerjan acciones de rechazo o segregación.
En su polo positivo, estas tres dimensiones interconectadas son claves para impulsar y
consolidar actitudes de respeto y colaboración entre culturas. Lo contrario es permitir la entrada
de los prejuicios3, entendidos como actitudes negativas de los miembros de un grupo
habitualmente mayoritario hacia los integrantes de los grupos minoritarios. Las personas con
rasgos étnicos diferenciadores, v. gr., los gitanos o los inmigrantes de determinados países
suelen ser víctimas tradicionales de los prejuicios y pasan a ser “chivos expiatorios” a los que se
atribuye todo tipo de caracteres negativos (Sangrador). Los prejuicios se extienden cuando se
ofrecen informaciones poco adecuadas sobre las otras culturas, se apoyan las evaluaciones
negativas y se justifican las tendencias discriminatorias.
Así pues, hay que superar el hermetismo y la homogeneidad cultural para salir al
encuentro del otro. La educación intercultural se concibe aquí como cultivo del reconocimiento y
aprecio entre culturas, al igual que como fortalecimiento de la hospitalidad, esto es, como
acogida y buen recibimiento a los que llegan.
En un mundo cada vez más interdependiente, es menester poseer una visión planetaria
favorecedora del entendimiento entre los seres humanos, más allá de la raza, las creencias, el
idioma o las tradiciones. Por esta razón, la educación intercultural, en el marco de una
ciudadanía cada vez más universal, supone asumir unos principios éticos, políticos de validez
mundial. En nuestro tiempo, la mejor plasmación de dichas normas se halla en la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, que refleja el esfuerzo colectivo por abrazar una cultura de
paz. Todos estos buenos propósitos se alzan sobre un principio fundamental: la dignidad de la
persona. El incuestionable valor de la persona sitúa al hombre por encima de cuanto le rodea y
justifica el anhelo de vivir consciente, responsable y moralmente. El reconocimiento de la
dignidad se extiende a toda persona y ha de ser la base que garantice el encuentro intercultural.
Respetar y proteger la dignidad de la persona, así como los derechos que de ella se
derivan es deber de todos. Sólo desde este principio elemental es posible la convivencia. La
escuela, por su parte, ha de erigirse en agente de pluralismo y concordia, lo que se traduce en:
La educación intercultural 15
- Apertura a los otros, lo que comporta reconocimiento, respeto e interés por las ideas
ajenas y las distintas formas de vida, siempre que no atenten contra los derechos
humanos.
- Compromiso y preocupación por los demás.
- Disposición a cooperar para alcanzar el bien común.
- Eliminación de cualquier forma de racismo o xenofobia.
- Creación de espacios para el acercamiento cordial.
- Valentía cívica que lleve a defender los derechos y a mostrar coherencia entre lo que
se piensa y se hace.
De lo dicho hasta aquí se advierte con facilidad que la educación intercultural se enmarca
en un ethos que garantiza las relaciones interhumanas y que trasciende los muros de los centros
escolares. La pedagogía de la interculturalidad se encamina a construir una ciudadanía
universal, pues se interesa por mostrar a los educandos sus semejanzas y diferencias para que
estén en condiciones de trazar su propio proyecto vital en un ámbito de participación y paz. En
nuestra “aldea global” la formación para el cosmopolitismo es una tarea esencial que no debe
aplazarse.
La educación intercultural nace del encuentro y del diálogo, y se proyecta en la
estimación de lo diferente y en el desarrollo saludable del educando. Sin la presencia de un
ambiente convivencial, la personalización quedaría detenida. En contextos formativos
pluriculturales cada modalidad cultural influye en las actitudes, valores y conductas de los
sujetos. La impronta de un crisol cultural rico se refleja en los rasgos fundamentales del sujeto,
hasta el punto de que me animo a afirmar que su personalidad modal estaría integrada por las
siguientes notas: apertura, sensibilidad, afabilidad y responsabilidad.
- La apertura refleja la tendencia a actuar conforme a criterios amplios, así como a
aceptar y valorar las diferencias. Esta característica es incompatible con la intransigencia
y cerrazón.
- La sensibilidad es la facultad de sentir. La persona sensible es receptiva a cuantas
manifestaciones culturales acontecen a su alrededor.
- La afabilidad expresa la orientación cordial hacia los otros, tal como se pone de
manifiesto en el trato afectuoso y en la cooperación.
- La responsabilidad equivale a actuar con reflexión y a aceptar las consecuencias de los
hechos realizados. La persona con esta cualidad responde a las demandas de la vida
social y se implica en la construcción intercultural.
Obviamente, estas cuatro características derivadas del marco sociocultural se ven
matizadas por el influjo de otros factores, entre ellos los genéticos, que dan lugar a las
diferencias individuales. Lo que ha de quedar fuera de toda duda es que la interacción
intercultural permite aprehender la realidad del otro y, a la vez, enriquecer la propia.
La educación intercultural ha de adoptar una perspectiva acorde a la naturaleza de la
cultura de que se trate (emic), sin renunciar a la interpretación externa (etic). Lo importante es
que se pueda armonizar una visión particular y subjetiva con un enfoque general y objetivo. En
cierto modo se trata de acercar la comprensión nomotética e idiográfica. Si la vía nomotética se
encamina a buscar leyes con validez para todos los sujetos, la aproximación idiográfica se
interesa por la singularidad personal. Aun cuando suele establecerse el antagonismo entre los
dos métodos, creo que la educación intercultural de nuestros días tiene ante sí el reto de aunar y
superar ambos sistemas descriptivos, en pro del establecimiento de un “código básico de
comportamiento universal” y, a la par, del respeto a las respectivas idiosincrasias.
La educación intercultural 16
La humana inserción en un orden ciudadano superior equivale a reducir el etnocentrismo
y el aldeanismo, al tiempo que se promueve el conocimiento de los grupos culturales y la
competencia social de sus miembros.
Más allá de las estrategias que se adopten para alcanzar la interculturalidad, lo
verdaderamente importante es que la educación se viva. La constatación de la estrecha relación
entre la personalidad y el ambiente sociocultural nos lleva a demandar un genuino
bioaprendizaje, término con el que se enfatiza que la educación intercultural ha de pensarse,
sentirse y practicarse
V.-CONCLUSIONES
Nuestra realidad es cada vez más multicultural. En la Unión Europea el número de
extranjeros se eleva hoy a más de veinte millones (Whitol), lo que permite hablar de nuevos retos
sociales que exigen dar oportunas respuestas favorecedoras de la convivencia. El fenómeno
multicultural reclama acciones educativas amplias que no se circunscriben a la escuela. Desde
un marco humano y científico proponemos una intervención conjunta de los diversos estamentos
e instituciones para que se promuevan en la sociedad valores y actitudes de aceptación y
respeto de las diferencias. Esta praxis pedagógico-social se concreta en actuaciones
encaminadas al encuentro y armonización de la identidad y la diversidad, compromete a todos
en un diálogo fecundo y se orienta al crecimiento personal y grupal.
El educando de nuestro tiempo, habitante de una “aldea universal”, debe conocer, valorar y
respetar las otras culturas del planeta. Lo contrario es, dada la intensa movilidad migratoria y la
interconexión informativa, carencia formativa que limita considerablemente las posibilidades
personales. La forja de la identidad personal es tarea imposible sin el descubrimiento de la
diferencia. Las desemejanzas, lejos de ser consideradas negativas, han de valorarse como
fundamentos de complementariedad y enriquecimiento. Se dice que no hay que poner puertas al
campo y, por lo mismo, no hay que poner lindes a la sociabilidad; lo contrario es cerrazón que
impide la dilatación personal.
La influencia de la educación en la personalidad es tal, que, en mi opinión, sólo una
formación intercultural (en contexto multicultural o no) puede favorecer su saludable despliegue.
La impronta de esta educación quedaría reflejada en la personalidad básica del educando, cuyos
rasgos esenciales presumiblemente serían: apertura, sensibilidad, afabilidad y responsabilidad.
Recién estrenado el nuevo milenio hay que acercarse al otro con ojos atentos para que haya
un reconocimiento mutuo de la condición humana. La escuela debe educar esa mirada personal,
pues sólo desde la contemplación inteligente y cordial cabe avanzar por un camino compartido.