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en vías de ser gravemente amputadas. En los próximos años se desarrollarán n ec esariam ente el
paro y la pr ecariedad del empleo . Estas m edidas son irresponsables desde un pu nto de vista
tanto polít ico y social como en el plano estrictament e económico.
Esta política, que muy provisionalment e ha calm ado la especulac ión, t iene ya unas
consecuencias muy n egat ivas en muchos países europeos, muy part icularmente en la juventud,
en el mundo del trabajo y en las personas más frágiles. A la larga avivará las t ensiones en
Europa y amenazar á por ello la propia construcción europea que es mucho más que un proyecto
económico. Se supone que en ella la economía est á al servicio de la construcción de un
continente democrático, pacífico y unido. En vez de ello se impone en toda s partes una espec ie
de dictadura de los mercados y particularm ente hoy en Portugal, España y Grecia, tres país es
que eran todavía dictaduras a pr incipios de la déc ada de 1970, h ace apenas cuarenta años.
Ya se interprete como el deseo de “tranquilizar a lo s mercados” por parte de
gobernantes asustados o como un pretexto para imponer unas opciones dictadas por
la ideo logía, la sumisió n a esta
Manifiesto de economistas
aterrorizados
Crisis y deuda en Europa: 10 falsas evidencias, 22 medidas a debate para salir del
impasse
Introducció n
La r eactivac ión económica mundial, qu e permitió una inyecc ión colosal de gastos públicos en el
circuito económico (desde Estados Unidos a China) es frágil aunque real. Un solo continente
sigue r etrasado, Europa. Recuperar el cam ino del crecimiento económico no es su prioridad
polític a. Ha empr endido otra vía, la de la lucha contra los déficits públicos.
En la Unión Europea estos défic its son, en ef ecto, elevados – 7% de media en 2 010 – pero muy
inferiores al 11 % de Est ados Unidos . Mientras qu e algunos estados norteamer ic anos de peso
económico más importante que el de Grecia, por ejem plo California, está c asi en bancarrota,
los mercados fin ancieros h an decidido especular con las deudas soberanas de países europeos,
particularmente los del sur . De h echo, Europa se h a dejado atrapar en su propia trampa
institucional: los Estados deben endeudars e con instit uciones financier as pr ivadas que obt ien e
activos líquidos a bajo pr ec io del B anco Central Europeo. Por consiguient e, los m ercados t ienen
la llave de la financiación de los Estados . En este m arco, la ausencia de solidaridad europea
suscita la es peculación, tanto más cuanto que las agencias de calific ación juegan a ac entuar la
desconfianza.
Fue nec esario que la agenc ia Moody bajar a la n ota de Grec ia el 15 de junio par a que los
dirigentes europeos volvier an a encontrar el término de “irrac ionalidad” qu e tan to habían
empleado al princ ipio de la crisis de los subprim es. Del m ismo modo se descubr e ahora que
España está mucho más amenazada po r la fragilidad de su modelo de crecimien to y de su
sistema bancario que por s u deuda pú blica.
Para “tranqu iliz ar a los mercados” s e im provisó un Fo ndo de Estabilización del euro y se
lanzaron a través de Europa unos planes de r educción de gastos públicos drást icos y con mucha
frecuencia c iegos . Los funcionarios son los primeros afectados , t ambién en Fran cia, donde la
subida de las cotizac iones de sus pensiones s erá una disminución encubierta de su sueldo. En
todas partes s e reduce la c antidad de funcionar ios, lo que amenaz a a los s ervic ios públicos .
Con la actual r eforma de las pensiones , desde los País es Bajos a Portugal pas ando por Francia
las prestaciones sociales están dict adura no es ac ept able pues ha demostrado s u ineficac ia
económica y su potencial destructivo en el plano po lít ico y social. S e debe abrir en Francia y en
Europa un ver dadero debat e democrático sobre las opciones de po lític a económica. La mayoría
de los economistas qu e intervienen en el debat e pú blico lo hacen para justific ar o racional iz ar
la sumisión de los po líticos a las exigencias de los mercados financieros. En efec to, en todas
partes los poderes públicos han tenido qu e im provisar unos planes de reactivació n keynesianos
e incluso a vec es nacionalizar temporalm ente los ban cos. Pero quier en cerrar rápidamente este
paréntes is. El software neo liberal siempre es el único que se reconoce como legít imo, a pesar
de sus pat entes fracasos . Basado en la hipótesis de la ef iciencia de los merc ado s financieros,
recomienda reduc ir los gas tos públi cos , pr ivatizar los servic ios públicos, flexibiliz ar el mercado
del trabajo, liberalizar el c omercio, los s ervicios finan cieros y los mercados de c apit al,
aumentar la compet encia en todos los campos y en todas partes…
Como economistas nos aterroriza ver qu e estas polític as sigu en est ando a la orden del día y
que sus fundamentos t eóricos no se han pu esto en t ela de juicio . Sin embargo, los hechos han
dejado en evidencia los ar gumentos avanzados desde hace tr einta años para orientar las
opciones de las polít i cas ec onómicas europeas . La cr isis ha dejado al descubierto el caráct er
dogmático e infundado de la mayoría de las supuestas evidencias repetidas h asta la saciedad
por quien es toman las decisiones y sus consejeros. Ya se trat e de la ef icienc ia y de la
racionalidad de los mercados financieros, de la nec esidad de recortar los gastos para r educir la
deuda públic a o de reforzar el “pacto de estabilidad”, hay que interrogar estas falsas evidencias
y mostrar la pluralidad de las opciones posibles en materia de po lític a económica. Otr as
opciones son posibles y deseables a condición, en primer lugar , de aflojar el tor no impuesto por
la industria f inanciera a las polít icas públicas .
Hacemos a continuación una pr esentación crít ica de diez postulados que sigu en inspira ndo cada
día las decisiones de los poderes públicos en toda Eu ropa a pes ar de los hirientes desmentidos
aportados por la crisis f inanciera y sus consecuencias . Se trata de falsas evidencias que
inspiran unas m edidas inju stas e inefic aces fr ente a las cuale s exponemos veintidós propuestas
para su debat e. Cada una de ellas no goza nec esariamente de la unan imidad de las personas
signatarias de este manifiesto, pero deber án ser tomadas en serio s i s e qu iere sacar a Europa
de su impass e.
FALSA EVIDECIA N°1: L OS MERCADOS FINACIEROS SON EFICIENTES
Un hecho se impone hoy a todos los observadores: el papel primordial que desempeñan los
mercados financieros en el funcionamiento de la economía. Es el result ado de una larga
evolución que empezó finales de la déc ada de 1 970 . La midamos como la midam os esta
evolución marc a una ruptu ra neta, t anto cuantitat iva como cualitativa, con las décadas
precedentes . B ajo la presió n de los mercados financieros la regulac ión del conju nto del
capit alismo s e transforma en profundidad y d a nacimiento a una forma inédita de capit alismo
que algunos llamaron “capitalismo patrimonial”, c apit alismo financ iero” o inclus o “capitalismo
neoliberal”.
Estas mutaciones encontraron en la hipótes is de eficiencia informativa de los mercados
financieros s u justific ación teórica. En efecto, según esta hipótes is, es important e desarrollar
los mercados fin ancieros, hacer qu e puedan funcionar lo más libr emente posible porque
constituyen el único mec anismo de asignación eficaz del capital. Las po lític as qu e se han
llevado a cabo obstinadam ente desde hac e tr einta añ os son conformes a est a recomendación.
Se trata de construir un mercado fin anciero mundialmente int egrado en el que todos los actores
(empres as, hogares , Estados, instituciones f inancieras) puedan inte rcambiar todas las
categorías de t ítulos (acc io nes, obligaciones , deu das, derivados, divisas ) en todos los plazos
(largo plazo, m edio plazo, corto plazo). Los merc ados financieros han llegado a parec erse al
mercado “sin fricción ” de los manuales: el discur so económico ha conseguido cr ear la r ealidad.
Como los mercados eran c ada vez m ás “perf ectos” en el s entido de la teoría económica
dominante, los analistas cr eyeron que en adelante el sistema fin anciero era muc ho más estable
que en el pasado. La “gran mode ración ” (este per iodo de crecim iento económico sin subida de
los salarios que conoció Estados Unidos desde 1990 a 2007) parecía confirmarlo.
Todavía hoy el G20 pers iste en la idea de que los mer cados financieros son el bu en mecan ismo
de asign ación del capi tal. La prim acía y la int egridad de los mercados financieros siguen s iendo
los objet ivos fin ales qu e pr osigue su nueva r egulación financier a. La cris is se int erpreta no
como un resultado inevit able de la ló gica de los m ercados desregu lados s ino como el efe cto de
la deshonestidad e irrespo nsabilidad de algunos actores financieros mal vigilados por los
poderes públicos.
Sin embar go, la crisis s e h a encar gado de demostrar que los mercados no son eficientes y que
no permiten una asignació n eficaz del c apit al. L as co nsecuencias de este hecho en mater ia de
regulac ión y de polític a ec onómica son inmensas. La teoría de la ef iciencia r epo sa sobre la idea
de que los in versores busc an y encuentran la información más fiable posible sobre el valor de
los proyectos que co mpiten para encontrar una fin anciación. De creer esta teoría, el prec io qu e
se forma en un merc ado refleja los ju icios de los inversores y sintet iza el conjunto de la
información disponible: co nstituye, por consiguiente, un buen cálculo del verdadero valor de los
títulos. Ahora bien , s e supone que este valor resume toda la información necesaria para
orientar la act ividad económica y as í la vida social. De est e modo el capital se inviert e en los
proyectos más r entables y deja de lado los pro yectos menos efic ac es. Ésta es la idea c entral de
esta t eoría: la compet encia financier a produc e unos precios justos que constituyen señales
fiables para los inversores y orient an efic azmente el desarrollo económico.
Pero la crisis vino a confir mar los diferentes trabajos críticos qu e habían puesto en du da esta
propuesta. La competencia financier a no produce nec esariam ente precios justos. Peor: con
frecuencia la competenc ia financiera es des estabilizante y lleva a unas evo luciones de pr ecios
exces ivas e irrac ionales , las bu rbujas fin ancier as.
El error princ ipal de la teor ía de la ef iciencia de los m ercados financ ieros consiste en trasponer
a los productos financieros la teoría habitual de los mercados de bienes ordinarios. En estos
últimos la competencia es en parte autorreg uladora en virtud de lo que s e llam a la “ley” de la
oferta y la demanda: cuan do el pr ecio de un bien au menta, entonces los productores van a
aumentar su oferta y los c ompradores a reducir su demanda; el precio , por lo t anto, va a bajar
y a volver cerca de su nivel de equilibrio. En otras palabras , cuando el prec io de un bien
aumenta unas fuerzas de llamada tienden a fr enar y después a invert ir est e alza. La
competencia produce lo que se llama “f eedbac ks negativos”, unas fu erzas de llamada que van
en el sent ido contrario del choque inicial. La idea de la ef iciencia n ace de una tr ansposición
directa de este m ecanismo a la fin anza de merc ado.
Ahora bien , para esta últim a la situ ación es muy difer ente. Cuando el prec io au menta es
frecuente obser var no una bajada , ¡sino una subida de la demanda! En efecto, la subida del
precio s ignific a un rendimiento mayor para quien es poseen el t ítulo debido a la plusvalía
realizada. Por consiguiente, la subida del pr ecio atr ae a nuevos compradores , lo que refuerza
más la subida inicial. Las promesas de bonos empujan a los traders a ampliar aú n más el
movimiento. Hasta el incidente, impr evisible pero inevitable, qu e provoca la in versión de las
anticipaciones y la quiebra. Este fenómeno digno de la irreflexión de los borregos es u n proceso
de “feedbac ks posit ivos” que empeora los desequ ilibr ios. Es la burbuja es peculativa: una subida
acumulativa de los pr ecios que se aliment a a sí m isma. Este tipo de proceso no produce prec ios
justos sino, por el contrario, pr ecios inadecu ados.
Por consiguiente, el lugar preponderante ocupado por los mercados f inancieros no puede llevar
a ef icacia alguna. Aún más , es una fuent e permanent e de inestabilidad, como lo demuestra
clarament e la s erie inint errumpida de burbujas qu e hemos conocido desde hac e 2 0 años: Japón ,
Sudeste de As ia, int ernet, mercados em ergent es, la inmobiliar ia, conversión de la deuda en
valores . Así, la inest abilidad financiera s e traduce en fuertes fluctuaciones de las tasas de
intercambio y de la Bolsa, que manif iestam ente no t ien en relación con los fundamentos de la
economía. Est a in estabilidad, n acida del sector fin anciero, s e propaga a la econo mía real por
medio de numerosos mecanismos.
Para r educir la inef icienc ia e in estabilidad de los merc ados financieros sugerimos cuatro
medidas:
Medida n°1: compartimen tar estrictam ente los merc ados financieros y las actividades de los
actores financieros, prohibir a los bancos es pecular po r su propia cuenta par a evitar la
propagación de las burbujas y de las quiebras ,
Medida n°2: Reducir la liquidez y la especulac ión desestabilizadora por medio de controles
sobre los movimientos de c apit ales y de las t asas sobr e las transacc iones financieras,
Medida n°3: lim itar las tr ansacciones financ ieras a las que respondan a las nec esidades de la
economía real (por ejemplo, CDS [Credit Default Swap o permuta de incumplimiento creditic io]
únicamente para quienes detentan t ítulos as egurados , etc .)
Medida n°4: limit ar la remuneración de los traders.
FALSA EVIDENCIA N°2: LOS MERCADOS FINANCIEROS SON FAVORABLE S AL
CRECIMIENTO E CONÓMICO
La integr ación financiera ha llevado el po der de las finanzas a su c enit debido al hecho de que
unifica y centraliza la propiedad c apit alista a escala m undial. En adelante ella es quien
determin a las normas de la rentabilidad exi gidas al conjunto de los c apit ales. El proyecto er a
que la f inanza de m ercado sustituyera a la f inanciac ión bancaria de los in versores. Proyecto
que, además , ha fracas ado porque hoy, globalm ente, son las em presas las que financian a los
accionistas en vez de lo co ntrario. En adelant e la gobernanza de las empres as s e ha
transformado profundamente para alc anzar las normas de rentabilidad del merc ado. Con el
aumento en pot encia del valor accionar ial se ha impu esto una concepción nueva de la empresa
y de su gestión , pensadas como puestas al ser vicio exclusivo del accionista. Ha desaparec ido la
idea de un interés común propio de las diferent es parte int eresadas vinculadas a la empres a.
Los dir igent es de las empr esas qu e cotizan en Bols a t iene en adelante la m isió n primera de
satisfacer únic amente el deseo de enriquecim iento de los accionistas . En consecu encia, dejan
ellos m ismos de s er as alariados, como demuestra el desmesurado aumento de sus
remuneraciones. Como avanza la teoría de “la agenc ia”, se trata de hacer de modo que los
intereses de los dirigent es sean en adelante convergentes con los de los accionis tas.
El ROE (Return on Equity, o rendimiento de los c apit ales propios) de 15% a 25% es en adelante
la norma qu e impone el po der de la finanza a las empresas y a los as alariados. La liquidez es el
instrumento de est e poder que permite en cualqu ier momento a los capitales no satisfechos ir a
buscar a otra part e. Frent e a esta potencia, tanto los asalariados como la soberanía po lític a
parec en por su fraccionamient o en estado de inferioridad. Est a situac ión desequ ilibrada lleva a
unas exigenc ias de beneficio descabelladas porque reprimen el crec imiento económico y llevan
a un aumento continuo de las desigualdades de ingr esos. Por un lado las exigen cias de
rentabilidad inhiben fuert emente la invers ión: cuanto más elevada es la rentabilidad demandada
más dif ícil es encontrar proyectos suficientemente ef ic ientes par a sat isfacerla. Las tasas de
inversión siguen s iendo h istóricamente débiles en Europa y en Estados Unidos . Por otra parte,
estas exigencias pro vocan una constante pres ión a la baja sobre los salarios y el poder
adquis itivo, lo qu e no es favorable a la deman da. La r alent ización simult ánea de la inversión y
del consumo lleva a un crecimiento débil y a un paro en démico . En los países an glosajones s e
ha contrarrestado esta t endencia por medio de desarr ollo del endeudamiento de los hogares y
por medio de las burbujas financieras que crean una r iqueza que permite un crec imiento del
consumo sin salar ios, pero terminan en quiebras .
Para r emediar los ef ectos negat ivos sobr e la actividad económicas ponemos debatir tres
medidas :
Medida n°5: reforzar sign ificativam ente los contra -poderes en las empresas par a obligar a las
direcciones a tener en cuenta los int ereses del con ju nto de las partes inter esadas,
Medida n°6: aumentar fu ertemente los impuestos a los ingresos muy altos para disuadir la
carrera por los rendimiento s insostenibles ,
Medida n°7: r educir la dependencia de las empresas en relac ión a los mercados financieros
desarrollando una polít ica públic a del crédito (t asas preferenciales para las actividades
prioritarias en el plano social y medioam biental).
FALSA EVIDENCIA N° 3 : LOS MERCADOS SON BUENOS JUECES DE LA SOLVENCIA DE
LOS ESTADOS
Según los defensores de la ef ic iencia de los mercados financieros , los operadores de mercado
tendrían en cuenta la situ ación objetiva de las f inanzas públicas para evaluar el r iesgo de
suscribir un préstamo de E stado. Tomemos el c aso de la deuda griega: los oper adores
financieros y qu ienes toman las dec isiones s e remit en únicamente a las evalu aciones
financieras par a juzgar la s ituación. As í, cuando la t asa exigida a Grecia asc endió a más del
10%, c ada uno dedujo qu e el riesgo de falta [de pago] est aba cercano: si los inversores exigen
semejant e pr ima de r iesgo es que el peligro es extrem o.
Hay en ello un profundo er ror si se comprende la verdadera n aturalez a de la evaluación por el
mercado financiero. Como éste no es ef iciente, lo m ás frecuente es qu e produzc a unos precios
completament e desconectados de los fundam entales. En esas condic iones es des cabellado
entregars e únicam ente a las evaluac iones financ ieras para juzgar una s ituación. Evalu ar el valor
de un t ítulo financiero no es una operac ión comparable a medir un tamaño objet ivo, po r
ejemplo, a c alcular el peso de un objeto . Un títu lo fin anciero es un derecho sobre unos ingresos
futuros: para evaluarlo hay que prever lo qu e ser á el futuro. Es una cuestión de juicio, no una
medida objet iva porqu e en el instante t , el futuro no está en modo alguno predet erminado. En
las salas de mercado sólo es lo que los oper adores imaginan que s erá. Un pr ec io financiero
resulta de un juicio , de un a creencia, de una apuesta sobre el futuro: nada asegura que el
juicio de los mercados t en ga algun tipo de superioridad sobr e las demás formas de juicio .
Sobre todo, la evaluación f inanciera no es neutra: afecta al objeto medido , compromete y
construye el futuro que ella imagina. Así, las agencias de calificac ión financieras contribuyen en
mucho a det erminar l as tas as de int erés en los m ercados de obligaciones atribuyendo unas
notas cargadas de una gran subjetividad, incluso de una voluntad de alim entar la inestabilidad,
fuente de benef icios es pec ulativos. Cuando degradan la c alificación de un Estado aumentan l a
tasa de interés exigida por los actores f inancieros par a adquirir los títu los de la deuda públic a
de este Estado y aumentan con ello el riesgo de quiebra que ellas han anunciado .
Para r educir la influencia de la psicología de los merc ados sobre la financ iación de los est ados,
proponemos debatir dos medidas:
Medida n°8: no s e debe autorizar a las agencias de calific ación fin anciera a pesar
arbitrariamente en las tasas de inter és de los mercados de obligac iones degradando la
calific ación de un Est ado: s u ac tividad s e debería r eglamentar exigiendo qu e esta nota result e
de un c alculo económico transparente.
Medida n°8 bis : liberar a los Estados de la amen aza de los mercados financieros garantiz ando
que el B anco Central Europeo (BCE) compra los t ítulos púbicos .
FALSA EVIDENCIA N° 4 : LA SUBIDA ESPECTACUL AR DE LAS DEUDAS PÚBLICAS ES EL
RESULTADO DE UN EXCESO DE GASTOS
Michel Pébereau, uno de lo s “padrinos” de la banca francesa, describía en 2005 en unos de
estos informes oficiales ad hoc a una Francia asfixiada por la deuda públic a y sac rificando sus
generac iones futuras al entregarse a unos gastos sociales irreflexivos . El Estado que se
endeuda como un padre de familia alcohólico que bebe por encima de sus medios: ésta es la
visión que suelen propagar la mayoría de los editorialistas. La reciente explosión de la deuda
públic a en Europa y en el mundo se debe en to das partes a otra cosa: a los planes de
salvamiento de las finanzas y, sobre todo, a la r eces ión provocada por la cris is bancaria y
financiera que empezó en 2008: el déficit público medio en la zona euro era sólo el 0 ,6% del
PIB en 2007, pero la crisis le h a hecho pasar al 7% en 2010. Al mismo tiempo la deuda públic a
ha pas ado del 66% al 84% del PIB .
Sin embar go, el aumento de la deuda pública t anto en Fra ncia como en muchos países europeos
fue primero moderada y an terior a esta reces ión: proviene en gran parte no de u na tendencia a
la subida de los gastos públicos (puesto que, al contrario, desde principios de la década de
1990 estos son estables o en baja en la Unión Europea en proporción al PIB) sin o del
desmoronamiento de los ingresos públicos debido a la debilidad del cr ecimiento económico en
el per iodo y a la contrarrevolución fiscal que han llevado a c abo la m ayoría de los gobiernos
desde hac e veintic inco año s. A más lar go plazo la contrarrevolución fiscal ha alimentado
continuamente el hinchamiento de la deuda de una recesión a otra. Así, en Fr ancia un rec ient e
informe parlamentario c ifra en 100 .000 millones de eu ros en 2010 el coste de las bajadas de
impuestos consentidas entr e 2000 y 2010, sin incluir s iquiera las exonerac iones de cotizaciones
sociales (30 .000 millones) y otros “gastos fiscales ”. A falta de una armonización fiscal, los
Estados europeos s e han entregado a la competencia fiscal, bajan d o los impuest os a las
sociedades , los altos ingresos y los patrimonios. Aun que el peso r elativo de sus det erminantes
varíe de un país a otro, la subida casi general de los défic its públicos y de las r atios de deuda
públic a en el curso de los t reinta últ imo s años no resulta principalm ente de una deriva culpable
de los gastos públicos. Un diagnóstico que, evidentem ente, abre otras pist as qu e la sempiterna
reducción de los gastos pú blicos.
Para r estaurar un debate público informado sobre el o rigen de la deuda y, por lo tanto, de los
medios de r emediar la, proponemos debat ir una propuesta:
Medida n° 9: realizar una auditoría pública de las deudas públic as para det erminar su origen y
conocer la ident idad de los principales poseedores de títulos de la deuda y los m ontantes que
poseen .
FALSA EVIDENCIA N°5: HAY QUE REDUCIR LOS GASTOS PARA REDUCIR LA DEUDA
PÚBLICA
Aunque el aumento de la deuda pública resultar a en parte de un aumento de los gastos
públicos , cortar en estos gastos no contribuiría n eces ariament e a la so lución por que la dinám ica
de la deuda pública no tien e mucho que ver con la de un hogar: la macroeconomía no es
reducible a la economía doméstica. Gener alment e la dinámica de la deuda depen de de varios
factores: el nivel de los déficits prim arios, pero t am bién la diferenc ia entre la tasa de int erés y
la t asa de crecimiento nominal de la economía.
Y es que s i este últ imo es más débil qu e la t asa de in terés la deuda va a cr ecer mecánicament e
debido al “efecto bola de n ieve”: explota el im porte de los interes e s y también el déficit total
(incluidos los int ereses de la deuda). Así, a principios de la década de 1990 la política del
franco fuerte que llevó a c abo Bér égovo y y se mantuvo a pes ar de la r eces ión de 1993 -94 se
tradujo en una tasa de int erés más elevada de forma durader a qu e la t asa de crecimiento, lo
que explic a el s alto de la deuda pública de Franc ia du rante est e periodo . Es el m ismo
mecanismo que explicaban el aumento de la deuda durante la pr imera mitad de la década de
1980 bajo el impacto de la revo lución neoliberal y de la polític a de t asas de inter és elevadas
que llevaron a cabo Ronald Reagan y M argar et Thatcher.
Pero la propia tasa de crec imiento no es independient e de los gastos públicos: a corto plazo la
exist encia de gastos públic os estables li mit a la m agnitud de las rec esiones (“est abilizadores
automáticos”); a lar go plaz o las invers iones y gastos públicos (educación, sanidad,
invest igac ión, infraestructuras …) estimulan el crec imiento. Es f also af irmar que todo défic it
público cr ece tanto como la deuda públic a o qu e toda reducción del déficit permite reducir la
deuda. Si la r educción de los défic it compromete la actividad económica la deuda aumentar á
aún más. Los comentaristas liberales subrayan qu e algunos país es (Can adá, Suecia, Israel)
realizaron unos ajustes bru tales de sus cuentas públic as en la década de 1990 e
inmediatament e despu és c onocieron un fuerte rebote del crec imiento. Pero esto sólo es posible
si el ajuste conciern e a un país ais lado, que vuelve a ganar competitividad sobre sus r ivales . Lo
que evidentemente olvidan los partidarios del ajuste estructural europeo es que los países
europeos tienen por principales client es y rivales a ot ros países europeos ya que la Unión
Europea está globalment e poco abierta al exterior . U na reducció n s imultánea y masiva de los
gastos públicos del conjunto de los país es de la Unión Europea sólo puede tener como efecto
una recesión agravada y, por lo tanto, una nueva subida de la deuda públic a.
Para evitar que el restablecimiento de las f inanzas pú blic as provoqu e un desastr e social y
politico proponemos debat ir dos medidas:
Medida n°10: mantener el nivel de las protecciones sociales , incluso mejorarlas (subsidio de
desempleo , vivienda…);
Medida n°11: aumentar el esfuerzo pr esupuestario en materia de edu cac ión, de investigación,
de inversion en r econversión ecológica… para establecer las condiciones de un c recimiento
sostenible qu e permita un fuerte descenso del paro .
FALSA EVIDENCIA N°6: LA DEUDA PÚBLICA TRASLADA EL PRECIO DE NUESTROS
EXCESOS A NUESTROS NIETOS
La afirmación de que la deuda pú blic a s ería una trans ferencia de riqueza en detr imento de las
generac iones futuras es otra afirmac ión fals a qu e confunde economía doméstic a y
macroeconomía. La deuda públic a es un mec anismo de transferencia de riqu ez as , pero es sobre
todo de los contribuyentes ordinarios hacia los rentist as.
En efecto, basándose en la creencia rar amente verific ada según la cual bajar los impuesto
estimularía el crecimiento y aument aría in fin e los in gresos públicos, desde 1980 los Est ados
europeos han im itado a Est ados Unidos en una po lític a sistem ática de hac er la o ferta fiscal más
baja. Se han multiplic ado las reducciones de im puest os y de cotizac iones (sobr e los benefic ios
de las sociedades, sobre lo s ingresos de los particular es má s acomodados, sobre los
patrimonios, sobr e las cotizaciones patronales…), pero su impacto en el crec imiento económico
sigue s iendo mu y incierto. Por consiguiente, estas políticas f iscales anti -redistributivas h an
agravado a la vez y de manera acumulat iva l as desigualdades sociales y los déficits públicos.
Estas polít icas f iscales han obligado a las administrac iones públic as a endeudars e con hogares
acomodados y mercados financieros par a financ iar los défic its as í creados . Es lo que s e podría
llamar “el ef ecto jac kpot”: con el dinero ahorrado de sus impuestos los ricos han podido
adquir ir títulos (portadores de inter és) de la deuda pú blic a emitida para financiar los déficits
públicos provocados por la reducciones de los impu estos… Así, el servicio de la deuda pública
en Francia represent a 40 .000 millones de euros, casi tanto como las recau dacion es del
impuesto sobre la renta. Tour de force tanto más brillante cu anto que a continu ación se h a
logrado hac er creer al público que los culpables de la deuda públic a e ran los fun cionarios, los
jubilados y los enfermos.
Por consiguiente, el aumen to de la deuda pública en Europa o en Estados Unidos no es el
resultado de políticas keyn esianas expansionist as o de polític as sociales dis pendiosas sino más
bien de una polít ica en favor de las c apas privilegiadas: los “gastos fisc ales” (bajadas de
impuestos y de cotizaciones) aumentan los ingr esos disponibles de quienes m enos lo neces itan,
los cuales grac ias a ello pu eden aumentar m ás sus inversiones, sobre todo en Bo nos del
Tesoro, que son remunerados en inter eses por medio del impu esto procedente de todos los
contribuyentes . En resumen, se establece un mecanis mo de redistribución al revés, des de las
clases populares hac ia las clases acomodadas, vía la deuda públic a cuya contrap artida es
siempre la renta privada.
Para r ectific ar de man era equitativa las finanzas públicas en Europa y en Francia proponemos
debatir dos medidas:
Medida n°12: vo lver a dar un carácter fuert emente r edistributivo a la fiscalidad dir ecta sobr e
los ingresos (supresión de los vac íos [fisc ales], creación de nuevas s eries y aum ento de las
tasas del impu esto sobre la renta…)
Medida n°13: suprimir las exonerac iones consentidas a las empres as qu e no tienen suficiente
efecto sobre el em pleo.
FALSA EVIDENCIA N°7 : HAY QUE ASEGURAR A LOS MERCADOS FINANCIEROS PARA
PODER FINANCIAR LA DEUDA PÚBLICA
A nivel mundial se debe an alizar el asc enso de las deudas públic as correlativam ente a la
financiarizac ión. Durante los últimos treinta años a f avor de la liberaliz ación total de la
circulación de los capitales las finanzas han aumentado considerablem ente su influencia sobre
la economía. Las gran des empresas recurren c ada vez menos al crédito bancario y cada vez más
a los m ercados financ ieros. Los hogares también ven una parte cada vez mayor de su ahorro
drenado h acia las finanzas para sus pensiones , vía los diversos productos de inversión o incluso
en algunos países vía la f inanciación de su vivienda (préstamos hipotecar ios). Lo s gestores de
carteras que trat an de diversificar los riesgos buscan títulos públicos como complemento a los
privados. Los han encontrado fácilmente en los mercados porque los gobiernos h an llevado a
cabo unas po lític as sim ilar es que han llevado a un relanzamiento de los déficits: tasas de
interés altas , bajada de los impuestos c entradas en los ingresos altos, incitac iones masivas al
ahorro financiero de los ho gares para favorecer las jubilaciones por capitalizac ión, etc .
A nivel de la UE la fin anciarización de la deuda pública se ha inscrito en los trat ad os: desde
Maastricht los B ancos Centrales t ien en prohibido fin anciar directament e a los Es tados, que
deben encontrar prestamis tas en los mercados financieros. Esta “r epres ión monetaria”
acompaña a la “liberación f inanciera” y h ace exactamente lo contrario de las polít icas
adoptadas tr as la gran crisis de la década de 1930, de “represión f inancier a” (dr ásticas
restricciones a la libertad de acc ión de las finanzas ) y de “liberación monetar ia” (con el fin al
del patrón oro). Se tr ata de someter a los Estados , q ue se supone qu e son por naturaleza
demasiado dispendiosos, a la disciplina de los mercados financieros, que se supo ne que son
eficientes y omniscientes por naturaleza.
Como resultado de est a elección doctrinaria, el Banco Central Europeo no t iene así dere cho a
suscribir dir ectament e las emisiones de obligac iones públic as de los Estados europeos. Privados
de la gar antía de poder fin anciarse siem pre en el Banco Central, los Estados eur opeos del sur
han sido así víct imas de at aques especulat ivos. En efecto, a unque en nombre de una ortodoxia
sin fisuras el BCR siem pre se había negado a ello, des de h ace algunos meses co mpra
obligaciones de Estado a la tasa de inter és del mercado para calm ar las tensiones en el
mercado de obligaciones europeos. Pero nada dice qu e esto s ea suficient e si la c risis de la
deuda se agrava y y se esf uman las t asas de interés de m ercado . Entonces podr ía s er difícil
mantener est a ortodoxia m onetaria que carec e de fun damentos científicos ser ios.
Para r emediar el problema de la deuda públic a proponemos debatir dos medidas:
Medida n°14: autorizar al Banco Central Europeo a f inanciar dir ectamente a los Estados (o a
imponer a los bancos comerciales suscribir la emis ión de obligac iones públic as) a bajo inter és,
aflojando así el lastre con el que les traban los merc ados financieros ,
Medida n°15: si fuera nec esario, reestructurar la deu da pública, por ejemplo , limitando el
servic io de la deuda públic a a determinado tanto por ciento del PIB, y o perando una
discriminac ión entre los ac reedores según e l volumen de los t ítulos que poseen: los rentistas
muy grandes (particulares o instituciones) deben aceptar un alargamiento s ensible del perf il de
la deuda, incluso anulacion es parciales o totales. También hay que volver a n ego ciar las
exorbit antes tas as d e inter és de los títulos emitidos por los países en dificultades desde la
crisis.
FALSA EVIDENCIA N°8: LA UNIÓN EUROPEA DEFIENDE EL MODELO SOCIAL EUROPEO
La construcción europea parece una exper iencia am bigua. Coexisten dos visiones de Europa sin
osar enfrentarse abiertam ente. Para los socialdemócratas, Europa hubiera debido proponerse el
objetivo de promover el m odelo social europeo , fruto del compromiso social de la época
posterior a la Segunda Guerra Mundial, con su protecc ión social, sus ser vic ios pú bli cos y sus
polític as in dustriales. Europa hubiera debido construir una muralla defensiva frente a la
globalizac ión liber al, un m edio de proteger , de h acer vivir y progr esar este modelo. Europa
hubiera debido defender u na visión es pecíf ica de la o rganización de la economía mundial, la
globalizac ión regu lada por unas organizaciones de go bernanza mundial. Hubier a debido permitir
a los países miembro mant ener un nivel elevado de gastos públicos y de redistribución,
protegiendo su capac idad de f inanciar los por me dio de la armonización de la fisc alidad sobre
las personas, las empr esas y los ingr esos del c apit al.
Sin embar go, Europa no ha querido asumir su especificidad. Actualmente la visió n dominante en
Bruselas y en el seno de la mayoría de los gobiernos nacional es es la contraria a la de una
Europa liberal, cuyo objet ivo es adaptar a las sociedades europeas a las exigencias de la
globalizac ión: la construcción europea es la oc asión de poner en t ela de ju icio el modelo social
europeo y de desregular la economía. L a pr eem inencia del derecho de la compet encia sobr e las
reglamentaciones nacionales y sobre los derechos sociales en el Merc ado Único permite
introducir más compet encia en los mercados de los productos y de los s ervic ios, disminuir la
importancia de los s er vic ios públicos y organizar com petit ividad de los trabajadores europeos.
La competencia social y fis cal permitió reducir los im puestos, sobre to do sobre los ingresos del
capit al y de las empr esas (las “bases móviles”) y hac er presión sobre los gastos socia les . Los
tratados garantizan cu atro libertades fundam entales: la libre circulación de las personas, de las
mercancías , de los servicio s y de los capit ales . Pero lejos de limitars e al m ercado interior, la
libertad de circulación de los capit ales se ha conce dido a los inversores del mun do entero,
sometiendo as í al t ejido pr oductivo europeo a los imperativos de valorizac ión de los capitales
internacionales. La construcción europea perece un medio de imponer a los pueblos unas
reformas neoliberales .
La organización de la política macroeconómica (independencia del BCE frente a la polític a,
Pacto de Estabilidad) está marcada por la desconfianza respecto a los gobierno elegidos
democráticam ente. Se trat a de privar a los país es de toda autonomía en mat eria tanto de
polític a monetaria como en materia pr esupuestar ia. Para ya sólo dejar ju gar a la “estabilización
automática” se debe alcanz ar el equilibr io presupu estario y despu és toda polític a discrecional
desterrada de reactivación. A nivel de la zona no se h a est ablec ido ninguna política coyuntural
común ni se ha defin ido ningún objetivo común en términos de crec imiento o de empleo. No s e
tienen en cuenta las diferencias de situ ación entre los países porque el pacto no se inter esa n i
por las t asas de inflación n i por l os déf icits ext eriores nacionales; los objetivos de las finanzas
públic as no tienen en cuen ta situac iones económicas nacionales .
Las instancias europeas trataron de impulsar unas ref ormas estructurales (por medio de las
Grandes Orientaciones Políticas Econ ómicas, el Método Abierto de Coordinac ión o la Agenda de
Lisboa) con un éxito muy desigual. Como su modo de elaboración no er a democrático ni
movilizador, su orientación liberal no correspondía obligatoriament e a las polític as decididas a
nivel nac ional, t eniendo en cuenta las r elac iones de f uerza existentes en c ada país. Esta
orientación no conoció de entrada los br illantes éxitos fulgurantes que la h abría legit imado . Se
puso en tela de juic io el m ovimiento de liber aliz ación económica (fracaso de la Direct iva
Bolkest ein); se tentó a algunos países con nac ionalizar su política industrial m ientras que la
mayoría s e oponía a la europeizac ión de sus políticas fiscales o sociales . La Euro pa social h a
seguido sien do una palabra vac ía, sólo s e ha afirmado realment e la Europa de la competencia y
de las f inanzas.
Para que Europa promueva ver daderam ente un modelo social europeo proponemos debatir dos
medidas:
Medida n°16: poner en tela de juicio la libre circulac ión de los capit ales y de las mercancías
entre la UE y el resto del mundo negociando s i fuera necesar io acuer dos multilaterales o
bilaterales ,
Medida n°17: en vez de la polític a de competencia, convertir a “la armonizació n en el
progreso” en el hilo directo r de la construcción europea. Establec er unos objetivo s comunes de
alcance constringente tant o en mater ia de progreso s ocial como en materia mac roeconómica
(unas GOPS, grandes orientaciones de polít ica social).
FALSA EVIDENCIA N°9: EL EURO ES UN ESCUDO CONTRA LA CRISIS
El euro debería haber s ido un factor de p rotección contra la crisis f inancier a mundial. Des pués
de todo , la supr esión de to da incertidumbr e sobre las tasas de c ambio entre las monedas
europeas eliminó un factor fundamental de inestabilidad. Sin embar go, no ha habido n ada de
eso: Europa s e ha vist o afectada más duram ente y de forma duradera por la cris is que el resto
del mundo. Esto s e debe a las propias modalidades de construcción de la unión monetaria.
Desde 1999 la zona euro conoció un crecimiento relat ivam ente m ediocre y un au mento de las
divergencias entre los Estados miembro en términos de crec imiento, de inflación, de paro y de
desequilibrios ext eriores . E l marco de polít ica económica de la zona euro, que tiende a imponer
a unos países en situac iones diferent es unas po lític as macroeconómicas par ecidas, ha ampliado
las disparidades de cr ecimiento entre los Estados miembro. En la mayoría de los países , en
particular los más grandes, la introducción del euro no ha provocado la promet ida ac eleración
del crecim iento. Par a otros, hubo crec imiento pe ro a costa de desequ ilibrios difícilmente
sostenibles . La rigidez monetaria y pr esupuestaria, ref orzada por el euro, h a per mitido hac er
caer todo el peso de los ajustes sobre el tr abajo. S e ha promovido la flexibilidad y la aust eridad
salarial, r educido la parte de los salarios en el ingres o total, aumentado las desigualdades.
Esta carrera a la baja social la ha gan ado Alemania, que ha s abido liberar importantes surplus
comerciales en detr imento de sus vec inos y, sobre todo, de sus propios asalar iados,
imponiéndose una bajada del coste del trabajo y de las prestac iones sociales , lo que le h a
conferido una ventaja comercial en relación a sus vec inos que no han podido tratar tan
duramente a sus trabajado res. Los excedentes comer ciales alem anes pesan sobre el c r ecimiento
de los demás país es. Los déficits presupuest arios y comerciales de unos sólo son la
contrapartida de los exc edentes de los demás … Los Estados miembro no han sido capaces de
definir una estrat egia coordinada.
La zona euro hubier a debido verse me nos af ectada po r la cr isis que Estados Unidos y Reino
Unido. Los hogares están c larament e menos im plic ado s en los m ercados fin ancier os, que son
menos sofisticados. Las fin anzas públicas estaban en una situación mejor; el déf icit público del
conjunto de los país es de la zona er a del 0,6 % del PIB en 2007, frente a c asi el 3% en Est ados
Unidos, en Reino Unido o J apón. Pero la zona euro sufría un aumento de los des equilibr ios: los
país es del norte (Alemania, Austria, Países Bajos, país es esc andinavos) limit aban sus salar ios y
sus demandas int ernas, y acumulaban excedent es ext eriores, mientras que los países del sur
(España, Grec ia, Irlan da) c onocían un crecimiento vigoroso impulsado por unas t asas de interés
débiles en relación a la t asa de crec imiento, al t iemp o que acumulaban unos déf icits ext eriores .
Aunque la crisis económica partió de Estados Unidos, éste ha tratado de establec er una po lític a
real de reactivación presupuestaria y monet aria al tiempo que iniciaba un movim iento de
desregulac ión financier a. E ur opa, por el contrario, no ha sabido emprender una política
suficientement e reactiva. De 2007 a 2010 el impulso presupuestario ha sido del o rden de 1 ,6
puntos de PIB en la zone euro, de 3,2 puntos en Rein o Unido y de 4,2 puntos en Estados
Unidos. La pérdida de producción debida a la crisis ha sido c laram ente más fuerte en la zona
euro que en Estados Unido s. En la zona s e ha sufrido más el aumento del déficit s que el
resultado de una polític a activa.
Al mismo tiem po, la Comisión ha seguido lanzando unos proce dimientos de déficit exc esivo
contra los Estados miembr o de modo que a m ediados de 2010 práct icament e to dos los Estados
de la zona estaban somet idos a ellos. Ha pedido a los Estados miembro que para 2013 ó 2014
se comprometan a volver bajo la línea del 3%, independientem ente de la evolución economía.
Las instancias europeas han seguido reclamando unas polít icas s alariales r estrict ivas y que se
replanteen los sist emas pú blicos de jubilac ión y de sanidad, con el ries go eviden te de hundir al
continente en la d epres ión y de aumentar las t ensiones entre los países . Esta aus encia de
coordinación y, más fundamentalmente, la ausencia de un verdadero presupu es to europeo qu e
permita una solidar idad efectiva entre los Estados miembro han incitado a los operadores
financieros a desviarse del euro, incluso a especular abiert amente contra él.
Para que el euro pu eda pro teger realmente a los ciudadanos europeos de la crisis proponemos
debatir dos [sic ] medidas:
Medida n°18: garantizar una ver dadera coordinació n de las políti cas macroeconómicas y una
reducción concertada de los des equilibr ios comerciales entre los países europeos ,
Medida n°19: compensar los des equilibrios de pago en Europa por medio de un Banco de
Pagos (que organic e los pr éstamos entre los país es europeos),
Medida n°20: si la crisis del euro lleva a su des integración y es perando el asc enso en régimen
del presu puesto europeo (c f. infra), establecer un r égime monetario intraeuropeo (moneda
común tipo “bancor”) que organice la reabsorción de los des equilibrios de los balances
comerciales en el seno de Europa.
FALSA EVIDENCIA N°10: LA CRISIS GRIEGA HA P ERMITIDO FINALMENTE AVANZAR
HACIA UN GOBIERNO ECONÓMICO Y UNA VERDADERA SOLIDARIDAD EUROPEA
A partir de mediados de 20 09 los mercados f inancieros empez aron a contar con las deudas de
los países europeos. Globalmente la fuert e subida de las deudas y de los défic its públicos a
escala mundial no ha provo cado (todavía) subidas de las tasas lar gas: los operadores
financieros consider an qu e los bancos centrales mant endrán m ucho tiempo las t asas monetarias
reales a un nivel próximo de cero y que no hay riesgo de inflación ni de falt a [de pago] de un
gran país . Pero los especu ladores han perc ibido los f allos de la organización de la zona euro.
Mientras qu e los gobiernos de los demás países des arrollados siempre pu eden ser financiados
por su Banco Central, los países de la zona euro han renunciado a est a posibilidad y dependen
totalmente de los merc ado s financieros para sus déf ic its. Por ello se ha podido desencadena la
especulación sobre los países más frágiles de la zona: Grec ia, España e Irlanda.
Las instancias europeas y los gobiernos han t ardado en reaccionar al no querer dar la impr esión
de que los países miem bro tenían der echo a un apoyo ilimit ado de sus socios y querer
sancionar a Grec ia, culpable de haber ocultado (con ayuda de Go ldman Sachs) la magnitud de
sus déficits . Con todo, en mayo de 2010 el BCE y los país es miembro tuvieron que crear
urgentemente un Fondo de Estabiliz ación para indic ar a los mercados que aportarí an est e apoyo
sin lím ites a los países am enazados . En contrapart ida estos han t enido que anunciar unos
programas de austeridad presupuestaria sin prec eden tes que los van a conden ar a un retroceso
de la actividad a corto plazo y a un largo periodo de recesi ón. Bajo la pr esión del FM I y de la
Comisión Europea Gr ecia debe privat izar sus ser vic ios públicos y Españ a flexibilizar su mercado
laboral. Del m ismo modo, Francia y Alemania, que no están af ectadas por la especulación , han
anunciado medidas r estrictivas .
Sin embar go, la demanda n o es en modo alguno exc es iva en Europa. La situac ión de las
finanzas públicas es m ejor que la de Estados Unidos o de Gran Bretaña, lo que deja márgen es
de m aniobra presupuest aria. Hay qu e reabsorber los desequilibrios de manera c o ordinada: los
país es excedentar ios del n orte y del c entro de Europa deben llevar a c abo po líticas
expansionistas (amento de los salarios, de los gastos sociales …) par a compensar las polít icas
restrictivas de los países del sur. Globalmente la po lít ica pre supuestar ia no debe ser restrict iva
en la zona euro mientras que la economía no se acerque al pleno empleo a una velocidad
satisfactoria.
Pero, por desgracia, hoy s e han reaf irmado los part idarios de las políticas presupuestarias
automáticas y restrict ivas en Europa. La cris is griega permit e hac er olvidar los orígenes de la
crisis financiera. Qu ienes han aceptado apoyar f inancieramente a los país es del sur quieren
imponer en contrapartida u n Pacto de Estabilidad. La Comisión Europea y Alem ania qu ieren
imponer a todos los país es miembro que inscriban en su Constitución el objetivo del
presupuesto equilibr ado, h acer qu e unos comités de expertos independientes vigilen la polít ica
presupuestaria. La Comisió n quier e im poner a los país es una larga cura de austerid ad para
volver a una deuda pú blic a inferior al 60 % del PIB. Si hay un avance h acia un gobierno
económico es hacia un gobierno que en vez de af lojar el torno de las f inanzas va a imponer la
austeridad y profundizar las “reformas” estructurales en detrimento de las solidaridades
sociales en c ada país y ent re los país es.
La cris is ofrece a las elit es financier as y a las tecnocracias europeas la t entación de establecer
la “estr ategia del choqu e” aprovech ando la crisis para radic alizar la agenda neoliberal. Pero
esta polít ica t ien e pocas posibilidades de éxito:
La disminución de los gastos públicos va a comprometer el esfuerzo necesario a escala europea
para m antener los gastos del futuro (in vestigac ión, educación, po lític a fam iliar), para ayu dar a
la industria europea a man tenerse y a invertir en los sectores del futuro (economía verde).
La cris is va a permitir impo ner fuertes reducciones de los gastos sociales , objet ivo
incansablement e buscado por los paladines del neo liberalismo, a riesgo de comprometer la
cohesión social, de r educir la deman da efect iva, de empujar a los hogar es a aho rrar para su
jubilación y su salud en las instituciones fin ancieras , r esponsables de la crisis .
Los gobiernos y las instanc ias europea se n iegan a organizar la armonización fis cal q ue
permitir ía la subida n ecesaria de los impu estos en el sector financiero, en los patrimonios
importantes y en los in gres os altos.
Los países europeos instauran duraderamente unas políticas presupu estarias res trictivas que
van a pesar enormemente sobre el crec imiento . Van a desc ender las recaudacion es fiscales . Los
sueldos pú blicos apenas m ejorarán, las ratios de deuda s e degr adar án, no s e tr anquilizará a los
mercados.
Debido a la diversidad de s us culturas polít icas y sociales los país es europeos no han p odido
plegarse todos a la disciplina de hierro impuesta por el Trat ado de M aastricht; n o se plegarán
todos al r eforzamiento de éste que s e está organizan do actualm ente. El riesgo de act ivar una
dinámic a generalizada de r epliegue sobr e sí mismo es real.
Para avanzar hacia un verdadero gobierno económico y una solidaridad europea proponemos
debatir dos medidas:
Medida n°21: des arrollar una fiscalidad europea (t asa carbono, impu esto sobre los ben eficios ,
…) y un verdadero presupu esto europeo para ayudar a la c onvergencia de las ec onomías y
tender a una igu alac ión de las condiciones de acc eso a los s ervic ios públicos y s ociales en los
diversos Estados miembro sobre la base de las mejores práct icas .
Medida n°22: lanzar un vasto plan europeo , f inanciado por suscri pción pú blic a a tasas de
interés débil pero garantiz ado y/o por medio de creación monetaria del BCE par a em prender la
reconversión ecológica de la economía europea.
CONCLUSIÓN
DEBATIR LA POLÍTICA E CONÓMICA,
TRAZAR CAMINOS PARA REFUNDAR LA UNIÓN EUROPEA
Desde hac e tres décadas E uropa se ha construido sobre una base tecnocrática que excluye a las
poblac iones del debate de polític a económica. S e debe abandonar la doctrina n eoliberal que
descansa sobre la hipótes is hoy indefendible de la efic iencia de los merca dos f inancieros. Hay
que volver a abrir el espacio de las políticas posibles y debatir propuestas alt ernativas y
coherentes que limiten el poder de las f inanzas y organicen la armonización en el progreso de
los sistemas económicos y sociales europeos . Esto su pone la mutualización de importantes
recursos presupuestarios, obtenidos por medio del desarrollo de una fisc alidad europea
fuertemente r edistributiva. Tam bién hay qu e liberar a los mercados del c erco de los mercados
financieros. Solamente así el proyec to de construcción europea podrá es perar recuperar una
legitimidad po pular y demo crática de la qu e hoy c arec e.
Evidentement e, no es r ealista esperar que 27 países decidan al mismo tiem po operar s emejante
ruptura en el m étodo y los objetivos de la construcc ión europea. La Comunidad Económica
Europea comenzó con seis país es: t ambién la refundación de la Unión Europea pasará al
principio por un acu erdo entre algunos país es deseos os de explorar unas vías alternativas. A
medida que s e hagan evidentes las consecu encias des astrosas de las políticas adoptadas hoy,
aumentará por toda Europa el debate sobr e las alt ernativas. Luchas sociales y c ambios po líticos
intervendrán a ritmo diferente según los países . Unos gobiernos nacionales tomarán dec isiones
innovadoras . Qu ienes lo deseen deberán adopt ar unas cooperaciones reforzadas para adopt ar
medidas audac es en mater ia de regulac ión financiera, de política fiscal o social. Por medio de
unas propuestas concretas tenderán la mano a los demás pueblos para que s e u nan al
movimiento.
Por ello nos par ece importante esbozar y debatir ahora las grandes líneas de po lític as
económicas alt ernativas qu e harán posible esta refundación de la construcción europea.
Primeros firmantes:
Philippe Askenazy (CNRS, E cole d’économie de Par is) , Thomas Coutrot (Conseil sc ientifique
d’Attac), André Orléan (CNRS, EHESS), Henri Sterdyniak (OFCE)