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en vías de ser gravemente amputadas. En los próximos años se desarrollarán n ec esariam ente el paro y la pr ecariedad del empleo . Estas m edidas son irresponsables desde un pu nto de vista tanto polít ico y social como en el plano estrictament e económico. Esta política, que muy provisionalment e ha calm ado la especulac ión, t iene ya unas consecuencias muy n egat ivas en muchos países europeos, muy part icularmente en la juventud, en el mundo del trabajo y en las personas más frágiles. A la larga avivará las t ensiones en Europa y amenazar á por ello la propia construcción europea que es mucho más que un proyecto económico. Se supone que en ella la economía est á al servicio de la construcción de un continente democrático, pacífico y unido. En vez de ello se impone en toda s partes una espec ie de dictadura de los mercados y particularm ente hoy en Portugal, España y Grecia, tres país es que eran todavía dictaduras a pr incipios de la déc ada de 1970, h ace apenas cuarenta años. Ya se interprete como el deseo de “tranquilizar a lo s mercados” por parte de gobernantes asustados o como un pretexto para imponer unas opciones dictadas por la ideo logía, la sumisió n a esta Manifiesto de economistas aterrorizados Crisis y deuda en Europa: 10 falsas evidencias, 22 medidas a debate para salir del impasse Introducció n La r eactivac ión económica mundial, qu e permitió una inyecc ión colosal de gastos públicos en el circuito económico (desde Estados Unidos a China) es frágil aunque real. Un solo continente sigue r etrasado, Europa. Recuperar el cam ino del crecimiento económico no es su prioridad polític a. Ha empr endido otra vía, la de la lucha contra los déficits públicos. En la Unión Europea estos défic its son, en ef ecto, elevados – 7% de media en 2 010 – pero muy inferiores al 11 % de Est ados Unidos . Mientras qu e algunos estados norteamer ic anos de peso económico más importante que el de Grecia, por ejem plo California, está c asi en bancarrota, los mercados fin ancieros h an decidido especular con las deudas soberanas de países europeos, particularmente los del sur . De h echo, Europa se h a dejado atrapar en su propia trampa institucional: los Estados deben endeudars e con instit uciones financier as pr ivadas que obt ien e activos líquidos a bajo pr ec io del B anco Central Europeo. Por consiguient e, los m ercados t ienen la llave de la financiación de los Estados . En este m arco, la ausencia de solidaridad europea suscita la es peculación, tanto más cuanto que las agencias de calific ación juegan a ac entuar la desconfianza. Fue nec esario que la agenc ia Moody bajar a la n ota de Grec ia el 15 de junio par a que los dirigentes europeos volvier an a encontrar el término de “irrac ionalidad” qu e tan to habían empleado al princ ipio de la crisis de los subprim es. Del m ismo modo se descubr e ahora que España está mucho más amenazada po r la fragilidad de su modelo de crecimien to y de su sistema bancario que por s u deuda pú blica. Para “tranqu iliz ar a los mercados” s e im provisó un Fo ndo de Estabilización del euro y se lanzaron a través de Europa unos planes de r educción de gastos públicos drást icos y con mucha frecuencia c iegos . Los funcionarios son los primeros afectados , t ambién en Fran cia, donde la subida de las cotizac iones de sus pensiones s erá una disminución encubierta de su sueldo. En todas partes s e reduce la c antidad de funcionar ios, lo que amenaz a a los s ervic ios públicos . Con la actual r eforma de las pensiones , desde los País es Bajos a Portugal pas ando por Francia las prestaciones sociales están dict adura no es ac ept able pues ha demostrado s u ineficac ia económica y su potencial destructivo en el plano po lít ico y social. S e debe abrir en Francia y en Europa un ver dadero debat e democrático sobre las opciones de po lític a económica. La mayoría de los economistas qu e intervienen en el debat e pú blico lo hacen para justific ar o racional iz ar la sumisión de los po líticos a las exigencias de los mercados financieros. En efec to, en todas partes los poderes públicos han tenido qu e im provisar unos planes de reactivació n keynesianos e incluso a vec es nacionalizar temporalm ente los ban cos. Pero quier en cerrar rápidamente este paréntes is. El software neo liberal siempre es el único que se reconoce como legít imo, a pesar de sus pat entes fracasos . Basado en la hipótesis de la ef iciencia de los merc ado s financieros, recomienda reduc ir los gas tos públi cos , pr ivatizar los servic ios públicos, flexibiliz ar el mercado del trabajo, liberalizar el c omercio, los s ervicios finan cieros y los mercados de c apit al, aumentar la compet encia en todos los campos y en todas partes… Como economistas nos aterroriza ver qu e estas polític as sigu en est ando a la orden del día y que sus fundamentos t eóricos no se han pu esto en t ela de juicio . Sin embargo, los hechos han dejado en evidencia los ar gumentos avanzados desde hace tr einta años para orientar las opciones de las polít i cas ec onómicas europeas . La cr isis ha dejado al descubierto el caráct er dogmático e infundado de la mayoría de las supuestas evidencias repetidas h asta la saciedad por quien es toman las decisiones y sus consejeros. Ya se trat e de la ef icienc ia y de la racionalidad de los mercados financieros, de la nec esidad de recortar los gastos para r educir la deuda públic a o de reforzar el “pacto de estabilidad”, hay que interrogar estas falsas evidencias y mostrar la pluralidad de las opciones posibles en materia de po lític a económica. Otr as opciones son posibles y deseables a condición, en primer lugar , de aflojar el tor no impuesto por la industria f inanciera a las polít icas públicas . Hacemos a continuación una pr esentación crít ica de diez postulados que sigu en inspira ndo cada día las decisiones de los poderes públicos en toda Eu ropa a pes ar de los hirientes desmentidos aportados por la crisis f inanciera y sus consecuencias . Se trata de falsas evidencias que inspiran unas m edidas inju stas e inefic aces fr ente a las cuale s exponemos veintidós propuestas para su debat e. Cada una de ellas no goza nec esariamente de la unan imidad de las personas signatarias de este manifiesto, pero deber án ser tomadas en serio s i s e qu iere sacar a Europa de su impass e. FALSA EVIDECIA N°1: L OS MERCADOS FINACIEROS SON EFICIENTES Un hecho se impone hoy a todos los observadores: el papel primordial que desempeñan los mercados financieros en el funcionamiento de la economía. Es el result ado de una larga evolución que empezó finales de la déc ada de 1 970 . La midamos como la midam os esta evolución marc a una ruptu ra neta, t anto cuantitat iva como cualitativa, con las décadas precedentes . B ajo la presió n de los mercados financieros la regulac ión del conju nto del capit alismo s e transforma en profundidad y d a nacimiento a una forma inédita de capit alismo que algunos llamaron “capitalismo patrimonial”, c apit alismo financ iero” o inclus o “capitalismo neoliberal”. Estas mutaciones encontraron en la hipótes is de eficiencia informativa de los mercados financieros s u justific ación teórica. En efecto, según esta hipótes is, es important e desarrollar los mercados fin ancieros, hacer qu e puedan funcionar lo más libr emente posible porque constituyen el único mec anismo de asignación eficaz del capital. Las po lític as qu e se han llevado a cabo obstinadam ente desde hac e tr einta añ os son conformes a est a recomendación. Se trata de construir un mercado fin anciero mundialmente int egrado en el que todos los actores (empres as, hogares , Estados, instituciones f inancieras) puedan inte rcambiar todas las categorías de t ítulos (acc io nes, obligaciones , deu das, derivados, divisas ) en todos los plazos (largo plazo, m edio plazo, corto plazo). Los merc ados financieros han llegado a parec erse al mercado “sin fricción ” de los manuales: el discur so económico ha conseguido cr ear la r ealidad. Como los mercados eran c ada vez m ás “perf ectos” en el s entido de la teoría económica dominante, los analistas cr eyeron que en adelante el sistema fin anciero era muc ho más estable que en el pasado. La “gran mode ración ” (este per iodo de crecim iento económico sin subida de los salarios que conoció Estados Unidos desde 1990 a 2007) parecía confirmarlo. Todavía hoy el G20 pers iste en la idea de que los mer cados financieros son el bu en mecan ismo de asign ación del capi tal. La prim acía y la int egridad de los mercados financieros siguen s iendo los objet ivos fin ales qu e pr osigue su nueva r egulación financier a. La cris is se int erpreta no como un resultado inevit able de la ló gica de los m ercados desregu lados s ino como el efe cto de la deshonestidad e irrespo nsabilidad de algunos actores financieros mal vigilados por los poderes públicos. Sin embar go, la crisis s e h a encar gado de demostrar que los mercados no son eficientes y que no permiten una asignació n eficaz del c apit al. L as co nsecuencias de este hecho en mater ia de regulac ión y de polític a ec onómica son inmensas. La teoría de la ef iciencia r epo sa sobre la idea de que los in versores busc an y encuentran la información más fiable posible sobre el valor de los proyectos que co mpiten para encontrar una fin anciación. De creer esta teoría, el prec io qu e se forma en un merc ado refleja los ju icios de los inversores y sintet iza el conjunto de la información disponible: co nstituye, por consiguiente, un buen cálculo del verdadero valor de los títulos. Ahora bien , s e supone que este valor resume toda la información necesaria para orientar la act ividad económica y as í la vida social. De est e modo el capital se inviert e en los proyectos más r entables y deja de lado los pro yectos menos efic ac es. Ésta es la idea c entral de esta t eoría: la compet encia financier a produc e unos precios justos que constituyen señales fiables para los inversores y orient an efic azmente el desarrollo económico. Pero la crisis vino a confir mar los diferentes trabajos críticos qu e habían puesto en du da esta propuesta. La competencia financier a no produce nec esariam ente precios justos. Peor: con frecuencia la competenc ia financiera es des estabilizante y lleva a unas evo luciones de pr ecios exces ivas e irrac ionales , las bu rbujas fin ancier as. El error princ ipal de la teor ía de la ef iciencia de los m ercados financ ieros consiste en trasponer a los productos financieros la teoría habitual de los mercados de bienes ordinarios. En estos últimos la competencia es en parte autorreg uladora en virtud de lo que s e llam a la “ley” de la oferta y la demanda: cuan do el pr ecio de un bien au menta, entonces los productores van a aumentar su oferta y los c ompradores a reducir su demanda; el precio , por lo t anto, va a bajar y a volver cerca de su nivel de equilibrio. En otras palabras , cuando el prec io de un bien aumenta unas fuerzas de llamada tienden a fr enar y después a invert ir est e alza. La competencia produce lo que se llama “f eedbac ks negativos”, unas fu erzas de llamada que van en el sent ido contrario del choque inicial. La idea de la ef iciencia n ace de una tr ansposición directa de este m ecanismo a la fin anza de merc ado. Ahora bien , para esta últim a la situ ación es muy difer ente. Cuando el prec io au menta es frecuente obser var no una bajada , ¡sino una subida de la demanda! En efecto, la subida del precio s ignific a un rendimiento mayor para quien es poseen el t ítulo debido a la plusvalía realizada. Por consiguiente, la subida del pr ecio atr ae a nuevos compradores , lo que refuerza más la subida inicial. Las promesas de bonos empujan a los traders a ampliar aú n más el movimiento. Hasta el incidente, impr evisible pero inevitable, qu e provoca la in versión de las anticipaciones y la quiebra. Este fenómeno digno de la irreflexión de los borregos es u n proceso de “feedbac ks posit ivos” que empeora los desequ ilibr ios. Es la burbuja es peculativa: una subida acumulativa de los pr ecios que se aliment a a sí m isma. Este tipo de proceso no produce prec ios justos sino, por el contrario, pr ecios inadecu ados. Por consiguiente, el lugar preponderante ocupado por los mercados f inancieros no puede llevar a ef icacia alguna. Aún más , es una fuent e permanent e de inestabilidad, como lo demuestra clarament e la s erie inint errumpida de burbujas qu e hemos conocido desde hac e 2 0 años: Japón , Sudeste de As ia, int ernet, mercados em ergent es, la inmobiliar ia, conversión de la deuda en valores . Así, la inest abilidad financiera s e traduce en fuertes fluctuaciones de las tasas de intercambio y de la Bolsa, que manif iestam ente no t ien en relación con los fundamentos de la economía. Est a in estabilidad, n acida del sector fin anciero, s e propaga a la econo mía real por medio de numerosos mecanismos. Para r educir la inef icienc ia e in estabilidad de los merc ados financieros sugerimos cuatro medidas: Medida n°1: compartimen tar estrictam ente los merc ados financieros y las actividades de los actores financieros, prohibir a los bancos es pecular po r su propia cuenta par a evitar la propagación de las burbujas y de las quiebras , Medida n°2: Reducir la liquidez y la especulac ión desestabilizadora por medio de controles sobre los movimientos de c apit ales y de las t asas sobr e las transacc iones financieras, Medida n°3: lim itar las tr ansacciones financ ieras a las que respondan a las nec esidades de la economía real (por ejemplo, CDS [Credit Default Swap o permuta de incumplimiento creditic io] únicamente para quienes detentan t ítulos as egurados , etc .) Medida n°4: limit ar la remuneración de los traders. FALSA EVIDENCIA N°2: LOS MERCADOS FINANCIEROS SON FAVORABLE S AL CRECIMIENTO E CONÓMICO La integr ación financiera ha llevado el po der de las finanzas a su c enit debido al hecho de que unifica y centraliza la propiedad c apit alista a escala m undial. En adelante ella es quien determin a las normas de la rentabilidad exi gidas al conjunto de los c apit ales. El proyecto er a que la f inanza de m ercado sustituyera a la f inanciac ión bancaria de los in versores. Proyecto que, además , ha fracas ado porque hoy, globalm ente, son las em presas las que financian a los accionistas en vez de lo co ntrario. En adelant e la gobernanza de las empres as s e ha transformado profundamente para alc anzar las normas de rentabilidad del merc ado. Con el aumento en pot encia del valor accionar ial se ha impu esto una concepción nueva de la empresa y de su gestión , pensadas como puestas al ser vicio exclusivo del accionista. Ha desaparec ido la idea de un interés común propio de las diferent es parte int eresadas vinculadas a la empres a. Los dir igent es de las empr esas qu e cotizan en Bols a t iene en adelante la m isió n primera de satisfacer únic amente el deseo de enriquecim iento de los accionistas . En consecu encia, dejan ellos m ismos de s er as alariados, como demuestra el desmesurado aumento de sus remuneraciones. Como avanza la teoría de “la agenc ia”, se trata de hacer de modo que los intereses de los dirigent es sean en adelante convergentes con los de los accionis tas. El ROE (Return on Equity, o rendimiento de los c apit ales propios) de 15% a 25% es en adelante la norma qu e impone el po der de la finanza a las empresas y a los as alariados. La liquidez es el instrumento de est e poder que permite en cualqu ier momento a los capitales no satisfechos ir a buscar a otra part e. Frent e a esta potencia, tanto los asalariados como la soberanía po lític a parec en por su fraccionamient o en estado de inferioridad. Est a situac ión desequ ilibrada lleva a unas exigenc ias de beneficio descabelladas porque reprimen el crec imiento económico y llevan a un aumento continuo de las desigualdades de ingr esos. Por un lado las exigen cias de rentabilidad inhiben fuert emente la invers ión: cuanto más elevada es la rentabilidad demandada más dif ícil es encontrar proyectos suficientemente ef ic ientes par a sat isfacerla. Las tasas de inversión siguen s iendo h istóricamente débiles en Europa y en Estados Unidos . Por otra parte, estas exigencias pro vocan una constante pres ión a la baja sobre los salarios y el poder adquis itivo, lo qu e no es favorable a la deman da. La r alent ización simult ánea de la inversión y del consumo lleva a un crecimiento débil y a un paro en démico . En los países an glosajones s e ha contrarrestado esta t endencia por medio de desarr ollo del endeudamiento de los hogares y por medio de las burbujas financieras que crean una r iqueza que permite un crec imiento del consumo sin salar ios, pero terminan en quiebras . Para r emediar los ef ectos negat ivos sobr e la actividad económicas ponemos debatir tres medidas : Medida n°5: reforzar sign ificativam ente los contra -poderes en las empresas par a obligar a las direcciones a tener en cuenta los int ereses del con ju nto de las partes inter esadas, Medida n°6: aumentar fu ertemente los impuestos a los ingresos muy altos para disuadir la carrera por los rendimiento s insostenibles , Medida n°7: r educir la dependencia de las empresas en relac ión a los mercados financieros desarrollando una polít ica públic a del crédito (t asas preferenciales para las actividades prioritarias en el plano social y medioam biental). FALSA EVIDENCIA N° 3 : LOS MERCADOS SON BUENOS JUECES DE LA SOLVENCIA DE LOS ESTADOS Según los defensores de la ef ic iencia de los mercados financieros , los operadores de mercado tendrían en cuenta la situ ación objetiva de las f inanzas públicas para evaluar el r iesgo de suscribir un préstamo de E stado. Tomemos el c aso de la deuda griega: los oper adores financieros y qu ienes toman las dec isiones s e remit en únicamente a las evalu aciones financieras par a juzgar la s ituación. As í, cuando la t asa exigida a Grecia asc endió a más del 10%, c ada uno dedujo qu e el riesgo de falta [de pago] est aba cercano: si los inversores exigen semejant e pr ima de r iesgo es que el peligro es extrem o. Hay en ello un profundo er ror si se comprende la verdadera n aturalez a de la evaluación por el mercado financiero. Como éste no es ef iciente, lo m ás frecuente es qu e produzc a unos precios completament e desconectados de los fundam entales. En esas condic iones es des cabellado entregars e únicam ente a las evaluac iones financ ieras para juzgar una s ituación. Evalu ar el valor de un t ítulo financiero no es una operac ión comparable a medir un tamaño objet ivo, po r ejemplo, a c alcular el peso de un objeto . Un títu lo fin anciero es un derecho sobre unos ingresos futuros: para evaluarlo hay que prever lo qu e ser á el futuro. Es una cuestión de juicio, no una medida objet iva porqu e en el instante t , el futuro no está en modo alguno predet erminado. En las salas de mercado sólo es lo que los oper adores imaginan que s erá. Un pr ec io financiero resulta de un juicio , de un a creencia, de una apuesta sobre el futuro: nada asegura que el juicio de los mercados t en ga algun tipo de superioridad sobr e las demás formas de juicio . Sobre todo, la evaluación f inanciera no es neutra: afecta al objeto medido , compromete y construye el futuro que ella imagina. Así, las agencias de calificac ión financieras contribuyen en mucho a det erminar l as tas as de int erés en los m ercados de obligaciones atribuyendo unas notas cargadas de una gran subjetividad, incluso de una voluntad de alim entar la inestabilidad, fuente de benef icios es pec ulativos. Cuando degradan la c alificación de un Estado aumentan l a tasa de interés exigida por los actores f inancieros par a adquirir los títu los de la deuda públic a de este Estado y aumentan con ello el riesgo de quiebra que ellas han anunciado . Para r educir la influencia de la psicología de los merc ados sobre la financ iación de los est ados, proponemos debatir dos medidas: Medida n°8: no s e debe autorizar a las agencias de calific ación fin anciera a pesar arbitrariamente en las tasas de inter és de los mercados de obligac iones degradando la calific ación de un Est ado: s u ac tividad s e debería r eglamentar exigiendo qu e esta nota result e de un c alculo económico transparente. Medida n°8 bis : liberar a los Estados de la amen aza de los mercados financieros garantiz ando que el B anco Central Europeo (BCE) compra los t ítulos púbicos . FALSA EVIDENCIA N° 4 : LA SUBIDA ESPECTACUL AR DE LAS DEUDAS PÚBLICAS ES EL RESULTADO DE UN EXCESO DE GASTOS Michel Pébereau, uno de lo s “padrinos” de la banca francesa, describía en 2005 en unos de estos informes oficiales ad hoc a una Francia asfixiada por la deuda públic a y sac rificando sus generac iones futuras al entregarse a unos gastos sociales irreflexivos . El Estado que se endeuda como un padre de familia alcohólico que bebe por encima de sus medios: ésta es la visión que suelen propagar la mayoría de los editorialistas. La reciente explosión de la deuda públic a en Europa y en el mundo se debe en to das partes a otra cosa: a los planes de salvamiento de las finanzas y, sobre todo, a la r eces ión provocada por la cris is bancaria y financiera que empezó en 2008: el déficit público medio en la zona euro era sólo el 0 ,6% del PIB en 2007, pero la crisis le h a hecho pasar al 7% en 2010. Al mismo tiempo la deuda públic a ha pas ado del 66% al 84% del PIB . Sin embar go, el aumento de la deuda pública t anto en Fra ncia como en muchos países europeos fue primero moderada y an terior a esta reces ión: proviene en gran parte no de u na tendencia a la subida de los gastos públicos (puesto que, al contrario, desde principios de la década de 1990 estos son estables o en baja en la Unión Europea en proporción al PIB) sin o del desmoronamiento de los ingresos públicos debido a la debilidad del cr ecimiento económico en el per iodo y a la contrarrevolución fiscal que han llevado a c abo la m ayoría de los gobiernos desde hac e veintic inco año s. A más lar go plazo la contrarrevolución fiscal ha alimentado continuamente el hinchamiento de la deuda de una recesión a otra. Así, en Fr ancia un rec ient e informe parlamentario c ifra en 100 .000 millones de eu ros en 2010 el coste de las bajadas de impuestos consentidas entr e 2000 y 2010, sin incluir s iquiera las exonerac iones de cotizaciones sociales (30 .000 millones) y otros “gastos fiscales ”. A falta de una armonización fiscal, los Estados europeos s e han entregado a la competencia fiscal, bajan d o los impuest os a las sociedades , los altos ingresos y los patrimonios. Aun que el peso r elativo de sus det erminantes varíe de un país a otro, la subida casi general de los défic its públicos y de las r atios de deuda públic a en el curso de los t reinta últ imo s años no resulta principalm ente de una deriva culpable de los gastos públicos. Un diagnóstico que, evidentem ente, abre otras pist as qu e la sempiterna reducción de los gastos pú blicos. Para r estaurar un debate público informado sobre el o rigen de la deuda y, por lo tanto, de los medios de r emediar la, proponemos debat ir una propuesta: Medida n° 9: realizar una auditoría pública de las deudas públic as para det erminar su origen y conocer la ident idad de los principales poseedores de títulos de la deuda y los m ontantes que poseen . FALSA EVIDENCIA N°5: HAY QUE REDUCIR LOS GASTOS PARA REDUCIR LA DEUDA PÚBLICA Aunque el aumento de la deuda pública resultar a en parte de un aumento de los gastos públicos , cortar en estos gastos no contribuiría n eces ariament e a la so lución por que la dinám ica de la deuda pública no tien e mucho que ver con la de un hogar: la macroeconomía no es reducible a la economía doméstica. Gener alment e la dinámica de la deuda depen de de varios factores: el nivel de los déficits prim arios, pero t am bién la diferenc ia entre la tasa de int erés y la t asa de crecimiento nominal de la economía. Y es que s i este últ imo es más débil qu e la t asa de in terés la deuda va a cr ecer mecánicament e debido al “efecto bola de n ieve”: explota el im porte de los interes e s y también el déficit total (incluidos los int ereses de la deuda). Así, a principios de la década de 1990 la política del franco fuerte que llevó a c abo Bér égovo y y se mantuvo a pes ar de la r eces ión de 1993 -94 se tradujo en una tasa de int erés más elevada de forma durader a qu e la t asa de crecimiento, lo que explic a el s alto de la deuda pública de Franc ia du rante est e periodo . Es el m ismo mecanismo que explicaban el aumento de la deuda durante la pr imera mitad de la década de 1980 bajo el impacto de la revo lución neoliberal y de la polític a de t asas de inter és elevadas que llevaron a cabo Ronald Reagan y M argar et Thatcher. Pero la propia tasa de crec imiento no es independient e de los gastos públicos: a corto plazo la exist encia de gastos públic os estables li mit a la m agnitud de las rec esiones (“est abilizadores automáticos”); a lar go plaz o las invers iones y gastos públicos (educación, sanidad, invest igac ión, infraestructuras …) estimulan el crec imiento. Es f also af irmar que todo défic it público cr ece tanto como la deuda públic a o qu e toda reducción del déficit permite reducir la deuda. Si la r educción de los défic it compromete la actividad económica la deuda aumentar á aún más. Los comentaristas liberales subrayan qu e algunos país es (Can adá, Suecia, Israel) realizaron unos ajustes bru tales de sus cuentas públic as en la década de 1990 e inmediatament e despu és c onocieron un fuerte rebote del crec imiento. Pero esto sólo es posible si el ajuste conciern e a un país ais lado, que vuelve a ganar competitividad sobre sus r ivales . Lo que evidentemente olvidan los partidarios del ajuste estructural europeo es que los países europeos tienen por principales client es y rivales a ot ros países europeos ya que la Unión Europea está globalment e poco abierta al exterior . U na reducció n s imultánea y masiva de los gastos públicos del conjunto de los país es de la Unión Europea sólo puede tener como efecto una recesión agravada y, por lo tanto, una nueva subida de la deuda públic a. Para evitar que el restablecimiento de las f inanzas pú blic as provoqu e un desastr e social y politico proponemos debat ir dos medidas: Medida n°10: mantener el nivel de las protecciones sociales , incluso mejorarlas (subsidio de desempleo , vivienda…); Medida n°11: aumentar el esfuerzo pr esupuestario en materia de edu cac ión, de investigación, de inversion en r econversión ecológica… para establecer las condiciones de un c recimiento sostenible qu e permita un fuerte descenso del paro . FALSA EVIDENCIA N°6: LA DEUDA PÚBLICA TRASLADA EL PRECIO DE NUESTROS EXCESOS A NUESTROS NIETOS La afirmación de que la deuda pú blic a s ería una trans ferencia de riqueza en detr imento de las generac iones futuras es otra afirmac ión fals a qu e confunde economía doméstic a y macroeconomía. La deuda públic a es un mec anismo de transferencia de riqu ez as , pero es sobre todo de los contribuyentes ordinarios hacia los rentist as. En efecto, basándose en la creencia rar amente verific ada según la cual bajar los impuesto estimularía el crecimiento y aument aría in fin e los in gresos públicos, desde 1980 los Est ados europeos han im itado a Est ados Unidos en una po lític a sistem ática de hac er la o ferta fiscal más baja. Se han multiplic ado las reducciones de im puest os y de cotizac iones (sobr e los benefic ios de las sociedades, sobre lo s ingresos de los particular es má s acomodados, sobre los patrimonios, sobr e las cotizaciones patronales…), pero su impacto en el crec imiento económico sigue s iendo mu y incierto. Por consiguiente, estas políticas f iscales anti -redistributivas h an agravado a la vez y de manera acumulat iva l as desigualdades sociales y los déficits públicos. Estas polít icas f iscales han obligado a las administrac iones públic as a endeudars e con hogares acomodados y mercados financieros par a financ iar los défic its as í creados . Es lo que s e podría llamar “el ef ecto jac kpot”: con el dinero ahorrado de sus impuestos los ricos han podido adquir ir títulos (portadores de inter és) de la deuda pú blic a emitida para financiar los déficits públicos provocados por la reducciones de los impu estos… Así, el servicio de la deuda pública en Francia represent a 40 .000 millones de euros, casi tanto como las recau dacion es del impuesto sobre la renta. Tour de force tanto más brillante cu anto que a continu ación se h a logrado hac er creer al público que los culpables de la deuda públic a e ran los fun cionarios, los jubilados y los enfermos. Por consiguiente, el aumen to de la deuda pública en Europa o en Estados Unidos no es el resultado de políticas keyn esianas expansionist as o de polític as sociales dis pendiosas sino más bien de una polít ica en favor de las c apas privilegiadas: los “gastos fisc ales” (bajadas de impuestos y de cotizaciones) aumentan los ingr esos disponibles de quienes m enos lo neces itan, los cuales grac ias a ello pu eden aumentar m ás sus inversiones, sobre todo en Bo nos del Tesoro, que son remunerados en inter eses por medio del impu esto procedente de todos los contribuyentes . En resumen, se establece un mecanis mo de redistribución al revés, des de las clases populares hac ia las clases acomodadas, vía la deuda públic a cuya contrap artida es siempre la renta privada. Para r ectific ar de man era equitativa las finanzas públicas en Europa y en Francia proponemos debatir dos medidas: Medida n°12: vo lver a dar un carácter fuert emente r edistributivo a la fiscalidad dir ecta sobr e los ingresos (supresión de los vac íos [fisc ales], creación de nuevas s eries y aum ento de las tasas del impu esto sobre la renta…) Medida n°13: suprimir las exonerac iones consentidas a las empres as qu e no tienen suficiente efecto sobre el em pleo. FALSA EVIDENCIA N°7 : HAY QUE ASEGURAR A LOS MERCADOS FINANCIEROS PARA PODER FINANCIAR LA DEUDA PÚBLICA A nivel mundial se debe an alizar el asc enso de las deudas públic as correlativam ente a la financiarizac ión. Durante los últimos treinta años a f avor de la liberaliz ación total de la circulación de los capitales las finanzas han aumentado considerablem ente su influencia sobre la economía. Las gran des empresas recurren c ada vez menos al crédito bancario y cada vez más a los m ercados financ ieros. Los hogares también ven una parte cada vez mayor de su ahorro drenado h acia las finanzas para sus pensiones , vía los diversos productos de inversión o incluso en algunos países vía la f inanciación de su vivienda (préstamos hipotecar ios). Lo s gestores de carteras que trat an de diversificar los riesgos buscan títulos públicos como complemento a los privados. Los han encontrado fácilmente en los mercados porque los gobiernos h an llevado a cabo unas po lític as sim ilar es que han llevado a un relanzamiento de los déficits: tasas de interés altas , bajada de los impuestos c entradas en los ingresos altos, incitac iones masivas al ahorro financiero de los ho gares para favorecer las jubilaciones por capitalizac ión, etc . A nivel de la UE la fin anciarización de la deuda pública se ha inscrito en los trat ad os: desde Maastricht los B ancos Centrales t ien en prohibido fin anciar directament e a los Es tados, que deben encontrar prestamis tas en los mercados financieros. Esta “r epres ión monetaria” acompaña a la “liberación f inanciera” y h ace exactamente lo contrario de las polít icas adoptadas tr as la gran crisis de la década de 1930, de “represión f inancier a” (dr ásticas restricciones a la libertad de acc ión de las finanzas ) y de “liberación monetar ia” (con el fin al del patrón oro). Se tr ata de someter a los Estados , q ue se supone qu e son por naturaleza demasiado dispendiosos, a la disciplina de los mercados financieros, que se supo ne que son eficientes y omniscientes por naturaleza. Como resultado de est a elección doctrinaria, el Banco Central Europeo no t iene así dere cho a suscribir dir ectament e las emisiones de obligac iones públic as de los Estados europeos. Privados de la gar antía de poder fin anciarse siem pre en el Banco Central, los Estados eur opeos del sur han sido así víct imas de at aques especulat ivos. En efecto, a unque en nombre de una ortodoxia sin fisuras el BCR siem pre se había negado a ello, des de h ace algunos meses co mpra obligaciones de Estado a la tasa de inter és del mercado para calm ar las tensiones en el mercado de obligaciones europeos. Pero nada dice qu e esto s ea suficient e si la c risis de la deuda se agrava y y se esf uman las t asas de interés de m ercado . Entonces podr ía s er difícil mantener est a ortodoxia m onetaria que carec e de fun damentos científicos ser ios. Para r emediar el problema de la deuda públic a proponemos debatir dos medidas: Medida n°14: autorizar al Banco Central Europeo a f inanciar dir ectamente a los Estados (o a imponer a los bancos comerciales suscribir la emis ión de obligac iones públic as) a bajo inter és, aflojando así el lastre con el que les traban los merc ados financieros , Medida n°15: si fuera nec esario, reestructurar la deu da pública, por ejemplo , limitando el servic io de la deuda públic a a determinado tanto por ciento del PIB, y o perando una discriminac ión entre los ac reedores según e l volumen de los t ítulos que poseen: los rentistas muy grandes (particulares o instituciones) deben aceptar un alargamiento s ensible del perf il de la deuda, incluso anulacion es parciales o totales. También hay que volver a n ego ciar las exorbit antes tas as d e inter és de los títulos emitidos por los países en dificultades desde la crisis. FALSA EVIDENCIA N°8: LA UNIÓN EUROPEA DEFIENDE EL MODELO SOCIAL EUROPEO La construcción europea parece una exper iencia am bigua. Coexisten dos visiones de Europa sin osar enfrentarse abiertam ente. Para los socialdemócratas, Europa hubiera debido proponerse el objetivo de promover el m odelo social europeo , fruto del compromiso social de la época posterior a la Segunda Guerra Mundial, con su protecc ión social, sus ser vic ios pú bli cos y sus polític as in dustriales. Europa hubiera debido construir una muralla defensiva frente a la globalizac ión liber al, un m edio de proteger , de h acer vivir y progr esar este modelo. Europa hubiera debido defender u na visión es pecíf ica de la o rganización de la economía mundial, la globalizac ión regu lada por unas organizaciones de go bernanza mundial. Hubier a debido permitir a los países miembro mant ener un nivel elevado de gastos públicos y de redistribución, protegiendo su capac idad de f inanciar los por me dio de la armonización de la fisc alidad sobre las personas, las empr esas y los ingr esos del c apit al. Sin embar go, Europa no ha querido asumir su especificidad. Actualmente la visió n dominante en Bruselas y en el seno de la mayoría de los gobiernos nacional es es la contraria a la de una Europa liberal, cuyo objet ivo es adaptar a las sociedades europeas a las exigencias de la globalizac ión: la construcción europea es la oc asión de poner en t ela de ju icio el modelo social europeo y de desregular la economía. L a pr eem inencia del derecho de la compet encia sobr e las reglamentaciones nacionales y sobre los derechos sociales en el Merc ado Único permite introducir más compet encia en los mercados de los productos y de los s ervic ios, disminuir la importancia de los s er vic ios públicos y organizar com petit ividad de los trabajadores europeos. La competencia social y fis cal permitió reducir los im puestos, sobre to do sobre los ingresos del capit al y de las empr esas (las “bases móviles”) y hac er presión sobre los gastos socia les . Los tratados garantizan cu atro libertades fundam entales: la libre circulación de las personas, de las mercancías , de los servicio s y de los capit ales . Pero lejos de limitars e al m ercado interior, la libertad de circulación de los capit ales se ha conce dido a los inversores del mun do entero, sometiendo as í al t ejido pr oductivo europeo a los imperativos de valorizac ión de los capitales internacionales. La construcción europea perece un medio de imponer a los pueblos unas reformas neoliberales . La organización de la política macroeconómica (independencia del BCE frente a la polític a, Pacto de Estabilidad) está marcada por la desconfianza respecto a los gobierno elegidos democráticam ente. Se trat a de privar a los país es de toda autonomía en mat eria tanto de polític a monetaria como en materia pr esupuestar ia. Para ya sólo dejar ju gar a la “estabilización automática” se debe alcanz ar el equilibr io presupu estario y despu és toda polític a discrecional desterrada de reactivación. A nivel de la zona no se h a est ablec ido ninguna política coyuntural común ni se ha defin ido ningún objetivo común en términos de crec imiento o de empleo. No s e tienen en cuenta las diferencias de situ ación entre los países porque el pacto no se inter esa n i por las t asas de inflación n i por l os déf icits ext eriores nacionales; los objetivos de las finanzas públic as no tienen en cuen ta situac iones económicas nacionales . Las instancias europeas trataron de impulsar unas ref ormas estructurales (por medio de las Grandes Orientaciones Políticas Econ ómicas, el Método Abierto de Coordinac ión o la Agenda de Lisboa) con un éxito muy desigual. Como su modo de elaboración no er a democrático ni movilizador, su orientación liberal no correspondía obligatoriament e a las polític as decididas a nivel nac ional, t eniendo en cuenta las r elac iones de f uerza existentes en c ada país. Esta orientación no conoció de entrada los br illantes éxitos fulgurantes que la h abría legit imado . Se puso en tela de juic io el m ovimiento de liber aliz ación económica (fracaso de la Direct iva Bolkest ein); se tentó a algunos países con nac ionalizar su política industrial m ientras que la mayoría s e oponía a la europeizac ión de sus políticas fiscales o sociales . La Euro pa social h a seguido sien do una palabra vac ía, sólo s e ha afirmado realment e la Europa de la competencia y de las f inanzas. Para que Europa promueva ver daderam ente un modelo social europeo proponemos debatir dos medidas: Medida n°16: poner en tela de juicio la libre circulac ión de los capit ales y de las mercancías entre la UE y el resto del mundo negociando s i fuera necesar io acuer dos multilaterales o bilaterales , Medida n°17: en vez de la polític a de competencia, convertir a “la armonizació n en el progreso” en el hilo directo r de la construcción europea. Establec er unos objetivo s comunes de alcance constringente tant o en mater ia de progreso s ocial como en materia mac roeconómica (unas GOPS, grandes orientaciones de polít ica social). FALSA EVIDENCIA N°9: EL EURO ES UN ESCUDO CONTRA LA CRISIS El euro debería haber s ido un factor de p rotección contra la crisis f inancier a mundial. Des pués de todo , la supr esión de to da incertidumbr e sobre las tasas de c ambio entre las monedas europeas eliminó un factor fundamental de inestabilidad. Sin embar go, no ha habido n ada de eso: Europa s e ha vist o afectada más duram ente y de forma duradera por la cris is que el resto del mundo. Esto s e debe a las propias modalidades de construcción de la unión monetaria. Desde 1999 la zona euro conoció un crecimiento relat ivam ente m ediocre y un au mento de las divergencias entre los Estados miembro en términos de crec imiento, de inflación, de paro y de desequilibrios ext eriores . E l marco de polít ica económica de la zona euro, que tiende a imponer a unos países en situac iones diferent es unas po lític as macroeconómicas par ecidas, ha ampliado las disparidades de cr ecimiento entre los Estados miembro. En la mayoría de los países , en particular los más grandes, la introducción del euro no ha provocado la promet ida ac eleración del crecim iento. Par a otros, hubo crec imiento pe ro a costa de desequ ilibrios difícilmente sostenibles . La rigidez monetaria y pr esupuestaria, ref orzada por el euro, h a per mitido hac er caer todo el peso de los ajustes sobre el tr abajo. S e ha promovido la flexibilidad y la aust eridad salarial, r educido la parte de los salarios en el ingres o total, aumentado las desigualdades. Esta carrera a la baja social la ha gan ado Alemania, que ha s abido liberar importantes surplus comerciales en detr imento de sus vec inos y, sobre todo, de sus propios asalar iados, imponiéndose una bajada del coste del trabajo y de las prestac iones sociales , lo que le h a conferido una ventaja comercial en relación a sus vec inos que no han podido tratar tan duramente a sus trabajado res. Los excedentes comer ciales alem anes pesan sobre el c r ecimiento de los demás país es. Los déficits presupuest arios y comerciales de unos sólo son la contrapartida de los exc edentes de los demás … Los Estados miembro no han sido capaces de definir una estrat egia coordinada. La zona euro hubier a debido verse me nos af ectada po r la cr isis que Estados Unidos y Reino Unido. Los hogares están c larament e menos im plic ado s en los m ercados fin ancier os, que son menos sofisticados. Las fin anzas públicas estaban en una situación mejor; el déf icit público del conjunto de los país es de la zona er a del 0,6 % del PIB en 2007, frente a c asi el 3% en Est ados Unidos, en Reino Unido o J apón. Pero la zona euro sufría un aumento de los des equilibr ios: los país es del norte (Alemania, Austria, Países Bajos, país es esc andinavos) limit aban sus salar ios y sus demandas int ernas, y acumulaban excedent es ext eriores, mientras que los países del sur (España, Grec ia, Irlan da) c onocían un crecimiento vigoroso impulsado por unas t asas de interés débiles en relación a la t asa de crec imiento, al t iemp o que acumulaban unos déf icits ext eriores . Aunque la crisis económica partió de Estados Unidos, éste ha tratado de establec er una po lític a real de reactivación presupuestaria y monet aria al tiempo que iniciaba un movim iento de desregulac ión financier a. E ur opa, por el contrario, no ha sabido emprender una política suficientement e reactiva. De 2007 a 2010 el impulso presupuestario ha sido del o rden de 1 ,6 puntos de PIB en la zone euro, de 3,2 puntos en Rein o Unido y de 4,2 puntos en Estados Unidos. La pérdida de producción debida a la crisis ha sido c laram ente más fuerte en la zona euro que en Estados Unido s. En la zona s e ha sufrido más el aumento del déficit s que el resultado de una polític a activa. Al mismo tiem po, la Comisión ha seguido lanzando unos proce dimientos de déficit exc esivo contra los Estados miembr o de modo que a m ediados de 2010 práct icament e to dos los Estados de la zona estaban somet idos a ellos. Ha pedido a los Estados miembro que para 2013 ó 2014 se comprometan a volver bajo la línea del 3%, independientem ente de la evolución economía. Las instancias europeas han seguido reclamando unas polít icas s alariales r estrict ivas y que se replanteen los sist emas pú blicos de jubilac ión y de sanidad, con el ries go eviden te de hundir al continente en la d epres ión y de aumentar las t ensiones entre los países . Esta aus encia de coordinación y, más fundamentalmente, la ausencia de un verdadero presupu es to europeo qu e permita una solidar idad efectiva entre los Estados miembro han incitado a los operadores financieros a desviarse del euro, incluso a especular abiert amente contra él. Para que el euro pu eda pro teger realmente a los ciudadanos europeos de la crisis proponemos debatir dos [sic ] medidas: Medida n°18: garantizar una ver dadera coordinació n de las políti cas macroeconómicas y una reducción concertada de los des equilibr ios comerciales entre los países europeos , Medida n°19: compensar los des equilibrios de pago en Europa por medio de un Banco de Pagos (que organic e los pr éstamos entre los país es europeos), Medida n°20: si la crisis del euro lleva a su des integración y es perando el asc enso en régimen del presu puesto europeo (c f. infra), establecer un r égime monetario intraeuropeo (moneda común tipo “bancor”) que organice la reabsorción de los des equilibrios de los balances comerciales en el seno de Europa. FALSA EVIDENCIA N°10: LA CRISIS GRIEGA HA P ERMITIDO FINALMENTE AVANZAR HACIA UN GOBIERNO ECONÓMICO Y UNA VERDADERA SOLIDARIDAD EUROPEA A partir de mediados de 20 09 los mercados f inancieros empez aron a contar con las deudas de los países europeos. Globalmente la fuert e subida de las deudas y de los défic its públicos a escala mundial no ha provo cado (todavía) subidas de las tasas lar gas: los operadores financieros consider an qu e los bancos centrales mant endrán m ucho tiempo las t asas monetarias reales a un nivel próximo de cero y que no hay riesgo de inflación ni de falt a [de pago] de un gran país . Pero los especu ladores han perc ibido los f allos de la organización de la zona euro. Mientras qu e los gobiernos de los demás países des arrollados siempre pu eden ser financiados por su Banco Central, los países de la zona euro han renunciado a est a posibilidad y dependen totalmente de los merc ado s financieros para sus déf ic its. Por ello se ha podido desencadena la especulación sobre los países más frágiles de la zona: Grec ia, España e Irlanda. Las instancias europeas y los gobiernos han t ardado en reaccionar al no querer dar la impr esión de que los países miem bro tenían der echo a un apoyo ilimit ado de sus socios y querer sancionar a Grec ia, culpable de haber ocultado (con ayuda de Go ldman Sachs) la magnitud de sus déficits . Con todo, en mayo de 2010 el BCE y los país es miembro tuvieron que crear urgentemente un Fondo de Estabiliz ación para indic ar a los mercados que aportarí an est e apoyo sin lím ites a los países am enazados . En contrapart ida estos han t enido que anunciar unos programas de austeridad presupuestaria sin prec eden tes que los van a conden ar a un retroceso de la actividad a corto plazo y a un largo periodo de recesi ón. Bajo la pr esión del FM I y de la Comisión Europea Gr ecia debe privat izar sus ser vic ios públicos y Españ a flexibilizar su mercado laboral. Del m ismo modo, Francia y Alemania, que no están af ectadas por la especulación , han anunciado medidas r estrictivas . Sin embar go, la demanda n o es en modo alguno exc es iva en Europa. La situac ión de las finanzas públicas es m ejor que la de Estados Unidos o de Gran Bretaña, lo que deja márgen es de m aniobra presupuest aria. Hay qu e reabsorber los desequilibrios de manera c o ordinada: los país es excedentar ios del n orte y del c entro de Europa deben llevar a c abo po líticas expansionistas (amento de los salarios, de los gastos sociales …) par a compensar las polít icas restrictivas de los países del sur. Globalmente la po lít ica pre supuestar ia no debe ser restrict iva en la zona euro mientras que la economía no se acerque al pleno empleo a una velocidad satisfactoria. Pero, por desgracia, hoy s e han reaf irmado los part idarios de las políticas presupuestarias automáticas y restrict ivas en Europa. La cris is griega permit e hac er olvidar los orígenes de la crisis financiera. Qu ienes han aceptado apoyar f inancieramente a los país es del sur quieren imponer en contrapartida u n Pacto de Estabilidad. La Comisión Europea y Alem ania qu ieren imponer a todos los país es miembro que inscriban en su Constitución el objetivo del presupuesto equilibr ado, h acer qu e unos comités de expertos independientes vigilen la polít ica presupuestaria. La Comisió n quier e im poner a los país es una larga cura de austerid ad para volver a una deuda pú blic a inferior al 60 % del PIB. Si hay un avance h acia un gobierno económico es hacia un gobierno que en vez de af lojar el torno de las f inanzas va a imponer la austeridad y profundizar las “reformas” estructurales en detrimento de las solidaridades sociales en c ada país y ent re los país es. La cris is ofrece a las elit es financier as y a las tecnocracias europeas la t entación de establecer la “estr ategia del choqu e” aprovech ando la crisis para radic alizar la agenda neoliberal. Pero esta polít ica t ien e pocas posibilidades de éxito: La disminución de los gastos públicos va a comprometer el esfuerzo necesario a escala europea para m antener los gastos del futuro (in vestigac ión, educación, po lític a fam iliar), para ayu dar a la industria europea a man tenerse y a invertir en los sectores del futuro (economía verde). La cris is va a permitir impo ner fuertes reducciones de los gastos sociales , objet ivo incansablement e buscado por los paladines del neo liberalismo, a riesgo de comprometer la cohesión social, de r educir la deman da efect iva, de empujar a los hogar es a aho rrar para su jubilación y su salud en las instituciones fin ancieras , r esponsables de la crisis . Los gobiernos y las instanc ias europea se n iegan a organizar la armonización fis cal q ue permitir ía la subida n ecesaria de los impu estos en el sector financiero, en los patrimonios importantes y en los in gres os altos. Los países europeos instauran duraderamente unas políticas presupu estarias res trictivas que van a pesar enormemente sobre el crec imiento . Van a desc ender las recaudacion es fiscales . Los sueldos pú blicos apenas m ejorarán, las ratios de deuda s e degr adar án, no s e tr anquilizará a los mercados. Debido a la diversidad de s us culturas polít icas y sociales los país es europeos no han p odido plegarse todos a la disciplina de hierro impuesta por el Trat ado de M aastricht; n o se plegarán todos al r eforzamiento de éste que s e está organizan do actualm ente. El riesgo de act ivar una dinámic a generalizada de r epliegue sobr e sí mismo es real. Para avanzar hacia un verdadero gobierno económico y una solidaridad europea proponemos debatir dos medidas: Medida n°21: des arrollar una fiscalidad europea (t asa carbono, impu esto sobre los ben eficios , …) y un verdadero presupu esto europeo para ayudar a la c onvergencia de las ec onomías y tender a una igu alac ión de las condiciones de acc eso a los s ervic ios públicos y s ociales en los diversos Estados miembro sobre la base de las mejores práct icas . Medida n°22: lanzar un vasto plan europeo , f inanciado por suscri pción pú blic a a tasas de interés débil pero garantiz ado y/o por medio de creación monetaria del BCE par a em prender la reconversión ecológica de la economía europea. CONCLUSIÓN DEBATIR LA POLÍTICA E CONÓMICA, TRAZAR CAMINOS PARA REFUNDAR LA UNIÓN EUROPEA Desde hac e tres décadas E uropa se ha construido sobre una base tecnocrática que excluye a las poblac iones del debate de polític a económica. S e debe abandonar la doctrina n eoliberal que descansa sobre la hipótes is hoy indefendible de la efic iencia de los merca dos f inancieros. Hay que volver a abrir el espacio de las políticas posibles y debatir propuestas alt ernativas y coherentes que limiten el poder de las f inanzas y organicen la armonización en el progreso de los sistemas económicos y sociales europeos . Esto su pone la mutualización de importantes recursos presupuestarios, obtenidos por medio del desarrollo de una fisc alidad europea fuertemente r edistributiva. Tam bién hay qu e liberar a los mercados del c erco de los mercados financieros. Solamente así el proyec to de construcción europea podrá es perar recuperar una legitimidad po pular y demo crática de la qu e hoy c arec e. Evidentement e, no es r ealista esperar que 27 países decidan al mismo tiem po operar s emejante ruptura en el m étodo y los objetivos de la construcc ión europea. La Comunidad Económica Europea comenzó con seis país es: t ambién la refundación de la Unión Europea pasará al principio por un acu erdo entre algunos país es deseos os de explorar unas vías alternativas. A medida que s e hagan evidentes las consecu encias des astrosas de las políticas adoptadas hoy, aumentará por toda Europa el debate sobr e las alt ernativas. Luchas sociales y c ambios po líticos intervendrán a ritmo diferente según los países . Unos gobiernos nacionales tomarán dec isiones innovadoras . Qu ienes lo deseen deberán adopt ar unas cooperaciones reforzadas para adopt ar medidas audac es en mater ia de regulac ión financiera, de política fiscal o social. Por medio de unas propuestas concretas tenderán la mano a los demás pueblos para que s e u nan al movimiento. Por ello nos par ece importante esbozar y debatir ahora las grandes líneas de po lític as económicas alt ernativas qu e harán posible esta refundación de la construcción europea. Primeros firmantes: Philippe Askenazy (CNRS, E cole d’économie de Par is) , Thomas Coutrot (Conseil sc ientifique d’Attac), André Orléan (CNRS, EHESS), Henri Sterdyniak (OFCE)