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Enfoque Pastoral 2014/2015 Colegio CRISTO REY Ferrol
Objetivo General:
Compartir LA ALEGRÍA del ENCUENTRO
con Jesucristo
Eslogans:
 El encuentro con Jesús contagia ALEGRÍA
 Dad alegría a manos llenas y todos verán que Cristo reina
 La alegría de hacer bien está en sembrar, no en recoger.
 ….
Encontrarse con Jesucristo, Rey de la propia vida y de la
historia, llena el corazón de alegría.
Evangelio según San Mateo 4,18-- 5,12
Mientras caminaba junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y
Andrés, su hermano, que estaban echando una red al lago, pues eran pescadores. Les
dijo: “Veníos conmigo y os haré pescadores de hombres”. De inmediato dejando las redes
le siguieron. Caminando adelante vio a otros dos hermanos, Santiago de Zebedeo y Juan,
su hermano, en la barca con su padre Zebedeo, arreglando las redes. Los llamó, y ellos
inmediatamente, dejando la barca y a su padre, le siguieron.
Jesús recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del
Reino y sanando entre el pueblo toda clase de enfermedades y dolencias. Su fama se
difundió por toda Siria, de modo que le traían todos los que padecían diversas
enfermedades o sufrían achaques: endemoniados, lunáticos, paralíticos, y él los sanaba.
Le seguía una gran multitud de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Transjordania.
Al ver a la multitud, subió al monte. Se sentó y se le acercaron los discípulos. Tomó la
palabra y les enseñaba diciendo:
Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Dichosos los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Dichosos los que lloran porque ellos serán consolados.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el Reino de los
Cielos.
Dichosos vosotros cuando os injurien, os persigan y y digan con mentira toda clase de mal
contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será
grande en los cielos, pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a
vosotros.
1
REFLEXIÓN:
En tiempos de los primeros cristianos, según nos cuentan los Hechos de los Apóstoles
(Hch.2,46), había una característica que llamaba poderosamente la atención de todos: la alegría. No es
difícil comprender por qué estaban alegres en esos primeros tiempos, porque estaba muy cercano el
paso de Jesucristo entre ellos. Cuando se reunían en la Eucaristía, algunos de ellos aún tendrían el
recuerdo de Jesús bendiciendo el pan y repartiéndolo. También estaban alegres porque habían visto
grandes prodigios y eran testigos fieles de las maravillas que había hecho Dios. Ellos, que habían
conocido la esclavitud del pecado, experimentaron la Libertad que trajo el Redentor.
Hoy, ya no es tan fácil encontrar la alegría. “La alegría verdadera, la que perdura por encima de
las contradicciones y del dolor, es la de quienes se encontraron con Dios en las circunstancias más
diversas y supieron seguirle.
Y, entre todas, la alegría de María: Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu está transportado de
alegría en Dios, salvador mío (Lucas 1, 46-47). Ella posee a Jesús plenamente, y su alegría es la mayor
que puede contener un corazón humano. La alegría es la consecuencia inmediata de cierta plenitud de
vida. Y para la persona, esta plenitud consiste ante todo en la sabiduría y en el amor. Por su
misericordia infinita, Dios nos ha hecho hijos suyos en Jesucristo y partícipes de su naturaleza, que es
precisamente plenitud de Vida, Sabiduría infinita, Amor inmenso. No podemos alcanzar alegría mayor
que la que se funda en ser hijos de Dios por la gracia, una alegría capaz de subsistir en la enfermedad y
en el fracaso: Yo os daré una alegría que nadie os podrá quitar (Juan 16, 22) prometió el Señor en la
Última Cena”
La alegría es fruto de la presencia de Jesucristo Rey que llena nuestro corazón, por eso debe de
ser una de las características de la vida del cristiano al saber que Él no está lejos, sino cercano; que no
es indiferente, sino compasivo; que no es ajeno, sino un Padre misericordioso que nos sigue con cariño
en el respeto de nuestra libertad.
La alegría de los Apóstoles nace del encuentro con Cristo resucitado. Las marcas de la Pasión
son el testimonio vivo de Cristo sobre la muerte y el pecado. Cristo ha vencido de una vez para
siempre. El texto se encuentra dentro de las apariciones del Resucitado a sus discípulos. Muestra cómo
el encuentro personal y comunitario con Jesús cambia sus vidas. La experiencia de Dios, su encuentro
con Él, les llena de una gran alegría que rebosa y les lleva a transmitir la gran noticia de la
Resurrección. Ellos se encontraban llenos de miedo encerrados en su casa porque eran perseguidos,
temían acabar como su Maestro, asesinado cruelmente. Pero tuvieron que encontrarse con las llagas
de Cristo resucitado y recibir el Espíritu Santo, fuerza para salir al mundo y anunciar a todos los
pueblos la alegría del mensaje de la salvación. Ellos, llenos de alegría por ver al Señor, salen al mundo y
no temen ser acusados y perseguidos en la plaza pública por confesarse cristianos, o lo que es lo
mismo, seguidores de Cristo, que dio su vida por ellos y la ha dado por ti.
Por ejemplo, el propio Pedro, dijo al pobre que esperaba en la puerta del templo: No tengo
plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno, levántate y anda (cf. Hch3,
6). Y por eso hoy nosotros seguimos anunciando desde el encuentro con Cristo que él ha resucitado, te
ama y te pide que sigas sus huellas.
Recordemos en nuestra labor pastoral lo que ha dicho el Papa Francisco:
“Ayudar a nuestros jóvenes a redescubrir el valor y la alegría de la fe, la alegría de ser
amados personalmente por Dios. Esto es muy difícil, pero cuando un joven lo entiende, un joven lo
siente con la unción que le da el Espíritu Santo, este "ser amado personalmente por Dios" lo
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acompaña toda la vida después. La alegría que ha dado a su Hijo Jesús por nuestra salvación”
"La alegría es un don del Señor. Nos colma interiormente. Es como una unción del Espíritu
Santo. Y esta alegría está en la seguridad de que Jesús está con nosotros y con el Padre”.
Nuestro impulso misionero brota de la alegría, del deseo de comunicar a todos la alegría del
Reino de Dios. Sin alegría faltará este impulso misionero, y la radicalidad evangélica.
No hay alegría si falta el amor. Cuando el Espíritu falta, la verdadera alegría se eclipsa. Como el
amor y la fe, la alegría está donde se ha pedido, recibido y cultivado con esmero.
La persona alegre no se repliega sobre sí: confía en los demás y encuentra su realización
compartiendo lo que tiene y lo que sabe.
Dios creó al hombre para la alegría y la felicidad. Nos creó para la comunión con Él fuente de
vida y gozo. Necesitamos redescubrir el camino de la alegría, de la alegría de la fe. El aire triste de los
discípulos es expresión de una fe raquítica. Llevar el evangelio de la paz al mundo es llevar a los
corazones y los pueblos la alegría de Dios. Es conseguir que ¡Cristo reine en el corazón de todos los
hombres!.
HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
Plaza de San Pedro
XXVIII Jornada Mundial de la Juventud
Domingo 24 de marzo de 2013
1. Jesús entra en Jerusalén. La muchedumbre de los discípulos lo acompaña festivamente, se
extienden los mantos ante él, se habla de los prodigios que ha hecho, se eleva un grito de
alabanza: «¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo
alto» (Lc 19,38).
Gentío, fiesta, alabanza, bendición, paz. Se respira un clima de alegría. Jesús ha despertado
en el corazón tantas esperanzas, sobre todo entre la gente humilde, simple, pobre, olvidada,
esa que no cuenta a los ojos del mundo. Él ha sabido comprender las miserias humanas, ha
mostrado el rostro de misericordia de Dios y se ha inclinado para curar el cuerpo y el alma.
Este es Jesús. Este es su corazón atento a todos nosotros, que ve nuestras debilidades, nuestros
pecados. El amor de Jesús es grande. Y, así, entra en Jerusalén con este amor, y nos mira a todos
nosotros. Es una bella escena, llena de luz – la luz del amor de Jesús, de su corazón –, de alegría, de
fiesta.
Al comienzo de la Misa, también nosotros la hemos repetido. Hemos agitado nuestras palmas.
También nosotros hemos acogido al Señor; también nosotros hemos expresado la alegría de
acompañarlo, de saber que nos es cercano, presente en nosotros y en medio de nosotros como un
amigo, como un hermano, también como rey, es decir, como faro luminoso de nuestra vida. Jesús es
Dios, pero se ha abajado a caminar con nosotros. Es nuestro amigo, nuestro hermano. El que nos
ilumina en nuestro camino. Y así lo hemos acogido hoy. Y esta es la primera palabra que quisiera
deciros: alegría. No seáis nunca hombres y mujeres tristes: un cristiano jamás puede serlo. Nunca os
dejéis vencer por el desánimo. Nuestra alegría no es algo que nace de tener tantas cosas, sino de
3
haber encontrado a una persona, Jesús; que está entre nosotros; nace del saber que, con él, nunca
estamos solos, incluso en los momentos difíciles, aun cuando el camino de la vida tropieza con
problemas y obstáculos que parecen insuperables, y ¡hay tantos! Y en este momento viene el
enemigo, viene el diablo, tantas veces disfrazado de ángel, e insidiosamente nos dice su palabra. No
le escuchéis. Sigamos a Jesús. Nosotros acompañamos, seguimos a Jesús, pero sobre todo sabemos
que él nos acompaña y nos carga sobre sus hombros: en esto reside nuestra alegría, la esperanza
que hemos de llevar en este mundo nuestro. Y, por favor, no os dejéis robar la esperanza, no dejéis
robar la esperanza. Esa que nos da Jesús.
[…] Pero todos sabemos, y vosotros lo sabéis bien, que el Rey a quien seguimos y nos acompaña es un
Rey muy especial: es un Rey que ama hasta la cruz y que nos enseña a servir, a amar. Y vosotros no os
avergonzáis de su cruz. Más aún, la abrazáis porque habéis comprendido que la verdadera alegría
está en el don de sí mismo, en el don de sí, en salir de uno mismo, y en que él ha triunfado sobre el
mal con el amor de Dios. Lleváis la cruz peregrina a través de todos los continentes, por las vías del
mundo. La lleváis respondiendo a la invitación de Jesús: «Id y haced discípulos de todos los pueblos»
(Mt 28,19), que es el tema de la Jornada Mundial de la Juventud de este año. La lleváis para decir a
todos que, en la cruz, Jesús ha derribado el muro de la enemistad, que separa a los hombres y a los
pueblos, y ha traído la reconciliación y la paz.
Queridos amigos, también yo me pongo en camino con vosotros, desde hoy, sobre las huellas del
beato Juan Pablo II y Benedicto XVI. Ahora estamos ya cerca de la próxima etapa de esta gran
peregrinación de la cruz de Cristo. Aguardo con alegría el próximo mes de julio, en Río de Janeiro. Os
doy cita en aquella gran ciudad de Brasil. Preparaos bien, sobre todo espiritualmente en vuestras
comunidades, para que este encuentro sea un signo de fe para el mundo entero. Los jóvenes deben
decir al mundo: Es bueno seguir a Jesús; es bueno ir con Jesús; es bueno el mensaje de Jesús; es
bueno salir de uno mismo, a las periferias del mundo y de la existencia, para llevar a Jesús. Tres
palabras: alegría, cruz, jóvenes.
Pidamos la intercesión de la Virgen María. Ella nos enseña el gozo del encuentro con Cristo, el amor
con el que debemos mirarlo al pie de la cruz, el entusiasmo del corazón joven con el que hemos de
seguirlo en esta Semana Santa y durante toda nuestra vida.
Que así sea.
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TEXTOS BÍBLICOS sobre la ALEGRÍA:
 “Estad siempre alegres en el Señor, os lo repito: estad alegres.” (Flp 4, 4-5)
 "Por el contrario, el fruto del Espíritu es: amor, alegría y paz, magnanimidad, afabilidad, bondad
y confianza, mansedumbre y templanza". (Gal 5, 22)
 "Alégrate, llena de gracia..." (Lc 1, 28).
 “… alegraos en la medida en que participáis en los sufrimientos de Cristo, para que también os
alegréis alborozados en la revelación de su gloria”. (I Pedro 4,12-13)
 “… alegraos de que vuestros nombres estén escritos en los cielos “. (Lc 10:20)
 “Os he dicho estas cosas para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría sea plena” (Jn
15,11).
 “La luz se alza para el justo, y para los de recto corazón la alegría”. (Salmos 97, 11)
 “Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría”. (Mateo 2, 10)
 «El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un
hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el
campo aquel.» (Mateo 13, 44)
 “No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo” (Lucas 2, 10)
 “Cada cual dé según el dictamen de su corazón, no de mala gana ni forzado, pues: Dios ama al
que da con alegría”. (II Corintios 9, 7)
TEXTOS DE LA IGLESIA sobre la ALEGRÍA
… “Hagamos ahora un alto para contemplar la persona de Jesús, en el curso de su vida terrena.
Él ha experimentado en su humanidad todas nuestras alegrías. El, palpablemente, ha conocido,
apreciado, ensalzado toda una gama de alegrías humanas, de esas alegrías sencillas y cotidianas que
están al alcance de todos. La profundidad de su vida interior no ha desvirtuado la claridad de su
mirada, ni su sensibilidad. Admira los pajarillos del cielo y los lirios del campo. Su mirada abarca en un
instante cuanto se ofrecía a la mirada de Dios sobre la creación en el alba de la historia. El exalta de
buena gana la alegría del sembrador y del segador; la del hombre que halla un tesoro escondido; la del
pastor que encuentra la oveja perdida o de la mujer que halla la dracma; la alegría de los invitados al
banquete, la alegría de las bodas; la alegría del padre cuando recibe a su hijo, al retorno de una vida de
pródigo; la de la mujer que acaba de dar a luz un niño.
Estas alegrías humanas tienen para Jesús tanta mayor consistencia en cuanto son para él signos
de las alegrías espirituales del Reino de Dios: alegría de los hombres que entran en este Reino,
vuelven a él o trabajan en él, alegría del Padre que los recibe. Por su parte, el mismo Jesús manifiesta
su satisfacción y su ternura, cuando se encuentra con los niños deseosos de acercarse a él, con el joven
rico, fiel y con ganas de ser perfecto; con amigos que le abren las puertas de su casa como Marta,
María y Lázaro.” (Exhortación Apostólica Gaudete In Domino. Sobre la alegría cristiana. Pablo VI)
“La palabra clave de la enseñanza de Jesús es un anuncio de alegría: Bienaventurados… El
hombre está hecho para la felicidad. Por tanto, vuestra sed de felicidad es legítima. Cristo tiene la
respuesta a vuestra expectativa. Con todo, os pide que os fieis de Él. La alegría verdadera es una
conquista, que no se logra sin una lucha larga y difícil. (…) El Sermón de la montaña traza el mapa de
este camino. Las Bienaventuranzas son las señales de tráfico que indican la dirección que es preciso
seguir.
5
La alegría que las Bienaventuranzas prometen es la alegría misma de Jesús: una alegría
buscada y encontrada en la obediencia al Padre y en la entrega a los hermanos”.
(Juan Pablo II Jornada de la Juventud de Toronto, 2002)
Nuestra educación es “efectiva si el EDUCADOR es EJEMPLO Y MODELO DE REFERENCIA: al no ser
todavía capaz de mucha reflexión, el niño toma por ideal de su vida el ejemplo de sus educadores,
resultándole más fácil lo que ve hacer que lo que oye decir”.
La “alegría” es algo complicado de “enseñar”, ¿cómo hacer para que EXPERIMENTEN LA
“ALEGRÍA” Y “LA ALEGRÍA DEL ENCUENTRO CON JESUCRISTO” y PARA QUE LA “TRANSMITAN”?


nuestra propia persona será la referencia que ellos tengan hoy y mañana.
cualquier ámbito va a ser bueno y propicio para presentarles la oferta del Evangelio: la
oferta de Vida ABUNDANTE, Vida VERDADERA: La Propuesta de Jesucristo son las
Bienaventuranzas ¿serán verdad, SON “VÁLIDAS”?
Bienaventuranzas como la “clave” de la vida, la SABIDURÍA que te da el cambio de perspectiva
necesario para AFRONTAR la vida y los acontecimientos que nos llegan y que “padecemos”.
Las Bienaventuranzas1 no son una moral, ni una filosofía. Las Bienaventuranzas expresan
sencillamente la experiencia de Jesús. Y la experiencia de Jesús como hombre hay que situarla
en Nazaret. El pueblo donde nació fue lo decisivo en la vida de Jesús, -la vida pública es un
apéndice- allí vivió la mayor parte de su vida, y la vivió con los ojos muy abiertos,
captando al milímetro lo que era el ser humano, lo que era la vida. En Nazaret, como uno de
tantos, en la monotonía de un pueblo, en el aburrimiento, en la cotidianeidad. Sólo desde esa
situación podía extraer una experiencia válida para toda persona. De haber vivido en unas
circunstancias privilegiadas, no nos servirían sus “experiencias”.
Las Bienaventuranzas no son una experiencia cotidiana más, sino una experiencia vivida
desde la perspectiva en la que toda persona ha coincidido, coincide y coincidirá: el ser feliz, la
plenitud, la realización personal. Todos coincidimos en esto: en buscar la felicidad. Otra cosa
es que nos equivoquemos, metamos la pata… Pero en este intento todos coincidimos.
Pero, curiosamente, en algo en lo que todos estamos de acuerdo es en lo que menos logros
tenemos. Más aún, como dice Pascal Bruckner en “La euforia perpetua”: “hemos
convertido la felicidad en una “obligación”, una obligación frustrante porque es un
contrasentido el convertir en logro programable lo que experimentamos como sorpresa
y don”.
Pues bien, este dato ya lo tenemos. La felicidad no la tenemos asegurada, porque las
condiciones que consideramos “imprescindibles” para que se dé, nunca podemos controlarlas
totalmente. Es decir, si las Bienaventuranzas son la apuesta de Jesús por la felicidad del
ser humano, podemos decir que cada uno de nosotros también tiene sus
“Bienaventuranzas” privadas que no coinciden en absoluto con la apuesta de Jesús. Pero
nuestra “apuesta” parece que está tan amenazada, que nunca llega a realizarse. Por otro lado la
1
Cfr. A. CHÉRCOLES, sj. “Las Bienaventuranzas”
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apuesta de Jesús nos resulta un disparate. Es normal que lo digamos, tenemos todo el derecho
para decirlo. Pero no podemos olvidar el dato previo de que nuestra apuesta no acaba de
ser del todo válida, mientras que la apuesta de Jesús ni la hemos probado, está sin estrenar. ¿Y
si el Evangelio fuese verdad?
Ahora bien, una cosa sí conviene decirlo ya: a lo mejor todo lo que Jesús dijo es un disparate y
sencillamente estaba loco, pero lo que nunca podremos echarle en cara es que su apuesta por la
felicidad sea “Evasiva”, porque clava dicha apuesta en aquello que consideramos que la
harían imposible: la pobreza, el dolor, el hambre... Y en efecto, la pobreza, el sufrimiento,
el llanto, el hambre,… todas esas cosas están a nuestro alrededor, que, a veces, nos
amenazan y, lo que es peor, son realidad para millones de personas. Y la manía de todos y de cada
uno es creernos que cuando se consiga eliminar todo eso de la vida, se conseguirá la felicidad.
Pero parece ser que esa eliminación no acaba de lograrse, y, lo que es peor, de darse nunca la
podremos asegurar. Esto es un dato importante que no conviene olvidar. El Evangelio, al parecer,
no deja de lado a esa realidad que a veces no sabemos qué hacer con ella, pero que se nos
impone.
¿Jesús estaba loco, o nosotros estamos tontos? ¿Podemos seguir hablando de felicidad,
Bienaventuranza, sin salirnos de la realidad, sin soñar? Esto es lo que va a intentar el Evangelio.
¿Tendrá razón? Por lo menos vamos a preguntárnoslo. A lo mejor el Evangelio lo tenemos sin
estrenar, lo conservamos como un regalo valioso, pero envuelto, como ahora hacemos con los
regalos, lacito incluido. Intentemos “desenvolver” este regalo tan apreciado “teóricamente”, pero
tan ausente de nuestra vida., porque ¡a lo mejor el Evangelio es verdad!
[…] todo el Evangelio está enmarcado en dos grandes preguntas:
¿QUÉ NOS PARECE? y ¿LO QUIERES?
Si nos fijamos bien, todas las parábolas están planteando estas dos preguntas. Es decir, Jesús fue
por la vida haciendo estas dos preguntas. Ha sido la oferta más limpia que se ha hecho en la
Historia, porque van dirigidas a las dos coordenadas que nos definen como personas: la
INTELIGENCIA y la LIBERTAD.
[…] Hemos de llevar con nosotros toda la experiencia que tengamos de nuestra vida, sin dejar
nada fuera, pero vamos a preguntarnos qué nos parecen esas experiencias tan “nuestras”, pero de
las que hemos querido, en muchas ocasiones, huir, vistas desde la perspectiva que el
Evangelio nos plantea desde las Bienaventuranzas.
“Estamos llamados a redescubrir la importancia y el sentido de nuestra vida cristiana, iniciada
en el bautismo y como la samaritana, a dar testimonio a nuestros hermanos de la alegría del
encuentro con Jesús; testimoniar la alegría del encuentro”.
“Testimoniar la alegría del encuentro con Jesús, pues cada encuentro con Jesús muda nuestra
vida y también cada encuentro con Jesús nos hinche de alegría, aquella alegría que viene de dentro.
Contar cuantas cosas maravillosas sabe hacer el Señor en nuestro corazón, cuando tenemos el coraje
de dejar de lado nuestro cántaro”.
"La alegría, que es como el signo del cristiano. Un cristiano sin alegría, o no es cristiano o está
enfermo. ¡No hay otra! ¡Su salud no va bien allí! La salud cristiana. ¡La alegría! Una vez dije que hay
cristianos con cara de pimientos en vinagre... ¡La cara siempre así! También el alma así, ¡esto es feo!
7
Estos no son cristianos. Un cristiano sin alegría no es cristiano. Es como el sello del cristiano, la alegría.
Incluso en los dolores, en las tribulaciones, también en las persecuciones". (Papa Francisco)
«Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no
entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se busca la alegría de su amor, ya no palpita el
entusiasmo por hacer el bien. Los creyentes también corren el riesgo, cierto y permanente» (Papa
Francisco. Evangelii gaudium, n. 2).
TEXTOS DE NUESTRO P. FUNDADOR (JOSÉ GRAS Y GRANOLLERS) sobre la ALEGRÍA:
“Si ilumináis la frente del triste, ¿no es verdad que la alegría que brilla en su corazón
consolado AUMENTA EL BIEN en vuestro corazón?” (EB. 1896)
“… pues, yo os propongo el medio de desvanecer las tinieblas y errores de millones de almas y
de hacer brillar con soles de inocente alegría y de balsámicos esplendores de virtud, a innumerables
corazones: HACEOS ACCIONISTAS DEL BIEN.” (EB. 1896)
“… no sólo sentiréis radiantes de dicha vuestros corazones, sino que también seréis la alegría y
la gloria de vuestros padres y familias…” (EB. 1889)
“Quiero, oh Jesús, adoraros como Rey de la naturaleza, uniendo mi voz al himno que os cantan
la luz de los astros, la voz de los mares y la alegría de todos los seres que vuestra ''mano paternal
sustenta» (EB.1883).
Algunos RECURSOS:
-
Video Reflexión basado en la Exhortación Apostólica: Evangelii Gaudium
https://www.youtube.com/watch?v=wmcjGMXr9-8
-
Canción para infantil: EL TREN DE LA ALEGRÍA.
https://www.youtube.com/watch?v=yq17WLzxPRs&feature=kp
-
Video: CUENTO – El círculo de la alegría.
https://www.youtube.com/watch?v=s9yJy3D17vU
-
Dinámica: El regalo de la alegría
http://encuentra.com/pastoral_juvenil/el_regalo_de_la_alegria_12692/
-
Película: Intocable.
http://cineyvocacion.org/intocable/
(Materiales para trabajar la película): “Intocable” nos ofrece la posibilidad de tratar algunos
valores vocacionales como el gusto por la vida y las ganas de vivir. No conviene olvidar que la
primera vocación del hombre es la llamada a vivir como hijos de Dios, con alegría, con
dignidad. También encontramos la importancia del servicio hacia los demás como conocimiento
y superación personal, el valor de la amistad donde los dos crecer y se ayudan mutuamente, de
la confianza en las relaciones, del humor y la superación de los propios límites. En definitiva, la
película transmite esperanza, contagia optimismo y da razones para vivir con alegría.