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Festivalito Ruitoqueño de música colombiana
Vigías del Patrimonio
Patrimonio Cultural de Santander - Patrimonio Cultural de Floridablanca
Orgullo de Santander para Colombia
Notas con Armonía N° 394
Boletín institucional de la Fundación Armonía con información cultural y de interés general.
Bucaramanga, Santander, Colombia
13 años (2003-2016)
Autor del afiche: Rito Hemel Patiño Santos
Foto: Diego Alejandro Villamizar Ruiz
XXVI Festivalito Ruitoqueño de música colombiana
1 al 14 de agosto de 2015
Invitados especiales
Saavedra Miami, U.S.A.- Ginebra (Valle del Cauca)
María Mónica Mondragón Cali (Valle del Cauca)
Amaretto Ensamble Pereira (Risaralda)
Cimarrón San Martín de los Llanos (Meta)
Homenajeados
Ramiro Alonso Pilonieta Pico Charalá
Nilson Guerrero Mantilla Bucaramanga
Otros invitados: Orquesta Tumacuba, Ayer y Hoy Parrandero, Juan Ibarra y Los Chucureños, Óscar
Alviar, Septófono, El Barbero del Socorro, Hermanos López, Macaregua Trío, Trapiche Molé, Hermanos
Quintero, Música para el Pie Izquierdo, Las Comadres de José, grupos de danzas y alrededor de cuarenta
agrupaciones que se seleccionarán en las audiciones presencial y virtual.
Dieciseis conciertos didácticos en Bucaramanga, Floridablanca, Piedecuesta y Girón.
Tres talleres de capacitación.
Carrera 19 N° 31-65 Piso 2 Salón 28 Teléfono 6331497 Celular 3175102019 [email protected] www.fundacionarmonia.org
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Festivalito Ruitoqueño de música colombiana
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Voluntariado envidiable e invaluable que apoya a la Fundación Armonía y al
Festivalito Ruitoqueño de música colombiana.
Agradecimientos inmensos por su generosidad y su dedicación, soporte de esta gestión cultural.
Fundación Armonía
Junta Directiva
Fernando Remolina Chaparro
Jorge Fídoly Ramón Vera
Roberto Villamizar Mutis
Rafael Antonio Aponte Carvajal
Luis Carlos Villamizar Mutis
Director ejecutivo y representante legal
Luis Carlos Villamizar Mutis
Festivalito Ruitoqueño
Comité Organizador
Fernando Remolina Chaparro
Jorge Fídoly Ramón Vera
Roberto Villamizar Mutis
Rafael Antonio Aponte Carvajal
Carlos Fernando Rivera Peña
Luis Carlos Villamizar Mutis
Audición
Roberto Villamizar Mutis
Jorge Fídoly Ramón Vera
Rafael Antonio Aponte Carvajal
Eugenio Gámez Rincón
Sebastián Arguello
Dónovan Suárez
Diego Alejandro Villamizar Ruiz
Comunicando Ideas
Comité evaluador
Bernardo Enrique Mesa Gómez
Carlos Fernando Rivera Peña
Fernando Remolina Chaparro
Puno Ardila Amaya
Luis Carlos Villamizar Mutis
Grupo de Logística
Fernando Remolina Chaparro
Jorge Fídoly Ramón Vera
Rafael Antonio Aponte Carvajal
Eugenio Gámez Rincón
Mary Isabel Rodríguez Pérez
Adriana Ramírez
Roberto Villamizar Mutis
Carlos Fernando Rivera Peña
Bernardo Enrique Mesa Gómez
Melba Carreño Luna
Ligia Esperanza Romero Cortés
Esmeralda Peña Villamizar
Leonardo Quintero Gamboa
Diego Armando Becerra
Sebastián Arguello
Dónovan Suárez
Mario Guillermo Serrano Cáceres
JJ Sonido
Alfredo Rico
Diego Alejandro Villamizar Ruiz
Ángel María Chaves Neira
Eduardo Villamizar Mutis
Rito H.P.
Comunicando Ideas
Luis Carlos Villamizar Mutis
Maestros de ceremonias
Puno Ardila Amaya
Laura Gabriela Castro González
Coordinador externo
Asistente del coordinador externo
Auxiliar de ingreso al auditorio
Auxiliar de salida del auditorio
Auxiliar de tarima
“
Fotógrafo
Grabación en video
Coordinador de sonido y tarima
Apoyo a los invitados especiales
Atención a intérpretes
”
”
”
Coordinador de tarima
Coordinador de taquillas e ingreso intérpretes y parqueaderos
Coordinador de logística y plaza de comidas
Coordinadora de plaza de comidas
Ingreso público
Taquilla
Ingreso intérpretes
Entrega de manillas
Auxiliar de tarima
“
Grabación para el disco
Sonido
Técnico electricista
Fotógrafo
Médico
Registro de tiempos de intervención de los grupos
Escenografía del escenario
Grabación en video
Coordinador general
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Clasificados al 42° Concurso Mono Núñez 2016
Modalidad instrumental:
Requintrez
Atardecer Bogotano
Oriana Medina
Andrés Javier Zúñiga
Connel Ensamble
Juventud Parrandera
Trío instrumental “Bachué”
Atrípico
Valentina Gómez
Julián David Serna
Tierrandina
Tres en Uno
Están clasificados por derecho propio:
Itinerante
Amaretto Ensamble
En caso de retiro de alguno de los clasificados
Antre N.O.S. Trío
Bogotá
Bogotá
Bogotá
Bogotá
Bogotá
Boyacá
Risaralda
Risaralda
Santander
Santander
Santander
Tolima
Bogotá
Risaralda
ingresa el participante que quedó más cerca del promedio:
Bogotá
Modalidad vocal:
Armonizando Dúo
A3 Trío
Dueto Óscar y Julio
Silvia Viviana Bautista
Lizeth Paola Rodríguez
Dueto La Aldea
Marlin Yuranny González
Alexandra Colorado
Fundación Auros
Están clasificados por derecho propio:
Dueto Hatogrande
Ligia Esther Gilón
Mónica Adela Escobar
Dueto Aura y Heidy
Dueto Cafecito y Caña
En caso de retiro de alguno de los clasificados
Ándry Yesenia Estupiñán
Huila
Nariño
Risaralda
Santander
Tolima
Tolima
Valle
Valle
Valle
Antioquia
Bogotá
Quindío
Tolima
Valle
ingresa el participante que quedó más cerca del promedio:
Santander
¡La música andina colombiana está más viva que nunca, gracias en una parte muy importante
al trabajo de los gestores culturales de cada región y a la gestión que hacen los Delegados
Regionales de Funmúsica!
¡Viva Colombia y sus manifestaciones culturales!
Talento santandereano en video
https://youtu.be/ZSyX0lNU6Uw
https://youtu.be/u3Ec_4QW6zo
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Laura Restrepo invitada especial para el lanzamiento de Ulibro 2016
El próximo miércoles 27 de abril la escritora colombiana Laura Restrepo visitará por primera vez Bucaramanga y la Universidad
Autónoma, con el fin de presentar su novela “Pecado” y lanzar la Feria del Libro de Bucaramanga en su edición 14.
Desde las 10 de la mañana en el Auditorio Mayor ‘Carlos Gómez Albarracín’ la autora Laura Restrepo deleitará a los amantes de la
literatura con un conversatorio sobre su trayectoria y su más reciente novela llamada ‘Pecado’. Con este importante evento se
realiza el lanzamiento oficial de la 14 Feria del Libro de la ciudad, Ulibro 2016, que organiza la Universidad Autónoma de
Bucaramanga, UNAB.
Laura Restrepo estudió Filosofía y Letras en la Universidad de los Andes y realizó un posgrado en Ciencias Políticas. Actualmente
es una de las escritoras colombianas más reconocidas nacional e internacionalmente. Ganadora del Premio Alfaguara 2004 y Premio
Grinzane Cavour 2006, reconocimientos que obtuvo con su novela ‘Delirio’. Otras de sus distinciones son el Premio Sor Juana Inés
de la Cruz de novela, el Prix France Culture y el Premio Arzobispo Juan de San Clemente 2003. ‘La isla de la pasión’, ‘Leopardo al
sol’, ‘Dulce compañía’, ‘La novia oscura’, ‘Demasiados héroes’ y ‘Hot sur’, son algunas de sus novelas.
Por otra parte, Juan David Correa, periodista, escritor y actual director de la revista Arcadia será el encargado de dirigir este
encuentro que desde ya se cataloga como uno de los eventos culturales más importantes del año.
Ulibro 2016 se realizará del 22 al 27 de agosto, tendrá como temática central ‘Leer en paz’ y como país invitado a Cuba. Su riqueza
cultural, artística y gastronómica logró conquistar el gusto del comité organizador de la Feria y romper las barreras para trasladar
parte de su historia, de su esencia y sabor a Bucaramanga.
Agéndese desde ya y participe del evento literario más importante de la ciudad, la 14 Feria del Libro, Ulibro 2016, y disfrute de seis
días de diversas actividades: encuentro con autores, exposiciones, conversatorios, conferencias, presentaciones de libros,
espectáculos culturales, talleres infantiles, juveniles y especializados, proyecciones de películas, cortos y documentales, homenajes,
encuentro de literaturas regionales, encuentro de literatura infantil, recital de poesía y encuentro generacional, entre otras.
Para mayor información comunicarse con la oficina de Ulibro al 6436111 ext 229 o al correo electrónico [email protected]
María Carolina Rey Durán / Jefe de Prensa / Universidad Autónoma de Bucaramanga
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Nos unimos a este reconocimiento y le enviamos un abrazo de
felicitación a Fabio Molina Sánchez.
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Paz en movimiento
Por: Salvo Basile / El Tiempo
'Los colombianos le declaramos la paz a la guerra', una bella frase, un sueño que hacemos realidad a través del trabajo de tantos
jóvenes que se han comprometido
Cuando Andrés Santamaría, presidente nacional de la Federación de Personeros, y Camilo Fonseca, director ejecutivo, me invitaron
por segundo año consecutivo a integrar el jurado de esta iniciativa de paz y reconciliación de los personeros de Colombia, acepté
sin la menor duda porque estoy convencido de que cualquier oportunidad que el ciudadano tenga de aportar aunque sea un granito
de paz tiene que aprovecharla, y además porque es siempre un placer viajar a la bella ciudad de Cali.
Recon es una convocatoria de Fenalper y las personerías municipales de Colombia para recibir proyectos audiovisuales para la
construcción de la paz en las diferentes regiones del país. Este año se recibieron más de 400 iniciativas, a través de las cuales la
sociedad civil busca contribuir a la paz. Son cinco las categorías que estamos calificando: educación, emprendimiento, tecnologías,
prácticas culturales, artísticas y deportivas, y medioambiente. Junto con unos compañeros jurados de primera, vamos a analizar
estas iniciativas para la construcción de la convivencia y la reconciliación, con los siguientes criterios de evaluación: que se
reproduzcan; sostenibilidad, creatividad e innovación, e impacto social.
‘Los colombianos le declaramos la paz a la guerra’, una bella frase, un sueño que hacemos realidad a través del trabajo de tantos
jóvenes que se han comprometido, como los del documental 'Sueños pacíficos de arte y cultura', en Buenaventura; con los
muchachos de la comuna 13 de Medellín, con su Escuela Audiovisual Full Producciones: ellos dicen que mientras las ‘bacrim’ reclutan
jóvenes para la guerra ellos lo hacen para la paz, y su arma contundente es una cámara; un corto sobre la elaboración de termos
reguladores para que estudiantes y campesinos víctimas del conflicto puedan llevar y almacenar agua. De Córdoba llega un apoyo
a la producción de cultivos para la seguridad alimentaria; del Valle, una serie animada contra el reclutamiento de menores.
De todas las regiones participan colectivos, fundaciones, individuos, pueblos enteros que sienten la necesidad de ventilar sus
problemas, aportando su sabiduría popular, especialmente su amor para la tierra que los vio nacer y que todos podemos ayudar a
salvar del monstruo de la guerra.
El cazador de historias
El pasado lunes 4 de abril se realizó el lanzamiento mundial del último libro de Eduardo Galeano, uno de los escritores
más icónicos de Latinoamérica en todos los tiempos.
Por: Redacción Vanguardia Liberal
El siglo XXI no está resultando ser un gran siglo. Los abusos de un sistema formado por ricos cada vez más ricos y jodidos muy
jodidos están a la orden del día. Siguen soñando las pulgas con comprarse un perro y los nadies con salir de pobres. En esta obra,
que terminó un año antes de morir, Eduardo Galeano sale a cazar en esa jungla para mostrarnos –con crudeza, con humor, con
ternura– el mundo en que vivimos, desnudando ciertas realidades que, pese a estar al alcance de la mano, no todos llegan a ver.
Pero, como sugiere su título, ‘El cazador de historias’ devela también al narrador que acecha detrás de todos los relatos. Y así,
aunque siempre fue reticente a hablar de sí mismo, Galeano cierra este libro con un puñado de bellas y poderosas historias que
sorprenden tanto porque ofrecen pistas de su biografía, de sus años de infancia y juventud, de los primeros viajes por América
Latina, de las personas que marcaron su vida y su escritura, como porque expresan sus ideas sobre la muerte. Lejos de cualquier
lamento, con el puro impulso de la curiosidad y la imaginación, se pregunta cómo será el final, qué deseos, afectos o necesidades
aparecerán entonces.
Eduardo Galeano creó una obra que no pasó inadvertida, que culmina con este libro. Varias generaciones la han leído con fruición,
y seguramente seguirán haciéndolo, porque “algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con
tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende”.
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Película colombiana premiada en Tolousse
El largometraje documental ‘Paciente’ recibió el Premio Signis del Festival Cinélatino Recontres de Tolousse. La
película, dirigida por Jorge Caballero, alza su tercer reconocimiento a un mes de estrenarse comercialmente en
Colombia.
Por: Redacción Vanguardia Liberal
Nubia (Foto: Jorge Caballero / VANGUARDIA LIBERAL)
Con este galardón, ‘Paciente’ acumula tres premios: Premio Especial del Jurado Documental (Festival Internacional de Cine de
Guadalajara - FICG) y Premio como Mejor Director de Cine Documental (Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias –
FICCI), durante su recorrido por festivales programados en el mes de marzo.
La coproducción, entre Gusano Films y Señal Colombia, narra el via crucis de Nubia, una madre que enfrenta con valentía y paciencia
las trabas del sistema de salud colombiano para su hija enferma de cáncer. El proyecto es además una propuesta que abarca desde
un juego y un libro digital hasta nueve cortometrajes alrededor del tema de la salud en Colombia.
Y es que los reconocimientos no solo llegan con los festivales. Recientemente, The Lancet, la revista médica más importante de
Europa, publicó un artículo destacando el documental de Caballero: “En Colombia, un país donde el áspero sistema de salud requiere
que los usuarios se enfrenten a absurdos obstáculos burocráticos para acceder a sus servicios, el paciente no es solo el que lleva a
cuestas su enfermedad, sino también el responsable de la lucha diaria para asegurarse de que su ser querido reciba todas las
atenciones necesarias”.
“Nunca vemos a Leidy. En su lugar, la cámara se asoma por la puerta o por el corredor, o se centra en el final de su cama. Es una
conmovedora y apropiada restricción, uno de los muchos puntos fuertes de la película. Caballero guarda su distancia” (Revista The
Lancet).
Toda la discografía del Festivalito Ruitoqueño
Escuche los 18 discos compactos, la mayoría dobles desde 1997 hasta el 2014
www.ellibrototal.com
Al ingresar, ubíquese en buscar y escriba Festivalito Ruitoqueño, así de fácil.
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Cumbia
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1 al 14 de agosto de 2016
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Una cueva de mujeres
Por: Heriberto Fiorillo / El Tiempo
Las mujeres regresan al mítico bar La Cueva, no solo como visitantes sino como dueñas de la escena.
“Esta es mi historia, la del ausente, la de la niña olvidada en el patio trasero, sin nombre ni edad, abrumada por los juegos tristes
de muñecas y chócoros, donde nunca había sudor o mugre, y todos eran felices por siempre”.
Con estos versos de su poema ‘Fuego’, Mayra Alejandra Díaz abrió la noche del último 15 de marzo el primer Martes Reina, un
programa con el que las mujeres se tomaron La Cueva.
Y digo su escenario, porque antes, en las décadas del 50 y el 60, no había proscenio en el lugar, sino todo era más bien ambiente,
contexto y epicentro del llamado Grupo de Barranquilla, que, alrededor de rones y cervezas, desarrollaba su amistad, discutía sus
lecturas, colgaba sus pinturas y escuchaba su música.
A esos encuentros venían con alguna frecuencia mujeres contadas del arte y la cultura, como la pintora Cecilia Porras, la crítica de
arte Marta Traba, la cineasta Gabriela Samper y la escultora Feliza Bursztyn, mujeres osadas que se ganaron el respeto y la
admiración de sus varones contemporáneos.
Se sabe que otras damas, de la encopetada sociedad barranquillera, algunas casadas con los mismos asiduos de La Cueva, no
llegaban hasta ella. Sus motivos tendrían: sitio de machos más bien borrachos, en relajo y con mamadera de gallo permanente,
ociosos creativos que alimentaban con historias propias y ajenas la desmesura de su imaginación.
En ocasiones, preocupada por su marido, alguna de estas señoras arrimaba en su auto hasta la puerta del bar manejado por
Eduardo Vilá, siempre acompañada por una muchacha del servicio doméstico.
La señora se quedaba en el auto y enviaba a su empleada a asomarse por una de las puertas de La Cueva. La muchacha auscultaba
el sitio, descubría a su patrón a la distancia y este le señalaba con los dedos un no rotundo y cómplice. Entonces ella regresaba al
auto y aseguraba: “No, señora, el señor no está”.
Por aquellos días, se hizo muy popular un aviso de revista que rezaba: “Señora, si no quiere perder a su marido, no lo deje ir a La
Cueva”.
Los tiempos cambian. Mayra, autora del libro de poemas ‘Babel desnuda’, estuvo el martes acompañada por la actriz boliviana
Sandra Peña, quien cautivó al público con su ‘Monólogo de la bañera’.
A ellas se sumaron dos estupendos grupos musicales: el de Orito Cantora (folclorista, cantautora y maraquera) y Jenn del Tambó
(tamborera número uno de Colombia); otro, el de la cantante y pianista Nicole Horbath, la bajista y vocalista Lali Páez y la timbalera
Rossana Valdés, con participación en ambos grupos de la cantautora, guitarrista y percusionista, Lali de la Hoz. Estas cuatro últimas
decidieron presentarse por primera vez como grupo, en La Cueva.
Lizette Cantillo, también actriz, fue la animadora de una noche en la que el público de todos los géneros respondió masivamente a
la convocatoria incluyente, liderada por mujeres desde la tarima.
El arte ilumina, alivia y alimenta. Ahora Mayra, Sandra, Nicole, Orito, Jenn, las Lali, Rossana y Lizette tendrán siempre en La Cueva
un espacio cómplice. Todas prometieron regresar a ese sitio ancestral de sus entrañas, no solo como clientes o acompañantes de
otros artistas sino de nuevo, con su aporte creador, como dueñas de la escena.
***
A propósito, por estos días descubro en internet una foto de Gabriel García Márquez bailando un trago junto a la magnífica Elena
Garro. Tres cosas saltan de inmediato a mi memoria: que el Gabo era un gran bailarín, que sabía entonarse con el whisky y que
Elena Garro era una de las más grandes escritoras mexicanas, opacada, sin embargo, como dicen, por la sombra de su marido, el
gran Octavio Paz.
Seleccionadas las canciones que estarán en el Festival de la Leyenda
El próximo 27 de abril se dará la apertura oficial del 49° Festival de la Leyenda Vallenata en Valledupar, donde se realizará un
homenaje a los hermanos Emiliano y Poncho Zuleta.
Un total de 64 canciones de 348 inscritas, fueron seleccionadas para participar en el 49º Festival de la Leyenda Vallenata en
homenaje a Emiliano y Poncho, Los Hermanos Zuleta.
Las canciones seleccionadas son 10 merengues, 34 paseos, 8 pullas y 12 sones y esa labor que tuvo una duración de cuatro días
estuvo a cargo del jurado que integraron Rita Fernández Padilla, Juvenal Daza Bermúdez, Marciano Martínez Acosta, Nolberto
Romero Ospino, William Rosado Rincones, Efraín Quintero Molina y Alonso Sarmiento Araujo.
Como veedores estuvieron Cecilia Monsalvo Riveira, Lourdes Baute Céspedes, Gustavo Gutiérrez Cabello y se contó con el
acompañamiento del coordinador general de los concursos Clemente Pachín Escalona.
Este año se batió el record absoluto de canciones inscritas, superando la cifra anterior de 246 en el 2015.
El presidente de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, Rodolfo Molina Araujo, agradeció al cuerpo de jurados que tuvieron
la misión de seleccionar las canciones que se interpretarán a partir del 27 de abril.
“Agradezco a los miembros del jurado, amplio conocedor de la materia vallenata, y principalmente a los compositores que se
inscribieron, por darle mayor realce al Festival de la Leyenda Vallenata. De esta manera seguimos acercándonos a la cita anual que
tiene Valledupar con el folclor vallenato”, indicó Rodolfo Molina Araujo.
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El Museo de Antioquia sale a la calle
Un nuevo proyecto procura, además de acercar a la gente al arte, ayudar a la recuperación del centro de Medellín.
Por: semana.com
El Museo de Antioquia sale a la calle Foto: cortesía Colección Museo de Antioquia
Con la imagen de ‘La Monalisa niña’, una obra del pintor y escultor antioqueño Fernando Botero, que resulta cercana y atractiva, el
Museo de Antioquia lanza su nuevo proyecto ‘La consentida’.
El objetivo es acercar al público en general a las obras, colecciones y documentos importantes para el arte y para la fundación de
Antioquia. Piezas que el Museo ha recuperado, conservado y divulgado desde 1881.
Así, el Museo pretende llevar sus colecciones a las calles de la ciudad. Y comenzará con poner arte en sus cuatro fachadas, las
cuales se conectan con importantes vías de Medellín, como la De Greiff, la Boyacá, la Cundinamarca y la Carabobo. ‘La Monalisa
niña’ estará en una vitrina que da hacia la fachada de la calle Cundinamarca, protegida con un vidrio de seguridad, que permite a
los ciudadanos verla sin tener que entrar al museo.
María Rosario Escobar, directora del museo, asegura que ‘La consentida’ busca “aportar y sumarse a la recuperación del Centro de
Medellín”.
El Museo de Antioquia se caracteriza por su exclusiva colección de la obra del escultor Fernando Botero, incluso la plaza donde se
ubica se llama Plaza Botero, pues allí se exhiben de manera permanente algunas esculturas que el artista le donó a la ciudad. Ahora
se suma a las exhibiciones públicas ‘La Monalisa niña’, una obra que simboliza el periodo temprano de experimentación artística de
Botero, y que lo llevó a hallar el estilo que lo consolidó internacionalmente.
Ladran...
Por: Puno Ardila / Vanguardia Liberal
Cuatrocientos años después de Cervantes, el idioma castellano está próximo a la sima. La razón principal es el bajísimo nivel de
calidad de la educación, que involucra al Estado como principal culpable, y luego a las instituciones educativas, a los medios de
comunicación y a las familias, o a lo que queda de ellas. Cada quien habla y escribe como se le antoja, y quienquiera es poeta, y
quienquiera es escritor, y los únicos que pueden regularlos son sus propios egos, sensibles -eso sí- a cualquier corrección; ellos son
a la literatura lo que Mozart es a la música: textos perfectos, intocables... E ilegibles, por supuesto.
Tantos en su “erudición” hablan mal de García Márquez, pero inventan de perros que “ladran porque cabalgamos”, y citan textos
como pastores religiosos, que solo conocen la Biblia por fuera.
Nuestra sociedad inventa palabras porque desconoce las que existen, y rechaza normas por ignorancia supina. Entre muchísimos
ejemplos, hoy la gente dice “direccionar”, por ‘dirigir’ o ‘enviar’, y con alguna palabra designa todo lo que pueda; por ejemplo,
‘cultura’ es ‘hábito’, ‘maña’ y ‘costumbre’, y ‘construir’ es ‘diseñar’, ‘componer’, ‘proponer’. Es lamentable cómo los estudiantes
llegan a las universidades con un léxico paupérrimo, por no decir miserable; y en las aulas, en vez de enseñarles, de primero a
undécimo, les exigen escribir en mayúscula para no marcar tildes y los obligan a excluir palabras, como ‘poner’, y formas
preposicionales, como ‘de que’, que porque se “escucha” mal. Y en las aulas, y en la calle, crece de manera galopante el número
de personas que pelea contra el idioma castellano porque no es “incluyente”, pero desconocen por completo la gramática elemental.
Y los profesores de castellano “transmiten” solo teoría, que nadie entiende, y jamás utilizará. Y ponen tareas que ellos jamás
hicieron, que podrán copiarse de internet, de obras que tampoco esos profesores leyeron, ni leerán jamás; y esos trabajos, que
tampoco leerán jamás, resultan calificados por número de páginas y por el costo de la encuadernación. Profesores que enseñan a
decir ‘once’ por ‘undécimo’; que saben qué es ‘pluscuamperfecto’, pero dicen “haiga” y “fórmesen”.
Nota del editor: precisamente ayer un niño de 11 años me preguntó que dónde tenía la tilde una determinada palabra; le dije en
tal lugar porque es una palabra esdrújula, que son las que llevan el acento en la penúltima sílaba…me miró como ver un
extraterrestre y la mamá, que es muy juiciosa ayudándole al niño en sus deberes, me dijo: jamás le han enseñado esas normas.
¿Cómo carajo enseñan hoy ortografía en los colegios?
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Gregory Peck, el hombre de los mil rostros
El pasado cinco de abril se cumplieron 100 años del nacimiento del protagonista de “Matar un ruiseñor”, entre cientos
de películas.
Por: Ricardo Bada / El Espectador
Gregory Peck nació en abril de 1916 en La Jolla, California, y murió en junio de 2003 en Los Ángeles, California. / AFP
Poco, para no decir nada, es lo que ha repercutido en la prensa en lengua española, a ambos lados del gran charco, el centenario
del nacimiento de Gregory Peck. Y ello a pesar de que hay un consenso prácticamente unánime en el sentido de que el único actor
de Hollywood que hubiese podido ser un excelente presidente de los Estados Unidos es (fue) él. Pero como se sabe, el único actor
que llegó a tan alta magistratura provenía de la serie B. Corramos aquí un piadoso y tupido velo, aunque no sin dejar claro que
estoy hablando de actores profesionales, porque aficionados ha habido varios como inquilinos de la Casa Blanca.
De Gregory Peck quedan imborrables en la memoria su divagar alucinado con Ingrid Bergman por los decorados que Hitchcock le
encargó a Salvador Dalí para Spellbound; su amor loco por la mestiza de Duelo al solque encarnaba Jennifer Jones; el renquear
obsesivo del capitán Ahab sobre la cubierta del Pequod interrogando a los océanos por el paradero de Moby Dick... ¿Cómo olvidar
además al escritor Harry Street con la pierna gangrenada y que aguarda la muerte con Susan Hayward oyendo a las hienas en Las
nieves del Kilimanjaro? Ni a otro escritor —el sabio Ambrose Bierce— desaparecido sin rastro durante las escaramuzas de la
Revolución mexicana en Gringo viejo, basada en una de las pocas narraciones rescatables de Carlos Fuentes. (De don Ambrose
citaré una frase suya preciosa, de las que merecen recordarse: “La paciencia es una forma inferior de la desesperación, disfrazada
de virtud”).
Y volviendo a Gregory Peck, tampoco se olvida fácilmente al formidable abogado antirracista Atticus Finch de Matar un ruiseñor,
por el que consiguió el Óscar de 1962, y que todavía hoy nos despierta una ternura que el tiempo acendra y nos hace compartir
una soterrada rabia que el tiempo no mitiga. Ni al criminalista Sam Bowden, acosado por el sicópata fabulosamente interpretado
por Robert Mitchum en la primera versión deCape Fear. Por cierto que en la segunda, con Robert de Niro en el rol de Mitchum y
Nolte en el suyo, ambos —Mitchum y Peck— intervendrían en papeles secundarios, un elocuente homenaje de Martin Scorsese.
En la vertiente humorística también son memorables el periodista deportivo de Designing Woman, casado con Lauren Bacall gracias
a un guión de Georges Wells que se alzaría con el Óscar de ese año, o el reportero Joe Bradley de Vacaciones en Roma, dándole la
réplica a una adorable Audrey Hepburn en un guión de nadie menos que Dalton Trumbo.
Y luego su formidable presidente Lincoln en el telefilme The Blue and the Gray, de 1982, con el que demostró que tenía la talla de
un presidente de los muy pocos recordables.
Cerraba así, dicho sea de paso, un cuarteto de personajes históricos que abarca desde su rey David de 1951, pasando por el general
McArthur de 1977, al tétrico doctor Mengele en 1978. Una demostración de capacidad histriónica de la que existen poquísimos
parangones en la historia del séptimo arte. Y no sólo de capacidad histriónica, sino de rigor y honestidad profesionales: porque ¿a
quién le gustaría ponerse delante de la cámara para ser el infame doctor Mengele después de haber sido todo un Atticus Finch?
Debo confesar que Gregory Peck era mi actor preferido hasta que descubrí a Montgomery Clift, con quien lo emparejé de inmediato.
¡Qué grandísima pena que nunca actuasen juntos!
Hay una anécdota muy cruel que se remonta al día del estreno de El baile de los malditos, el 2 de abril de 1958, en el Paramount
de Broadway, en una función benéfica a favor del Actors Studio. Ya Monty había sufrido el atroz accidente que le desfiguró el lado
izquierdo de su hermoso rostro, pero su actuación del GI judío Noah Akerman, en esa película, es una de las que pasarán a la
antología del arte actoral. Y sin embargo, la primera vez que apareció en la pantalla, con ese nuevo rostro, una de las asistentes al
estreno gritó aterrada: “¡¿Es él?!”, y se desmayó. Los periodistas se acercaron a Monty al final de la proyección para preguntarle
qué había sentido al oír el grito de la espectadora. Monty ignoró la pregunta, pero cuando la jauría insistió en querer saber cómo
se sentía con esa cara, si le seguían doliendo las cicatrices de las operaciones, no pudo contenerse y gritó: “¿Por qué no me dejan
en paz? ¿No pueden decir simplemente que Montgomery Clift tiene ahora un parecido asombroso a Gregory Peck?”.
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Shakespeare y Cervantes: en todas partes
Los colosos de las literaturas inglesa y española cumplen 400 años de muertos. Su herencia en la literatura, el cine,
la televisión y la música es incalculable.
Por: semana,com
Ambos escritores son tan actuales porque definieron la modernidad a través de un lenguaje lleno de ingenio verbal.
William Shakespeare y Miguel de Cervantes en pocos días cumplen 400 años de muertos. Y por esta razón, gran parte del mundo,
incluyendo Colombia, se ha dedicado a explorar el inmenso legado que dejaron estos genios de la palabra, que se traduce en el
pálpito viviente, universal y oscuro del alma humana. A estos narradores y poetas del siglo XVI y XVII, época dorada del
Renacimiento y el comienzo del Barroco, el escritor inglés James Shapiro los declara eternos: siempre están en cualquier época.
La personalidad del dramaturgo inglés (23 de abril 1564 - 3 de mayo de 1616, Stratford-upon-Avon) todavía es desconocida.
Sucede lo contrario con sus 37 obras con las que conquistó a la sociedad inglesa y se convirtió en el escritor más importante en su
lengua, tras revolucionar el teatro y la literatura universal. Tito Andrónico, El rey Lear, Hamlet, Macbeth, La tempestad, Otelo y
Romeo y Julieta son algunas de sus piezas principales. Se ha especulado, sin embargo, sobre su autoría y existencia. Pero ya sea
como un mito o personaje real, las obras de Shakespeare son las más adaptadas en la historia del cine y es, sin duda, uno de los
pocos escritores reinterpretados en cada generación.
De Cervantes, (Alcalá de Henares, 29 de septiembre de 1547– Madrid, 22 de abril de 1616) considerado la máxima figura de la
literatura española, se sabe mucho más. Vivió su infancia en Valladolid y luchó en la batalla de Lepanto, en 1571. Estuvo prisionero
en Argel y en 1605 publicó la primera parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. La obra, de la que el segundo tomo
llegaría en 1615, es descrita como la primera novela moderna y una de las mejores de la literatura universal por ese gran conflicto
que plantea entre el mundo impuesto y el de la imaginación.
Shakespeare y Cervantes tenían en común la capacidad de “ver en el corazón de las personas a través de las clases sociales. La
observación, la empatía y la curiosidad son dones y habilidades de los más grandes artistas, independientemente de su estirpe o
clase social, pero que luego deben trabajar en su perfeccionamiento”, argumenta Shapiro en su libro Shakespeare: una vida y una
obra controvertidas.
De ese modo, ambos reproducen algo tan cotidiano y universal como los comportamientos sociales. “¿Quién no ha descubierto
sabidurías inesperadas en personas simples, como pasa con Sancho?, ¿quién no ha visto a un pariente envejecer mal, como el rey
Lear, o ceder ante las manipulaciones de su pareja, como Macbeth con la que le tocó?”, se pregunta el escritor Juan Gabriel Vásquez,
al hablar de la inevitable conexión entre la gente de cualquier lugar y las obras de estos autores.
Las creaciones de ambos revelan las entrañas de las sociedades. Esa es la cualidad que permite a artistas de todos los tiempos
actualizar estas piezas, pues, sin duda, encuentran en personajes como Hamlet, Otello, el Quijote, Macbeth o Sigismunda una
inspiración para construir los suyos propios: hombres y mujeres que en su cotidianidad encarnan emociones y problemas
intemporales como la inmigración, el odio racial, el interés por la honorabilidad, el amor, la traición, las divisiones entre naciones,
la apariencia, la realidad, la censura o la libertad de expresión.
“No hay emoción humana que no esté registrada en las obras de Shakespeare, ni persona como el Quijote –¿loco o idealista?– que
los jóvenes no adoren, porque los hace anhelar un futuro distinto, y los viejos no amemos, porque sabemos que sin esos anhelos
es imposible vivir”, sostiene Stavans, autor de El Quijote. La novela y el mundo, editado por Semana Libros.
No es arriesgado, entonces, decir que Shakespeare y Cervantes han influenciado la cultura occidental por medio de todas las artes.
“Es su verbo, es su estilo, el que abre brechas por las que otros nos podamos atrever a asomarnos”, declara el escritor español
Javier Marías en su artículo ‘Shakespeare, el mayor inspirador’, en el que acepta que la mayoría de sus libros están impregnados
de citas e ideas del dramaturgo isabelino.
Marías, como muchos otros novelistas contemporáneos, ha bebido de las expresiones y los personajes de estos clásicos que están
presentes, incluso, en el lenguaje cotidiano occidental con frases como “No todo lo que brilla es oro” o “para romper el hielo”, que
nacieron de Shakespeare.
La influencia de estos dos genios es inconmensurable. Don Quijote y Sancho, por ejemplo, han inspirado a cientos de parejas del
espectáculo: Sherlock Holmes y el doctor Watson, los androides C3PO y R2D2 de La Guerra de las Galaxias, Enrique y Beto de Plaza
Sésamo, el Gordo y el Flaco, Vladimir y Estragón de Esperando a Godot. Ni qué decir de los cientos de Hamlets que han existido.
Esta obra es la más escenificada del mundo, en 250 idiomas distintos.
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Shakespeare y Cervantes siguen vivos porque plasmaron el modelo de lo humano, como se entiende hoy, al narrar aquellos
laberintos oscuros del alma, sueños y ambiciones universales. Son tan actuales porque definieron la modernidad a través de un
lenguaje lleno de ingenio verbal. “De Shakespeare y Cervantes viene la certeza –y el horror– de que la vida interior de cada uno
de nosotros es tan válida como la vida exterior, es decir, la realidad que compartimos con los demás. Esa vida interior, en ellos
como en nosotros, está llena de dudas, de angustias, de incertidumbre, y también de sueños”, apunta Stavans.
Estos escritores son tan potentes que cada cultura, época histórica y profesión los interpreta de un modo diferente. Stavans dice
que los soviéticos, por ejemplo, creían que don Quijote era un revolucionario, los norteamericanos lo aprecian como individualista,
los japoneses como un hombre sencillo, los psiquiatras como un esquizofrénico, los políticos como un subversivo. El escritor ruso
Fiódor Dostoievski, incluso, pensaba que el Quijote era una versión antigua de Jesucristo. En cuanto a Hamlet, Macbeth, Romeo y
Julieta, Shylock, Otelo, Próspero, Ariel y Calibán le pertenecen a la humanidad entera. Prueba de esto es el enorme número de
adaptaciones cinematográficas de sus hazañas en distintas lenguas. Entre las más recordadas están Enrique V (1944), de Laurence
Olivier; Otelo (1952), de Orson Welles; Trono de sangre (1957), de Akira Kurosawa; Hamlet (1996) de Kennet Branagh, o En busca
de Ricardo III (1996), de Al Pacino.
Las mil caras de sus obras han sido, incluso, el motor de arranque de los creadores de películas y series de televisión exitosas como
Los Soprano, Juego de Tronos o House of Cards. Las obras de Shakespeare y de Cervantes planean y modelan toda la ficción
contemporánea. La literatura, los videojuegos, el cómic, el cine o las series acusan su influencia de una forma u otra, más evidente
o más sutil. “Todas las obras de Aaron Sorkin, él mismo lo ha confesado, se inspiran en estructuras shakesperianas (como ‘The
West Wing’); pero su serie ‘The Newsroom’ sitúa a don Quijote en su centro, como si el periodismo utópico solo pudiera ser
quijotesco”, asegura a SEMANA el escritor español Jordi Carrión, autor de la novela Los muertos.
Las pasiones, los excesos, la desmesura, la épica y el patetismo de Los Soprano y Juego de tronos son también shakesperianos.
“Sobre todo –enfatiza Carrión– son relatos cervantinos y shakesperianos en su mecanismo interno: como los maestros recogen
relatos populares, los recombinan y los hacen de nuevo trascender”.
Siempre se puede volver sobre Shakespeare y Cervantes, porque en su obra se encuentra lo que hacen el buen arte y la buena
literatura: “Enseñarnos la posibilidad de conocernos y leernos a través del tiempo”, como dice Camilo Hoyos, crítico literario y
profesor.
Un merecido homenaje
En la próxima Feria del Libro de Bogotá algunos expertos hablarán sobre Miguel de Cervantes Saavedra en charlas como
‘Introducción para leer el Quijote’, ‘La mujer y el teatro en la vida de Cervantes’ y ‘Cervantes en sus prólogos’, esta última sobre
cómo es el padre de los prólogos de la literatura moderna.
Con eventos en Bogotá y otras ciudades del país, el Teatro Colón, la Biblioteca Nacional, el Instituto Caro y Cuervo, el Ministerio de
Cultura y la agrupación artística Sarawasti se unen para conmemorar los 400 años de la muerte de Shakespeare y Cervantes.
El sábado 19 de abril, en la plazoleta del Teatro Colón, se realizará ‘La experiencia Shakespeare-Cervantes’, donde Juan Carlos
Franco, chef e investigador en comidas desaparecidas, preparará El Banquete de la Mancha, un conjunto de platos propios del siglo
XVII mencionados en El Quijote. Allí también habrá música representativa de la época, títeres en escenas del Quijote y la
representación teatral de Romeo y Julieta, a cargo de la Compañía Nacional de las Artes. Ya la semana pasada se presentó a
Macbeth, en ópera y teatro, en el Teatro Colón. Entre tanto, la Biblioteca Nacional y la Secretaría de Educación Nacional, con el
programa ‘Leer es mi cuento’, repartirán por todo el país fragmentos de El Quijote y de Romeo y Julieta en adaptaciones ilustradas,
para promover en niños y jóvenes la lectura de estos clásicos.
CARTAGENA O TUMACO
Por: Carlos Molano Gómez / Encuentro Latino Radio
Oportuno momento para ubicar y ajustar las cosas frente a una canción que como muchas de nuestro territorio generan polémica,
es el caso de NOCHES DE BOCAGRANDE, que con certeza ubicamos en nuestro pacífico colombiano y registramos de la inventiva
del maestro FAUSTINO ARIAS REINEL, nacido el 13 de abril de 1910, es decir estamos conmemorando los 106 años de su natalicio,
ya que al parecer su CENTENARIO paso desapercibido.
En no pocas oportunidades se ha querido ubicar en la costa Atlántica y en especial en Cartagena, situación que es equivocada, pues
el autor nariñense la refiere y dedica a la isla de Bocagrande en Tumaco. Su grabación data del 1964 vocalizada por el “Trío Martino”,
oriundo de la región e integrado originalmente por Alberto Mora, Sixto Insuasty y Luis Criollo Un poco después Alberto Mora deja
el trío y es sustituido por Hugo Ordóñez Mazuera como primera voz, son estos los integrantes que graban “Noches de Bocagrande”.
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1 al 14 de agosto de 2016
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¿Cómo lograron los escritores consagrados de hoy publicar su
primera obra?
Autor: Santiago Cruz Hoyos | Periodista de GACETA / El País
Arriba, de izquierda a derecha: Ricardo Silva Romero, Santiago Gamboa, Julio César Londoño y Daniel Samper Pizano. Abajo: Melba
Escobar, Jorge Franco, Héctor Abad Faciolince y Margarita García Robayo.
El primer libro supone un cambio trascendental para la vida de un escritor. Es como si, de repente, una pieza del
rompecabezas de la vida, del mundo incluso, hubiera cambiado de lugar. Ya nada vuelve a ser como antes.
Jorge Franco lo explica así:
-Mi primer libro fue una recopilación de cuentos: ‘Maldito amor’. Se publicó en 1996 de manera accidental, cuando yo tenía 33
años. Ya había empezado a escribir desde antes y enviaba cuentos sueltos a concursos que después, con juicio, recopilé para darles
una forma de libro. Aquel manuscrito lo envié al Premio Nacional de Narrativa Pedro Gómez Valderrama, y tuve la suerte de ganar.
El premio era la publicación del libro, algo que por un lado era muy bueno, pero por otro te entregaban 700 ejemplares. De pronto
me vi lleno de cajas y no sabía muy bien qué hacer con eso. Aquella situación me llevó a hacer un trabajo que no conocía pero del
que aprendí mucho: el de distribuidor. Iba a los medios a dejar ejemplares para ver si lograba algún tipo de reseña y también iba
a librerías. Porque ese primer libro era como un acto de confianza, un acto para empezar a creer en mí mismo. Fue a partir de
‘Maldito amor’ que tomé una decisión muy complicada, quizá una de las decisiones más importantes de mi vida: dedicarme de lleno
a escribir, asumiendo todos los riesgos que eso conlleva”.
A Ricardo Silva Romero le sucedió algo similar. Su primer libro lo publicó cuando tenía 23 años, es decir hace 17. Se
llama ‘Sobre la tela de una araña’ (Arango Editores) una recopilación de cuentos que se derivan del primero: el
discurso de un profesor diciendo que se va a suicidar.
Cuando tuvo el libro en sus manos, Ricardo entendió que la literatura era el trabajo al que se quería dedicar. Porque escribir
finalmente es eso, dice: un trabajo como cualquier otro. No un hobby para hacer en los tiempos muertos o un privilegio de unos
cuantos. Escribir es como ir a la oficina, así el oficio se cargue de trascendencia, misticismo, musas que no son tan reales.
- Realmente lo importante de la primera obra es que compromete a un artista con su trabajo. Eso por un lado. Pero también con
mi primera publicación descubrí algo más: no haberme quedado quieto, no haberme tragado los cuentos, o haberlos dejado en el
computador, significó un gesto de agresión para muchas personas. Eso de publicar, aparecer, que alguien lo lea a uno, empieza a
generar enemigos con los que uno no cuenta y que jamás habría imaginado que iba a contar. Cuando se imprimió ‘Sobre la tela de
una araña’ algunos se atrevieron a cuestionar por qué me habían publicado, que si acaso era pariente de no sé quién, amigo de tal,
o que tenía no sé qué influencia, entonces uno empieza a oír unas cosas que son imposibles de imaginar previamente y va cayendo
en cuenta de que para escribir, también, hay que tener cuero”.
Julio César Londoño debió tener ese cuero incluso antes de publicar su primer libro, que desató una polémica. 19 años
después lo recuerda con el humor certero de la voz madura.
-1997 es un año que no olvidaré. Mandé un libro de cuentos al concurso Jorge Isaacs de autores vallecaucanos con una fe infinita.
En parte porque me creía un gran cuentista (Poe, Maupassant y yo, me repetía ante el espejo) y en parte porque había ganado el
año anterior un concurso de cuento de ciencia-ficción en México. De manera que ganar en el Valle era pan comido... El resultado
fue un golpe tan certero a mi ego que aún hoy trato de esquivarlo: no quedé ni entre los finalistas. Mi único consuelo era que nadie
se iba a enterar, que sería una derrota secreta, una pena íntima.
Estaba equivocado. Uno de los jurados, Álvaro Burgos, alma maldita, sugirió a los organizadores que, además de los libros de los
tres finalistas, se publicara el mío, ‘Sacrificio de dama’. La noticia salió en la prensa. Oficialmente yo, el triunfador de México, era
cuarto en el Valle. Imposible imaginar una ignominia mayor. Pero ahí no paró mi desgracia. La noticia generó un pequeño escándalo
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local. Los otros dos jurados me acusaron de tráfico de influencias y a Álvaro de introducir un ‘mico’ en el fallo porque las bases del
concurso solo ofrecían la publicación de los tres primeros. De modo que fui ante todos perdedor, cuarto y lagarto.
Sin embargo, fui a reclamar mis 300 ejemplares a la Gobernación del Valle. Calculé que ya estuvieran cayendo las sombras de la
tarde sobre la plaza de San Francisco y agradecí al cielo que el trámite se surtiera en los sótanos, sin periodistas ni alfombra ni
claros clarines. Pero cuando recibí las seis cajas no pude contenerme y destapé una ahí mismo. Al ver mi nombre en letras de
imprenta sentí un corrientazo formidable. Fue como si Homero me estuviera pidiendo un autógrafo. Fue lindísimo. En ese instante
olvidé que era el cuarto del concurso y fui el único, el sacerdote secreto del género. Entonces abracé mis cajas con una ternura
inédita, las deposité con sumo cuidado en el baúl del diminuto Fiat de mi hermano José y me dije temblando: Gabo, Rulfo y yo…
El primer libro genera esa euforia única. Como el primer beso, quizá. Inolvidable, irrepetible. Solo sucede una vez. Tal
emoción hizo que Santiago Gamboa dañara el borrador de su primer contrato con una editorial...
- Para un joven novelista inédito, lograr publicar un primer libro es como caer amarrado de pies y manos a la piscina de los
tiburones. Pero es lo que uno anhela, lo que uno ardientemente desea. Antes de que ocurra parece imposible. Es un sueño
inalcanzable, una utopía. Y de pronto ahí está el libro. Es extraño. En mi caso fue así: vivía en París y había terminado una novela
llamada ‘Páginas de vuelta’. La presenté a varios editores españoles y colombianos y muchos la rechazaron. Hasta que la editorial
Tusquets se interesó y me invitaron a Barcelona a discutir sobre el manuscrito, proponiendo infinitos cortes y reescrituras. Las hice
y el proceso siguió adelante, cada vez más lento.
Pasaron los meses hasta que un buen día un novelista mexicano amigo, Antonio Sarabia, me ofreció llevar la novela a su editor
colombiano, que era Moisés Melo, director de Norma Literatura. Moisés la leyó y me puso una cita en la Feria de Frankfurt de ese
año (1994). Fui con el fotógrafo Daniel Mordzinski, quien también tenía un proyecto de primer libro. Moisés nos recibió por turnos
en el stand de Norma. Era un hombre pausado y tímido, casi bíblico. Al salir no entendí muy bien si publicaría o no mi novela, pero
al otro día me preguntó cuándo pensaba ir a Colombia para que firmáramos el contrato. Le dije que al mes siguiente (improvisé).
Y un mes después estaba en las oficinas de Norma, leyendo un borrador de contrato que firmé con tanta fuerza que atravesé el
papel con el esfero y parte de mi nombre quedó en el documento que estaba debajo. El libro salió en la Feria del Libro de Bogotá
de 1995. Cuando me entregaron ese volumen pequeño de tapas azules me aferré a él con fuerza. Ahí estaba todo lo que yo era y
había sido, y lo que anhelaba seguir siendo. Con frecuencia invoco a ese joven que en abril de 1995 caminaba solo y sin rumbo por
la avenida El Dorado, cerca de la sede de Norma, sostenido por un libro.
La primera publicación es también una especie de amuleto para abrir caminos, trochas, hacer amigos. Sobre todo
cuando se está en un país ajeno y sin un céntimo. Le sucedió a Pablo Montoya, que ahora cuenta la historia desde
Envigado.
- Mi primer libro se llama ‘Cuentos de Niquía’ y lo publiqué en París. Había llegado a esa ciudad en 1993 con una flauta, un atril y
un ramillete de partituras, un diploma de licenciado en letras, unas cuantas mudas de ropa y una carpeta con estos cuentos de
violencia. Pero solo en 1996 pude reunir un dinero y pagarle a Efer Arocha, el director de Vericuetos, la revista y editorial que me
ofreció su apoyo para que el libro saliera.
Con Arocha discutimos sobre la posibilidad de que los cuentos fueran en versión bilingüe. A mí me pareció excesivo que un joven
escritor colombiano, completamente desconocido en Francia, sacara su ópera prima traducida. Pero Arocha insistió en que de este
modo al libro lo leerían más personas. Durante unos meses, por tal razón, me reuní con Anne-Marie Denormandie, una amiga de
Arocha, para colaborar en la traducción que ella habría de hacernos gratuitamente. No dudo en afirmar que Anne-Marie fue el
primer humano francés, de carne y hueso, que me mostró la amabilidad, la hospitalidad, el humor y, sobre todo, la confianza de
que mi escritura tenía cierta calidad.
Arocha me prometió el cielo y la tierra y me dijo que editaría el libro espléndidamente. Luego alegó costos y el resultado fue un
humilde y feo librito de 126 páginas, con una carátula blanca en propalcote y letras verdes que con el tiempo se habrían de desleír.
Pero fue mi primer libro y, pese a que es el trasunto de un atropellado aprendizaje, en donde respiran con rareza Rulfo y Kafka,
responderé por él hasta que me muera. Con este libro fui abriéndome paso en el París y la Francia que me correspondieron.
Leí muchas veces sus cuentos, entre desolados y oníricos, en reuniones de latinoamericanos, en bares y bazares y eventos
organizados por Amnistía Internacional, la Cimade, Vericuetos, la Universidad de Lyon y la asociación France-Colombie, entre otros.
Fue el inicio de mi carrera pública de escritor. El libro también lo presentó con generosidad y entusiasmo Julio Olaciregui, quien
desde entonces ha sido uno de mis amigos más queridos. Recuerdo que luego, entre carcajadas y un brindis emocionado, Arocha
me vaticinó grandes y futuros triunfos. Le pedí a este amigo entrañable que no exagerara y fuera mentiroso, pero era inevitable su
optimismo. Todos, a esa altura de la celebración, estábamos en el mejor instante de la embriaguez...
Los escritores coinciden: uno de sus mejores días fue justamente cuando publicaron su ópera prima. Es una sensación
tal vez equiparable con la de tener un hijo. De cierta manera un libro es como un hijo; se tienen cuando se está
preparado para ello. Antes, sin embargo, se sufre. Melba Escobar sí que sufrió con los editores.
- Un par de años después de haber terminado la universidad, la muerte de mi padre me llevó a volcarme sobre la escritura para
tratar de entender la ausencia, el dolor, pero también para traerlo de vuelta a través del recuerdo. Pasó algún tiempo y esas notas
desordenadas fueron tomando una consistencia, hasta que un día entendí que ahí podía estar la semilla de una novela testimonial.
Terminé de redondear el que se convirtió en mi primer proyecto literario, y después vino la titánica tarea de publicar.
La novela la presenté a cinco editoriales. Pasaron seis meses. Tres me rechazaron a través de una carta, un formato impersonal
que claramente usan a diario en el que apenas cambian el nombre del encabezado.
Otra de las editoriales me dio cita. Era un joven de gafas presumido que se dedicó a ridiculizar mi trabajo y a hacerme preguntas
difíciles sobre autores y libros. Me sentí en un examen para el que no me había presentado y que a juzgar por la sonrisa sardónica
del editor con ínfulas de escritor, estaba reprobando. Al final, el petardo puso la cereza en el pastel al decirme que "jamás publicarían
un libro como el mío". Habían pasado casi siete meses. Me sentía cansada.
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Entonces me llamaron para otra cita. Tuve miedo, de verdad. La editorial estaba lanzando una colección de ‘jóvenes autores’.
Digamos que yo podía clasificar raspando en esa idea de joven. Tenía 34 años. Les pareció que había hecho algo honesto. Dijeron
honesto, dijeron bello, dijeron muy auténtico y distinto a la mayor parte de la producción literaria en Colombia.
También me explicaron que no pagaban anticipos a menos que sean autores de renombre, que el autor solo gana el 10% de cada
libro vendido y que difícilmente vendería más de 300 ejemplares. Nada de eso me importó. Finalmente, ‘Duermevela’ estaría en las
librerías y con eso un trabajo de tres años llegaría a su fin. Ese día fue uno de los más felices de mi vida. Después de todo, tal vez
mi trabajo no era tan malo, pensé.
Han pasado casi seis años desde aquello. He publicado dos libros más desde entonces. Tengo dos columnas de opinión y colaboro
con varios medios como periodista freelance. Me gusta mucho mi oficio y agradezco poderlo llevar a cabo. Entiendo lo difícil que es
esta profesión, por eso soy una gran compradora de libros. Porque me gusta tenerlos, subrayarlos, comentarlos y prestarlos, y
porque a mis amigos siempre les compro un libro pensando, bueno, son otros $4000 más para su paupérrima cuenta, que de cuatro
mil en cuatro mil algo vamos sumando.
El primer libro, entonces, puede ser doloroso. Una herida, incluso. Y no solo por los editores. Encontrar la propia voz
también implica sufrimiento, lacerarse. Le sucedió a Margarita García Robayo.
- Cuando llegué desde Colombia a Buenos Aires, uno de los trabajos que tenía era el de leer manuscritos en una editorial y elaborar
informes de lectura para recomendar o no su publicación. Es un trabajo que parece entretenido, pero en realidad tienes que leer
muchas cosas que no elegirías si no fuera un trabajo, y además es bastante mal pago. Pero suena bien cuando uno lo cuenta.
El caso es que aprovechando mi relación con la editorial (Planeta) les ofrecí un libro de cuentos en el que venía trabajando y les
gustó. Fue, de alguna manera, el libro que más fácil publiqué. El anticipo que recibí fue bueno y la prensa fue generosa.
Debería estar orgullosa de ese libro, pero lo cierto es que no me gusta nada. Si pudiese negarlo, como a un exnovio, lo haría. Pero
en ese libro está mi nombre y mi cara y, mal que me pese, cierta marca personal de escritura que creo –o quiero creer– se ha ido
desdibujando para convertirse hoy en la constante búsqueda de mi voz.
Ese libro significó tirarme al agua, para bien y para mal: me aterró la exposición, me hirieron todas y cada una de las erratas; y
todavía más dolorosos fueron los supuestos aciertos. Si puedo rescatar algo de ese momento fue que, a partir de ahí, todo el asunto
de “ser escritora” perdió la cuota de excentricidad que me impedía ver ese oficio como una potencial forma de ganarme la vida. Mi
primer libro me aterrizó, me permitió tomar distancia y verme como una entre muchas personas que aspiran a producir en otros
pequeñas conmociones usando las palabras. Y aunque, insisto, me dio muchísimo pudor publicarlo, mi primer libro me afirmó
también en la decisión de escribir los que siguieron.
La ópera prima, advierte además Daniel Samper Pizano, puede significar un golpe bajo para el que hay que estar
preparados. El escritor bogotano que vende miles de ejemplares hoy en día apenas vendió unos cuantos en su debut
literario.
- Mi primer libro, ‘Así ganamos’, sobre el campeonato que logró Santa Fe en 1975, fue un fracaso editorial. Al punto que el editor
que lo había producido, y que me había pedido una antología de mis columnas de humor para un segundo libro, me devolvió el
material pues auguró un chasco parecido al primero.
Humillado y ofendido, lo llevé a otra editorial que publicó sin mucha fe los artículos con el título de ‘A mí que me esculquen’. Vendió
más de 50.000 ejemplares y desde entonces he publicado 27 libros de humor. Y, lo más importante: Santa Fe ha ganado dos
estrellas más y un campeonato suramericano”.
El fracaso, pese a todo, tiene sus explicaciones. El primer libro de un escritor puede ser casi un anónimo. Nadie lo
conoce, luego nadie lo compra. Le pasó a un escritor que hoy conocen en todo el mundo: Héctor Abad Faciolince. Su
historia es un guiño para quienes apenas inician.
- Aunque mis primeros cuentos salieron publicados en suplementos literarios o revistas hacia el año 1981 u 1982, mi primer libro,
también de cuentos, se demoró mucho en salir. Después del asesinato de mi padre, en 1987, todo en mi vida quedó postergado
pues me fui a trabajar como profesor de español en Italia y solo era capaz de escribir mi diario, y lo único que escribía en ese diario
era que no era capaz de escribir.
Mi primer libro salió publicado finalmente gracias a dos amigos: Carlos Gaviria, que murió hace un año, y Alberto Aguirre, librero y
editor. Ambos habían salido al exilio, como yo, en el año 87. Lo que ocurrió fue esto: Aguirre fue a visitarme en Turín y yo le di a
leer los borradores de mis cuentos. Los leyó en una tarde. Al terminar me dijo: "Te jodiste, vos sos escritor y no servís para nada
más. Tenés que publicarlos”.
Yo no sabía cómo publicarlos, pero se los mandé también a Carlos Gaviria, que en el año 90 ya había regresado a Medellín. Carlos
los leyó, le gustaron, y se los recomendó a la Editorial de la Universidad de Antioquia. Ahí trabajaban Jorge Pérez, Juan José Hoyos
y, si no estoy mal, también Elkin Restrepo.
En el año 91, el más violento de la historia de Medellín, apareció el librito rojo, con la contraportada escrita por Carlos, y con el
título en diagonal (detalle que no me gustó nada): ‘Malos pensamientos’. La dedicatoria decía: "A mi padre, no a su memoria". Y
tenía un epígrafe de Shakespeare, que, por desgracia, salió con un error de ortografía: "Oh Lord, we know what we are, but know
not what we may be". Oh, Señor, sabemos lo que somos, pero no lo que podemos ser, tomado de Hamlet, una obra que siempre
me ha obsesionado.
Ese error de ortografía me deprimió mucho. Se editaron mil ejemplares que jamás se vendieron. Cada vez que encuentro uno, lo
compro y lo guardo. Creo que no lo tiene ni la Biblioteca Luis Ángel Arango. Es un libro secreto. Los primeros libros son siempre,
bueno, casi siempre, un fracaso y un secreto.
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El Festival de la Leyenda Vallenata premiará la mejor parranda
Este año se instaura un nuevo concurso, basado en la tradición en la que germinó este folclor.
Por: Liliana Martínez Polo | El Tiempo
Foto: Carlos Capella / EL TIEMPO
Poncho y Emiliano Zuleta, los homenajeados del Festival Vallenato este año. También han sido protagonistas de parrandas
inolvidables.
La parranda es la columna vertebral del folclor vallenato. Así lo ve el Festival de la Leyenda Vallenata que está próximo a realizarse
(del 26 al 30 de abril). Por eso le dedica un nuevo concurso en el que grupos de amigos parranderos recrearán el formato más
típico de esta ‘tertulia musical’, en la jornada del viernes.
La propuesta de premiar la mejor parranda fue del vicepresidente del Festival, Efraín Quintero, y el objetivo fue fortalecer la misión
de preservar la tradición, sobre todo después de la inclusión del vallenato tradicional en la lista de salvaguarda urgente de la Unesco.
La parranda vallenata se ha desdibujado en el último medio siglo. Para explicar lo que es, Quintero se remonta a la historia en
Valledupar y sus alrededores.
“Hubo casas como la de Ana Gregoria Fragoso, donde la señora Petra Arias en el barrio El Cañaguate, o donde Goya, en el Loperena
–evoca Quintero–. Esta última era una posada donde pernoctaban juglares que venían de afuera. Llegaba un Náfer o un Alejo Durán
y la gente se reunía alrededor”.
Otro escenario era el Café de la Bolsa, fundado a imagen y semejanza de un cafetín paisa, por el antioqueño Colí Botero. Lo ubicó
cerca de la zona bancaria, donde se hacían transacciones.
“Llegaban a reunirse allí personajes de Valledupar –relata Quintero–: el negociante, el político, el que pedía un préstamo.
Empezaban tomando café, luego whisky, después llamaban a Nicolás ‘Colacho’ Mendoza, a Calixto Ochoa o al músico que estuviera
por ahí. Allí el pintor Jaime Molina tenía un sitio especial, en el que todos los días publicaba una caricatura nueva y recreaba las
peleas entre políticos o personajes sociales”.
En el Café de la Bolsa también se estrenaron canciones. “No de la forma como se hace hoy –explica–, sino que Rafael Escalona
estaba tramitando un negocio de banco, llegaba y llamaba a Colacho y le daba allí una composición nueva. De pronto aparecía otro
músico y había contienda entre ambos. Ahí empezaban a surgir los versos. La parranda era el taller donde se forjaron las
composiciones de nuestra música”.
En las casas, la parranda era distinta: en sus patios amplios, bajo la sombra de un palo de mango, la gente llegaba a tomarse un
trago y se armaba conversación –al principio, las mujeres se mantenían ajenas–. Allí surgió la figura del cuentero, “no
cuentachistes”, recalca el gestor de la nueva competencia. Y agrega:
“El cuentero les ponía la chispa a las anécdotas. Sacaba a relucir lo que le pasaba a fulano con perenceja. También se convocaban
músicos. Entonces, la señora hacía el sancocho o preparaba un chivo, es ahí donde entra la comida típica”.
Parranda vallenata con Jorge Oñate, en Valledupar. Foto: Mauricio Moreno / EL TIEMPO
Pero los parranderos estaban más pendientes del trago. “Incluso había peleas –dice Quintero–. Podían llegar a los puños y al día
siguiente se abrazaban y hacían otra parranda para reconciliarse. Nunca hubo un muerto. Era simplemente una reunión de amigos,
que se fue replicando a otras casas de Valledupar”.
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Muchas de estas casas se identificaron como parranderas. La de los Pavajeau, la de los Quintero, la de Óscar Pupo (amigo de
Alfonso López Michelsen). Y empezaron a congregar a la élite vallenata. “Antes de que naciera el Festival (1968), existía la tradición
del Pilón, pero para la época de carnaval”, relata el experto.
“Evaristo Gutiérrez (papá del compositor Gustavo Gutiérrez Cabello) se iba a casa de Oscarito Pupo, comenzaba a tirar los versos
de ‘El pilón’, acompañado de banda de viento porque no había acordeón. Iban de casa en casa llamando a otros hombres y juntos
volvían a casa de Pupo a abrir la parranda. ‘El pilón’ entonces no se bailaba, el baile empezó después, al crearse el Festival y con
él integraron a las mujeres”.
Algunos parranderos gastaban fortunas en pos de conseguir un músico y organizar parrandas con amigos. Son legendarios Andrés
Becerra, Poncho Cotes y los hermanos Roberto ‘El turco’ y Darío Pavajeau. Por esto, los premios de la nueva contienda llevan sus
nombres.
Quintero anota que la importancia de este aspecto de la cultura de su tierra fue tal que a punta de parrandas vallenatas –‘exportadas’
a Bogotá– se creó el departamento del Cesar (1967), cuando López Michelsen empezó a integrar a los cachacos de las élites
bogotanas a este tipo de encuentros en escenarios muy distintos, como salones de hoteles capitalinos.
Después, la parranda –que en poblaciones vecinas a Valledupar también tenía sus centros de reunión– se fue desdibujando. La
comercialización y las nuevas formas de ver la música la arrinconaron. En esos primeros tiempos “no había derechos de autor,
entonces pasaban cosas como que Leandro Díaz tenía una canción llamada ‘Corina’ y Escalona, en El Café de la Bolsa, tiraba una
letra distinta, la de ‘La brasilera’, con la melodía de ‘Corina’. Y sucedía que los versos de ‘La Brasilera’ se hacían más famosos y no
pasaba nada, porque en esos tiempos la música parecía no tener valor ni título de propiedad, todo era intercambio de versos sin
compromiso”.
Así será la competencia
El único escenario donde no está bien visto bailar el vallenato es en una parranda, porque el énfasis está en prestar atención a la
música y las anécdotas. Esta norma no es negociable y está en el reglamento de la nueva competencia.
La parranda exige la reunión de un grupo de amigos (mínimo 10) que se reúnan en una casa donde también estén presentes un
conjunto típico vallenato (sin amplificadores ni tecnologías), un cuentero y la comida tradicional (sancocho y friche). La competencia
será el 29 de abril (de 11 a. m. a 5 p. m.). inscripciones y reglas: www.festivalvallenato.com.
Vuelve la retreta al Parque de Berrío
Por: Sebastián Aguirre Eastman / El Colombiano
Concierto navideño de la Red en el Parque Biblioteca de Belén. Para acceder a sus escuelas, hay que ser habitante de Medellín y
tener entre 7 y 24 años. FOTO CORTESÍA
Desde el próximo 15 de abril, viernes, la Red de Escuelas de Música de Medellín ofrecerá la Retreta de las Tardes en el Parque de
Berrío. Será el tercer viernes de cada mes.
En la celebración de sus 20 años de actividades, la Red de Escuelas de Música de Medellín se hará un autorregalo, que a su vez
será un detalle para la ciudad: la Retreta de la Tarde, el tercer viernes de cada mes, comenzando el próximo 15 de abril, en el
Parque de Berrío.
La conmemoración coincide con los 20 años del Metro, que se cumplieron en noviembre del año pasado. Ambas entidades se aliaron
para ofrecer estos conciertos, informó Natali Gómez, vocera de la Red.
Cada viernes pasarán por el Parque algunas de las 27 escuelas que integran la Red en 23 barrios y tres corregimientos de Medellín.
El concierto, contó Natali, será en formato pequeño, con una hora de duración, y comenzarán a las 4:00 p.m., ideal para quienes
salen del trabajo un viernes en la tarde y desean cerrar la semana con entretenimiento cultural.
“Queremos hacer parte de la recuperación de este sector de la ciudad, que lidera en la actualidad la Alcaldía. El primer recital será
dedicado a los niños en su mes”, afirmó la vocera de la Red.
Desde el 1 de enero, cuando comenzó la actual administración de Federico Gutiérrez, una de sus primeras gestiones fue recuperar
el espacio público en el Parque de Berrío, reforzando la seguridad y proponiendo actividades culturales y recreativas para que la
ciudadanía se apropie de él.
Esta actividad se suma a la retreta dominical que desde 2013 realiza la misma Red en el Parque de Bolívar.
Celebración todo el año
Los festejos por las dos décadas de existencia de la Red se extenderán de abril a diciembre. Iniciarán el jueves 14 del presente
mes, con el Concierto de Ciudad, en el Parque de las Luces, con la Banda Escuela Moravia, a las 5:00 p.m.
Además, cada mes habrá un concierto de cierre. En abril se realizará el lunes 25 en el teatro de la Universidad de Medellín (7:00
p.m.) Todos los eventos son gratuitos.
“En diciembre remataremos la celebración con un gran evento que aún no podemos confirmar”, dijo Natali.
La Red fue creada por acuerdo municipal en 1996. Un año después nacieron las seis primeras escuelas, sumando 14 más en los
dos años siguientes, hasta llegar a las 27 que tiene en la actualidad.
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Juancho Valencia, el Lucho Bermúdez de nuestra época
Diego Londoño / El Colombiano
Foto: Jonh Alexander Chica Yara
Afuera de la casa, cuatro niños con sus bicicletas esperan recorrer las calles del barrio. Gritan en coro aclamando a su quinto amigo.
Por la ventana, miran unos ojos tristes con una sonrisa diagonal. Desde el interior una voz maternal resuena como un eco cavernario.
Juanchito, primero la clase de piano. Luego el balón y la bici.
Este día, y otros tantos que vinieron después, Juancho Valencia odió la música, así estuviera destinado a ella y la amara como a él
mismo. Hoy, él es uno de los músicos contemporáneos más importantes del sonido revolucionario en Colombia y sin exagerar ni
un ápice, en América.
Cuando Juancho Valencia nació, y su padre pudo tenerlo en brazos, lo miró con detalle; su boca, su piel, sus ojos y como una
sentencia para toda la vida, dijo: “Este muchachito tiene manos de pianista”. Es por eso que Juancho Valencia no tuvo oportunidad
de escoger otra cosa diferente que su vida al lado del piano, del sonido, de las canciones y de esa eterna musa reveladora compañera
de días y noches, la música.
Juancho aprendió a hablar y a tocar piano al mismo tiempo, tendría tres años, ni él mismo lo recuerda. Ahora, tres décadas después
se le ve en los escenarios del mundo haciendo música, con su estilo particular y su cabellera que recuerda la época dorada del funk
en los años 70.
Su primera orquesta de tropical fue Mostaza, dirigida por él, y formada por los amigos del barrio que no tenían ni idea de qué era
una cuerda o una trompeta. A todos los ponía a marchar, los callaba cuando debían hacer silencio, a cada uno le asignó un
instrumento y se lo enseñó a tocar. A los 13 años tocaba en Niquitown, una banda representativa de ska y rock, “hijo: vaya ensaye,
disfrute y no pruebe nada de lo que le ofrezcan”, decía su papá. Luego fue pianista en agrupaciones profesionales como Siboney y
Timbalaye. Tocaba en bares siendo menor de edad, sus padres lo llevaban de la mano y lo soltaban en el escenario. Terminaba el
concierto y de inmediato se iba a dormir para madrugar al colegio.
La palabra jazz llegó por cuenta de Jorge Cottes, músico del Combo de las Estrellas, Tropicombo y Los Tupamaros.
-Juanchito, atención a este acorde, se llama Sol13, ensáyelo y haga ese mismo acorde en todas las otras tonalidades. Esto se llama
JAZZ Luego de ese sonido las cosas cambiaron para él. El oído y su forma de escuchar. Aprendió sobre la disonancia, y desde que eso se
aprende la vida en sí misma se vuelve disonante.
Luego llegaría un proyecto artístico que no sería una agrupación, sino la recreación de un lugar sonoro imaginario donde existe un
universo completo que no se limita a la música. A este lugar le llamaron Puerto Candelaria. Sonoramente rebelde: porro, cumbia,
bullerengue, pasillo, guabina, rock y jazz. Otro de los hijos de Juancho es La Banda La República, una propuesta con la que daría
rienda suelta a su instinto salsero.
A Juancho desde niño lo formaron para ser el pianista de latin jazz sucesor de Michel Camilo o Chucho Valdés, pero él se convirtió
en una antítesis, estaba haciendo todo lo contrario. Fue un contundente acto de rebeldía. Juancho, más que el pianista y compositor
de agrupaciones exitosas en el mundo, se convirtió en el genio musical que el país estaba esperando, el personaje que le dio
glamour y renovó la música colombiana, el Lucho Bermúdez de nuestra época.
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Se han realizado más de 3.400 presentaciones
LA ACÚSTICA DE LA CULTURA
Si las paredes hablarán: 50 años de música en la Biblioteca Luis Ángel Arango es el nombre del libro con el que el
auditorio ubicado en el centro de Bogotá celebra medio siglo de actividad cultural. Pero la frase también resume el
que ha sido el aporte de la Sala de Conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República en su
período de funcionamiento ininterrumpido. Si las paredes del recinto tuvieran la capacidad de hablar, seguro dirían
que su estructura ha cobijado a algunos de los artistas más importantes de la escena académica nacional y extranjera.
Por: Juan Carlos Piedrahíta B. / El Espectador
La primera presentación al público en la Sala de Conciertos de la
Biblioteca Luis Ángel Arango se realizó el 25 de febrero de 1966. / Cortesía: Sala de Conciertos
Las paredes, casi en su totalidad en madera, y el techo en forma de caracol e imponiendo un estilo estético que aún se mantiene,
recibieron a los primeros visitantes interesados en contenidos sonoros el 25 de febrero de 1966. Desde entonces, de su acústica
privilegiada han hablado cerca de 3.400 artistas que han sigo programados con el único criterio de divulgar lo mejor de las
expresiones académicas de todos los tiempos.
“La Sala de Conciertos ha visto pasar por su escenario a artistas jóvenes que eventualmente han regresado años después
consagrados como grandes figuras de la música. Tal es el caso de un joven Jordi Savall, que visitó la Sala al lado del maestro Rafael
Puyana en 1970. De igual forma, ha sido el lugar en el que muchos músicos colombianos han dado sus primeros recitales al público,
como los cantantes Valeriano Lanchas y Juanita Lascarro. También ha sido el lugar en el que el público ha podido escuchar de
manera frecuente clavecines franceses, italianos y modernos, órgano de concierto, música del Renacimiento interpretada con criterio
histórico, y góspel norteamericano, entre muchos otros”, comenta José Darío Uribe, gerente general del Banco de la República.
Las flores para la Sala de Conciertos nunca son escasas. Se ha dicho que su arquitectura es una muestra estética del diseño aplicado
a una funcionalidad específica. También, que es el auditorio con mejor acústica del país y por eso en su tarima han estado orquestas,
complejas agrupaciones vocales, septetos tradicionales, cuartetos de cámara, solistas y cualquier otro formato amparado por la
buena música. Sin embargo, el piropo más común para esta dama cultural con cimientos sólidos es que se trata del recinto más
bonito en su especie en América Latina.
“Cuando se tiene una sala como esta es porque, necesariamente, uno cree y confía en los conciertos que hacen parte de su
programación. Este auditorio tiene dos pianos, dos clavecines y un órgano, y si están ahí es porque alguien pensó que les puede
sacar uso y que esa inversión será rentable”, dice Mauricio Peña, jefe de la Sección de Artes Musicales, para quien la cultura debe
ser algo práctico, con objetivos estructurados y planes a largo plazo, con el fin de continuar con la labor de darle salida al
conocimiento. Muchos músicos, asiduos visitantes de la Biblioteca Luis Ángel Arango, descubrieron gracias a sus jornadas de
conciertos que había partituras que nunca se mencionaron durante las clases más exigentes en sus años de formación.
El órgano tubular es otro de los atractivos de la Sala de Conciertos porque se trata de una gran orquesta de flautas afinadas y bien
coordinadas que reciben mantenimiento constante y rutinario. Un órgano son muchos instrumentos de viento de múltiples formas
y miles de timbres distintos con un mecanismo que se puede accionar de manera mecánica, eléctrica o electroneumática. La
apreciación de su estructura, en la parte superior de la tarima, es la contemplación casi de un bosque encantado en fina madera.
Hoy, a las 7:00 p.m. se realiza la celebración oficial de las bodas de oro de la Sala de Conciertos, con la presentación de la pianista
Blanca Uribe, el cuarteto Q-Arte, el organista Pascal Marsault, la oboísta Viviana Salcedo y el pianista Sergei Sichkov. Además se
llevará a cabo el lanzamiento del libro Si las paredes hablaran: 50 años de música en la Biblioteca Luis Ángel Arango, que reúne en
sus páginas la opinión de distintas voces del mundo de la música académica en Colombia, quienes cuentan por qué este lugar es
un referente musical para artistas y espectadores.
La conmemoración también incluye la presentación del material discográfico Compositores de nuestro tiempo 2, en el que se
recopilan obras comisionadas por el Banco de la República a los autores colombianos Amparo Ángel, Andrés Posada y Guillermo
Carbó.
La Sala de Conciertos llega a su medio siglo de existencia demostrando que sus paredes no sólo tienen oídos sino buen gusto
musical.
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“La visita de la vieja dama”
Por: Manuel Drezner / El Espectador
Mostrar cómo con el dinero se puede conseguir todo, aun lo más criminal, es uno de los temas fundamentales de La visita de la
vieja dama, ese excelente drama de Dürrenmatt que muchos consideran una de las cumbres del teatro del siglo XX. Esta obra fue
presentada durante el Festival de Teatro por el grupo suizo Malandro, que dirige Ómar Porras, en una adaptación que mostró mucho
de lo que hay dentro de esta pieza polémica, así uno no esté de acuerdo con los métodos usados. Específicamente, el uso de
máscaras caricaturescas por parte de los actores hizo creer a muchos que esta sátira cruel no era sino una farsa, y como dichas
máscaras no aportaban nada a la presentación, se debió usar el viejo teorema teatral de que lo que no contribuye debe eliminarse.
Porras es un actor y director colombiano radicado en Suiza, donde ha desarrollado una exitosa carrera, y mostró sus dos facetas,
no sólo al dirigir La visita, sino también al actuar en el papel de la anciana que llega al pueblo que la prostituyó y expulsó, en busca
de venganza contra quien fue el catalizador de su desgracia.
El autor siempre dijo que su obra era una comedia, pero lo que trata es tan serio que es difícil estar de acuerdo con él. Lo cierto es
que el personaje central es uno de los grandes papeles femeninos en la historia del teatro, ya que su deseo de conseguir justicia a
toda costa, así tenga que comprarla, es mostrada en forma cruel, ya que ella está segura de que con su dinero logrará lo que busca.
Ella comenzó consiguiendo al juez y los dos testigos como sirvientes suyos, que han sido castrados y enceguecidos como forma de
iniciar su proceso. En esta representación esos tres personajes fueron reducidos a uno solo, con lo cual algunos efectos dramáticos
se perdieron. Pero lo que más busca la vieja dama es demostrar que, igual que el rechazo del pueblo la prostituyó, ella los prostituye
a ellos, ya que los está comprando con su dinero. Para ella, el deseo de justicia es su modo de vengarse, o sea que iguala la
venganza a la justicia. A la larga, con su dinero, la anciana quiere deshumanizar a quienes le hicieron mal, igual que ellos la
deshumanizaron a ella. Eso lo muestra cuando dice que igual que la hicieron una prostituta ella hará del mundo un burdel.
La representación que dirigió Porras fue exitosa en cuanto a un montaje limpio que reflejó muchas de las facetas de esta excelente
obra de teatro, con brillantes momentos teatrales, y lo que hubiera sido de desear es que esta versión hubiera mostrado más de
los elementos que Dürrenmatt incorporó a su tragicomedia. Lo que se vio fue muy bueno, pero dejó la sensación de algo incompleto.
El vallenato con guitarra de hoy
El género, con este instrumento tiene un carácter más íntimo y un tono de serenata, explican.
Por: Liliana Martínez Polo | El Tiempo
Foto: Archivo particular
Freddy Isaac y José Fernando Carrillo han hecho carrera musical interpretando vallenato con guitarra. Ahora presentan su quinto
álbum, titulado 'Serenata con Los Hermanos Carrillo'.
Los hermanos Freddy y José Carrillo comenzaron haciendo vallenato con acordeón. Cantaban y hacían carreras paralelas hasta que
decidieron unirse –hace más 9 años– y acompañarse de la guitarra que ambos tocaban y con la que les iba bien en parranda.
En sus conciertos, ambos tocan y cantan (aunque Freddy interpreta algunas piezas en acordeón). Su esencia pasa por recuperar el
sonido vallenato con guitarra, cada vez más escaso en los discos del género.
“Los primeros conjuntos vallenatos que pegaron en el exterior usaban este instrumento –recuerda Freddy Carrillo–. Bovea traspasó
fronteras interpretando a Rafael Escalona”. Fuera del Cesar y La Guajira son pocas las referencias actuales de vallenato con guitarra.
Freddy dice que su conjunto, Los Hermanos Carrillo, no es el único. “Hay varios en Valledupar y La Guajira, pero no graban o lo
hacen cada cinco o diez años”. En contraste, Los Hermanos Carrillo se han propuesto grabar cada año y medio y durante este mes
han estado presentando en medios Serenata con Los Hermanos Carrillo, su quinto CD.
El concepto –cuenta Freddy– surgió de una propuesta que llegó vía Facebook. “Nos escribió una profesora mía de bachillerato –
recuerda–. Hizo la sugerencia de que grabáramos un CD para el recuerdo, que tuviera canciones para dedicar en diferentes
ocasiones. Que tuviera la canción de cumpleaños, la que le dedica uno a la madre, o a los hijos, o a la pareja”.
Entonces, los hermanos, primos del compositor Isaac Carrillo, decidieron escribir cada uno tres canciones. “Compuse la de
cumpleaños –agrega Freddy–. Tenía la primera estrofa desde muchos años atrás, cuando una novia cumplió los 15. La recordé y
como ahora soy padre de una niña de 6 años, pensé en ella para la segunda estrofa. Ahora mi hija dice que esa canción es suya”.
Otra de su autoría es la escrita para los hijos: “Me inspiré en la inocencia de los niños. Tenía la melodía hacía tiempo y mi hija me
dijo: ‘Peleé con mi amiga, pero ya nos perdonamos, somos amigas otra vez’. Pensé en lo fácil que perdonan ellos y lo difícil que es
para los adultos”. Componer generó un antes y un después en su discografía: antes grababan nuevas versiones de clásicos y alguna
composición nueva. Esta vez, ofrecen ocho canciones nuevas (sumando seis propias y dos de autores invitados) y dos clásicos
(Muere una flor y Un llamado). Los Hermanos Carrillo harán varias presentaciones privadas durante el Festival Vallenato y entre
tanto sonido de acordeón, su propuesta siempre sonará novedosa.
“Con guitarra –dice Freddy Carrillo–, el vallenato es más íntimo, romántico, deja apreciar más las letras y las melodías. La guitarra
es un instrumento universal, para un público más sobrio, que analiza las palabras. No es como el vallenato de ahora que tiene que
ser chiste o ultrajar a la mujer para que guste”.
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Zaperoco
Por: Inquisidor / Vanguardia Liberal
Cita. La gente está a la expectativa de lo que pueda pasar, pues aún no se sabe si esa persona es o no el asesino… (13/03/16.
Judicial. Leidy Flórez Castellón).
Comentario. Debiste escribir “si esa persona es o no la asesina”, querida jurisperita Leidy. Como ‘persona’ es sustantivo femenino,
‘asesina’ debe escribirse también con género femenino. Que el criminal resulte hombre o resulte mujer es asunto que atenderán
los representantes de la ley, y no debe preocuparnos en el género gramatical.
Cita. El argumento es atractivo, sobretodo en momentos… (13/03/16. Opinión. Mauricio Cabrera).
Comentario. Un ‘sobretodo’ es atractivo, ‘principalmente’ cuando llueve y hace frío, querido Mauro; lo que no es atractivo es que
algunas personas no conozcan el significado del sustantivo ‘sobretodo’, y lo usan como si se tratara de la forma adverbial ‘sobre
todo’, que significa ‘principalmente’. Es un error común, sí; pero es grave cuando se trata de quienes se dedican a la escritura,
‘sobre todo’ en medios de comunicación.
Cita. Los hechos se registraron en el barrio Diamante I, donde el hombre enfurecido golpeó y hirió a su pareja con un arma blanca
(Judicial).
Comentario. Entonces la bestia esta hirió a madre “y hijo”; y con arma blanca, que es lo peor, por lo que tuvieron que coserlos con
aguja “y hilo”. Terrible; entró “y hizo” de todo.
Cita. Consejos para educar a su mascota cuando tiene hijos (14/03/16. Familia. Liliana Vega).
Comentario. Cuando la mascota tiene hijos es mejor dejarla quieta, mi querida y generosa consejera Lilimar, y dedicarse a cuidarlos
y consentirlos, así se trate de cachorros, polluelos, chanchitos o lo que sea, que no ‘bebés’, como les dicen ahora a los hijos de
cualquier animal; porque si se trata de ‘bebés’, estamos hablando de críos de seres humanos. A las mascotas debe educárseles
desde muy temprana edad, como debe educarse también a quienes escriben en los medios de comunicación; digo yo, por si estamos
hablando de que el titular efectivamente se refería a ‘bebés’, por lo que pudo escribirse, por ejemplo: “Consejos para educar a su
mascota cuando usted tiene hijos”.
Muere Mariano Mores, alma del tango argentino
El compositor, reconocido por canciones como 'Cuartito azul', falleció a los 98 años.
Por: AFP | El Tiempo
Foto: EFE
La leyenda del tango argentino Mariano Mores murió a los 98 años.
El compositor y director de orquesta Mariano Mores, una leyenda del tango argentino, murió a los 98 años, informaron este miércoles
sus familiares a través de las redes sociales.
Fue autor de clásicos tangueros como 'Cuartito azul', 'Cafetín de Buenos Aires', 'Taquito militar', en una lista donde se encuentran
las perlas más preciadas del rosario tanguero argentino.
"Yo pensé que eras eterno... mi súper hombre. Hubiera querido tenerte toda la vida conmigo. Y te fuiste nomás", lo despidió por
Instagram su nieta y conocida animadora de la televisión argentina, Mariana Fabbiani.
También compuso junto a otros gigantes del tango como Discépolo en 'Uno', José María Contursi 'Gricel', Cadícamo 'Copas, amigos
y besos' y Homero Manzi 'Una lágrima tuya', entre cientos de éxitos.
Eximio pianista, compositor, director de orquesta, Mores también incursionó en el cine en 'La doctora quiere tangos' (1949),
'Corrientes, calle de ensueños' (1949), 'La voz de mi ciudad' (1953), entre otras.
También fue impulsor y productor de destacados espectáculos teatrales con los que triunfó en Argentina y en el exterior,
principalmente en Japón. Activo y vital, Mores a los 90 años encabezó en 2008 dos recitales a lleno completo en el mítico Luna Park
de Buenos Aires, en un espectáculo que llamó '90 años no es nada'. Pero en 2012 en un gesto simbólico le dejó su batuta a su nieto
Gabriel Mores, también un eximio músico de tango, que este miércoles lo despidió por Facebook.
"Adiós, abuelo querido" Te voy a extrañar mucho, pero tu recuerdo y tu música estarán siempre en mi. Gracias por tu ejemplo de
vida. Q.E.P.D", escribió.
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¡Vamos, Leicester!
Juan Esteban Constaín
A nuestra especie le encanta ese relato: el relato del débil que, contra toda lógica y todo pronóstico, derrota al fuerte; la historia
épica de quien logra curarse de la adversidad y la humillación y entonces gana.
Aunque faltan todavía 5 partidos por jugarse y 9 puntos por ganar y en el fútbol y en la vida –pero sobre todo en el fútbol– no hay
nunca nada seguro, jamás, yo también estoy, como media humanidad, haciéndole toda la fuerza que pueda al Leicester City Football
Club para que este año sea campeón de la Premier League. Un amigo me dijo hace poco: “Le tiene que faltar el corazón al que no
quiera que eso pase...”.
Estamos una vez más, por supuesto, ante uno de esos típicos episodios deportivos en los que la posibilidad inminente y casi
inconcebible y abismal de un triunfo se vuelve por eso mismo una proeza heroica, un acto de justicia y de fe y a veces incluso de
venganza del que se apropian no solo sus protagonistas, y con toda la razón, sino también todos los demás, los que por el motivo
que sea se sienten representados en él.
Es que a nuestra especie le encanta ese relato, quizás es el que más le gusta o por lo menos el que más la conmueve y la consuela:
el relato del débil que, contra toda lógica y todo pronóstico, derrota al fuerte; la historia épica, contada en tantas películas y tantos
libros y tantas vidas, de quien logra curarse de la adversidad y la humillación y entonces gana. Y así nos parece a todos, por fin,
que el triunfo no es una infamia ni un despojo.
Por eso, en cada Mundial, surge un ‘equipo revelación’ que enloquece a la gente y todos empezamos a hacerle una fuerza irracional
y festiva como si de verdad esa fuera nuestra causa, porque de alguna manera sí lo es. Y cuanto más humilde y pobre y esmerado
sea ese equipo, mejor; cuanto más esfuerzo le haya costado ser lo que es, más nos conmueve y más nos identificamos con él. Eso
es lo bonito del fútbol, decía el poeta.
En el caso del Leicester lo que hay es la proeza de un equipo modesto (aunque histórico, eso sí) que la temporada pasada se salvó
por milagro de irse al descenso y que ahora está a 9 puntos de ser el campeón de una de las ligas más duras del mundo, si no la
más dura. Y eso a golpe de jugar un fútbol que no es deslumbrante ni bonito ni nada, cómo podría serlo, pero que tiene orden y
pasión, ganas, mística.
Así que yo también estoy cruzando los dedos para que el Leicester City gane esta temporada la Premier. Pero si por alguna razón
no lo hace –el fútbol es así–, creo que su campaña ya valió de sobra la pena y la victoria moral es suya. No más ver a su técnico,
Claudio Ranieri, llorando el domingo pasado después de ganarle al Sunderland será para siempre una imagen inolvidable. Esa y la
de sus hinchas que no lo podían creer.
Pero para mí la mejor justificación de esta campaña épica del Leicester es la historia de Leigh Herbert, un sonriente carpintero
inglés que a finales del año pasado, después de tomarse unos tragos como era su costumbre, y ahora con mayor razón, decidió ir
a una casa de apuestas y jugar 5 libras esterlinas a lo imposible, es decir a que el Leicester, su equipo del alma, salía campeón.
Lo mismo le pasó a Chloe Cope, otra audaz (aunque un poco más sobria) hincha de ‘los zorros’: apostó 7 libras esterlinas, ante la
mirada estupefacta del agente de la casa de apuestas, a que el equipo ganaba la Premier League. Lo hizo también Jordan Wright,
solo que su apuesta era que el Leicester ganaba el primer partido de la temporada y por una equivocación terminó apostando que
la ganaba toda.
En los tres casos, y en muchos otros similares, 5 libras o 7 se han vuelto triunfos millonarios que les están cambiando la vida a sus
beneficiarios azarosos. Como decía Peter Altenberg: las únicas apuestas verdaderas son las imposibles. Si no qué gracia.
Y eso es lo bonito del fútbol, la vida.
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Festivalito Ruitoqueño de música colombiana
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Orgullo de Santander para Colombia
Para el pueblo lo que es de Puebla
Por: Andrés Osorio (Blog Arcadia)
Carlos Puebla es uno de los músicos cubanos más recordados del siglo pasado. Su legado no solo se lo debe al virtuosismo con el
que interpretaba el son –uno de los patrimonios culturales de Cuba- sino también al hecho de convertirse en un ícono de la
Revolución y de lo que se conoció como el “antimperialismo yankee”.
A Ernest Hemingway se le fueron las horas más felices de su vida tomando daiquiris en el bar La Floridita, y escuchando a los
jóvenes soneros de la Bodeguita del Medio, en La Habana. Allí, fue testigo de cómo un músico proveniente de la ciudad oriental de
Manzanillo, quien aprendió a tocar guitarra gracias a un manual de bolsillo, interpretaba los clásicos de la canción cubana.
Ese hombre había trabajado como mecánico, carpintero, cortador de caña de azúcar y zapatero, y respondía al nombre de Carlos
Puebla. No tuvo la suerte, como la mayoría de cubanos a comienzos del siglo XX, de crecer en una familia adinerada y, por el
contrario, supo lo que era la austeridad desde que tuvo memoria. Puebla nació el 11 de septiembre de 1917, el mismo año en el
que su presidente Mario García Menocal tuvo la osadía –o la ridiculez- de declararle la guerra a Alemania y a Austria-Hungría en el
marco de la Primera Guerra Mundial.
No fue un secreto que la decisión de Cuba había sido motivada por Estados Unidos, y fue justamente esa sumisión la que hartó a
Puebla desde pequeño, y aunque no se atrevió a adentrarse en la Sierra Maestra, sus canciones contribuyeron a construir una
revolución que pretendía hacer de la isla un país libre y autónomo.
Nacía un cronista
Con la entrada triunfal de Fidel Castro a la ciudad de La Habana el 8 de enero de 1959 se estableció la revolución más duradera de
América Latina, y la posibilidad de que los cubanos analfabetas conocieran la escuela. Aunque Carlos Puebla ya sabía leer, escribir,
y cantar, el músico quería aprovechar la oportunidad de tomar clases en uno de los institutos artísticos de la capital cubana.
En el seminario de la iglesia de San Francisco de Paula, en La Habana, aprendió a leer y escribir pentagramas, así como a conocer
sobre historia universal de la música de la mano de un tal Alejo Carpentier. El francés había encontrado en la isla un lugar para
desarrollar su obra literaria y un país inmensamente rico en términos musicales, lo que explica su afán por aprender del tema, y
sobre todo, por hacerse profesor.
A Puebla lo inspiró el sonido popular cubano, pero también las historias que se abrían paso en medio de la Revolución. Temas como
“De Cuba traigo un cantar”, “Y en eso llegó Fidel” y “Yankee go home”, entre otros, parecían sacados de la libreta de un cronista
con muy buen sentido del humor.
Puebla era un hombre sencillo, y sus únicos objetos de valor eran su guitarra y su armónica. El paradigmático Camilo Cienfuegos
reconoció esa humildad, y en algún encuentro lo saludó con un “¡vas bien, Carlos!”. El músico nunca olvidó ese día, como tampoco
el 28 de octubre de 1959, cuando Fidel Castro anunció la inexplicable desaparición de Cienfuegos.
Tiempo después, Carlos Puebla sentenció que la muerte de Camilo había sido “el primer gran dolor del pueblo de Cuba”, y no
encontró mejor forma de expresar su sufrimiento que a través de una de sus canciones.
El 3 de octubre de 1965, una vez Fidel Castro terminó de leer la carta de despedida del “Che”, que aseguraba que el argentino se
encontraba en algún país del mundo haciendo la revolución, Carlos Puebla entendió que había llegado la hora de decir adiós a
Guevara. Así, compuso “Hasta siempre, comandante”, un tema muy popular a nivel mundial, pero del que sus admiradores suelen
no conocer la verdadera autoría.
La carrera musical de Carlos Puebla da cuenta de más de setenta canciones dedicadas a Cuba, y aunque muchas de ellas hablan
de reforma agraria y política, su melodía trasciende su contenido. Puebla no solo se ganó a su pueblo gracias a la letra de sus
temas, sino también por el talento con el que los interpretaba.
Cuba tuvo en Carlos Puebla a un músico genial y a un sencillo campesino; nunca nadie dudó de su humildad, esa que aprendió de
joven, y que aún después de la muerte, su epitafio en Manzanillo le logra recordar:
Yo soy esto que soy,
un simple trovador que canta.
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El filme ganó en el Festival de Cine de Locarno (Suiza)
“Siembra”: un ritual de la pérdida
Este jueves se estrenó en las salas de cine del país la película colombiana “Siembra”. Su codirectora, Ángela Osorio,
cuenta cómo fue el proceso de creación y producción de la cinta.
Por: Camila Builes / El Espectador
César Acevedo, director de “La tierra y la sombra”, participó en la producción de “Siembra ”como foto fija. / César Acevedo
¿De dónde surge la historia que vemos relatada en “Siembra”? Surgió de un proceso de reflexión que iniciamos con dos
amigos, Carlos Hoyos y Juan David Velásquez, sobre el concepto del desplazamiento. En este proceso nos interesaba, en primer
lugar, el término mismo de desplazado, pensando en qué momento se deja de serlo, cuando más que un evento específico es una
experiencia que lleva siempre la persona. En segundo lugar, veíamos las migraciones como una forma en la que se confirman y
transforman las sociedades; sin embargo, en el caso del desplazamiento, la movilidad forzada genera un sentimiento de desarraigo,
pues lo que se dejó no es sólo un espacio físico sino también un espacio cultural y social. De este proceso de investigación
empezamos a construir una historia que, a través de Turco, nos presentara una forma de confrontar el desarraigo, de hacer duelo
y cerrar heridas para volver a sembrar en otro lugar.
¿Cómo transformaron una investigación académica en un guion de ficción? El proceso de investigación previo nos ayudó a
concretar un punto de vista sobre el tema. Después de este ejercicio, el guion fue un proceso de transformar este punto de vista al
lenguaje cinematográfico, haciendo uso de dispositivos, narrativa y dramática que lograran comunicar a través de la película ese
punto de vista que teníamos sobre el fenómeno del desplazamiento, el desarraigo y el duelo.
¿Qué los llevó a tomar la decisión de utilizar actores naturales? En la búsqueda de los actores priorizamos encontrar personas
con experiencia artística en cine, teatro y/o música. Turco es interpretado por Diego Balanta, a quien conocemos desde hace más
de 10 años como músico y cantautor. Celina es interpretada por Inés Granja, otra autora de música tradicional del Pacífico. En
términos generales, dimos mucha prioridad a su experiencia en los procesos artísticos, a la confianza mutua, para desarrollar los
personajes.
¿Cómo lograron que Diego Balanta se acercara al papel del Turco? A Diego Balanta lo conocimos cuando realizamos un
documental sobre la música del Pacífico colombiano. En una versión avanzada del guion buscamos darle rostro al personaje de
Turco y pensamos en él por su capacidad de transformar la música en un discurso. En la preproducción realizamos casting, pero
nos dimos cuenta de que Diego era la persona indicada para estar en Siembra, pues no sólo daba un rostro a ese personaje escrito
en el guion, sino también un carácter a través del cuerpo y de las acciones. El trabajo desarrollado con Diego fue fundamentalmente
desde el lenguaje de dirección, basado en la confianza que ya previamente teníamos con él y en la construcción de entornos
dramáticos para cada escena que ayudaran a generar la emotividad y la reacción de ese personaje en cada escena.
¿Cómo fue su acercamiento a José Luis Preciado, Carol Hurtado y Jota Ramos, bailarines y músicos, y cómo llegaron
a ser parte del elenco de “Siembra”? José Luis fue el último actor que concretamos. Lo conocimos en un evento de bailes
urbanos, y de su relación con lo artístico nos llamó mucho la atención su arraigo con la ciudad. También su aspecto físico y su
carácter. Con el desarrollamos un ejercicio de compartir y conocer su mundo para integrarlo a la película, haciendo de nuevo esto
que se había convertido en una máxima, como en la interpretación artística, y era no solamente que los actores dieran rostro sino
que también dieran carácter a los personajes. A Jota Ramos lo conocíamos por un proyecto previo de intervención en el norte del
Cauca. Nos gustaba mucho la coincidencia que tenía con el personaje de la película, en tanto una persona digamos emprendedora
y con un alto sentido de lo social y lo colaborativo. Carol comparte con Jota la pasión por la música y tienen un grupo que se llama
Haga Que Pase. Cuando hicimos el casting nos gustó mucho que había química entre esos dos personajes, en especial nos gustó
mucho cómo Carol, siendo una actriz de profesión y de teatro, lograba tener esa frescura para interactuar y esa sensibilidad para
conectarse con los otros personajes.
¿Por qué optaron por el blanco y negro para traer al cine esta historia del desarraigo? El blanco y negro en la película es
una estrategia retórica. Intentamos que de alguna manera nos hiciera sentir que nos están quietando algo, en este caso el color,
para reflexionar acerca del desarraigo. La fortaleza reflexiva que tiene la imagen cinematográfica no está dada exclusivamente en
recortar la realidad, sino en la pertinencia del desarrollo de un lenguaje que logre comunicar eso que unos autores están viendo
sobre esa temática. Al suprimir el color notamos que se hacían relevantes otros elementos, además de lo reflexivo se hacían
relevantes las texturas, se hacía relevante pensar que el mundo no está en blanco y negro sino en escala de grises.
¿Cuál es la importancia que tienen la música y el baile en la historia? “Siembra” es una película sobre el duelo, y es
importante entender el duelo no solamente como un canto a la muerte sino también un baile para la vida. El duelo es también un
ritual, y en los rituales tanto la música como el baile son muy relevantes para la evolución corporal y emocional.
¿Por qué “Siembra” es un duelo que cuesta la vida? Siembra es un duelo que cuesta la vida porque nos presenta un rito que
permite ver que los duelos no solamente son una despedida ante un muerto sino un llamado para continuar viviendo. Es una doble
dimensión del duelo, que puede implicar enterrar a alguien en un lugar y no verlo con vida nunca más, pero también plantar una
semilla para poder crecer de nuevo en otro espacio. Cantar a la muerte para despedir a alguien, pero también puede ser un baile
entre dos personas para confrontarse.
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En 2016 la Fundación del Bambuco Colombiano con sede en Pereira,
realizará el 25º Concurso Nacional del Bambuco.
Los interesados en participar, pueden descargar la Convocatoria y el Formulario de Inscripción desde la página
web www.concursonacionaldelbambuco.org
En el presente año el Concurso entregará premios por un valor de 29 millones de pesos en efectivo, además de premiar con
instrumentos construidos por lutieres de gran tradición en el país al mejor tiplista, guitarrista y bandolista del certamen.
La Convocatoria está abierta para las siguientes modalidades: Expresión Autóctona (en esta modalidad se inscriben solistas, duetos
y grupos mixtos sin formación académica), Solistas, Duetos y Grupos Mixtos; importante también resaltar el concurso de obra
inédita, para aquellos bambucos nuevos que no han sido interpretados en público ni se ha realizado su difusión por ningún medio
de comunicación. Mayor información en el teléfono (6) 324 43 77 de Pereira en horario de oficina.
La fecha de cierre de la convocatoria está prevista para el día 19 de agosto de 2016.
El 25º Concurso Nacional del Bambuco se realizará en el teatro Santiago Londoño de Pereira los días 4, 5 y 6 de noviembre.
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La Torre de Babel en Bucaramanga
Esta intervención arquitectónica, emplazada en el Museo de Arte Moderno de Bucaramanga, podrá ser visitada hasta
el 31 de abril.
Por: Redacción Vanguardia Liberal
El “nuevo edificio” del Museo de Arte Moderno de Bucaramanga está totalmente diseñado siguiendo la obra La Torre de Babel,
pintada por el maestro Peter Brueghel, el Viejo, en 1563. La interpretación del diseño de la obra, que recoge en planos técnicos
dicha pintura, es obra del maestro en artes plásticas y arquitecto Claudio Beltrán Quesada, apoyado por el arquitecto Sergio
Granados Parra y los estudiantes de la facultad de Arquitectura de la Universidad Santo Tomás, próximos a graduarse, Fabián Bravo
y Andrés Felipe Álvarez.
Un hecho cultural
El proyecto se compuso de manera que todos los habitantes de la Ciudad puedan apropiarse de él: recorrer la torre, atravesarla y,
si es el caso, disfrutarla, como se disfruta un espacio público, para después acceder al Jardín de las Delicias y a las oficinas del
Museo, que quedarían en la parte antigua.
Era claro que un proyecto que pretendía ser transformador, estética y espacialmente, de una zona no podía limitarse exclusivamente
a ella. Debía también concebirse como un hito para toda la ciudad, como debería serlo toda obra arquitectónica: una síntesis
inteligente de vivencias, conocimientos, pasiones y nostalgias, conformando un hecho cultural que mejorara el espacio público de
la Ciudad. Justamente esta fue la intención al componer la Torre de Babel en el Museo: hacer un proyecto que por sus cualidades
formales y ambientales pudiera llegar a emocionar, a ofrecer un espacio renovado y activo, social y culturalmente.
La pintura de Brueghel, notable en el arte de todos los tiempos, es trasladada a un edificio que une la ficción con la realidad, base
de toda creación surrealista, o al pensamiento base del realismo mágico contenido en la literatura moderna latinoamericana. Se
proponen, pues, espacios que emocionen, que se aprehendan con la visión, pero también con el aroma y el tacto, con el silencio y
el sonido, la luminosidad y la penumbra y la transparencia que se recorre y que permite descubrir espacios que produzcan hechos
sorpresivos, como reflejos y sombras, transparencias y escapes visuales, unidad en la diversidad.
La Torre de Babel intenta demostrar que es posible hacer para Bucaramanga propuestas arquitectónicas y espaciales que
contradigan la tendencia al olvido de los atributos de materiales que tanto hemos usado en la antigüedad, como piedra, tapia pisada
y madera, y volverlas otra vez, como dijo Gastón Bachelard, “nuestro rincón que conserva los recuerdos y la emoción del mundo”.
Es posible soñar un volumen arquitectónico abierto a la ciudad, y construirlo con nuestros materiales de siempre; un edificio que
por su excentricidad se convierta en hito arquitectónico y atracción turística. Que la unidad y la variedad de un proyecto, mezclado
con el material que tiene sus propios atributos y exigencias formales, por sus formas variadas, por la luminosidad y los reflejos del
material, las escalas y las medidas, ofrezca a la ciudad una obra respetuosa, armónica y bella, homenaje a maestros universales
del arte: Pieter Brueghel e Hieronymus Bosch, el Bosco.
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Dos años sin Gabo
Heriberto Fiorillo / El Tiempo
Su magnífica obra literaria lo mantendrá en este mundo por siempre.
García Márquez dijo alguna vez que ser inmortal era su gran ilusión. El escritor murió hace dos años, pero su magnífica obra literaria
lo mantendrá en este mundo por siempre.
Gabo tenía un miedo ancestral: ser enterrado vivo. Desde su primer cuento, ‘La tercera resignación’, el tema de la muerte vertebró
su obra entera, en la que el mundo de los vivos y el de los muertos pertenecen a un solo espacio de realidades y ficciones, desde
el que cuenta un narrador muerto vivo, como ocurre en el ‘Pedro Páramo’ de su maestro, Juan Rulfo.
La muerte, que asustó al nobel por primera vez al fallecer su abuelo, es presencia y espacio permanente de sus novelas y cuentos,
desde títulos que la consolidan, como ‘Crónica de una muerte anunciada’, ‘La otra costilla de la muerte’, ‘El ahogado más hermoso
del mundo’, ‘Muerte constante más allá del amor’ y ‘Los funerales de la mama grande’.
Si resumimos sus novelas, ‘La hojarasca’ es la historia de un viejo que lleva a su nieto a un entierro; ‘Cien años de soledad’ narra
el proceso de deterioro y las muertes de siete generaciones de los Buendía en Macondo; ‘El otoño del patriarca’, el deterioro y las
muertes de un dictador del Caribe; ‘El amor en los tiempos del cólera’, una historia de amores y de muertes en la que por fin gana
el amor.
‘La siesta del martes’, considerado por Gabo su mejor cuento, dedicado a Mercedes Barcha, su cocodrilo sagrado, brota de la imagen
de una mujer y de una niña vestidas de negro y con un paraguas negro, caminando bajo un sol ardiente en un pueblo desierto. Las
dos buscarán en el cementerio la tumba de su esposo y padre, muerto a disparos mientras intentaba entrar en la casa de una
viuda.
Al principio de ‘Cien años de soledad’ Macondo no existe porque la tribu del primer José Arcadio no ha tenido su primer muerto. En
su análisis de esta novela, el crítico Dieter Janik afirma que el narrador de esta relata desde una psiquis en la que están enraizadas
de manera imborrable ciertas experiencias existenciales. El relato se desenvuelve desde una muerte anticipada, una experiencia
que se extiende a la vida, como si esta discurriera dentro de la muerte.
Desde la perspectiva del narrador, la vida normal es un estado intermedio entre otra vida más larga y la muerte, una muerte-vida
con un narrador omnisciente e inmortal. Por eso, las acciones de los Buendía no son sino la realización y puesta en práctica del
destino y de la catástrofe, consignados con antelación en los pergaminos de Melquíades.
En 1995, Gabo conversó con el periodista argentino Rodolfo Braceli.
–De tal madre, tal astilla, le dijo Braceli. Usted tiene a quien salir.
–Sí –respondió Gabo–, porque para nosotros la realidad no es la realidad concreta, escolástica, de que si usted se golpea aquí, se
rompe la cabeza. Esa es la realidad, pero también son realidad los muertos que salen, los desaparecidos, las magias, Dios, los
milagros, todo. ¡Todo! No hay una frontera. Se pasa de una cosa a la otra. Y mi madre vivió siempre, más que nadie, en eso.
En el 2006, año en el que empezó a notarse su pérdida de memoria, Gabo le dijo al periodista español Xavi Ayén, autor de ‘Aquellos
años del Boom’: “De hecho, ya tampoco me despierto por la noche asustado, tras haber soñado con los muertos de los que me
hablaba mi abuela en Aracataca, cuando era niño, y creo que eso tiene que ver con lo mismo, con que se me acabó el tema”.
Pocos recuerdan el cuento que García Márquez estuvo intentando alguna vez: ese que narraba la historia de un hombre que debía
morir en el preciso instante en que terminase de escribir su última frase. Gabo pensó entonces que aquello podría sucederle a él y
mató ese cuento para siempre.
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Los 44 recomendados de la Feria del Libro
SEMANA presenta sus sugerencias de libros para tener en cuenta en la próxima Feria del Libro de Bogotá. Hay de
todos los géneros y para todos los gustos.
Ilustración: Elkin Hernández
NOVELA
Historia oficial del amor / Ricardo Silva Romero / Alfaguara / 530 páginas. Daniel Samper Ospina lo define como una antología
de días memorables en la historia de las dos familias del autor, los Silva y los Romero. Pero este libro es también la reconstrucción
de algunos acontecimientos de la historia reciente de Colombia, como la época de violencia en los años ochenta, desde una
perspectiva muy propia.
La melancolía de los feos / Mario Mendoza / Planeta / 224 páginas. Una novela que habla de la amistad, el deseo y la memoria
como salvavidas a la pérdida de rumbo. Mendoza crea a León Soler, un hombre muy conforme con su vida, que un día recibe una
extraña carta sin remitente. La epístola lo lleva a conocer a Alfonso Rivas, un enano y jorobado que, sin saberlo, lo salva del abismo.
Consumidos /David Cronenberg / Anagrama / 360 páginas. Uno de los más importantes directores de cine de finales del siglo
XX incursiona en la literatura. Su primera novela se centra en la investigación de un asesinato que emprenden dos periodistas, cada
uno por su lado. En esa búsqueda descubrirán que su identidad se ha perdido en medio de tanto consumo tecnológico.
Estimado Señor M / Herman Koch / Salamandra / 416 páginas. Una historia de amor y crimen con la inconfundible pluma del
escritor holandés, uno de los invitados a la Filbo. El libro narra cómo Herman y Laura se ven involucrados en la muerte del examante
de ella. Un famoso reportero, el señor M, los responsabiliza del crimen. ¿Fueron ellos los culpables?
Archipiélagos / Abilio Estévez / Tusquets Editores / 464 páginas. El autor involucra a sus lectores en una historia sobre la tiranía.
Corre 1933 y en medio de la huida del general Gerardo Machado, un presidente déspota, contra quien está todo el pueblo cubano,
un joven presencia un asesinato en un pantano cerca a su casa. Y con el tiempo los cabos comienzan a unir el hecho con la fuga
del presidente.
Para acabar con Eddy Bellegueule / Édouard Louis / Salamandra / 192 páginas. “Salí corriendo de repente. Solo me dio tiempo
a oír a mi madre, que decía, pero ¿qué hace ese idiota? No quería estar con ellos, me negaba a compartir con ellos ese momento”.
En un intento del autor por entenderse a sí mismo, Édouard Louis cuenta su propia historia: la de un chico que huye de su familia
y de su clase social.
El tigre en la vitrina / Alki Zei / Babel / 110 páginas. En 1936 se instala un gobierno fascista en el mismo país donde surgió la
democracia. Melia, una niña que sueña con ser escritora, se embarca en un viaje de historias en compañía de un tigre que tiene un
ojo negro y el otro azul. El tigre es creado por un revolucionario que denuncia a la tiranía mediante fantasías.
Allí (There) / Leonardo Patrignani / Ediciones B / 381 páginas. Verónica, la protagonista de esta historia, presencia la muerte
de su madre a manos de un ladrón. El profundo anhelo de reencontrarse con su ser querido la lleva a investigar si hay un lugar
después de la muerte. El compositor y escritor italiano explora en esta obra la posibilidad de que efectivamente exista el más allá.
La distancia que nos separa / Renato Cisneros / Seix Barral / 355 páginas. Las cosas parecen según como se miren, y eso es
justo lo que hace Renato Cisneros en esta novela. El escritor abre su libro genealógico para contar al personaje que es su padre:
Luis Federico Cisneros, el Gaucho, el ministro de Guerra más polémico del gobierno peruano, el militar más odiado por la izquierda
latinoamericana de los años setenta.
El dinero de Hitler / Radka Denemarková / Galaxia Gutenberg / 206 páginas. “Impotente. Condenada a esperar quien hace el
último gesto”. La guerra ha terminado y Gita Lauschmannová, judía de 16 años, regresa a su casa luego de haber estado en
Auschwitz, donde murió su familia. Al abrir la puerta ve unas personas reunidas en el comedor que aseguran ser dueñas de la casa
y la expulsan.
El hombre que soñaba películas en blanco y negro / R. H. Moreno-Durán / Alfaguara / 276 páginas. Moreno-Durán describió
con humor y espíritu crítico los enredos políticos y la relación con la prensa en 1942 durante la Segunda Guerra Mundial. Un
ambiente de sorpresivos encuentros que llevan a Orson Welles a Bogotá y hacen que se involucre en el ambiente conspirativo de
la época.
Los hijos de la fiesta / Andrés Hoyos / Libros Malpensante / 29 páginas. La undécima novela de este escritor y periodista,
cofundador de la revista El Malpensante, desentierra dos periodos de la historia de Colombia. El primero avanza entre 1940 y 1984
y el segundo abarca de 1985 hasta 1995. En ese trayecto se construyen los relatos de amor y de linaje entre diferentes familias de
la burguesía bogotana.
RELATOS
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Pecado / Laura Restrepo / Alfaguara / 352 páginas. El nuevo libro de Laura Restrepo es un retrato del mal a partir de los
personales de El jardín de las delicias, la gran obra de El Bosco. La escritora colombiana, en ocho relatos –que involucran asesinato,
incesto e indiferencia–, lleva a sus personajes a enfrentarse con el límite de su moral y la concepción que tienen del mal.
El expreso del sol / Tomás González / Grupo Planeta / 172 páginas. Este escritor se ganó un lugar en la literatura nacional
desde su primera novela, Primero estaba el mar. Su nueva obra se compone de diez cuentos que abordan temáticas universales
como el amor, la familia, el desplazamiento y el destino desde la perspectiva de personajes que viven situaciones aparentemente
corrientes.
La composición de la sal / Magela Baudoin / Ícono / 120 páginas. Un libro de cuentos en el que la autora trata los recuerdos
y las evocaciones como esperanzas. Historias tan reales que casi rompen con la idea de la ficción de la literatura.
Terceto / Pablo Montoya / Random House / 280 páginas. Pablo Montoya en este volumen reúne tres libros: Viajeros (1999), un
relato que escribió cuando estaba en París; luego, Trazos (2007), una breve y poética historia de la pintura, y Programa de mano
(2014). Según el propio autor, los tres libros “se hermanan por la base histórica que los sustenta y la atmósfera poética que los
alienta”.
El cazador de historias / Eduardo Galeano / Siglo del Hombre / 268 páginas. “Siguen soñando las pulgas con comprarse un
perro y los nadies con salir de pobres”. Así como en este verso, en su libro póstumo Eduardo Galeano muestra con crudeza, humor
y ternura las realidades de la América que retrató en toda su obra. En El cazador, que escribió un año antes de morir, Galeano
también se devela a sí mismo, dando pistas de su biografía.
ENSAYO Y CRÍTICA
Adiós a las Farc, ¿y ahora qué? / Claudia López / Debate / 660 páginas. La senadora Claudia López vuelve a su faceta de
periodista para responder a la pregunta ¿qué viene luego de la firma de paz con las Farc? Su análisis se vuelve imprescindible para
quienes quieren conocer los desafíos del posconflicto, sin importar sus orillas políticas, pues propone los pasos a seguir para
mantener la paz en Colombia.
¿Por qué fracasa Colombia? / Enrique Serrano / Grupo Planeta / 259 páginas. “Partiré de la afirmación de que las raíces de la
Colombia de hoy no empezaron en 1810, ni en 1819, ni con Bolívar, Santander o Nariño”. Así inicia el escritor Enrique Serrano –
ganador del Premio Juan Rulfo en 1996– este ensayo donde reflexiona sobre los factores, como la Iglesia, la contribución árabe y
judía y la colonización, que influyeron en la formación de una frágil y fracasada identidad colombiana.
La imaginación moral: el arte y el alma de la construcción de paz / John Paul Lederach / Semana Libros / 352 páginas
Este experto en mediación, que ha estudiado más de 600 procesos de paz en el mundo y que trabaja frecuentemente en Colombia,
explica cómo para trascender los ciclos de violencia que subyugan a una comunidad no hay nada más fundamental que la
imaginación moral.
Historia económica de Colombia / José Antonio Ocampo / Fondo de Cultura Económica / 400 páginas. Agricultura, economía
cafetera, minería, industrialización, comercio exterior, deuda externa y finanzas públicas son los temas que Ocampo recopila en un
conjunto de ensayos de expertos. El libro dibuja el panorama del desarrollo económico de Colombia desde el periodo colonial hasta
nuestros días.
El fraude del arte contemporáneo / Avelina Lésper / Libros Malpensante / 86 páginas. La crítica de arte y escritora mexicana
cuestiona el arte actual y a partir del análisis de varias obras se pregunta por la pertinencia y el valor real de muchas de ellas. Este
libro hace eco de sus polémicas declaraciones sobre el fraude que para ella resultan ser las obras de arte que están sostenidas en
el mercado y una burbuja de precios.
ILUSTRADOS
Nos vamos / Powerpaola / La Silueta / 164 páginas. Las historietas y dibujos de Paola Gaviria, conocida como Powerpaola, son
un referente de América Latina. La artista presenta su segunda novela gráfica, una serie de historias y apreciaciones capturadas en
sus viajes por Buenos Aires, Bogotá, Salta y Potosí, entre otras.
Caminos condenados / Diana Ojeda, Pablo Guerra, Henry Díaz y Camilo Aguirre / Cohete Cómics / 88 páginas. Esta novela
gráfica muestra cómo se vive el despojo en Montes de María, una subregión del Caribe colombiano que sufrió durante 20 años los
embates del conflicto armado y en la que el fenómeno del desplazamiento forzado se sigue viviendo cotidianamente. Este libro es
producto de una investigación del Centro de Estudios en Ecología Política y la geógrafa Diana Ojeda.
Las publicaciones revolucionarias
Compilación de nueve títulos / La Silueta. Este proyecto es el producto de cuatro meses de trabajo y diálogos entre editores y
nueve artistas diferentes en el parqueadero de la biblioteca Luis Ángel Arango. En total se construyeron nueve títulos que varían
en su extensión (entre 20 y 40 páginas). Entre los artistas que participaron se encuentran Lucas Ospina y Gabriela Pinilla.
LITERATURA INFANTIL
El señor Finney y el mundo patas arriba / Laurentien van Orange / Taller de Edición Rocca / 96 páginas. La princesa Laurentien de
Holanda, invitada especial a la feria, escribe la historia de El señor Finney, para que los niños del mundo cuiden la naturaleza. En
esta, Finney emprende un viaje que lo obligará a vivir como se vive en el planeta Tierra.
El tiempo de mi casa / Samuel Castaño Mesa / Tragaluz / 44 páginas. Este libro, ilustrado por el propio escritor, relata la vida
de una familia cuyas actividades trascurren alrededor de un reloj de pared. La historia se construye a través de la voz de un niño,
el nieto, capaz de percibir la importancia del tictac que marca la cotidianidad de su abuelo y los demás miembros de la casa.
La guerra y la paz (píldoras de filosofía) / Brigitte Labbé, Michel Puech / Panamericana / 42 páginas. Con el mismo nombre
de la obra cumbre de León Tolstoi, Guerra y paz, la escritora francesa Brigitte Labbé y el filósofo Michel Puech invitan a los niños
mayores de 8 años a reflexionar sobre un asunto que generalmente les cuesta comprender: ¿por qué hay tantas guerras si en la
Tierra la mayoría de la gente quiere la paz?
BIOGRAFÍAS
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Vigías del Patrimonio
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Orgullo de Santander para Colombia
El hombre en construcción / Maxim Februar / Ícono / 112 páginas. Durante un otoño, la escritora del libro, Marjolijn, decidió
convertirse en hombre, Maxim Februari. Pero esta no es solo su propia historia: el autor también aborda temas como los efectos
de la testosterona, la alteración de los genitales y la intimidad sexual de los transgénero.
Instrumental: memorias de música, medicina y locura / James Rhodes / Rey Naranjo / 288 páginas. James Rhodes, famoso
pianista nacido en Londres en 1975, cuenta en esta obra autobiográfica –que vio la luz luego de que el Tribunal Supremo del Reino
Unido levantó el veto sobre la misma– cómo su pasión por la música clásica fue el único escape al recuerdo de una violación de la
que fue víctima cuando niño, que lo condujo a una etapa de adicciones y varios intentos de suicidio.
PERIODÍSTICOS
Botellas de náufrago / Alberto Salcedo Ramos / Luna Libros / 376 páginas. Uno de los cronistas más importantes en América
Latina publica este nuevo libro de relatos que hablan sobre todos los asuntos que pueden tocar la vida de un ser humano: la
memoria, los abrazos, la tecnología, el mar, la muerte, la música, los errores, el conflicto, el fútbol, la vejez, la infancia y el dolor,
entre muchos otros.
El tiempo por cárcel / Roberto Pombo / Debate / 278 páginas. El director de El Tiempo, uno de los periodistas colombianos de
mayor trayectoria, conversa con el escritor Juan Esteban Constaín sobre los episodios más notables de su carrera, muchos ocurridos
en coyunturas difíciles para el país y rodeado de los personajes más importantes de la sociedad nacional.
Los muchachos de zinc / Svetlana Alexiévich / Debate / 336 páginas. La ganadora del Nobel de Literatura 2015 da voz a los
auténticos protagonistas de la guerra afgano-soviética (1979-1989) a través de testimonios que muestran las secuelas de la guerra.
Su obra ha sido catalogada como aquello que ni siquiera un relato de ficción ha logrado: hacer de la guerra algo omnipresente,
personal y real.
Cazadores de planetas: en busca de vida extraterrestre / Lucas Ellerbroek / Semana Libros / 312 páginas. Ellerbroek,
astrónomo y escritor, lleva a los lectores a un fantástico viaje por el espacio, la historia y el futuro. Es una mezcla entre relatos de
nerdos, descubrimientos de planetas y estrellas, la búsqueda de vida extraterrestre y la historia de una disciplina académica.
Mourinho Rockstar. Las dos caras del entrenador más polémico del mundo / Luis Aguilar / Semana Libros / 152 páginas
Luis Aguilar, el narrador de las historias del fútbol, se lanza ahora con una biografía profesional y pasional de Mourinho. Contrastando
al entrenador con antihéroes de la televisión, cuenta cómo un exfutbolista frustrado se convirtió en uno de los entrenadores más
ganadores del fútbol europeo. Y también el más odiado.
Los tuits del papa: una revolución espiritual en 140 caracteres / Michael J. O’Loughlin / Semana Libros / 240 páginas
Este escritor independiente, que discute en sus artículos la actualidad del mundo católico y su papel en la política, devela en este
libro, compuesto por 18 capítulos, quién es el papa Francisco, cómo ha conquistado 21 millones de usuarios que lo siguen en su
cuenta de Twitter y se ha convertido en uno de los personajes más influyentes del siglo XXI.
Inmigrantes / Cinco títulos / El Peregrino Ediciones. Se cumplen cinco años de esta colección que invita a escritores a contar
sus experiencias de viaje (en Londres, o San Francisco) y la intimidad que se construye al llegar como inmigrante a algún lugar.
“Estas historias demuestran que no hay nada como mirar lo local con curiosidad y emoción, para comprobar que la Tierra no es
plana como la pantalla de un computador”.
Afuera está la guerra / Janny van der Mole / Intermedio Editores / 168 páginas. En diez episodios, la escritora y periodista
holandesa narra de manera fidedigna la vida de Ana Frank, desde sus primeros años hasta su historia atravesada por la Segunda
Guerra Mundial. Esta obra ilustrada incluye fotos de la familia Frank.
INVESTIGACIÓN
Los mitos de la música nacional / Óscar Andrés Hernández / Editorial Pontificia Universidad Javeriana / 240 Páginas. Esta
investigación se centra en las transformaciones que durante los años treinta y sesenta se dieron en la música popular colombiana y,
a la vez, cuenta cómo la música se extendió por todo el país y relegó a los ritmos andinos.
Catálogo de plantas y líquenes de Colombia / Rodrigo Bernal, S. Robbert Gradstein y Marcela Celis (Editores) / Editorial
UN (Universidad Nacional) / 3.060 páginas, 2 volúmenes. Es la obra botánica más extensa y completa de Colombia. Este catálogo
documenta 27.861 especies de plantas y líquenes que crecen en el país y es el resultado del trabajo de 180 especialistas,
provenientes de 20 países, durante 13 años. La investigación está basada en datos obtenidos por varias generaciones de botánicos.
DE COLECCIÓN
Álbum del sagrado corazón del cine colombiano / Hugo Chaparro Valderrama / Semana Libros / 280 páginas. Este escritor y crítico
de cine creó una obra de consulta que cuenta, película a película, las vicisitudes de hacer cine en Colombia desde comienzos del
siglo XX. Es un libro que cualquier interesado en la cultura colombiana debería tener a la mano.
100 años del vallenato
Daniel Samper Pizano y Pilar Tafur / Aguilar / 232 páginas. En 1997, Pizano y Tafur publicaron una de las investigaciones
más exhaustivas sobre vallenato que existe en Colombia. Los periodistas, ambos nacidos en Bogotá, pero con un gran amor hacia
este género musical, realizaron una antología que incluía un libro y una colección de los que consideran los 100 mejores vallenatos
de la historia. Hoy, Aguilar presenta una reedición de este libro que incluye 6 CD y 107 cantos.
Obra negra / Gonzalo Arango / Fondo Editorial Eafit / 368 páginas. Esta es la tercera edición del libro del poeta y fundador del
Nadaísmo, Gonzalo Arango. La primera edición de Obra negra salió en 1974 y la segunda en 1993, con algunos textos inéditos.
Esta tercera edición inaugura la colección Biblioteca Gonzalo Arango del Fondo Editorial Eafit y Otraparte.
New Order, Joy Division y yo / Bernard Sumner / Sexto Piso / 376 páginas. “Esta es la historia de cómo Joy Division y New
Order situaron a Mánchester en el mapa de la música y de la posteridad”. El autor, guitarrista y miembro fundador de New Order
una de las bandas pioneras del pop electrónico, cuenta en este libro los capítulos más importantes en la historia de la banda y cómo
la pasión por la música los llevó al éxito a pesar de sucesos tan trágicos como el suicidio de Ian Curtis, fundador del grupo.
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Festivalito Ruitoqueño de música colombiana
Vigías del Patrimonio
Patrimonio Cultural de Santander - Patrimonio Cultural de Floridablanca
Orgullo de Santander para Colombia
Llega a la UNAB el V Encuentro de Investigación Musical
El 27 de abril a partir de las 8:00 a.m. en el Auditorio de Ingenierías ‘Jesús Alberto Rey Mariño’, se realizará el V Encuentro de
Investigación Musical, que abordará el tema “Música e Interdisciplinariedad”.
Este evento es un encuentro entre estudiantes, docentes, egresados e investigadores de nuestra Universidad y de otras instituciones
educativas de la ciudad, que buscan ampliar y aportar sus conocimientos alrededor del arte musical a partir de procesos de
investigación.
Para el encuentro de este año –y a propósito de la recién creada Facultad de Ciencias Sociales, Humanidades y Artes que reúne
estudiantes de Educación, Comunicación Social, Artes Audiovisuales, Literatura, Gastronomía y Música –, se abordará el tema
“Música e interdisciplinariedad”, como una oportunidad de conocer los proyectos desarrollados en este sentido e incentivar la
búsqueda de “pre-textos” que favorezcan la investigación formativa y en sentido estricto en nuestra comunidad académica.
Invitados especiales:
Carolina Santamaría Delgado
Maestra en Música de la Pontificia Universidad Javeriana, MA y PhD en Etnomusicología de la Universidad de Pittsburgh, con
certificados en Estudios Culturales y Estudios Latinoamericanos. Desde el 2003 colabora frecuentemente con el sello discográfico
académico Smithsonian Folkways Recordings en la traducción de textos de varios de los discos de su catálogo. Autora de varios
artículos en revistas nacionales e internacionales, actualmente participa en varios proyectos editoriales como la revista Cuadernos
de Música, Artes Visuales y Artes Escénicas y la colección Culturas Musicales en Colombia. También es miembro del comité editorial
de TRANS – Revista Transcultural de Música y del equipo editorial de IASPM-LA. Recientemente publicó un libro basado en su tesis
doctoral, Vitrolas, rocolas y radioteatros: Hábitos de escucha de la música popular en Medellín, 1930-1950 (Bogotá: Editorial
Pontificia Universidad Javeriana y Banco de la República, 2014) y otro en coautoría con otros tres investigadores (Manuel Sevilla,
Juan Sebastián Ochoa y Carlos Eduardo Cataño) titulado Travesías por la tierra del olvido: Modernidad y colombianidad en la música
de Carlos Vives y La Provincia (Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2014), merecedor del premio Alejandro Ángel
Escobar 2015 a mejor investigación en Ciencias Sociales y Humanas. Actualmente se desempeña como docente investigadora en
el Departamento de Música de la Universidad de Antioquia.
Alejandro Tobón Restrepo
Doctor en historia de América Latina, magister en estudios latinoamericanos y licenciado en Educación Musical. Docente de música
de la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia. Co-fundador y coordinador del Grupo de Investigación Músicas Regionales
de la misma universidad. Su amplia producción artística y científica incluye participación como ponente, ponente magistral y
organizador de congresos, simposios y eventos de investigación en música, artículos en revistas científicas, capítulos de libros y
libros resultado de investigación tales como: "Toques y retoques: reflexiones sobre la enseñabilidad de los instrumentos de cuerda
tradicionales de Colombia" (2015) en coautoría con Héctor Rendón Marín con quien también publicó "Tiple Bandola. Discusiones
sobre grafías para cordófonos colombianos." (2013); "El río que baja cantando: estudio etnomusicológico sobre romances de
tradición oral del Atrato medio" (2015) en coautoría con Federico Ochoa Escobar, Sara López Marín, Julián Serna Gallego; "Encanto de ranas: canciones infantiles de Colombia a dos voces" (2010); "Arrópame, que tengo frio. Romances del medio Atrato"
(2009) en coautoría con Claudia Gómez Suárez, entre otros.
Para mayor información comunicarse con Magnolia Mejía al 6436111 ext 199 o al correo electró[email protected]
V ENCUENTRO DE INVESTIGACIÓN MUSICAL - Música e interdisciplinariedad
PROGRAMACIÓN
27 de abril de 2016
Auditorio “Jesús Alberto Rey Mariño”
HORARIO
7:30 am
08:00 am
TÍTULO DE LA PONENCIA
Registro de asistentes
Saludo de Bienvenida
08:15 am
La escuela de música decolonizada: saberes musicales
y diálogo transdisciplinar para la universidad
latinoamericana contemporánea
De la música y sus ecos; correspondencia y encuentros
entre literatura y música
09:15 am
09:35 am
RECESO
10:10 am
Análisis de incentivos a la producción académica de los
músicos profesores universitarios.
La música, que es como la vida
PONENTE
Hall del auditorio
Rafael Ángel Suescún Mariño - Director Programa
de Música UNAB
Carolina Santamaría Delgado
Docente Universidad de Antioquia
Santiago Emilio Sierra Ruiz
Estudiante Literatura Virtual – Docente Programa
de Música UNAB
John Eduard Ciro Gómez- Docente Música UIS,
Luisa Fernanda Arenas – Estudiante Escuela de
Economía UIS
Alejandro Tobón Restrepo -Docente Universidad
de Antioquia
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Vigías del Patrimonio
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Orgullo de Santander para Colombia
11:10 am
El Padre Juan de Jesús Anaya Prada O.F.M y su aporte
al patrimonio musical santandereano.
11:30 am
Presentación musical
RECESO
2:00 pm
2:30 pm
2:50 pm
3:10 pm
3:30 pm
3:50 pm
Taller: Elementos para la presentación de proyectos de
investigación
La música; herramienta pedagógica para un trabajo
interdisciplinario
Ambientes Virtuales de Aprendizaje (AVA): un apoyo en
la enseñanza de la teoría musical
Componentes sensoriomotrices en el aprendizaje
instrumental
Memoria histórica Orquesta Sinfónica
Me sabe a tierra - Adaptaciones y arreglos de obras
andinas de los compositores santandereanos Luis A.
Calvo y Ciro A. Santos Martínez
RECESO
4:10 pm
Musicoterapia al final de la vida
4:30 pm
Documental “Contrapunto en la montaña y en la ribera”
5:30 pm
Presentación musical
7:00 pm
Orquesta Sinfónica UNAB.
Johanna Calderón Ochoa- Adolfo Enrique
Hernández Torres - Docentes Programa de
Música UNAB
Ensamble de Percusión UNAB
Banda de vientos UNAB
Edwin Leandro Rey Velasco
Docente Programa de Música UNAB
Patricia Casas Fernández – Docente UIS; Laura
Marcela Martínez – Docente Liceo Montesoriano
Vladimir Quesada Martínez- Docente Programa de
Música UNAB
Natalia Avella Ramírez- Docente Música UIS
Semillero de Investigación – Los Músicos
(proyecto de investigación formativa UNAB)
Rolff Davis Novoa González- Trabajo de grado (proyecto de investigación formativa UNAB)
María Alejandra Medina Moreno- Master en
Musicoterapia Universitat de Barcelona
Carlos Ernesto Acosta Posada - Programa Artes
Audiovisuales UNAB
Mayra Vargas – voz
Vladimir Quesada - piano
Dir.: Eduardo Carrizosa
Lugar: Auditorio Mayor UNAB
María Carolina Rey Durán
Jefe de Prensa / Universidad Autónoma de Bucaramanga
¿No le gusta el reggaetón? Entonces respete
Por: Diego Londoño / El Colombiano
Hace pocos días leía un artículo donde una emisora prohibía la rotación del reggaetón dentro de su parrilla de programación. Esta
situación es muy respetable, pues cada medio de comunicación tiene su filtro, su curaduría y estética sonora. Además de esto, es
un proceso sano, pues son muchas las radio frecuencias que tienen como banda sonora este género.
Pero a lo que en realidad quiero ir con este texto, es que esa misma columna generó diversas opiniones radicales e irrespetuosas
en redes sociales en contra de quienes gustan del ritmo cadencioso. Sí, en pleno siglo XXI.
Por mi parte, y perdonen el yoísmo, no soy ni reggaetonero, ni vallenatero, ni nada que se le parezca. Soy amante de la música,
me gusta el punk, el metal, el blues, el soul, el jazz, el rap, el rock y por mis gustos, no tengo por qué irrespetar al otro y menos
sentirme potencialmente agredido por escuchar estos tipos de música. Lo curioso e impactante del asunto, es que esta intolerancia
en la actualidad se da incluso dentro de las mismas familias. Sea lo que sea, cante lo que cante, báilese como se baile, es música
y debería ser un motivo para entender que en la diferencia nos encontramos. Algunos de los comentarios que he leído y escuchado
son: “No más reggaetón en Colombia”, “necesitamos un golpe en contra del género” “debemos impulsar el hundimiento del
reggaetón”. Comentarios que son iguales a los de un homofóbico o un xenófobo. En los años cincuenta y sesenta, la sociedad
colombiana no podía tolerar a un jovencito que escuchara rocanrol y que tuviera el cabello largo. En los ochenta, los metaleros y
punkeros no se podían cruzar, pues sus diferencias estéticas y sonoras irremediablemente llevaban a la violencia.
De la misma manera, los amantes del tango fueron catalogados como malevos o putas, o en su defecto, los rockeros, punkeros o
metaleros, eran ladrones, viciosos y peligrosos. Ahora vivimos una situación similar. Creo poderosamente en la diferencia, y también
tengo claro que una cosa es ser rígido con el criterio al no escuchar algo que se sale de los principios sonoros propios, y otra muy
diferente es imponer con violencia verbal o física un gusto personal. Por ejemplo: ¿sería justo que los reggaetoneros sacaran una
campaña en contra del rock, el blues, la salsa o la música electrónica? Están en todo su derecho, sin embargo sería algo absurdo y
anacrónico. O por otro lado ¿será que nos creemos de mejor familia y tenemos una condición de superioridad que nos permite a
nosotros hacerlo? No defiendo a ningún género musical, ni a los unos, ni a los otros. Soy un firme enamorado de la música en todas
sus expresiones y con eso basta. Por eso mismo hago un llamado a la tolerancia, pues solo así demostraremos lo poco de humanidad
que aún nos queda, y más en el arte, donde el único radicalismo que debería existir sería el del respeto.
En conclusión, deberíamos convivir con lo que lo que nos gusta y con lo que no, y más si se trata de música ¿Qué piensan ustedes?.
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Un cuadrapléjico vuelve a tocar guitarra
Por primera vez en la historia, la ciencia logra que una persona con parálisis total recupere el movimiento de una
mano. Esta es la historia de Ian Burkhart y el "bypass neuronal".
Por: Pablo Correa / El Espectador
Foto: Ohio State University Wexner Medical Center/ Battelle
Ian Burkhart logró tocar una guitarra de juguete gracias a un chip instalado en su cerebro.
“Cuando tienes 19 años piensas que eres invencible”, reflexionaba hace pocos días Ian Burkhart. Cinco años atrás, mientras se
sumergía en el mar con sus amigos, una ola lo arrastró hasta un banco de arena y las vértebras de su cuello se fracturaron.
Al siguiente día, cuando recuperó la conciencia supo que la mala suerte le había robado la independencia, su falsa indestructibilidad
juvenil, que su cerebro ya no podría comunicarse con los músculos de todo el cuerpo.
Poco tiempo después del trauma, Ian y su familia descubrieron que a tan sólo 25 minutos en carro de su casa, en la Universidad
Estatal de Ohio, un grupo de ingenieros y neurocientíficos trabajaban junto a la empresa Battelle en el desarrollo de "puentes
nerviosos". Ian se convirtió en voluntario del experimento.
El pasado 13 de abril, con 24 años, Ian posó ante las cámaras de televisión y prensa para demostrar que este grupo de científicos
norteamericanos está abriendo nuevas posibilidades para los pacientesparapléjicos y cuadrapléjicos. Mientras otros grupos apuestan
por las células madre y la posibilidad de reconectar directamente los nervios que bajan y suben por la médula espinal, estos
neurocientíficos desarrollaron un “bypass” neuronal, un puente digital, que podría devolverles el control muscular.
En la coronilla de su cabeza Ian lleva un dispositivo conectado directamente a su cerebro. “Al principio me producía dolores de
cabeza”, contó el paciente a Linda Geddes de la revista Nature, “ahora ya ni siquiera lo noto”.
Este chip implantado entre sus neuronas detecta el área del cerebro que se activa cuando el paciente piensa en mover la mano.
Una señal es enviada a un computador programado con algoritmos que traducen el mensaje en una nueva serie de señales
eléctricas que viajan hasta un dispositivo ajustado a los músculos del antebrazo.
Tres veces a la semana, Ian entrena movimientos con esta tecnología. En su última demostración pública logró tocar una guitarra de
juguete conectada a un videojuego. Una prueba del control que ha logrado incluso sobre los dedos.
El grupo de neurocientíficos explicó que hasta ahora se creía que tras un accidente de este tipo, las neuronas en el cerebro
comenzaban a reorganizarse y a reprogramar sus conexiones. El experimento con Ian y otros pacientes les ha demostrado que
afortunadamente esa reorganización es menor de lo que pensaban. “Esto nos da mucha esperanza en que no hay tantos cambios
neuronales en el cerebro de lo que imaginamos, por lo que podríamos crear puentes entre las áreas dañadas para recuperar el
movimiento”, comentaron.
Las buenas noticias para Ian y otros pacientes tienen algunas limitaciones. Por ahora, el sistema sólo se puede usar en un
laboratorio lo que limita enormemente su utilidad y debe recalibrarse cada vez que se utiliza.
“Lo que deseamos es crear interfaces neurológicas que sean estables día tras día y no requiera recalibrarse”, explicó a la revista
Andrew Jackson, investigador de la Universidad de Newcastle en el Reino Unido.
“Estamos en un punto en el que hablamos de algo que podría beneficiar a un número muy pequeño de personas”, comentó Elizabeth
Tyler-Kabara, de la Universidad de Pittsburgh, para poner en perspectiva los avances conseguidos hasta ahora.
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50 años sin la ‘voz de América’
Por Daniela Ruiz Lozano / Semana
Javier Solís ha sido de las grandes voces de América Latina, aunque esta leyenda vivió poco, tuvo tiempo para también
ser carnicero, mecánico, cotero y actor.
50 años después de su muerte, Javier Solis sigue siendo El Rey del bolero-ranchero.
Es inevitable. Las personas se mueren el día que les toca. Puede salir a la misma hora de siempre o antes o después, puede tomar
el camino habitual o experimentar un recorrido distinto, nada importa. Si es su día, la muerte se vuelve un destino inaplazable.
El 19 de abril de 1966 Blanca Estela Sainz llegó a la clínica desprevenida de la muerte. El día anterior, a eso de las siete de la noche,
el médico le había dicho “Señora Sainz, Javier está mucho mejor. Le quitaremos la sonda y pronto estará en casa”.
Pero ese día, cuando Blanca cruzó las puertas del hospital, el doctor ya había firmado el deceso de Javier Solís. Lo único que le dijo
fue “lo siento, pero con el corazón no contábamos”.
Javier era una estrella. Incluso cuando se hizo pública su hospitalización -por unos cálculos en la vesícula mal cuidados- los
periodistas, cantantes y actores hacían filas para entrar a su habitación.
Y como a todos los galanes, la fama siempre les tiene guardada un as bajo la manga. Apenas los periódicos titularon con su muerte,
los rumores comenzaron a expandirse como huracanes. “Murió al tomar un vaso de agua, aún cuando el médico se lo había
prohibido”, “murió por culpa de Julito Reyes (de Los Panchos) que lo puso a cantar una canción que fue presagio de su fallecimiento”,
“murió por hacer el amor en un estado crítico de salud”.
La verdad fue que murió de un infarto. A los 34 años. Luego de una corta, pero inmortal, carrera artística que lo consagró como El
Rey del bolero-ranchero, la leyenda mexicana.
Javier no era un niño común. Su nombre de nacimiento fue Gabriel Siria Levario. Las dificultades económicas de sus padres los
hicieron dejar a Gabriel donde sus tíos Valentín Levario Plata y Ángela López Martínez, cuando él aún era muy pequeño. Javier
siempre considero a sus tíos como sus padres.
Creció en Tacubaya, un pueblo que de a poco se lo fue tragando el crecimiento acelerado de Ciudad de México. Fue a la escuela
como todos los niños de su edad, pero al llegar a quinto de primaria abandonó la escuela para hacerse cargo de algunos de los
gastos de su hogar, a la par que siguió jugando y creciendo en las calles destapadas de su pueblo.
Tardaría muchos años en volverse cantante. Primero fue aprendiz de mecánico, luego cocinero, pastelero, cargador de canastas en
el mercado, cotero y, finalmente, encontró estabilidad en el oficio de carnicero.
"Mi ilusión más grande era ser boxeador profesional –contaba Javier en una entrevista realizada en 1960-. Alternaba el boxeo con
la carnicería. Pero una vez me abrieron una ceja y una oreja y no quedé con ganas de volver a pelear. Luego volví a practicar, pero
ya sin ganas de ser un profesional del ring…”
“Cuando me tocó la suerte me volví cancionero”. A Javier, la suerte se le apareció seguida, con una oportunidad que llevó a otra y
a otra. El que le abrió las puertas fue David Lara, el dueño de la carnicería donde trabajaba Javier. Lara era un jefe atípico, casi
todo el tiempo estaba jubiloso y alegre. Él sabía los sueños de sus empleados, casi más que sus propias esposas. Una vez descubrió
a Javier cantando mientras tajaba la carne. Lo observó con detenimiento algún tiempo, para creer el prodigio de voz que oía y,
convencido de su talento, le pagó un curso de vocalización con el maestro Noé Quintero, quien había sido instructor de Pedro
Infante.
“Mi vocación artística se inició por hambre –contaba Javier en la entrevista mencionada-, en la carnicería solo ganaba 17 pesos y
eso no me alcanzaba para nada”. Comenzó a ir a la Plaza Garibaldi, sus amigos mariachis lo invitaban a cantar con ellos y Javier
comenzó a imitar a los grandes de la época: Pedro Infante y Jorge Negrete. Su suerte estaba adportas de dar un brinco.
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Su amigo Manuel Garay, un payaso de profesión que administraba el Teatro Salón Obrero, lo invitó a cantar en el Teatro. Allí
comenzó a conseguir audiencias que lo seguían a donde fuera a cantar. De allí pasó al Cabaret El Otro Mundo, donde además de
cancionero se desempeñaba como limpiador, mesero y hasta pacifista de las riñas entre borrachos.
Su voz comenzó a ser elogiada en la Plaza Garibaldi, pues decían que tenía el tono medio entre el agudo de Pedro Infante y los
altos de Negrete. Su voz, melódica y romántica, crecía en reconocimientos. Pronto pasó al Bar Azteca, un sitio de público más
refinado. Para entonces, ya se había puesto como nombre artístico Javier Luquín.
Una noche se fueron de fiesta al Azteca los integrantes de Los Panchos. Estando en pleno jolgorio Javier comenzó a cantar, el trío
se quedó atónito y lo invitó a cantar en exclusiva para ellos. El más sorprendido por la calidad de su voz fue Julito Reyes, quien lo
llevó a las puertas de las disqueras. En 1956 Javier grabó su primer disco con Sony.
Su carrera iba en ascenso, era aclamado incluso en los bares de Estados Unidos. Pedro Infante le había dicho a don Noé que ese
jovencito que lo imitaba tenía mucho talento.
Por esa época Manuel Garay le había recomendado que se cambiara el Luquín por Solís, pues en los círculos de mariachis lo
bromeaban diciéndole El solista, ya que prefería cantar solo que acompañado. Su productor estuvo de acuerdo y Javier comenzó a
firmar como Javier Solís.
La fama por la música no le llegó sola. Pronto empezó a firmar contratos con productoras de cine y se volvió un galán de pantalla.
Su bigote en forma de triángulo, sus labios pronunciados y su cabello igual de negro a sus ojos le dieron la fama de rompecorazones.
En la vida de Javier hubo dos mujeres oficiales: Socorro Gonzales y Blanca Estela Sainz, con cada uno tuvo dos hijos. En los días
más graves de su enfermedad ambas mujeres parecían junto a él, posando como la esposa oficial. Pero quien tenía el título por
entonces fue Estela, con quien vivía Javier, y quien lo acompaño hasta su último momento.
Su popularidad iba en ascenso cuando su médico le descubrió unos cálculos en la vesícula, pero Javier se opuso a la operación.
Acudió a donde un médico poblano que le recetó un medicamento preparado por él. Javier se mejoró pronto y todo volvió a la
normalidad. Sin embargo, por esos días había firmado un contrato para grabar la que fue su última película: Juan Pistolas, y en la
que su personaje debía cabalgar todo el tiempo. En una de las escenas Javier alzó una pesada caja y sintió que algo se desprendía
dentro de él.
El martes 12 de abril de 1966 una ecografía mostro que los cálculos se habían salido de la vesícula, ese mismo día fue hospitalizado.
Ya no importaba la cura, pese a los buenos pronósticos de los médicos para sanar los cálculos, un infarto llegaría por sorpresa el
19 de abril en la mañana. Ese día, Estela recibió las temidas palabras: “lo siento, con el corazón no contábamos”.
Hoy, 50 años después de su muerte, Javier Solis sigue siendo El Rey del bolero-ranchero. Aún, sus fans de pasadas y
contemporáneas generaciones se reúnen a recordarlo y la Plaza Garibaldi estalla con sus melodías.
Su voz continúa sonando en los bares latinoamericanos, bajo la luz tenue de la media noche, cuando los tragos llevan a recordar
viejas historias de amor.
Zaperoco
Por: Inquisidor / Vanguardia Liberal
Cita. Algunas personas que están buscando a su padre lo han contactado, pero las pruebas de ADN han salido incompatibles. Yo
quiero conocer a mi hijo antes de morir. Seguramente tendrá otro nombre y otros apellidos, pero me lo quiero volver a encontrar
(14/03/16. Bucaramanga. Sonia Gamboa).
Comentario. Hay varios detalles ‘incompatibles’, querida Soni. Uno es que las pruebas de ADN no hablan de ‘incompatibilidad’,
puesto que este término se refiere a ‘impedimento’, lo que sí ocurre, por ejemplo, con tipos de sangre, como ocurrió en un pueblito,
en donde una “reconocida” bacterióloga clasificó de manera errada la sangre de un paciente, y la transfusión de sangre incompatible
le generó una reacción que terminó con su muerte; del paciente, claro, no de la “doctora” bacterióloga. Otra es sobre la afirmación
pleonástica y confusa “yo quiero conocer a mi hijo antes de morir”, porque el padre, según él mismo, ya lo conocía, puesto que
viajaba con el niño; y aunque ‘conocer’ tiene una connotación sexual (que, con mucho respeto por el padre, no viene al caso), con
este ejemplo podría validarse esa costumbre que hay por estas tierras de decir “cuando lo conocí por primera vez”. Y el tercero es
que debes manejar los dativos, así el testimonio esté enredado; así que debiste transcribir: “… Pero quiero volver a encontrármelo”.
Cita. Ya coloqué el denuncio, pero la investigación no avanza y eso me preocupa, porque esos tipos están libres y lo más probable
es que sigan al asecho de otras víctimas (Judicial).
Comentario. Los denuncios se ‘ponen’, mis queridos jurisperitos, así el testimonio “textual” diga otra cosa; porque es cruel que
toque estudiar cinco años en alguna universidad para salir a grabar y transcribir sin poder siquiera corregir faltas gramaticales;
salvo que se quiera, precisamente, desvirtuar el testimonio o al testigo. Pero, para que vean que no todo es rigor, y abonarles un
punto, el uso de ‘asecho’, en vez de ‘acecho’, así como lo hacen ustedes, debería tomarse más en cuenta cuando se trata de
actividades de grupos delincuenciales organizados. Insisto: punto a favor; si no fue chiripa, claro.
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