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Vigías del Patrimonio
Festivalito Ruitoqueño de música colombiana
Patrimonio Cultural de Santander - Patrimonio Cultural de Floridablanca
Orgullo de Santander para Colombia
Notas con Armonía N° 390
Boletín institucional de la Fundación Armonía con información cultural y de interés general.
Bucaramanga, Santander, Colombia
13 años (2003-2016)
XXVI Festivalito Ruitoqueño
Convocatoria
Les pedimos que por favor lean cuidadosamente esta convocatoria.
Todos los intérpretes que deseen participar deben hacer audición. Para tal fin deben enviar la inscripción a más tardar el día:
1 de mayo de 2016
Se aceptan inscripciones en las que el correo venga con hora límite de envío de las 12 de la noche del 1 de mayo de 2016
Correo al cual deben enviarla: [email protected]
En este link pueden también encontrar la información:
http://fundacionarmonia.org/2015/12/22/convocatoria-festivalito-ruitoqueno-2016/
Inscripción
Diligenciar el formulario que deben bajar de nuestra web: www.fundacionarmonia.org
Importante: el formulario deben diligenciarlo y enviarlo en Word, no en pdf.
La historia del teatro Colón recorriéndolo
Ellos reciben a los visitantes en la puerta y empiezan a caminar contándoles diferentes anécdotas.
Por: Cultura y Entretenimiento | El Tiempo
Foto: Archivo particular
Los recorridos por el teatro duran entre 45 y 60 minutos.
Los dos guías a cargo de los recorridos por el teatro Colón son amantes de este lugar de Bogotá. Se trata de Daniel, fotógrafo y
quien hace parte de la compañía de teatro, y Candelaria, que estudia danza y teatro.
Ellos reciben a los visitantes en la puerta y empiezan a caminar. Les cuentan, por ejemplo, que dicen que ahí hay un fantasma.
“Se trata de don Joaquín, uno de los primeros tramoyistas, que murió en un accidente en el teatro. Se comenta que mueve la
tramoya”, dice Manuela Valdiri, a cargo de esta actividad.
Esta historia la entrelazan con realidades como la de la construcción del teatro, entre 1885 y 1895, y con el nombre y la historia de
su arquitecto, el italiano Pietro Cantini.
“Como en la ciudad de ese momento no había tantos ornamentadores ni obreros, fue necesario crear una escuela de oficios en la
que 162 hombres aprendieron distintas artes”, sigue Valdiri.
Subiendo por los distintos pisos, los visitantes conocen el palco presidencial, las cabinas técnicas y “un recorrido por las trasescena,
que es como salir del siglo XIX y meterse al XXI, pues están todos los avances tecnológicos que llegaron con la adecuación y el
reforzamiento del teatro”.
El final de la visita incluye pararse en el escenario y desde ahí ver el Colón, y también, el telón de boca del teatro, que hace parte
de las leyendas del lugar.
¿Dónde y cuándo?
Miércoles y jueves, 3 p. m. Sábado, 12 m. y 3 p. m. Calle 10 n.° 5-32. Informes: 381-6380 (teléfono del teatro) y 593-6300 y
www.tuboleta.com. 5.000 pesos. Visitas en inglés, portugués y francés. Informes: [email protected]
Carrera 19 N° 31-65 Piso 2 Salón 28 Teléfono 6331497 Celular 3175102019 [email protected] www.fundacionarmonia.org
Centro Cultural del Oriente Colombiano Bucaramanga, Santander, Colombia
Vigías del Patrimonio
Festivalito Ruitoqueño de música colombiana
Patrimonio Cultural de Santander - Patrimonio Cultural de Floridablanca
Orgullo de Santander para Colombia
Carlos Pérez Martínez
Por: Samuel Chalela / Vanguardia Liberal
Hay figuras que solo con saber que están ahí, aunque no las frecuentemos, hacen que nos animemos a encarar más confiadamente
la cotidianidad. Se convierten en símbolos. Activan una especie de seguro mental, una certidumbre sobre la posibilidad de encontrar
en un mundo cada vez más complicado, ínsulas de sensatez y vida plena factible.
Si alguien le contara ahora a Carlos Pérez Martínez que lo vemos así, como un símbolo, seguramente no estaría muy feliz. Y no lo
estaría porque él logró romper con esa idea que ha construido nuestra cultura respecto a la vejez como un tiempo inútil, una especie
de pálida antesala del final, donde muchos se aquietan y otros, además, solo esperan la densa parca. Carlos Pérez, que alcanzó a
ser experto en tantas cosas, jamás dejó de ser aprendiz de otras muchas, hizo de su edad madura una prolongación de su inquietud
mental, de su deseo de cultivar las ideas y hacer de su entorno una cantera de conocimiento.
Rompió el paradigma, el mito de la juventud como única edad para crecer y se hizo un viejo sabio que impregnó también a sus años
dorados de la vital tarea de desvelar y pulir el carácter. La mayoría pasa la juventud huyendo de sí mismos para dedicar la vejez a
quejarse de lo que no fue. Carlos Pérez no quiso vivir de recuerdos, su mirada estaba siempre en el futuro por conquistar. Siempre
estaba pensando en algo nuevo, conquistando otra esfera del saber y dejando en ello su reciedumbre de santandereano y su gallardía
de cuna. No es fácil abarcar su vitalidad y su paso por este mundo, dada la amplitud del personaje, por eso evoco la imagen de su
digna ancianidad colmada de ciencia, de innovaciones, lenguas nuevas y charlas profundas, que le quitaron todo lugar a las quejas,
porque para la gente como don Carlos Pérez, la vejez no es para recordar la juventud sino para ejercer el yo perenne y genuino.
Dice James Hillman en La Fuerza del Carácter: “Al envejecer revelo mi carácter, no mi muerte”.
Al despedir a este caballero respetable y sabio, se golpea mucho la hidalga santandereanidad, se va un varón de emblema.
Condolencias de todos los bumangueses para Any Cadena de Pérez y las familias Pérez Cadena, Ortiz Pérez, Pérez Sanmiguel,
Cadena Otero y Puente Cadena.
Los Pérez Martínez
Por: Eduardo Muñoz Serpa / Vanguardia Liberal
A Isabelita
Mientras el joven odontólogo Carlos O. Pérez Rojas, hace prácticamente un siglo, remontaba las escarpadas montañas andinas
buscando llegar a la meseta donde queda Bucaramanga, mentalmente comparaba los paisajes de su natal Garagoa, en Boyacá,
con las rojizas montañas santandereanas. No era su primer viaje. Del valle de Tenza había salido antes rumbo a Bogotá a hacerse
Cirujano Dental en la Escuela Dental de esa ciudad y ahora, ya casado con la bumanguesa Isabel Martínez Collazos y con diploma
académico en la mano, esperaba encontrar en nuestra ciudad un entorno amable donde pudiera asentar para siempre su hogar.
Lo que no lograba decantar a cabalidad era que aquí no solo iba a vivir sino que pronto sería tan santandereano como el que más
y que su recia figura, su concepción de la vida, la familia y los valores llegarían a ser referente social y profesional entre la gente
de Bucaramanga y sus hijos y posteridad llevarían en la frente la impronta de ser santandereanos.
Pocos años después de llegar fue alcalde de Bucaramanga, vivió por siempre en nuestros riscos y sus hijos, recios de carácter como
él y rectos a cual más, fueron seres ejemplares en el servicio público y en sus vidas privadas.
Rafael y Carlos Pérez Martínez dejaron huella imborrable en el Santander del siglo XX. Altivos, sinceros, firmes de temperamento,
nobles de corazón, fueron pilares de lo que hizo Bucaramanga en la segunda mitad del siglo XX.
Acaba de terminar el ciclo vital de Carlos Pérez Martínez, quien no solo fue brillante profesional de la Odontología, sino amante de
la cultura, gran lector, pujante hombre cívico y ameno columnista de Vanguardia Liberal por muchos años.
Mucho, desprendidamente, le dieron a Bucaramanga Carlos y Rafael Pérez Martínez. Por eso, cuando sus vidas se apagaron, esta
tierra con amor abrió sus entrañas para conservar para siempre sus legados.
Carrera 19 N° 31-65 Piso 2 Salón 28 Teléfono 6331497 Celular 3175102019 [email protected] www.fundacionarmonia.org
Centro Cultural del Oriente Colombiano Bucaramanga, Santander, Colombia
Vigías del Patrimonio
Festivalito Ruitoqueño de música colombiana
Patrimonio Cultural de Santander - Patrimonio Cultural de Floridablanca
Orgullo de Santander para Colombia
El viaje a la muerte de Antonio Machado
A las cuatro de la tarde del 22 de febrero del 39, 77 años atrás, falleció don Antonio Machado mientras huía de la
Guerra Civil española. Tres años duró el último de los viajes del poeta desde que tuvo que salir de Madrid a finales
del 36, hasta el día de su muerte.
Por: Fernando Araujo Vélez. / El Espectador
El poeta Antonio Machado. / Archivo.
Llegó aniquilado de guerra a la frontera, prófugo de las bombas, los aviones y sus sirenas, las metralletas y los asesinos a sueldo
del franquismo, y unos cuantos kilómetros más allá de su España, en la población de Collioure, Francia, comenzó a anotar los días
que le iban quedando de vida. En la pensión de Bougnol, donde la señora Quintana lo alojó en la menos modesta de sus habitaciones
junto a su madre, doña Ana Ruiz, Antonio Machado alcanzó a sugerir que pagaría su cuenta con un poema si se lo recibían, pues
no tenía ni una peseta.
Ese, su último viaje, se había iniciado dos años y medio antes, a finales del 36, cuando a su casa de Madrid, ubicada en la calle
General Arrando 4, llegó Rafael Alberti a pedirle, a rogarle que se marchara porque los nacionalistas habían comenzado a sitiar la
ciudad, y pronto empezarían los bombardeos. La guerra había transformado a Machado, que sentía un impulso impostergable de
escribir, de decir cosas y denunciar. Así, tocado y herido por el horror que veía y escuchaba, le escribió un poema a Federico García
Lorca, brutalmente asesinado un año antes.
Se le vio, caminando entre fusiles, por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
sangre en la frente y plomo en las entrañas
…Que fue en Granada el crimen
¿sabed? ¡pobre Granada! En su Granada.
Así, caminando él también entre fusiles, se marchó de Madrid. Pese a que en un principio le había respondido a Alberti: “Pero no
creo yo que haya llegado el momento de abandonar la capital”, la situación se tornó poco menos que imposible para él, sus amigos,
sus ideas y la República. Se lo llevaron a Valencia, con su madre y sus hermanos, a una casona que desde entonces empezó a
llamarse la Casa de la Cultura. Unos días más tarde lo trasladaron a la hacienda de Villa Amparo, en Rocafort, donde iban sus
amigos, conocidos y hasta detractores a visitarlo. Allí escribió varios poemas, siempre en el comedor. Poemas de vida o de amor a
Guiomar, la mujer a la que jamás dejó de invocar.
El poeta Pla y Beltrán recordaría luego que “se quedaba todas las noches ante su mesa de trabajo y, como de costumbre, rodeado
de libros. Metido en su gabán desafiaba el frío escribiendo hasta las primeras horas del amanecer, en que abría el gran ventanal
para ver la salida del Sol, en otras ocasiones, y a pesar de estar cada día menos ágil, subía a lo alto de la torre para verlo despertar
allá lejos, sobre el horizonte del mar”. Pocas veces salió de Villa Amparo. En una ocasión pronunció un enérgico discurso a favor de
las libertades en la plaza Castelar de Valencia, y en otra, septiembre del 37, se reunió con unos cuantos escritores en el II Congreso
Internacional Literario. Hubo quienes recordarían que allí conversó con Bertold Brecht, Hemingway, César Vallejo, John Dos Passos,
Tristan Tzara, Octavio Paz, Neruda y Hermann Hesse.
Siete meses después los ejércitos nacionalistas cortaron el más importante reducto republicano. El gobierno se mudó a Barcelona.
“Con él —recordaría Pablo Corbalán— marcharon casi todos los intelectuales refugiados en Valencia, y entre ellos don Antonio
Machado. La guerra estaba decidiéndose en los campos de batalla, aunque todavía faltaban por producirse los grandes combates
del Ebro. Machado, en esta segunda etapa de su itinerario bélico, había empeorado de salud”.
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Orgullo de Santander para Colombia
Adelgazó. Sus ojos ya no brillaban. “Tengo la certeza de que el extranjero significaría mi muerte”, le había dicho a Pla y Beltrán.
Una tarde recibió un telegrama de Barcelona urgiéndole a abandonar Rocafort. Al día siguiente, al atardecer, los Machado llegaban
al hotel Majestic, desde donde partieron dos semanas después hacia una residencia en el paseo de San Gervasio, Barcelona,
propiedad de la duquesa de Moragas.
En enero del 39, la muerte y la guerra ya se habían tomado las calles catalanas. Machado tuvo que huir hacia la frontera. “Realmente
—escribió su hermano José— venía herido de muerte del fatal éxodo... Su grandeza espiritual se sobrepuso a tantas fatigas
espirituales y corporales con la resignación de un verdadero santo”. Una tarde le dijo en tono casi inaudible a su hermano: “¡Quién
pudiera vivir ahí tras una de esas ventanas, libre ya de toda preocupación!”. Fue su última salida. Casi que sus últimas palabras. El
18 de febrero se postró en una cama, con síntomas de neumonía y complicaciones varias. Ya sin entender para qué la vida, o por
qué la muerte, repetía con los ojos cerrados, delirante, “Merci, madame; mercí, madame”, mientras le tomaba la mano a la señora
Quintana. El 22 de febrero, poco antes del mediodía, le dijo “adiós, madre” a doña Ana. Por la noche su hermano encontró en uno
de los bolsillos de su gabán unos cuantos papeles escritos y arrugados en los que recordaba a Guiomar. En el último decía: “Estos
días azules y este sol de la infancia”.
El arte urbano que nos acompaña
Por: Armando Silva / El Tiempo
¿Cómo entender que estos herederos del grafiti y del arte mural se conviertan hasta en motivo de recorridos turísticos?
¿Puede el lector sustraerse un momento de la chorrera de noticias casi apocalípticas que se nos han venido encima en Colombia en
este nuevo año? Lo digo para que pensemos el entorno desde la calle, desde un techo, quizá desde un muro o una intersección vial
o desde un bus o parándonos arriba en una torre. Esta es la misión de los nuevos artistas urbanos que vienen impactando sus urbes
con figuras expresionistas o hiperrealistas con manchas de colores o con figuras abstractas y muy pocas palabras.
¿Cómo entender que estos herederos del grafiti y del arte mural se conviertan hasta en motivo de recorridos turísticos? Una ciudad
como Miami, de playas y compras, recibe ahora al visitante con un distrito de arte, Wynwood, que obliga a hacer cola para ver sus
ingeniosas fachadas. En São Paulo, contiguo a la catedral San José, dialogan ahora en los edificios más altos figuras fantasmales,
dándoles a las viejas construcciones un sentido humano. En Nueva York, unos artistas dejaron escurrir tarros de pintura en un
edificio medio abandonado del Bronx y su fachada se convirtió en un 'action painting', algo parecido a una obra del expresionista
Jackson Pollock, una de las claves de la identidad estadounidense.
Y Bogotá está entre las primeras. Se dieron tres polos creativos que se fueron juntando. La Universidad Nacional, llamada hace
años la meca mundial del grafiti, que de panfletario evolucionó hacia el arte visual con una nueva estilística que empezó con intentos
de hacer del rock imágenes en los muros; La Candelaria, donde fueron apareciendo esculturas (Olave) sobre sus techos coloniales
en década pasada, generando impacto emocional en sus transeúntes; y las avenidas largas, como la 26, hoy en día la más
caracterizada galería al aire libre de Bogotá.
Si se hace un recorrido por estas galerías callejeras se podrán encontrar obras de alto contenido plástico, humorístico o existencial,
como tigres y panteras que “salen de los muros para tus cerebros”, o infinidad de escenas con episodios urbanos, como una
jardinera gigante que echa agua a la ciudad como si fuese una planta. Mientras personajes de alto poder político nos avergüenzan
con sus fechorías, acosos o ventajismo, estos artistas callejeros
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In memóriam
Umberto Eco, el detective de los signos
Falleció anoche el escritor italiano, autor, entre otras obras, de “Apocalípticos e integrados”, “El nombre de la rosa” y
“El péndulo de Foucault”.
Por: Fernando Araujo Vélez / El Espectador
Umberto Eco escribió su primera novela, “El nombre de la rosa”, a los 48 años de edad. / AFP
Escribió para vivir, aunque supiera que casi todo era mentira, y que el hombre no era más que una bolsa de piel repleta de cosas
repulsivas, como decía en El nombre de la rosa. Escribía en el campo, en la cama, en el baño, en la sala de la casa con sus más de
30.000 volúmenes prolijamente guardados en altos y profundos estantes, en los parques y en los cafés y los restaurantes. Escribió
sin horarios porque, decía, era italiano, puro italiano, italiano sin orden ni método, italiano nacido en Alessandria, en tiempos de
entreguerras. De niño quería ser conductor de tranvías para tener un maletín lleno de billetes, como los que tenían los conductores
de tranvías. Luego quiso ser militar, porque a los diez años empezó a vivir la militarización de la Italia de Mussolini y lo atraían los
uniformes y los sables y las armas. Más tarde dijo que quería ser periodista, y muchos, muchos años después, un año antes de
morir, publicó una novela, Número cero, que contaba la historia de un periódico que sólo hacía números cero y publicaba noticias
que jamás leían los lectores.
“Describo un periódico asqueroso —le confesó a Xavi Ayen, de la revistaCaras, un año atrás—, que juega con la información no
para publicarla, sino para especular. Por lo general, los periódicos no son así. Pero ilustres periodistas italianos como Scalfari me
han dicho: ‘Umberto, señalas algunos de nuestros problemas más graves, las taras del periodismo de hoy’. Roberto Saviano, tal
vez exagerando, ha dicho que es un manual de periodismo. ¿Qué denuncio yo? Si un periódico entrevista al presidente, el poder
de influencia de esa entrevista debería ser sobre el público, no sobre las altas esferas, que es lo que está sucediendo. Se hace
periodismo para las élites”.
En Número cero, Eco clavó sus cuchillos en las entrañas del periodismo y de los periodistas, y explicó después sus puñaladas con
pequeñas anécdotas y con su implacable sentido del humor. “Los periodistas activan la máquina del fango y no es necesario lanzar
acusaciones muy graves, de asesinato, robo. Si no tienes eso, y quieres desacreditar a alguien, basta una sombra de sospecha
sobre el comportamiento cotidiano”. Relataba entonces la historia de un juez italiano, al que hundieron publicando una nota sobre
sus rutinarios paseos a un parque. Sin decirlo, los periodistas dieron a entender que en los parques la gente fumaba marihuana, y
que a los parques iban los sociópatas, y que en los parques no se trabajaba. “Pusieron énfasis en sus calcetines ridículos de colores”.
El juez cayó.
Un año antes, Eco había escrito que “un periodista especialmente perezoso puede visitar un sitio web al azar, elegir una teoría bien
establecida y utilizarla como base para un artículo en profundidad con un titular que comience así: ‘Sensacional descubrimiento
histórico’. El periodista podría vender esa historia con la serena convicción de que la información es tan obsoleta que puede ser
desempolvada sin temor a que alguno de los lectores proteste. Imagínense un titular a ocho columnas: ‘Estudiosos descubren que
César fue asesinado en los idus de marzo’, y el editor alabando al periodista: ‘Ahora bien, ¡esto es lo que yo llamo adelantarse con
la noticia!’”.
La mentira del hombre y el hombre hecho mentira. Umberto Eco se fue desilusionando de todo y casi de todos según fueron pasando
los años, y según él fue viviendo su vida. Se decepcionó de la semiótica, por ejemplo, su gran amor, hasta el punto de que lo
llamaban semiótico. “La semiótica es muy útil, yo la llamé la teoría de la mentira porque hay unos signos que se ocupan de al go
que me permite decir lo que hay, pero, aún más, hay otros que me permiten decir lo que no hay y nunca ha estado. La semiótica
es todo aquello que se utiliza para decir mentiras”.
Se desilusionó de los eruditos, a los que llamó perdedores por sus especializaciones. Se decepcionó de los académicos y sus reglas,
y de algunos conocidos que, por vender, eran capaces de malograr lo bueno que habían hecho. Se decepcionó de la nueva ola de
cómics, más inentendibles que los libros medievales de su biblioteca, y del amor, e incluso de sus enemigos. Y para no caer en más
decepciones, dejó sus manuscritos en un baúl, para que quedaran como un legado de sus verdades, y para reírse de que algún día,
cuando él muriera, sus alumnos tuvieran que hacerse cargo de ellos.
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Tanquear el alma en el Festival de Orquestas del Carnaval
Las 32 bandas que compitieron por el Congo de Oro hicieron retumbar el estadio Romelio Martínez.
Por: Óscar Acevedo / El Tiempo
Foto: Archivo particular
El cantante de vallenato Martín Elías participó en el Festival de Orquestas.
El 8 de febrero se llevó a cabo el Festival de Orquestas del Carnaval de Barranquilla, un evento próximo a cumplir cincuenta años
al que fui invitado como jurado y por el que han pasado los mejores exponentes en la historia reciente de la música tropical.
Esta vez participaron orquestas que representan el pasado y el presente de la música bailable del Caribe, un abanico de 32 bandas
compitiendo por el Congo de Oro en categorías como vallenato, salsa, merengue, tropical (gaitas, cañamilleros, etc.) y urbana
(léase champeta y reguetón).
Vimos agrupaciones colombianas en su gran mayoría, junto a algunos invitados internacionales, desde la venezolana Voces de la
Billo’s con sus arreglos característicos de la vieja guardia, hasta los jóvenes cartageneros de Bazurto All Stars con su champeta de
gran formato.
Como este es un evento masivo que aloja miles de personas en el estadio Romelio Martínez, la amplificación es igualmente masiva,
por lo que al jurado se le entregan unos tapones para matizar la alta presión auditiva. Encuentro aconsejable regular el volumen a
medida que entra el público, ya que al comienzo de la tarde la audiencia no pasa de mil personas, pero el sonido sí retumba para
veinte mil tímpanos inexistentes.
El recinto se va llenando hasta que llegan los invitados de mayor cartel cuando cae la noche, entre los que se destacaron un
musicalmente intacto Óscar D’Leon, Johnny Ventura y el homenaje al vallenato, donde brilló la cantante Adriana Lucia por sus
innovaciones.
Y hablando de innovación, otro punto clave: el carnaval valora, quizás con mucho énfasis, la rica tradición cultural de la costa. Esto
hace que las bandas no se arriesguen a explorar terrenos sonoros distintos a los ya establecidos, factor que les impide superar
nuestras fronteras.
Por eso les sugiero a los creadores intentar canciones que vayan mas allá del simple responsorio solista-coro y que extiendan sus
obras con puentes, mambos y versos como sí lo hizo Antonio María Peñaloza con la canción himno del carnaval: Te olvidé. Es difícil
encontrar eventos que reconozcan la identidad costeña como lo consigue el carnaval, donde la hospitalidad, la descomplicación, el
gozo y muchas otras virtudes resultan útiles para tanquear el alma.
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Benefactores
Cumbia
XXVI Festivalito Ruitoqueño de música colombiana
1 al 14 de agosto de 2016
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Las fiestas "Charangas de Bejucal" son declaradas Patrimonio
Cultural de Cuba
Por: FE / El heraldo
Son consideradas la expresión más popular de la identidad de los habitantes del pueblo que les da nombre, ubicado en la
provincia de Mayabeque.
Las tradicionales "Charangas de Bejucal", fiestas populares que desde el mediados del siglo XIX se celebran en una pequeña
localidad del occidente de Cuba, fueron declaradas hoy Patrimonio Cultural de la Nación.
Las "Charangas de Bejucal" son consideradas la expresión más popular de la identidad de los habitantes del pueblo que les da
nombre, ubicado en la provincia de Mayabeque, vecina de La Habana.
Estas festividades que vieron la luz en las fechas de las celebraciones católicas de Nochebuena y Navidad, combinan la música, la
danza, las labores artesanales y el concurso de cientos de personas que preparan cada año durante meses un espectáculo que tiene
su punto culminante el cada 24 de diciembre.
Dos comunidades de Bejucal, una villa fundada en 1713 por el capitán español Juan Núñez de Castilla, se integran en los bandos
denominados "La Espina de Oro" y "La Ceiba de Plata", y cada una revela en este día del año sus respectivas congas y comparsas,
sus carrozas, trabajos de plaza y estandartes, llenos de color y luces.
En la producción de ese espectáculo interviene diseñadores, vestuaristas y costureros, reparadores de instrumentos musicales,
luminotécnicos, electricistas, pirotécnicos y otros portadores de saberes y técnicas heredados que ven esa festividad como parte
de su patrimonio cultural.
Con unos 120 kilómetros cuadrados de área y una población de 25.425 habitantes, Bejucal celebrará sus populares parrandas los
días 24 y 30 de diciembre y el 1 de enero de 2016, cuando en la Plaza Juan Delgado se encuentren las carrozas de los bandos
"Azul" (Ceiba de Plata) y "Rojo" (Espina de Oro).
Las "Charangas de Bejucal" se sumaron hoy a las "Parrandas de Remedios" y a los "Carnavales de Santiago de Cuba" en la lista de
festejos populares declarados en la isla "Patrimonio Cultural de la Nación" por el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural.
Toda la discografía del Festivalito Ruitoqueño
Escuche los 18 discos compactos, la mayoría dobles desde 1997 hasta el 2014
www.ellibrototal.com
Al ingresar, ubíquese en buscar y escriba Festivalito Ruitoqueño, así de fácil.
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Literatura afroamericana
Zora Neale Hurston, un genio del sur
Descubriendo a Zora Neale Hurston, una de las escritoras negras más importantes del siglo XX.
Por: Sorayda Peguero Isaac / El Espectador
Zora Neale Hurston tocando uno de los instrumentos sagrados del vudú. / Cortesía
Su madre le aconsejaba que despegara los pies del suelo, que se alzara hacia el sol. Su padre decía que los blancos no iban a
soportar su rebeldía durante mucho tiempo, que la colgarían antes de que alcanzara la edad adulta. La niña sería una mujer de
chispa incandescente, sin complejos: “Siempre hay alguien junto a mí recordándome que soy nieta de esclavos. Esto no logra
suscitar depresión dentro de mí. La esclavitud se quedó en el pasado hace sesenta años. La operación fue exitosa y el paciente se
está recuperando bien, gracias. La terrible lucha que me llevó de ser una potencial esclava a ser estadounidense dijo: ¡En sus
marcas! La reconstrucción dijo: ¡Listos! Y la generación anterior dijo: ¡Fuera!”.
Se llamaba Zora Neale Hurston (Estados Unidos, 1891-1960). Era la quinta hija de Lucy Ann Potts y John Hurston, una maestra de
escuela y un predicador baptista, agricultor y carpintero. Fue antropóloga, folklorista, una de las escritoras negras más importantes
de la primera mitad del siglo XX y una de las figuras más destacadas del Renacimiento de Harlem —un movimiento creado en 1920
por artistas afroamericanos residentes en el barrio neoyorquino—. En 1936, después de registrar el folklor del sur de Florida, recibió
una beca de investigación Guggenheim para estudiar las costumbres religiosas de Jamaica y Haití. En el libro Dile a mi caballo (1938)
agrupó las experiencias acumuladas durante su estancia en el Caribe. La editorial La Mirada Salvaje reúne, y traduce por primera
vez al español, dos ensayos de este libro en una edición de bolsillo titulada La cacería del jabalí.
“Si van a Jamaica no dejen de visitar a los cimarrones en Accompong. Actualmente están bajo el mando del coronel Rowe, un
hombre inteligente y alegre. Pero les advierto de una vez, no se vayan a montar en su estrábica y panzona mula”. Las aventuras
de Zora Neale en el Caribe están impregnadas de humor, poesía y misticismo africano. La antropóloga quería saber cómo era la
vida de los esclavos libertos y ver sus danzas y ceremonias en su contexto natural. Buscaba, sobre todo, manifestaciones auténticas.
No quería abandonar Accompong sin probar el cerdo al estilo jamaicano, el jerked pig. Los cimarrones le dijeron que ellos no criaban
cerdos: cazaban jabalíes. Le advirtieron que para lanzarse a la caza del animal era preciso organizar un grupo de hombres y reunir
una jauría de perros. Necesitaban lanzas recién afiladas, armas de fuego, utensilios de cocina y provisiones para varios días. Los
jabalíes habitaban terrenos de difícil acceso. Son animales muy astutos, capaces de oler el peligro a varios metros de distancia.
Aunque las mujeres del pueblo no participaban en la persecución, Zora estaba decidida. Preparó un hatillo con algunos objetos de
cuidado personal, una libreta de apuntes y su cámara Kodak. Después de emprender la captura del jabalí junto a los cimarrones,
pensó en tomar el camino de vuelta al pueblo. Pero ya era demasiado tarde.
En Haití descubrió que, cada martes y sábado, las mujeres evitaban rozar la piel de cualquier hombre elegido por Erzulie Freda,
diosa pagana del amor. Cientos de camas, vestidas con sábanas blancas y perfumadas, aguardaban su visita. Los haitianos decían
que la diosa del vudú era una mujer joven, celosa y de belleza inquietante. “No se ha dedicado tanto cuidado y talento a las
canciones de ninguna otra deidad como a la música para el culto de Erzulie Freda”, escribió la antropóloga en sus memorias.
Los personajes creados por Zora Neale hablaban con los acentos de las comunidades negras del Caribe y Estados Unidos. Algunos
de sus contemporáneos afroamericanos consideraban que esta prosa era inferior y denigrante. El escritor Richard Wright afirmó
que Sus ojos miraban a Dios (1937), su obra más laureada, era un “espectáculo juglaresco que hacía a los blancos reír”. En 1936,
el poeta y folklorista Sterling Brown dijo que sus historias “no eran lo suficientemente amargas, que no representaban el lado más
áspero de la vida de los negros del Sur”. La infancia de Zora Neale transcurrió en Eatonville (Florida), la primera comunidad negra
que se integró al gobierno federal de Estados Unidos y que entonces era gobernada por afroamericanos. Zora no fue educada en la
sumisión, sólo fue consciente de su negritud cuando salió de Eatonville. Sin embargo, esto no le supuso ningún trauma: “A veces
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siento que me discriminan —escribió en su artículo How It Feels to Be a Colored Me— pero no me molesta, simplemente me
sorprende. ¿Cómo puede alguien negarse a sí mismo el placer de mi compañía? Es algo que no comprendo”.
En 1973, la escritora Alice Walker, autora de El color púrpura, leyó Sus ojos miraban a Dios. Sintió que había leído uno de los libros
más importantes de su vida —las escritoras Toni Morrison, Edwige Danticat y Zadie Smith han expresado impresiones similares—.
Fue tal el entusiasmo de Walker que decidió encontrar cualquier rastro que Zora Neale hubiera dejado en el mundo. Viajó con su
amiga Charlotte Hunt al estado de Florida. Para obtener información sobre ella, se presentó como sobrina de la escritora. Zora
Neale murió en la pobreza. Había fallecido en Fort Pierce a los 69 años, a causa de un derrame cerebral. Sus restos reposaban en
una tumba sin nombre, descuidada y totalmente arropada por una maraña de vegetación salvaje. Sus libros no se imprimían desde
1950. El historiador Henry Louis Gates Jr. se preguntaba: “¿Cómo puede la beneficiaria de dos Guggenheim y autora de cuatro
novelas, una docena de cuentos, dos musicales, dos libros sobre la mitología negra, docenas de ensayos y una autobiografía
premiada, ‘desaparecer’ para sus lectores durante tres décadas completas?”. Walker rescató su legado del olvido —su obra fue
reeditada y recibida por el público con auténtico furor—. Le compró flores y una lápida gris con el epitafio: “Zora Neale Hurston. Un
genio del Sur”.
Tenía 13 años cuando su madre murió. A partir de entonces se enfrentó a una serie de dificultades. Decía que fue “pasada de mano
en mano como un penique”. A los 26 años no había terminado la secundaria. Mintió sobre su edad; fingió tener 10 años menos
para poder ingresar en una escuela pública. Años más tarde, mientras estudiaba en la Universidad Howard (Washington D.C.),
trabajó como peluquera y manicurista. Era atractiva, de actitud resuelta, mirada vivaz y labios carnosos. Buscaba la realidad
siguiendo su propio camino, a su ritmo y bajo sus propias reglas.
Cuando escuchaba notas de jazz, Zora Neale sentía que su cuerpo se pintaba de colores, que vibraba como un tambor de guerra.
Se convertía en una criatura salvaje que bailaba y gritaba por dentro, que corría por la selva poseída por un impulso depredador:
“Quiero sacrificar algo, provocarle dolor, darle muerte, ¿a qué?, no lo sé”. La música dejaba de sonar y ella regresaba de su trance,
jadeante, como una fiera que arrastraba el peso de su propio cuerpo sobre el asfalto de la civilización, con la sangre todavía caliente.
* Los fragmentos de “How It Feels To Be a Colored Me” fueron traducidos por Lydia González Meza y Gómez Farías.
La enciclopedia de los afrodescendientes más importantes de la
historia
El documento, que será publicado en mayo por la universidad de Oxford, eligió a los 150 colombianos
afrodescendientes más representativos.
Por: Redacción Nacional / El Espectador
Foto: EFE.
En tres meses, los rostros de los 150 colombianos que más han contribuido en la historia del país recorrerán el mundo. “La
enciclopedia de afrodescendientes de Latinoamérica y El Caribe” es una publicación de 2.000 artículos que condensa el recorrido de
los personajes más importantes de esta población en la región y por supuesto Colombia está incluida. En mayo se hará la publicación
del documento en la Universidad de Oxford.
Más de 500 años de historia, perfiles de los primeros esclavos que arribaron a tierras americanas en los siglos XV y XVI y relatos
de personajes como el exfutbolista Pelé y la poetisa cubana Nancy Morejón harán parte de este libro. La enciclopedia al final se
traduce en una forma de exponer la importancia que ha tenido en el mundo esta raza.
Varios estudiosos del tema en Latinoamérica y el Caribe participaron en la creación de la enciclopedia. El capítulo de Colombia y el
de Venezuela estuvo a cargo de la investigación del profesor de la Universidad del Norte (Barranquilla) Roberto González Arana,
quien además es el director del Instituto de Altos Estudios Sociales y Culturales de América Latina y el Caribe.
González asegura que entre los elegidos nacionales están Pedro Romero, líder de la independencia de Cartagena, Calixto Ochoa,
Totó La Momposina y Antonio Cervantes ´Kid Pambelé´. En el escrito también se resalta el papel que han desempeñado los líderes
de Palenque en Bolívar, así como artistas, músicos, políticos, literatos y deportistas.
El libro tendrá una versión virtual que incluirá nuevos personajes que no alcanzaron a salir en este tomo.
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Sábado 2 de abril
Para todo lo pertinente, por favor comuníquense con Roberto Villamizar Mutis, 3107501220
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El disco tiene primera y segunda parte
El folk pop de Laura Kalop
La artista colombiana presenta “Koraje”, su tercer álbum, en el que logra establecer vínculos más sólidos entre la
música andina colombiana y estilos sonoros como el góspel, el soul y el pop.
Por: Juan Carlos Piedrahíta B. / El Espectador
La cantante y compositora colombiana Laura Kalop debutó en el Festival Mono Núñez, en Ginebra
(Valle), cuando tenía 17 años. / Archivo particular
La música de Laura Kalop se viste todos los días de ruana, pero debajo de su atuendo folklórico tiene puesta una indumentaria bien
urbana. El tiple es su fibra esencial, es el sonido a familia, el tono cálido sobre el que la compositora y cantante colombiana puede
estructurar todas las ideas que transitan por su cabeza. A partir de esas cuerdas locales se da licencias vitales que la impulsan a
incorporar otros sonidos de corte internacional con los que también creció.
A los dos años ya tenía varias horas de ensayos musicales. Sabía a la perfección cuándo uno de los integrantes desafinaba o no
entraba a tiempo. Esas voces en plena etapa de desarrollo las escuchaba desde el vientre materno y por eso se familiarizó con los
ensambles vocales de tal manera que uno de sus primeros contactos con el público se lo debió a su participación, casi estelar, en La
flauta mágica, un montaje a cargo de la Ópera de Colombia.
En ese entonces, cuando debutó como imán para atraer miradas y al mismo tiempo entendió que en eso radicaba buena parte del
secreto de ser artista, Laura Kalop pensaba que su destino estaba ligado al canto lírico y que los compositores clásicos podí an ser
sus consejeros en el arduo oficio de la interpretación.
“Todo cambió cuando mi papá, Raúl Castaño, me propuso participar en el Festival de Música Colombiana Mono Núñez, en Ginebra
(Valle) como solista. Yo tenía 17 años y recuerdo que me le medí porque tenía el grupo de mi papá como respaldo. Fue un año de
preparación, de ensayos todos los días, y ahí decidí que quería fortalecer mucho más las raíces musicales de esta región. Nunca
quise vincular el canto lírico con el folklor, pero sí supe que lo que me movía más era la música andina”, cuenta Laura Kalop.
Su padre, un músico tradicional casado con los sonidos de antaño, se encontró con la sorpresa de que su hija no quería hacer folklor
solamente, sino que tenía el deseo de aventurarse rumbo a la vanguardia, ese escenario complejo en el que no se identifica muy
bien cuándo una propuesta es genuina y cuándo responde a un deseo comercial.
Para ella, el hecho de establecer redes de conexión entre el bambuco y el pop fue todo un proceso duro. Un sector del nicho más
conservador a veces se tapa los oídos ante estas manifestaciones, mientras que otra porción la recibe como lo que Laura Kalop
quiere que se entienda su estilo: como un aire fresco e innovador, pero siempre respetuoso de los ancestros.
“No puedo decir que ya encontré mi lugar en la música, pero creo que ahora conozco mejor un espacio y me siento segura en él.
Ya tengo un sello y mi color ya es fácilmente identificable, pero eso no me impide seguir explorando, porque para eso nací también”,
asegura la artista que ya tiene tres trabajos discográficos en el mercado, Laura Kalop, Raíz y Koraje, que acaba de presentar.
En el primer registro fue la responsable absoluta de su sonido. En el segundo álbum, el comandante fue Raúl Castaño, mientras
que en este reciente ejercicio musical su intención ha sido ampliar el panorama y escuchar a diversos productores, quienes
basándose en el respeto por las inclinaciones artística de Laura Kalop han realizado aportes significativos a una propuesta que está
viva y en permanente evolución.
“Koraje es un disco que empezó a surgir desde que yo estaba viviendo en Estados Unidos. Allí hice una maestría en teatro musical
y a raíz de esta experiencia me encontré conmigo, así que quise plasmar en las canciones todo eso que me sucedió. El registro ha
sido guiado por mi intuición, aunque creo que ahora, más que cantante, soy una actriz que es capaz de darle vida a una partitura”,
dice Laura Kalop, quien de manera estratégica dividió su disco en dos partes. En la primera plantea su posición como solista,
mientras en la segunda, que saldrá al mercado en pocos meses, tendrá interlocutores interesantes.
Desde pequeña ha cantado temas de Celine Dion, Mariah Carey y Whitney Houston, y lo que más le gustaba de ellas es que por lo
general estaban acompañadas por coros góspel muy consolidados. Laura Kalop quería profundizar en ese formato, pero el gran
planteamiento era cómo meterle un coro de múltiples voces a un bambuco, y encontró la respuesta en temas como Eso que hay
en ti y Algún buen día, incluidos en su más reciente grabación.
“La primera parte de Koraje está muy marcada por el pop y el soul. Yo tenía la intención de hacer una fusión más fuerte y agresiva
entre el folklor y los sonidos electrónicos. Los productores que trabajaron conmigo entendieron que yo quería llevar mi música a un
nivel al que nunca imaginé, porque era como visitar la modernidad y lo contemporáneo con bambucos, pasillos y guabinas”, cuenta
la cantante y compositora colombiana.
Para Laura Kalop, uno de sus grandes triunfos con este tercer álbum es que logró descontextualizar el tiple en temas como Me
voy, Ven acá y A tu lado. Lo puso a sonar de otra manera y lo vinculó estrechamente con el pop folk, que caracteriza su propuesta
musical. Este instrumento es el elemento transversal en un álbum en el que la artista saluda y se despide de la tradición.
“En la música el arte de hacer es muy importante. Es probable que tenga muchas cosas en la cabeza, pero cuando uno se pone
juicioso a realizarlas, se da cuenta de por dónde puede recorrer ese camino. Lo que me pasa por lo general es que lo que pienso
es lo que hago sin tanta complicación, y así nació Koraje”, concluye Laura Kalop, quien con ruana, jean o blusas exóticas siempre
abanderará la música andina colombiana.
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Rósemberg Sandoval tiene cinco de sus obras en el Moma de Nueva
York
Autor: Por Catalina Villa | Editora de GACETA / El País
La Universidad del Valle publicó hace un mes un libro que recoge sus 35 años en el arte.
Todo en él parece una extravagancia. Empezando por su nombre. Que a un niño nacido en la vereda Pedro Sánchez, justo a medio
camino entre Obando y Cartago, en el norte del Valle, lo bauticen Rósemberg es una extravagancia.
Nació en 1959, fue el hijo menor de 14 hermanos y cree que su nombre lo leyeron sus padres por ahí, en algún periódico, cualquier
domingo, y vaya usted a saber por qué les gustó. “En los años cincuenta fue muy sonado el caso de los esposos Rósemberg”, dice
pasito, como para él mismo.
- ¿Te lo contaron? ¿Sabían ellos quiénes eran los Rósemberg?
- No, qué iban a saber, si ellos eran unos campesinos.
Cuando Roósemberg Sandoval habla de su infancia, de la casa en que creció, todo parece aún más extravagante. Habla de su
hermana que se enloqueció a los 16 años, previo aviso de un psiquiatra que la vio a los 5 años y se lo vaticinó; de sus hermanos
los borrachos, amigos de las drogas; de su padre que, siendo agricultor, tuvo que convertirse a la fuerza en pintor de brocha
gorda; de su madre, que en lugar de entristecerse cuando alguno de los hijos se iba de la casa, se alegraba porque era una boca
menos para alimentar.
- Mi casa era lo más parecido a un pabellón psiquiátrico. Yo creo que por eso me convertí en artista. Era una necesidad de escapar
de esa locura, de ese ambiente tan pesado que se respiraba.
Al oírlo hablar en el tercer piso de su casa de Jamundí, el mismo que le ha servido de taller en los últimos 10 años, y en donde ha
elaborado piezas o partes de perfomances, muchos de los cuales hoy pertenecen a colecciones privadas, como la de Daros en Suiza
y desde el año pasado la del Moma en Nueva York, uno empieza a entender ese rompecabezas que parece ser su vida y su obra.
Tenía apenas 6 meses cuando su familia fue desplazada del norte del Valle a causa de la violencia. Y hasta Cali llegaron los 16 a
instalarse en una casa que quedaba muy cerca a la puerta de urgencias del Hospital San Juan de Dios, en Cali. Fue allí donde creció
Rósemberg. En los pasillos de ese Hospital. Un niño de 6 años que merodea entre el dolor, la enfermedad, la pobreza, la agonía,
la sangre, la soledad, el miedo.
- Como en mi casa no había plata, y mi papá no sabía hacer nada citadino, mis dos hermanos mayores empezaron a trabajar como
enfermeros del Hospital y empezaron a sostener la casa. Y yo, como era el pequeño, les llevaba cosas en la mañana o en la noche,
dependiendo del turno, y entonces me perdía entre ese caos que es una sala de urgencias. Eso me marcó muchísimo.
Tiene sentido. Porque de eso es de lo que han estado --están-- hechos sus performances: de dolor, enfermedad, pobreza, agonía,
soledad, sangre. Mucha sangre.
Rósemberg Sandoval es considerado uno de los pioneros del performance en Colombia. Los empezó a hacer a finales de la década
del 70, cuando aún era un estudiante de Bellas Artes. Y a diferencia de muchos artistas que los hicieron, los hacen, como una
actividad paralela al resto de su obra, él es un “performista de oficio”, como lo define el curador Miguel González.
- Nunca me imaginé en otra situación en la vida distinta a la de ser artista porque siempre hice lo que me dio la gana. No fui un
niño castigado. Yo no sabía cómo transgredir las normas en mi casa porque en mi casa no había normas. Y pienso que eso tiene
que ver mucho con el lenguaje. Si hubiera tenido normas habría sido un pintorcillo, un acuarelista, una cosa más recatada. Y yo no
soy eso.
Ni él ni sus obras son eso. Lo suyo es, por el contrario, la artillería pesada. Y es que por esa relación directa que tuvo con la muerte,
siendo un niño, empezó haciendo obras que más parecían las de un francotirador.
Su primera exposición se realizó en el Museo Nacional en 1981, en una exhibición de arte joven, el Salón Atenas. Y ya desde
entonces su obra tenía esa carga política que no ha abandonado a lo largo de su carrera.
Allí presentó ‘Extensión’, una gran tela usada de género, “con la que se hacen los bolsillos, para darle una lectura económica”.
La tela la tiñó en café, no solo porque la economía del país en ese momento estaba basada en el grano, sino porque quería explorar
una nueva forma de pintar, no untando, como los europeos, sino tiñendo, como los indígenas.
La tela, finalmente, pendía de una sonda llena de orines del autor. Una extensión de su cuerpo, dice.
- Si hoy evalúo esas obras, veo que son piezas que están resueltas como si las hubiera hecho hoy. Nunca hice piezas por las que
me diera vergüenza.
No se avergüenza de ‘10 de marzo’, por ejemplo, un performance presentado en una galería de San Diego, en donde construyó
una red con vísceras humanas que se anudó de pared a pared dejando al público atrapado.
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- La gente se quedó quieta porque imagínese, quién va a tocar vísceras humanas. Tuvieron que esperar a que nosotros la
desmontáramos. Quedaron como secuestrados en el espacio.
Tampoco se avergüenza, por qué habría de hacerlo, de sus obras escritas con pelo, de haber pintado a modo de grafiti las paredes
de un museo en Guayaquil con la lengua de un preso político, de haberse fotografiado con un cadáver de una niña de 9 meses
anudado a su cuello en forma de collar, de haber sangrado a chorros luego de estrujar con sus manos decenas de rosas, de haber
pintado un lienzo con el cuerpo de un indigente.
- Toda la vida me han dado garrote. Cantidades. La gente supone que porque uno es pobre tiene que ser dócil, servil. Pero yo
nunca he sido así.
A Rósemberg Sandoval lo que en realidad lo atribulaba era cómo iba a mantenerse a través del tiempo con ese tipo de obras.
Porque ¿quién compra un performance, una instalación?
Y pasaron cerca de veinte años hasta que alguien, nada menos que la casa Daros, de Suiza, una de las colecciones de arte
contemporáneo más prestigiosas de Europa, se interesó en su obra.
Y fue la salvación, porque pudo empezar a contemplar la posibilidad de vivir de su arte.
Eso, el haber resistido, es uno de los atributos que el curador Miguel González más destaca de su obra. No haber sucumbido ante
las presiones del mercado.
- Su obra desde el principio nunca fue contemplativa sino eminentemente conceptual. Su obra, al igual que la de Marcel Duchamp,
no es lo que estamos viendo con los ojos sino las ideas que se esconden detrás de los materiales: de los vidrios recogidos de
atentados terroristas, de elementos de personas desaparecidas, ausentes.
Esto es válido para sus ‘Mapas rotos’ de Latinoamérica, Europa y Estados Unidos, dibujados a punta de puñal; para su ‘Venus
escolar’, unas botas de guerra cortadas, redefinidas, con instrumentos quirúrgicos; para ‘Emeberá-Chamí’, esas botas pantaneras
con astillas de hueso humano. Para toda su obra.
Fue ese mensaje de crítica política y social lo que sedujo a los curadores de Daros. Y fue, también, lo que sedujo el año pasado a
los curadores del Moma, el Museo de Arte Moderno de Nueva York, uno de los más prestigiosos del mundo.
- ¿Qué siente que después de 35 años de carrera su obra llegue al Moma?
-Pues imagínese, esa es como la catedral del arte contemporáneo. Aquí estuvo todo el grupo curatorial husmeando en mi casa. Yo
me sentía demasiado revisado. Como a los seis meses me escribieron diciéndome lo que les interesaba y al final se quedaron con
cinco obras: ‘Dibujo’, de 1980; ‘Mapa Cali’, de 1983; ‘Coche de bebé’, de 1999; ‘Ana María’ 1984 y 2000; y ‘Dibujo múltiple de
solidaridad’, de 1985.
Pero lo que más me gustó es que
la tesis curatorial con la que entré al Moma es la de un artista que desde los años 70 tiene la
investigación política desde adentro, no como tema sino sentida, vivida. Eso me agradó mucho. Porque yo llegué a la violencia
porque la sentí, porque me tocó. No como quienes hacen un remedo.
- ¿Valió la pena el riesgo entonces?
- Sí. Pero lastimosamente el riesgo en el arte contemporáneo en América Latina ya desapareció.
La economía y la cultura
Por: Manuel Drezner / El Espectador
Una de las víctimas inocentes de los problemas financieros que vive el mundo, por los malos manejos de quienes se supone que
sabían y resultaron no sabiendo mucho más de lo que sabemos los ciudadanos del montón, ha sido la cultura. En efecto, las fuentes
de financiación de la cultura se han ido secando poco a poco, ya que a quien primero sacrifican los presupuestos públicos de los
diferentes países cuando hay problemas son las cuestiones culturales, y los mecenas privados tienen mucho problema propio como
para poderse permitir subvencionar los eventos de la cultura.
Eso se ve desde el hecho de que las temporadas de teatro en los grandes centros del mundo están sufriendo por falta de inversores.
Eso trae como consecuencia indirecta que sólo se buscan obras que puedan ser populares sin importar su calidad. Además, el
público simplemente no tiene dinero para asistir a esos espectáculos. Lo mismo sucede en el cine, donde prácticamente sólo se
pueden hacer cintas que tengan su éxito más o menos garantizado, lo cual en el fondo implica irse por lo menos ambicioso.
Igualmente están las limitaciones que están teniendo en todas partes instituciones culturales como orquestas, casas de ópera y
museos, que normalmente dependen en mucho para su funcionamiento del erario.
Ha habido voces que dicen que la cultura se tiene que financiar ella sola, pero lo cierto es que aún esta posibilidad ha llegado al
límite. Los grandes museos del mundo (con la honrosa excepción de la Galería Nacional de Londres, que sigue siendo gratuita)
están cobrando cifras gigantes por la entrada, cuando en otros tiempos esa entrada era gratuita. En las casas de ópera los precios
de 150 euros (que representan medio millón de devaluados pesos) por boleta son ya normales, y ellas ven que con la presente
situación económica la asistencia de público ha disminuido notablemente, lo cual implica que no se puede aumentar el valor cobrado.
Lo cual nos trae a los casos locales, que siempre han sufrido por presupuesto insuficiente y en los que muchos muestran
preocupación por lo que pasará este año. Lo malo es que casi nunca los presupuestos que dan alcanzan y, de hecho, en muchas
entidades a duras penas tienen para pagar los gastos de cada día.
Como los mecenas privados se están acabando, por muchas razones, entre ellas la falta de estímulos tributarios que sí existen en
otras partes, uno debe ver con preocupación las consecuencias de las crisis financieras y esperar que no suceda que, como de
costumbre, la cultura sea la primera sacrificada.
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En Envigado se venden memorias
Por: Marggie Riaza | El Colombiano
La Telaraña, con su propietario Norberto Calle, pionero en este tipo de negocios en Envigado y El Tigre, que también vende piezas
de arte y que abre todos los días. Fotos: Marggie Riaza
Al parecer, las bacinillas de peltre, esas que las abuelas o bisabuelas solían tener debajo de la cama, están de moda como materos.
Los moldes de madera para hacer zapatos también son ideales para poner como decoración sobre las mesas, y las chocolateras de
bronce, aunque tengan huequitos o estén un poco ahumadas, son los floreros más buscados en los últimos años.
Así lo explican los dueños de las tiendas de antigüedades del barrio Mesa, en Envigado, sector que está a dos cuadras del parque
principal del municipio. En estos pequeños locales, que se ven más diminutos aún por la cantidad de mercancía que guardan,
empieza la nueva vida de muchos objetos que han caído en desuso. Aquí, esas cosas que muchas veces se consideran como basura
terminan convirtiéndose en tesoros.
La Twittercrónica visitó dos de los locales de la zona para conocer más sobre este nostálgico “comercio de lo obsoleto”.
La Telaraña. Calle 38 Sur # 37-36. Son las nueve de la mañana y Norberto Calle Restrepo, un exfarmaceuta que hace casi 20
años fundó La Telaraña, la primera tienda de antigüedades del barrio Mesa, está listo para iniciar sus labores y atender a los
clientes. Lo acompañan sus dos colaboradores, Hildebrando Cano y Carlos Benjumea.
Mientras unos barren y limpian la exhibición, otros contestan el teléfono y van mirando qué muebles van a reparar durante el día.
Este pequeño equipo de trabajo hace que La Telaraña sea una de las tiendas más reconocidas de Envigado, incluso de Medellín.
“¡No digás la palabra ‘inventario’ que yo no sé qué es eso!” vocifera Norberto al escuchar la pregunta de cuántos objetos tiene ese
día en el local. Y es que al entrar se ven tantas cosas colgadas y apiladas, que dan la sensación de que no hay un solo rincón vacío.
Las paredes y el techo parecen hechas de cientos de objetos, en lugar de cemento y de tejas.
La llegada de Norberto al mundo del coleccionismo fue casi una casualidad. Durante 32 años fue dueño de una droguería en
Donmatías, en el Norte antioqueño. Allí, de a poco, fue comprando ollas antiguas y otros cacharros para decorar su local, que se
fue convirtiendo en ‘farmacia-anticuario’ y que, finalmente, decidió vender para regresar a su casa en Envigado.
“Quise cambiar de vida y como era bueno negociando estos artículos me aventuré a abrir La Telaraña, bautizado así por mi hijo
Hamilton”, recuerda este hombre de 68 años.
Entre los objetos más vendidos de La Telaraña están unas mesas que se conocen como “tocineras o cocineras”, de madera, que
eran típicas en las cocinas de las abuelas paisas. Son un poco más grandes que un escritorio, pero también tienen uno o varios
cajones. Los productos de Coca Cola, el arte religioso y en general los muebles antiguos son la sensación.
Entre sus tesoros de la semana, porque su mercancía siempre rota, está un escaparate enorme de más de 100 años y una
registradora con decenas de botones de colores, que podría tener unos 80. En La Telaraña usted puede encontrar de todo, hasta
objetos que no se sabe para qué se usaban pero que son bonitos y una bañera rosada que lleva buscando hogar por casi dos
décadas.
El Tigre. Calle 38 sur # 37-51. A la vuelta de la esquina de La Telaraña está este pequeño local, nombrado así en honor al apodo
de su dueño Omar Villalba Zuluaga. Aquí en lugar de tener un letrero con las palabras “el” y “tigre” hay uno de esos felinos pintados
en la parte superior de la puerta. Toda la fachada tiene un colorido paisaje dibujado, en la ventana hay una enorme pintura colgada
y en el andén hay otro cuadro más pequeño, de arte japonés.
Desde hace cuatro años El Tigre abrió sus puertas a los envigadeños. Aquí trabajan de domingo a domingo todos los días del año,
excepto uno: “yo no abro el primero de enero porque me da pena”, dice entre risas Omar. En esta tienda puede comprar un acetato
o un cassette por mil pesos, encuentra cámaras fotográficas análogas, radios, despertadores, juguetes, máquinas de escribir,
muebles y objetos curiosos.
Cuenta Omar “El Tigre”, que toda su vida fue comerciante, que durante 30 años trabajó en prenderías y que de ahí salió su talento
para reconocer cuáles objetos tienen valor y cuáles no. También explica que el negocio lo montó con solo 200 mil pesos y que está
convencido de que “en la basura está la plata”.
Entre sus anécdotas más curiosas, Omar recuerda que en diciembre pasado compró un cuadro por 20 mil pesos y lo vendió por 120
mil. Cuando creyó que había hecho el negocio de su vida, el comprador le explicó que se trataba de una obra de Enrique Grau que
podría costar unos seis mil dólares. “Escriba en el artículo que todavía estoy llorando por eso”, dice insistente.
Al acercarse el mediodía, las tiendas de antigüedades del sector siguen atendiendo a los curiosos que pasan y ven algo que les
llama la atención, un objeto que probablemente les recuerde su infancia o a algún ser querido. Aquí no solo se venden cosas sino
también memorias.
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¿Qué pasará con los festivales al parque en Bogotá?
Por: César Rojas Ángel / Revista Arcadia
Una de las imágenes icónicas de Rock al Parque. Foto: Juan Carlos Sierra.
No se unirán los festivales Colombia, Salsa y Jazz al Parque. El Festival de Rock al parque se mantendrá fiel a su naturaleza pero debe
crecer para no verse opacado por los privados. La gran apuesta del distrito será Hip Hop al Parque.
Sábado, 15 de octubre de 2005, dos de la tarde. Llovía. Al principio una llovizna tenue y luego un aguacero que espantó a muy
pocos. La banda paisa Kraken abría la undécima edición del Festival Rock al Parque en compañía de la Orquesta Filarmónica de
Bogotá.
Había cerca de 40 mil almas empujando hacia el frente y los que estaban en primera fila quedaban aprisionados contra las barandas
de seguridad.
“Demostremos que tenemos más cultura que los que usan corbata y demos un paso atrás”, pidió Elkin Ramírez, vocalista de la
agrupación que se inmortalizó con temas como Lenguaje de mi piel o Vestido de cristal.
El Parque Metropolitano Simón Bolívar nunca había estado tan lleno al comienzo de un festival y en los años que vinieron ha sido
difícil repetir la hazaña.
Sin embargo, casi todo ha crecido en Rock al Parque. Creció el presupuesto, la cantidad de tarimas, el número de bandas y, a
veces, hasta el público.
Fito Páez, Andrés Calamaro, Charly García, Luis Alberto Spinetta, Manu Chao, Antrax, A.N.I.M.A.L., V for Volume, Black Rebel
Motorcycle Club, Nawal, Bloc Party, entre un largo etcétera, son solo algunas de las bandas que se presentaron en los años
siguientes.
La celebración de los 15 años, en 2009, con documental y libro incluido, parecía indicar que el niño seguiría creciendo sano y fuerte.
Pero llegaron nuevos vecinos.
Rock al Parque ya no es el único. La edición 19, en 2013, marcó un punto crítico. La asistencia más baja en toda la
historia. Menos de 200 mil personas en tres días para un festival que en 2009 reunió a cerca de 320 mil.
Un par de meses antes, el Festival Estéreo Picnic consolidaba su proyecto con la visita de The Killers, New Order y Café Tacvba. Era
la cuarta edición del festival privado y tanto los organizadores como los asistentes sabían que nada volvería a ser como antes.
“Antes de que aparecieran estos nuevos festivales, estaba solo Rock al Parque y ese era el referente que tenían las personas en
Bogotá”, apunta Chucky García, periodista musical y programador artístico de Rock al Parque.
“La oferta musical en Bogotá era muy pobre. Hasta ahora se está empezando a enriquecer y en la ciudad todavía hay espacio para
8 o 10 festivales más”, añade Felipe Jaramillo, director de 10Music, una productora de eventos que ayudó en el montaje de Estéreo
Picnic entre el 2013 y el 2015.
Ambos coinciden en que la llegada de festivales como Estéreo Picnic, el Jamming, y este año Lollapalooza, es buena para la ciudad.
“Por dos razones –dice el director artístico de Rock al Parque-. La primera es que sin duda eso sigue abriendo puertas para todos
porque pone a Colombia dentro del panorama mundial de países donde es bueno realizar conciertos. Y además siento que todos
estos festivales terminan cubriendo una audiencia y unas demandas del público que Rock al Parque no puede suplir”.
¿Por qué no pueden competir?. Todas las fuentes consultadas para este artículo dicen que no están compitiendo. En parte
porque la música que traen es distinta (aunque Café Tacvba ha estado en Rock al Parque en tres ocasiones y los capitalinos soñarían
con tener a The Killers en un festival gratuito). Pero en el fondo la explicación más obvia es el dinero.
Julio Correal concibió Rock al Parque junto a Mario Duarte, vocalista de La Derecha, en 1994. Él mismo dice que solo pudieron hacer
un montaje con producción profesional hasta 10 años después y que ese festival costó cerca de 1.350 millones de pesos.
Correal ha sido uno de los promotores del Estéreo Picnic desde su primera edición en 2010 y afirma que hoy hacer este festival
puede costar cerca de 3 millones de dólares (alrededor de 10.101 millones de pesos al cambio actual del dólar).
Es difícil saber cuánto cuesta Rock al Parque. Arcadia revisó las cifras de contratación de Idartes en 2015. Al sumar los rubros
relacionados con los festivales al parque (Rock, Jazz, Salsa, Hip Hop y Colombia al Parque) es posible calcular que la entidad invierte
al menos 6.260 millones de pesos en la producción de estos eventos.
Ahí entran detalles como el convenio entre Idartes y el Teatro R-101, por 2.317 millones de pesos, para realizar proyectos previos
y posteriores a los festivales al parque. O el contrato con Iluminación Jaime Dussán S.A.S., por 1.326 millones, para el diseño de
los escenarios y la ejecución del montaje, así como el alquiler de los equipos necesarios para realizar los 5 festivales.
Las cifras reportadas en años anteriores indican que la producción de Rock al Parque puede estar por el orden de los 3 mil millones
de pesos. Pero en cualquier caso, para conocer el costo total del festival hace falta añadir lo que cuesta traer a los artistas.
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Orgullo de Santander para Colombia
Chucky García dice que el año pasado se gastaron 1.600 millones de pesos en la producción artística y que este año el presupuesto
base está en 900 millones. Que puede crecer, pero depende de factores como la negociación con las bandas y los patrocinios.
En resumen, mientras las cifras de Estéreo Picnic pueden superar los 3 millones de dólares, las de Rock al Parque difícilmente
alcanzan el millón y medio. Por eso para muchos no tiene sentido comparar el festival público y gratuito con los privados que, como
en el caso de Loollapalooza, ya tienen una marca consolidada a nivel internacional.
Los demás “al parque”. “Hip hop al Parque es el futuro Rock al Parque. Es un fenómeno social. Está interesado el Gobierno, está
interesado Idipron (Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y la Juventud) y la verdad es que a mí me gustan los problemas,
las cosas donde hay retos importantes y ese es el caso de Hip hop al Parque”, explica Juan Ángel, actor y gestor cultural que lleva
un mes en la dirección de Idartes.
Su apuesta está orientada en el componente social y el potencial artístico que tiene este género. En ediciones pasadas ha habido
actividades relacionadas con el arte urbano y el grafiti que también hacen parte de esta cultura (a propósito, Ángel adelantó en
entrevista con Arcadia y Semana que le dará continuidad a estas políticas pero en zonas autorizadas, pero ese es otro tema). Pero
desde el punto de vista social quieren hacer más.
“Me parece muy bien que Hip Hop al Parque tenga cierto despliegue porque atiende a un público marginal. Y es una apuesta que
se hizo muy tímidamente hace unos años cuando llevaron a La Etnia a Rock al Parque”, apunta Jaime Andrés Monsalve, jefe musical
de la Radio Nacional de Colombia. En el fondo, añade, “somos tribus, pero hay cosas que nos unen. Hacia eso le debería apostar la
curaduría musical”. Pero la apuesta más arriesgada está en los otros tres festivales.
Juntos, pero no revueltos. Juan Ángel dice que han identificado debilidades en los festivales de Jazz, Salsa y Colombia al Parque.
En la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte aclaran que no quieren mezclarlos, sino unir esfuerzos entre los tres.
“Estaban regados en momentos distintos de programación, lo que vamos a hacer es programarlos en dos semanas seguidas, para
que todos los esfuerzos de producción permitan hacer mucho más eficiente ese gasto y que existan los tres festivales”, aclara
Ángel.
En otras palabras, la idea es, como dice la secretaria de cultura María Claudia López, “hacer economía de escala”. De modo que se
pueda aprovechar el mismo montaje de tarima, sonido y logística para que se haga uno detrás de otro.
“No me parece”, responde Julio Correal al escuchar la propuesta. “Lo bonito que tienen los festivales al parque es que son en
diferentes épocas del año, que se descentralizan los escenarios. Así queda ‘sancocho al parque’ y además no hay escenario que
aguante dos semanas seguidas de actividad”.
El jefe musical de la Radio Nacional de Colombia coincide parcialmente con Correal. “El componente temporal no es tan grave
porque los públicos son distintos. Pero los tres festivales se hacen en escenarios diferentes y eso tiene que ver con el aforo. De los
tres, el que más se llena es Salsa al Parque, que se hace o en la Plaza de Bolívar o en el Parque Simón Bolívar. ¿Será que un mismo
escenario sirve para los tres? ¿Se va a perder la propuesta musical de Colombia al Parque en ese maremágnum de cemento que
es la plaza de eventos del Parque Simón Bolívar?”, pregunta Monsalve. Sin embargo, el periodista musical aplaude que exista un
interés por darle más atención a Colombia al Parque. “Ese es un festival que para nosotros como radio pública es muy interesante.
Debería ser una especie de termómetro de lo que está pasando en el país en la escena independiente y tradicional colombiana.
Pero no ha llegado a eso. No ha generado un público afianzado que haga veeduría de qué se está haciendo con ese escenario”.
El factor privado. Al final, la serpiente se muerde la cola. Todo gira alrededor de los recursos. Juan Ángel apunta que por directiva
de Enrique Peñalosa están buscando alianzas público-privadas para ser más eficientes.
“Estamos buscando un contacto con el proyecto del Festival de Jazz del Teatro Libre y los demás festivales de jazz del país para
que se fortalezca Jazz al Parque”, adelanta el director de Idartes. Pero no es el único festival que buscará a los privados.
En el pasado, Virgin Mobile y Coca Cola fueron socios importantes de Rock al Parque y hasta Red Bull ha tenido su propia tarima.
La secretaria de cultura María Claudia López apunta que esto no ha sido suficiente y que hay que buscar más de estas alianzas.
Juan Ángel dice que hablará con comercializadores y centrales de medios para buscar alternativas, sin perder la gratuidad para los
asistentes. Al respecto, Felipe Jaramillo, director de 10Music, resalta que en ese aspecto ha sido muy efectivo Estéreo Picni c. “La
economía que mueve un festival de estos es gigante, hay al menos 2000 personas trabajando en distintas áreas”. Y añade que la
publicidad ya no se basa en poner inflables y pasacalles. “Las empresas son muy creativas para hacer sus activaciones de marca y
todo eso contribuye a la experiencia del festival”. Dice Jaramillo que en ocasiones el espíritu distrital puede chocar contra toda esa
creatividad.
El sueño sigue vivo. Un año antes de la crisis de 2013, el festival lo cerró un disminuido pero lúcido Charly García. La edición 19
trajo a Illya Kuryaki & The Valderramas. En 2014, el año en que Chucky García asumió la dirección artística, el festival lo cerró
Anthrax y el año pasado Café Tacvba hizo su tercera aparición en un Rock al Parque.
Frente a este tipo de artistas (con la excepción de Anthrax) Julio Correal tiene una opinión formada: “ya vinieron todos”, le dijo a
Arcadia hace poco, “ha hecho falta Bunbury, Juanes o Caifanes, pero el espectro iberoamericano está prácticamente cubierto. Y la
gente sigue preguntando ‘oiga, ¿cuándo traen a alguien grande?’”.
Pero Chucky García dice que no está de acuerdo con la idea de “el artista de cierre”. “El concepto de artista de cierre se cambió por
una jornada de cierre. El artista de cierre me parecía como una forma innecesaria de crear expectativa. Así que dijimos
juguémonosla por una jornada de cierre que desde temprano tenga varias alternativas”. Y añade el director artístico que al fin y al
cabo el festival trae entre 70 y 80 bandas, de modo que es injusto centrar la atención en una sola.
Además, dice García que con los nuevos festivales, Rock al Parque ha sabido mirar hacia otro lado. “En los 3 años que he estado
como programador o como director artístico, me parece que la razón de ser del festival ha sido mirar hacia sus orígenes, que es la
representación del ecosistema musical de Bogotá de los últimos 20 años. Ahí siempre ha existido la diversidad. Siempre hubo metal,
punk, rock mestizo o ska. Rock al Parque se volvió un abanderado de esa diversidad y esa inclusión. No es una política. Esa es la
naturaleza. Para mí la misión que tiene Rock al Parque es entender su naturaleza. Quizá eso no parece tan a la moda, tan de
vanguardia, pero también es una apuesta”.
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¿Por qué el sábado 13 de febrero se conmemora el Día Mundial de
la Radio?
Para el 13 de febrero la Unesco estableció que el tema de la celebración será “La radio en tiempos de desastre”
Por: Redacción Cultura / El Espectador
La Unesco conmemoró el sábado 13 de febrero como el Día Mundial de la Radio en recordación a la creación de la Radio de las
Naciones Unidas en 1946. La propuesta fue hecha por la Delegación Permanente de España. Los objetivos de esta jornada
son concientizar tanto al público y los medios de comunicación acerca de la importancia de la radio.
En la quinta edición del Día de la Radio, la Unesco, comunicadores y medios de todo el mundo adelantan eventos conmemorativos
en defensa de la independencia, el pluralismo y la libertad de expresión de los medios en general y particularmente de la radio.
La directora General de la Unesco, Irina Bokova, señaló a Caracol Radio que “en una emergencia, la permanencia de la radio es
una ventaja incomparable, ya que a menudo le permite resistir las crisis mejor y con más rapidez que otros medios de comunicación
y transmitir mensajes de protección y prevención a una audiencia numerosa, salvando vidas”.
El Día Mundial de la Radio se conmemora desde la proclamación de la Unesco en 2011. El tema de este 2016 es “La radio en tiempos
de desastre y emergencia”, con este se busca destacar la importancia de la radio en tiempo de paz, desastres y emergencias.
Irina Bokova, también hizo un llamado a las autoridades públicas y los agentes del desarrollo y la acción humanitaria para
que refuercen los lazos entre la radio y la respuesta de emergencia, de modo que la voz de los hombres y las mujeres, víctimas,
socorristas y periodistas, que escuchamos en esos momentos a través del transistor, el teléfono móvil o el ordenador, sea la voz
de la vida y de la esperanza.
Hertz, el festival que teje la piel de la música local
Por: Diego Londoño / El Colombiano
Actualmente existen gran cantidad de festivales en Medellín. Serios, organizados y aportantes, la verdad, muy pocos. Y digo esto,
porque las cinco ediciones pasadas del Festival Hertz han demostrado un compromiso con la música de la ciudad, han aportado
evolución técnica y logística, y han visionado una propuesta de futuro sonoro, acorde con el ritmo frenético y acelerado de Medellín.
Cosa que otros espacios musicales, lastimosamente, no practican.
Hertz nace por iniciativa de HagalaU ¡No pase de largo!, un colectivo de comunicación musical urbana que a través del periodismo,
la pasión por la ciudad y el amor por la música, logra potenciar propuestas emergentes y ponerlas de manera respetuosa al lado
de proyectos musicales de amplia trayectoria.
Este es un festival independiente que piensa su line up, que tiene una curaduría rigurosa, conocedora y que proyecta bandas a
nuevos niveles. Y a diferencia de muchos otros, Hertz, nace no sólo por captar público, mucho menos dinero. Hertz nace con la
intención de mostrarle otras realidades a la ciudad, de formar a las bandas y ponerlas mano a mano de manera amistosa para que
puedan compararse en sonido, composición, arreglos y puesta en escena. Es una verdadera apuesta por la gestión de nuevos
públicos y la formación de artistas en vivo.
En pocos días se vivirá una nueva edición de este cariñoso proyecto, tendrá un cartel de lujo, en mi concepto, con cuatro de las
propuestas actuales más sólidas y representativas de la nueva música en Medellín. Ellos son Rogs, Zatélite, El Juanda y Jaibanakus.
Una apuesta sonora que pasa por sonidos como el rock, post punk, afro beat, surf rock y hasta el tropicalismo salvaje.
Esta será su sexta edición, y con ella, Hertz se sigue consolidando como un importante proyecto de circulación en Medellín, y
además, en una propuesta que ayuda a los músicos a pensar en su rol más allá de un concierto o una canción.
Año a año, edición tras edición, este propositivo festival sigue tejiendo la piel de la música local y le dice a Medellín que espacios
para la música y los nuevos artistas sí existen, ¿Le respondemos a Hertz y a los músicos de la ciudad?
Festival Hertz, 20 de Febrero. Bombay. Rogs, Jaibanakus, El Juanda, Zatélite.
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Jorge Alí Triana será homenajeado en los India Catalina
El director recibirá el premio Víctor Nieto a toda una vida por su trayectoria de más de 40 años.
Por: Redacción El Tiempo
Foto: Archivo EL TIEMPO
Triana tiene una larga trayectoria en teatro, cine y televisión.
En la ceremonia de entrega de los Premios India Catalina, que reconocen lo más destacado de la televisión nacional, se le rendirá
un homenaje especial al director Jorge Alí Triana.
Triana, que tiene una trayectoria profesional de más de 40 años, recibirá el premio Víctor Nieto a toda una vida.
"No es un trabajo individual, técnicos, fotógrafos, actores, escritores, vestuaristas son merecedores conmigo y aunque siempre es
mejor ganar premios que no ganarlos, no transforman de ninguna forma mi esencia", dijo Triana en un comunicado de prensa.
El artista es uno de los pocos directores que ha logrado consolidar un repertorio en cine, teatro y televisión. En cine, se destacan
películas como 'Tiempo de morir', 'Edipo alcalde' y 'Bolívar soy yo'; mientras que televisión son reconocidas producciones suyas
como 'Los Pecados de Inés de Hinojosa', 'Castigo Divino' y 'Pecado Santo'.
En las tablas, su aporte más importante fue la creación del Teatro Popular de Bogotá (TPB), que desapareció en 1996 por problemas
económicos.
En ese escenario, dirigió montajes como 'I Took Panama', considerado uno de los clásicos fundamentales del teatro colombiano, y
una adaptación de 'Ricardo III', el drama de Shakespeare que fue protagonizado por Gustavo Angarita.
El trabajo de Triana ha tenido una relación especial con la obra del nobel Gabriel García Márquez. Además de llevar al teatro
creaciones de Gabo como 'Crónica de una muerte anunciada' y 'La triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada',
también dirigió en cine dos guiones del escritor: 'Edipo alcalde', inspirada en la tragedia griega, y 'Tiempo de morir', que también
se realizó en televisión.
“Yo recuerdo cómo gozaba Gabo yendo al teatro a ver las obras; hacía observaciones. Una vez me entró terror porque cada vez
que iba escribía un par de parlamentos para que se los agregara a los personajes”, recordó el director en una charla anterior con
EL TIEMPO.
En Estados Unidos, Triana también ha desarrollado un largo trabajo en Repertorio Español de Nueva York, un teatro especializado
en autores latinoamericanos, en el que ha dirigido 'Crónica de una muerte...' y la versión de 'El Quijote' de Santiago García, entre
otras.
Murió Chela Ceballos, fundadora de Las Musas del Vallenato
Su deceso se produjo en San Cristóbal (Venezuela), donde vivía desde hacía un año.
Por: Cultura y Entretenimiento | El Tiempo
Foto: Archivo / EL TIEMPO
Durante 15 años, Graciela Ceballos Paccini peleó contra el cáncer. El fin de semana perdió la batalla con la enfermedad, que afectó
principalmente su ojo izquierdo. Conocida como Chela Ceballos, la acordeonista y compositora de vallenatos, fue la fundadora de
Las Musas del Vallenato, agrupación de la que formó parte Patricia Teherán.
Entre sus logros más destacados figura haber sido la primera mujer acordeonista que se presentó a nivel profesional en el Festival
Vallenato en Valledupar, en 1992. Un año más tarde, recibió un premio en el mismo certamen.
Ceballos nació en Barrancabermeja (Santander), en 1965. A los 15 años de edad se trasladó a Cartagena, donde se formó en la
interpretación del acordeón.
Sus canciones más famosas fueron 'Me dejaste sin nada', 'Triste y sola', 'Cambia o me pierdes', 'Entre dos amores' y 'Amante
perfecta'. Su deceso se produjo en San Cristóbal (Venezuela), donde vivía desde hacía un año.
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Ejemplo a seguir
El ingenioso joven africano que acabó con la hambruna de Malawi
Por: Bastián Baena / Blog-El Espectador
En 2.001 cesaron las lluvias y se secaron los cultivos. Malawi sufrió una hambruna en la que a diario morían personas por falta de
alimentos. Único varón entre siete hermanas, con apenas 14 años, y en condiciones extremas de pobreza, William Kamkwamba
dejó de asistir a la escuela, pero nunca desistió de su ambición más sincera: convertirse en inventor.
Visitaba la biblioteca del pueblo, y a través de los libros de física William aprendía no sólo de maquinarias y prototipos el éctricos,
sino además a reconocer las palabras en inglés a partir de la interpretación de las ilustraciones gráficas.
Su siguiente paso fue replicar el modelo de un molino de viento que figuraba en una revista. De una chatarrería extrajo el marco
de una bicicleta, una polea, cuatro aspas, tubos de PVC, interruptores, un amortiguador y un dínamo, y esto le fue suficiente para
construir una máquina que cambiaría su vida y la de toda su aldea.
El molino generaba electricidad para su hogar. Luego vinieron los vecinos para recargar sus celulares, y finalmente fue empleado
para bombear el agua del subsuelo y contribuir ciertamente a la recuperación de todo un pueblo.
La noticia se difundió. Lo visitaron reporteros y blogueros, lo invitaron a entrevistas y conferencias, y fue entonces cuando la
popularidad de este joven -que nunca había abandonado su pequeño pueblo y que desconocía el Internet-, cobró fama internacional,
y hoy las más prestigiosas universidades del mundo se lo disputan.
William encontró apoyo para concluir sus estudios, además de financiamiento para el desarrollo y difusión de nuevos molinos
dedicados a la irrigación de cultivos. Su coraje y entrega ha tenido el reconocimiento que merece; su determinación lo llevó a
trazarse un destino distinto del que tenía signado.
William explica sus logros con pasmosa sencillez: “Lo intenté, y lo conseguí”.
Fuente: williamkamkwamba.typepad.com / blog.lainformacion.com
Zaperoco
Por: Inquisidor / Vanguardia Liberal
Cita. Los sentimientos que genera un abrazo, una sonrisa, la suave caricia, una ducha caliente, tomar el sol, las palabras amables,
incluso acariciar tu perro, lo hacen las endorfinas (29/01/16. Opinión. Virgilio Galvis Ramírez).
Comentario. Estamos perfectamente de acuerdo en todo, querido y eminente galeno. Dígame, entonces, para cuándo puedo tenerle
el perro listo, para que venga a acariciármelo. Es un poquito bravo, pero yo se lo tengo, y de paso nos damos un abrazo, no faltaba
más.
Cita. Señor suscriptor (a) […] Fecha del sorteo: 10 de febrero. Aplica solo para facturas con fecha de vencimiento 4 de Febrero
(Aviso).
Comentario. Este aviso, que gentilmente nos envió Gonzalo Pabón Durán, tiene varios errores interesantes. Primero, debieron
escribir “Señor(a) suscriptor(a)”. Segundo, debieron escribir “se aplica”, para evitar esa maña de ‘aplicar’ como falso cognado.
Tercero, el mes debe ir en minúscula en los dos casos, no solo en uno: “4 de febrero”. Cuarto, según la lógica del aviso, debieron
escribir “para facturas con fecha de vencimiento hasta el 4 de febrero”, porque pareciera que se refieren sola a un día, el 4 de
febrero. Afortunadamente, no son más; pero, en fin, son muchísimos errores para tan corto número de palabras.
Cita. Claves para fomentar la lectura. El índice de lecturabilidad en el país muestra anualmente un porcentaje muy bajo […] Como
dato curioso debe saber que la compañía Amazon, fue uno de los primeros lugares en línea que comercializaba libros digitales…
(3/02/16. Jóvenes. Liliana Marcela Vega Gómez).
Comentario. Ya que hablas de lectura, querida Lili Marce, debes aprender a escribir bien algunas cositas. Por ejemplo, la palabra
“lecturabilidad” no existe, y nunca, por ningún motivo, debes separar el sujeto del verbo (fue).
Cita. Hasta que no se logre acuerdo entre la comunidad del Diamante II y la Gobernación, seguirá suspendido el cierre vial, necesario
para avanzar en las obras del Tercer Carril (Bucaramanga. Sonia Gamboa).
Comentario. Hasta que sí se logre, mi querida Soñita. Es común este error, pero eso no justifica que tú también lo cometas. También
pudiste haber escrito: “Mientras no se logre acuerdo entre la comunidad…”.
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El grupo colombiano Alé Kumá busca la Gaviota en Viña del Mar
Con 'Por el norte y por el sur', la agrupación compite en el Festival de la Canción de Chile.
Por: Sofía Gómez G. | El Tiempo
Foto: Carlos Ortega / EL TIEMPO
Alé Kumá representará a Colombia en la competencia folclórica en Viña del Mar.
Andrea Díaz Téllez es bogotana, tiene 30 años y se graduó como guitarrista de la facultad de Artes de la Universidad Distrital
(Asab). Cuesta asociarla a ese poderoso espectro vocal que resuena cuando, a cappella, canta el comienzo de Por el norte y por el
sur.
“No hay una receta para cantar así, es puro amor. Yo vengo trabajando en la investigación de las músicas de las costas, como una
inquietud personal. He aprendido con las maestras, los tamboreros, todos mis compañeros de viaje”, cuenta Díaz, ataviada con su
vestido de flores que guarda en sus pliegues el sabor de los litorales de este país.
El tema representará a Colombia, a partir del lunes, en el próximo Festival Internacional de la Canción en Viña del Mar (Chile), en
la categoría folclórica. Díaz es la vocalista de la agrupación Alé Kumá, responsable de la interpretación.
“Hay escenarios que te marcan. Por ejemplo, el Petronio Álvarez transformó mi vida, está lleno de energía y de mucha
retroalimentación del público. Y ni hablar de la magnitud y la connotación internacional que tiene Viña, eso también es muy diciente”,
acota Leonardo Gómez Jattin, director de Alé Kumá y compositor de Por el norte y por el sur, al lado del maestro bullerenguero
Magín Díaz. Gómez Jattin es el único que repite en el temido escenario chileno, la exigente Quinta Vergara, después de haber
ganado la Gaviota de Plata en el 2007 con María Mulata.
“El elemento sorpresa, la cadencia, la energía, el sabor del Caribe. Eso hace que la música colombiana guste tanto, termina dándole
la ventaja a nuestro país”, agrega el intérprete del contrabajo en el grupo que completa su alineación con César Medina (saxofón),
Wilmer Guzmán y Abelardo Jiménez (percusionistas).
Durante el último semestre los ensayos se han intensificado. Además de su participación en el festival chileno, donde contarán en
vivo con el guitarrista congolés Dizzy Mandjeku Lengo, Alé Kumá prepara un nuevo álbum. En De Palenque a Matongé, como se
titula, fusionan tambores locales con los sonidos del África.
“No ha sido difícil la combinación. Seguro cambian los formatos instrumentales y los desarrollos armónicos y rítmicos, pero en el
fondo el lenguaje es uno solo”, asegura Medina, que además de tocar el saxo también aporta arreglos en la sección de vientos.
Alé Kumá es una danza que significa unión sin ruptura. Los indígenas guahibos de Arauca la ejecutan en recibimientos y despedidas.
Durante 15 años, el grupo que lidera Gómez Jattin ha mantenido su cordón umbilical con el folclor nacional.
“Creo que es una responsabilidad muy seria que asumimos con mucha seriedad, nosotros hablamos de visibilizar, difundir, porque
las músicas de los litorales están muy vivas. Son dinámicas que están en efervescencia y producción”, asegura el director, que
anunció un espectáculo en Bogotá para reproducir un laboratorio musical que harán durante el verano en el teatro Bozar (en
Bélgica), con músicos africanos y colombianos.
La voz de Andrea Díaz (que formó parte del montaje teatral María Barilla) irrumpe de nuevo en la sala de ensayos. Ahora toca la
guitarra y sus compañeros cantan los coros y la acompañan con las palmas.
“Yo no me considero cantadora, porque pienso que la palabra implica mucho más que cantar: es un contexto, una historia de vida,
el sufrimiento de una etnia y de una región. Yo soy de ciudad. Sin embargo, me he ido ganando ese espacio con las cantadoras.
He estado en ruedas en las que ellas me invitan a cantar: ‘ven, tú, la blanquita, la cachaca’”, cuenta.
El lunes, los Alé Kumá pisarán el escenario en Viña del Mar, donde se enfrentarán con canciones de Perú, Argentina y Chile.
“Somos la imagen de la música colombiana y lo asumimos con el compromiso y la pasión que nos llevó a escoger el folclor nacional
como nuestro vehículo de comunicación”, dice Gómez.
Salo, el otro colombiano que va por la Gaviota
Camilo Salazar, más conocido en la escena musical colombiana como Salo, representará al país en la competencia internacional. El
exintegrante de la agrupación de pop Wamba participará por la Gaviota de Plata con su canción debut como solista: ‘Noche de
bodas’. Sus espectácu- los se llevarán a cabo el 23 y el 25 de febrero.
Este año, han confirmado su presencia en Viña del Mar artistas como Lionel Richie, Ricardo Montaner, Alejandro Sanz, Marco Antonio
Solis y Ana Torroja. El festival se realizará entre el lunes 22 y el sábado 27 de febrero.
Transmisión por televisión
Del 22 al 27 de febrero, los canales de TV paga HTV y TNT harán un cubrimiento especial del Festival de Viña del Mar. Detalles
enwww.chilevision.cl.
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Emilia Pardo Umaña, una periodista con mayúsculas
Primera mujer de planta en un periódico, en 1934, y primera en casi todo lo que emprendió.
Por: Myriam Bautista | El Tiempo
Foto: Archivo
Emilia, al frente del teclado y de la cuartilla en blanco.
“Por petición unánime de los asistentes presidió provisionalmente la sesión la señorita Emilia Pardo Umaña, quien la declaró
oficialmente abierta”. Así quedó registrado el comienzo de la reunión de un grupo de periodistas, celebrada 11 de febrero de 1945,
para fundar el Círculo de Periodistas de Bogotá (CPB).
El 20 de febrero de 1946, el Ministerio de Gobierno le otorgó la personería jurídica al CPB, mediante resolución que dice en su parte
inicial: “Vista la solicitud elevada a este Ministerio por conducto del Ministerio del Trabajo, Higiene y Previsión Social por los señores
Enrique Santos Castillo, Álvaro Gómez Hurtado, José Salgar, Oliverio Perry, Eduardo Zalamea Borda, Emilia Pardo Umaña, Luis
Camacho, Manuel Rafael Jiménez y otros…”
Estos dos documentos dan cuenta de la importancia de Emilia Pardo Umaña en su época. La que no se limitaba por ser una de las
pocas mujeres que trabajaban en la prensa, sino porque era una columnista reconocida, una periodista con influencia, una
comunicadora a la que se respetaba y se leía todos los días, porque, casi siempre, o se estaba a favor o en contra de lo que
expresaba de manera clara y precisa. Y nadie quería quedar al margen de las discusiones que generaba.
Su primer trabajo
Un día de 1934, Emilia Pardo Umaña llegó al vespertino liberal El Espectador y fue contratada como periodista de planta, para hacer
la página de ‘Vida Social’, convirtiéndose en la primera mujer en trabajar en la redacción de un periódico. Escaló posiciones por su
forma de escribir y por las fuentes privilegiadas que manejaba. Tal vez por eso, cuando se reunieron notables periodistas y familiares
de dueños de periódicos a fundar la primera organización gremial de la prensa escrita bogotana, ella fue convocada y tratada con
gran deferencia.
Como lo fue durante toda su carrera. El Espectador, el diario más antiguo del país, por ejemplo, al celebrar sus cincuenta años hizo
publicidad de ser el único medio escrito que tenía a una mujer en su planta de redacción.
Casi nadie creía, incluidos sus padres, que esa señorita de rancia estirpe bogotana, soltera, de 27 años, enfermera de profesión,
podría hacerse a un nombre en una prensa partidista, como en ninguna otra época, en la que sus dueños, sus columnistas y sus
redactores eran políticos de profesión, escritores de tradición y jóvenes osados dedicados día y noche a sus periódicos. La
personalidad, inteligencia y consagración de Emilia Pardo Umaña demostraron a sus contradictores todo lo contrario. No solo logró
brillar como reportera sino que, con gran ingenio creó personajes y los consolidó dándoles un perfil muy particular hasta colocarlos
como referentes indispensables a sus lectores.
La Doctora Ki-Ki, cuya idea original no fue suya sino del consagrado Klim, pero que Emilia adoptó como si fuera su criatura,
desarrollándola de forma tal que lectores y oyentes le consultaban todo tipo de situaciones, a las que ella respondía con agudo
sentido común y desconcertante frialdad para que los abrumados lectores actuaran tal y como ella les indicaba. Este fue el primer
consultorio sentimental de la prensa escrita y de la incipiente radio nacional. ‘Ruperta Cabezas’, columna en la que escribía y
opinaba como una trabajadora doméstica, que no vacilaba en criticar el poder, a sus patronos y a las familias notables de la capital.
Fue la primera mujer en atreverse a escribir sobre toros y toreros de manera muy particular y con gran sapiencia por ser una
aficionada de tradición. Su columna taurina fue también exitosa y una de las más influyentes en ese medio.
Fue reportera in situ. Es famoso su reportaje sobre las condiciones de vida de las prostitutas de Bogotá, cuando fue detenida por
deambular al amanecer por una calle del centro y confundida como trabajadora de la noche. Confusión que no quiso aclarar para
poder conocer ese mundo que, para la época, era misterioso.
Se ocupó también de los temas de la ciudad, como bogotana de pura cepa, que conocía y le dolía la capital, y no vaciló en escribir
contra funcionarios venales e incapaces.
Trayectoria
Su primera casa periodística fue El Espectador, a donde llegó de casualidad. Una amiga le contó que en ese periódico estaban
buscando una muchacha “avispada” para registrar la actividad social de la capital, de la que siempre se ha dicho era nula o muy
aburrida. De ese encargo salió airosa. Sus ilustres apellidos Pardo, Umaña, Carrizosa, Camacho y Santamaría daban por sí solos
innumerables notas de primeras comuniones, presentaciones en sociedad y, claro, defunciones. En esa época, los novios cuyos
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matrimonios no aparecían en las sociales seguían solteros y los nacimientos que no eran anunciados no se bautizaban. Su círculo
de amigos fue fundamental para escribir esa página. De modo tal que todos los días debía desechar acontecimientos porque no l e
cabían. Pronto se aburrió de ese inventario que le parecía insustancial y que no le permitía expresarse a sus anchas.
Pero, cuando el jefe de redacción le encargó una pequeña nota sobre una colecta de los boys scouts para la navidad de ese año de
1934, la vio muy complicada. Años después, confesaría que le había costado mucho trabajo redactar dos párrafos y que los primeros
intentos le habían salido “perfectamente cochinos”. Con el correr de los días fue mejorando su escritura. Se había enamorado de la
profesión hasta volverse, como la mayoría de sus compañeros, una adicta a la noticia, que trabajaba diez horas sin parar, sin
almorzar, y salía del periódico a tertuliar hasta el amanecer en los cafés de la zona, hablando siempre de la actualidad, comentando
lo que ocurría y departiendo con sus colegas de tú a tú, quienes siempre la buscaban porque manejaba información confidencial y
por esas carcajadas que calentaban las heladas noches bogotanas.
A los dos años de haberse iniciado en las lides periodísticas, el director, Luis Cano, le dio autorización para que escribiera una
columna de opinión en su página de Vida Social, que firmó como Emilia, característica que mantuvo hasta el final de sus días en
todos los medios escritos en los que trabajó. Sus comentarios tuvieron tanto éxito que su columna pasó a la página editorial,
anuncio hecho en la primera página del periódico, y la relevaron de sus funciones como editora de sociales.
Conservadora por familia y por opción, Emilia Pardo Umaña gozó de absoluta libertad en El Espectador, pero un día, por allá en
1944, Luis Cano la conminó a abandonar su puesto porque todo el día se quejaba de los “liberales”, del gobierno y ensalzaba a sus
copartidarios “godos”. No lo pensó dos veces. Escribió una extensa y sentida carta de despedida, publicada en el vespertino,
agradeciéndoles a los Cano la oportunidad y dándoles el mérito de que era una periodista reconocida y leída gracias a ellos.
Columnistas como Klim y Ulises, así como sus colegas, hicieron también sendas columnas lamentando su partida y esperando que
regresara rápidamente.
No acababa de empacar sus corotos cuando estaba trabajando en El Siglo y su llegada se anunciaba en primera página, con una
nota en la que se resaltaban sus cualidades como escritora de la cotidianidad con un estilo original y coloquial. Se hacía énfasis en
que no cubriría política sino temas cotidianos. Aunque estaba entre sus copartidarios, no duraría mucho tiempo en el periódico de
Laureano Gómez.
Un asilo en la Embajada de Ecuador y un exilio, de unos meses a ese país, por motivos políticos, en compañía de cuatro periodistas
y del propio director, Laureano Gómez, la retiraron de la sala de redacción de El Siglo, pero cubrió, con pelos y señales, estos dos
acontecimientos en columnas que son unas deliciosas crónicas de vida. A su regreso de Ecuador, en noviembre de 1944, fue
detenida, conducida a las instalaciones militares de Muzu y llevada a un sumario consejo verbal de guerra. El primer consejo a una
mujer en el país, en el siglo XX, del que salió declarada inocente dos días después. Sus crónicas en El Siglo y las de sus compañeros
en los otros periódicos de la capital dan cuenta de este hecho.
Volvió a su periódico, pero ya las cosas no fueron iguales. El país entraba de lleno en la Violencia, y el sectarismo de la prensa
conservadora y liberal fue virulento. En ese ambiente polarizado, el talante liberal de Emilia Pardo Umaña salió a flote. Se quejaba
con sus compañeros de la manera como registraban los asesinatos de los conservadores y el silencio ante los de los liberales.
Escribió, cuando pudo, sobre esta situación. Esta actitud irritó a su jefe, quien le dijo que parecía que estaba en el lugar equivocado.
De nuevo Emilia no lo pensó dos veces y se fue a trabajar a EL TIEMPO. Su llegada también fue anunciada en primera página.
Al poco tiempo, Emilia emigró a Europa y se convirtió en corresponsal de este periódico en Francia y en España.
Volvió en los años 50 y trabajó en El Mercurio mientras EL TIEMPO estuvo cerrado. Su influencia como una de las columnistas más
leídas disminuyó un poco, aunque fue siempre una de las plumas más leídas. Sus reportajes ocuparon primera página y notable
extensión. Escribió de todo y sobre todo.
Una muerte prematura la sorprendió en diciembre de 1961 en su apartamento del centro de Bogotá.
La trayectoria de Emilia Pardo Umaña, sin embargo, fue clandestina durante un período. Por unos pocos años se conmemoró su
muerte y se recordó su legado. Luego, su nombre desapareció y su huella se borró de las páginas de la historia del periodismo
nacional. En muchas antologías no aparece. Hasta 1976, cuando Daniel Samper Pizano la incluyó en Antología de grandes reportajes
colombianos.
En los años 80 volvió a tomar fuerza. Tesis de grado en las facultades de periodismo de Bogotá y Medellín reivindicaban su historia,
le devolvían el lustre a su carrera. Se señalaba a Emilia Pardo Umaña como la primera periodista y como una de las más innovadoras
y amenas escritoras de la prensa nacional.
Emilia Pardo Umaña no solo trabajó en prensa. Hizo incursiones en radio con su consultorio sentimental y en la HJCK, con columnas
y en el radioteatro, a pesar de que tenía una dicción enredada.
Escribió una novela que tituló Muerte en la Legación, sobre un crimen en la embajada de Colombia en España, que ya no se consigue
sino escondida en las bibliotecas de familias muy bogotanas.
La lectura de sus columnas, su voz, su libro, su historia son fascinantes no solo por la época en que vivió sino por la fuerza y
originalidad que le imprimió a toda su actividad.
Cada día, Emilia Pardo Umaña cobra más vigencia. Impuso un estilo que no es fácil de imitar y logró, no obstante su estirpe
conservadora, trabajar en la prensa liberal. Logró también que le reconocieran su talento en un medio en el que las mujeres estaban
conminadas a ser monjas, maestras o esposas abnegadas. Y ella siempre se resistió al clero, al magisterio y al matrimonio.
La autora de esta nota lleva años investigando la vida de Emilia Pardo Umaña y escribió una breve biografía, bajo el título de La
señorita Emilia, que concursó en el pasado Premio de Periodismo Simón Bolívar. Sin éxito alguno.
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El grupo tiene 26 años de trayectoria musical
Música Ficta: el repertorio flexible de antes
La agrupación colombiana que se dedica a explorar obras del barroco en España y América Latina, publicó su nuevo
trabajo musical, “Dos estrellas le siguen”, que ha sido calificado por la crítica internacional con cuatro y cinco estrellas.
Por: Juan Carlos Piedrahíta B. / El Espectador
Carlos Serrano, director artístico de Música Ficta, asegura que en Colombia casi no salen
presentaciones para la agrupación. / Óscar Pérez - El Espectador
Música Ficta se mueve entre lo hipotético y lo subjetivo para hacer una muestra, lo más fiel posible, de cómo sonaban algunas
piezas de la música antigua en España y América Latina. La investigación, extensa por demás, les sirve a los integrantes del grupo
para encontrarse con compositores poco explorados, para determinar algunas condiciones históricas de la partitura y para conocer
con mayor profundidad el contexto social de la época. La imaginación, en cambio, les proporciona una mínima licencia para acoger
en su formato instrumental obras insospechadas.
Respecto a cómo se puede interpretar una pieza del Barroco o de períodos anteriores a él, existen para Música Ficta diferentes
fuentes de investigación que suministran datos relevantes. Por ejemplo, las muestras iconográficas han sido muy importantes y por
lo general incluyen ángeles tocando violín o arpa. Otra manera directa para establecer el procedimiento artístico antes de abordar
una partitura está relacionada con los tratados musicológicos, que cada vez son más precisos en los países europeos.
Sin embargo, como no existen grabaciones de la época, para el colectivo colombiano liderado por los hermanos Carlos y Jairo
Serrano siempre habrá un grado de subjetividad y, de paso, la oportunidad para imprimirle un sello particular al trabajo realizado.
Por ejemplo, en la actualidad se emplean voces con mucho menos vibrato porque el canto lírico antes era el dominante y debía
primar sobre el formato instrumental de una orquesta sinfónica. La licencia en ese caso para Música Ficta radica en el estilo de las
voces, lo que siempre será una incógnita.
“En la época en la que artísticamente nos hemos especializado, la música no estaba determinada para ser interpretada con un
instrumento específico; eso comienza con los compositores clásicos. En el Barroco y antes se hacían obras, por ejemplo, para flauta
y bajo continuo, es decir, flauta y acompañamiento, pero ahí mismo se aclaraba que se podían tocar con los instrumentos con los
que se contara en el momento: oboe, violín, chelo y demás”, explica Carlos Serrano, director artístico de Música Ficta.
El grupo se formó en 1988 y durante cuatro años sus integrantes se dedicaron a tocar música antigua de Europa. A partir de 1992
la intención se modificó y la propuesta se concretó en las manifestaciones musicales surgidas en España y América Latina. Con los
primeros discos, Romances y villancicos de España y del Nuevo Mundo (1996) y De Antequera sale un moro - La música de la
España cristiana, mora y judía hacia el año de 1492 (2000), el colectivo mostró que su idea podía condensarse en un proyecto
serio, ambicioso para algunos incrédulos, pero jugoso y con un repertorio inagotable para sus seguidores en Colombia y el mundo.
“Desde la creación de Música Ficta, el espíritu del grupo tal vez sigue siendo el mismo y nos guiamos por la palabra amateur, que
podría traducirse como ‘aficionado’, pero que en realidad quiere decir ‘amador’, ‘amante’, y eso somos nosotros con lo que hacemos
con el arte. No tenemos afán y el reflejo de nuestra calma se evidencia en el trabajo que elaboramos, así nos cueste un dinero
largo”, cuenta con seguridad y convicción Carlos Serrano, quien todavía no entiende muy bien por qué el grupo recibe invitaciones
de todas partes del mundo para realizar presentaciones en vivo, pero en algo más de 25 años en Colombia han tenido un número
de conciertos que no superan los dedos de las manos.
Discos como Esa noche yo bailá - Fiesta y devoción en el Alto Perú del s. XVII (2006), Del mar del alma - Músicas y letras de la
Bogotá colonial (2008) y Cuando muere el sol - Tonos humanos y divinos de Sebastián Durón, 1660-1716 (2011) han recibido
cuatro y cinco estrellas de acuerdo con la opinión expresada por la crítica especializada en Estados Unidos y Europa. Su más reciente
álbum, Dos estrellas le siguen, dedicado al repertorio de danza español y latinoamericano del siglo XVII, también ha contado con
la aprobación internacional.
“Nuestro trabajo editorial de textos y de música requiere de mucho detalle y concentración. El grupo financia sus discos en su
totalidad y nuestros ejemplares son costosos porque son elaborados. Por fortuna, nuestros registros también salen publicados en
el exterior y, por ejemplo, Dos estrellas le siguen ya tiene vida en otras partes del mundo. Ese es el motor que ha impulsado a
Música Ficta a continuar por este sendero”, dice Carlos Serrano, quien se encarga de las flautas en el grupo, mientras que su
hermano, Jairo, es el responsable de las voces y Julián Navarro ejecuta las cuerdas pulsadas.
Desde que se grabó hasta que salió publicado el disco transcurrieron cinco años, y en ese tiempo hubo muchos cambios en las
vidas de los integrantes de Música Ficta que dilataron la realización del registro. El colectivo siguió su proceso de investigación y
por eso ya existe material para nuevas interpretaciones.
“En Colombia hay mucho repertorio que ni siquiera ha sido publicado en partituras y mucho menos grabado. Compositores malos
ha habido siempre y es merecido que hayan pasado al olvido. Sin embargo, a través de la interpretación se pueden hacer cosas
buenas a partir de creaciones deficientes. Si un músico se limita a tocar lo que encuentra en una partitura de la época, la pieza
podría durar máximo 30 segundos, y ahí es cuando aparece el aporte del colectivo, así que Música Ficta tiene mucho por decir”,
concluye Carlos Serrano, quien celebra la flexibilidad del repertorio del Barroco, de esa música de antes que sigue presente.
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Orgullo de Santander para Colombia
Cascos azules de la cultura
Unesco crea "cascos azules de la cultura" para salvar monumentos
en todo el mundo
60 expertos trabajarán donde el patrimonio cultural corre riesgo por conflictos, terremotos o catástrofes naturales.
Por: AFP / El Espectador
Foto: AFP
La creación de esos inéditos 'cascos azules' responde a la reciente escalada de destrucción y saqueo sistemático de sitios culturales
así como a los ataques contra símbolos de la cultura, monumentos arqueológicos y templos de minorías religiosas.
Italia y Unesco anunciaron la creación de una "Task Force", llamada los "cascos azules de la cultura", formada por 60 expertos,
para proteger y conservar el patrimonio cultural del planeta, inclusive en lugares afectados por conflictos.
El anuncio fue hecho en el curso de una ceremonia oficial a la que asistieron los ministros italianos de Cultura, Defensa, Educación,
además del comandante general de los Carabineros y la directora general de Unesco, Irina Bokova.
La fuerza especial, que por ahora cuenta con 30 agentes especializados de los carabineros y 30 expertos, entre arqueólogos,
restauradores y especialistas en arte, será desplegada en los lugares donde el patrimonio cultural corre riesgo, por conflictos,
terremotos o catástrofes naturales, explicaron fuentes del ministerio de Cultura italiano.
El acuerdo entre Italia y la Unesco fue alcanzado en el marco de la coalición mundial "Unidos por el patrimonio", aprobada en junio
pasado.
El pasado 17 de octubre, 53 países votaron en París, sede de la Unesco, a favor de la iniciativa italiana.
La creación de esos inéditos 'cascos azules', que intervienen con conocimiento y sin armas, responde a la reciente escalada de
destrucción y saqueo sistemático de sitios culturales así como a los ataques contra símbolos de la cultura, monumentos
arqueológicos y templos de minorías religiosas.
"Tenemos la capacidad de intervenir en el corazón de cualquier civilización. Proteger la cultura y los monumentos es un arma
importante para derrotar las amenazas terroristas", aseguró la ministra de Defensa, Roberta Pinotti.
"Son operativos y listos para trabajar cuando la Unesco decida", aseguró por su parte el ministro italiano de Cultura, Dario
Franceschini.
Italia, entre los países con mayor patrimonio histórico y artístico, cuenta con un cuerpo renombrado de los carabineros
especializados en el tráfico de obras de arte, los cuales participarán en la "task force" especial.
Igualmente participarán varios centros especializados en la restauración y conservación de monumentos así como la alcaldía de
Turín (norte), donde será creada una escuela de formación abierta a todo el mundo.
El ministerio de Relaciones Exteriores italiano patrocina actualmente más de 170 misiones arqueológicas en todo el mundo.
La destrucción en mayo pasado de las ruinas antiguas de Palmira, en Siria, por parte de miembros del grupo islamista Estado
Islámico, conmovió a la comunidad internacional.
Templos, torres funerarias y el arco del triunfo de la milenaria ciudad situada en pleno desierto, fueron destruidos con explosivos
por los yihadistas, que consideran que santuarios y estatuas son símbolos de idolatría.
Bovoka reiteró en Roma que la destrucción de tales monumentos es considerada como un crimen de guerra.
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Margarita
Por: Juan Esteban Constaín / El Tiempo
Para mí no había en el mundo, ni de lejos, mejor plan que oír sus historias que eran de novela: las historias de un siglo colombiano
que ocurrió en la sala de su propia casa.
Hubo una época de mi vida, hace casi diez años, en que yo iba a verla a su casa todos los días. De lunes a viernes y a veces también
los sábados y los domingos, los lunes festivos, el 20 de julio, el 2 de noviembre. Llegaba a las 5 de la tarde –o antes, si podía–,
tocaba el timbre, entraba y me sentaba a esperarla en una mesa que debía de ser para jugar cartas, pero en la que nosotros nos
dedicábamos a hablar y a hablar y a hablar y a hablar.
Yo habría podido estar en cualquier otra cosa, con una novia o jugando fútbol, o con mis amigos tomando cerveza, o perdiendo el
tiempo. Pero la verdad es que para mí no había en el mundo, ni de lejos, mejor plan que ese, y así me pasaba la tarde entera, a
veces hasta la madrugada, oyéndole sus historias que eran de novela: las historias de un siglo colombiano que ocurrió en la sala
de su propia casa.
Y aunque su memoria tenía que estar llena de dolor y de cicatrices, de heridas muy profundas, nunca la oí quejarse ni hablar mal
de nadie, nunca la amargura le ensombrecía esa voz que era a la vez muy fuerte y muy serena. Más bien al revés: vivía agradecida
con la vida que le había tocado en suerte y en desgracia, como a todo el mundo, celebrando con pasión lo bueno y lo memorable.
Sin resentimientos, sin concesiones con la infamia.
Alguna vez sí se lo quise preguntar de frente, que por qué, que cómo había sido capaz de perdonar tanto. Me acuerdo perfecto de
su respuesta, la estoy viendo cuando me dijo: “Porque de pronto es que yo tengo carnadura de burro y no me duele nada en el
cuerpo ni en el corazón. Además para eso cree uno en Dios...”. También su cristianismo era muy bello, muy sabio, muy raro: el de
quien sabe que la fe es imposible sin la compasión.
Conocí a Margarita Escobar de Gómez –que se acaba de morir en Bogotá y ya me hace falta– hace quizás quince años. Alguien le
dio mi teléfono para que presentara en Cali un libro que ella había publicado con las cartas de amor que Álvaro Gómez Hurtado le
envió toda la vida, desde el noviazgo hasta el secuestro, y yo por supuesto lo hice encantado. Gracias a ese libro, como si fuera el
cumplimiento de un destino, me volví su amigo.
Fue entonces, o un poco después, cuando empezamos a vernos todos los días. Me iba para su casa y allá me embelesaba, coca
cola en mano, con su sabiduría y sus recuerdos. Hay uno que siempre me fascinó: el del día de su matrimonio con Álvaro, mientras
su papá la llevaba del brazo por entre una multitud de curiosos de la que se asomó una señora y gritó indignada: “¡Huy, dizque
fea...!”.
En estos días se me han ido agolpando, uno a uno, esos momentos que pasé con ella y que para mí fueron un privilegio y una
alegría como no ha habido más. Trato de empuñarlos para que no se me vayan a ir nunca, para que ninguno se quede por fuera.
Eso tiene la muerte de los seres que más queremos: que es como si la nostalgia nos hiciera querer devolver el tiempo para vivirlo
mejor, para atesorarlo y que no se acabe jamás.
Por eso nadie debería desperdiciar la oportunidad maravillosa, nunca, de disfrutar de un viejo, de oírle sus historias y si se puede
grabarlas, escribirlas. Porque aunque muchas veces no nos demos cuenta ni nos importe, esa es una oportunidad fugaz, única. Con
cada anciano que se muere se muere también una civilización: una ventana a un pasado irrepetible que todavía late allí a viva voz.
Y cuando esa ventana se cierra no se abre más.
Entonces se apaga esa voz y deja su rastro; el relato que al final somos todos y que sigue viviendo en quienes se quedan para
celebrarlo y volverlo a contar. Eso es también la poesía, la presencia de lo que ya no está.
Me vas a hacer mucha falta, Plotina. Pero me queda tu recuerdo: la dicha para siempre de esas tardes con tu voz.
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¿Quiere escribir? Lea los consejos de los escritores
Por: Mónica Quintero Restrepo / El Colombiano
Ilustración: Esteban París
Los escritores dan consejos para los nuevos autores. A veces, sin pensarlo, están en sus escritos. Otros, en cambio, tienen libros
para hablar del oficio.
A veces pareciera que el oficio de escribir fuera tan simple como que un escritor se sentara en su estudio y saliera de ahí con una
novela. Escribir, no obstante, es un oficio complejo, que requiere de disciplina, también talento, aunque para eso no hay teorías
exactas.
Escuchar a los escritores que ya lograron el nombre para sus vidas, puede ayudar a los que empiezan con ciertos detalles. Ellos lo
saben, y por eso algunos escriben sobre cómo escribir.
Stephen King lo explica en Mientras escribo, un libro para hablar de su oficio. “(...) Nunca te preguntan por el lenguaje. A un
DeLillo, un Updike, un Styron, sí, pero no a los novelistas de gran público. Lástima, porque en la plebe también nos interesa el
idioma, aunque sea de una manera más humilde, y sentimos auténtica pasión por el arte y el oficio de contar historias mediante
la letra impresa”.
Si bien cada escritor elige su camino y estilo, lo de la disciplina es un tema que se repite. Sí, es talento, pero casi todos coinciden
que, lo primero es fundamental.
King cree que el escritor no se hace ni por circunstancias ni por por voluntad. “Es un accesorio que viene de práctica, y que, dicho
sea de paso, no tiene nada de excepcional”.
La disciplina, sin embargo, compromete. Hace cinco años la secretaria de Hemingway le contó al periodista John Saldarriaga que
Hemingway no se daba permiso de no escribir aunque estuviera enguayabado, y eso podría ser casi diario, ni cuando estaba
enfermo. Escribía de todos modos, porque era su empresa, su compromiso.
En Cartas a un joven novelista, Mario Vargas Llosa escribió que “esa otra cosa misteriosa que llamamos el talento, el genio, no
nace –por lo menos no entre los novelistas, aunque sí se da a veces entre los poetas o los músicos – de una manera precoz y
fulminante (los ejemplos clásicos son, por supuesto, Rimbaud y Mozart), sino a través de una larga secuencia, años de disciplina
y perseverancia. No hay novelistas precoces. Todos los grandes, los admirables novelistas fueron, al principio, escribidores
aprendices cuyo talento se fue gestando a base de constancia y convicción”.
Leer y escribir
Muchos autores tienen sus libros de consejos, pero los mejores están en sus escritos mismos. Lo dicen teóricos y escritores: la
importancia de la lectura para la escritura. El escritor Patricio Pron usa una palabra más fuerte: es imprescindible.
Stephen King señala que cualquier aspirante a escritor debería leer The elements of style de William Strunk Jr. y E.B. White.
Vargas Llosa tiene una recomendación más específica. “Si este tema, el de la gestación del genio literario, le interesa, le
recomiendo la voluminosa correspondencia de Flaubert, sobre todo las cartas que escribió a su amante Louise Colet entre 1850 y
1854, años en que escribía Madame Bovary, su primera obra maestra. A mí me ayudó mucho leer esa correspondencia cuando
escribía mis primeros libros”. Porque todos han tenido sus maestros antes, por supuesto.
De todas maneras, no hay que olvidarse de rayar. Está la famosa frase de Rainer Maria Rilke: Si crees que eres capaz de vivir sin
escribir, mejor no escribas.
Anécdotas
Luego están las anécdotas de los escritores, que también ayudan. En Clases de literatura, Julio Cortázar les comentó a sus
alumnos de Berkeley, en 1980, que si bien sabe dónde debería ir una coma, por ejemplo, él las suprime porque obedece a una
“especie de pulsación, a una especie de latido que hay mientras escribo”. Por eso de la editorial le devolvían los manuscritos
rayados muchas veces, después de pasar por el corrector de estilo, con comas que deberían estar, pero no estaban. De la que
más se acordó fue una en la que le habían agregado 37 comas, y él las suprimió todas, las 37 enteras, otra vez. Era él y sus
ideas.
¿Quiere ser escritor? Empezar es su trabajo. Luego, no está mal leer libros de escritores que hablan del oficio. Se puede
encontrar con Horacio Quiroga diciéndole “no adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un
sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo”. Hacer luego eso que le
dé la gana, romper las reglas como Cortázar, depende sólo de usted.
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Orgullo de Santander para Colombia
Cali se prepara para recibir el I Festival Internacional de Saxofón
Autor: Redacción de El País
Durante los tres días del Festival, los músicos disfrutarán de una agenda académica que incluye clases magistrales,
muestras artísticas y conferencias.
Foto: Elpais.com.co
Con la presencia de maestros destacados en la interpretación del saxofón, provenientes de Francia, Cuba y Costa Rica, Cali se
alista para recibir la primera edición del Festival Internacional de Saxofón, que se desarrollará en la ciudad la próxima semana, del
miércoles 24 al viernes 26 de febrero.
La sede de este encuentro académico y musical será el Instituto Departamental de Bellas Artes y la propuesta es liderada por el
maestro Javier Andrés Ocampo, director del Festival y decano de Música del Conservatorio Antonio María Valencia.
Para Ocampo, el saxofón merece un espacio académico y cultural por ser “un instrumento incluyente. Se mueve en todos los
ámbitos, tanto en la música clásica como en la popular, el jazz, la música que se escucha en los centros comerciales o con la que
mucha gente se enamora. Todo eso hace que sea un instrumento atractivo y versátil”.
De esta manera, el festival incluirá todos los géneros musicales y será la oportunidad para disfrutar de música colombiana, del
Pacífico, del Caribe, jazz y rock. También habrá música para saxofón y coro.
Durante los tres días del Festival, los músicos disfrutarán de una agenda académica que incluye clases magistrales,
muestras artísticas y conferencias. Para el público general se han programado cuatro conciertos con los invitados.
Entre los invitados de honor está Claude Delangle, profesor en el conservatorio nacional superior de París y uno de los creadores
de la escuela moderna de saxofón. También vendrá, desde Costa Rica, Javier Valerio, quien es el presidente de la Alianza
Latinoamericana de Saxofonistas. Y Felipe Tartabull, de Cuba, quien ha sido solista con la Sinfónica de su país.
A ellos se sumarán maestros colombianos que han marcado la escuela del saxofón como Jaime Uribe, del Grupo Seresta; y Luis
Eduardo Aguilar, profesor de la Universidad Nacional. “Todos son referencias importantes para las nuevas generaciones”.
La programación también se hará extensiva a cuatro municipios del Valle del Cauca, desde el martes 23 de febrero. La primera
escala será en Guacarí, el miércoles será el turno para Yumbo, el jueves habrá programación en Yotoco, Buga y Roldanillo; y el
viernes será Palmira. En cada uno de estos municipios se realizarán conciertos didácticos y charlas.
“La intención es familiarizar a la gente con la música. La mayor parte del repertorio será música colombiana porque tenemos que
promover y defender lo nuestro”, explica Ocampo.
A la fecha, el I Festival Internacional de Saxofón cuenta con la participación de 170 jóvenes entre estudiantes y profesionales que
participarán de las actividades académicas. Se esperan delegaciones nacionales de Montería, Bucaramanga, Barranquilla, Bogotá,
Ibagué, Pereira, Manizales, Medellín, Popayán, Pasto, Mocoa y también habrá asistentes de Panamá, Costa Rica, Venezuela y
Ecuador.
Conciertos del Festival
Miércoles 24 de febrero
Concierto de Gala de la Banda Departamental. Solistas invitados: Agustín Castro, Cesar Villamil, Felipe Tartabull, Javier Ocampo.
Hora: 7:00 p.m. Lugar: Sala Beethoven
Entrada: Libre. A partir del lunes 22 de febrero se entregarán boletas para el ingreso. Informes en el teléfono 620 3333 ext. 111.
Jueves 25 de febrero
Concierto de Jazz. Solistas invitados: Plutarco Guio, Jacobo Vélez, Harlison Lozano, Juan Benavidez.
Hora: 6:00 p.m. Lugar: S. Beethoven Entrada: $10.000
Concierto Saxofón en las Costas. Solistas invitados: Hugo Candelario, Gustavo Escobar, Juan Benavides, Esteban Copete, Juan
Fernando Giraldo, Julio Castillo.
Hora: 8:00 p.m. Lugar: Sala Beethoven Entrada: $10.000
Viernes 26 de febrero
Concierto de Temporada de la Orquesta Filarmónica de Cali. Solista invitado: Claude Delangle.
Hora: 7:00 p.m. Lugar: Teatro Municipal Enrique Buenaventura Entrada: En la taquilla del teatro.
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Centro Cultural del Oriente Colombiano Bucaramanga, Santander, Colombia
Festivalito Ruitoqueño de música colombiana
Vigías del Patrimonio
Patrimonio Cultural de Santander - Patrimonio Cultural de Floridablanca
Orgullo de Santander para Colombia
Colombia ya tiene un premio de la Academia
El Óscar en la “Tierra del olvido”
En 1996, Patricia Cardoso, antropóloga y arqueóloga colombiana radicada en Estados Unidos desde hace varios años,
le otorgó al país uno de los máximos reconocimientos audiovisuales conseguidos hasta la fecha. Con su cortometraje
“El aguador” (“The Water Carrier”) obtuvo una estatuilla.
Por: Juan Sebastián Salazar G. / El Espectador
El actor estadounidense Kevin Spacey fue el encargado de entregarle el
premio de la Academia a Patricia Cardoso en 1996. / Archivo particular
Gabriel García Márquez la llamaba Macondo: el pueblo imaginario, y Carlos Vives la llama la tierra del olvido. Día a día damos
motivos suficientes para que así sea. Sin embargo, a este territorio mágico, algunos colombianos le contribuyen y enriquecen, tanto
cultural como socialmente, convirtiéndose en orgullosos compatriotas que hacen patria desde la distancia, en este país de las
contradicciones.
Todo es cuestión de moda, después de eso llega el olvido. Hoy el turno, más que merecido, es para El abrazo de la serpiente,
nominada al Óscar como mejor película extranjera. Pero este honor de una nominación a un premio de talla mundial no ha sido
sólo de Ciro Guerra. De hecho, la colombiana Catalina Sandino fue nominada como mejor actriz de reparto hace doce años y, por
otro lado, en 1996 el premio de la Academia fue entregado a otro talento nacional.
Patricia Cardoso logró algo único para Colombia al convertirse en la primera y hasta el momento única ganadora de un galardón en
la categoría Student. Este año se cumple el vigésimo aniversario de este acontecimiento, en el que ella, una arqueóloga, antropóloga
y directora de cine, marcó la historia del cine colombiano con su cortometraje El aguador (The Water Carrier).
Pero ¿cómo una arqueóloga y antropóloga logra este importante reconocimiento? “Mi sueño siempre fue escribir y contar historias.
Incluso antes de aprender a escribir y leer me encantaban el arte precolombino y viajar por Colombia. Estudié arqueología y
antropología, pero siempre tuve la necesidad de hacer algo más creativo”, dice Patricia Cardoso.
Sus dos carreras siempre se vieron permeadas por la creatividad y los sueños de un alma libre e intrépida, que en el fondo añoraba
contar historias. “Viajando por toda Colombia, y sobre todo durante mi época de estudiante de antropología y haciendo
investigaciones arqueológicas, encontré historias superinteresantes que nadie conocía, y yo quería que ese tipo de relatos llegaran
a un público. Me di cuenta de que con el cine podía combinar todas mis intencionalidades, que se resumían en contar historias con
fotografías y música”, cuenta.
Su relación en conflicto con el mundo de la academia, que no le permitía ir mas allá y que no le daba la posibilidad del libre
desarrollo, se vio totalmente evidenciada en una tesis que escribió por completo en color rojo. “Cuando ya me estaba graduando
de arqueología y tenía que hacer mi tesis, que era escrita a máquina, era algo muy técnico y horrible porque no podía dar mi opinión
y todo debía ser escrito en tercera persona. No podía inventarme mi propia teoría de los descubrimientos que había hecho, y era
tanto el sufrimiento que lo escribí en rojo para simbolizar que la sangre se me estaba saliendo por los poros”, sostiene la ganadora
del Óscar.
Actualmente, Cardoso reside en Los Ángeles, desde donde recuerda con mucha claridad cada detalle de este acontecimiento, a
pesar del tiempo y la distancia. “Trataba de enviar mi película a muchos festivales que premiaban con dinero, porque después de
realizar esta producción quedé en la bancarrota completa. Envié mi trabajo a la Academia, pero jamás pensé que les fuera a gustar
porque no es el tipo de película de Hollywood. Es una realización totalmente colombiana y muy humana. Sin embargo, algunos
meses después me llamaron y me enviaron una carta diciéndome que estaba nominada”, dice.
Recuerda que en 1996, año en el que fue galardonada con el Premio Óscar, recibió gran apoyo por parte de todo el país. “Me siento
cien por ciento colombiana y la película también lo es. En esa época hubo proyección de la cinta en diferentes universidades,
institutos e incluso embajadas”. Sin embargo, actualmente son pocas las personas que recuerdan este premio, que no sólo significó
un importante reconocimiento a su carrera cinematográfica, sino también un estímulo a los avances del séptimo arte en todo un
país.
Hoy, con todo el revuelo provocado por la nominación de El abrazo de la serpiente, aparece de nuevo en nuestro país la paradójica
tierra del olvido, que se encarga de hacer efímeros reconocimientos como el de Patricia Cardoso.
Los esfuerzos por lograr la producción de este cortometraje fueron enormes, tal y como ella lo manifiesta en repetidas ocasiones.
Su papel dentro de la película no sólo fue el de directora, sino que además tuvo que ser productora, guionista y hasta editora. El
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Orgullo de Santander para Colombia
aguador estaba inspirada en una historia de su familia. “Mi abuelo fue médico a comienzos del siglo XX en un pueblito en Colombia
llamado Málaga, en Norte de Santander, y fue el primero en realizar una cirugía de cataratas”, cuenta con nostalgia.
Un Óscar no ha sido suficiente en la vida de esta mujer multifacética y que, más allá del mundo del cine, ha logrado sobresalir en
sus otras dos profesiones y es reconocida por obtener la datación más antigua de la cultura tayrona por el método del carbono 14.
Patricia Cardoso se describe como una persona con muchas identidades, pero siempre ha podido mezclarlas sin mucho esfuerzo.
Sus realizaciones audiovisuales se han visto influenciadas por los intereses que tiene en otras áreas del saber. “Creo que esa es la
manera en que uno mis tres carreras: todas mis películas son antropológicas y arqueológicas, no sólo por las investigaciones sino
por la manera en la que abordo los personajes”.
Los trabajos que ha realizado se distinguen por un inmenso respeto hacia los demás. Por eso, sus estudiantes le dicen: “Todos los
otros profesores deberían trabajar como lo hace usted y tener la estructura de sus clases”.
“Yo trato de verles siempre la belleza a los personajes y a las historias, sin importar el ambiente o las circunstancias, si es pobre o
no. Esas bases son de la antropología, porque uno aprende a respetar a todas las personas y las diferentes culturas, y aprende a
respetar los diferentes puntos de vista”, puntualiza.
Los logros de artistas como Patricia Cardoso en el mundo del cine, que hoy pasa prácticamente desapercibido, reflejan el esplendor
y la riqueza que tiene por ofrecer un país como Colombia. Lo que se necesita es ser conscientes de que éxitos, como un Premio
Óscar en la categoría de cortometraje no pueden quedarse en la tierra del olvido.
Estuve tres semanas sin celular y esto fue lo que aprendí
Por: Ana Lucía Rey / Blog El Tiempo
Acostumbrados a tener los ojos en frente de una pantalla, olvidamos qué es vivir en la vida real; nos atamos, bajo voluntad propia,
una notificación y aceptamos que otros tomen el control de nuestras vidas.
Estuve casi tres semanas sin celular, debido a un robo. Y, si bien, sentí mucha rabia en el momento, creo que el tiempo que
permanecí incomunicada me abrió los ojos. Tal vez, la historia, a continuación, le pueda parecer conocida:
Desde que usted se levanta, es inevitable no tomar el celular, así sea porque es el único medio que tiene para despertar en las
mañanas. En ese momento, empieza una esclavitud pasiva que termina cuando se va a dormir.
Llamadas, notificaciones, correos y chats, que se terminan convirtiendo en una obligación diaria y que, si no responde, es sinónimo
de problemas, ya sea con su familia, amigos, pareja y, claro está, en la oficina.
Se da cuenta de que su chat de Whatsapp es lo más impersonal que existe. “Oficina”, “Familia”, “Proyecto”, son algunos de los
nombres que usa para nombrarlos y en los que, sí o sí, debe participar así no quiera o pueda. El sonido es insistente, no para y,
muchas veces, lo único que desea es silenciarlo.
Los correos llegan todo el tiempo. Ya no tiene excusa alguna para responderlos después. Su vida personal no existe y su vida
laboral no se limita a las ocho horas de trabajo. Lo urgente no deja tiempo para lo importante.
Se ha dado cuenta de que sus amigos ahora no lo llaman como antes. La bonita costumbre de hablar durante horas por teléfono
se quedó en el cajón de San Alejo y los encuentros ya no son tan emocionantes.
Los saludos de cumpleaños se quedan en notificaciones de Facebook y usted se da cuenta de que aquéllos que lo llaman son los
verdaderos amigos, que no necesitan un aviso para acordarse de ese día especial.
Parece que, para algunos, tener la mirada fija al celular es mucho más interesante que mantener una conversación física. Y usted
se da cuenta solo cuando es el único que sale con un grupo de gente que lo hace. La peor enfermedad de la sociedad moderna.
Y quizás sea porque el celular le aliviana el peso de lidiar con la vida real, de mirar a desconocidos a los ojos en el transporte
público, de irse de un lugar en el que no quiere estar, de huir de sus propias emociones.
Es esa droga que se inyecta todos los días y que no quiere dejar de usar. Es tan adicto a ella, que el día que sale de su casa sin
aplicarla cae en un síndrome de abstinencia.
Usted es esclavo de una máquina que se ha encargado de dañar relaciones de pareja, grandes amistades y ha debilitado
sus relaciones familiares.
Vive en torno a lo que pasa en un mundo irreal y al placer que este ofrece, pero cuando se choca con la vida, siente una
narcodependencia más fuerte que la del peor de los drogadictos.
Triste basar el amor en una notificación de un chat o de publicar una foto en Facebook. Triste salir con amigos que, sin respeto
alguno, cortan conversaciones maravillosas por una llamada. Triste que un chat reemplace al valor de escuchar la voz de un ser
amado.
Somos esclavos de un celular, que no nos ofrece más de seis horas de batería y que, poco a poco, sin darnos cuenta está tomando
el control de nuestro tiempo.
Los momentos que en realidad quedan en la memoria, no suceden en torno a una máquina.
En Twitter @AnaLuRey
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Vigías del Patrimonio
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Orgullo de Santander para Colombia
V Salón BAT de arte popular
El pasado jueves18 de febrero de 2016, en el Museo de Arte Moderno de Bucaramanga, se inauguró la exposición de
selección del V Salón BAT de arte popular – ‘Colombia pluriétnica y multicultural’, con obras de artistas populares de
Santander, Norte de Santander y Cesar.
Por: Redacción Vanguardia Liberal
En la muestra, los espectadores podrán apreciar treinta y cuatro obras elaboradas con materiales reciclados, elementos de la
naturaleza, como semillas, piedras, plumas, plantas medicinales y carbón; ensamblajes con alambre, telas y lana; fotografía,
plastilina, videos, óleo sobre lienzo, arcilla, mosaico, ensambles y tallas, que constituyen una radiografía de la riqueza cultural y
étnica, y de la biodiversidad de esta región de Colombia.
Para la selección de las obras finalistas será clave la participación del público, pues, a través de un sistema de votación mediante
buzones instalados en la sala de exposición y en la página web de la Fundación BAT, los asistentes tendrán la oportunidad de hacer
parte de la decisión final para escoger las obras que harán parte del V Salón BAT de arte popular ‘Colombia pluriétnica y
multicultural’.
Entre los jurados del V Salón BAT de arte popular se encuentran Elvira Cuervo de Jaramillo, exministra de Cultura y exdirectora del
Museo Nacional; Gloria Triana, antropóloga y documentalista, ganadora del premio Vida y Obra 2015 otorgado por el Ministerio de
Cultura; María de la Paz Jaramillo, reconocida artista plástica; Guillermo Londoño, artista plástico y Eduardo Serrano, reconocido
crítico y curador de arte.
La muestra llega a Bucaramanga gracias al esfuerzo de la Fundación BAT Colombia, el Ministerio de Cultura, el Museo de Arte
Moderno de Bucaramanga, la Gobernación de Santander y la Secretaría de Cultura y Turismo Departamental.
El Salón BAT de arte popular, a lo largo de sus cinco convocatorias, se ha consolidado como la única iniciativa de este género en
Colombia. Cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura, el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, Fontur, la Conferencia
Episcopal de Colombia a través de su Departamento de Comunicación Social, la Casa Editorial El Tiempo, Servientrega, Señal
Colombia, Imaginacción - Corporación Cultural del Caribe, las secretarías de Cultura de las gobernaciones y los principales museos
y centros culturales del país.
Zaperoco
Por: Inquisidor / Vanguardia Liberal
Cita. Luego de que un ciudadano entregara voluntariamente cuatro flamingos a la Cdmb, el grupo de Fauna y Flora de la
Corporación cuida de esta especie alimentándolos con ‘truchina pigmento 40’ (10/02/16. Primera).
Comentario. Por un lado, queda la duda de si el ciudadano entregó o no los animales, sencillamente porque el uso del modo
subjuntivo no es apropiado para un hecho del que se quiere resaltar que en verdad ocurrió. Por otro lado, estos animales se
llaman ‘flamencos’, y no así como escriben ustedes. Y, por último, los señores de la Corporación tal vez cuiden de algunos
ejemplares de la especie, pero no a toda ella. ¿Me entienden? Si cuidan a un hombre, no cuidan a la humanidad… Es bueno que
paseen de cuando en cuando por las letras del idioma español.
Cita. ¿Está usted sano? Aproveche y vaya al médico, porque si está enfermo de verdad, no creo que aguante la tramitología que
hay que hacer. Se empieza por escuchar que está en el turno 40… (11/02/16. Opinión. Pedro Julio Solano Osorio).
Comentario. La ‘tramitología’ es buena, querido don Perojulio; mire que significa “arte o ciencia de resolver, perfeccionar o
facilitar los trámites”. En cambio, ‘tramitomanía’, a lo que sin duda usted se refiere, es el “empleo exagerado de trámites”. ¿Nota
la diferencia? Ah, y se ‘oye’ el llamado, no se ‘escucha’.
Cita. El papa Francisco a dedicado el año 2016 a la misericordia y congruente con su estilo de vida, está invitando al mundo a
reflexionar… (12/02/16. Opinión. Virgilio Galvis Ramírez).
Comentario. Lo que le HA pasado, querido y eminente galeno, es que confundió la preposición ‘a’ con la inflexión de ‘haber’; en
cambio, le sobró la coma después de ‘vida’. “Gajes del oficio”, como dicen ustedes.
Cita. El actor estadounidense de 73 años de edad sufrió el percance al caerse la puerta de un garage (13/02/16. Farándula).
Comentario. Lo bueno –dirían por acá– fue que a don Harrison le cayó la puerta de un ‘garaje’ extranjero, que por nuestro
exasperante esnobismo silvestre preferimos siempre otro idioma, como el “garage” este y como los “flamingos” de arriba.
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Vigías del Patrimonio
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“Salomé” llega a Colombia
Gustav Mahler dijo al oír Salomé, de Ricardo Strauss, “estoy firmemente convencido de que es una de las grandes
obras maestras de nuestro tiempo”. Ahora, más de un siglo después, se estrenó en el Teatro Santo Domingo en versión
que en muchos aspectos fue algo de gran mérito.
Por: Manuel Drezner / El Espectador
Musicalmente, la firme dirección de Josep Caballé Domenech al frente de una excelente Filarmónica de Bogotá, y con un grupo de
cantantes que estuvo a la altura de la difícil ópera, hizo que ese estreno fuera digno de elogio. La Salomé de Gun-Brit Barkmin tuvo
no sólo la resistencia requerida por el papel, sino también una compenetración dramática con éste. El Yokanaan de Iain Paterson
mostró la dignidad mezclada con fanatismo de su personaje, mientras que Micaela Martins y Richard Berkeley, como Herodías y
Herodes, supieron dar a sus personajes el tono cómico que en el fondo tienen. El resto del reparto, con mayoría de cantantes
colombianos, estuvo a la altura de las necesidades, con un Narrabot de César Gutiérrez muy bien llevado y el resto de judíos,
nazarenos y soldados más que adecuados.
En el aspecto dramático, me pareció muy interesante y de buen augurio la declaración que hizo en un reportaje a este diario el
director escénico Joan Antón Rechi, cuando dijo que “yo me atrevería a decir que Salomé es una obra maestra porque yo no le
quitaría ni le añadiría nada”. En general, Rechi estuvo a la altura de su palabra, excepto en los momentos finales, donde se apartó
del deseo de Wilde y no mostró la cabeza del Bautista (como querían el autor, la Biblia y, desde luego, Salomé), sino al Bautista
completo. Eso se podría interpretar como la imaginación de Salomé, que por fin conseguía su capricho del momento, pero ver la
cabeza de Yokanaan sobre una bandeja de plata a la que Salomé canta sus impresionantes diatribas finales es mucho más
dramático. Tampoco en esta versión Salomé es masacrada por los soldados cuando Herodes así lo ordena, sino que ella se suicida,
lo cual va contra la psicología de ese detestable personaje, caprichoso, consentido y acostumbrado a salirse con la suya, que es la
princesa de Judea. El anacronismo de los personajes con vestidos contemporáneos no molestó, aunque sí podría preguntarse si eso
contribuye a que la obra se entienda mejor o si ayuda a una nueva visión de los deseos de los creadores o si es lógico. En últimas,
la obra claramente está situada en tiempos de Cristo, cuando salvo un milagro no había ametralladoras. En otras secciones hubo
soluciones bien traídas, como la de la danza de los siete velos, hecha con proyecciones y el doblaje de judíos y nazarenos (quienes
normalmente no serían invitados a manteles por el tetrarca de Judea) como comensales de la cena.
El resultado total fue satisfactorio y confirmó lo que tantas veces he afirmado, que se puede hacer una presentación novedosa de
una ópera sin necesidad de traicionar los deseos de su creador, así en ésta hubiera los leves cambios comentados.
Murió la escritora Harper Lee, autora de 'Matar a un ruiseñor'
La escritora, ganadora del premio Pulitzer, permanecía delicada de salud a causa de una apoplejía.
Por: Redacción El Tiempo
Foto: REUTERS
La escritora de 'Matar a un ruiseñor', Harper Lee, en La Casa Blanca.
La escritora estadounidense Harper Lee, autora del clásico 'Matar a un ruiseñor', murió este viernes, 19 de febrero, a los 89 años,
en el estado de Alabama, en la localidad de Monroeville, su lugar de nacimiento y donde vivió la mayor parte de su vida.
De acuerdo con el portal de noticias de Alabama, al.com, el fallecimiento de la ganadora del premio Pulitzer de 1961 en ficción por
Matar a un ruiseñor. fue confirmado por diversas fuentes de Monroeville. La autora había sufrido una apoplejía en el 2007 y desde
entonces atravesaba graves problemas de salud. El deceso de Lee fue confirmado por la editorial HarperCollins al diario The New
York Times.
Lee, que escribió su primera novela hace cerca de 56 años, había vuelto recientemente a las listas de más vendidos con la publicación
de 'Ve y pon un centinela', un texto escrito mucho antes de la historia que la hizo célebre y le valió el reconocimiento mundial y
que presentó al mundo editorial primero, pero no salió a la luz entonces, porque la editora de turno le pidió que la cambiara.
Del proceso de reescritura salió 'Matar a un ruiseñor', ganadora del Pulitzer en 1961, llevada al cine en una cinta protagonizada por
Gregory Peck, que desde entonces fue reseñada como su “única” novela hasta que se rescató el manuscrito de 'Ve y pon un
centinela' –presentada ante los lectores actuales como una segunda parte–. Esta "segunda" novela llegó a vender más de un millón
de ejemplares en Estados Unidos en sus primeras semanas de venta al público, el año pasado, e impulsó la vuelta del público al
clásico de la escritora.
Harper Lee también es recordada por su participación como asistente del también escritor Truman Capote en la elaboración de 'A
Sangre Fría', obra cumbre de este último, que les dejó a ambos, además del éxito, el sinsabor de la ruptura de su amistad.
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Fruko, el genio de la música colombiana
Por: Diego Londoño / El Colombiano
Nos encontramos 40 minutos más tarde de lo pactado. Bajó de su carro, lento, acomodando su camisa arrugada por el cinturón de
seguridad.
Julio Ernesto Estrada “Fruko” lleva un libro en su mano. Su saludo hacia mí inicia asintiendo con su cabeza y con su mano derecha
señalando el libro: “esta es la biblia de Discos Fuentes. Léalo Londoño, le va a servir”. Lentamente subimos los cinco pisos de
escalas hacia su estudio de grabación en el occidente de Medellín.
Empezamos a hablar.
Se distrae fácilmente con algunos de sus chascarrillos chistosos. Mientras mueve las manos y golpea con sus nudillos la mesa de
madera llena de libros y revistas, sigue hablando sobre la historia de la música, no solo de Colombia, sino de Cuba, Puerto Rico,
México y Estados Unidos.
Me cuenta sobre sus años dorados, sobre el gran momento de la música colombiana. Se distrae nuevamente con el verso de una
canción, empieza a cantar y a tocar el bajo como si lo tuviera colgado, pero es solo su imaginación. Termina y aparece otro de sus
cuentos que dan risa.
Me dice que tome atenta nota, que grabe o tome fotos. Yo me quedo en silencio, mirando sus manos y escuchando sus chistes y
fabulosas historias. Fruko es quizá uno de los músicos más grandes que ha tenido Colombia, y no lo digo por su voluminoso cuerpo,
sino por su genialidad absoluta e inigualable. A los once años de edad lo echaron de la escuela por pegarle a los demás niños, y
por influencias familiares llegó a trabajar como utilero a Discos Fuentes. Allí en ratos libres cogía los instrumentos y les sacaba
sonidos, de esa manera aprendió y empezó en el camino de la música. Luego de muchos años podríamos catalogarlo como uno de
los precursores de la música tropical colombiana, y sin exagerar, el primero que se atrevió a incursionar en el ritmo de las luces, el
sudor, el conquiste, la felicidad y la eterna sonrisa: la salsa, este género que hasta finalizando los años sesenta era exclusivo para
cubanos, puertorriqueños y habitantes de la Gran Manzana.
Fruko hizo de su vida la salsa, le dio el sonido colombiano y la puso a sonar en todo el mundo.
Canciones como Los Charcos, El Preso, El Son del tren, El Caminante, El Ausente, entre muchísimas otras, se han convertido en la
banda sonora de la vida de miles de almas en todo el mundo. Y cada una de esas melodías, armonías e historias, nacieron de ese
gran corazón inspirador de alegrías, bailes y fiestas.
Fruko es un músico con visión de éxito. Todos los músicos que acompañaba se convertían en estrellas, como el caso de Wilson
“Saoko” Manyoma, Joe Arroyo, y hasta Rodolfo Aicardi. Y todas las canciones que componía o arreglaba se convertían en himnos
de todo el continente. Esas canciones luego de varias décadas, siguen sonando como si fuera el año de su estreno.
Desde sus comienzos con Los Corraleros de Majagual en el año 1965, hasta hoy, sigue vigente, haciendo canciones, girando por el
mundo. Son alrededor de 50 años de trayectoria, al lado del bajo, del piano, del timbal, de las voces, de los arreglos, la producción
y la composición.
Luego de cuatro horas de conversación, me despido del maestro. Un abrazo y sonrisas no son suficientes. Por eso hoy más que
nunca hay que decirle a Fruko, ¡gracias!, por la maravillosa creación, por enseñarnos que la vida puede convertirse en baile, en
alegría, en música, en canciones.
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Imaginarios
Una partitura muy gráfica
"Inmerso" revela uno de esos desafíos que en términos de creación de partituras desarrolló el compositor colombiano
Jesús Pinzón.
Por: Érika Martínez Cuervo / El Espectador
"Inmerso", partitura Maestro Jesús Pinzón U. 1983. / Archivo privado Rodolfo Acosta.
En el ámbito de la música contemporánea sobresalen una serie de experimentaciones que por su carácter especializado resultan
desconocidas y poco difundidas. La imagen de la partitura de la piezaInmerso (1983) revela uno de esos desafíos que en términos
de creación de partituras, desarrolló el compositor colombiano Jesús Pinzón Urrea (1928). Con esta singular forma de escritura
musical, apareció una apuesta gráfica que entregó al intérprete elementos novedosos, Pinzón los comprendió como estímulos
visuales que desplazaron los parámetros de la notación tradicional. Su apuesta dio aliento a una interpretación más libre que por
demás reforzó la idea de la partitura como guía sugestiva y no como un documento impositivo.
Según el maestro Rodolfo Acosta (1970), miembro del Círculo Colombiano de Música Contemporánea (CCMC) y director del
Ensamble CG, “el punto máximo de esta evolución en el lenguaje de Pinzón fue Sonóptica, música para ver y oír, un grupo de cinco
piezas –del que hace parte Inmerso- compuesto a comienzos de los ochenta y plasmadas en partituras exuberantemente gráficas”.
Los mejores grupos folclóricos del Carnaval de Barranquilla
La Comparsa Selva Africana, dirigida por José Llanos, fue reconocida con el Mérito a la Tradición.
Por: Redacción Nacional El Espectador
Después de vivir la alegría del Carnaval de Barranquilla, 316 grupos folclóricos fueron evaluados y condecorados por un comité
integrado por folcloristas, historiadores, antropólogos, maestros en danzas y conocedores del festival, por su desempeño en los
eventos del carnaval.
De los grupos que participaron de las festividades, 110 fueron ganadores del Congo de Oro por haber realizado una participación
excelente durante la celebración. Entre los más importantes están Danza Congo Grande de Galapa, Danza El Perro Negro Congo
Campesino de Galapa y Danza Congo Tigre de Galapa, líderes de la tradición por los años que llevan participando de en el Carnaval,
datan desde 1907.
Los demás 18 participantes obtuvieron el Certificado de Excelencia, ya que obtuvieron una evaluación superior a 480 puntos.
También se homenajeó a la Comparsa Selva Africana, dirigida por José Llanos, que fue acreedor del reconocimiento Mérito a la
Tradición, por su gran aporte a las tradiciones y el folclor del Carnaval de Barranquilla.
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Amor y eros en la poesía caleña
Por: Fabio Martínez / El Tiempo
Así no figuren en las estadísticas literarias del país, son notables los escritos de amor y erotismo de una generación de mujeres
poetas en Cali.
Las conocí en el café de Los Turcos de Cali, cuando aún eran un par de adolescentes. El café donde, entre otras cosas, no había
turcos, sino colombianos, sirios y libaneses, y que fue famoso en los años setenta por sus tertulias literarias.
Las jóvenes Orietta Lozano y Alejandra Quintero llegaban en las tardes, cuando la brisa bajaba de las Tres Cruces refrescando la
ciudad. Moviéndose entre las mesas de artistas y escritores, sacaban de sus mochilas sus poemas escritos sobre servilletas y los
leían en voz alta.
Orietta y Alejandra nacieron en Cali, donde el lenguaje del cuerpo y el erotismo vibran en cada barrio y en cada esquina.
Después de Laura Victoria y Margarita Gamboa, Orietta ha sido la mujer que ha escrito los mejores poemas eróticos, en una época
donde el placer del sexo era aún un tabú.
Hoy sabemos que el discurso del amor y el erotismo se ha sofisticado gracias al arte y la literatura. Pintores como Débora Arango,
Darío Morales y Gilberto Cerón, y poetas como Darío Jaramillo, Juan Manuel Roca y Jotamario Arbeláez han enriquecido con su obra
esta importante práctica milenaria, que ha sido causa de placer y felicidad entre los seres humanos.
Dice Orietta en su poema: “Amo en ti lo que en otros…”
En 1986, con su libro ‘El vampiro esperado’, la escritora caleña ganó el Primer Premio Nacional de Poesía Eduardo Cote Lamus. Su
poemario ‘Albacea de la luz’ acaba de ser publicado por la editorial Cuadernos Negros, que dirige la escritora Bibiana Bernal, desde
Calarcá.
Como Orietta, Alejandra Quintero escribe desde niña. Su mentor, el escritor Aníbal Arias, dice que la joven acostumbraba a visitarlo
en la Biblioteca de la Universidad Santiago de Cali, donde él trabajaba, para mostrarle sus poemas.
La poesía de Alejandra es profunda, existencialista, y siempre nos está describiendo las tribulaciones del ser humano enfrentado al
abismo de la vida. Sus libros: ‘La noche en borrador’, ‘Memorias de Alejandrina’ y ‘5.000 kilómetros al sur’, este último editado en
Argentina por la Universidad Nacional del Sur, han sido finalistas en importantes concursos literarios.
“Todos mis amores son naufragios / de barcos que en la plenitud alegre de la luz /
hundieron sus ansias / y enloquecieron sus brújulas envenenándose de / olvido”.
Dice en su poema: “Naufragios”.
Como Orietta, Alejandra no pertenece a la generación del ‘broche de oro’ (el término fue acuñado por Carlos Patiño), aquel grupo
privilegiado y restringido de escritores que siempre es seleccionado por los organismos culturales del Gobierno para representar al
país; sus libros aún no han sido publicados por las grandes editoriales, ni figura en las estadísticas literarias que dirige Héctor Abad
desde Medellín.
Parece ser que la exclusión, aquella insana costumbre del país, también se expresa en el arte y la literatura.
Más información sobre las poetas: Ver blog cultural NTC.
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Benefactores
Joropo
XXVI Festivalito Ruitoqueño de música colombiana
1 al 14 de agosto de 2016
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Orgullo de Santander para Colombia
'A veces da miedo ver a Ana Belén en el escenario'
El director José Carlos Plaza habla sobre la versión de 'Medea' protagonizada por la cantante.
Por: Yhonatan Loaiza Grisales | El Tiempo
Foto: Archivo particular
Con 'Medea', Ana Belén cierra una trilogía de personajes trágicos, luego de Electra y Fedra.
El personaje de Medea es la punta de lanza de una de las historias más profundas de la dramaturgia universal, que alcanza el nivel
dramático de 'Hamlet' o 'Ricardo III'.
Su tragedia se encierra en la cotidianidad opresora de la mitología griega. Luego de abandonar su pueblo para casarse con Jason,
vive como extranjera en el reino de Corinto. Allí, su esposo la abandona para casarse con la hija del rey Creonte, y Medea decide
llevar a cabo la venganza más terrible: matar a sus hijos.
Este es un título casi infaltable en los encuentros teatrales, y en el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá que está por
comenzar lo protagonizará una artista de gran popularidad: la actriz y cantante Ana Belén, bajo la dirección de José Carlos Plaza.
El dramaturgo, que tiene una trayectoria de más de 50 piezas dirigidas, con un acento especial en el teatro de repertorio, asegura
que este título, como todos los grandes clásicos, establece un diálogo importante con los tiempos que transcurren.
“Medea es víctima de una injusticia, de una traición que rompe su esencia, entonces se siente justificada para romper lo más
sagrado que hay en la tradición occidental, que es la maternidad. En nuestro montaje mostramos cómo la injusticia o la traición
llevan al ser humano a límites en los que saca lo peor de sí mismo y en vista de lo que pasa en muchas partes, sobre todo en
nuestra parte europea, el comportamiento es de una máxima actualidad, desgraciadamente”, asegura el director en conversación
con EL TIEMPO.
Esta obra del Festival de Teatro Clásico de Mérida cierra una trilogía de personajes trágicos que han realizado Ana Belén y Plaza,
luego de Electra y Fedra.
El director cuenta que él y la cantante tienen una larga relación, ya que estudiaron en la misma escuela.
“Yo conozco a Ana Belén desde que tenía 14 años, es como mi hermana pequeña... Ella ha tenido una carrera extraordinaria y yo
la he dirigido muchas veces, en 'La casa de Bernarda Alba', en 'Hamlet', bueno, muchísimas funciones. Y esta es una colaboración
muy especial porque se ha dado la coyuntura de que ha sido todo para el Festival de Mérida...”, cuenta.
En la parte actoral, Plaza destaca que la actriz no solo tiene un gran rigor profesional sino que alcanza un equilibrio entre el
movimiento, la palabra y la emoción, con una enorme sensibilidad.
“Creo que Ana le ofrece al personaje la fuerza de la parte interior. En este mundo de locura, ella encuentra una especie de armonía,
de equilibrio. En esta enorme dureza, ella le da una enorme inteligencia al personaje, le da una pasión desbordada terrible, de
verdad que a veces da miedo verla en el escenario por su pasión interior”, añade.
Esta versión del clásico fue escrita por el autor español Vicente Molina Foix a partir de los relatos de Séneca, Eurípides y Apolonio
de Rodas. Plaza cuenta que le pidió al dramaturgo incluir las razones para el comportamiento de Medea, por lo que se incorpora la
historia de los argonautas, en la que se cuenta cómo Jason llegó al pueblo de Medea, Cólquida, luego de conquistar el preciado
vellocino de oro.
“Él ha metido con enorme poética, fluidez y una gran carga dramatúrgica toda esa historia y cómo a partir de ese encuentro cambia
la vida de Medea. Sobre todo, él ha creado dos personajes que serían los corifeos, uno basado mucho en Eurípides y el otro basado
en Séneca, los ha dividido en hombre y mujer y mete mucho el conflicto de cómo ante una situación de crisis la mujer reacciona
de una manera y el hombre reacciona de otra”.
Otra de las novedades de esta versión es la participación mucho más activa de la Nodriza, interpretada por Consuelo Trujillo.
La producción tuvo su estreno a finales del año pasado en el histórico Teatro Romano de Mérida, considerado uno de los tesoros
arqueológicos de España.“Para nosotros, Mérida fue algo muy especial... La obra se ha vuelto a presentar en el gran teatro español
de Madrid, que es el teatro por antonomasia, y se ha vuelto a repetir la misma reacción, es decir que tanto en un espacio grande
como uno más reducido la esencia de la obra funciona”, finaliza Plaza.
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Ríe si sabes
Por: Juan Esteban Constaín / El Tiempo
Con Umberto Eco se muere uno de los últimos voceros de esa especie en vías de extinción: la del sabio universal cuya
curiosidad no conoce límites.
Parece que esta vez sí se murió Umberto Eco, el gran maestro. Ya lo habían matado antes en las redes sociales, hace tiempo, y él
mismo salió a dudar de la noticia con todo el escepticismo del que era capaz. Dicen que dijo: “Quizás sí es verdad que me haya
muerto, más vale hacerlo ya en un mundo así; igual no me gustaría precipitarme, no me aventuro a confirmar nada...”. Una frase
tan incierta como el rumor que la inspiraba.
Eso fue en el 2013, aunque entonces su falsa muerte –no como esta de ahora, ay– fue el episodio final de una serie de equívocos
que parecían todos escritos o planeados por el propio Eco, o que al menos debieron de arrancarle una sonrisa o una o varias
reflexiones demoledoras sobre lo absurdo que es el mundo, sobre cómo al final esto no es sino eso, un sainete y una confusión y
un delirio. Casi una novela suya, casi.
Porque primero salió un trino suyo en Twitter anunciándole al mundo que se acababa de morir en Nueva York el escritor Dan Brown.
“No tengo palabras...”, decía el falso Umberto Eco, pues el verdadero no solo no tuvo Twitter jamás ni ponía sus pies ahí (aquí),
sino que hasta llegó a decir un día que uno de los problemas fundamentales de las redes sociales es que le han dado el derecho de
palabra a “una legión de imbéciles...”.
Pero en fin, y volviendo al cuento: el falso Eco mató a Dan Brown, quien en vez de escribir un libro sobre el tema apenas se limitó
a rechazar con una sonrisa el rumor de su trágico y prematuro final. A los pocos días otra cuenta adulterada de Twitter, esta vez la
de la editorial Bompiani, dio entonces una noticia dolorosa y mentirosa que se esparció como fuego sobre un reguero de pólvora:
Umberto Eco se acababa de morir en Turín, ay.
Al final nada pasó a mayores y nadie se murió; al menos no se murieron Umberto Eco ni Dan Brown, no entonces, no así. Pero
desde ese día Eco redobló sus objeciones y sus críticas a un mundo, el nuestro, el de hoy, el de esta pantalla feroz que es el mar
pero también es un abismo, como el mar, un mundo en el que hay quizás demasiada información y muy poco conocimiento.
Demasiadas palabras y muy poca lucidez.
O al menos eso decía él, que sin embargo no es que fuera un ogro anticuado y ajeno a la tecnología. Al contrario: disfrutaba como
nadie de internet y sus prodigios, con la certeza de que no hay quizás un invento humano que permita consumar mejor el sueño
enciclopédico y hermoso e imposible de abarcar todos los conocimientos y todas las cosas y tenerlos casi en el mismo lugar, en
este abismo y este mar.
Solo que con internet se necesita más que nunca de la sabiduría y de la sensatez, del conocimiento que le da sentido a tanta
información. Esa es una de las mayores desgracias de la muerte de Umberto Eco: que esta vez ya no esté él para desmentirla; que
nos perdamos de su próxima columna en la que solo él, con ironía, iba a decir sobre sí mismo, como lo hacía sobre todo lo demás,
algo distinto, algo brillante, algo original.
Con Umberto Eco se muere uno de los últimos voceros de esa especie en vías de extinción: la del sabio universal cuya curiosidad
no conoce límites. Quedan quizás Steiner y Magris, Grafton, Mangel. Solo que en su caso se pierde también el tesoro del humor: la
valentía de un profesor que hizo del conocimiento una fiesta, una dicha, castigando con su ejemplo la vanidad de quienes volvieron
la academia un desierto insignificante y solemne.
“Ride si sapis”, decía Marcial en un epigrama: ríe si sabes, ríe si puedes. Pero también ríe si eres sabio. Porque no hay mejor prueba
de la sabiduría que la risa y la felicidad.
Gracias por eso, professore.
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