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Carlos Ramírez
El país de las
maravillas
Fotografía de la portada: Rogelio Cuéllar
Dibujo: JohnTenniel
© 1981: Revista Proceso
CISA: Comunicación e Información, S.A. de C.V.
Fresas 13
México 12, D.F.
TEDSA: Tecnología Electrónica Digital, S.A.
San Borja 526-B
México 12, D.F.
Primera edición (3,000 ejemplares): abril. 1981
Impreso y hecho en México
Printed and made in México
Nota: El autor quiere dejar constancia de varios hechos: en primer lugar, el calificativo de País de las
Maravillas para México fue utilizado originalmente
en un programa de televisión, Canal 11, que con ese
título dirigía Armando Labra como presidente del
Colegio Nacional de Economistas.
En segundo lugar, un reconocimiento: artículos, reportajes y notas de este libro fueron publicadas en la
revista Proceso de octubre de 1977 a julio de 1980.
En tercer lugar, el autor agradece a David Colmenares Páramo su ayuda, invaluable, en la conformación de textos y en la revisión de cifras, así como en
la comprensión del fenómeno económico mexicano.
También agradece las conversaciones —en desayunos de los martes— de los economistas Ignacio Coss
Lara y Bernardo Ortiz, con quienes discutió acerca
del País de las Maravillas.
Finalmente: poemas, fragmentos y títulos de capítulos
de Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll —cuya estructura sigue fielmente este libro—,
fueron tomados de la edición de Alianza Editorial;
cuarta edición en “El libro de bolsillo”, traducción, notas y prólogo de Jaime Ojeda; Madrid, 1976. —C.R.
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A Lourdes
“Así fue surgiendo el País de las Maravillas
poco a poco; y una a una el cincelado de sus
extrañas peripecias.”
Poema de Lewis Carroll que abre su novela
Alice's adventures in wonderland
“Enfatizar el llamado estilo personal de gobernar como elemento determinante de los
problemas económicos del país, no deja de ser
un análisis simplista que deja por completo de
lado el complejo proceso político y social en
que se desenvuelve la nación y que tiene reflejo en la política económica como tal.”
Carlos Tello, La política económica en México 1970-1976.
“Yo nunca contesto un ataque, nunca abro la
boca, nunca digo... Dejo que los hechos hablen por sí mismos. La historia se forma con
los años, cuando se examina la realidad, cuando se puede tener objetividad...”
Antonio Ortiz Mena, ideólogo del desarrollo
estabilizador, en declaraciones a Francisco
Gómez Maza; Proceso No. 182, 28 de abril de
1980.
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8
PRÓLOGO
Cuando Carlos hizo la distinción de invitarme a escribir
este prólogo, pensé que habíamos incursionado, cada
quién, en el campo del otro. El, periodista que explora los
pantanosos rumbos de la economía, y yo, economista tratando de escribir con oficio periodístico, a pesar de mi
formación.
El trabajo de Carlos Ramírez evidencia que puede más
el periodista cuando escribe sobre economía que al revés.
Quien lea estas páginas y las que siguen, entenderá mejor
por qué sucede lo que sucede en el sistema mexicano, de
una manera llana, simple y, además, política e ideológicamente muy comprometida. Nadie dudará que son, éstas,
características difíciles de observar en escritores contemporáneos.
Tales ingredientes combinados conforman, en realidad,
un evento singular para quienes buscan identificar el contenido del acontecer económico, político y social en nuestro país.
La recopilación de artículos que constituyen este trabajo
es, de suyo, importante como material de referencia. Pero
resulta lúcido y accesible el intento del autor de enmarcar
y presentar el material del libro con una interpretación política sobre la realidad nacional.
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Sin virtuosismos historicistas y aprovechando cabalmente su oficio, Ramírez traduce en forma llana argumentos propios y ajenos que convergen en una tesis fundamental: contribuir, en todos los frentes del quehacer político, a la configuración de un proyecto nacional auténticamente democrático, popular e independiente para México.
Tan grande propósito obedece a una necesidad histórica
esencial: la desarticulación de los principales elementos
de la vida política, económica y social respecto a sus orígenes revolucionarios; el reacomodo internacional de las
fuerzas económicas y políticas como reflejo de la crisis
mundial del capitalismo; las nuevas circunstancias económicas y políticas a las que arriba el país en los años
ochenta y la evolución mutante del Estado mexicano como regidor del proceso de acumulación de capital y mediador en el conflicto social.
La confluencia de estos elementos nos plantea hoy, a los
mexicanos, un reto político de cuya respuesta depende
nuestra sobrevivencia como Nación independiente. Es a la
presente generación, a jóvenes como el autor, a quienes
más preocupa la senda por la que transcurre el sistema
mexicano, porque serán quienes padezcan directamente
los resultados de los aciertos y los errores que hoy cometemos y que desde ahora son juzgados.
Sin duda, se advierte el parto de una nueva corriente de
pensamiento social en México que retoma el nacionalismo y
los impulsos democratizadores e independientes que movieron la voluntad política de los mejores mexicanos a lo largo
de la historia del país y que, en buena parte, se han apoltronado por el encubrimiento sistemático de la realidad nacional
y la despolitización de los sectores mayoritarios del país.
Hoy estamos obligados a reencontrar la historia y la
identidad nacional. Sin duda, con sus textos, Ramírez aporta a este proceso trascendente, del que participan cada
vez más y mejores mexicanos.
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Para quienes buscan los orígenes y efectos de los problemas nacionales, el trabajo que se comienza a hojear es
útil, porque aporta datos y opiniones de interés para comprender el momento actual de nuestra sociedad y esbozar
la perspectiva económica y política nacional.
Tras de las notas y artículos de Ramírez se muestra un
México formado por seres humanos que viven y sienten
su realidad social. Muestra las convulsiones y antagonismos de quienes le formamos. Ofrece visiones de un sistema social que emerge; una clase que reclama su presencia
en el quehacer social de México.
Lewis Carroll diría al lector que tomara para sí el papel
de Alicia, para ir descubriendo, en el repaso de nosotros
mismos, la identidad que nos diferencia de lo que no somos. No se trata de una expresión literaria. Quien continúe el tránsito de estas páginas encontrará realidades como estas:
Periodista extranjero: “Esto (Ciudad Nezahualcóyotl)
parece un enorme campo de refugiados.”
Colono de Nezahualcóyotl: “¡No!, aquí vivimos como
puercos...”
Berta Navarro (comentando un documental sobre Nezahualcóyotl para UNICEF): “Es una guerra encubierta, sorda, por sobrevivir. Es una guerra a muerte para vivir. No;
creo que es un genocidio”.
Alex Morelli (dominico residente en Nezahualcóyotl):
“Aquí hay motivos de violencia: miseria, frustración, cansancio, individualismo, miedo, desempleo, insalubridad,
droga, alcoholismo, soledad, hacinamiento, hambre...”
El contrapunto más obvio en este país de las maravillas
podría quedar expresado en la autodefinición de una de
sus organizaciones empresariales más exitosas, el Grupo
ALFA, que en palabras de su líder, el señor Garza Sada,
representa “una comunidad humana cuyo compromiso es
la dedicación al trabajo en beneficio de todos”: Utilidades
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por 1,889 millones en 1978 y de 3,133 millones de pesos
en 1979... beneficio humano... con dedicado compromiso
de todos...
México es, verdaderamente, un país de maravillas donde, como en el libro de Carroll, es preciso caminar dos veces más rápido de lo que se puede, para permanecer en
el mismo sitio. Naturalmente, permanecer es retroceder y
para no hacerlo, tenemos que buscar una fórmula popular
para la respuesta que daba Humpty Dumpty a Alicia, sentado en su barda discutiendo sobre el sentido de las palabras: “Lo que importa, es quién tiene el poder.”
El recorrido de las páginas que siguen, lejos de evocar
hechos conocidos, se asemeja más a ir destapando los
frascos y redescubriendo personajes que más pudieran corresponder a imágenes de Al otro lado del espejo, también de Lewis Carroll, que a un país real.
Quien después de estas palabras prosiga en el empeño
necio de leer el libro que tiene enfrente, encontrará que,
en efecto, resulta imperativo explorar, en el ámbito de lo
cotidiano, toda idea que exprese posibilidades concretas,
específicas, para moldear al país e iniciar el impulso de la
velocidad vertiginosa que necesitamos para no sólo no
permanecer, sino iniciar el avance. Las páginas que siguen
demuestran que se puede.
Armando Labra
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I. POR LA MADRIGUERA DEL CONEJO
“¡Ay! ¡Por mis orejas y bigotes!
¡ Qué tarde se me está haciendo!”,
dijo el Conejo.
La madriguera del Conejo fue el hoyo por el que Alicia
desafió la naturaleza y la lógica: su descenso por el túnel
fue intemporal, lento, contrario a la ley de la caída de los
cuerpos.
Esta es la historia de un círculo: el final es el principio
de todas las cosas: el sistema mexicano conoció sus limitaciones y contradicciones en el aciago sexenio 1970-76 y
el susto fue mayúsculo. Pero para sobrevivir había que seguir dando vueltas a la misma noria y habría que comenzar de nuevo. El periodo 1977-80 simboliza ese nuevo
empiezo, después de aquel último final de 1976. La Salida en 1977 sería aquella puerta del fondo a la derecha.
Quedaba, por supuesto, otra, pero sus exigencias eran superiores a la capacidad de los dirigentes políticos. El decenio de los setenta es como el túnel de Alicia: círculo, cruce de caminos: noria.
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14
El jardín de senderos que se bifurcan,
(política y economía: dualidad al estilo
mexicano).
Ante al rechazo de su amada, Hamlet dice a Ofelia: “el poder
de la hermosura convertirá a la honestidad en una alcahueta,
antes que la honestidad logre dar a la hermosura su semejanza. En otro tiempo se tenía esto por paradoja; pero en la
edad presente es cosa probada”. La pregunta de Ofelia —
“¿puede acaso tener la hermosura mejor compañera que la
honestidad?”— había sido contestada por Hamlet: la dualidad no como signo de los tiempos sino de la condición humana. La historia contemporánea de México ha sido la historia de la dualidad, de la transmutación de pergaminos, de
manuscritos hallados en un baúl, de caminos que se separan
y de una incesante, pendular, lucha por la justificación histórica de nuestro triángulo de Las Bermudas: el surgimiento
del Estado como el rector de la vida nacional, el planteamiento del progreso como la esencia existencial y la conciliación de las clases como factor real del ejercicio del poder.
Al final, el País de las Maravillas prefirió la hermosura de las
altas cifras de crecimiento, aun a costa de que la honestidad
de la justa repartición fuera la celestina.
En 1976 estalló en México la crisis económica, política y
social más profunda de los últimos 65 años. El desajuste era,
en el fondo, la expresión de un conjunto de contradicciones
acumuladas en los sótanos de la nación. Al estilo Borges, la
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historia mexicana tejió después sus propios e intrincados laberintos en cuyo final —entre otros— no había más que la
paradoja que resume y consume las posibilidades de ese ente
maravilloso —por su expresividad— y simultáneamente tan
común —por su uso excesivo—: el sistema al servicio del
sistema, principio y fin de sí mismo. Y al triángulo medular
de la crisis corresponde su tríptico explicatorio —que no justificatorio—: la evolución política —que fundamenta los virajes económicos— del Estado mexicano en su viaje de la
fortaleza a la subordinación; la transformación del capitalismo nacional y la inscripción del país en el capitalismo internacional, y el proceso de desarrollo económico estabilizador.
1.- En el principio fue el Estado.- Tres etapas tuvo el Estado mexicano en este siglo, en su línea de modernización:
su papel propositivo en el movimiento de 1910, retomando
experiencias de Juárez y de Díaz; su consolidación legal e
institucional de 1917 a 1929; y su despegue en el gobierno
de Lázaro Cárdenas. Fue justamente Cárdenas quien implementó en su periodo de gobierno las nuevas posibilidades —
el México del Siglo XX— del sistema político y económico
nacional y las llevó hasta sus límites estructurales: el Estado
como palanca del desarrollo, capaz de impulsar el desarrollo,
pero también de subordinarse a los criterios empresariales y
de sostener el surgimiento y consolidación de la burguesía
nacional; las metas de progreso como las más altas y últimas;
y la conciliación de intereses clasistas: cada clase en su lugar.
El camino del gobierno de 1934-40 —ni capitalismo ni comunismo, sino los intereses nacionales— instrumentó la política económica que practicarían, con los vaivenes de rigor,
los presidentes posteriores: obras públicas, empleo, política
arancelaria, incentivos fiscales, devaluación, industrialización, déficit gubernamental para estimular la demanda, crecimiento sostenido1.
Es en la época cardenista cuando el sistema parece fundamentar sus propósitos de legitimación histórica: defensa so16
cial y clasista de derechos, sin modificar la estructura capitalista y sin que la lucha de clases aspirara a suprimir a cualquiera de ellas. Era un peculiar sistema como aspiración: el
capitalismo con rostro humano, hasta que una crisis demostrara que tras la careta franciscana se escondía un villano
identificable. El eje de esta proposición era más retórico que
real: la justicia y la equidad quedaban en desventaja frente a
la apropiación privada de la riqueza social, en virtud de que
las leyes del capitalismo, soslayadas a la torera, no podían
modificarse sólo con fundamentos políticos, por más apasionados que hubieran sido, y sin medidas económicas eficaces.
Ni la política de masas del cardenismo o del poscardenismo
pudieron cambiar la correlación de fuerzas que expresa un
modo de producción determinado, sin cambiar antes ese modo de producción. De Cárdenas a López Portillo la política
de masas ha tenido, más bien, un carácter esquizofrénico: la
movilización popular en épocas de crisis, con el propósito de
mostrar fuerza ante la presión conservadora, pero no para
transformar esa capacidad de presencia en cambios reales sino tan sólo para defender —y en forma limitada, por lo demás— lo logrado. Al final, la opción significó una definición
y una confesión: modernizar el país fue la alternativa escogida frente a la necesidad de hacer avanzar un proceso revolucionario que en su origen no se planteó el crecer a toda
costa y el dejar en manos empresariales el cumplimiento de
creación y repartición de la riqueza. Los grupos mayoritarios
fueron subordinados al Estado y éste se plegó a las exigencias de la naciente clase empresarial que requería mano de
obra barata y calificada, tasas de utilidad altas y un Estado
que le proporcionara infraestructura y control político. Si con
Cárdenas la lucha de clases no se negó pero sí se puso al servicio de los propósitos conciliadores del capitalismo, los regímenes posteriores descartaron la lucha de clases porque
“todos somos mexicanos”, aunque se diera la misma subordinación a los intereses empresariales.
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En rigor, la caracterización del Estado mexicano es el
fundamento del sistema mexicano contemporáneo: una economía mixta que pretende mostrar una careta de equilibrio e
igualdad, pero que en su desequilibrio lleva su propia penitencia: el Estado al servicio de una idea de progreso, indicando los grandes objetivos nacionales. Sin embargo, en este esquema existen dos fallas: una, en la medida en que el
Estado subordina su capacidad a los intereses empresariales; otra, en virtud de que la crisis ideológica hacia el interior del aparato estatal le ha debilitado su capacidad de proposición y queda, al final, en manos de los intereses empresariales. El Estado conduce el desarrollo, pero hacia donde
los intereses de los capitalistas quieren. Cárdenas da coherencia a la estructura de la nación, pero en medio de un contexto definido. Dice Arnaldo Córdova que el cardenismo surge de la inconformidad como resultado de traiciones y problemas del país que la revolución había heredado y no resuelto2. Y para Luis González, Cárdenas emprendió la tarea
constructiva de la Revolución Mexicana, en los marcos de la
unidad revolucionaria3.
En 1934 la Revolución Mexicana se enfrentaba a un gran
reto: darle estructura económica a la lucha armada y política
de 24 años. Asumido el sistema como capitalista y con la
conducción del Estado, su evolución estaría condicionada a
esos límites: Estado, progreso nacional y conciliación clasista. La lucha de los intereses de clase posteriores a 1940 —
exacerbada por la dinámica cardenista— reacomodó y transformó la estructura, siempre —claro— dentro del marco del
México moderno: de 1940 a 1969 el Estado palanqueó las
fuerzas productivas aún a costa de su propia condición histórica; el progreso nacional adquirió expectativas reales, aunque mal repartidas; y la conciliación de intereses se dio en
función de los más importantes para el Estado: los empresariales. De 1970 a 1976, el Estado entró en crisis y quiso correr más aprisa para —cuando menos— quedar en el mismo
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lugar, y las medidas que adoptó cuando el cuete le estalló en
las manos fueron escasas, aisladas, limitadas, circunstanciales e incoherentes. De 1977 a 1980, el Estado retomó su tradicional papel de palanca del desarrollo y retrotrajo la situación a su verdadero contexto: dentro del triángulo del
sistema todo; fuera, nada, absolutamente nada.
2.- Los senderos se bifurcan.- Frente a la evolución del
Estado y a la inclinación a la retórica y a la política de sus
conductores, la realidad estructural deparaba grandes sorpresas. Sordamente, la economía se inscribía sin defensas en
la corriente del capitalismo internacional y en la división internacional del trabajo. No podía ser de otra manera: sin proyecto real, el país tenía que encontrar su cauce y éste fue el
que le permitieron sus contradicciones: la economía mexicana sería capitalista en función de circunstancias internacionales muy precisas: el crack de 1929, la recesión de los treinta,
la economía de la segunda guerra, el keynesianismo de la recuperación. Sin fórmulas concretas, México asistió impávido
e ingenuo a la reordenación del sistema occidental en el balneario de Bretton Woods en 1945 y en La Habana en 1947 y
tuvo que subordinarse a los dos grandes proyectos: la regulación del comercio mundial regido por las grandes potencias
en el seno del GATT y la regulación de las finanzas internacionales a través del Fondo Monetario Internacional y el
Banco mundial. Estos hechos, aunados a la llegada a México
de enormes sumas de inversión extranjera directa, principalmente norteamericana, y a la adopción del esquema industrial de sustitución de importaciones, conformaron el capitalismo mexicano subdesarrollado y dependiente.
De 1945 a la fecha, en crisis y jaujas, el desarrollo económico mexicano ha sido estimulado por dos constantes: por
un lado, la tasa de utilidades y el consecuente patrón de acumulación de capital; por otro, el papel del Estado como soporte y palanca del capitalismo y como sostén de la actividad
empresarial. Los criterios sociales de justicia y equidad fue19
ron pospuestos para mejores tiempos. El proceso del capitalismo mexicano ha enfrentado al país a su verdadera realidad —y a un costo muy doloroso: represión de ferrocarrileros, campesinos, maestros, médicos y estudiantes—: sin un
objetivo real y sin una proposición concreta que modifique la
estructura y rescate las intenciones originales del movimiento social de 1910, el capitalismo sentó sus reales y se dedicó
a engordar: 1945-54: Bretton Woods; 1954-60: desarrollo estabilizador; 1970-76: desarrollo compartido, que buscó resanar las fisuras del sistema pero sin cambiar el sistema; 197780: Alianza para la Producción, que rescata y renueva las tesis clásicas de la economía: estabilización, a través del reestablecimiento de binomio utilidad-acumulación de capital y
papel subordinado del Estado a los intereses empresariales.
La repartición del pastel vendría después, aunque todavía no
dicen cuándo.
Los caminos, en este panorama, se dividieron en dos ramales: la vía política y la vía económica. Por un lado, la retórica política se estancó en las promesas de cumplir más adelante con las esperanzas de la revolución, ya no en cuanto a
cambios de fondo o de correlación de fuerzas sino en lo más
esencial: alimentación, empleo, salarios, salud, educación,
acceso a bienes y servicios, etcétera. En 1980 el Plan Global
de Desarrollo4 plantea como propósito fundamental el otorgamiento de “mínimos de bienestar” a la población asalariada y marginada, esos mismos mínimos que se habían legalizado desde 1917: lo mínimo de las esperanzas vendría a
ser lo máximo del compromiso. La retórica política a lo largo de los años llevó a la palabra a su grado cero. Por el otro
lado, la economía siguió su tránsito preciso y directo hacia la
consolidación del capitalismo. La carrera del conejo y la tortuga trastocó posibilidades: la confianza no fue sino la expresión de una crisis ideológica del grupo político gobernante.
El itinerario del país se dislocó: la política exacerbaría lo
que la economía consolidaba: el capitalismo.
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3.- El medio es el mensaje.- En el fondo, muy en el fondo,
la expresión del desarrollo económico con altas tasas de crecimiento tendría un nombre específico: desarrollo estabilizador: primero crear la riqueza y después —si se puede—
repartirla. Dentro de la evolución general del país —Estado,
clases sociales y realidad política— se inserta el esquema estructural de la economía capitalista nacional.
Con base en los criterios occidentales de desarrollo económico, el país colocó a la utilidad—acumulación de capital y
al Estado-promotor como el eje en torno al que giraría la sociedad entera.
Estos dos conceptos, elevados a categoría económica, propiciaron el nacimiento del País de las Maravillas. Hacia 1969
se hacía el primer recuento integral del proceso y el resultado
era proporcionado como histórico y ejemplar: dice Carlos
Tello que la imagen de México ofrecía solidez monetaria,
crecimiento económico sostenido y estabilidad política. Detrás del espejo se inquietaba, no obstante, el México real: represión, pobreza, inequidad, inquietud.5 El tránsito del desarrollo estabilizador es susceptible de periodizarse:
País
despegue
consolidación
crisis
reencauce
Desarrollo Estabilizador
1940-54
1954-69
1970-76
1977-80
estructuración
justificación
reestructuración
retorno
En términos reales, la evolución —exaltación y aquietamiento— de las contradicciones socioeconómicas y políticas llevaron al país a una carrera de relevos que buscaba,
en el cansancio de los participantes, el agotamiento de inquietudes y protestas. Con la primera evaluación de la eta21
pa cardenista, la situación real ofrecía solamente dos alternativas: o continuar esa tarea, con los nuevos retos de
rebasar concepciones de propósitos y conciliaciones, pero
con metas precisas de cumplir realmente con los objetivos
de la Revolución Mexicana; o, por el contrario, reacomodar lo logrado, redimirlo por la vía del verbo político —
siempre encendido, por lo demás— y cumplir con el triángulo que sintetizaba los límites de la incompetencia política de la Revolución Mexicana.
Salido del movimiento armado, el país estaba en crisis.
La reordenación de la nación implicaba el apaciguamiento
de los ánimos en torno a esperanzas materiales que pudieran encarnar de alguna manera ciertos ideales: riqueza. La
vía posible era la de la subordinación de las luchas populares a la meta de crear más riqueza para tener algo qué
repartir. De ahí en adelante, el camino sería fácil. El “general de la conciliación” —como llama Luis González a
Manuel Ávila Camacho6— encabezó la etapa de despegue
de la modernidad nacional. Treinta años perfilaron un tipo
de país específico. De 1970 a 1976, la retórica política
descubrió que tras del aparente brillo de la riqueza se
ocultaba un país en crisis que, por el grado en que se encontraban las contradicciones, era necesario enfrentar o se
corría el riesgo de que los conductores económicos y políticos perdieran la legitimidad histórica de estar en la cúspide del poder. El desarrollo compartido buscaba que las
nuevas medidas económicas crearan más riqueza pero que
la repartieran inmediatamente: la superficialidad de las
medidas económicas del echeverrismo operaron sobre las
variables pero dejaron intocadas las constantes: se enmendaron ciertos errores pero los problemas permanecieron
vírgenes. Hacia 1977 las contradicciones eran aún más
agudas: a los problemas de la crisis económica se aunaban
los aceleramientos de ánimos políticos por ciertas esperanzas despertadas pero no respondidas. La salida fue vol22
ver a las veredas conocidas: estabilizar la economía, crear
riqueza y después —aún no dicen cuándo— repartirla: el
desarrollo estabilizador volvió por sus fueros, remozado y hasta rollizo. En el difícil equilibrio del capitalismo
vergonzante de México, la opción fue recobrar idealmente
la harmonía fourieriana, aunque a unos se les diera más y
a otros se le quitara lo poco que tenían.
La historia estaba, ya, escrita en un pergamino.
23
24
De cómo vino, vió y venció (la
privatización del futuro)
En 1969, el secretario de Hacienda de México, Antonio
Ortiz Mena, explicaba oficialmente el desarrollo estabilizador que significaba la privatización del futuro7 El pecado populista de la Revolución llevaba consigo su penitencia estabilizadora. El precio no sería tomado en cuenta:
sacrificio de lo social en aras de lo económico. Poco duraría, sin embargo, el optimismo. En 1970 el nuevo gobierno haría público el otro país que el desarrollo estabilizador había marginado. Con seguridad y evidencias —que,
por lo demás, no eran difíciles de encontrar— se apuntaba
el eje, perfil y resultados de la estrategia estabilizadora
que había encontrado un campo propicio en la debilidad
política de los gobiernos posteriores al cardenismo (datos
de Carlos Tello y del ensayo colectivo de México, hoy):
Eje.—El patrón de acumulación de capital y de altas tasas de utilidades tendría, como efecto cascada, respuestas
para los problemas de empleo, consumo, salarios, riqueza,
bienestar social, etcétera. El eje giraría en torno a cuatro
objetivos: oligopolización de la producción y de la propiedad y la riqueza; sustitución de importaciones; dominación política de masas obreras, campesinas y clasemedie25
ras; y tasas sostenidas de crecimiento económico.
Perfil.— Los rasgos del desarrollo estabilizador, hacia
1969, eran los siguientes: capitalismo en el campo; regulación salarial a la baja; oferta limitada de alimentos y de
productos básicos; control sindical; proteccionismo industrial; ideología consumista; patrón de consumo al servicio
de las clases altas; alta explotación de mano de obra; demanda de producción importada, cubierta con divisas turísticas y agropecuarias; mercado de élite; subordinación
del gasto público a las necesidades de la inversión privada; infraestructura con cargo a la cuenta estatal.
Resultados.— Por el lado triunfalista: crecimiento económico sostenido y alto; inflación baja; estabilidad cambiaria; patrón efectivo de acumulación de capital. Por el
lado de la realidad real: crisis en el campo, desempleo,
subempleo y migración, represión obrera, campesina y estudiantil; caída del salario real; concentración de la riqueza y la producción; desigualdad en el acceso al mercado
de consumo; distorsión de la planta industrial; abandono
de la producción de productos básicos; proteccionismo industrial indiscriminado; dependencia financiera del exterior; apertura e inversiones extranjeras —y mayoritariamente norteamericanas— indiscriminadas; control transnacional de renglones estratégicos de la economía; dependencia tecnológica; y subordinación del Estado a los criterios empresariales.
¿Qué había en el fondo de este proyecto? Carlos Tello
enumera tres grandes objetivos: sudamericanización de
la economía mexicana, mantenimiento de privilegios e incapacidad oficial para el cambio de la estructura injusta8.
Armando Labra Manjarrez hace un repaso sintético de
la estrategia de Ortiz Mena9:
“(El documento del DE 1969) relata el ejercicio de la
estrategia del desarrollo estabilizador durante el periodo
1958-69 y es publicado en tiempos en que hace crisis el
26
sistema financiero internacional y con ello el marco estable para una estrategia monetaria basada en la congelación
de la paridad cambiaria, del salario, del ahorro y la inversión pública, altas tasas de interés y cuyo objeto fue maximizar la tasa de ganancia por la vía de nutrir el ahorro “no
forzoso”, obviando presiones inflacionarias que condujesen a posibles devaluaciones del peso frente al dolar”.
Y agrega:
“Este espectro de objetivos económicos conlleva el soslayamiento deliberado de consideraciones sociales y políticas relacionadas al interés de los sectores populares, porque implica subordinar los componentes sociales y económicos estructurales al manejo de sus expresiones monetarias, es decir: somete las causas a la manipulación de los
efectos.
“Así, toda consideración relacionada al empleo, la producción alimentaria o la suficiencia en divisas pasó a planos marginales para encumbrar a la estabilidad monetaria
como objetivo de la política económica.”
Pero el desarrollo estabilizador llevaba su propia penitencia:
“La estrategia estabilizadora, lejos de propiciar la estabilidad, alimentaba la inflación y en tanto recurre a expedientes contraccionistas, expande el desempleo, la concentración de la riqueza y del ingreso y la dependencia externa, porque ante una oferta interna abatida, los costos
unitarios rebasan a la demanda y es preciso romper la protección arancelaria para mantener la actividad de los sectores estratégicos.”
Carlos Tello remata el análisis del desarrollo estabilizador10:
“Hacia fines de la primera mitad de la década de los
años setenta hizo crisis la ineficiencia de la estrategia estabilizadora como sustento del proceso de acumulación de
capital: la incapacidad de sostener una tasa de ganancia
27
extraordinaria a costa del salario y del erario desanimó la
reinversión, la cual no pudo seguir siendo sobreprotegida
fiscal, financiera, arancelaria y administrativamente y de
súbito se enfrentó a exigencias financieras, tecnológicas y
comerciales vigentes en los patrones de competencia de la
economía contemporánea y cuyas escalas resultaron inaccesibles al capitalismo nativo.”
El sistema estaba ahí, en lo más oscuro del pozo, pero
vigente. Los años posteriores a 1969 —como paradoja de
la política mexicana— evidenciaron la crisis pero la enfrentaron en la superficie: atender los rezagos sociales parecía llevar implícita la intención de cambiar estructuras.
Pero lo primero no pudo lograrse sin tocar lo segundo. De
hecho, la privatización del futuro estaba realizada. La
nueva ola de la crisis en el decenio de los setenta marcó,
al final, el realineamiento de la economía mexicana a los
criterios estabilizadores, aunque quizá, con mayores pruritos de contrición.
28
El sistema que no se atreve a decir su
nombre (del desarrollo estabilizador
a la estabilización de la economía)
Tenía el cuerpo de un hombre cuarentón, muy golpeado
por la vida, poco inclinado al ejercicio, embarnecido, cojeando de un pie, varicoso; los hombros caídos, manos
huesudas, ligeramente pintadas por el azul de las venas,
brazos lampiños, una incipiente joroba con deformaciones
importantes en la columna vertebral, obviamente de nacimiento; el rostro parchado, ojos de dos colores, labios hinchados, como de boxeador alcoholizado, eterno retador, y
sparring de tercera, pómulos salientes de tiempos de hambre, rostro curtido por los vientos fríos, carrillos flojos y
desproporcionados de la rigidez de sus perfiles; lentes de
altísima graduación, pues su vista era, de origen, defectuosa y hasta daltónica; de lejos aparentaba una figura flemática, y altamente aburrida; su voz salía cascada, atropelladas las palabras hacia la tarde, con cierta energía por las
mañanas, inclinado al silencio en algunas horas del largo
día; el cabello se le caía a mechones y su cabeza ofrecía
un panorama de claros por calvicie prematura y en algunas partes los blancos de las canas asemejaban copos de
nieve, los espacios de pelo negro distorsionaban una visión más o menos unificada. De toda la imagen destacaba
el clavo que le atravesaba la cabeza, de hombro a hombro:
29
era de oro, siempre brillante y limpio, de un perfecto trabajo de artesanía, como buscando la luz para responder
con reflejos cromáticos, regalo de los parientes ricos. De
lejos ofrecía una figura torpe; de cerca, una imagen de
aniquilamiento. Era el país en 1969, cuando el entonces
secretario de Hacienda, Antonio Ortiz Mena, presentaba
al mundo su obra, fruto de laboriosos trabajos como doctor Frankestein: el desarrollo estabilizador, suma, esencia
y proyección de esplendor y crisis del sistema mexicano.
1969 significaba, en síntesis, el agotamiento de un esquema que había exprimido al país y lo entregaba para
que otros médicos y científicos lo hicieran,y con mucho,
lleno de ternura como el personaje de Mary Shelley. Los
sucesores se enfrentarían a un modelo en crisis, cuya pedacería dificultaba cualquier remozamiento. Pero la historia no tuvo final feliz: los años posteriores fueron de la incongruencia para interpretar, analizar, corregir, medicinar
y dar de alta a un enfermo cuya figura de fenómeno impedía, siquiera, encontrarle un ropaje exterior a su medida,
más adecuado que el roído y polvoso traje que portaba por
las calles. De 1970 a 1976 se buscó hacerle una operación
epidérmica a base de injertos parciales, pero resultó que lo
que fallaba no era la piel sino el corazón y el cerebro; de
1977 a 1980, el nuevo equipo de médicos decidió inopinadamente curarlo a base de medicinas y recetas que en
1969 se mostraban como las más adecuadas, aunque el
monstruo quedara igual en su imagen y salud: sólo habría
que echarlo a andar de nuevo y verlo con ternura, al fin
que era un producto nacional.
El itinerario económico de México ha sido el de una carrera a campo traviesa, donde —nuevamente Lewis Carroll— ha habido que correr cada vez más aprisa para permanecer en el mismo lugar. Y muchas veces ni eso. En
1940 se agotó una posibilidad reformista para modelar a
un país; de 1941 a 1969, el idilio se conformó y se defor30
mó. De 1970 a 1980, como en los matrimonios a la fuerza,
las desavenencias saltaron a la vista, los reproches se multiplicaron, las culpabilidades se intercambiaron y, finalmente, se decidió mantener la unión para evitar murmuraciones de los vecinos, sin importar las quejas de los hijos.
Al comenzar la década de los setenta, el país era un sueño
para unos y una pesadilla para otros. Carlos Tello —economista, funcionario, hombre de ideas que sacrificó altos
puestos para mantener sus tesis— ofreció en 1979 una
imagen —poco idílica, por lo demás— de la realidad de
país en sesenta años de historia contemporánea11. En este
perfil, Tello resumía los resultados del desarrollo estabilizador: tras el crecimiento económico sostenido, la solidez
monetaria, la solvencia crediticia y la estabilidad política,
se encontraba, no oculto sino marginado, el país:
—El 35 por ciento de la población mayor de seis años
no tenía educación formal. El 22 por ciento del total de la
población mayor de edad apenas tenía la escuela primaria.
Ocho millones de personas mayores de 10 años eran analfabetas. El 59 por ciento de la población entre los 6 y 14
años estaba en primaria.
—10 millones de personas no comían carne ningún día a la
semana; 11.2 millones no consumían huevo; 18.4 millones
no tomaban leche; 33.9 millones no se alimentaban con pescado; y 11.3 millones no tenían acceso al pan de trigo.
—El 69 por ciento de las viviendas del país tenía dos
cuartos; el 40 por ciento, un cuarto. El 39 por ciento de las
viviendas no tenía agua entubada; el 59, sin drenaje; el 44
utilizaba leña y carbón como combustible.
—La desigualdad regional y demográfica traía consigo
sus injusticias: todo a las ciudades y a la industria.
—El 50 por ciento de las familias con más bajos ingresos
31
recibía el 15 por ciento del ingreso personal disponible. En el
otro extremo, el 20 por ciento de las familias de más altos ingresos captaba el 64 por ciento del ingreso. En términos más
estrictos, el 10 por ciento de las familias más ricas acaparaba
el 51 por ciento de la riqueza. Si el ingreso promedio por
persona era de 600 dólares al año, tan sólo el 10 por ciento
de las familias más pobres llegaba apenas a 90 dólares.
—La desocupación tenía su explicación: la oferta amplia de mano de obra disminuía los costos y aportaba a los
empresarios un ejército de reserva. Según datos oficiales,
la desocupación representaba el 7.0 por ciento de la población económicamente activa; asimismo, el 81 por ciento de la PEA estaba ocupada más de nueve meses al año.
Si la desocupación y la subocupación tomara, además, a
quienes ganan menos del salario mínimo, la cifra de parados y semiparados llegaba al 45 por ciento de la PEA.
—La planta industrial ofrecía las mismas contradicciones:
el 1.0 por ciento de los establecimientos acaparaba el 67 por
ciento de los activos fijos totales de la industria, el 63 por
ciento del capital y el 63 por ciento de la producción. En el
otro lado, el 92 por ciento de los establecimientos tenía nada
más el 5.2 por ciento de los activos, el 5.0 por ciento del capital y el 6.0 por ciento de la producción.
—En el campo, las tasas de producción habían caído y
la concentración de la propiedad era significativa: menos
del 5 por ciento de la superficie total era para el 80 por
ciento de los propietarios; y el 1.1 por ciento de propietarios ricos tenía para sí el 60 por ciento de la superficie
campesina.
Tras de este panorama de desigualdad y crisis evidente,
el sistema se enfrentaba al reto más importante de su existencia: modificarse para consolidarse. Si la estructura
económica planteaba más problemas que resultados posi32
tivos, su negación era intrínseca. Además, las contradicciones sociales podrían degenerar en revueltas como la de
1968 y las soluciones represivas podrían, también, cambiar posibilidades del ejercicio político del poder. A partir
de 1970, el gobierno ponía en práctica una serie de medidas: por un lado, decisiones que tendían a repartir inmediatamente la riqueza a través de instrumentos circunstanciales de política económica; por otro, el rescate de la posibilidad de que el Estado planteara nuevos caminos de
desarrollo con el reacomodamiento del triángulo cardenista. Surge, como instrumento vital, el tripartismo, órgano que corporativiza la ecomomía. A partir de esos
años, decía el compromiso, los objetivos de la economía
serían sociales y la repartición de la riqueza producida
volvería a ser colectiva. Sin embargo, dos hechos fundamentales trastocaron este proyecto: en una vertiente, la
crisis económica internacional que anunciaba —en palabras de Ernest Mandel— el “fin de la edad de oro del capitalismo”12 y que obligaba al Estado a adoptar políticas
económicas de stop-go para disminuir efectos; en la otra,
lo poco atractivo de sustituir los patrones clásicos de utilidades y acumulación y de Estado al servicio de los esquemas capitalistas, por mecanismos distributivos que hacían
poco seductora la inversión privada que busca sólo la riqueza y los privilegios.
En la etapa 1970-76, la situación general del país se embarcó en su contradicción fundamental: cambiar una estructura en la superficie, cuando la enfermedad era de fondo, y sobre todo cuando la crisis tenía su origen en la
orientación y vaivenes del Estado, en la crisis ideológica
del grupo político gobernante y en el entendimiento de
que lo social había sido marginado definitivamente en la
lucha por lo económico. La primera mitad de los setenta
fue la etapa de la crisis estallada: los principales indicadores evolucionaron como sigue:
33
34
8.3
INDUSTRIA
5.0
9.8
5.4
-5.2
3.7
2.5
2.0
3.4
1971
5.0
12.2
13.4
9.3
0.5
7.3
1972
12.1
4.9
16.0
9.2
2.2
7.6
1973
23.7
12.5
8.7
7.2
2.8
5.9
1974
15.0
13.2
6.9
4.3
0.9
4.1
1975
15.8
30.0
-5.6
3.3
-2.8
1.7
1976
29.1
14.8
-7.6
4.7
2.7
3.2
1977
16.5
4.2
4.8
6.3
1.0
4.9
TASA MEDIA
ANUAL
1971-77
FUENTE: La crisis económica, ensayo colectivo de José Ayala, José Blanco, Rolando Cordera,
Guillermo Knockenhauer y Armando Labra, México Hoy, Siglo XXI, 1a. Edición, 1979.
AL CONSUMIDOR
ÍNDICE PRECIOS
SALARIOS MÍNIMOS
BRUTA FIJA
8.3
4.9
CAMPO
INVERSIÓN
6.9
PIB
1970
(VARIACIÓN PORCENTUAL)
EVOLUCIÓN DE LA CRISIS (1970-77)
Las medidas más importantes del echeverrismo llevaban, en su interior, sus propias limitaciones: ¿cómo podía el Estado cambiar un sistema que durante 30 años
había sido propiciado por el Estado, apoyado por el Estado, impulsado por el Estado, exaltado por el Estado y
sin que hubiera un cambio en los enfoques13 de análisis
desde el interior de ese Estado? Por lo demás, la clase
dominante no estaba dispuesta a dar ningún paso atrás,
por más que los pasos adelante se les presentaran como
únicos. En rigor, el reformismo echeverrista tenía el
propósito de evitar que la agudización de las contradicciones rompiera o debilitara los mecanismos de legitimación del sistema. Pero, paradojas de la dialéctica
económica, la limitación de las proposiciones extralimitó las contradicciones. Un rasgo peculiar de la transición echeverrista fue la incapacidad —con origen en la
historia de la lucha de clases del país en el periodo
1940-1969— de concitar apoyos unánimes de la burguesía, cosa que Cárdenas —pese a los enojos parciales, durante el periodo de Cárdenas hubo un aumento
histórico de utilidades no obstante la militancia obrera— había logrado como fundamento de su proyecto.
Así, el combate entre el gobierno —como conductor
del Estado y apoyado en la política de masas populista— y la iniciativa privada —con el importante apoyo
internacional y transnacional— evidenció la lucha por
el poder, por la riqueza y por la conducción del Estado:
la IP y el gobierno no podían soportar, ya, la experiencia cardenista, en la medida en que los cambios —si alguno de los dos vencía— serían para consolidar un poder y no resolver problemas. En este contexto, las medicinas echeverristas tuvieron su contraveneno.
35
medicina
contraveneno
política internacional
tercermundista
histeria
salarios en ascenso
disparo de precios
gasto público en aumento
inversión privada baja
inversiones al campo
poco apoyo crediticio
estímulos a la producción
de bienes básicos
altas tasas de utilidades
o atonía
objetivos sociales
objetivos económicos
endeudamiento externo
fuga de capitales
devaluación
fuga de capitales
atención a marginados
rumores de socialización
nacional
proyecto anticrisis
esquizofrénico
rumor de golpe de
Estado
“El 20 de noviembre de 1976 estallaría un golpe de Estado”. Este rumor marcó el cierre de una etapa de aceleración de la crisis. La conclusión más exacta, en la búsqueda por abarcar la globalidad del problema, no puede ser
más crítica: los mecanismos tradicionales de conciliación
estaban rotos. La lucha del periodo 1970-76 había quebrado el equilibrio retórico nacional: la realidad, en adelante, se presentaría tal como era.
36
En diciembre de 1976 el país recibió a un nuevo jefe de
Estado. De 1977 a 1980 el panorama resintió una relativa
recuperación económica de las tasas de producción y de
crecimiento, aunque —nuevamente— se ocultaran las tasas de marginación, pobreza y concentración de la riqueza, es decir: los grandes problemas nacionales. Sólo que
con un cambio de escenario: los marginados son la mayoría, los instrumentos de dominación política y de clase exhiben su insuficiencia y los egoísmos políticos y de clase
llegan a su límite de conciliación. La economía está aparentemente estabilizada y tiene redivivos los principales
indicadores que marcan el retorno a la semilla: acumulación de tasas de utilidad y acumulación de capital, por un
lado; y, por el otro, un Estado al servicio de los intereses
del capitalismo y de los empresarios. Las demás aspiraciones tendrán que supeditarse, como siempre, a estos criterios.
La política económica Lopezportillista define —por su
contenido— el carácter del país que se pretende reordenar: subordinación de la nación a la recuperación de tasas
históricas de crecimiento económico, a través del restablecimiento de los patrones de acumulación y las utilidades.
De esta manera, el perfil del México de los ochenta ofrece dos —otra vez la dualidad como justificación— rasgos:
Perfil económico.— La estabilización de la economía
marca la inclinación del gobierno y del Estado hacia el lado del criterio económico privado —nacional e internacional—, con las consecuentes pérdidas y sacrificios del
otro lado de la economía: la clase trabajadora.
Perfil político.— Varios aspectos pretenden elevarse a
categoría histórica: fatalismo, en la medida en que la retórica política afirma que la crisis está aquí, que —ni modo— hay que escapar de ella a como dé lugar y que la salida tuvo que asumirse con dolor y pena pero sin ninguna
otra alternativa real. Determinismo, en función de que los
37
motivos que expresaban la crisis condicionaban las medidas de recuperación inmediatas, sin tiempo ni voluntad
para adoptar otras. Ostracismo, cuando las decisiones se
adoptan en secreto y sin reconocer la realidad de sus implicaciones. Y dualismo, en virtud de que el discurso político trata de envolver con una cortina de humo el verdadero carácter y resultados de la política económica.
Fuera de disfraces o propósitos, la economía mexicana
de la segunda mitad de los setenta reinscribe al país en el
capitalismo internacional y refuerza la dependencia nacional. Sólo que ahora, con rubor, el sistema no se atreve a
decir su nombre.
38
¿Encontraría a la Maga? (de la armonía
al nuevo orden económico interno)
En sus pronósticos sobre los ochenta14, el economista norteamericano John Kenneth Galbraith dice: “mis predicciones para la próxima década tienen como base el más interesante acontecimiento de estos años. Me refiero al grande
y universal desplazamiento hacia la derecha”. Las opiniones de Galbraith interpretan justamente el hecho más evidente de la crisis general del capitalismo que comienza —
según Enrique Semo15— con los primeros desórdenes monetarios de 1968. En el lapso de dos lustros, las naciones
industrializadas concertaron en su seno el eslabonamiento
de desajustes parciales —desde la sobreproducción hasta
las revueltas internas, pasando por derrotas en sus relaciones imperialistas con otros países— y los estados dependientes resintieron las presiones de los grandes para descargar en sus hombros el peso de la crisis, aunque sus propias estructuras evidenciaran ya una debilidad interna.
En México la crisis y las opciones se vieron envueltas
en circunstancias nacionales e internacionales. Sin duda
las segundas se unieron a las primeras, pero sin convertirse en factor determinante. La inercia de la crisis interna en
México se veía venir desde la segunda mitad de los sesenta, cuando el mercado interno exhibía las limitaciones del
desarrollo estabilizador y la planta industrial tuvo que
39
orientarse hacia el exterior y descubrir sus desventajas obvias en la guerra comercial internacional. Concatenados
una serie de hechos, la crisis general del sistema capitalista mexicano se convertiría —a lo largo de 20 años— en
una etapa más del desarrollo económico. Al filo de los
setenta, sistema y proyecto económico mostraban el agotamiento de los mecanismos clásicos de estímulos para el
desarrollo. En una síntesis apretada, la economía hacía
abortar las magnificencias del modelo político mexicano y
lo engarzaba a la problemática económica. Los indicadores son los siguientes para el final de los setenta:
1.- Carácter de clase del Estado mexicano, capaz de subordinarse al criterio capitalista de acumulación de capital.
2.- Crisis ideológica del grupo político gobernante.
3.- Ausencia de un proyecto nacional, económico y político a largo plazo, que exhibiera una intención precisa de
vista al pasado, presente y futuro y con la solidez suficientemente para concitar apoyos y solidaridades.
4.- Fortalecimiento empresarial y nacimiento de grupos
económicos, financieros, bancarios e industriales, con su
natural asociación con el capital transnacional. Obvio: estos grupos nacieron al cobijo del Estado y del gobierno.
5.- Crisis en los mecanismos tradicionales de dominación política. La reforma política definiría el margen de
esa crisis y el sindicalismo independiente mostraría la profundidad de la problemática.
6.- Desfasamiento de la visión —gubernamental y privada— de la realidad real del país.
7.- Dualidad en el establecimiento de compromisos entre las distintas clases: de 1954-69: visión común de destino y caminos entre gobierno y empresarios; 1970-76: crisis de las relaciones clásicas de poder, pero llegando sólo
a un reacomodamiento que marginaría romanticismos y
refrendaría necesidades de alianzas: o marchaban juntos
40
gobierno y empresarios o la ruptura pondría en peligro la
existencia de cada uno de ellos; 1977-80: el pacto social
explicaría la definición real del sistema: las concesiones
estructurales a la iniciativa privada, a costa del poder, solidez y capacidad de un Estado cuya evolución ha sido
singular: de conductor del desarrollo por situaciones históricas muy específicas ha pasado a ser un Estado providencia muy peculiar: continúa con capacidad económica,
pero ha sido incapaz de definir un proyecto distinto al empresarial y, por tanto, ha pasado a ser un instrumento de
desarrollo al servicio del proyecto empresarial. En las
tres etapas, como suma de contradicciones, la inquietud
obrera y el nacimiento del sindicalismo independiente de
controles oficiales y empresariales.
8.- Imposición, por presiones y fortaleza propias, de los
empresarios como clase dominante en la correlación de
fuerzas del país. El Estado se retraería a su función de Estado-palanca y utilizaría el petróleo para impulsar a las
fuerzas económicas privadas en la recuperación y despegue económicos.
9.- Incapacidad gubernamental para introducir e imponer proyectos de desarrollo que obedezcan a las necesidades populares, de raigambre histórica.
10.- Radicalización empresarial: la lucha no sería solamente por la vuelta a los ejes clásicos de la economía capitalista. —patrón de acumulación de capital, tasas de ganancia y Estado promotor—, sino la apropiación de la
economía en su conjunto —programas y puestos políticos— para ponerla a su servicio.
11.- Descubrimiento del petróleo e insuficiente definición sobre sus usos: frente a la posibilidad histórica y única de convertir a la riqueza petrolera en punta de lanza de
una transformación general de la estructura del sistema,
las divisas petroleras desarrollarán en primer lugar, un papel inflacionario, ante la incapacidad del sistema para res41
ponder productivamente a la presión financiera de los petropesos; en segundo lugar, el petróleo ayudará a aliviar
los eternos números rojos de la contabilidad nacional; en
tercer lugar, el energético asumirá el papel de subsidio a
la industrialización; en cuarto lugar, proporcionará al Estado ingresos suficientes para que el fisco —si bien no se
plantee una reforma fiscal— levante su castigo a las capas
mayoritarias que siguen con la abrumadora carga impositiva; en quinto lugar, el gobierno podrá inclinar con mayor
holgura su atención a las áreas sociales antes descuidadas
por carencia de recursos financieros; y en sexto lugar, el
petróleo jugará un papel sicológico: será tanta la riqueza,
tan enorme la danza de los millones petroleros, que algunos sectores esperarán que de alguna manera les llegue
esa riqueza. Sin embargo, es evidente la incapacidad del
gobierno para usar los petropesos en la aplicación de
una estrategia que devuelva al Estado su protagonismo
histórico con inversiones productivas y con una mayor intervención en la economía.
12.- La paradoja de las paradojas: con Echeverría, la
decisión de cambiar la estructura era insistente, pero la incapacidad financiera del Estado limitó sus acciones y no
pudo hacer frente a la ofensiva empresarial de inversiones
bajas: la crisis estalló. Con López Portillo, la capacidad financiera del Estado es asombrosa y única, pero no hay ni
decisión política ni proyectos productivos para hacer del
Estado el protagonista fundamental de la recuperación
económica y política del país; la crisis persiste.
En el fondo de las anteriores contradicciones y limitaciones radica el límite económico para modificar la estructura del país y la frontera política para usar la crisis
como pivote. Si Galbraith advierte una inclinación a la derecha de los regímenes políticos tradicionalmente liberales, México no es la excepción: correrá la misma suerte —
los indicadores demuestran— que Inglaterra, Francia, Ita42
lia, España, Portugal, Perú o Venezuela, donde las salidas
de la crisis solamente conocen la puerta del fondo a la
derecha.
Los indicadores mexicanos son reveladores. Si durante
el periodo 1970-76 había la intención de equilibrar la situación a favor de los marginados durante 30 años, al final
la crisis y las contradicciones escaparon del control y del
discurso político oficial y acabaron por retroceder aún
más las cosas. Sobre esa época dice Carlos Tello: “todo
parece indicar que, pese a la voluntad presidencial de imprimirle al desarrollo nacional una nueva política económica, la ortodoxia monetaria del desarrollo estabilizador
predominó”16. El sistema crujía de todos modos y no tenía
la flexibilidad para usar en política el método de stop-go
—alto-arranque— que en economía da, a veces, no tan
malos resultados circunstanciales. Agrega Tello: “fue justamente el supeditar, a cualquier costo, los objetivos nacionales a largo plazo a la política tradicional monetaria lo
que vino a contrarrestar los logros que, por otras vías y
utilizando otros instrumentos, trató de alcanzar la administración del presidente Echeverría”17.
¿Qué quedó al final, sin haber hecho cambios de fondo,
de estructura? Lo mismo. Fue como querer curar un cáncer con aspirinas. Dice Tello:
“El no haberlo hecho (cambios de fondo) resultó en un
desarrollo estabilizador vergonzante”18
Pasada la oportunidad, el relevo presidencial dificultó
los problemas, 1976 era la fecha de la crisis política más
profunda de los últimos 65 años y su operatividad funcionaba en dos vertientes: por un lado, los mecanismos de
dominación política se habían desgastado y la guerrilla, el
sindicalismo independiente, las invasiones de tierra y el
fortalecimiento de partidos marginados —como el Partido
Comunista Mexicano— habían llenado los huecos que no
ocuparon y perdieron el PRI, el Congreso del Trabajo, el
43
Pacto de Ocampo y la represión. Por otro, las relaciones
interburguesas —gobierno-empresarios— hacían agua por
la búsqueda del poder fuera de los marcos de la conciliación. En este contexto se movía el país en 1976. El rumor
de golpe de Estado, la crítica situación económica y financiera, la fuga de capitales, entre otros, condicionaban el
papel del sucesor. La respuesta del nuevo gobierno se dio
en los marcos del tradicionalismo mexicano: la conciliación, fundamentada ésta en la ausencia de una alternativa real que el gobierno no quiso buscar y conducir y que
las fuerzas políticas independientes no podían conducir
desde la clandestinidad y la opresión.
En otro contexto —ahora como una especie de comedia,
luego de la tragedia del tránsito presidencial de 1940—,
en diciembre de 1976 tomó el poder político el Presidente de la Harmonía —nuevamente Fourier—. Las medidas de recuperación llevaban el signo de la concordia.
Tres años de gobierno tranquilizaron los ánimos y resolvieron una parte de la crisis. Para mediados de 1980, el
país volvía a recuperar, finalmente, las tasas históricas de
crecimiento económico que traerían —supuestamente por
sí mismas— alivio para los asalariados. Pero, en realidad,
no fue así. La evolución de la crisis (versión JLP) puede
resumirse en la siguiente tabla (variación porcentual):
salarios
precios
ventas (b)
empleo
obrero (c)
PIB
inversiones:
pública
privada
44
1976
30
16
1.7
3.5
1977
10
29
84.2
1978
12
18
45.5
1979
15
20
73.1
-0.8
3.6
5.9
8.8
8.3
19.9
12.8
17.0
15.0
1980
21.3
30(a)
a).- previsiones para 1980, de acuerdo a la tendencia inflacionaria de los primeros siete meses del año.
b).- cifras tomadas del trabajo El comportamiento de
las ganancias en el sector monopólico financiero de la
economía mexicana: 1977-79, por Eduardo González y
Jorge Alcocer, publicado en el libro 1979, ¿la crisis quedó atrás?, del Taller de Coyuntura de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Economía de la
UNAM, editado en 1980 por Economía Informa.
c).- cifras tomadas de los cuadros publicados en el trabajo
La marcha de la economía mexicana en 1979, de Magdalena García Hernández, con la colaboración de Fernando Ramírez y Juan Bisbal. 1979, ¿la crisis quedó atrás?, ibid.
¿Qué había ocurrido ? Lo obvio: algo se había colado en
el tránsito propositivo de la política económica gubernamental: las tres etapas habían quedado en consideraciones
y aspiraciones teóricas, pues la realidad había mostrado
los límites de ellas: del desarrollo estabilizador al desarrollo compartido y de ahí a la estabilización de la economía
existía solamente la necesidad urgente de capear la crisis
con el mínimo de problemas. Al final, el primero estabilizó la inequidad, el segundo compartió la pobreza pero no
la riqueza y el tercero no estabilizó la economía sino que
reconfortó solamente la confianza empresarial en la conducción política en la medida en que ésta respondiera a las
urgencias de la iniciativa privada. Era, en suma, la insuficiencia en la proposición de soluciones. En los tres años
posteriores a 1976 el sistema se había sacudido, en efecto, pero se había sacudido de aquéllos que dificultaban el
proyecto de los gerentes: subordinar los problemas al logro de altas cifras de crecimiento. En 1979 decía Armando Labra Manjarrez, luego de analizar los documentos de
la dependencia: el discurso del desarrollo estabilizador
de 1969 y la carta de intención México-FMI de 1976:
45
“La línea de política económica derivada del esquema
estabilizador ha sido invalidada en la retórica política, pero, curiosamente, pervive en el ejercicio cotidiano del poder económico y político, tanto por inercia como por la
ausencia de opciones teóricas y prácticas que opongan la
alternativa viable al manejo monetarista de la economía
política y que sean planteadas y discutidas en los centros
neurálgicos de decisión económica y política”.
Continúa:
“En efecto, el apremio de lo permanentemente urgente y
la consabida negligencia de lo importante, han creado anticuerpos dentro del sistema hacendario-presupuestal que
inhiben la discusión, siquiera, de nuevas sendas para la
política económica en México, más allá de estrechos márgenes de la visión monetarista estabilizadora, útil, sin duda, para apuntalar la escenografía nacional ante el FMI, el
BID y el BM, pero no para atender los gravísimos problemas derivados de este encapsulamiento doctrinario y que
se expresan económicamente en la crisis de acumulación
y formación de capital —hoy por hoy sólo el Estado soporta la economía en su condición inerte—; socialmente,
en la concentración del ingreso y la carencia de alimentos;
y políticamente, en la búsqueda de formas de desfogue a
la irritación creciente de clases medias aunada a la de los
sectores marginados del campo y de las urbes tradicionalmente desfavorecidos”l9.
Por su parte, el ensayo colectivo sobre la crisis económica, de México, hoy, dice:
“La reactivación de 1978 y sus características indican
que se está viviendo básicamente una reafirmación del patrón de acumulación de capital vigente y, en consecuencia, que una posibilidad concreta del futuro sea la reproducción ampliada de las contradicciones y desequilibrios
que condujeron a dicho patrón a su crisis actual”20.
Y, así, vuelta a empezar.
46
¿Salidas? Un factor esencial para apuntar la decisión de
que las cosas se quieren resolver es emparejar el discurso
político con la adopción de medidas económicas que respondan a los compromisos que a diario se enarbolan. El
centro neurálgico de las salidas democráticas, tienen que
apuntar hacia la creación de un nuevo orden económico
interno que responda a las expectativas de los grupos sociales tradicionalmente marginados.
Y ésta es, en rigor, otra historia y otro país.
1) Arnaldo Córdova, La política de masas del cardenismo, Ed.
ERA; México, 1974.
2) Arnaldo Córdova, ibid.
3) Luis González, Nuevo balance del cardenismo, revista Vuelta
No. 44, julio de 1980.
4) Plan Global de Desarrollo, Secretaría de Programación y Presupuesto, 1980.
5) Carlos Tello, La política económica en México 1970-1976, Siglo XXI, Editores; México, 1979.
6) Luis González, ibid.
7) México, hoy, capítulo sobre la crisis económica, varios autores,
Editorial Siglo XXI, la. edición, 1979.
8) Carlos Tello, ibid.
9) Armando Labra Manjarrez, La estabilización monetaria, revista
Coyuntura No. 4 y 5, 1979, Área de Economía de ENEP-Aragón.
10) Carlos Tello, ibid.
11) Carlos Tello, ibid.
12) Ernest Mandel, El dólar y la crisis del imperialismo, Ed. ERA;
México, 1976.
13) Luis González, ibid.
14) John Kenneth Galbraith, Predicciones para los ochenta, revista
Vuelta, No. 41, abril de 1980.
15) Enrique Semo, La crisis actual del capitalismo, Ed. de Cultura
Popular, México 1977.
16), (17), (18) Carlos Tello, ibid.
19) Armando Labra Manjarrez, ibid.
20) México, hoy, ibid.
47
48
II. EL CHARCO DE LAS LAGRIMAS
“¡Oh, Ratón! ¿Sabes cómo salir
de este charco? Estoy muy cansada
de estar nadando aquí”, dijo Alicia.
En 1976 estalló la crisis económica, política y social más
profunda del México contemporáneo, cuyos indicadores
se comenzaron a notaren los sesenta; la estructura general
se resquebrajó, aunque las medidas de coyuntura para resanarla fueron de burda albañilería: cuatro años después
de ese 1976, las principales manifestaciones de los desajustes permanecen vigentes en los sectores asalariados.
Dos hechos definen el México posterior a 1976: la petición de fuerzas sociales y políticas para que el Estado amplíe su intervención en el desarrollo económico y la minireconciliación entre gobierno y empresarios. Paradójico:
un combate permitió consolidar el idilio y la dependencia
mutua: al final, el Estado se ató las manos, confió en las
inversiones de la iniciativa privada para afrontar el desempleo y esperó la buena voluntad de los comerciantes para
bajar el índice de inflación: ni unos ni otros respondieron
a las expectativas: el rezago laboral se acumula y el aumento de precios lleva un trote constante, e irrefrenable.
Enmedio, los trabajadores comenzaron —y continúan en
esa posición, por presiones sindicales o gubernamentales— a cargar sobre sus espaldas el peso de la recuperación: topes salariales, caída del consumo, derrumbe del
49
salario real, represión sindical, inflación galopante, disminución de productos bajo control oficial, desempleo, marginación, mayor concentración de la riqueza. En sentido
estricto, la Alianza para la Producción fue un compromiso
político entre em-presarios y gobierno para recuperar un
“clima de confianza” que permitiera a uno y a otro, seguir
imponiendo un sistema que busca el equilibrio como punto de legitimación histórica y social. Pero todo equilibrio
es falaz: el trabajador fue sacrificado para que el empresario tuviera las condiciones propicias de inversión: en última instancia, el empresario sacó mayores e ilimitadas utilidades; el obrero, menos salarios, mayores precios y poco
trabajo. El México que surgió de la crisis de 1976 redujo,
en una medida altruista, la participación del Estado en la
economía y descargó la recuperación en la benevolencia y
negociación del sector privado. Hubo cambios para que
nada cambiara: el Estado, por presiones de los empresarios, dio pasos atrás en su función histórica y encajonó sus
inversiones a las puramente sociales o de infraestructura;
la iniciativa privada, por omisión del Estado, recuperó posiciones beligerantemente políticas y económicas: Estado
y empresarios tenían a fin de cuentas, se dijo en la Convención Bancaria de 1978, “objetivos comunes”. Los trabajadores, en este contexto, redujeron sus opciones y fueron empujados a la “ilegalidad legítima” para salvaguardar sus conquistas laborales, sociales y gremiales más indispensables; el derecho de huelga fue sustituido por el
“derecho de requisa”: el trueque simbolizaba el carácter
de la lucha sindical y definía el carácter del Estado. De
1976 a 1980, el charco de lágrimas se convirtió en un balneario de verano: se apiñaban en sus aguas los asalariados, aquéllos que sólo vacacionan por temporadas; los
otros, los que pueden hacerlo en cualquier fecha, descansaban en sus propias piscinas. La guerra fría económica de
1976 había pasado.
50
Los economistas ante el bache económico:
el Estado, emergente para sacarnos de
la crisis
“Se acabaron las épocas de las vacas gordas del capitalismo mexicano. En las condiciones actuales de crisis, lo
único que puede sacar al país de la recesión es la actividad
económica del Estado”, dijo a Proceso el licenciado Rodolfo Becerril Straffon, presidente saliente del Colegio
Nacional de Economistas.
Al manifestarse por la “hegemonía económica del Estado”, Becerril afirma que la crisis “va haciendo cada vez
más estrechas las opciones” del sistema y éstas “al mismo
tiempo invitan a las definiciones”.
Cuidadoso en sus declaraciones, el autor de varios estudios sobre el comportamiento de la economía mexicana
dice: “En México la burguesía cree vivir aún en el capitalismo de principios de siglo, en el porfirismo”.
Entrevistado en sus oficinas del Fondo de Fomento de
las Artesanías, Becerril declara:
“En las condiciones actuales de crisis el único que puede sacar al país de la recesión es el Estado. Esto no es una
afirmación gratuita. Para industrializar al país al ritmo que
exige el crecimiento de la población y las expectativas
crecientes, es indispensable, primero una transformación
radical en las actuales estructuras de la nación, con la ex51
pansión del mercado interno; en segundo lugar, el control
estatal de las exportaciones y divisas y de las importaciones del capital y su inversión; y en tercer lugar, una tecnología propia, capaz de absorber parte de la mano de obra
disponible.
“En los años cincuentas, la economía y la sociología se
abocaron a definir cuáles podrían ser los agentes portadores del cambio en un continente lleno de convulsiones sociales y de agudización de los conflictos entre los polos de
la miseria y la riqueza, que son propios en economías como la nuestra.
“En México no existe una burguesía empresarial, en el
sentido empresarial del término, que pueda sacar adelante
al país. La burguesía mexicana vive un capitalismo de
principios de siglo, del porfirismo. Es indudable que requerimos del esfuerzo y de la inversión privadas, pero éstas no pueden constituirse en el puntal para encontrar las
puertas de salida de la crisis.
“El control extranjero, que a final de cuentas sería la
causa del estancamiento estructural que produce marginalidad, ha absorbido de alguna manera a gran cantidad de
empresarios nacionales, transformándolos en meros gestores de intereses foráneos.
“Quizá el mérito de la crisis que hoy vivimos radica en
su contenido didáctico. La economía se revela incapaz,
deformada y dependiente, como consecuencia de la crisis.
Por otra parte, ha hecho manifiesto su carácter estructural
y no meramente coyuntural. Puede decirse en términos de
perspectivas claras y francas, que existe un estrangulamiento externo e interno en la economía mexicana. Y parecería difícil de superar, en tanto las medidas necesarias
para ello de alguna manera se dieran incompatibles con
los mecanismos de dominación interna y externa.
“De ahí que pensemos que la lucha obviamente deberá
darse en varios frentes y que no será a corto plazo La su52
peración de las contradicciones de la economía mexicana
también será una lucha de muchos años. Y no somos pesimistas, porque si lo fuéramos —parafraseando a la señora
Robinson— no hablaríamos ni escribiríamos. Existen
perspectivas importantes para el país.
“En el ínterim, lo que ahora se hace indispensable, es
una inversión estatal, ya que ésta no busca ni se mueve
por los mismos mecanismos que la privada. Se trata de invertir ya no en infraestructura, sino en actividades productivas que generen empleo y que vertebren el rumbo que
pueda tomar la economía.
“La inversión del Estado conviene a todo el país en su
conjunto. Hace apenas unos días se informaba que, por
ejemplo, la industria de la construcción incrementaría en
20% su volumen de desempleo para 1977. En tanto el Estado pueda invertir en vivienda social, en acero y en otros
renglones de insumos para la construcción, se beneficia el
aparato productivo todo. Esta es sólo una muestra de la
importancia que adquiere en estos momentos la inversión
estatal como rectora y propulsora del desarrollo nacional.
“Lo que ahora requerimos es ampliar el mercado interno, porque el proceso de industrialización del país se detuvo una vez que se cubrió el mercado de consumo para una
minoría social de clase alta y media. La tecnología importada, además de contribuir a la descapitalización al tener
que pagar altos precios por los bienes de capital y uso de
patentes, refuerza los mecanismos que producen la marginalidad al aumentar la capacidad productiva sin ampliar el
número de empleos.”
—¿Qué pasaría en el país de no aprovechar la actual coyuntura para reordenar estructuralmente la economía?
—El abandono paulatino que en algunas circunstancias
se observa del patrón monetarista posibilita ciertos cambios de política económica, que permitan que el aparato
productivo responda a las exigencias sociales de los gru53
pos populares y se establezcan muy claramente las prioridades a seguir —generación de empleos y atención al
campo—.
“De no continuar por esta senda, se agudizarán las relaciones de dependencia económica que ya de por si son
graves para la economía mexicana, mismas que a su vez
acompañan a formas no democráticas de gobierno aunque
en México no se ha llegado a estos niveles aún. La Reforma Política perfila una revitalización de la democracia
mexicana; en tanto esta reforma a la postre se pueda traducir en la transformación de ciertas estructuras económicas, en esa misma medida el sistema tendrá un espacio de
respiro, un manejo más amplio que permita deslindar a favor de los grupos populares el rumbo de la economía y de
la sociedad.”
“La Reforma Política no puede ser, ni creo que sea la intención, el sólo remozamiento electoral, la sola protocolización de la democracia a la occidental, sino que debe
concebirse como un primer paso para la democratización
económica y social, que a final de cuentas es la que importa. No se trata de tener muchos diputados o muchos
partidos, sino de lo que se trata es de que se superen los
niveles de infrasubsistencia en que viven grandes porciones de población y que a través de mecanismos políticos
participativos se puedan instrumentar medidas que favorezcan esta tendencia.
—¿Cuál debe ser el papel de la burguesía en estos momentos de crisis?
—“El gran reto consiste en darle cada vez más un contenido nacionalista a la acción de esta burguesía, quien a su
vez debe convencerse que ya pasó la época de las vacas
gordas del capitalismo mexicano, que no se puede seguir
funcionando con altos esquemas de utilidades, que es necesario una mejor distribución de la riqueza para ampliar
el mercado interno, cosa que no podrá hacerse con llama54
mientos morales ni promesas de inversión sino a través de
mecanismos concretos de absorción para fines productivos del excedente económico que se genere en la sociedad.
“En tanto la burguesía se alie con intereses transnacionales, en esa medida habrá perdido la oportunidad de jugar el papel histórico que en estos momentos le ofrece la
coyuntura para justificarse en el tiempo.”
—¿Y el papel del Estado?
—“Creo que en las condiciones actuales el Estado es el
único empresario concebible en un proceso rápido de industrialización para poner al servicio de este proceso las
obras urgentes que en términos de empleos y de divisas
requiere el país. Y debe ser éste Estado el coordinador y
planificador de la economía mediante el establecimiento
de planes periódicos, prioridades y metas.
“Esta hegemonía, que de alguna manera debe plantearse
para el Estado, significaría la superación no del capitalismo en general sino del capitalismo clásico y tampoco implica necesariamente un estatismo excluyente de la inversión privada, porque ello obviamente originaría graves
conflictos externos e internos. Cuando hablamos de predominio de sector público, estamos pensando en el apoyo
que se le debe dar a un sector cooperativo y social, una
cierta tolerancia en ramas no cruciales al sector privado. Y
ésta es, en mi opinión, la vía que debe imponerse para poder salir de la situación de la industrialización encallada
en que nos encontramos.”
—¿Cómo deben ser las medidas que adopte el Estado
para superar la crisis: estructurales o coyunturales?
—Debe mantenerse en equilibrio entre unas y otras. Lo
importante es hacer que la coyuntura adversa se convierta
en estructura favorable. No se puede pensar que el origen
y destino de los problemas tiene un fin último estructural.
Hay un problema de fondo estructural, que se combina
55
con una situación coyuntural difícil, que por lo demás no
es privativa de la economía mexicana sino parte de la crisis capitalista mundial.
“La situación actual exige cotidianamente, que vayamos
reformando nuestros instrumentos de acción, los que a su
vez dependerán de la movilización popular, del grado de
conciencia de los grupos populares, de la actitud y compromiso que se adquiera ideológicamente con los grupos
mayoritarios. Hay márgenes de acción.”
—¿De qué manera han afectado a las medidas de recuperación económica del país las presiones de organismos
mundiales como el BID, el Banco Mundial, el FMI?
—No se trata de ser alarmistas. Yo creo que a pesar de
los pesares, hay una cierta recuperación de la economía
mexicana. Aquí se combinan actitudes tácticas y estratégicas y ciertamente hay que eliminar presiones de esa naturaleza, justamente a través de la expresión libre de los
grupos de opinión acerca de lo que consideran debe ser la
forma más adecuada de resolver los problemas para con
este consenso el Estado pueda efectivamente ejercer su
capacidad de negociación frente a los organismos internacionales de crédito.
“En tanto ha habido una oligopolización de sectores
económicos y penetración de transnacionales, ha habido
un cierto debilitamiento de la cosa pública. Pero estamos
lejos de suponer que no tiene capacidad de negociación.”
24 de octubre, 1977.
56
En medio de la crisis económica, los
trabajadores pierden opciones
Al agudizarse la crisis económica las opciones para los
trabajadores organizados en centrales oficiales o independientes se van descartando. Frente a la carestía, bajos salarios, desempleo y represión sindical, las concesiones estatales y empresariales desaparecen y gobierno, patrones y
líderes buscan nuevas formas de control.
Para Isaac Palacios y Alfonso Bouzas, especialistas en
el tema en el Instituto de Investigaciones Económicas de
la UNAM, los trabajadores no tienen más alternativa que
la independencia política e ideológica para defender sus
derechos, o someterse.
—¿Es una salida la alianza con el Estado?
—No —dice Palacios—. La caracterización del Estado
como clase es una categoría histórica. Conforme avanza la
consolidación del sistema capitalista en el país el Estado
responde a los intereses de la clase dominante: la empresarial.
Completa Bouzas:
“El casamiento del Estado con los empresarios se exhibe en la política económica y laboral del gobierno: tope
salarial, liberación y aumento de precios sostenidos, coto
a las huelgas y represión sindical, proceso de endeudamiento no para satisfacer las demandas de los trabajadores
57
sino para mantener y aun incrementar la tasa de utilidad
de los empresarios, ausencia de un programa claro contra
el desempleo; ausencia de reforma fiscal, imposición de
soluciones, como sucedió a telefonistas, electricistas y mineros; falta de tope a las utilidades, llamados a aumentar
la productividad sin aclarar a quién va a beneficiar.”
Dijeron los investigadores que las reuniones convocadas
por los sindicatos oficiales tienden a comprometer nuevamente los intereses de los trabajadores con los del Estado.
“Es cierto que sus proposiciones —reforma económica y
asamblea del proletariado— recogen y reflejan una realidad objetiva que no se puede soslayar, pero las soluciones
se orientan a la mediatización de la clase obrera”, señala
Bouzas.
La CTM refleja la política de la burguesía para los trabajadores y no la ideología de la clase trabajadora. En la
medida en que los trabajadores se conscienticen tenderán
a romper ese esquema de dominación. Las formas de organización independiente cuestionan al Estado y a los empresarios y rescatan los más indispensables derechos,
agrega.
Indica que paralelamente a las aspiraciones de independencia ideológica y política de los trabajadores existe un
proceso que busca cada día nuevas formas de frenar esa
lucha y se orilla a los trabajadores a enfrentarse a sí mismos. “El ejemplo usado por la UNAM ha cundido: para
presionar, los patrones abren contrataciones nuevas sin
haber liquidado las anteriores”.
—¿A dónde pueden llegar los trabajadores en la lucha
por su independencia?
—A la ilegalidad, pero una ilegalidad legítima. Pero
quienes usan primero métodos ilegales son el propio gobierno y los empresarios: requisas de empresas, represiones, rompimiento de huelgas, no cumplimiento de las demandas fundamentales, coto al sindicalismo independien58
te, despidos, reinstalaciones no cumplidas. La legalidad se
les convierte a empresarios y gobierno en una camisa de
fuerza.
Palacios plantea un contexto económico en la lucha de
los trabajadores. “La crisis económica ha provocado de
julio de 1977 a mayo de 1978, tan sólo de casos que han
trascendido a la prensa, más de 35,000 obreros despedidos
en el sector público y la iniciativa privada; el desempleo
se agudiza y crece el deterioro de los salarios.”
Desde 1970 y en años siguientes, agrega, hay muchas
movilizaciones en contra del proceso inflacionario que se
inicia y en contra del desempleo y por mejores condiciones de vida para los trabajadores.
“En la fase actual del capitalismo monopolista de Estado hay un afianzamiento en el frente común entre el Estado y los empresarios para lograr que los trabajadores sean
el colchón y el soporte donde hacer recaer la crisis.
“Se enfrenta el proceso inflacionario con un aumento
sostenido de precios para amortiguarle a las empresas los
efectos de la crisis internacional y su repercusión nacional. Por otro lado, la política laboral del gobierno impone
un tope a los aumentos salariales y un freno a las movilizaciones que buscan reivindicaciones económicas.”
Esta situación, apunta, nos da una idea de que si persiste
la crisis para 1982 el 50 por ciento de la población económicamente activa estará completamente desempleada y no
podrá siquiera subemplearse.
¿A dónde se llegará? Dice Palacios que la gente sin empleo y sin posibilidad mejoría en su nivel de vida se verá
obligada a transgredir los planos de la legalidad y buscará
formas de ganarse el sustento más allá de esos limites.
“En Venezuela y Colombia existen desempleados cuya
organización tiende a la violencia”.
Para ambos investigadores, autores del libro Control y
luchas del movimiento obrero hay varios ejemplos: los
59
telefonistas, los electricistas y los mineros de Nacozari,
Sonora. “Los últimos acontecimientos exhiben una situación difícil en el plano económico que se refleja también
en las esferas sociales y políticas y todas aquellas que tienen que ver con las condiciones de vida”.
—¿La alternativa?
—Es muy difícil hablar de alternativas —dice Palacios— No cabe duda que en mucho depende de la mejoría
de la situación de los trabajadores, de sus grados de conciencia y organización. Los trabajadores deben tener más
conciencia de la magnitud del problema del país para descifrar con mayor claridad la política laboral del Estado y
la forma en que la ha hecho recaer sobre los trabajadores”.
—¿Qué reacción tienen los trabajadores ante la manipulación de los líderes sindicales?
—Nacozari es un ejemplo revelador. Más de 5,000 trabajadores, impulsados por el deterioro de sus ingresos que
son mucho más bajos que los de otras industrias, decidieron por problemas políticos designar a sus líderes en forma democrática. Frente a estas demandas legítimas, la decisión gubernamental es no dar un paso atrás en su cohesión con las clases dominantes para enfrentar la independencia de los trabajadores como camino para sus reivindicaciones mínimas.
—¿Cuál ha sido la evolución del Estado ante estos conflictos?
—El Estado tiene un compromiso histórico de clase—
agrega Palacios—. No ha dejado de representar los intereses del sector privado y se ve cada vez más comprometido
con el. Es el mismo sistema y sus problemas en la crisis el
que orilla al Estado a perder cualquier viso de caracterización siquiera de arbitraje entre las clases obreras y empresarial.
—¿Por qué sectores obreros plantean una alianza con el
Estado para defender sus derechos?
60
—Es un fenómeno que sale de los buenos deseos de los
trabajadores respecto del Estado. Mientras los trabajadores no perfilen con exactitud su ideología proletaria siempre estará presente en su seno la caracterización del Estado como un aliado. Mucho ha confundido a los trabajadores no darse cuenta de que sus demandas serán enfrentadas y frenadas por la clase empresarial y el Estado. Sólo la
comprensión de este fenómeno daría claridad para la lucha”.
10 de julio, 1978
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62
La Convención Bancaria de 1978
marca la reconciliación y el reencuentro
de empresarios y gobierno
GUADALAJARA.— Salvo en dos ocasiones en que resurgió el lenguaje de “la guerra fría económica” de finales
del sexenio pasado, gobierno y banqueros resaltaron en la
XLIV Convención Nacional Bancaria el clima de confianza que produjo el cambio de política económica en 1977 y
que permitió la reactivación del país y destacaron que iniciativa privada y sector público “se plantean objetivos comunes”.
Bajo el signo de las excelentes relaciones entre los dos
sectores a partir de la toma de posesión del presidente José López Portillo, la banca privada anunció un vasto programa de financiamiento a la industria pequeña y mediana
y condicionó su apoyo al campo a una serie de cambios en
la estructura de la propiedad que den la seguridad jurídica
en la tenencia y en la organización.
Por su parte, el gobierno —a través del secretario de
Hacienda, David Ibarra Muñoz— afirmó que “el sector
público no puede hacer todo ni ser administrador de todo”
y declaró que “se han diferido parcialmente” el saneamiento de las finanzas gubernamentales, el aumento de
precios de artículos de empresas estatales y paraestatales y
la aplicación de una reforma fiscal.
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De todo hubo en la Convención Bancaria realizada aquí.
Hasta un agradecimiento público a un exfuncionario recientemente desempleado: “el sistema bancario debe su
más profundo reconocimiento y admiración... al exsecretario de Hacienda, don Julio Rodolfo Moctezuma, que en
un periodo corto, pero esencialmente grave, mejoró con
acierto las finanzas nacionales”, dijo el nuevo presidente
de la Asociación de Banqueros de México, Carlos Abedrop Dávila, que es presidente del Banco del Atlántico.
El clima de confianza fue reiteradamente traído a colación. En una conferencia de prensa, Abedrop Dávila señaló que el programa económico de estabilización de 1977
“fue diseñado en México y no en Washington” y agregó
que los resultados “debemos agradecérselos al presidente
López Portillo y a sus funcionarios y no al Fondo Monetario Internacional”.
A este respecto, el director del Banco de México, Gustavo Romero Kolbeck, informó que el convenio mexicano
con el FMI ha entrado en su penúltimo año con “condiciones menos estrictas” y añadió que “tenemos más facilidad
de acceso al financiamiento externo e interno”. Asimismo,
informó que el gobierno mexicano no usará más recursos
del FMI, aunque acudirá a bancos privados y a otros organismos internacionales.
Gobierno y banqueros se felicitaron de que lo peor de la
crisis fue sorteado por la confianza. El presidente saliente
de la ABM, Eugenio Eraña, dijo en la ceremonia de inauguración, ante el presidente López Portillo: “Al cabo de
quince meses de gobierno; el perfil que ofrecen el país y
la economía parece tener algo de mágico. Asombra lo logrado”.
Después de que el secretario y el subsecretario de Hacienda, David Ibarra y Miguel de la Madrid, señalaron
que el proceso inflacionario no se detiene aún y que la inflación puede reactivarse si no hay inversiones, la banca
64
adoptó el compromiso de circular el dinero de los ahorradores y pidió al gobierno que disminuyera la tasa de encaje legal para contar con más recursos crediticios.
Romero Kolbeck respondió que se pensará en una reducción del encaje legal en la medida en que los Certificados de Tesorería distraigan recursos crediticios. De la Madrid, a su vez, anunció que se liberarán recursos para que
la banca desarrolle un amplio programa de financiamiento
a “cualquier proyecto viable”.
El problema del campo y la participación del Estado en
la economía fueron los temas más atendidos. Del primero,
la banca pidió seguridad en la tenencia y en la organización y con ello garantizó el flujo masivo de créditos. La
posición es inflexible. Inclusive, el expresidente de la
ABM y director de Bancomer, Manuel Espinosa Yglesias,
pidió “la privatización del campo”. El gobierno respondió
con un apoyo crediticio de 3,000 millones de pesos para el
fomento de las agroindustrias.
Del segundo aspecto se dieron ligeras fracciones que no
se ahondaron. En la sesión de clausura, Abedrop Salas dijo que el Estado no debe presionar a los empresarios a invertir con la amenaza de que el podría sustituirlos porque
esa amenaza detiene el ritmo de la creación y expansión
de industrias. “Además, es contraria a la tesis del presidente López Portillo de crear las condiciones necesarias
para que el particular invierta”.
En síntesis, la posición gubernamental ante los banqueros fue la de señalar reiteradamente que el Estado invertirá exclusivamente en las áreas prioritarias de educación,
seguridad social, agropecuaria y energéticos, en tanto la
iniciativa privada obtendrá facilidades de promoción fomento y de confianza para acudir masivamente a los demás sectores productivos.
Ibarra Muñoz respondió a una pregunta acerca de que si
la confianza restituida a los inversionistas había restado
65
iniciativa al Estado. Serio, afirmó: “el Estado no ha cedido a las presiones de la iniciativa privada. El problema del
retorno a la confianza no debe tomarse como demagógico”.
Con tranquilidad, los banqueros concluyeron su XLIV
Convención con la posición gubernamental de impulsarlos
para evitar una recaída económica.
20 de marzo, 1978.
66
III. UNA CARRERA EN COMITÉ Y
UNA HISTORIA CON COLA
“¡Larga y triste es mi historia!”
exclamó el Ratón dirigiéndose a Alicia
y suspirando, “y trae mucha cola”.
Fábula de la serpiente que se mordió su cola: había una
vez una serpiente que tenía una cola tan larga, que no quería reconocerlo. Para alcanzar ese objetivo, se mintió muchas veces a fin de hacerla invisible, y logró finalmente
desaparecerla de sus ojos; tan lo logró, que cuando la serpiente vio frente a ella un manjar delicioso, jugoso, muy
alimenticio, se dio a la tarea de engullirlo. ¡Sorpresa! Esa
comida era parte de ella misma, de su cola. La serpiente
murió envenenada por su propio veneno, aunque, por supuesto, satisfecha por haber saboreado tan exquisito y suculento platillo.
Negada, aceptada y finalmente refrendada, la economía
mexicana se subordinó a los lineamientos del Fondo Monetario Internacional. La primera Carta de Intención de
México con el FMI, firmada por el gobierno de Luis
Echeverría en 1976, permitió la entrega de un crédito de
emergencia que vino a apuntalar débilmente la situación
financiera del país, a cambio de la adopción de medidas
económicas nacionales aparentemente técnicas. Esta Carta
traía cola, una enorme cola: supeditar —como lo había hecho en América Latina el Programa de Estabilización
67
Económica— a México a los criterios económicos del
FMI, cuyo principal ideólogo es el premio nobel Milton
Friedman. La cola de la Carta representaba la aceptación
de medidas que, en el fondo, buscaban tres hechos: privatizar y desnacionalizar la economía, debilitar el papel del
Estado y cargar sobre los trabajadores el peso de la crisis.
Todo esto fue reiterativamente negado, mientras se aplicaban las decisiones para cumplir con el compromiso con el
FMI: los proyectos económicos del nuevo gabinete fueron
en ese sentido: apoyo al capital, cargas a los trabajadores.
Se habló de estrategias, modelos, fórmulas, pero con el
significado y la intención del FMI. La reconstrucción de
la economía mexicana implicó dos términos: limar las asperezas de la crisis, pero sin cambiar ni atacar las estructuras enfermas, por un lado; por el otro: reformular el carácter de la recuperación: “un país no realiza el crecimiento que quiere, sino el que puede”, diría el Plan Global de
Desarrollo 1980-1982. De ahí en adelante, el camino sería
fácil: se tenían frente a sí un suculento platillo: la cola de
la crisis, la cola del sistema.
68
Refrenda México la supervisión del Fondo
Monetario Internacional: nuestro
problema es político y social, no técnico
En la reunión del Fondo Monetario Internacional, de septiembre de 1978, México aceptó que ese organismo internacional ejerza “una firme supervisión” de la política
cambiaria del peso y se comprometió a “realizar regularmente” consultas con técnicos fondistas para “una revisión detallada” de su política económica y financiera nacional.
Estas consultas, revela un informe especial del FMI, las
deberán hacer todos los países miembros del Fondo como
“una obligación” anual. La enmienda reciente a los estatutos del Fondo convierte esas consultas de voluntarias en
obligatorias.
Los compromisos de México con el FMI son amplios y
profundos. Así han sido desde hace pocos años dice David
Colmenares Páramo, segundo lugar del Premio 1978
“Juan F. Noyola”, del Colegio Nacional de Economistas.
En su trabajo La economía mexicana y el FMI dice, al
hablar sobre la vigente carta de intención de México con
ese organismo;
“Los primeros resultados de la operación del programa
de estabilización monetarista implementada bajo las direc69
trices teóricas del FMI, son onerosos para la sociedad mexicana y lesivos para la soberanía nacional.”
El premio fue otorgado por el siguiente jurado; David
Ibarra Muñoz, secretario de Hacienda; Ricardo García
Sainz, secretario de Programación; Jorge de la Vega, secretario de Comercio; José Andrés Oteyza, secretario de
Patrimonio; Carlos Tello, ex secretario del Programación;
los directores de Economía de la UNAM; El Colegio de
México y del IPN, y Armando Labra Manjarrez, diputado
y presidente del CNE.
El libro de Colmenares Páramo y los informes del FMI,
del 25 de septiembre de 1978, revelan los compromisos
recientes de México con el Fondo. Los lineamientos de
ese organismo son trazados por los países que aportan
más cuotas y reciben mayor porcentaje de votos; Estados
Unidos (19.97 por ciento), Inglaterra (6.97), Alemania Federal (5.15), Francia (4.59) y Japón (3.98), todos ellos dependientes de la “diplomacia política del dólar”.
La dependencia de la economía mexicana hacia las políticas del FMI se acentúa en 1976, cuando el gobierno
echeverrista firma la primera de tres cartas de intención.
El Fondo impuso condiciones que se cumplieron y siguen
vigentes:
Devaluación monetaria, algunos impuestos a las exportaciones, suspensión de reembolso de impuestos, control
de salarios, eliminación de los controles a la importación,
ajuste de precios, medidas monetarias y fiscales combinadas con un estricto control de gasto públicos, dice Colmenares.
En septiembre de 1978 el Fondo explicó sus nuevas
condiciones a los países miembros:
“Con el fin de asistir al FMI en su tarea de garantizar
que estas obligaciones (respecto a políticas de cambio) se
cumplan y ejercer una firme supervisión de las políticas
cambiarias, los países miembros deben realizar consultas
70
con el fondo, regularmente, en principio anualmente, conforme al artículo IV.
“Estas consultas constituyen una oportunidad para efectuar una revisión detallada de la situación económica y financiera, así como de las políticas de los países miembros, tanto desde el punto de vista nacional como internacional.”
El mecanismo de consulta es el siguiente: comienzan
con un informe preparado en el FMI con base en la información regularmente recibida del país miembro o solicitada especialmente por esa institución. En el país supervisado se revisa el informe y se completan los datos a fin de
constituir una base para las discusiones sobre asuntos de
política. Estas discusiones tienen lugar en el país miembro, entre un equipo de funcionarios del Fondo y representantes del banco central y de los ministerios nacionales
interesados.
Explica el informe del FMI el propósito de la supervisión; mantener regímenes de cambio ordenados, estimular
un crecimiento económico ordenado, evitar perturbaciones erráticas en la economía.
Pero para Colmenares Páramo las intenciones del FMI
van más lejos:
—privatizar y desnacionalizar la economía.
—debilitar el papel del Estado en la economía.
—carga sobre los trabajadores el costo y el ajuste de la
crisis.
Agrega:
“Cuando algún país solicita la ayuda del FMI, esta institución plantea una serie de medidas de política económica
a través de las misiones que envía periódicamente a cada
país. Estas son: devaluación monetaria, liquidación de
empresas estatales, reducción de gasto público, de la buro71
cracia y de gastos de seguridad social, reducción de la intervención del Estado en la economía y congelamiento de
salarios sin disminuir las utilidades.”
Estas recomendaciones, argumenta, fueron parte medular de la política económica de México en 1977. ¿Los resultados? 1978 transcurre entre los efectos de la política
fondista:
—Desempleo, austeridad, recesión, descenso de la inversión, disminución de la participación del Estado en la
economía, más inflación, problemas de balanza de pagos,
lesión de la soberanía nacional, pauperización de clases
populares, concentración del ingreso, caída del salario
real, disminución del nivel de vida y de la atención social
y represión.
El informe del FMI destaca los requisitos que se deben
llenar para tener acceso a los créditos en sus distintas etapas. De ahí se desprende que el Fondo no prestará dólares
si antes no se cumplen condiciones como las siguientes:
programa que represente esfuerzos razonables por superar
problemas de balanza de pagos.
También exige: programa que justifique sustancialmente los esfuerzos del país miembro para superar problemas
de balanza de pagos.
Para tener acceso al servicio financiero ampliado del
FMI es necesario presentar un programa a mediano plazo
hasta tres años, destinado a superar desajustes estructurales de balanza de pagos; declaración detallada de las políticas y medidas para el primer y subsiguiente periodo de
doce meses.
¿Por qué el FMI?
Responde Colmenares Páramo;
“Al finalizar la Segunda Guerra Mundial los Estados
Unidos subordinaron el desarrollo de América Latina al
logro de otros fines, como son la lucha contra el comunis72
mo y la expansión de las empresas transnacionales norteamericanas, aprovechando su influencia en agencias regionales o instituciones financieras internacionales. Así surgen el FMI, y el Banco Mundial, en 1944, como producto
del diálogo EU-Inglaterra, donde se impusieron los intereses norteamericanos.”
En materia financiera, agrega, estamos en medio de
pugnas de los grandes centros capitalistas y “cargamos sobre los hombros de nuestras clases populares el costo de la
crisis de los consorcios internacionales, los cuales a través
del Banco Interamericano de Reconstrucción y Fomento y
el FMI penetran masivamente en las economías nacionales de los países pobres”.
—¿Qué representan los cambios en la estructura del
FMI?
—Las discusiones internacionales y las reformas al
Convenio del Fondo no han hecho más que vitaminar a la
institución en sus funciones de punta de lanza del capitalismo financiero. El FMI continuará “sugiriendo” y supervisando la adopción de programas de estabilización en
países necesitados de recursos para salir del bache económico.
Explica el efecto de las imposiciones del FMI en México: “Los remedios recetados por el FMI y surtidos por sus
vergonzantes esbirros nacionales incrustados en lugares
claves de la administración pública terminarán por envenenar al enfermo mordido por una víbora de cascabel hasta lograr su muerte”.
Y se pregunta: “¿cómo es posible mayor soberanía nacional estando nuestra economía vigilada por las misiones
técnicas del FMI y cómo es posible mayor y mejor participación política con el fortalecimiento de las burocracias
sindicales que se encargan de reprimir las demandas salariales de sus representados?”
73
Como única salida, Colmenares Páramo plantea la elaboración de un proyecto nacional que “considere la participación de las clases populares en su elaboración y en el
reparto de sus beneficios y cuyos ejes sean el nivel de empleo y el bienestar colectivo”.
Indica: “la redefinición o creación del proyecto popular,
nacional y democrático no es un problema técnico como
dice el FMI, sino político o social”. Se requiere, pues, un
Estado popular comprometido con un proyecto nacional
apoyado por los trabajadores, campesinos e intelectuales.
23 de octubre, 1978
74
En la ruta del genocidio económico: del
pacto social a la Alianza para la
Producción
Las presiones del FMI no han sido solamente sobre México. Al calor de la crisis económica más larga de la posguerra —que según Harry Magdoff es una etapa más del
desarrollo capitalista— muchos países han tenido que ceder a las presiones de las políticas del FMI que André
Gunder Frank calificó de “genocidio económico”. David
Colmenares Páramo enumera las más importantes en su
trabajo premiado:
Inglaterra: un contrato social en 1976 que congelaba
salarios y prestaciones sociales. El periódico The Observer dijo en julio de 1977 que “las exigencias del FMI doblegaron el orgullo de la Gran Bretaña”.
Italia: El FMI condicionó créditos a una modificación
de la escala móvil de salarios; los sindicatos rechazaron la
propuesta.
Portugal: condiciones para créditos: firma de un contrato social entre gobierno empresas y sindicatos; devaluación del escudo; fiscalización del uso de fondos; pago de
indemnizaciones a expropietarios de empresas nacionalizadas por la revolución de los claveles; restablecimiento
de una economía de mercado; liberación progresiva del
comercio. El gobierno del socialista Mario Soares cedió
aunque después lo negó.
75
Perú: condiciones para créditos: cortar subsidios a las
empresas del Estado y entregar estas al sector privado; reducir enérgicamente el presupuesto nacional y despido
masivo de trabajadores; crear nuevos impuestos; subir
precios de derivados del petróleo; limitar salarios; y devaluar la moneda.
Argentina: El FMI sugirió un paquete de ahorros presupuestales que reducen a cero la aportación federal de las
provincias: disminuye la inversión pública industrial; restringe 30 por ciento los gastos de salud pública y deja sin
trabajo a 250,000 burócratas.
Jamaica: el premier Michael Manley dijo que el FMI
“trata de imponer su filosofía económica de libre empresa
a los Estados que desean obtener ayuda financiera”. Impone condiciones basadas principalmente en devaluación de
la moneda y aumento del desempleo. En nuestros países
esas medidas serían prácticamente desastrosas.
México: El gobierno mexicano aceptó las condiciones
del FMI sin hacer público el contenido de los acuerdos. Se
estableció la supervisión del Fondo a la política económica y monetaria de México. Afirma Colmenares Páramo
que el costo político y social de estas cartas es sumamente
oneroso para el Estado mexicano y las clases populares:
se limitaron salarios, se liberaron precios, se liquidaron
empresas públicas, disminuyó el gasto público y se creó la
alianza para la producción como un contrato social que
frenaba la lucha de los trabajadores y hacía recaer sobre
sus hombros los efectos de la crisis.
23 de octubre, 1978
76
Cuenta pública: apoyo al capital y
sacrificio obrero
Frente a la crisis que se agudizó en México hacia finales
de 1976, el gobierno de José López Portillo inició en 1977
una política económica de arranque, con apoyo e incentivos al capital y “sacrificio y esfuerzo de la clase trabajadora”.
Así lo afirma el secretario de Programación y Presupuesto, Ricardo García Sainz, —renunciado a mediados
de 1979— en la cuenta pública federal de 1977 que entregó en agosto a la Cámara de Diputados —autorizado para
hacerlo 60 días después de lo estipulado por la ley— y de
la que Proceso tiene una copia.
En un documento que algunos diputados han calificado
de “suicida” y con características de “una verdadera bomba”, el funcionario informa al Congreso de que aún hay
gastos sin comprobar, de que no existe todavía control
presupuestal, de que “no hay estrecha relación” entre el
dinero presupuestado y las metas de desarrollo deseadas.
Asimismo informa de partidas presupuestales antes ignoradas o escondidas: 38 millones de pesos para construir el
edificio del Congreso del Trabajo; 134 millones —estaba
presupuestado solamente uno— para el Fideicomiso de la
Confederación Nacional Campesina. Hubo en 1977, 154
77
por ciento más de inversiones adicionales. En fin, que se
gastó nuevamente más de lo programado.
García Sainz reitera en la introducción el propósito de la
política económica del gobierno de López Portillo: “administrar las más graves manifestaciones de la crisis”.
Esa estrategia llevaría, añade a renglón seguido, a “remover las restricciones que se oponían en corto plazo al
crecimiento dinámico de la producción y del empleo”.
Para acentuar la gravedad de la situación en 1976, García Sainz enumera los efectos que la crisis causó en la estructura económica del país, aunque al hacer un recuento
positivo de las consecuencias de la política económica lopezportillista en 1977 no hace ninguna referencia a esas
manifestaciones de la crisis. Para el secretario de Programación la economía mexicana presentaba este panorama
al finalizar el gobierno de Echeverría:
“Profundización de las tendencias concentradoras del
ingreso, debilidad de las finanzas públicas, acusado y creciente desequilibrio externo, recursos cada vez mayores al
endeudamiento frente al exterior, rigidez de un tipo de
cambio sobrevaluado, incapacidad del sector agropecuario
para abastecer plenamente las necesidades alimenticias
básicas, y marginalismo y desempleo en ascenso.”
Y apunta también en qué condiciones se inició el ejercicio del presupuesto de 1977:
“Después de una considerable sangría de capitales y en
medio de un proceso de desintermediación financiera, una
inflación en apariencia ingobernable, una retracción de la
inversión productiva, una disminución de la actividad económica, así como crecientes dudas por parte de la comunidad internacional acerca de la capacidad de nuestro país
para hacer frente a sus compromisos.”
78
¿Cómo enfrentó el nuevo gobierno esta crisis?
Dice García Sainz: “con la administración de las más
graves manifestaciones de la crisis” y “la alianza para la
producción, un nuevo proyecto (éste) basado en una gran
alianza de todos los mexicanos para producir, distribuir y
consumir conforme a nuestro propio modelo”.
Añade que en esa alianza “el fortalecimiento del derecho al trabajo constituye el eje crucial para lograr el acceso de todos los mexicanos a los niveles irrenunciables de
bienestar que demanda la justicia social”.
Explica el documento —que consta de 112 páginas—
cómo lograr todo lo anterior: una política monetaria y crediticia a favor “del capital”, en la que el gobierno dejaba
de percibir ingresos para delegar la recuperación económica en manos de la iniciativa privada y en la que la producción generaría por sí sola empleo y riqueza.
El texto dice la forma en que sucedió:
“Se aumentaron selectivamente las tasas de interés, a fin
de estimular la permanencia del ahorro en el sistema bancario, restar su tradicional volatilidad a los depósitos y
combatir el nocivo fenómeno de la dolarización.
“Paralelamente se racionalizó y redujo el encaje legal, a
fin de incrementar la capacidad de las instituciones crediticias para canalizar recursos a la actividad productiva. En
la misma dirección operó el aplazamiento del reembolso
de los apoyos que el Banco Central había otorgado a las
instituciones de crédito a finales de 1976.”
A los trabajadores correspondió, según García Sainz,
“sacrificio y esfuerzo”.
“Gracias (a este sacrificio y) a las citadas acciones de
política económica”, en el segundo semestre de 1977 empezó la recuperación de la economía y la reducción de las
tendencias inflacionarias.
79
Para fortalecer su tesis, el secretario de Programación
aporta cifras de algunos indicadores económicos de 1977
—ninguno de los que criticó a Echeverría—, aunque algunos datos del funcionario son distintos a las estadísticas de
la propia Secretaría de Programación y de organismos como la CEPAL que manejan números oficiales de los gobiernos.
—El producto interno bruto creció en 2.8 por ciento y
superó en 0.8 por ciento a la tasa de 1976.
—La inversión se redujo en 9 por ciento en términos
reales, debido al efecto combinado de la disminución de
14 por ciento de la inversión pública y de 5.5 por ciento
de la inversión privada. (La CEPAL señala que ésta se redujo en México en 1977 en más del 12 por ciento.) En
cambio el consumo privado se recuperó en 2.9 por ciento,
comparado con 1976.
—El índice de precios al consumidor creció en 20.7 por
ciento (aunque el boletín de la SPP dice que fue de 29.1
por ciento), 6.5 por ciento menos que en 1976. Los precios al mayoreo en la ciudad de México aumentaron 18.1
por ciento (según el boletín de la SPP fueron de 42 por
ciento), menor al 45.9 por ciento de 1976.
—La producción en el sector industrial se incrementó en
3.1 por ciento; el petróleo, 17; la electricidad, 8 (aunque
dice en la página 55 de la cuenta pública que “se sobreestimaron las ventas de energía eléctrica” y “no se alcanzarán las metas fijadas”); la producción agrícola, 4.
El documento no señala otros indicadores de la crisis
que los diputados manejarán en las discusiones públicas:
desempleo (7 millones); salario real (18 por ciento de pérdida de poder adquisitivo), consumo (los salarios estancados en 10 y 12 por ciento); comercio exterior (déficit menor por una economía estancada), concentración del ingreso, marginalismo.
80
Habla, en cambio, de proyectos y programas concretos
en áreas y sectores prioritarios, con “objetivos y metas definidas”, y con “asignación clara y precisa de responsabilidades, para facilitar la recuperación económica”.
Pero en la página 82 dice que no hay control ni “estrecha relación” entre los recursos presupuestales aplicados y
las metas deseadas. Agrega:
“Es oportuno mencionar que a la fecha no se cuenta con
una sólida infraestructura programática en el sector público y que aún se carece de los controles adecuados de los
avances físicos de los programas.”
En tres párrafos distintos se refiere García Sainz al “esfuerzo común” necesario para salir del bache económico:
“(Los indicadores muestran) que la economía ha retomado una trayectoria de recuperación, que las tendencias
inflacionarias están siendo abatidas y que hay que redoblar esfuerzos para estimular la inversión y orientar los
sectores productivos hacia la producción de alimentos y
energéticos, pilares básicos de la nueva estrategia de crecimiento.”
Dice también:
“El gobierno ha enfrentado los problemas de la actual
crisis económica en forma paulatina pero decidida, involucrando intensamente la participación de los sectores sociales, productivos y administrativos del país.” Y agrega:
Para facilitar la recuperación económica se persigue que
ésta obedezca a un esfuerzo nacional conjunto, expresado
en planes y programas concretos...”
En 108 páginas el secretario García Sainz aporta cuadros y explicaciones del manejo de la economía pública
en 1977. En muchos casos añade cuadros comparativos
con 1976 y en otros señala la imposibilidad de hacerlo por
la nueva estructura administrativa del gobierno federal.
81
En síntesis, las diferencias en gastos no aprobados y déficit tienen muy poca diferencia con los resultados de
1976.
El déficit financiero del sector público fue en 1977 de
128,876 millones de pesos, tan sólo 7 por ciento menos
que los 138,206 millones de 1976. El déficit financiero
del sector paraestatal fue en 1977 de 35,535 millones,
apenas 5.4 por ciento menos que 1976.
Otros datos sobre la economía pública en 1977 que revela el documento son los siguientes:
—Se gastaron 47,841 millones de pesos más de lo presupuestado.
—Hubo 41,747 millones de pesos de subsidios y aportaciones intergubernamentales.
—El gasto de la Presidencia de la República se sobrepasó en 253 millones de pesos, pues el Estado Mayor Presidencial adquirió dos aviones.
—En 1977 hubo 154 por ciento más inversiones adicionales que en 1976. La cifra se disparó de 19,816 millones
de pesos a 50,371 millones.
—En este rubro se consigna el siguiente dato: el costo
original presupuestado por el gobierno para la construcción del edificio del Congreso del Trabajo fue rebasado en
15.2 por ciento, pasando de 35 a 38 millones de pesos.
—En los cuadros se muestran gastos individuales que
por las prisas no se especifican y aparecen conjuntados
con otros similares bajo el siguiente rubro: “otros conceptos menores de 20 millones de pesos”.
—El Centro de Estudios Económicos y Sociales del
Tercer Mundo rebasó también el presupuesto original.
82
La Secretaría de Educación le entregó 69 millones de
pesos, 9 millones más de lo estipulado en principio.
—El Fideicomiso para la Confederación Nacional Campesina también tuvo partidas muy fuera de presupuesto.
Originalmente tenía un millón de pesos, pero la cuenta pública consigna que se le dieron 134 millones.
El Fideicomiso Las Truchas absorbió 254 por ciento
más del presupuesto original. Pasó de 928 millones de pesos a 3,287 millones.
Hay un rubro que disparó el presupuesto. “Apoyo a Financiera de Crédito Mercantil, S.A. y otras empresas”
captó 2,002 millones de pesos, 700 por ciento más de los
250 programados.
32,783 millones de pesos están consignados bajo el siguiente título: “Sector Público para canalizar recursos crediticios captados por el gobierno federal a diversas entidades paraestatales”.
Sin aprobación, la CFE destinó 183 millones de pesos
para el programa de desarrollo rural.
Un “fideicomiso para la construcción de carreteras denominado Gran Visión” gastó 40 millones de pesos en
1977.
En el renglón de transferencias a personas e instituciones del presupuesto gubernamental aparece un aumento
de 42.5 por ciento más de lo programado. El gasto original de 25,450 millones de pesos pasó a un gasto real de
36,273 millones de pesos.
En el renglón de las empresas paraestatales y de participación estatal los gastos totales de 1977 fueron 52.1 Por
ciento más que en 1976, al pasar de 274,000 a 417,000
millones de pesos. Los gastos del gobierno federal (excluyendo a las empresas anteriores) ascendieron a 354,700
millones de pesos, 30 por ciento mas que el año de 1976.
83
Las empresas que están sujetas a control presupuestal
tuvieron también un disparo en 1977 de 25 por ciento más
de lo programado como transferencias, al pasar del 19,729
millones de pesos aprobados a 24,713 millones.
Asimismo, el gasto total de los organismos y empresas
estatales se excedió en 52.1 por ciento a las cifras del
1976. Pasó de 274,235 millones de pesos a 417,207 millones.
18 de noviembre, 1978
84
Plan Global de Desarrollo 1980-1982:
un país crece como puede, no
como quiere
Incapacitado para modificar una estructura económica que
fomenta la desigualdad y confesadamente preso de un
aparato industrial que sigue pidiendo protección y estímulos, el Estado asumirá en los próximos tres años una política económica realista:
“Un país no realiza el crecimiento que quiere, sino el
que puede.”
En este contexto y entre optimismos y pesimismos, el
Plan Global de Desarrollo para 1980-1982 —tercera versión, ésta del tercer secretario de Programación y Presupuesto en tres años— señala los criterios y decisiones para
la etapa de “consolidación y crecimiento sostenido”.
En ese documento de 270 cuartillas, cuya copia obtuvo
Proceso, se presenta a un Estado con la suficiente capacidad económica como para condicionar las inversiones privada y extranjera, pero sin intenciones de proponer un
nuevo modelo de desarrollo que estimule la equidad y no
la desigualdad. El sistema será el mismo, sólo que menos
injusto. El optimismo por los indicadores de la recuperación se ve nublado por el pesimismo para los años posteriores a 1982: habrá pobreza, pero menos; habrá crisis en
85
el campo, pero menos; habrá desempleados, pero menos;
habrá analfabetos, pero menos; habrá inflación, pero menos. Habrá, en síntesis, crisis, pero menos.
Según el Plan, el Estado será sólo el gran regulador de
la economía. El propósito es disminuir desigualdades. En
él se habla de los grandes problemas nacionales y se exorcizan culpas. El próximo trienio será de grandes propósitos pero no de soluciones de fondo.
—El Estado invertirá sólo en el campo, los transportes y
el bienestar social.
—La inciativa privada cargará con la responsabilidad de
las grandes inversiones, dejándole al Estado la infraestructura.
—Los asalariados seguirán sosteniendo el peso de la recuperación, pues se “modulará” el crecimiento de la demanda de bienes y servicios y se apoyarán al aparato productivo para que crezca sano y fuerte.
—Se crearán en el trienio sólo 2.5 millones de empleos,
en medio de un desempleo y subempleo de más de nueve
millones de mexicanos.
—Las prioridades serán recuperar y superar “las tasas
históricas de crecimiento de décadas pasadas” (las del desarrollismo de Ortiz Mena), aunque siempre habrá preocupación por los rezagos y desigualdades sociales y económicas y “un compromiso moral con los marginados”.
—No habrá espectacularidades ni cambios en la estructura productiva. Sólo se modernizará.
—El ritmo de la inflación será superior a la meta original.
—Soslayando los indicadores sociales —desempleo, pobreza, desigualdad en el ingreso, concentración de la riqueza, migración, inflación—, el país se encuentra en plena consolidación económica.
—La estructura económica se encuentra en un círculo
vicioso: no genera empleo porque no hay demanda de bie86
nes y servicios, pero la demanda no crece porque presionaría y haría estallar el aparato productivo.
—“No se busca un crecimiento a cualquier costo, sino
uno cuyo ritmo no ponga en peligro su permanencia y
equidad”.
—El proyecto político del Estado busca lo siguiente: reafirmar y consolidar la viabilidad de México como nación
independiente; garantizar empleo y mínimos de bienestar
(prioridad a alimentación, educación, salud y vivienda);
alcanzar un crecimiento alto, sostenido y eficiente: y mejorar la distribución del ingreso entre las familias, los factores de la producción y las regiones geográficas.
Toda la estrategia del Estado para los próximos tres
años se encuentra resumida en el Plan Global de Desarrollo que con fecha 18 de septiembre de 1979 empezó a hacer circular entre el gabinete el secretario de Programación. Miguel de la Madrid. Dice:
“La pieza clave de la nueva estrategia es la orientación
de la misma hacia la generación de empleos permanentes
y adecuadamente remunerados, que permita mejorar la
distribución del ingreso, alcanzar el objetivo de mínimos
de bienestar y reorientar la demanda y la producción hacia
bienes social y nacionalmente necesarios.”
¿Cómo? Propiciando las inversiones de la iniciativa privada con medidas económicas y de protección para la
multiplicación de empleos. La fórmula para distribuir la
riqueza es sencilla: empleos mejor remunerados, protección al salario y abaratamiento de productos básicos.
Para empujar la recuperación, el Estado toma en consideración los siguientes aspectos: la inversión pública tendrá un “crecimiento elevado” y aspira a ser en promedio
de 13.4 por ciento en el trienio, contra el 9.1 por ciento
87
del periodo 1970-1978. La inversión privada fluctuará entre 13 y 14 por ciento contra el 4.3 por ciento del periodo
1970-1978.
Según lo consigna el Plan, el Estado asumirá su condición de conductor del desarrollo e indicará a la iniciativa
privada las áreas en qué invertir y actuar. Señala: “el futuro es promisorio para aquellos miembros del sector privado y social que respondan a los estímulos que se les ofrecen, con mejor organización, con mayor productividad y
con una política de reinversión hacia áreas prioritarias”.
No obstante esa declaración de fortaleza, el Estado se
reserva como áreas prioritarias de inversión solamente el
campo, los transportes y los servicios sociales, a los que
dedicará toda su capacidad económica. En el área industrial invertirá sólo en infraestructura.
Así, al campo dedicará en el trienio lo necesario para
que ese sector crezca en 23 por ciento: en transportes, en
19.6 y en sector social, en 16.2
La columna vertebral de la estrategia para los próximos
tres años será el gasto público. Serán revisados su volumen,
su estructura y su composición para adecuarlos a las prioridades del gobierno. Para 1980-1982 la meta será establecer
un crecimiento anual de 26 por ciento para el gasto total. El
gasto corriente (pagos a la burocracia) disminuirá y aumentará el gasto para inversiones públicas productivas.
Aunado a lo anterior, se revisarán tarifas y precios de
las empresas paraestatales para autorizar alzas a fin de que
esos organismos sean autosuficierites y que el gobierno no
eche mano de las transferencias de dinero para cubrir números rojos. Se buscará que sean sanas y eficientes. La
meta será que los ingresos de estas empresas crezcan a un
ritmo de 18.2 por ciento promedio anual.
La política económica será manejada para lograr los propósitos de la estrategia: consolidar la recuperación económica del país y sentar las bases para resolver las contradiccio88
nes sociales y económicas entre los mexicanos. El Plan considera los siguientes rubros y las metas” por alcanzar:
—Carga fiscal: Los impuestos no aumentarán, aunque
si habrá una reordenación de ellos y una ampliación en la
lista de causantes. Habrá una reforma fiscal que no implica aumento de impuestos. Se estima que durante 19801982 los impuestos totales crecerán a una tasa de 30.2 por
ciento. Gracias a los recursos petroleros, los impuestos de
exportación crecerán 67.7 por ciento, para alcanzar un ingreso de 379,000 millones de peso (alrededor de 16,900
millones de dólares) en los tres próximos años.
—Deuda pública: Continuarán los préstamos extranjeros.
“Se procurará que las metas de endeudamiento externo obtengan las divisas necesarias para financiar desequilibrios en
la cuenta corriente del gobierno. Además, los fondos extranjeros se destinarán a proyectos de mayor rentabilidad social y
alta prioridad. Según cifras oficiales, la deuda pública ascendió en 1978 a un billón de pesos (casi 45,000 millones de dólares). Alrededor de 26,500 millones de dólares de deuda externa y el resto interna. Seguirán los créditos con un tope de
3,000 millones de dólares anuales para financiamiento externo y de más de 7,000 millones de dólares de tope para créditos internos. Para sustituir esos préstamos, el gobierno incrementará en 125,000 millones de pesos la colocación de valores oficiales.
—Comercio Exterior: Este rubro prevé la entrada de México en el GATT. Este sector tiene como propósito “vincular
eficientemente la economía nacional con la internacional, racionalizar la protección y las importaciones: instrumentar
una estrategia internacional para el comercio exterior”. Para
1982 se prevé que la exportación de mercancías no petroleras sea de casi 7,000 millones de dólares. Las exportaciones
petroleras serán de 17,000 millones de dólares. Las importa89
ciones alcanzarán un valor de casi 25,000 millones de dólares. El déficit será de casi 4,000 millones de dólares.
—Empleo: La etapa del desarrollismo del pasado exhibió la siguiente experiencia: un aumento en el producto no
garantiza la absorción del “recurso más valioso y subutilizado con que cuenta el país: la fuerza laboral”. De 1970 a
1977 la población en posibilidad de trabajar creció 3.6 por
ciento anual y la tasa de empleo sólo alcanzó, en esos mismos años, el 2.9 por ciento. El subempleo creció en 4.2
por ciento y el desempleo en 15.8 Hoy el subempleo es
del 46.8 por ciento de la población económicamente activa y el desempleo abierto de 8 por ciento. La estrategia
para atender este problema será disminuir el crecimiento
de la población y aumentar la creación de fuentes de trabajo. Para el año 2000 se pretende “reducir a su tasa mínima el desempleo”. Para 1982 se busca crear 2.5 millones
de empleos, para una población desocupada o subocupada
de más de nueve millones de mexicanos, sin contar con
las nuevas demandas de trabajo de los próximos tres años.
—Salarios, precios y utilidades: Señala el Plan que el
propio Estado propició la alta concentración de la riqueza
y que su política de impulsar altas utilidades para buscar
reinversiones no dio resultado. Hoy las utilidades representan las dos terceras partes del ingreso y los salarios alcanzan sólo una tercera parte. No obstante decir que se
busca un equilibrio entre utilidades y salarios, la política
para los próximos tres años seguirá igual: contener la demanda con salarios controlados y promover la producción,
a fin de propiciar que los precios permanezcan estables.
Con esta política se busca que el Estado cumpla con el
imperativo de justicia y de distribución equitativa de la riqueza. Los precios seguirán siendo fijados por la oferta y
la demanda y lo atractivo de los precios deberá “estimular
la inversión, la producción y el empleo”.
90
El país que pinta el Plan Global de Desarrollo es el de la
pobreza en el campo y el desempleo y miseria en las ciudades. La concentración de la riqueza, dice, es alta. Según
los criterios del documento, se buscará atenuar y equilibrar esas diferencias. Aunque el campo, agrega, ha contribuido a consolidar la economía, una gran desigualdad caracteriza al sector rural.
Indica que el 78 por ciento de los predios no producen
lo suficiente ni siquiera para el autoconsumo y aporta sólo
el 15 por ciento del valor total de la producción. En cambio, el sector agrario comercial —13 por ciento del total
de predios— aporta tres cuartas partes de la producción
pero sólo da ocupación al 20 por ciento de campesinos y
únicamente en forma eventual a la mitad de ellos.
“Es en el campo, reconoce el Plan, donde se encuentra
el núcleo más amplio de la pobreza en México, lo que
afecta en forma lacerante a tres cuartas partes del total de
familias rurales.”
Grandes propósitos: mejorar el nivel de vida de la población rural (empleo y aumento de la productividad); lograr un equilibrio entre la autosuficiencia de alimentos y
el aumento en la productividad del sector; generar y retener un mayor excedente económico que permita la capitalización del campo; proteger, conservar e incrementar los
recursos naturales renovables.
Para ello se prevén las siguientes medidas: organización
de productores, mayor inversión pública, mejores precios,
mayores esfuerzos para aumentar producción y productividad, más eficiencia en el uso de insumos agrícolas, atención a la agricultura de temporal, apoyo a ejidos y pequeñas comunidades, seguridad jurídica en la tenencia de la
tierra, investigación y extensión agrícola, ejes agroindustriales-alimentarios, apoyo a agricultores.
Para este sector rezagado las metas son las siguientes:
crecimiento anual de 4.8 por ciento. El Plan considera que
91
por este crecimiento se mejorará la economía campesina.
La inversión pública para el campo crecerá 23 por ciento
anual hasta llegar al 21.1 por ciento de la inversión total.
El Plan considera que la industria también atraviesa por
problemas tan importantes como el campo. Señala que el
aparato industrial, promovido por el Estado en años anteriores, sufre crisis: se orienta exclusivamente hacia un
mercado interno estrecho, es incapaz e ineficiente para exportar, tiene una excesiva concentración urbano-industrial, da más importancia a los bienes de consumo.
“El aparato industrial”, agrega, se caracteriza también
“por la coexistencia de grandes empresas monopólicas
con una multitud de pequeñas empresas dipersas y poco
eslabonadas y una concentración del poder económico y
el ingreso en un número reducido de personas.”
Indica el Plan que la estrategia desarrollista del pasado,
que condujo a la actual situación, “se justificó en el tiempo en que el país construía las bases de una planta industrial”: hoy, la nación requiere una reorientación industrial
que se resume en los siguientes puntos: sectores prioritarios de inversión, zonas de industrialización preferentes.
Esta nueva industrialización busca “inducir a la economía a entrar en un proceso de crecimiento alto, sostenido
y equilibrado. El eje de esta política “está constituido por
el potencial financiero que brindan los excedentes derivados de la exportación de hidrocarburos”.
Se instrumentará una política selectiva de estímulos que
favorecerán la acumulación de capital, la creación de empleos, la generación y ahorro de divisas, el desarrollo regional y la eficiencia en la asignación de recursos.
Las metas buscadas son: crecimiento real anual del sector de 10.6 por ciento durante el trienio. Esto implica duplicar el aparato industrial en siete años. La industria de
bienes socialmente necesarios crecerá 8.0 por ciento durante ese periodo. La industria de bienes de capital crecerá
92
9.7 por ciento: la industria química, 9.8 el sector energético, 15.7; el petrolero y petroquímico, 17.6; el sector eléctrico, 10.7 y la minería, 6.8.
Para lograr lo anterior, el sector público efectuará trece
acciones: inversión pública para infraestructura física en
zonas y puertos industriales; ramas estratégicas; agroindustrias, bienes de capital e insumos compras del sector
público; fomento a través de estímulos y protección; cambio de permisos de importación por aranceles; estímulos
fiscales; apoyo a exportaciones; establecimiento de industrias en Coatzacoalcos, Lázaro Cárdenas, Tampico y Salina Cruz, así como en zonas fronterizas y en el corredor
del Bajío; apoyo a pequeña y mediana industria; fomento
a las maquiladoras: fondos de fínanciamiento: subsidios y
servicios estatales de ingeniería.
Reordenar la actividad de ese gran monstruo improductivo que es el comercio representa otra tarea para el Plan
Global. Dice en sus páginas que este sector participa de
alrededor de 30 por ciento en el producto interne bruto,
pero su actividad se caracteriza por una inadecuada distribución de los productos y por el predominio de la ineficiencia y la especulación.
Señala, asimismo, otras carencias falta de integración y
coordinación en todo el proceso, excesivo manejo físico
de los productos, falta de sistematización en el transporte,
deficiente capacitación, apoyo técnico y financiero, insuficiente espacio para almacenamiento, intermediación excesiva. “La participación del Estado, si bien ha tratado de
subsanar las deficiencias del aparato distributivo de productos básicos, es aún insuficiente y puede mejorar su
operación”.
El sistema de comercialización ha cambiado modos de
consumo y ha presionado al aparato productivo hacia productos no prioritarios o suntuarios y no al ramo de productos básicos. “En suma, el aparato distributivo no reúne
93
los elementos indispensables para proporcionar un abastecimiento ágil y adecuado de los satisfactores básicos a la
mayoría de la población”.
Se pretende en el trienio crear una estructura comercial
para el abasto popular, la producción de artículos básicos,
la eliminación de intermediario, y para elaborar patrones
de consumo ajustado a las necesidades del país. Aunque
contempla una mayor intervención del Estado en el comercio, la acción fundamental será del actual aparato comercial y su capacidad para modificarse.
Como aspecto central señálase lo siguiente: “revisar el
marco jurídico del sistema nacional de abastos para determinar los límites y la intensidad de la intervención reguladora del Estado, elaborar la definición política y económica de los subsidios al consumo, reforzar los mecanismos
de acción del estado en lo referente a sanciones y precisar
la participación de particulares en dicho sistema”.
Como meta se persigue que el sector comercio crezca en
7.7 por ciento en el periodo 1980-1982, por lo que su participación en el producto bajará a 26.6 por ciento. El eje
central será buscar mayor eficiencia. Las acciones para
ello serán jurídicas, de inversión, de infraestructura y centrales de abasto, transporte, productos alianza, comercialización rural, precios, modernización del comercio, sistemas de mercados, incorporación de zonas fronterizas,
compras del sector público y protección del consumidor.
Respecto a la participación de la iniciativa privada, el
Plan considera como concertada con la del Estado en busca de compromisos. “La expansión prevista y propiciada
por el Plan abre perspectivas inmejorables para su actividad creadora (de la IP)”.
“Con el sector privado se concertarán acciones que se
traduzcan en programas de fomento que especifiquen los
estímulos a cambio de los cuales las empresas se comprometan a lograr ciertas metas de producción, inversión, fi94
jación de precios, exportación e integración de componentes nacionales.”
Indica el plan que, además, “la participación y orientación de las acciones del sector privado se estimulará mediante la determinación de los requerimientos del sector
público, un esquema de prioridades sectoriales y regionales, una serie de metas congruentes y factibles, así como
la concertación de la estrategia y los instrumentos para alcanzarla”.
Respecto a la inversión extranjera, el Plan considera que
por la situación económica de México “habrá una oferta
creciente de capital extranjero. En este sentido, dice el
Plan, y aunado a las petrodivisas, México podrá “escoger
selectivamente” las inversiones extranjeras y las condicionará a efectuar aportaciones tecnológicas y a la actuación
como intermediaria para acceder a mercados extranjeros.
La inversión extranjera no se verá favorecida con estímulos fiscales.
Asimismo, la política de mexicanización buscará que la
gestión de la empresa quede efectivamente en manos de
mexicanos y no sólo se considere la mayoría de capital social nacional como el fin último de la regulación de la inversión extranjera. Las decisiones en esta materia, agrega
el Plan, se formarán con base en nuestras leyes, atendiendo en cada caso a la mayor utilidad nacional de las inversiones y se removerán impedimentos de orden administrativo que obstaculizan la operación fluida de las empresas
ya establecidas.
15 de octubre, 1979.
95
96
El país crecerá, pero no la igualdad
(Como apartado final, el Plan Global de Desarrollo ofrece
las perspectivas de México después de 1982. Señala como
introducción las dificultades de prever en medio de una
crisis internacional y señala también que hay incertidumbre en pronósticos a largo plazo. Indica que hay la tentación de hablar sólo de logros y no de carencias y problemas. Tras de anunciar un “esfuerzo de objetividad y equilibrio”, dice a continuación:)
“Creemos que, con base en la información disponible,
es válido afirmar que el país podrá crecer durante los próximos años a tasas superiores al 8 por ciento anual. Más
aún: creemos que será factible crear 2.5 millones de empleos durante ese periodo y que el nivel de vida de todos
los mexicanos y en particular el de los sectores mayoritarios, habrá mejorado. Pero también estamos convencidos
de que no es posible superar y solucionar, dadas su profundidad y gravedad, todos nuestros problemas ancestrales, que aún tendremos rezagos importantes de subempleo, que el servicio educativo aún será insuficiente, que
existirán marginados y comunidades carentes de los servicios indispensables como agua potable, alcantarillado y
salud. También, por qué no decirlo, que el sector agrope97
cuario no se habrá desarrollado y en la magnitud que demanda nuestra población y que su potencialidad permite.
“Pero lo importante, después de todo, es que estemos
convencidos de que se realizó el mayor esfuerzo que podría ser efectuado en este tiempo; esfuerzo continuo, inteligente y sensato, tomando en consideración las difíciles
circunstancias internas que tenía el país al inicio de la presente administración, así como los problemas internacionales que enfrentaremos en los próximos años.
“Lo importante, además, es que el desarrollo del país no
sea un juego pirotécnico que nos satisfaga durante tres
años; que nuestro desarrollo se logre sin medidas artificiales que harían crisis en pocos años más.
“Estamos convencidos que la nación entera, el sector
público, el social y el privado pondrán su mejor esfuerzo e
imaginación; lo mejor de sus voluntades y toda la buena
fe que los mexicanos aportamos a la solución de nuestros
problemas medulares, cuando la patria nos lo demanda.
“Esperamos que la mayoría de la ciudadanía opine de
manera semejante al término de la presente administración. Sin embargo, seguramente habrá opiniones divergentes. Ello es el producto y el resultado de una sociedad
plural y de un clima de libertad al cual este Plan y la economía en su conjunto procura servir, porque si algo ha
pretendido el presidente José López Portillo es reformar
integralmente al país; reformarlo en lo político, en lo administrativo y en lo económico. Silenciosamente se ha
realizado una reforma integral que sienta las bases de un
modelo de desarrollo que permitirá que México sea, día
con día, una nación más fuerte, más justa y más independiente.”
15 de octubre, 1979
98
Impugnan Labra y Aguilera las bases de
la política de recuperación
A principios de octubre de 1979, el presidente José López
Portillo asistió a una de las más severas y fundamentadas
críticas a su gobierno y acciones. Los presidentes saliente
y entrante del Colegio de Economistas, Armando Labra y
Manuel Aguilera Gómez, impugnaron los intentos encubiertos que realiza México para su ingreso en el GATT
(Acuerdo General de Aranceles Aduanaros y Comercio),
pidieron que se abrieran a la discusión pública estos tratos: demandaron el fin de la alianza entre la burguesía y el
Estado; señalaron que la aplicación del IVA (impuesto al
valor agregado) traería una escalada inflacionaria y denunciaron que persiste abriéndose el abismo entre los pobres cada vez más miserables y los ricos cada vez más pudientes.
Sin aplaudir, serio, López Portillo escuchó a dos oradores que participaron en la transferencia del mando en el
Colegio de Economistas.
Labra Manjarrez (exdiputado y actual director general
de Planeación de la Secretaría de Comercio), en su calidad
de presidente saliente, dijo:
“Sabemos que se continúa estudiando la adhesión de
México al GATT, y sabemos también, señor Presidente,
99
que hay corrientes que proponen insertarnos precipitadamente en ese organismo y comprometer la política económica del país. Sabemos que, sin el menor sustento jurídico, se pretende que firmemos el Acuerdo, suponiendo que
sus términos serán aplicados bajo un enfoque interpretado
unilateralmente por los mexicanos.
“Sabemos, señor Presidente, que en estos días están
siendo oficializados en Ginebra, un Informe de Grupo de
Trabajo y un Protocolo de Adhesión y también, que de firmar antes del 15 de octubre las negociaciones arancelarias
derivadas de la Ronda de Tokio, habremos pagado el llamado ‘boleto de admisión’ al GATT que, si bien incluye
concesiones arancelarias reducidas, no considera el costo
político, social y económico que pagaremos los mexicanos por nuestra subordinación al expansionismo norteamericano. No hay todavía, ni puede haber, quien encuentre ventajas en tal despropósito.”
Por su parte Aguilera Gómez (quien además es director
general del Inmecafé), en su calidad de presidente, dijo:
“A esta preocupación obedece la posición pública de los
economistas respecto al GATT. Movidos por la misma
sincera preocupación es que ahora, señor Presidente respetuosamente manifestamos nuestro interés por conocer el
Informe del Grupo de Trabajo y el Protocolo de Adhesión
que en estos días se está oficializando, a fin de profundizar en el análisis de sus posibles efectos en la producción,
la inversión, el empleo y las relaciones económicas internacionales.”
Después de descubrir que el actual régimen se encuentra
a punto de hacer ingresar subrepticiamente a México en el
GATT, ambos economistas advierten que de realizarse esta acción automáticamente se comprometería el plan nacional independiente y democrático que buscan grandes
sectores de la población y el país quedaría en su calidad
de “exportadores de energéticos y hortalizas e importado100
res de alimentos básicos, en detrimento de nuestra soberanía y capacidad de desarrollo independiente”.
Labra Manjarrez apuntó la necesidad de que se busque
un camino de desarrollo democrático, popular e independiente “basado en Estado fuerte y crecientemente representativo porque se apoye y sirva a la clase trabajadora
como propósito ideológico y político dominante”.
Al respecto. Aguilera Gómez advirtió que México sigue
siendo objeto de presiones externas e internas a las cuales
se debe responder “con una nación unida, unificada en sus
propósitos e ideales, fortalecida en su interior, en su economía, en la confianza de su destino”.
Indicó que para lograr esto era necesario tomar conciencia de la dimensión del país que tenemos: “Un país de tales magnitudes demanda renovar su contrato social; debe
reformar las estructuras, las prácticas, sistemas, instrumentos de política e instituciones de corte parroquial que
aún prevalecen en la vida de la nación”. Señaló a López
Portillo que los economistas “no podemos mantenernos
indiferentes ante la presencia de millones de compatriotas
que se debaten en una miseria sin horizontes, ante ese México del silencio”.
Labra criticó el hecho de que la política de recuperación
económica descanse en el impulso del sector energético y
en el repunte de algunas actividades industriales relacionadas con el crecimiento inflacionario del ingreso de grupos privilegiados, sin que colateralmente exista un mayor
abasto de productos de consumo popular, alimentos y salario. Señaló que la base popular de la legitimidad del Estado —“que es su principal sostén”—. decrece con la contracción del salario real, el desempleo y la marginación
económica y política de las mayorías. Para modificar esta
situación Labra demandó la supresión de la alianza política y económica entre la burguesía y el Estado.
101
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IV. EL CONEJO ENVÍA UN PEPITO
“¡Pepito! ¡Ven acá! el amo dice que
tienes que bajar por la chimenea...”
En diciembre de 1976 la sucesión presidencial se inscribía
en una crisis política que tenía su origen en la crisis económica más profunda que se recordara desde los tiempos
de la prosperidad estabilizadora. Según las crónicas de
ese aciago año de los setenta, un mensaje gubernamental
apaciguó los ánimos: al tomar posesión como Presidente
de la República, José López Portillo perfiló los programas
que sacarían al país de los problemas y lo inscribirían en
1982, nuevamente, en el camino de la prosperidad. Pero
las primeras decisiones colocaron al país, en realidad, en
la ruta del genocidio económico, con el Fondo Monetario Internacional como cabeza de tripulación. La Alianza
para la Producción fue el pivote que movió los hilos y resultó, al final de cuentas, una versión nacionalista y de
unidad nacional del “contrato social” que el FMI había
impuesto en Inglaterra para doblegar el orgullo inglés: todo el poder para el sector privado, aunque la situación histórica de Gran Bretaña hablara de péndulos de laboristas y
de conservadores. En México, el discurso político de los
años 1976-1980 proponía lo que las medidas económicas
sepultaban con su efectividad: el mensaje de diciembre de
1976 hablaba de independencia y reactivación económica,
103
pero el país empezaba a asimilar épocas de recesión, crisis, endeudamiento, inflación. Hubo, no obstante, algunos
escapes de la presión social: la reforma política amplió los
cauces de participación, pero los circunscribió al Parlamento. Las decisiones de política económica seguirían
siendo a la manera tradicional: submecatum, con enormes cortinas de humo. En su informe de 1978, el Presidente definió los marcos de la dependencia nacional: la
economía de mercado sería inamovible; la propiedad privada, intocable; la libertad cambiaría, sostenible por sobre
todas las cosas. Fuera de ahí, casi todo, aunque la crisis
continuara y se ahondara en su estructura. La superestructura política y retórica tendría que modificarse para resistir. El desajuste podría apuntalarse para soportar al sistema algunos años más. Esto último era lo más importante.
104
El compromiso de JLP fue de reactivación
económica e independencia, no de
recesión, endeudamiento y crisis
En medio de la incertidumbre, el presidente José López
Portillo devolvió el lo. de diciembre de 1976 la tranquilidad requerida, combinando hábilmente sus razonamientos
de unidad nacional con una retórica orientada a probar
que el valor de la economía no depende de las variantes
cotidianas de la tasa de cambio peso-dólar.
Presionado por las mayorías que resultaban seriamente
afectadas por la crisis y avanzaban a la depauperación y
por un sector privado que perdía iniciativa ante el sector
público, López Portillo se comprometió a apoyarse en las
causas populares y planteó el compromiso igualitario de
gobierno y empresarios para sacar al país de lo que llamó
“bache económico”.
Tras de protestar “lealtad y patriotismo, servir al bien y
a la prosperidad de la unión, al desarrollo democrático,
popular e independiente”, el nuevo presidente enumeró
los compromisos de su administración: —Seguiremos
siendo los mexicanos quienes nos planteemos nuestros
problemas y los resolvamos con nuestros propios recursos
e instituciones, para mantener nuestra independencia política y económica. Así entendemos Nuestro nacionalismo.
105
—Será responsabilidad del gobierno... procurar (la reactivación económica) sin socavar las bases actuales que garantizan derechos a los trabajadores y expectativas legítimas a los empresarios.
—Todo el país debe organizarse para producir, distribuir y consumir conforme a nuestro propio modelo... Esto
constituye la alianza popular, nacional y democrática para
la producción, que implica ofrecer a todos alternativas
viables que permitan conciliar los objetivos nacionales de
desarrollo y justicia social, con las demandas específicas
de los diversos factores de la economía.
—No estamos unidos para que unos pisen y se encaramen sobre otros, ni para facilitar la explotación y el abuso,
ni para que unos pocos se salven y muchos se hundan;
acordamos la unión para superar con su fuerza los riesgos
de la vida, conservamos, perpetuarnos, perfeccionarnos.
Al referirse a los efectos de la crisis, dijo:
—La sociedad no cumplirá sus propósitos si no se organiza para dar empleo a todas las capacidades y capacitar
todas las posibilidades para su empleo.
—El desempleo y los enfrentamientos que ello traería
aparejado debilitarían nuestra democracia y enfrentaríamos el riesgo de emplear fuerza en vez de razón; imposición en vez de solidaridad. Vencer y no convencer. Dominar en lugar de servir.
—Ahora más que nunca tenemos que pensar no sólo en
lo que nos cuesta hacer las cosas, sino en lo que nos cuesta no hacerlo. Tal es el desafio que enfrentamos.
Entre las medidas que anunció en diciembre pasado,
destacaban:
—En política fiscal debemos aspirar al equilibrio que
evite la falta de inversión o de reinversión y contribuya al
proceso distributivo del ingreso y a la generación de empleos.
106
—Las reglas tributarias no deben apoyarse en el fácil
expediente de aumentar tasas, sino en la globalización y
manejo de la idea de ingreso para que aporten más quienes más tienen.
—Toca a la política de utilidades, precios, salarios y fisco, evitar el deterioro en la distribución del ingreso y controlar las presiones inflacionarias.
—Delegar esta función en la restricción monetaria y
crediticia no resuelve por sí sola el problema. Da origen a
la secuencia freno y aceleración de la actividad económica
que inhibe el crecimiento, genera desempleo y sólo aplaza
la solución a fondo.
—La importancia de la política propuesta radica no tanto en el control específico de los precios, cuanto en lograr
un acuerdo equilibrado sobre utilidades y salarios.
—En cuanto a los salarios, deberán moverse en función
del costo de la vida y de un código de incentivos.
—Habremos de apoyarnos siempre en la ley, modificándola cuando sea necesario; en la administración, rectificándola cuando sea conveniente; y en la programación,
conforme a presupuestos.
Ante este panorama que nada tenía que ver con estancamiento, contracción o recesión de la actividad económica,
los sectores productivos externaron su confianza y apoyo
como repercusión inmediata del discurso de toma de posesión de López Portillo. Esta conducta se reflejó en el paro
del flujo de capitales al exterior, en el compromiso de inversiones del sector privado y en la decisión unánime de
restañar la deteriorada unidad nacional.
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Nos salvamos todos o no se salva nadie:
Gastón García Cantú y la reforma política
Gastón García Cantú lanza sus opiniones implacables, sin
concesiones: “la reforma política fue planteada por Madero en su libro La sucesión presidencial, publicado en
1909. En él escribió una brillante página de cómo la democracia era inexistente sin partidos políticos”.
Sus frases se construyen con palabras unidas entre sí por
una dialéctica precisa:
“El que el Partido Comunista o el Partido Mexicano de
los Trabajadores tuvieran diputados y senadores sería un
gran avance para el país. El fenómeno de incorporación de
partidos políticos de todas las ideologías se está contemplando en España y España sale de la era de Franco. Nosotros estamos saliendo de la revolución y todavía no logramos eso; estamos aún en el texto de Madero.”
García Cantú, autor de varios libros de historia documental y analizada, ha golpeado duramente la estructura
de las decisiones gubernamentales con sus críticas que
desmantelan y desacralizan. Desde las páginas del antiguo
Excélsior —todos los viernes— y hoy desde Proceso ha
analizado la realidad nacional.
—¿Qué representa la historia para la reinterpretación y
explicación de hechos actuales?
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—Es la única posibilidad de comprobar ciertas teorías
políticas y ciertos hechos. La historia es la memoria política y la memoria social de un país. Sin estas memorias,
no es posible entender la realidad.
Para García Cantú la historia de México es una sola,
unida por hilos conductores muy especiales. Desde las luchas de independencia, pasando por la Reforma y llegando a la Revolución. Este último fenómeno social, afirma,
tiene que ver con la actualidad nacional, con todos los actos que suceden en el país.
—¿Cómo puede explicarse el trayecto de la Revolución
Mexicana a través de los presidentes de la República que
se han adjudicado la propiedad de ella y que representan
posiciones económicas e ideológicas tan disímbolas: Cárdenas y Alemán, Díaz Ordaz y Echeverría, desarrollo estabilizador y desarrollo compartido; tercermundismo y
“objetividad en política exterior”?
Aspira hondo para decir la respuesta de un jalón. Parece
que sonríe con la mirada —que trasluce energía, dinamismo—. Contesta para aclarar, en síntesis, que Revolución y
gobierno no forman una unidad y no siempre coinciden:
“Hay que considerar dos cosas. Los programas de gobierno o definiciones de programas generales de política social
no corresponden a la Revolución Mexicana. Podríamos decir
que son manifestaciones gubernamentales sexenales, pero no
estrictamente de la Revolución Mexicana. Muchas veces no
son ni siquiera correlativos a la Constitución del país, o a lo
que la Constitución previene como norma, o a lo que una interpretación del espíritu de ciertos artículos pueda hacerse
como una política de mayor alcance para el país.
“Me refiero concretamente al 27 Constitucional. Todo el
programa agrario y el programa de nacionalizaciones de
Cárdenas están basados en ese artículo. ¿Cómo nos explicamos, desde este punto de vista, la contrarrevolución en
la aplicación de la ley, no en sus contradicciones sociales
110
e históricas sino en la norma simplemente? Pues no aplicando la norma o no dándole a su aplicación un espíritu
revolucionario.
“Por ejemplo: con Ávila Camacho se van clausurando
los internados indígenas, se detiene la reforma agraria. Esto es indudable, todos lo sabemos. Se cambia la redacción
del artículo 3o. No se abandona el Plan Sexenal, pero el
de Cárdenas es completamente distinto al que lanza Ávila
Camacho”.
Más adelante concreta:
“Creo que la Revolución Mexicana se ha desacreditado
no por lo que no ha cumplido sino porque se ha convertido en un lema electoral. La Revolución es una convocatoria a la lucha general del país, para proponerle metas a alcanzar, pero no puede ser un lema electoral. Como es un
error, y lo fue y gravísimo de un presidente de la República, proponer a la Constitución como programa político. La
Constitución es un deber que unos tienen que cumplir y
otros hacer cumplir, pero no puede ser un programa político. Esto es simple y llanamente un acto demagógico”.
El otro aspecto que señala García Cantú es el de los partidos políticos, que lo relaciona directamente a la no aplicación de la Constitución o a la aplicación no con sentido
revolucionario. “Mucho tiene que ver la ausencia de los
partidos políticos con el hecho de que se maneje la Revolución Mexicana como un lema político sexenal. Los partidos políticos son los críticos de los actos de gobierno,
son los que encauzan y manifiestan las corrientes que el
pueblo no sabe cómo expresar”.
Agrega “estamos —y ésta es realmente una de las más
graves deficiencias nacionales— todavía en 1978 en la
etapa de plantearnos la necesidad de que las minorías o de
que las mayorías se expresen a través de los partidos. Un
país sin partidos es un país sin decisiones; un país sin partidos carece de opiniones”.
111
—Con la participación de partidos políticos de otras
ideologías en los procesos políticos, ¿en qué fase entra la
Revolución Mexicana?
—La Revolución, para realizar algunos de los postulados de la Constitución, necesita que los partidos políticos
difundan el mayor número de los problemas o la verdadera cara de los problemas y los medios para resolverlos.
“Lo necesario, lo absolutamente indispensable, es que el
pueblo mexicano, nuestro pueblo, avance, progrese, mejore y sea realmente el que ejerza su soberanía en el destino
del país. Políticamente esto se logra a través de los sindicatos, de las ligas campesinas y de los partidos.”
—¿ En qué ayudaría la participación por ejemplo, del
PCM o del PMT en el Congreso?
—En la discusión de las leyes. Habría voces discordantes que señalarían ciertos riesgos que otra gente, que no
representa a la clase obrera, o no la representa en sus peticiones o demandas más radicales, no advierten.
García Cantú puntualiza que efectivamente México puede encontrarse con la Reforma Política ante una gran
oportunidad para un cambio social fundamental de su vida
socioeconómica. Pero advierte asimismo los peligros del
radicalismo verbalista que adquiere las características de
insensatez, que, a fin de cuentas, tienda a presentar para
México una única opción de lucha armada que, en las
condiciones actuales, significaría la abolición de todas las
conquistas sociales y políticas que ha logrado el país de
1910 a la fecha.
Apunta: “Curiosamente, los partidos comunistas y socialistas de Europa han forjado desde mucho tiempo atrás,
y ahora lo reconocen en mayor medida, las probabilidades
de luchas políticas para la transformación de sus sociedades. ¿ Cómo es posible que lo radical en Europa pueda ser
reaccionario en América, siendo los mismos términos?
Por una sola causa: porque lo que teórica y prácticamente
112
se reconoce como una conquista política para establecerla
en algún país de Latinoamérica, México por ejemplo, se le
desacredita para que no se realice”.
García Cantú no es pesimista. Cree en las mejores tradiciones de la Revolución Mexicana y cree también en el
potencial revolucionario del pueblo mexicano:
“Yo confio, como cualquier otra persona que haya leído
nuestra historia, en que el pueblo mexicano nunca propondrá cosas retrógradas ni lucha por cuestiones conservadoras. Hemos, por el contrario, dejado constancia de incesante progreso. Los programas populares son realmente
muy avanzados, de 1810 a la fecha.”
—¿Existen dos revoluciones: la de 1910 y la actual?
—Los términos han variado. La Revolución de 1910
con respecto del año que vivimos, contiene muchas cosas
realizadas y otras por realizar. Puede decirse que las no
realizadas pueden constituirse en una meta política a cumplirse en el futuro inmediato.
Arremete:
“Generalmente los críticos, los teóricos y los historiadores de la Revolución Mexicana, insisten en el carácter
agrario para que el fenómeno sea circunscrito exactamente a lo interno del país. Si la Revolución Agraria no ha llegado a sus términos es por la corrupción de sus funcionarios.”
Asimismo, explica, que otro horizonte de la Revolución
tiene que ver en el cumplimiento o no de sus postulados
su antimperialismo. La alianza de países imperialistas,
fundamentalmente el norteamericano, agrede a la Revolución Mexicana por su Constitución y principalmente su
artículo 27.
Se pregunta: ¿cómo, en el momento que concluye la I
Guerra y los Estados Unidos se levantan como la primera
potencia capitalista del mundo contemporáneo, un pequeño país limítrofe del imperialismo norteamericano, con
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grandes problemas agrarios, limitaciones técnicas, población mayoritariamente ignorante y analfabeta, monolingüe
en millones de hombres, tiene una norma que establece limitaciones a la propiedad privada que otorga el derecho a
modificarla y declara como propiedad de la nación lo que
antes era propiedad particular?
“Estamos apenas luchando por una expresión democrática en Latinoamérica. El problema no es el socialismo. Y
si lo fuera, como lo planteó Allende, fue un socialismo
con los límites de una lucha política y no los fines de una
lucha armada.”
Precisa:
“Esta Revolución, peyorativamente calificada de democrático-burguesa, fue una revolución profundamente antimperialista —y con desventajas geográficas por limitar
con los EU—, dentro del corazón mismo del régimen de
hegemonía capitalista. El artículo 27 fue un desafio al sistema capitalista mundial. Lo es todavía. Se repite en 1938.
Es el artículo más importante de la Constitución, sin duda
alguna.”
Para ubicar su análisis, García Cantú señala que la Revolución Mexicana fue la primera revolución social del siglo XX. “Pero el que sea la primera no quiere decir que
haya sido la mejor o la más avanzada. Creo que es más legítimo ver a la Revolución Mexicana desde el punto de
vista del pasado que modifica, que ella cambió la situación del personaje porfirista”.
Establece, en estos términos, la comparación de la Revolución Mexicana con la Revolución Rusa. “Las condiciones nacionales de Rusia hicieron posible, con la dirección del Partido Bolchevique, transformar ese país, cambiar la propiedad de los medios de producción y establecer el primer Estado socialista. Pero las condiciones de la
Revolución Mexicana fueron distintas completamente,
porque lo que ocurrió en México fue fundamentalmente
114
una revolución campesina que tendió a destruir el régimen
de explotación esclavista: el peonaje”.
Subraya: “con frecuencia se olvida que en el tomo I de
El Capital Marx se refirió dos o tres veces a las características del peonaje mexicano. Marx mismo incurrió en un
error al admitir que Juárez y la Revolución de Reforma —
que Marx admira en unas cuantas líneas— había destruido
el peonaje. La Revolución de Juárez tocó los cimientos
del peonaje, pero no pudo abolirlo. En este sentido la Revolución de 1910 continúa las dos grandes etapas: la Insurgencia y la Reforma”.
Indica que la culminación del movimiento armado se da
en 1917 con la promulgación de la Constitución. “El radicalismo de los artículos 3, 27, 115, 123 y 130 es la gran
argumentación de las clases populares triunfantes, impuesta a las clases vencidas. ¿Es esto aún un arma en manos de la nación? Sí lo es. Son normas aprobadas y vigentes”.
A pesar de todo, dice, “hemos avanzado en nuestro propósito histórico. Si el país no es lo que quisieron sus mejores generaciones que lucharon por ello, tampoco somos
un pueblo degradado. Basta una comparación: los campesinos de Hidalgo (1810) no son los mismos campesinos
del estado de Hidalgo de hoy”.
—¿No podría decirse que las decisiones adoptadas han
sido en menor proporción a las necesidades y que se han
adoptado para evitar males mayores, mas estallidos de
violencia ?
—Si admitimos que es un acto contrarrevolucionario
evitar la violencia su pregunta es correcta. Pero impedir la
violencia no es un acto contrarrevolucionario. En todos
los textos clásicos de política se contempla la violencia
como un mal inevitable y la política es siempre la práctica
para resolver los problemas sin llegar a la violencia. Recordemos, por ejemplo, el caso de la Revolución Mexica115
na. Madero hace un gran movimiento político y trata política y socialmente de resolver los problemas. Sólo cuando
las elecciones son desconocidas por los poderes públicos,
y Madero es apresado, viene la convocatoria a la lucha armada.”
Para reforzar su tesis, García Cantú cita a Trotsky cuando un gobierno es incapaz de resolver las contradicciones
fundamentales, ha pasado a la historia y debe ser sustituido por uno nuevo. “Exactamente esa situación se da en
nuestro país de 1906 a 1911.
“En 1906 Rafael de Zayas Enríquez le presenta a Porfirio Díaz un informe sobre la situación del país; fue un dictamen casi premonitorio de la Revolución y una interpretación muy sagaz de un estado revolucionario previo. Le
dice Zayas a Díaz, que si el problema campesino no se resuelve, si se unen las clases de la ciudad con las rurales y
al problema campesino se asocia al obrero, habría una revolución que nadie podría contener. Casi le estaba advirtiendo a Porfirio Díaz lo que sucedería en 1911”.
—¿Qué le propone Zayas Enríquez?
—Ante un hecho inevitable, que él encabece la revolución. Idea por demás, palaciega, que se repite en todos los
países: el jefe del Estado es el único que puede resolver
todas las contradicciones sociales, por su voluntad bajo su
mando. Era absolutamente imposible de realizar esta proposición, pero Zayas Enríquez no estaba desencaminado
en cuanto al examen de los problemas.
“La Revolución Mexicana empieza de hecho en 1906,
con las grandes huelgas obreras. Los problemas fundamentales del país se examinan en ese año. No olvidemos
que 1906 es el año en que Molina Enríquez publica Los
grandes problemas nacionales, en que Zayas Enríquez hace la revisión de la Reforma en torno de la vida de Juárez.
En 1906 se celebra el Congreso Espiritista en la ciudad
de México participando algunos de los más conocidos in116
telectuales de entonces; congreso en el cual Madero presenta una interpretación política del espiritismo: la lucha
entre el poder ejercido para el mal y el poder ejercido para
el bien, como términos en que se debatía el país. 1906 es
también el año en que Carranza hace sus armas contra el
gobernador Galán y Madero además empieza a formar los
clubes antirreleccionistas en su Estado”.
La Revolución empezó armada y culminó con la Constitución de 1917. “¿Hemos cumplido con los ideales democráticos de Madero? No. ¿Hemos cumplido con los ideales de justicia social en forma satisfactoria al menos para
el mayor número de mexicanos? No”.
Concluye:
“En todo país, si hay una injusticia aplicada a un solo
hombre, es un régimen injusto, en términos estrictamente
ideales. En los términos de una democracia, si hay un solo
miserable, ese régimen no ha alcanzado sus propósitos.
Históricamente, o nos salvamos todos o no se salva ninguno”.
28 de noviembre, 1977
117
118
“Cuando los gobernantes lleguen a la necesidad de
recurrir a esas maniobras electorales, será porque se
ha iniciado la lucha democrática, y con tal que no se
recurra a medios violentos, la democracia no tiene
nada que temer.
El pueblo ignorante no tomará una parte directa
en determinar quienes han de ser los candidatos
para los puestos públicos; pero indirectamente favorecerá a las personas de quienes reciba mayores
beneficios, y cada partido atraerá a sus filas una
parte proporcional de pueblo, según los elementos
intelectuales con que cuente.
Aun en países muy ilustrados no es el pueblo bajo
el que determina quiénes deben llevar las riendas del
gobierno.
Generalmente los pueblos democráticos son dirigidos por los jefes de partido, que se reducen a un pequeño número de intelectuales.
Estos están constantemente pulsando la opinión
pública, a fin de adoptar en su programa lo más
adecuado para satisfacer las aspiraciones de la mayoría, resultando de esto la constante evolución de
los partidos.
...será preferible observar la ley electoral por mala
que sea, a seguir con el actual régimen, que no obedece a ninguna ley ni buena ni mala “.
Francisco I. Madero
119
120
El segundo Informe, en 1978, definió
los marcos de la dependencia:
Heberto Castillo
El presidente del Partido Mexicano de los Trabajadores,
Heberto Castillo, dice a Proceso que el segundo informe
de gobierno propuso la cancelación de “nuestro futuro como nación independiente” y definió los marcos estructurales de la dependencia.
Aceptar, agrega, como inamovibles la economía de mercado, la propiedad privada y la libertad cambiaria es conducir al país a “su tumba histórica” y condenarlo “a tener
un futuro como Puerto Rico, asociado a los Estados Unidos”.
De 1940 a 1978 los gobiernos del país han ido anulando
la Revolución Mexicana “paso a paso” y la economía ha
caído en manos del capital extranjero: primero fue la industria, después el comercio, enseguida el turismo y ahora
el campo.
Castillo comentó ampliamente el segundo informe de
gobierno del presidente José López Portillo, rendido en la
cámara de Diputados. Tuvo, para el contenido del documento, reconocimiento fundamentalmente por la Ley de
Amnistía —“aunque limitada”— y a la aceptación gubernamental de que las manifestaciones públicas deben hacerse libremente.
121
“Contra la proposición presidencial del enclaustramiento histórico en los marcos de la dependencia”, agregó el
líder político, “debemos ejercer la soberanía y contraponer
la apropiación de los medios de producción”.
Señala que las actividades políticas para enfrentar esas
proposiciones oficiales se enfrentan a obstáculos muy difíciles de superar porque responden a los intereses del gobierno: la reforma política “es engañosa y limitada” y los
trabajadores se encuentran acorralados y atados al charrismo que impide su organización independiente.
“Así, el país no tiene quién lo defienda”, puntualiza.
“Pero nosotros llamamos a retomar los planteamientos
de la Revolución Mexicana hasta 1940, con la histórica
gestión del general Cárdenas, a través de la organización
política, para que desaparezcan esas tres condicionantes
que el Presidente mencionó en su informe.
“La historia y la geografía no nos obligan a estancarnos
en la economía de mercado, la propiedad privada y el libre cambio”, indica.
Castillo dice que la revolución destruyó el derecho de los
terratenientes a acaparar la tierra para hacerla producir y propuso el derecho de las mayorías a poder aspirar a la tierra.
Hoy, especifica, se nos ponen tres límites que acentuarán nuestra dependencia de los Estados Unidos, “aunque
se nos diga que dentro de ese ámbito podamos movernos
libremente”.
Heberto Castillo recibió con optimismo limitado el
anuncio de una ley de amnistía. “Es restringida sólo a los
que no han cometido hechos de sangre”.
“Qué bueno que el Presidente no se dejó provocar por el
vil asesinato de Hugo Margáin Charles, pero olvida que
para evitar que se repitan esos hechos y otros asaltos que
122
originan muertes, se empieza por casa: las denuncias de
familiares de presos y perseguidos políticos coinciden en
que la policía practica un terrorismo sistemático”, expresa
y agrega:
“En los últimos 15 días se han denunciado torturas, secuestros, robos y asesinatos cometidos por las policías judicial federal, federal de seguridad, judicial estatal y el
ejército en Veracruz, Hidalgo, Oaxaca y Guerrero.”
Apunta también: “si es condenable el terrorismo ejercido por grupos inconformes con el sistema, más condenable es el terrorismo ejercido por las autoridades que disponen de todos los medios para detener, investigar y juzgar a
presuntos delincuentes. Eludió López Portillo hablar de la
violencia que se practica contra campesinos”.
Castillo declara que el Presidente “defraudó la esperanza
nacional” al dejar intocable el amparo agrario. “Como se le
desinfló la campaña espectacular sobre latifundios afectados,
se habló de reglamentar el amparo agrario”, dice.
Advierte: “pero fue otro parto de los montes. Se les va a
exigir a los solicitantes de amparo una contrafianza que
representa una proposición contrarrevolucionaria que va a
enterrar a la reforma agraria. Quienes pueden pagar esa
contrafianza serán los latifundistas más ricos, pues los pequeños propietarios no tienen tanto poder económico”.
—¿Superó el país la crisis de producción en el campo?
—Como dijo el Presidente, la balanza comercial agrícola fue superavitaria excluyendo el servicio de la deuda.
Pero superficialmente, porque en el fondo se dan solamente registros contables. El 98 por ciento de la producción de hortalizas para exportación está en manos de trasnacionales y por tanto el producto de las exportaciones se
queda siempre en bancos de Texas.
123
Añade:
“No hubo en el informe ningún plan concreto. Seguimos
siendo, también en el campo, un país sin proyectos, pero
con buenas intenciones que, sin embargo, no resuelven
ningún problema.”
—El criterio gubernamental rechaza la fórmula de petróleo por alimentos...
—Sí, pero eso es una falacia —responde el líder del
PMT—. Estamos cambiando petróleo por alimentos. Según cifras oficiales, se compraron 8,000 millones de pesos
de maíz y leche y 38,000 millones de otros alimentos. ¿De
dónde salió el dinero? Del petróleo.
Frente a los altos ingresos por venta de petróleo, dice
Castillo, y ante la declaración presidencial de que casi se
superó la crisis, se ubica una deuda pública que representa
el 65 por ciento del producto nacional bruto, un déficit comercial que creció 100 por ciento en 10 meses de 1978,
un desempleo que afecta a siete millones de trabajadores y
que requiere de dos billones de pesos; un gasoducto que
está costando tres veces más de lo programado; una corrupción que involucra a un secretario de Estado —Antonio Toledo Corro— y al director de una descentralizada
—Jorge Díaz Serrano—.
¿Qué va a pasar?, se pregunta. Responde:
“Difícilmente en dos años vamos a entrar en el ritmo
consolidado de crecimiento económico y más difícilmente
aún vamos a lograr en cuatro un crecimiento acelerado.”
A esto se auna, apunta, la persistente política de subsidios indiscriminados a la iniciativa privada. Recuerda que
el presidente López Portillo anunció que habrá 30 por
ciento de descuento en combustóleo, gas y petroquímica a
quienes se instalen en varios estados de la República.
—¿Y la tregua que pidió el presidente hace dos años?
124
—Efectivamente ya lleva dos años, pero no dijo si se
terminaba o continuaba. Yo más bien creo que todo lo
contrario.
Asimismo, indica, no se trataron los grandes problemas
nacionales: no se dijo nada de la represión, aunque se refirió a que el gobierno debe conservar el orden. Pero fueron
conflictos laborales los de Peña Pobre. La Caridad. Hospital General. Se mencionaron los actos de gobierno, pero
con un estilo alusivo se marginaron las causas que los provocaron. En general las medidas para resolver la crisis
fueron tibias.
Afirma Castillo que existe una gran indefinición en la
capacidad de negociación económica del gobierno. Por
ejemplo, cita, se confió en la libre empresa de los Estados
Unidos para la negociación del gasoducto. “Es extraño
que un gobierno, como el mexicano, que tiene tantos técnicos, negociantes y comerciantes en su seno, crea en las
bondades de la libre empresa norteamericana.
“Este fiasco del gasoducto revela que México, como todos los países subdesarrollados y dependientes, no tienen
proyectos. En México poco o nada se ha programado.”
Respecto a López Portillo el líder del PMT dice:
“A cada rato se observa que en verdad es un presidente
hegeliano, no ortodoxo.”
En su informe, dice también, campea una autocrítica
muy especial. Dice que en efecto hemos cometido errores,
imperfecciones, pero aclara enseguida que se ha dedicado
a servir a la nación. Pero un aspecto clave de esa situación
es que la autocrítica es débil.
La autocrítica presidencial se orienta a reconocer fallas
pero con el criterio de que se acepten esas fallas, indica.
“En ese sentido va el que haya definido los limites del sistema: economía de mercado, propiedad privada, libre
cambio”.
125
—¿Qué aspectos positivos tuvo el informe?
—La amnistía, que aunque es restringida era necesaria;
la invitación a los líderes del PCM, PDM y PST que lo
aplaudieron; el respeto a las manifestaciones públicas y su
declaración de respeto a la disidencia que permite pensar
en desarrollar una crítica partidaria y periodística más a
fondo.
4 de septiembre,1979.
126
V. CONSEJOS DE LA ORUGA
“Sois viejo”, dijo el joven.
“Como antes observé,
y habéis engordado de manera descomunal.
Pero al cruzar el umbral
¡dísteis una voltereta hacia atrás!
Os ruego me respondáis:
¿cómo explicáis el portento?
La crisis quedó abajo. La exhibición de altas tasas de
crecimiento económico e industrial eran, para los encargados de la política económica, las únicas válidas para justificar la afirmación de que habíamos salido del bache, sin
pensar que el sistema era el bache. Los otros indicadores
podían ocultarse o trasladar su atención a épocas mejores.
El BANRURAL dice, en un estudio crítico y autocrítico,
que en 1979 el campo mexicano cumplía quince años de
crisis continua y ascendente cuya permanencia ponía en
peligro la independencia política y económica de México. En el principio había sido la crisis en el campo y ésta
había acelerado los desajustes en los demás renglones de
la economía: el desempleo y la emigración rural presionaron las ciudades y la industria y expulsaron a las calles a
los que permanecieron, desde siempre, fuera del reparto
del pastel. Para 1979 México se recuperaba y las tasas del
producto nacional bruto eran mayores que el crecimiento
demográfico: esto era suficiente y lo demás podía esperar.
“El optimismo es el opio de la Humanidad”, dice un
personaje del checoslovaco Milán Kundera en La broma.
Este optimismo, desprendimiento lógico del logro de tasas
de 5, 6, 7, 8 por ciento de crecimiento nacional, contrasta127
ba con los sótanos del país, ahí donde las crisis son siempre permanentes. La prisa por crecer reactivará los problemas económicos, decía la organización Wharton Econometric, consultora del gobierno mexicano. Ambos hechos,
crisis en el campo y prisa por crecer, enmarcan los indicadores sociales que pretenden olvidarse: el sector rural capitalista domina la producción en un 75 por ciento y el
sector social, sin apoyo efectivo, está restando su participación. Cinco millones de campesinos están desempleados. De 1950 a 1970 salieron del campo 4 millones
500,000 campesinos por falta de empleo. En 1980 se importaron, de emergencia, 7 millones 300,000 toneladas de
alimentos para enfrentar la demanda nacional. Estamos,
ya, cambiando petróleo por alimentos para enfrentar la demanda nacional. Por el lado de la industria, hay una demanda anual de 800,000 nuevos empleos, además de una
demanda rezagada de ocho millones de plazas para los desempleados o subempleados. Estos problemas han sido
soslayados. Lo importante era crecer a “tasas históricas”
que se habían logrado en el periodo idílico del desarrollo
estabilizador.
128
Banrural: la crisis en el campo pone en
peligro la independencia política y
económica de México
Marginado y abandonado por un modelo de país que
apostó por el sector privado y la industria, el campo llega
a quince años de crisis agravada y el país se acerca al riesgo de cambiar petróleo por alimentos.
En un análisis elaborado por el Banco Nacional de Crédito Rural (Banrural) reconoce lo anterior y señala que es
urgente la toma de medidas para evitar ese trueque que,
señala, “reducirá la independencia política y económica”
de México, lo mismo que la adopción de “decisiones” y
“posiciones” políticas para resolver ese problema, que
condena a más de cinco millones de campesinos a ganar
—cuando tienen ingresos— menos de la mitad del salario
mínimo.
El organismo oficial de financiamiento plantea situaciones perentorias: o el Estado interviene decididamente en
el campo o la crisis se extenderá y agudizará y el país tendrá que financiar, con petrodivisas, la alimentación del
pueblo.
Resume así la situación:
“Esta crisis —del campo— está obstaculizando el desarrollo nacional y se ha convertido en fuente de graves desajustes de la economía mexicana, estimulando la inflación, poniendo en peligro la posibilidad de alcanzar la au129
tosuficiencia en materia de alimentos y comprometiendo
la independencia política de México.”
El estudio analiza las causas estructurales de la crisis
agropecuaria, cuestiona el modelo propiciado por el Estado y pide otro nuevo. Habla de “pauperización” de los
campesinos y critica el abandono oficial del campo. El
texto es el siguiente:
I.- Antecedentes.
Durante la última década el sector agropecuario ha padecido una crisis profunda que tiende a agravarse, de
acuerdo con las tendencias recientes de los principales indicadores sectoriales. Esta crisis está obstaculizando el desarrollo nacional y se ha convertido en fuente de graves
desajustes de la economía mexicana, estimulando la inflación, poniendo en peligro la posibilidad de alcanzar la autosuficiencia en materia de alimentos y comprometiendo
la independencia política de México.
La crisis se expresa en el insuficiente crecimiento de la
superficie cultivada, de los rendimientos de cultivos básicos y de la producción agropecuaria. Asimismo, en la
acentuada declinación de la participación del sector en el
producto interno bruto, crecientes reducciones del saldo
positivo de la balanza comercial agropecuaria y fuertes incrementos de los volúmenes de importaciones de granos y
oleaginosas.
De acuerdo con diversas investigaciones, los orígenes
de la crisis se encuentran en el agotamiento de un modelo
de desarrollo nacional que llevó la política económica a
fortalecer el aparato productivo, fomentando la inversión
y formación de capital en sectores no agrícolas.
Esta política se sustentó en el supuesto de que el dinamismo del sector industrial permitiría absorber los excedentes de mano de obra del medio rural y, a su tiempo, revertir los beneficios del crecimiento económico hacia el
130
campo. Para tal propósito, se sacrificó el ingreso de los
agricultores manteniendo los precios de los bienes y de
los salarios sostenidamente bajos a fin de facilitar el crecimiento industrial.
Esta política entró en crisis al acentuarse los problemas
de desempleo y subempleo rurales y declinar el crecimiento de la producción de bienes básicos, impidiendo la
expansión del mercado interno y obstaculizando el desarrollo industrial.
El resultado más evidente de tal política fue la pauperización gradual y constante del ingreso y del nivel de vida
de los campesinos, propiciando con ello que abandonaran
las tierras masivamente.
II.- Formación de capital, precios y financiamiento en
el sector agropecuario.
Considerando la evolución de los últimos cuarenta años
en la producción del sector agropecuario, se puede afirmar
que la coincidencia de una política agraria profunda, con
inversiones masivas por parte del sector público, fue lo
que creó la posibilidad del desarrollo sostenido del campo
mexicano hasta mediados de la última década.
Por un lado, es importante señalar que la expansión física de la tierra de labor se duplicó entre 1930 y 1960, pasando de 14.5 millones de hectáreas a 23.8 millones de
hectáreas.
Por ello, la población dedicada a estas actividades, que
se duplicó en el mismo lapso pasando de 3.6 a 6.3 millones de personas, fue en parte absorbida por la coincidencia de las dos políticas señaladas. Evidentemente, estas
dos políticas permitieron un aumento real en el ingreso de
los productores agropecuarios, situación que empezará a
deteriorarse al declinar su efectividad y no haberse retomado su impulso en épocas recientes.
131
Entre 1940 y 1950 el sector experimentó su mayor dinamismo, creciendo el producto 71 por ciento en dicho lapso; durante la década siguiente se fue encontrando un techo a la expansión de la tierra laborable y aunque se continuaron las obras de irrigación, el producto agropecuario
sólo pudo crecer 52 por ciento.
Es importante destacar que en esta década la formación
de capital privado empezó a decrecer en relación a la década anterior, debido, en buena parte, a mejores alternativas de inversión en otros sectores de la economía.
A partir de 1965, el producto agropecuario redujo aún
más su ritmo de crecimiento, a consecuencia de la ya muy
escasa expansión de las tierras de labor y del probado estancamiento de los programas de inversión pública.
El capital privado se retrajo casi completamente de la
agricultura, manteniéndose sólo en inversiones en los cultivos más rentables, de carácter casi especulativo o bien
en estrecha relación con capitales extranjeros para la explotación agroindustrial.
Según cifras oficiales, se puede decir que la participación relativa de la agricultura en la inversión total del sector público, ha venido descendiendo constantemente durante las últimas décadas y que inclusive ha descendido en
términos reales, desde mediados de los años sesenta.
En lo que toca a la política de precios, que en términos
generales se establece en México para el sector agropecuario a principios de los años cuarenta y no es utilizada
de una manera agresiva sino hasta que aparece la crisis en
el sector agropecuario, se puede decir que parece ya insuficiente para modificar el desequilibrio de este sector frente al resto de la economía.
Lo anterior es evidente, según las gráficas en donde se
demuestra que a pesar de constantes incrementos en los
precios de garantía, en términos constantes siguen siendo
iguales a los de finales de la década de los años cuarenta.
132
Lo anterior tiene como causa la creciente descapitalización del sector agropecuario, generada por la transferencia
del poder adquisitivo del sector agropecuario, vía las relaciones de precios observadas entre este sector y el resto de
la economía.
Las relaciones de precios de intercambio sectorial han
sido tradicionalmente desfavorables a los campesinos, como puede observarse en diversos cálculos efectuados por
estudiosos de la materia; considerando el índice general
de precios agrícolas y del resto de los sectores, se han producido transferencias de recursos muy considerables, calculándose promedios anuales que fluctúan entre 210 y
1,300 millones de pesos.
A esta evolución cabe agregar que el intermediarismo
sustrae una parte importante del excedente económico
agrícola y ante el cual el Estado participa marginalmente.
Por último, en lo que toca al financiamiento bancario, es
innegable que los intermediarios financieros en México
están orientados a apoyar actividades distintas a las agropecuarias.
Lo anteror es evidente al considerar que del financiamiento total a la economía, en los últimos 20 años el sector agropecuario sólo ha recibido entre el 10 y el 15 por
ciento de dichos recursos, y esto porque, en lo que toca a
la banca privada, se cuenta con mecanismos de garantía y
fomento del Gobierno Federal que reducen a su mínima
expresión el posible riesgo de prestarle al campo.
Así pues, el Sistema Bancario Mexicano, en su expresión privada, que maneja más del 80 por ciento de los recursos prestables, dedica éstos a financiar actividades diferentes a la agricultura, con los consecuentes efectos en
la permanente descapitalización del sector agropecuario.
133
III.- Empleo en el Sector Agropecuario.
Si bien en la etapa de expansión del producto agropecuario se notó una creciente absorción de la mano de obra,
debe señalarse que en realidad se mantuvo un gran sector
de la población campesina dedicado a la llamada agricultura de subsistencia.
La demanda de los productos agropecuarios, que permitió la expansión del producto, se mantuvo gracias a los
crecientes requerimientos externos y a la demanda de la
naciente clase media en las áreas metropolitanas.
En términos generales, durante los años cincuenta las oportunidades de empleo crecieron tan rápido como la población
en edad de trabajar y, por lo tanto, el desempleo y subempleo
no aumentaron; esta tendencia se revirtió en los años sesenta
y, en la actualidad, alrededor del 40 por ciento de la fuerza
potencial de trabajo o sea de la población económicamente
activa en el sector agropecuario, no se utiliza efectivamente.
En lo que toca a la ocupación, alrededor del 12 por ciento de los campesinos se encuentran incorporados a la agricultura modernizada, un 20 por ciento puede considerarse
dentro de la agricultura de transición o de ingresos medios, mientras que el 66 por ciento restante subsiste en
condiciones verdaderamente precarias. Más aún, se ha
proletarizado al campo con un creciente número de jornaleros, que perciben con frecuencia menos del salario mínimo y trabajan sólo por temporadas.
Según el análisis FEDA, el 13 por ciento de la PEA agropecuaria se puede considerar dentro del rubro de jornaleros,
o sea más de un millón de trabajadores del campo.
Según esta misma fuente, el empleo en el sector agropecuario es como sigue: de una población económicamente
activa de 17.9 millones de personas, el sector agropecuario ocupa la mayor proporción con 7.3 millones, o sea el
40.7 por ciento del total nacional.
134
De la población dedicada a actividades agropecuarias,
de 7.3 millones, se consideran empleados únicamente a
2.3 millones por haber trabajado más de 8 meses del año,
y subempleados o desempleados a 5 millones, que trabajaron menos de 8 meses o recibieron ingresos menores al
salario mínimo. Por ende, de la población económicamente activa en el sector agropecuario, el 31.5 por ciento se
consideran empleados y el 68.5 por ciento subempleados
o desempleados. Esto ha acelerado la expulsión de mano
de obra a los grandes centros urbanos y a Estados Unidos,
y es origen de la creciente depauperización de las grandes
masas de la población mexicana.
El ingreso per cápita en el sector agropecuario es el más
bajo de los diferentes sectores que forman la economía
nacional. El ingreso en petróleo y petroquímica es de 701
mil pesos, en electricidad de 353 mil pesos, en comercio
de 336 mil pesos, en gobierno 333 mil pesos y así hasta
112 mil pesos en otros servicios, en tanto que el ingreso
per cápita anual en el sector agropecuario es de 30 mil pesos, 2,500 pesos mensuales por jefe de familia, muy por
debajo del salario mínimo rural que es de 4,050 pesos
mensuales en las áreas más avanzadas. Esta situación es la
causa principal de la desigualdad en la distribución del ingreso nacional la cual tiende a agravarse en las condiciones actuales.
Por todo lo anterior, se requiere urgentemente tomar las
siguientes medidas:
Aumentar la capacidad del Estado para conducir y regular la actividad productiva del sector agropecuario, impulsando los mecanismos de programación participativa que
involucren a todas las instancias del aparato administrativo y cada vez más a los productores directos.
Para ello se requiere impulsar la capitalización del sector mediante la inversión pública, la que debe retomar su
135
papel dinámico, sirviendo de elemento conductor para la
conformación de una nueva estructura productiva. Se propiciará la inversión privada, mediante los apoyos fiscales
y crediticios adecuados, referida a las metas y objetivos
nacionales.
Es indispensable contemplar prioritariamente el autoabastecimiento de productos alimenticios básicos. Todos
los instrumentos del Estado que inciden en el logro de este
objetivo central deberán ser revisados y actualizados para
que brinden un óptimo servicio. En este sentido, tanto la
política de precios como de financiamiento deberán ser revisadas a la luz de los resultados críticos en cuanto a descapitalización del sector se refiere.
Especial atención deberá prestarse a revisar la canalización de recursos de la banca privada al campo, la cual, a
pesar del fomento estatal, no se ha producido.
En cuanto a la política y precios, se deberán establecer
medidas que, reconociendo el dualismo existente en el
sector, actúen en las regiones avanzadas sólo de manera
marginal y en las regiones atrasadas realicen tareas orientadas para lograr altas tasas de capitalización. Asimismo,
y por esta vía, establecer mecanismos que permitan canalizar productivamente los excedentes agrícolas, a través de
centros de acopio y almacenaje del Estado.
Por último, deberá buscarse el cambio de la estructura
empresarial en el sector; a través de la política de organización y tenencia de la tierra, dándoles a los productores
una mayor capacidad de autogestión y de cooperación entre iguales.
Para esto se requieren definiciones precisas en la tenencia de la tierra que lleven a una mayor equidad en su distribución y explotación.
136
Este conjunto de medidas requiere la firme decisión política de modificar el modelo de desarrollo adoptado por
el país y que ha mostrado su ineficiencia para generar empleos y mejores ingresos para la mayoría de la población
mexicana.
Parecería que de no adoptarse esta posición política, la
crisis tenderá a agudizarse y el país se verá obligado a utilizar sus excedentes petroleros para financiar las compras
de alimentos, con la consiguiente reducción de su independencia política y económica.
3 de diciembre, 1979.
137
138
Wharton Econometric: se ahondará la
crisis: la prisa por crecer causará el
desplome de la economía
Lo que significaba la esperanza para el país en los próximos años, será, por el contrario, el factor fundamental de
una nueva crisis: pese al petróleo y por el petróleo, la economía mexicana tendrá una caída a partir de 1980.
Las cifras oficiales revelan lo anterior, según un estudio
de la empresa norteamericana Wharton Econometric Forescasting Asociates (WEFA), con base en información exhaustiva proporcionada por las autoridades financieras
mexicanas.
Frente a las proyecciones optimistas del gobierno, la
Wharton presenta un espejo que revela la nada optimista
realidad económica del país y sin matices políticos: no
creceremos como se espera. El documento que tiene Proceso en su poder es el resultado del último estudio —mayo de 1979— sobre las alternativas de la economía mexicana durante 1980-82 y 1983-90.
Según las conclusiones del estudio, la economía no evolucionará como lo han anunciado los secretarios de Hacienda, David Ibarra Muñoz, y de Programación y Presupuesto, Miguel de la Madrid. Tendrá que optarse por el
camino de violentos frenos y arranques económicos. La
inflación no cederá como se espera y existen “claros indi139
cios de una crisis típica de mitad del camino” por el fracaso en la lucha antinflacionaria.
La empresa norteamericana presenta una interpretación
de las proyecciones económicas mediante preguntas y respuestas elaboradas por sus analistas e investigadores. Las
conclusiones preven que la inflación desarticulará toda la
economía y evitará crecer —como lo estima el Plan de
Desarrollo Industrial del secretario de Patrimonio, José
Andrés Oteyza— al 10 por ciento anual, irritará las relaciones Estado-iniciativa privada y propiciará aumentos
automáticos de precios-salarios y valor del dólar, además
de que el petróleo no resolverá el problema del desempleo.
La Wharton maneja amplia información económica.
Tiene acceso a todos los datos de la SPP, Pemex y Hacienda. El modelo Wharton analiza las distintas alternativas de evolución de una economía, de acuerdo con variaciones en inversiones, inflación, desempleo, áreas prioritarias, etcétera.
¿La razón de la crisis económica en 1979? Señala la
WEFA que la prisa por lograr altos índices de crecimiento
a cualquier costo ha propiciado un descontrol en la economía y una ausencia de medidas concretas para enfrentar la
inflación, Dice:
“El recrudecimiento inflacionario actual se debe en parte al adelantamiento de la expansión (económica) rápida,
la cual se esperaba hasta 1981-82, de acuerdo con las tres
etapas bienales del plan económico sexenal: superación de
la crisis (1977-78), consolidación (1979-80) y crecimiento
rápido (1981-82).
El documento está firmado por Abel Beltrán del Río,
exfuncionario de la Secretaría de Hacienda y director de
DIEMEX, empresa filial de la WEFA. La suscripción para
recibir esta información cuesta entre 6,000 y 15,000 dólares anuales, por alrededor de cuatro estudios. Los respon140
sables de la política económica tienen como fuente de
consulta directa las conclusiones de la Wharton.
—¿Puede la economía crecer al 10 por ciento sostenidamente durante el presente sexenio (1978-82) o durante el
siguiente?— se pregunta la Wharton.
—No —se responde en el análisis—. Los obstáculos específicos son dos fundamentalmente: los límites de la exportación de hidrocarburos y la inflación.
Dice la WEFA que durante los próximos tres años no es
posible alcanzar la tasa de 10 por ciento de crecimiento
sin reactivar fuertemente la inflación. Señala un camino
para crecer sin inflación: la venezolanización de la economía; es decir: abrir las fronteras a la importación a niveles
que resultarían perjudiciales para “el protegido sistema
productivo nacional” y que conducirían nuevamente a elevados déficits externos de cuenta corriente.
Explica lo que ha ocurrido en Venezuela: a pesar de su
alta y sostenida exportación de hidrocarburos, los números rojos en su balanza comercial externa se han convertido en intolerables debido a la política de importación
abierta que, por otra parte, es la que ha permitido mantener la inflación bajo control.
“Diferimos de las proyecciones para 1985-90 del Plan
Nacional de Desarrollo Industrial, donde se prevé un crecimiento sostenido del 10 por ciento aunado a inflación
decreciente, limitación del volumen de exportación de
crudos, eliminación de la venta de gas natural y más que
duplicación del volumen de exportación no petrolera de
1982-90”, indica.
Añade que “en 1983-88, asumiendo que se doblarán los
volúmenes de exportación de crudos y gas, de 1982 a
1988 el crecimiento sostenido del 10 por ciento tampoco
es esperable, si la inflación ha de abatirse o estabilizarse
al menos”.
141
Para el consorcio norteamericano, la política económica
de México se enfrenta a una disyuntiva: crecer con inflación o disminuir la inflación y no crecer.
—¿Se avecina una desaceleración económica?— se pregunta el documento.
Se da la siguiente respuesta:
“Si. La anticipamos para 1980 y su magnitud dependerá
fundamentalmente de dos factores: del grado en que se
apliquen ‘frenos’ monetario y fiscal —o se abra la frontera— durante 1979, para moderar el resurgimiento de la inflación y (dependerá también) de la desaceleración económica externa.”
Indica la Wharton que las autoridades financieras mexicanas no han tomado las medidas de restricción urgentes
para enfrentar los desajustes externos e internos. “El hecho de que las medidas restrictivas no se hayan anunciado
en la Convención Bancaria de 1979, nos hace anticipar
que tendrán que aplicarse con mayor severidad conforme
sea mayor la demora en introducirlas.”
Dice que “esta demora parece originarse en la falta de reconocimiento generalizado de la obstinación de la inflación,
la cual se acelerará al 18-19 por ciento este año y no cederá
abajo del 14-15 por ciento en lo que resta del sexenio”.
Según las proyecciones de la WEFA, la estimación de la
desaceleración económica en 1980 “resulta moderada”.
Explica que la tasa de crecimiento del país va a la baja:
“el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) cae del
7.2 por ciento en 1979 a 6.6 por ciento en 1980”.
Asimismo, recalca el estudio, “la caída puede resultar
más pronunciada si las medidas restrictivas internas son
más severas de lo que hemos supuesto y/o si la desaceleración internacional es más seria. Ninguna de ambas posibilidades es descartable”.
142
Lo anterior está ligado al problema del desempleo. Los
resultados de la WEFA, después de analizar todas las probabilidades, son poco optimistas:
—¿Puede resolverse el problema del desempleo creciente con el petróleo para 1982-83? ¿Para 1984-90? —dice la
pregunta.
Contesta Wharton:
“Se puede adelantar mucho en esa dirección, pero no
llegar a impedirlo totalmente durante ambos periodos.”
Señalan que el “petróleo ayudará a cerrar la brecha entre
oferta y demanda de trabajo, pero no a eliminarla totalmente tanto a medio (1979-83) como a largo (1984-90)
plazos”.
—¿ Es posible reducir la inflación a tasas por abajo del 10
por ciento para fines del sexenio? —se pregunta la WEFA.
Se responde a sí misma:
“Difícilmente, si ésta se mide con el índice de precios
del PIB, el de mayor cobertura.”
Todas las alternativas de la Wharton conducen a una tasa de inflación alta y no prevista en estimaciones oficiales.
“Aún el cálculo más conservador, con un tipo de cambio
fijo, para 1979-1983 (alternativa l) la cifra que obtenemos
en 12-13 por ciento para 1982. Con un tipo de cambio flotante en 1979-83 (alternativa 2), la inflación cierra al 1415 por ciento en 1982. Con una política salarial ligeramente más liberal, durante 1980-82, cierra (la inflación)
en 15 por ciento.”
Los especialistas del modelo Wharton explican las razones:
“Lo que tiende a olvidarse en las proyecciones optimistas es que la inflación es un virus fácil de contraer y difícil
de eliminar.”
Señala enseguida que México no pudo, en el rubro de
control inflacionario, cumplir con sus compromisos con el
Fondo Monetario Internacional y agrega que las perspecti143
vas de crecimiento y de modernización económica abiertas por el petróleo impidieron abatir la inflación a tasas
menores del 5 por ciento en 1979.
Habrá inflación en los próximos años, aunque “menos
dramática”. No prevé la Wharton tasas inferiores al 10 por
ciento en este sexenio. Indica que la “política salarial contractiva” contribuyó a bajar la inflación a la mitad del índice de 1977, aunque los salarios reales “cayeron 2.5 por
ciento” en los dos primeros años del sexenio de López
Portillo. Liberar el control salarial fue el anuncio, añade,
de que el tratamiento antinflacionario riguroso se dio por
terminando.
—¿Se podrá mantener neutral la política monetaria en
1979-82?
Afirma la WEFA:
“No. Lo probable es que el medio circulante crezca a un
ritmo superior al del PIB medido en precios corrientes, especialmente en 1979-80. Esto tendrá una contribución inflacionaria.”
México enfrenta también otro problema monetario: las
grandes cantidades de petrodivisas. “La experiencia común de los países con influjos elevados de divisas, y México ha entrado en este caso con su exportación creciente
petrolera y fácil crédito externo, es de dificultad para absorber el exceso de liquidez resultante.”
—¿Está la política económica en proceso de revisión?
¿Qué dirección puede tomar?
Contesta el estudio:
“Si. Hay claros indicios de una crisis de mitad de camino, motivada principalmente por la percepción, aún incompleta, de que la inflación no cederá en la forma planeada.”
Precisa que hay dos opciones: crecer con inflación o
controlar la inflación y no crecer. “El camino intermedio,
a corto y mediano plazo, es crecer y tratar simultáneamen144
te de mantener la inflación a raya, abriendo la frontera a la
importación y aplicando restricciones monetarias, fiscales
y salariales. El resultado podría ser un ciclo pare-siga.”
La Wharton señala peligros ante la incapacidad de la
economía —“lo cual es lo más probable”— para enfrentar
las situaciones imprevistas. El más cercano es que la inflación obligue a introducir la “indexación” de precios, lo
cual significaría que un aumento en los precios incrementaría automáticamente y en el mismo por ciento los salarios y el valor del dólar.
¿Qué ocurrió? Dice la WEFA que la economía se expandió más rápido de lo que la estructura permitía. La recuperación se esperaba hasta finales de sexenio y ocurrió
a la mitad.
—¿Es probable un viraje de la política económica desfavorable al sector privado? —dice la octava y última pregunta del documento.
Responde la Wharton:
“La posibilidad no es descartable, aunque la administración del presidente López Portillo se ha caracterizado por
seguir los lineamientos de política económica que se propuso desde un principio, entre los cuales se encuentra el
lograr una armonía con el sector privado. Hay factores importantes que pueden llevar a atemperar esta disposición o
incluso a revertirla.”
Indica que hay dos motivos que podrían cambiar la posición del gobierno frente a la iniciativa privada:
1.- “La percepción creciente de la insuficiencia de la colaboración del sector privado” en la lucha antinflacionaria,
en la cual el sector laboral ha contribuido ya aceptando
tres años de política salarial austera.”
2.- “Otro elemento es la fricción resultante en la distribución de los recursos financieros entre el sector público
y el privado, especialmente a esta altura del sexenio y
cuando la política antinflacionaria requiera aún limitación
145
de la liquidez y del crédito. En una economía mixta lo
normal es darle prioridad a las demandas del sector público.”
“Estos dos factores, concluye la WEFA, bien pueden
llevar a las autoridades a dar un viraje desfavorable al sector privado.”
22 de octubre, 1979.
146
VI. CERDO Y PIMIENTA
“¡Bueno! Muchas veces he visto a un gato
sin sonrisa”, pensé Alicia. “Pero ¡una sonrisa sin gato...! ¡Esto es lo más raro que he
visto en toda mi vida!”
1979 fue año de efervescencia política: durante varios meses, los problemas del país encontraron marco específico
de referencia en la campaña electoral para renovar el Parlamento. Ese año, a diferencia de otros años electorales,
había novedades importantes: la presencia de partidos cuya fuerza no podía ocultarse más tiempo trastocó el tradicionalismo priísta: derecha e izquierda encontraban, dentro de órganos de representación tradicionales como el
Congreso, nuevas instancias y con mayor apego a la realidad: Partido Demócrata y Partido Comunista: la crisis política había producido su propia reforma aperturista, mientras la economía encontraba su cauce en concepciones clásicas de teorías de la dependencia económica. Los desajustes se soportarían por el lado político. No obstante, la
campaña política ofreció posibilidades y limitaciones para
englobar la crisis del país: las elecciones servirían, en su
etapa de búsqueda de votos. Para difundir únicamente una
explicación insuficiente —obvio: no menos importante—
de los problemas nacionales, aunque las decisiones para
resolver esa problemática siguieran estando en manos de
los mismos de siempre: los priistas, que llegaban a 50
147
años en el poder. Fue un juego de apariencias que engañó poco: al final, en los primeros meses de funcionamiento del nuevo Parlamento, las limitaciones fueron mayores
que las posibilidades. Entretenidos con las elecciones, los
partidos olvidaron lo esencial, decía entonces el economista Rolando Cordera: la crisis, el análisis, las proposiciones posibles y probables, los programas a largo plazo,
las interpretaciones de fondo. La izquierda fue sorprendida por la reforma política y por las elecciones y acudió dividida; la derecha tradicional sólo exacerbó su verbo; la
derecha populista y religiosa esgrimió sólo fantasmas; la
izquierda de la reforma política se plegó a los dictados
del partido en el poder; y el partido mayoritario argüyó
histerias anticomunistas, marginó realidades y usó marrullerías para conservar las riendas. La derecha económica,
el gran capital, fue el único ganador en este juego, dice
Cordera, porque salió de su “ghetto retórico” y se lanzó a
proponerse como alternativa real. Dos hechos se presentan como ejemplo de las contradicciones del PRI y de la
falta de proposiciones efectivas de los partidos de izquierda —la derecha se margina de estos asuntos, pues tiene en
el PRI a su mejor representante y defensor—: la penetración de transnacionales y la dependencia económica de
México de los Estados Unidos: el monstruo, el imperialismo económico, no está al lado, en la frontera, sino dentro
del país, en sus propias entrañas y —paradoja del sistema
que pudiera elevarse a categoría política— mantenido,
subsidiado y alimentado por el propio Estado: la industria
químico-far-macéutica —dominada por capital transnacional— encarna la síntesis de la dependencia económica:
su poder no sólo domina un mercado de productos sino
que se ha apropiado de los enfermos, el más grande mercado cautivo que pudiera conocerse. Y la relación comercial México-EU perfila la esencia de las contradicciones:
la realidad supera a la retórica: mientras más se habla de
148
diversificar el comercio, más se depende de los EU en este renglón. Este fenómeno —globalizado a la práctica política y económica del sistema— no es una contradicción
sino una evidencia: “¡una sonrisa sin gato!”, diría, con
sorpresa, Alicia.
149
150
Entretenidos con las elecciones, los
partidos olvidaron lo esencial:
Rolando Cordera
En el juego político que todos jugamos, hubo siete partidos y ni un solo ganador verdadero. Para Rolando Cordera, investigador, economista, estudioso de las vinculaciones entre reformas políticas y económicas, el gran capital
fue el único que ha sacado la mayor cosecha de la siembra
electoral de 1979: aumentó su ofensiva para imponer un
nuevo modelo de desarrollo.
¿EL PRI? Se olvidó de su Plan Básico de Gobierno
1976-1982 y de su propuesta de reforma económica.
¿La izquierda? Careció de un planteamiento global que
le diera coherencia a planteamientos particulares.
¿El gran capital? Cordera dice a Proceso:
“Durante la campaña, antes de la campaña y después de
la campaña, lo que está caracterizando el lenguaje del
gran capital económico es que ya no se reduce solamente
a criticar actos concretos de gobierno, sino que forma parte de una operación para construir una alternativa: circunscribir al Estado a ciertas tareas, para que el resto de la
actividad económica, en particular la generada al calor del
petróleo, quede a disposición del gran capital privado nacional y extranjero.”
151
—¿Y la actitud del partido del gobierno, el PRI, durante
la campaña? ¿ Cómo trató los problemas de la crisis económica?
—Es probable que frente a la ofensiva empresarial, que
trata ya no sólo de ganar con libertad sino de imponer sus
propios criterios en materia de política económica, así como frente a la rapidez con que esta ofensiva se ha ido desarrollando, el PRI se haya visto incapacitado para generar una respuesta alternativa.
Agrega Cordera:
“Lo curioso es que el pilar del PRI, el movimiento obrero organizado, tiene un planteamiento global económico
que no es el empresarial. Yo supongo que los candidatos
obreros habrán de alguna manera difundido los grandes
puntos del programa de reforma económica de la CTM y
del Congreso del Trabajo. El PRI como tal no lo hizo.”
Con la campaña como preludio y las elecciones como
climax, el juego político perfiló nuevos elementos para el
análisis. Dice el investigador:
“En términos de campaña, el PRI por lo visto se olvidó
de su Plan Básico, del cual podía haber sacado una enorme cantidad de material propositivo, por lo menos. Y en
general, desde el punto de vista de su discurso económico,
fue muy hueco, a pesar de que tenemos varios años en que
el discurso económico gubernamental es ampliamente difundido. El PRI no retomó los grandes temas del discurso
económico gubernamental.
—¿Y la izquierda?
—Me preocupa que no haya sido capaz de enfatizar lo
suficiente en el hecho de que la política económica no es
exclusiva del Estado, de la burocracia, de las clases dominantes, sino que interesa a todos y en particular a la clase
trabajadora. Me parece gravísimo que en algunos partidos
de izquierda todavía se esté discutiendo hoy si deben o no
interesarse en la política económica. Me parece un signo
152
de atraso si no sorprendente, sí preocupante. Siento que
no hubo en la izquierda un discurso sistemático, coherente, para vincular en la campaña los programas ideológicos.
Yo creo que los partidos, sobre todo los de izquierda, no
solamente deben contemplar dentro de sus campañas de
politización la discusión y la crítica, sino el planteamiento
de políticas económicas alternativas. A mí eso no sólo no
me parece ilegítimo, sino que me parece indispensable.
—¿La derecha?
—Hasta donde yo recuerdo el PAN repitió su discurso
en lo fundamental. Creo que su discurso económico es
muy confuso. Aparece en muchas ocasiones como un discurso antiestatista en lo económico y que trataría de promover un poco los pequeños intereses económicos y financieros.
Cordera analiza las campañas políticas de los siete partidos registrados para las elecciones parlamentarias de
1979. Incluso, como consecuencia, incluye a esa especie
de socio político no declarado que atiende más a su intervención en la economía: el sector empresarial, que el propio Cordera llama más concretamente “el discurso del
gran capital”, al cual se unen “otras capas de empresarios
que pueden resultar los primeros perjudicados si ese proyecto cuaja totalmente”.
¿Cuál fue la vinculación entre los temas de la campaña
y la crisis económica nacional? Cordera es un poco escéptico porque dice que el tratamiento que se dio a ese tema
fue incompleto. Indica que principalmente los partidos de
izquierda señalaron problemas, puntualizaron deficiencias, hicieron planteamientos y demandas.
—¿Y?
—Que esto no tiene detrás un planteamiento global para
un nuevo modelo de desarrollo, creo que no. Tampoco es
fácil. Tradicionalmente en México todas las herramientas
y los cuadros para elaborar este tipo de planteamientos es153
tán en el Estado. A pesar de que estamos a finales del siglo XX, en el caso mexicano éstas son exigencias nuevas
para los partidos, en particular para los partidos de oposición. Esa es la paradoja.
—Los problemas económicos del país son múltiples.
Usted dice que en la cuestión del petróleo hay que tomar
en cuenta no sólo los precios, las fuentes, los clientes, el
volumen de ventas, sino cómo debería usarse ese , recurso
para un nuevo modelo de desarrollo y una alternativa para
una nueva política económica. ¿Este tema fue suficientemente discutido en la campaña por los partidos?
—En mi opinión, no, no fue lo suficientemente tratado.
Ha habido discusiones muy fuertes. Es un problema nuevo. Ahí está la polémica entre Heberto Castillo y Jorge G.
Castañeda. La discusión pública ha empezado a darse en
México. Han sido las fuerzas sociales, más que los partidos políticos, quienes han avanzado en ello. Concretamente la CTM y el Congreso del Trabajo, por un lado, y,
por otro y antes que ellos, la tendencia democrática del
SUTERM y el Frente de Acción Popular. Los sindicatos
universitarios también lo han hecho. Curiosamente los
partidos se han quedado atrás en esto.
—¿Cuál es la realidad económica en que se desenvolvieron las campañas políticas de 1979?
—En primer término, la realidad que todavía domina al
país es la realidad de un esquema de desarrollo económico
que entró en crisis en los primeros años de la década y que
se precipitó en 1976 y 1977. Sus principales manifestaciones son el desempleo de fuerzas productivas y una inflación que aunque baja no se ha controlado totalmente. En
segundo lugar: México, dentro de su crisis, tiene indiscutibles elementos objetivos para salir de esa crisis como un
país con una economía más vigorosa.
“Estos dos elementos —crisis y posibilidades de Salida— le plantean a los partidos políticos con mucha agude154
za la necesidad de definir opciones de gran alcance para el
país. No se trata de manifestarse exclusivamente, por
ejemplo en el caso del petróleo, en materia de precios, salarios, mayor o menor volumen de venta de crudo. Se trata
de diseñar grandes opciones de carácter nacional. El diseño de opciones no es un ejercicio académico, sino un ejercicio político porque tiene viabilidad.”
Cordera continúa:
“Esto debería haber privado en la campaña electoral, debería de privar en el próximo Congreso y yo no tengo duda de que prive a nivel nacional. Estoy dejando el condicional porque no creo que ni las elecciones ni el Congreso
resuman hoy por hoy todavía el acontecer nacional.”
Tras señalar que existe en el país un proceso de desarrollo político y una búsqueda de posibilidades para el país,
dice también:
—Esto, sin embargo, no fue captado en toda su plenitud
ni en la campaña electoral ni hasta ahora en los planteamientos más generales de los partidos, lo que debe preocuparnos.
—¿Cómo utilizaron los partidos la campaña electoral
para propiciar la discusión de los problemas económicos
nacionales? ¿Cómo utilizaron la reforma política para
planteamientos de reforma económica?
—Creo que la utilizaron de manera fragmentada. No
fueron capaces de hacer un planteamiento general que le
diera coherencia a los planteamientos particulares. Sin duda que los tienen, pero no fueron capaces en términos de
campaña electoral de definirla en torno a grandes planteamientos. Creo que ésta fue una deficiencia en particular de
los partidos de oposición y también una exigencia en lo
que toca a la reforma política que apenas empieza.
Cordera es de la opinión de que la discusión apenas se
abre. “Más que como un error es una tarea indispensable
que tienen que desarrollar los partidos. Los partidos no
155
pueden desentenderse de lo que podríamos llamar la conducción económica del país y no pueden reducir su acción
al señalamiento de deficiencias y a resaltar contradicciones económicas. La sociedad y la población les exige también planteamientos.”
—¿Cómo se vería una reforma política sin reforma económica?
—Queda muy coja. Todo depende qué es lo que se plantea, desde un punto de vista de desarrollo nacional más
general, aún dentro de marcos capitalistas. Un país como
México requiere modificaciones en su economía muy importantes, que no pueden ser producto del simple juego de
las fuerzas del mercado. Tiene que ser fruto de decisiones
políticas nacionales.
—Entonces ¿qué relación debe haber entre ambas?
—En un país como México los avances en materia política requieren más temprano que tarde de reformas económicas importantes, en un sentido de mayor bienestar popular y mayor naturaleza nacional en lo económico.
“Y ello por una razón: porque lo que priva en México es
una situación de aguda inequidad social y de vulnerabilidad económica y estas cuestiones afectan en consecuencia
al conjunto de la vida social y afectan la vida política.”
Explica Cordera que la intervención de los partidos en
la vida económica tiene que hacerse, pues el gran capital
ha aprovechado las oportunidades y presiona para imponer su modelo. “La fuerza del gran capital es indiscutible.
México es un país capitalista, donde hay monopolios y
oligopolios.”
¿Qué busca ese gran capital? Enumera: menos expansión de la empresa pública, gasto público que atienda necesidades sociales urgentes y que responda a criterios de
156
eficiencia económica con perspectiva empresarial, que el
nacionalismo pese a ser algo del pasado, asociación más
“libre” entre nacionales y transnacionales.
—En este contexto, ¿qué posibilidades tienen los partidos en el próximo Parlamento para enfrentar deficiencias
estructurales de la economía nacional?
—Creo que las posibilidades están abiertas y es indispensable aprovecharlas. El debate no ha terminado. El
gran capital tiene planteamiento y ha avanzado en sus proposiciones, pero aquí hay un pueblo y unas fuerzas trabajadoras organizadas con tradiciones de lucha. Hay una tradición de lucha en México que hay que retomar y actualizar.
Explica enseguida la cuestión central de los partidos, ya
concluida la etapa de la campaña política:
“Ya no solamente enfatizar los problemas y las contradicciones, sino hacer un intento por definir los grandes
términos del futuro. Porque hay un futuro para el país y
hay que definirlo. Y lo más importante: hay que tratar de
introducir alternativas más coherentes en la tradición mexicana.”
El camino, desde esta perspectiva, lo plantean las propias contradicciones del modelo mexicano de desarrollo.
Dice Cordera:
“México es un país capitalista. Es obvio que a partir de
esa fuerza económica básica se puede generar también
una fuerza política para imponer cierta alternativa.”
Habla de dos pasos para que los trabajadores enfrenten
esa situación: primero, imponerle matices muy importantes a la fuerza del gran capital; segundo, no sólo defenderse sino avanzar. Para ello, agrega, cuenta con su propia
organización, su número y un Estado muy desarrollado.
“Hay una base material en el Estado, una base económica,
la empresa pública, que puede ser utilizada como fuerza
para avanzar en sentido nacional y popular.”
157
No hay que olvidar, concluye Cordera, que además de la
ofensiva del gran capital, México está tomado en cuenta
en el nuevo orden económico internacional de las transnacionales. “Creo que nos pueden haber definido ya un lugar
en ese nuevo orden y que no sea precisamente el que más
le interese al país. Esto hay que tomarlo en serio, porque
México es un país que está siendo tomado en serio a nivel
internacional”.
2 de julio, 1979.
158
Los enfermos, propiedad de trasnacionales
Con una historia relativamente reciente, la industria químico-farmacéutica representa en México uno de los monopolios más fuertes y sólidos del capital transnacional,
que detenta asimismo uno de los mercados más cautivos
que pueda conocerse: el de los enfermos.
Según un estudio de la Escuela de Economía del IPN,
más preocupados por una consolidación en la estructura
económica y más agazapados que cualquier otro grupo industrial, los productores de medicinas han erigido silenciosamente, desde los 40's, un poder económico y fabril
que se extiende a otras ramas que nada tienen que ver con
las medicinas: pecuaria, jabonera, de explosivos, insecticidas, cosméticos, dulces...
De hecho, toda la línea de producción de la industria
químico-farmacéutica depende del extranjero: desde las
materias primas e insumos auxiliares, hastas las patentes y
marcas, pasando por los especialistas y, por supuesto, las
utilidades que se expatrian. La fuga de divisas es tan marcada como la de varios renglones a la vez.
La participación mexicana en toda la rama es mínima.
De las 40 empresas más grandes que operan en México,
sólo dos tienen capital nacional... Y ocupan, en la escala
de importancia por monto de ventas, los lugares 37 y 40.
159
Más que de las medicinas, los enfermos dependen de un
monopolio trasnacional que organiza según sus intereses
el mercado de las marcas. Las cifras lo confirman:
De más de 11,000 marcas medicinales que existen, el 70
por ciento de las ventas (demanda) se centra en sólo 1,922
productos de 40 fábricas, de los cuales únicamente 161
son de dos empresas mexicanas con 1.64 por ciento de las
ventas totales.
Y más aún:
Para el censo industrial de 1975 (el último), tres empresas
de las 38 trasnacionales más importantes tenían capital mixto. Las demás conformaban su capital con 100 por ciento de
origen extranjero, que respaldaban laboratorios con matrices
en los Estados Unidos, Gran Bretaña, Suiza, Francia, Alemania Federal, Canadá, Italia, Holanda y Argentina.
En general, 36 de las 41 empresas químico-farmacéuticas más importantes del mundo operan en México y respaldan en todo y por todo a sus filiales, tanto que casi 90
por ciento de las patentes medicinales son propiedad de
transnacionales.
Por su parte; un investigador de Nafinsa señala que esta
estructura se exhibe monopólica en el establecimiento de
los precios y en la nula competencia que defienden los
partidarios del “dejar hacer, dejar pasar”.
En principio los precios se conforman por niveles de
costos. En este caso, salvo los de mano de obra, los demás
(altos preferentemente) se pagan a las matrices o filiales
que les proporcionan materias primas, insumos, patentes y
marcas e investigadores.
Y si de origen las cotizaciones son agregadamente altas,
en la comercialización se oficializan esos precios con la
consecuente “razonable utilidad” para los distribuidores
farmacéuticos.
160
Además, los precios no pueden ser señalados por la llamada “ley de la oferta y la demanda” porque la libre competencia es nula.
Según la Escuela Superior de Economía, las características que definen a un mercado de libre competencia son:
—Gran número de vendedores y consumidores, de tal
manera que ningún productor o consumidor individual domine el mercado de algún producto o marca y pueda influir en el precio final. Si tan sólo 40 de las 625 empresas
de esta industria controlan casi el 70 por ciento del mercado, esta posibilidad se desvirtúa. A esto se agrega la opinión de especialistas que señalan que el primer laboratorio
que llegue al mercado con cualquier marca es el que fija
los precios que deben cumplir los demás.
—Ningún grupo de comerciantes puede unirse para influir en los términos de intercambio de productos y factores. La existencia de la Cámara de la Industria QuímicoFarmacéutica desmiente este punto.
—El producto que se venda en el mercado debe ser homogéneo. El panorama de las medicinas ofrece una diferenciación hasta en los productos que aparentemente curan las mismas enfermedades. Basta cambiar envoltura o
algún elemento en la fórmula para que el producto final
sea heterogéneo y por tanto escape a la libre competencia.
(Según Octavio Paredes López, hay 2,178 antibióticos).
—Libre movilidad de factores y recursos, o sea que pueda haber, inclusive, hasta importación de medicinas que
compitan con las elaboradas aquí.
—Y búsqueda de su propio interés de quienes concurren
al mercado: los productores de maximizar su ganancia y
los consumidores de maximizar su satisfacción. Teóricamente esta es la única condición que se cumple, pero realmente el afectado es el consumidor pues “o compra o continúa enfermo”.
161
Porque un enfermo no puede afirmar que no adquirirá
medicinas hasta que los precios bajen a sus niveles reales.
Y el monopolio de las medicinas, por ser subsidiario de
poderosas trasnacionales, podría aceptar el reto de cualquier posible boicot y salir triunfante y más fortalecido.
El censo industrial de 1975 analizó el grupo 3050 (la industria de medicamentos) en 70 por ciento aproximadamente. Las 434 empresas censadas arrojaron los siguientes datos:
—Valor bruto de producción: 12,284 millones de pesos.
—Pago a trabajadores y empleados: 2,959 millones.
—Materias primas: 2,627 millones.
—Otros insumos: 2,798 millones.
—Valor agregado: 6,798 millones.
Otras características de la industria eran, en 1975: 85 de
ellas ocupan hasta 5 personas; 320, de 6 hasta 350 y 29 a
35 o más personas. En total, las 434 empresas daban ocupación a 37,667 empleados y trabajadores, sin contar a visitadores y demostradores.
El 20 por ciento de la industria químico-farmacéutica es
maquiladora de medicinas, conclusión que surge por el número de empleados y el monto de materias primas e insumos: ocupa el 0.6 por ciento del personal total, general el 0.2
por ciento de las remuneraciones globales del grupo.
Y la estructura monopólica surge nuevamente en estas
cifras:
Las 29 empresas que ocupan a más de 351 personas cada una generan más de la mitad del valor bruto de producción y también más de la mitad del valor agregado (la riqueza después de descontar materias primas e insumos).
162
No puede decirse tampoco que esas 29 empresas o las
40 más importantes concurran a un mercado plagado de
productos de la misma naturaleza.
Una gráfica elaborada por el investigador Mauricio de
María y Campos, a partir del directorio de empresas farmacéuticas, revela que 64 marcas dominan cada una entre
el 40 y el 100 por ciento del mercado.
Por ejemplo:
—La empresa Lilly acapara el 100 por ciento del mercado de la insulina para diabéticos.
—La Apolo, el 110 por ciento de los quistomicidas
(DDT, jabón).
—La Merck, el 110 por ciento de los ectoparasitidas.
—La Wyeth Vales, el 100 por ciento de los alimentos
antiobesidad.
En los medicamentos más comunes el dominio del mercado es también muy alto:
—La Lilly acapara el 42.2 por ciento del mercado de la
vitamina C con la marca Cevalín.
—La Nestlé, el 55 por ciento de los alimentos infantiles.
—La Abbott, el 63.8 de los sueros infantiles.
Y así. ¿Dónde esta la libre competencia?
Pero el mercado de medicinas es presa de una publicidad que en México no se ha controlado y que en países
más desarrollados ha tenido impactos más fuertes. El investigador De María y Campos dice en un estudio que en
Italia siete empresas estaban vendiendo tranquilizantes
idénticos al Líbrium y al Válium de la empresa Roche (la
más importante del mundo) a precios 30 por ciento más
baratos. Sin embargo, no pudieron disminuir la participación de la Roche en el mercado (80 por ciento).
Existen también diferentes precios en las medicinas que
se venden en distintos países. Por ejemplo, Líbrium y Válium se expenden en México y otros países, a precios que
difieren entre 425 y 1,000 por ciento. En México algunos
163
medicamentos son más baratos que en otros países porque
llevan varios años bajo control gubernamental.
“Sin embargo, continúa De María y Campos, en México
los precios son superiores (en esos dos productos) en 430
y 860 por ciento que los de Gran Bretaña, donde el Ministerio de Comercio, después de un estudio detenido que
demostró que Roche estaba obteniendo ganancias exorbitantes, obligó a la empresa a reducir los precios.”
En 1975 la Roche operaba en México en tres empresas
que tenían 100 por ciento de capital extranjero: Beneficiadora e Industrializadora, S.A. de C.V.; Productos Roche,
S.A. de C.V. y Givaudan de México, S.A., que producían
hormonas y esteroides, mezclas odoríferas, químico-aromáticos, aceites esenciales y extractos naturales y compuestos de sabores.
Otras tablas aportan más datos: Productos Roche es la
sexta más importante empresa de esa industria en México
con 59 marcas y un capital suizo, en 1975, de 108 millones de pesos.
La participación de la industria químico-farmacéutica ha
sido negativa en el comercio exterior. Su déficit ha sido
tradicional de 500.7 millones de pesos en 1970 se duplicó
a 1,035 millones en 1975.
Del total de la balanza comercial de 1975, las importaciones de este sector representaban el 3.0 por ciento del
total y las exportaciones, el 1.2 por ciento. El déficit ascendió al 2.0 por ciento de toda la balanza.
Con casi nula integración nacional esa industria importa
mercancías, materias primas, patentes y marcas, insumos,
especialistas y maquinaria y equipo.
En investigaciones y desarrollo tecnológico nacionales
poco han hecho las 625 empresas existentes. Según datos
estadísticos, el 90 por ciento de las inversiones en ese rubro en el mundo lo gastan: Estados Unidos, Francia, Alemania Federal, Japón, Suiza y Gran Bretaña, países donde
164
tienen su matriz los grandes consorcios productores de
medicinas.
Para los especialistas e investigadores el Estado no ha
enfrentado con decisión la posibilidad de nacionalizar la
industria por problemas de carácter técnico (los políticos
serían previsibles).
Sin una producción amplia y en gran escala de materias
primas, dependiendo en casi el 90 por ciento de patentes que
son propiedad de compañías extranjeras y sin control sobre
los precios de productos intermedios, “se reproduciría el problema de Diesel Nacional: tiene que vender a precios similares a toda la industria automotriz, pues hace las importaciones a precios también iguales a las demás empresas. Y esa situación continuará mientras no exista producción suficiente
de materias primas y bienes de capital”.
En el rubro de productos intermedios opera en la industria transnacional el sistema de Intercompany pricing:
cuando empresas subsidiarias de las grandes transnacionales farmacéuticas producen y controlan para ellos mismos
las materias primas y otros insumos que surten a precios
que les convienen. O sea cuando la industria transnacional
se integra verticalmente.
Además tienen otras ventajas: diversificación horizontal: tecnología, comercialización y capacidad de negociación frente al Estado.
En materias primas los precios andan por las nubes. Un
estudio realizado en México para las Naciones Unidas, en
1970, demostró que se daban,en 12 insumos importantes,
sobreprecios que fluctuaban entre 200 y 1,300 por ciento.
Si los dirigentes de la industria señalan que las materias
primas han aumentado en pocos años en alrededor de 250
por ciento, “¿por qué no se fabrican aquí?”, se preguntó el
economista Bernardo Ortiz.
La respuesta la da un estudio De María y Campos: “Las
empresas trasnacionales de productos farmacéuticos pro165
hiben a menudo a sus filiales locales que amplíen la producción de productos químicos básicos, a fin de mantener
la parte más rentable de sus operaciones en sus países de
origen.”
Además, “el control de esas empresas sobre las materias
primas y los conocimientos patentados que intervienen en
la elaboración de productos químicos han sido utilizados
frecuentemente para evitar que surja un fabricante local,
aun cuando ofrezca pagar precios y regalías ‘razonables’”.
Según cifras computadas, en los últimos 15 años algunas compañías han iniciado la producción de materias primas y sustantivas en México. Para 1975 había 68 empresas que producían para satisfacer alrededor del 40 por
ciento del consumo nacional.
La participación que tiene México en esta industria es
menor que la que tienen otros países de desarrollo más o
menos similar. Un breve repaso muestra lo siguiente:
—Brasil, 80 por ciento de capital trasnacional.
—Argentina, 50 por ciento.
—India, 40 por ciento.
En este contexto se mueve la industria químico-farmacéutica. La estructura oligopólica se ha convertido en la
práctica en monopólica.
20 de febrero, 1978.
166
Las empresas farmacéuticas que operan
en México
Las 10 empresas farmacéuticas más importantes que
operan en México son (datos de 1975):
l.-Ciba-Geigy Mexicana con 66 marcas, 210 millones de
pesos de capital, 100 por ciento de capital suizo, subsidiaria de la trasnacional del mismo nombre.
2.- Laboratorio Pfizer, 46 marcas, 87 millones, 100 por
ciento de capital norteamericano, subsidiaria de la American Home Products.
4.- Upjohn, 33 marcas, 10 millones, 100 por ciento de
capital norteamericano, subsidiaria de la Upjohn.
5.- Scheramex, 45 marcas, 50 millones, 100 por ciento
de capital norteamericano, subsidiaria de la Schering
USA.
6.- Productos Roche, 59 marcas, 108 millones, 100 por
ciento de capital suizo, subsidiaria de Casa Roche.
7.- Eli-Lily y Compañía de México, 88 marcas, 25 millones, 100 por ciento de capital norteamericano, subsidiaria de la Eli-Lilly.
8.- Laboratorios Promeco de México, 31 marcas, 85 millones, 100 por ciento de capital argentino.
9.- Grupo Roussel, 61 marcas, 25 millones, 100 por
ciento de capital francés, subsidiaria de Roussel.
167
10.- Abbott Laboratories de México, 61 marcas, 13 millones, 100 por ciento de capital norteamericano, subsidiaria de Abbott.
(Fuente: Mauricio de María y Campos, La industria
Farmacéutica en México. Revista Comercio Exterior,
agosto de 1977.)
Las 10 empresas más importantes del mundo, todas
ellas con subsidiarias en México, son:
1.- Roche, de Suiza, 840 millones de dólares de ventas
mundiales.
2.- Merck, de los Estados Unidos, 670 millones.
3.- Hoechst, de Alemania Federal, 497 millones.
4.- Ciba Geigy, de Suiza, 492 millones.
5.- Am. Home Pro., de los EUA, 479 millones.
6.-Lilly, de los EUA, 421 millones.
7.- Aterling, de los EUA, 418 millones.
8.- Pfizer, de los EUA, 416 millones.
9.- Warner-Lambert, de los EUA, 408 millones.
10.- Sandoz, de Suiza, 346 millones.
(Fuente; Mauricio María y Campos, datos de 1970, Revista Comercio Exterior, agosto de 1977.)
168
Nuestra dependencia de Estados Unidos,
inalterable
Frente al espejismo de la apertura de nuevos mercados
mediante visitas oficiales de gobierno, la realidad del comercio exterior de México se afirma en el aumento de la
dependencia respecto de los Estados Unidos.
Si a partir de 1971 se asumió la estrategia de la diversificación de mercados para disminuir el intercambio comercial mayoritario con un sólo país, en siete años las
compras y ventas a los norteamericanos han aumentado en
vez de disminuir, lo contrario de lo ocurrido con otras naciones, revelan análisis del Instituto Mexicano de Comercio Exterior y del Banco Nacional de Comercio Exterior.
Y si se realizaron más de 35 viajes en tres años y se firmaron otros tantos convenios comerciales con países fuera de la órbita estadunidense, el déficit del comercio exterior sigue a la alza; el petróleo representa una cuarta parte
de las ventas mexicanas al extranjero y los precios de
otros artículos han perdido competitividad en mercados
internacionales.
Si en 1971 se recibían más de 11,600 millones de pesos
por ventas a los Estados Unidos, en 197 7 esa cifra se sextuplicó y llegó a más de 61,800 millones. De esa manera
169
nuestra dependencia pasó en siete años de 64.6 por ciento
a 67.5 por ciento del total de las exportaciones.
En el renglón de las importaciones la situación fue más
marcada: lo que le comprábamos a los Estados Unidos en
1971 apenas rebasaba el 50 por ciento del total de lo adquirido en el exterior y llegaba a poco más de 16,500 millones de pesos; para 1977 lo importado de Norteamérica
representaba casi el 64 por ciento del total.
Para nuestras exportaciones el problema son los precios.
La oportunidad de la devaluación para el abaratamiento de
los productos mexicanos en el exterior “se perdió”, dijo la
CANACINTRA,y el Consejo Coordinador Empresarial
señaló que el comercio exterior mexicano “depende del
petróleo”.
En cinco años los productos mexicanos tuvieron un deterioro en sus cotizaciones. Asimismo, problemas internos
originaron una caída en los volúmenes de exportación. En
un lustro bajó el flujo de ventas de ganado vacuno, carnes
frescas, camarón, fluorita, minerales de zinc, productos
derivados del petróleo y manufactura de henequén.
En contrapartida, pocos productos tuvieron alzas de precios en el extranjero, aunque los volúmenes no tuvieron movimientos considerables. En cinco años México pasó de importador de petróleo crudo a exportador (en 1977) de más de
20,100 millones de pesos. Casi lo mismo sucedió con el azúcar, el café y las manufacturas de metales comunes.
De nada sirvió la larga marcha hacia el extranjero. Exposiciones, extensos viajes, numerosas comitivas, presencias reiteradas en mercados internacionales y hasta devaluación monetaria para —entre los aspectos más importantes— ampliar la presencia comercial de México en el
exterior y aliviar su deteriorada balanza comercial.
170
Las cifras de 1977 revelan lo contrario. Después de esos
cuantiosos gastos, México depende hoy entre cinco y siete por ciento más de los Estados Unidos. Compras y ventas son cada vez mayores a un sólo cliente.
Bajo el espejismo de la diversificación de mercado, se
firmaron convenios comerciales con decenas de países. En
el sexenio pasado el presidente Echeverría, empresarios,
políticos e invitados viajaron por todo el mundo para promover su comercio: China, la Unión Soviética, Alemania
Federal, Gran Bretaña, Francia, África, América Latina,
Canadá, Medio Oriente, el Caribe, Japón, el campo socialista.
Los saldos del comercio en 1976 y en 1977 exhiben los
resultados de esas negociaciones: hace dos años el déficit
llegó a casi 3,000 millones de dólares (67,500 millones de
pesos); el pasado, casi a 1,500 millones de dólares.
En ese contexto la dependencia comercial de México es
insoslayable: el 65.7 del intercambio se hizo con los EU;
el resto se diluye en más de 29 países.
En un documento proporcionado a Proceso por el
IMCE, la relación de los países a donde van las exportaciones mexicanas es desequilibrada. A Brasil, segundo
país que recibe productos mexicanos, sólo se destina 4.1
por ciento del total de las exportaciones.
Otros porcentajes de nuestras ventas es como sigue:
—Alemania Federal, 2.5 por ciento del total.
—Japón, 2.3.
—España, 1.3.
—Canadá, 1.2.
—Francia, 1.0.
—Argentina, 0.9.
—Inglaterra, 0.9.
—Chile, 0.6.
—China Popular, 0.5.
—URSS, 0.09.
171
A todos estos países se viajó. Al margen de una influencia política contradictoriamente asumida y dispendiada, el
comercio fue el motivo sumamente reiterado, con resultados nada positivos.
Junto con la dependencia de las exportaciones prácticamente a un sólo país (los excedentes iban a los demás), las
importaciones provenían también de los Estados Unidos
en 63.6 por ciento durante 1977. El resto, por supuesto,
quedó atomizado en otras naciones.
El segundo país de donde México importa sus productos es Alemania Federal. Del total de las compras mexicanas, el 5.7 por ciento viene de esa nación.
Después de 35 viajes, la conclusión la dan las cifras de
la balanza comercial: en compras y ventas, excluyendo a
los Estados Unidos, solamente ocho de los 35 países visitados (algunos hasta dos veces) por el presidente Echeverría en el trienio 1973-1976 alcanzaron en 1977 a superar
el 1.0 por ciento del total de exportaciones e importaciones, pero ninguno rebasó el 6.0 por ciento.
Según economistas especializados en comercio exterior,
los resultados de la balanza comercial de 1977 exhiben
únicamente la inercia de un país que comercia mayoritariamente sus productos con una sola nación y destina excedentes hacia otros mercados. Esas cifras pudieron lograrse sin necesidad de tanto viaje y dispendio.
Los ocho países que reciben las exportaciones mexicanas en porcentajes más allá de la barrera sicológica de 1.0
por ciento son: Brasil, Alemania Federal, Venezuela, Japón, Israel, Canadá, Guatemala y Francia.
Y los ocho países —visitados por gobernantes y empresarios mexicanos— de los que traemos materias primas,
alimentos y bienes de capital son: Alemania Federal, Japón, Canadá, Francia, Inglaterra, Brasil, Italia, Argentina.
Las balanzas comerciales de los 27 países restantes andan muy bajas con México: casi no se comercia con ellos;
172
las fuentes de ingresos para México y para esas naciones
es en turismo vacacional o institucional (incluyendo viajes de gobernantes).
La respuesta empresarial a las reiteradas arengas de
agresividad en el comercio exterior fue nula. La especulación, los bajos controles de calidad, los deficientes índices de producción están llevando a México a ser un país
monoexportador. Hoy su comercio exterior depende del
petróleo en más del 25 por ciento y, según las apreciaciones de PEMEX, esa cantidad va a aumentar.
Los artículos mexicanos son caros en los mercados internacionales, pese a la devaluación del peso y por sobre
la devaluación del dólar. De los artículos seleccionados
del total de las exportaciones, tres productos generan más
del 50 por ciento de divisas: petróleo, café crudo en grano
y metales comunes y sus manufacturas. Los demás se reparten modestamente el resto, según estadísticas de la Secretaría de Programación y Presupuesto.
15 de mayo, 1978
173
174
VII. UNA MERIENDA DE LOCOS
“¿Te apetece un poco de vino?”, insinuó meliflua la
Liebre de Marzo. Alicia miró por toda la mesa sin
ver más que té, por lo que observó: “No veo ese vino
por ninguna parte.”
“No lo hay”, replicó enseguida la Liebre de Marzo.
“Entonces no ha sido nada amable al ofrecérmelo”, dijo Alicia enojada.
“Tampoco lo ha sido sentarse en esta mesa sin haber sido invitada”, repuso la Liebre.
La crisis económica del país ofrecía, en su estructura, dos
hechos concretos que la definían y la condicionaban: de
una parte, la exacerbación de los ánimos empresariales,
que tenía su explicación en el avance de la intervención
del Estado dentro de la economía —aunque desordenado— durante los últimos años y su función histórica para
conducir el desarrollo nacional; de otra, el impacto de los
problemas fue mayor en las clases populares y mayoritarias y esto no era una fatalidad sino una reacción lógica.
Antes y ahora, la crisis significa la lucha por el poder y
por la apropiación de la riqueza y está enmarcada por la
lucha de las clases que expresan un modo de producción.
Las salidas que se tomaron en la segunda mitad de los setenta enfocaron la orientación y la opción asumida por el
Estado: a partir de diciembre de 1976 las medidas económicas fueron la expresión de un golpe de mano de la derecha económica que evidenciaba la incapacidad del Estado para proponer —a partir de su conformación actual—
nuevas formas y estructuras de desarrollo. En rigor, la
economía se inclinó a la derecha. Las presiones empresariales para un nuevo liberalismo económico fueron
más atendidas que la demanda popular para fortalecer,
175
consolidar y conducir al Estado hacia nuevos caminos.
Por decisión propia y enmedio de una crisis política y de
legitimación interna, el Estado providencia surgió de las
cenizas del Estado social y la nueva caracterización condicionó la estructura económica del país: el Estado volvía a
sus tradicionales funciones de bombero: apagar los incendios sociales con inversiones para la salud, educación
y otros renglones importantes pero estructuralmente secundarios, además de orientar petroinversiones hacia la
infraestructura y el subsidio de la práctica empresarial; la
iniciativa privada tenía, como consecuencia, la responsabilidad de mayores inversiones productivas. Esto implicó,
asimismo, que el Estado asumiera —con dolor confesado— medidas que golpeaban el bolsillo y significaban un
gancho directo al estómago vacío de las clases populares,
pero que eran, en el fondo, necesarias para que los empresarios encontraran condiciones propicias para invertir y
ganar. Aunque, por supuesto, la retórica política del poder
siguiera en su inercia populista para justificar virajes en
favor del capital.
Hasta 1970 la inflación había sido el convidado de piedra de la economía mexicana; de 1970 a 1976, se convirtió en una plaga maligna: de 1976 a 1980, fue sin duda el
invitado que vino a cenar, a comer y a desayunar, como
caricaturizó Rius este fenómeno. La inflación, que podría
hacer reductible el problema de la crisis en tanto que significa —en análisis de Gustavo Esteva y David Barkin—
la esencia de la lucha de clases por la apropiación de la riqueza —y es en el fondo el “ladrón de guante blanco” que
transfiere riqueza de los asalariados a los empresarios—,
evidenció y caracterizó el Estado cuando éste puso en
marcha dos medidas a partir de finales de 1976: luchar
contra la inflación por el lado de la demanda —de los que
compran— a través de topes salariales que frenaban la ca176
pacidad adquisitiva de las mayorías; y recuperar tasas históricas de crecimiento económico estabilizador para crear
una riqueza mayor que, hipotéticamente, se repartiría después. Así, en este contexto, el asalariado fue aquel que se
sentó a la mesa de la economía en recuperación —una
nueva gran comilona— a compartir como colado un banquete con el Estado, la inflación y los empresarios; pero
entró sin invitación... y así fue tratado.
Cuarenta años después, la sorpresa es general: por medidas económicas erradas, insuficientes, parciales y tendenciosas, la economía y sus crisis cíclicas conviertieron al
asalariado de minoría en mayoría: los marginados no son,
ya, los pocos, sino los más: del total de la población económicamente activa —18 millones de personas—, el 75
por ciento gana menos del salario mínimo —y es, por tanto, subempleado—, tiene empleo inseguro o definitivamente no tiene ningún ingreso. Paralelamente, las cifras
de la concentración de la riqueza son implacables y alarman hasta a los mismos que las propiciaron: según la Secretaría del Trabajo, la concentración de la riqueza en
México ‘es una de las más altas del mundo’: el 10 por
ciento de las familias más ricas se apropia del 42 por ciento del pastel, en tanto que el 10 por ciento de las familias
más pobres apenas alcanza a distribuirse el 1.0 por ciento
de esa tarta.
De 1970 a 1980 la inflación ha sido enfrentada en dos
etapas y en sus dos variables fundamentales: oferta y demanda. Con Echeverría, el Estado estimuló la demanda
con aumentos salariales de emergencia para que esta capacidad de compra presionara la oferta masiva de productos
y servicios; pero la estrategia no funcionó porque la oferta
no se incrementó sino que se elevaron los precios: sin esfuerzo y con la bendición estatal, los empresarios se apropiaron de los salarios. Con López Portillo, al contrario, se
177
congeló la demanda con topes salariales obligatorios, restricción del crédito y recesión, para que la oferta se expandiera de manera natural y la ausencia de presión por demanda no disparara los precios; fracasó también la idea,
porque los empresarios no funcionaron por mecanismos
automáticos —que la economía clásica considera como
evidentes— y siguieron aumentando los precios para quedarse con los pocos salarios. Los precios, centro neurálgico de la inflación —que debe modificarse con medidas
globales—, no se tocaron, en virtud de que su afectación
implicaba una amplia capacidad política que el gobierno
ha perdido paulatinamente desde los sesenta —y lo que
pierde el gobierno lo gana la iniciativa privada—: los
precios, por tanto, permanecieron libres. Este contexto enmarca las medidas económicas de los últimos años y conforma la lógica de la represión económica que funciona
con mayor efectividad desde finales de 1976: precios libres, disminución del número de precios controlados por
el Estado, precios tolerados oficialmente, vigilancia insuficiente, topes salariales, desempleo, caída del salario real,
derrumbe del consumo, poca capacidad de compra de la
población mayoritaria, importaciones superfluas. Todas
las utilidades, subsidios y estímulos para los empresarios.
En enero de 1978 el Estado liberaba los precios de 100
artículos de consumo mayoritario y establecía después
una insuficiente canasta popular que —controlada sólo
por las promesas empresariales— contenía galletas de animalitos y no artículos esenciales; posteriormente autorizaría aumentos en los precios de artículos de primera necesidad, en cifras superiores al aumento anual de salarios. El
grupo político gobernante daba, así, un paso atrás en su
compromiso social de proteger a las clases populares y
asalariadas y minaba sus bases de legitimación política en
la misma medida de su incapacidad para conducir y repre178
sentar a las mayorías. Mientras tanto, los comerciantes se
llevaban la mayor parte del pastel: con una inversión de
2.3 por ciento de la nacional, se apropiaban del 32.1 por
ciento de la riqueza nacional. Era, nuevamente, el liberalismo económico. Era, en suma, el retorno de los brujos.
Se pasaba del “milagro económico estabilizador” al milagro del mexicano por sobrevivir. La opción exhibía su
esencia: un golpe de mano empresarial. En 1980 el Plan
Global de Desarrollo definía la estrategia para redistribuir
la riqueza: salarios, empleo, seguridad social y mínimos
de bienestar. O sea: el neodesarrollismo. Luego de la experiencia alemanista, —ortizmenista— cíclicamente, el
gobierno volvía a proponer 40 años después el mismo
proyecto para el Estado: empezar de nuevo: primero hay
que crear la riqueza; ya después se verá cómo se reparte.
179
180
Libertinaje de los precios: se
institucionaliza la inflación y ésta
golpea a los asalariados
Si el Estado mexicano dio un paso atrás en su compromiso
social de defender la economía popular al inclinarse por la
recesión de 1977, comienza el segundo año del sexenio
(1978) con un retroceso de dos zancadas al liberar el control
de precios a 100 artículos de consumo mayoritario.
Porque, a decir de la División de Investigaciones Económicas del Politécnico, el milagro mexicano de crecimiento económico se ha consumido, pero de sus cenizas
ha surgido el “milagro del mexicano para subsistir”.
Y porque es obvio, dicen empresarios, trabajadores y especialistas en economía, los precios subirán —destruyendo la consideración teórica de que la ley de la oferta y la
demanda pueden en algún momento bajar el valor de mercancías— y ya se han incrementado en lugares como La
Merced y sin esperar que el decreto del presidente José
López Portillo entre en vigor el lo. de febrero de 1978.
“Se ha terminado, en efecto, la economía ficción en los
precios... pero empieza la economía ficción de los salarios”, dijo el investigador Bernardo Ortiz, del IPN.
181
Y recalcó:
“La política de liberación de precios no tiene otro objetivo que el de oficializar e institucionalizar la inflación”.
Las consecuencias del decreto respectivo —que modifica la esencia del que en septiembre de 1976 emitió Echeverría para controlar los precios y aumentar los salarios—
serán una reacción en cadena: los trabajadores —apoyados por el gobierno— han anunciado que se ha rebasado
el tope de 10 por ciento de aumento salarial anual.
Independientemente de las nuevas reorientaciones en la estructura socioeconómica del Estado, el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM señaló que el decreto de liberación de precios es un viraje a la derecha de un sexenio a
otro. Si con Echeverría hubo aumentos salariales de emergencia, revisiones anuales de contratos colectivos, porcentaje
ilimitado de aumentos y control de precios, ahora, con López
Portillo, se controlan los salarios y se les deja manos libres a
industriales y comerciantes.
Arturo Bonilla, director del Instituto de Investigaciones
Económicas de la UNAM, declaró: “prácticamente en el
sexenio anterior hubo una pequeña defensa para los salarios de los trabajadores. Pero cayó la inflación porque no
se pudo controlar realmente los precios... y hoy sí se puede controlar los salarios”.
—¿En qué teoría económica se apoya el decreto?
—Está fundamentada en la Escuela de Chicago, de Milton Friedman. Los más importantes portavoces de la iniciativa privada van a estar contentos con esta medida.
—¿Y el Estado?
—El Estado mexicano, después de la devaluación, ha
perdido un round más en su independencia de acción económica frente al gran capital transnacional y nacional,
frente a los grandes bancos trasnacionales y frente a la política económica del gobierno de los Estados Unidos, que
se deja sentir a través del Fondo Monetario Internacional.
182
Más allá de consideraciones teóricas, los sectores de
más bajos ingresos serán los más afectados por esta medida. La lógica común intuye que los precios se irán a la alza. El líder de los taxistas del Distrito Federal, Leopoldo
Núñez, externó su interpretación del decreto:
“Liberar los precios sería tanto como si a los taxistas les
dieran la libertad de cobrar tarifa libre y dejarlos solos sujetos a la ley de la oferta y la demanda. Júrelo que ninguno de mis compañeros cobraría más bajo que lo que marcan las actuales tarifas.”
Con este sentir coinciden los propios empresarios que,
después de recibir con beneplácito la medida, prometieron
“aumentos razonables”.
¿Y qué dicen los especialistas al respecto?
“Las decisiones económicas se desvirtúan por las decisiones de carácter político. La economía no está sirviendo
a la sociedad, sino que se trata de encajar a la sociedad
dentro de supuestos de la economía”, dijeron los economistas del Politécnico.
“Ha sido una victoria para los empresarios”, consideró
Bonilla.
¿Porqué?
Respondió Bonilla: “el decreto significa un cambio en la
concepción que el propio Estado tiene en cuanto a cómo
conducir la política económica”. E Ignacio Hernández, investigador del IIE, completó: “A lo que se va dirigiendo el
Estado mexicano es a tratar de encontrar un punto de
equilibrio entre las dos orientaciones que tiene: la de Keynes y la de Friedman”.
Apuntó: “en este caso, la política kevnesiana sirve al Estado para implementar una política económica con precios
ajustados que funcione con infraestructura del sector privado y éste tenga, con el manejo de la oferta y la demanda
la posibilidad de aumentar ganancias”.
183
El decreto, coincidieron ambos, es una definición del
Estado acerca de a qué clase social va a beneficiar.
“Es la medida más desatinada en la Alianza para la Producción, ya que trata de manipular la tasa de ganancias a
través de los precios sin tomar en cuenta al consumidor.
Incrementa artificialmente los ingresos del capital y restringe el consumo interno”, señaló la División de Investigaciones Económicas del IPN.
La inflación es inevitable. ¿ Un equilibrio entre oferta y
demanda? El IIE advirtió incoherencias: tras de señalar
que las solicitudes de aumentos de precios tenían su base
en aumentos de costos y no en consideraciones de oferta y
demanda, señaló que ese argumento no tiene ninguna base
objetiva.
“No hay que perder de vista que quienes controlan la
producción y la circulación de mercancías son monopolios. Tan sólo en la comercialización están Liverpool, Aurrerá, De Todo, que son grandes consorcios que pueden
controlar gruesos volúmenes de mercancías y tienen más
posibilidades, si están asociados con monopolios de productores, de manipular la oferta y la demanda”
En este toma y daca que es la economía saldrán ganando, en la actual coyuntura, los empresarios. “En términos
generales”, dijo el IIE, “puede decirse que habrá una disminución en la demanda de los artículos liberados de consumo popular. Pero por virtud del decreto presidencial, esta baja demanda podrá compensarse con nuevos precios
altos”.
Y mientras el criterio oficial —inscrito en el decreto que
libera precios— es el de que la oferta y la demanda establecerán lo que han calificado de “precios reales”, el sentir empresarial considera aspectos objetivos:
“Las empresas tienen necesidad de fijar sus precios de
acuerdo con el dinamismo que muestren sus costos y esto
es precisamente lo que se está reconociendo”, dijo el di184
rector del Consejo Coordinador Empresarial, Francisco
Calderón.
Y agregó: “la liberación significará el aumento casi inmediato de algunos precios a lo largo de los seis meses
próximos”.
Una de las contradicciones —descubierta por los economistas de la UNAM y del IPN— del decreto de liberación
de precios consiste en hablar de libre competencia cuando
lo que hay es un mercado cautivo.
Manejada por monopolios u oligopolios, la comercialización de los artículos liberados carece de una real libre
competencia que impide al consumidor el libre albedrío
para escoger aquellos artículos que reúnan condiciones
mínimas de calidad y precios.
¿Podrá esa casi nula libre competencia beneficiar al
mercado y al consumidor? Los especialistas consideraron
que no y pusieron como ejemplo el reciente caso de los
precios libres de los automóviles. Sin control y sin competencia real, el valor de los autos subió por consideraciones
de costos y no por oferta y demanda.
La experiencia indica también que los precios de los
productos, además de razones de costos, se dan por común acuerdo de comerciantes y productores.
No existirá tampoco la competencia porque la oferta
adolece de rigidez y, por efectos de la crisis, prácticamente no hay reinversión. A este respecto dijeron los investigadores del IPN:
“Una liberación de precios trata, según el modelo neoclásico, de hacer atractiva la inversión. Esto es falso dado
que las utilidades de altos precios se destinan a otros objetivos: consumo suntuario, reposición de equipo”.
El IIE acotó: “la disminución del nivel de vida de la población trabajadora va a ocasionar un aumento en el nivel
de ganancias porque se supone que automáticamente la
mayor parte de las utilidades entrarán en el aparato pro185
ductivo en reinversiones para incrementar la actividad
económica. Teóricamente este esquema si funciona, pero
en realidad las ganancias se van a reflejar en el aumento
del consumo suntuario de las clases económicamente poderosas o convertirse en capital especulativo”.
Hay también una contradicción entre medidas de política de comercio interior y de comercio exterior que se van
a reflejar en una ausencia total de libre competencia.
Afirmaron los especialistas del IPN que continúan sujetos a permisos de importación los artículos que podrían
competir con nacionales.
Además, agregaron, con el decreto se ha dado la puntilla
a una política productiva hacia la exportación, que se
adoptó con la devaluación, debido a que los precios internacionales han tenido aumentos ligeros y espaciados
mientras que los productos mexicanos han ido en alza
constante.
Según los analistas está en juego una definición de política económica. En el tablero están en confrontación directa los trabajadores y los empresarios y como observadores críticos los sectores medios a los que obviamente un
aumento de precios les afectará.
La posición de los trabajadores ha sido esperar las consecuencias del decreto y acusar al gobierno de beneficiar a
los patrones. Sin embargo, el propio Fidel Velázquez —
que actúa como portavoz— ha señalado que no habrá aumento salarial de emergencia.
La posición industrial la especificó el director del Consejo Coordinador Empresarial, Francisco Calderón: “veo
un principio realista de orientación económica... Lo que
importa es encuadrar esta medida dentro de una política
económica determinada”.
El presidente López Portillo señaló a los empresarios
que el Estado se reserva la decisión de volver al control de
precios si se opta por la anarquía económica.
186
En estas posiciones subyace el criterio de que la economía se va a equilibrar por los propios factores de la producción. Serán los salarios los que presionen y eviten un
alza generalizada de precios. Y serán los precios los que
determinen el momento de los aumentos salariales.
¿Qué refleja la liberación de precios?
El IIE opinó: “Se ve que el Estado le deja las manos libres a la iniciativa privada en productos alimenticios, textiles y domésticos, pero se ata las manos al dejar bajo su
propio control a productos petroquímicos primarios”.
Instalados dentro del aparato del Estado representantes
de empresarios y de trabajadores, las decisiones reflejan
esa lucha interna.
En el fondo de una carrera inflacionaria —precios y salarios— hay una competencia más importante: la sectorial, que inclinará al Estado a uno u otro lado. Hay quienes los identifican como keynesianos y friedmanianos.
Para el Estado la definición se dificulta. El decreto revela que deja para si los precios de artículos de consumo indispensable —cigarros, leche, huevo, café, arroz, azúcar,
frijol, maíz, sal, refrescos, sopas, etcétera— y libera todos
los demás artículos.
Y como una de las leyes de la economía es que lo que se
gana en un lado se pierde en otro, en este asunto de liberación de precios del Estado se inclinó hacia un lado muy
específico.
Para decirlo en palabras de Bernardo Ortiz, del IPN: la
economía va perdiendo la carrera; la gana la política.
Y esta situación significa, en las actuales circunstancias
de crisis que implican reconquista de posiciones perdidas,
el cambio de una política económica:
“La Escuela de Chicago —Chicago Boys— demuestra la
bondad de dejarle la actividad económica al capital. Los gobiernos con dificultades van quedando en manos de esta con187
cepción de política económica. Y el FMI ha establecido como una de las medidas para reorganizar la actividad económica el que el Estado no intervenga. A esto obedece la relativa disminución de la actividad económica, estatal, pero para
reforzarse en otros aspectos”, dijo Bonilla, del IIE.
Porque el Estado aún cuenta con los mecanismos para
orientarse hacia el otro lado: medidas monetarias, crediticias, fiscales, de gasto público, de política de empleo, de
inversiones de coinversiones. Pero su utilización dependerá de qué sector económico exhiba más específicamente
su fuerza.
¿Una posición intermedia? No funcionaría en el contexto de la crisis, según los entrevistados.
Hernández, de IIE, consideró que los conflictos serán
principalmente con los estratos medios que “son muy chillones” y que tienen mayor capacidad para organizarse y
protestar.
“Habrá un costo social que pagarán todos”, dijo.
Denunció una campaña de “represión ideológica” que
pretende, por la propaganda, responsabilizar a todos de la
llegada de la crisis:
“El país recibe llamados del presidente a la Alianza para
la Producción; precedidos de una campaña de concientización —entre comillas— de que todos tienen que apretarse
el cinturón, si no nos va a ir como en feria a todos. Esto
implica una especie de represión ideológica con la que se
llega a convencer a la población de que no puede aspirar a
consumir más, aunque lo necesite”.
En este contexto operará la liberación de precios de 100
artículos. Desde el inicio del gobierno de López Portillo
se gestó una competencia entre los partidarios de las dos
corrientes económicas más importantes del mundo occidental.
En la formulación del presupuesto se dio un carácter social y no productivo al gasto público. En política de pre188
cios Friedman prevaleció sobre Keynes cuando se descargó al Estado de una responsabilidad social.
En ese marco se mueve la política económica del Estado
mexicano. En ese vaivén se encuentran y chocan definiciones teóricas gubernamentales con decisiones políticas
coyunturales.
“Este round lo ganaron los empresarios”, reiteró Bonilla.
Para los analistas, los precios subirán una, dos o hasta
tres veces. Los especialistas del IPN pusieron un ejemplo:
se libera el precio de los focos como producto terminado,
pero al mismo tiempo queda fuera de control oficial una
de sus materias primas, el cobre, por lo que se prevé otro
incremento.
Puede llegarse el caso en que los aumentos de precios se
den en las materias primas, en la elaboración del producto
y en la comercialización.
Esto tendrá necesariamente que ser equilibrado con más
salarios que —según declaración del Congreso del Trabajo— serán mayores del 10 por ciento que operaba como
tope el año pasado.
En la economía, cualquier aumento de precios que vaya
precedido de cualquier incremento de salarios genera inflación.
Y si las consideraciones oficiales en términos de precios
controlados de 1977 y de salarios con tope prevenían una
inflación del 15 por ciento para 1978, ¿qué va a pasar si se
liberan los elementos que conforman esa inflación?
“Se institucionaliza y oficializa la inflación”, concluye
Ortiz, del IPN.
30 de enero, 1978.
189
Productos liberados
Principales productos que tendrán precios libres a partir
del miércoles lo. de febrero:
Alimentos: gelatinas (excepto las de limón), galletas,
cereales (Corn-Flakes, Sucaritas, etcétera), enlatados de
frutas, verduras, sopas Campbell, purés de tomate, chiles
enlatados, mantequilla, embutidos en general, chocolates
de mesa.
Productos Petroquímicos secundarios: todos.
Partes automotrices: acumuladores, pistones, balatas,
fusibles, llantas.
Línea blanca y electrónica: radios, televisores, tocadiscos, ollas exprés.
Construcción: varilla, cobre (tubos, alambres, etcétera),
aluminio.
Combustibles: carbones minerales, carbones de coke.
Maquinaria y Equipo: tractores e implementos agrícolas, maquinaria para hacer tortillas, molinos de nixtamal y
piezas específicas.
Artículos Fotográficos: todos.
Artículos de uso Generalizado: biberones y calzones
de hule, pilas, focos, rastrillos, cuadernos, lápices y papelería en general.
Prendas de Vestir: todas.
(Fuente: División de Investigaciones Económicas del
IPN.)
190
Productos bajo control
Principales productos que siguen con precio bajo control oficial.
Alimentos: arroz, azúcar, café tostado y molido, café
soluble, frijol, grasas y aceites de origen vegetal, huevo,
leche en todas las categorías sanitarias, leches condensadas y en polvo, maíz y derivados, pan, refrescos embotellados y agua purificada, sal molida y refinada para uso
doméstico, sardina envasada, sopas de harina de trigo, trigo y harina de trigo.
Productos de industrias fundamentales: combustibles
derivados del petróleo y del gas natural.
Artículos varios: cigarros, jabones, detergentes y pastas
dentríficos, medicinas de todas clases y los productos químicofarmacéuticos para su elaboración.
Materias primas esenciales: petroquímicos primarios,
químicos primarios, ácidos, alcohol.
Carnes y pescados.
Otros: alimentos balanceados, cemento, cal, yeso, fertilizantes, minerales metálicos y no metálicos, pastas químicas, productos de la industria siderúrgica.
191
Alimentos preparados para niños, ampolletas, calentadores de agua para hogar, estufas de gas y de petróleo, lavadoras de ropa, licuadoras, máquinas de coser, parrillas
eléctricas, planchas, refrigeradores, botellas y frascos, camiones, autobuses, cartón y cartoncillo, envases y empaques para artículos alimenticios de consumo generalizado
y hielo.
(Fuente: Diario Oficial de la Federación del 21 de octubre de 1977.)
192
Precios y salarios: cómo nos sacan el
dinero de la bolsa
Cuarenta y cinco millones de mexicanos no tienen cabida
en el actual sistema económico nacional. La “puerta” de
un modelo de desarrollo que “estabilizó” la inequidad social y la injusticia sólo permite la entrada —en 1977— a
veinte millones de habitantes que disfrutan de altos ingresos. El resto se está quedando afuera...
Las cifras del desempleo creciente arrojar, advertencias
que parecen fantásticas: “Con los nuevos desempleados
de cada año, y sus familias, resultaría posible ya, ahora
mismo, crear una ciudad tan grande como la de Guadalajara. En seis años podría fundarse una ciudad como el
Distrito Federal con doce millones de personas formada
por un jefe de familia sin trabajo y cuatro hijos, cada familia”.
¿Y qué pasa con los precios?
Consultados por Proceso, varios economistas mexicanos observan que los precios y su comportamiento son
simplemente un indicador que recoge y refleja las contradicciones de nuestro sistema económico desde su base
misma.
193
Es, dice Ricardo Carrillo Arronte, “como la altísima fiebre que puede tener un organismo canceroso o gravemente enfermo. Los precios son eso, pero no la causa del problema sino sólo su efecto”.
El precio de algo, de cualquier cosa, es el resultado de
diferentes procesos que van relacionados unos con otros,
desde su producción, hasta la distribución y el consumo.
Otro economista, Arturo Romo Gutiérrez, advierte que
una política de precios debe ir por fuerza aparejada a una
política de salarios y, juntas, formar parte de una política
económica global que marque el rumbo del desarrollo de
un país.
“En México, ahora, se vive una situación explosiva y la
voz de alarma está dada”, expresa.
Esta “voz de alarma” la registran incluso las estadísticas
del Banco de México y de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos. En comparación con septiembre de 1976,
los precios al mayoreo han subido 44.6 por ciento, y 34.2
por ciento los precios al consumidor. El salario, mientras
tanto, ha perdido el 35 por ciento de su poder adquisitivo
en lo que va del año.
El problema de los precios, en síntesis, es el de una distribución de ingresos que, por ser inequitativa, mantiene a
un número cada vez mayor de mexicanos alejados de la
posibilidad de comprar bienes y servicios. Cada vez más
se perfila entre nosotros una sociedad de consumo sin
consumidores.
Sin embargo, al igual que en la Física donde la energía
no se destruye sino sólo se transforma, en la economía la
riqueza se acumula, y unos dejan de ganar “pero sólo para
que ‘otros’ ganen más”.
Así, mientras en 1940 los trabajadores captaban el 40.1
por ciento del ingreso nacional, los empresarios recibían
el 50.9; en 1976, al factor trabajo le correspondió el 28
por ciento, y al capital le tocó el 73 por ciento.
194
Lo anterior sucedió a pesar de que en un lado de esa balanza estaban alrededor de 18 millones de mexicanos económicamente activos, según los últimos registros de la
distribución del ingreso. Del otro lado estaba un millón de
habitantes favorecidos por el hecho de ser los propietarios
de los medios de producción.
La conclusión de los precios salta a la vista:
¿Cuánto puede comprar ahora un consumidor cuyo salario es 35 por ciento “más mínimo” que hace un año?
¿Cuánto le ayuda un aumento salarial de 10 por ciento?
“A través de los precios todos los consumidores estamos
transfiriendo una parte del ingreso, una gran parte, a una
minoría privilegiada. En última instancia, esto va a ocasionar que las desigualdades sociales y económicas sean
más agudas y que la distribución de la riqueza sea todavía
más injusta...
“Esta situación puede desembocar en explosiones de tensiones sociales que podrían poner en entredicho el proyecto
nacional al que hemos concurrido la mayor parte de los mexicanos, y derivar a soluciones —que no lo son— al estilo de
muchos países de América Latina”, advierte Romo Gutiérrez, subprocurador federal del Consumidor y encargado de
estudios económicos del Congreso del Trabajo.
Una parte importante de la mecánica que perpetúa la raquítica distribución del ingreso nacional es el aparato comercial. El solo, sin crear nada más que técnicas de mercadeo, “se apropia del 41.3 por ciento de las utilidades totales de todos los empresarios y capitalistas de todas las
actividades productivas del país”.
Carrillo Arronte, Premio Nacional de Economía y asesor de la empresa estatal Conasupo, agrega que el sector
comercial logra lo anterior con el más bajo riesgo de inversión que cualquier otro grupo empresarial.
Y lo demuestra “con análisis de cifras y sin hacer juicios
de valor”, aclara.
195
Con estimaciones económicas preparadas para esta revista —a partir de datos de su libro La crisis del modelo
de desarrollo mexicano, en preparación— el investigador llega a la siguiente conclusión:
El sector comercial, con un capital de inversión de 2.3
por ciento del nacional, se apropia del 32.1 por ciento del
Producto Interno Bruto (PIB). “Es decir, que nuestros comerciantes reciben con menor riesgo, doce veces más ingresos por cada peso invertido que el que obtienen los industriales.”
Ilustra la casi nula inversión comercial:
De 1965 a 1976 —once años— la tasa de crecimiento
de la inversión de los comerciantes ha sido tan estable que
sólo creció de 3.7 a 4.3 en ese periodo.
¿Podría suponerse que un empleado comercial recibe
salarios crecientes?
No. Otras cifras analíticas demuestran que a mayor
ocupación de empleados en el comercio, a éstos les corresponde una cantidad cada vez menor de salario.
En 1950, por ejemplo, de la utilidad bruta del comercio
se distribuyó entre los empleados un 16 por ciento. Al patrón le tocó el 84 restante de las ganancias. En 1974, la diferencia en favor del patrón comerciante fue mayor. A
ellos les correspondió el 92.6 por ciento. A los empleados
tan sólo el 7.4 restante.
Durante esos 24 años de creciente concentración de utilidades comerciales, la población económicamente, activa
en ese sector pasó de 731,200 empleados, a un millón 400
mil.
“Se advierte así que los empleados en el comercio duplicaron su número, pero sus salarios se han reducido a
menos de la mitad.”
¿Puede pensarse entonces que a un empleado en el comercio se le paga menos porque trabaja menos que otros?
196
La respuesta también es no. La mayor productividad (o
rendimiento por cada trabajador ocupado) la tiene precisamente el sector comercial. Al medirse esta productividad
en años recientes —dice el doctor Carrillo Arronte— resulta que de 1970 a 1976 la tasa de crecimiento de este indicador fue de 3.0 en el comercio, superior a la registrada
en la industria de la construcción (2.1) y mayor desde luego a la que se obtuvo en el sector agropecuario (1.1) y en
la industria de transformación que fue de 1.6.
Incluso el promedio nacional de productividad en ese
lapso se quedó corto frente al del comercio, ya que midió
2.8.
¿Es el comercio la parte más favorecida de la economía
de un país como México?
Pues definitivamente sí lo es. Y por tres razones que Carrillo expone así: el sector comercio tiene un alto índice de
rendimiento por empleado; los salarios que paga son decrecientes y —esto es lo que interesa— “por el aumento
constante de precios”.
Esta “virtud” de subir los precios —nada nueva en este
y otros sectores empresariales— tiene efectos particularmente graves cuando se realiza en momentos de crisis
económica y se necesita, cuando menos, producir a precios accesibles, al alcance de la demanda, lo que la población consume para poder subsistir.
“Los industriales han entendido el problema de la crisis
—a costa de muchas quiebras y fracasos— y están reduciendo sus tasas de utilidad. Sin embargo, los comerciantes no. A cada aumento de precios de garantía o de salarios, ellos responden con un incremento correspondiente
en los precios para mantener sus altas utilidades. Y si a esto se le agrega el efecto de la especulación que siempre
existe, quiere decir que la brecha entre ricos y pobres paradójicamente se hace más grande”, apunta Carrillo
Arronte.
197
El impacto de los aumentos de precios incide en toda la
economía, fundamentalmente en el mercado interno que
configura la demanda de productos. ¿Cómo puede existir
una demanda creciente con un decreciente ingreso popular
y aumentos de precios aún de los artículos de consumo
básico?
A este respecto los economistas piden que se corrijan
las medidas de recuperación para propiciar que éstas
atiendan prioritariamente a la demanda, de artículos mediante el reactivamiento de la capacidad adquisitiva del
mercado interno y no a la oferta de productos con aumentos de precios.
Romo Gutiérrez afirma que con los aumentos de precios
autorizados el gobierno no ayuda a reactivar la economía,
sino que solamente subsidia los márgenes —altos— de
utilidades de los comerciantes ante una demanda interna
en caída por su decreciente capacidad adquisitiva.
Carrillo explica este fenómeno con un ejemplo sencillo:
si un empresario produce mil artículos y gana mil pesos,
cuando la demanda se reduce únicamente a 500 artículos
él tiene necesariamente que aumentar los precios por pieza para seguir ganando lo mismo. Pero las autoridades
aprueban el nuevo aumento de precio sin hacer algo para
estimular la demanda.
De esta forma, la oferta de productos se va encogiendo
más y más porque no hay una demanda suficiente que asegure la compra de los mismos. Por esta vía, opinan los entrevistados, “se puede llegar a una crisis verdaderamente total”.
Los comerciantes se han convertido en muchos casos,
en manipuladores de la oferta; aprovechan la contracción
de la demanda para continuar con el acaparamiento de la
riqueza.
Esta situación se refleja claramente en el comercio de
los comestibles, dominado por pequeños grupos que fijan
a su arbitrio los precios.
198
El ejemplo de La Merced es ilustrativo. Los comisionistas adquieren las cosechas y, por tanto, fijan los precios
muy encima del costo real de los productos.
“Por otra parte, las grandes cadenas de autoservicio utilizan el mismo sistema de comisionistas agentes o acuden
a los mayoristas que controlan el mercado de perecederos
de La Merced”, afirma Javier Culebro Siles, economista y
director de la Distribuidora Conasupo.
¿Qué se ha hecho para enfrentar esta situación?
Poco, en realidad casi nada. La Conasupo sólo tiene intervención en el 6 por ciento de la comercialización de perecederos, lo que “impide al Estado poder contratar en
mejores términos, quedando condicionado al juego de la
oferta y demanda que ejercen la industria y las grandes cadenas de autoservicio del comercio organizado”, dice Culebro Siles.
Agrega además que la industria alimenticia está controlada en cerca del 42 por ciento por empresas trasnacionales. “Las de carácter estatal sólo aportan más del 10 por
ciento del capital total de la industria.”
Cálculos recientes del comercio organizado estiman que
el 41.5 por ciento de los precios al consumidor corresponde a gastos de comercialización.
El Fideicomiso de Productos Perecederos, organismo
creado por el gobierno para intentar romper con el monopolio de La Merced, tiene un escaso poder de negociación
—económica y política— que le impide cumplir adecuadamente sus funciones y su impacto en el mercado es realmente muy bajo. Cualquier bodeguero mercedario iguala,
cuando no supera, la fuerza económica de todo un organismo como el citado.
Estas situaciones revelan que “la carestía de la vida continúa y que el salario se deteriora aceleradamente”, en palabras de Romo Gutiérrez.
199
Los organismos oficiales del sector comercio no pueden
enfrentar efectivamente el problema de los precios porque
sus instrumentos son limitados.
La solución la plantean en dos campos: el de los precios
estrictamente y el de política económica congruente. Ambos interrelacionados con el papel que al Estado le otorga
la Ley de Atribuciones Económicas del Ejecutivo Federal
y con la decisión de “asumir con plenitud su papel de rector de la vida económica nacional”.
Dice Romo: “El Estado debe usar con sentido realmente
transformador todos los instrumentos legales y económicos de que dispone para corregir las deficiencias de estructura que en el ámbito de precios se está padeciendo.
Tendrá que intervenir no sólo en forma iniciativa y hacerlo antes que el propio sector privado”.
Carrillo Arronte aclara: “Mucha gente dice que los actuales problemas se deben a la intervención del Estado. Es
al revés. Los problemas de la economía son los que obligan al Estado a intervenir. Si el Estado en México y en
cualquier país capitalista no interviene, ya se hubiera acabado el capitalismo. La intervención del Estado es la que
apuntala al capitalismo, evitando que las enfermedades lo
maten. Ahí México está muy enfermo. Por eso si el Estado no interviene en la economía, lo cual sería una forma
de intervenir, no quedarán salidas”.
Una mayor intervención del Estado en la comercialización, e incluso en la producción debe hacerse ante la incapacidad del sector privado de asumir la responsabilidad
total de la recuperación. Ante el estancamiento e inclusive
retracción de la inversión privada, el Estado, invierte o la
recesión complica social y delictivamente la situación de
los trabajadores y las grandes mayorías afectadas profundamente por la crisis.
El camino más oportuno de la intervención estatal es
precisamente en el aparato comercial. Mientras que hay
200
en el país 400,000 comercios privados, el gobierno sólo
tiene 15,000.
Romo Gutiérrez sugiere: aprovechar los actuales instrumentos como la Conasupo y multiplicar las líneas de compra-venta, instalando tantas tiendas comerciales como sean
necesarias. Asimismo, apoyando mecanismos de índole social como cooperativas de producción y consumo y grandes
centrales de abasto a donde vendan directamente los productores y compren directamente los consumidores.
También pide que el Estado ejerza a plenitud la ley de
atribuciones económicas para intervenir las industrias que
especulan con artículos básicos y que se han colocado en
actitud de franco reto a la autoridad administrativa.
Por su parte dice Culebro Siles: construir enlatadoras y
empacadoras; integrar redes de frigoríficos; crear centrales de transporte organizado; promover asociaciones ejidales y de pequeños productores: Crear industrias rurales
integrales: de producción de enlatados, empacadoras o
plantas industriales y comerciales.
La atención a la comercialización la divide en dos partes: compra preferencial de grandes volúmenes que se distribuyan a través del comercio organizado y a precios tope; y crear centros de distribución y consumo directo.
—¿Es solución el no intervenir?
—Es posible que sea la medicina por el momento —responde Carrillo Arronte—, mientras al enfermo de cáncer
se le baja la fiebre. Es posible que la prescripción sea meterlo a una tina con hielo. Pero no va a vivir toda su vida
en una tina con hielo porque eso no le cura el cáncer. Esta
intervención negativa debe estar complementada con una
programación que instrumente el cambio en el modelo de
desarrollo y le dé al empresario las seguridades que requiera.
201
“A largo plazo el problema no es impulsar la oferta sino
estimular la demanda. La combinadón de los dos instrumentos son las que resultan poco conflictivas, poco difíciles y obviamente no están exentas de implicaciones ideológicas. Por eso es que muchos de un lado quieren eliminar a los del otro lado, aprovechando la coyuntura.”
(Federico Gómez Pombo y Carlos Ramírez.)
14 de noviembre 1977.
202
VIII. EL CROQUET DE LA REINA
“No están jugando limpiamente”, empezó diciendo
Alicia en tono algo quejumbroso. “Y se están peleando todo el tiempo, de forma que no hay quien oiga
nada... Y además, nadie hace caso a las reglas del
juego. Parece como si no tuviera ninguna o, en todo
caso, si las hay, nadie parece que las esté siguiendo...”
¿Qué habia detrás de las medidas económicas del liberalismo que se aplicaron en México? Tres hechos incontrovertibles:
1.- La Carta de Intención México-FMI, suscrita por el
presidente Echeverría en 1976, comprometía al país a
adoptar necesariamente medidas clásicas del laissez faire
que implicaban, en esencia, una vuelta al liberalismo
económico.
2.- En diciembre de 1976 y a lo largo de tres años se
conformó un gabinete económico de técnicos capaces, de
políticos indefinibles y de funcionarios de formación teórica friedmaniana. A finales de 1977 estallaría una minicrisis de gabinete que colocaba a la economía en el centro
mismo del problema y cuya solución definiría una reorientación: frente a la disyuntiva de una política económica recesionista o de expansión, el gobierno se inclinó por
aquella que pedía el FMI y colocó al país por el camino
del friedmanismo. De ahí en adelante no había más desviaciones. ¿Cuál era ese equipo económico? Los Chicago
Boy's mexicanos accedían al poder en los puestos fundamentales de definición y conducción de la política económica, provenientes de la Universidad de Chicago, de las
203
aulas de Friedman o de las sillas del monetarismo tradicional norteamericano. En 1978 se publicaba la primera
lista de los Chicago Boy's mexicanos y en 1979 se difundía la noticia de que Arnold Harberger, socio de Friedman, era asesor de la Secretaría de Hacienda, daba conferencias a funcionarios de esa dependencia y supervisaba la
aplicación de programas y medidas económicas. Harberger tenía tras de sí el establecimiento y aplicación de la
política económica de la junta militar chilena. André Gunder Frank, economista belga y exalumno disidente de
Friedman, definía este plan como de genocidio económico, pues su aplicación y cumplimiento había multiplicado
la pobreza en Chile. Como en Argentina, Uruguay y otros
países latinoamericanos, el programa Friedman-Harberger
había ahondado la miseria, multiplicado el desempleo,
acelerado la represión y entregado el poder económico a
los empresarios y a las trasnacionales. En México, el programa friedmaniano había recuperado la economía para
los empresarios, aunque la hizo más crítica para los asalariados. Para la economía en general, esta tendencia buscó
—y lo ha logrado casi del todo— privatizar la economía,
arrinconar al Estado en actividades puramente sociales y
de infraestructura y cargar el peso de la recuperación en el
sacrificio obrero. Al clausurarse la campaña presidencial
en Baja California, en 1976, el equipo de trabajo del candidato priísta José López Portillo presentaba sus conclusiones y mostraba al país un programa de trabajo —supervisado por el propio López Portillo— que se aplicaría en
el periodo 1976-82 para salir de la crisis. Era el manifiesto de los gerentes, decía entonces Gastón García Cantú.
Tres años de gobierno han confirmado esa apreciación. En
un ensayo de enero de 1979, Armando Labra Manjarrez
hacía referencia a este fenómeno político:
“En efecto, el apremio de lo permanentemente urgente y
la negligencia de lo importante, han creado anticuerpos
204
dentro del sistema hacendario-financiero, que inhiben la
discusión, siquiera, de nuevas sendas para la política económica de México, más allá de los estrechos márgenes de
la visión monetarista estabilizadora.”
3.- El surgimiento y consolidación de los Chicago
Boy's mexicanos llevaba implícita la afirmación de que la
crisis de 1970-76 había acelerado las contradicciones internas del Estado y la pugna Estado-empresarios, sin que
existiera de por medio la proposición de un modelo de desarrollo o el avance congruente de un esquema propuesto
con anterioridad. La crisis habia roto el idilio. Los sesenta habían mostrado el verdadero rostro del país: CarlosTello hacía un recuento poco optimista “El México de
finales de la década de los sesenta era muy distinto al que
se imaginaban los círculos de poder económico: junto a la
solidez monetaria, el crecimiento económico y la aparente
estabilidad, estaban la creciente concentración de la riqueza, los rezagos en la atención de los servicios sociales, la
concentración de la propiedad de los medios de producción, la penetración del capital extranjero, la insuficiencia
agropecuaria, la insuficiencia industrial, el desempleo, la
represión y el debilitamiento del sector público”. Frente a
este panorama, los vaivenes de la política económica
echeverrista resultaron poco eficaces: ante la aceleración
de las contradicciones había una incapacidad para proponer nuevos caminos o para consolidar la fuerza del Estado por medios de legitimación tradicionalistas —partido
mayoritario en crisis, movimiento obrero oficial subordinado, organizaciones campesinas sin fuerza coherente y
precisa, clases medidas manipuladas, exaltación del presidencialismo. La crisis de 1976 era, en el fondo, general y
de estructura. De 1976 en adelante, la opción fue justificar la capacidad de los conductores del Estado para permanecer en el poder: no había mayor legitimidad. El tránsito había sido insuficientemente recorrido, por falta de
205
solidez en las proposiciones de los titulares del Estado:
del “desarrollo estabilizador” se pasó al “desarrollo compartido” echeverrista, para volver de nueva cuenta a la
“estabilización de la economía” a cualquier precio. Si la
crisis lógica del desarrollo estabilizador produjo posibilidades de cambio que el desarrollo compartido de Echeverría, no supo interpretar y utilizar, el viraje lopezportillista rompió con cualquier ilusión: el Estado orientará su acción de acuerdo a las presiones internas de los grupos determinantes en la correlación nacional de fuerzas, y éstos
no eran las clases populares.
206
206
Los monetaristas dominan la política económica
Con destacados monetaristas en puestos de influencia sobre renglones de la política económica nacional, el Fondo
Monetario Internacional (FMI), no ha utilizado realmente
muchas presiones sobre el gobierno mexicano para imponerle un modelo de desarrollo estabilizador y recesionista
que se orienta en rigor hacia la privatización del país.
Porque aquéllos están donde estratégicamente deben estar para aplicar sus concepciones de teoría económica.
Por ejemplo: para la liberación de precios una de las
prioridades del monetarismo obsesivamente antinflacionario, el licenciado Leopoldo Solís, de la Universidad de
Yale —segunda en la escala de la teoría de Friedman—,
estructuró en su calidad de subsecretario de Planeación
Comercial el decreto que entró en operación el lo. de febrero y que golpeó directamente la capacidad adquisitiva
de la mayoría de los consumidores. Hoy Solís es subdirector del Banco de México.
En política fiscal, donde esa corriente niega con fervor
cualquier reforma impositiva que afecte al capital puesto
207
que, según ellos, de él depende la salida de la crisis, se encuentra el licenciado Francisco Gil Díaz, exalumno del
premio Nobel Milton Friedman en la Universidad de Chicago y conocido como el líder de los “Chicago Boy’s”
mexicanos.
Este economista fue director de Estudios EconómicoHacendarios de Hacienda durante la devaluación del peso
—en sus trabajos de investigación descansó parte de esa
decisión de agosto de 1976— y ahora es director general
de Política de Ingresos de la misma dependencia. Oficialmente se anuncia que tampoco este año se realizará la reforma fiscal integral, que José López Portillo prometió como candidato presidencial.
Están también, en el Banco de México: Carlos Bazdresh
Parada, subdirector; Alfredo Phillips Olmedo, subdirector;
Luis Sánchez Lugo, subdirector; Manuel Cavazos,
también exalumno de Friedman y con estudios en la Escuela de Chicago, asesor del subgerente Ariel Buira; Jesús
Alejandro Cervantes, jefe de la Oficina de Economía Internacional; Guillermo Ortiz, jefe del área de investigaciones económicas.
En Hacienda hay otros: Javier Gala Palacios: Gilberto
Escobedo, director de Planeación Hacendaría; Alfredo del
Mazo, director de Deuda Pública.
En la Secretaría de Comercio, están Marín Maidón, jefe
de Estudios Económicos y quien fue llevado por Leopoldo
Solís; y Luis Bravo.
Rafael Izquierdo, por cuyas manos pasan todas las decisiones presidenciales de tipo económico, planteó durante
la campaña presidencial, en reuniones del IEPES, la “realidad del desarrollo económico” como punto de partida y
el “eficientismo” como política económica.
El FMI adoptó para sí, desde la reunión de Breton
Woods que reordenó el sistema económico internacional
al finalizar la Segura Guerra, los llamados programas de
208
estabilización que se enfrentaron al keynesianismo que se
instaló en occidente a raíz del crack de 1929 en los Estados Unidos.
Este enfoque económico fue adoptado y proyectado teóricamente por el adusto profesor Milton Friedman, de la
Universidad de Chicago; desde entonces se le conoce como “política friedmaniana”. A este respecto dijo Irma
Manrique, del Instituto de Investigaciones Económicas de
la UNAM:
“Tal sinónimo se utiliza en honor del premio Nobel de
economía, quien sin poseer la originalidad de haberla estructurado, se ha dado a la tarea de ‘acondicionar’ los planes de estabilización —por excelencia arma antiinflacionaria del FMI— y ponerlos al uso y beneficio de un capitalismo en crisis.”
Recordó que no todo marcha bien para ese profesor norteamericano, incluso dentro de su propio plantel, porque
“el 75 por ciento de los alumnos de la Escuela de Chicago
están en contra de las teorías de su maestro”.
Para Maritano el centro del monetarismo está en la siguiente afirmación: “el dinero lo hace todo”. Y para David Colmenares Páramo, en su estudio publicado en El
economista mexicano de enero-febrero de 1978, los objetivos del programa de estabilización del binomio Friedman-FMI se resumen en tres aspectos;
—Privatizar la economía.
—Reducir el gasto público.
—Congelar los salarios y disminuir inversiones productivas.
¿Qué resultados se han obtenido de la aplicación de esta
teoría? Maritano afirmó que “hubo efectos desastrosos en
los países en que se aplicó. En Italia generó inflación, el
segundo lugar europeo, y desempleo. En Chile y en Argentina generó miseria, despidos. En Israel también creó
problemas”.
209
“En México los efectos son enumerados por Colmenares Páramo: disminución del gasto público, reorientación
de la inversión pública y privada hacia sectores estratégicos, fomento a la inversión privada, congelamiento de salarios, liquidación de empresas paraestatales, reorganización del aparato estatal, liberación de precios.
En todo momento salta la lucha contra la inflación como
condición previa a la salida de la crisis económica. Y esta
obsesión surge en quienes como funcionarios aplican sus
conocimientos teóricos e influyen en definiciones de política económica.
Porque ellos no esconden su formación teórico-ideológica. Así se lo dijo Elizer Tijerina al principal monetarista
mexicano, Francisco Gil Díaz durante una mesa redonda
en 1974 en el Colegio Nacional de Economistas.
Después de que Gil Díaz sostuvo que los monopolios y
las concentraciones generan economías externas y que el
“villano” de la inflación es el sector público o el Ejecutivo
Federal, Tijerina le respondió directo: “en estos dos casos
concretos me parecen claras las implicaciones reaccionarias”.
Ahí mismo Tijerina le dijo a Gil Díaz:
“Nos parece ingenuo refugiarse en ideologías del
laissez-faire, ya muy superadas incluso en los Estados
Unidos, para sostener tajantemente que cualquier control
de precios es ineficaz (esto lo había señalado el hoy director de Política de Ingresos)”
Como funcionarios del Banco de México, Gil Díaz y
Manuel Cavazos participaron en la edición oficial del libro 50 años de banca central que abrió una nota del entonces director de esa institución, Ernesto Fernández Hurtado, hoy responsable de un banco privado.
En las conclusiones, Cavazos señaló la identificación
entre moneiarismo, “realismo económico” y pragmatismo:
210
“A pesar de que la experiencia acumulada hasta ahora,
parece existir la duda acerca de este principio fundamental
(el de la “disciplina monetaria” como objetivo de política
económica). Sin embargo, los hechos siempre se han encargado de demoler hipótesis inaplicables a nuestro país.
Esta circunstancia, procreadora del sano pragmatismo que
ha caracterizado a la política monetaria mexicana, ha facilitado la corrección oportuna de los pasos encaminados
por sendas extraviadas.”
La participación de Leopoldo Solís en el Banco de México se revela en el informe anual de 1977. Al explicar el
BM la actividad financiera, dice que la evolución favorable de la economía se debió a la aplicación de medidas
monetarias y crediticias y a la lucha contra la inflación.
Un párrafo afirma:
“La eficacia de estas medidas dependió de la firme postura
antiinflacionaria que adoptó la política fiscal, así como de la
estrecha coordinación que hubo entre políticas de salarios y
precios con la fiscal y la monetaria-crediticia.”
Aunque la Universidad de Chicago como institución no representa en sí misma el monetarismo, se ha identificado como escuela o tendencia económica. Pero, también, esa teoría
se ve fuertemente aceptada en otros centros de estudio como
la Universidad de Yale o como la London University.
Aquí en México tiene dos planteles claves: el Instituto
Tecnológico Autónomo —de donde es director de Economía Gil Díaz— y el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, de donde cada año salen importantes flujos de pasantes o titulados hacia Chicago o Yale.
Sin embargo, también de la Facultad de Economía de la
UNAM o de la Escuela Superior de Economía del IPN salen algunos monetaristas.
211
Muchos de esos egresados que encuentran en Friedman
a su maestro y guía están en el sector público como investigadores, o funcionarios de nivel medio. Aparentemente
identificados con los propósitos del Estado mexicano,
aplican en ciertas decisiones su forma de entender la economía.
20 de mayo, 1978.
212
Arnold Harberger: trabaja en Hacienda
uno de los asesores de Pínochet y autor
del “genocidio económico chileno”.
El economista norteamericano Arnold Harberger, quien
estructuró con Milton Friedman el programa económico
de la Junta Militar de Chile en 1973-1976, se encuentra en
México como asesor de funcionarios de política de Ingresos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Este
es su segundo viaje con los mismos motivos en los últimos tres años.
Como acostumbra, Harberger no presta asesorías oficiales, sino personales. Así lo hizo en Chile varias veces: de
1973 a 1975 estuvo cinco veces en Santiago y actuó como
consejero de los seguidores de la teoría monetarista que
aplicaron el “tratamiento de shock”, que fue calificado como “genocidio económico”.
El campo de acción, en México del economista norteamericano es la Dirección General de Política de Ingresos
de Hacienda, cuyo titular es Francisco Gil Díaz, exalumno
de Milton Friedman en la Universidad de Chicago. También se ha reunido con los “Chicago boy’s mexicanos”,
cuya lista fue publicada en Proceso No. 72 (20 de marzo
de 1978).
El economista belga André Gunder Frank, también exalumno de Friedman y de Harberger y que posteriormente
213
dio un giro teórico de 180 grados y se convirtió en el principal impugnador del monetarismo, envió en agosto de
1974 una carta abierta a Friedman y Harberger, a raíz de
su viaje de asesoramiento a la junta militar chilena. En
ella les decía que el “Programa de Chile”, de los golpistas,
había sido planeado desde la década de los 50 en el Departamento de Economía de la Universidad de Chicago,
“en el cual ustedes prepararon a los Chicago boy’s, que
hoy son los inspiradores y ejecutores de la política económica” de los militares.
Gunder Frank escribió posteriormente una posdata y a
mediados de 1976 envió su famosa segunda carta abierta,
en la que acusaba a los dos economistas norteamericanos
de aplicar en Chile la política del “genocidio económico”,
que condenaba al hambre y al desempleo a millones de
chilenos y que servía fundamentalmente a los intereses del
gran capital local y trasnacional.
En los primeros años de la década de los setenta el Fondo Monetario Internacional hizo suyas las tesis del monetarismo y las impuso a muchos países: Inglaterra, Italia,
Portugal, Perú, Argentina, Chile, Jamaica, Israel, México
y otros. El propósito central de esa coriente es privatizar
la economía, disminuir la intervención del Estado en la
economía, reducir ingresos fiscales al posponer cualquier
intento de reforma fiscal que afecte el capital y cargar sobre los trabajadores los efectos de la crisis.
Friedman y Harberger tuvieron especial interés en Chile
después del golpe militar de 1973. Varias veces estuvieron en Santiago para asesorar a los economistas de la junta, principalmente al superministro de Economía, Casuás.
Hicieron muchas declaraciones públicas en apoyo del programa económico de los militares. Recibieron también
muchas críticas por los efectos “genocidas” de sus consejos: los cuestionaron organismos de la ONU, estudiantes
de economía de la misma Universidad de Chicago, el
214
Congreso de los EU, varios gobiernos de Europa, el New
York Times el Business Week, entre otros. Inclusive, los
criticaron el partido fascista Patria y Libertad y el expresidente de la Sociedad Chilena de fomento Fabril.
En la segunda carta, Gunder Frank, (revista Comercio
Exterior, volumen 26, número 12, diciembre de 1976)
explicaba cómo la política económica monetarista conducía a un “genocidio económico”: liberación de precios,
“reducción drástica” del salario real, aliento al mercado
“libre” de capitales, inflación desenfrenada, desplazamiento del ingreso y de la riqueza desde el trabajo hacia el
capital y desde los pequeños capitales hacia los grandes.
Respecto al Estado, dice que el monetarismo propicia la
venta de empresas estatales “a precios ridículos”. Asimismo,
señala que esa corriente “instituye un programa intensivo de
contrarreforma agraria” que regresa latifundios expropiados
o entrega la tierra a “nuevos propietarios capitalistas”. Explica que en Chile la junta militar regresó dos millones de hectáreas expropiadas por los gobiernos de Frei y de Allende.
Se refiere también a la política económica hacia el exterior del “friedmanismo”. “Se reducen aranceles y otras
restricciones a la importación., se otorga toda clase de privilegios al capital extranjero. Se reajusta la balanza de pagos reduciendo la importación de bienes necesarios para
satisfacer las necesidades de consumo esenciales de la población, al tiempo que se exportan manufacturas e incluso
alimentos que el bajo poder adquisitivo de los consumidores les impide comprar y que los productores no pueden
colocar en el mercado interno.”
Agrega Gunder Frank que la aplicadón del programa
monetarista implica la restructuración de la producción y
el cambio de destino de la inversión para “lograr un estímulo aún mayor a las exportaciones no tradicionales de
alimentos, materias primas y artículos manufacturados a
expensas de los consumidores”.
215
La aplicación de este plan, en Chile, fue desastrosa. El
New York Times dijo en marzo de 1976 que “Chile es la
prueba ácida de la economía de Friedman, pero la crisis
empeora”. Gunder Frank dice al respecto:
“Estas crecientes críticas son la expresión de las consecuencias que tienen la política económica de la Junta Militar y la Escuela de Chicago, aunque debemos admitir
que a estos críticos no les preocupan tanto sus efectos sobre el pueblo de Chile como los que tienen para el capital
empresarial, chileno y extranjero, que ellos representan.”
Indica que las críticas se acentuaron a raíz de la llegada
de Friedman a Chile en marzo de 1975, “acompañado por
Arnold Harberger, que hacía su tercer viaje”. En esa ocasión ambos recetaron un “tratamiento de shock”, que a
partir de abril de 1975 fue “aplicado por el superministro
de Economía Casuás”.
Según la lista de los “Chicago boy's mexicanos, las
áreas estratégicas de política económica están casi en sus
manos. Hay monetaristas en el Banco de México, Hacienda, Comercio y asesoría presidencial. Los informes del
Banco de México insisten en señalar como prioridades la
lucha contra la inflación y como instrumentos a las medidas monetarias. La reforma fiscal ha sido pospuesta indefinidamente.
17 septiembre, 1979
216
IX. HISTORIA DE LA TORTUGA ARTIFICIAL
“Hubo una época”, rompió por fin a hablar la Tortuga Artificial con otro gran suspiro, “en que fui
una auténtica tortuga”.
Las decisiones de política económica que enfrentaron el
desajuste general del país resolvieron parcialmente los
problemas y conformaron una teoría económica coyuntural: primero, se atendieron las protestas de los más obsesivos, los empresarios, y se les dio lo que pedían: confianza y facilidades para invertir; después, se revivió la
esencia de la política económica estabilizadora y se configuró nuevamente la tesis de que altas tasas de crecimiento
traerían consigo —de modo natural— mayor riqueza y ésta se repartiría —la teoría de la desigualdad: producción
social y de la riqueza y apropiación privada de esas ganancias— solamente a través de salarios, empleos y mínimos de bienestar social —aunque lo mínimo no sea lo
digno si no que lo digno es lo justo—. El México que
surgió del frío no puede decir que la crisis escampó o fue
totalmente capeada: en sentido estricto y atendiendo a las
manifestaciones estructurales de lo que ocurrió en 1976,
el itinerario fue de la crisis general a la crisis particular:
a cada quien su crisis. Según Enrique Semo —en La crisis actual del capitalismo— la caracterización de la crisis
de los setenta lleva implícita dos hechos: el resquebrajamiento de los mecanismos de dominación interna y exter217
na y el reacómodo de las clases dominantes a través de
alianzas que impidan el derrumbe del sistema capitalista.
Así, indica, la intervención del Estado en la economía ha
aumentado en la misma medida en que los monopolios se
han apoderado del control de las principales ramas
productivas. En épocas de anormalidad, dice Semo, “la
unión de la fuerza de los monopolios y la del Estado en un
sólo mecanismo constituye la esencia del capitalismo monopolista de estado. Su objetivo primordial es el de salvar
el capitalismo, cuya crisis general se acentúa día con día”.
En la situación concreta de México, esta alianza resolvió
los principales indicadores de la crisis: inversiones privadas, producción, disminución de la fuga de capitales, desdolarización, aunque la estructura siga igualmente enferma: la posposición de problemas es, en rigor, una estrategia de desarrollo. Más que soluciones a la crisis, la
política económica mexicana solventó medidas para evitar
el resquebrajamiento del sistema. En términos teóricos
—pero válidos para el análisis particular—. Semo señala
las modificaciones de las políticas económicas de las países en crisis para enfrentar en la superficie los problemas
y consolidar una estructura injusta basada únicamente en
explotación:
“a).- el Estado capitalista teje nuevas relaciones con el
sector privado e intenta coordinar sus esfuerzos considerando el funcionamiento de la economía con un todo.
“b).- se toman iniciativas para negociar los conflictos en
el plano internacional con el propósito de frenar los antagonismos comerciales...
“c).- se trata de utilizar más racionalmente los medios
del Esado, sometiendo incondicionalmente la política de
inversiones y gastos sociales a la necesidad suprema de
las ganancias.
218
“d).- las políticas integracionistas y la competencia interimperialista se utilizan para cimentar la santa unidad
nacional oponer unos contra otros contingentes nacionales de trabajadores y rebajar los salarios...
En general, la política económica de la crisis —19761980— lleva en su interior la reordenación interna del
modo de producción capitalista para evitar peligrosos
desajustes posteriores —que pongan en peligro su existencia—: pacto social gobierno-empresarios, subordinación
de medidas oficiales al objetivo de restaurar la tasa de ganancia, orientación de la economía hacia la exportación,
utilización del Estado, sus inversiones y sus medios de
producción para subsidiar, apuntalar y servir a las empresas privadas, imposición de conductas a los trabajadores.
Los resultados de tres años después de 1976 así lo demuestran. Para los empresarios, la crisis estalló cuando la
tasa de ganancia se vino abajo y cuando la inflación dislocó las utilidades por la opción de estimular la demanda en
1974-76. Recuperado el nivel de utilidades por intervención del Estado —inversiones y nuevo despegue del capital privado, por un lado; y, por el otro, topes salariales y
aumento oficial de precios—, el temporal pasó para el
sector privado. Para los demás, la crisis era particular:
inflación, desempleo, marginación, topes salariales represión sindical, rompimiento del esquema de consumo, empobrecimiento de grandes sectores de asalariados, caída
del salario real.
219
220
De la crisis general a la crisis particular
Pasada la experiencia echeverrista de querer cambiar el
modelo de desarrollo estabilizador por el de desarrollo
compartido, la política económica actual revela una vuelta
a lo que antes se negó, maldijo e impugnó: el objetivo es
hoy estabilizar a muy largo plazo un tipo de crecimiento
que sin duda beneficia a pocos y afecta a muchos.
Los indicadores económicos del primer semestre de
1978 advierten que hoy el propósito central no es mantener como mito un tipo de cambio fijo con el dólar, sino
extender por mucho tiempo un modelo de desarrollo que
acelera la concentración de la riqueza, propicia altos volúmenes de producción de artículos no básicos y conduce a
la monopolización industrial.
¿Y los consumidores, trabajadores y empleados?
Rita Saucedo, del Taller de Coyuntura de la División de
Estudios Superiores de Economía de la UNAM, dice a
Proceso:
“Los trabajadores son víctimas del desempleo y subempleo, de la baja inversión pública y privada que generan
poca riqueza, y del persistente aumento de los precios de
los productos básicos populares.”
221
Indica que las cifras del primer semestre de 1978 superan las de 1977, pero aún están por debajo de las de 1976.
Enumera las metas del nuevo modelo estabilizador: sostener una tasa de crecimiento del producto interno bruto,
desacelerar la inflación, diversificar la industria, hacer
productivo el campo con inversiones pública, privada y
extranjera, apoyar.
—¿Cómo se lograrán esos objetivos?
—Apoyando al capital, como dice García Sainz. El presupuesto para 1978 revela esa tendencia: se disminuyó el
volumen de gastos sociales y se aumentaron las inversiones físicas. Aquí se ve a quién se apoya y a quién se sacrifica.
Dice que de una crisis general se ha pasado a crisis particulares. Los empresarios inversionistas de hecho han salido de los problemas: vuelta la confianza, se disponen a
multiplicar sus ingresos. Los trabajadores y empleados
poco, muy poco, han recibido de esos beneficios, pues
asumen todas las desgracias económicas del sistema.
Enlista los indicadores que muestran que para los segundos la crisis continúa todavía: los precios que más rápido
crecen son de productos básicos; la producción más lenta
es la de los artículos de consumo popular; la inflación llegará este año a 19 por ciento; sin reforma fiscal, los trabajadores pagan la altísima y creciente deuda pública, pues
aportan más a los ingresos públicos.
En síntesis, apunta Rita Saucedo, la recuperación económica ha sobrepasado los índices de 1977 pero aún no llega
a los niveles de 1976, último año de Echeverría.
Basada en cifras oficiales, Rita Saucedo hizo un análisis de
lo que fue económicamente la primera mitad de este año:
Producción: Crecieron los renglones que representan
materias primas para la mediana y gran industria. Crecieron en menor medida o se estancaron las ramas básicas
222
populares: alimentos, textiles, industria editorial, lo que
impide el acceso a la cultura.
Inflación: En general hay una desaceleración del crecimiento de los precios, aunque la tasa de 1978 será de 19
por ciento y no la prevista oficialmente de 15 por ciento.
También aquí el impacto de la inflación fue mayor para
las clases populares: subieron más los precios de educación, esparcimiento, servicios médicos, medicinas, alimentos y otros de origen agrícola y ganadero. El resto del
año todavía depara aumentos superiores a los ya alcanzados, porque el efecto de la liberación de precios aún no se
despliega totalmente.
Empleo: La desocupación abierta siguió casi el mismo
ritmo en el primer semestre de 1978, en comparación con
1977. Pasó de 8.7 por ciento el año pasado a 7.6 por ciento en este año. El subempleo también persiste. Más que
ampliar la demanda de empleo, se da una mayor productividad (explotación) de los trabajadores empleados.
Banca: El dinero circulante creció más de 9 por ciento,
en comparación con el 3.3 por ciento del primer semestre
de 1977. Este aumento es inflacionario, pues el aumento
de dinero no tiene correspondencia con un aumento en la
producción. La banca privada y mixta capta más ahorros y
otorga financiamientos menores.
Finanzas Públicas: El déficit del primer semestre supera al de 1976 después de la caída de 1977. La deuda neta
del sector público aumentó casi 80 por ciento en los primeros seis meses del año. El gasto público impulsa la reactivación pero no tiene efectos sobre inflación, inversión
y empleo. El gasto productivo estatal promueve la inversión privada. El déficit se financia con créditos internos.
Comercio Exterior: La balanza exterior descansa en el
petróleo, café y hortalizas. Ello demuestra la debilidad de
la economía mexicana en comercio exterior, ya que la única posibilidad de aumentar sus exportaciones la encontró
223
en un recurso productivo básico no renovable. Disminuyó
en el primer semestre de 1978 la importación de sorgo y
maíz, pero creció la de trigo en 21 por ciento y la de grasas y aceites en 82 por ciento. Más del 70 por ciento de la
exportación fue directamente a los Estados Unidos.
Inversión: Esta se recupera, aun cuando sea lentamente.
Sin datos específicos y con base en importación de maquinaria y equipo, la recuperación es baja porque esos bienes
de capital se dirigen en buena parte a la reposición de bienes de producción. La inversión para nueva capacidad
productiva es baja.
En síntesis, dice Rita Saucedo, la salida de la crisis resumida solamente en una tasa de crecimiento levemente superior a la 1977 se logrará posiblemente en este año. Pero
los otros indicadores de la crisis permanecerán todavía.
25 de septiembre, 1978.
224
Las clases medias, hacia la
depauperación
La persistencia de la crisis económica en 1978 exhibe los
primeros indicadores de la crisis social: además de los trabajadores, la inflación galopante empieza a afectar los patrones de consumo de la clase media y el empobrecimiento se generaliza.
Las respuestas a la crisis empiezan a organizarse y a
manifestarse de algún modo, dice a Proceso el sociólogo
Salvador Cordero, de El Colegio de México.
“Las protestas ecologistas contra el plan vial, por ejemplo, representan acciones cívicas de descontento que pueden rebasarse. La permanencia de los problemas económicos pueden desviar el descontento a protestas de otro tipo
mediante algunas formas de organización. No hay que olvidar que el desempleo originó la huelga de médicos en
1965.”
Para David Colmenares, del Colegio Nacional de Economistas, la clase media empieza a tener problemas para
mantener sus hábitos de consumo y se ve en la urgencia
de desviar gastos suntuarios para mantener los de primera
necesidad.
Pero hoy el desempleo empieza a preocupar al gobierno
por los conflictos sociales que pueda provocar, agrega.
225
“El plan vial tiene características más de paliativo a la falta de trabajo, que de obras necesarias para resolver el tránsito capitalino.”
Es, puntualiza, “la recomendación keynesiana de abrir
un hoyo para tapar otro y así sucesivamente, sin que realmente la inversión pública sea productiva sino que sirva
solamente para mantener ocupada a la gente en algo y darle aunque sea ingresos mínimos”.
Desde 1976 la inflación no ha perdonado a nadie. Mientras
los aumentos salariales tienen un tope de 10 por ciento en
1977 y del 12 por ciento en 1978, los precios aumentan a un
ritmo que romperá las previsiones gubernamentales de lograr
este año un índice inflacionario de 15 por ciento.
Según el ritmo mensual de aumento de precios de los primeros cinco meses, la inflación ascenderá este año a alrededor del 23 por ciento, sólo 7 por ciento menos que el año pasado, consideran estudios del Colegio de Economistas.
“Esto ha afectado hasta la economía de la clase media.
Un profesional que gana entre 15,000 y 20,000 pesos paga
entre 15 y 20 por ciento en impuestos; a esto se agrega
que el valor de las cosas sube mensualmente y cada vez se
compra menos. Tiene que disminuir sus gastos en diversiones, viajes, gustos consumistas. Y eso genera descontento”, apunta Cordero.
Por otro lado, los análisis arrojan un deterioro del poder
adquisitivo de los 18 millones de población económicamente activa, frente a un ritmo de inflación que en promedio será de alrededor de 2.0 por ciento mensual.
El Banco de México, por su parte, pronosticó la semana
pasada que los precios de los principales productos de consumo básico seguirán aumentando en lo que resta del año.
226
Esta situación, añade Colmenares, ha golpeado el salario de los consumidores. En una tabla preparada especialmente para Proceso, el economista afirma que en 1977 los
salarios reales fueron casi 15 por ciento menores a los nominales porque el aumento de los precios llegó al 30 por
ciento en ese año.
En 1978, indica, el salario mínimo establecido tendrá un
8 por ciento menos de valor, porque la inflación estará alrededor del 23 por ciento.
—¿Y qué significa?
—Que los aumentos de salarios son menores a los incrementos en los precios; que el mercado interno no está atendido. Que los consumidores, en fin, no compensan con aumentos salariales con tope los aumentos de precio sin tope.
En cifras la situación la plantea así: en 1977 el salario
mínimo general fue de 79.37 pesos, pero la inflación lo redujo a casi 68 pesos. El de 1978 fue de 90.55, pero los
precios lo bajaron a alrededor de 83 pesos.
Y advierte el peligro de que el deterioro económico llegue a sacudir a la clase media, donde no existen organismos de control para canalizar demandas o quejas.
El problema de los salarios que cada día compran menos se agrava por dos hechos: el número de trabajadores
que tienen el salario mínimo o más y la masa de desempleados y subempleados.
Oficialmente se reconocen como sin trabajo a un millón
y cuarto de personas —8 por ciento de la población económicamente activa— y a nueve millones como desempleados disfrazados y subempleados.
Es decir, dice Colmenares, más de nueve millones de
personas ganan menos del salario mínimo.
Las previsiones del gobierno no son halagadoras; en
mayo de este año, cuando se instaló la Comisión del Empleo, el diagnóstico de la Secretaría del Trabajo, encabezada por Pedro Ojeda Paullada, era el siguiente:
227
De casi 18 millones de población activa en 1977 se pasaría a 21 millones 744,000 en 1982. Al estimarse en un
ocho por ciento la desocupación abierta en 1977, la población ocupada ese año se situaría en 16 millones 523,000
personas.
“De mantenerse las tendencias históricas, la absorción
de mano de obra no crecería más allá de un 3 por ciento
anual, lo que implicaría que la población ocupada en 1982
ascendería a 19 millones.
“Así, la tasa de desocupación abierta en 1982 representaría el 12 por ciento de la población activa, independientemente de los niveles de subocupación y desocupación
encubierta, que la proyección de las tendencias históricas
no haría sino resaltar”.
¿A dónde puede conducir esta grave situación, reconocida oficialmente?
“No nos olvidemos de los problemas del desempleo en
1965”, reitera Cordero. “La depauperación de las clases
medias puede originar problemas incontrolables”, precisa
Colmenares.
12 de junio, 1978
228
X. LA CUADRILLA DE LA LANGOSTA
“Pasé por su jardín y aunque sólo con un ojo, pude
observar bien cómo el Búho y la Pantera se repartían
un buen pastel.”
Años después, frente a la crisis, el sistema político mexicano habría de recordar aquella vez en que sus dirigentes
lo llevaron a conocer el fondo de la decadencia. México
era entonces un paraíso, cuyas grandes familias políticas y
económicas difícilmente tendrán una segunda oportunidad
sobre la tierra. La crisis había estallado dos hechos:
1.- ¿Quién mató a Fuenteovejuna? ¡El comendador! En
1979, aún sin resolver los desajustes más profundos de su
historia, los priístas celebraban sus bodas de oro, en una fiesta de cincuentenario despojada de brillantez y contexto oportuno: frente a la riqueza más apabullante convivía —a fuerzas— la miseria más lacerante. Las cinco décadas habían sido el signo del oportunismo político para apropiarse de la
dirección de un país a gritos y sombrerazos. Aptos para la
grilla, los priístas resultaban incompetentes para manejar el
país. En 1975-76, durante la campaña presidencial, los analistas del PRI distribuyeron una serie de monografías que
presentaban un diagnóstico crítico y autocrítico del país y éste no era una posibilidad y ni siquiera un proyecto, sino un
229
verdadero Frankestein modelado a retazos. Cuando despertaron, el dinosaurio aún estaba ahí.
2.- La crisis de 1976 exhibió, además de otras cosas,
uno de los males estructurales del país: frente a la incompetencia política para manejar un país, las relaciones interpolíticas estaban signadas por la corrupción: entre los
poderes políticos y económico, y cada uno por su lado.
Denuncias de detención de empresarios y de altos funcionarios por corrupción fueron circuladas profusamente para
fundamentar una intención. Sin embargo, en un análisis
global, la lucha contra la corrupción llevaba el propósito
de reacomodamiento político nacional: el gobierno demostró, de una parte, que el manejo de la empresa privada
en México se daba como en abarrotería y que la evasión
fiscal podía detener y evitar, en un momento dado, una reforma impositiva a fondo; de otro, las pugnas interpolíticas en el seno del poder rompían alianzas tradicionales.
Más allá de estas consideraciones, el fenómeno de la corrupción tiene connotaciones económicas. La detención y
acusación de fraude contra Eugenio Méndez Docurro, Alfredo Ríos Camarena y Félix Barra García mostró dos evidencias: la falta de control en el manejo de las finanzas
mexicanas y la ausencia de un mecanismo de vigilancia
del Poder Legislativo sobre el Ejecutivo: la complicidad
en la corrupción. El total de los fraudes presuntamente
realizados ascendió a 360 millones de pesos, mientras que
los gastos injustificados, la malversación de fondos públicos y las inversiones ineficientes fueron, tan solo en 1976,
de 25,342 millones de pesos. Al final, el gobierno recuperaría el desfalco, los acusados de corrupción saldrían libres y todo quedaría igual. La intención no bastaba: la
esencia de la corrupción permanecería intocada.
230
Cincuenta años de los priístas: aptos
para la grilla, incompetentes para
manejar al país
Durante la campaña presidencial de 1975 el Instituto de
Estudios Políticos, Económicos y Sociales del PRI (IEPES), dio a conocer una serie de monografías estatales
que constituía no solamente un análisis socioeconómico
del país, sino que representaba también un diagnóstico de
casi 50 años de gobierno priísta: cinco décadas en las que
el Estado fue perdiendo poco a poco el control del desarrollo y los problemas lo fueron abrumando.
Tras de adjetivos ampulosos, entre frases ambiguas y reconocimientos directos de incapacidades, a la luz de decenas de estadísticas, cifras y encuestas, emergía el perfil
del país que los priístas aún conservaban bajo su poder
político: era un Frankestein incontrolable y no aquel bello
producto que desearon construir a base de retazos.
Ellos mismos daban las características actuales del país
que habían conducido a lo largo de medio siglo: concentración del ingreso, desempleo grave y subempleo acentuado, pobreza, miseria, descoordinación oficial, incapacidad, atraso, injusticia, marginación, emigración interna y
externa, contrastes dramáticos, latifundismo, abandono,
231
evasión de problemas, enriquecimiento acelerado de los
más ricos y empobrecimiento continuo de los más pobres.
Y entre esos reconocimientos, brillaba por supuesto la
palabra esperanza para resolver ahora lo que en casi 50
años no pudo hacerse.
Abandonado a su dinámica propia, según revelan las
monografías de los 31 estados de la República, el país se
desarrolló como pudo en medio de contradicciones y arribaba al cincuentenario del partido en el poder embarcado
en “un círculo vicioso de pobreza y miseria” sin salida.
Pero el optimismo no decae en ningún momento. Frente
al reconocimiento de los problemas y la pobreza, el PRI
coloca la posibilidad de salida que no es sino la posposición. Limar las aristas a la crisis a base de medidas inmediatas que no modifican pero sí persiguen aliviar.
La educación es limitada. El analfabetismo oscila entre
el 10 y el 50 por ciento en el país. La salud pública “es
precaria”. La industria trabajó para sí misma y no genera
más que riqueza para los dueños, pues su incompetencia
para absorber mano de obra es clara.
Los propósitos de la Revolución de 1910 y de la coalición de partidos de 1929 los cuestionan si no con opiniones si con datos y cifras escuetas. El problema agrario gira
sobre sí mismo: se repartió la tierra y nada más. Los campesinos prefirieron alquilarla, venderla o perderla ante el
acoso de los latifundistas. El IEPES del PRI lo dice en los
31 estudios hechos a base de encuestas.
Y lo dicen con sus propias palabras:
“Si se compara el desarrollo sectorial y regional de las
entidades federativas, se observa que persiste una brecha
entre las que han logrado desarrollarse agrícola e indus232
trialmente y las que durante varias décadas han mostrado
un precario grado de desarrollo y un bajo nivel relativo de
bienestar.”
Y los datos de las monografías abundan en ejemplos:
los estados más desarrollados industrialmente exhiben las
mismas injusticias y miserias que los más pobres. Las diferencias entre Nuevo León y Tlaxcala son formales: la
concentración de la riqueza en pocas manos es muy acentuada; el acaparamiento de la tierra es agresivo. Los problemas sociales por el desarrollo desigual pueden conducir al estallido violento en ambas entidades.
O en todo caso, el dato escueto: en todo el país existen
más de cuatro millones de mexicanos que aún andan descalzos. Y casi siete millones que usan huaraches. La demanda educativa abruma al Estado, los conflictos campesinos tienen su origen en el alto grado de concentración de
la tierra y en el abandono de los trabajadores del campo a
su propia suerte: no hay crédito, ni técnica, ni semillas, ni
obras de riego, ni organización.
El país entró de pronto en su propia inercia: la industria
se desarrolló protegida por el Estado pero sin ningún plan
específico de éste; el campo se hundió poco a poco; el comercio se formó a la sombra de la facilidad para ganar dinero con la menor inversión.
El país se estructuró poco a poco a lo largo de 50 años.
Las monografías encadenan una larga serie de problemas que parecen calcados: el campo, la industria, el comercio, las finanzas enfrentan a veces la escasez de recursos o la falta de una explotación racional de ellos, o el reconocimiento priísta de la incapacidad para transformar la
riqueza y repartirla equitativamente.
Hay de todo. En Navarit, por ejemplo, los problemas
acumulados se multiplican en todas las actividades y en el
modo de vida: el 7 7 por ciento de la población habita en
233
viviendas de uno o dos cuartos y sólo el 8.2 por ciento de
la gente vive holgadamente en casas de cuatro o más habitaciones.
La concentración del ingreso habla por sí misma: el 83.4
por ciento de los nayaritas gana menos de mil pesos al
mes. Al lado contrario, solamente el uno por ciento de la
población tiene ingresos mayores de 5,000 pesos. El subempleo afecta al 25 por ciento de la población trabajadora.
Y no hay programa industrial ni agropecuario y menos
pesquero o forestal.
Los estados ricos lo son para algunos, en tanto que la
pobreza afecta a la abrumadora mayoría. En Nuevo León
los priístas cuestionan el modelo de desarrollo del cual
son directamente artífices. “Nuevo León presenta el caso
típico de un desarrollo desequilibrado... Sólo ofrece condiciones de vida aceptables de manera limitada a núcleos
marginados del progreso.”
Y no sueltan el hilo:
“El modelo de crecimiento (de NL) ha inducido considerables niveles de desempleo y subempleo, que constituyen muestras palpables de las condiciones de inequidad en
que se desenvuelve la economía estatal”. De la industria,
que es orgullo del Grupo Monterrey, los analistas del PRI
señalan que ha perdido dinamismo y apuntan que su alta
tecnificación propicia la creación de riqueza pero no de
empleo. Al lado de ello hay otros datos sobre el modelo
del desarrollismo: el 66 por ciento de la población sólo
tiene la primaria; hay 9 camas de hospital por cada 10,000
habitantes, hay 19 médicos por 10,000 habitantes; el 90
por ciento de los tractores está en la propiedad agrícola
privada; el 3.5 por ciento de la población gana más de
5,000 pesos mensuales.
Si los estados industriales exhiben desequilibrios estructurales que las políticas económicas de los sucesivos go234
biernos priístas han acentuado, aquellas entidades que se
muestran como orgullosos emporios agrícolas también tienen inequidades que desde 1929 prometieron acabar.
Sonora, lugar de nacimiento de lo que se llama el “sonorismo revolucionario” —Obregón, De la Huerta, Rodríguez, Calles—, presenta las contradicciones de un modelo
anárquico que beneficia a los propietarios privados de la
tierra. El PRI reconoce que los niveles de calidad de la vida son altos y “notablemente superiores a los promedios
del país”, pero no obstante señala que los resultados totales “no son homogéneos” y que existen “zonas en franca
depresión”.
La muestra es la distribución del ingreso: más del 80 por
ciento de los sonorenses gana menos de 2,000 pesos mensuales. Sólo el 3.2 por ciento tiene ingresos superiores a
5,000 pesos. El desempleo es de 3.8 de la población trabajadora y el subempleo alcanza al 23 por ciento.
La riqueza que produjo en forma extraordinaria el desarrollo agropecuario no se utilizó debidamente en reinversiones productivas y el aparato productivo se dislocó. El
impacto se resintió en un aumento del desempleo y subempleo.
Tras de señalar los analistas del PRI que el emporio sonorense fue producto de la inversión federal que propició
el surgimiento del grupo económico privado, agregan:
“Otro problema que obstaculiza el crecimiento agrícola
es la fuerte concentración de grandes extensiones de tierra
productivas en manos de latifundistas, lograda mediante
fraccionamientos simulados o alquileres de parcelas. Esto
conlleva el acaparamiento del agua.”
Los análisis de la situación económica demuestran que
la crisis social subyace en las espectaculares cifras de riqueza. Sinaloa se hermana con Sonora en cuanto a las
235
contradicciones estructurales entre riqueza que genera pobreza y marginación.
Los problemas sociales fueron producto del desarrollo
desigual. Es en Sinaloa, dice el IEPES del PRI, donde el
ingreso muestra la concentración más pronunciada de todas las entidades del país: el 1.7 por ciento de la población
activa gana más de 5,000 pesos. El resto tiene ingresos
menores de esa cantidad. Hay, además, 6 habitantes por
vivienda y el 75 por ciento de la población habita en casas
de uno o dos cuartos.
La bonanza es para el sector privado, que creció bajo el
paternalismo del Estado. Dicen al respecto: “a pesar de la
bonancible situación aún existen numerosos y serios problemas que requieren acciones decisivas para evitar que se
conviertan en fuertes obstáculos al crecimiento”. Y agregan: “la excesiva concentración de la tierra ocasionó que
sólo una minoría de la población rural obtuviera los mayores beneficios de la infraestructura realizada con fondos
federales”.
Si la situación se ha tornado crítica en los estados más
desarrollados del país por las propias contradicciones y limitaciones del modelo que han adoptado, otras entidades
han hecho de su pobreza un acto de heroicidad. Los estudios de Zacatecas, Hidalgo, Tlaxcala, Oaxaca y Chiapas
son una muestra de cómo ni los objetivos de gobierno ni
los planes ni las esperanzas pueden esconder la crisis permanente.
En estos estados el rasgo central es la emigación de la
población en busca de oportunidades para sobrevivir. Las
soluciones a esos problemas no las observan los analistas
del PRI a corto plazo y ni siquiera a mediano. Señalan solamente las medidas urgentes e inmediatas para evitar el
hundimiento.
De Zacatecas enumeran su situación: mala situación
geográfica, escasez de recursos naturales, agricultura de
236
temporal, bajos rendimientos por hectárea, ganadería poco
productiva, minería que no crea empleo, sectores económicos desintegrados, 70 por ciento del trabajo es pagado a
menos del salario mínimo. En la década de los sesenta
emigraron casi 110,000 zacatecanos.
La concentración del ingreso es dramática y hasta los
nuevos ricos son escasos: de 1960 a 1970 el número de
personas que ganaban más de 10,000 pesos mensuales
apenas creció de 0.04 a 0.8 por ciento. La mitad de la población nunca ha comido carne, leche o huevos. No se supera “la etapa rural”.
De Hidalgo dicen, para empezar: “las condiciones de
bienestar son precarias”. El ingreso está “sumamente concentrado”. El 3 por ciento de la población gana más de
5,000 pesos al mes. En 1970 —último censo— había sólo
881 estudiantes en educación superior. El analfabetismo
afecta al 33 por ciento de la población total. “Es desalentador el panorama general en salud pública.” Hay un médico por cada 2,500 habitantes, muy por abajo de los mínimos establecidos por la ONU.
Si la industria es prácticamente nula, el campo no se
queda atrás: baja tecnificación, baja planificación, bajos
insumos, baja mecanización e insignificante capitalización. Es aguda la concentración de la tierra y muy problemático el minifundismo. El contraste es revelador: “hay
ejidos con 20 hectáreas y otros tienen sólo surcos”. El financiamiento oficial sólo logra abarcar el 8 por ciento de
la superficie cultivable. Los fertilizantes apenas el 3 por
ciento y las semillas para el uno por ciento.
El pequeño estado de Tlaxcala exhibe las contradicciones nacionales en estrechos límites físicos. Frente al panorama de abandono, el IEPES del PRI señala:
“En un panorama caracterizado por la excesiva presión
demográfica sobre los recursos y la existencia de sectores
económicos poco dinámicos, desarticulados y en condi237
ciones deficientes de operación, es explicable encontrar
signos visibles de pobreza y de deterioro de los niveles de
vida de la población.”
De toda la población sólo una quinta parte de ella tiene
trabajo y no siempre seguro, pues el desempleo abierto
abarca el 13.2 por ciento de la población económicamente
activa. A ello se agrega el acaparamiento de la riqueza:
sólo el 1.8 por ciento de la población gana más de 2,500
pesos mensuales; el 92 por ciento tiene ingresos menores
a 1,500 pesos al mes.
Si no tiene industria, el campo está en crisis permanente. Hay invasiones de tierras y excesivo parcelamiento. No
ha sido resuelto el problema agrario y hay inseguridad en
el campo. En este contexto los niveles de bienestar de la
población disminuyen más todavía. Hay parcelas de 350
metros cuadrados.
Los indicadores sociales revelan que el 7 7 por ciento de
la población se hacina en viviendas de uno o dos cuartos.
Hay 6 personas por cuarto. Existe un médico por más de
2,000 personas. Sólo el 6.3 por ciento de la población come carne. El analfabetismo alcanza al 24 por ciento de los
tlaxcaltecas.
La impotencia de los priístas es manifiesta:
“La gravedad de los problemas sociales requiere de soluciones inmediatas. No sólo se observan fuertes desequilibrios. Es palpable también la escasez de medios para solucionar los problemas. Es un círculo vicioso de la pobreza.”
Oaxaca, la llamada “Bella Antequera”, sintetiza probablemente todos los efectos del abandono y de la miseria.
El PRI lo dice: “la concentración de la tierra explica, en
parte, la miseria en que se desenvuelve casi la totalidad de
la población rural”.
De los estados más grandes de la República, muestra los
problemas en la misma magnitud. Ante la baja inversión
238
federal y la incapacidad de los gobiernos estatales para
enfrentar los problemas, de 1960 a 1970 salieron del estado más de 300,000 personas en busca de empleo. El desempleo y el subempleo se presentan en forma de pordioseros y de vendedores ambulantes que proliferan en los
centros urbanos y en la multiplicación de colonias precaristas. Los problemas políticos se manifiestan en estallidos
de violencia que ya han provocado muchos muertos.
La dispersión es amplia. El 71 por ciento de la población se ubica en 3,685 localidades. El 92 por ciento de las
tierras cultivables es de temporal y de éstas sólo se cultiva
el 40 por ciento. No hay crédito, ni organización, ni semillas, ni nada; todo es para el autoconsumo por métodos
tradicionales y arcaicos.
El 83 por ciento gana menos de 400 pesos al mes, aunque hay poblaciones donde la cifra llega a más del 95 por
ciento. Existe 42 por ciento de analfabetismo, según los
últimos estudios del PRI. Se atiende apenas el 1.5 por
ciento de la demanda de educación preescolar. Sólo el 25
por ciento de los centros de salud tiene equipos y materiales quirúrgicos; hay 599 camas en 99 hospitales, en todo
el estado, para una población de casi dos y medio millones de personas; es aprovechable da más el 40 por ciento
del total de camas en hospitales. Un médico atiende a cada 6,000 habitantes.
Si Oaxaca vive del campo, la situación en este sector
tiene dos vertientes: atomización de la tierra “en alto grado” y concentración en pocas manos: el 90 por ciento de
los campesinos tiene el 3 por ciento de la tierra. Cada familia cultiva menos de 2 hectáreas de temporal. Del otro
lado, el latifundismo: el 9.6 por ciento de las propiedades
mayores de 5 hectáreas ocupan el 83.6 por ciento del total
de la superficie. “El problema de la tierra da lugar a fuertes tensiones sociales, además de limitar el desarrollo.”
239
Hay problemas que el IEPES del PRI califica de menores: inseguridad en la tenencia, falta de deslinde, propiedades sin título, invasiones, no hay técnica ni créditos ni
organización. La mitad de la población del estado usa zapatos; el resto sólo huaraches o nada. La industria es inexistente y la minería está abandonada.
Chiapas, por su origen indígena, asume y multiplica los
problemas de las demás entidades del país. Hay riqueza
pero no se explota. Otros estados, pobres o ricos o medianos le siguen. La crisis es pareja.
A pesar de todo el PRI permanece optimista y señala
que la acción del gobierno federal puede organizar el
“despegue”, sin modificar la actual estructura que afecta
intereses económicos contestatarios. El Frankestein es peligroso, aunque el PRI considere que sea inofensivo y hasta chistoso como el de la película cómica de Mel Brooks.
5 de marzo, 1979.
240
El fraude, 32 millones; los gastos no
justificados del gobierno, miles
de millones
El fraude al gobierno que presuntamente realizó el exsecretario de Comunicaciones y subsecretario de Educación,
Eugenio Méndez Docurro, representa una mínima parte
del dinero que el gobierno federal gasta para financiar y
subsidiar las causas estructurales de la corrupción y el
fraude: la ineficiencia del sector público y la falta de vigilancia del Congreso de la Unión.
Partidas injustificadas de miles de millones de pesos
“tapan huecos” y aparecen en la contabilidad oficial como
“transferencias”. En noviembre del año pasado se denunció inútilmente en la Cámara de Diputados que en 1976 se
registraron 25,342 millones de pesos de gastos sin justificación de apoyos, subsidios, transferencias, aprobadas por
la Secretaría de Hacienda en todo momento.
Y en 1977 se acudió al mismo sistema: cuadrar contabilidades con subsidios y financiamientos adicionales. En
los doce meses de ese año el gobierno canalizó por esa vía
161,719 millones de pesos a las empresas paraestales para
cubrir enormes déficits. Asi, las pérdidas globales de ese
sector fueron únicamente de 1,263 millones.
241
La justificación oficial choca de frente con la realidad.
Ni la deuda externa ni la distracción de recursos para subsanar ineficiencias han logrado que en los dos últimos
años el Producto Interno Bruto crezca siquiera al parejo
del aumento de la población que con optimismo se coloca
en 3.2 por ciento anual.
Oficialmente Méndez Docurro está acusado de fraude
maquinado por 19 millones de pesos y de tentativa de
fraude por casi 14 millones más. Antes Félix Ibarra García, exsecretario de la Reforma Agraria, fue encarcelado
por 10 millones y Alfredo Ríos Camarena, director del Fideicomiso Bahía de Banderas, es juzgado por otro fraude
de 317 millones.
En cifras y porcentanes comparativos, los 32 millones
de Méndez Docurro significan:
—0.1 por ciento de los gastos sin justificación por
25,342 millones de pesos en 1976 (ver Proceso 56, 28 de
noviembre de 1977).
—0.02 por ciento de la deuda contraída en 1976 sin autorización del Congreso de la Unión, que fue de 118,000
millones.
—0.03 por ciento de los 80,000 millones de pesos que
se canalizaron crediticiamente al campo y que se perdieron por completo. En 1976 la producción agropecuaria, no
solamente no aumentó sino que disminuyó en 8.7 por
ciento con respecto a la de 1975. Se tuvo que importar
maíz, trigo y sorgo.
—0.003 por ciento de la deuda pública de 806,406 millones en 1976, que se canalizó al fomento de la producción pero que no logró siquiera una tasa de crecimiento
(PIB) similar al 4.7 por ciento de 1975, sino que cayó
abajo del aumento de la población y sólo llegó a 2.0.
242
—0.02 por ciento del total del déficit del sector público
en 1976, que ascendió a 138,000 millones de pesos.
O, en otras cifras comparativas más actuales, las de
1977, según estadísticas de la Secretaría de Programación
y Presupuesto (Boletín de Información Económica No:
2, Vol. II, febrero de 1978):
—0.05 por ciento del déficit gubernamental, que fue de
54,000 millones de pesos.
—0.02 por ciento del financiamiento para cubrir déficits
del sector paraestatal y descentralizado, cuyo monto fue
de 161,7 19 millones de pesos.
—0.04 por ciento del financiamiento crediticio al gobierno federal que el año pasado estuvo alrededor de
74,340 millones de pesos.
—0.005 por ciento de los 529,000 millones de pesos de
deuda pública externa (23,000 millones de dólares) hasta
1976.
Paralelamente a esos miles de millones de pesos perdidos o dilapidados cuyos orígenes no han sido aún investigados por el Congreso de la Unión, existen malversaciones de dineros públicos que han restado autoridad al gobierno como administrador.
Las Truchas, Infonavit, Ferrocarriles Nacionales, Petróleos Mexicanos, Comisión Federal de Electricidad (hasta
1976), Aeroméxico, Instituto Mexicano del Café.
El frustrado complejo siderúrgico mas importante de
América Latina —idea del recientemente recordado Lázaro Cárdenas— es, quizá, un ejemplo. Su segunda etapa
fue diferida hasta poner en orden sus finanzas.
El balance de 1976 arrojó las siguientes conclusiones:
en ese año tuvo ingresos por 4,004 millones de pesos, que
fueron financiados por créditos internos (1,968 millones)
y externos (1,066 millones). Sólo tuvo en ese año ingresos
243
propios por 971 millones de pesos, de gastos corrientes —
personal, etcétera— tuvo 603 millones de pesos.
El gobierno reconoció, respecto a esta empresa, que hubo “apresuramientos” para concluir la primera etapa en
noviembre de 1976 y que se aprobaron “partidas especiales”. Según ha trascendido, la reorganización financiera
de Sicartsa reveló una pésima contabilidad y una serie de
gastos hasta el momento no comprobados.
En un análisis que la Secretaría de Programación y Presupuesto presentó en 1977 al Congreso hay un renglón de
egresos que dice: “otras erogaciones, 1,418 millones de
pesos”, 162 por ciento más que en 1975.
Todas las demás empresas citadas han cuadrado sus
contabilidades con financiamientos externos y con subsidios. Del estado de la cuenta pública que la SPP entregó a
los diputados se desprenden los estados financieros de las
paraestatales y descentralizadas durante 1976. Todos tienen un apartado que aparece como “otras erogaciones” y
que no tienen comprobación ni justificación. Las cifras de
ese renglón fueron:
—Petróleos Mexicanos, 8,651 millones.
—Comisión Federal de Electricidad, 8,605 millones.
—Ferrocarriles, 744 millones.
—Instituto Mexicano del Café, 368 millones.
De esto nada trató el Congreso de la Unión en noviembre de 1977. Los problemas económicos y financieros del
país y del sector público fueron achacados a la crisis. Como hoy.
27 de marzo, 1978.
244
XI. ¿QUIEN SE ROBO LOS PASTELES?
“La Reina de Corazones hizo unas buenas tartas
todo un día de verano.
La Sota de Corazones esas tartas ha hurtado
y desde luego se las ha llevado.”
La substancia de la crisis cíclicas del país ha sido la lucha
—a veces sorda, otras cómplice, en ocasiones a jalones y
empujones— entre empresarios y Estado por la conducción del desarrollo económico y político: para los primeros, el propósito es de utilidades y producción; para el segundo, los objetivos son de justicia social y de distribución equitativa de la riqueza. De 1929 —fundación del
PRI como gran coalición de intereses— a la fecha —
Alianza para la Producción como fundamento de un pacto
social entre desiguales—, el reacomodamiento de ambos
sectores ha ido del choque frontal a la reconciliación, en
forma oscilante, pendular, pero con una trayectoria unívoca en el fondo, que revela dos vertientes que condicionan
esa tendencia: la caracterización estructural del sistema
mexicano como capitalista —sepultando en las crisis sus
propósitos sociales históricos— y la incapacidad de los
gobiernos para proponer e imponer un Estado que busque
un nuevo modelo de desarrollo más justo, coherente, sólido y de mayor condición histórica. Al final, las minicrisis
en las relaciones entre los dos factores fundamentales de
poder han fortalecido la posición empresarial —por la
245
fuerza de sus alianzas internacionales— y han deteriorado
la postura estatal —por las indefiniciones, vaivenes y virajes de la clase política gobernante—.
La evolución en las relaciones entre esos dos factores
indica la proyección del esquema que se impone y fundamenta los por qués de pasos atrás y casi ninguno adelante:
el enfrentamiento directo, una vez como tragedia —con
Cárdenas y los industriales— y otra como comedia —con
Echeverría y sus incoherentes esquemas—. Las fases de
reconciliación han reforzado la limitación del Estado para
conducir real y estructuralmente el desarrollo nacional hacia estadios de justicia y equidad: con Alemán, a través de
una ley de atribuciones económicas del Estado que colocó
marcos máximos a la acción estatal; con Díaz Ordaz, mediante la represión para el restablecimiento de una “tranquilidad para la producción”; con López Portillo, por medio de una Alianza para la Producción que busca la “recuperación de la confianza empresarial en la conducción estatal”, aunque para ello se subordinara el propio Estado y
a los trabajadores a los criterios de utilidades, producción
y riqueza.
A la larga, los intereses de los factores reales de poder
han cambiado: los del gobierno son, ahora, de la busqueda
de relegitimación social y política para seguir ejerciendo
el poder; los de los empresarios. Continuar acrecentando
las tasas de ganancia y de formación de capital por encima
de derechos y justicias. El primero, con un proyecto estatal deficiente en sus propósitos; los segundos, con un esquema del capitalismo clásico. “Es la disputa por la nación”, dice Rolando Cordera, donde los trabajadores, marginados o a la cola de burguesía y Estado, buscan sus propios caminos de expresión, llena de tradicionalismos.
Después de 1976, las expresiones de fuerza y los resultados proempresariales dieron la razón a Malraux: “la civilización de las máquinas”, decía, “no tiene valores supre246
mos, sino solamente pasiones y deseos”. La exacerbación
de histerias de 1976 exhibió el país que los gobiernos del
México contemporáneo habían conformado.
¿Quién se robó las tartas?, preguntaría Alicia. La conducción del desarrollo trae consigo la lucha por la apropiación de la riqueza. La crisis demostró que la riqueza
estaba mal distribuida y que las soluciones que se adoptaran modificarían la correlación de fuerzas internas. Las
soluciones identificaron y aclararon confusiones: primero,
la incapacidad para modificar la estructura y hacerla más
justa, pues se optó por su remozamiento; segundo, el sacrificio estatal y laboral para la recuperación de altas utilidades y de tasas históricas de crecimiento para el sector
privado; tercero, la incapacidad para proponer un nuevo
modelo de desarrollo más justo; cuarto, la ruptura de los
canales tradicionales de expresión, con el surgimiento
de partidos políticos más vinculados con la realidad y con
el fortalecimiento del sindicalismo independiente; quinto,
la definición de los marcos de la dependencia, al señalarse
como inamovibles la propiedad privada, la economía de
mercado y la libertad cambiaria, tres elementos cuya arterioesclerosis estaba en el fondo de la crisis.
Puestos de acuerdo dentro de los límites de una Alianza
para la Producción, a partir de 1977 el país entraría en un
camino de recuperación, consolidación y despegue, según
el criterio del nuevo gobierno. Para los empresarios, México seguía siendo un estado de pérdidas y ganancias:
cuando sus utilidades son bajas, nulas o esa columna arroja números rojos, el país falla, el gobierno es un incompetente y los capitales se refugian en el exterior: pero cuando el manejo nacional permite altas ganancias, la nación
es única, privilegiada, con suerte, prometedora, con futuro, sólida, válida, viable, etcétera, etcétera.
El México de la segunda mitad de los setenta muestra
este perfil: las utilidades crecen desmesuradamente, mien247
tras los salarios y la capacidad adquisitiva de la población
mayoritaria disminuye irremisiblemente. Por ejemplo: los
salarios han crecido a base de topes salariales —10 por
ciento en 1977, 12 en 1978, 15 en 1979 y 21.3 en 1980—,
mientras que las utilidades siguen un ritmo pasmosamente
grande: en un cálculo de Eduardo González y Jorge Alcocer, 88 empresas mexicanas —las más importantes del
país— tuvieron ventas en 1977 —el año más difícil de la
crisis— por 84.2 por ciento más que en 1976; en 1979
vendieron 73.1 por ciento más que en 1978. Y como otro
indicador, los precios —cuyo aumento afecta, más que a
nadie, a los asalariados, cuyo poder adquisitivo baja—
mantuvieron un índice que bajó en 1978 —18 por ciento—, pero que en 1980 llegará a 30 por ciento.
Como indicador principal, la producción ha crecido pese
a todo, aunque su distribución ha sido —por esencia del
sistema— mal repartida. Las cifras oficiales de la inequidad arrojan los siguientes resultados, según el Programa
Nacional de Empleo:
“La concentración del ingreso en México es una de las
más altas a nivel mundial.”
Y da ejemplos precisos:
—Cerca de un millón de familias —10 por ciento de las
familias más pobres— perciben menos de uno por ciento
del ingreso familiar.
—Entre 1958 y 1963 hubo una disminución en la participación en la riqueza de los cuatro grupos de más bajos
ingresos. Ese por ciento bajo se mantuvo constante hasta
1975.
—El otro extremo: el 10 por ciento de las familias mexicanas con mayores ingresos aumentaron su participación
en la riqueza de 36 por ciento en 1958 a 42 por ciento en
1970.
248
—De acuerdo con encuestas oficiales, la clase media
aumentó también su participación en el pastel de la riqueza nacional.
—Las políticas oficiales de aumentos salariales benefician a sectores limitados de trabajadores. “Son absolutamente insuficientes para alcanzar a aquellos que se encuentran en las capas económicas y sociales más desprotegidas.”
—La información estadística “demuestra... que prevalecen las diferencias abismales entre los grupos sociales
más privilegiados y los menos favorecidos”.
—Para 1977 alrededor de 500,000 familias, que representaban el 5 por ciento del total, poseían más del 25 por
ciento del ingreso familiar.
“En términos generales, agrega, la inequitativa distribución del ingreso está estrechamente relacionada con la distribución de la propiedad.”
En el principio fue el sistema, éste condicionó el funcionamiento del Estado y, al final, el Frankestein estaba
ya recortado. Dice Enrique Semo: “una de las características fundamentales del capitalismo de la posguerra es el
crecimiento y expansión de los monopolios. Sobre todo en
los últimos diez años, los conglomerados —especie de supermonopolios— se convierten en la forma más común de
la concentración de la producción y de la centralización
del capital. Ciento treinta y nueve consorcios gigantescos,
con un capital mayor de mil millones de dólares cada uno,
extienden sus tentáculos sobre la economía mundial”. En
México este proceso ha sido un hecho en el surguimiento
de monopolios. oligopolios y grupos económicos, industriales, bancarios y financieros, con fuerza capaz de doblegar el orgullo gubernamental. Según Salvador Cordero,
las 300 empresas de transformación más grandes de México arrojan las siguientes datos: 79 son subsidiarias de
transnacionales; 109 forman grupos industriales; 84 son
249
independientes; dos son estatales —cuya función es subsidiar al sector privado—. Asimismo, Cordero aporta más
conclusiones: las 25 empresas más importantes en la industria de transformación advierten estas características:
11 son extranjeras; 7, nacionales: 5, con capital extranjero
minoritario; y dos, estatales. En términos generales, añade
Cordero, el Estado producía —hacia 1977—aproximadamente el 15 por ciento del Producto Nacional Bruto y el 5
por ciento de la producción industrial; lo demás quedaba
en manos de la iniciativa privada. Y paralelamente al poder productivo empresarial, existen otros mecanismos de
participación y de lucha, los llamados organismos cúpula:
CONCAMIN, CANACINTRA, CONCANACO. Consejo
Coordinador Empresarial. Confederación Patronal de la
República Mexicana, Pensamiento Empresarial Mexicano.
El surgimiento de los grupos económicos, industriales,
bancarios y financieros no han sido un accidente, sino una
consecuencia de la actividad del Estado y su política económica. Dice Cordero: “el tipo de desarrollo industrial seguido durante las últimas cinco décadas ha propiciado la
concentración del poder económico en un reducido grupo
de familias e individuos” y “un control monopólico y oligopólico de productos industriales”.
En 1980, cuarenta años después del viraje fundamental
del sistema mexicano, México es un negocio redondo para
la iniciativa privada.
El Estado, un socio productivo minoritario.
La economía nacional, propiedad privada.
El país, un estado de pérdidas y ganancias.
250
La economía nacional, propiedad de los
empresarios: la nación, productiva
socia industrial del Grupo Monterrey
Los nombres se entremezclan, se intercambian puestos,
las utilidades se monopolizan, en los Consejos de Administración se repiten apellidos de sobra conocidos, las familias se entrecruzan: son, en realidad, un solo grupo, una
sola familia, un solo poder: el Grupo Monterrey.
Para ellos, México es un estado de pérdidas y ganancias:
cuando los saldos son rojos, el país falla, el gobierno es un
incompetente; cuando los resultados son negros y las utilidades altas, la nación es única, privilegiada, con suerte,
prometedora, con futuro, sólida, válida.
Así, 1979 fue el año de México, según los empresarios.
La razón se dio los días 23 y 29 de abril, cuando se rindieron, por separado, los informes anuales de los Grupos
VISA (Valores Industriales, S.A.) y ALFA. Para el primero, el año no pintó mal: 1,862 millones de pesos de utilidades mayoritarias, 73 por ciento más que en 1978. Al
Grupo ALFA también le fue bien: 3,133 millones de pesos, 66 por ciento más que en 1978.
En el norte, México es, hoy, otro país: “tiene un presente sólido y un futuro promisorio” y “hasta donde puede
preverse, las perspectivas de México son muy
251
prometedoras”, dice el folleto del Grupo ALFA, titulado
Un reporte sobre México moderno. Dice, asimismo, que
lo anterior no es obra de la casualidad: han contribuido
varios elementos: “junto al progreso económico, destaca
la estabilidad política de medio siglo, poco común en el
contexto latinoamericano”, y subraya las reformas política
y económica recientes.
No olvidan los grupos industriales la crisis de mediados
del decenio de los setenta, que culminó con la devaluación
del peso en agosto de 1976. En aquellas fechas, el país le
fallaba a los empresarios y la fuga de capitales exhibió esa
desconfianza. Pero el panorama les cambió a partir de
1977, ya que a mediados de ese año recuperaron la confianza y se lanzaron a invertir.
El Grupo ALFA puntualiza el elemento fundamental
que contribuyó a plantear salidas, desde la perspectiva de
la iniciativa privada, para el país: la Alianza para la Producción, “pudiéndose palpar, ya, sus resultados”. Señala
el texto que, con base en la proposición presidencial, los
empresarios invirtieron y crearon más empleos y el sector
obrero moderó sus demandas de incrementos salariales e
hizo esfuerzos para mejorar la productividad. La conclusión de esa Alianza fue, para los inversionistas, el logro de
utilidades mayores de 30 por ciento.
Los años 1977, 1978 y 1979 fueron buenos para la iniciativa privada. Además de la recuperación de la confianza, el texto del Grupo ALFA señala que hubo dos hechos
dignos de destacarse: reforma política, primero, que amplió la participación de partidos políticos, aunque “el Partido Revolucionario Institucional (PRI) continua siendo
preponderante, con participación minoritaria de los
demás”.
Lo que ALFA llama reforma económica fue, para los
empresarios, una forma muy singular de recibir muestras
de confianza “en el aspecto financiero, (la reforma econó252
mica ha permitido liberar —vía reducción del encaje legal— montos adicionales de crédito para el sector privado; ha incentivado, además, el ahorro individual mediante
una mayor flexibilidad en las tasas de interés; en el aspecto fiscal, ha modernizado el sistema tributario, al sustituirse el antiguo impuesto sobre ingresos mercantiles por un
impuesto al valor agregado”.
Es la confianza en el pais.
Es México: “la naturaleza y el hombre se han entrelazado para alcanzar esta posición (privilegiada). De la naturaleza se habla mucho, particularmente en los últimos años,
al ampliarse el panorama petrolero con la comprobación
de reservas abundantes. El hombre está cumpliendo con
su parte. Porque nunca basta la riqueza para asegurar el
progreso. Hace falta inventiva, voluntad y trabajo”.
Es el compromiso: “ALFA forma parte de este México
que sumariamente tratamos de mostrar (en el folleto) y se
enorgullece de ser uno de los actores de su presente”, dice
Bernardo Garza Sada, presidente del Consejo de Administración y director general ejecutivo de ese consorcio.
Es la aportación privada: “una de las contribuciones del
sector privado a la Alianza para la Producción es la inversión de 180,000 millones de pesos que se realizará en las
regiones donde el desarrollo se requiera con mayor urgencia. El programa de inversiones iniciado en 1977 (después
de la caída de la inversión privada durante el sexenio anterior) tendrá duración de cinco años. Se trata de lograr un
aumento de 5 por ciento en el empleo de mano de obra.
Es el reconocimiento de que México es un país grande:
“undécimo lugar mundial por su extensión”; “la economía
mexicana es una de las más desarrolladas del mundo”;
“décimo sexto lugar en producción de acero, duodécimo
en la fabricación de automóviles”; “octavo lugar en cantidad de científicos e ingenieros con que cuenta”.
253
Es, en fin, “México: crecimiento y progreso” y “los mexicanos se insertan en el acontecer de su tiempo”.
¿Qué existe detrás de las consideraciones anteriores? Un
optimismo fundado directamente en el nivel de utilidades.
Eugenio Garza Lagüera, presidente de VISA, señala que
al país le fue muy bien en 1979: 8 por ciento de producto
interno bruto, cifra no lograda desde hace 11 años, aunque
un poco ensombrecida por la amenaza inflacionaria. Y lo
que viene será mejor, según sus palabras. Y si para México 1979 fue año fértil, a la iniciativa privada le fue, también, como en sus mejores épocas. Dice:
“Si los resultados nacionales han sido altamente positivos, no han sido menos satisfactorios los correspondientes
a nuestras actividades.”
1979 fue así para VISA y subsidiarias:
Ventas consolidadas: 17,829 millones de pesos, 48 por
ciento más que en 1978. Mayor dinamismo que la actividad nacional.
Utilidades mayoritarias: 1,862 millones de pesos, 73
por ciento más que en 1978.
Y los tiempos que vienen son, para ese Grupo, excelentes. Dice Garza Lagüera, en su mensaje a los accionistas:
“las promisorias perspectivas que presenta el panorama
del país nos impulsaron a continuar consolidando y ampliando nuestros horizontes de inversión hacia nuevas
áreas de interés”. Durante 1979 VISA aumentó inversiones en turismo, pesca, alimentos y bebidas; estas dos últimas “con el propósito de integrar una línea de productos
más completa”.
Ya 1978 había sido bueno para VISA. Tuvo ventas por
12,071, y alcanzó utilidades de 1,078 millones, 49 por
ciento más que en 1977. En ese informe, Garza Lagüera
señalaba la esencia de la recuperación: “el fortalecimiento
254
de la confianza entre los sectores productivos del país, se
tradujo en un vigoroso crecimiento del producto interno,
sustentado por el dinámico comportamiento de la actividad industrial, especialmente en los ramos de manufacturas, construcción y petróleo”.
VISA se reunió el 23 de abril, en el salón Embajadores
del Gran Hotel Ancira, en Monterrey, para rendir su informe sobre 1979. Ahí se informó que el Grupo VISA —Valores Industriales y empresas subsidiarias (ver recuadro)— vale hoy 22,706 millones de pesos —aumentó 60
por ciento respecto a 1978— y ocupa a 33,508 trabajadores y empleados, 6,963 más que en 1978. En 1979 se entregaron casi 202 millones de pesos como reparto de utilidades. En el balance anual destaca que VISA posee casi
4,528 millones de pesos en acciones y valores de otras
empresas y es propietaria de terrenos y maquinaria con
valor de casi 10,000 millones de pesos.
La participación de VISA en la economía es extensa,
pues abarca las ramas productivas más importantes. En el
sector primario —el agropecuario—, de 1976 a 1979 triplicó su participación e inversión y sus activos totales pasaron de 350 a 1,088 millones de pesos. Su participación
es como sigue:
Alimentos.- Es dueña de Malta, S.A. y División Agropecuaria, que tuvieron buen año pese a los problemas en
el campo. En diciembre de 1979 adquirió los activos de
Desarrollo Ganadero del Norte, con lo que duplicará la capacidad productiva en ese renglón. Las ventas en el área
pecuaria llegaron a 407 millones de pesos, 29 por ciento
más que en 1978.
Pesca.- VISA empezó su intervención en esta área en
1978, asociándose con empresas extranjeras. En 1979, con la
actualización del Plan Estratégico Pesquero VISA, sus cuatro empresas capturaron 4,568 toneladas de pescado y las
255
ventas aumentaron en 52 por ciento en virtud del uso de tecnologías modernas. Las empresas son: Abisal, S.A., en sociedad con dos grupos japoneses; Industrial Marítima, S.A.
(INMARSA), en sociedad con un grupo español; Productos
Alimenticios del Mar, S.A. (PALMAR), con un grupo italiano, en el cual participará una empresa norteamericana; Promotora Oceánica del Atún, S.A. (PROA), con dos grupos
franceses.
En el sector secundario —industria—, VISA aumentó en
1979 en más del 100 por ciento sus ventas logradas en 1976,
que pasaron de 5,292 a 12,040 millones de pesos. Sus resultados rebasaron el ritmo de la economía en general:
Bebidas.- Cervecería Cuauhtémoc, S.A. amplió su venta y
su diversificación en productos oferentes. Creció 14.4 por
ciento mas que en 1978. Aumentó sus exportaciones en 37
por ciento. Aguas de Tehuacán, S.A. fue comprada por
VISA en 1979. Produce ocho millones 400,000 cajas al año;
con innovaciones tecnológicas, se espera que este año la producción llegue a 20 y medio millones de cajas anuales.
Alimentos.- Clemente Jacques, S.A. de C.V., tuvo ventas por 664 millones de pesos, 54 por ciento mas que; en
1978. Compró una planta procesadora de tomate en Sinaloa. Walter, S.A. y Quesos La Caperucita, S.A., aumentaron 43 por ciento sus ventas, respecto a 1978. Industrias
Mafer, S.A., pretende ampliar su actividad a todo el país.
Empaques.- Fábricas Monterrey, S.A., creció y se expandió. Grafo Regia, S.A., aumentó sus ventas en 30 por
ciento. Plásticos Técnicos Mexicanos, S.A., se extendió
hacia el centro del país.
Vivienda.- Tecnohogar, S.A., cubre DF, Guadalajara y
Monterrey. Contrató con el INFONAVIT, para la construcción de 359 viviendas. Sus ventas crecieron en 25 por ciento.
256
En el sector terciario —servicios y comercio— VISA participa en mayor medida en el ramo de las finanzas a través de
la Banca Serfín, S.A., Aumentó su captación en 38.5 por
ciento —más de 20,000 millones de pesos—. Prestó 120 millones de pesos a PEMEX. Sus afiliadas también crecieron:
Seguros Monterrey Serfín alcanzó una cobertura por 45,765
millones de pesos; Afianzadora Serfín aumentó 44.7 por
ciento sus primas brutas cobradas; Almacenadora Serfín se
convirtió en el mayor almacén privado del país; Factoring
Serfin aumentó su cartera en 473 por ciento; Arrendadora
Serfín aumentó su cartera en 34 por ciento y la Casa de Bolsa Serfin aumentó en 77 por ciento sus comisiones cobradas.
En turismo, VISA posee el hotel Plaza Internacional
Hyatt Regency de Acapulco y el hotel Cancún Caribe.
Creó Hoteles Plaza Internacional, S.A., para operar otros
hoteles. Compró, en diciembre de 1979, los hoteles Continental de México y Acapulco. Hará un hotel en Veracruz.
El año pasado compró Burger Boy; 36 empresas, 262
millones de pesos de ventas anuales, 700 empleados. Y finalmente, VISA es dueña de Cadena Comercial, S.A.,
tiendas Oxxo, cuyas ventas fueron 228 por ciento más altas que en 1978. VISA, dice un folleto publicitario, “camina con firmeza hacia el futuro”.
El Grupo ALFA, nacido como consorcio en 1974, realizó su asamblea de accionistas el 29 de abril, en el auditorio Nova, en San Nicolás de los Garza, N.L. Su expansión
se demuestra con el crecimiento de sus utilidades, que pasaron de 468 millones en 1974 a 3,133 millones de pesos
en 1979, casi 700 por ciento. Comenzó con 9,050 empleados y terminó 1979 con 32,865. Sus ingresos totales fueron de 4,427 millones de pesos en 1974 y de 30,208 millones en 1979. Hoy, ALFA vale casi 60,000 millones de
pesos, 55 por ciento más que en 1978.
1979 fue año singular para el Grupo ALFA. Sus utilidades crecieron respecto a 1978, en 66 por ciento; sus accio257
nes pagaron 73 por ciento más de dividendos y sus ingresos crecieron en un año 58 por ciento. Tan es así, que Bernardo Garza Sada dice en el Reporte del presidente del
Consejo: “podemos señalar que se inicia una nueva etapa
en nuestras actividades: tal como en el pasado, esta fase
demanda lo mejor de nuestro esfuerzo, siempre regido por
el patrón de la eficiencia”.
Señala Garza Sada que “la circunstancia nos será favorable. El país atraviesa por una época de franca expansión
económica, apuntalada por el dinamismo de la inversión y
la fortaleza de la posición externa. De pocas naciones puede decirse algo similar, en el inicio convulso y conflictivo
de los ochenta”.
¿Qué es Alfa? Dice su jefe máximo: “una comunidad
humana cuyo compromiso es la dedicación al trabajo, en
beneficio de todos”.
La mayor inversión de ALFA se da en maquinaria, equipo y terrenos: casi 33,781 millones de pesos. Sus acciones
y valores en otras empresas son de poco más de 900 millones. En un año, de 1978 a 1979, sus ingresos pasaron
de 18,814 millones de pesos a 30,010 millones. La utilidad en 1978 fue de 1,889 millones y en 1979 llegó a 3,133
millones.
Para el Grupo ALFA, el rasgo sobresaliente de la economía mexicana en 1979 fue “la consolidación de su crecimiento”. Señala Armando Garza Sada, presidente de la
Comisión de Finanzas, que el centro motor del dinamismo
económico fue la inversión, “en particular la privada”. El
empleo creció en 7.5 por ciento, el más alto del decenio.
ALFA nació con cuatro empresas: HYLSA. Titán, Draco y Televisa —ésta con participación minoritaria del 25
por ciento—. Actualmente, ese grupo industrial está presente en nueve sectores de la economía: acero, papel y
empaque, fibras sintéticas, petroquímica, bienes de consu258
mo, bienes raíces y turismo, minería, bienes de capital y
agroindustrias. Dice al respecto su informe anual 1979.
“El Plan Nacional de Desarrollo Industrial concede
prioridad a la mayoría de estos sectores y estimula su actividad como áreas destacadas de la economía.”
A seis años de su fundación, el Grupo ALFA considera
que ha cumplido sus objetivos: compró empresas, amplió
inversiones, participa en sectores de alta prioridad nacional y de mano de obra intensiva, ha mexicanizado empresas extranjeras, ha generado empleos y ha aumentado sus
exportaciones y sustituido importaciones. “Originalmente
basados en Monterrey, ahora operamos en más de la mitad
de los estados de la República”, consigna su informe. Su
crecimiento lo desglosa así:
Activos totales: 11,147 millones en 1975; 52,943 millones en 1979.
Ingresos totales: 6,650 millones en 1975; 30,208, en 1979.
Utilidad neta consolidada: 657 millones en 1975; 3,133,
en 1979.
Personal: 15,000 personas en 1975; 32,865, en 1979.
Utilidad neta por acción común: 2.05 pesos en 1975;
10.77, en 1979.
Los resultados del Grupo ALFA fueron como sigue, en
1979.
ALFA-División Acero.- HYLSA., HYL, HYL II,
HYMAX, HYLSA cubre el 22 por ciento del mercado nacional de acero. En 1979 HYL mantuvo el liderazgo de
exportación tecnológica en México. Las ventas de esta división fueron de más de 13,000 millones de pesos, sus activos totales llegaron a casi 24,000 millones y su producción rebasa el millón y medio de toneladas. HYMAX
259
agrupó las filiales Acero del Grupo; sus utilidades aumentaron al mismo ritmo que las ventas. HYMAX tiene previstos dos nuevos proyectos, con inversión de 1,000 millones de pesos cada uno: uno será de bienes de capital y
el otro cubrirá las necesidades de las industrias automotriz, agrícola y electrónica.
ALFA-División Papel y Empaque.- Esta División adquirió una planta de celulosa, instalada en Durango. Titán generó el 7 por ciento de las ventas totales del Grupo. En 1979 tuvo ventas superiores a los 1,900 millones de pesos, 28 por
ciento más que 1978. Celulósicos Centauro pasó a formar
parte del Grupo en 1979 y buscó integrar verticalmente la industria, proporcionando materia prima a las empresas del
consorcio. En los próximos tres años se invertirán en esta
empresa 1,500 millones de pesos. En toda la División, en
1979 se lograron ventas por casi 2,200 millones de pesos,
tres veces más que en 1975; los activos totales alcanzaron los
3,500 millones casi cuatro veces más que en 1975.
ALFA-División Industrias.- Esta División es la más
fuerte. En 1979 tuvo ventas totales por casi 15,000 millones de pesos, casi 700 por ciento más que en 1975, sus activos alcanzaron los 24,000 millones de pesos, casi cinco
veces más que en 1975, y sus utilidades netas llegaron a
1,000 millones de pesos, en donde tuvo pérdidas en 1976.
Esta división está formada por cinco subgrupos:
Fibras: ventas de 4,852 millones de pesos, 26 por ciento más que en 1978; se prevén inversiones de alrededor de
4,000 millones para 1981-1984. Petroquímica: en 1979
aumentó, en relación con 1978, sus ventas en 23 por ciento. En 1979 adquirió Acoojinamientos Selther. Prevé inversiones totales para el sector por 3,000 millones de pesos. Bienes de consumo: Aumentó la venta de televisores, consolas y modulares. Este sector produce el mayor
260
volumen de artículos electrónicos domésticos en el país.
A finales de 1979 adquirió Acer-Mex formada por AcerMex, Motocicletas Carabela, Bicicletas Windsor, Tubos
AMSA, Plásticos Amsa y Moromex. En este sector se
involucra al turismo, donde ALFA tuvo ventas —residencias, centros Maeva y hoteles— por 1,400 millones de pesos. Tiene previstas ventas, para 1980, por 1,750 millones.
Bienes de capital: Megatek, Nemak, Agromak, Massey
Ferguson, Daco y otras aumentarán su cobertura. Alimentos: En este campo, ALFA invertirá en los próximos cinco
años 5,000 millones de pesos.
9 de marzo, 1980.
261
La tecnología hace de las empresas de
Monterrey, un grupo trasnacional
El Grupo ALFA consta de varias divisiones: acero, papel
y empaque, industrias y comunicaciones, entre las más
importantes. Estas divisiones controlan, a su vez, a multitud de empresas. En 1975 una investigación de El Colegio
de México señalaba que el Grupo ALFA estaba formado
por 26 empresas en todo el país, que abarcaban casi todas
las ramas industriales. A su informe anual de 1979, ese
consorcio anexó un folleto donde hacía constar la expansión de ALFA en los últimos cinco años:
División Acero
HYLSA (aceros planos y estructurales); HYL (tecnología siderúrgica); HYMAX, Galvak (lámina galvanizada);
Atlax —para 1981— (aceros especiales); Makros (equipos y maquinaria industrial).
División Papel y Empaque
Titán (papel y empaque); Celulósicos Centauro (celulosa y papel).
262
División Industrias
Draco (metales no ferrosos), Casolar (bienes raíces y turismo); Akra-Nylmex-Fiqusa (fibra poliéster, fibra corta
poliéster, nylon textil, nylon industrial, likra); Proyecto
Alfombras (tapetes y alfombras); Polioles (glicol grado fibra, químicos industriales, poliestireno expansible, polioles uretano Petrocel (productos químicos); POM (suelas
de poliuretano y termoplásticos para zapatos); Selther
(colchones, espuma de poliuretano); Philco (televisores a
color); Admiral (televisores blanco y negro); Magnavox
(consolas, equipos modulares y autorradios); Acer-Mex
(motocicletas y bicicletas); Megatek (motores y generadores eléctricos); Nemak —para 1981— (cabezas de aluminio para motores); Agromak-Massey Ferguson (tractores
agrícolas, tractores agrícolas industriales, combinados,
implementos agrícolas); Vistar —para 1981— (aparatos
eléctricos para el hogar); Alimentos (carnes procesadas y
carnes frescas); Televisa —participación del 25 por ciento— (comunicaciones).
Asimismo, el Grupo ALFA ha buscado “socios tecnológicos” con empresas de otros países. Destacan las siguientes:
—AKZO, con sede en Holanda, en el campo de fibras
sintéticas.
—BASF, de Alemania, en productos químicos.
—Dupont, de Estados Unidos, en el desarrollo del
nylon.
—Duro Felguera, de España, en maquinaria y equipo industrial.
—Ford, de Estados Unidos, en cabezas de motor de aluminio. Sociedad con ALFA.
—Hercofina, de EU, en petroquímica.
—Hitachi, de Japón, componentes para televisión, fabricación de motores y generadores eléctricos, bienes de capital.
263
—Inco, de Canadá, en exploración y explotación de metales no ferrosos.
—Lummus, de EU, en ingeniería y construcción.
—Massey Ferguson, de Canadá, en producción de tractores e implementos agrícolas.
—Moulinex, de Francia, en aparatos domésticos.
—PRB, de Bélgica, en colchones y espuma para la industria mueblera, del calzado, automotriz y textil.
264
Televisa se agiganta con la
participación de Alfa
El Grupo ALFA es poseedor del 25 por ciento de las acciones del monopolio de la televisión comercial Televisa. En
el informe de 1976, ALFA dice lo siguiente de Televisa:
“Televisa es un grupo de 48 empresas involucradas en
varias áreas de las comunicaciones. Algunas de ellas son:
televisión, radio, publicaciones, espectáculos, cine y teatro. ALFA participa con el 25 por ciento del capital de esta dinámica organización.
“Las ventas de Televisa fueron en 1979, del orden de
4,600 millones de pesos, lo que representa un incremento
del 50 por ciento sobre el año anterior. Su programación,
de la cual el 40 por ciento es educacional y cultural, alcanzó una audiencia estimada de 41 millones de personas durante el año. Su capacidad de producción llegó a 25.276
horas de programación.
“La conducción de la señal del canal 2 de televisión vía
satélite, tanto en México como en Estados Unidos, será
una realidad ya que se ha contratado con Western Unión
la renta de tres segmentos especiales del satélite Westar
III a partir de febrero de 1980.”
265
Para los trabajadores, un diploma, un
reloj y... palabras de aliento
MONTERREY.—El Grupo ALFA, con un capital de
casi 14,000 millones de pesos, nació hace 25 años con 198
trabajadores. Un cuarto de siglo después, consolidado ya
el consorcio financiero más importante del país, el Grupo
ALFA premió a los trabajadores de las empresas más antiguas con palabras de aliento, un diploma y un reloj.
El director general de HYLSA, Gustavo Cortés, reconoció el domingo 11 de mayo que “ALFA-División Acero
no existiría sin la imaginación, la voluntad y el trabajo de
cada uno de ustedes, los trabajadores”. Asimismo, dijo
que los trabajadores contribuyeron a la expansión, aceptando un nuevo sistema tecnológico, usándolo, arriesgando, “fatigándose de más y hasta renegando”.
Gracias a ello, señaló, se cuenta con tecnología “que
hoy da prestigio a ALFA-Acero”. Reconoció que los trabajadores “hicieron su parte, seria, responsable, eficiente,
en aquellos momentos difíciles” (Mario Luis Altúzar).
266
VISA, el grupo más joven, procreó
ya 68 empresas
Las siguientes 68 empresas forman el Grupo VISA: Valores Industriales, S.A.; Complemex Industrial, S.A.; Cervecería Cuauhtémoc, S.A.; Fábricas Monterrey, S.A.;
Grafo Regia, S.A.; Clemente Jacques y Cía., S.A. de C.V.;
Cervecería Cruz Blanca, S.A.; Fomento Económico Mexicano, S.A.; Servicios Industriales y Comerciales, S.A.;
Carta Blanca de Occidente, S.A.; Carta Blanca de Laredo,
S.A.; Carta Blanca de Reynosa, S.A.; Carta Blanca de
Matamoros, S.A.; Carta Blanca del Golfo, S.A.; Agencia
Carta Blanca de Tampico, S.A.; Plásticos Técnicos Mexicanos, S.A. Malta, S.A.; Avícola Comercial Azteca, S.A.;
Avícola Garrison, S.A.; Abastecedora de Productos Avícolas, S.A.; Desarrollo Avícola y Ganadero, S.A.; Nueva
Icacos, S.A.; Technogar, S.A.; Industrial Marítima, S.A.;
Productos Alimenticios del Mar, S.A.; Comercial Cartago,
S.A.; Servicios Visa, S.A.; Campos Deportivos, S.A.; Pasatiempos Gallo, S.A.; Quimiproductos, S.A.; Industrias
Mafer del Sur, S.A.; Cacahuates de Morelos, S.A.; Industrias Mafer, S.A.; Maya Internacional, S.A.; Quesos La
Caperucita, S.A. Walter, S.A.; Operadora de Productos
Pecuarios, S.A.; Avícola Comercial Azteca de Occidente,
S.A.; Alimentos y Bebidas de Chiapas, S.A.; Concesio267
nes, S.A.; Cadena Comercial, S.A.; Impulsora de Mercados, S.A.; Distribución en Cadena, S.A.; Champimez,
S.A.; Kismat, S.A.; Enricar, S.A.; Asociación de Servicios
y Tecnología en Administración Hotelera, S.A.; Abissal,
S.A.; Servicios de Administración y Refrigeración, S.A.;
Fomento Comercial, S.A.; Cervecería de Sonora, S.A.;
Cía. Cervecera de la Laguna, S.A.; Cía. Cervecera de Sabinas, S.A.; Cía. Cervecera de Chihuahua, S.A.; Cía. Cervecera de Cd. Juárez, S.A.; Cía. Distribuidora Cruz Blanca, S.A.; Cía Comercial Distribuidora, S.A.; Dinco, S.A.;
Promotora y Venta de Casas, S.A.; Modistral, S.A.; Industrias Arva, S.A.; Duraflex de México, S.A.; Maquinados
Múltiples, S.A.; Herrerías Constructivas de Occidente,
S.A.; Carpinterías Constructivas de Occidente, S.A.; Granulados Pétreos, S.A.; Grupo Visa, S.A.; Grupo Industrial
Visa, S.A.
268
269
270
La economía mixta retrocede: los
empresarios, en pos del poder total
En medio de la tormenta de la crisis que “invita a definiciones concretas”, una reciente encuesta (1978) entre los empresarios y grupos económicos más importantes y fuertes del
país reveló que estos sectores formulan un proyecto económico y político concreto, que propondrán o impondrán al Estado mexicano desde el norte de la República.
Después de “sacrificar durante tantos años una participación política por beneficios económicos”, los sectores
patronales más tradicionales y más consistentes, históricamente, generan desde Monterrey un modelo de desarrollo
alternativo del actual. “Y precisamente el Consejo Coordinador Empresarial y Pensamiento Empresarial Mexicano
vienen de allá”, declaró a Proceso el sociólogo Salvador
Cordero, de El Colegio de México.
“Se ha generado una fuerza capaz de enfrentar, o al menos limitar, a los grupos progresistas o nacionalistas que
forman parte del aparato gubernamental”, concluye a la
luz de centenas de cuestionarios y entrevistas personales
con patrones.
En un análisis estadístico de la concentración industrial
y del surgimiento poderosos consorcios, el investigador
sacó sus conclusiones:
271
“El Estado tiene un proyecto económico para desarrollar, pero ha creado grupos económicos fuertes, que son
un gran gigante que se le está saliendo del control.”
En coordinación con el también investigador Rafael
Santín, Cordero estudió los hechos según experiencias recientes: la capacidad de presión de estos grupos —manifestada en fuga de capitales, dolarización, etcétera— y la
incapacidad de imposición del Estado impidieron el sexenio pasado cumplir la decisión gubernamental de cambiar
el modelo de desarrollo estabilizador por el de desarrollo
compartido.
“Todo quedó en declaraciones e intenciones”, dijo Cordero.
La encuesta entre empresarios dio a Santín los elementos para afirmar:
“Una solución para el país, dentro del proyecto de los
empresarios, sería una solución mucho más reaccionaria
que la que pudiera tener el Estado a largo plazo. Ese proyecto llevaría a limitaciones sumamente serias en cuanto a
la participación en la vida nacional de amplios sectores de
la población.”
Agregó: “Si bien una participación empresarial a través
de un partido político tendría poca viabilidad, el proyecto
ideológico sería el peligroso. Por medio de presiones se
puede orillar a los grupos en el interior del Estado —ellos
no necesitan estar dentro del aparato gubernamental— a
pugnar porque se implemente ese tipo de modelo”.
—¿Y cuál será la respuesta del Estado?
—Dependerá de cuál sector presiona más, indudablemente: si el empresarial o el de los trabajadores —señaló
Cordero.
—¿Cuál es la actual correlación de fuerzas en el modo
de producción mexicano?
—Está más cargada hacia el sector privado que hacia los
trabajadores. La economía mixta está dando pasos atrás.
272
—¿Continúa el Estado controlando la economía?
—Son importantes los sectores que maneja el Estado —dijo Santín—, pero no implican el control real de la economía.
Los sectores estratégicos subsidian a la industria y benefician
a las grandes empresas. En lugar de aprovechar el control de
esos sectores para favorecer cierto proyecto popular y nacionalista del Estado, se han orientado a beneficiar la concentración de capital y la formación de grupos económicos, a través de combustible barato, tarifas especiales de industrialización, estímulos fiscales, etcétera.
Apuntó: “el Estado produce más o menos el 15% del PNB
y el 5% de la producción industrial. El peso económico está
en manos del sector privado, fundamentalmente”.
—¿Cómo se impondrá el proyecto empresarial al Estado?
—Se ha institucionalizado en el país —añadió Santín—
una forma de consulta entre el Estado y los sectores empresariales, en la que éstos pueden tener acceso a ciertas
decisiones políticas. En ese sentido pueden orientar el desarrollo económico hacia sus intereses.
—¿Cuáles son los primeros pasos?
—Los empresarios han empezado a desarrollar una cierta ideología a través de Pensamiento Empresarial Mexicano, A.C. (PEMAC) —contestó Cordero—, que lleva inclusive a una campaña por TV. Se está tratando de fortalecer una ideología de oposición al Estado.
“Asimismo, dijo también, se está manejando mejor la
imagen del empresario para exaltarlo ante la sociedad. En
la encuesta citada, varios empresarios se lamentaron con
nosotros de que tienen una imagen deteriorada: se les ve
como individuos explotadores, que se enriquecen, voraces. A ellos les duele esta situación y tratan de cambiarla a
través de PEMAC.”
La historia comienza con nuestra llegada tarde, como
país, a la industrialización y se presenta ahora como un
Estado preso entre las presiones de un poder económico
273
que se concentra en un reducido grupo de industriales-financieros y en las filiales de las grandes corporaciones
transnacionales.
“Es el único cambio” al que ha llevado la política de industrialización del Estado, dice Cordero en su estudio
Concentración industrial y poder económico. Y agrega
que no se ha logrado disminuir la concentración económica ni se ha conducido al país a un desarrollo armónico con
justicia social “postulados de la Revolución que luchó
contra el poder dominante de un reducido grupo de terratenientes”.
Y aporta los siguientes datos: de las 300 empresas de
transformación más grandes del país, 79 son subsidiarias
de transnacionales, 109 forman parte de un grupo económico o constituyen la empresa principal, 84 son independientes y 28 son estatales.
Abunda: de las 25 industrias más importantes, 11 son
extranjeras, 7 son nacionales, 5 tienen capital minoritario
extranjero y dos son del Estado: Altos Hornos e Industrial
de Abastos.
El análisis del investigador dice que el gobierno propició la creación de esta estructura industrial con su política
de 1940 a 1970: desarrollismo. “Al amparo del Estado se
formaron los grupos y clases que constituyen el México
de hoy”, afirma, y puntualiza:
“El Estado mexicano contribuyó de manera sobresaliente al proceso de industrialización, adoptando una política
de incentivos fiscales y estableciendo programas educativos orientados hacia la capacitación de la mano de obra
obrera y hacia la preparación de técnicos de nivel medio.”
¿Pudo esto evitarse o reorientarse? Cordero analiza hechos históricos: con Cárdenas se consolida el Estado y se
organiza el sistema político. La organización del proletariado urbano y rural le permitió, agrega, enfrentarse a los
grandes intereses extranjeros que dominaban los sectores
274
fundamentales de la economía: minería, petróleo, energía,
transportes, y culminó con la nacionalización del transporte y la expropiación petrolera, “así como con la clara definición del papel que en adelante jugaría el Estado en el
desarrollo del país”.
A raíz de la Segunda Guerra Mundial, México se lanza
hacia la industrialización a toda costa. “Y han sido nuestras condiciones históricas las que nos han llevado a la dependencia. No hubo discriminación en la política estatal
para la industrialización; inclusive, en la época de Ruiz
Cortines se editaron folletos que hacían una amplia invitación a la inversión extranjera. La ley de inversiones extranjeras que promulgó Echeverría llegó tarde, llegó cuando el capital foráneo ya estaba apropiado de las principales ramas de la producción dijo Cordero.
Lo que sucedió después lo recuerdan muy bien los empresarios. La encuesta de Cordero y Santín informó de cómo lo vieron ellos:
“La ley de atribuciones del Ejecutivo en Materia Económica, es que por cierto se decretó en época de Alemán, es
una pistola apuntándoles a la cabeza.”
“Los empresarios nos decían, como anécdota, que esta
pistola se las colocó Alemán y les dijo que sólo dependía
de ellos que se jalara del gatillo.”
¿Se encasquilló el arma?
“Hasta ahora esa ley se utiliza en determinados momentos y contra ciertos grupos. En términos generales se ha
favorecido y se sigue favoreciendo al sector empresarial”,
subrayó Cordero.
—¿Puede considerarse una cierta debilidad del Estado
ante los empresarios la no aplicación total de esa ley y la
alianza del gobierno con el sector privado y el otorgamiento de beneficios a éste?
—Si. Hay una pérdida de capacidad de imposición del
Estado de un cierto modelo de desarrollo. Se está ade275
cuando a las condiciones y sobre todo a los poderes reales, más que a implementar una política propia y autónoma de desarrollo. Se está administrando la crisis, más que
implementando un proyecto propio de desarrollo.
El resultado de este proceso llevó a la estructura económica a una concentración de industrias y producción y a la
formación de grupos económicos que hacen del aparato
productivo un monopolio o un oligopolio. En su trabajo
Los grupos industriales, Cordero y Santín señalan:
“Subrayamos la unión existente entre el capital bancario
y financiero y el industrial, en una minoría de grandes
grupos industriales.
“En México una minoría de empresarios controla, mediante los grupos económicos, un alto número de empresas industriales, comerciales, de servicios, etcétera, que
cuentan con grandes recursos económicos y con una gran
capacidad productiva cuyos activos alcanzan decenas de
millares de millones de pesos.
“La influencia y el poder de mercado de estos grupos en
el sector industrial moderno de la economía del país, contribuyen a crear cierta rigidez en los precios que impide
bajarlos, haciendo inútil o poco efectiva cualquier política
que tienda a disminuir la inflación.”
Y más adelante precisan:
“En el orden político, los grupos actúan como formidables grupos de presión haciendo uso de sus recursos económicos. Además, estos recursos... les proporcionan una
gran autonomía con respecto a la política económica oficial y les permiten invertir y crecer sin depender, como
otras fracciones de la burguesía, de esa política oficial.”
La integración vertical y horizontal de estos grupos la
observaron los investigadores en lo que podríamos llamar
“la guerra de la competencia”. Cordero dijo que los refresqueros están en pleno combate: unos a otros se destruyen
los envases de vidrio para hacer quebrar al competidor.
276
Esto llevó a que las empresas refresqueras tuvieran, como parte de un consorcio, vidrieras, cartones, etcétera. Pero también necesitaron de financiamiento y fundaron sus
bancos y financieras.
Un ejemplo ilustra: el grupo Cervecería CuauhtémocHylsa (parte del llamado Grupo Monterrey) está integrado
por las siguientes ramas y empresas:
—Extractivas: Las Encinas y Consorcio Minero Peña
Colorada.
—Industriales: Acero, Hojalata y Lámina, Talleres
Universales, Grafo Regia, Fierro Esponja, Aceros Alfa
Monterrey, Aceros de México, Hylsa de México.
—Cerveza: Cervecería Cuauhtémoc de Monterrey, México, Guadalajara, Tecate, B.C., Nogales, Ver.; Culiacán,
Sinaloa; y Toluca. Y las empresas Malta de Monterrey,
México y Tecate.
—Empaques: Empaques de Cartón Titán, en Monterrey, Guadalajara y D.F.; Empaques y Envases flexibles,
Fábricas Monterrey, Azulejos Orion, Pregoneros del Norte, Fábricas Orion, Peerles-Tisa, Fabricación de Máquinas, Planta Eléctrica Grupo Industrial, Talleres Industriales, Troqueles y Esmaltes.
—Bancos, Financieras y Aseguradoras: Banco de
Londres y México, Banco Veracruzano, Banco de Juárez,
Banco de Jalisco, Compañía General de Aceptaciones,
Banco Azteca, Banco Hipotecario Azteca, Financiera
deTampico.
—Servicios: Bodegas de Depósito, Almacenes y Silos,
Servicios Industriales y Comerciales, Técnica Industrial,
Previsión Social Grupo Monterrey, Televisión del Norte,
Televisión Independiente de México (hoy asociada con
Televisa).
277
—Construcciones e inmobiliarias: Fraccionadora Las
Flores.
—Inversiones y “holdings”: Sociedad de Fomento Industrial, Valores Industriales.
En cifras generales, los investigadores dieron a conocer los
50 principales grupos económicos. Destacan por su importancia numérica y por el número de empresas que controlan:
—Grupo Fundidora, 56 empresas: Grupo ICA (de Bernardo Quintana), 53; Grupo Cervecería Cuauhtémoc-Hylsa, 50.
En total, esos 50 Grupos controlan 739 empresas.
Pero también los pequeños industriales tienden a formar
consorcios: Grupo Longoria, 19 empresas; Inesa, 17;
Dawdub, 17; Acumuladores Mexicanos, 8; Barroso, 9.
—¿Cuál es la tendencia actual de esos grupos?
—La tendencia lógica será pugnar por su fortalecimiento
—señaló Cordero—. Dentro de la crisis o en épocas de no
crisis, los más favorecidos por el desarrollo y el crecimiento
económico del país son estos grupos, por su capacidad de
participación, de financiamiento, de control de mercado.
—¿Qué ha permitido el surgimiento de grupos con esas
características?
—El Estado, porque dentro de él existen diferentes fuerzas que se manifiestan desde su formación: las nacionalistas y las desarrollistas. En este vaivén es en el que se han
manejado nuestras políticas económicas. El acceso al poder de una de estas facciones implica tratar de favorecer al
capital nacional y al Estado; y cuando suben al poder los
surgidos de los centros económicos, se favorece principalmente al capital privado y se disminuye la fuerza del Estado. A esto se le ha llamado la política del péndulo.
278
—¿Puede decirse que grupos económicos tienen representantes en la estructura gubernamental?
—Yo no me atrevería a decir tanto. Si existe una identificación entre grupos económicos y sectores del gobierno.
Este proceso es muy interesante: coincidencia e identificación entre proyectos del gobierno y de la iniciativa privada que ésta no ha captado. La IP nunca se preocupó por
cuestiones más allá de las económicas, hasta que se enfrentó al Estado. En estas circunstancias han nacido la Coparmex y el CCE.
—¿Quién puede cambiar este estado de cosas?
—El Estado es la única institución con la fuerza económica y política suficientes para reorientar el modelo de
desarrollo económico del país. Faltan la intención y la organización.
—Pero si el Estado ha propiciado la situación actual...
—El Estado seguirá la línea de favorecer al sector empresarial siempre que éste le pueda responder y mientras
los trabajadores no usen su capacidad de presión contra el
Estado, para recuperar y defender lo que ha perdido.
—Creándoles un poder económico alternativo: con una
estrategia que favorezca de nuevo a la pequeña y mediana
industria que liga su suerte y existencia con la política oficial —contestó Santín—, para darle un papel significativo
en la producción.
—¿Y cómo podría romperse con la influencia y presión
de los grupos económicos que fundamentan los monopolios y los oligopolios?
—Ayudar —acotó Cordero— a la industria que utiliza
más mano de obra que capital. Los empresarios que dependen del mercado interno son quienes se identifican con
una política nacionalista. A estos industriales les beneficia
una política de salarios a los obreros, de expansión económica interna. Estos son los que no pueden resistir, como
las grandes empresas, uno o dos años de austeridad.
279
Asimismo, agregó Cordero, el Estado debería crear más
empresas de acuerdo con un proyecto popular y nacionalista de desarrollo que tienda a beneficiar a los trabajadores y también a fortalecer al sector paraestatal.
—¿En qué condiciones se encuentran los trabajadores?
—Numéricamente se han fortalecido, en términos generales —apuntó Cordero—. También han adquirido cierta conciencia y se han unido en sindicatos independientes. Hay
cierta consistencia de los trabajadores, que se manifiesta en
cierto fortalecimiento de los partidos de izquierda.
¿Y el sector de los grandes empresarios presiona más
allá de cuestiones económicas que, según sus estudios, a
fin de cuentas les benefician? ¿Son presiones políticas?
—Sí, son presiones por asuntos de tipo político, más
que económicos.
—¿No puede hacerlos por los canales políticos adecuados?
—Este sector no necesita de legisladores empresariales
que pugnen por una política a su favor. La racionalidad
económica corre hacia su lado.
23 de enero, 1978
280
Las diez grandes
Las 10 empresas industriales más grandes del país por
su producción bruta total (1973), en la rama de Industria
de Transformación:
1.- Altos Hornos de México, S.A., de capital estatal,
fundada en 1942, pertenece al Grupo Estatal.
2.- Fundidora de Hierro y Acero de Monterrey, predominio de capital privado nacional, 1900, Grupo Fundidora.
3.- Automex, S.A., predominio de capital extranjero,
1938, subsidiaria de la Chrysler.
4.- Hojalata y Lámina, S.A., predominio de capital privado nacional 1942, Grupo Hylsa.
5.- Ford Motor Company, S.A., predominio de capital
extranjero, 1925, subsidiaria de Ford Motor Co.
6 - Industrial de Abastos, S.A. de C.V., estatal, 1951,
Grupo Estatal.
7.- Cervecería Cuauhtémoc, S.A., predominio de capital nacional, 1890, Grupo Cervecería Cuauhtémoc-Hylsa.
8.- General Motors de México, S.A. de C.V., predominio de capital extranjero, 1935, subsidiaria de General
Motors Co.
9.- Metalúrgica Mexicana Peñoles, S.A., capital privado
nacional con participación extranjera minoritaria, 1934, Grupo El Águila y La Moderna y subsidiaria de Walbrook Tobacco.
10.- Anderson Clayton and Co., S.A., predominio de
capital extranjero, 1931, Anderson Clayton.
(Tomado de Concentración industrial y poder económico en México, de Salvador Cordero. Centro de Estudios Sociológicos, No. 18. El Colegio de México.)
281
282
En terreno abonado por el Estado, crecen
los grupos industriales: el poder
económico, cedido a la iniciativa privada
Cobijada y protegida por el Estado, la iniciativa privada se
apresta a invertir en el decenio de los ochenta en proyectos doblemente redituables: a las altas utilidades previstas
en negocios seguros se suman estímulos y subsidios oficiales que facilitan la creación de empresas.
En terreno seguro y abonado existen ya “grandes proyectos”. Entre empresarios y financieros circula una lista
de proyectos definidos y por definir, verdadero plan global de desarrollo de la IP.
Frente a la casi total ausencia de inversionistas individuales, el programa revela la consolidación y expansión
de grupos industriales privados, muchos de ellos sumamente conocidos: Alfa, HYLSA, Larrea, Saltillo, Pagliai,
Hermes-Hank Rohn (hijo del regente Carlos Hank González), Cananea, Senderos, Anáhuac, CYDSA, entre otros.
Como grupos, los empresarios preveen importantes inversiones para los próximos diez años, cuya cuantía registrada
llega a casi 70,000 millones de pesos, aunque muchos programas no han señalado aún cantidades. Frente a este panorama, el Estado —la lista recoge inversiones más importan283
tes del Estado, excepto PEMEX y CFE— sólo participará en
siderurgia —85,000 millones de pesos— y en otros pequeños programas; todo lo demás, la multiplicación de industrias, será coto virtualmente exclusivo para la IP.
Como grupos, también, los empresarios tienen el apoyo
del Estado no sólo en infraestructura y promociones, sino en
su fortalecimiento. Dice Salvador Cordero, autor del estudio
sobre los principales grupos industriales mexicanos:
“La política de industrialización seguida por el Estado ha
conducido a una gran concentración en el sistema industrial.
Debido a esto, en lugar de disminuir la concentración económica y conducir al país a un desarrollo económico más armónico y con justicia social —postulados de la Revolución
que luchó contra el poder dominante de un reducido grupo
de familias terratenientes— ha llevado a un único cambio:
que el poder económico se concentra ahora en un reducido
grupo de industriales-financieros y en las filiales de las grandes corporaciones transnacionales.”
Indica Cordero, en una investigación para El Colegio de
México, que la participación del Estado en “la promoción
y organización de la vida económica y política del país
han sido básicas, puesto que al amparo de él se formaron
los grupos y clases que constituyen el México de hoy”.
Agrega: “los incentivos fiscales y los programas educativos han sido instrumentos muy valiosos para impulsar la
industrialización del país y junto con los estímulos —infraestructura básica, participación directa en la organización industrial— hacen del Estado mexicano, en los últimos 50 años, un factor sustancial en el desarrollo económico de México”.
“El tipo de desarrollo industrial seguido durante las últimas cinco décadas”, dice, “ha propiciado la concentración
284
del poder económico en un reducido grupo de individuos
y familias, por las causas que hemos señalado y un control
monopólico u oligopólico del mercado de productos industriales.”
24 de marzo, 1980.
285
286
XII. EL TESTIMONIO DE ALICIA
“¡A callar!”, vociferó la Reina poniéndose morada
de rabia.
“¡Pues no me callo!”, respondió Alicia.
“¡Que le corten la cabeza!”, chilló la Reina con
toda la fuerza de sus pulmones; pero nadie hizo el
menor movimiento.
“¿Quién les va a hacer caso?”, dijo Alicia (que
para entonces ya había recobrado su estatura de
todos los días). “¡Si no son más que un mazo de
cartas!”
El País de las Maravillas comienza con un viaje por el túnel del tiempo, de la historia y de la antiley sobre la caída
de los cuerpos y concluye con un despertar simbólico de
Alicia: al final, sus impugnadores no eran más que un mazo de cartas. Carroll no explica el regreso de Alicia sino
como el fin de un hechizo: con sólo abrir los ojos. Pero,
como en el cuento de Monterroso, cuando el sistema despertó, el dinosaurio aún estaba ahí: si Alicia no quiso
volver por el camino del comienzo, no indica que la madriguera del Conejo hubiera desaparecido: estaba ahí, al
principio como el descubrimiento de una realidad; al final,
como la sorpresa. La madriguera del Conejo aparece como un ámbito que quisieran arrinconar detrás del espejo o
en el fondo de la Tierra, muy lejos de imágenes reales.
No obstante, ese lugar es, en rigor, parte del país: no conforma una abstracción ni significa un absceso, sino que representa una consecuencia del modelo de desarrollo por
el que apostó el Estado al comenzar el decenio de los cua287
renta: la Reconciliación Nacional llevaba implícita su propia estructura socioeconómica: éramos pocos y las ideas
de justicia y equidad pasaban a segundo término. En
1968, el espejo estalló en mil pedazos en una crisis que
no fue solamente de conciencia sino de supervivencia: el
modelo de país había demostrado sus limitaciones y millones de personas no tenían cabida en aquella propuesta.
A lo largo de doce años, la crisis se ahondó y el sistema
mexicano se transformó sólo para consolidarse: Ciudad
Nezahualcóyotl y Oaxaca, Son dos ejemplos extremos que
contrapuntean el México del Grupo Monterrey y perfilan el alegato social y político más evidente contra la misma crisis y contra las medidas insuficientes y parciales para afrontarla: en un lugar, casi tres millones de personas
luchan, segregadas, por apenas vivir; en el otro, la marginación y las contradicciones sociales estallan en guerrillas
y en manifestaciones populares. Ahí están las dos ciudades como testimonio del País de las Maravillas.
288
Los que perdieron en el juego del
sistema: en Nezahualcóyotl “vivimos
como puercos; la lucha diaria es
por salir de aquí”
CIUDAD NEZAHUALCÓYOTL.- No, no son los olvidados ni los marginados: son los que perdieron en el juego
del sistema.
Casi tres millones de personas viven en esta zona de la
ciudad, apartados en una especie de reservación: aquí envían a los que no tienen cabida en la gran ciudad y aquí
mandan a descansar a cientos de miles de obreros que ponen en marcha la industria metropolitana.
Pero los quieren lejos, los desean apartados. En el mapa
del área metropolitana, esta ciudad —por su población numerosa— aparece como un quiste, como un arabesco, como un absceso.
Aquí, empieza a contar Berta Navarro, después de filmar 12,000 pies de película para un documental de la
UNICEF, hay una lucha a muerte por la sobrevivencia. Es
una lucha sorda, reptante, contra un enemigo que ahora no
puede encarnarse y que es como el polvo que envuelve a
la ciudad y que “no es polvo sino detritus, mierda”.
Un periodista extranjero le dijo una vez al sacerdote jesuíta Martín de la Rosa: “esto parece un enorme campo de
refugiados”. “No”, le respondió un colono, “aquí vivimos
como puercos”...
289
Es, dicen con imágenes los letreros que abruman las calles, la ciudad de la cultura de la Pepsi, es el hogar de los
desclasados que no son ya campesinos y que por su condición de desempleados no pueden ser obreros. Aquí la lucha es por sobrevivir; cuando se logra, entonces la batalla
diaria es por salir de aquí, aunque sus lugares sean inmediatamente ocupados por otros en las mismas circunstancias de pobreza y miseria.
Micaela dijo a la cámara de Berta Navarro: “Qué le vamos a hacer. Aquí estamos mejor que en el campo, aquí
comemos frijoles yo, mi marido y mis quince hijos, y todos los días; allá teníamos nomás la salsa del molcajete”.
De cada 100 personas una se salva y sale de este lugar,
como huyendo. El resto, dice Luis Brunschtein, guionista
del documental, se destruye aun sin saberlo.
Tampoco son los marginados del desarrollo, sino los
que por su condición socioeconómica no participan de él
más que en la explotación. “Nos exprimen”, dicen los colonos, en encuestas oficiales y partidistas.
Y menos aún son la minoría. Localmente, son el municipio con más habitantes en todo el Estado de México, la
ciudad que agrupa a una cuarta parte de todos los habitantes del DF, el lugar donde se asientan más pobladores que
en cualquier país de Centroamérica.
Están encimados en este lugar como en un campo de
concentración y salen sólo a trabajar más de las ocho horas y además cinco horas más de transporte. Los que trabajan, claro. Hay casi 44,000 habitantes por kilómetro
cuadrado: son dos millones 700,000 habitantes en un espacio de 62.4 kilómetros cuadrados, cuyas fronteras no
son en realidad otros municipios sino otros estratos sociales o el abismo.
Es el filo de la navaja: limita con la ciudad de México,
que los expulsa hacia su ghetto, y con el salitroso y seco
lago de Texcoco, que los hostiliza con las tolvaneras. Los
290
otros límites son los de la evasión: alcoholismo, drogadicción, muerte por desnutrición, desempleo, violencia.
Alex Morelli, sacerdote dominico con siete años de residencia permanente en Nezahualcóyotl, dice: “Por la miseria, Nezahualcóyotl, es la Calcuta y la India de México;
sin hambruna y con muy pocos que mueren de hambre y
muchos de desnutrición y enfermedades. Se les dio agua,
luz, calles, urbanización, pero se olvidó la calidad de la
vida y ésta se degrada cada minuto”.
“Es la necesidad”, dicen y se repiten, mientras la cámara
de Berta Navarro recorre la parte baja de Nezahualcóyotl:
La bruma de la tolvanera se mezcla con el humo de la basura quemada, de frente avanza cadenciosamente una bicicleta arrastrando sus rechinidos, a un lado se estaciona un
carro desvencijado con altoparlante, un paletero cruza la
calle arrastrando los pies, el cielo se adivina ahí arriba, de
donde proviene el sonido de un jet que aterriza en las pistas del aeropuerto de la ciudad de México. Los personajes
se mueven como danzando y se agachan hurgando entre la
basura. “No, no vivo de lo que recojo aquí en el basural.
Vine a tirar mi basura y de pronto me encontré estos fierritos bonitos y me agaché para levantarlos y ver cómo
adornan mi casa. Yo trabajo.”
Resume Berta Navarro:
“Es una guerra encubierta, sorda, por sobrevivir. Es una
guerra a muerte para vivir. No, creo que es un genocidio.”
—¿Qué conclusiones saca después de la película?
—Que Nezahualcóyotl tiene dos vistas: la de los que se
destruyen sin remedio y la de los que tienen alguna capacidad de conciencia y de organización.
—¿Y?
—No soy muy optimista, pero algo tiene que salir de ahí.
291
Allá, hacia el este del Distrito Federal, se encuentra Ciudad Nezahualcóyotl, a sólo 30 minutos del zócalo de la
ciudad de México. Su acceso más directo lo representa la
calzada Zaragoza, que se asemeja a un enorme callejón
sin salida. Nezahualcóyotl es una ciudad plana, extendida,
polvosa, sin zócalo ni centro ceremonial moderno que
agrupe política, comercio, cultura, geografía. Sus calles
son largas, aburridas, monótonas. No hay adornos ni zonas verdes. Los poquísimos árboles languidecen bajo el
calor. El paisaje es hostil: casas a medio construir, todas
grises, antenas de televisión, y todo esto lo agrupa el polvo, esas tolvaneras que levantan no sólo suciedad y arena
sino angustia y amargura y odio y lo lanzan hacia la ciudad de México. Entonces, allá en el DF se acuerdan de
que existe Nezahualcóyotl y con horror piensan en ella
como amenaza.
Aquí se preocupan del DF sólo por las posibilidades de
trabajo. No más. Tienen sus propios problemas e inclusive
en forma de estadísticas: este Año Internacional del Niño,
por ejemplo, morirán aquí sin remedio miles niños por
desnutrición y hambre. Aquí, también, hay casi 80 por
ciento de hombres en edad de trabajar pero sin ninguna
probabilidad de encontrar empleo. Aquí hay 111 escuelas
para más de un millón de niños, aunque existan 3,272 lugares donde se venden libremente licores. Aquí, de cada
dos niños que nacen, uno muere antes de los dos años.
Los habitantes de esta ciudad dan su propio punto de
vista. El Manual del colono, escrito por gente de Servicios Educativos Populares A.C. (SEPAC) para que los habitantes conozcan su ciudad, dice:
“Esta ciudad nace como un apéndice de la capital. Por su
situación geográfica privilegiada, a corta distancia del centro
de operaciones de la metrópoli, colma los requerimientos de
la sociedad capitalista, ya que de hecho constituye una ciu292
dad-dormitorio a donde tan sólo viene a dormir una gran
cantidad de gente que trabaja en el DF y en zonas vecinas,
ocupando una considerable parte de su tiempo en el desplazamiento de Nezahualcóyotl a sus centros de trabajo.”
Consideran, de algún modo y según las características
del sistema, que Nezahualcóyotl es un mal necesario para
la actual estructura del país. Es el “apartheid” en una sociedad de una misma raza y color: por un lado los privilegiados, por otro, rezagados, los que perdieron.
“La ciudad no fue planeada —las contradicciones nunca
lo son— como un lugar apto para vivir, trabajar, educarse
o divertirse. El paisaje es monótono y gris, sin relieves ni
colorido. La ciudad se cuadriculó a cordel, las calles rectas se pierden en el horizonte, los lotes son casi todos del
mismo tamaño —150 metros cuadrados—. La red de avenidas y calles tiene 999.6 kilómetros y solamente están
pavimentadas las 16 principales avenidas, que comprenden un total de 156.9 kilómetros pavimentados.”
Nezahualcóyotl se hizo a golpe de invasiones. Un día
Micaela —relata la moviola de Berta Navarro— recibió la
visita de un coronel que se dijo dueño del lote. Ella le respondió que no era cierto, puesto que era la Micaela la que
estaba viviendo en ese momento ahí. La encarcelaron varias veces, pero ella se endureció y no dejó el lugar. El coronel le enseñó papeles. Ella se quedó ahí. Al despedirse
un día el coronel, Micaela solamente le dijo:
“Quéjese a su suerte y a su disimulo.” El coronel no
volvió.
“Es la necesidad”, repiten monótamente las voces.
Todo tuvo un principio y éste no fue sino el aviso del engaño. Los colonos empezaron a llegar a invadir y a presionar
la regularización. Los terrenos de lo que Venustiano Carranza llamó “los terrenos del desecado Vaso de Texcoco” se
convirtieron en fraccionamientos, puesto que en el DF se habían prohibido. Pero las invasiones se multiplicaron por la
293
migración campesina y el problema se agudizó: para los gobernantes era un problema político y una bomba de tiempo.
El sistema, dice Maximiliano Iglesias, con su figura campesina y su voz y conocimientos de historiador, creó sus propias defensas y cooptó el problema.
Cuenta que a principios de la década de los cincuenta el
gobernador del estado de México, Salvador Sánchez Colín, propició la creación del Comité de Fraccionadores Urbanos de Texcoco para fraccionar la zona de Neza, que
entonces no se llamaba así y formaba parte del municipio
de Chimalhuacán. Recurrió Sánchez Colín a la represión
para cobrar a los colonos 4 centavos por metro cuadrado
por urbanización. El cobro —fue el primero de muchos
otros— se hizo, pero las obras no. El comité y los fraccionadores se empezaron a hacer ricos.
El siguiente gobernador, Gustavo Baz, desaparece al comité que sólo extendía permisos para fraccionadores. Pero
crea el suyo: el Consejo de Cooperadores, formado por
fraccionadores y colonos para cobrar 124 pesos mensuales
a los habitantes de la zona. Luego del cobro, el Consejo
tenía que planificar la introducción de servicios urbanos.
Los fraccionadores se movilizaron y lograron que los colonos dentro del Consejo respondieran a sus intereses. Y
lo lograron. Se llegó entonces a la conclusión de que las
colonias nuevas tendrían servicios urbanos proporcionados por los fraccionadores; las colonias viejas seguirían
igual. Los fraccionadores empezaron, entonces, a hacer
política.
“Era una pinche ollita de grillos”, dice Maximiliano, el
campesino urbano en funciones de historiador y cronista.
En 1963 se crea el municipio de Nezahualcóyotl y el gobernador Fernández Albarrán “se saca otro comité de-la
manga”, pese a la inconformidad de colonos contra los
fraccionadores. Fernández Albarrán crea el Comité Especial de Planificación y Cooperación. Ya para entonces los
294
fraccionadores estaban metidos hasta la cocina del nuevo
gobierno municipal y se habían ligado a los otros poderes
económicos: el de los dueños de los baños públicos —no
había agua en las casas, pero en negocios sí— y el de los
molineros. Después serían los camioneros. Tampoco se
urbaniza, pero se sigue cobrando.
La crisis estalló, dice Iglesias, cuando llegó como gobernador del estado de México el profesor Carlos Hank
González. El no crea nada y deja en manos del gobierno
estatal la solución de los problemas urbanos que debían
enfrentar los fraccionadores. Se crea entonces la Comisión
de Aguas y Saneamiento. Hank González, dice Iglesias,
usa la demagogia y hace obras: pavimenta, introduce la
luz, abre pozos y entrega agua corriente —sucia y contaminada pero era agua— a las casas. El Movimiento Restaurador de Colonos baja la intensidad de su lucha y en
ese momento de debilidad es captado y corrompido por el
gobierno del estado.
Pero Hank González hace un anuncio: no serían el gobierno estatal ni los fraccionadores quienes absorberían
los gastos de urbanización, sino que éstos tendrían que ser
pagados por los propios colonos. “Era una trampa”, agrega. Primero fue el rumor y luego la confirmación: los colonos tenían que pagar desde 1974 —un 10 de mayo se lo
dijeron, recuerda Iglesias— 110 pesos mensuales durante
diez años, hasta completar 13,200 pesos. Y eso era, según
anuncio oficial, para pagar la “primera parte” de las obras
de urbanización. Durante 1971 y 1972 nadie dijo que esas
obras las pagarían los colonos.
“Ocurrió lo mismo que pasa ahora con Hank González y
los ejes viales en la ciudad de México: primero los construyen sin avisar ni consultar a nadie y luego... pues jódanse”, dice a manera de advertencia.
Pero las sorpresas eran varias, 40 por ciento de esos 110
pesos era para los fraccionadores, quienes así iban a cobrar
295
por que otros hicieran lo que a ellos les correspondía. Las
protestas y los movimientos organizados se multiplicaron y
las quejas llegaron hasta el propio presidente Luis Echeverría
a finales de 1974 y principios de 1975. Hank González y el
propio Echeverría declaran su impotencia: el pago a los fraccionadores tenía que hacerse por ley, aunque éstos hubieran
hecho por escrito las promesas de urbanización.
En junio de 1975 Hank González dio una conferencia de
prensa, acompañado del “charrísimo Movimiento Restaurador”, para anunciar que después de un “serio estudio”
sobre las posibilidades económicas de los colonos, se había llegado a la conclusión de que no podían pagar 110
pesos mensuales y la cantidad se rebajó a 75 pesos. “Son
gente pobre”, dijo Hank, “No fue así: No pedíamos limosna sino lo justo: que pagaran quienes no habían vendido
lotes con certificados de urbanización. Pero no, nosotros
pagamos, los fraccionadores se enriquecieron con nuestro
pago y el del gobierno”, indica Iglesias. Detrás de la espectacularidad de cómo vino y cómo se fue Hank González, la irritación quedó en Nezahualcóyotl y fue acallada
con la represión. Dice Iglesias que un mes después de la
rebaja varios dirigentes de colonos fueron encarcelados
arbitrariamente: sin testigos, sin cargos.
Llega Jiménez Cantú, dice el historiador, cuando los colonos de Nezahualcóyotl ya estaban hipotecados por diez
años.
Aquí es Nezahualcóyotl, la ciudad que sobrevive todos
los días. Y como la ciudad produce sus hombres, el hombre de Nezahualcóyotl es víctima de sus propias circunstancias y es mártir de su propia ciudad: la sacrifica y se
sacrifica.
Las definiciones y las recetas aquí se rompen. Los prejuicios se retroalimentan. Berta Navarro declara: “aquí no
caben esquemas. Hay que dejarse tocar por esa gente y
por ese medio”.
296
“Es la necesidad”, dicen en medio de un desfasamiento
de vidas, conductas y contextos.
El dominico Alex Morelli vierte siete años de convivencia diaria, silenciosa: “aquí hay motivos de violencia: miseria, frustración, cansancio, individualismo, miedo, desempleo, insalubridad, droga, alcoholismo soledad, hacinamiento, hambre”. Es una ciudad que vive entre la paz y la
violencia y oscila entre la sobrevivencia y las pachangas.
—¿Por qué?
—El hombre de Nezahualcóyotl es resignado, desconfiado e individualista. Y esto tiene origen histórico y parte
de la culpa la debe cargar nuestra Santa Madre Iglesia que
predica la resignación. Por otro lado, los hombres tienen
origen campesino. En una noche dan un salto cultural de
cuatro siglos. Una tarde salen de sus poblaciones campesinas y abordan el autobús: al amanecer despiertan en la
Gran Ciudad. La tradición cultural se rompe, estalla: de la
patriarcal y tradicionalista del campo pasan en unas horas
a la erótica, decadente y explotadora cultura de la gran
ciudad.
(Desempleo: Según datos del gobierno del Estado de
México, en 1977 el 75 por ciento de la gente de Nezahualcóyotl no trabaja. De los que pueden hacerlo, casi la mitad
no tiene trabajo y deambula por el DF o por la propia Nezahualcóyotl. El 51 por ciento de los que trabajan lo hacen
en el comercio, por bajos salarios y sin prestaciones. Un
20 por ciento en la industria. De cada cuatro personas sólo
una es productiva.)
Martín de la Rosa dice en su estudio Nezahualcóyotl:
un fenómeno: “El hombre de Nezahualcóyotl no era violento, pero las estructuras sociales de opresión lo convierten en un hombre agresivo. La frustración permanente del
colono, la vida miserable y angustiosa de los jóvenes, niños y adultos va carcomiendo lentamente la sociabilidad
297
de antes; los abusos continuos y las injusticias de cada
momento generan una agresividad a flor de piel, que estalla al menor pretexto”.
El mismo De la Rosa recoge un testimonio cotidiano:
“Juan y Margarita tienen seis hijos y viven en la colonia
Aurora. Hace tres años perdieron al menor, de seis meses
de edad. El niño murió sin atención médica por falta de
recursos económicos. A mí me tocó acompañarlos en los
preparativos del funeral. Durante dos horas recorrimos calles intransitables, por colonias sumidas en la penumbra.
Un médico de la colonia Perla extendió el acta de defunción, anotando alguna enfermedad sin importancia como
la causa del deceso. Ante mi mirada inquisitiva respondió
espontáneamente en voz baja, evitando que los padres
oyeran: ‘murió de hambre, pero eso no lo puedo poner’.
La funeraria cobró lo que pudo; los vecinos cooperamos
para los gastos y la vida siguió su curso”.
(Salud: Cada año mueren miles niños. Las principales
causas de la muerte son por infecciones de vías respiratorias y por enfermedades gastrointestinales: el polvo y la
insalubridad son tan grandes como la ciudad misma. Las
causas de la muerte son la misma ciudad: basura, moscas,
tolvaneras, agua no potable, inundaciones, mercados insalubres. Hay clínicas del IMSS donde los no derechohabientes son la abrumadora mayoría y hospitales del
ISSSTE donde no existen trabajadores del Estado. Sólo el
40 por ciento de los médicos tiene título. El 15 por ciento
de los médicos atiende al 50 por ciento de la población. El
origen es social, dice un estudio del grupo BD-15, carrera
de Medicina de la Universidad Autónoma Metropolitana
de Xochimilco. De 174,000 pacientes atendidos, 106,000
murieron entre 0 y 19 años de edad.)
“En términos generales, agrega De la Rosa, el problema
de la juventud en Nezahualcóyotl ofrece características
298
semejantes a las de la juventud mexicana: el mundo de los
adultos presenta a los jóvenes una ciudad en la que imperan la ley de la selva, la corrupción, la injusticia. El mundo es de profunda frustración.”
(Educación: Se puede atender sólo el 75 por ciento de las
necesidades de educación primaria y el 14 por ciento de secundaria. Un quinto de la población mayor de 10 años es
analfabeta. La educación reproduce el sistema de conformismo. Hay 13 secundarias, 2 superiores; éstas tienen cupo nada
más para 550 alumnos. El 55 por ciento no alcanza educación. El Manual del Colono dice que “el problema de la
educación en Nezahualcóyotl, como en todo el país, no está
determinado por la falta de escuelas sino por las condiciones
de desigualdad social. La baja de la calidad de la educación,
la falta de lugares en las escuelas y la corrupción de profesores y directores ha llevado a la población a ocupar uno de los
niveles de ignorancia más altos en todo el país, lo cual de
ninguna forma es halagador”.)
“Es la necesidad”, repite un eco que se arrastra en estas
calles solitarias.
(Economía: Según una encuesta pequeña al azar, 26 jefes de familia ganaban 281.22 pesos al mes. 9.37 al día.
Por eso la declaración se multiplica: “busco chamba de lo
que sea”. Martín de la Rosa detectó un panorama más amplio: el 62.9 por ciento de los habitantes gana menos de
1,228 pesos al mes. Sólo un pequeño 3.6 por ciento gana
más de 3,000 pesos; éste es el que se salva. El 38 por
ciento de los ingresos se va en comida, el 20 en servicios
urbanos, el 10 en educación.)
El trabajo de la Metropolitana señala: “este mundo de frustración se acentúa cada vez más debido a que ni los partidos
políticos, ni el Estado, ni las iglesias se esfuerzan por ayudar
eficazmente a la juventud ni a los demás grupos sociales”.
“Es evidente que dentro de Nezahualcóyotl existe el deseo
299
de cambiar las condiciones de vida, pero esto no deja de ser
una mera abstracción, un idealismo, mientras no se adquiera
una conciencia real de la situación”. “La corrupción y la injusticia se manifiestan en apatía, conformismo y agresividad
de las personas ante su modo de vida y ante las relaciones interpersonales, llegando a frenar de esta manera el desarrollo
humano de la comunidad.”
(Urbanismo: casi no hay alumbrado público y los apagones son frecuentes. El agua no sube por falta de presión
y no es potable. El drenaje se desborda. Insuficiente recolección de basura 100,000 niños se quedan cada año sin
escuela primaria y sólo uno de cada 6 alcanza secundaria.
No hay más de 100 médicos. Las viviendas están sin concluir. El transporte es caro, 50 por ciento más que en el
DF, además de insuficiente e ineficiente. Alto grado de alcoholismo y drogadicción. Estudio publicado en Unidad
y línea, de SEPAC.)
La explotación, dice ese mismo estudio de SEPAC, propicia una ideología que permite la continuación de la explotación: fatalismo, impotencia, masoquismo, individualismo,
escepticismo, instinto de propiedad, reformismo, consumismo, tecnocratismo y machismo. La miseria del hombre de
Nezahualcóyotl no es coyuntural sino estructural.
(Grupos de poder: priístas, iglesia, organismos autónomos, izquierda. Los primeros tienen el poder político y están aliados al poder económico encarnado en los camioneros. La iglesia tiene problemas: una parte predica la resignación y otra la liberación; el pueblo duda. Los organismos autónomos tienden a aliarse con los partidos de izquierda. La izquierda surge en 1975 con las protestas por
el pago de obras públicas, aunque tiene dificultades por la
ausencia de banderas para atraer simpatizantes.)
Maximiliano Iglesias analiza las posibilidades de la lucha política: hay tres tipos de personas: campesinos, colo300
nos y obreros, pero los tres sin enemigo directo que propicie una alianza. En una ciudad sin villanos encarnables, el
enfrentamiento se diluye y el individualismo se consolida.
Los campesinos no tienen frente a sí ni al acaparador ni al
intermediario; los colonos resolvieron su pugna contra los
fraccionadores y tienen ya servicios urbanos; los obreros
enfrentan al patrón, pero fuera de Nezahualcóyotl.
Sí, escribe De la Rosa, el villano ahora es difuso. Tardará el pueblo en identificarlo, agrega: “un marco jurídico
que favorece al rico; la propiedad privada de los bancos,
las fábricas y los comercios: un partido revolucionario que
se estancó ante privilegios; un Estado incapaz de llevar
adelante una revolución social porque la corrupción lo ha
hecho cómplice de la burguesía nacional; los medios de
comunicación, las escuelas, las iglesias, en una constante
labor de adoctrinamiento, encargados de convencer al
pueblo de que no se puede soñar en otro tipo de sociedad,
y sobre todo un vecino en el norte que con las técnicas
más modernas logra establecer una férrea dominación sobre nuestro país, a través de sus aliados nacionales”.
El sacerdote Jesús Soto confiesa su impotencia en este
panorama: “tengo un cargo de conciencia: ¿estaremos haciendo lo justo?”. La interrogante queda en el aire y en el
rostro del sacerdote.
—¿Aspiraciones?,
—Sí —responde Berta Navarro. Las de un burgués pequeño pequeño: casa, propiedad, educación, dinero, servicios urbanos y ya. Y aspiran al futuro. Quieren ser físicomatemáticos, ingenieros, arquitectos, doctores. ¿Cuándo?
Ni en sueños.
“Es la necesidad”, dice la voz.
Aquí, en este ambiente, la vida se degrada a cada rato y
eso es ya una constante. Los valores morales se trastocan
y la honestidad es un hilo delgado que se rompe y se recose alterando apenas el ritmo de vida.
301
Lo cotidiano transcurre paulatinamente, mientras los
personajes se definen frente a la cámara de Berta Navarro.
—No, pos nosotros trabajamos de (tragafuego) esto porque a veces sacamos hasta 300 pesos diarios. Así como
nos ves, pos es lo único que sabemos hacer.
—...
—Sí, cómo no. Vamos de fábrica en fábrica pidiendo
chamba, pero siempre nos salen con que necesitamos el
papelito.
—...
—Sí, claro el de la escuela. Y ni modo, aquí estamos
dándole con el petróleo. Yo ya me quemé, míreme el pecho.
La cámara recoge actitudes más que palabras, los cinco
en fila con las manos cargando el pomo con petróleo, los
autos pasando por decenas a sus espaldas, sus lados, el
frente, aquí en la ciudad de México, la de los Palacios, a
donde vienen todos los días a trabajar como tragafuegos
antes que la edad los abrume y los acose, pues de 23 años
para arriba ya no conmueven y la gente no les da dinero,
sólo a los chicos, ellos con sus rostros duros, de rasgos
campesinos, hoscos, morenos, sucios, cabello desordenado y ropas desarregladas, diciendo que son honestos, a su
manera, pero lo son, pues no son rateros ni asaltantes, sino
que trabajan como pueden para irla pasando, hoy como
tragafuegos, pero ayer o antier o hace días haciéndola de
faquires y comiendo navajas de afeitar nuevas y tragándoselas con un poco de agua o durmiendo y caminando en
vidrios o atravesándose el cuerpo con agujas de 20 o 30
centímetros, pero están ahí, frente a la cámara, callados y
sonriendo, felices, inconscientes.
En el segundo plano una pareja es vista por el ojo de la
cámara. Está sentada en el pasto de un camellón, con un
bote de thíner entre las piernas, inhalando el vapor que los
hace flotar y les ofrece una perspectiva distinta de la vida.
302
Bah. De pronto ella se levanta y camina hacia el grupo y
empieza a danzar frente a la cámara, mientras ellos la miran abstraídos y buscando el lente, y ella sigue conversando con la cámara. “17 años”. Es el de ellos un peregrinar
todos los días desde temprana hora y hasta que termina la
última función de los cines.
Así es la vida.
Micaela es dura, vivaracha, con unos 50 años a cuestas
y quince hijos. Su vida la construye a base de palabras: vino de Guanajuato y aquí está mejor que allá: todo está
cerca aquí y el confort no es tal, aunque para ellos signifique mucho pues en el campo todo está tan lejos, tan incomunicado, tan solo. Aquí de todos modos habrá de comer,
pues el basural deja. “Al principio llevaba a mis hijos al
basural a recoger y vender basura, pero después se me enfermaban mucho, a veces caían cinco o seis, se levantaban
éstos y encamaba a ocho y así.”
Aquí todo se trastoca. En una sociedad urbana cuyos habitantes son del campo todo puede ocurrir y todo gira sobre sí mismo. Aunque haya vitalidad, palabra en la que insiste gente de aquí y de fuera. Micaela narra su experiencia: tiene muchos hijos y algunos ya han asumido su derrota. Pero otros no. Una de sus hijas, de 23 años, Marisela, no quiere casarse si no encuentra un hombre que la
comprenda y la deje trabajar. Es Micaela quien mantiene,
como la mayoría de las mujeres de aquí, la unidad familiar ante la falta del padre o la ausencia de imagen del padre. La línea abuela-madre-hermana es la columna vertebral del hogar.
“Es la necesidad”.
Julia, Julia, Julia, Julia... Ella habla con violencia a la
cámara. Su marido, alcohólico; ella, amargada. Desquita
en los hijos la furia que no se atreve a descargar en el marido. Explota y apunta su ira hacia el pequeño Valentín, de
cuatro años. Este reacciona en la casa con una actitud de
303
autoagresión. La moviola presenta un contrapunto: Julia
acusa que Valentín salió a su padre Valentín juega a los
encantados, que es inaguantable, que un día se sentó a
propósito en un comal caliente y se hizo daño Valentín
corre riendo a carcajadas, y que otro día se cortó la
mano con todo y tendones, Valentín mira a la gente con
mirada, quieta apacible, profunda. A Valentín le pegan
más que a los otros. El padre ignora todo.
¿Qué fueron primero: las pandillas o la represión? Los jóvenes de este lugar han creado sus propias células de organización. Los enfrentamientos entre pandillas son de todos los
días, los asaltos se multiplican, la represión se agudiza pero
no para detener la delincuencia sino para asaltar, también los
policías con sus uniformes como “rangers”. Los viernes,
cuentan los jóvenes, hay que dar muchos rodeos para evitar
enfrentarse a la policía y a los asaltos.
Porque de pronto, cuando cae la noche, varias patrullas llegan a un lugar de distintas partes, bajan entre gritos y carreras. Allanan una casa, sacan a varios jóvenes, se los llevan y
los desaparecen. “Nuestro enemigo es la policía”, dice un
muchacho al que le dicen “El tuercas”. El “león de la selva”
asiente y otro nomás mira. Todos ríen cuando hablan de sus
aventuras, de los sábados y domingos en los campos, en los
lotes abandonados, los grandes jugando, bebiendo y queriendo ser niños y los niños hablando, empujándose y queriendo
ser grandes. El sol les ilumina la cara y el polvo de la tolvanera empieza a amenazar. El olor es el habitual, ese que el
aire esparce desde el basural.
¿Qué hacen los jóvenes cuando no trabajan? Vagan por
la ciudad, que al mediodía parece abandonada. Después se
reúnen en grupos y cada quién hace lo que quiere. Algunos empiezan por la droga y otros por el alcohol, pero todos parecen llegar al mismo lugar: a ninguna parte. Hay
quienes se drogan desde pequeños. La moviola de Berta
Navarro presenta a una pareja, ella de 23 años, que apa304
renta 30, y él más o menos igual. Ella habla atropelladamente, arrebatándose ella misma las ideas.
“¿Qué, qué quiero en la vida? Un hombre, uno para mí solita porque hasta ahora he tenido muchos pero no son míos.
Sí, yo empecé con el cemento desde los cinco años. “Las
manos le tiemblan, los ojos huyen, la mente parece que se
vacía. Y él mira y parece que asiente. A sus espaldas está
una pared de la vivienda donde habitan: descolorida, parchada de cemento. Ella ejerce la prostitución solapada.
La violencia se encuentra muchas veces escondida. Hay
personas que tienen dos personalidades: la de la destrucción y la de la vitalidad. El UNICEF hizo 3,000 encuestas
en Nezahualcóyotl y una de ellas refleja ese sentimiento
ambivalente; una joven trabajaba de sirvienta en Coyoacán, pero renunció un día. ¿Porqué? “Por qué una vez sentí la necesidad de matar a mis patrones porque ellos tienen
más que yo.”
“Es la necesidad” repite la grabadora hasta el cansancio.
Viven una vida prestada y a ello se le auna una sociedad
distorsionada por la educación, el medio ambiente, la televisión, la radio.
Manuel se levanta a las cuatro y media de la mañana. Se
despereza tratando de no hacer ruido para no despertar a
su familia que se apiña en dos cuartos. El sol no sale todavía y no hay luna. Cree oír el ruido de un avión a lo lejos.
Se lava apenas la cara con el agua que salpica de una palangana. No ve si el agua es limpia o sucia. Se viste con
lentitud y cansancio. El sabor a cobre en la boca no se le
quita. Se mesa los cabellos para medio peinarlos. Desde el
marco de la puerta observa dentro y fuera de su casa. Al
salir ve de reojo la maceta que está en una esquina del patio, a la que riegan todos los días y a la que le trajeron tierra del campo. Es su único contacto con su pasado. Empieza a caminar rumbo a la parada del camión en la avenida Zaragoza, distante unos dos kilómetros.
305
Su paso por la ciudad es lento, entre algunos cantos de
gallos que empiezan a despertar a la gente de su colonia.
Se cruza con otros obreros que salen como él a trabajar,
pero no saluda. Va con la mirada gacha y pensando en nada. Probablemente sea la resaca, porque ayer domingo se
excedió en la bebida. Pero ni modo. La fiesta estaba animada, los brindis ponían contentos a todos, el santo del
compadre terminó bien tarde y sin broncas.
Zaragoza está llena de autobuses. Con sus cacharros de
albañilería encuentra dificultades para abordar un camión.
Todos van llenos. Ni modo, pues hay solamente 1,200 camiones para más de 350,000 personas que salen a trabajar
a esa hora. El monopolio camionero ha decidido no poner
más unidades para tener menos gastos y más utilidades. Y
hay que aguantar lo caro del transporte, los malos modos
y la irritación de choferes y ayudantes. Los apiñan como
animales. El ruido casi no le molesta pues oye poco. El
humo no lo siente porque siempre anda con un cigarrillo
encendido en la boca. Como su abuelo en el campo.
Tres largas horas hasta el trabajo. Después de viajar incómodamente en el autobús y parado, además. “¿Puede
dormir?” “No. Apenas si puedo cabecear”. Luego viene la
larga espera y la cola en el Metro Zaragoza. Pasa el tiempo y llega a su trabajo, una construcción en el sur de la
ciudad de México. Apenas si ha comido. Ya se repondrá a
media mañana, cuando a un lado del montón de tierra enciendan un fogón para guisar carne y calentar tortillas. El
trabajo es continuo y fatigoso. Al caer la tarde regresa a su
casa repitiendo el mismo mecanismo. El transporte es más
pesado porque su cansancio se acentúa. “Está bien, está
bien”, dice. No responde a las agresiones de las personas
que tienen prisa. Ya no. “Antes bien que contestaba, pero
uno se cansa de repetir lo mismo siempre, todos los días.”
306
En casa su familia lo espera. “Bueno, es un decir. Ellos
están ahí y yo Uego. También de eso se cansa uno. Llego
a la casa y algo anda mal pero no sé qué. En fin...” “Y sus
hijos” “Por allí andan. Casi no los veo, pero su madre los
educa. Yo no puedo porque o trabajo o los educo. Además, que ellos se vayan formando y haciendo hombres por
los golpes de la vida. De las mujeres responde su madre.”
Pasadas las once de la noche, llega a su casa casi del
mismo modo que salió: subrepticiamente, evadiendo hoyancos, calles oscuras y lugares de reunión de pandillas.
Entra en su casa en silencio. Su esposa lo espera para darle de cenar. No hablan. Y así todos los días de la semana.
Sábado y domingo descansa, y bebe para descansar.
Es una vida apacible en apariencia. ¿ Hacer algo para
salir? Ya para qué. Poco a poco irán saliendo. Alex Morelli repite que aquí hay vitalidad para ascender, pero no deja de reconocer los obstáculos, “todos los intentos de cambio aquí en Nezahualcóyotl han sido aplastados de manera
genial por el sistema”.
De la Rosa comparte ese sentimiento y esa angustia: “no
todo es desesperanza, aunque a veces el sentimiento de
impotencia nos aplaste”.
“Es la necesidad.”
25 de abril, 1979
307
El sistema es el más violento
En un estudio sobre la marginación del niño en México, el
DIF señala:
—La marginación cada vez más creciente se origina en
la estructura del sistema, en su estancamiento, en su falta
de apertura y en su carácter dependiente.
—Las cada vez más frecuentes respuestas violentas a las
violaciones con que el sistema atenta a diario, están marcando la necesidad de encarar el problema en su origen.
En caso contrario, la desintegración de nuestro sistema se
verá acelerada y puede llevar a dos alternativas: el tutelaje
extranjero o el autoritarismo con la nulificación de toda
vida nacionalista y democrática.
—De cada tres niños que nacen, dos viajan a las ciudades.
—El Estado atiende la ciudad y descuida el campo.
—Cualquier acción que se quiera tomar en política de
empleo, debe contemplar la modificación de la política de
acumulación de capital.
—Las necesidades de empleo crecen 10 veces más que
la inversión.
308
La población creció
4 veces en 10 años
POBLACIÓN DE CIUDAD NEZAHUALCOYOTL:
1970:
1971:
1972:
1973:
1974:
1975:
1976:
1977:
1978:
1979:
1980:
640,385
733,095
838,533
961,074
1,125,000
1,259,484
1,442,355
1,651,163
1,891,000
2,163,845 (las cifras reales rebasan esta previsión)
2,478,023
(Cifras tomadas del Manual del colono, editado por SEPAC).
309
Todos llegaron de
los Estados
La población de Ciudad Nezahualcóyotl viene del interior
de la República. Los datos oficiales son los siguientes.
—21% del DF (aunque son campesinos pero que hacen
escala en la capital del país.)
—14% del Estado de México.
—12% de Michoacán.
—9% de Guanajuato
—9% de Oaxaca
—8% de Puebla.
—7% de Hidalgo.
—5% de Jalisco.
—3% de Veracruz.
—3% de Tlaxcala.
—2% de Guerrero.
—2% de Guerrero.
—2% de Aguascalientes.
—1% de Morelos
—1% de Querétaro.
—2% de Zacatecas.
310
El decálogo de
los derrotados
La ideología que mantiene el hombre de Nezahualcóyotl
es desglosada así:
—El fatalismo: “siempre habrá pobres; son pobres porque son flojos y borrachos”.
—La impotencia: “yo soy incapaz de hacer algo”.
—El masoquismo: “yo debo sufrir en esta tierra para ganar el paraíso”.
—El individualismo: “yo tengo que superarme solo para
mejorar; con trabajo y perseverancia uno se vuelve rico”.
—El escepticismo: “de todos modos nada puede cambiar; siempre gana el PRI”.
—El instinto de propiedad: “sí cambia la sociedad, a lo
mejor pierdo lo poco que tengo”.
—El reformismo: “hay que cambiar paulatinamente las
cosas, sin violencia ni prisa”.
—El consumismo: “lo importante es obtener cosas”.
—El tecnocratismo: “hay que tener título de propiedad
para tener algo”.
—El machismo: “yo soy el que manda en mi casa”.
(Conclusiones de un estudio basado en encuestas, publicado por la revista Unidad y Línea, de SEPAC. Trabajo
realizado por Luis Miguel Saldaña, Miguel Ángel Armada, Olivia Téllez, Xavier Saldaña, Francisco Iriarte, Margarita Leyva, Rosa García, Raúl Ramírez.)
311
312
Inversiones de emergencia en Oaxaca:
miseria y hambre detrás de los disturbios
populares y estudiantiles
En Oaxaca se llegó a perder, en 1977, el principio de autoridad que quiso recuperarse con la energía de un uniforme militar. El conflicto universitario dividió a los empresarios, a los estudiantes y al gobierno local. Los ciudadanos, a su vez, “fueron presa de la histeria”.
“En Oaxaca hay quienes piensan que solamente colgando o matando gente se resuelven los problemas. Pero no,
los problemas no se solucionan así, sino que se complican”, afirmó a Proceso el gobernador oaxaqueño, general
Eliseo Jiménez Ruiz.
—¿Hubo empresarios que le pidieron un baño de sangre?
—Sí, sí los hubo.
La solución radical, que lleva implícita y hasta explícita la
utilización de la fuerza, no se ha descartado. Tanto es así que
los empresarios han formado una policía industrial para que
vigile comercios e industrias ante las acciones de la autodenominada organización guerrillera Unión del Pueblo y ante
las manifestaciones estudiantiles y populares.
El director de Seguridad Pública del Estado, Adolfo Ferrer,
dijo que ese cuerpo armado con rifles M-1 —de utilización
313
exclusiva de las fuerzas armadas— es sostenido por los empresarios y coordinado por la dependencia a su cargo.
Los elementos de ese nuevo cuerpo policiaco se dan de
alta en la Dirección de Seguridad Pública, su sueldo es cubierto por los empresarios a través de la Tesorería Estatal
y se les paga por medio de nóminas generales. No andan
uniformados y vigilan permanentemente la mayoría de las
instalaciones del sector privado, mayoría entre las que se
encuentran las embotelladoras Barrilitos O-Key y la Cervecería Modelo, propiedad del presidente de la Cámara de
Comercio, Juan José Gutiérrez, las procesadoras de maderas Novopán y Triplay.
Las presiones contra el gobernador fueron más agudas
después del 23 de diciembre del año pasado, luego del estallamiento de varias bombas incendiarias en céntricos comercios localizados a sólo unos pasos del Palacio de Gobierno. Hubo empresarios que le pidieron al general Jiménez Ruiz la represión brutal y el baño de sangre para terminar “de raíz” el conflicto estatal, recuerdan el propio
mandatario local y algunos de sus colaboradores.
Carlos Hampshire Franco, presidente de la Federación
de Cámaras de Comercio del Estado e identificado como
del ala liberal de la IP local, dijo:
“Sí se llegó a perder en Oaxaca el principio de autoridad. Afortunadamente se ha ido recuperando poco a poco
y no con mano de hierro. Uno quisiera que se actuara de
inmediato y se matara a todos los que ocasionan problemas. Pero así no se pueden corregir.”
Los estudiantes, por su parte, no cejan en su actitud de
constituir una universidad de masas. Y, afirman, no dará
pasos atrás en su lucha, incluso acudiendo nuevamente a
las manifestaciones populares callejeras. Un portavoz de
314
la Comisión Coordinadora (Coco) de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO) señaló:
“Es irreversible el volcamiento de la Universidad sobre
toda la sociedad. Como en todo fenómeno que ya lleva
una fuerza, sólo acabará hasta que toque fondo.”
Después de los bombazos del 23 de diciembre la crisis de
Oaxaca, se ha nacionalizado. No se juega ahí, hoy, solamente el futuro de un estado de 2,500,000 de habitantes y “un rezago histórico”, sino algo más allá de sus fronteras.
Juan José Gutiérrez, dirigente de los comerciantes y pariente político de Carlos Sparrow Sada, declinó hacer declaraciones por un compromiso adquirido con Jorge Sánchez Mejorada y dijo que toda información se estaba manejando en el Consejo Coordinador Empresarial.
La Comisión Coordinadora de la UABJO afirmó que está en juego la nueva Ley Orgánica de la máxima casa de
estudios estatal y señaló que ese documento sentará un
precedente de avance o retroceso en las luchas universitarias nacionales por la verdadera autonomía. “La IP nunca
ha descartado la posibilidad de rescatar la UABJO”, indicó un portavoz de la Coco.
Hampshire Franco declaró:
“Los gobiernos de los estados no pueden actuar porque
dependen del centro. Un problema estatal puede repercutir
en el país. El gobierno del centro, que sabe cómo está la
situación general del país, sabe como atacarlo.”
La ciudadanía oaxaqueña se encuentra a la expectativa.
Sabe, y lo confiesa públicamente, que su estado habia sido
abandonado durante muchos años. “Dicen que tenemos un
retraso de más de 50 años y es cierto”, dijo un pequeño
comerciante. La inversión de emergencia de 1,200 millones que autorizó el gobierno federal fue muy bien recibida, aunque “debió hacerse desde hace mucho tiempo”.
315
El gobernador apuntó: “Aquí ha habido momentos críticos el 13 de septiembre y el 23 de diciembre del año pasado, cuando estallaron algunas bombas. Pero pasados esos
momentos Oaxaca es tranquilo. Estas situaciones de violencia no son cosas exclusivas de esta entidad; esta ocurriendo en todo el territorio nacional”.
Los guerrilleros de la Unión del Pueblo también hablaron. José Luis Cortés Gutiérrez, militante de esa organización detenido en 1976 durante un asalto bancario y preso
en la Penitenciaría estatal, expresó:
“La UP es una organización revolucionaria nacional y
se manifiesta en cualquier parte. No nos financian ni Rockefeller ni la CIA. Tenemos un lineamiento político de
guerra popular y aspiramos al poder y a la revolución socialistas por la vía armada. Las bombas son parte del hostigamiento revolucionario. Nunca abandonaremos la lucha
armada revolucionaria.”
El conflicto universitario entró, incontroladamente, en
una cascada: rebasa uno a uno los límites de la universidad, del gobierno local, de la iniciativa privada estatal y
de la propia entidad federativa. Un gobernador cayó —
Manuel Zarate Aquino— y otro fue hasta increpado. El
mismo lo recuerda:
“Había descontento de los empresarios y de ciudadanos,
pero no se llegaba hasta el final. En el caso concreto de
las pintas se detuvo a varias personas por daño en propiedad ajena, pero los dueños no se presentaban a ratificar las
denuncias y quejas. Uno de ellos me gritó una vez:
“—Pero a usted lo han injuriado. ¿Por qué no se presenta a ratificar?
“—Porque esa no es mi función —le respondí—. Y qué
bueno que usted no es mi consejero, porque si lo fuera no
sólo no sería yo gobernador sino que estaría en la cárcel.”
316
La propia iniciativa privada se dividió. “Nos fuimos con
la finta y nos enemistamos con gente que ni siquiera conocíamos. Por seguir a Zarate Aquino nos peleamos con
Muñoz Ledo y con otros altos funcionarios”, recuerda un
comerciante.
El temor, el miedo y los “malos consejos” los enfrentaron el propio gobierno del general Jiménez Ruiz. “Unos se
aceleraron y criticaron duramente al gobierno y luego se
retractaron. Los momentos no eran para perder la calma”,
manifestó un dirigente empresarial. Y Hampshire acotó:
“En el sector privado estamos perfectamente consolidados
y unidos. Habrá diferencias de pensamiento entre algunos de
nuestros asociados, pero no necesariamente una división.”
Pero los problemas no terminan en la manifestación pública de optimismo. En los entretelones se desarrolla aún
la pugna sorda por resolver el origen del conflicto y, para
muchos, el fin del mismo: la UABJO.
Pacificar la Universidad es, para el gobierno local y los
empresarios, la condición sine qua non para lograr aquella
tranquilidad provinciana que muchos hoy añoran, que muchos plantean como indispensable para reactivar la economía de una ciudad de 70,000 trabajadores con un 60 por
ciento de desempleo. Solucionar el conflicto universitario
significaría, en síntesis, desmantelar el detonador social
que hace explotar situaciones de marginación, miseria,
abandono, es la opinión de los estudiantes.
Pero antes del control, de esa casa de estudios está la definición teórica que orientará sus acciones: una nueva Ley
Orgánica que le dé estructura política, jurídica y académica. Para lograrla se ha optado por un camino que involucre a todos los sectores: sesiones públicas que recojan el
sentir de la población oaxaqueña.
“Esta medida nos permitirá negociar con todos los sectores los puntos que están en discusión. Hasta el momento
317
(martes 10 de enero) parece que nos hemos puesto de
acuerdo en varios puntos: la elección del rector será exclusivamente por la comunidad universitaria; las relaciones laborales se manejarán por el Artículo 123 de la Constitución, sin especificar apartado pero obviamente que sería el A”, dijo un representante gubernamental.
En este momento lo que está en juego es un concepto de
universidad.
“No queremos una universidad sectaria”, declaró el gobernador Jiménez Ruiz, sino una máxima casa de estudios
“en la que tengan cabida todas las creencias y todas las
ideologías, como debe ser una universidad. Queremos una
universidad a la que entren estudiantes con un criterio formado y donde no se les cambie. Queremos una Ley Orgánica que satisfaga las aspiraciones del pueblo y no las de
un grupo.”
Y la Coco de la UABJO dijo: “queremos para Oaxaca
una Universidad que al mismo tiempo que parta de un
concepto de relaciones humanas más amplio, le dé acceso
a la educación media superior y superior a una amplia capa de población marginada y se pueda aspirar fundamentalmente a alumnos mejor preparados. Que pueda contar
la entidad con una universidad que sea capaz de transformar la realidad muy atrasada y que estamos viviendo en el
estado y con múltiples contradicciones”.
El sector privado se quejó de un bajísimo nivel académico de la UABJO. “Nuestros estudiantes de ahora ya no
tienen la fama de los mejor preparados del país que tenían
hace poco tiempo”, dijo Hampshire. Los empresarios, ante
esta perspectiva, se han inclinado por una universidad de
carácter privado, la Regional del Sureste, que desde hace
nueve meses funciona con dificultades y a la que ayudará
el gobierno local.
“Todavía falta que muchos empresarios, en forma individual, ayudemos más a la URS. No hubiéramos querido
318
que Oaxaca se dividiera en dos universidades, pero desgraciadamente ya sucedió y hay que seguir con las actividades”, añadió.
En una entrevista colectiva con Proceso, los principales
dirigentes de la Coco señalaron que “no aceptaremos ninguna imposición del gobierno estatal” y “no permitiremos
que se confunda la violencia de grupos de Martínez Soriano para enterrara la UABJO”.
Hablaron Marco Antonio Niño de Rivera, catedrático de
Derecho y exrector; Víctor Raúl Martínez, director de
Servicio Social; Ernesto Velázquez León, catedrático de
la Preparatoria 2; y Rodrigo Velázquez, coordinador de
Servicio Social.
Anunciaron que esta semana propondrán a la Legislatura local su proyecto de Ley Orgánica que plasme todas las
aspiraciones “que hemos defendido desde hace dos años”.
Tras señalar la posibilidad de que ese proyecto sea rechazado y que se imponga otro, afirmaron:
“Para que nuestro proyecto sea tomado en consideración,
debemos acudir a nuestro instrumento natural de lucha, el
mismo que hemos utilizado a lo largo de todo el movimiento
democrático: la movilización de masas. Tenemos el apoyo
de la mayoría de los estudiantes universitarios, de los catedráticos y de los trabajadores, de la Coalición Obrero-Campesino-Estudiantil de Oaxaca, de sindicatos locales y de varias organizaciones de carácter nacional.”
El peligro, añadieron, no está totalmente eliminado: “el
Estado todavía puede quedarse con la UABJO y la iniciativa privada nunca ha descartado la posibilidad de rescatarla para sus intereses”.
Precisaron: “el conflicto universitario aún está latente”.
¿Qué les quieren imponer?
—No nos quieren entregar el edificio central de la Universidad; nos quieren imponer un patronato que controle
las finanzas universitarias y el subsidio, formado por un
319
representante de la SEP y otro del gobierno estatal; pretenden imponer una junta de gobierno nombrada por la
Legislatura del estado, a fin de que esta junta nombre rector provisional. Esto violenta y rompe la autonomía universitaria.
Señalaron que no se debe caer en el optimismo infundado, “resolviendo el problema de la Ley Orgánica no se resolverá el problema de Oaxaca en sí, de su crisis, pero es
un paso muy trascendental para la vida del estado, la vida
nacional. Es indudable que los problemas de Oaxaca, como los de México, no se terminan con la resolución de los
problemas internos de la Universidad”.
—¿Entonces?
—Los problemas como la miseria, el desempleo, el
hambre, la inflación y otro sinnúmero de ellos de carácter
social, político y económico, se solucionarán con un cambio de estructura socioeconómica. En esta circunstancia la
Universidad puede jugar un rol bastante importante.
En este contexto se reinscriben los actos armados e incendiarios de fin de año en la ciudad de Oaxaca. ¿La razón?, contestó el nuevo alcalde —empezó sus funciones
en enero de 1978—Jesús Martínez Alvarez:
“El desempleo, la subocupación y la pobreza son el origen de las tensiones sociales.”
Apuntó también la carencia en Oaxaca de una planeación económica que regule el crecimiento. “Aquí ni hay
prácticamente industria y el comercio depende del turismo. Y los visitantes no vienen por los bombazos”.
Dijo que en la ciudad la tasa de inversión ha permanecido en cero desde hace cuatro años. “Hay un círculo vicioso: no hay inversiones por la intranquilidad social y política y no hay esa tranquilidad porque no hay inversiones
que enfrenten el desempleo.”
Dijo también que “la incontrolable emigración de campesinos hacia la capital del estado aumenta los desocupa320
dos y multiplica la delincuencia, a la vez que crea ciudades marginales a las que el municipo está imposibilitado
de atender”.
Para 1978 el presupuesto del ayuntamiento de Oaxaca
será de 26 millones de pesos para 200,000 habitantes. Sin
contar sueldos ni salarios y en una simple operación matemática, a cada habitante le corresponden 130 pesos al año.
La Unión del Pueblo actúa en estas circunstancias. Un
militante de ese grupo afirmó: “ahí donde haya descontento popular se manifiesta nuestra organización armada.
Nuestros métodos de organización impedirán a la policía
el desmembrarnos”.
Por lo pronto han sido detenidos varios de ellos y a media
semana pasada fueron consignados dos menores de edad.
Guillermo Pimentel y Oscar Sánchez fueron enviados al
Consejo Tutelar de Menores de Conducta Antisocial.
Una declaración oficial informo la identificación de
quienes colocaron bombas incendiarias en diciembre en
los negocios El Corte Americano y Esmesa. María Soledad Martínez Alarcón, Mariela Zavaleta Bicente, Zoila
Neri Martínez y María Magdalena García Olmedo. Sólo
ha sido detenida Martínez Alarcón.
Para llegar a estas confesiones, han sido detenidas decenas de personas, denunciaron miembros de la Coco. Aunque oficialmente se niegan, las acusaciones de torturas y
desaparecidos se multiplican en los diarios locales.
¿Se han torturado estudiantes en Oaxaca? —Eso lo dicen en México —respondió el gobernador Jiménez
Ruiz— en donde la mayor parte de las cosas son producto
de la fantasía. —¿Participa o no la brigada antiguerrillera?
—Yo no tengo conocimiento de que exista. Aquí han participado las policías judiciales del estado y la federal que
nos han auxiliado en las investigaciones. A las gentes que
se ha detenido se les ha consignado. Eso de cárceles secretas y de torturas es pura especulación.
321
Demetrio Saavedra López, director de la Librería Universitaria afirma: “Fui detenido durante 20 días. Estuve
encapuchado, con los ojos con algodón y vendado, las
manos atadas a la espalda y tirado en el suelo de cemento
frío. Me torcieron los brazos, me golpearon, me hicieron
simulacros de ahorcamiento y me dieron toque eléctricos.
Pero la tortura sicológica es peor que la física. Me hicieron firmar una declaración, pero en esas condiciones hubiera firmado que yo maté al presidente Kennedy.
“Me sacaron de mi casa por la fuerza. Entraron armados
al mando de Tomás Morlet, subjefe de la Judicial local. Se
llevaron libros que consideraban subversivos: Esquilo,
Shakespeare y de sicología y revistas que se compran en
cualquier puesto de periódicos: Sucesos, Proceso. En
donde me torturaron me fotografiaron con unas armas que
no eran mías y otros libros. Yo les dije:
—Son ustedes muy crueles. Me fotografían con libros y
armas que no son míos.
—Ya ves son las fotos de cajón.
—¿Quiénes los torturaban?
—Los de la brigada antiguerrillera. Incluso la propia judicial local me dijo que o confesaba mi participación con
la Unión del Pueblo o me regresaban con la brigada para
más torturas.
El director de Seguridad Pública, Adolfo Ferrer, dijo
que “los terroristas que huyeron dejarán Oaxaca por una
larga temporada”.
Mientras tanto, agregó, tendremos vigilancia estrecha
para evitar ataques por sorpresa de esa organización. “Sus
ataques son de desesperación.”
En esta ciudad aún no se ha dado la ruptura. El diálogo
entre gobierno e iniciativa privada y gobierno y estudiantes permanece.
“En Oaxaca en ningún momento se han suspendido las
garantías individuales. La vigilancia militar ha sido más
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bien para tranquilizar particularmente a los comerciantes”,
dijo el gobernador.
—¿Hasta cuándo habrá vigilancia militar?
—Yo creo que entregando los edificios universitarios
nosotros podremos recoger nuestra policía y podrá cumplir sus funciones normales. En ese momento cesarán los
patrullajes militares.
—¿Depende la tranquilidad del estado del Ejército?
—De ninguna manera la tranquilidad de Oaxaca dependerá de las patrullas militares. De ninguna manera.
En tanto se reacomodan los grupos que participan en el
conflicto universitario, el gobierno del estado empezó a
ejercer en enero la inversión federal de emergencia de
1,200 millones que autorizó el presidente José López Portillo para los renglones de comunicación y agropecuario.
El diputado Heladio Ramírez, presidente del PRI en Oaxaca, informó que con esos nuevos recursos se triplicará
el subsidio federal para Oaxaca y se permitirá la iniciación de caminos que conmunicarán las zonas costera y serrana. Otra parte se aplicará en la construcción de dos presas en la costa y el desmonte de 20,000 hectáreas. Tan sólo en este año se crearán un millón de jornales, declaró el
legislador.
16 de enero, 1978.
323
Oaxaca en cifras
El 54.6 por ciento de los oaxaqueños usa huaraches o anda descalzo, indican cifras de la Dirección de Economía
del estado.
Otros datos son:
—4.14% de natalidad anual.
—6.0% de mortalidad infantil.
—73% de la población total es rural y el resto urbana.
—42% de la población total es analfabeta.
—2,557 escuelas para 2,300,000 habitantes. 2,495 básicas, 148, de nivel medio y 4 superiores.
—1,700,000 habitantes moran en vivienda de uno o dos
cuartos.
—Solo el 18.8% de las viviendas es de ladrillo o tabique; el resto es de adobe, madera o embarro.
—65.3% de las viviendas no tiene agua entubada.
18.7% la tiene dentro de la vivienda.
—73% de las viviendas no tienen luz eléctrica.
—Oaxaca tiene 95,364 kilómetros cuadrados, quinto estado de la República en extensión territorial.
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ÍNDICE
PROLOGO, 9
I. POR LA MADRIGUERA DEL CONEJO, 13
El jardín de senderos que se bifurcan (política y
economía: dualidad al estilo mexicano), 15
De cómo vino, vio y venció (la privatización del futuro),25
El sistema que no se atreve a decir su nombre (del desarrollo estabilizador a la estabilización de la economía), 29
¿Encontraría a la Maga? (de la armonía al nuevo orden
económico interno), 39
II. EL CHARCO DE LAS LAGRIMAS, 49
Los economistas ante el bache económico: el Estado,
emergente para sacarnos de la crisis, 51
En medio de la crisis económica, los trabajadores pierden opciones, 57
La Convención Bancaria de 1978 marca la reconciliación y el reencuentro de empresarios y gobierno, 63
III. UNA CARRERA EN COMITÉ Y UNA HISTORIA
CON COLA, 67
Refrenda México la supervisión del Fondo Monetario
Internacional: nuestro problema es político y social, no
técnico, 69
En la ruta del genocidio económico: del pacto social a la
Alianza para la Producción, 75
Cuenta pública: apoyo al capital y sacrificio obrero, 77
Plan Global de Desarrollo 1980-1982: un país crece como puede, no como quiere, 85
325
El país crecerá, pero no la igualdad, 97
Impugnan Labra y Aguilera las bases de la política de
recuperación, 99
IV. EL CONEJO ENVÍA UN PEPITO, 103
El compromiso de JLP fue de reactivación económica e
independencia, no de recesión, endeudamiento y crisis,
105
Nos salvamos todos o no se salva nadie: Gastón García
Cantú y la reforma política, 109
El segundo Informe, en 1978, definió los marcos de la
dependencia: Heberto Castillo, 121
V. CONSEJOS DE LA ORUGA, 127
Banrural: la crisis en el campo pone en peligro la independencia política y económica de México, 129
Wharton Econometric: se ahondará la crisis: la prisa por
crecer causará el desplome de la economía, 139
VI. CERDO Y PIMIENTA, 147
Entretenidos con las elecciones, los partidos olvidaron
lo esencial: Rolando Cordera, 151
Los enfermos, propiedad de trasnacionales, 159
Las empresa farmacéuticas que operan en México, 167
Nuestra dependencia de Estados Unidos, inalterable, 169
VII. UNA MERIENDA DE LOCOS, 175
Libertinaje de los precios: se institucionaliza la inflación
y ésta golpea a los asalariados, 181
Productos liberados, 190
Productos bajo control, 191
Precios y salarios: cómo nos sacan el dinero de la bolsa.
193
326
VIII. EL CROQUET DE LA REINA, 203
Los monetaristas dominan la política económica, 207
Arnold Harberger: trabaja en Hacienda uno de los asesores de Pinochet y autor del “genocidio económico chileno”, 213
IX. HISTORIA DE LA TORTUGA ARTIFICIAL, 217
De la crisis general a la crisis particular, 221
Las clases medias, hacia la depauperación, 225
X. LA CUADRILLA DE LA LANGOSTA, 229
Cincuenta años de los priístas: aptos para la grilla, incompetentes para manejar al país, 231
El fraude, 32 millones; los gastos no justificados del gobierno, miles de millones, 241
XI.¿QUIEN SE ROBO LOS PASTELES?, 245
La economía nacional, propiedad de los empresarios: la
nación, productiva socia industrial del Grupo Monterrey, 251
La tecnología hace de las empresas de Monterrey, un
grupo trasnacional, 262
La economía mixta retrocede: los empresarios, en pos
del poder total, 271
Las diez grandes, 281
En terreno abonado por el Estado, crecen los grupos industriales: el poder económico, cedido a la iniciativa
privada, 283
XII. EL TESTIMONIO DE ALICIA, 287
Los que perdieron en el juego del sistema: en Nezahualcóyotl “vivimos como puercos; la lucha diaria es por salir de aquí”, 289
Inversiones de emergencia en Oaxaca: miseria y hambre
detrás de los disturbios populares y estudiantiles, 313
327
Se terminó de imprimir
el 7 de abril de 1981 en los talleres de
Creatividad Tipográfica, S.A.
San Borja 526-B
México 12, D.F.
La edición fue de 3,000 ejemplares
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