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Centro de Investigaciones Económicas (CIE)
Informe Económico Mensual.
Julio 2014
ECONOMÍA RECESIVA
Técnicamente cuando una economía acumula dos trimestres consecutivos de caída en la tasa de
crecimiento de su Producto Bruto Interno se dice que ha entrado en recesión, y es justamente este fenómeno el
que está ocurriendo actualmente en la Argentina.
Por primera vez desde la crisis de la
convertibilidad, el INDEC confirma
con cifras oficiales que la economía
se encuentra en recesión tras haber
caído un 0,5 % en el último trimestre
del año 2013 y un 0,8 % en el primer
trimestre de este año, siempre
observando
la
serie
desestacionalizada que es la que
permite hacer comparaciones de
trimestres consecutivos sin influencia
de aquellos factores estacionales
que se repiten en determinados
períodos de cada año.
Si bien datos privados daban cuenta de recesión en 2008 o 2012, según las cifras oficiales en esos años hubo
trimestres de caída en el PBI pero que eran seguidos por trimestres de crecimiento y nunca se dio el caso de dos
caídas consecutivas. Pero más allá del sólo hecho de la identificación de la caída en la tasa de crecimiento del PBI
en los dos últimos trimestres para los cuales se han publicado los números oficiales, lo importante es analizar cómo
está siendo el comportamiento de la serie sobre todo con respecto a la tendencia y a la composición de dicha tasa.
Con respecto a la tendencia, se observa que es claramente negativa y no sólo desde el cuarto trimestre del año
pasado sino desde el tercer trimestre del año 2012, luego de la recuperación de la caída del 2,8 % en el PBI del
trimestre anterior. Desde el período Julio-Septiembre 2012 cuando la economía creció a una tasa anualizada del 2
%, se observa una tendencia negativa que implicó tasas de crecimiento cada vez menores, en un principio, y tasas
de crecimientos negativas crecientes, después (-0,5 y -0,8). Por su parte el dato del Estimador Mensual de Actividad
Económica (EMAE) correspondiente a Abril arroja una caída interanual del -0,5 %, lo que estaría indicando que el
segundo trimestre del año no parece repuntar.
En el siguiente gráfico se
observa la evolución de los
distintos componentes del
Producto Bruto Interno y las
bandas entre las que se
mueven
las
series.
En
realidad no son directamente
las series las que están
graficadas sino la media móvil
con cuatro períodos para
atenuar la volatilidad y poder
hacer una identificación de
tendencias más clara. Lo que
se observa claramente a partir
del segundo trimestre de 2013
es una tendencia declinante
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de todos los componentes del PBI, que se mueven entre el 2% y el -2 % configurando un proceso de estancamiento
y recesión.
Si se realiza un análisis más amplio se observa que esta tendencia declinante comienza en el año 2010 luego de
la recuperación de la crisis financiera internacional desde cuando los distintos componentes del PBI comienzas a
perder dinamismo y a aglutinarse todas a la baja hasta terminar en terreno negativo. Si bien las exportaciones y las
importaciones ya habían experimentado tasas de crecimiento negativas debido a que son las variables más
dependientes del contexto internacional y de decisiones arbitrarias por parte del gobierno, la novedad de este
proceso recesivo es la caída de todas las variables a la vez y la tasa de crecimiento negativa del consumo privado,
bastión del modelo económico de la última década basado en el fortalecimiento del mercado interno.
Otro fenómeno relevante que queda expuesto en este gráfico es la íntima relación que existe entre las
importaciones y la inversión: a lo largo de todo el período analizado se mueven juntas. Es esta relación la que
justamente le pone un freno a la estrategia del gobierno de cerrar todo lo posible el ingreso de importaciones. En
pos de cuidar el stock de reservas internacionales en manos del Banco Central se terminó afectando el nivel
de actividad y principalmente el nivel de inversión, factor fundamental en la ampliación de la capacidad
productiva necesaria para asegurar el crecimiento económico de mediano y largo plazo.
CONSUMO: SE DETUVO EL MOTOR DEL MODELO
Por el lado de la demanda, el consumo privado viene desacelerándose desde principios de 2012 hasta
estancarse y comenzar a caer desde fines de 2013. Según datos de la Confederación Argentina de la Mediana
Empresa (CAME) las ventas minoristas vienen cayendo ininterrumpidamente a un ritmo acelerado desde enero de
este año y acumulan en el primer semestre una desplome del 7 %. Lo más preocupante es que la comparación
interanual se hace con respecto a meses del 2013 que ya habían sido fuertemente negativos.
En mayo de 2014, por ejemplo, las ventas minoristas se retrajeron un 8,3 % con respecto a igual mes del año
anterior cuando ya habían caído (respecto de 2012) un 7,1 %. La tendencia es claramente a la baja y a un ritmo
cada vez más acelerado: en enero las ventas cayeron menos de un 4 % mientras que en junio la caída fue de casi el
9 %. Por otro lado la disminución de las ventas no es un fenómeno focalizado en determinados rubros por algún
factor específico sino que es
algo generalizado y difundido
que está afectando a los más
de 20 rubros relevados.
Los sectores más afectados
son el inmobiliario, jugueterías
y
librerías,
ferreterías,
electrodomésticos, etc. Por su
parte
la
venta
a
concesionarias de automóviles
acumula una caída de más del
32 % en lo que va del año
respecto al mismo período del
año 2013, un indicador más de
la retracción de la demanda
interna.
La causa de la retracción de la demanda no es otra que el proceso inflacionario que erosiona el poder
adquisitivo de los salarios. Desde la salida de la crisis post convertibilidad y hasta el año 2012 los salarios se
ajustaban siempre por encima o al menos al mismo nivel que la inflación lo que generó una recomposición salarial
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y un mayor poder adquisitivo que impulsó el consumo interno. A partir del año 2013 y con una inflación
descontrolada, los salarios comenzaron a crecer por debajo de la inflación lo que resulta obviamente en menores
salarios reales y pérdida de poder adquisitivo. Dos factores agravan la situación: por un lado la persistencia
de un alto porcentaje de mano de obra informal que lógicamente posee un poder de negociación salarial mucho
menor y por lo tanto salarios reales en un proceso de mayor deterioro; y por el otro, el estancamiento en la
creación de empleo y el aumento de conflictos laborales con suspensiones y despidos.
Otro indicador clave tanto para visualizar el desempeño actual del consumo como para pronosticar su
comportamiento futuro es el stock de crédito otorgado por entidades financieras a los agentes privados.
En el siguiente gráfico
se puede observar la
evolución del stock de
préstamos
y
la
variación
interanual
nominal y real del
mismo. Nominalmente
el stock de crédito
privado
crece
actualmente a una tasa
de aproximadamente el
25 %, muy por debajo
de la inflación y por
debajo también del 32
% al que crecía antes
del ajuste de tasas
impulsado por el BCRA
desde enero.
Sin embargo en términos reales el comportamiento del endeudamiento privado es muy distinto: en la primera mitad
del 2013 crecía a una tasa ligeramente positiva hasta llegar a un máximo del 10 %, luego en el segundo semestre
comienza a desacelerarse básicamente como consecuencia de una aceleración del proceso inflacionario hasta
llegar a tasas negativas a comienzos de este año.
Desde comienzos de 2014 pero fundamentalmente desde febrero de este año, el stock de crédito comienza a
decrecer en términos reales como resultado de dos factores simultáneos: la suba de tasas decidida por Fábrega
para combatir la corrida cambiaria del verano que produjo una desaceleración en la tasa de crecimiento nominal de
la demanda de créditos (de más del 30 % al 25 %); y la aceleración de la inflación como consecuencia principal de
la devaluación de los últimos días de enero que llevó al nivel de precios a crecer desde poco menos del 30 %
(anualizada 2013) a un ritmo de casi el 40 % actual, según el IPC-Congreso. El resultado es una caída real en la
demanda de créditos por parte del público que continúa acelerándose y actualmente se ubica en torno al -18 %
anualizada. En tiempos de caída de ingresos el endeudamiento funciona como un impulsor del consumo, pero es
justamente lo contrario lo que están indicando los datos aquí analizados.
INDUSTRIA : LA CAÍDA GOLPEA AL EMPLEO
La producción industrial registró en mayo su décima caída interanual consecutiva, al derrumbarse 4,9 %
respecto al quinto mes del año 2013 según cifras oficiales del INDEC, y el período de 10 meses de caída
ininterrumpida ya se constituye como el más prolongado de toda la década kirchnerista, incluido el período de
plena crisis internacional.
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Varios sectores son los que
están haciendo caer al
Estimador Mensual Industrial
que
ya
acumula
una
retracción del 3,7 % en lo que
va del año. Sin lugar a dudas
el que encabeza la lista es el
sector automotriz que sufrió
una merma del 35,3 %
respecto de mayo del año
pasado y junto con el resto
de la industria metalmecánica
son los sectores que más
influyen en la caída del nivel
general. Si se consideran
estimaciones privadas, la
situación de la industria es más grave aún.
Según el IPI de FIEL, la industria se contrajo 7,9 % en mayo y la caída acumulada en el año es del 4,4 %.
Los factores del mal momento que está atravesando el sector manufacturero son dos: la retracción del mercado
interno y de las exportaciones.
La caída en las ventas como consecuencia de un poder adquisitivo en deterioro por causa de la inflación repercute
directamente en la producción debido a la acumulación de stocks que llevan a los empresarios a decidir una
merma en el ritmo de producción ya sea a través de suspensiones, reducciones de jornada laboral, etc. Pero esta
acumulación de stocks no sólo se debe a la creciente debilidad de la demanda interna sino también a una menor
demanda externa y a una dificultad cada vez mayor para conseguir colocar los productos industriales argentinos
en el mundo.
Por el lado de la demanda el rol de la economía brasilera es fundamental debido a que representa un altísimo
porcentaje de nuestras exportaciones que, por ejemplo, en el caso de la industria automotriz supera el 80 %. El
país vecino ya no es lo que era hace unos años; la tasa de crecimiento de la economía es muy baja, la tasa de
inflación ya es una de las principales preocupaciones al haber perforado el 6,5 % anual y correr el riesgo de
acelerarse y las cuentas nacionales y externas son deficitarias.
Pero más allá de que el factor Brasil sea de gran importancia y en estos momentos juegue en contra, el principal
problema de las exportaciones industriales es también consecuencia de la inflación y el consecuente atraso
cambiario.
El problema de la competitividad cambiaria queda expuesto claramente con lo ocurrido con la última devaluación
de enero. A principios de año, la demanda de divisas aumentó como consecuencia de la percepción del público de
que el tipo de cambio real estaba atrasado y las expectativas de devaluación eran altas. El BCRA devaluó la
moneda en un 23 % hasta que la cotización superó los 8 pesos. Sin embargo con el correr de los meses, la
cotización se planchó y la inflación hizo desaparecer la competitividad que se había recuperado en parte con
aquella devaluación. El tipo de cambio real volvió a caer y hoy se encuentra en los mismos niveles que a principios
de año.
De este modo, la única manera de recuperar competitividad para la industria es enfrentar la inflación que
es la responsable del constante aumento de los costos internos. De lo contrario, las sucesivas
devaluaciones sólo tendrán un efecto temporario de cortísimo plazo hasta que la inflación se encargue de
hacer desaparecer sus efectos.
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Esta caída de la producción industrial repercute directamente sobre la utilización de los factores productivos. La
utilización de la capacidad instalada (UCI), que mide la proporción utilizada de la capacidad instalada del
sector industrial teniendo en cuenta la producción máxima o potencial del sector, cayó por doceava vez
consecutiva en mayo y se ubica actualmente en el 70,8 %.
Este ratio de utilización de la
capacidad de producción del
sector industrial no se veía
desde la crisis internacional
de 2009 y excluyendo esta
situación
particular
para
encontrar
un
nivel
de
capacidad ociosa superior a
los
registros
actuales
debemos remontarnos al año
2004 cuando la recuperación
de la economía luego de la
crisis de la convertibilidad
recién experimentaba su
segundo año.
Observando
el
gráfico
nuevamente queda expuesto
que si bien la secuencia de
caídas interanuales ininterrumpidas de la UCI acumula un año (en mayo del 2013 creció un 0,22 %), la tendencia
declinante comienza en marzo de 2010 luego de un pico de 10,37 % configurando un proceso de deterioro mucho
más prolongado.
Una vez más el principal sector responsable del deterioro de este indicador es el automotriz que operando con la
mitad de su capacidad (UCI en mayo del 50 %) se configura como el sector con mayor capacidad ociosa de toda la
industria seguido de cerca por el resto de la industria metalmecánica que opera a un nivel del 53,4 % de sus
instalaciones. Los registros de utilización de la capacidad instalada en la industria automotriz están en su peor
nivel desde el año 2006, indicando nuevamente la profunda crisis en que está sumido el sector.
Cómo no puede ser de
otra manera la recesión
está
golpeando
de
manera
directa
al
mercado laboral que
presenta
dos
importantes
cambios:
una caída en la tasa de
empleo general y un
aumento
de
la
proporción de empleos
informales sobre el total.
Y esto si tenemos en
cuenta sólo los aspectos
de ocupación, es decir
dejando
de
lado
el
descenso de los salarios
reales.
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La tasa de empleo se ubicó en el 41,8 % en el primer trimestre del año y cae en un 0,95 % con respecto al mismo
período del año pasado. De este modo el empleo registra el tercer trimestre consecutivo de caídas; es decir que
hace 9 meses que la economía ya no sólo no genera nuevos puestos de trabajo sino que está destruyendo
los existentes. Si bien la tasa de desempleo no registra estos importantes cambios en el mercado laboral, quizás
como consecuencia de un efecto desaliento, la evolución de la tasa de empleo es contundente y en el último año
acumula una caída superior al 2 %.
En el gráfico se pueden observar tres sub-períodos en lo que respecta a la evolución del empleo. Una primera
etapa de fuerte crecimiento de la tasa de empleo coincidente con el período de recuperación de la economía luego
de la crisis de 2001 que llega aproximadamente hasta el año 2008. Luego, un período de estancamiento o al
menos de aumento del empleo a tasas mucho más modestas junto con algunos períodos de caída del empleo.
Este período llega hasta mediados de 2012 y muestra una mayor dificultad para crear empleo debido a que las
condiciones de ociosidad de la capacidad instalada que había dejado la crisis de inicios de la década ya habían
desaparecido. Por último, desde comienzos de 2012 a la fecha se identifica un tercer período de caída del empleo
que acumula desde el primer trimestre de 2012 una retracción del 3,45 % en la tasa de empleo.
Durante el último año, según el Sistema Integrado de Jubilados y Pensionados (SIPA) la caída de la actividad
económica se tradujo en la pérdida de más de 20.000 puestos de trabajo en el sector privado formal. La pérdida
interanual de puestos se concentró principalmente en la industria manufacturera, la construcción, la actividad
agropecuaria y el sector inmobiliario.
Por su parte, el número de ocupados en el sector público continuó en ascenso aunque a una tasa menor que lo
habitual. Hay que tener en cuenta también que los suspendidos cuentan como empleados mientras están en esta
condición. En el sector autopartista, por ejemplo, los trabajadores suspendidos ya son más de 13.000 y según lo
que ocurra con ellos al cabo de los 3 meses que establece la ley podrían pasara a engrosar las cifras de
desempleo. La magnitud de la caída en el empleo dependerá fundamentalmente de dos factores: la evolución de
los costos laborales y las expectativas de los empleadores acerca de la extensión de la recesión. En una recesión
corta se utilizan los mecanismos de suspensiones, como hasta ahora, pero si la recesión se prolonga sólo resta
esperar un aumento de los despidos.
RECAUDACIÓN: EL DETERIORO DE LAS CUENTAS PÚBLICAS ATENTA CONTRA UNA
POSIBLE RECUPERACIÓN
Si fuera necesario
algún otro indicador
para visualizar lo que
está ocurriendo en la
economía se puede
recurrir
a
la
recaudación tributaria
y aunque según las
declaraciones
oficiales ésta siempre
está
marcando
récords,
si
se
observa la evolución
de los ingresos del
Estado
y
se
descuenta el efecto inflacionario, queda claramente expuesto la caída en términos reales de los ingresos
tributarios.
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En junio la recaudación creció un 35,5 % con respecto al mismo mes del año 2013 pero, con una inflación en torno
al 40 % (según el índice Congreso hasta mayo la inflación anualizada era del 39,85 %), la recaudación se ubica
bastante por debajo en términos reales. El 35,5 % de aumento fue impulsado por los derechos de exportaciones y
el impuesto a las ganancias, mientras que el IVA y lo recaudado en concepto de seguridad social crecieron mucho
menos haciendo notar el freno de la actividad económica.
El caso más característico es el de aportes y contribuciones que creció un 27 % con respecto a igual mes del año
pasado mientras que las paritarias cerraron en promedio en un 30 %, por lo que la diferencia (3 %) estaría dando
cuenta de la destrucción de empleo formal antes mencionada.
Por su parte las retenciones alcanzaron $ 8.548,1 millones y se incrementaron en un 107,8 %. Si bien la cosecha
de este año fue algo superior a la de 2013 y se retrasó por las condiciones climáticas favoreciendo al mes de junio,
este espectacular crecimiento encuentra explicación fundamentalmente en el movimiento del tipo de cambio:
desde junio de 2013 a junio 2014 el peso sufrió una devaluación de más del 50 % impactando de lleno en lo
recaudado en concepto de retenciones.
Exceptuando el primer mes del año, la recaudación tributaria es negativa en términos reales desde octubre de
2013 y debido a que la tasa de inflación anual aumenta con el transcurso de los meses, la tendencia tiende a
hacerse cada vez más negativa. Si bien la caída de este indicador no es tan pronunciada como lo fue en 2009 (en
agosto de ese año con una inflación anual del 13 % y una recaudación prácticamente estancada, los ingresos
reales se hundieron 12,25 %), con la inflación acelerándose y la economía en recesión las proyecciones son
negativas.
Si se toma en cuenta el último año (desde junio de 2013) la recaudación en términos reales está estancada o
levemente negativa (-0,09 %) pero en mayo, la misma sufrió una caída del 5,87 %, confirmando el deterioro de los
últimos meses. Mientras tanto, el gasto público crece a tasas superiores al 42 % y con las cuentas públicas en rojo
financiero desde 2009, factor determinante del proceso inflacionario que sufre la economía, el gobierno ya no
cuenta con las herramientas fiscales típicas de una estrategia contra-cíclica que podría ayudar a salir de la
recesión. Por el contrario, si se tomara este camino a través de una mayor emisión monetaria los resultados serían
exactamente los contrarios alimentando la inflación y las expectativas recesivas.
CONCLUSIÓN
Si bien las causas de una crisis son múltiples y las políticas erradas se pueden identificar en muchos sectores de
la economía (energético, agropecuario, automotriz), más allá de las políticas sectoriales hay un fenómeno
macroeconómico que es el principal responsable de la recesión en que está inmersa la economía. La
inflación actúa como una especie de corrosivo y si no se la enfrenta a tiempo, con el paso de los años
provoca una pérdida de dinamismo en la economía que primero se expresa como estancamiento y luego
como caída en la actividad. Se deteriora la competitividad y pierden dinamismo las exportaciones, cae el poder
adquisitivo del público y sufre el consumo, se detiene la demanda y cae la producción, etc.
La negación permanente por parte del gobierno de reconocer y enfrentar este problema de raíz fiscal es quizás el
peor error en materia económica que se le pueda adjudicar. Por el contrario, a medida que iban apareciendo los
problemas, se respondía a ellos con medidas desacertadas e inconexas que terminaban empeorando la situación
o desembocando en uno problema peor. El cierre de exportaciones, el cepo, los controles de precios, la
última devaluación y suba de tasas son sólo algunas muestras de la inexistencia de un plan integrado y
consistente que coordine los distintos frentes: fiscal, monetario, cambiario, etc.
La pregunta ahora es cómo generar la recuperación y las respuestas no parecen sencillas.
Cómo ya se dijo la situación fiscal y la presión inflacionaria imponen fuertes límites a políticas de estímulo de la
demanda, el bajo stock de divisas internacionales complica el frente externo y los últimos ajustes en materia
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monetaria no hicieron más que empeorar la situación. Se generaron las consecuencias negativas de un ajuste y se
volvió al punto de partida (tasas negativas y tipo de cambio real atrasado) sin incidir positivamente en las
expectativas de mediano plazo que es lo positivo de un ajuste bien hecho e integrado con el plano fiscal.
Por lo pronto, al margen de determinadas medidas sectoriales (PRO.CRE.AUTO, por ejemplo), se observa una
actitud pasiva de las autoridades frente al escenario recesivo actual y parecieron que todas las esperanzas están
puestas en la solución del conflicto con los holdouts que destrabaría el acceso al crédito internacional y sería el
combustible de la recuperación. El riesgo es que, si se encontrara la salida por esta vía, sean relegados una vez
más los ajustes necesarios e impostergables para sanear la economía.
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